Capítulo segundo Los senadores de la república Muy poco se sabe sobre el perfil del senador mexicano y, en consecuencia, se desconoce la trayectoria constitucional y política del Senado. No obstante, abundan las críticas hacia los senadores y a su institución, originadas desde el desconocimiento mismo de sus fun- ciones, hasta los sentimientos partidistas y la fácil especulación; tales críticas son conoci- das y divulgadas con increíble amplitud. La trayectoria de los senadores de 1876 a la fe- cha, no está en los anales políticos del país, a pesar de que muchos e ilustres mexicanos ocuparon escaños en el Senado. El Senado, constituido a partir de iniciativas de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Te- jada, comienza a sesionar a partir del 16 de septiembre de 1875, bajo la presidencia de Guillermo Valle y del General Mariano Escobedo. Durante el periodo porfirista, que marca el inicio de la actividad parlamentaria del Se- nado mexicano, además del senador Escobedo, deben mencionarse muchos otros senado- res que son los pro-hombres que evitaron la existencia de una relación estrecha entre la institución y el porfiriato. A finales del siglo XIX, el Senado estuvo integrado por distinguidos mexicanos juris- tas como Rafael Dondé, Alfonso Lancaster Jones y Manuel Dublán, constituyentes co- mo Manuel Azpíroz, científicos como Manuel Carmona y Valle, José Peón y Contreras o educadores y filántropos como Gabriel Mancera y Vidal de Castañeda y Nájera, to- dos ellos fueron senadores que contribuyeron a formar la historia parlamentaria de esta Cámara. Al iniciar el siglo XX, en pleno apogeo del porfirismo, se conjuntaron en el Senado personalidades cuya influencia fue decisiva para la vida constitucional del país. Nuevos senadores como Venustiano Carranza y Emilio Rabasa, a quienes se les unió en el Con- greso José Natividad Macías, realizaron una actividad trascendental en el Parlamento, y no sería extraño aseverar que la gran influencia de Rabasa en la futura Constitución de 1917, empezó precisamente cuando compartió sus funciones con Carranza y Macías, así como en su etapa posterior en el Senado en su clásica obra La Constitución y la Dictadu- ra, publicada en 1912. Además, el Senado tuvo otros integrantes distinguidos: al jurista Miguel S. Macedo, los historiadores Francisco Sosa y Victoriano Salado Álvarez, filósofos como Porfirio Parra y políticos visionarios como Jesús Flores Magón y Fernando Iglesias Calderón. De esta LAS FACULTADES EXCLUSIVAS DEL SENADO DE LA REPÚBLICA forma el Senado, constituido en la pax porfiriana, fue recinto de discusión seria y respon- sable con los mejores representantes de la intelectualidad mexicana, así como de las co- rrientes revolucionarias que vendrían posteriormente a forjar el México moderno. Aunque el Senado mexicano fue conformado de acuerdo al texto constitucional de los Estados Unidos, su función, desarrollo y elementos característicos han sido propios. Si en Estados Unidos el senador es un personaje un tanto errático en la vida política, que se ha dedicado antes o después del cargo al ejercicio libre de su profesión,43 en México, por el contrario, el ser senador puede constituir para alguien la etapa culminante de su carrera pública, o una fase importante en su vida política precedida o seguida por otros puestos públicos, tanto electivos como de designación. Tomando como ejemplo el caso de los diputados constituyentes de 1916-1917, por lo menos una veintena de ellos fueron electos para el puesto de senador: Cristóbal Castillo Llavén, Manuel M. Prieto, Antonio Gutiérrez, Alberto Terrones Benítez, Jesús López Lira, Hilario Medina, Enrique Colunga, Alfonso Cravioto, (quien fuera por dos ocasiones senador de la República), Amado Aguirre, Esteban Baca Calderón (quien ocupara tres veces la senaduría y fuera igualmente recipiendario de la medalla Belisario Domínguez), Jesús Romero Flores, Juan Sánchez, Celestino Pérez, José Rivera, Luis G. Monzón, Flavio Bórquez, Antonio Hidalgo Sandoval, Victorio Góngora (dos veces senador), Antonio Ancona Albertos y Pastor Rouaix. Muchos diputados constituyentes habían ocupado previamente puestos importantes, como Pastor Rouaix, quien fuera gobernador de Durango (1913-1914) y secretario de Fomento y Colonización, después llamada de Industria y Comercio (1914-1917), mien- tras que otros fueron diputados locales o federales, destacando los que integraron la céle- bre XXIV Legislatura maderista, disuelta por el golpe de estado de Victoriano Huerta (1913). Otros ocuparían después del trabajo hecho en Querétaro secretarías de estado, guber- naturas y escaños en el Congreso. El movimiento político a partir de 1920 es sorprenden- te para algunos autores,44 quienes lo calculan en un 65 por ciento de renovación y de un moderado 35 por ciento de continuidad en los puestos públicos. El cargo de diputado federal es el antecedente más común al de senador, pues cerca del 40 por ciento de los senadores han ocupado con anterioridad alguna diputación federal. En algunos casos, el senador, antes de haber sido diputado federal, también tuvo la expe- riencia de ser diputado local. Como un ejemplo, podemos mencionar dos senadores: Víctor Manzanilla Schaffer y Norberto Mora Plancarte, quienes ocuparon previamente la senaduría, además de haber sido, en dos periodos no consecutivos, diputados federales. 