La guerrilla llegó a Chipaque el lunes y el martes, 12 y 13 del corriente. Consta de dos batallones de infantería, de dos escuadrones de caballe­ ría, y de algunos clérigos sueltos. Los bata lionés de infantería se Llaman: Batallón "Canal" compuesto de 110 plazas, inclusive oficiales; y Bata­ llón "Cuervo", compuesto de 60 plazas, inclusive oficiales. Los escua­ drones de caballería se llaman: Escuadrón "Ardila", compuesto de 25 jinetes; y Escuadrón "Arboleda", compuesto de 20 jinetes. Los clérigos sueltos son unos 35 individuos. La guerrilla tenía, pues, por todo, unos 250 hombres en Chipaque. Armamento: 20 rifles Remington, 1 rifle Winchester. Poco más de 200 fusiles de percusión y carabinas de percusión. M uniciones: Además de las que tenían en cartuchera, llevaban, por todo parque, dos cargas de municiones. El batallón 'Canal' compuesto de gente de Choachí y de algunos de lo manda José Gregario Gutiérrez Ponce. El Batallón "Cuervo", compuesto de gente de Fusagasugá y de , lo manda Eliseo Medina. El Escuadrón "Arboleda" lo manda un negro de este nombre, de origen caucano. El Escuadrón "Ardila" lo manda Fernando Caicedo. Recursos: Van absolutamente desprovistos de dinero, mal vestidos, mal equipados. En Chipaque expropiaron 22 reses, 21 de Andrés Toro y una de Pedro Pardo. De éstas consumieron 6 en Chipaque, 9 mandaron a la guerrilla que quedó en Mochuelo, y 7 mandaron para Choachí. Dirección: Salieron de Chipaque el jueves por la mañana, mandaron directamente a Choachí el ganado y las dos cargas de municiones, y ellos siguieron para Cáqueza, a reunirse con Adriano Pavon (Pasan?), que les tenía unos 60 hombres mal armados. Llegaron el mismo día a Cáqueza. y allí pernoctaron. Se ignora si han salido de Cáqueza. Según toda probabilidad, se dirigirán de Cáqueza para Choachí. Parece que el plan de ellos es salir por Choachí a la Calera a reunirse con la gente de Agudelo y con la que en Sopó y tenga Sarmiento. Van muy desalentados. Están completamente a oscuras respecto de los sucesos del Norte, Sur y Occidente de la República. Preguntaban con grande interés en Chipaque, qué se sabía de esos puntos. El verdadero jefe de la guerrilla no es Ardila sino Fernando Caicedo. Ardila se mani­ fiesta cansado de la guerra. Se cree que fácilmente se podía obtener su separación de la guerrilla. Se notó en Chipaque que había desconfianzas recíprocas entre él y Fernando Caicedo.

que muestra 5U participación desigual, más a favor del conservatismo, un poco menos neutrales y una pequeña porción de liberales (13 entre 120). Numerosas acciones de guerra estuvieron atravesadas por símbolos y representaciones religio­ sas como ocurrió con el Mesías de los Chancos.

153 Parece que no es cierta la muerte de Lucio Moreno en Fusagasugá¡ pues el jueves por la mañana le dirigió Fernando Caicedo una nota a Mo­ chuelo anunciándole la remisión de 9 reses gordas para la guerrilla de Mochuelo. Por los datos que en Chipaque se pudieron obtener todas las fuerzas que hay desde Mochuelo hasta Tequendama, no llegan a 200 hombres, y las mandan Carlos Urdaneta y Lucio Moreno. Estas noticias las comunicó verbalmente anoche Pedro Pardo Hurtado al infrascrito. Pardo Hurtado vino de Chipaque el viernes por la noche. Vio la guerrilla, la contó y estuvo con todos los jefes y personas notables que la forman. Pardo Hurtado desea que estos datos e informes lleguen a conocimien­ to del Señor Presidente de la Unión; pero exige que se reserve por completo su nombre, pues que teniendo todos sus intereses y su familia misma en el territorio ocupado por los enemigos, le podrían venir gran­ des peligros si se hiciera trascendental que él había suministrado esos datos e informes al gobierno. Por exigencia de él, se hace esta observa­ ción, la cual por otra parte era innecesaria. Pardo Hurtado regresa hoya Chipaque, y ha prometido al infrascrito dirigirle diariamente un posta informándolo de la situación y movi­ mientos de la guerrilla, para que sus datos sean trasmitidos al Gobierno; 176 lo que se hará • Se percibe la existencia de unas redes de poder heredadas, muy fundadas en la tradici6n y cultura militar y religiosa de los distritos de la Sabana cundiboyacense y de sus colindantes distritos santande­ reanos; sin embargo, a su lado, en las zonas de vertiente, se encontra­ ban otras guerrillas no menos importantes y significativas, corno se señalará más adelante. Unas obtuvieron triunfos y otras derrotas, den­ tro de la 16gica tradicional de una guerra de posiciones y de estrate­ gias relativamente planeadas y muchas veces accidentalmente forza­ das a luchar. Unas guerrillas conservadoras fueron derrotadas en el Combate del Novillero, cerca de Fusagasugá. Otras se dirigieron ha­ cia el Páramo de los Colorados con su jefe Rodríguez; otras estaban en Pasea y otras más, habían viajado con el General Juan ArdUa al depar­ tamento de oriente177 • Las guerrillas derrotadas en la Donjuana -Es­ tado de Santander- fueron atacadas y se dispersaron en La Vega, Cúcuta yen la Hacienda de la Amarillam. Una partida de guerriHe­

176. Ibíd. 177. Entre sus comandantes se contaban el general Lucio Moreno, los corone­ les Vicente Rodríguez, Severo Berrío, J. AglL~t(n Luque, Zoilo Silvestre y otros no nombrados. El Estado de Guerra, NQ 16, Bogotá, 17 de febrero de 1877, p. 62. J78. Ibíd., NQ 18, Bogotá, 22 de febrero de 1877, p. 71, "Noticias del Norte".

154 ros que había logrado salir de Cúcuta fue deshecha en el Páramo de Zapata por el comandante Meneses 179. En el Estado de Boyacá, los coroneles Vegal y Eusebio Morales se movieron del Puente Nacional a l80 perseguir guerrilleros • En el Estado de Cundinamarca, la guerrilla de los Molina fue sometida en Hato Viejo; le tomaron 14 prisioneros, entre ellos al famoso Agustín Molina que fue puesto preso en Zipaquirá 181. Al explorar la documentación encontramos que existió una espe­ cie de confederación de guerrillas bajo el nombre de "Guerrilla de Oriente", famosa entre los pobladores por sus asaltos a las propiedades de los ciudadanos adictos al gobierno, los impuestos por mercancías transportadas y las exacciones de todo tipo. En febrero de 1877, lleva­ ba tres meses en acción y el alcalde de Choachí se quejaba de ella diciendo: [... 1ha impuesto una contribución mensual de cuarenta pesos a todo individuo liberal de algunos recursos. Además, se cobra por cada pasa­ jero que conduzca víveres al mercado de Bogotá, cuarenta centavos, en los caminos de Fómeque y Choachí, como se puede ver por la adjunta pieza, que se conserva- original en el Despacho de la Gobernación: "Concédese pasaporte a José M. Martínez para Bogotá: lleva dos cargas: pagó impuesto, 4 reales por carga, a Emigdio Pardo. Choachí, 19 de febrero de 1877. El Alcalde de Choachí, Emigdio Pardo"182. A raíz de estos eventos, el periódico El Estado de guerra comentaba que, en los tres meses que esa guerrilla llevaba en los distritos del oriente del Estado de Cundinamarca, se cakulaba que había obteni­ do ingresos por valor de más de 50.000 pesos. Unas guerrillas adquirían poder en algunas zonas y otras fueron derrotadas, dentro de una cierta alternancia territorial que dependió de hombres, abastos, apoyos locales y armas. La guerrilla de Vergara fusiló, en la plaza de La Peña, al señor José Gaitán -pacífico y honra, do, dice el periódico liberal- a quien tenían preso hacía días. Ante estos hechos, cada que hubo asesinatos aleves, el periódico proponía que "Por mucho que repugne la medida al carácter liberal, creernos

179. Ibíd. 180. Ibíd. 181. Ibíd., NQ 19, Bogot¡Í, 24 de febrero de 1877, p. 74, "El Gobernador en Campaña" . 182. Ibíd., p. 75, "Guerrilla de Oriente", Carta del 19 de febrero de 1877, Choachí, firmada por el alcalde de Choachí, Emigdio Pardo.

155 : l\J l · BIIl que para regularizar la guerra el Gobierno debe pensar seriamente en emplear las represalias a que tiene perfecto derecho"183, es decir, uti­ lizar la fuerza y la violencia del mismo modo; pero el problema estaba en que esas guerrillas asaltaban, eran móviles y se camuflaban en la población y de nuevo aparecían sin aviso. Asf que la situación era brumosa y facilitaba acontecimientos espeluznantes como el que su­ puestamente ocurrió según el periódico liberal en comento. El 8 de febrero, los guerrilleros que ocupaban La Peña, en número de 300, fueron desalojados en un asalto de 50 guerrilleros de Útica que, ade­ más, tomaron dos cuarteles y sacaron 50 prisioneros. Hubo muchos muertos, heridos y prisioneros; pero 10 prisioneros, que hirieron "los religionarios", fueron mandados a Tobia, cerca de Villeta, y al pasar el puente del Encantado, sobre el Rionegro, los asesinaron y los arroja­ ron al rfo, atados con cuerdas. Los cadáveres de cuatro de ellos fueron encontrados por unos pescadores a la orilla del rfo, en un sitio deno­ minado La Pailita l84 . El9 de febrero fue atacada Útica por 350 guerri- . lleros por el lado de Quebrada Negra -margen izquierda del Rione­ gro- y por la Peña, en la margen derecha. No pudieron ser controlados por 50 hombres de Útica, quienes debieron retirarse: Los guerrilleros entraron, robaron lo que pudieron, pusieron fuego al pueblo, empezando por la casa de Justa Beltrán; y 350 guerrilleros huye­ ron de 50 liberales. Justa Beltrán, con la gente que acudió pudo apagar el incendio de su casa y salvar el pueblo. Los guerrilleros al retirarse, ase­ sinaron y echaron al río a Ignacio N. desertor del ejército nacional, que l85 estaba en aquel pueblo gravemente enfermo • Las guerrillas que comandaba Ricardo Gallo se encontraban el16 de febrero en Enciso l86, pero se disolvieron, según informaba aI día siguiente desde Soatá, Sergio Camargo, al Presidente de la Unión. Para entonces, en ninguno de los pueblos del departamento del norte del Estado de Boyacá existían partidas armadas contra el gobierno, según le habían informado a Camargo; además, los conservadores no­ tables de este lugar le confirmaron la derrota conservadora en Mutiz­ cua. De allí salieron en desbandada muchas guerrillas, algunos de

183. Ibíd., "Otro asesinato". Véase también el Nº 18 de 22 de febrero de 1877, "Sucesos de la Peña y Útica", p. 72 . 184. Ibíd., Nº 18 , Bogotá, 22 de febrero de 1877, "Sucesos de la Peña y Útica", p. 72. 185. Ibíd. 186. Ibíd., p. 83, "Noticias del Norte".

