LAS FICCIONES DEL TRADUCTOR: EL TRADUCTOR COMO PROTAGONISTA EN LA LITERATURA RECIENTE EN ESPAÑOL A Dissertation submitted to the Faculty of the Graduate School of Arts and Sciences of Georgetown University in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy in Spanish and Portuguese By Denise Kripper, M.S. Washington, DC April 22, 2016 Copyright 2016 by Denise Kripper All Rights Reserved ii LAS FICCIONES DEL TRADUCTOR: EL TRADUCTOR COMO PROTAGONISTA EN LA LITERATURA RECIENTE EN ESPAÑOL Denise Kripper, M.S. Thesis Advisor: Gwen Kirkpatrick, Ph.D. Abstract This dissertation examines the upsurge in the representation of translators and the act of translation in contemporary fiction. In Latin American and Spanish literature of the past three decades, I focus on works that feature a translator or interpreter as protagonist. To understand translation’s increased importance in our globalized world, I argue that these “translator’s fictions” challenge the idea of fluid transnational dialogues. The depiction of fictional translators questions notions of authorship, fidelity, and professional ethics traditionally associated with translation. The first chapter introduces the Fictional Turn of Translation Studies tracing how translators move from marginal to indispensable beings. Jorge Luis Borges’s “Pierre Menard, autor del Quijote” and Rodolfo Walsh’s “Nota al pie” foreshadow two recurrent themes: the impossibility of faithfully rendering the original and the translator as a tormented struggling character. The following chapter analyses four historical fictions: Juan José Saer’s “El intérprete” and Carlos Fuentes’s “Las dos orillas” are set during the Spanish conquest of the Americas, while Néstor Ponce’s El intérprete and Andrés Neuman’s El viajero del siglo take place in the early 19th century. Through a iii contemporary lens, translation in these works operates as a metaphor for redefining concepts of national identity and otherness shaped during earlier epochs. The third and fourth chapters present the consequences of neoliberalism and techno-modernity during the 1990s in Argentina and Spain, respectively. In the Argentinean fictions, translators function within a deteriorating publishing market where translation is merely an economic transaction, as in Salvador Benesdra’s El traductor, Marcelo Cohen’s El testamento de O’Jaral and Ricardo Piglia’s La ciudad ausente. In the Spanish case, Antonio Muñoz Molina’s El jinete polaco and Javier Marías’s Corazón tan blanco offer insights into the world of international interpreters. Interpretation is both alienating and empowering in evoking the politics of memory in contemporary Spanish society. Finally, a coda outlines future research paths on the potential of fiction to bridge the gap between translation practice and theory in the Spanish language context. iv Agradecimientos Quiero agradecer a las muchas personas que inspiraron esta tesis. Primero, a mi comité de Georgetown University, Gwen Kirkpatrick y Tania Gentic, por sus lecturas atentas y críticas. Y a Sergio Waisman, de George Washington University, por el entusiasmo compartido y por ser mucho más que un lector externo. Varias personas colaboraron con esta investigación en sus distintas etapas. Mis mayores agradecimientos van para todos los profesores de Georgetown, en especial Verónica Salles-Reese por las aventuras ecuatorianas, Adam Lifshey por sus consejos prácticos, y Joanne Rappaport, por la motivación y el apoyo. Gracias también a María Elvira Daza, Kristen Hall, Rachel Rubin y Michael Scott por la ayuda técnica y logística. Y a mis compañeros Gabriel Villarroel, Yoel Castillo Botello, Mónica Vallin, Cecily Raynor, Bohumira Smidakova y Laura Vilardell por haber sido parte fundamental de mi vida en Georgetown. Una mención especial merecen María José Navia y Sebastián Vicente, por su amistad y compañía en nuestra pequeña comunidad en DC. Todos los profesores de la European College of Liberal Arts (ECLA), en especial Matthias Hurst, fueron un ejemplo a seguir en la enseñanza de las humanidades. David Hayes probablemente no sepa que fue gracias a él que empecé a pensar en este proyecto y por eso estoy en deuda. Agradezco también a Candela Marini e Isolina López Rivarola, sin cuya amistad la experiencia en Berlín hubiera sido otra. Y a Gabriel Abend, que en un café de Prenzlauer Berg me sugirió que hiciera un doctorado. Extiendo mi agradecimiento también a todos los profesores del traductorado en el Lenguas Vivas, en especial a Florencia Perduca, por su entusiasmo en la enseñanza de literatura, y a Graciela Abarca, a quien ya considero una amiga. Quiero agradecerle también a Sylvia Nogueira, que hace muchos años me dijo que lo mío era la literatura, y jamás lo olvidé. Y a mis amigos de siempre y colegas traductores por todo: María