Aquí todos son Vagabundas Pedro Peña Autor: Pedro Peña Titulo: Aquí todos son vagabundas Deposito legal: If50320148002247 ISBN: 978-980-7668-93-4 Serie: Rodolfo Santana Impreso en Venezuela por: Fundación Negro sobre Blanco Grupo Editorial Derechos Reservados – Es propiedad del autor Prefacio Sean bienvenidos al Teatro. Por poco no logran entrar, pues iniciada la función se cierran las puertas de madera inmortal para así acaparar la mayor placidez, que necesitan, no sólo los actores, sino ustedes: el público; bendito público que será testigo de una bella función, donde con gran deseo seles querrá satisfacer. No hay mayor satisfacción que haber dejado en los espectadores una máxima emoción; emoción que puede abarcar un sinfín de trasfiguraciones. ¿Qué donde se encuentra dicho teatro? Pues aquí y en todas partes; la vida en si es un teatro y una función; por tanto: hay que saber actuar la vida, diría por allí algún gran sabio. Como ya he dicho, dicho teatro se encuentra en todas partes, pero que te baste con saber que en este momento el teatro lo tienes frente a ti. Dirección exacta: calle Presente, entre carrera Pasado y carrera Futuro; junto a la casa Filosofía. Pero no perdamos más tiempo que la función está por comenzar. Por favor, sigan adelante; sigan adelante y déjense cautivar. Eso sí: guardar silencio y prestar atención: es la imaginación la que nos hará vivir. Pedro Peña Esta obra está enmarcada dentro del Teatro del Trasfigurismo. Un teatro que mantiene en expectativa al público por lo que podrá ver o no; un teatro que va directo a la crítica, sin importar a qué apunte. La sorpresa del espectador radica en que verá, en la obra, algo totalmente fuera de lo normal; topándose con diálogos que no corresponderán directamente con lo que en escena se muestre, pues, los personajes, serán meras trasfiguraciones de la sociedad y de la vida; no por ello dejando de ser reales, y de por sí, trasfiguraciones fascinantes. Trasfigurismo Qué realmente es bello, o qué realmente no lo es. Preguntas bastante complejas a la hora de responder; preguntas que nos dejan en una intersección con cientos de desvíos y cada uno de esos desvíos con cientos de atajos. Sólo alguien dotado de infinito ingenio podría luchar contra la razón para responder dichas preguntas; sólo un semidiós se atrevería a establecer las respuestas. Pero quién entre nosotros está dotado de ingenio; quién se considera tan siquiera tocado de razón. A mi favor digo que soy uno más de entre tantos, uno más que mira el cielo buscando el infinito, tratando de encontrar algo nuevo a admirar. ¡¿Un semidiós?! Palabra hermosa que quién sabe qué atolondrado invento. ¡Bah! Todo se vuelve tan banal ante nuestros ojos que confundimos la belleza con la fealdad, ignorando que es la fealdad el principio de la belleza, y como su madre, es a la que más debemos admirar. Pero volvemos a la misma intersección con los mismos desvíos y los mismos atajos: qué realmente es bello, o qué realmente no lo es. Lo mismo para con los sentimientos, cuales son bellos o cuales no lo serán; las personas somos eso: una trasfiguración continua y en constante evolución. Una pequeña cajetilla llena de sorpresas. Sorpresas que terminan aterrándonos a nosotros mismos. Por fuera se ve algo, más por dentro, vaya realidad. El teatro es una manera de querer comunicar la trasfiguración de nuestro ser y la trasfiguración de nuestro pensamiento. 4 Aquí todos son vagabundas Título de la obra: Aquí todos son vagabundas Autor: Pedro Peña La obra se desarrolla en un bar de poca fama: un par de mesas y una barra. Personajes: Bartolo: Hombre de edad bastante avanzada; empleado del bar: encargado de la barra y la limpieza. Su andar es algo lento y aquejado. Viste pantalón negro, camisa blanca; vestimenta bastante raída. Pietro: Hombre joven, de unos veinticinco años; de piel clara; viste un ceñido vestido azul; porta una peluca dorada y unos tacones negros. Smith: Hombre joven, de unos treinta años; de piel clara; viste un corto pantaloncillo y una blusa ombliguera; porta una peluca roja y unas sandalias doradas. Héctor: Hombre maduro, de unos cuarenta años; piel de color; de porte bastante fornido; viste un leguis color claro y una ceñida blusa; porta una peluca larga dorada y unos tacones rojos. Rodrigo: Hombre maduro, de unos cuarenta años; piel clara o trigueña, algo obeso; viste un apretado pantalón verde y una ombliguera; porta una corta peluca color castaño y unas botas deportivas color rosa. Cordelio.- Hombre maduro, de unos cincuenta años, bien conservado; piel clara; viste un gran y ornamentado vestido, lleva consigo una estola; porta una peluca blanca con bucles y lleva unas zapatillas. Dueño del bar. 5 Pedro Peña Argimiro.