156 cuyos integrantes fueron cayendo prisioneros, y con ello culminó la campaña del norte l87. Después de las batallas de La Donjuana, Mutizcua y Mogorontoque, las fuerzas conservadoras sufrieron un debili­ tamiento casi total. Un señor Carlos Pinzón, declaró que se encontró en el Valle de San Miguel con la guerrilla del señor Ricardo Gallo, formada en el departamento del Norte del Estado de Boyad, siguió con ella yen Macaravita la disolvió porque los indígenas güicanes no quisieron seguir con éP88.También, la guerrilla de Gámbita se disolvió el 24 de febrero. Al tiempo, las fuerzas comandadas por Jacobo Sán­ chez, gobernador del Estado de Cundinamarca, continúaban "cogiendo guerrilleros". El 26 de febrero, fue despachada una expedición de Chocontá sobre Hatoviejo, que aprehendió en las guaridas de los Malina, entre otros, a los cuatro famosos bandidos Vicente LSpez, dos Guacanemes y un Rojas, jefes de la guerrilla, y se les tornaron además las armas, caballos y monturas que tenían. El Doctor Sánchez dijo desde Chocontá que habían desaparecido "los salteadores" de esa vía desde que ocupó ese lugarl89. Las guerrillas de occidente que se acercaban a la Sabana robaron -a fines de febrero- 70 reses al señor Inocencia Latorre y, dos días antes, todo el ganado que tenían en el "Aserradero", los señores Bernardino Puerto y R. Calderón. Un poco antes la guerrilla de Ca­ noas barrió las haciendas de los señores Nepomuceno Santamaría y José Prieto Solano l9O , extrayéndoles sus ganados. También existieron guerrillas que pedían rescates y otras que simplemente robaban para mantenerse. La guerrilla de Salgado capturó en su casa de Anolaima al señor Gonzalo Torres, quien para ser liberado debió pagar un resca­ te de $ 200, después de sufrir por mes y medio una prisión. Por el ·mismo tiempo estuvo preso Eleuterio R. Rizo, diputado a la Asamblea Legislativa del Estado de Cundinamarca, a quien exigieron otro res­ cate. El Alcalde de Anolaima, señor Bruno Escobar se encontraba preso hasta que pagara un crecido rescate ... "y corno el negocio es bueno, estos nuevos calabreses siguen sorprendiendo a los padres de

187. Ihed. 188. Ihíd., N9 23, Bogotá, marzo 6 de 1877, p. 90, José del C. Rodríguez, Presidente del Estado de Boyad, Tunja, 28 de febrero de 1877 al Dr. Aquilea Parra, Presidente de la Unión. 189. Ihíd., Nº 22, Bogotá, 3 de marzo de 1877, p. 87, "Noticias del Norte", aparecidas en el BolelÍn Oficial de Tunja, Nº 48 del 24 de febrero de 1877. 190. Ihíd., p. 88.

157 familia y a los hombres pacíficos de los campos y de las poblaciones indefensas para exigirles rescates"191. En el mes de marzo, las guerrillas conservadoras de los Estados de Santander y Cundinamarca continuaban emboscando cuerpos del ejér­ cito regular y poniendo en jaque a algunos de ellos, aunque de mane­ ra desordenada, poco sistemática y aisladas de los ejércitos de las de­ más regiones del país, en especial de los Estados de Antioquia y Tolima 192 . En el sur del Estado del Cauca, el General Buenaventura Reinales sufrió un descalabro en su marcha hacia la ciudad de Pasto mientras peleaba para someter los "rebeldes" de dicha ciudadl93 . El Estado del Tolima fue escenario de un sangriento enfrentamiento que dejó muchos heridos y muertos en el sitio del Palmichal, cuando el General Santos Acosta avanzó con su ejército de occidente hacia el Estado de Antioquia. Esta región se vio asediada por el Arenillo -cerca de Manizales- y por el norte y nordeste, subregiones de tradi­ ción liberal, lugares por donde las fuerzas del gobierno intentaban invadir parte del Estado para cercar a las fuerzas conservadoras y to­ mar sus principales ciudades. En el Estado de Santander, entre febrero y marzo, las guerrillas parecen haber sido abatidas en enfrentamientos que produjeron 86 muertos conservadores y 35 liberales en opinión de Franco, así corno 50 heridos conservadores y 20 liberales194. El Estado de Coodinamarca continuó siendo el eje de las guerrillas conservadoras. El 2 de marzo, los Mochuelos, cerca de la Hacienda Tequendama, en enfrentamientos con fuerzas liberales, perdieron tres hombres y dejaron en el campo 2 heridos conservadores y uno liberaP95. La Guerrilla de Soatá, estuvo dirigida por el señor Ignacio Eslava, quien combatió en la Donjuana y 196 fue hecho prisionero en Chitagá • Eslava contó lo ocurrido en la ba­

191. Ibid. 192. BLAA. Bogotá, Archivo de la guerra civil de 1876, correspondencia, documentos y planos relativos a la guerra de 1876 a 1877, Bogotá, marzo 25 de 1877, f. 5 v y a; f. 6 v y a, alSr. General TrujiUo. Su campamento, de NN. (Aquileo Parra) . 193. Buenaventura Reinales, Asuntos relacionados con parte del Ejérciw del Sur en cuanto a la guerra de 1876, op. cit. 194. Patricia Álvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la guerra civil de 1876-1877", op. cit, p. 405. 195. Ibíd. 196. El Estado de Guerra, Nº21, Bogotá, lºde marzo de 1877,p.82, "Noticias del Norte".

158 talla de Mutizcua, en la cual después de tres horas de combate fue derrotado el general conservador Antonio Valderrama por el ejército del Estado de Santander al mando de Salón Wilches. Hubo varios presos de importancia y murió el coronel Sebastián Ospina.

4.7 Nuevas estrategias gubernamentales para acorralar guerrillas

El2 de marzo, el presidente Parra expidió una declaratoria en la cual informaba que habían sido develadas las guerrillas en el Estado de Santander, pero que aún quedaban en armas partidas con el carác­ ter de guerrillas, que no reunían la fuerza, organización y elementos requeridos para que se les considerara como beligerantes, al tenor del derecho de gentes, por lo que "declara y hace saber que quienes una vez publicada esta declaratoria continúen en armas haciendo parte de guerrillas, serán perseguidos, capturados, puestos en prisión, confi­ nados o extrañados del territorio. No estarán sujetos a dicha declara­ toria los que se presenten y sometan al gobierno dentro de los quince días siguientes a su publicación"197. A los pocos días apareció un artí­ culo titulado "Explicaciones"198, respaldando la posición del ejecutivo acerca del trato que debía darse a la guerrilla y a quienes la secunda­ ban. Su autor anónimo, con una clara posición progubernamental, reconocía que la magnanimidad con que habían sido tratados los gue­ rrilleros después del inmenso daño que le habían hecho a la riqueza pública con sus devastaciones, y a la moral con sus crímenes, hacía necesarias medidas como las tomadas por el presidente. De lo contra­ rio, se terminaría en situación similar a la triste condición de México, en donde el robo y el asesinato habían sido hechos permitidos por el gobierno del país, y en donde "la frecuencia de las guerras civiles ha corrompido de tal modo esa sociedad, que en todos los caminos públi­ cos existen cuadrillas de salteadores que no ha sido posible destruir, apoyadas como lo estaban por el clero, como sucedía en Nápoles y en los Estados Pontificios". Señalaba dos razones culturales que hacían posible ese género de industria guerrillera: "la naturaleza del suelo" que era favorable y "la índole de los habitantes" que era sobremanera

197. Dada en Bogotá, a 2 de marzo de 1877, Aquileo Parra, Presidente y Eustorgio Salgar, Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriore~ . El Estado de Guerra, NQ 28, Bogotá, 6 de marro de 1877, p. 92. 198. El Estado de Guerra, NQ 24, Bogotá, 13 de marro de 1877.

159 propensa a ejercer la guerrilla. Pero además hacía distinción entre dos modalidades de facciones rebeldes: Desde que la facción o parcialidad domina un territorio algo extenso, le da leyes, establece en él un gobierno, administra justicia, y, en una pala­ bra, ejerce actos de soberanía, es una persona en el Derecho de Gentes. Como las guerrillas carecen de estas condiciones mayormente, desde que su núcleo más numeroso fue destruido en el Estado de Santander, no deberían ser tratadas como beligerantes sino como bandidos. Finalmente, el autor anónimo criticó y se distanció de las posicio­ nes de algunos copartidarios liberales, quienes atacaron la Declarato­ ria del Presidente por considerarla indulgente en sus sanciones -pri­ sión, confinamiento y extrañamiento del país- a los guerrilleros que no se sometieran a la ley. El mismo se fundaba en Catón, quien pensa­ ba que "el más grande de los suplicios era el destierro"; en Voltaire, quien escribió: "iOh! iCuán cara es la patria a todo corazón bien nacido!", yen Danton que se negó abiertamente a huir al extranjero para salvar su vida argumentando a los que le aconsejaban marchar­ se: "¿Acaso se lleva uno la patria en la zuela de sus zapatos?"I99. En el Estado de Cundinamarca arreciaron los ataques yembosca­ das de las guerrillas conservadores: e14 de marzo, combatieron la gue­ rrilla de y fuerzas del gobierno, en el camino de Chimbe a Villeta; quedaron 4 muertos de aquella y 2 del gobierno, 2 heridos de 2 la primera y uno de las segundas °O. El 5 de marzo, la guerrilla del Trigo se enfrentó y derrotó a las fuerzas del gobierno que custodiaban el telégrafo en el sitio de Chimbe. En opinión de Briceño, se produjo un triunfo de las guerrillas conservadoras y quedaron en el campo, 3 muertos conservadores y 11 liberales; fueron heridos 2 conservadores 201 y 5 liberales; los prisioneros liberales fueron numerosos, 20 • Entre­ tanto, en el Estado del Cauca, en el Llano denominado Palo Mocho --cerca de Pasto- el General Reinales era derrotado en los primeros días de marzo, allí perdió 35 hombres y quedaron numerosos heridos, cuando los conservadores perdieron 8 hombres. Lo anterior revelaba que las fuerzas del sur conservador, a pesar de encontrarse ahogadas y desconectadas de sus copartidarios en los Estados de Antioquia y del

199. IbúL, pp. 93-94, "Explicaciones". 200. Patricia Álvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la guerra civil de 1876-1877", op. cit., p. 407. 201. Ibíd.

160 centro oriente, aún contaban con cierta capacidad de desestabiliza­ ción de la ciudad de Popayán y sus vecinos. Por su parte, la situación del ejército antioqueño en Manizales era más defensiva que de ofen­ siva pues recibió el 10 de marzo dos ataques del ejército de Trujillo, uno en el alto del Tablazo por parte del general liberal Bohórquez, y otro, de mayor poder y efectos, en la serranía del Arenillo. Los resulta­ dos fueron lamentables para ambos ejércitos, pero aún más para los conservadores que perdieron 126 hombres y los liberales, 49. Los heri­ 202 dos conservadores alcanzaron la cifra de 80 y los liberales de 38 • Las cosas seguían complicándose para los conservadores en el nordeste antioqueño: en Remedios, el 18 de marzo, el liberal Pedro Restrepo Uribe en combate con los conservadores que ocupaban esta locali­ dad, les hizo entregar la plaza. Dos días mas tarde, el 20 de marzo, el mismo Restrepo ocupó las viejas fortificaciones de cascajo construidas por los españoles y atacó a los rebeldes conservadores en el sitio de las Cuevas, en Amalfi -norte del Estado de Antioquia- buscando abrir un camino de conexiones norte-nordeste y facilitar así la llegada e ZOJ invasión de fuerzas liberales a este Estado • Si bien, las cosas para e'l conservatismo antioqueño en las montañas fronterizas con el Estado del Cauca no eran positivas, ni tampoco lo eran en el norte y nordes­ te, en contraste, las fuerzas guerrilleras del Estado de Cundinamarca fueron más incisivas y desarrollaron estrategias que afectaron en ex­ ceso a las fuerzas gubernamentales, sembraron el pánico de modo per­ manente, mermaron sus fuerzas y su moral militar y casi enloquecie­ ron a sus jefes. Los cundinamarqueses se dedicaron, tanto en el bando oficial como en el rebelde a dar lo mejor de sí para ganar la guerra. Sus actitudes militares tenían tradición desde los tiempos de la Colo­ nia, de los batallones fijos del siglo XVIII y de su participación decisiva 204 en las gestas de independencia •

202. Ibíd., pp. 407-408. 203 . Ibid. 204. Lo confirman hechos tales como que tres cuartas partes de los comba­ tientes en Garrapata que atacaron los formidables atrincheramie ntos del Lumbí, pertenecieron a esta región: "Batalla de Manizales, episodio interesante". El Esta­ do de Guerra, NQ 35, Bogotá, 21 de abril de 1877, p. 138. Véase también en este mismo número, el papel del Batallón 2Q de Bogotá, compuesto por universitarios y artesanos. Además, los tres escuadrones cundinamarqueses, Cazadores, Miranda y Guerrero, resistieron el ataque de má~ de 2.000 hombres en los Chancos. Los cundinamarqueses fueron excelentes para la milicia y los cargos públicos -una empleomanía, todavía casi colonial.

