Capítulo 1 / Chapter 1 Socioeconomía de la solidaridad: construcción teórica de nuestro objeto de estudio Socio-economy of Solidarity. Theoretical Construction of Our Subject of Study Resumen En este capítulo nos detendremos a delimitar teóricamente nuestro objeto de estudio, analizando las diversas corrientes que concurren y las numerosas fuentes —tanto teóricas como doctrinarias— que lo apoyan. Atenderemos especialmente la lectura que sobre la relación mercado-sociedad tuvieron los clásicos de la sociología. Nuestra hipótesis es que esta discusión fue central tanto en Marx, como en Weber, Tönnies, Durkheim y Parsons, en sus respectivos marcos teóricos, aunque con carencias notorias e importantes limitantes para dar cuenta cabal de los comportamientos socioeconómicos alternativos. Palabras clave: comunitarismo, doctrina cooperativa, economía social, economía solidaria, socio- economía, solidaridad. Abstract In this chapter we theoretically define our subject of study, analyzing the diverse currents that converge along with the numerous sources, both technical and doctrinaire, that support it. We specifically focus on the interpretation of the relationship between markets and societies found in the sociology classics. Our hypothesis is that this discussion was central in Marx as well as Weber, Tönnies, Durkheim and Parsons, in their respective theoretical frameworks, although with notable and significant limitations for fully understanding alternative socioeconomic behaviors. Keywords: communitarianism, cooperative doctrine, social economy, solidarity economy, socioeco- nomics, solidarity. ¿Cómo citar este capítulo?/ How to cite this chapter? Guerra, P. (2014). Socioeconomía de la solidaridad: construcción teórica de nuestro objeto de estudio. En Socioeconomía de la solidaridad. Una teoría para dar cuenta de las experiencias sociales y económicas alternativas (2a ed.) (pp. 31-104). Bogotá: Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia. Págs. 31-104 Socioeconomía de la solidaridad Presentación del objeto de estudio de la tesis El primer desafío que tenemos por delante es definir con claridad nuestro objeto de estudio, esto es, la socioeconomía de la solidaridad. El desafío responde a que en los últimos años han irrumpido en las ciencias sociales numerosas categorías 32 de análisis que, más allá de las diferencias, intentan —con diferentes grados de éxito— dar cuenta de fenómenos socioeconómicos, que por sus lógicas de acción, sus racionalidades puestas en juego, y los agentes sociales movilizados, no pueden ni deben ser analizados conforme a los patrones clásicos que dan cuenta tanto de la lógica privada capitalista, como de la lógica pública estatal. Podríamos dar un paso más diciendo que esas corrientes han surgido desde diversos ámbitos académicos, con la seria intención de reelaborar los principales supuestos teóricos de los que parte la economía, sobre todo en su versión neoclásica. En efecto, la ciencia económica comienza a desarrollar sus nociones más abstractas con John Stuart Mill a mediados del siglo XIX. La escuela neoclásica (originalmente concebida por Gossen, Jevons, Walras, Bohm Bawerk y Pareto, entre otros), rompe con una tradición económica más ligada a las ciencias sociales, como la que tiene lugar con Smith, Ricardo, Castillón (e incluso el propio Mill, difícil de catalogar en forma simplista), autores estos que intentan descifrar el origen de la riqueza por medio de un fenómeno evidentemente social como es el trabajo humano. Con los neoclásicos, sin embargo, nos sumergimos en posturas distintas orientadas a construir modelos interpretativos del comportamiento, ya no en torno al concepto del trabajo, sino rescatando ahora la categoría del mercado como objeto básico de análisis, pasando desde entonces a una concepción del hombre como homo oeconomicus, desconociendo los aportes de otras disciplinas, incluida la filosofía moral, tan cara a los planteamientos —muy opuestos a los nuestros, sin embargo— del mismísimo Adam Smith.2 Por otro lado, casi sistemáticamente, en el análisis de formas alternativas a las más propiamente capitalistas y estatales, los actores encargados de llevarlas adelante —ante la ausencia de una teoría que logre explicar razonablemente sus 2 En tal sentido, los últimos años han sido testigos de los esfuerzos de numerosas corrientes humanistas en el seno de la economía, por recuperar al Smith moral para entender al más conocido Smith económico. Y si bien es ampliamente conocida en el ambiente académico la integral formación del fundador de la economía, que cobrara notoriedad con su Theory of Moral Sentiments, en 1759, indudablemente el discurso económico contemporáneo no parece tentado a seguir su mismo camino, prefiriéndose la solitaria lectura de su clásico de 1776. El propio Smith hubiera