Nosferatu. Revista De Cine (Donostia Kultura)

Nosferatu. Revista De Cine (Donostia Kultura)

Nosferatu. Revista de cine (Donostia Kultura) Título: La América sombría de Samuel Fuller Autor/es: Marías, Miguel Citar como: Marías, M. (1993). La América sombría de Samuel Fuller. Nosferatu. Revista de cine. (12):19-33. Documento descargado de: http://hdl.handle.net/10251/40858 Copyright: Reserva de todos los derechos (NO CC) La digitalización de este artículo se enmarca dentro del proyecto "Estudio y análisis para el desarrollo de una red de conocimiento sobre estudios fílmicos a través de plataformas web 2.0", financiado por el Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (código HAR2010-18648), con el apoyo de Biblioteca y Documentación Científica y del Área de Sistemas de Información y Comunicaciones (ASIC) del Vicerrectorado de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones de la Universitat Politècnica de València. Entidades colaboradoras: La casa de bambú (HouseofBamboo, ~¡,.,...¡..---....¡r- 1955) La América sombría de Samuel Fuller Miguel Marías asta recordar sus pelícu• zabeth Scott, A va Gardner, 1964)-, o Kristy McNichol -en las, o echar un vistazo Joan Bennett, Rita Hayworth, Perro blanco (White Dog, Ba una filmografía: ni Yvonne De Cario o (salvo en 1981)-, por poner algunos Humphrey Bogart, Fred Mc- un western que su intervención ejemplos ilustrativos. 11 Murray o Edward G. Robin­ ayuda a teñir de "negr0 ) Bar­ son, ni John Garfield, Sterling bara Stanwyck honran con su Más que claramente adscribi­ Hayden o Paul Muni, ni Dana presencia el cine de Sam Fu­ bles al género llamado, prime­ Andrews, Dick Powell o Burt ller, carente, además, de "vam­ ro en Francia y luego en toda Lancaster, ni George Raft, Or­ piresas" y f emmes fatales y Europa, "negro" -que en Amé­ son Welles, Robert Mitchum o traicioneras, salvo la Silvia Pi­ rica no existió nunca, salvo a James Cagney, aunque sí -den­ nal de Arma de dos filos posteriori: para críticos, cinéfi­ tro del género, cada uno una (Shark!, 1969); encontramos, los y cineastas recientes, en vez, los dos últimos juntos en en cambio, a las muy leales y todo caso posteriores a Fuller, La casa de bambú (H o use of francas J ean Peters -en Manos y que se denomina, en francés, Bamboo, 1955)- Richard Wid­ peligrosas (Pickup on South film noir-, lo que hay es bas­ mark, Robert Ryan y Robert Street, 1953)-, Victoria Shaw tantes películas de Fuller que Stack, mas un puñado de des­ -en The Crimson Kimono en Variety -es decir, en Ho­ conocidos, a veces ilustres, a ("El kimono carmesí" , 1959)-, llywood, en el seno de la in­ veces realmente anónimos Constance Towers -en Corre­ dustria- calificarían indistinta­ (como el excelente Frank dor sin retorno (Shock Corri­ mente de thriller o de "melo­ Gerstle); tampoco, entre las dor, 1963) y Una luz en el drama". En España, más que mujeres, Gene Tierney, Li- hampa (The Naked Kiss, cine "negro", debiéramos con- siderarlas como muestras de llas características del género (The Lady from Shanghai, cine "policial" o "criminal". -junto a la ocasional aparición 1947), Almas desnudas (The de sus más destacados secun­ Reckless Moment, 1949) o Sed Sin bases literarias de los di­ darios- no puede atribuirse de mal (Touch of Evil, 1958) ... versos subgéneros (mystery, meramente a la falta de presu­ o las prefigura, como A que­ hard-boiled, thriller, whodunit, puesto, cuya insuficiencia se marropa (Point Blank, 1967) chiller) que han solido alimen­ ve siempre con creces com­ de John Boorman, para mí cla­ tar este tipo de cine, ni referen­ pensada a fuerza de imagina­ ramente tributaria de Un­ cias a los autores más o menos ción y astuta economía narra­ derworld USA ("Bajos fon­ "clásicoS 11 -Dashiell Hammett, tiva -es decir, como en la serie dos USA, 1960), hábilmente James M. Cain, Horace Me­ B, pero sin que por ello las pe­ cruzada con Código del ham­ Coy, W.R. Burnett, Raymond lículas de Fuller dejen de ser pa (The Killers, 1964) de Don Chandler, Bill S. Ballinger, obras netamente personales e Siegel, o, más todavía, Man­ Vera Caspary, Dorothy B. identificables a simple vista hattan Sur (The Year of the 11 Hughes, "Geoffrey Bornes" como exclusivamente "suyaS , Dragan, 1985) de Michael Ci­ (Daniel Mainwering), Jim y por tanto ajenas a toda idea mino, que debe mucho tam­ Thompson, Patricia High­ de "serie" o de sistema de fa­ bién a La casa de bambú, y smith, Ross Macdonald, Do­ bricación-, ya que a menudo no poco a The Crimson Ki­ nald E. Westlake, Ed McBain, empleaba a actores de no me­ mono. Richard Stark; sólo, muy tar­ nor cotización, pero desusados díamente y "en Europa", ha o sorprendentes en el género. Cuando se habla de cine "ne­ adaptado al marginal David gro", los ejemplos que vienen Goodis en Calle sin retorno De hecho, son el propio indi­ primero a la memoria son va­ (Sans espoir de retour, 1989)-; vidualismo y la muy delibera­ rios interpretados por Bogart sin vocación o aspecto semido­ damente buscada