REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXXVI, Nº 71. Lima-Boston, 1er semestre de 2010, pp. 75-98 EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA O DOSCIENTOS AÑOS DE INCERTIDUMBRE: LA INDECIDIBILIDAD DE UNA FECHA EN EL URUGUAY POST-INDEPENDENCIA1 Gustavo Verdesio University of Michigan Resumen El papel velado de los indios charrúas en la formación de la identidad nacional uruguaya es analizado a través de los vaivenes oficiales por decidir la fecha de origen del Uruguay como país y como sentimiento colectivo. Este artículo enfa- tiza las diversas iniciativas por celebrar el Centenario y el Bicentenario del Uru- guay a la luz de sus propias contradicciones y del ocultamiento tradicional del elemento indígena. Palabras clave: Uruguay, Independencia, Centenario, Bicentenario, José Artigas, Tabaré Vázquez, Julio María Sanguinetti, José Mujica, Juan Zorrilla de San Martín, Tabaré, charrúas. Abstract This paper looks at the hidden role of the Charrúa Indians in the formation of a national Uruguayan identity by examining the official lack of consensus in determining Uruguay’s date of founding as a country and as a collective identi- ty. The article emphasizes the different initiatives to celebrate Uruguay’s Cen- tennial and Bicentennial in the light of its own contradictions and the traditio- nal concealment of the indigenous element. Key Words: Uruguay, Independence, Centennial, Bicentennial, José Artigas, Ta- baré Vázquez, Julio María Sanguinetti, José Mujica, Juan Zorrilla de San Martín, Tabaré, Charrúa indians. En este trabajo voy a reflexionar sobre la reciente decisión del entonces Presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, de establecer el año 1811 como el que debe ser conmemorado en las celebraciones del 1 Una versión más breve de este trabajo fue leída en el simposio “Creating Affinities: 1810 and 1910 in Latin American Culture”, University of Toronto, 6 de marzo, 2010. 76 GUSTAVO VERDESIO Bicentenario en la República Oriental del Uruguay2. Se trata de un cambio significativo en relación con los centenarios anteriores, ce- lebrados en 1925 y 1930. Este último ha pasado a la historia como el más “oficial”, debido a que uno de los proyectos que llevó a cabo fue la construcción del Estadio Centenario, lugar donde se de- sarrolló el primer campeonato mundial de fútbol de la FIFA. Este de hoy es un interesante momento histórico debido a que en los últimos años no sólo Vázquez ha mostrado interés en repensar lo apropiado (o no) de las fechas que se han celebrado como el día de la Nación (o Estado, como veremos luego) uruguaya, sino que tam- bién el ex Presidente Julio María Sanguinetti ha hablado y escrito sobre este tema en varias ocasiones. En este ensayo, me propongo preguntarme sobre el significado de esta iniciativa. Algunas de las interrogantes que surgen son: ¿se trata de un momento de integración regional, representada por el MERCOSUR, que requiere un repensar los símbolos que han dado forma a las narrativas de la nacionalidad uruguaya? ¿O es que el momento político que nos presenta por primera vez en la historia uruguaya a un partido no tradicional en el gobierno, el Frente Am- plio, ganador de las dos últimas elecciones, nos permite una re- flexión más desapasionada de la historia de la lucha entre los parti- dos tradicionales, el Blanco y el Colorado, por la apropiación de las fechas y los símbolos patrios? ¿O es que las narrativas de la Nación forjadas por los partidos tradicionales han llegado a un impasse o a un punto en el cual han perdido su poder interpelante? ¿Será que la izquierda ya está lista para proponer sus propias narrativas de la Na- ción para reemplazar a las imperantes hasta ahora? ¿O se trata, sim- plemente, de la llegada a la esfera pública del revisionismo histórico que ha venido desarrollándose en la academia del país en las últimas décadas? Pero antes de entrar a contestar algunas de estas preguntas, de- searía hacer un breve sumario de la historia de lo que en Uruguay se 2 Tabaré Vázquez es el primer presidente uruguayo no perteneciente a los partidos tradicionales Blanco (o Nacional) y Colorado, que se han alternado en el gobierno desde la fundación del Estado uruguayo moderno. El Frente Am- plio, una coalición de partidos de izquierda (que incluye a comunistas, socialis- tas, ex guerrilleros, independientes, y un largo etcétera), ganó las elecciones de noviembre de 2004, y volvió a ganar en noviembre del 2009. EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA: INDECIDIBILIDAD EN EL URUGUAY 77 ha llamado “el problema de la independencia”. Esta forma de lla- marlo (problema) ya debería darnos una idea de la complejidad del asunto en ese país. La situación es más o menos así: Uruguay no ob- tuvo su independencia, técnica y prácticamente hablando, hasta 1828, a pesar de que había declarado