Revista Moderna Arte Y Ciencia

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ARo III MÉXICO, P QUINCENA. DE ABRIL DE 19,üí) N"Ó'M. 7 REVISTA MODERNA ARTE Y CIENCIA .. DIRECTOR: JESUS E. VALENZUELA. AD~IINISTRADOR: G. DE LA: PEÑA ESTUDIO. 98 REVISTA MODERNA, EL ALMUERZO. (REMINISCENCIAS DE CHIHUAHUA.) 1 zas l'Ísueñas que desfilaban delante de él, mientl'as marchaba al monótono compás del paso redoblado -Sin novedad se pasó revista á la inw9illm'ia, con que le seguia la tropa. mi tenientf',-dijo cuadrándose el sal'gento al ofi, POl' otra parte nuevos motivos tenia para estar cial que se abrochaba el cinturón de su ~spada, contento, en plena salud y henchido de e¡;:peran­ -Bueno; que no rompan filas porque ya yamos zas. , , ¡Oh! sí" , ya aquel antiguo y ennegrecido á desfilar, invierno de su 'vida se transformaba inundándose y ~liguel es~eró un momento, de pie y erguido, con vivos resplandecimientos; su juventud se alli mientras su asistente le cepillaba la levita azul, maba repentinamente y en su alma, antes lóbrega muy limpia, donde resplandecían dos lineas de bo, y taciturna, se hacia la aurora, tones dorados, y en el cuello la brillante gola de ¡Había sufddo demasiado!. , , ¡cuántos anos de es­ metal con su .9. de plata. túpidas tristezas, de obscuros aislamientos, de nu­ Cuando estuvo listo, correcto y alegre fué á pa, bes tempestuosas! , , , ¿y todo para qué y por qué?, . , sal' revista personal á su fuerza,-unos veinticua, ¿valia la pena sufril' asl, lamentándose vaga é inú' tro hombres que debían cubrir la ,guardia de cár, tilmente? Mas ya el porvenir le someia, Obtuyo cel ese dia, allá en el centro de Chihuahua . , un ascenso en Ciudad Guerrero, después de la trá­ Pasó ante las filas con calma, inspeccionando sol, gica campaña de Tomóchic, donde tan l:OjOS {'piso­ datlo por soldado, y.luego, satisfecho, mandó cerrm' 'dios pI'esenciara-¡pesadillas negras en sus noches las líneas y poner la imaginm'ia en descanso sobre de inquietud!-y al Ilegal' á Chihuahua tras una sus armas, y fué á dar parte al ayudante y al ca' época de sombl'a y fdo, despertaba de nuevo á la pitán de cuartel, en espera de la orden de mal'clta juventud, fuerte, animoso y lleno de ilusiones! hacia la cárcel.· ¿Cómo no, si el amor habia llamado á la puerta Momentos después regresaha desenvainando la de su alma al'diente y soñadora?, , , ¡El amor!, , . ¡el espada y mandando á su tropa:-¡fi1'mes! .. ¡ter­ amor! . , . ¿Seda pOI' fin el vel'dadel'o amor? , ' Por­ cien, arma ,~! . , ¡por el flan co di'recho! . .. ¡dollan­ que él-según pensaba-no habia amado nunca", do! . , . ¡marchen! A penas si una vez-¡qué bl'eve!-creyó haberse apa­ La ~equeña sección, bien alilleada, salió al paso sionado de una jovencita de Tornóchic llamada Ju­ l'edoblado, destilando ante la guw'dia de ¡J,'even ­ lia!. , , ¡Triste recuerdo! Mas no fué amo't' aquello ción, dirigiéndose hacia el lejano fondo en que ya­ que lo hizo estl'emeccr. " fué lástima primero; des­ cla la ciudad bajo un cielo espléndidamente azul, pués, lujuria; y pOI' último, terrol' _, , ¡El postl'el' beso donde se desvanecían nubecillas de oro pálido. que le dió, fué el grito de su alma ante un espectro iQué mañana tan deliciosa, tan pura y tan fl't~s­ {'pico!, " Ensangl'entada,livída, loca, ella, la joven­ ca! . , , Mañana primaveral, bellisima y alegl'e. " cita que se habia' batido carabina en mano contr;, Trinos de pájaros y perfumes de flores; y á los dos poderosos enemigos, habla caido moribunda, por flancos del accidentado camino que baja á Chihua­ segunda vez, en brazos de Miguel, manchándole de hua, las huertas con sus boscajes y enramadas flo ­ sangre el unifol'me! . , , y cuando, el beso purísimo reciendo con impetu en el renacimiento glorioso de I'esonó, el alma de Julia no estaba ya en su pobre, su fecundidad . , ¡Cuántos arbustos asomando so ­ cito cuel'po hecho pedazos, negro y frio!. , . ¡No! bl'e las toscas cercas de piedra festonadas pOI' las ¡Aquello no habia sido amor!. , , enredaderas, y en el ambiente cuánto aroma de ro, Tal vez por tan funest!'