originalidad -aunque no suelan recordarse cumental -como tantas pelícu• de tono, planteamiento y estilo películas tan inolvidables las Wamer de los años 30, o que caracterizan el cine inde­ como The Roaring Twenties Fox de los 40, y sobre todo, en­ pendiente de Fuller lo que ("Los rugientes años veinte", tre estas últimas, las produci­ hace sumamente dudosa y 1939) y El último refugio das por Louis de Rochemont­ conflictiva la clasificación de (High Sierra, 1941) de Raoul ni apoyo en sucesos reales su obra por 11 géneros". Como Walsh, The Big Shot ("El -históricos o de "palpitante ac­ luego el de Godard, el cine de gran disparo", 1942) de Lewis ::r::J tualidad", como las diversas Fuller constituye "un género B. Seiler o Callejón sin salida campañas contra el crimen or­ en sí mismo", que aprovecha (Dead Reckoning, 1947) de L • ganizado, la delincuencia juve­ algunos aspectos de los mode­ John Cromwell-, fundamental­ L nil, el narcotráfico-, carecen de los o patrones genéricos pre­ mente la inaugural El halcón la imaginería mítica que fun­ existentes y establecidos, pero maltés (1941) de John Huston damenta el perenne atractivo sirviéndose de ellos como de y la paradigmática El sueño del género, sobre todo para los un repertorio o un muestrario, eterno (1946), que hace que europeos, y también -conse­ y de un modo tan libre, anti­ figure en todas las antologías cuentemente- de protagonistas convencional, personal y an­ carismáticos -detectives priva­ tiacadémico que, por ejemplo, dos o policías ejemplares- o sus westerns son todos ellos bigger than lije -pintorescos y "aberrantes", sus películas de truculentos villanos, melóma• guerra poco tienen que ver con nos y megalómanos, crueles y las habituales, y su cine "ne­ omnipotentes-, todo lo cual es, gro 11 en nada se parece a El en el fondo, bastante lógico, ya halcón maltés (The M al tese que en las obras completas de Falcon, 1941), El sueño eter­ Fuller no abundan los héroes no (The Big Sleep, 1946), Re­ ni los antihéroes, sino que pre­ torno al pasado (Out of the dominan la ambigüedad de las P ast, 194 7) o La jungla del "medias tintas" y los compor­ asfalto (The Asphalt Jungle, tamientos contradictorios de la 1950), y guarda más relación, esquizofrenia latente o ram­ en todo caso, con 11 anomalías 11 pante. como Persecución en la no­ che (Ride the Pink Horse, Arma de dos filos La ausencia casi total de estre- 1947), La dama de Shanghai (Shark!, 1969) The Crimson Kimono que a su vez explica la facili­ ("El kimono carmesí", dad con que sus películas 1959) pronto abandonan el realismo de partida -el trampolín de la normalidad- para adentrarse decidida y osadamente en la más pura y descabellada fic­ ción. El más superficial análisis re­ vela que Fuller antepone la eficacia dramática y "su pro­ pia fruición como narrador" a toda idea de "verosimilitud" o de "probabilidad estadística", que presta más atención a la lógica interna de los persona­ jes y las situaciones en que se un nombre tan alejado habi­ Secker & Warburg, Londres, ven envueltos que a cualquier tualmente del género -a pesar 1972), le dedicase un intere­ pauta impuesta desde el exte­ de la precursora Scarface, el sante capítulo. Pero estamos rior, provenga de la tradición o terror del hampa (S cmface, acostumbrados a su ausencia, de una moda. Escuchar a Fu­ Shame of a Nation, 1932)­ como a que todavía haya dic­ ller contar o describir una pelí• como el de Howard Hawks. A cionarios que le ignoran, y en­ cula, tanto ya realizada como continuación, se van añadien­ cima durante los últimos años sólo escrita o meramente ima­ do obras de Robert Siodmak, ha caído un tanto en el olvido. ginada, o leer las entrevistas Billy Wilder, Fritz Lang, Otto largas -en las que se dedica a Preminger, Raoul Walsh, Jules Ahora bien, y en buena medi­ hacer eso en cuanto le dejan Dassin, John Berry, Anatole da porque Fuller es un cineasta sus interlocutores- demuestra Litvak ... hasta llegar a cineas­ "disidente" y rebelde frente a el carácter eminentemente vi­ tas exóticos como J acques las normas -todas, desde las su al y efectista de su inventi­ Toumeur, John Brahrn, André narrativas a las estéticas, desde va, y lleva a sospechar que se De Toth, Joseph H. Lewis, las que rigen los géneros a las le ocurren las ideas a un ritmo Phil Karlson o Edgar G. Ul­ que determinan los raccords, muy superior al que es capaz mer, pero muy raramente se desde las que conforman lo de contarlas, tanto oralmente piensa en Fuller. que hoy se llamaría politically como, más tarde, en la panta­ correct y antes "progresista" lla, impresión que sus pelícu• Por eso no acaba de ser escan­ hasta las que definen en cada las menos conseguidas confir­ daloso, aunque a mí me resulte momento lo que la sociedad man, en especial algunas de un poco extraño, que el nom­ entiende por "buen gusto" y las últimas basadas en sus pro­ bre de Fuller ni siquiera apa­ está dispuesta a aceptar de pias novelas.

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