161 También en esta guerra civil, entre guerrilleros y jefes del ejército regular hubo cruce de cartas buscando acuerdos que evitaran la con­ tinuación de la guerra, como también hubo comisionados por todas partes. Sin embargo, también entonces fue mutua la desconfianza, la inculpación al opositor como responsable de lo que sucedía y la ter­ quedad para defender el punto de vista propio, lo que hizo imposible en casos, llegar a arreglos de paz. Pero además una de las guerrillas mejor organizada parece ser la de Fusagasugá. Francisco de Asís Mo­ gollón, Comandante general en jefe de operaciones sobre Fusagasugá escribía al jefe guerrillero, Vicente Rodríguez -29 de febrero- infor­ mándole que el ejecutivo nacional le había encargado la misión de aniquilar las guerrillas que "han afligido a esa comarca", y que tenía dos caminos para cumplir su comisión: el uso de la fuerza o el aveni­ miento pacífico; en este último debería entregar las armas, municio­ nes y demás elementos de guerra, disolver o licenciar todos .los indivi­ duos con él comprometidos a cambio de salvoconductos oficiales. Recibida la comunicación, el jefe guerrillero le respondió el mismo día a Mogollón, informándole que no podía entregarle armas y muni­ ciones, ni licenciar voluntarios porque debía consultar al Jefe civil y militar del cual dependía, y que lo que haría pronto. Le decía que el responsable de las desgracias de la guerra era el gobierno que no aten­ dió las propuestas de paz que se le hicieron antes de comenzar la contienda. Expresaba su deseo de paz pero no confiaba en las garan­ tías que se le ofrecían "lo cual me ha enseñado la experiencia"205. Finalmente aquella guerrilla no se sometió, Mogollón abrió operacio­ nes sobre ella cuando se encontraba estacionada en el Hato, apoyán­ dose en los señores Vicente Mesa, Tomás A. Parga y Francisco Villamizar, jefes tolimenses, quienes con sus columnas ayudaron al buen éxito de la operación. El resultado de aquella excursión fue la prisión de doce oficiales conservadores, la toma de algunas caballe­ rías, ganados, monturas y parte de su escaso parque. El ganado que se incautó, 70 reses de cría de mala calidad, fue rematado y su importe invertido en los gastos de la tropa así como el valor de unas yeguas,

205. Ibíd., p. 108, Estados Unidos de , Estado Soberano de Cundina­ marca, Comandante General en Jefe de Operaciones sobre la guerrilla de Fusagasugá, Nº 86, Novillero, febrero 29 de 1877, de Francisco de Asís Mogollón al señor Vicente Rodríguez, y Estados Unidos de Colombia, Estado Soberano de Cundinamarca, Ejército regenerador, Quinta División, febrero 29 de 1877, de Vicente Rodríguez al señor Coronel Francisco de A. Mogollón en Novillero.

162 igualmente rematadas. Todo esto se hizo para privar "al enemigo" de dichos recursos y como una sanción pa ra sus dueños, que eran jefes de guerrillas. Los prisioneros fueron enviados al EspinaFOó. Rodríguez si­ guió en su ley y aunque preso no aceptó arreglos con sus contrincantes. En el mes de marzo, algunas guerrillas de Cundinamarca conti­ nuaban utilizando distintas formas de vandalismo. En opinión, posi­ blemente sesgada, del periódico El Estado de Guerra, los guerrilleros de Barro Blanco de la Vega, hicieron prisionero a Eccehomo Gonzá­ lez, quien se les fugó y declaró el 12 de marzo, lo siguiente: Que fue reclutado el día 5 del presente en el sitio de Casa de teja por Pedro González y Francisco Ángel, a quien acompañaban unos 16 hom­ bres armados de boca de fuego. (lsaías Díaz, es quien firma por ruego de Eccehomo González). Que esta partida merodea en Zabaneta y el Chircal, saliendo a veces hasta la Calavera y Cuatro Esquinas de Bermeo. Que ayer como a medio día salieron los cabecillas de esa partida, Pedro González, Francisco Ángel y Silverio Bernal (natural de Tabirita) y co­ gieron en Cuatro Esquinas de Bermeo a Telmo Pulido, Ulises Páez, Basilio Izquierdo y a un empleado del gobierno nacional, celador del telégrafo, a quien fusilaron en el acto, por haberle encontrado unos papeles en el bolsillo. El fusilado estaba inerme; le dieron seis balazos, y racionaron la gente con la plata que tal individuo llevabazo7 . Dado que :la guerra tuvo un carácter político-religioso, el gobier­ no de la Unión tenía claro que combatía contra "La revolución cleri­ cal que tiene incendiada la República"20B. Este enfrentamiento había tomado todas las características de una guerra mesiánica y turbulen­ ta, liderada de una parte, por importantes dirigentes conservadores y clericales, tal como los expresaba El Estado de Guerra y, de otra, por tos líderes radicales, quienes como otra "Iglesia", fueron a la guerra a defender su Estado liberal y laico. Los 14 actores principales de "la revolución godo-fanática" del conservatismo y de la Iglesia en la gue­ 209 rra , muy bien escogidos por el articulista y llamados "Los Godos de

206. [bid. Guerrilla de Fusagasugá, Estados Unidos de Colombia, Estado So­ berano de Cundinamarca, Comandante General en)efe de Operaciones sobre la guerrilla de Fusagasugá, NQ 110, Novillero, marzo 8 de 1877, de Francisco de Asís Mogollón al Señor Gobernador del Estado de Cundinamarca. 207. Ibíd. "Crímenes de los guerrilleros" . 208. [bid. "Bienvenida." 200. Ibúl. NQ 25, Bogotá, 16 de marzo de 1877, pp. 98-100, "Los Godos de la Revolución".

163 la Revolución", fueron el obispo de Popayán, Carlos Bermúdez; Don Mariano Ospina Rodríguez; el obispo de Pasto, Manuel Canuto Res­ trepo; Sergio Arboleda; Marceliano Vélez; Alejandro Posada; Anto­ nio Valderrama; José María Samper; Lázaro María Pérez (autor dra­ má tico y director en un tiempo del teatro de Bogotá); Miguel Antonio Caro "especie de hongo del árbol de la ciencia"; Carlos Holguín, "ju­ gador político, conspirador permanente de todas las épocas, de todos los días, de todas las horas"; Manuel Briceño; Wenceslao Pizano; y Rafael Pombo, "joven ilustrado en la literatura, poeta distinguido"zlO. Los nombres de los muy distinguidos líderes conservadores, políticos, militares, clérigos y artistas partícipes en la guerra civil, no dejan duda de la claridad que tenían los liberales acerca de quienes eran sus opositores, pero debe afirmarse que su tratamiento despectivo era exac­ tamente similar al que aquellos tuvieron de los radicales en sus prin­ cipales publicaciones y discursos211 • Los obispos de Antioquia y Cauca le dieron a la lucha alto significado de cruzada, como bien lo manifes­ taron los versos populares de los conservadores de la época: "Estos herejes no creen, ni que hay un Dios en losdelos; pero sí que ellos son Dios; y que su mandato es eterno"l "Acúsome padre mío, que sirvo a gente tan mala, écheme la absolución, Que me voy a echarles bala"ZlZ. Uno de los más connotados miembros de la línea más dura y mili­ 2lJ tarista dentro del conservatismo fue Manuel Briceño • Este general, según el parecer de un articulista liberal, saqueó a el15 de marzo214• Con una partida de caballería, ordenó el saqueo de la tienda del comercio del señor lndalecio Hoyos, impuso un empréstito de $ 5.000 o entregaría a saqueo todas las casas y tiendas de comercio de las familias liberales. Al señor Ramón de la Peña, "hombre pacífico y

210. Ibíd. 211. Véase, entre otros, los peri6dicosEITradicionista, Bogotá, 1871-1875jEI Catolicisl1W, Bogotá, 1868-1869; La Juventud Católica, Cali, 1872-73j Los Princi­ pios, Cali, 1875j La]uventud, Buga, 1875; La Semana Religiosa, Popayán, 1875-76; La Sociedad, Medellín, 18 72-1876j Repertorio Eclesiástico, Meclellin, 1873-76j y El Deber, Medellín, 1876. 212. Hemeroteca Luis López de Mesa. Versos Populares. Bogotá, Estado Sobe­ rano de Cundinamarca.lmprenta de Gutiérrez Hermanos, 1876. 213. Fernán González, "Problemas políticos y regionales durante los gobiernos del Olimpo radical", en: Para leer la política. Ensayos de Historia Política Colombia­ na, Santa Fe de Bogotá, Cinep, 1997, p. 194. 214. El Estado de Guerra, NQ 25, Bogotá, 16 de marzo de 1877, p. 103, "Saqueo de Briceño en Guatavita".

164 honrado", lo llevaron a pie para Guasca, so pretexto de sacarle un 215 empréstito de 300 pesos • Mientras unos saqueaban, otros contaron con gentes en sus guerrillas que buscaban entregarse o renunciar a sus armas y contribuir al establecimiento de arreglos entre las partes. La guerrilla de Inocencia Salgado se movía por el occidente del Esta­ do de Cundinamarca. Por esos días, se concedió salvoconducto a Gre­ gario Pardo, quien pertenecía a la guerrilla y remitió su arma a la Prefectura del departamento de Tequendama. El salvoconducto se le entregaba para que pudiera permanecer en su casa o fuera al distrito del Colegio a traer unas armas y a hacer que se presentaran a esa 2 6 Prefectura otros guerrilleros 1 • Los enfrentamientos y ataques al descubierto o a poblaciones, con­ tinuaron. Siguiendo las versiones de los memorialistas de la guerra civil y contrastando sus versiones, el 22 de marzo, la guerrilla de Choachí, muy cercana a Bogotá, al mando del General Genaro Peña, atacó en la Serranía del Peñón a los liberales, quedando en ese campo 16 muertos conservadores, 12 liberales, y 9 y 7 heridos liberales y con­ 217 servadores respectivamente • El23 de marzo, algunas guerrillas con­ servadoras atacaron a , donde se encontraba el coronel Francisco Acevedo con 80 hombres que resistieron el ataque. Del enfrentamiento resultaron 7 muertos conservadores, 3 liberales y 4 y 2 218 heridos respectivamente • El 30 de marzo, la guerrilla de los Mo­ chuelos al mando de Carlos Urdaneta, en el sitio de la Cantera fue atacada por Primitivo Bernal, y otro grupo de esa misma guerrilla fue atacado por el General Domingo Acosta en el sitio Tierra Blanca; los resultados fueron 6 muertos conservadores, 2 liberales, 4 heridos con­ 219 servadores y 2 liberales . La mortandad en la guerra seguía in eres­ eenda, pero la lógica de la contienda civil se impuso sobre posibles arreglos. A fines del mes de marzo, en el norte del Estado del Cauca, se produjeron dos hechos sangrientos que debilitaron más las fuerzas re­ beldes, mientras los guerrilleros del Estado de Cundinamarca conti­

215. Ibíd.,Nº26,Bogotá,20demarzode 1877,p.103. 216 . Ibíd., p. 104, Salvo-conducto, Estados Unidos de Colombia, Estado Sobe­ rano de Cundinamarca, Prefectura del Departamento de Tequendama, La Mesa, marzo 12 de 1877, gel Prefecto Pedro Alejo Forero y su Secretario Miguel Mayer. 217 . Patricia Alvarez Rosas, "Uniformes y sotanas. Estudio histórico de la guerra civil de 1876-1877", op. Gil., p. 408. 218. Ibfd., p. 409. 219. Ibíd., pp. 409-410.

