Senado De Puerto Rico Diario De Sesiones Procedimientos Y Debates De La Duodecima Asamblea Legislativa Septima Sesion Ordinaria Año 1996
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SENADO DE PUERTO RICO DIARIO DE SESIONES PROCEDIMIENTOS Y DEBATES DE LA DUODECIMA ASAMBLEA LEGISLATIVA SEPTIMA SESION ORDINARIA AÑO 1996 VOL. XLVII San Juan, Puerto Rico Jueves, 13 de junio de 1996 Núm. 54 A la una y treinta y cuatro minutos de la tarde (1:34 p.m.), de este día, jueves, 13 de junio de 1996, el Senado reanuda sus trabajos bajo la Presidencia del señor Freddy Valentín Acevedo, Presidente Accidental. ASISTENCIA Senadores: Eudaldo Báez Galib, Rubén Berríos Martínez, Norma L. Carranza De León, Antonio J. Fas Alzamora,Velda González de Modestti, Miguel A. Hernández Agosto, Roger Iglesias Suárez, Luisa Lebrón Vda. de Rivera, Miguel A. Loiz Zayas, Víctor Marrero Padilla, Aníbal Marrero Pérez, Kenneth McClintock Hernández, José Enrique Meléndez Ortiz, Luis Felipe Navas de León, Mercedes Otero de Ramos, Sergio Peña Clos, Oreste Ramos, Roberto Rexach Benítez, Ramón L. Rivera Cruz, Juan Rivera Ortiz, Charlie Rodríguez Colón, Rafael Rodríguez González, Enrique Rodríguez Negrón, Cirilo Tirado Delgado, Luis Felipe Vázquez Ortiz, Dennis Vélez Barlucea, Eddie Zavala Vázquez y Freddy Valentín Acevedo, Presidente Accidental. PRES. ACC. (SR. VALENTIN ACEVEDO): Se reanuda la Sesión. INVOCACION El Reverendo David Casillas y el Padre Juan E. Rosario, miembros del Cuerpo de Capellanes del Senado de Puerto Rico, proceden con la Invocación. REVERENDO CASILLAS: Muy buenas tardes. Invitamos a los presentes a estar en pie para un momento de reflexión. Entendemos que en la tarde de hoy hay un acto de reconocimiento a una serie de jóvenes. Quisiéramos compartir nuestra lectura en ese ambiente. Lo escribió el apóstol Pablo en un momento de su vida cuando evaluaba lo que había sucedido en su pasado y lo que tenía por delante. Y escribió, aun estando en una edad ya avanzada, lo siguiente: "No que lo haya alcanzado ya, ni que sea perfecto; sino que prosigo, para ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." Estas palabras nos invitan a evaluar nuestra vida desde una perspectiva de futuro, mirando siempre hacia dónde queremos llegar. Que los triunfos de hoy, nos sirvan de estímulo para alcanzar nuestras metas y que esas metas siempre estén enmarcadas en la voluntad de Dios para nuestra vida. PADRE ROSARIO: "Les doy un mandamiento nuevo -dice el Señor- que se amen los unos a los otros como yo los he amado." Hoy celebramos la fiesta de San Antonio de Padua, todos los Antonios, felicidades. El es un joven que dedicó su vida a predicar la Palabra, proteger a los pobres y a los más necesitados, y al fin de su vida dijo: "El Señor es la parte que me ha tocado en herencia, la parte que he recibido es la más hermosa, el mismo Señor es mi recompensa". El Señor los ilumine y nos dé la fortaleza para siempre buscar el bien, el bien común, el bien propio y, ante todo, el bien que Dios quiere. ¡Que Dios los bendiga! SR. RODRIGUEZ COLON: Señor Presidente. PRES. ACC. (SR. VALENTIN ACEVEDO): Senador Rodríguez Colón. SR. RODRIGUEZ COLON: Señor Presidente, quisiera solicitar consentimiento unánime para hacer unas expresiones en relación con el día que habremos de estar celebrando mañana, el Día de la Bandera. PRES. ACC. (SR. VALENTIN ACEVEDO): ¿Alguna objeción al planteamiento hecho por el distinguido Portavoz? No habiendo objeción, así se acuerda. SR. RODRIGUEZ COLON: Señor Presidente y compañeros del Senado, mañana se celebra en Puerto Rico y en toda la Nación Americana, el Día de la Bandera. Día en que se le rinde honor a la Bandera de Estados Unidos de América con sus trece (13) franjas y sus cincuenta (50) estrellas. Una bandera que ha simbolizado no tan sólo para nuestra Nación, para Puerto Rico, y para el mundo entero libertad, democracia y derechos de los hombres. Me parece que tomando en cuenta que mañana no estaremos reunidos aquí en el Senado de Puerto Rico, no debemos pasar por alto el señalar la grandeza que representa la Nación Americana para el mundo entero. Es Estados Unidos de América la Nación que sirve de ejemplo y modelo de lo que debe ser la democracia y de lo que debe ser reconocer los derechos de los hombres y mujeres, sean ciudadanos o no sean ciudadanos. Una Nación que lleva sobre doscientos (200) años enmarcada en esos principios y a pesar de los 28235 Jueves, 13 de junio de 1996 Núm. 54 problemas que pueda enfrentar esa Nación, no existe lugar sobre la faz de la tierra donde se reconozcan las libertades como se reconocen en los Estados Unidos de América. Nosotros, los puertorriqueños, hemos venido a disfrutar de las bondades de esa democracia desde el momento en que llegaron a nuestras playas las tropas de la Nación Americana aquel 25 de julio de 1898 por la