LUIS MORÓTE Sagasta. Melilla. Cuba ft, PARÍS SOCIEDAD DE EDICIONES LITERARIAS Y ARTÍSTICAS Librería Paul Olltndorft 50, CHAUSSÍE D'ANTIN. 50 1908 o-, !..i/r-'r :' ¿ HIJO 3Í.'. -, . u. :UM OBRAS DEL MISMO AUTOR La Libertad en los Tiempos antiguos, en la Edad Media y en los Pueblos modernos. Las anomalías de los criminales (Antropología penal). La Moral de la derrota. La Muerte de los Dioses, por Dimitry Mcrejkowsky : traducción y prólogo de Luis Morote. El Instituto del Trabajo. (En colaboración). El Pulso de España. Pasados por Agua. Los frailes en España. Rebaño de almas (El terror blanco en Rusia). La Duma (La revolución en Rusia). Teatro y Novela. EN PREPARACIÓN SALMERÓN. — Los republicanos. — La Solidaridad catalana. CANALEJAS. — El anticlericalismo. — La Iglesia y el Estado en España. MAURA. — La acción social de la derecha. — Las elecciones. PABLO IGLESIAS. — El socialismo español. AZCÁRATE. — La obra de la cátedra. — El régimen parla mentario, GINER DE LOS RÍOS. — La Institución Libre de Enseñanza. — La cuestión pedagógica en España. t•s propiedad. Derechos reservados. SAGASTA PRELIMINAR EL BOMBARDEO DEL CONGRESO EN 1856 E\ día 14. de julio de 1856 amanecieron los espa ñoles sin Constitución, sin derechos individuales, sin tener al trente del Gobierno al que era ídolo popular, general Espartero, con la ley Marcial publicada por todas las esquinas, en plena dicta dura... Por uno de esos golpes de teatro, tan fre cuentes en aquella época, la reina habia admitido ó por mejor decir, había arrancado la dimisión al Duque de la Victoria, confiando la presidencia del nuevo Ministerio al general O'Donell. Comenzaba el duelo á muerte entre el partido progresista y la dinastía, que acabó con el destronamiento de Isa bel II, con la revolución hecha al grito de ¡ Abajo los Borbones! D. Práxedes Mateo Sagasta era á la vez diputado y comandante del batallón de ingenieros de la Milicia Nacional de Madrid. Como miliciano, como hombre del morrión, aunque en lo que menos pen sase era en combatir, ocupó con sus tropas ciuda danas las posiciones que le indicaba el alcalde, pri mero para rechazar el choque posible con el ejército 4 SAGASTA de guarnición en Madrid y de los cantones inme diatos que se habían llamado á escape. Como dipu tado, acudió poco después al Congreso para ver qué partido se adoptaba en son de protesta contra los hombres de Vicálvaro , contra los que hicieron antes la revolución del 54 y ahora hacían la contra revolución del 56. ¡ Benditos tiempos aquellos en que los políticos tejían y destejían la historia de España por un capricho de su graciosa soberana que al fin tuvieron que arrojar ! Las Cortes Constituyentes — en España nos hemos pasado cerca de un siglo constituyéndonos y toda vía no hemos concluido ni gozamos de un Estado liberal y europeo — estaban en suspenso, no funcio naban. El Gobierno consideraba más cómodo pasarse sin ellas evitándose disgustos, censuras, interpela ciones. Pero en aquel día 14 de julio, los pocos diputa dos que se habían quedado en Madrid á pesar de los calores del verano, recibieron un aviso del Presi dente de las Cortes, rogándoles la asistencia á una sesión extraordinaria. Se reunieron en junto 92 di putados de 4oo y pico que componían el Congreso y en seguida se presentó una proposición de censura á O'Donell que llevaba las firmas de Madoz, Calvo Asensio, Lasala, Salmerón (D. Francisco), Matheu, Ramón Perez y Sagasta. En esa proposición se declaraba ilegítimo, ilegal, faccioso al Gobierno del Duque de Tetuán. Y la apoyó Calvo Asensio entre los aplausos de la Cámara y los aplausos de la tribuna pública, patentizando el desafuero , el agravio que suponía el hecho de no estar el Gobierno en el banco azul. EL BOMBARDEO DEL CONGRESO 5 Eso exigía venganza y guerra. Todos estaban con formes, todos se sentían peleadores y heroicos. Y tras las palabras inflamadas de Calvo Asensio se votó la proposición convertida en Mensaje al Trono. ¡ Á Palacio ! ¡ Á Palacio ! gritaron aquellos buenos progresistas que aun creían en la rectitud de la reina y en su constitucionalismo, considerándola cautiva de los enredos é intrigas de O'Donell cuando era éste el instrumento de su perfidia. En aquellos días, como siempre, las crisis se urdían en las sacristías y en los conventos. ¡ A Palacio ! Era más fácil decirlo y votarlo que ponerlo por obra. Las Cortes estaban sitiadas, las Cortes eran prisioneras del Duque de Tetuán. En tanto que aquellos señores deliberaban, el Gobierno, presumiendo lo que se tramaba y considerando á las Cortes facciosas, rebeldes, ilegales por haberse reunido sin su licencia y contra su voluntad, les intimó la disolución inmediata, el desalojamiento del edificio, y