HOMOTECIA Nº 10-14 Octubre 2016

HOMOTECIA Nº 10-14 Octubre 2016

HOMOTECIA Nº 10 – Año 14 Lunes, 3 de Octubre de 2016 1 Tras la publicación del editorial del número anterior, recibimos muchos comentarios de nuestros lectores. Algunos opinan que no es nada extraño hallar a nivel universitario docentes que al evaluar, usen estos mecanismos como herramientas punitivas, y además lo aplican de manera natural, con normalidad y regularmente , sin que ello tenga que ver con posiciones personales. Y esta característica punitiva es presentada hasta muy soslayadamente. Uno de estos comentarios lo recibimos de un asiduo lector, el ingeniero electricista HEAG. Ejerció su profesión trabajando para Corpoelec en varias localidades del estado Guárico y cuando llegó el momento de su jubilación, laboraba para ese momento en Valle de la Pascua. Al retirarse de esta compañía decidió residenciarse con su familia en la ciudad capital del estado Anzoátegui, Puerto la Cruz. Como aun se sentía joven y con fuerza para seguir trabajando, buscó y consiguió empleo como profesor de matemática en un instituto tecnológico universitario privado de la ciudad, quedando adscrito a la coordinación de esta área correspondiente a la carrera de Gerencia y Logística. Después de tres años en el cargo fue nombrado jefe de esta coordinación y es cuando surge el caso a exponer, el cual nos lo detalló mediante el envío de un e-mail a nuestra dirección electrónica. Al final del semestre de un determinado lapso, estando en su oficina se presentó una bachiller estudiante del primer semestre acompañada de dos mujeres, una de esta era su madre y la otra, de más edad, por el momento no se identificó. Luego de cordiales saludos, HEAG las invitó a tomar asiento y les preguntó: - ¿En qué puedo servirles? – dirigiéndose a la estudiante. - Perdón – interrumpió la madre – Déjeme explicarle. Mi hija durante todos sus estudios ha sido una excelente estudiante. Nunca ha sabido qué significa sacar menos de 18 puntos en una materia. Igualmente ha ocurrido acá en el tecnológico, en todas las materias tiene ó 18 ó 19 ó 20, excepto en Matemática I con la profesora… ¿Cómo es que se llama? – interrogando a su hija. - LG, mamá – respondió la joven. - ¡Aja! Esa misma es. Ayer le entregó la definitiva y le dijo que había aprobado con 14. ¡14! ¿Usted puede creer eso? Mi amigo HEAG le contestó: - Señora pero eso puede ser posible. En esa materia se introduce a los estudiantes en el estudio del Cálculo Diferencial, se comienza a estudiar límites, derivadas,… - Profesor, obvie esos detalles – interrumpiendo a HEAG – para el caso no interesa. Como ahora no se hacen exámenes finales, la profesora hizo que la sección presentara cuatro pruebas y las promedió. Cuando presentó el primer parcial, le informó a mi hija que había sacado 18 puntos pero no le enseñó el examen y mucho menos se lo entregó. Con las otras tres pruebas no se las enseñó ni se las entregó pero tampoco les dijo cuanto sacó. - Eso está mal pero posiblemente esa sea su calificación. - ¡No profesor! Mi hija dice que ella está segura de haber salido muy bien en esas pruebas y si ella lo dice es cierto. - Bien señora, vamos a ir en este momento al cubículo de la profesora para hablar sobre el caso – y le acotó lo siguiente a la madre – Pero antes quiero decirle lo siguiente. En esta institución la relación docente–alumno es una relación entre personas adultas, y su hija debió tratar este asunto directamente con la profesora. - Eso será con los otros estudiantes pero en el caso de mi hija no. Ella es menor de edad. Tan solo tiene 17 años – quedando HEAG sorprendido tras esta información. - Además profesor, sepa usted que mi hija trató de hablar con la profesora y le pidió hasta revisión de pruebas para poder constatar si su calificación era el tal 14. La profesora groseramente se la negó, diciéndole que si era que mi hija creía que ella estaba loca o que era una irresponsable en su trabajo. Es por eso que vinimos acompañada con la señora DM – señalando hasta la ahora no identificada otra mujer – ella es la Fiscal de la LOPNA de nuestro municipio. - Sí profesor – aclaró la señora DM – y por lo que he oído, la profesora de matemática ha violado varios artículos de la Ley al tratar a una menor de edad. Quizás sus acciones merezcan las sanciones que se estipulan y hasta se le suspenda como profesora. En ese momento mi amigo HEAG nos manifiesta que comenzó a sentirse agobiado. - Llegamos al cubículo de la profesora, el cual es bastante amplio ya que es el de todos los profesores de matemática del instituto; hay varios escritorios, en aquel instante algunos ocupados por profesores que atendían a varios alumnos, y un mesón más o menos grande con varias sillas a su alrededor ubicado en el