«Del amor y la amistad en la primera parte del Quijote: los sonetos de Cardenìo y Lotario» Cailos Mata Indurata Univ. de Navarra El amor y la amistad son, sin duda alguna, dos temas capitales presentes de manera continuada en el Quijote y, en general, en el conjunto de la obra cervantina. En esta ocasión quiero abordar su presencia en la primera parte del Quijote (1605), no de forma panorámica y en toda su extensión (lo que constituiría un tema de investigación demasiado amplio para un trabajo de estas características), sino específicamente a través del análisis de cuatro sonetos: los dos de Cardenio que se leen en I, 23 y I, 27 («O le falta al Amor conocimiento"-» y «Santa amistad, que con ligeras alas--») y los dos de Lotario insertos en I, 34 («En el silencio de la noche, cuando--» y «Yo sé que muero, y si no soy creído-••»). Si dejamos de lado los sonetos burlescos de los preliminares y los rx)stliminares, estos cuatro sonetos, junto con los dos dedicados a la pérdida de la Goleta intercalados en la historia del cautivo, forman un importante núcleo lírico dentro de la primera parte del Quijote. Y, como bien ha analizado la crítica a propósito de distintas obras {La Galatea, las Novelas ejemplares, el Persiles o el propio Quijote), estas incrustaciones líricas que se dan en la narrativa cervantina no suelen ser gratuitas, sino que responden a distintas funciones y ofrecen, por tanto, un interés grande. El análisis de estos cuatro textos líricos lo abordaré desde distintas perspectivas: 1) en primer lugar, el comentario de cada uno de estos poemas en sí mismos, leyéndolos como si fueran textos independientes (contenido, estructura, motivos líricos, recursos retóricos, etc.); 2) después, la imbricación de estas dos parejas de sonetos con los respectivos episodios en que se insertan (la historia de Cardenio, Luscinda, Dorotea y don Fernando, por un lado, y por otro el relato del Curioso impertinente); 3) además, la posible relación de estos cuatro sonetos entre sí; 4) por último, y de forma más general, la función de estos textos en relación con los temas del amor y la amistad en el conjunto de la primera parte del Quijote. ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Carlos MATA INDURÁIN. «Del amor y la amistad... 1. Comentario de los cuatro sonetos Comencemos, por tanto, examinando por separado cada uno de los cuatro sonetos: 1.1. «O le falta al Amor conocimiento-» El primer texto que quiero analizar, «O le falta al Amor conocimiento-••», es uno de los dos sonetos de la pieza dramática La casa de los celos y selvas de Ardenia retocados en la primera parte del Quijote (éste, en el capítulo 23, y el otro en el 341). Don Quijote lo encuentra al inspeccionar el librillo de memoria de Cardenio2 y lo lee en voz alta para que lo oiga también Sancho Panza: O le falta al Amor conocimiento o le sobra crueldad, o no es mi pena igual a la ocasión que me condena al género más duro de tormento. Pero, si Amor es dios, es argumento 5 que nada ignora, y es razón muy buena que un dios no sea cruel. Pues ¿quién ordena el terrible dolor que adoro y siento? Si digo que sois vos, Fili, no acierto, que tanto mal en tanto bien no cabe 10 ni me viene del cielo esta ruina. Presto habré de morir, que es lo más cierto: que al mal de quien la causa no se sabe milagro es acertar la medicina (p. 252). El escudero confunde burlescamente Fili, nombre poético de raigambre tradicional, con la palabra hilo: «Por esa trova —dijo Sancho— no se puede saber nada, si ya no es por ese hilo que está ahí se saque el ovillo de todo»; pero su amo le aclara: «No dije sino Fili —respondió don Quijote—, y este sin duda es el nombre de la dama de quien se queja el autor deste soneto; y a fe que debe de ser razonable poeta, o yo sé poco del arte» (p. 2533). Amorós lo califica de «soneto conceptuoso, logrado»4. El dios Amor es cruel —viene a decirnos el poema—; el amante siente un profundo dolor (correspondiente al «género más duro de tormento», v. 4), pero a pesar de todo estima grandemente ese dolor («el terrible dolor que adoro y siento», v. 8); la voz lírica, además de quejarse aquí de la ingratitud de su amada Fili (primer terceto), anuncia su próxima muerte de amor en el verso 12: «Presto habré de morir, que es lo más cierto». El yo lírico duda de si ese dolor procede de la crueldad de un dios, el dios Amor, o bien de la maldad de su amada. Ambas cosas parecen imposibles, pues un dios es por definición bueno, no cruel, mientras que en su amada, ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Carlos MATA INDURÁIN. «Del amor y la amistad... identificada idealmente con el bien, tampoco puede tener