ETNOLOGIA DE LOS HUARPES. UNA SINTESIS PORSALVADOR CANALS FRAU En los últimos años ha aumentado considerablemente nuestro conocimiento etnológico del principal pueblo indígena del Oeste argentino que fueran los Hmr;lies. Nosotros mismos hemos cooperado en no poca medida en ese acrecentamiento de nuestro saber. De resultas de esto, podaemos ya considerar como superada la época en que, por carecerse de datos debida, mente averiguados, los aficionados tenían el campó libre, y podían impunemente dedicarse a divagar sobre lo que habían o no habían sid.0 nuestros indios. Mas, por desgracia, no todos los datos que son base del conocimiento nuetvo están al ailc~ance de todo el que busque autentica información. Gran parte de ellos se encuentran dis- persos y diluídos en numerosos trabajos individuales y mono- gráficos, publioad~sen disti~nrtas revi&.as especializadas del país. Otros, de menor cuantía y fruto de investigaciones nues- tras, se hallaban encarpetados a la espera de una oportunidad de ser dados a conocer. En razón de la misma poca importancia de estos datos aislados, la oportunidad de su publicación sólo podía presentarse cuando nos decidiéramos a realizar un tra- bajo de coniunto sobre la Etnología de los Hmrpes. Y es esto precisamente lo que ahora intentamos hacer. Los malos hábitos difícilmente se pierden, y el pretenso saber suele tener larga vida. Sobre k base de esta ref1e~ió.n~hasta nos parece urgente la necesidad de este trabajo, que debe con. siderarse como un primer esbozo destiinado a poner ciertas co- sas en claro. Por otra parte, ,los Huarpes fueron un pueblo simpático, poco belicoso, y dignos sin duda de una suerte me- jor que la que les deparara el destino. Por esta razón creemos que la empresa de tratar de establmr dara y definitivamente cómo eran ellos, cuál su aspecto físico, su cultura, su lengua y su historia, ha de ser la mejor justicia que póstumamente -d !-;~LB 13WdWc+ hacer . Y la consideración de que en más de un --J.-- -- ~I~U~WLUsaber aún ofrece lagunas, o de que no todas =h.l'r-~og&&wes a que lleguemos pueden estar libres de toda Etnologta de los Huarpea 11 rectificación ulterior, no ha de ser óbice para que realicemos, con los numerosos datos ya disponibles, una síntesis que, aun- que breve, refleje el estado actual de nuestro conocimiento de la Etnología de los Huarpes. PRIMERA PARTE LAS FUENTES De manera general se puede decir que para el estudio de las poblaciones primitivas que en épocas pretéritas habita ron un territorio dado, se suele disponer de dos categorías dis- tintas de datos: las fuemtes histórz'cas, que son documentos escritos e indirectos, y los restos arqueológicos y antropológi- cos, que son documentos materiales y directos. Aplicando este concepto de Etnología General d tema que nos hemos propuesto, lo primero que cabria preguntarse es si para estudiar a los indios de Cuyo conocidos por Huarpes, disponemos también de ambas clases de fuentes de informa- ción. La respuesta ha de ser, sin duda, afirmativa. Sólo que en razón de ciertas circunstancias que más adelante veremos, los documentos directos no aparecen aquí con la misma pro- fusión, ni siempre con el mismo valor probatorio, que en otras regiones del país, verbigracia, en el Noroeste Argentino. Lo cual nos obliga a prestar mayor atención a las fuentes histó- ricas, ya de por sí valiosísimas en Etnología Americana. Sin embargo, no hemos de llamar a contribución a to- d.as las fuentes históricas conocidas por igual. Pues, como se sabe, no todas ellas son igualmente fehacientes. Las más valio- sas son las más antiguas, lae de los primeros tiempos de la Colonia, aquelllas que aún pertenecen a una época que apenas si conoció las profundas modificaciones que la prolongada pre- sencia del conquistador produjo en las sociedades indígenas. Y claro está que es a éstas a las que deberemos atenernos. Pero tampoco aquí procederemos de manera indiscriminada, sino que nos limitaremos a utilizar las que son el resulttdo de un conocimiento más 'directo de la región y de sus habi- tantes. Con lo cual queda dicho que las fuentes histbricas que nos interesan son las que tienen su origen en la segunda mitad del siglo XVI y primera del XVII, y que proceden de hechos directamente relacionados con la región de Cuyo. Comencemos, pues, sometiendo a las principales fuentes históricas que vamos a utilizar a un pequeño análisis previo. Y d~adoque los documentos escritos están en intima relación con el proceso de conquista y colonización del territorio de Cuyo, fuerza será que veamos también los principales acontecimien- tos de ese orden que dieron origen a aquéillos. El primer español que viera lo que ahora llhmamos Cuyo, y del que tengamos noticia cierta, es el conquistador Francisco de Villagra, compañero de, Pedro de Valdivia. Encontrábase Valdivia en un momento difícil 'de su