Las lenguas de la Amazonía boliviana: presentación y antecedentes Mily Crevels y Pieter Muysken 1. Introducción1 En este tomo II de Lenguas de Bolivia se presentan las lenguas de la Amazonía boliviana, que corresponden tanto a lenguas aún no clasificadas como a lenguas que pertenecen a familias lingüísticas ya establecidas. En casi todos los casos se trata de lenguas con un alto grado de peligro de extinción. Para este tomo colaboraron lingüistas y antropólogos de Alemania, Argentina, Francia, Holanda, y Perú. Hasta hace poco las lenguas de la Amazonía boliviana no habían sido estudiadas muy detenidamente. Durante su estadía en Bolivia, el Instituto Lingüístico de Verano (ILV) (1954-1985) desarrolló materiales educativos para la enseñanza y aprendizaje de un número de lenguas amazónicas,2 capacitando a la vez a maestros bilingües de las propias comunidades que hablaban estas lenguas. Además, se produjeron un número de esbozos gramaticales dentro del marco tagmémico, un marco teórico desafortunadamente poco accesible. Para otras lenguas sólo existían listas de vocabulario coleccionadas desde el siglo XVIII y observaciones pre- liminares sobre la base de estas listas. En el período en el cual el ILV estuvo presente en Bolivia, se produjeron alfabetos para algunas de estas lenguas, pero en los últimos años estos abecedarios fueron revisados y otros elaborados con la participación directa de hablantes de las respectivas lenguas. En el proceso éstos contaron con una formación básica y con apoyo y orientación especializadas; todo ello ocurrió en el marco de la Reforma Educativa, iniciada en 1994, cuando un equipo de lingüistas de procedencia diversa trabajó bajo la dirección de Colette Grinevald, entonces en la Universidad de Oregón, Estados Unidos, y en interacción permanente con las organizaciones y líderes de los pueblos en cuestión. La inspiración inicial para algunas investigaciones presentadas en el presente tomo fue el proyecto de investigación Bolivia/Rondonia que se llevó a cabo en la Universidad Radboud de Nimega (anteriormente llamada Universidad Católica de Nimega) dentro del ramo del Programa Spinoza Léxico y Sintaxis, y, a partir de 2000, se han realizado una serie de investigaciones de campo por equipos de varios países. Las lenguas tacanas fueron estudiadas por lingüistas de la Universidad La Trobe (Melbourne, Australia) y siguen siendo estudiadas en Francia por un equipo del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) y la Universidad 1 Esta introducción se basa parcialmente en Crevels (2002 y 2009). 2 Durante su estadía en Bolivia, el I LV hizo trabajos sobre las siguientes lenguas amazónicas: chácobo, pacahuara, ese ejja, cavineña, araona tacana, ignaciano, baure, itonama, cayubaba, y movima. 14 lenguas DE BOLIVIA Lumière Lyon 2. En Holanda, el equipo de la Universidad Radboud de Nimega ha estado trabajando en las lenguas no clasificadas y en la lengua arahuaca baure, en la que sigue trabajando actualmente un equipo de la Universidad de Leipzig (Alemania). 2. La Amazonía boliviana La Amazonía boliviana –la ecorregión sudoeste de la Amazonía– está subdividida en distintas subregiones ecológicas, tales como el piedemonte,3 la selva densa del noreste, y las pampas benianas. La mayoría de los ríos más importantes de Bolivia se encuentran hacia el norte de esta región, sobre todo en el Alto Beni, donde la tierra es apta para cultivos como café y cacao. Desde una perspectiva político-administrativa, los departamentos de Pando y Beni y el norte de los departamentos de Cochabamba y La Paz forman parte de la Amazonía boliviana. Desde una perspectiva ecológica, el norte del departamento de Santa Cruz también pertenece a la región –por ser parte de la misma cuenca hidrográfica del Amazonas; sin embargo, desde una perspectiva sociológica, pertenece más bien al llamado Oriente, igual que el resto del departamento de Santa Cruz (cf. Lema 1998). Desde una perspectiva lingüística y cultural, la Amazonía boliviana pertenece al área Guaporé-Mamoré (cf. Crevels & van der Voort 2008), la gran área irrigada por los ríos del mismo nombre, sus afluentes y cabeceras, comprendiendo las tierras bajas bolivianas y el estado federal de Rondonia (Brasil). En las tierras bajas tropicales drenadas por el Mamoré y el Guaporé (llamado Iténez en Bolivia) se hablan más de 50 distintas lenguas indígenas, representando a numerosas familias lingüísticas y lenguas no clasificadas que probablemente constituyen lenguas aisladas. Por lo tanto, lingüísticamente la región es una de las más diversas de Sudamérica e incluso del mundo. 