centro. Al fondo se encontraba apoyado un estante que servía de biblioteca. Luego de saludar, amablemente solicité a los alumnos que se retiraran ya que teníamos que tratar un asunto delicado. Al dirigirme hacia la profesora LG noté que tenía un gesto que mostraba entre asombro y preocupación y veía reiteradamente a cada una de las personas que acabábamos de entrar. Invité a todos a sentarnos en el mesón, les dije: vengo a hablar específicamente con la profesora LG pero les agradecería que se queden. La bachiller acá presente ha hecho un reclamo sobre la calificación definitiva que usted le asentó en su materia. - Profesor, sobre eso no hay que hablar. Esa es su nota. - Me explico profesora. No es que esa sea la nota o no. Ella quiere constatar que lo es. Exige que usted le muestre las pruebas corregidas para ver en que falló y qué es lo que debe mejorar. - Profesor, yo también exijo que se respete mi trabajo. ¿O es que usted cree que vengo aquí a jugar? Además, en todos los institutos universitarios donde he trabajado, los profesores no están obligados a entregar las pruebas ni informar a los estudiantes los resultados. Al finalizar el semestre uno les dice cuál es su calificación definitiva en la materia. (CONTINÚA EN LA SIGUIENTE PÁGINA) HOMOTECIA Nº 10 – Año 14 Lunes, 3 de Octubre de 2016 2 - (VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR) - Profesora, cada instituto trabaja según sus normas. En el nuestro, el reglamento de evaluación es claro cuando puntualiza en su artículo correspondiente, que realizada una evaluación escrita, el docente debe corregirla y devolverla al estudiante en un tiempo no mayor a una semana. Si es de otro tipo, también se debe informar el resultado en el lapso de una semana. - Profesor, exijo que considere necesario que se respete mi posición – dijo la profesora ya muy alterada. - Déjamelo explicártelo con más detalles. La bachiller es menor de edad. La señora aquí presente – y le señalé a DM – es una fiscal de la Lopna y esta otra señora – señalando a la madre – es su mamá, su representante, y te ha denunciado ante la fiscalía municipal de la Lopna. Habiéndole dicho esto, LG comenzó a voltear agitadamente la cabeza mientras veía a cada uno de los sentados en el mesón como buscando apoyo. Posiblemente entendió la gravedad de la situación cuando ninguno de los presentes dijo nada. - ¡Así es profesora! – intervino de pronto DM - No es solamente que no le haya entregado las pruebas ni informado sobre sus resultados. Está el hecho de negarle la revisión de las mismas. Usted está consciente que hay testigos que vieron cuando se lo negó y que además lo hizo de manera grosera, lo que se considera maltrato y atropello a un menor de edad, es decir violó sus derechos constitucionales. Al proteger la Ley estos derechos, usted amerita ser sancionada según lo estipulado en ella, separada de su cargo por un tiempo determinado y sin poder ejercer en otra institución, además sin remuneración. Si esto sucede así, significaría que la demanda prosperó, por lo que de nada sirve que se niegue a mostrar las pruebas ya que estas se anularían y la joven las presentaría ante otro profesor. Al decir esto la señora DM, mi amigo cuenta que la profesora LG fue lentamente hacia su escritorio, abrió una gaveta y extrajo una gran cantidad de hojas de examen. Luego dijo: - Estos son los exámenes de las cuatro pruebas que apliqué a las dos secciones que atendí durante el semestre – su gesto mostraba gravedad. - ¿Están ordenados? – le pregunté. - No pero se supone que los de abajo corresponden a los primeros parciales – respondió LG. - Revisamos y encontramos el primer parcial de la estudiante, corregido y calificado con 18. LG, no sé por qué, mostró gesto de sorpresa. La estudiante lo chequeó y nos dijo que estaba de acuerdo. Después aparecieron los otros exámenes pero sin haber sido corregidos ni calificados. Vi a LG y le pregunté: ‘¿Y esto qué es?’. Bajó la cabeza y no respondió. Revisando los exámenes de los otros alumnos, detallé que la gran mayoría no estaban corregidos. Alcé la voz moderadamente y dije: ‘Señores en primer lugar hay que corregir ya entre todos los exámenes de la joven’. Todos estuvieron dispuestos al instante hasta LG pero intervine y le dije: ‘No tú no, en este momento eres la agraviante’. El resultado: 20, 20 y 19 que promediado con el 18 resultaba que su calificación debía ser 19. Luego agradecí la colaboración de los profesores y les solicité que corrigieran el resto de las pruebas ya que había que eliminar todas las fallas. Le garanticé a la bachiller, a su madre y a la fiscal de la Lopna antes de marcharse que yo personalmente me encargaría de acomodar ese entuerto y así lo hice.

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