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85 PARQUE DE LOS PRÍNCIPES. PARÍS Zaragoza vive envuelta en la locura. Aquel alud de sentimiento zaragocista desborda cualquier otro acontecimiento, incapaz de abrirse paso entre esa ola inmensa de fervor, de cariño hacia el equipo y de máxima ambición deportiva. 85 86 Apenas si he estado una vez en París 10 de mayo de 1995. Parque de los Príncipes. París. ¿A qué te suena París, Nayim? Apenas si he estado una vez. Jugábamos un torneo de juveniles en una localidad cercana y aprovechamos para entrar en la ciudad. Subí a la Torre Eiffel y disfruté de unas horas en la capital francesa. No la había vuelto a ver. Pero me parece que todo va demasiado deprisa, muy rápido. Apenas si acabamos de lograr el pasaporte para la final y todo está envuelto en una inmensa vorágine, en un carrusel cercano a la locura. 86 87 ¿Cuántas veces ha vivido Zaragoza semejante acontecimiento?; más aún, ¿cuántas veces podrá volver a vivirlo? Nayim: tú has saludado al mundo desde el balcón de un grande, el Barcelona. Y Solana, Pardeza, Aragón… hijos del Real Madrid. Pero pregúntale a Xavi Aguado: “He tenido la fortuna de estar con el Zaragoza en importantísimas citas nacionales. Pero esto no tiene nada que ver. Es un gran acontecimiento internacional, con otra dimensión, con otro perfil, algo inmenso que el Real Zaragoza tiene la gran fortuna de poder disfrutar”. “Ese ambiente, ese sabor internacional es lo más bonito que existe en el fútbol. Cuando juegas en Europa -apuntala García Sanjuán- hasta La Romareda, tu propia casa, tiene una magia distinta”. París. París envuelve con su sonoridad, te embruja con su encanto, te cautiva, te seduce. O apenas, con todo el peso de su historia, resuenan con poco sentido sus dos sílabas y cinco letras. “¿Sabes que yo ni siquiera he estado en París? Quiero -dice Jesús García Sanjuán- que la magia de este nombre, el embrujo de esta ciudad quede unido a esta gesta, a esta maravillosa historia en la que nos hemos adentrado. Para algunos es la ciudad del amor; para mí, será -quiero que sea- el escenario de este sueño”. “Yo he oído hablar muy bien de París, pero, en realidad -interviene Geli- tampoco lo conozco. Ni ahora me dice algo más que es la ciudad, el escenario donde hemos de resolver esta final, esta preciosa historia, este cuento que entre todos hemos hecho real”. Y para ti, Cedrún, ¿qué es París? “Son muchas cosas, pero me siento incapaz de disociarlo de esa imagen de su liberación en la II Guerra Mundial: cuando las tropas aliadas acaban con la ocupación nazi”. En aquel agosto de 1944, más de cuarenta años antes, el ejército aliado busca un golpe de efecto, una prueba que ponga de relieve la debilidad del 87 88 III Reich, la caída del imperio alemán; la garantía de que el poderío nazi se resquebraja, más allá de la propaganda alemana. Tras el desembarco de Normandía, las tropas avanzan hacia el corazón de Europa, inclinando ya la balanza de su parte. Faltaba, tal vez, la guinda. Y, sin duda, el punto de mira, el gran objetivo es París. Bajo la dirección del general Leclerc, jefe de la Segunda División Blindada Francesa, el ejército aliado emprende una tarea que quedará completada entre la noche del 24 y el 25 de agosto de 1944, entre la emoción de la Resistencia y de los ciudadanos de París. Pero al margen de su riquísima historia política, desde aquella monarquía absoluta a la Revolución Francesa, el paseo por la Gran Guerra y la II Guerra Mundial o, ya más adelante, el legendario mayo del 68, París tiene también el encanto del fútbol, del bueno. En ese mismo escenario del Parque de los Príncipes en donde jugará el Real Zaragoza, España estuvo a punto de repetir la gesta de conquistar esa Eurocopa que ya había ganado en 1964, con gol de Marcelino. El tanto marcado a Rusia que ha quedado inscrito en la vida de ese Magnífico zaragocista. 1984. Una cita con la historia En esa edición de 1984, tras un brillantísimo Campeonato, y después de dejar en la cuneta a Alemania en los cuartos de final y, en una agónica ruleta de penaltis, a Dinamarca en semifinales, la selección española de Miguel Muñoz se asomaba a una gran final continental, ante el anfitrión, Francia. Eurocopa de Francia. Final. 27 de junio de 1984 Parque de los Príncipes (París) 88 89 FRANCIA 2 Bats; Battiston (Amorós, 72'), Le Roux, Bossis, Domergue; Giresse, Tigana, Platini, Fernández; Lacombe (Genghini, 80') y Bellone. ESPAÑA 0 Arconada; Urkiaga, Salva (Roberto, 85'), Gallego, Julio Alberto (Sarabia, 77'); Víctor, Francisco, Señor, Camacho; Santillana y Carrasco. Goles: 1-0, min. 55: Platini. 