-s memorias, acaso tam' sas y de duraznos en flor que se adivinaban envuel­ bién por la ausencia de la madre adorada y por el tos en constelaciones de pálidos tonos de carmln! efecto del mismo ínvierno crudo y monótono que A veces, veíanse á lo lejos, al ras de la esmel'alda congelaba los ánimos y las cosas, Miguel tuvo que alfombra, ricos melones y enormes sandías!, , . ¡Qué vegetar hasta la primavera!. , , De aquel fin del in­ dia tan hermoso y radiante ostentando un cielo diá, vierno sólo llegó a sentir la furia de algunas orglas fano, bañando en luz las florestas de los magnlficos entre camaradas, orgias nocturnas y tumultuosas alt'ededoresde Chihuahua! ¡Cuánta frescura y cuán, de las que habia nacido una amistad intima entre ta dicha! Mercado y el poetastro Castorena, oficial también, Así lo sentia, asi lo comprendla el teniente Mi­ Fué éste el que, aunque cinico, brusco, tenible guel cuando, ágil y marcial, al frente de su peque­ y vícfolio-bueno en el fondo,-salvó á Miguel unll ña columna bajaba por las callejas que descienden noche en que cierta mujerzuela le quiso marcar el á la ciudad, espada al hombro, tl'anquilo y con ~l rostro con una cuchillada!'" ¡Con espontáneo y eSl)irltu alegl'e, vibrante con la claridad yel perfu­ noble arranque se interpuso Castorena, recibiendo me que flotaba en torno suyo, admirando las bello, ~n la barba el golpe que le badara en IIDgro y que REVISTA MODER~A. 99 le dejó cicatriz perpetua-gl'osero surco que le par­ 11 tia el labio inferior,-afeando más aún la carota. azafl'anada de aquel diablo de oficial-mezcla de El relevo, al toque de marcha de la guardia sa­ hel'oÍbmo y crápula, simpático y abyecto! liente, cediendo el puesto á la entrante, se efectuó Miguel enternecido le jUl'ó amistad" . y en efec­ después de haber atravesado la hermosa ciudad, to, desde entonces, desde aquella noche abominable quieta aún, apenas estremecida por lejanos truenos que les costó largo y merecido arresto, hubo una de locomotoras y treues, saludada todavla por el intimidad profunda entre ambos, descubriendo el canto de sus cien mil gallos, limpia y dispuesta á observador y triste Mercado muchas claridades y la lucha y al fragor del trabajo y del negocio. bellezas en el alma de su amigo, á quien llegó á ¡Ah! y con qué satisfacción extendió Miguel las considerar como verdadero hermano, piernas, sentándose á vuela espalda en un viejo si­ Después de aquello, y al principiar Abril, con la llón verde, desabrochada la levita, puesto con más floreciente primavera-¡oh! tan espléndida en Chi­ holgura el cinturón de la espada y flojo el de la pis­ . huahua!-vino el amor! tola. El corneta, buen muchacho, le cepilló los bo· ¡Crela amal'l. , , Pero qué extraña, qué misteriosa tines, charlando respetuosamente, quién sabe cuán­ aquella mujer que de súbito le miró con sus verdes tos chismes de tropa, en tanto que por la avenida ojazos, ojos magnlficos que despedian un relámpa­ principiaba la circulación de transeuntes y carrua­ go eterno de vivisima fiebre, bajo la sombra espesa jes que se diriglan hacia la Estación del Fel'l'oca1'1'i1 de unas cí'jas boscosas, negrisimas, que formaban, Central. rectas, una sola faja de seda obscura, , . ¡Qué efec­ Miguel se abandonó al ensueño vago de alegres to más pavoroso, más terrible el de aquellas tinie­ pensamientos en los que flotaban dulces esperan' blas al'l'ojadas sobre el perpetuo brillo de unas pu­ zas, radiantes quimeras y vuelos de ilusiones blan­ cas en horizontes espléndidos, sin darse cuenta de pilas eléctricas y fulgurantes!. que en torno suyo turnaba el siniestro vaivén y el ¡La boca era también terrible!-una boca grande, sempiterno crujido de férreos cerrojos, aldabones, t.)sca, coqueta, pero que ofrecia labios sangrientos, rejas, cadenas y batientes de puertas que se abrian bermejos, cálidos y húmedos al propio tiempo, .. y cerraban con estrépito entre una confusa bara­ un cuello dorado obscuro;.,. morena y magnifica hunda de voces y gritos. garganta sembrada de holluelos; ... ¡y nada más! ... A nada atendió ya. Bien penetrado estaba de sus pero todo ello sobre un cuerpo alto, elegante, firme obligaciones y de su papel cual comandante de la y robusto, , , Pasión etel'Da en los ojos; perpetua ri­ guardia de aquella pequeña cárceJ, para distraerse sa en los labios; movimiento constante en el alto con el estruendo monótono de las primeras horas cuerpo, Vestida siempre de negl'o,., -¡admira­ del dia en .el tl'Íste edificio. Además, habia dado al blemente turbadora!-Tl'elnta y dos años y viuda sargento segundo ól'denes precisas como subjefe de un capitán calavera, .. del puesto, después de haber recibido las llaves El'a asl Lola, el delirio de Miguel, la que al rom­ pl'iDcipales de la prisión y de inspeccional' patio!', pel' la primavel'al estación le ofl'eció alegrias y es­ calabozos, escaleras, celdas y azoteas con ojo sa- peranzas, infundiendo vida y fuerza á su t1'Íste ju­ gaz y práctico. _ ventud! . .. Por eso fué que se abandonó á la voluptuosidad La guardia que iba con las armas sobre el hom­ de la espera de Lola, . bro, marchaba también alegremente, sintiendo, sin ¡Oh! la encantadora viuda!-Ia magna mujer de darse cuenta aquellos pobres diablos, la fruición labios sangrientos, garganta dorada y cuerpo fir­ de volver á encontrar después del invierno, el ca­ me, a.lU1 y vibrante.

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