Laura Aguilar, Carolina Friszman, Gabriela Rabotnikof, Tomás Rapallini, Cynthia Leskovec, Guadalupe Anzoátegui, Delfina Cabrera y Soledad Rodríguez. Gracias también a Mara Martelli, Jennifer Mikulik y Leo Gini. Finalmente, agradezco por sobre todo a mi familia, Emilio, Viviana, Kevin y Billy, sin cuyo apoyo y amor total e incondicional nada de esto hubiera pasado. Y a mi mejor amigo y compañero de la vida, Martín Mikulik, que hace años me escucha hablar de malas traducciones y traducciones malas. v Índice de contenidos Prefacio……………………………………………………………………………………1 Capítulo I: Del margen al centro: el traductor como protagonista……………………….14 I.i. Los Estudios de Traducción: el giro cultural y el giro ficcional……………….18 I.ii. Dos antecedentes: “Pierre Menard, autor del Quijote” de Jorge Luis Borges y “Nota al pie” de Rodolfo Walsh…………………………………………...31 I.ii.a. Entre el plagio y la cita………………………………………………..31 I.ii.b. Nota al pie……………………………………………………………..40 I.ii.c. España…………………………………………………………………43 I.iii. Conclusión……………………………………………………………………48 Capítulo II: Las ficciones históricas del traductor……………………………………….50 II.i. Releyendo la conquista española de América: “El intérprete” de Juan José Saer y “Las dos orillas” de Carlos Fuentes……52 II.ii. Formas de traducir el siglo XIX: El intérprete, de Néstor Ponce y El viajero del siglo, de Andrés Neuman…………………………………...65 II.iii. Conclusión…………………………………………………………………...80 vi Capítulo III: Agentes de la traducción…………………………………………………...82 III.i. Ediciones Turba: El traductor, de Salvador Benesdra………………………..92 III.ii. Talecuona y el Museo: El testamento de O'Jaral, de Marcelo Cohen y La ciudad ausente, de Ricardo Piglia…………………………………….104 III.iii. Conclusión…………………………………………………………………120 Capítulo IV: Interpretando las voces de la memoria…………………………………...124 IV.i. No he querido saber, pero he sabido: Corazón tan blanco, de Javier Marías…………………………………..136 IV.ii. El reino de las voces: El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina………152 IV.iii. Conclusión……………………………………………………………….162 Conclusión……………………………………………………………………………...166 Bibliografía……………………………………………………………………………..173 vi Prefacio Al comienzo de esta investigación, consulté entre amigos y colegas si recordaban haber leído algún cuento o novela con un traductor o intérprete como protagonista. Después de pensarlo un poco, muchos me dieron varias recomendaciones. Cuando procedía a consultar esas obras, sin embargo, los protagonistas resultaban ser escritores, críticos, profesores de literatura, editores, ghost writers1. Esta confusión, este recuerdo falso sobre el oficio de los protagonistas de esas obras indicaba algo. Aquellos lectores habían identificado en esas profesiones algún matiz traslaticio. Leer, escribir, corregir, reescribir, son todas operaciones asociadas a la tarea del traductor, pero al mismo tiempo traducir es una tarea intrínseca del trabajo de quien lee, escribe, corrige y reescribe. La traducción entonces aparece entendida como una actividad inherente a, e indivisible de, el mundo de las letras. Según George Steiner, incluso, todo acto de lenguaje implica un acto de traducción, pues comprender es traducir (1). Pero si comprender es traducir, entonces toda nuestra interacción con el mundo sería un acto de traducción. De hecho, cada vez con mayor frecuencia, pareciera que la palabra “traducción” ha comenzado a utilizarse como comodín para expresarlo todo, cualquier transacción, cambio, paso de un formato a otro: traducción de imagen a texto, traducción de análogo a digital, traducción de palabras a hechos, por ejemplo. Lo mismo sucede con el término “traductor” que es a veces utilizado como un término abarcativo para quien puede decodificar signos y sistemas. Por englobar tanto, traducción y traductor peligran vaciarse de significado. 1 Algunas de esas recomendaciones fueron, por ejemplo, Formas de volver a casa de Alejandro Zambra, El camino de Ida de Ricardo Piglia, Dublinesca de Enrique Vila- Mata y El amante bilingüe de Juan Marsé. 1 Según Javier Marías, considerar todo un acto de traducción “enriquece sobremanera la idea de la traducción, le confiere una nueva dimensión, de hecho la hace inseparable de la condición humana, pero a costa de convertirla en una categoría universal, casi en sistema; así, la hace perder su inveterada misión subalterna sólo en función de su capacidad abarcadora” (2001, 372). Para no caer en esta trampa, esta tesis parte de un uso literal de ambos términos. Traducir, según la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española, significa “Expresar en una lengua lo que está escrito o se ha expresado antes en otra” (sn). Por traductor, se tiene entonces a quien traduce: traductores profesionales, que han estudiado para serlo, se ganan la vida
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