165 nuaban peleando en la creencia de que ganarían la guerra. En rápi­ dos enfrentamientos ·en Riohacha, los conservadores perdieron dos 22o hombres y los liberales, l. Los heridos fueron 3 y 1 respectivamente • Entre Riosucio, población conservadora en la disputada frontera de los Estados de Antioquia y del Cauca, y Quinchía, vieja población de raíces indígenas, al pie del Cerro El Batero, se produjo una cruenta batalla que dejó desolación en la zona. Los muertos conservadores fueron 85 y los liberales, 38; los heridos conservadores fueron 30 y }os 221 liberales 42; hubo además 100 prisioneros • Este resultado abrió para las fuerzas liberales gubernamentales una de las zonas de ingreso ha­ cia el Estado de Antioquia, por el suroeste y por el sur, por donde entrarían los ejércitos del general Trujillo prontamente.

4.8 La guerrillas se juegan entre el sometimiento y la resistencia

Durante el mes de marzo se dieron un conjunto de hechos en la capital, que pusieron finalmente al descubierto el apoyo que daban grupos de la elite conservadora bogotana a las guerrillas. Se requisa­ ron algunas casas donde se encontraron cartas que comprometían se­ riamente al Comité Central del Partido Conservador y a otras perso­ 222 nas, esposas, criadas y amigos de dicho Comité • El interrogatorio estuvo dirigido a averiguar por una carta firmada por "Luis León", encontrada en la casa de la señora Blasina Tovar de Holguín y dirigi­

220. Ibíd., p. 409. 221. IbEd. 222. Se procedi6 a realizar un interrogatorio a las Señoras Blasina Tovar de Caro --esposa de Miguel Antonio Caro-, Margarita Caro de Holguín --esposa de Carlos Holgufn-, Tránsito Rodríguez y Rosalia Calvo, mujer criada de la casa del señor Carlos Holguín, la primera, y sirviente de esa casa, la segunda. Poco a poco fueron interrogadas otras personas implicadas: José M. Mallarino; Luis Cuervo (29 de marzo); Jorge Holguín (29 de marzo); Miguel Peñarredonda (30 de marzo) quien ac·ostumbraba ir a reuniones al Jockey Club por las noches; Miguel de Paz; Daniel Arboleda de Popayán, dueño de un almacén en la ciudad; Diego Fallón (30 de marzo); Juan Manuel Herrera (31 de marzo) j Manuel Umaña -de 64 ariOS, viudo, de Bogotá, hacendado y católico-; Gabriel Bengoechea -de 46 años, veci­ no de Bogotá, casado, comerciante y sin religi6n-j Cecilio Cárdenas -de 53 años, casado, natural de Bogotá, y vecino de Popayán, médico, católico, apostólico y romano. BLAA. Archivo de la guerra de 1876, Bogotá, correspondencia, documen­ tos y planos relativos a la guerra de 1876 a 1877, marzo 28-31 de 1877, ff. 259 a 262; 263 a 282, Interrogatorio del señor Jefe Mayor de las Milicias del Estado, como jefe superior de policía, Francisco de Liévano a varios ciudadano~ y mujeres.

166 da a un señor Espinel jefe de la guerrilla de Choachí, quien resultó finalmente siendo un sacerdote miembro de las guerrillas conserva­ doras. Del interrogatorio se desprende que existía una real o supuesta "Sociedad Politécnica" que se reunía en casa de Carlos Holguín y su hermano Jorge era el vicepresidente. Aunque no conocemos la culmi­ nación de esta investigación, por las referencias muy parciales y alusi­ vas en el mismo Archivo de ¡aguerra de 1876, inferimos que ella marcó un nuevo rumbo al conservatismo al dislocar sus fuerzas, y facilitó las cosas para el gobierno liberal. No es casual que pocos días después se diera la batalla de Manizales, donde quedó resuelta buena parte de la guerra y tampoco son casuales los golpes asestados por el ejército del Norte a las guerrillas de esa zona que resultaron siendo contundentes. Marzo fue pues el mes guerrillero por antonomasia del año 1877. La guerrilla de La Laja en el occidente del Estado de Cundinamarca fue aprehendida, según informó el Comandante Militar de la plaza de Subachoque, José E Acevedo, el 12 de marzo, al Secretario General 2Z3 del Gobierno del Estado de Cundinamarca • A las 6 de la mañana del día 11 de marzo "ayer -escriben rápido cuando se trata de un triunfo, y lento cuando hay derrota- en virtud del movimiento noc­ turno, fue sorprendida la guerrilla de La Laja, que ocupaba el Alto de Yaque" La Laja y Boca de Monte, y que se encontraba a órdenes del titulado coronel Juan de D. Guerrero, quien quedó gravemente heri­ do. Murió allí el alférez habilitado Gabriel Espinosa, una persona de mucho valer entre los guerrilleros" 224 . Les tomaron 6 prisioneros, todo el parque, 24 bocas de fuego, seis lanzas, todas las monturas y la briga­ da, una caja de guerra, los sombreros y la ropa de uso de los guerrille­ ros. El Escuadrón Sánchez -que peleó a pie atravesando en la noche del sábado una fragosa montaña- y la media compañía de Infantería, lograron este cometido. Los presos fueron en casos, individuos de gran valía para presionar al adversario. Las guerrillas de Guasca, la de los Malinas y del oriente trataron por todos los medios pero fueron impotentes para intentar siquiera el rescate de su General Antonio Valderrama, el jefe de las fuerzas del ejército de la Regeneración en la Donjuana, así como de 225 otros jefes como el General Ramón Acosta .

223 , El Estado de Guerra, NQ 24, Bogotá, 13 de marzo de 1877, p. 94-95, "Aprehensión de la guerrilla de 'La Laja' ". 224. lbíd. 225, El Estado de Guerra, NQ 27, Bogotá, 25 de marzo de 1877, p. 106, "Noti­ cias del Norte".

167 Las guerrillas de occidente volvieron a salir a la luz cuando menos se pensaba. Con 300 hombres al mando de Bustos, atacaron a las tres de la mañana, el día 24 de marzo, el distrito de Subachoque, defendi­ do por una pequeña guarnición al mando de coronel José Francisco Acevedo: "Los guerrilleros al grito de viva la religión, destruyeron las escuelas, saquearon las casas que ocuparon, incendiaron algunas de ellas; pero fueron completamente derrotados dejando en el campo 226 muchos muertos y prisioneros • Los guerrilleros dejaron 7 muertos en el campo de batalla y cuatro heridos, nueve armas de fuego, algunas municiones, mil fulminantes, cuatro caballos y un archivo de docu­ mentos, "bien curiosos por cierto". De las fuerzas nacionales sólo re­ sultaron heridos dos soldados y una mujer, quien murió pocos momen­ tos después de herida. Mientras los rebeldes estuvieron en Subachoque, según al articulista liberal, "revelaron toda su saña y profundo encono contra los establecimientos de instrucción pública, cuyos planteles redujeron a cenizas, y su afición al robo de la propiedad ajena, de la cual no se escapó en las casas que ocuparon ni la ropa de uso de las mujeres"227. Este fue uno de los pocos casos encontrados, relativos al asunto de las escuelas, pero es muy posible que en distritos como Subachoque, la escuela haya sido un lugar de defensa y por ello salió destruida de la confrontación, más que pensar que aquel ataque tuvo simbólicamente una estrategia coherentemente dirigida a destruir las escuelas. El 22 de marzo, el general Jenaro Peña regresaba de Fómeque con 600 hombres y fue atacado por 200 guerrilleros emboscados y atrin­ cherados en el boquerón de Choachf. El contraataque no se hizo es­ perar, pues el batallón Cazadores tomó la meseta y el capitán Aguilar con dos compañías "que desplegó en guerrilla" -el ejército oficial usó tácticas de guerrillas españolas para atacarlas y contrarrestar sus ac­ ciones- rompió fuegos sobre los emboscados. Hubo 18 muertos de las 228 guerrillas y 9, entre muertos y heridos de los oficialistas • Las accio­ nes guerrilleras arreciaron. Según una indagatoria a Horacia Londo­ ño, quien no sabía leer ni escribir, 10 individuos de la guerrilla del Picacho, armados de bocas de fuego, llevaban preso a Francisco Bernal, miembro del partido liberal. Al seguir más arriba del pueblo, Horacia

226. lbíd. "Noticias del Centro". 227. El Estado de Guerra, Nº 30. Bogotá. 29 de marro de 1877. p. 118, "Noti­ cias". 228. lbúl., Nº 27, Bogotá, 25 de marzo de 1877, p. 106. "Noticias del Oriente".

168 sintió una descarga y con otras personas encontró que Bernal había 229 sido asesinado de cuatro balazos • Se trataba de una de las guerrillas asociadas a , cerca de Vianí y Chaguaní en el occidente de la Cordillera Occidental por la salida al río Magdalena; una guerrilla que al parecer estaba tornando retaliaciones contra opo­ sitores, matándolos, al tiempo que se ocupaba de bloquear el recibo de correos en esos distritos. Mientras unas guerrillas continuaban en combates, la de Gámbita -Estado de Santander-, firmó el15 de marzo en Arcabuco, una capi­ tulación encabezada por Nereo Acevedo. Este jefe se comprometió a entregar las armas y municiones, a otorgar una fianza de 1.000 pesos y 2Jo a pagar la mitad del empréstito forzoso que le había sido repartid0 • Otras, a cambio, como la guerrilla de Casablanca emprendió -26 de marzo- un ataque contra el Escuadrón Junín en Tres Esquinas; rápi­ damente llegaron allí el resguardo de Nemocón, el General Bernal con el Escuadrón Forero y un piquete del Sánchez, por lo que los guerrilleros salieron derrotados, quedaron algunos heridos y perdie­ 2J1 ron bestias • Los riesgos que entrañaban las guerrillas continuaron preocupan­ do al presidente Parra. E'l teniente coronel Villar, fue el portador de una comunicación del presidente Parra al General Truj illo , y de la alocución del Congreso en la cual exhortaba al gobierno del Estado de Antioquia a deponer las armas y volver al seno de la Unión en los términos de la Constitución Federal. El triunfo de "la causa de las instituciones" parecía indudable, pues el Congreso había dado, en opinión de Parra, ese paso patriótico para ahorrar al país males que traería consigo la continuación de la guerra. Pero si en el frente nor­ occidental, la guerra parecía tener un desarrollo positivo para el Go­ bierno Federal, las cosas no marchaban bien en el frente centro orien­ tal ni estaban todavía decididas en el sur del Estado del Cauca. Decía Parra a Trujillo: Las partidas armadas que hay en los Estados del Interior, aunque están lejos de ser un peligro para la existencia del gobierno, sí han logrado producir el malísimo efecto de dar a la guerra un carácter salvaje y hacer cundir la desmoralización de una manera alarmante. Menudean ya

229. Ihíd., p. 107-108, "Más asesinatos". 230. Ihíd., Nº 30, Bogotá, 29 de marzo de 1877, p. 118, "Noticias", del Doctor Dámaso Zapata, Suaita, 2 de marzo de 1877. 231. IbCd., p. 118.