43 Ronald R.M. Matthews, U.S. Senators and their world, Vintage Book, 1960, p. 32. 44 Peter H. Smith, Los laberintos del poder. El reclutamiento de las élites políticas en México 1900-1971, El Colegio de México, 2ª ed., 1982, p. 191. 56 LOS SENADORES DE LA REPÚBLICA Un segundo antecedente de senadores de relevancia política, son aquellos que han ocu- pado un alto puesto en la administración pública o en la administración de justicia. La tendencia es que los senadores prosigan su carrera política en alguno de esos cargos. A diferencia de Estados Unidos, donde el anhelo de los senadores es llegar a la presi- dencia o vicepresidencia de su país, como ocurrió con John F. Kennedy, Lyndon B. John- son y Richard M. Nixon, en México, un antecedente común de los gobernadores es el de haber sido senador de la República. Aunque ahora la tendencia también observa a senado- res que han sido con anterioridad gobernadores de sus respectivos estados. Actualmente, la edad promedio del senador es de aproximadamente 50 años. Aunque en un órgano colegiado hay diferencias notables, pueden establecerse algunas variables interesantes y demostrativas de la integración del Senado. En cuanto a la educación formal, los senadores tienen, desde 1935 a la fecha, un alto grado de formación académica, pues se calcula que el 70.7 por ciento de los mismos po- see un grado universitario, sobrepasando al porcentaje de los diputados federales45 con la misma educación. La profesión predominante es la licenciatura en derecho. La Escuela Nacional Preparatoria y la Universidad Nacional Autónoma de México, son las instituciones educativas en donde se han formado la mayoría de los líderes políti- cos en nuestro país. En sus aulas conviven, por generaciones, los políticos e intelectuales más reconocidos en nuestro medio. Por citar algunas, podemos mencionar la generación 1920-1924 de la Escuela Nacional Preparatoria, en la cual los futuros senadores Roberto Solórzano y Andrés Serra Rojas fueron condiscípulos. La siguiente generación de la Escuela Nacional Preparatoria, de 1921 a 1930, fue prolífica en futuros senadores: José Rivera Pérez Campos, Fausto Galván Campos, Ma- nuel Moreno Sánchez, Adolfo López Mateos (posterior Presidente de la República), Rodolfo Brena Torres y Mauricio Magdaleno entre otros. Si bien los estudios preparatorios representan el inicio de la socialización del político mexicano, la Facultad de Derecho (a partir de 1950) y su antecesora, la Escuela Nacional de Jurisprudencia, complementa el proceso educativo. Aquiles Elorduy y Pedro de Alba en la generación de 1910 a 1920; Abel Huitrón y Aguado, Guillermo Ibarra, Fernando López Árias, Guillermo Ramírez Valadez, Ramón Ruiz Vasconcelos, Natalio Vázquez Pallares, José Castillo Tielmans, Diódoro Rivera Uribe, Emilio Sánchez Piedras, Hugo B. Margáin, Fernando Lanz Duret, Juan Manuel Terán Mata y Alfonso Corona del Rosal, de la generación de 1931 a 1940; así como Milton Castellanos Everardo, Víctor Manza- nilla Schaffer, Hugo Cervantes del Río y Manuel Sánchez Vite, de la generación de 1941 a 1950, son todos ellos representantes de la generación de abogados que posteriormente integrarían el Senado. 45 Roderic A. Camp; México's leaders. Their education and recruitment, The University of Arizona Press, 1980, pp. 84-85. 57 LAS FACULTADES EXCLUSIVAS DEL SENADO DE LA REPÚBLICA Después de la Facultad de Derecho, la de Medicina, de la propia Universidad Nacional Autónoma de México, destaca como institución donde los futuros políticos mexicanos socializan. De 1911 a 1958 algunos senadores estudiaron en sus aulas, por ejemplo: Pe- dro de Alba, Ramiro Támez, Gonzalo Bautista, Gustavo Baz, Maximiliano Ruiz Castañe- da, Luciano Huerta Sánchez, Gustavo Uruchurtu y Emilio Martínez Manatou.46 Aunque la mayoría de los senadores con título de licenciados en derecho provienen de la Universidad Nacional Autónoma de México, sobresalen también las universidades públicas de Guadalajara y Nuevo León como segundas opciones en su formación acadé- mica. Recientemente, los abogados egresados de universidades privadas han incrementado su participación política. Los estudios de posgrado son, desde 1925, parte esencial de la educación del político mexicano. En el Senado contemporáneo,
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