![La Obra Narrativa De Felipe Trigo](https://data.docslib.org/img/3a60ab92a6e30910dab9bd827208bcff-1.webp)
Universidad de Alicante La obra narrativa de Felipe Trigo Martín Muelas Herraiz Tesis de Doctorado Facultad: Filosofía y Letras Director: Dr. Antonio Rey Hazas 1986 LA OBRA NARRATIVA DE FELIPE TRIGO (Martín Muelas Herraiz) 0 ÍNDICE 0.- 1ntroducción. Reseña bibliográfica I.- Obras de Felipe Trigo 1.1.- Obra periodística 1.2.- Novelas largas 1.3.- Novelas cortas I.4.- Estudios y ensayos I. 5 . – Comedias II.- Perfil biográfico III.- Felipe Trigo en la crisis de fin de siglo III.1.- El contexto sociopolítico III.2.- Panorama intelectual y grupos de presión III.3.- Felipe Trigo Versus Modernismo y Noventa y ocho lV.- El ideario de Felipe Trigo IV.l.- El punto de partida: De la inquietud filosófica a una teoría de lo social IV.2.- Trascendentalismo cósmico: Ontología y deontología IV.3.- Ideas jurídicas. Etiología moral. IV.4.- Ideas sociales. Socialismo individualista IV.5.- Transformación del amor IV.6.- Transformación social de la mujer. El feminismo teórico de Felipe Trigo Análisis de la obra de Felipe Trigo. V.- Contra la Restauración. Obra periodística V.l.- Periodo marxista. Las plagas sociales V.2.- Etapa reformista. Etiología moral y otros artículos VI.- Teoría y critica de la novela en Felipe Trigo VI.l.- Ideas sobre la novela VI.2.- La novela como ciencia. Felipe Trigo y el naturalismo VI.3.- El trascendentalismo cósmico materia novelable VI.4.- El modelo literario de la novela erótica VII.- La obra narrativa de Felipe Trigo VII.l.- Precisiones metodo1ógicas e históricas 1 VII.2.- Imagen de la vida es la novela y algo más VII.3.- Clasificación de la obra narrativa de Felipe Trigo Trayectoria novelística VII.4.- La composición novelesca en la narrativa de Felipe Trigo VII.4.l.- Los personajes VII.4.2.- El espacio novelesco VII.4.3.- El punto de vista del narrador VIII.- El estilo personal. Felipe Trigo "Corruptor del idioma" IX.- Valoración final de la obra de Felipe Trigo X.- Notas. XI.- Apéndice. Artículos de Felipe Trigo XII.- Bibliografía XII.l.- Reseñas e introducciones. XII.2.- 1nterpretación en monografías y/o estudios de conjunto. XII.3.- Bibliografía de carácter general consultada. 2 0.- INTRODUCCION. RESEÑA BIBLIOGRAFICA El nombre y la obra de Felipe Trigo, cuando no han sido completamente olvidados por la crítica al trazar el panorama de la literatura española contemporánea, se han asociado de forma tautológica con un pretendido subgénero novelesco en cuya valoración, como es fácil suponer, se atiende más a criterios estrictamente temáticos y morales que a los propiamente literarios. El hecho de haberle considerado como el iniciador y principal cultivador en nuestro país de la novela erótica durante los primeros años del siglo XX, entendiendo por tal una forma de hacer novelas con la pornografía fácil por único tema y con fines exclusivamente comerciales, ha supuesto en la práctica el más completo desprecio por una obra que a priori se juzga inmoral y que, dada además su presunta baja calidad artística, convenía evitar su lectura para no herir la sensibilidad de aquellas personas que se preciasen de buen gusto. A pesar de algunos intentos recuperadores llevados a cabo, entre otros, por F.C. Sáinz de Robles (1); Mainer (2); F. García Lara (3); A.T. Watkins (4), lo cierto es que la imagen de Felipe Trigo que hoy sigue siendo habitual entre el gran público y no pocos profesionales es precisamente la de un individuo que supo hacer negocio literario con unas obras en las que se trataba de forma desenfadada todo lo relacionado con el sexo, siendo el introductor en nuestro país de la novela sicalíptica, puesta de moda en Francia unos años antes, y que había de tener amplio eco en la novelística española del primer tercio del s. XX entre los cultivadores del género erótico (5). En la mayoría de los casos, por tanto, Felipe Trigo no pasa de ser considerado como un naturalista extemporáneo que, gracias a una hábil manipulación de la temática erótica, conseguiría en su momento un éxito editorial desconocido hasta entonces en nuestras letras, a pesar incluso de su baja calidad artística (6). Pero, frente a esta total devaluación a que ha llegado la obra del autor extremeño, llama poderosamente la atención el hecho de que algunos ilustres críticos, contemporáneos suyos y poco sospechosos de fáciles afinidades con este tipo de novelas, destacasen la maestría del arte narrativo de nuestro autor: "superior en muchos aspectos a la del propio Baroja" (7), y llegasen a considerarlo incluso "como el auténtico maestro de los novelistas españoles del primer tercio del s. XX que se interesan principalmente por lo social y que publican sus obras en el tipo de colecciones que se iniciará con El Cuento Semanal" (8). 