169 mucho los robos, atropellos, asesinatos e incendios. Y lo peor del caso es que este género de lucha no es de los que se acaban con batallas. Las pequeñas guerrillas eluden fácilmente el combate, y es sumamente difÍ­ cil capturarlas en tierras tan abiertas como éstas y donde la gran masa de la población es adversa al gobierno. Esta es una de las circunstancias que ha influido en el ánimo del Congreso para abrir a Antioquia el camino de un avenimiento pacífico. (Sigue tachado) También ha con­ tribuido a ello la consideración de que el sostenimiento del grande ejército que hoy tiene el gobierno, arruinaría la República en cuatro o cinco meses más de guerra. Todas esas reflexiones son por supuesto secundarias comparadas con la de que es deber del Congreso agotar los medios pacíficos antes de llevar adelante una guerra de exterminio, que dejaría en pos de sí odios profundos y llagas incurables en la sociedad (.. Tm. Parra era consciente del poder de las guerrillas y tenía muy en cuenta que muchos de los distritos que rodeaban la capital no le eran favorables al gobierno. Continuaba su misiva a Trujillo diciéndole que: aunque Manizales sea tomado a viva fuerza es lo más probable que siem­ pre habría sido menester acabar al fin por tratados, y lo que es dudoso que pudiera, en caso de un triunfo completo, conservarse un gobierno liberal en Antioquia. Añádase a esto que cuatro o cinco meses más de guerra arruinarían a la República, que hoy está manteniendo cerca de 30.000 hombres. El Presidente consideraba que la guerra debía terminarse con un avenimiento y no como otros sugerían, continuar la guerra hasta de­ rrotar a los conservadores. Por eso culminó su carta afirmando que: "Si el Gobierno de Antioquia se encuentra dispuesto a entrar por la puerta que le ha abierto el Congreso, tan luego como Usted me lo haga saber, le mandaré Comisionados para que le lleven las instruc­ ciones del gobierno y se le asocien en la negociación, en la cual pro­ curaremos por supuesto, obtener las mayores garantías posibles de una paz estable y sólida"23. Entre tanto, la preocupación del Presidente llegó hasta buscar todas las formas posibles para asegurar a Bogotá con fuerzas ubicadas en los cerros que la rodeaban y en otros puntos muy transitados234•

232 . BLAA. Architlo de La guerra de 1876, Bogotá, marzo 25de 1877, ff. 5vy 5a, Al Sr. General Trujillo. Su campamento, de NN (Aquileo Parra). 233. lbíd., ff. 6v. y 6a. 234. lbíd., Bogotá. abril de 1877, ff. 100v. y 100a.

170 4.9 Dios, patria y libertad: entrega de annas pero no de banderas

El general Trujillo derrotó en Manizales al ejército conservador antioqueño, el 5 de abril de 1877 y abrió la puerta de ese Estado al liberalismo, con lo que la guerra parecía entonces llegar a su fin 2J S y aunque quedaban otros territorios y partidas por someter, el ambiente era de celebración liberal. No se quedaron atrás el presidente del Comité Central Conservador Carlos Holguín y sus copartidarios an­ tioqueños, pues prefirieron el ingreso de Trujillo a Antioquia, en vez del general Santos Acosta, respaldado por radicales como Murillo 2J6 Toro • Con Trujillo era más factible un arreglo estratégico, como miem­ bro de los liberales independientes, liderados por Núñez. En medio de la celebración, la noche del 9 de abril, los escuadrones liberales Co­ lombia, Sesquilé y Chancos atacaron la plaza de Sopó, residencia de los jefes conservadores de los Estados de Cundinamarca, Boyacá y Santander. Dichos jefes se encerraron en los cuarteles y después de un corto combate, tomaron a los prisioneros y los entregaron en la Diana a la Compañía Republicana de Zipaquirá, pueblo liberal que celebró el triunfo de Trujillo y del Ejército del Sur sobre Antioquia durante 48 horas, con el más vivo entusiasmoZJ7 • Al tiempo, la 1ªDivi­ sión del Ejército del Estado de Santander, llegó a Zipaquirá junto con los inválidos de la batalla de la Donjuana. La descripción del articu­ lista revela un cuadro compasivo y animado, a pesar del drama que producía la guerra: fueron recibidos con lágrimas de sus familias y 2J8 fervoroso entusiasmo popular • Por su parte, el batallón Libres de

235. Julián Trujillo, "Parte General", en: Diario de Cundinamarca, Nº 2147, Bogotá, mayo 5 de 1877. 236. Álvaro Holguín y Caro, Carlos Holguín, una vida al servicio de la Repúbli­ ca, Bogotá, Editora Desarrollo, 1981. 237. El Estado de Guerra, Nº 33, Bogotá, 13 de abril de 1877, p. 131. "Noticias del Norte". Asa[to dado a [os guerrilleros de Guasca. Captura de cincuenta prisio­ neros. 238. Los cuerpos que componían la División fueron los batallones Socorro, Chara[á, Ricaurte, Tiradores. Entre tanto en el Departamento de Garda Rovira se estaba organizando [a Segunda División Santander para dirigirse a Cundinamar­ ca, por la vía de Soatá, a órdenes del Genera[ Wilches. Aparece en el periódico reseflado, una lista de los jefes y oficiales conservadores, prisioneros, que trajo la División, comenzando por Leonardo Canal y Domingo Ospina Camacho. La lista era de 104 individuos. El Estado de guerra, Nº 34, Bogotá, 18 de abril de 1877, p. 136. "Llegada de la 1~ DiVisión santandereana y de muchos prisioneros de Guerra".

171 239 Colombia o Alcanfores , combatió por la causa liberal y estuvo com­ puesto por jóvenes universitarios distinguidos y prestigiosos líderes -corno el abanderado Espinosa-. Este grupo, compuesto por liberales, entre los que se contaban estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, llevó a sus batallas una lujosa bandera, la cual fue deposi­ tada simbólicamente corno señal del fin de la guerra en el Salón del Museo240. Mientras se celebraba la victoria liberal sobre Antioquia, en los Estados del centro oriente arreciaron las arremetidas guerrilleras. "La Sabana de Bogotá, entregada al saqueo", titulaba uno de los artículos de El Estado de Guerra el 7 de abrii de 187724l • Las fuerzas nacionales situadas en la Sabana, se habían dirigido hacia los lugares en que se encontraban los ejércitos gubernamentales del sur y de occidente, dejando desguarnecidos aquellos territorios, lo que aprovecharon las guerrillas conservadoras que salieron de los páramos y bosques y se dedicaron a "saquear y robar", según la opinión liberal. Sus aprecia­ ciones se referían a que esas guerrillas cayeron corno langostas sobre las haciendas de los liberales y de otros hombres pacíficos y alcanzaron un trofeo de cerca de 500 reses y varias caballerías; muchos querían enriquecerse, pues en su opinión, por ello no estaban interesados ni en firmar la paz ni en que se restableciera el orden público, al fin y al cabo la guerra era una posibilidad de obtener prebendas que no eran fáciles de conseguir en tiempos de paz. Así pues, una partida de esos guerrilleros arrasó la Hacienda de Tena, de los señores Barriga, y en el distrito incendió varias casas pertenecientes a familias liberales. Ante estos hechos, "propios de bárbaros, dignos sólo de los bandidos de la Calabria y de las tribus errantes del desierto", el articulista ex­ clamaba de manera apocalíptica pero al menos culta: "Atila se en­ cuentra a las puertas de Roma"242. El tratamiento despectivo de "bár­ baros, bandidos y tribus errantes del desierto", no deja dudas sobre los altos niveles de polarización existentes entonces entre opositores, lo

239. Eusebio Escobar. Recuerdos de un alcanfor, op . de. Véase de Ramón Torres Méndez, "Uniformes Cívicos y Alcanfor. Revolución de 1876". Acuarela sobre papel ca. 1876, Colección Biblioteca Luis Ángel Arango. Fuente: Beatriz Gonzá­ lez. Torres Méndez, entre lo pintore..~co y la picaresca, Bogotá, Carlos Valencia Edito­ res. 240. El Estado de guerra, Nº 34, Bogotá, 18 de abril de 1877, pp. 135, "Bata1l6n Libres de Colombia". 241. lbCcL, Nº 32, Bogotá, 7 de abril de 1877. 242. lbúl., "La Sabana de Bogotá, entregada al saqueo".

172 Uniformes de los batallones CíIJicos y Alcanfor, Revolu i6n de 1876. Acuarela sobre papel 26 x 37 cm. ca. 1876. Colección Biblioteca Luis Ángel Arango. Fuente: Beatriz Gon ¡.~ l e z, T()rres Ménda, EntTe lo pintoresco y la picaresca , Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1986.

173 que no parecía sólo funcionar en el campo lingüístico y simbólico, sino también en el campo de las prácticas no discursivas, especialmente las guerreras. Los empréstitos forzosos, las expropiaciones y exacciones estuvie­ ron a la orden del día en todas las regiones por donde la guerra se llevó a cabo. Ambos bandos los utilizaron de modo similar, como ha sido demostrado en numerosos estudios y en documentos relativos a la guerra civil de 1876-1877243 • En esta contienda, algunos liberales dije­ ron haber decomisado un memorando que contenía la enumeración de las fincas urbanas y rurales que los conservadores pretendían ex­ propiar y vender luego en remate público, una vez se apoderaran de la capital de la República y hubieran organizado el gobierno provisorio. La relación, fundada, al decir de sus autores, en las escrituras públi­ cas que existían en los archivos de la capital y de algunos distritos, fue el resultado de una larga labor y de un examen muy detenido de las mismas. El conjunto de expropiaciones que tenían en mente los con­ servadores, era bastante grande y el valor de las propiedades apunta­ das en el memorando, daría unos ingresos cercanos a los 10 millones 244 de pesos • "El memorando de los Godos", aparece en el mismo perió­ dico ya citado, y muestra en Bogotá y otras ciudades y distritos de Santander, Tolima, Cauca y Cundinamarca, los bienes que serían ex­ 245 propiados • Al tiempo que se sabía de estas medidas se produjeron las de sus contrapartes. El presidente radical del Estado de Cundina­ marca, Jacobo Sánchez, con su legislatura, presionó de todas las for­ mas posibles a las gentes, sobre todo a conservadores, para que paga­

243 . Algunos casos son los siguientes: AHA. Impresos, Documenw~ i 1200 (1876,1892,1894), Orden público 1876, Tesoro 1892-1894, Relaciones Exteriores, 1892-1894, 1nforme de la Comisión de suministros, empréstitos y expropiaciones, Bogotá, 1º de mayo de 1894. José Miguel Samper, "La ley 2ª de 1876", en: ESL"TÜOS político-económicos, tomo 11, reimpresión, Bogotá, Publicaciones Banco de la Repú­ blica, p. 407. Tomado de La Reforma, Nº 46, octubre 9 de 1878 . Sobre empr é stito~ y exacciones realizadas por el presidente del Estado de Cundinamarca, Jacobo Sánchez. Diario Oficial, Nº 3872, año 13, Bogotá, 19 de enero de 1877. Aparecen las Imprentas de La Ley y de El Tradicionista, con empréstitos asignados por $4000 y 6000 respectivamente, así como haciendas adjudicadas al Estado por s uma~ líquidas muy altas, como la San Cayetano de Uldarico Leyva ($13 .193,10) ; la de Francisco, de Vicente Ortiz Durán ($13.274,10); la Santa Lucía de Anacleto Olaya ($13.274,10). 244. El Estado de guerm, Nº 32, Bogo tá, 7 de abril de 1877, p. 12 1, "Exacciones en Proyecto". 245. Ibíd ., pp. 123- 124.

