Pharus Academiæ Directorio / Contenido Rector Ensayo Lic. Gloria Laura Septién Crespo 08 El Obispo de Roma. El conflicto de la primacía Vicerector académico Issac Rafael Cervantes Garrido mtro. Basilio Armando Kot Ascorve 22 Reflexiones sobre el análisis del comportamiento social Comité editorial y su contribución al ensanchamiento de la razón Francisco Gámez Valdéz Angela Karina Ávila Hernández José Luis Villaseñor Dávalos José Alberto Bazaldúa Zamarripa 44 La importancia de una identidad tipográfica en las señales viales Diseño de Portada Elid Hernández Avilés Emir Ricardo Martinez Montenegro Juan Manuel Velázquez Altamirano Formación 58 La historia de una tragedia: «Las Pandemias» Elid Hernández Avilés Jessica Lizeth Hernández Benítez 66 Covid-19 y embarazo Carlos Javier Deschamps Castañeda 76 La relación Médico - Paciente y el consentimiento informado Patricia Blanco Padilla Investigaciones 86 Diseño e implementación de un Reactor tipo Batch en el Laboratorio de Ingeniería Química Beatriz Alicia Toledo Martínez, m en c Norman Jadihel Barcénas Gómez Julio César Cisneros Chimely Pharus Academiæ, Revista de divulgación e in- vestigación del Instituto de Estudios Superiores de Tamaulipas. Número 16, año xii. Este número se terminó de editar en junio de 2020, el tiraje total de esta edición es de 300 copias. Reserva de derechos: 04-2008-062316205000-102 16 JUNIO 2020 Contenido 98 Experimento sobre el uso de la Gamificación como herramienta de mercadotecnia social para aumentar la participación de las personas en una causa socialSandra Antonio de Jesús Pozos Garza Reseñas de Libros 116 Classroom Community Builders: Activities for the First Day & Beyond — Walton Burns — Jorge Torres Pharus Academiæ Ensayo Pharus academiæ El Obispo de Roma El conflicto de la primacía introducción Isaac Rafael Cervantes Garrido La Iglesia católica es por esencia misionera, ya que por su labor evange- Licenciado en Filosofía (IEST) lizadora y mediante la asistencia del Espíritu Santo, logra sembrar la semilla Estudiante de la Licenciatura en Ciencias Teológicas que producirá como verdadero fruto al Reino de Dios en todo el mundo. La Profesor en materias de la iglesia edifica a la humanidad que se le ha entregado, para que ésta humani- Licenciatura en Filosofía dad sea dentro de la gran construcción del Reino de Dios, piedras vivas, pie- dras preciosas, que brillen por sus virtudes cristianas. 8 Pero no sólo edifica a la humanidad, sino que ella misma es un edificio, con fundamento terrenal y a la vez celestial. Con un principio temporal, pero con un final eterno. Con un constructor que no sólo es hombre, sino que es Dios–Hombre, que está cargando con esta gran construcción no hecha por manos humanas, sino por el mismo poder creador de Dios. Debido a la naturaleza de esta edificación terrenal–celestial; requiere, por una voluntad santa y sabia, que sea conducida o construida también en coo- peración de la mano del hombre. Manos que simbolizan la precariedad, la suciedad, la corrupción del hombre, pero que han sido lavadas, purificadas, vueltas incorruptibles para que su cooperación en la construcción del Reino de los Cielos alcance a dar aquellos buenos y verdaderos frutos que el Dueño de dicho edificio espera y pide a sus trabajadores. Dentro de esos trabajadores se encuentra a aquel que ha sido puesto por la divina voluntad como jefe de la construcción. Este jefe dirige desde el na- cimiento de la Iglesia, toda la obra de la salvación. No es que, este jefe salve, no es que este jefe redima, tan sólo es el siervo de los siervos de Dios, que en virtud de su llamado, gobierna toda la Iglesia de Cristo. Administra los bienes temporales y eternos que brindan a la humanidad medios de salvación. El vicario de Cristo, el Sumo Pontífice, el Romano Pontífice, el Papa, el Santo Padre, son títulos que aquel jefe se le han puesto a través de la historia humana y eclesiástica. Es un hombre como otro, pero que ha sido colocado en ese santo servicio para que, la Iglesia de Dios sea visible, y así luche por estar unida a su Redentor y a la vez a su gobernante. Debe ser así, porque el Reino de los Cielos comienza en un aquí y en un ahora, es concreto, no abstracto. Pero, como toda construcción, tiene reglas, principios y leyes, de igual forma este edificio se construye con reglas, con principios, con leyes, con mandatos, y alguien debe velar para que todo lo necesario para la salvación de la humani- dad se guarde, se enseñe, se defienda, pues el poder de las tinieblas, principal enemigo de la Verdad, no confunda a la humanidad perdiendo su salvación. junio 2020, número 16 El Obispo de