Mercante, Víctor Florentino Ameghino: Su vida y sus obras Archivos de Pedagogía y Ciencias Afines 1911, vol. 9, nro. 26, p. 93-132 Mercante, V. (1911). Florentino Ameghino: Su vida y sus obras. Archivos de Pedagogía y Ciencias Afines, 9 (26), 93-132. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.1584/pr.1584.pdf Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ Dodor Florentino f'imeghino FLORENTINO AMEOHINO Su vida y sus obras I La muerte del doctor Florentino Ameghino enluta el bogar, del que era antorcba destellante, de la ciencia ~mericana. Este bom­ bre, consagrado durante cuarenta y dos anos al tr'abajo, a la in­ vestigacion, aL pensamientoj extrano a Los halagos de la vida [acil, modesto, probo, sin envidias, sin odios, sin ambiciones que no fue­ ran nobles, hijo de sus obras, como los grandes civilizadores, es el ejemplo mas puro que podemos ofrecer de voluntad y dedica­ cion, a la juventud argentina. Su nombre es todo un caracter. Lucbador infatigable, se eLevo desde la cuna bumiLde basta La cima deL saber sin explotar mas que sus instintos de labor y su genio extraordinarios. Dedicado, primero, a estudios prebistoricos pero empenado en establecer el origen antiquisimo del bombre ameri­ cano, se indino, influencia sin duda, del ambiente y de la virginidad del suelo argentino, a la Geologia y a la Paleontologia en las que Ikgo a una culminacion unica en el Nuevo Continente, arrancando a las sedimentaciones sus mas guardados secretos para gloria de la ciencia y de este pais que necesita de ella para ocupar con bonra su puesto en el concierto de las n<lciones mas avezadas. Su produccion es el monumento cientifico mas grande de Ame­ rica, cerca de veinte mil paginas de observaciones originales, de doctrinas y de teorias [rutos de su prodigioso poder de induccion, solo comparable al de Darwin y de su pod eros a imaginacion re­ constrnctora, solo comparable a la de Cuvier. Deja, en su colec­ cion particular, en los museos argentinos y europeos, miles y miles de piezas dasificadas y huellas imborrables de su genio. EL pais, siempre generoso con sus hijos, sera justa can esta gloria de la bumanidad, tendra para el tam bien pueblos, plazas, calles, escueLas, marmoles que erigir en Los centr~s de su acti­ vidad y frente a la casa, declarada monumento nacional, donde transcurrieron los primeros anos de esta formacion, para que la juventud argentina rehaga la ninez del sabio, la siga en su ascen- 94 ARCHIVOS DE PEDAOOOIA cIon y r eciba el fortificante efluvio de la gran escuela, porque Ameghino como Sarmiento, es la escuela de los que se haceo solos. Una edicion olicial de sus obras, solo conocidas en reduci­ dos centros, se impone como se han impuesto las de otros argen­ tinos, no como un homenaje al hombre sino como una contl'ibuci6n al saber humano y una justificacion nuestra en la ciencia. D edi­ cado toda su "ida a estudiar la historia fisi ca del extremo sud. sus trascend entales trabajos y su produccion severa. han di(undido su fama de sabio de un extremo a otro de Europa y Estados Unidos y las obras nos ll egan de alia, ll enas de referencias t citas y dogios de los mas conspicuos in vestigador es, que tieDen por Ameghino el respeto que se ti ene por las mas altas autori­ dades. Fallece en pleno goce de su vigor' mental, a consecuencia de una diabetis y de su lalta de pr-opension a cuidarse, porque Ame­ ghino no tuvo mas enferm edad que la que 10 arrebato prematu­ ramente de nu estro seno. Su mu erte es una catastrofe ; el pais pierde doce anos de labor intensa, doce volumenes de obser va­ ciones, descubrimi entos, clasificaciones, teorias, la solu ci6n defini­ tiva del pr-oblema de los predecesores del hombre en el que tra­ bajo 37 anos. hoy, en 10 mas recio de la disputa; pierden los naturali stas y los j6venes argentinos ini ciados en este o rden de trabajos. un consultor solicito y paternal, porque Ameghino prod i­ gaba saber y estimulos a quien los pidiera en cartas que nunea pecaron d t! parsimoniosas mas si de justas y francas, sin empero, jamas, un reproche a la inexperiencia. Esta manera abierta del sabio, tal vez porque tuvo que lidiar en sus primeros aDOS. con la seca y cerrada de Burmeister y Lista; que llQ trepidaba en substraer diez minutos, media hora, una, a l trabajo mas g r ave para contes­ tar a un perfecto desconocido, ba hecbo bienes in c ... lculables al pais, y resalta entre las muchas cond iciones que destacan s u fondo mor"a!. Ahora, al pais q ueda el g lorilicar a uno de sus mas grandes bijos, g rande par su "ida intelectu a