174 ran los empréstitos y demás exacciones; de este modo logró obtener mucho dinero y bienes para remates y ventas, con lo que apoyó la z46 financiación de los ejércitos liberales del centro oriente del país • El dibujante Alberto Urdaneta ridiculizó al Gobernador al presentarlo con irónicos resultados de sus expropiaciones y al mostrar a Julián Trujillo, Sergio Camargo, Aquilea Parra, Rafael Núñez y Nicolás Esguerra, los liberales más connotados favorables a la guerra, soste­ niendo la ley 2 ª con fusiles 247 • Al tiempo que se luchaba en el frente económico, también se com­ batía en el campo ideológico. La carta de Miguel Camacho a su pa­ dre, Rufino Camacho, desde Manizales, el día siguiente del triunfo liberal en esa ciudad es bien significativa. Lleno de alborozo, le decía: "Ayer ha sido el gran día para Colombia. ¡Ya no existe la 'Antioquia religiosa"', gracias al valor de los soldados liberales que tomaron y rindieron esa fortaleza. Describió grosso modo la batalla de Manizales, la toma de San Antonio y el momento en que soldados del ejército antioqueño entraron en pánico y enarbolaron bandera blanca. Estaba alegre pues esto evitó, en su opinión, una carnicería que hubiera sido horrible, "pues es muy trabaj·oso contener a un ejército en triunfo". Los derrotados entregaron todo el armamento; el doctor Cuervo abdi­ có de su mando ante el general Trujillo, se expidieron pasaportes a todos los rendidos y a 300 prisioneros que se tomaron aquel día. Mi­ guel Camacho culminó su misiva señalando que Trujillo era un hombre muy bueno y que reunía :las condiciones del buen ciudadano: valiente, generoso y magnánim0248 • Cuando unos se alegraron otros se entriste­ cieron, como se pone de manifiesto en el Diario de un Yarumaleño, en el cual un hijo escribe a su padre acerca de sus aburrimientos en la guerra por su poca actividad en Manizales y la tristeza de su pérdida y 249 derrota •

246. Ley 2" de 1876. Por la cual se determina el procedimiento para hacer efectivas las exacciones de guerra y las ordinarias en tiempo de guerra. Asamblea Legislativa de Cundinamarca. Del Gobernador Jacobo Sánc hez, en: Manuel Briceflo. De la revolución de 1876-1877. Recuerdos para la historia, op. cil., p. 269. 247. BNC, RX 175, Rar9s y curiosos. Álbum de dibujos de Alberto Urdaneta. Véa~e de Pilar Moreno de Angel. "Alberto Urdaneta, el artista y su lápiz", en: Alherw Urdanela: Ecos de mi segunda prisión, Ediciones Sol y Luna, Bogotá, 1975. 248. El Estado de guerra, Nº 34, Bogotá, 18 de abril de 1877, de Miguel Camacho R. al Sr. Rufino Camacho en Bogotá. Manizales, 6 de abril de 1877. 249. BLAA. Diario de un Yarumaleño sobre la guerra de 1876-1877. Para Alejan­ dro, 1i'ascripci6n de un manuscrito encontrado entre los papeles de Don Marceliano Posada P., realizada por Luz Posada de Greiff, 1990.

175 "El triunfo de la causa liberal", fue el título del editorial de El Estado de Guerra del 11 de abril de 187725°. Su editorial censuró la diputación antioqueña y parte de la tolimense, las cuales, cuando un año atrás se posesionó el Presidente Parra, propusieron respaldar la administración que comenzaba para luego declararle la guerra. Re­ saltó la unión del partido liberal ante el grito de rebelión lanzado por los obispos de los Estados del Cauca y de Antioquia y las "legiones fanáticas" encabezadas por V élez, Arboleda y Córdoba. Se refirió a las buenas provisiones con que contaba el conservatismo y al principio religioso tan hábilmente explotado por sacerdotes fanáticos y prelados ambiciosos y desprovistos de todo sentido de caridad evangélica, "y que más parecen educados para empuñar la lanza y el fusil que para llevar el báculo del Buen Pastor y predicar la paz y la concordia entre sus feligreses". Hizo alusión al nuevo Mesías de Los Chancos que rin­ dió tristemente su cruz en aquel campo. El comportamiento de las guerrillas lo calificó de "hordas de beduinos", que robaron, asesina­ ron, incendiaron e infundieron terror en poblaciones y caseríos; ade­ más contaron en la capital de la República con dos a uxiliares podero­ sos: las mujeres y los escritores. Las primeras que, 1. .. 1 olvidando su misión de madres y esposas y perdiendo todo respeto social, se han convertido en protagonistas de la revolució n y con ellas una nidada de escritores que desde los zarzos se entretienen en lanzar al público boletines llenos de mentiras y producciones anónimas en las que, dándoselas de matones, retan a los escritores :liberales, designán­ 25l doles hora y lugar para el combate . Finalmente, el periódico publicó la Capitulación firmada por el general Trujillo yel presidente del Estado de Antioquia, Silverio Aran­ 252 go, del 6 de abril de 1877, en San Antonio, Manizales , en la cual sobresalían el indulto o amnistía, y la concesión a jefes y oficiales rebeldes de retirarse con sus espadas y bagajes. Se dieron posiciones muy críticas respecto a la decisión del Estado de Antioquia en la guerra, especialmente la de Quijano Otero, quien consideró que los dirigentes de esa región pensaron más en sus propios

250. lbíd. , NQ 32, Bogotá, 11 de abril de 1877. 251. Ibed., pp . 125-126. "Triunfo de la causa liberal". 252 . Diario Oficial. N9 3918, Bogotá, 20 de abril de 1877, decreto NQ 217 del 18 de abril de 1877. Diario Oficial, NQ 3912, 14 de abril de 1877. Ibíd., pp. 126-127. "Rendición de Antioquia".

176 253 intereses que en los del partido en términos nacionales , Después de esta derrota conservadora, que afectó moralmente a los conservado­ res del centro oriente y del sur del país, un numeroso grupo de guerri­ llas atendió el llamado del gobierno y se desmovilizó, En una hoja volante de la época se leía que "Deponen las armas los hijos belige­ rantes de Cundinamarca, ya que los de Antioquia dejaron ocupar sus posiciones en Manizales y entregaron su Estado"254, Igualmente, algu­ nos conservadores de la capital dieron pasos para que las guerrillas de Guasca y Mochuelo, depusieran las armas, pero sus jefes les manifes­ taron algunos escrúpulos de conciencia para someterse a una capitu­ lación semejante a la de Manizales255 , Lo que pensaban los jefes de las guerrillas de la Sabana y del Estado de Boyacá, era que los antioque­ ños se habían entregado al gobierno sólo pensando en sus intereses y no en los del partido y la nación, con lo cual esperarían para deponer sus armas, siempre y cuando fueran tratados como beligerantes y se les amnistiara, como había sido la costumbre en las guerras anteriores256 , Pero ello llevaría su tiempo y cuidadosas negociaciones257 , Sólo quedaban entonces por resolverse tres problemas: someter a Pasto, a las guerrillas de la sabana cundiboyacense y a reductos santandereanos258 , Parra entregó un mensaje al país el 10 de abril, comunicando el triunfo del Ejército del Sur sobre las fuerzas del Esta­ do de Antioquia y pidiendo una amnistía o indulto al Congreso, a favor de los comprometidos en la guerra, "debiendo comprenderse en ese acto de olvido a los beligerantes de los otros Estados, siempre que

253. José María Quijano Otero. Diario de La guerra cit!il de 1860, Bogotá, Edito­ rial Incunables, 1982. 254. BLAA, Architlo de La guerra de 1876, Bogotá ff. 288v. y 288a, 289 y 289a, Bogotá, Hoja suelta, sin fecha ni autor. 255. EL Esrado de Guerra, NQ 34, Bogotá, 18 de abril de 1877. "Sometimiento de las guerrillas". Véase el dibujo de Alberto Urdaneta, grabado por Barreta: "La sepultura de un guerrUlero" (Guasca, 1877), Fuente: Papel Peri6dico ilustrado. Bellas artes, literatura, biografías, ciencias, cuadros de costumbres, historia, etc., etc., etc. NQ 74, año IV, Bogotá, agosto 6 de 1884, edición facsimilar limitada, Cali, CarvajalS. A., 1978, p. 8. 256. Gonzalo Sánchez, "De amnistías, guerras y negociaciones"; Mario Aguilera P., "El delincuente politico y la legislación irregular", en: Memoria de un país en guerra: los Mil Días. 1899-1902, op . cit. 257. BLAA. Archivo de la guerra de 1876. Bogotá. Correspondencia, docu­ mentos y planos relativos a la guerra de 1876 a 1877, Cuartel General de la Calera, abril 17 de 1877, ff. 19a y 19v, de Manuel Briceño a Aquileo Parra. 258. EL Esrado de guerra, NQ 31, Bogotá, 7 de abril de 1877, p. 127.

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Sepultura de un guerriUero (Guasca, 1877) . Dibujo de Alberto Urdaneta. Grabado por Greñas y Rodríguez. Fueme: Papel Periódico Ilustrado, Bellas artes, literatura, biografías, ciencias, cua­ dros de costumbres, historia. & &, NQ 74, alÍo IV, Bogotá, agosto de 1884, edición facsimilar, Cali, Carvajal S. A., 1978, p. 8.

178 depongan las armas y se sometan al Gobierno General", buscando con ello no ahorrar medio alguno para asegurar la paz nacional, basada en 259 la reconciliación de los co'lombianos . A los pocos días, el 19 de abril, en la Iglesia de Santo Domingo en Bogotá, se celebró una "fiesta que algunas estimables señoritas y dis­ tinguidas matronas" de la ciudad, promovieron en celebración del advenimiento de la paz, y con el objeto de rogar al Altísimo por la concordia entre los colombianos y el alejamiento de la revolución san­ 26o grienta que devastó la República • Pero entretanto, la guerra conti­ nuaba en los Estados de Santander, Boyacá y Magdalena. Hubo un fuerte combate en Piaurichón en el Departamento de la Guajira, en el cual murieron 35 conservadores y 17 liberales; los heridos fueron 10 261 y 36 respectivamente y los prisioneros, 34 • Igualmente en el sur del Estado del Cauca, las fuerzas de Pasto y distritos conservadores cerca­ nos, no estaban dispuestos a someterse y seguían combatiendo, algu­ nos sin saber muy bien en qué iba la guerra en el norte yen el centro oriente, y otros más, esperando un milagro militar imposible de ocurrir dadas las débiles condiciones de las fuerzas conservadoras en el resto del país. El Estado de Santander se convirtió de nuevo en centro de ataques guerrilleros en distintos distritos; el 18, guerrilleros se enfren­ taron a fuerzas regulares en Matanzas, Pitalito, y como resultado que­ daron 9 muertos de la guerrilla y 2 liberales; 4 guerrilleros heridos y un 262 liberal; los prisioneros fueron 16 . Otra guerrilla fue vencida en Yacopí, La Palma -Estado de Cundinamarca- el 22 de abril, dejando como resultado 19 muertos conservadores y 9liberalesj 16 heridos conserva­ 26J dores y 10 liberales y 45 prisioneros • El27 de abril, se dio un fuerte enfrentamiento en el Cocuy -Estado de Boyacá- cuyos resultados fue­ ron dramáticos: 90 conservadores y 29 liberales murieron, 40 conser­ vadores y 32 liberales quedaron heridos, y el número de prisioneros 264 alcanz61a cifra de 70 • Tequia y Cucasí -Estado de Santander- fue­ ron las dos batallas que cerraron el mes de abril, la primera de ellas en el departamento liberal de Garda Rovira, donde perdieron la vida 25 265 conservadores y 7 liberales • En Cucasí, el coronel Nepomuceno

259. Ibíd., Nº 33, Bogotá, 13 de abril de 1877, pp. 131- 132, "La AmnIstía". 260. Ibíd., NQ 35, Bogotá, 21 de abril de 1877, pp. 137 -138, "Función Civil". 26l. Ibíd. 262. Ibíd. 263. Ibíd., p. 41l. 264. Ibíd. 265. Ibíd.

