El Médico De Su Honra Calderón De La Barca

El Médico De Su Honra Calderón De La Barca

El Médico Ilustración: Adaptación del original de Alberto Corazón © Zita Moreno, 2021 de su Honra Calderón de la Barca Dirección Adolfo Marsillach Dirección reposición Roberto Alonso Cuenca UNA PRODUCCIÓN DE _ PRODUCCIÓN EJECUTIVA _ CON LA COLABORACIÓN DE _ CON EL APOYO DE _ El Médico de su Honra Calderón de la Barca Siempre creí que El médico de su honra era el mejor de todos los montajes que hice para la Compañía Nacional de Teatro Clásico. No sólo por ser el primero y señalar el camino elegido, sino porque me parecía, y me sigue pareciendo, el más hermoso y el más arriesgado. La tentación de reponerlo era muy fuerte. (Adolfo Marsillach, 1998). El Médico de su Honra Calderón de la Barca En palabras de Ignacio García Garzón (1986) “El médico de su honra es una obra muy moderna de Calderón, con estructura cinematográfica y que va directamente a la trama argumental”. Con El médico de su honra, Adolfo Marsillach deseaba abordar el conflicto del honor y la honra (mal entendidos en este caso por el protagonista, pero amparados por el sistema), la tiranía de un injusto orden establecido y el juego del libre albedrío y la determinación de la voluntad y, para ello, la materia del texto le resultaba Un enganche que le permitirá contar la historia, idónea. La obra se ocupaba también del tema como era su deseo, partiendo de la base que le universal y atemporal de los celos, presentes en proporciona el texto siglodorista pero haciéndolo cualquier sociedad y en cualquier época y que, en interesante y comprensible para el espectador de este caso, por convertirse en el motor del conflicto hoy sin subvertir los elementos esenciales del dramático, interesaban especialmente al director por mismo: “mi dirección escénica se quiso mantener en su contemporaneidad. Además, es una de las obras una calculada neutralidad para que fuese el público menos representadas de Calderón. quien decidiera. Para mí el teatro no tiene el deber de dar soluciones –a menos que esté al servicio de El médico de su honra se estrena el 17 de abril de una propaganda sectaria– su grandeza reside en la 1986 en el Teatro Nacional Cervantes de Buenos pregunta y en la desazón que el interrogante Aires dentro de la Muestra de Teatro Español en produce en los espectadores” (Adolfo Marsillach). Iberoamérica. Su estreno en España tuvo lugar el 24 de mayo de 1986 en el desaparecido Teatro Álvarez Quintero de Sevilla y, posteriormente, en el Teatro de la Comedia, el 23 de octubre de ese mismo año. En su primera reposición, se reestrenó el 7 de julio de 1994 en el XVII Festival internacional de Teatro Clásico de Almagro y el 20 de enero de 1995 en el Teatro de la Comedia, de Madrid. Adolfo Marsillach escribirá: “lo que Calderón plantea en su drama, ¿o tragedia?, me fascinaba. En El médico de su honra, un hombre asesino a su mujer por el “qué dirán”: la quiere, no está seguro de que le engañe y, sin embargo, la mata: porque los demás sospechan, porque murmuran, porque recelan. […] ¿A cambio de qué?: pues de que el orden –hipócrita– sea restablecido y la mancha de la suposición no se extienda, y para que, como diríamos hoy, la alarma social cese”. ¿No es esta una barbaridad moderna y actual? Adolfo Marsillach establece un nexo entre el conflicto universal del clásico, nuestra lectura El médico de su honra (1986), de Calderón de la Barca, dirigida por Adolfo Marsillach. ideológica actual y nuestro mundo contemporáneo. Archivo del Museo Nacional del Teatro. El Médico de su Honra Calderón de la Barca El médico de su honra (1986), de Calderón de la Barca, dirigida por Adolfo Marsillach. Archivo del Museo Nacional del Teatro. El médico de su honra (1994), de Calderón de la Barca, dirigida por Adolfo Marsillach. Archivo del Museo Nacional del Teatro. La escenificación de El médico de su honra de Adolfo Marsillach aportó suficientes elementos, como para intuir el camino de la nueva puesta en escena del teatro del Siglo de Oro en España, desde entonces y hasta nuestros días. El médico de su honra es un montaje nuevo, hecho para un público contemporáneo que parte de una manera también nueva y muy personal de entender el teatro como patrimonio cultural y su necesaria función social. Con El médico de su honra, Adolfo Marsillach realiza un trabajo más cercano a las líneas estilísticas que se manejaban en Europa que al teatro que, salvando excepciones (Alonso, Narros), el público estaba acostumbrado a recibir sobre nuestros escenarios. Con la puesta en práctica de sus ideas y conceptos, Marsillach inicia un proceso de lógica normalización en la evolución del teatro que por las circunstancias políticas y sociales de nuestro país no se había puesto en marcha aún. Marsillach desnuda el escenario, crea un espacio escénico minimalista y polivalente, trabaja con la ausencia de elementos escénicos y el uso múltiple y polifuncional