Mocedades de Rodrigo: huellas fragmentarias de una tradición épica tardía Leonardo Funes UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES NUESTRO CONOCIMIENTO SOBRE LAS Mocedades de Rodrigo ha avanzado notablemente desde la caracterización de Menéndez Pidal, 1 gracias, en principio, a los estudios fundamentales de Samuel Armistead y Alan Deyermond,2 que permitieron profundizar y sobre todo corregir la visión pidaliana y constituyeron la base para otros investigado- res, tales como Thomas Montgomery, quien llamó la atención sobre la diversidad de niveles redaccionales y de líneas ideológicas presentes en el texto conservado.3 Los estudios han tenido un nuevo impulso en los años 90, plasmado en la colección de trabajos publicada por Matthew Bailey a través del King's College y en otros artículos aparecidos en revistas y libros colectivos.4 1 Vid. Ramón Menéndez Pida!, La epopeya castellana a través de la literatura española (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1945), pp. 107-36; Reliquias de la poesía épica española (Madrid: Espasa-Calpe, 1951), pp. lxxiii-lxxiv y 257-89; Romancero hispánica (hispano-portugués, americano y sefardí): teoría e historia (Madrid: Espasa-Calpe, 1953), 1, pp. 216-21; Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas (Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1957), pp. 315-19. 2 Vid. fundamentalmente Samuel G. Armistead, «The Structure ofthe Refundición de las Mocedades de Rodrigo», RomancePhilology, 17 (1963-64), 338-45; «TheMocedades de Rodrigo and Neo-Individualist Theory», Hispanic Review, 46 (1978), 313-27 y «Dos tradiciones épicas sobre el nacimiento del Cid», Nueva Revista de Filología Hispánica, 36 (1988), 219-48 (todos esperamos su estudio de conjunto: The Spanish Epic and Individualist Theory: Studies on the «Mocedades de Rodrigo»). De Alan Deyermond, vid. Epic Poetry and the Clergy: Studies on the «Mocedades de Rodrigo» (London: Tamesis, 1969); «The Mocedades de Rodrigo as a Test Case: Problems ofMethodology», La Coránica, 6 (1977-78), 108-12 y El «Cantar de Mio Cid» y la épica medieval española (Barcelona: Sirmio, 1987), pp. 57-62. 3 Vid. Thomas Montgomery, «Sorne Singular Passages in the Mocedades de Rodrigo», Journal of Hispanic Philology, 7 (1982-83), 121-34; «Las Mocedades de Rodrigo y los romances», en Josep María Sola-Solé: homage, homenaje, homenatge; miscelánea de amigos y discípulos, ed. Antonio Torres Alcalá et al. (Barcelona: Puvill, 1984), 11, pp. 119-31 y «The Lengthened Lines of the Mocedades de Rodrigo», Romance Philology, 38 (1984-85), 1-14. 4 El libro en cuestión es: Matthew Bailey, ed., Las «Mocedades de Rodrigo»: estudios críticos, manuscrito y edición (London: King' s College London Centre for Late Antique & Medieval Studies, 1999). Otras contribuciones recientes de relevancia son: Matthew Bailey, «Las asonancias inusitadas de las Mocedades de Rodrigo», Revista de Poética Medieval, 3 (1999), 9- 30; Diego Catalán, «Monarquía aristocrática y manipulación de fuentes: Rodrigo en la Crónica Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Leonardo FUNES. Mocedades de Rodrigo: huellas fragmentari... -11-- Centro Virtual Cervantes 86 LEONARDO FuNES A la luz de estos nuevos aportes, la definición de MR como poema épico tardío se ha vuelto problemática por motivos no estrictamente histórico-literarios. El juicio lapidario de la crítica decimonónica sobre su calidad estética ha pesado en la valoración del texto conservado y en la caracterización del período tardío de la épica española. Y lo ha hecho tanto en quienes confirmaron el carácter fallido de la obra (homologando, además, «tardío» con «decadente») como en quienes han reaccionado contra ese juicio negativo y han buscado subrayar los méritos del poema (o de la tradición épica) sobre las mocedades cidianas. De todo ello ha resultado cierta confusión crítica que a veces lleva a los estudiosos a quedar atrapados involuntariamente en discusiones inconducentes sobre la catadura moral del joven Rodrigo o sobre la congruencia (psicológica) de sus actos (para no hablar de las intenciones vengativas de Jimena). Los juicios más rotundos sobre MR, desde Menéndez Pelayo hasta nuestros días, parecen hablarnos más de la época en que se formularon tales juicios que de la obra misma. Digamos, para no salir del plano de las generalidades, que así como la hegemonía de la versificación regular y rimada en el siglo XIX hacía más chocante el anisosilabismo del verso épico castellano y la moral victoriana hacía más escandalosa la conducta de Rodrigo, en las últimas décadas del siglo XX el imperio del verso libre devolvió al verso épico un carácter poético pleno y la puesta en entredicho de una escala · de valores única ha conferido a los gestos y desplantes de Rodrigo los apreciados atributos de lo «transgresor». Y si aún subsiste cierto consenso sobre la mediocre realización y la escasa coherencia interna del texto conservado, es de esperar que una próxima generación formada en la cultura del video-clip, el zapping y el texto-flujo verá en las MR una estructura perfecta. Por todo ello, trataré