LOS EXTRANJEROS EN LA ESPAÑA MODERNA ACTAS DEL I COLOQUIO INTERNACIONAL Celebrado en Málaga del 28 al 30 de Noviembre de 2002 M.B. VILLAR GARCÍA y P. PEZZI CRISTÓBAL (Eds.) TOMO I MÁLAGA 2003 1 PORTADILLA © Los autores Portada: diseño.elpesodg.com Imagen cedida por Joaquín Gil Sanjuán y Mª. Isabel Pérez de Colosía Rodríguez Imágenes del Poder Imprime: Gráficas Digarza, S.L. Plaza de los Angeles Nº 3 Tel.: 952 278 543 D.L.: MA - 913 - 2003 I.S.B.N.: 84-688-2633-2. 2 I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo I, pp. 353 - 364. ISBN: 84-688-2633-2. TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE : LAS FAMILIAS FLAMENCAS Y LA EMIGRACIÓN MILITAR A ESPAÑA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XVIII Thomas Glesener Universidad de Liège/Universidad de Toulouse-le Mirail En el marco complejo de las reformas militares llevadas a cabo por Felipe V al principio de su reino, destaca por su interés la creación sobre el modelo francés de tropas reales. Estas se organizan en un esquema distinto de los antiguos archeros flamencos y alabarderos alemanes de la época de los Habsburgos. Divididas en dos cuerpos – la guar- dia interior y la guardia exterior - las tropas de la casa real no solo tienen que custodiar el monarca sino también servir de tropas de élite capaz de intervenir en campaña y apoyar los ejércitos de linea. La continuidad con la antigua dinastía se manifiesta por la compo- sición internacional de las tropas. Una de las tres compañias de las guardias de corps, y el segundo regimiento de las guardias de infantería son reservados, en teoría al menos, a la nobleza flamenca. Por lo tanto, a lo largo del siglo XVIII, las tropas reales sirven de catalizador a la movilidad social de las élites flamencas. Las tropas reales gozan de un estatuto de privilegios que situa a los inmigrantes flamencos en la cumbre de la jerarquía militar. Muchos de los oficiales, pero no todos, conseguirán un empleo de mayor respon- sabilidad en la administración político-militar de los Borbones1. Puede parecer sorprendente ver Flamencos en el siglo XVIII desempeñar cargos tan altos cuando la centuría anterior les ha dejado pocas oportunidades de ascenso. Esta problemática, que tiene que ser relacionada con la importancia dada a los extranjeros en el gobierno de la monarquía, queda fuera del ámbito de este trabajo2. Nuestro plantea- 1 F. ANDÚJAR CASTILLO, “Las élites de poder militar en la España borbónica. Introducción a su estudio prosopográfico” en J.L. CASTELLANO (dir.), Sociedad, administración y poder en la España del Antiguo Régimen, Granada, 1996, pp. 207-235; F. ANDÚJAR CASTILLO, “Elites de poder militar: las guardias reales en el siglo XVIII” en J.L. CASTELLANO, J.-P. DEDIEU, M.V. LÓPEZ-CORDÓN (dirs.), La pluma, la mitra y la espada. Estudios de historia institucional en la edad moderna, Madrid-Barcelona, 2000, pp. 65-94. F. ANDÚJAR CASTILLO, “La corte y los militares en el siglo XVIII”, Estudis, 27, (2001), pp. 91- 120. Las obras clásicas sobre el tema son las siguientes: H. GUILLAUME, Histoire des Gardes wallonnes, Bruselas, 1858 ; G.DU BOSC DE BEAUMONT, Officiers français au service d’Espagne. La Garde Wallonne (1502-1822), Vannes, 1904 ; J. SOTTO MONTES, “La guardia valona en España”, Revista de Historia militar, 28, (1970), pp. 67-105 ; A. JANSEN, Histoire illustrée des Gardes Royales wallonnes au service des Bourbons d’Espagne (1702-1822), Bruselas, 1989. 2 A. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Los extranjeros en la vida española durante el siglo XVII y otros artículos, [Sevilla], 1996. Sobre los cargos confiados a Flamencos en el siglo XVIII, ver C. BORREGUERO BELTRÁN, 353 miento se situa cronologicamente en el cambio de régimen cuando la creación de las tropas reales -respectivamente en 1703 para las guardias walonas y 1704 para las guar- dias de corps- abre nuevas perspectivas profesionales para decenas de nobles flamencos3. Es importante romper con una visión mecanisista que diría que la institución atrae de por sí a los hombres. Más vale interrogarnos sobre las razones que motivan a algunos nobles a servir al nuevo rey de España en la península mientras la situación política, al nivel tanto local como internacional, no les da ninguna garantía sobre el éxito del bando borbónico. Es más que la simple expresión de la fidelidad de los vasallos hacia el sobera- no puesto que, a finalizar la Guerra de Sucesión, a pesar de que los Países Bajos pasan definitivamente a los Habsburgos de Austria, la mayoría de los cuadros de los regimien- tos flamencos se quedan en España. Y, a lo largo del siglo, las tropas reales seguirán atrayendo a hijos de la nobleza flamenca que sean nativos de Flandes o descendientes de Flamencos instalados en la península. Por consiguiente, pensamos que el servicio militar en España responde a los intereses de una parte de la