Pablo Rocca (Montevideo, 1963). Profesor de Literatura Uruguaya y Latinoame- ricana en la Universidad de la Re- pública (Uruguay), donde dirige el archivo literario. Entre sus libros puede mencionarse 35 años en marcha (Crítica y Literatura en el semanario Marcha y en Uruguay, 1991); Horacio Quiroga, el escri- tor y el mito, 1996; Poesía y polí- tica en el siglo XIX (Una cuestión NERUDA EN URUGUAY: de fronteras), 2003. PASAJE Y POLÉMICA PABLO ROCCA todo empezó en Montevideo que es donde siempre empieza todo todo siguió en Montevideo que es donde siempre sigue todo allí llegó y para siempre allí quedó Neftalí Reyes Enrique Fierro1 1 1. GUIÓN PARA UN PROYECTO y fue seguida con atención por una crítica que, «Nacido Neftalí» (fragmento), en en las décadas del cincuenta y del sesenta, era Enrique Fierro, Escrito en México (1974-1984). (Selección y prólo- Doble movimiento entre la crónica y el de las más importantes que se hizo sobre su go de Verónica Grossi). México, análisis, entre el hombre-símbolo y el univer- obra donde fuera. Fondo de Cultura Económica, so simbólico de sus versos, entre el personaje A cuenta de futuras incursiones, desde una 1999, pp. 291-292. y las palabras: esa lectura se pretende ensayar2. perspectiva diacrónica habría que desarrollar 2 Cierto, una visión de este tipo sobre Neruda seis momentos. El guión provisional incluiría: Un antecedente reconoce este tra- puede ejercitarse desde cualquier parte. Pero, bajo: la exposición realizada en una mesa redonda en homenaje fuera de Chile, en pocos espacios como Uru- (1) Neruda antes de Neruda. El adolescen- a Neruda, en el Centro Cultural guay –o, mejor, en Montevideo y en algún te que en vísperas de la publicación de su pri- de España, en Buenos Aires, por otro punto ocasional de ese territorio–, esa mer libro envía una carta devota al poeta pan- gentil invitación de su directora –la doctora Lidia Blanco– (13 de trama se haya desplegado con tanto vigor y teísta Sabat Ercasty: «Mándeme todos sus octubre de 2004). Compartí la constancia a lo largo de toda la vida creativa de libros. Solo tengo el que me mandó: Poemas mesa redonda con las profesoras Pablo Neruda. Nada menos que durante me- del Hombre. Escríbame. Quiero saber de su doctoras Irma Emiliozzi y Celina Manzoni (Universidad de Buenos dio siglo. Se asoma, primero, con sus textos, vida. ¿Qué edad tiene Ud.? Yo tengo 18 años. Aires) y el escritor Juan José Her- publicados por primera vez o reproducidos en Mi libro Crepusculario saldrá en 20 días más» nández. Este artículo se inserta en revistas de Montevideo y aun en pequeñas (Russel, 1975). A través de otros contactos el proyecto de dedicación total del suscrito, en la Facultad de Hu- ciudades del interior; circula desde los mismos que ignoramos, una composición suya se alo- manidades y Ciencias de la Edu- inicios en su reconocida deuda con el poeta ja en una revista dirigida por el díscolo poeta cación (Universidad de la Repú- Carlos Sabat Ercasty; se estructura en una ca- Juan E. Faggetti, en la litoraleña ciudad de blica): «Literatura en revistas: campo intelectual y proyectos de dena de visitas que fueron acontecimientos Paysandú. «A los poetas de Chile» (Los Tiem- escritura en Uruguay (1939- sociales y literarios y, también, motivo de pe- pos, Nº 5, octubre 1922), es una publicación 1974)». leas; por último, desde muy temprana fecha muy temprana, ya que según Rodríguez Mo- encontró rápido eco entre un amplio público negal el primer texto édito de Neruda data del 14 de octubre de 1921 (Rodríguez Monegal, 1977: 52)3. 3 Neruda en Uruguay: (2) Un nexo débil: Neruda y las vanguar- Pasaje y polémica Ninguna mención al poema ce Rodríguez Monegal en su dias. Mejor, un vacío hasta que se demuestre PABLO ROCCA aparecido en Los Tiempos ha- libro. 68 lo contrario: la ausencia de repercusiones de gunos integrantes de Número traban una re- Veinte poemas de amor y una canción deses- lación firme con él, lo que daría como resul- perada (1924). La misma falta de eco de Ten- tado el consecuente trabajo crítico sobre su tativa del hombre infinito o de El habitante y obra de Emir Rodríguez Monegal; en la se- su esperanza (1926) en las revistas uruguayas gunda, choca de manera singular con Ángel coetáneas. Rama. (3) Reingreso triunfal, los años treinta. (5) Los años sesenta: entre lo público y lo Con las dos primeras Residencias, a comien- privado. La revolución cubana y sus repercu- zos de esta década, se puede verificar el rápi- siones uruguayas, producen una cadena de do ascenso del prestigio de Neruda en Mon- movimientos admirativos que incluyen una Dibujo de Toño Salazar, en tevideo. A partir de España en el corazón, su temprana edición de Canción de gesta, publi- Marcha, 1958. figura se agiganta. Quedan como testimonio cada en Montevideo en 1962 por la editorial de esa admiración las páginas de Emilio Ori- El Siglo