Información Académica

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INFORMACIÓN ACADÉMICA AcTos PÚBLicos. NuEvo ACADÉMICo.-En Madrid, a las siete de la tarde del domingo día 10 de mayo de 1992, se reunió la Real Academia Española en la sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando -cedida amablemente en esta ocasión por las obras que se están realizando en nuestra Casa- para dar posesión de su plaza de número al electo D. Víctor García de la Concha. Presidió el acto el Director de la Corporación, D. Fernando Lázaro Carreter. El salón aparecía totalmente lleno de público. Asistieron, además de nume­ rosos académicos, ilustres personalidades. Lugar preferente en el estrado ocuparon Sus Altezas Reales los Duques de Soria. El Sr. Director sentó a su derecha a D. Antonio Hernández Gil, Pre­ sidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; a D. Rafael Lapesa, y al Secretario, D. Rafael Alvarado. A su izquierda tomaron asiento D. Angel Martín Munido, D. Pedro Laín y D. Gregario Salvador. Abierta la sesión, el Sr. Director rogó a los Sres. Sampedro y Ro­ dríguez que introdujeran en el salón al recipiendario. Una vez realizada esta misión, concedió la palabra a D. Víctor García de la Concha. Comenzó su in­ tervención recordando a su tatarabuelo, D. José Caveda y Nava, académico que fue de la Española, de la de Bellas Artes y de la de Historia. Evocó enseguida la figura de su predecesor en la silla «C», Excmo. Sr. D. Ricardo Gullón. Fue -dijo- un siempre joven maestro amigo, porque no otra cosa que juventud de espíritu supuso su constante apertura hacia nuevos hori­ zontes, la atención prestada a cuanto en el ámbito de la cultura emergía, el interés por las nuevas promociones y la vigorosa decisión de ánimo para afrontar sucesivas empresas hasta el último momento de su vida. Tras enu­ merar sus aportaciones a los estudios históricos literarios, concluyó el elogio destacando la motivación trascendente de toda esa tarea. Entrando ya en el tema de su discurso, el Sr. García de la Concha fijó su punto de partida en la afirmación de D. Miguel de Unamuno: «La mís• tica es, en su mayor parte, filología, y lingüística; la lengua española pensó y sintió a Dios en Santa Teresa.» Explicó cómo a la hora de comunicar su experiencia personal le faltaban a la reformadora carmelita modelos expre- 394 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA sivos, por lo que se vio obligada a aparejar el romance castellano para la exploración de espacios del espíritu nunca antes por él frecuentados. La mística tenía que hacerse, y se hizo en ella filología. Por una vía paralela desarrolló su obra San Juan de la Cruz. Destacó el Sr. Garda de la Concha el carácter unitario de ella. Toda la obra sanjuanis­ ta, afirmó, se integra en un proceso que va desde la disgregación a la con­ centración y la fusión en lo Uno. Los sucesivos poemas se implican de este modo mutuamente hasta el punto de constituir cada uno tan sólo un instan­ te de aprehensión diverso o el desarrollo de una variación de perspectiva de una sola y misma experiencia. Nacidos en un ámbito de poetización tradicional, los tres poemas ma­ yores de San Juan de la Cruz sorprenden y confunden a sus destinatarios. La extrañeza que producen no deriva de la novedad del repertorio de imá­ genes, ya que todas, o casi todas, provienen, en sustancia, del acervo tradi­ cional; se debe a la formalización de las mismas en un discurso de nuevo cuño filológico, que se sobrepone a su fluir y al que sólo es posible acceder si en la lectura nos decidimos a seguir al poeta hacia el espacio de la mís• tica teología, que, en su versión filológica, es el espacio del símbolo. Aplicando en forma radicalmente nueva la teoría del Pseudo Dionisio Areopagita, San Juan de la Cruz crea una técnica propia de construcción del símbolo, mediante la inhibición de las funciones de cada imagen, la general dislocación de su conjunto y la superación de las leyes de la coherencia ló• gica: el resultado es la superación del espacio real. Esto, añadió, no se pro­ duce sólo en los poemas sino también en determinados tractos de las decla­ raciones en prosa, sobre todo, en la de Llama de amor viva. Analizó el Sr. Garda de la Concha los precedentes doctrinales y litera­ rios que están en la base del poema, destacando los de la tradición bíblica y patrística, así como los de los espirituales españoles, y pasó a continuación a examinar el poema Llama de amor viva sobre la pauta de la técnica esbo­ zada. A la construcción del símbolo, añadió, contribuye, de manera decisiva, también, la textura fónica, sin duda modulada sobre una melodía popular y que, ceñida a un ritmo cansino, consigue paradójicamente una de las compo­ siciones de más intensa