HECTOR SCARONE Maestro, Un Mago

HECTOR SCARONE Maestro, Un Mago

HISTORIA D1L FUTBOL URUGUAYO Jueves 19 de febrero de 1970 DIRECTOR Franklin Morales I ASESOR DE LA DIRECCION i Eduardo Gutiérrez Cortinas AYUDANTE DE LA DIRECCION Rafael Bayce DIAGRAMADO Horacio Anón 1 I EDITOR Julio Bayce Editores Reunidos Cerro largo 949 Tal. 1.03.1 • Montovidoo. Uruguay DISTRIBUCION GENERAL Arco S t. Coionio 1263 ToL 1.32.00 DISTRIBUCION INTERIOR, QUIOSCOS Y CANILLITAS Distribuidora Uruguaya do Díanos y Kovistas C.udodola 1434 Tal S:S1.SS PUBLICIDAD V ártico Salís 1593 Tal 9 13.33 Impreso en Uruguay par Impresora Box S. A Gabote PC 1S3S — Telefono 4 90 48 Hacho ol dopésrto de ley. Amporodo en el Art. 79 de la loy 13 349 (Comisién del Papel I Copyright IDlTOIfS MUNIDOS ¿Maestro en ÍÚ i I h »! cp eédo quién luí "enhenado a jugar LA DIIICCIÓN NO COMPAITI NICf S A> I AMENTf LA OPINION DI LOS AUTOKK ¿O e* uiá* ju»ta I b %aloración que distingue a»í a cierto* jupulorc*. uta* allá <le be é|MH*ah inicíale» donde *do habrían podido aparecer lo* "maestro»*.' ¿Ha habido, hay y habrá "niaeptro»** en toda» la» época»/ Mientra* traíanlo» de jMUirrno» de acuerdo, reverencíenlo» a -ci* iiiin«*ii»a» figura» del fútbol má» laureado del iiium •• <*oiinagra<la» como ”niae»tro»” a traté» de la tohtuia* popular: Pírndiltcue. Héctor Srarowe. Ilolwrto I 0,1 •’ U «hrr Gómez. Juan Mlicrto Ssdiiaffiuo % IVílro l(o< A rA’ JIA ROBERTO PORTA foioi Ajtht»o ti G l A f l C C c. L. GALLARDO - J. BAYCE N. SUBURU A. E. BING R. BAYCE gera sin medir de antemano su tras­ cendencia, tropezamos con el proble­ ma original: ¿qué alcance hay que acordarle al término “maestro” y en consecuencia, quiénes lo merecen o justifican ? Porque si nos atenemos a la acep­ ción más corriente, fundada en la finalidad didáctica de la función, maestro es el que enseña algo, el que hace adquirir nuevos conocimientos o nuevas habilidades que ayudan al discípulo a perfeccionarse en el ejer­ cicio de su tarea habitual. Si a eso limitamos el criterio a aplicar en el caso, sólo encontraría­ mos dos nombres que pudieran dar satisfacción a la exigencia básica: Leonardo Crossley y Juan Harley, ambos provenientes del fútbol britá­ nico sin entrar todavía en discrimi­ naciones de escuelas, tendencias, etc. Pero si ampliamos el sentido del término asimilándolo al que se apli­ ca en arte, tendríamos que “maes­ tro" es también el que perfecciona su propia obra que queda como mo­ delo en su género, o el que sin pro­ ponérselo, forma adeptos que siguen sus huellas en un afán de imitación por el que se procura acercarse lo más posible a la obra admirada. Como nosotros hemos sostenido siempre que el fútbol es un arte con f 1 'L í un contenido técnico, nos mantene­ Leonardo Crossley: como Harley, Juan Pena: creador de un modelo. mos fieles a esta norma y conside­ enseñó. ramos como “maestros” en fútbol a los que figuren en cualquiera de A MANERA DE EXPLICACION estas dos categorías: la de enseñar Va sin decir que es ésta una opi- algo nuevo (Crossley y Harley) o la ninón personal de- quien firma el Se nos ha encargado el capítulo de haber creado un modelo que ge­ trabajo, y de cuyas conclusiones nos referente a “Los maestros" del fút­ nera el deseo de la emulación: Wi- hacemos responsables en cuanto a su bol uruguayo. Pero al abocarnos a lliam Poole, Juan Pena y José contenido técnico. la tarea, aceptada un tanto a la li­ Piendibene. C. L. G. 267 ñada en derribar ídolos ajenos que en crear los propios? Y es que algo irradiaba este hom­ bre que pasó en su vida por mil acechanzas del destino, incluso en lo deportivo como consecuencia de le­ siones que en tantas oportunidades lo mantuvieron por largos períodos al margen de la actividad, lo que sin embargo, no significaba la más mínima disminución en su notorie­ dad, en su prestigio, en su gravita­ ción. Y sin embargo, la verdad es que pasó por momentos de escaso ren­ dimiento como el anuncio de una decadencia que se habría justificado por el desgaste del tiempo; cuando todo parecía insinuar el arribo del retiro definitivo que más de una vez lo deseó él mismo, pero del que te­ nía que renunciar ante el imperativo de las autoridades de su club para quienes la presencia del "maestro" sano o enfermo, joven o en plena veteranía, era siempre garantía de optimismo ante la incertidumbre de un resultado difícil. Todavía más para robustecer la incógnita de su personalidad. Debe ser un caso único en el m undo el de un hombre que no siente placer en lo que hace, no obstante lo bien que lo hizo; que no quiere a su p ro ­ fesión o a su actividad ordinaria al grado de no desear hablar de ella; que a la hora de haberse