De frecuencia mensual y totalmente gratis Índice: 1. La guerra y la paz del futuro: los Mems. Nicolas Garcia Garcia y Candido Garcia Molyneux 2. Guerras posibles. Luis Britto 3. El derecho a leer. Richard Stallman 4. Área protegida. Ariel Cruz. 5. TAZ. La zona temporalmente autónoma. Hakim Bey. 6. Combate aéreo. Michael Swanwick y William Gibson 7. Historia del cine ciberpunk. (Capítulo 10) Raúl Aguiar LA GUERRA Y LA PAZ DEL FUTURO: Los MEMS Nicolás Garcia Garcia y Candido Garcia Molyneux La guerra del futuro será limpia, precisa y rápida; pero no por ello nos conducirá necesariamente a una paz duradera. El malestar y desconcierto, en el que vivimos desde el 11 de septiembre, demuestran que la guerra y la paz del futuro deberán fundamentarse en la mas avanzada de las tecnologías -la Nanotecnología- y en el principio mas básico del conocimiento humano -la inteligencia global. El estado de guerra y terror en el que nos encontramos requiere una solución basada en la optimización dentro de la teoría de juegos. Esto es, un juego dentro de un escenario con distintos agentes e intereses, de una gran complejidad y donde cualquier movimiento modifica y realimenta la totalidad del escenario. Este es el mismo juego que gobierna la biodiversidad en un ecosistema, los mercados financieros, los comportamientos sociales, las reacciones químicas, etc. En el juego de la guerra y la paz lo único que cambian son los agentes y las reglas. Por ejemplo, imagínense una población de carnívoros, omnívoros, herbívoros y plantas que habitan en un espacio delimitado y donde los unos se comen a los otros, de acuerdo con una escala trófica. ¿Cuáles serian las poblaciones estables de cada una de las cuatro especies? Si empezamos el juego estableciendo una población indeterminada para cada especie, con el tiempo las poblaciones oscilaran hasta que se estabilicen y varíen con pequeñas fluctuaciones. Pero en ningún caso será estable un sistema con una población muy grande de una especie y una población muy pequeña de otra. Habrá un momento en el que si la población de una especie es menor que un cierto valor el resultado será la extinción del resto de las especies. Por ejemplo, si mueren los herbívoros, los carnívoros y omnívoros, que no coman hierba, no podrán subsistir. El ejemplo que acabamos de describir ilustra un juego mecánico, natural (quizá perfecto), pero podemos introducir como agentes a seres humanos, que son mas inteligentes y disfrutan de tecnologías para la reproducción, la producción masiva, etc. En este caso, las poblaciones de todos los agentes podrán aumentar hasta un numero optimo, dependiendo de las técnicas utilizadas en el ecosistema. Lo que caracterizara al juego humano será el elemento "inteligencia" en su dimensión mas amplia. Esta inteligencia podrá ser global o parcial. La inteligencia global es aquella que busca soluciones que beneficien globalmente la población de todos los agentes. La inteligencia parcial es aquella que busca el beneficio o interés máximo de un solo agente. Esta ultima al final acaba siendo destructiva, porque los otros agentes perdedores reaccionan para mantener su población. La primera gran guerra del siglo XXI debe incluirse dentro de un sofisticado juego de optimización que afecta a la entera humanidad con distintos colectivos humanos como agentes. Por ejemplo, los EE.UU., Europa, los países árabes mas amigos de Occidente, los menos amigos, los enemigos, Israel, las ONGs, los grupos underground, las organizaciones terroristas, y el resto del mundo, en fin, todos. El inicio del juego ha probado (11 de septiembre) que los terroristas y sus amigos son, aparte de asesinos, fanáticos y lo que se quiera, inteligentes, al menos parcialmente, y están bien organizados. De hecho, en principio, en el primer movimiento del juego, los agentes terroristas han demostrado ser mas organizados que los servicios de información occidentales, que han sido incapaces de impedirlo. Además, hecho también muy importante, los terroristas, a diferencia de Occidente, están dispuestos a inmolarse para conseguir sus fines. Por otra parte, no estamos seguros de los medios reales, ni humanos ni materiales de que disponen los agentes terroristas. Las nuevas guerras no se hacen tomando una decisión sin consultar simulaciones de ordenador que tienen en cuenta los distintos agentes de la contienda. Las nuevas guerras se basan en simulaciones que optimizan resultados con códigos complicadísimos y potentes ordenadores capaces de manejar un enorme numero de datos y variables que deben ser obtenidos por la inteligencia. Esto es, por ejemplo, lo que ocurre en el conflicto que nos lleva. EE.UU. y sus aliados han analizado los resultados de posibles escenarios e irán escogiendo distintas opciones en el transcurso del tiempo, conforme vaya evolucionando la situación. Por eso lo que parecía que iba a ser una reacción rápida a los abominables sucesos del 11 del septiembre ha tomado su tiempo para permitir a la inteligencia actuar. El