Roma, es quien tiene toda autoridad, toda potestad, dada por el mismo Cristo para dirigir a los hombres al encuentro celestial y divino. Desde el principio del cristianismo, este hombre puesto en esa sede, enca- mina a la Iglesia por el puente que es Cristo y así la Iglesia llegue hasta el trono de la santísima Trinidad. Esta autoridad del Obispo de Roma ha estado en peligro, en conflicto, ha sido tentada, ha sido amenazada, la fuerza del pecado ha querido eliminar a esta piedra, a este Simón–Kefas que, desde que fue martirizado, se ha perpe- tuado en todo aquel que se ha sentado–elegido en la cátedra de Roma. La misma Iglesia buscó separase de su cabeza, de su legítimo gobernador y jefe, pero sobre todo de su Pastor, no comprendió el llamado, la vocación de aquel que se sienta en Roma; que desde ahí, los hijos de Dios debemos buscar la unidad tan solicitada por su dueño; desde ahí debemos oír la voz del Pas- tor que nos llama a ser fieles a Cristo, y desde ahí debemos creer que es Dios mismo quien salva a la humanidad por medio de la guía moral, doctrinal y espiritual del Papa —en unión con el colegio episcopal—; pues él, el Obispo de Roma administra la salvación desde aquel día donde el Señor le entrego a Simón Pedro las llaves del Reino de los Cielos. I • La vocación de San Pedro Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y que sobre esta piedra edifi- caré mi Iglesia… a ti te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo (Mt. 16,18-19). Dos términos fundamentales encontramos en estos versículos, uno es Iglesia y el otro el Reino de los Cielos. La figura de San Pedro toma su fuerza 9 significativa entorno a estos dos. San Pedro, un hombre llamado Simón, de oficio pescador, de origen galileo, es llamado por Cristo, el Verbo, a ser mayor- domo–administrador de la obra salvífica de la Trinidad. No es por Pedro que se da la redención, eso lo entendemos todos, pero a partir de este nuevo lla- mado —pues el primero consistió en ser discípulo y pescador de hombres— él será para muchos después de la ascensión de Cristo, el jefe, el líder, el que gobierne y por tanto dirija a la Iglesia para la edificación del Reino de los Cielos. Esta vocación de gobierno, de ser jefe y de hacer el papel concreto de ad- ministrador de los bienes temporales y eternos del Reino de los Cielos, se con- firmó cuando el Señor ya resucitado, se encontró con sus discípulos pescando en las orillas del lago Tiberíades, ahí mismo, el Señor llamó aparte a Simón Pedro y le dijo: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? Respondió él: Sí, Se- ñor, tú lo sabes que te quiero. Jesús le dijo: apaciente mis corde- ros. Volvió a preguntarle por segunda vez: Simón hijo de Juan, ¿me amas? Respondió él: Sí, Señor, tú lo sabes que te quiero. Jesús le dijo: apaciente mis ovejas. Insistió por tercera vez Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez ¿me quieres? Y le dijo: Señor tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Le dijo Jesús: apaciente mis ovejas (Jn. 21, 15-17). Con este texto se aprecia claramente que el Verbo forjaba en él, el lla- mado a ser jefe de los apóstoles, Simón Pedro a partir de eso momento, con- firmó a sus hermanos, es decir, los alimentó con el espíritu de oración, con enseñanzas, con esperanza; Simón Pedro fue llamado a ser otra Roca, como lo es Cristo verdadera Roca angular, donde el cimiento de la fe y de la vida eterna se encontraron Pedro–Roca firme, donde los dones del Espíritu Santo Pharus academiæ fueron puestos para que el jefe de los apóstoles los administrará con amor y con sabiduría. Simón Pedro, recibió la vocación de ser lo que después se conoció y concre- tizó como Papa, el jefe de la Iglesia de Cristo. Padre de los hijos de Dios, Pastor supremo de las ovejas del Señor, Maestro de las divinas enseñanzas. Todas estas gracias fueron otorgadas no por sus méritos, pues Simón Pedro falló en su momento de máxima prueba, pero supo pedir perdón reconociendo su debilidad, es por eso que no se gana tan importante lugar dentro del gran edificio de la Iglesia, que es el cuerpo místico de Cristo; toda esta gracia de ser mayordomo del Reino de los Cielos fue concedida por la infinita bondad de Dios que es sumo bien y que así le plugo hacerlo. La Iglesia se ha de entender en este primer momento de su configuración como una asamblea de creyentes, que reunidos en torno a una creencia, iban conociendo la Verdad, y liberándose de la esclavitud de una mentalidad prag- mática, de una ley antigua, de ciertas costumbres que lejos de sanar y salvar, paralizaban al espíritu del hombre.
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