2020 Oldfieldscapes MUSICALBOXED.WORDPRESS.COM JORDI ADELL ÍNDICE Introduction 1 Tubular Bach (1973) 3 Nursery times (1968-1974) 6 Sobre la cresta de Hergest (1974) 10 Los albores de Ommadawn (1975) 14 Crónicas de Oldfield: el león, el cazador y el granero (1976) 18 Los embrujos de Incantations (1976-1978) 23 Enigmations (1978-1984) 26 Cala Pregonda (1978) 28 I believe in Oldfield Christmas (1974-1979) 31 Campanas de boda (1981-1982) 33 En el ojo de Irlanda (1982) 35 Mount Echeyde (1982) 40 Escribiendo a la luz de la luna (1983) 42 Cr11Ses (1982-1983) 46 Descubriendo el lago (1984) 48 Living on radio (1983-1992) 52 Amarok: los sonidos del silente (1990) 57 Sin sueños (1991) 61 Noche monumental (1993) 63 Midnight songs (1994) 67 Canciones distantes (1994) 69 Viajero en Ibiza (1996) 72 Le mont Saint Michel (1996) 75 Campanas bajo la lluvia (1998) 78 Far above the crowd (1999) 81 Pacha mama (1999) 84 I still believe in Oldfield Christmas (1980-1999) 88 A las lunas de Valencia (2002) 89 Un paseo por el arte gráfico oldfiliano (1973-2005) 92 Altas esferas en el Guggenheim (2008) 95 Take 4 (1978-2011) 99 Fadalack turns the clock back (1973-2012) 101 Man on the seas (2014) 104 Top of the rocks (2017) 106 New arrivals (1979-2019) 109 INTRODUCTION El día que nací salió a la venta The Yes Album de Yes y, cuando cumplí 11 años, Mike Oldfield publicó el disco Five Miles Out. Puede verse como dos coincidencias, pero a mí me gusta pensar que estos hechos tuvieron algún tipo de efecto sobre mi temprana afición por la música. Dicha afición me ha llevado, no solo a ir atesorando material sonoro, sino también a ver la realidad desde una perspectiva diferente. No es extraño que al realizar algún viaje encuentre siempre conexiones entre ese lugar y la historia de algún artista o de algunas de sus publicaciones. De esta manera, adquieren para mí una dimensión alternativa las visitas al anfiteatro de Pompeya, el palacio ducal de Venecia, la casa de Amsterdam donde se ocultó Ana Frank, la pirámide maya de Chichén Itzá o el Huaca Pucllana de Lima. Utilizando un símil, sería como el conocido caso londinense del paso peatonal existente frente a los estudios de Abbey Road, solo que extendido a Battersea Power Station, Putney Bridge o la torre de Oxo. De entre todas estas localizaciones, hay unas por las que no puedo esconder mi predilección: los parajes que, bendecidos con la varita mágica de Mike Oldfield, se han convertido en paisajes musicales, los Oldfieldscapes. La vida me ha permitido conocer un buen puñado de ellos, como puede comprobarse en la colección de artículos sobre Mike Oldfield que he compilado en forma de documento con ese nombre. No se trata de una biografía del músico, puesto que sería incompleta, sino mi particular visión de su trayectoria artística aderezada con algunas vivencias que he tenido la ventura de experimentar y que he ido narrando en los diez años de andanza del blog Musical Boxed. Un sector de seguidores oldfilianos me conoce por haber descubierto hace muchos años que el principio de Incantations part 2 es una melodía de la primera parte invertida, pero no es lo único que guardo en mi haber y en las líneas de Oldfieldscapes lo podréis comprobar. Mis amigos de la facultad me regalaron un distintivo colgante tubular el día de mi vigésimo segundo cumpleaños. Fue una sorpresa increíble que no considero casual, al estar ellos al tanto de mis inclinaciones musicales. Para mí casual es estar viviendo en Ibiza y saber que compartes isla con Oldfield, fijar tu residencia en Valencia y que ese mismo año haga allí una presentación mundial o asistir como invitado especial a un exclusivo concierto suyo en Bilbao sin esperarlo. No tengo más explicación para ello que la fortuna de cumplir los años a la vez que Five Miles Out, mi disco favorito del Oldfield de los 80. He tenido ocasión de coincidir frente a frente con el escurridizo Mike en tres ocasiones distintas fuera de un escenario (en dos de ellas conseguí su autógrafo), pero para mí fue más gratificante leer la felicitación pública que hizo a través de Facebook a quien descubrió su ‘truco’ de Incantations (7 de noviembre de 2015) o advertir en la misma red social que había utilizado una de las fotos que tomé en Cala Pregonda y que, por tanto, había descargado de mi blog personal, como pude comprobar el 23 de enero de 1 2018. Por Musical Boxed había pasado gente de los cinco continentes y, desde ese día, también del planeta Oldfield. Un conocido de mi juventud decía que la introducción es la parte más placentera de un libro. Como ya vamos teniendo una edad, os invito a que no os quedéis en Introduction y continuéis hasta Finale. 