Sr. Powell y sus estrategas, de una calidad científica excelente, analizan cada posibilidad con calma, tentándose los cuartos. Sin embargo, muy a su pesar, saben que les faltan datos y no pueden actuar con la precisión deseada. De hecho, la primera guerra del siglo XXI les viene con diez años de antelación. Las agencias de inteligencia y de investigación de Occidente y el Pentágono saben que les faltan datos y actuators (medios de actuación). Nótese que, hasta ahora, toda la diplomacia que se ha llevado a cabo no ha sido sino para obtener opiniones y datos de los distintos agentes. Las distintas agencias de inteligencia buscan saber qué opinan los distintos agentes, que actitudes adoptarán, cuales serán las respuestas de sus pueblos. Todo esto no son sino datos para el ordenador que simula el escenario. Sin embargo, los datos en muchas ocasiones no son fiables. Estos dependen de tantas variables que lo que un dirigente diga tiene tantos matices según evolucione la situación y los intereses que vayan apareciendo. La diplomacia juega su papel, pero la información que obtiene es tan solo parcial. Poco importa que un agente diga si "sí" o si "no" si no se sabe realmente lo que piensa hacer. Si se quiere detener a tal o a cual persona ¿cuál es la mejor estrategia si no se conoce y no se puede actuar donde está al segundo?. Lo cierto es que la tecnología actual no dispone de los medios necesarios para obtener datos verídicos que merezcan ser introducidos en la simulación de ordenador, ni para diseñar la estrategia óptima. Esto lo demuestra el hecho de que las agencias de inteligencia han fallado de plano en su control de la seguridad en EE.UU. y en Europa. A las agencias de inteligencia les falta saber como mínimo (a) de cuantos medios humanos y materiales disponen los terroristas y donde están; (b) cuales son los siguientes pasos que piensan dar; (c) con cuantos apoyos reales cuentan en los países Árabes y con poblaciones islámicas; (d) que piensan hacer realmente estos países; y (e) cual es la actitud de Israel y Palestina. Por otra parte, a las agencias de inteligencia les faltan actuators. A pesar de su aparente sofisticación, los medios de los que dispone Occidente no son más que chatarra que no está a la altura de las exigencias de la opinión publica. Los medios actuales son bélicos, mortíferos, destructivos y groseros. A pesar de los esfuerzos técnicos, y de la propaganda informativa, los misiles de Occidente no seleccionan, sus efectos colaterales no son pequeños, afectan a poblaciones inocentes y a bienes de producción, crean inestabilidad económica, y son siempre tardíos. En resumen; los medios existentes son a extinguir, no son inteligentes, y no pueden actuar in situ de una manera limpia en respuesta a una información instantánea. Los MEMS, microelectronic mechanical systems (dispositivos mecánicos microelectrónicos), son dispositivos micrométricos inteligentes que podrán resolver los problemas descritos anteriormente y que las agencias de inteligencia e investigación de Occidente están intentando desarrollar desde hace un par de años. El mérito de los MEMS será que podrán comunicar y actuar mecánicamente, bajo órdenes dadas, en el sitio e instantes deseados, de ahí su nombre de dispositivos mecánicos microelectrónicos. La guerra del futuro se hará con estos dispositivos como armas limpias guiadas por optimizaciones de programas de ordenador cuyas soluciones se irán obteniendo por alimentación de datos obtenidos in situ. Los ordenadores darán ordenes de actuación a los mismos dispositivos que envían la información o a otros similares que tendrán capacidad de actuación y que estarán prácticamente en el mismo sitio que los informadores. Un ejemplo, supongamos que fuera posible construir un dispositivo que tuviera un tamaño de 10 micras de ancho, (una décima del grosor de un pelo) prácticamente invisible al ojo humano y que además tuviera una memoria de 10 megabits (diez millones de bits). Esta memoria sería suficiente para que el dispositivo pudiese trasmitir datos obtenidos en un sitio dado en una frecuencia determinada, así como recibir órdenes. Esta memoria además permitiría, bajo una orden dada, hacer actuar una parte mecánica que inyectara una carga letal a un objeto o persona determinada. Imagínense un “mosquito” invisible con una carga mortal y un aparato receptor y emisor. Al mismo tiempo, imaginen que este “mosquito” no necesita energía para volar porque con su tamaño flota en el aire y cualquier corriente de aire o diferencia de temperatura lo mueve. Se preguntarán como se coloca este dispositivo en un sitio deseado. La respuesta es que no se deposita un dispositivo, sino billones de ellos que a su vez se comunican entre si y se coordinan y toman decisiones. Estos dispositivos formarían un network con comunicación con superordenadores exteriores y se depositarían por medio de una inofensiva explosión de un proyectil en el sitio deseado.
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