su ferviente adhesión a los su- cesos de mayo del 1810 allende el Plata. Sin entrar en mayores deta- lles, será suficiente decir que el territorio de lo que hoy conocemos como Uruguay sufrió varias ocupaciones e intervenciones por parte de países limítrofes. Una de las más largas ocupaciones fue la que vino del norte (Portugal, primero; y Brasil, después), conocido co- mo el período cisplatino (que era el nombre que le daban los norte- ños al territorio del Uruguay) y que duró desde 1815 a 1828. Antes de la Convención Preliminar de Paz que le otorgó la inde- pendencia a la Banda Oriental3, los miembros de la Cruzada Liber- tadora, que se proponía liberar el territorio de la dominación brasile- ra, se juntaron en La Florida y declararon la independencia el 25 de agosto de 1825. Lo que ha dividido tanto a historiadores como a políticos es, por un lado, el grado de independencia declarado ese día y, por otro, de quién se declaraba independiente la Banda Orien- tal4. Históricamente, aquellos que proponen esta fecha como la que debe ser celebrada, se encuentran en el lugar más conservador del espectro político –el cual ha incluido, tradicionalmente, a la Iglesia y 3 De hecho, según Julio María Sanguinetti, ésta es la verdadera fecha de in- dependencia para el Uruguay (en República Oriental del Uruguay. Poder Legislativo. Cámara de Senadores 4). Esta fecha no ha sido una de las preferidas para celebrar el día de la Independencia (¿quién querría celebrar una fecha que conmemora el día en que la independencia fue otorgada por potencias extranjeras que firma- ron la convención?). Pero ha habido excepciones: se celebró en Montevideo como fecha de la Independencia desde 1824 a 1860 (Bardesio 6) y el caso más reciente y sorprendente tuvo lugar en el Departmento de San José, en octubre del 2006, cuando el gobierno local celebró esa fecha como día de la Indepen- dencia (Bardesio 1). 4 Están también aquellos que creen que la Independencia fue una dádiva y no algo que fue ganado en buena ley, como Angel Floro Costa (151) y Bernar- do Prudencio Berro (246-247). Para una discusión detallada del alcance de la Declaración de Independencia y de quién se estaba independizando el país en 1825, ver Demasi, La lucha por el pasado; especialmente 81-104. 78 GUSTAVO VERDESIO sus representantes–5. En lo referente a su afiliación partidaria, se tra- ta de simpatizantes del Partido Nacional o Blanco, aunque también ha habido un número significativo de miembros del Partido Colo- rado que se han adherido a esta propuesta. Entre otras fechas que compiten por el honor de ser elegidas como la de la Independencia del país, la más importante, junto a la declaración de La Florida, es el 18 de julio de 1830. Esta es la fecha en la que se juró la primera Constitución, el año en que Uruguay comenzó su vida independiente no ya como Banda Oriental (es de- cir, no como provincia), sino como país. De modo que esta fecha marca el nacimiento del Estado moderno conocido como el Uru- guay. Antes de eso, no se puede hablar de un país, pues era un terri- torio y una gente considerados (y que se consideraban a sí mismos) como parte de una estructura más grande: las Provincias Unidas del Río de la Plata. Esta posición fue la defendida por el sector Batllista del Partido Colorado6. Ha sido históricamente asociada con otro as- pecto del debate sobre la Independencia: el de la nacionalidad, que está, a su vez, relacionado con los diferentes términos que la gente usa para referirse a sí misma7. Históricamente, los simpatizantes del Partido Colorado se han llamado a sí mismos “uruguayos”, a fin de distinguirse de la gente que se llama a sí misma “orientales”, término favorecido sobre todo por los simpatizantes del Partido Blanco (Caetano, “Notas” 30-35; ver también Frega8). “Orientales” tiene mucho que ver con el ciclo 5 Para un estudio detallado del importante papel jugado por una de esas fuerzas conservadoras, la Iglesia católica, en las celebraciones del Centenario, ver el artículo de Gerardo Caetano, Roger Geymonat y Alejandro Sánchez. 6 José Batlle y Ordóñez fue el líder colorado que da nombre a esa corriente, el batllismo, que se caracterizó por un fuerte progresismo en materia legislativa (bajo sus dos gobiernos a principios de siglo se aprobaron, por ejemplo, el di- vorcio, la jornada de las ocho horas y muchas otras medidas progresistas, antes que en varios países de Europa) y por una fuerte apuesta por el estado de bie- nestar o welfare state. 7 Aunque Arturo Ardao correctamente sostiene que el problema de la Na- ción en Uruguay comprendía una serie de discusiones sobre dos temas princi- pales, la independencia y la viabilidad, me voy a ocupar solamente con el prime- ro de ellos, que es el más relevante para una de las discusiones del 2009 analiza- das aquí.
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