CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA ECONÓMICAS, A.C. Los indios de la frontera en la relación diplomática de México y Estados Unidos, 1821-1878 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRIA EN HISTORIA INTERNACIONAL PRESENTA VIRIDIANA HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ ABRIL2014 Agradecimientos Cuando decidí incursionar en el mundo de la Historia, ahora sé que lo hice sin tener claros los vericuetos de la profesión. Afortunadamente, una vez adentrada en la labor de historiar, mi embelesamiento por el oficio aumentó. En esto, sin duda, tuvieron mucho que ver aquellos verdaderos profesionales de la Historia que con su ejemplo e instrucción han dado luz a mi camino durante estos dos años. Comienzo agradeciendo al Dr. Luis Medina, mi asesor de tesis, quien se dio a la tarea de leer todos los borradores de este trabajo y realizar los comentarios y correcciones pertinentes. Labor similar realizaron la Dra. Catherine Vézina y Luis García, quienes amablemente aceptaron ser lectores de esta tesis y aportar su vasto conocimiento durante la elaboración de la misma y, por si esto fuera poco, me permitieron fomentar un lazo de amistad por el que me considero afortunada. Lo aprendido en cada seminario que tomé al cursar la Maestría tuvo un fuerte impacto en la integración de esta tesis, ya sea de manera metodológica o temática. Por ello, siempre estaré en deuda con quienes impartieron dichos cursos: Clara García, Berenice Bravo, Antonio Saborit, Michael Sauter, Camila Pastor, Jean Meyer, Eugenio Anguiano, Pablo Mijangos y Luis Barrón. Especial agradecimiento me merecen los dos últimos. A Pablo agradezco sus observaciones puntuales y certeras; el explicarme la meticulosidad que requiere interpretar y escribir del pasado y la guía siempre presente en un camino aún desconocido para mí, pero sobre todo, le agradezco el tiempo destinado a escuchar mis inquietudes e ideas. Sin esas conversaciones, muy diferentes hubieran sido los últimos dos años. Imposible es no agradecer a Luis Barrón. Su labor como docente y como Director de la División de Historia, facilitó enormemente llevar a buen puerto este trabajo, pero fue su cercanía como Profesor lo que impidió que enloqueciera en el trayecto. A mis compañeros de clase, por supuesto agradezco sus comentarios, recomendaciones y libros prestados durante la redacción de la tesis; también agradezco la complicidad, las risas y las quejas. Aprendí muchísimo de todos, de sus trabajos de investigación y de su persona. Pedro, muchas gracias por la proximidad. Por su apoyo material y financiero para esta investigación, estoy muy agradecida con el Archivo Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores y con el CIDE. El primero me dio la oportunidad de consultar los materiales que dieron contenido a la presente tesis; así como el ambiente propicio y las instalaciones adecuadas para investigar, con gente siempre dispuesta a facilitar dicha labor. 1 Al CIDE, mi alma máter, estaré agradecida perpetuamente por enseñarme la importancia de cuestionar; preguntar siempre me llevará a seguir investigando. Agradecer a mi mamá, mi gran maestra, el apoyo otorgado en los últimos dos años sería insuficiente. A mi mamá agradezco las enseñanzas y apoyo de una vida entera, la fe ciega depositada en mí y la confianza que me hace confiar a mí también. A mi papá agradezco llevarme al centro de la ciudad de México de pequeña y enseñarme a ver hoy lo que está ahí desde ayer y reflexionar. A mis hermanos les doy gracias por enseñarme el camino, por poner metas altas y demostrarme con el ejemplo que todo, absolutamente todo, se puede alcanzar con dedicación, empeño y trabajo. Carlos y Sonia, gracias por enseñarme a reír de todo, por preguntar, por escuchar, por aprender, por tantos juegos y por tanto amor. Finalmente, más que agradecer por tu apoyo para terminar esta tesis, la comparto contigo Ulises, porque de tantas conversaciones, cuestionamientos, discusiones, pláticas y hasta frustraciones, este trabajo ya es tan tuyo como mío. Gracias no sólo por hacerme confiar en lo que puedo hacer, sino por hacerlo conmigo y por caminar a mi lado para acompañarme, no para sostenerme. Para convencerte, he debido convencerme a mí misma y para explicarte he debido entender primero. Gracias por ayudarme a conseguir los libros que no encontraba en ningún lado y por enseñarme la ruta más rápida al archivo; por entender cuando tenía que encerrarme y escribir y escribir y escribir y por distraerme cuando ya no podía escribir más. Gracias por obligarme a siempre tener que saber a mayor profundidad, gracias por las largas, larguísimas conversaciones y cuestionamientos relacionados con Texas, la frontera, los comanches, Díaz, los apaches y el Tratado Guadalupe Hidalgo. Gracias por siempre retarme e impulsarme a crecer. 