musicalidad de la lengua castellana. Desviándose de las interpretaciones que hasta ahora vienen haciéndose de la «Declaración en prosa», explicó el Sr. García de la Concha cómo en ella no trata sólo San Juan de traducir a esquemas doctrinales el contenido del poema ni de alegorizar sobre él en difusas aplicaciones de doctrina es­ piritual. El intento del místico es, a su juicio, diverso. Desafiando una vez más lo imposible, dijo, Juan de la Cruz se propone buscar, por la vía de la prosa, un acceso más fácil a las cimas a las que se ha remontado en el arre­ batado vuelo del poema. Mostró, a continuación, cómo, mediante la misma técnica antes apunta­ da, San Juan va desarrollando varias líneas de fuerza de simbolización. En­ tran en juego los cuatro elementos -agua, tierra, fuego y aire- para con­ figurar un espacio cósmico de totalidad, en el que, dentro de una continua interacción de amor, se realiza la experiencia mística. INFORMACIÓN ACADÉMICA 395 El Sr. García de la Concha terminó su intervención subrayando cómo al realizar, en la renovación de su propia vivencia, el ensanchamiento del alma, San Juan de la Cruz ensanchó la lengua castellana, por las vías del verso y de la prosa, hasta horizontes de infinito. El discurso del Sr. García de la Concha recibió una larga ovación del público muy numeroso que llenaba el salón de actos. A continuación el Sr. Director invitó a D. Gonzalo Torrente Ballester para que diera lectura a su discurso de contestación. El Sr. Torrente Bailes­ ter puso de relieve ante todo que D. Víctor García de la Concha, ya nues· tro compañero, era persona predestinada a sentarse entre nosotros, y si no le bastaban los antecedentes familiares a que se ha referido en su dis­ curso, la mera consideración de los de su vida era suficiente para la acepta­ ción de esos augurios. Comentó que D. Víctor García de la Concha «nació en el seno de una familia donde la tradición intelectual constituía la atmósfera común, y comenzó a dar muestras de sus preocupaciones al licenciarse en Sagrada Teología por la Universidad Gregoriana de Roma. Con la adquisi· ción de esta Ciencia, de la que fueron esclavas en otro tiempo todas las de­ más, puso nuestro nuevo compañero las bases de la que más tarde, como acabamos de oír, sería un nuevo modo de tratar críticamente el tema, siem­ pre espinoso, de nuestra literatura mística». «Pero la Teología no es más que una de las bases; la otra, tan impor­ tante como la primera, si bien de más alcance, es su doctorado en Filología con el que sorprendió a la Universidad de Oviedo por la profundidad de su saber. Víctor García de la Concha contaba ya con todos los instrumentos necesarios para alcanzar uno de sus logros más destacados: una visión origi­ nal de la literatura mística, en especial de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz. Pero, al mismo tiempo, la excelente preparación filológica le iba a per­ mitir abordar otros muchos temas de diversas épocas. Conforme recorría los grados más elevados de la profesión académica, y era, sucesivamente, pro­ fesor de Enseñanza Media y de Enseñanza Universitaria, mostraba en suce· sivas publicaciones la amplitud del campo de su interés histórico y crítico dentro del general de la Literatura. De ahí sus trabajos sobre Berceo y el Teatro Medieval; sobre Nebrija; sobre el Lazarillo; sobre Garcilaso y fray Luis de León; y los muy numerosos, y ya clásicos, sobre la poesía de nues­ tro siglo: de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón y Pérez de Ayala a los movimientos y poetas de postguerra.» El Sr. Torrente Ballester añadió: «Acabamos de escuchar, señoras y se· ñores, el examen profundo de un poema capital en la obra lírica de San Juan de la Cruz, capital también de su obra mística, y una lectura original de su declaración en prosa, que comporta una nueva valoración de Llama de amor viva. La prosa sanjuanista no había merecido hasta ahora, en conjunto, repu· tación estética. Es claro, desde luego, que la finalidad primera de esos escri­ tos en prosa nunca fue literaria, o no lo fue exclusivamente, ya que con ellos no se proponía San Juan deleitar o entretener, sino declarar el sentido de una experiencia personal, expresada con anterioridad en forma poética, pero que, en sí misma, era algo más que un poema. El poema trataba de dar a 396 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA entender, mediante símbolos y músicas, el contenido último de lo vivido, mas la experiencia lo rebasa.» «Víctor García de la Concha acaba de mostrárnoslo. Su discurso es una guía para explorar desde la filología las riquezas de la escritura mística. A nosotros sólo nos queda ahora alabar - terminó diciendo el Sr.

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