Migración en tierra caliente: una perspectiva sobre Tlatlaya Adhir Hipólito Álvarez INTRODUCCIÓN EL NIVEL DE IMPORTANCIA QUE SE BRINDA a cada investigación tiene mucho que ver con el objeto de estudio, para este caso se considera que la cul- tura evidencia la identidad individual y colectiva en cualquier grupo social, es decir, que la estructura de una sociedad en particular posee manifestaciones de subjetividad individual y colectiva. Bajo este supuesto teórico, el trabajo presenta los resultados de una investigación etnográfica llevada a cabo en la municipalidad de Tlatlaya, Estado de México, particularmente en la comunidad de Río Topilar. Se parte de un análisis de los cambios asociados a la dimensión cultural de la migración transnacional en su espacio comunitario, es decir, donde acontece la experiencia de los sujetos migrantes. Para ello, aquí asumimos que cada tipo de migración social de forma documentada o indocumentada impone peculiaridades propias a los casos de estudio. Entonces, es pertinente señalar que dada la gran cantidad de población expulsada, el impacto social y el problema huma- no manifestado en los diversos grados de estructuración social y cultural que genera la migración de un país a otro, constituye una justificación de los estudios culturales de la migración. IDENTIDAD Y CULTURA MIGRANTE: MIGRACIÓN EN RÍO TOPILAR LA COMUNIDAD DE ESTUDIO, denominada Río Topilar, perteneciente al mu- nicipio de Tlatlaya, Estado de México cuenta con 125 pobladores según 255 Conapo (2005), y prácticamente la mitad de las personas se encuentran residiendo en Estados Unidos, tanto hombres como mujeres; es decir, un aproximado de 63 personas que en su mayoría oscilan entre 20 y 40 años de edad, tiempo en el que el ser humano suele ser mas productivo para el trabajo, y que, en lo individual y lo colectivo reconstruyen su es- pacio vital y de cotidianidad en términos de su cultura e identidad. Antes de iniciar con la descripción social de la migración en nues- tro estudio de caso, es relevante considerar que la identidad la entende- mos como el resultado de una integración de los individuos involucrados en este fenómeno social con un espacio, un tiempo y unas condiciones sociales determinadas, las cuales expresan una relación de identifica- ción de individuos con el grupo al que pertenecen. Con esta variable bien definida podemos comenzar a formarnos un mapa conceptual del tema y sus problemáticas a tratar, que en este caso tienen que ver con las cuestiones culturales de los sujetos migrantes al regresar a su comu- nidad, de manera temporal o definitiva, así como las repercusiones que acarrea este fenómeno social dentro de su localidad de origen. Podemos decir que los migrantes son parte de un mundo y cada quien lo reconoce como tal, y a su vez, este mundo existe por la misma legitimación que dicho sector de la sociedad le otorga. Ante esta situa- ción comenta un habitante de Río Topilar: conozco a unos señores, ya grandes de edad. Tienen un hijo en Estados Uni- dos y seguido les manda hartos dólares para que puedan vivir. Pero como la gente ya sabe quién tiene dinero, pos seguido los invitan a ser padrinos de bodas, quince años o primeras comuniones, e incluso cuando llegan a la fiesta cada uno lleva un regalo de esos caros (Testimonio 1, 2005). En el mismo tenor, a pesar de la creciente necesidad de emigrar a Estados Unidos, debido a las inadecuadas condiciones económicas en la zona, y a la tradición generacional de buscar oportunidades de desa- rrollo en el vecino país del norte, se consideran algunos beneficios de la migración, como el uso local que se le dan a las divisas americanas, entre los cuales destacan la adquisición de camionetas, las cuales son de mucha utilidad para el uso particular, para la carga y transporte de productos agrícolas o ganado, ya que son las principales actividades de producción a las que la gente de esta localidad se dedica, y también por- que el camino tan descuidado no permite el que se pueda utilizar otro tipo de transporte para poder ingresar a Río Topilar. 256 Adhir Hipólito Álvarez Algunas personas suelen realizar sus negocios, transacciones y cambios de divisas en lugares relativamente cercanos a Río Topilar, como Ciudad Altamirano o en Arcelia; ambos lugares pertenecientes a Guerrero y también en Amatepec, Estado de México. En cuanto a la ven- ta de productos, como el ganado, queso y leche, muchas veces prefieren asistir al mercado de Amatepec, donde todos los domingos convergen una infinidad de gamas y capas culturales de distintas regiones de comu- nidades circunvecinas; aunque Río Topilar se encuentra a 50 minutos de Amatepec, es el lugar de mayor afluencia de oriundos de esta localidad de estudio, ya que Tlatlaya, la cabecera municipal del municipio que lleva el mismo nombre no tiene la misma importancia