jugado un partido no recordaba nada o casi nada de lo ocurrido, como si se sa­ cara un peso de encima que le in­ comoda. Y asi y con todo ello en contra, fue “el maestro” del fútbol uruguayo y el jugador más admirado y respe­ tado de su tiempo. ¿Cómo se podría describir la per­ sonalidad futbolística de Piendibene? El maestro por antonomasia, tiene hoy todos los perfiles de lo que se llama Vaya una anécdota de la que fui­ "un jugador de leyenda". mos actores. En los últimos días an­ tes de la partida de la delegación uruguaya al Campeonato del Mundo JOSE PIENDIBENE experiencia y la eficacia de los de 1950, se realizó en Eos Aromos, Brown, era materialmente imposible residencia en ese momento de la Seguramente, éste es el caso más derrotarlos en dos oportunidades casi selección celeste, una amable reu­ fácil a los efectos de justificar el inmediatas. Pero, ¿y después? En nión propiciada por las autoridades titulo con el que ha pasado a la in­ ese "después" que duró casi veinte de la Junta con la presencia de los mortalidad Desde que en 1911 Jor­ veteranos de Colombes, Amsterdam ge o Juan Brown —que todavía se años el título de “maestro" se vincu­ ló de tal manera a su protagonista, y Montevideo, periodistas, invitados, discute la paternidad de la expre­ que no es exagerado decir que in­ etc. La conversación tendió natural­ sión le confirieran la categoría, mente hacia el fútbol y los grandes pasó a la historia como "el maestro" cluso sustituyó a su propio nombre. El jugador, el ciudadano, el hombre jugadores que se habían sucedido del fútbol uruguayo, sin que el gra­ en el tiempo, con toda clase de com­ do levantara resistencia en sector en el retiro, siguió siendo "el maes­ tro" hasta su último aliento. El pro­ paraciones entre "antes y ahora" al alguno de la opinión futbolística na­ gusto de cada uno. cional ceso explica y justifica la justicia de la calificación discernida por el Entre los jugadores seleccionados ¿ Cuáles han podido ser los fun­ figuraba Ernesto Vidal que fue, a damentos de esa consagración uná­ consenso popular en veredicto uná­ justo título, integrante del equipo nime? En su origen, por la impre­ nime Pero, insistimos: ¿por qué? más tarde campeón, quien sostenía sión que a los zagueros argentinos ¿ Es que durante todo ese tiempo no que el mejor centrodelantero que de aquel año les causó la reiteración surgió nadie que al emular las ha­ había conocido era Sebastián Guz- de una misma jugada, magistral en zañas de Piendibene hubiera mere­ mán, compañero del club rosarino su desarrollo y en su conclusión. cido igual o parecida calificación, y magnífico exponente del fútbol de dos tantos notables— cuando era incluso al impulso de una rivalidad su país. Nosotros le dijimos a Vidal dable suponer que a hombres de la de clubes muchas veces más empe­ que Piendibene había sido superior a Guzmán, sin que ello implicara des­ medro para el prestigio indiscutible del jugador cordobés, cuyas virtudes técnicas estuvimos de acuerdo en proclamar. Vidal contestó con una frase que no hemos podido olvidar en cuanto traducía la admiración que sentia por quien fuera su compañero: “Si Piendibene jugó mejor que Guzmán, fue como Dios”. La expresión era un reto al que había que responder de inmediato, por lo que dijimos: “Imagínese a Guzmán con un metro setenta y ocho de estatura y con setenta y cinco kilos de peso. Eso fue Piendibene en 1912”. Vidal fue leal al contestar: “si es así, Piendi­ bene fue Dios”. El lector que haya visto jugar a Sebastián Guzmán, puede sacar la mejor consecuencia posible, en cuanto ha sido el hombre que hemos visto más parecido en su accionar al "maestro” uruguayo. Para los que no tienen puntos de re­ ferencia, trataremos de reconstruir la imagen que guardamos celosamen­ te en el recuerdo. Fue esencialmente un jugador de equipo para quien el lucimiento per­ sonal no contaba. En ese aspecto, no ha tenido rival. Incluso alguna de sus carencias, que también las tuvo, se convirtieron en virtudes. Como nunca poseyó remate potente, se acostumbró a desplazarse en el área penal adversaria, para estar más cerca del arco y en condiciones de colocar la pelota, como llegó a ser su fuerte. Pero para no estar a merced de las defensas contrarias, arrastraba con él a los entrealas, llegando a dominar el juego corto en la zona fuerte con la misma faci­ lidad que en medio del campo. Ma­ nejó el accionar con la cabeza a la perfección, tanto en el remate final El Piendibene de 1926, en una rara fotografía donde aparece en el aire, como en la forma de apoyar a un disputa una pelota con Andrés Mazali.

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