de los pocos con los que cuenta para la representación. El Médico de su Honra Calderón de la Barca Estiliza el vestuario y utiliza la mezcla de épocas en su realización, jugando con la variedad de estilos y localizaciones geográficas y culturales del mismo. Mezclando el Siglo de Oro con elementos de la tradición japonesa y oriental. Marsillach y Cytrynowski se adelantan a la estética de tantas obras y tantos diseños actuales en las escenificaciones de los clásicos. Consiguen un resultado plástico y visual que enriquece el espectro dramático de la representación. La iluminación y la música dejan de ser meros elementos ilustrativos para convertirse en parámetros consustanciales e inseparables de la El médico de su honra (1994), de Calderón de la Barca, dirigida por Adolfo Marsillach. representación. La plástica del espectáculo supuso en Archivo del Museo Nacional del Teatro. este montaje una novedad y una revolución en la concepción escénica del clásico. La decidida apuesta por la modernidad que en ese momento hicieran Adolfo Marsillach y su equipo: Carlos Cytrynowski, Roberto Alonso, Rafael Pérez Sierra o Tomás Marco, resultó tan certera, novedosa y arriesgada que, más de tres décadas después, se puede reponer el montaje del drama de Calderón sin variaciones conceptuales y con un resultado igualmente válido. Con la escenificación de El médico de su honra, Marsillach elabora un auténtico tratado escénico que, posteriormente, le servirá de guía y auto-referencia necesaria para la consecución de sus ulteriores trabajos sobre el Teatro del Siglo de Oro. Puesta en escena 1986 El Médico de su Honra Calderón de la Barca Lo más importante de este artista multifacético no fue solo su enorme capacidad de trabajo sino su genial visión anticipatoria de lo que debería ser la forma de interpretar y la forma de dirigir los textos del Siglo de Oro. El talento de Adolfo Marsillach, Dirección unido a su gran capacidad de trabajo, marcará un hito en la historia de la dirección escénica de Adolfo Marsillach nuestro país. En 1957, un joven Adolfo Marsillach que tan solo contaba con treinta y dos años, escribía en el número inicial de la recién nacida revista Primer Acto algunos de los conceptos que luego se convertirían en paradigmas de su trabajo. Consideraba el teatro un “fenómeno vital y palpitante”. “El teatro no es un sueño. El teatro es vida. Es el arte vivo por excelencia”. Los clásicos son actuales y su revisión ha de respetar su espíritu, pero innovar en la forma de adaptarlos a los ritmos, sensibilidades y tendencias del público contemporáneo. El trabajo de Adolfo Marsillach, su sello personal al afrontar la escenificación de los textos clásicos ha marcado la evolución posterior de nuestro teatro del Siglo de Oro y, en especial, la manera de concebir y representarlos por los directores de generaciones posteriores. Creó una específica manera de trabajar y de concebir el espectáculo en la que la confianza en los diferentes criterios artísticos de sus colaboradores era elemento consustancial para el buen fin de la creación escénica. Adolfo Marsillach se muestra como un extraordinario y singular creador, ostentando una técnica propia y personalísima a la hora de acometer sus montajes escénicos. Adolfo Marsillach es un director creador que imprime un sello personal que hace que sus espectáculos sobrepasen la mera lectura del texto dramático. La labor de Adolfo Marsillach al frente de la Compañía Nacional inicia el proceso de consolidación de una manera de hacer teatro que, más de treinta años después, marca de forma definitiva el trabajo de los directores de escena y la estética de los modernos espectáculos. El Médico de su Honra Calderón de la Barca Con El médico de su honra, Marsillach propone, en primer lugar, huir de una visión historicista, creando para el espectáculo imágenes que ayuden a contar la historia, no a través de su reconstrucción arqueológica sino a su reinterpretación moderna; “es necesario representar el pasado con las técnicas y la sensibilidad de hoy”. Marsillach establece una relación continuada y real entre los clásicos representados y el receptor de la representación. escénico complementado por la utilización de los medios técnicos espectaculares. Para el director son primordiales la palabra y la emoción que conforman la representación del espectáculo a partir de un texto clásico, teniendo en cuenta que, por encima de todo, hay que tener interés por la historia que se cuenta. Considera imprescindible conseguir la complicidad del espectador con el espectáculo a fin de acercar las obras clásicas al gran público. Los clásicos estarán vivos si se representan desde una perspectiva actual, por lo que hay que procurar el acercamiento, dentro de cada obra, a la situación presente, teniendo en cuenta siempre que el teatro es literatura, pero también y fundamentalmente hecho escénico.

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