REGIONES Y PODER CONSTITUYENTE EN BOLIVIA 275 Ciudadanía y elecciones, convenciones y debates ROSSANA BARRAGÁN1 INTRODUCCIÓN Suele decirse que en nuestra esquizofrenia y alienación, en un territo- rio habitado por mayorías indígenas, vivimos regulados por un código civil napoleónico, un código penal español, la institucionalidad france- sa territorial de cantones y departamentos y un Ombudsman sueco2. Esta perspectiva crítica y descarnada encierra indudablemente muchas verdades, pero también medias verdades. Y es que ayer, como hoy, cuando estamos en plena etapa de discusión y debate sobre la Asam- blea Constituyente o acerca de las autonomías, el país no vive aislado, está globalizado, imbuido y atravesado por una multiplicidad de expe- riencias de otras situaciones y continentes. Las propuestas de autono- mías, por ejemplo, retoman las que existen en otros países, general- mente europeos. Y es que como recuerda Eric Wolf (1982), la globaliza- ción no empezó en el siglo XX sino que estuvo presente desde el mo- 1 Este trabajo se basa en mi tesis de doctorado, en un trabajo preliminar realizado para el ILDIS denominado “Historia de las Asambleas Constituyentes” (que ha circulado en un disco compacto) y en un artículo de próxima publicación en España. Quiero agradecer a Jorge Derpic, Paula Barragán y Raúl Reyes que me colaboraron en parte de la investigación documental. 2 Fue el colega Ricardo Calla quien nos recordó este potpurrí, aunque sabemos de otras personas que también lo utilizan. 276 CIUDADANÍA Y ELECCIONES, CONVENCIONES Y DEBATES mento mismo de los procesos de conquista y de colonización. La para- doja no radica, por tanto, en cuerpos de leyes de diversos orígenes que han coexistido en una estructura nacional; tampoco reside en que las referencias no sean “nacionales”, porque ideas y pensamientos consti- tuyen horizontes hegemónicos, sin lugar a dudas, pero rebasan lo local y lo nacional. La paradoja consiste, más bien, en la ciega adopción, la re- ceta, el producto listo para consumir; reside en la poca reflexión de lo constituido localmente, el detalle de sus procedimientos y sus especifi- cidades, la historia de sus procesos y las singularidades de su existencia. Aquellas personas que aún pueden alarmarse de la adopción en nuestro país de modelos y estructuras españolas, francesas, inglesas y americanas del siglo XIX, pero también del siglo XX, deben sentirse igualmente sorprendidas que en pleno siglo XXI y en vísperas de una nueva Constituyente y de noveles regímenes autonómicos, estamos prácticamente frente a igual situación y repitiendo de alguna manera la misma dinámica. La historia, y las historias en su pluralidad y diversi- dad, tienen la virtud de re-situar muchos de los temas actuales al mos- trarnos todo lo que cambió y no cambió, al señalar las múltiples discu- siones y alternativas que se han pensado, al develar las razones de ser de algunas prácticas políticas pero también las dinámicas de las exclusio- nes e inclusiones. Sin embargo, las experiencias del pasado son las que menos se buscan cuando se trata de plantear alternativas para el futuro. Las propias razones que pueden ayudarnos a entender esta situación son históricas. La debilidad y fragilidad del Estado no ha permitido ni unificar su sistema y menos aún construir homogeneidades y sentidos de pertenencia colectiva, como ha sucedido en otros países en los que la propia historia ha estado ligada a la construcción de los estados-nación, a los procesos de “nacionalismos” y “nacionalizaciones” y donde “el or- den de la historia emerge de la historia del orden” (Sisinio Pérez, s.f.: 1). ¿Qué usos tiene entonces la historia en nuestro país? Además de ser un tema de investigación, pareciera que la historia es utilizada fundamen- talmente como argumento de sustentación y legitimidad de las deman- REGIONES Y PODER CONSTITUYENTE EN BOLIVIA 277 das regionales, sociales y étnicas. En muchos casos, y cada vez con más frecuencia, la historia se convierte en teleología, en pasados que expli- can y justifican los presentes autonómicos, identitarios, nacionales y nacionalistas. De alguna manera estamos frente a lo que se llaman los “usos y abusos de la historia”. El texto que presentamos aquí está lejos de pretender erigirse como “la verdad” frente a esos usos y abusos siempre presentes. No está desli- gado tampoco ni del presente ni del futuro porque el interés por el pa- sado es también una búsqueda de futuro. Lo que busca es restituir la complejidad de situaciones, actores y posiciones ante frecuentes sim- plificaciones y visiones situándonos también en las encrucijadas de los tiempos. La propia ausencia y el silencio de muchos de los sujetos en el pasado es parte también del presente y explica, de alguna manera, la ac- tualidad. En este sentido compartimos la visión de la historia como una práctica no para “maldecir el pasado ni para predecir el futuro”, sino como un parapeto crítico frente a la credulidad o la fetichización (Sisinio Pérez, s.f.: 16). La información que se encuentra y se despliega busca aportar elementos para la reflexión y los debates al permitir vislumbrar especificidades