179 Azuero, atacó otra guerrilla santandereana, quedando muertos 4 con­ 266 servadores y heridos 1 conservador y 1 liberal y 6 prisioneros • En este contexto, el gobierno nacional concentró su atención en las guerrillas de Santander virando la dirección política y militar ha­ cia los "regeneradores" conservadores ~omo ellos mismos se nombra­ ron. En los últimos días de mayo y los primeros de junio, el ejército de esa región persiguió y cercó a las guerrillas. Inicialmente en el sitio El Sol, en el distrito de Bochalema, se enfrentaron las fuerzas guberna­ mentales dirigidas por el teniente coronel Juan José Durán y las rebel­ 267 des, al mando de Raimundo Osori0 • También se enfrentaron en La Cruz, Ocaña, las fuerzas regulares al mando del coronel Zúñiga con las rebeldes de Víctor Cardoso y D. Quintero C. Murieron 15 conser­ 268 vadores, 11 liberales y quedaron heridos 10 y 8 respectivamente • Finalmente, en La Laguna, Cúcuta, la guerriHa de Gramalote perdió ante cuerpos del ejército santandereano 16 hombres mientras éste 269 perdió 9, y heridos resultaron 20 y 16 respectivamente • Finalmente estas guerrillas debieron someterse a las cláusulas estipuladas en la Capitulación de Manizales o pedir exilio en Venezuela, un corredor obligado desde las guerras de independencia. De hecho, José María Samper, a la sazón presidente provisorio del Estado de Santander y ya converso en conservador, se exilió en Caracas antes que la guerra tocara a su fin. La guerra estaba prácticamente definida a favor del gobierno liberal pues al perder los conservadores el Estado de Antioquia, de­ bieron renunciar a su más importante fortín de efectivos. Y aunque siguieron produciéndose enfrentamientos como los reseñados, cada día que pasaba se acogían más guerrillas a las disposiciones sobre entrega de armas. Así, en el Estado de Cundinamarca, el jefe de la guerrilla de los Mochuelos, Carlos Urda neta -hermano de Alberto Urdaneta, quien representó con sus dibujos a individuos, paisajes, dramas, prisioneros y climas de la guerra 270_, envió el21 de abril una nota al Presidente de la Unión en la que le manifestaba que se aco­

266. lbíd. 267. Ibíd, p. 412. 268. Ibíd. 269. Ibed. 270. Biblioteca Nacional de Colombia (BNC). Álbum de dibujos y caricatura.~ de Alberto Urdaneta, Bogotá, Nº 55, Bogotá. gía al indulto271 ; el gobierno nombró a los señores Carlos Sáenz y Ja­ cinto Corredor para recibir las armas en . 45 bocas de fuego de moderna y antigua invención, tres lanzas y otros elementos de fue­ gom. La entrega de armas de las guerrillas continuó sistemáticamente en los días finales del mes de abril. El general Manuel Briceño, quien después de la batalla de La Donjuana fue el jefe de la guerrilla de Guasca, se dirigió al poder ejecutivo, el23 de abril, anunciando que deponía las armas; el general Domingo Acosta recibió de esa guerri­ lla, apenas 75 bocas de fuego de todas clases, con lo cual, aquella apenas quedaba un poco desarmada. La guerrilla de entregó 30 fusiles al comisionado del gobierno, el doctor Nicolás Pardo. La guerrilla de Zipacón, entregó 150 armas al coronel Ramón Muñoz. La guerrilla de Choachí, entregó las suyas. Ese mismo día los señores Pascual Rodríguez y Rudesindo García de la guerrilla de Sasaima en­ tregaron 38 armas. La guerrilla de Choachí hizo llegar al gobierno 26 bocas de fuego y seis lanzas. La guerrilla de Casablanca entregó 59 armas de fuego y 20 lanzas273 • También los jefes de la guerrilla de Gámbita entregaron sus armas274 • Otras más las depusieron, pero no contamos con datos acerca de ellas. Después de lo ocurrido, el Estado de Cundinamarca se encontró prácticamente en manos del gobierno. Si bien la guerrilla de los Mochuelos depuso sus armas, no todos sus integrantes compartieron tal entrega, como era de esperarse. Al­ gunos pensaron irse a los Llanos "para allí hacer resurgir la lucha ar­ mada y continuarla, o bien salir a Venezuela mientras tornaban para la patria días mejores". Otros quisieron mantener una resistencia ya bastante aislada. Sin embargo, el gobierno, con el apoyo de los comi­ sionados Salvador Camacho Roldán y Wenceslao lbáñez, logró que muchos combatientes renunciaran a la lucha armada y entregaran sus armas, o al menos buena parte de éstas. "Después de la rendición de Manizales, los Mochuelos capitularon con honor. Para conmemorar sus hazañas, dieron un gran baile, en el cual se presentaron con los uniformes de gala que tenían preparados para usarlos cuando triunfa­

271. Diario Oficial. Bogotá, 19 de mayo de 1877. 272. AGN. Fondo República, Secretaría de Guerra y Marina, tomo 1024, 1877, f. 172. 273. Diario Oficial, Bogotá, 4 de mayo de 1877. 274. AGN. Fondo República, Secretaría de Guerra y Marina, tomo 1024, 1877, f. 953.

181 ran"Z7,. Más tarde, algunos exguerrilleros fundaron el periódico El Mochuelo, con el lema de "Dios, Patria y Libertad", publicación que se constituye en una de los precursoras de la caricatura política en Co­ lombia, y que fue auxiliar de "los órganos serios y doctrinarios de pu­ blicidad que habrá de tener pronto el Partido Conservador". Ese lema había sido utilizado durante la guerra civil por parte de la confedera­ ción de guerrillas conservadoras. Sólo faltaba para cerrar la guerra, someter los bravos reductos gue­ rrilleros santandereanos del norte del Estado. Durante los meses de marzo y abril de 1877, el dominio de los ejércitos liberales sobre el territorio santandereano fue casi total; sin embargo, existió un reduc­ Z76 to de resistencia conservadora en el departamento de Cúcuta • Aun el mismo periódico oficial del Estado de Santander informaba cómo el ejército santandereano había emplazado por fin a los "especiales gue­ rrilleros conservadores" de Galindo el29 de marzo, pero no pudo so­ meterlos, debido a su posición geográfica -zona alta de la cordillera oriental- al uso de sus bosques corno escudo y a su creencia en el derecho que posefan de rebelarse contra "las instituciones, cada vez que les plazca, sin que consecuentemente pese sobre ellos y sus instigadores ninguna clase de sanción legal". Ante esta situación, el jefe liberal del departamento de Cúcuta, Ramón María Paz, tomó medidas drásticas y reiteró el "comportamiento hostil de los habitan­ tes de Galindo, a pesar de habérseles dado la oportunidad de pactar la paz"; eliminó por decreto la aldea de Galindo y agregó su territorio a los distritos de Sala zar y San Cayetano; suprimió la oficina telegráfi­ ca de la localidad; asignó a los habitantes del distrito una contribu­ ción forzosa de $250.000 y prohibió la comunicación de todos ellos con sus pueblos vecinos. Ante las presiones, algunas capitularon277 • A las guerrillas de Galindo se les exigió entregar las 300 armas con que

275. José María Cordovez Moure, Reminiscencias de Sanl1lfé y Bogotá, op. cit., p. 1508. 276. GaCela de Sanwnder, NQ 1073, Socorro, 19 de abril de 1877, pp. 25-27, Bucaramanga, UIS, CEDHIR. 277. Las guerrillas conservadora~ de Galindo pelearon con fuerzas liberales, pero dado su aislamiento, estaban interesados en hacer la paz, con lo cual, en el mes de mayo, el jefe departamental produjo una carta edicto que contemplaba condicion e ~ para llevar a cabo el sometimIento, siguiendo las directrices del presi­ dente del Estado, quien el2 de mayo conminó a "los revolucionarios" para que en el térmmo de 5 días se sometieran y entregaran las armas. Gacel1l de Sanl1lnder. NQ 1070, Socorro, 6 de marzo de 1877, p. 92, Bucaramanga, UIS, CEDHIR.

182 contaban, en la ciudad de San José de Cúcuta -200 rifles ordinarios y 100 Remington-, así como escopetas, revólveres y pistolas; se les obli­ gó a someterse a los gobiernos de la Unión y del Estado. La carta edicto estaba acompañada de promesas gubernamentales: un indulto por todos los delitos políticos a excepción de los delitos comunes, la suspensión de acciones militares una vez fueran entregadas las armas, "no pudiendo desde ahora pasar de Santiago fuerza ninguna del go­ bierno, y la derogatoria del decreto de incomunicación, el día en que fueran entregadas las 300 armas"278. Dichas comunicaciones se hacían extensivas a todos los jefes de partidas que quisieran someterse. El19 de mayo asumió la presidencia de la Unión el segundo desig­ nado, general Sergio Camargo279 pues el primer designado, general Julián Trujillo se encontraba presidiendo el Estado de Antioquia. Ca­ margo, quien tuvo un destacado papel en la guerra civil reemplazó por tres meses al presidente Parra, el cual pidió licencia aduciendo motivos de salud. Con motivo del retiro temporal del presidente, la Cámara de Representantes ofreció un banquete en su honor en el que se pronunciaron discursos de reconocimiento a su gestión a los cuales él contestó en un tono que dejaba ver la fragilidad de la unión liberal y que presagiaba que el triunfo liberal en la guerra si no estaba respal­ dado por una sólida unión del partido, tendría un resultado transi­ torio: Ciudadano Presidente de la Cámara de Representantes: En nombre de mis compañeros en el Gobierno y en mi propio nombre, os doy a vos ya vuestros honorables colegas las más expresivas gracias por el obsequio que nos hacéis con tanta cordialidad y tan exquisita delicadeza. Para ellos y para mí tanto más grato y honroso este testimo­ nio de aprecio, cuanto lo recibimos de los dignos delegados del pueblo. Habéis tenido la bondad de recordar la constancia y sinceridad con que ha trabajado la actual administración por reconciliar y mantener unida la familia liberal. Por mi parte reconozco con gusto que esa labor habría sido infructuosa, si no hubiera contado el Poder Ejecutivo con la valio­ sa y eficaz cooperación de las Cámaras, y si no hubieran tenido nuestros copartidarios la mejor voluntad de aunar sus esfuerzos para contrarres­ tar la reacción ultramontana.

278. A.S.w.c. Carta edicto, 20 de mayo de 1877, La Amarilla, remitida al jefe municipal de Cúcuta, Francisco Azuero a Solón Wilches, en el Socorro, Caja NQ 1, ff. 785-786, Bucaramanga, UIS, CEDHIR. 279. Diario Oficial, Bogotá, 19 de mayo de 1877.