en lo que sigue de fundamentar con la mayor precisión posible una calificación básica de la obra en cuestión: MR es un poema épico tardío. Y lo haré afirmado en la convicción de que es posible construir un saber positivo sobre los textos que tenga, si no una objetividad absoluta, al menos sí la mayor imparcialidad; lo que se traducirá en la búsqueda de un equilibrio entre la historicidad de la comunidad textual en que se compuso y se difundió originalmente el poema y la historicidad de la cosmovisión de un lector especializado de principios del siglo XXI. Hace ya 13 años ofrecí mi visión de este poema, intentando precisar los límites de los tres niveles constitutivos (dos redaccionales y uno recepcional) que detectaba en el testimonio conservado: la Gesta primitiva, la Refundición palentina y la aparente Crónica rimada que se plasma en el códice de la Bibliotheque Nationale de France.5 Lo que diré tiene en cuenta ese trabajo para confirmar o corregir sus hipótesis, a la luz de nuevas consideraciones y, sobre todo, de los comentarios de los críticos que generosa- mente lo han tenido en cuenta. de Castilla. El fin del modelo historiográfico alfonsí», en Georges Martin, ed., La historia alfonsí: el modelo y sus destinos (siglos XIII-XV) (Madrid: Casa de Velázquez, 2000), pp. 75-94 y Georges Martin, Les Ju ges de Castille: mentalités et discours historique dans l 'Espagne médiéval (Paris: Séminaire d'Etudes Médiévales Hispaniques, Université de Paris-XIII, 1992), pp. 442-597. 5 Leonardo Funes, «Gesta, refundición, crónica: deslindes textuales en las Mocedades de Rodrigo (razones para una nueva edición crítica)», Incipit, 7 (1987), 69-94. Actas XIV Congreso AIH (Vol. I). Leonardo FUNES. Mocedades de Rodrigo: huellas fragmentari... -11-- Centro Virtual Cervantes MOCEDADES DE RODRIGO ... 87 El carácter tardío implica, en principio, una posterioridad cronológica. En este caso, en relación con los poemas y leyendas sobre las hazañas de la madurez del héroe. Sobre este punto, y a la vista de la bibliografía crítica, considero que siguen en pie las líneas básicas de la caracterización formulada por Ramón Menéndez Pidal. Me refiero a que MR venía a cumplir la función de glosa o prólogo de los cantares sobre el Cid maduro, para lo cual apeló a la pura invención (quiero decir, que no operó mediante la ficcionalización de hechos o personajes reales, sino mediante la reficcionalización de la narración poética), todo lo cual constituía una respuesta a la demanda de un público ávido por saber más sobre uno de sus héroes favoritos. La obra respondía, así, a una ley general de la épica también visible en la epopeya francesa. La crítica (y me incluyo) ha tomado distancia del juicio de valor que acompaña a la caracterización pidaliana, claramente guiado por la aceptación del Poema de Mio Cid (de su interpretación particular del PMC) como patrón de medida, y por su considera- ción de lo tardío como sinónimo de decadencia. Pero en lo que hace a la cuestión estrictamente cronológica, debe recordarse que discutiendo sobre los rasgos excepcionales del personaje del Cid frente al patrón del héroe épico, se ha llamado la atención sobre el hecho de que Ruy Díaz de Vivar fue el último de los héroes de la epopeya europea. Si esto es así, entonces existen grandes probabilidades de que MR haya sido el último cantar de gesta de la epopeya europea. Con lo cual, nunca más acertado que considerarlo un poema épico tardío. Ahora bien, para desembarazamos de la idea de decadencia es necesario dejar de lado el modelo organicista en la explicación histórico-literaria. Las épocas planteadas por Menéndez Pidal para la poesía heroica conllevan en sí la impronta organicista (florecimiento, apogeo y decadencia). Como nadie está dispuesto a suscribir la teoría evolucionista y determinista de un Brunetiere, se ha preferido tomar esta división pidalina como pura convención historiográfica o se ha optado por clausurar el problema de la evolución para ver la épica como sistema y evitar el espinoso asunto de su historización. Por supuesto, es perfectamente posible abordar la dimensión histórica del fenómeno literario sin caer en el historicismo decimonónico. La evolución de un género está pautada por el encuentro (o la relación dialéctica) de dos factores: reglas internas de producción textual y fuerzas histórico culturales externas, con lo cual considero que un abordaje adecuado necesita combinar el análisis formal con el análisis histórico- contextual, combinación que, para abreviar, estaría en la línea de lo que Gabrielle Spiegel llama «lógica social del texto». 6 La evolución del género épico puede visualizarse como una serie de fases. El paso de una fase a otra implica una transformación parcial o total de sus elementos constructivos. Esta transformación se da por acción de la lógica formal interna que regula la producción de textos o por cambio de las condiciones culturales, sociales e 6 Vid. Gabrielle M. Spiegel, «History, Historicism, and the Social Logic ofthe Text in the Middle Ages», Speculum, 65 (1990), 59-86.
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