y limitaciones, pero también un entramado complejo de experiencias. Me ha sorprendido ver cuán cerca estamos de hace un si- glo, pero también cuán lejos. Sin duda muchas cosas no han cambiado y sobre todo no lo han hecho en la profundidad que se habría necesita- do para tener hoy una sociedad mucho más justa y sin discriminacio- nes. Pero también otras tantas cambiaron y por ello resulta antihistórico y a-histórico afirmar que nada ha variado porque tales aserciones nie- gan las continuidades, los cambios y las transformaciones pero, en es- pecial, las dinámicas y luchas cotidianas y no cotidianas de muchos ac- tores. En este trabajo analizaremos precisamente la dinámica de continui- dades y cambios en torno a tres ejes que suscita toda Asamblea Consti- tuyente: elecciones y representación, debates y cambios. En la primera parte nos concentramos en el tema de la ciudadanía, las elecciones y la 278 CIUDADANÍA Y ELECCIONES, CONVENCIONES Y DEBATES representación; en la segunda, a su vez, presentamos las Asambleas Constituyentes y las convenciones que se realizaron en nuestra historia republicana, para luego dedicarnos a analizar, en una tercera parte, al- gunos de los temas más importantes que se debatieron en esas diversas asambleas. Es preciso sin embargo aclarar que no todas las partes tienen el mismo grado de profundidad en su tratamiento ya que para algunas utilizamos y nos respaldamos en la investigación realizada en nuestra tesis de doctorado durante muchos años, mientras que otros temas y aspectos fueron investigados en pocos meses. A pesar de estas diferencias, consideramos que las tres partes son fundamentales para una aproximación no sólo a las Asambleas Cons- tituyentes como espacios circunscritos del poder, sino también como momentos fundantes, como hechos que nos han moldeado y han construido nuestra sociedad y estatalidad. Nos referimos, por un la- do, a la dinámica de las elecciones pero también a las posibilidades y condiciones para intervenir en la vida política del país y a las formas de delegación y representación en diversos momentos históricos a lo largo de más de 180 años. Los temas, ejemplarizando las perspectivas y posiciones de entonces, pero también los términos del debate y los enfrentamientos políticos e ideológicos, constituyen otras tantas ex- presiones de nuestra historia política, de cómo generaciones distintas encararon los problemas de su época y las consecuencias que tuvie- ron. Empezamos el trabajo tratando de responder a las preguntas de quié- nes estaban habilitados para votar, cuáles fueron las condiciones para poder votar desde 1825, quiénes podían ser elegidos y quiénes eran ele- gidos. Nos preguntamos también por la “geografía electoral”, es decir, por los lugares en los que se votaba, si había diferencias entre áreas ur- banas y rurales y cómo se dio o no una mayor participación. Finalmente, tratamos el tema de la representación en el Poder Legislativo y en las Asambleas Constituyentes, indagando qué y cómo se expresaba la dele- gación de la soberanía. REGIONES Y PODER CONSTITUYENTE EN BOLIVIA 279 Los espacios de las asambleas y convenciones desde 1825 hasta hoy corresponden a los espacios del Poder Legislativo y se han inscrito en la lógica de ciudadanía, elección y representación. Abordamos, por tanto, las esferas del poder estatal. Pero contrariamente a lo que podríamos pensar, poco conocemos de ese poder a pesar de que lo invocamos constantemente. Aproximarse a esas esferas no significa quedar atrapa- dos en el poder porque estamos convencidos de que a través de él nos acercamos también a comprender la propia dinámica societal. Para em- pezar, estas asambleas aparecen como circunscritas ya que no partici- paban y no podían participar amplios sectores de la población: los pri- meros parlamentarios obreros estuvieron en la Convención de 1938 pe- ro las mujeres recién llegaron a esos espacios de representación en 1961 (Rosa Lema y Lidia Gueiler, Congreso Extraordinario de 1961: ver Abecia, 1999: 239), situación relativamente similar a la que tuvo la po- blación indígena. Las posibilidades de participación política como ciudadanos y ciu- dadanas que eligen o pueden elegir constituye entonces el eje de la pri- mera parte de este trabajo. Revisamos y exploramos la ciudadanía y las transformaciones en el transcurso del tiempo. Abordamos también el tema de la representación porque a través de ella emerge una especifi- cidad del Poder Legislativo, pero sobre todo una especificidad de la so- ciedad boliviana: la importancia que ha tenido la representación terri- torial. La representación y la delegación de la soberanía popular impli- can, entonces, un anclaje territorial y por ello la relación entre Estado, territorio, ciudadanía y representación nos interesaron particularmen- te3. Las asambleas de representantes o diputados del Poder Legislativo, el cual sustentaba y otorgaba legitimidad al Poder Ejecutivo, son de he- cho las instancias de representación y por ello nos concentramos en analizar la organización del territorio, es decir cómo se dio esa repre- sentación.
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