3. Pueblos indígenas amazónicos Los pueblos de la Amazonía boliviana entraron en contacto con la sociedad occidental por primera vez en el siglo XVI (1536-1537), cuando las primeras expediciones españolas con exploradores y conquistadores pene- traban el área en busca del oro de El Dorado. Fueron seguidas inmediatamente por las expediciones desde Santa Cruz en busca de mano de obra esclava. Aunque normalmente estas expediciones no se quedaran mucho tiempo en el área de Mojos, permanecían el tiempo suficiente como para contaminar a las poblaciones nativas con pestes epidémicas y desequilibrarlas llevándose hombres jóvenes y fuertes. A finales del siglo XVII, los jesuitas, en busca de almas, constituyeron el tercer grupo que entró a Mojos. Después de la expulsión de los jesuitas en 1767, los habitantes indígenas de las misiones fueron tratados a menudo de una forma más que inhumana por el clero local y los administradores gobernantes. La cultura misionera terminó cuando, a finales del siglo XIX, el auge del caucho o goma atraía a colonos blancos, criollos y mestizos en suficientes números como para arrollar la cultura indígena –por lo menos en la medida en que todavía existía. Los indígenas resultaron cada vez más marginados de la sociedad occidental que se había desarrollado en las regiones urbanas, y en las que el dominio del castellano, la riqueza, y una piel clara se habían convertido en los principales valores. Obviamente, cuatro siglos de contacto con la cultura occidental han aniquilado las culturas tradicionales en su mayor parte, causando la desaparición de muchas lenguas en el proceso (cf. Crevels 2002). Hasta los años 1990 la relación entre los grupos nativos y el gobierno boliviano estuvo basada en la ex- clusión de los propios indígenas de la sociedad envolvente, resultando a veces incluso en la exterminación. Sin 3 Tome nota que el capítulo sobre el leko y el capítulo sobre el mosetén/chimane (tsimane’), lenguas habladas en el piedemonte, están incluidos en el tomo I, Ámbito andino. El capítulo sobre el yurakaré, otra lengua que fue hablada en el piedemonte, y cuyos hablantes se desplazaron hacia el noreste (TIPNIS, Mamoré y sus afluentes superiores) bajo la presión de la colonización de sus tierras por colonos andinos, figura en el tomo III, Oriente. presentaciÓN Y ANTECEDENTES 15 embargo, esta relación cambió a principios de los años 90, cuando el Estado empezó a tomar en cuenta las demandas de los pueblos indígenas. Las marchas de 1990 y 1996, realizadas en demanda de reivindicaciones territoriales, han llevado al reconocimiento del hecho de que la lucha por el territorio constituye la base de todas las demandas indígenas y, por lo tanto, debe ser priorizado. Al final del milenio, la Amazonía boliviana no sólo había capturado la atención del Estado, sino también la de la sociedad civil. En el contexto de la des- centralización administrativa, por un lado, y el creciente interés de las ONG, por otro lado, la atención por los problemas indígenas regionales y locales ha crecido considerablemente. La mayor parte de la población indígena de la Amazonía boliviana vive en áreas rurales, donde las prin- cipales actividades de producción y subsistencia incluyen la agricultura, la caza, la pesca, la producción de alimentos en pequeña escala para autoconsumo, el intercambio o venta, el aprovechamiento de la madera, la recolección de productos forestales no maderables, tales como la castaña y el palmito, etc. La agricultura de roce y quema rinde, entre otros, los siguientes productos para el autoconsumo, intercambio o, a veces, la venta: arroz, maíz, yuca, caña de azúcar y frejol. En general se cultivan muy pocos vegetales en la Amazonía boliviana y las hortalizas –si las hay– se limitan en la mayoría de los casos a cebolla y zapallo (calabaza). Entre las frutas que se encuentran en los canchones y chacos figuran, entre otras: la toronja (pomelo), el plátano, el guineo, la papaya, el mango, la naranja, y la sandía. Aparte de los pueblos que se mencionan en la sección 4, es posible que haya aún algunos grupos no con- tactados en la Amazonía boliviana; o sea, grupos que han optado por vivir en aislamiento voluntario o forzado, evitando así el contacto con otros grupos indígenas y la sociedad boliviana. Así, se dice que a la hora de la conquista española, en el siglo XVI, los toromonas, supuestamente un grupo tacana bajo el mando del cacique mítico Tarona, formaron una barrera sumamente eficaz contra la incursión europea en la parte meridional de la Amazonía. El genocidio a raíz del auge del caucho (1880-1914) borró a los toromonas no contactados de los registros oficiales. Hoy todavía no está claro si el grupo pereció durante el auge del caucho o si se retiró a partes inaccesibles de la selva. Hay rumores de que hay un grupo misterioso deambulando por la selva al sur del territorio de los araonas en Puerto Araona (provincia de Iturralde, departamento de La Paz). Sigue siendo un misterio si se trata efectivamente del grupo ‘fantasma’ toromona o de otro. Además, hay rumores sobre otros dos posibles grupos sin contacto en la región fronteriza entre Bolivia y Perú, a saber, ese ejjas (tacana) y nahuas (pano). Según el antropólogo francés Mickaël Brohan, todavía existen familias araonas (tacana) no contactadas en la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Araona, algo que ha sido confirmado por la Organización del Pueblo Indígena Mosetén (Fischermann 2007: 255).
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