viendo que no lo efectuaban sacó O'Donell las tropas á la calle, cercó y sitió el Con greso, y enfiló los cañones al que dos años antes llamaba pomposamente en manido discurso el Templo de las Leyes. ¡ Pobre Templo ! Empezó el bombardeo en toda regla y á la propia hora que milicia nacional y ejército se zurraban lindamente sin saber bien por qué, caían granadas en el Con greso para mayor honor y gloria de la monja y del confesor que regían á la reina y, por tanto, manda ban en España. Como no pretendo dar proporciones épicas á aquellos vergonzosos acontecimientos tan usuales 6 SAGASTA en España, dejaré la palabra al Diario de Sesiones que los describe sobriamente. « Continuando un horroroso fuego de cañón y de fusilería, subió á la Mesa el señor Pastor como de mayor edad, y apenas tomado asiento, llegó el señor vicepresidente Portilla y ocupó la presidencia. En este momento y siendo cada vez más nutrido el fuego y penetrando cascos de granada en algunas habitaciones del Congreso, entró una. en el salón de sesiones, que cayó en el tercer banco detrás del de los ministros, junto al señor Sagasta, y cayeron sobre la mesa donde estaba sentado á la derecha el secretario Gonzalez de la Vega, los grue sos cristales de la ventana por donde el casco de granada había entrado. El casco y los cristales fueron recogidos, y el Sr. Sagasta pidió que el hecho constase en el acta. » Se produjo, como es natural, una confusión ho rrible, muchos diputados corrieron á las puertas por que nadie les había enviado allí á ser mártires de la libertad, y en aquel momento Sagasta pronunció palabras que escritas están en el Diario de las Sesiones y que se adelantaron en algunos años á la frase y al gesto de Mr. Dupuy en la Cámara de diputados ¿francesa al caer de lo alto una bomba anarquista. Sagasta contuvo el movimiento de dis persión diciendo con sencillez : Continuemos en nuestros escaños con la misma serenidad que hasta aquí. Es nuestro deber. Ese era el hombre, un hombre que jamás se apuró por nada ni dió desmesurada importancia á EL BOMBARDEO DEL CONGRESO 7 cosa alguna. Cuando se pasa revista á la historia de todo aquel período accidentado y desastroso, y se lee que Sagasta tuvo que huir de Madrid para escapar al consejo de guerra que se le formó ; y se recuerda que el 66, cuando los sucesos del 22 junio, fué con denado á muerte en garrote vil como en los felices tiempos del absolutismo ; y se estudian las páginas de la vida de Sagasta como conspirador, como dipu tado de una oposición no contratada, como director de La Iberia á diario denunciada durante meses y años ; y se le contempla cual gobernante de mano dura en la época de la revolución pues fué uno de los pocos que supo lo que es mandar en medio de tantos y tantos ilustres personajes muy superiores á él en inteligencia pero entregados á un sueño de libertarismo idílico y romántico, al que apenas si escaparon Prim en los comienzos de la Gloriosa y Castelar en sus postrimerías ; y por último se le ve hasta un mes antes de morir en 19o3 continuar rigiéndonos, aunque mal, pero sin que nadie lo tirase y eso que era el responsable primero de la derrota, de la pérdida de las colonias, del tratado de París, se explica uno lo que llegó á ser Sagasta en este país y por qué gobernó más que nadie... En los primeros años de su vida pública, cuando se conquistan las posiciones para siempre y se gana la popularidad á prueba de desgracias y se afianza la fama, entonces Sagasta hizo lo que todos los gobernantes que primero fueron rebeldes y aventu reros : poner el cuerpo á los embates de la batalla por el poder. Quiso, y lo que quiso lo logró á fuerza de tesón y de voluntad, aprendiendo á pegar sólo 8 SAGASTA porque había recibido muchos palos. Los críticos de su conducta tienen que mitigar las censuras al reparar que probablemente hoy ninguno de ellos reñiría con la tranquilidad de su hogar, las comodi dades de su posición, y se expondría, aunque no hubiera de ejecutarse nunca, á ser condenado á la pena de garrote vil ó siquiera al juego de ver como caían bombas á su lado en el Congreso. Y evocando aquellos recuerdos de su existencia de luchador, quisiera uno que las generaciones presentes tuvie ran un poco más de temple en el alma para dispo ner del derecho de juzgar con mayor imparcialidad su obra de gobernante con todos sus funestos erro res y sus tremendas caídas. Algo tiene el agua cuando la bendicen, y si por otros títulos no se com prende tan gran encumbramiento y tan duradero, si que se explica atendiendo al conjunto de todas sus cualidades positivas y negativas, que hasta éstas le aprovecharon en su increíble fortuna.
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