nobleza flamenca. Intentamos en este trabajo dar unas hipótesis respecto a las razones de la emigración. Veremos también como este movimiento se puede pensar en términos de estrategias familiares. Y, por últi- mo, a través de un ejemplo, analizaremos como estas estrategias de traducen en la práctica. Si observamos la composición social de la oficialidad de las guardias walonas, hay que notar que muchos oficiales proceden de familias de mediana nobleza. Por cierto, los grandes linajes encabezan el regimiento. Juan Bautista de Croy, duque de Havre, es el primer coronel del regimiento. Otras de las grandes familias flamencas que han servido a la monarquía durante el siglo anterior mantienen su fidelidad colocando a parientes su- yos en las tropas reales. Así observamos que, entre los oficiales de la primera quinta, en 1703, hay miembros de las familias de Mérode, de Lede, de Lannoy4. Pero la mayoría de los cuadros del regimiento vienen de familias que se podrían considerar como élites locales. Son de nobleza reciente puesto que muchas de ellas han obtenido la hidalguía en el ultimo medio siglo, o en algunos casos, han conseguido un título de nobleza. Tenemos varios ejemplos de una implicación fuerte en la administración local de las ciudades de origen. La familia Dongelberg ha ocupado repetidas veces el empleo de bourgmestre de “Extranjeros al servicio del ejército español del siglo XVIII” en Coloquio internacional Carlos III y su siglo (Madrid, 14-17 noviembre de 1988), Madrid, 1990, t. 2, pp. 75-92; D. OZANAM, “Les étrangers dans la haute administration espagnole au XVIIIe siècle” en J.-P.AMALRIC (dir.), Pouvoirs et société dans l’Espagne moderne, Toulouse, 1993, pp. 215-229; F. ANDÚJAR CASTILLO, “La ‘confianza’ real: extranjeros y guar- dias en el gobierno politico-militar de Cataluña (s.XVIII)”, Pedralbes. Revista de Historia moderna, 18, (1998), pp. 509-519. Algunos datos puntuales en G. DANSAERT, Les anciens Vice-Rois d’origine belge et divers autres, Bruselas, 1928. 3 Inicialmente el regimiento de guardias walonas es constituido por viente y seis compañias de cien hombres. La compañia flamenca de guardias de corps conta con más o menos dos cientos hombres (M. GÓMEZ RUIZ, V. ALONSO JUANOLA, El ejército de los Borbones, Madrid, 1989, t. 1, pp. 292 ss.). Hay que tomar en cuenta que otros muchos nobles flamencos llegarón a España con la repatriación de los regimientos walones de infantería de linea entre 1710 y 1711. 4 J. SOTTO MONTES, op.cit., pp. 97-98. 354 I Coloquio Internacional “Los Extranjeros en la España Moderna”, Málaga 2003, Tomo I, pp. 353 - 364. ISBN: 84-688-2633-2. Bruselas desde finales el siglo XVI. Su tierra de Crobeeck en la Dyle ha sido elevada en baronía el 17 de agosto de 1661. Y durante el siglo XVIII, darán ocho oficiales de guar- dias walonas a la corona española5. La familia de Luis Francisco de Haynin, retirado de las guardias en 1737 con el grado de primer teniente, ha ocupado varias veces las funcio- nes de rewart odemayeur de la cuidad de Lille6. Sabemos que, en 1659, Cesar y Luis Carlos de Haynin han obtenido la hidalguía con el título de caballero7. Y, en 1666, Carlos II convierte la tierra de Haynin en baronía8. Otro caso es el de la familia de Baillencourt cuyos miembros se han transmitido el cargo de prévôt de la cuidad de Mons desde media- dos del siglo XVII hasta la extinción del linaje a finales del XVIII. Carlos de Baillencourt tiene una compañía walona de trescientos hombres, puede celebrar sesiones como conse- jero de Estado en Bruselas desde 1650 pero no consigue entrar en la cámara de la nobleza de Hainaut hasta 1660. Los Baillencourt tienen que esperar hasta 1721 para obtener el título de conde. A los pocos años, en 1730, Guillermo Renato de Baillencourt incorpora las guardias walonas, ocupa el cargo de coronel de regimiento de infantería de Flandes, y muere en 1775 cuando desempeña el empleo de gobernador político-militar de Alicante9. Parece que estas familias, entre muchas más, han aprovechado de la política de compra de títulos de nobleza que tuvo mucho éxito bajo los últimos Habsburgos. Como consta en una carta del intendente de Flandes Le Peletier al canciler Le Tellier (Lille, 9 de septiembre 1678), las élites locales, incluso de origen muy humilde, procedentes de los territorios recientemente conquistados por la Francia, han tenido la oportunidad de tener acceso a la nobleza. “[Je vais] vous rendre compte de ce qui se pratiquoit à cet égard sous la domination d’Espagne. Je ne doute pas, Monseigneur, que vous ne sachiez que tous les titres d’honneur se vendoient à prix d’argent et qu’il ne s’accordoit point de lettres de noblesse que moyennant finance, dont la taxe se faisoit à proportion du bien qu’il avoit celuy qui vouloit estre annobly et de la bassesse de son extraction”10.
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