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Ojalá reine siempre la concordia entre todos los miembros del partido que ha fundado y sostiene las instituciones. Seria muy extraño que los que han estado siempre prontos a hacer por su causa el sacrificio de la vida, no lo estuvieran a hacer, también por etta, el de olvidar antiguas rencillas, mayormente cuando con este pequeño sacrificio conseguiría­ mos el mayor de los bienes, porque la unión liberal es la paz. O s doy, honorables Representantes, el más cordial parabién por los grandes servicios que en esta habéis presentado a nuestra causa. Vuestra reunión en medio de la guerra fue un hecho de la más alta importancia, no solo porque ella hizo manifiesta al enemigo la preponderancia de la opinión favorable al Gobierno, sino principalmente porque el congre­ so, por medio de sus enérgicas y acertadas disposiciones, dio aliento a los defensores del orden establecido, vigorizó la acción del Poder Ejecu­ 280 tivo y aseguró al país el fruto de la victoria . Para los grupos que aún permanecían en armas, el 30 de mayo, Camargo expidió el Decreto No. 321 de 1877 por el cual declaró a las partidas armadas que aún existían en algunos Estados, bajo jurisdic­ ción ordinaria de los mismos, negándoseles todo carácter político y aplicándoseles la justicia ordinaria en lo civil y penal2Bl • Por su parte, el poder legisla ti va expidió la Ley 62 del 4 de junio de 1877, sobre amnistía para quienes hubieran cometido delitos políticos en el terri­ torio de los Estados Unidos de Colombia desde el 12 de julio de 1876, relevándolos de la responsabilidad penal en que, por razón de tales delitos hubieran incurrido. Es del caso recordar que esta amnistía no incluyó a los obispos y clérigos más comprometidos con la guerra, lo que no fue bien visto por el clero, cuyas mayorías solicitaron al gobier­ no amnistiarlos a fin de que pudieran demostrar su inocencia y así evitar la expulsión que se les decretaba. El obispo de Medellín José Ignacio Montoya envió una solicitud el17 de julio de 1877, buscando liberar de la expulsión a obispos y demás comprometidos en la guerra por razones religiosas, su misiva obtuvo la siguiente respuesta: 1... 1 La suprema inspección de cultos no es otra cosa que la policía de seguridad nacional contra las agresiones eclesiásticas, y esa policía se ejerce de conformidad con leyes generales como la 35 del presente año, o por actos especiales de I soberano, como el que entraña la ley 37 citada. Al dictar esta ley el Congreso ha declarado implícitamente que la su­ prema inspección de cultos implica el ejercicio de la soberanía nacional

280. Diario de Cundinamarca, Bogotá, mayo 19 de 1877, p. 344. 281. Diario Oficial, Bogotá, 2 de junio de 1877. con la amplitud que requiere la defensa del poder civil contra el poder eclesiástico, y que hoy como ayer, el soberano del país conserva el dere­ cho de extrañar del territorio nacional por mandato directo a cualquier prelado o sacerdote que por actos de su ministerio ponga en peligro la paz pública ... SE RESUELVE: No hay incompatibilidad entre las disposiciones de la ley 37, del 12 de mayo del año en curso, y las de las ley 62, de 4 de junio del mismo; pues la primera es un acto de policía nacional en materia de cultos, y la segunda se refiere a los delitos políticos cometidos en el territorio de la República desde el 11 de julio de 1876 hasta e128 de mayo de 1877, fecha de la sanción de la ley. Comuníquese y publíquese. Z82 Por el Presidente. El Secretario Eustorgio Salgar • En apoyo de los obispos de Antioquia y Medellín, numerosos sa­ cerdotes enviaron comunicaciones de protesta al presidente de la Unión, pero el gobierno a través de la Secretaría de lo Interior y Re­ laciones Exteriores no estuvo dispuesto a tolerar más intervenciones del clero en el Estado, especialmente en la alteración del orden públi­ co, por lo que resolvió retirar a los sacerdotes que firmaban los memo­ riales, el PASE -o permiso- para ejercer las funciones de su Ministe­ 28J rio • Igual cosa ocurrió con obispos y sacerdotes de las Diócesis de Popayán y Pasto -quienes estaban extrañados del territorio desde el mes de febrero de 1877- y con el obispo de la Diócesis de Pamplona, Ignacio Antonio Parra por negarse al sometimiento de la Iglesia al 284 Estad0 • Poco a poco en el país se fue restableciendo el orden público, las tropas regresaban a sus lugares de origen y paulatinamente se fueron desmovilizando sus integrantes, tarea difícil porque la guerra para muchos implicaba una forma de vida y búsquedas de ascenso econó­ mico, en casos, social y no menos, político. El 10 de julio de 1877, el presidente encargado decretó el restablecimiento de las garantías in­ dividuales mediante el decreto No. 418. Casi un mes más tarde y dado que ya no existía ningún grupo de consideración en armas con­ tra las instituciones liberales, el gobierno restableció el orden público en todo el territorio de la Unión, mediante el decreto 470 del 7 de agosto de 1877, en los siguientes términos:

282. Diario Oficial, Bogotá, 21 de agosto de 1877. 283. Diario Oficial, Bogotá, 23 de agosto de 1877. 284. Diario Oficial, Bogotá, 22 de agosto de 1877.

185 El Presidente de los Estados Unidos de Colombia Considerando: 1Q Que no existe en la República ningún enemigo en armas contra las instituciones. 2º Que la autoridad del gobierno federal y de los gobiernos seccionales es obedecida yacatada sin resistencia de hecho. DECRETA Art. 1º Declárase restablecido el orden público en todo el territorio de la Unión. Art. 2ºPor decreto separado se red ucirá el ejé rcito al pie de paz. Art. 3º Los Presidentes, Gobernadores y Jefes superiores de los Estados, y los Prefectos de los Territorios, dictarán las órdenes necesarias para que el presente decreto sea inmediatamente publicado por bando en todos los distritos, aldeas y corregimientos. Dado en Bogotá, a 7 de agosto de 1877. SERGIO CAMARGO. El Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores, Eustorgio Salgar. El Secretario de Hacienda y Fomento, Luis Berna\. El Secretario del Tesoro y Crédito Nacional, José María Quijano Wallis. 285 El Secretario de Guerra y Marina, Santos Acosta • Pocos días faltaban para que el presidente titular cumpliera su licencia de tres meses y reasumiera el mando del gobierno. Algunos liberales, como Constancio Franco, consideraron que el general Ser­ gio Camargo hubiera podido esperar siete días más para que le hubie­ ra correspondido al Presidente Parra dictar el decreto por el cual se ponía término a la guerra, pues él había hecho frente al conflicto por 286 más tiempo y había sorteado momentos realmente dif(dles • El he­ cho de que hubiera correspondido a un jefe militar, la declaratoria del restablecimiento del orden público y no a un civil como el Presidente Parra, hizo popular los versos que se publicaron por aquella época y que revelaban cierto dejo humorístico que tal vez sigue caracterizan­ do buena parte de los comportamientos de los colombianos: En Colombia que es la tierra de las cosas singulares dan la paz los militares 287 y los civiles dan guerra •

285. Diario Oficial, Bogotá, 8 de agosto de 1877. 286. Constancio Franco, Apuntamientos para la historia. La guerra de 1876­ 1877, op. cit. , p. 324. 287. El Mochuelo, Nº 1, Bogotá, 27 de septiembre de 1877.

186 Corno toda guerra, la guerra civil de 1876 rompió con fuerza el transcurrir de la vida cotidiana de un buen número de colombianos, generó muchas polarizaciones, dinamizó algunos territorios en sus co­ lonizaciones, causó muchas muertes y dejó heridos e inválidos en las regiones más estratégicas, exigió abastos que afectaron a comercian­ tes y propietarios y aun a gentes del común, aunque, al tiempo, permi­ tió que otros se nutrieran de ella; la guerra generó zozobra y afectó sicológica mente a pobladores urbanos y rurales, dio lugar al saqueo de haciendas, casas, comercios y bienes de todo tipo; favoreció a quie­ nes pudieron poner en mayor acción sus oficios útiles para el desen­ volvimiento de la guerra, dio y quitó empleos, enriqueció a unos y empobreció a otros. La guerra hizo que un número importante de co­ lombianos se fueran a los campos de batalla a dirimir sus viejos y nue­ vos conflictos por razones diversas, de orden económico, cultural, re­ ligioso, personal, político y aún, de rivalidades locales y regionales. La guerra entonces canalizó formas de participación social y polftica que tuvieron su. expresión, entre otras, en la formación de guerrillas y de partidas yen la militancia en el ejército, ambas vistas corno normales, 288 estructurales y estructurantes de la vida colectiva y cultural del país • Varios aspectos son notorios en lo que ha sido expuesto: las nume­ rosas guerrillas que se formaron en Cundinamarca y que dieron lugar a una confederación que cobijó también los Estados de Boyacá y San­ tander; el conocimiento de los corredores sobre los cuales ejercieron su poder y atacaron de manera permanente a los ejércitos liberales; el uso de tácticas y estrategias que conjugaban tradiciones de guerrillas y formas regulares del arte de la guerra; las formas rudimentarias e inteligentes de hacer la guerra en un mundo rural y local. Si se compara el peso de las guerrillas conservadoras del centro oriente del pafs, su alto número, relativa organización y sus distintas formas de acción en esta guerra con lo ocurrido en guerras civiles anteriores, es notorio que se trata de un fenómeno asociado a tradi­ ciones guerrilleras anteriores, pero también del advenimiento y profu­ sión de nuevas formas de lucha, inéditas hasta entonces. Por lo ex­ puesto, es posible concluir que las modalidades de reacción de los conservadores, especialmente mediante la guerra de guerrillas, ante el domino liberal en Cundinamarca y en los dos Estados vecinos -más en el tradicional, clerical y agrario Estado de Boyacá y un poco menos

288. Véase el Mapa Colombia sangrienta. Fuente: Francisco Javier Vergara y Vdasco, Atlas completo de geografía colombiana, Bogotá, Imprenta Eléctrica, 1906.

187 COLOMBIA SANGRIENTA

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Colombia sangrienta. Fuente: Francisco Javier Vergara y Ve lasco, Atlas completo de geografía colombiana, Bogotá, Imprenta Eléctrica, 1906. 188 en el artesanal, tabacalero y cafetero Estado de Santander- estuvie­ ron bastante asociadas a las redes familiares, partidistas, religiosas y económicas que venían de antaño. También se podría afirmar que los distintos jefes del partido conservador, asociados a gamonales y caci­ ques de distritos y aldeas, ya sacerdotes en sus parroquias, lograron sacar a la luz, aspiraciones de sus copartidarios para fundar sus inten­ tos de un cambio de gobierno. Se ha puesto especial cuidado a dos guerrillas, las de Los Mochuelos y los Guascas, dado su liderazgo den­ tro del conjunto de las guerrillas estudiadas y debido también a sus vastas comunicaciones con las guerrillas conservadoras del Estado del Tolíma. La guerra avanzó, pues, dentro de una dinámica casi incierta, en donde factores inconscientes y accidentales jugaron un papel decisi­ vo -la derrota de los conservadores en Garrapata tuvo cierto grado de accidentalidad; las emboscadas guerrilleras dejaron siempre impre­ siones e interpretaciones diversas y contradictorias- sin excluir cierto juego de organizaci6n y de coherencia estratégica en los dirigentes de ambos bandos. Éstos pusieron también el tono del derecho de gentes en acción y en algunos casos buscaron bajarle la intensidad al conflic­ to y establecer convenios y tratados de paz, que casi nunca funciona­ ron, al punto que la guerra debió resolverse por condiciones de fuerza y capitulaciones, evidentemente atravesadas por amnistías, indultos, sometimientos, costos en bienes, saqueos y expropiaciones, y recono­ cimientos efímeros de la legalidad por parte de los vencidos de enton­ ces. En cualquier caso, la culminación de la guerra mostró el triunfo pírrico de los liberales y la provisional derrota de conservadores y clé­ rigos, sólo que estratégicamente la victoria sería de estos últimos. Se perfilaba entonces la Regeneración conservadora y católica liderada por Rafael Núñez, Miguel Antonio Caro y Carlos Holguín.

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