FERNANDO DIEZ DE MEDINA FRANZ TAMAYO EL HECHICERO DEL ANDE CUARTA EDICIÓN © Rolando Diez de Medina, 2004 La Paz- Bolivia INDICE NOTA DEL EDITOR: PROLOGO A LA PRIMERA EDICION PROLOGO A LA TERCERA EDICIÓN PROLOGO A LA CUARTA EDICIÓN PRELUDIO ANDANTE CON IMPRESSIONE ALLEGRO ALLA MARCIA SCHERZO INDIO PRESTO APPASSIONATO LARGO E MESTO DOS CARTAS NOTA DEL EDITOR: El libro de Fernando Diez de Medina, cuya primera edición circuló en 1942, dio lugar a una polémica sonada que transmontó las fronteras de Bolivia, pues fue comentada en diarios de Chile, del Perú y de Venezuela. Franz Tamayo, calificó de «agresión» al estudio biográfico y crítico de Diez de Medina y quiso refutarlo en un extenso libelo que intituló «PARA SIEMPRE», en el agotaba injurias y ofensas contra su biógrafo. Se publicó en «El Diario» de La Paz y después se reprodujo en un folleto ya agotado. Esto sucedió a los 15 días de la aparición del libro. Veinticuatro horas después de publicado el procaz y extenso artículo de Tamayo, que llenó una página de «El Diario», Fernando Diez de Medina contestó con un trabajo de no menor extensión, que cubrió una página integra de «Ultima Hora», en el cual, sin emplear términos injuriosos ni denostar a su contrincante, defendió con altivez y energía su obra. Ese ensayo que fue reproducido por «Ultima Hora» a petición de los lectores, ha sido incorporado, bajo el título de «PARA NUNCA», a las dos ediciones del libro «THUNUPA», tomo de ensayos de Fernando Diez de Medina. 1 EPOS “Si en algo un son sublime Se empapa y vibra, Cual dolor en la fibra O eco que gime,- Canto a miríadas, Auscultad en los Andes Nuestras Ilíadas!” Tamayo EPITHYMBION “Fue noble, triste y grande! Habitó un sueño Como habitar el Ande. Hombre sin dueño, Fue Hermes y Apolo! Volverá un día, grande Y siempre solo!” Tamayo PROLOGO A LA PRIMERA EDICION ¿Cómo hablar de un pedazo de América? El sociólogo respira por la ciencia y por la historia. El estudioso documenta sus aseveraciones. Investigación, rastreo cronológico, son instrumentos del crítico y del biógrafo, Mas hay un territorio esquivo al método, anclado allende las tesis y los cánones. Ni reglas ni preceptos. Nada se prueba. Se penetra todo. Ceñido el tema. La visión sin brida. Se diría un retrato arbitrario en marco exacto. O el rumbo libre de pájaros en vuelo. Y de pronto el crescendo de una música insensata, más próxima al sentimiento que al oído: es el modo fantástico. He aquí un miraje de Bolivia, con su misterioso fondo telúrico, sus desgarramientos esquilianos, su poderosa concentración interna. Y un perfil de Franz Tamayo, su hijo representativo. Suelo y poblador dan su clave recíproca. Tamayo representa, en grado extremo, nuestras virtudes y nuestros defectos; nuestros aciertos y nuestros errores. Cuanto más se encumbra un hombre —recuerda el poeta— más profundamente arraiga en la entraña de su raza. Él es lo mismo que ella. Y ella es igual a él. Verídico es el tema: existen tierra, pueblo y grande hombre. Lejos del esquema sistemático, damos rasgos libres para uso de imaginaciones elásticas. El arte literaria —magia viva— esparce su doble luz radiante; no hay fábula sin fondo de suceso real, como no hay verdad sin contornos de ficción. Es probable la fusión de yerros con aciertos. Bolivia «terra incognita», Franz Tamayo esfinge sempiterna, son ignorados por los propios bolivianos. Pero aun frustrado el mensaje, quedará su resonancia: un sueño lírico sobre los bloques rígidos del Ande. Fernando Diez de Medina 1942. 2 PROLOGO A LA TERCERA EDICIÓN Han transcurrido más de veinte años de la aparición de este libro. Tres ediciones testimonian la vigencia del tema y del personaje. Pero queda un aspecto por dilucidar: hasta qué punto fue sana la intención que me guió al componer este retrato de Franz Tamayo, que provocó su iracunda reacción mediante un libelo que contesté en su oportunidad. Al escritor de vocación no deben arredrarlo elogios ni injurias. Fluyen de la naturaleza humana. Recuérdese que los famosos ingenios españoles —Lope, Cervantes, Quevedo, Calderón— fueron también insignes libelistas. O aquella célebre polémica en que Bernard Shaw desautorizó a su biógrafo Frank Harris, dando lugar al todo un libro. La literatura sudamericana está lejos, todavía, del clima templado en que se desenvuelven las controversias europeas: allí existe un dominio de la forma expresiva, un cierto señorío que aun en medio a la mayor explosión revela cultura y dignidad. Aquí el fermento emocional precipita las reacciones personales a grados de primitividad. Hay una regresión evidente en las pasiones. Pero todo esto es historia viva. Testimonio. Realidades que deben fundirse para conocimiento, para escuela normativa de autores y de críticos. Nada tengo que alterar en el texto original de la primera ni de la segunda ediciones. Más que por sus propias obras, casi desconocidas, Franz Tamayo —hombre y literatura— entra a las letras sudamericanas por el portal de mi “Hechicero del Ande”. Fernando Diez de Medina 1967. PROLOGO A LA CUARTA EDICIÓN Este es el más discutido