MEMORIA POR CORRESPONDENCIA : con: 8600 MEMORIA POR CORRESPONDENCIA Memoria por correspondencia Emma Reyes Prétoso Carolina Sanin ISBN 978~958-5474~47-5 Laguna Libros Fundacién Arte Vivo Otero Herrera wwwlagunalibros.com www.favoh.org Coleccién Laguna Clasica Séptima Eprcx6n: Bogotd, abril de 2019 Primera Bpici6n: Bogotd, abril de 2012 ImpresiON Legis s.a. FUNDACION IMPRESO EN COLOMBIA ¢ PRINTED IN COLOMBIA ARTE VIVO OTERO Los dibujos que acompafian estas cartas, realizacos por Emma Reyes, fueron enviados — HERRERA i alo largo de varios afios a la familia Arciniegas por la artista. | LAGUNA+LIBROS AGRADECIMIENTOS La Fundacién Arte Vivo Otero Herrera y Laguna Libros agra- decen a Gabriela M. Arciniegas, Gabriela A. Arciniegas, Andrés Felipe Ortiz, Luisa Fernanda Herrera, Jacqueline Desarménien, a la Fundacién Cultural German Arciniegas, a todas las perso- nas que contribuyeron a la publicaci6n de este libro, y a todo el equipo de la Agencia Literaria Casanovas y Lynch que ha hecho posible que lectores de todo el mundo accedan a este testimonio. is PROLOGO MEMORIAS FUERA DE LA MEMORIA Carolina Sanin El que privilegiemos los tiempos verbales del pretérito para escti- bir historias (son escasos los relatos narrados a través de verbos en presente, y su efecto suele ser confuso y tedioso) me hace pen- sat que la narrativa aspira a inscribir en la memoria de la lectora un recuerdo, en lugar de ofrecer a su imaginacién una experien- cia que se viva en el presente de la lectura. Se me ha ocurrido que las historias que leemos pasan directamente del pasado del texto a nuestro pasado, sin nunca ser actuales para nuestra percepcién. Las historias se reescriben en nuestra memoria mientras leemos, y esen la memoria donde podemos ver lo que en ellas se dice que sucede; lo vemos con la textura, la definicién y él tono que tienen los recuerdos, y no con el colorido de las fantasias, las visiones o las alucinaciones. Si leo en la primera carta del relato de Emma Reyes: «Cuando yo terminé el mufieco de barro, él lo tomé, sacé su medio cuchillo y con la punta le hizo dos huecos en la cabeza, que eran los ojos, y otro mas grande, que era la boca», el acto des- que en la memoria de la lectora subsista una sensacién (etristeza?, crito no aparece delante de mi, sino que ya aparece detris de mi, esoledad?, zencierro?) con mucha mayor fuerza que los hechos. Estoy recordandolo aun cuando Io leo por primera vez. Hay cierta contradiccién en el contenido del texto que pue- Esta teorfa m{a es incierta, y en todo caso su defensa seria de de incidir también en la dificultad de su insercién en la memoria. poca monta para el disfrute de la lectura. La enuncio porque la he El Ambito (la atmdsfera, los escenarios, las condiciones) que el relato revisitado al enfrentarme con cierto problema que me plantean las de Emma Reyes recrea a través de la cuenta de lo recurrente —de memorias de Emma Reyes, a saber, que se me olvida facilmente las acciones sdlitas, contadas en imperfecto— es insdlito; esta con- casi todo lo que ellas contienen. Incluso después de haber leido formado pot lo excluido, lo marginal, lo invisible, y lo rara y dificil- el libro por tercera vez, no se me pega a la memoria consciente mente representable. El Ambito de Memoria por correspondencia es lo que la autora cuenta que le sucedié, y me es imposible repe- el de una casa sin aire, el de una convivencia en la que se ignora sila tirlo al dia siguiente de haberlo leido. Quiza esta circunstancia mujer con quien se vive es la madre y se la recuerda como «una enor- se deba a que, mucho mAs que acciones relatadas en el pretérito me mata de pelo negro que la cubria completamente y que cuando simple (llamado también «indefinido»), el libro contiene acciones lo llevaba suelto yo daba gritos de miedo y me escondia debajo de contadas en pretérito imperfecto. Antes de que la autora cuente la dnica cama», el de la servidumbre en un convento y asilo donde se sobre el mufieco de barro que fabricé —-primer acontecimiento asume un destino sin direccidn, el de los hacinados que se desco- del libro—, ha descrito en tres paginas una circunstancia y un nocen entre si, el los nifios con hambre perpetua, Aunque el preté- escenario: «La casa en la que viviamos se componia de una sola tito imperfecto se usa para contar la habitualidad, los habitos que y Gnica pieza muy pequefia, sin ventanas y con una tinica puerta en el libro se describen son tan ajenos a las habitaciones humanas que daba a la calle», «Nuestra vida se pasaba en la calle», «Todas que el tiempo verbal no nos remite a la descripcién de costumbtes, las mafianas yo tenia que ir al muladar que estaba detrds dela sino que parece cumplir otra de sus funciones: la