3 Sin entrar por el momento en la distinta suerte que ha corrido la obra de Felipe Trigo en manos de la crítica, lo cierto es que poco después de la muerte del autor de Las ingenuas, y muy especialmente al término de nuestra última guerra civil, pesó sobre su obra una auténtica conspiración de silencio que unas veces desde el confesionario, otras desde los índices oficiales de libros prohibidos, supondría en la práctica una ignorancia casi total no sólo por parte de los libreros sino por los propios encargados de cubrir los fondos de la Biblioteca Nacional, donde sólo muy recientemente se ha iniciado una acertada política de reposición de estas y otras novelas de principios de siglo que habían sido expoliadas sistemáticamente. Tan sólo desde la reedición por Turner de dos de sus más significativas novelas: El médico rural (9) y Jarrapelleios (10), la obra de Trigo ha despertado un considerable interés en ciertos sectores de crítica y público que ha llevado después a la reedición de dos nuevos títulos: En la carrera (11) y El moralista (12). Pero conviene que retornemos desde el principio el tratamiento que se le ha dado a la obra de nuestro autor tanto por parte de sus coetáneos como por los críticos posteriores que se han ocupado de ella para que sepamos de dónde parte nuestro estudio. Desde 1.901, fecha de publicación de su primera novela, hasta 1.916, fecha de su muerte, las obras de Felipe Trigo no sólo supusieron un caso de escandaloso éxito editorial entre sus lectores, como ya es sabido, sino que consecuentemente con ese éxito de ventas cada uno de sus títulos logró despertar vivas polémicas entre los críticos que aceptaban con muy pocos reparos la forma narrativa de nuestro autor y aquellos otros que la rechazaban por inmoral y antiestética no con menos entusiasmo. Los primeros veían en ellas una nueva forma de hacer novelas que vendría a suplantar al ya trasnochado realismo (13), mientras los segundos se empeñaban en rechazarlas por el tratamiento que en ellas se le daba a la temática erótica y, además, por estar mal escritas (14) . Entre estos últimos hay que destacar el juicio que nuestro autor le mereció a Clarín, no sólo por la autoridad de donde viene sino porque sus acusaciones iban a marcar la pauta, sin apenas variaciones, de quienes rechazaban la obra del autor extremeño; para don Leopoldo Alas: "Felipe Trigo es un corruptor de menores y del idioma", según se puede leer en una reseña aparecida en Pluma y lápiz poco antes de la muerte del insigne crítico asturiano (15); aunque bien es verdad que se refería sólo al prólogo de la primera y entonces única novela de Trigo, Las ingenuas, aparecida en abril de 1.901. 4 Pues bien, sobre ese doble argumento de pornográfico y mal escritor con que Clarín recibió el inicio literario propiamente dicho de nuestro autor insisten todos aquellos detractores que se empeñaron en descalificar su obra incluso después de que ésta hubiese logrado consagrarse definitivamente entre el gran público; en ese descrédito casi total no faltaron tampoco quienes apelaban a los preceptos de la moral católica para lanzar condenas apocalípticas contra los autores y lectores de estas "novelas eróticas". Así, Luis Bello (16), Alfonso Reyes (17), Tenreiro, y otros, consideran a estas novelas 'tal margen o fuera de la literatura" (18) "pseudoliteratura (...), género inferior, fuera de la literatura por su estilo muy incorrecto y desordenado” (19); lamentándose al mismo tiempo del éxito de que gozaban en nuestro país este tipo de narraciones. En este sentido, escribe Unamuno en 1.907: Cuantas personas vienen de Madrid a este mi retiro de Salamanca me dicen que pocas veces ha florecido tanto la pornografía en la corte de España (20). Pero estos juicios, poco favorables ciertamente, en absoluto pueden llevarnos a pensar que nuestro autor fuera rechazado en todos los ambientes intelectuales del momento, pues encontramos otras valoraciones que son auténticas apologías entusiásticas de cada una de las novelas de Trigo. Así, González Blanco considera al autor de Sor Demonio "como el mejor de los novelistas nuevos", elogiando la maestría de su estilo (21); y doña Emilia Pardo Bazán resume en estas palabras su opinión sobre nuestro autor: Felipe Trigo se ha conquistado una reputación rápidamente. Es el único entre los novelistas españoles que profundiza en el estudio y en el análisis de la pasión. Representa el erotismo, al modo de sus maestros, Prevost, Louys y d'Annunzio (algo con lo que Trigo nunca estuvo de acuerdo). Sus sensaciones incendian su oración. Es un místico latente. La cualidad fundamental de su estilo es el brío, esa impetuosidad que se encuentra en tan pequeño número de escritores (22). Julio Cejador, por último, Pesseux-Hichard, Manuel Abril, etc., pronto advirtieron que en sus novelas había algo más que el aparente erotismo que rezuman y un estilo nuevo que estaba muy por encima de la evidente transgresión de la norma escrita que se pudiera observar en cada una de ellas; por otra parte, todos ellos 5 coinciden también en señalar que ese erotismo no podía parangonarse en ningún caso con el de aquellos imitadores suyos que sólo se iban a fijar en la temática puesta de moda por nuestro autor como señuelo para una mejor comercialización de sus novelas (23).
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