Modelos O Metaforas
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Carlos Reynoso – Crítica de la complejidad según Edgar Morin Modelos o metáforas: Crítica del paradigma de la complejidad de Edgar Morin Carlos Reynoso UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES GRUPO ANTROPOCAOS [email protected] http://carlosreynoso.com.ar Versión 4.0 - Febrero de 2009 1 – Introducción ........................................................................................................................ 2 2 - Los tres principios de inteligibilidad ................................................................................... 6 3 - Ciencia fácil – Complejidad al alcance de todos ............................................................... 19 4 – La contradicción y sus consecuencias............................................................................... 24 5 - El discreto encanto del error .............................................................................................. 30 6 - Las prisiones de la cosificación ......................................................................................... 41 7 - Bucles circulares, bucles recursivos y modelos................................................................. 48 8 - El azar como motor del cambio ......................................................................................... 54 9 - Dualismo y pensamiento laxo............................................................................................ 66 10 - Del sujeto al fin desagraviado ......................................................................................... 72 11 - Flechas y operadores teóricos .......................................................................................... 79 12 - Transdisciplina – El campo de la complejidad ................................................................ 83 13 - Escribir desde la complejidad – Conclusiones ................................................................ 98 Índice de imágenes ................................................................................................................ 106 Referencias bibliográficas ..................................................................................................... 107 1 Carlos Reynoso – Crítica de la complejidad según Edgar Morin 1 – Introducción Junto con la autopoiesis, el constructivismo radical, los sucesivos programas new age de Fritjof Capra y la discontinuada investigación social de segundo orden, la teoría moriniana constituye una de las formas discursivas que pasan por estar vinculadas a las teorías contem- poráneas de la complejidad y el caos, las mismas a las que hasta hace un tiempo llamábamos sistémicas. Debido a las connotaciones que despiertan sus noms de guerre ésta es la clase de teorías que el lector asocia de inmediato con algo sensible, sutil, innovador. Al abrigo de esa convicción, un buen número de sociólogos y antropólogos actúa como si pensara que con ha- cer referencia ocasional al pensamiento de Edgar Morin, yuxtaponer enfoques como él lo ha- ce, seguir alguno de sus lineamientos o atenerse al espíritu de sus máximas, alcanza para si- tuar un desarrollo teórico, cualquiera sea su objeto, en un plano de complejidad. No sería juicioso negar en bloque el rendimiento de una formulación semejante: los conjun- tos complejos de ideas (o de componentes a veces falibles, como lo han propuesto John von Neumann [1951] o Theodore Sturgeon [1953]) funcionan por lo general mejor que sus partes más débiles. Pero aunque unos cuantos usuarios del Método se han servido con creatividad y provecho de nociones allí tratadas, no es inusual que los morinianos militantes de línea más dura actúen de manera característicamente optimista, como si ese pensamiento aportara una metodología inmejorable y homologara técnicas más productivas de lo que sería el caso si se adoptara una estrategia basada en modelos reputados simples o en el mero sentido común; como si un mundo se les abriera, me han dicho alguna vez. El propósito de este ensayo es salir al cruce de esas pretensiones y señalar, desde las coorde- nadas de una inspección interna, las distancias que median entre un conjunto programático de especificaciones (como el que Morin no termina de ofrecer) y las elaboraciones de carácter formal que podrían ser instrumentales en una investigación empírica, algunas herramientas genuinas de complejidad entre ellas. El objetivo es destacar, en otras palabras, que si bien puede que se hayan abierto mundos –y no niego que así sea– son muchos más los mundos a los que la estrategia termina sistemáticamente negando acceso. Y que los mundos que se han abierto se fundan en aserciones de las cuales no todas son verdad. Cada vez que me toca impartir un seminario o conferencia sobre complejidad en el