- Hombre de edad avanzada. Muy bien vestido. Notas: El atuendo de los personajes, que visten de mujer, puede variar a consideración del director o actores. Aconsejable que el maquillaje de los personajes sea bastante cuidado. Los diálogos de los personajes, que visten de mujer: Pietro, Smith, Héctor y Rodrigo; así como sus acciones (caminar, fumar, beber), serán hechos con total normalidad y modismos masculinos. Sólo al final de la obra es que hablaran y actuaran de forma amanerada. Solo Cordelio, quien es el dueño del bar, mantendrá a lo largo de la obra, su actuar y voz amanerada. El teatro se haya en total silencio y oscuridad. De pronto se encienden las luces de toda la sala; quedando todo el teatro iluminado. Entra al escenario Bartolo y comienza a disponer el bar para su pronta apertura. Mientras acomoda las sillas y las mesas, se enciende un cigarrillo; se ubica luego detrás de la barra y comienza a ordenar su área de trabajo (No importa que, realizando estas acciones, se demore unos cuantos minutos) Voz de Cordelio.- (Detrás de telones) Bartolo, ve apagando las luces chico. Bartolo hace alguna acción detrás de la barra para apagar las luces del teatro, como si el control de luces estuviera ubicado allí. Sólo queda iluminado tenuemente el escenario. 6 Aquí todos son vagabundas Voz de Cordelio.- ¡Mira la hora que es! ¿Será que estos pendejos no piensan venir a trabajar? Bartolo no dice nada. Sigue detrás de la barra limpiando vasos y acomodando botellas. Voz de Cordelio.- (Con tono enojado) ¡Ah… pero mira quién va llegando! La diva de la noche. Pietro.- (Entrando al escenario; ya vestido de mujer, pero trayendo sus tacones en la mano; se sienta en una banca junto a la barra. Dirigiéndose a Bartolo y refiriéndose a Cordelio) ¡¿Y a este qué bicho le pico hoy?! Ni que fuera tan tarde. Bartolo.- ¡Jump! Como siempre. Pietro.- Sera la menopausia que lo está matando al guevon ese. Bartolo.- Pilas y te escucha; no sea que se ponga peor. Pietro.- ¡Gran vaina! Mira, más bien sírveme un trago de ron. Bartolo.- ¡Que te vas a poner a tomar tan temprano! Pietro.- Sírvemelo que estoy despechado, y esta noche se ve que va pa largo. Bartolo.- (Sirviéndole el trago) ¡¿Despechado?! ¿Ósea que tu señora no te ha perdonado? Pietro.- ¡Que va! Sigue empeñada con el cuento de que le fui infiel. Bartolo.- A cualquier mujer eso la pone muy mal. Pietro.- ¡No joda! ¡Qué infiel ni que infiel! Le monté fue los cachos. Esa vaina es diferente. Infidelidad es que me hubiese enamorado de la otra vieja; pero fue sólo un par de noches y ya. Bartolo.- ¡Jump! Pa mí eso es lo mismo. 7 Pedro Peña Pietro.- Eso, Bartolo, pareces una vieja hablando. Lo que pasa contigo es que no viviste tu vida y no supiste lo que es gozarla. ¿Casado con la misma mujer toda una vida? Eso era antes. Bartolo.- Aja, tú me estas echando vaina; pero ahora, a causa de: le monté los cachos no más, quién se la está gozando. Ahora ve a ver si ella te perdona. Y bastante que la quieres, porque en esta barra bien borracho te he visto llorar todas estas noches. Pietro.- (En tono de broma) ¡¿Te lo estás gozando verdad, viejo marico?! Te estas vengando. Bartolo.- No es eso. La verdad es la verdad. Pietro.- Repíteme el trago. Bartolo.- ¡Epa! Ya tienes una cuentica aquí conmigo. Pietro.- Anótalo sin miedo que esta noche pago lo que debo. Ayer me fue bien. Bartolo.- En eso tienes razón; anoche, al llegar el señor Gilberto, lo que hizo fue preguntar por ti. Estaba medio perdido de estos lados ¿no? Pietro.- Sí; es que se la pasa viajando por lo de su trabajo. Bartolo.- ¿Y en qué trabaja? Pietro.- Me lo ha dicho un centenar de veces, pero ni lo recuerdo en este momento; lo único que sí recuerdo es que gana buena plata y eso es lo que me importa. Bartolo.- Coño, ni me imagino cuánto le sacaras. Si a mí me da tremendas propinas, ahora a ti, por media hora, te dará pa la inicial del carro. Pietro.- ¡Uy… tampoco! El viejo es botado, pero tampoco tanto. 8 Aquí todos son vagabundas Bartolo.- En vez de ponerte a gastar en trago; deberías es guardar real para que le compres un buen regalo a tu mujer… digo: tu ex mujer. Pietro.- ¡Ríete, viejo marico, ríete! A ti seguro la tuya, por ser tan frígido, te debe estar montando los cuernos y parejo. Bartolo.- No… que va, la mía yo la mantengo feliz en ese sentido. Pietro.- ¡Qué feliz! Si a ti, para tirarte un peo, te duele hasta el culo. Esa pobre lo que debe estar pidiendo es un macho de verdad en la cama. Bartolo.- Sí, seguro un macho como tú. Pietro.- ¿Y porque no? Yo mismo soy.
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