2 TUBULAR BACH (La fuga de ideas del pequeño Michael) Hay melodías que marcan toda una vida. Tonadas que, queriéndolo o no, se encierran en nuestro cerebro y nos hacen ser prisioneros de ellas. A veces porque evocan un suceso en particular, otras por el mero hecho de tener algún tipo de poder hipnótico sobre nosotros. Eso debió sucederle a un jovencito Mike Oldfield con la Tocata y Fuga en Re menor de Johann Sebastian Bach. Él lo recuerda así: “Me gustaba la música de órgano. Tuve un amigo -solía llamarle ‘el Reverendo’ porque era muy religioso- que era capaz de tocar la ‘Tocata y Fuga en Re menor’ de Bach con el órgano. No tendría más de doce años. Recuerdo cómo solía martillear entre una nota y un montón de otras, yendo y viniendo entre las diferentes notas para construir ese riff encantador y repetitivo. Tal vez esa fue mi primera inspiración para ‘Tubular Bells’, hace tantos años.” Este episodio sucedió mucho antes de que Oldfield pensara siquiera en dedicarse a la música. Todavía vivía en Reading y los pocos amigos que tenía le avanzaban bastantes años en edad. En su casa había un pequeño piano de cola que de vez en cuando solía tintinear, así que es muy probable que practicara alguna vez con esa melodía. Colgada de una pared también estaba la vieja guitarra que en navidad tocaba su padre. Con ella solo había practicado los tres acordes que éste le supo enseñar. Su hermana Sally, seis años mayor que él, trajo un día un amigo a casa: “Uno de los novios de mi hermana era bastante bueno con la guitarra acústica, sabía puntear con los dedos, al estilo realmente complejo que era popular en ese momento. Me impresionó mucho y eso me hizo empezar a querer tocar así también. Así que cogí la vieja guitarra que colgaba de la pared y comencé a juguetear un rato con ella. Empecé con los acordes Do, Fa y Sol. Luego aprendí un par más como La menor y Re”. Así nació su interés por la guitarra. Sin embargo, su aprendizaje se vio marcado por un acontecimiento dramático que daría un vuelco a toda su vida: su madre entró en una profunda depresión después de tener a un hijo con síndrome de Down, al que no llegaron a conocer sus hermanos. La infancia se le acabó a Mike con tan sólo 8 años, al dejar de existir vida familiar en el hogar. Convenció a su padre para que le comprara una guitarra acústica y se refugió en ella: “A cada momento libre estaba tocando esa guitarra. No hice nada más por lo menos en un año. Debía parecer totalmente obsesivo, pero para mí era una manera de escapar.” A partir de entonces, Oldfield centró su existencia en la música. Todavía asistía a la escuela, pero con 12 años ya tocaba en clubes de folk locales. Un día, a la vuelta del colegio, escuchó sonar la quinta sinfonía de Beethoven desde el tocadiscos de su hermana Sally. “No podía creer la música que escuchaba. Estaba completamente cautivado. Al día siguiente fui a la fonoteca y alquilé toda clase de música clásica.” No es de extrañar que al grabar su primer álbum con 15 años junto a su hermana sus influencias clásicas brotaran por sí solas, sobretodo aquella melodía de Bach con las que tantas veces habría practicado al piano y a la guitarra. El solo acústico que Mike Oldfield ejecuta al final del tema Balloons no es sino una adaptación a guitarra de la famosa fuga 3 del compositor alemán. Entonces Mike no lo sabía, pero la variación de ese tema llegaría a convertirse en la famosa introducción de Tubular Bells. Por entonces la desmoronada familia Oldfield ya se había mudado a Harold Wood, en las afueras de Londres. Después de disolverse el dúo, Mike formó una efímera banda con su hermano Terry y luego entró como bajista en The Whole World, la banda de Kevin Ayers. Con 17 años se mudó a vivir al piso que una novia suya compartía en Pimlico, en Londres, aunque tuvo que volver temporalmente a casa de sus padres después de experimentar su primer ataque de pánico, desencadenado tras un mal viaje con el LSD: “Pasaba los días enteros en casa, escuchando un montón de música clásica. Escuché de todo, desde Sibelius a Beethoven o Bach, y también música religiosa. Encontré reconfortantes cosas como la Misa en Si Menor de Bach o el Réquiem de Fauré, tal vez porque tenían una dimensión espiritual pero de manera agradable y relajante. Cuando las escuchaba, me daban algo a lo que aferrarme.” Estando en la casa familiar volvió a practicar con el piano, intentando crear melodías propias: “Mientras jugueteaba con el piano empecé a trazar algunas ideas en un cuaderno.
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