Populismo Y Neopopulismo En Venezuela

Populismo Y Neopopulismo En Venezuela

Rivas, Ricardo Alberto Populismo y neopopulismo en Venezuela Sociohistórica 1999, Nro. 6, p. 243-258. Este documento está disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, el repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, que procura la reunión, el registro, la difusión y la preservación de la producción científico-académica édita e inédita de los miembros de su comunidad académica. Para más información, visite el sitio www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta iniciativa está a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad, que lleva adelante las tareas de gestión y coordinación para la concre- ción de los objetivos planteados. Para más información, visite el sitio www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Cita sugerida Rivas, R. A. (1999) Populismo y neopopulismo en Venezuela [en línea]. Sociohistórica, (6). Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2816/pr. 2816.pdf Licenciamiento Esta obra está bajo una licencia Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia breve de esta licencia, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/. Para ver la licencia completa en código legal, visite http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode. O envíe una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California 94305, USA. Populismo y neopopulismo en Venezuela Ricardo Alberto Rivas* Introducción El 15 de diciembre de 1999, uno de los peores desastres del siglo XX dejaba a los venezolanos sin los tradicionales festejos poselectorales, suspendi­ dos en solidaridad con miles de damnificados por las lluvias torrenciales que azotaban al norte del país. ¿Qué hicieron los venezolanos para merecer esto? Absolutamente nada, pero algunos quizá hayan pensado que se trataba de una dura señal del furor divi­ no, pues aquel día otra tempestad, El Huracán Hugo, había arrasado en las urnas, al obtener el 71.50/0 de los votos por el Sí, que refrendaban la nueva Constitución Nacional. Los votantes por el No incluía buena parte de los em­ presarios, de los partidos políticos tradicionales, del periodismo, de la Iglesia y ésta, como se sabe, no es una opositora desdeñable. Hugo Chávez, quien cita permanentemente a Bolívar, quizá haya recordado que cuando en 1812 se produjo un terrible terremoto que dejó alrededor de 10.000 víctimas, la Iglesia había sugerido que el desastre era un castigo de Dios ante el movimiento insurgente de los patriotas. También es posible que * Profesor e Investigador UNLP-CISH 243 ClJADERNOS DEI CISH 6 segundo semestre 1999 haya pasado por su cabeza la respuesta de Bolívar: «Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que obedezca.» Probablemente también Hugo Chávez esté dispuesto a continuar con­ tra toda oposición el camino iniciado hace siete años, cuando era un oficial escasamente conocido en las instituciones armadas y casi nada entre las civiles. En aquel entonces, pocos tomaron en serio ese intento, pues el sistema demo­ crático parecía consistente y aunque no dudaran que estaba en crisis, la salida golpista no parecía probable y mucho menos un triunfo electoral de los insur­ gentes, tal como sucedió en 1998. Efectivamente, cuando el 4 de febrero de 1992 un grupo de militares insurrectos comandados por el teniente coronel Hugo Chávez Frías atacaron La Casona y el Palacio de Miraflores, (vivienda presidencial y casa de gobierno, respectivamente), se estaba ante un intento poco habitual en la historia vene­ zolana del siglo XX, pues los golpes de estado han sido escasos y en sentido estricto sólo uno atentó contra un gobierno democrático. El primero, el 19 de diciembre de 1908, cuando Juan Vicente Gómez ejerciendo la primera Magistratura en su carácter de vicepresidente, se quedó definitivamente en el cargo desplazando a su compadre, amigo y compañero de ruta, el presidente Cipriano Castro que se encontraba en el exterior. El segundo, cuando el 18 de octubre de 1945 oficiales jóvenes del Ejér­ cito junto al Partido Acción Democrática dieron un golpe contra el Gobierno de Isaías Medina Angarita, un posgomecista que aunque democratizaba lenta­ mente el país no otorgaba el voto directo, consigna cara a los insurrectos, tal como lo proclamaba Rómulo Betancourt, el más carismático de ellos. El tercero, fue sí un golpe antidemocrático, ya que el 24 de noviembre de 1948 se derrocaba al electo gobierno de Rómulo Gallegos, que sucedía a la Junta Revolucionaria presidida por Bentancourt y sólo duró nueve meses en el gobierno. El cuarto golpe de estado se produjo el 23 de enero de 1958 contra Marcos Pérez Jiménez, realizado por una coalición de partidos democráticos y las fuerzas armadas, acontecimiento que ha sido ponderado como iniciador de un proceso democrático que llega hasta la actualidad. El intento golpista de 1992 estaba fundado en denuncias de corrupción contra el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien durante su primer gobierno (1974-79) había desarrollado una política populista que, a la vez que enriquecía desmesuradamente a un sector de la burguesía y de la burocracia gubernamental, aquietaba las demandas populares mediante la acción distributiva del Estado y la proyección de una imagen de líder tercermundista, antiimperialista, antioligárquico, latinoamericanista y demócrata. 