comercial. Dentro de estas actividades de interacción social donde se ven in- miscuidos cientos de migrantes, principalmente durante el mes de no- viembre y a finales de febrero es como se da cuenta de algunos cambios que presentan muchos de los migrantes, principalmente los originarios de Río Topilar. Los cambios contrastantes que he podido percibir son tres principalmente, de los cuales quiero abordar a lo largo de este trabajo: vestimenta, comportamiento y el lenguaje. Con estos tópicos que son de suma importancia para este trabajo, trataré de crear un marco conceptual para que de esta forma pueda contribuir al análisis del fenómeno social desde un campo de estudio prácticamente nuevo para este tema, visto en un tratado teórico-comunicacional, como lo pretende ser éste, el cual poco a poco ha tomando fuerza en el ámbito académico. La indumentaria es parte importante de cada individuo o socie- dad, ya que a partir de ella se conoce el origen o estilo de vida que se lleva. En muchas ocasiones las costumbres de indumentaria hacen men- ción a culturas indígenas, pero también existen los de tipo regional. Pero de nueva cuenta volvemos a caer en esta disyuntiva, ¿realmente se trata de una tradición o de una costumbre? Para nuestro caso local, en el Estado de México convergen un sinfín de costumbres en la vesti- menta de cada región, todo dependiendo de la zona geográfica en la cual se ubican. En la zona norte se puede apreciar una forma de vestir abrigadora, debido a la zona fría a la que nos referimos, así también en las localidades cercanas al volcán Xinantécatl, o mejor conocido como el Nevado de Toluca. En tanto que en la zona sur, se pueden apreciar vestimentas más ligeras, a causa de la onda cálida que predomina en toda esta zona. Así pues, para este caso de estudio se puede apreciar un tipo de vestimenta común a la región. En las mujeres, la vestimenta se 257 -IGRACIØNENTIERRACALIENTEUNAPERSPECTIVASOBRE4LATLAYA compone de vestido de tela, de manga corta y por debajo de la rodilla, y zapatos de plástico o huaraches tipo sandalia, cabello recogido en cola de caballo, trenzas o chongo. Éstas son las características de la indumentaria de la zona de la región y de los oriundos de Río Topilar. Pero este folclore en la vesti- menta ha comenzado a verse modificado, debido, en gran medida, a la experiencia migratoria de sus habitantes, quienes al regreso temporal de su residencia en Estados Unidos traen nuevas formas de vestir que para la comunidad pueden resultar novedosas. Todo esto se debe al pro- ceso de aculturación, ya que como lo menciona el antropólogo Gonzalo Aguirre (1992) “… la aculturación es el proceso de cambio que emerge del contacto de grupos que participan en culturas distintas”. En ambos géneros, principalmente en las mujeres, se pueden apreciar anillos, ca- denas, crucifijos, medallas y demás accesorios en oro. Por tal motivo, en las comunidades se viven menos las tradiciones como antes. Los pocos jóvenes que existen en la comunidad y los niños son quienes acogen de mejor manera estas tendencias, y quienes las adop- tan más que otros sectores de la sociedad, poniendo en riesgo el uso de accesorios como el sombrero de tlapehuala y los huaraches, ya que ellos (los jóvenes) como transmisores de costumbres y cultura de su comuni- dad no procuran conservar estos accesorios, los cuales en poco tiempo se dejarán de utilizar. Es decir, al referirnos a la costumbre de una deter- minada indumentaria en cierta región, en este caso en la comunidad de Río Topilar, decimos que se conserva por el hecho de que se ha trans- mitido a lo largo de las generaciones pasadas, pero, a partir de la migra- ción social, decimos que factores como la modernidad y la globalización son procesos que han de cambiar muchas costumbres. El lenguaje es un aspecto de la cultura que se encuentra íntima- mente adherido a la estructura básica de las formas de vida. La sustitu- ción de una lengua implica la desintegración de la personalidad caracte- rística de la cultura. Menciona Aguirre Beltrán (1992: 101): el nacimiento de nuevas lenguas, como resultantes del proceso de acultura- ción, toma lugar en el plan estructural de uno de los idiomas en contacto y no sobre la total reinterpretación de la estructura de ambos. 258 Adhir Hipólito Álvarez Asimismo, se menciona que un sistema lingüístico no es solamente un instrumento de reproducción para expresar ideas, sino que él mismo da forma a las ideas. La palabra y su signifi- cado toman su coherencia en toda cultura, pues en ella siempre se presenta una unidad entre pensamiento y palabra, propias de la comunicación social. Es así como la forma de hablar de un conjunto de personas se establece por las características de cada región y por la función social que cumple (Berutto, 1979: 36).
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