POESÍA Poemas Reunidos ABIERTA RICARDO FALLA BARREDA POESÍA ABIERTA RICARDO FALLA BARREDA POESÍA ABIERTA ISBN: 978-9972-46-606-9 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2017-11215 © Universidad Nacional Mayor de San Marcos Fondo Editorial Av. Germán Amézaga 375, Biblioteca Central 4.º piso, Ciudad Universitaria, Lima 1, Perú Teléfono: (01) 619-7000 anexos 7529 y 7530 [email protected] © Ricardo Falla Barreda [email protected] Primera edición Lima, setiembre de 2017 Tiraje: 500 ejemplares Impreso en Perú / Printed in Peru Centro de Producción Imprenta de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos Jr. Paruro 119, Lima 1 Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición, bajo cualquier modalidad, sin la autorización expresa del autor. En memoria de Alberto Caballero Valdelomar, digno pintor del Perú. Poesía abierta de Ricardo Falla Barreda Gissela Gonzáles Fernández “Tengo los ojos fi jos en el tiempo” dice un verso de Falla Barreda, verso que sintetiza la actitud del yo lírico frente al mundo y a la existencia y que, por otro lado, establece vasos comunicantes con la idea de la literatura entendida como una práctica discursiva que supone no solo el componente estético si no determinadas opciones ontológicas e ideológicas. Esta forma de entender lo literario sirve de base, desde hace ya décadas, para dar cuenta de modo más orgánico y completo de distintas manifestaciones en el ámbito de la literatura. La referencialidad del discurso literario ha comenzado a ser trabajada a partir de lo que ha dado en llamarse la estética del compromiso y aunque la poesía no ha sido el punto central de esta refl exión; sin embargo, creemos como Luján Atienza1 que el enunciado poético desborda el estatus fi ccional, que la poesía es una práctica discursiva que, como cualquier otra, establece una serie de relaciones con el mundo. Unido a ello el carácter interdisciplinario del análisis del discurso ha permitido entender de una manera más clara la interacción existente entre las estructuras literarias y el campo social. Estos son los presupuestos de los que partiremos para dar cuenta, aunque de manera bastante somera, del proceso creativo de Ricardo Falla a propósito de la publicación de Poesía abierta, título que retoma el de un texto anterior y bajo el cual se reúne su producción poética completa. Creemos necesario en principio recordar que la obra literaria de Falla se inscribe en la década del 70, período marcado por una profusión 1“El ‘mundo’ de la nueva poesía: Algunas notas sobre la referencialidad del discurso poético”. En Verba hispánica. Ljubljana, Universidad de Ljubljana, 2008, n.o 16, pp. 31-42. 9 de manifestaciones poéticas: manifi estos, programas colectivos, aparición de diversos grupos como Estación Reunida, Hora Zero, Gleba y Nueva Humanidad, entre otros. Los poetas de esta generación fueron depositarios de infl uencias heterogéneas que van desde la poesía contemporánea en lengua inglesa, que ya había tenido repercusiones entre los poetas del 60, pasando por la poesía beatnik y la obra de Ernesto Cardenal, hasta la poesía de Arguedas y, sin duda, Vallejo. El resultado dio lugar a una multiplicidad de tendencias y estilos diversos que, por otro lado, y en una óptica más bien popular, mostraron gran interés por el lenguaje coloquial. Estas características y el eco de las infl uencias mencionadas las hallaremos en la poesía de Falla. De manera general podemos plantear que hay tres ámbitos en los que se desenvuelve su planteamiento, ámbitos que constituyen también los temas articuladores de su discurso a lo largo de los años: el ámbito social, en el que se percibe una clara conciencia del complejo entorno que rodea al yo lírico y la preocupación por el hombre en cuanto ser humano; el ámbito de la poesía, en el que se abordan aspectos relacionados con la creación y el poeta y, fi nalmente, el ámbito amoroso, entendido en sus múltiples facetas. En el prólogo a su primer libro Pequeña historia de la conciencia2, Sonia Luz Carrillo afi rma que el poeta “entrega la visión de estructuras opresivas y frustrantes vividas y compartidas intensamente”, esta afi rmación es valiosa en la medida en que nos permite tomar conciencia de cómo desde este momento inaugural queda ya establecida una de las líneas directrices de la poética de Falla: la preocupación por el entorno social. Aunque todavía con la mirada y el ardor propios de la juventud y, por lo tanto, desde un punto de vista que todavía no abandona lo subjetivo y personal, en este primer libro se percibe ya la conciencia del ser histórico del hombre, conciencia que entiende la existencia enraizada en la problemática del entorno. Este eje articula los otros dos temas que, como ya lo dijimos, no corresponden solo a este período: el amor y la poesía. El amor, entendido en sus distintas manifestaciones, es el sentimiento que permite que el yo lírico pueda revertir lo adverso de la realidad y pueda alcanzar la 2 Lima, Ediciones poesía, 1971. 