2-0, min. 91: Bellone. Árbitro: Christov (BUL) Espectadores: 47.368 Aquel partido quedará marcado por ese gol que se le escurrió a Arconada, en el lanzamiento de falta de Platini. Fue el guardameta una de las grandes figuras del equipo español, que quedó, sin embargo, ‘tocado’ por ese fallo, por ese balón que se le escapó por debajo del cuerpo cuando ya lo tenía controlado. “Podíamos ganar a Francia” Juan Señor fue uno de los protagonistas de esa historia con el sabor agridulce que deja una plata: “Fuimos de menos a más en ese Campeonato -relata el internacional-. Habíamos empezado tibios, titubeantes, pero sacamos lo mejor de nosotros ante Alemania primero y más tarde, en semifinales, ante Dinamarca, con un Arconada sensacional, que nos había conducido hasta ese último peldaño de la Eurocopa”. 89 90 “Y afrontamos esa final convencidos de que podíamos ganarle a Francia. Era esa selección que abanderaba Platini un equipo muy sólido, muy serio, que contaba, además, con la ventaja de ser el anfitrión. Pero nosotros habíamos adquirido fe, seguridad, confianza. Yo me había ganado un puesto en el equipo, junto a Víctor Muñoz, en la línea medular. Por detrás jugaba Salva. El partido resultó equilibrado. Tuteamos a Francia en la primera parte y nos fuimos al descanso con la incertidumbre de ese gol fantasma de Santillana que no subió al marcador”. “Luego, el encuentro quedaría marcado por esa falta sencilla de parar de Platini. Yo ni siquiera vi el gol. Inicié el movimiento de contragolpe, hasta que oí rugir al estadio con ese grito de gol que me dejó sorprendido”. A partir de entonces, España se volcó en busca del empate y fue Francia, ya en el epílogo, la selección que logró el segundo tanto. “No hacen falta palabras para comunicarse. Solía compartir mesa con Luis Arconada, y con Maceda, Goiko… Al final, él conocía la trascendencia de un error que no empañaba su excepcional Campeonato”. “Tenemos que romper el maleficio de ese estadio -relata Xavi Aguado-, en donde no ha ganado la selección española ni tampoco el Madrid ni el Barcelona. Yo no he estado en París y mi experiencia en una gran final continental se refugia apenas en los partidos de la televisión. Todo esto casi nos desborda: una proyección internacional increíble, con la distribución de imágenes a mil millones de espectadores potenciales. Es la final de la Recopa. Y nosotros estamos aquí”. Zaragoza vive envuelta en la locura. Aquel alud de sentimiento zaragocista desborda cualquier otro acontecimiento, incapaz de abrirse paso entre esa ola inmensa de fervor, de cariño hacia el equipo y de máxima ambición deportiva. Vive la ciudad el encanto y la ilusión de aquellas otras grandes 90 91 épocas del zaragocismo: nace una nueva generación de futbolistas admirados, como los Alifantes, los Magníficos, los Zaraguayos… El equipo se ha puesto de moda y se ha convertido en la seña de identidad de la ciudad, de la comunidad. Miles de aficionados se apostan en las puertas de la agencia de viajes que distribuye las entradas con un solo objetivo: conseguir una localidad -y un medio de transporte- para asistir a la cita del Parque de los Príncipes. “También a nosotros nos afecta -reconoce Santiago Aragón-. Todo el mundo quiere viajar a París, pero las entradas son limitadas. Yo desvío las solicitudes hacia el club”. “Aún así, no dan a basto -indica Aguado-. Nos han dado tres entradas de preferencia para la familia más cercana y apenas una docena para otras zonas del estadio. ¡Pero si me llama gente que no he visto hace años para decirme cuánto me aprecia y pedirme una entrada…!”. Es un clásico tira y afloja: la plantilla pide más para hacer frente a sus compromisos. Pero desde el club se frenan las peticiones. No hay entradas: e incluso, la distribución se encuentra inmersa en una inmensa polémica. No es el momento de enturbiar una de las páginas más gloriosas de la historia del club. “Es normal -sigue Aragón-: estamos de moda y nos envuelve todo este sentimiento apasionado. Por eso, intentamos mantenernos fuera del bullicio, centrados en lo nuestro, que es jugar al fútbol. Creo que ha sido muy importante ganar en El Molinón, ante el Sporting de Gijón, justo el partido anterior a la final. Veníamos de un tropiezo en La Romareda, ante el Athletic. Pero aquello resultó circunstancial: acusamos un poco el esfuerzo. Y eso que nosotros hemos sabido adaptarnos al esfuerzo que supone jugar los domingos y los jueves”. 91 92 Nunca hemos querido variar el tono, bajar los brazos. Cada competición exige dar el máximo -retoma Nayim- y no por avanzar en la Recopa podemos dejar de lado la Liga. La competición regular, la Liga doméstica, es también un refugio donde el equipo puede librarse de la presión de la final: liberar la cabeza y soltar la presión. Es, hoy por hoy, uno de los conjuntos que mejor fútbol practica: terceros en la Liga y en puertas de una gran final continental.
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