![Proceso De La Conquista De Nicaragua](https://data.docslib.org/img/3a60ab92a6e30910dab9bd827208bcff-1.webp)
JORGE EDUARDO PROCESO ARELLANO DE LA CONQUISTA DE NICARAGUA SEPARATA DE NICARAGUA INDIGENA VOL. X, NO. 49 OCTUBRE, 1970 PROCESO DE LA CONQUISTA DE NICARAGUA INTRODUCCION Este trabajo está integrado por un hilo de hechos, un estudio de los aspectos principales y una interpre- tación del significado general y particular de la con- quista de Nicaragua. Escrito a mediados de 1969, pertenece a un librn más amplio: Proceso Histórico de Nicaragua; como éste, el presente ensayo se caracteriza por ser fundamental, narrativo e interpretativo, objetivo y personal. Hoy se publica como anticipo gracias al interés de don Eudoro Sol'ts, Director de Nicaragua Indígena. A él mi agradecimiento. Jorge Eduardo Arellano 3 1.-LA EXPEDICION DESCUBRIDORA DE GIL GONZALEZ DAVILA UERTO COLON, el territorio descubierto en su cuarto viaje fue motivo de interés para Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa. Habiéndose presentado ambos ante el Rey Fernando el católico, Nicuesa fue nombrado gobernador de Veragua —la región com- prendida desde el golfo de Urabá hasta el cabo de Gracias a Dios— el 9 de junio de 1508. Con este cargo organizó una expedición cuyo fin era colonizar toda esa zona, incluido el litoral atlántico de Nicaragua, pero fracasó en las bocas del río Wanks, llamado luego a propósito "río de los perdidos". Después del fracaso de Nicuesa, apareció Vasco Núñez de Balboa. Atravesando el istmo de Panamá, Núñez de Balboa descubrió el Océano Pacífico el 25 de septiembre de 1513. Es- te descubrimiento creó en la imaginación de los conquistadores la posibilidad de la existencia de un estrecho que uniera ambos océanos. Por eso Pedrarias Dávila, nombrado Gobernador de Castilla de Oro el 27 de julio de 1513, envió a sus tenientes Bartolomé Hurtado y Hernán Ponce de León a explorar la zona del estrecho y ambos, en 1519, descubrieron el golfo de Chira o de Nicoya, el mismo sitio por donde iría a penetrar la expedi- ción de Gil González Dávila en 1522. Un piloto de fama, Andrés Niño, comprendiendo que no debía inmiscuirse con Pedrarias, que había mandado a degollar a Núñez de Balboa, solicitó al Rey permiso para descubrir en el Pacífico; asiento y capitulación que le fueron concedidos por "Doña Juana é don Carlos su hijo" en Zaragoza el 19 de octubre de 1518. Niño, "vezino de la ciudad de Sevilla", se entendió con un "contador de la ysla española": Gil González Dávila que fue nombrado Capitán de la Armada en Barcelona el 6 de abril de 1519. (1). Al mando de dos carabelas y un bergantín, después de pre- parar en Sevilla la expedición —costó más de 3 millones de maravedíes—, salieron de San Lucas de Barrameda el 13 de sep- tiembre de 1519, llegaron a la Española donde se pro vieron de 35 yeguas, una yunta de bueyes y 2 carretas y desembarcaron en las costas del Darién, con mayor precisión en el puerto de Acia, a finales de enero de 1522. Al notar cierta hostilidad de Pedra- das, Gil González le envió a Niño con las cédulas del Rey para obtener los navios construidos por Núñez de Balboa. Pedrarias, entonces, se negó varias veces a entregarlos alegando que eran obra de 300 españoles, por lo que Gil González, sin perder ener- gía, construyó 3 buques en el río Las Balsas, "obra que el rey —según Las Casas— acometerla con mucho mayor número de gente y facultad no osara". Pese al esfuerzo inaudito demos- trada por su gente, los buques quedaron maltrechos, casi des- truidos, al trasladarlos al Pacífico. Sin embargo no desmayó el descubridor de Nicaragua y, frente a las islas, logró construir nuevos barcos. En ellos partió de Punta Burica el 21 de enero de 1522. Habiendo navegado 100 leguas al occidente, Gil González regresó a Panamá para obtener brea y dejó a Niño seguir por mar mientras él reanudaba el viaje por tierra con 100 hombres y 4 caballos. Reunidos en el golfo de San Vicente, no sin sufrir el jefe de la expedición y los suyos serias penalidades, volvieron a separarse. Niño descubre las isletas del Cardón, frente al actual puerto de Corinto, el 27 de febrero de 1523 y el golfo de Fon- seca el 5 de marzo del mismo año. (2). Gil González, tras re- correr varios poblados indígenas, llega a Nicoya cuyo cacique le obsequia 14,000 castellanos en oro y se bautiza con sus muje- res y más de 6,000 súbditos. Allí permaneció el descubridor diez días y, al despedirse, Nicoya le regaló "seis ídolos de oro de un palmo y más de altura", le dio noticias de otro cacique más poderoso llamado Nicaragua y pidió le dejase a alguien para ins- truirlo en la religión católica, petición a que no accedió Gil González. Este, pasando por otros pueblos, llegó a tierras del cacique Nicaragua donde