LA NACION. — Domingo 13 de octubre de 1935 \La cuestión de las leyen das Por AZOPIN que una cosa es afirmar, que una desarreglada indignación. una nación ha tenido tales o Panegiristas suyas, como’ el pri­ cuales rasgos condenables, ex­ mer marqués de Pidal. lo reco­ clusivamente ella, en toda Eu­ nocen. “El enójo y la-pasión ropa, y otra el aseverar que d- se dcrcubren en todas sus ges­ ígual modo se han dado eso^ tiones—escribe el marqués, re­ rasgos en los demás pueblos eu firiéndose al Re}’—y1 predomi­ ropeos. No es exclusiva de Es­ nan en todas las escenas de es­ paña la antigua dureza en las te drama singular”. Durante costumbres. General era la su gestión ministerial pudo An­ crueldad en las demás naciones tonio Pérez é'tar al habla se­ de Europa. Condenamos la cretamente con Flandes. No crueldad en un país, sea el que sabemos lo que se proponía sea, y la condenamos en todos Nos és también imposible ase- los países. Planteada así la cues­ gútar qué clase de relaciones tión, sin exclusividades denlgra- mantenía con el príncipe Car- torias, bien podemos hacer la Ids. El asunto de Madrid es crítica de vicios, corruptelas v un misterio. En Zaragoza re tiranías nacionales, ¿a dónd" pretehdló, por parte del monar­ nos encaminaría una continuada ca, que se conculcaran todas las hipérbole entusiasta? ¿Cuál po-* leycS y fueros del reino. Se dría ser la historia basada en oponía a ello la justicia. La una sucesión de lrrazonados su­ justicia estaba de parte de An­ perlativos? tonio Pérez. Se trata de un pro­ blema esencialmente jurídico, y No, no es ese el camino. Los como problema jurídico debe ser hechos están patentes. No pue­ estudiado. No lo han hecho así den ser negados. Se habla, por ni Luperclo Leonardo de Ar- ejemplo, de la intervención de gensola, ni los escritores moder­ España en América. Corrientes nos que le han seguido. No lo existen ahora de exaltadas loan- hace así tampoco el aludido es­ zas. Pero por una parte nos en­ critor francés. Sólo un libro co­ contramos al historiador impar­ nocemos en que la cuestión se tial y por otra al apologista des­ estudia minuciosamente y a fon­ enfrenado. Deberemos, por lo do. Libro as éste que no figura tanto, conducirnos con sumo tac­ Bartolomé de Las Casas en las bibliografías de la ma­ to. ¿Perderá algo España con teria ni hemos visto citado por que expongamos la verdad? “Cartas íntimas”, Pi y Margall fué ocasionado por dos hombres: ningún historiador. Aludimos Alegaremos que crueldades las expone sus juicios sobre Améri­ Las Casas y Antonio Pérez. con estas palabras al juriscon­ han cometido—y acaso más que ca. En el último de los libros Bartolomé de Las Casas, adole­ sulto aragonés don Manuel La- España—otras varias naciones. citados se condensa todo el pen­ cía de humanitaria alucinación sala y a su estudio publicado Pero cuando hayamos dicho tal samiento pimargalllano. Sí bello Nos resistimos a cre.er que to­ en 1867. Quien desee estudiar cosa ¿habremos suprimido en Es­ es el estilo, más bella es la sus­ mara en consideración sus exor­ la cuestión de Antonio Pérez, paña un ambiente condenable? tancia intelectual en esas pági­ bitancias, sus zarabandas fan­ la cuestión de las alteraciones Páginas magníficas ha escrito nas. Abramos el volumen y ve­ tásticas de cifras, sus formida­ aragonesas, tendrá que recurrir, Castelar sobre el tema. remos cómo el autor se expre­ bles deformaciones de la reali­ para ser imparcial, a esta obra. sa acerca de la colonización dad, un hombre inteligente de Argensola es parcialísimo. No Pi y Margal 1, conocedor americana. “Nosotros—escribe Pi Francia, Inglaterra o Alemania. conoce el derecho de su país. profundo de la historia de y Margall— no hemos nacido El propósito en Las Casas era No está versado en el compli­ América, ha escrito en cam­ para colonizadores; debemos, humano y justo. La forma en cadísimo problema de los Tue­ bio otras que pueden oponerse más que nos pese, confesarlo. No que lo encaminaba era desati­ ros. Reconoce él mismo su par­ i las anteriores. En su “América hemos sabido nunca hacer ni nada. En cuanto a Anton:» Pe­ cialidad. Ingenuamente dice que antecolombiana", en su "Diálogo la ventura de los colonos, ni la rez, la cuestión es más comple­ en Zaragoza habló a los parti­ entre Guatimozín y Hernán nuestra. ¡Qué no hubiéramos ga­ ja. darios del monarca “diciéndo- Cortés”, en su libro postumo nado si a la gloria de haber les que no era tiempo de mos­ descubierto la América no hu­ No se sabe a ciencia cierta trarse tímidos, sino de hacer en biésemos querido añadir la de lo que haya de verdad en las servicio del rev todo lo posi- HERNAN CORTES conquistarla!” Y añade: “Los relaciones de Pérez y el mo­ colonos ¡ay! los colonos pasaron narca. Hombre inteligente, es­ ble”. No son, por lo tanto, ni to? Si hubiese en la nación in­ por los más duros sufrimientos forzado y decidido, sí lo era el la justicia, ni la ley, ni los fue­ glesa ambiente propicio, acaso y las más crueles amarguras primer Ministro. Se le puede ros a quienes quiere servir Ar- pudieran, ser eficaces los cona­ Esclavos fueron; los que no se reprochar su afición al fausto. gensola. Su pensamiento está tos de estos impugnadores. Se­ vendieron como tales quedaron Espíritu de granjeria lo tienen puesto en el monarca. rían estériles en absoluto si fa­ Felipe H, cuadro del Tiziano (Museo del Prado, Madrid) repartidos entre codiciosos enco­ muchos políticos. No por ello, Ahora vengamos al caso de llara el ambiente. No olvide­ menderos que difícilmente se sí son inteligentes, si miran por las leyendas. Dos hombres, se mos que monarcas españoles in­ Madrid 1935. ciación objetiva se daba un salto avenían a considerarlos hombres. dice, Antonio Pérez y Las Ca­ tentaron reducir a la unidad E suele hablar ahora en el bien común,, se les reprocha. a la hipérbole laudatoria. A trabajos superiores a sus Libros y documentos sobre el sas, promueven el desprestigio espiritual a Europa. Acaso ese J España de la Leyenda de España en Europa. España intento—y no los coloquios de negra. Se ha adelantado ¿Leyenda negra? ¿Leyenda fuerzas se los condenaba, lleván­ problema de que tratamos abun­ doles a lamentable y prematura dan. En los últimos años, cier­ era entonces grande y fuerte. Pérez y las soflamas de Las Ca­ mucho en la investiga- dorada? En 1899, Emilia Pardo Su predominio mostrábase in­ sa''—fué el origen de la irrita­ n de lo pasado durante los úl- Bazán daba una interesante con­ muerte. Espantan las crueldades to escritor francés ha dado a que con ellos ejercimos”. Y a las prensas- un libro que pre­ contrastable. Figurémonos que ción de Europa contra España. íos veinte años. Se conocen ferencia en París. En esa ora­ hoy, en Inglaterra, magna y El problema es más arduo de jor la política, las letras, las ción, entre otras cosas, decía seguida el autor agrega: “Ríete tende ser definitivo. El caso de las sabias y previsoras leyes tlene dos partes: las ocurrencias poderosa nación, cual antaño lo que suponen los laudatores J es. el medio social de los si- la escritora que la leyenda do­ de Indias. No regían allí sino España, un presidente del Con­ del pasado. Hombres modernos, s XV, XVI y XVII. Se ha im- rada, la hermosa y heroica, nos de Madrid y las alteraciones jas que redundaban en daño de de Aragón. Es evidente que Fe­ sejo rompe con la Corona y se atentas a la justicia en todas | feto en «historia un criterio de ha hecho más perjuicio que la los indígenas; las otras las bur­ marcha a París. En París dis­ las latitudes, condenadores de I jarciaüdad. Pero al mismo lipe H se excedió en la saña Leyenda negra. En este asunto laban con cínico descaro los con­ persecutoria. Cosa muy seria trae en papeles y coloquios a la violencia en todos los países, npo que se realizaba este delicadísimo de las leyendas con­ quistadores y sus descendientes, debió de haber en el fondo su antiguo señor. Al mismo no habremas de considerarnos mee de critica serena, ciertos viene establecer una distinción que se tenían por poco menos cuando en la mente del rey se tiempo, un publicista, henchido ni ligadas a lo pretérito por un ■tidos políticos se iban apo- Ante todo, sentemos que el pa­ que por señores naturales de la produjo tan abrumadora obse­ de espíritu humanitario, anate­ pacto ineludible. Vayan estas I •ando de ese pasado para ser- triotismo, aún el más puro—y si tierra”. sión. La majestad serena dejó matiza la colonización inglesa. líneas como correctivo, por nues­ intereses de bandería. De la es puro con más razón—, no em- de ser majestad. Felipe dió a ¿Podrán estos dos hombres cau­ tra parte, a las exageraciones se suele decir que el despres­ sar el deslucimiento de Ingla­ e hipérboles de los tradiciona- tica ecuánime se pasaba a la pece_ .. - a_ las__ _______críticas ____________de las mácu- ANTONIO PEREZ Eur°Pa el espectáculo ridículo caltada apología. De la apre-las nacionales. Después decimos tigio de España en el extranjero y odioso, al mismo tiempo, de terra ante el mundo? ¿Hasta listas. PI I MARGALL qué punto lograrían su inten­ A. AGUAFUERTES GALLEGAS ‘ — fV^o, ciudad-g>ente cordial, seria y Lo que declaró a un cronista, Haile tref lexiva-un contraste con Andalucía _ Selassie, días antes de la guerra Por ROBERTO ARLT COMO ES HAILE SÁLASSIE italiano cortado en dos por .la L emperador Haiie Sa- “No deseo la guerra; pero si estalla..
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