2 Índice Introducción 5 Capítulo 1. Relación diplomática. México y Estados Unidos, 1821 – 1876 19 1.1. Primeras negociaciones diplomáticas, la Independencia de México 19 1.2. Tensión diplomática, la Independencia de Texas 29 1.3. Anexión texana a la Unión Americana 33 1.4. El enfrentamiento armado, la Guerra del 47 35 1.5. Saldo de la guerra, el Tratado Guadalupe Hidalgo 40 1.6. Renegociación diplomática, el Tratado de La Mesilla 42 1.7. Guerra civil, la década de 1860 en ambos países 48 1.8. Un nuevo orden, la República Restaurada y la Reestructuración estadounidense 58 Capítulo 2. Relaciones en la frontera. Indios, mexicanos y estadounidenses, 1821 -1876 63 2.1. El territorio 64 2.2. Los grupos indios 66 2.3. El declive de las misiones y presidios, México independiente 70 2.4. La nueva República, Texas y los indios 85 2.5. La guerra por una nueva línea divisoria 93 2.6. El legado de Gadsen, la responsabilidad compartida 101 2.7. La difícil década de 1860 107 Capítulo 3. La frontera en la agenda diplomática. Las incursiones indias en el restablecimiento de la relación bilateral de México y Estados Unidos, 1876 – 1878 117 3.1. Díaz y la falta de reconocimiento 119 3.2. Cumplimiento de obligaciones internacionales, el pago del primer abono 123 3.3. La elección de Rutherford B. Hayes y los intereses del Sur 125 3.4. La orden Ord 130 3.5. Las negociaciones diplomáticas 131 3.6. Las negociaciones al margen de la diplomacia 133 3.7. Las pesquisas del Congreso estadounidense 140 3.8. El reconocimiento diplomático ¿de los Estados Unidos a México? 147 Conclusiones 150 Anexos 157 Anexo 1. Doctrina Monroe 157 Anexo 2. Informe presidencial de James K. Polk 159 Anexo 3. Tratado Guadalupe Hidalgo 164 3 Anexo 4. Tratado de La Mesilla 174 Mapas 178 Mapa 1. Mapa de México y Estados Unidos, 1822 – 1836 178 Mapa 2. Mapa de México y Estados Unidos en 1848 179 Mapa 3. Mapa de México y Estados Unidos en 1853 180 Mapa 4. Mapa de las principales líneas ferroviarias de los Estados Unidos en el Sur 181 Imágenes 182 Imagen 1. Niño cautivo mexicano. 182 Imagen 2. Jefe comanche 183 Imagen 3. Jerónimo, Jefe apache 184 Imagen 4. Juan Cortina 185 Fuentes consultadas 186 4 Introducción Por medio de una misiva escrita, el Secretario de Relaciones de México indicó al Ministro de Estados Unidos en el país que el problema ya era tan alarmante que era necesario que su gobierno contuviera a “los traficantes de sangre que ponen instrumentos de muerte [armas de fuego], en las manos de esos bárbaros”1 en la frontera. La solicitud formulada en estos términos parece un tanto ornamentada, incluso poética. El lenguaje no es del tono diplomático al que estamos acostumbrados; sin embargo, aun así es posible pensar que se trata de una solicitud realizada recientemente por el funcionario de México. Los servidores públicos y diplomáticos tanto de México como de Estados Unidos han hablado de la importancia de colaborar como vecinos, reforzar esfuerzos para combatir los actos de criminalidad en la frontera y evitar a toda costa la impunidad. Los reclamos mutuos también se han hecho presentes y han sido expuestos en función de la posición de cada país respecto de la línea divisoria: las organizaciones delictivas han sobrepasado al Estado mexicano o es necesario que cese el abastecimiento de armas provenientes del norte para bandas delictivas que tanto nos afectan en el país. Pero la petición del Secretario de Relaciones de México para que el gobierno estadounidense contuviera el tráfico de armas que llegan a manos de “esos bárbaros” no es reciente. La solicitud fue formulada por Sebastián Camacho Castilla a Joel R. Poinsett, Secretario de Estado de México y Ministro de Estados Unidos en este país en 1826, respectivamente. Se trata de una petición que si bien pudo haber sido publicada este mes en el diario de mayor circulación en el país sin que extrañara a nadie, lo fue pero en el de hace 1 De Sebastián Camacho, secretario de Estado, a Joel R. Pinsett, 15 de junio de 1826, Relaciones Exteriores, AGN. Citado en: David J. Weber, La frontera norte de México, 1821-1846 (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1988), p. 144. 5 186 años. Claro que tiene sus matices. Los “bárbaros” de Camacho se tratan de apaches, comanches y grupos étnicos menores que habitaban los estados fronterizos del actual sur de Estados Unidos y quienes robaban caballos y mulas de México y los intercambiaban con traficantes y pobladores norteamericanos por rifles, municiones, whiskey y otras mercancías. Son dos cosas las evidentes entonces: muchos de los problemas de vecindad de México y Estados Unidos no son recientes y, en muchas ocasiones, las dificultades en la frontera trascienden a la esfera internacional. La frontera desde hace más de cien años no ha sido necesariamente una línea divisoria y excluyente. Estados Unidos y México colindan en estados que abarcan un poco más de 2, 414 kilómetros2; sería ingenuo pensar que la línea trazada en la tierra puede eliminar todo tipo de influencia entre estos territorios.
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