cabida el mal. Así pues, al ignorar la causa de donde se origina la enfermedad, «lo más cierto», lo único cierto es el trágico final anunciado, la muerte del enamorado enfermo de amor, pues no sabe qué medicina podría aplicar para su remedio. Se trata, como podemos ver, de un soneto que desarrolla un tema bastante tópico dentro de la tradición amorosa: el amor como enfermedad mortal (en otros poemas similares se indica, no aquí, que el único remedio lo podría aplicar la misma persona que causa el daño, esto es, la amada). Cabe destacar la construcción argumental del soneto: «O le falta-•• o le sobra-•• o no es mi pena--- Pero, si--- Pues--- Si digo---». Desde el punto de vista retórico destaca la paradoja del verso 8, «el terrible dolor que adoro y siento» y la antítesis del verso 10, «que tanto mal en tanto bien no cabe»5. El verso con más fuerza, en mi opinión, es el duodécimo, en el que la voz lírica constata el trágico destino que le espera (la muerte de amor). En cualquier caso, no es un soneto especialmente intenso ni con gran brillo lírico. 1.2. «Santa amistad, que con ligeras alas-» En I, 27 el cura y el barbero, que se han despedido de Sancho, pasan la hora de la siesta descansando a la sombra. Entonces oyen una voz que canta6, primero los famosos ovillejos que comienzan «¿Quién menoscaba mis bienes?», en los que la voz lírica proclama que matan su esperanza «desdenes, celos y ausencia», afirma que se conjuran en su contra «amor, fortuna y el cielo» y llega a la conclusión de que los remedios para su pasión amorosa son «muerte, mudanza y locura». El anónimo cantor deja admirados a sus dos oyentes, como subraya el narrador: La hora, el tiempo, la soledad, la voz y la destreza del que cantaba causó admiración y contento en los dos oyentes, los cuales se estuvieron quedos, esperando si otra alguna cosa oían; pero viendo que duraba algún tanto el silencio, determinaron de salir a buscar el músico que con tan buena voz cantaba. Y queriéndolo poner en efeto, hizo la mesma voz que no se moviesen, la cual llegó de nuevo a sus oídos, cantando este soneto (p. 3037). El texto en cuestión es este: Santa amistad, que con ligeras alas, tu apariencia quedándose en el suelo, entre benditas almas en el cielo subiste alegre a las impíreas salas: desde allá, cuando quieres, nos señalas 5 la justa paz cubierta con un velo, por quien a veces se trasluce el celo de buenas obras que a la fin son malas. ACTAS IX - ASOCIACIÓN CERVANTISTAS. Carlos MATA INDURÁIN. «Del amor y la amistad... Deja el cielo, ¡oh amistad!, o no permitas que el engaño se vista tu librea, 10 con que destruye a la intención sincera; que si tus apariencias no le quitas, presto ha de verse el mundo en la pelea de la discorde confusión primera (p. 303). Y la apostilla del narrador, la siguiente: «El canto se acabó con un profundo suspiro, y los dos con atención volvieron a esperar si más se cantaba; pero, viendo que la música se había vuelto en sollozos y en lastimeros ayes, acordaron de saber quién era el triste tan estremado en la voz como doloroso en los gemidos» (p. 304). En ese momento el cura y el barbero descubren a Cardenio, «quedo, con la cabeza inclinada sobre el pecho, a guisa de hombre pensativo», «en su entero juicio, libre de aquel furioso accidente que tan a menudo le sacaba de sí mismo». Este segundo soneto de Cardenio canta el motivo clásico de la amistad que abandona la tierra para volar al cielo8. Se trata, en realidad, de un apostrofe del yo lírico a la «santa amistad» (además de por los vocativos de los w. 1 y 9, la apelación directa a la segunda persona va marcada por imperativos y otras formas verbales como subiste, quieres, señalas, deja, no permitas, quitas). El primer cuarteto, que a Clemencín le pareció «obscurísimo e ininteligible de todo punto»9, es el que especifica que la amistad se ha marchado al cielo, mientras que el segundo añade el dato de que desde allí muestra a veces a los hombres la «justa paz» cubierta con un velo. Esto trae aparejado el imperio de la confusión: las «buenas obras que a la fin son malas» (v. 8). A continuación (primer terceto) el yo lírico pide a la amistad —la amistad verdadera, se entiende— que deje el cielo, es decir, que regrese a la tierra; o, en todo caso, que no permita que el engaño se vista su librea, esto es, que haga lo necesario para que el engaño no ande disfrazado de verdadera amistad y se confunda con ella: si la amistad no lo despoja de esa falsa apariencia, su poder destructor —concluye el texto— llevaría al mundo a una situación semejante a la de «la discorde confusión primera» (v.
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