Ilustrado, dirigida por Carlos M. Ra- be y de Alfredo Mario Ferreiro, entre otros, y ma. A su vez, la vieja relación de Neruda con 4 el filme documental de Enrique Amorim, Ga- Jesualdo Sosa, intelectual-eje del Partido Co- Galería de Escritores. [Lista de escritores filmados en la película lería de escritores, donde Neruda alterna con munista de Uruguay, se consolida en su paso de 16 milímetros, pase 18 cua- Rafael Alberti y Nicolás Guillén en alguna por Montevideo en 1967, donde alternará con dros. Dos folios. Original en la playa de Uruguay o de Argentina hacia 19464. algunos jóvenes poetas, como Enrique Fierro, Colección Enrique Amorim. Ar- chivo Literario, Departamento de Pero el hecho más notable y consagratorio ha- quien tres años antes había adherido a un ho- Investigaciones de la Biblioteca bía ocurrido en marzo de 1939, en ocasión de menaje realizado por la revista montevideana Nacional. Montevideo]. El filme su viaje a Montevideo, que dio lugar a un ho- Aquí Poesía, cercana a la línea oficial del Par- en el Archivo de Cinemateca Uruguaya, Montevideo. menaje público organizado por la Asociación tido y quien, dos décadas más tarde escribirá de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escri- uno de los mejores poemas en homenaje al 5 tores (AIAPE). Esta agrupación, galvanizada chileno. La condena de los intelectuales cuba- Por más que, entre otros, Meo Zi- glio y Rodríguez Monegal reto- por el apoyo a la entonces malherida Repú- nos sobre la participación de Neruda en el man, en sus correspondientes blica Española, oficiaba como una especie de Congreso del Pen Club (1966), provoca un trabajos, muchas de las observa- coalición de todos los intelectuales progresis- desasosiego fuerte entre los escritores urugua- ciones de Amado Alonso. tas uruguayos. Los actos del Teatro Mitre yos, en su inmensa mayoría simpatizantes de quedaron estampados en el pequeño volumen la Revolución. Por último, un capítulo bas- Neruda entre nosotros (1939). Poco después, tante publicitado en los últimos años, corres- en 1940, prologaría Canto, el primer libro de ponde a las estancias secretas con Matilde poemas de Sara de Ibáñez. En este último año, Urrutia en un balneario ubicado a pocos kiló- la aparición en Buenos Aires del libro de metros de Montevideo (Atlántida), en la casa Amado Alonso (Poesía y estilo de Pablo Ne- que les prestaba el arquitecto Mántaras. ruda), en todas partes oficiaría como multi- (6) El poeta-símbolo de la resistencia: Ne- plicador de un prestigio y base para la discu- ruda ante el golpe de Estado en Uruguay, ocu- sión, al tiempo que en buena medida rrido el 27 junio de 1973, esto es, un trimestre dispensaría el abordaje estilístico, considerado antes de que fuera arrasada la democracia chi- insuperable en ese estudio.5 Una discusión lena, al tiempo que moría el poeta. Emblemá- que en Montevideo pronto sería corriente y tica de esta preocupación, de la desaparición ardorosa. del último poeta con dimensión profética pa- (4) Un largo debate: recepción y, contacto ra América Latina, fue la nota publicada por con la «generación del 45». Desde el acerca- José Pedro Díaz a diez años de aquellos he- miento con el grupo de la revista Número y la chos. Escrita en un momento en que la lucha página literaria del semanario Marcha en los contra la dictadura uruguaya empezaba a dar años cuarenta y cincuenta (Emir Rodríguez sus frutos, aunque la incertidumbre sobre su Monegal, Idea Vilariño, Mario Benedetti y Sa- retirada todavía estaba planteada, Díaz con- randy Cabrera) hasta las polémicas encendi- cluye su evocación de Neruda: «Todos sabe- das que provoca su obra (Ricardo Paseyro mos, ahora, más allá de cualquier partidismo contra Cabrera) y la que protagoniza el pro- político, que celebrar su memoria es reivindi- pio Neruda contra Ángel Rama. Aconteci- car la esperanza de justicia de su pueblo [...]. mientos clave son dos visitas de Neruda a Y así lo sentimos todos desde entonces, desde Montevideo: en 1952, a poco de la publicación aquel homenaje fúnebre que realizamos para Neruda en Uruguay: Pasaje y polémica de Canto general, y en 1960. En la primera, al- él en el Paraninfo de la Universidad [de la Re- PABLO ROCCA 69 pública], hace diez años, y las posiciones estéticas y para amparar la mul- que fue el último acto público tiplicidad de grupos emergentes, los escritores en el que se fundió en una se explayaron por otros medios de prensa y, misma voz el sentimiento de aun más, formaron revistas culturales, de pre- la Universidad y el de nuestra dominante factura literaria. Entre las más ac- ciudadanía» (Díaz, 1983, p. 19). tivas estuvieron Clinamen (1947-1948); Escri- tura (1947-1950); Asir (1948-1959); Número Por la vastedad del pro- (1949-1955; 1962-1964), así como Entregas de Neruda y Carlos Sabat Ercasty en Montevideo, 1964.
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