l, g rande por s u vida moral. para ofr-ecer a las j6venes generaciones uno de los val or es mas <lqui la­ tados de nu estra hi stori a. II E I doctor Florentino Ameghino naci6 en la Villa de Lujan el 1~ de Septiembre de 1854 (]) y fa ll ecio en L a Plata el 6 de Agosto de 1911 a las 8 y 20 de la man;ma, dia diafano y primal·era!. Hijo de genoveses originarios de Moneglia. \'t"cinclad de Sestri. su padre era Antonio Ameghino, fallecido en Buenos Aires en 1886 a los 58 anos de edad y su madre Maria Dina Armanino fallecida en Buenos Aires en 1908 a los 76 anus de edad. E n la familia ( I) Dato que nos refirio personalmente ruanda vivia. Y CIENCIAS AfINES 95 fueron varios herman os de los que vivian Florentino, el mayor, Juan y Carlos, sin descendientt's, este ultimo, 10 repetia a menudo el sabio, su brazo derecho porque era el esuutador de los misterios geologicos, el desenterrador de fosiles, el gran descubridol- de faunas, el que ba puesto los sedimentos patagonicos en la mesa de Ameghino durante 16 anos ( 1887 a 1903) consecuti\'os, habiendo realizado solo, una obra superior a la de los demas exploradores juntos del extremo sud, Su nombre esta ligado a centenares de portentosos ballazgos, como d del aJ-madillo fos:l con dientes y cuernos del monte Observaci6n; de los grandes pajams fosiles de Santa Cruz; del grupo de los tipotel-ios y plagiaulasideos; de los monos fosiles de Santa Cruz i del piroterio del Cbubut; del astra­ poterio, etc" quedando no obstante, por revelar tesol-os incalcula­ bles, segun sus propias referencias. Transcllrrieron sus primeros alios, desde 1854 basta 1868, en el hogar modesto de sus padres y en el ambieote traoquilo y pre­ cario para quien no fuera el, de la aldea. Pero el ambiente solo exige un genio y el genio un ambiente. Amegbino era Ull curioso, un testaruJo y un tenaz, cualiJades que 10 singularizal-on basta poco antes de falleeel-, que puestas al servicio de sus extraordinarias aptitudes, tanto acentuaron su individualidad, substraida casi, a la accion niveladora de la escuela. Estaba su vida por eso, libre de esos convencionalismos y protocolizaciones esterilizadores con que suele un bombre de importancia disfrazal' la sencillez, la franqueza, el carino, la autoridad sin mas consecuencias que un ol-gullo mal interpretado y una vanidad bipoerita, fl-utO, por supuesto, de ese amhi .. nte al que Ameghino no quiso entregarse. NacIa mas elo­ cuente que su camara mortuoria: estancia arnplisima sin tapices, sin cortinas, una mesa cle mimbl-e en el centro, cubierta de las canas acabadas de recibir de las mas renombl-aclas pel-sonaliclacles cientifi­ cas de Europa, tres sill as cle Viena, un armario cle pino eucba­ pado, el lecbo y la mesa cle luz con una lam para a petr<ileo. Sin embargo a pocos pasos, setecientas cajas contenian pi .. zas que, como la clel pelte/ilus, bubiel-an bastaclo para transformal- dormi­ torio tan incligente en la suntuosa mansion cle un potentaclo. Ameghino cuenta su iniciaci6n. A poe as cuadras de la casa en que vivia, corre el Lujan con sus balTancas; un clia recoge en las orillas un punado de caracoles, tenia entonces cliez anos, y, clirigienclose a su padre, inquiri6 el origeu de aquellos I-estos. Su padre contest6 que los tl-aia el rio alTastl-ados POI- la cOlTiente, clescle lug-ares distantes cle alii. La respuesta no satisfizo al nino inclagador, que se clijo: la corriente puede arrastl-arlos pero no incrustarlos en el barranco, Salio de sus cludas con una exca\'a­ cion. Noto que el terreno contenia los mismos restos y entro, desde entonces, en bonclas reflexiones infantiles para explicar aquel fenomeno que Ie sumio en la lectura, excito Stl curiosidad, Ie in­ cito a nuevas excavaciones, Ie conelujo a nuevos descu brimientos, encendio sus entusiasmos y abrio de par en par las puertas a Stl destino. EI bogar, cuya casa en Las Hel-as a media cuadra de Colon, con- 96 ARCHIVOS DE PEDAOOoiA servan los hermanos coo reliquias de los primeros aiios de actividad de Ameghino, entre elias, un violin, no fue tan propicio como el ambiente y la escuela, porque el padre, temiendo por su «cabeza) se oponia a que tomara empeiio en el estudio. Ameghino era el nino mas aprovechado (1862-1867) de la escuela de su pueblo y se dis­ tinguia por su vivacidad en el pensar, su prontitud en el responder, la controversia razonada, su gran memoria, su predilecci6n por la geografia y el interes extraor'dinario que encendian en el los enigmas de las cosas, con obsesi6n al por que.
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