244 Popu/ismo y neopopu/ismo... Hugo Chávez fue derrotado y encarcelado por dos años pero acumuló po­ pularidad en grado tal que en 1998 llegó al poder por elecciones libres, en las que obtuvo el 57.05% de los votos emitidos, iniciando lo que llamó una Revo­ lución con un «estilo político» que algunos analistas califican como populista o neopopulista. Presupuestos sobre el populismo El populismo latinoamericano sigue siendo un tema de debate y lugar de desencuentro entre los cientistas sociales; sea porque los procesos a que se refie­ re tienen múltiples interpretaciones y valoraciones, corno porque el concepto mismo dista mucho de ser unívoco. A la diversidad de definiciones dadas, algunos han optado por invalidarla como categoría analítica y por si esto fuera poco, ciertos procesos políticos recientes como los liderados por Alberto Fujimori en Perú y Carlos Menen en la Argentina se los denomina neopopulismos, como si el prefijo "neo" sugiriera una misma matriz, sólo que remozada por realida­ des y condiciones diferentes a los populismos "clásicos'", Sucede que las condiciones diferentes lo son en grado tal que poco margen queda para demostrar un vínculo parental entre uno y otro fenómeno político, como no sea desmantelando al populismo de sus características más sobresalientes, como fueron las políticas económicas y sociales que lo caracterizaron entre los años treinta a setenta y conservando como identidad principal un peculiar "estilo polí• tico'". N o es objeto de esta comunicación exponer las distintas formulaciones teóricas acerca del populismo y el neopopulismo sino aplicar algunos de sus ingredientes al caso venezolano, incluyendo entre ellos al que hace referencia al "estilo político", pero sin desmedro de otros que considero más útiles para el análisis, tales como las condiciones estructurales, el modelo de acumulación y el rol del Estado:'. 1 María Moira Mackinnon y Mario Alberto Petrone (compiladores). Populismo y neopopulismo en América latina. El problema de la Cenicienta.. Buenos Aires. Carrera de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. EUDEBA, 1998. 2 Kenneth M. Roberts. "El neoliberalismo y la transformación del populismo en América Latina. El caso peruano". En Ibíd. Pág. 375-407. Evelina Dagnino (org.). Anos 90: politica e sociedade no Brasil. Sao Paulo. Brasiliense, 1994. Citado por Angela de Castro Gomes. "O populismo e as ciencias sociais no Brasil: notas sobre a trajetória de um conceito''. En 'lempo. Departamento de Histórica da Universidade Federal Fluminense. Vol. I-nro 2. Dezembro 1996. Pág. 31-58. Alan Knight. "Populismo y Neo-populismo en América Latina, especialmente en México". Traducido por Andrea Rosas Príncipi y Osear H. Aelo. Cátedra de Historia General de América n. Facultad de Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata. Publicado en Journal of Latin American Studies, 30, Cambridge University Press. Reino Unido, 1998. Pág. 223-248. 3 Carlos Vilas. "El populismo como estrategia de acumulación: América Latina", En Críticas de la economía política. México. Julio-diciembre de 1881. Pág. 95-147. 245 ClJADERNOS DEL CISH 6 segundo semestre 1999 Inexorablemente, clases sociales y Estado constituyen categorías esenciales para esta cuestión, aunque más no sea como contexto conceptual. En efecto, el estilo del populismo es una manera de administración política del Estado, cuyo contenido y accionar no son ajenos a las relaciones existentes en la socie­ dad civil y es ese contexto el que sustenta el abordaje al tema, aunque en este caso se haga desde una perspectiva que privilegia básicamente dos aspectos de la realidad histórica venezolana. Uno, su sistema político; otro, la renta petro­ lera. Ambos tienen mucho en común en la historia venezolana del siglo XX en general, y en particular en el auge y declinación del populismo, así como en el eventual surgimiento del neopopulismo actual. También es necesario aclarar, desde esta perspectiva analítica, algunos presu­ puestos acerca del populismo latinoamericano y su ubicación en el tiempo. No todo Estado interventor es necesariamente populista, aunque éste sí lo sea, por lo menos en su accionar más conocido (distribución progresiva del ingreso, protec­ cionismo industrial, integración sindical). Más aún, el Estado interventor en la mayoría de los países latinoamericanos con mayor grado de desarrollo relativo precedió al populismo y éste, por su parte, no siempre se hizo presente. Primer presupuesto: Puede haber estado interventor sin populismo, pero no lo contrario y ese fenómeno es sin duda, posterior a 1930, por. lo menos en su forma más elocuente. Segundo presupuesto: El populismo es un modo de consenso cuya validez sólo es demostrable en el Gobierno, la instancia más destacada del accionar estatal.

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