y el más saqueado de mis libros. Acaso porque el personaje mismo fue un enigma psicológico para los bolivianos y su medio étnico y social, cruzado de contradicciones, se presta a desorientar al lector. Unos trataron de aminorar mi trabajo, señalando que tiene un carácter ditirámbico. Otros sostuvieron que Tamayo y su obra merecían más. Y los terceros —los más abundantes— en la mezquindad literaria que nos rodea, callaron; trataron y siguen tratando de hacer el vacío a un libro que les indigna porque los sepulta en su enana incomprensión. No puede, un autor, ser juzgador de su propia obra. No sé si esta biografía al modo fantástico —más verdadera que muchas historias rigurosas— es buena, mala o regular. Pero sí diré que dos opiniones autorizadas me eximen de toda envidiosa sindicación. La primera esposa de Tamayo, doña Blanche de Tamayo, en una de sus cartas, expresa, refiriéndose a mi libro: "Todo lo que dice usted en su obra es verdad. Y el "Times" de Londres, que muy rara vez se ocupó de autores bolivianos, señala: "Ningún libro podría acercar mejor a la comprensión europea la realidad boliviana como esta biografía brillantemente escrita". Dije "saqueado" y lo mantengo. Varios que escribieron posteriormente a la aparición de mi "Hechicero del Ande", aprovecharon datos, referencias y hasta juicios críticos de mi obra, naturalmente empleando otras palabras para disfrazar el plagio. Falta de probidad intelectual como lo es, también, el hecho de referirse a la bibliografía tamayana y prescindir del primer estudio serio de su vida y su obra como mi libro. Antes sólo habían aparecido ensayos cortos de Sánchez Bustamante, Mario Saieli y Luís Aragón, pero el primer análisis de fondo, documentado, historia y 3 crítica de cada una de sus obras, fue mi biografía "al modo fantástico" que contiene más verdad que fantasía. Comencé este libro a los 25 años. La primera edición data de 1942. Esta cuarta ratifica la acogida que le dieron lectores y crítica, en su primera aparición. Nada cambié del texto original, pues así, aun con discutibles errores de apreciación, o puntos de vista controvertibles, mi estudio resulta más sincero y espontáneo, creación juvenil que no teme presentarse tal como fue concebida. No por vanidad de escritor, sino para contrapesar algunas opiniones adversas que tacharon este libro de preciosista, de ligero, de equivocado, de excesivo en el elogio, reproduzco el juicio crítico de "LA NACION" de Buenos Aires: "Fernando Diez de Medina hace un estudio tan acabado, tan concluyente, tan extrañamente dimensional en este libro, que Franz Tamayo cobra de golpe la categoría del arquetipo, símbolo no ya sólo de su pueblo —anclado en la elevada planicie del Ande— sino de todo un continente cuya voz misteriosa y profunda encarna. Nunca defendí mis libros en cincuenta años de actividad literaria y periodística. Pero ahora, cuando compruebo que la envidia y la mediocridad, aumentadas con el silencio, pretenden oscurecer mi "Hechicero del Ande", tengo derecho de alegar primacía en el análisis a fondo de la vida y la obra del gran poeta y pensador. Fernando Diez de Medina 1981. PRELUDIO “Montes graves, graníticas hazañas, Como inmóvil galope de montañas! No pasaréis aunque la tierra pase! Yo os llevo para siempre en mis entrañas!” Tamayo Tiene la forma de una tromba. La espira comienza por un rasgo sutil de menudos fragmentos, que se funden en el ritmo ascensional de la columna. A mitad de camino se enarcan las caderas, dilátase la pared interior, crecen los hombros. Se diría un cuerpo mutilado, que aventó la cabeza para afirmar el imperio del torso formidable. Este torbellino plástico, envuelve un alma en evasión. Inasible, contradictorio, cruzado de hermetismo, el todo escapa a las definiciones. Cuerpo y alma se sustraen, huyen vertiginosamente como la tromba del centro que la inicia. Sudamérica es huraña a la síntesis. Calza muchas medidas sin ajustar ninguna. 4 Para unos es el espejo que devuelve, reducida, la imagen europea. Para otros la factoría económica de los Estados Unidos. Del Golfo de México se divisa una tierra de indios. De Buenos Aires la matriz cosmopolita. Cuna de la raza cósmica al decir del pensador, se transforma en continente de la negación y de la muerte para el novelista. Piensa el tropicalismo en cierta reserva cultural de la humanidad. Responden los pragmáticos que ya pasó la hora de estas jóvenes naciones, sujetas como satélites al sistema solar de las grandes potencias. La tesis del indio inorgánico, halla su réplica en la doctrina del terrícola forjador de sus instrumentos de dominio. Razas «fellahs» —piensan los más. Pueblos concentrados, a la espera— sostienen los menos. El soñador exclama: ¡La América India irradia la magia de una virgen dormida! El sociólogo pregunta: ¿Es que ella existe verdaderamente? Lo que existe son grupos de pueblos, intenciones de trasplantes, hacinamientos que tratan de hacer nación.
Details
-
File Typepdf
-
Upload Time-
-
Content LanguagesEnglish
-
Upload UserAnonymous/Not logged-in
-
File Pages129 Page
-
File Size-