ámbito de las ciencias sociales (jamás en contextos de carácter más técnico) alguien acaba trayendo a colación el pensamiento de Morin. A juzgar por la devoción con que se lo considera, no son pocos los que creen que con las ideas morinianas y las heurísticas que ellas promueven ya se tiene bastante, y que en materia de complejidad no es necesario ni posible ir más lejos o buscar en otra parte. A esta altura de los tiempos, sin embargo, se me hace evidente que debi- do al conformismo que refrenda y a su propia disponibilidad como repositorio cristalizado de citas citables, la obra de Morin es más un obstáculo que un beneficio en la comprensión cabal de la complejidad. La hipótesis a probar aquí es que sus trabajos no ofrecen un soporte apro- piado para articular las técnicas complejas que existen en abundancia, de las que hablaré más adelante y de las que él omite toda referencia. Tampoco proporcionan una visión compleja en gran escala que tenga algo que decir que sea (simultáneamente) nuevo, consistente y sustan- cial, y que resulte congruente con la orientación que la ciencia ha tomado o con la naturaleza de las ideas que hoy es posible pensar. 2 Carlos Reynoso – Crítica de la complejidad según Edgar Morin El hecho es que el modelo moriniano elude todo tratamiento de las teorías y métodos del úl- timo cuarto de siglo en el terreno complejo y no logra retratar con fidelidad la literatura sisté- mica anterior. En tanto lectura científica se halla sobredeterminada por el afán de impartir premios y condenas en función de criterios sectarios que a fuerza de ser pequeños resultan consabidos1, y por el empeño de Morin de constituirse en el mediador por excelencia entre cierta región de la ciencia y las humanidades como si ningún otro pensador hubiera explora- do ese espacio. En la ejecución de este plan se estrella con unas ciencias duras que lo desbor- dan y se distrae en un despliegue enciclopédico que no guarda proporción con las destrezas especializadas requeridas en ese terreno. Su programa no sólo falla en el terreno algorítmico, como sería de esperar, sino también y sobre todo en el epistemológico. Como demostraré lue- go con la paciencia que haga falta, el estilo es impropio, las carencias fehacientes, los errores muchos. Empañada por estos factores, su erudición suena más ampulosa que elegante cada día que pasa y en estos tiempos de disponibilidad masiva de información su magnitud no luce tan admirable como alguna vez se creyó que era. Cuando Morin tomó la decisión de “detener la bibliografía”, hacia 1984, las teorías de la complejidad y el caos recién estaban comenzando a plasmarse; faltaban unos diez años para que la neurociencia cognitiva ganara momento, se comenzara a estudiar seriamente el córtex prefrontal y se fundara la neurociencia computacional y el modelado matemático del cerebro como la instancia cognitiva que le estaba faltando al conexionismo (Abraham y Ueda 2000; O’Reilly y Munakata 2000; Lytton 2002; Eliasmith y Anderson 2003; Borisyuk y otros 2005; Arbib 2003; Stein 2007). Prácticamente nada de estas disciplinas alcanzó a entrar en su mo- delo, a excepción de unos pocos datos curiosos sobre el cerebro que se hacen eco de la mis- ma vulgata que todos conocen (Morin 1988: 62-67, 95-108). Esas mismas ciencias se dispa- raron en sentidos que en poco se asemejan a los lineamientos centrales de su paradigma y que no fueron previstos en sus profecías. Todo esto ponderado, el libro que sigue no califica como lo que se acostumbra llamar una lectura crítica. Es más bien una crítica en estado puro en la que presupongo que el lector ya ha leído a Morin, por lo que me siento dispensado de elaborar una pedagogía sobre lo que él 1 Y que denotan exactamente el mismo cuadro de valores y el mismo provincianismo conspirativo que prevalecen en la cibernética de segundo orden de Heinz von Foerster, “nuestro Sócrates electrónico” como lo llama Morin (1999: 44) o “Heinz el Grande” como lo exalta Francisco Varela. Siempre que los nombres de estos autores se multiplican en la bibliografía o se mencionan en los agradecimientos, el perfil ideológico de las posturas que se han de preconizar se torna predecible. Morin suele confundir aserciones pregonadas por los grupos particulares que le dieron cabida (autopoiéticos, deutero-ciberné- ticos, prigoginianos y hologramáticos) con reseñas neutras y fidedignas del estado de avance del cam- po complejo en general. Quienes hospedaron a Morin en los Estados Unidos siempre fueron autores minoritarios respecto de las corrientes principales; en los tiempos que corren los pocos que no han muerto siguen activos, aunque se expresan ahora en el peculiar estilo aforístico, apto para new agers, que invade a los estudiosos crepusculares cuando toman distancia del trabajo de laboratorio. En mate- ria de ídolos científicos el panteón de