permaneció 8 días, dialogó e intercambió re- galos y tomó posesión del Gran Lago de Nicaragua, llamado en- tonces Cozabolca, el 12 de abril de 1523. "Allegó (Gil Gon- zález) a la costa de la dicha mar dulce —relata el escribano de la expedición San Juan de Salinas— y estando asy a caballo di- cho señor capitán con su espada en la mano entró en la dicha mar". (3). Testigo de esta toma de posesión, "en nombre de sus magestades e suscesores de la Corona Real de Castilla", fue- ron Andrés de Cereceda, tesorero de la armada, Diego de Agüero, clérigo y los capitanes Juan del Saz, Ruy Díaz, Martín de Lacalle y Diego de Castañeda. A los dos días de la llegada de los españoles, se bautizó el cacique Nicaragua con todas sus mujeres y subditos. A la sema- na, Gil González se trasladó a la provincia de Nochari y encon- tró seis pueblos y alrededor de 12,000 indios de cuyos caciques recibió 33,434 castellanos de oro, esclavos y provisiones. Como los anteriores, recibieron el bautismo de las manos del P. Agüero. Así estaba, cuando recibió la visita del cacique Diriangén precedido de 500 indios cada uno con un pavo o dos, diez con pendones, diecisiete mujeres cubiertas "de discos de oro depiez a cabeza" y cinco trompeteros. Al proponerle el capitán español dejarse bautizar, Diriangén respondió que lo resolvería al cabo de tres días. Cumplido este tiempo, regresó armado y sorpren- dió a los españoles quienes ganaron el combate. Al regreso deseado por la mayoría de los soldados, la expe- dición tuvo otro encuentro con los indios del cacique Nicaragua quien, ya derrotados sus subditos, atribuyó el ataque a los in- dios del cacique Coatega, enemigo de su tribu. Sin haber perdi- do ningún hombre en esta escaramuza, Gil González volvió al golfo de San Vicente, actualmente la bahía de Caldera en Costa Rica, donde lo esperaba Andrés Niño que tenía una semana de haber fondeado los navios, uno de los cuales se hallaba en mal estado. Su expedición descubridora había dejado un saldo de 22,813 bautizados en Nicaragua. Y todo el oro regalado por los caciques, tanto del territorio de Nicaragua como del de Costa Rica, valía 112,524 castellanos, o sea unos 600,000 dólares aproxi- madamente. 2.-LA EXPEDICION CONQUISTADORA DE FRANCISCO HERNANDEZ DE CORDOBA La presencia de Gil González Dávila en Panamá despertó la codicia de Pedrarias. El descubridor, una vez apartado el quin- to real, quiso volver al lugar de donde procedía y para ello soli- citó a Pedrarias pertrechos de guerra. Este aceptó su propuesta con tal de que fuese como enviado suyo, por lo que Gil Gonzá- lez reaccionó de esta forma: " . .yo me quedé poco corrido por- que me pareció que siendo yo capitán de V. M., en cuyo nombre se lo pedía, que era conocida bajeza aceptarlo". (4). Ante esa negativa, Pedrarias organizó su expedición dirigida por el ca- pitán Francisco Hernández de Córdoba. Para tal fin había cons- truido una compañía con el Tesorero Alonso de la Fuente, el Contador Diego de Márquez, el Licenciado Juan Rodríguez de Alarconcillo y el mismo Hernández de Córdoba, cuyo contrato se firmó el 22 de septiembre de 1523. (5). Pedrarias pensaba "pacificar los caciques e yndios que están en la costa del sur al poniente" de las tierras descubiertas por sus tenientes. Con la compra de los navios, jarcias, negros, etc., de la expedición de Niño, el futuro gobernador de la provincia aportaba dos de las seis partes en que se dividía aquella sociedad que promovió la conquista de Nicaragua. La expedición conquistadora de Hernández de Córdoba sa- lió de Castilla de Oro, región que abarcaba el Darién, a fines de 1523. Con el encargo de fundar ciudades para asegurar el do- minio de la tierra y así descubrir con menos dificultad el "mis- terio del estrecho", traía a férreos conquistadores que luego desempeñarían papeles importantes en los descubrimientos y conquistas particulares de América. Entre ellos destacábanse a Gabriel de Rojas,, descubridor y pacificador de las segundas minas de Gracias a Dios y fundador de El Realejo; Sebastián de Benal- cázar, primer alcalde de León y conquistador de Quito; y Her- nando de Soto, gobernador de Cuba y descubridor del Misisipí. Muy a principios de 1524, en el asiento de Orotina, cerca del puerto actual de Puntarenas, Hernández de Córdoba fundó la villa de Bruselas a fin de establecer comunicación con las tie- rras conquistadas. Ordenó poblarla a Ruy Díaz, dejó en ella a Andrés de Garabito con el cargo de teniente gobernador y pro- siguió hacia Nicaragua. Siguiendo el itinerario de Gil Gonzá- lez y abriéndose paso con las armas, llegó al poblado indio de Jalteva y fundó junto a él la ciudad de Granada como base de exploraciones lacustres y militares.
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