EL 23-F DOS DÉCADAS DESPUÉS: APUNTES Y RECUERDOS Vicente Camarena, Jesús González y Verónica Sierra Universidad de Alcalá de Henares 0. Introducción Dentro de unos meses se cumplirán veinte años desde que un grupo de guar- dias civiles, al mando de un incalificable personaje, entraron en el Congreso con la intención de secuestrar la voluntad de los representantes de los españo- les. El mundo entero pudo ver las imágenes captadas por la televisión e inclu- so, en la actualidad, se pueden observar los impactos de los proyectiles en el techo del hemiciclo. El presente trabajo de investigación pretende acercarse, a través de una serie de testimonios orales y escritos, a la percepción que algunos ciudadanos españoles tuvieron de aquellos momentos y a su recuerdo actual de los acontecimientos en los que estuvieron en juego, además de las reformas democráticas emprendidas, el pro- pio futuro en libertad que una gran mayoría de los españoles habíamos decidido concedernos después de una larga noche de tinieblas que duró casi cuarenta años. El objetivo fundamental es, por tanto, recordar y recordarnos aquellos días de zozobra de un sistema todavía incipiente al que acechaban enormes peligros, des- tacando las causas y consecuencias que rodearon el intento frustrado de golpe de estado. Las fuentes utilizadas han sido, por una parte, testimonios orales elabora- Carlos Navajas Zubeldia (ed.), Actas del III Simposio de Historia Actual. Logroño, 26-28 de octubre de 2000 Logroño, Gobierno de La Rioja. Instituto de Estudios Riojanos, 2002, pp. 501-516 501 EL 23-F DOS DÉCADAS DESPUÉS: APUNTES Y RECUERDOS dos a partir de cinco entrevistas transcritas de un total de doce ya realizadas (hay previstas una treintena); por otro, utilizamos declaraciones de los protagonistas y memorias como las del Rey o Manuel Fraga; además, nos valemos del Sumario del Juicio a los golpistas y de la bibliografía existente sobre el tema que nos ocupa. 1. El contexto político y social La transición española hacia la democracia1 vivió continuamente en una situa- ción de inestabilidad, aunque varios momentos supusieron especial peligro para las reformas emprendidas. La pérdida del papel político por parte de las Fuerzas Armadas, la legalización del PCE, la llegada de Gutiérrez Mellado a la Vicepresidencia del Gobierno y su política de nombramientos, la aprobación de los primeros estatutos de autonomía, la ofensiva terrorista de ETA y GRAPO, y la crisis de la UCD, fueron creando un clima de especial tensión en ciertos colecti- vos del Ejército y las Fuerzas del Orden que se dedicaron a conspirar contra el pro- ceso democrático iniciado. El Ejército español a lo largo de la transición democrática, fue reuniendo en su seno todas las condiciones necesarias para que existiera la posibilidad de un golpe de estado2. Era una colectividad que había gozado de un papel relevante durante el régimen franquista, en el cual su función consistía no sólo en la defensa pro- piamente dicha, sino también en garantizar el orden público. Además, había ocu- pado puestos esenciales en el gobierno que le habían permitido ser uno de los pro- tagonistas de la actividad política de aquellos años. Desde entonces, su situación había cambiado considerablemente, separándose cada vez más de las funciones que le habían definido. 1. Sobre la transición española se pueden ver, Raymond CARR y Juan P. FUSI, España, de la dictadura a la democracia, Planeta, Barcelona, 1979. Historia de la transición. Diez años que cambiaron España (1973-1983), Diario 16, Madrid, 1983-84. J.F. Tezanos, R. Cotarelo, A. de Blas, La transición democrática española, Sistema, Madrid, 1989; Paul Preston, El triunfo de la democracia en España: 1969-1982, Plaza- Janés, Barcelona, 1986; Elías Díaz, La transición a la democracia. Claves ideológicas, 1976-1986, Eudema, Madrid, 1987;J.M. Maravall, La política de la transición, Taurus, Madrid, 1984. 2. José L. de VILALLONGA, El Rey, Plaza y Janés, Barcelona, 1993, p. 152. Para el Rey tres serían los principales motivos por los que un grupo de militares se dedicó a conspirar en contra del proceso democrático: la separación existente entre el Ejército y la sociedad, la ofensiva terrorista de ETA y los nacionalismos vasco y catalán. 502 VICENTE CAMARENA, JESÚS GONZÁLEZ Y VERÓNICA SIERRA Manuel Gutiérrez Mellado fue, junto a Rodríguez Sahagún, el encargado de la política militar en la transición. Su objetivo principal fue, justamente, el de ale- jar la política de los cuarteles para concentrarse en la tarea de preparación técni- ca. Durante su mandato comenzó una importante labor de modernización de las Fuerzas Armadas3, cuyo fin era adaptar el Ejército español a las necesidades de la defensa nacional, alejándolo de la tentación de un protagonismo militar en la vida pública. Así, la implantación de un sistema democrático y pluralista, modi- ficó profundamente la posición del Ejército en la sociedad. Las Fuerzas Armadas españolas, durante el largo período franquista, habían forjado una doctrina cuya misión principal consistía en la