narracién de los fabrica para vaciar la bacinilla que habiamos usado todos durante suefios y las pesadillas. la noche», «Tenfa que caminar casi sin respira, con los ojos fijos En castellano contamos los suefios en imperfecto, como se sobre la caca». En el resto del libro, la descripcién de condiciones cuentan las acciones recurrentes del pasado. «Sofé que camina- —en pretérito imperfecto— predomina también sobre el recuen- ba por los cuartos de una casa», decimos, y no «Caminé por los to de anécdotas —en pretérito simple—; es posible que, por ello, cuartos de una casa», por ejemplo. Por ser insdlitas y extrafas los acontecimientos se desdibujen en medio de las atmésferas, y para mi (y creo no ser abusiva al suponer que para la mayorfa de 10 VW los lectores), quizd las circunstancias que se describen en imper- nada mas que la reiteracién de unos hbitos y el sefialamiento de la fecto en Memoria por correspondencia se perciban como las ima- imposibilidad de esos habitos). Quiza, también, la dificultad para genes de un suefio y no se transmitan del pasado del texto ala recordar lo sucedido en la miseria se deba a que, precisamente, en memoria consciente, sino que se transmitan del increible pasa- la miseria no hay sucesién —no hay tiempo sucesivo—-. Salvo por la do del texto a la memoria onirica. Es posible que por eso la lec- mencién del tren (que es un tren que ella no conoce y que la deja tora recuerde el libro de manera tan nebulosa y deficiente como abandonada), los Ambitos en los que, segtin su relato, Emma Reyes recuerda el contenido de una pesadilla, y que ante lo narrado sea crecia (o mejor, en los que no crecia) en el siglo xx, en el barrio San como la nitia protagonista del libro, para quien la noche y el dia se Cristébal de Bogota, en un pueblo y en un convento de Colombia, indistinguen («Yo tenia todavia el mismo vestido sucio de barro, podrfan ubicarse en uno u otro lado del océano, hoy o hace siglos dormfamos siempre vestidas»). Una implicacién de mi incapaci- o en el futuro distépico. La carencia de mobiliario, de vestuario y dad para recordar lo sdlito insdlito que cuentan las memorias de de tecnologia hace que la imagen no contrastada de la miseria sea Emma Reyes —y de mi consiguiente concepcién del testimonio practicamente idéntica en cualquier época, y que desubique los esce- de la miseria como el recuerdo rechazado, y mayormente olvida- narios y a los personajes. La representacién de la desposesién y la do, de una pesadilla— seria que no concibo al sujeto de la expe- marginalidad no toma un lugar en el orden de los pretéritos ni en riencia de la miseria como un personaje de la realidad, sino como la sucesién de las épocas, y por tanto le es esquiva tanto ala memo- un personaje del suefio. Estaria yo sugiriendo esta desventura de ria como a la historia, La miseria se abisma en la atemporalidad (y mi propia experiencia social: que el misero existe en mi sofiado y quizas fluya hacia la eternidad: algo puede tener que ver esto con no viviente. Estarfa diciendo que la exclusién del sujeto de la mise- aquel «Bienaventurados los pobres»), El escenario que representa ria no tiene lugar solo en la realidad material, sino también en la Emma Reyes no estd, para nuestra imaginacién, en el pasado de imaginacién y en las operaciones que la literatura hace en ella. nuestro pais ni exactamente en el pasado biografico de la autora; Quizé mi dificultad para recordar lo que leo que ha sucedido estA en un tiempo alternativo ala costumbre y al acontecimiento, en la indigencia se deba a que el escenario de la necesidad no pro- originario y a la vez apocaliptico, que no es posible recordar pero duce efectos para la imaginacién. De la carencia de todo no puede al que es posible volver y en el que se puede caer, fuera de la remi- surgir ningun espectaculo, y dela desnudez por una contradic niscencia y de la esperanza. cién en los términos— no puede recordarse el habito. (Se me ocu- La incapacidad para poner la miseria en la imaginacién o rre ahora que por eso en los yermos de Samuel Beckett no pasa en la memoria no es solo mia (por la relativa abundancia de mi 12 13 entorno y de las vestiduras que cubren mis referentes literarios la historia de nuestra cultura) la experiencia del extremo des- —con la excepcién de los yermos de Beckett y otros pocos—), amparo, del encierro, del asilamiento oscuro. sino general, de las personas que pueden acceder a este libro y Para transmitir la privacién y la exclusién, Memoria por corres- leerlo, y escribir sus propios libros, y para quienes la necesidad pondencia se sustrae al melodrama (no podria ser de otra forma, no ha reemplazado la costumbre.
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