10 unidad con los semejantes, convirtiéndose así en un sujeto plural. La poesía, por otro lado, es abordada como ente abstracto pero también como hecho real y concreto a partir de la circunstancia social e incluso como herramienta a través de la cual el yo lirico cuestiona su entorno ardorosamente. Ese ímpetu lo llevará a defi nirse en cada uno de los ámbitos mencionados como un sujeto más bien heterodoxo frente a las convenciones sociales y, por ello, a reconocerse en personajes como Quevedo, Baudelaire y Dante, símbolos de la marginalidad y el exilio: “MALDITO SEAS/ FRANCISCO DE QUEVEDO/ MIL VECES LO SEAS/ POR HABERME ENSEÑADO A ESCRIBIR/ maldito seas Francisco de Quevedo/ maldito seas dante/ maldito seas Baudelaire/ malditos sean todos los poetas malditos”. Curiosamente, junto a su vehemencia el yo lírico muestra una capacidad refl exiva que lo lleva aunque todavía en menor medida, pero ya en este momento, a una búsqueda de trascendencia personal que se evidencia en la presencia de tonos más pausados y en preocupaciones que rayan con lo existencial. Dos años después se publica Contra viento y marea3, libro dividido en tres secciones y que, a pesar del poco tiempo transcurrido, representa un giro respecto del anterior en lo que se refi ere a la introducción de nuevos recursos expresivos y a una mayor conciencia y manejo de estos. Un ejemplo lo encontramos en la primera parte del libro, en la que se aborda el drama de lo tecnológico y la deshumanización del hombre, pero esta vez, puesto que las formas poéticas adquieren importancia, se propone un notorio vínculo, reciproco e ineludible, entre signifi cado y signifi cante y la temática social se une a un cuidadoso trabajo estético: “Nuestro dolor es más veloz que nuestros pasos/ nuestros hijos tiritan de ignorancia y de frío/ a 200 millas cercanas/ algunas nucas conservan la paciencia/ de su dorado lecho/ (…) No es tiempo de hablar/ muchas palabraas/ hay que decir lo necesario/ y / pensar lo que vamos a decir mañana/ Los hombres tenemos que construir la alegría/ y es por eso que pienso tanto en el camino/ ese que a diario pisamos a simiente/ para dirigirnos a nuestro destino/ a cuyas riberas bosques/ de ojos/ nos atisban(…)”. 3 Lima, Ediciones Amauta, 1973. 11 En la segunda parte del libro, “Toma de decisiones”, asistimos a un distanciamiento del yo poético respecto del referente inmediato, ya no se trata de la problemática social o política, sino de indagaciones por los meandros del propio ser, de ahí el subtitulo que subraya la presencia del yo, pues se trata precisamente de su afi rmación en el aspecto poético y también vital, existencial. Esta tendencia refl exiva, producto de la aguda observación del entorno y que antes la vehemencia había ocultado, comienza a hacerse visible. La visión de la existencia personal se concibe también a partir de la confrontación y las contradicciones propias del ser humano como aparece en el poema “Hay que apacentar culebras”: “hay que apacentar culebras/ en el mismo sitio donde croan las nueces/ si algún día me convirtiera/ en pastor de culebras/ recorrería los milenios estáticos/ templaría la bola de sus anos/ y rescataría/ a los amigos de las libertades perdidas/ mientras tanto/ soy enemigo del impostor/ que habita mi cuerpo”. En la revelación de estas luchas internas, el poeta se vale de algunos elementos que comienzan a hacerse visibles con mayor regularidad, uno de ellos, que ya se vislumbra en su primer libro, pero que adquiere en esta segunda entrega una fuerza inusitada son los animales, cuya presencia contribuye a incrementar la dimensión simbólica del poema: “MI CORAZÓN ES UN CANGURO QUE ESPERA LA MUERTE/ PARA INICIAR LA VIDA”. Elementos nuevos que aparecen con recurrencia son los ojos que nos remiten a la tradición española de las jarchas en el sentido en que son los órganos a través de los cuales se aprehende la realidad pero también, y principalmente, se siente el mundo: “MIS PÁRPADOS SON LOS TRAMPOLINES/ POR DONDE BRINCAN LAS MIRADAS/ QUE HALLARÁN EL MUNDO DE POSIBILIDADES INFINITAS/ ES TARDE PARA SENTARSE EN EL PÓRTICO DE LOS LAMENTOS/ para siempre apago la luz de mi ventana”. Los ojos y otras partes del cuerpo son también elementos que se hallan estrechamente vinculados a la creación poética y sirven para esbozar una suerte de arte poética a través de la cual no solo se refl exiona sobre la propia creación en la que está involucrado todo el ser del poeta si no sobre la posición que el creador asume frente a ella. Pesares y desilusiones personales que no logran aislarse del entorno, puesto que detrás de ello subyace la 12 conciencia del hombre entendido en todas sus dimensiones que el yo lirico no pierde de vista.
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