defensa de la unidad de la patria contra el enemi- go interior4. Además, tras su presencia en las colonias africanas, habían alcanza- do un alto protagonismo en la vida política y social, como garantes del orden público y del propio régimen político, y en la vida económica, accediendo al mundo de los negocios. Si la democracia implicaba la desaparición del enemigo interior y la pérdida de los restos coloniales la del enemigo exterior, las Fuerzas Armadas, sin haber des- arrollado todavía una nueva mentalidad que se ajustara a la nueva situación polí- tica, se habían visto privadas de sus funciones tradicionales. La misma Constitución suprimía sus anteriores competencias en el mantenimiento del orden público en períodos de normalidad, al asignarles como misión: “Garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el orde- namiento constitucional”5, y por su parte, el gobierno ya se había encargado de prohibir su presencia en lo concerniente a los asuntos políticos. 3. En 1978 se modificaron las reales ordenanzas que, entre otras cosas, limitaron la jurisdic- ción militar; en 1980 se modificó el Código de Justicia Militar; y en julio de este mismo año apareció una ley orgánica que establecía los criterios básicos de la organización militar. Se reju- venecieron los mandos, se adoptaron medidas presupuestarias para solucionar las deficiencias de la administración militar española (como el plan META) y se elaboró un Plan Estratégico Conjunto. Javier Tusell, La transición española a la democracia, Vol. I**, páginas 133-134; Biblioteca de Historia, Historia 16, Madrid, 1997. 4. La doctrina a la que se hace mención tiene en realidad su origen en el siglo XIX, produ- ciéndose durante el franquismo una reafirmación de la misma. Santos Juliá, Sociedad y políti- ca, página 124, en Historia de España,”Transición y democracia (1973-1985)”, tomo 10**; diri- gida por Manuel Tuñón de Lara, Labor, Barcelona, 1994. 5. La Constitución Española de 1978, “Las Fuerzas Armadas”, página 47; Anaya, Madrid, 1982. 503 EL 23-F DOS DÉCADAS DESPUÉS: APUNTES Y RECUERDOS 2. Los preparativos del golpe En este ambiente de confusión y descontento, se fueron gestando los diferentes grupos de conspiración que, si bien tenían un mismo fin, el golpe de estado, tení- an muy diferentes ideas y métodos. La formación de estos grupos no fue desco- nocida por la sociedad española ni por los grupos políticos. Los rumores acerca de un posible golpe de estado, el clima de tensión política protagonizado por la crisis de la UCD, los atentados de ETA y la actuación de diversos militares, hacían pre- sentir que algo estaba a punto de ocurrir: “Había un rescoldo de gente del fran- quismo, que vio una oportunidad aprovechando la crisis de UCD (...) fue cuando más claramente se percibía un cambio hacia la izquierda”6. Las memorias de Fraga registran este clima cuando hace alusión a una carta que envió al rey, sugi- riendo que convocara a consultas para evitar una crisis de trascendencia institu- cional e histórica7. Las palabras pronunciadas por Suárez en su despedida, evoca- ban también la amenaza de una intervención militar en la política8. Sin contar con el beneplácito militar, Suárez comenzó a tomar determinadas decisiones que afectaban a la continuidad del régimen franquista, aumentando el descontento de aquellos sectores que permanecían fieles al mismo9. Los generales De Santiago e Iniesta, destituidos con ocasión de las conversaciones para la lega- lización de los sindicatos de CCOO, y Pita da Veiga, que dimitió tras ser legaliza- do el PCE, formaron el primer foco disidente. Se sumaron luego otros como Coloma Gallegos y Jaime Milans del Bosch, con el apoyo de Luis Torres Rojas, jefe de la División Acorazada Brunete. En Septiembre de 1977, tras una reunión en Játiva presidida por De Santiago, este grupo envió al rey la petición de formar un gobierno de salvación nacional. 6. Informante n° 5. Guadalajara, 48 años, empleado. 8 de octubre de 2000. 7. Manuel Fraga Iribarne, En busca del tiempo servido, Planeta, Barcelona, 1987. Junto a las memorias de Fraga se han producido otros libros de memorias de interés para este período como: Fernando Álvarez de Miranda, Del contubernio al consenso, Planeta, Barcelona, 1985; Santiago Carrillo, Memoria de la transición, Grijalbo, Barcelona, 1984; José Manuel Otero Novas, Nuestra democracia puede morir, Plaza y Janés, Barcelona, 1987. 8. José Oneto, Los últimos días de un presidente. De la dimisión al golpe de estado, Planeta, Barcelona, 1981. 9. Por ejemplo, de los 59 votos contra la ley para la Reforma política emitidos por las Cortes franquistas en noviembre de 1976, 15 procedían de procuradores militares, y de ellos, 7 de tenientes generales. Santos Juliá, Sociedad y política... 504 VICENTE CAMARENA, JESÚS GONZÁLEZ Y VERÓNICA SIERRA Por otro lado, la política de nombramientos de Gutiérrez Mellado, situó al gene- ral Gabeiras como jefe de Estado Mayor y al general Ibáñez Freire como director general de la Guardia Civil.
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