Bahía de Guánica. Y desde el momento que llegó esa bandera sobre Puerto Rico, llegó la democracia, llegó a reconocerles derechos a las minorías y a los disidentes, que hasta ese momento el que disentía del Gobierno, era encarcelado en el Morro simplemente por no tener la misma opinión que tenía el Gobierno Español del momento. Cuando llegó esa bandera, inclusive, se reconocieron una serie de conquistas sindicales que nunca antes se habían reconocido en Puerto Rico, y que al llegar esa bandera se logró reconocerles derechos a los obreros puertorriqueños. Una bandera que cuando llegó a esta tierra, también trajo consigo la libertad religiosa, que hasta ese momento era desconocida en Puerto Rico, puesto que había una iglesia, una religión oficial del Estado y no se permitía el que hubiese libertad de culto en Puerto Rico. Una bandera que cuando llegó a esta tierra trajo consigo también el derecho a la libertad de prensa, porque hasta ese momento, el Gobierno Español pisoteaba a aquéllos que a través de las líneas en periódicos o boletines se atreviesen disentir del Gobierno Español. Una bandera que cuando llegó entendió la necesidad de proveer servicios de salud al pueblo, aunque éste fuese una persona pobre. El que trajo consigo el que se estableciera la educación. Cuando llegaron las tropas americanas a Puerto Rico con la bandera americana, solamente el diez (10) por ciento de los puertorriqueños sabían leer y escribir. Hoy podemos decir que el noventa (90) por ciento sabe leer y escribir, que contamos con hospitales, carreteras y un sinnúmero de ayudas de mejoras a nuestro país, a nuestra Isla, gracias a que ondea sobre Puerto Rico la bandera de Estados Unidos. Y yo quisiera, señor Presidente y compañeros, leer los extractos o varias estrofas de dos poetas puertorriqueños, uno más conocido que otro. En primer lugar, quiero leer unas estrofas de un poema escrito por un Juez del Tribunal Supremo de Puerto Rico, don Emilio del Toro Cuevas, y dice como sigue: "La Bandera Americana, mi bandera, bandera sin mancha, que un día viniste a izarte en las playas de mi Borinquen, en aquel momento sencillo y solemne sentí cual si mi alma volviera a nacer. Vinieron contigo las instituciones que te dieron vida, que viste crecer y a su influjo noble, mi pueblo despierta y adquiere el concepto del propio valer. Flotas orgullosas, orgullosas las fortalezas, eres soberana, pero al verte izar, no piensa el humilde en la tiranía, piensa que eres símbolo de su libertad. Bandera de libres, flotas en lo alto, hasta ti mi pueblo feliz subirá, tú mismo lo guías y él rápido asciende. Su estrella en tu cielo un día brillará." Estas son estrofas de un poema, como señalara, escrito por el ex-juez o entonces Juez del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Emilio del Toro Cuevas. Quisiera también leer las estrofas de otro insigne poeta puertorriqueño, Virgilio Dávila, quien también se dedicó a escribirle a la bandera americana y lo que representa para los puertorriqueños. Y dice así Virgilio Dávila: "Cuando por la vez primera, hermosa cinta estrellada, te vi flotar en los campos de mi tierra borincana, se expandió mi alma de gozo, brilló en ella la esperanza como sol que el negro vela de lóbrega noche razga. Oh, tu tricolor insignia, linda bandera estrellada, que altiva adornas el cielo de la Unión Americana. Tú eres grande porque es grande la Nación que te adoptara, que la Nación poderosa que está en ti simbolizada haga que el puertorriqueño dichoso, sus labios abra sólo para bendecirla, sólo para venerarla." Esas, señor Presidente, estrofas de un poema escrito por don Virgilio Dávila. Me parece también, señor Presidente y compañeros del Cuerpo, que nosotros, los que habitamos esta Isla, nos sentimos sumamente orgullosos de ser puertorriqueños. Y si a mí me preguntan qué es usted, yo digo, soy puertorriqueño, pero también añado, luego de señalar lo que siente mi corazón, que también mi razón dicta que me siento orgulloso de ser ciudadano americano. Y me siento orgulloso cuando veo que junto a la bandera de la patria puertorriqueña ondea la bandera de las cincuenta (50) estrellas. Bandera que representa seguridad, que representa los valores democráticos que hoy hemos dado por sentado y que disfrutamos en Puerto Rico, pero que antes no disfrutábamos hasta tanto llegó esa bandera sobre Puerto Rico. Y que hay muchos lugares en la tierra que no pueden decir con orgullo y de frente que viven de los beneficios de la democracia que tenemos nosotros bajo la bandera americana. Bandera y Constitución que invoca, inclusive, aquellos que aspiran en minoría la independencia del país, pero cuando ven que sus derechos son atropellados, recurren no al tribunal de la colonia, recurren al Tribunal de los Estados Unidos de América, al Tribunal Federal, para poder invocar sus derechos.