gran empresa de conquis- tar y ocupar a Chile, cuando resolvió mandar al Perú a su fiel colaborador Villagra, para que le trajera refuerzos. Era por julio de 1549 criando el comisionado salió de Santiago de Chile, llegando a destino en el siguiente mes de agosto. Una vez en el Perú, Villagra se dedicó a la tarea de reunir algunas fuer- zas, y tan pronto como las hubo conseguido, por julio de 1550, emprendió el viaje de regreso a Chile con los elementos que había reunido. A la ida, Villagra había viajado por mar; pero para la vuelta prefirió la vía terrestre. Es así que atravesó Bolivia y se internó por las regiones cisandinas, o sea por lo que posteriormente se conociera por Gobernación del Tucumán. Precisamente por esos días, Juam Núñez de Prado, co- misionado por el gobernador del Perú licenciado La Gasca, había dado comienzo a la conquista del Tucumán, y fundado su primera ciudad del Barco. Estaba ésta situada en la misma zona en que posteriormente esturvo la primitiva San Miguel, esto es, no lejos de IUactual Monteros, en la provincia de Tucumán (l). Ahí llegó Villagra con sus hombres, a media- (1) Varias fueron las fundaciones españolas que, sucesivamente, se asentaron en este mismlo paraje. A la mencionada primera ciudad del Etnologh ale los Huarpes 13 dos de noviembre de 1550; y después de algunas incidencias tenidas con Núñez de Prado, éste tuvo que someterse a Pedro de Valdivia y reconocer por ende la jurisdicción de Chile. El litigio que esto produjo entre los españoles del Tumrnán y los de Chile, sólo quedo zanjado en 1563, al constituirse por Cé- dula Real la Gobernación del Tucumán, independiente de la de Chile (2). Todavía ignoramos el derrotero exacto que siguió Fran- cisco de Villagra en su viaje terrestre rumbo al sur, en el que hlabíía de descubrir la región de Cuyo. Se ha calculado que aban'donó El Barco a mediados de abril (3), y sabemos que he- go estuvo "en los Comechingones", esto es, en la zona serrana de Córdoba, muy probablemente en la Sierra Grande. Desde ahí aderezó hacia el oeste, en demanda de Yungulo, la región aún no identificada que César y sus compañeros visitaron en 1528 (*). Luego buscaría el camino del Inca que corría a lo largo de la Cordillera, y que le conduciría a Chile. Consta do- cumentalmente que en este trayecto pasó el río Bermejo, y que Barco, que en 1551 fuera trasladada al Valle de Calchaquí, sucedió la de Cañete, fundada en 1560 y destruída dos años después. Luego, en 1565, se fundó en la misma zona la tercera ciudad, bajo el nombre de San Mi- guel de Tucumán; la que subsistió en aquel emplazamiento hasta el año de 1685, en que fué trasladada 12 leguas más al norte, a su emplazamien- to actual. (2) Sobre estos asuntos puede consultarse, con provecho, la obra en tres tomos de L.EVILLIERR., Nueva crónica de la conquista del T'ZLCU- mún, especialmente el tomo primero. (3) GARGAROA., LOS primeros descubridores de Cuyo, en Boletin del Instit~~tode Investigaciones Históricas, tomo XXI, pág. 75; Buenos Aiws 1937. (4) En un trabajo anterior hemos tratado el tema de la exye- . dición de Francisco César y sus compañeros. El mismo se ha de publicar, junto con otros, en volumen aparte. Que desde "los Gomechingones" Villagra se dirigió en busca de Yungulo, por cuyo nombre debemos entender alguna zoha de La Rioja o del norte de San Juan, lo declara un testigo que tomara parte en la expedición (Colecci6n de documentos inéditos para la Historia de Chile, tomo XXI, pág. 209; Santiago de Chile 1900), y también el mismo Villa- gra (Colección de doczcmentos, citada, tomo X, pág. 479; Santiago de Chile 1896). finalmente estuvo en el "río de Cuyow (5). Este último ha de ser, indudablemente, el actual Mendoza (6). Sobre la base de los anteriores jalones, podemos, pues, reconstruir el oamino hmho por Villagra de la siguiente ma- nera. Desde El Barco hubo de dirigirse al sur, bordeando la Sierra de Ancasti; atravesar luego las Salinas Grandes, y 11s gar, así, a las Sierras de Córdoba. Desde ahí, enderezando al oeste, atravesaría la extremidad meridional de La Rioja, en- traría en San Juan, pasaría el río Bermejo inferior, contor- nearía por el norte las lagunas de Guan~acache,y, siguiendo a lo largo del actual río Mendoza, acamparía finalmente al pie de la Precordillera, en algtín ,lugar de la zona de b capital de Cuyo (9. Ahí hubo de demorarse, pues se encontró con que debido a lo awanzado del año no podía pasar la Cordillera. Es por esto que con fecha 18 de mayo de 1551, escribe uaa (5) Consta todo esto de las declaraciones producidas en el pro- ceso de Villagra, cuyas actuaciones diera a conocer don José Toribio Me- dina en su ya citada Colección de documentos inéditos para la Historia ..fe Chile.
Details
-
File Typepdf
-
Upload Time-
-
Content LanguagesEnglish
-
Upload UserAnonymous/Not logged-in
-
File Pages141 Page
-
File Size-