reaccionado ante ello, si tomáramos en cuenta que sus enseñanzas en política económica siempre se realizaron insertas en el curso sobre filosofía moral que dictaba en la Universidad de Glasgow. Socioeconomía de la solidaridad: construcción teórica de nuestro objeto de estudio acciones— han preferido negar la economía. El resultado más contundente en la materia es que muchos sectores han preferido construir una suerte de discurso “antieconómico” que recoge antecedentes incluso en algunas versiones escritas. Evidentemente, al provenir de las ciencias sociales, nuestro intento no será atentar contra la ciencia económica, sino lograr una crítica lo más acertada posible 33 a los efectos de comprender mejor la lógica de acción de una inmensa cantidad de sujetos que no se comportan de acuerdo con modelos preestablecidos por la economía neoclásica, como nos encargaremos de demostrar más adelante. Frente a estos acontecimientos, somos de la idea de enfrentar los estudios de la economía neoclásica volviendo a las fuentes de la economía política, munidos de las elaboraciones provenientes de dos corrientes que se constituirán en nuestro marco teórico y objeto de estudio a la vez: la socioeconomía y la economía de la solidaridad. Definición de la socioeconomía Fruto de esta misma búsqueda a la que hacíamos referencia, es que numerosos investigadores de Norteamérica y Europa han desarrollado una nueva disciplina a la que han llamado socioeconomía. Más allá de la pluralidad de concepciones en una disciplina que reúne a prestigiosos economistas y sociólogos —como Boulding, Hirschman, Galbraith, Sen,3 Simon, Bordieu, Etzioni, etcétera—, la socioeconomía parte de ciertas premisas: 1) Las personas no son entendidas como seres calculadores, caracterizables por su racionalismo, sangre fría y propio interés. 2) La modificación del argumento de racionalidad. 3) La imbricación societal del mercado, y el consecuente papel en él de las instituciones y el poder político. 4) El incremento de elementos empírico- inductivos en el estudio del comportamiento económico (Etzione, citado por Pérez, 1997, pp. 10-11). Según Bürgenmeier —y esto es central en nuestro planteamiento— “a diferencia de un comportamiento dictado exclusivamente por el utilitarismo, la socioeconomía estudia la complejidad comportamental de las diferentes prácticas económicas y sociales” (Bürgenmeie, 1994). 3 Galardonado como Premio Nobel de Economía 1998. Este profesor, nacido en la India hace 65 años, rompe con diez años de premios otorgados a la escuela neoclásica. Quizá exprese una evidencia más de los cambios culturales que se están operando en esta materia sobre fines de siglo. Socioeconomía de la solidaridad Metodológicamente, como señala Pérez Adán, esta corriente “valora de igual forma los mecanismos inductivos y deductivos, de ahí que pretenda ser al mismo tiempo una ciencia descriptiva y normativa”, o dicho en palabras de Etzioni, “queremos conocer la realidad para contribuir a su mejora” (Pérez, 2000). 34 Esta corriente, apadrinada por la Sociedad Mundial de Socioeconomía (Sase), fue fundada en 1989 por Amitai Etzioni en Harvard. Desde entonces ha celebrado varios congresos mundiales, con importante participación sobre todo de profesores de países anglosajones. Aun así, el sexto Congreso de la Sase, celebrado en París en 1994, reconoce oficialmente al Capítulo Español de la Sociedad Mundial de la Socioeconomía (Sasece), que reúne a profesores en las áreas de la sociología, la economía y el derecho de dieciocho diferentes universidades españolas. La sede de Sasece funciona en el Departamento de Sociología de la Universidad de Valencia, bajo la supervisión del citado profesor José Pérez Adán. Otra de las características de esta corriente es estar especialmente vinculada con el pensamiento comunitarista, especialmente con el “comunitarismo sensible” que Etzioni defendiera en sus clásicos The Moral Dimension (1988) y The New Golden Rules (1991), y que diversos profesores iberoamericanos divulgáramos, entre otros, en el monográfico sobre comunitarismo publicado por Arbor, y el de socioeconomía, publicado por Anthropos, ambos en el 2000 y compilados por Pérez Adán. Este discurso comunitarista debemos distanciarlo, aunque no tajantemente, del comu- nitarismo filosófico que representan, entre los más notorios, hombres como Taylor, Sandel o Walzer. El nuestro es un comunitarismo más sociológico, que hunde raíces en otros comunitarismos del pasado como es el caso del personalismo comunitario de Mounier, o el comunitarismo de Buber; o, para ir más atrás, el comunitarismo que pretendía romper con la racionalidad capitalista de la sociedad (Gemmenschaft), tal como expusieran varios clásicos, entre ellos el más notable, Ferdinand Tönnies. Sin embargo, comparte
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