La Comedia de la sortija (, 1594)

Miguel Zugasti (Universidad de Navarra) Antonio Cortijo Ocaña (University of California Santa Barbara)

El volumen 18 de la Fernán Núñez Collection que custodia la Bancroft Library de la Universidad de California en Berkeley contiene un manuscrito titulado Comedia de la invención de la sortija, que será objeto de este trabajo. Portada: «Comedia de / la ynuencion de / la sortija en la veni / da a Monforte del / yllustrisimo Señor / don Rodrigo de Cas- / tro Arcobispo de Se / villa Cardenal de / nal de la santa ygle / sia de Roma»1. El manuscrito tiene las siguientes medidas: 160 x 225 (pasta) y 150 x 215 (folios), con algunas hojas en mal estado de conservación y muestras de deterioro por humedad. III + 85 ff. + IV. Es de papel con encuadernación en pasta española del siglo XVIII. La letra es humanística de fines del siglo XVI, varias manos y tinta negra.

1 Primeras noticias catalográficas de la Comedia de la invención de la sortija nos brindan Díez Fernández, 1997, pp. 154-155; Cortijo Ocaña, 2000, p. 27; Díez Fernández, 2003, pp. 67-69. Información más pormenorizada sobre el contenido de la comedia y sobre el entremés escrito parcialmente en lengua gallega, se localiza en sendos trabajos de Cortijo Ocaña, 2001. La novedad que supone el hallazgo de esta pieza ya se registra también en el Catálogo del Antiguo Teatro Escolar Hispánico (CAT EH), base de datos en línea que mantiene con impagable tesón Julio Alonso Asenjo (http://parnaseo.uv.es/Ars/teatresco/BaseDatos/Bases_teatro_Escolar.htm); asimismo, Julio I. González Montañés incluye el dato en su página en línea sobre Teatro y espectáculos públicos en , sección de «Teatro jesuítico» (http://www.teatroengalicia.es/jesuitas.htm).

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Comedia de la invención de la sortija (portada).

El manuscrito copia una comedia anónima e inédita, que bien podría atribuirse a un autor originario de Galicia. Esto último se deduce tanto por su localización espacial (Monforte de Lemos, provincia de ), como por el hecho de que un fragmento de 52 versos (fols. 35-36) se escribe en gallego2: se trata de la escena que da fin a la primera parte, con alternancia entre los idiomas español y gallego, la cual sirve para poner un cierre cómico y entremesil a la obra. No hay firma alguna en el manuscrito ni indicación de autoría, así que estamos abocados a darla por anónima. La comedia ha permanecido sepultada en el olvido más absoluto durante cuatro siglos. Antonio Cortijo y yo mismo hemos preparado una edición crítica que busca subsanar este vacío (Pamplona, Eunsa, 2016). La Comedia de la invención de la sortija se compuso con motivo de la llegada, en el verano de 1594, del arzobispo de Sevilla don Rodrigo de Castro (Valladolid, 1523– Sevilla, 1600) a Monforte de Lemos. Pasó allí algo menos de cuatro meses, desde mediados de julio hasta el 8 de noviembre, cuando partió definitivamente para Castilla y Andalucía. Su estancia solo se interrumpió unos días de agosto para peregrinar a Santiago de Compostela. En este lapso julio-noviembre de 1594 hay que datar la composición de la comedia. Cabe suponer que la representación tuvo lugar en algún

2 Podría, claro, postularse que la mini escena en gallego sea de un autor distinto al que escribe el resto de la comedia. No obstante, en varias ocasiones se habla del «autor» en singular, de modo que nos parece más plausible pensar que una sola persona escribe el conjunto de los variados textos que conforman el manuscrito.

2 espacio representativo de Monforte de Lemos: posiblemente en el primitivo colegio jesuita, mientras se construía el definitivo; o quizás incluso en el propio palacio-castillo de los Condes (quienes asistieron al espectáculo y se citan repetidamente en el texto). Las circunstancias de escritura se evidencian con bastante claridad; al enterarse los jesuitas monfortinos de que el ilustre cardenal Rodrigo de Castro los visitaría en breve, se apresuran a agasajarle con un festejo teatral que sería ejecutado por los niños del colegio. En ello insiste la loa primera:

Pero haréisme gran placer en que me deis a entender la obra que ha prometido y con niños quiere hacer. (vv. 27-30)

Ilustrísimo príncipe y prelado, preséntase hoy a vuestra señoría el reino de Galicia disfrazado en una muy pequeña infantería. La escuela de los niños que ha fundado en el Colegio de la Compañía es quien esta afición ha imaginado. (vv. 31-37)

Que esta obra, señores, más se mide por los niños pequeños que aquí hablaren, que no por la grandeza y alto estado de nuestro grande príncipe y prelado. (vv. 59-62)

Es muy probable que un profesor jesuita de dicho colegio, con dominio del gallego, castellano y latín, sea el autor anónimo cuya identidad se nos escapa. Dispuso de algo menos de una semana para su invención y escritura, según declara en los versos de «Despedida» con que remata el festejo:

Ya aportamos con nuestra navecilla al puerto y acabamos la jornada. Si no ha llegado bien no es maravilla, que en menos de seis días fue fletada, porque el piloto quiso al de Sevilla esta sortija dar más acabada,

3 y así dio remo y vela al sacro viento; y perdonad, señor, su atrevimiento. (vv. 950-957)

El rescate de este singular texto nos lleva directamente a examinar la actividad teatral ejercida por los jesuitas en Galicia, así como las obras todavía conservadas que derivan de dicha actividad. González Montañés ha investigado con tesón estos temas y los divulga en una página web de necesaria consulta, a la que remitimos: Teatro y espectáculos públicos en Galicia: de los orígenes a 1670 (http://www.teatroengalicia.es). Así, los primeros colegios que los jesuitas fundaron en Galicia fueron los de Monterrei (1555), Compostela (1578) y Monforte, seguidos después por los de Ourense, A Coruña y Pontevedra. Puntuales noticias al caso ofrecen Valdivia (1932-1933) y Rivera Vázquez (1989), cuyos trabajos pone en realce el ya citado González Montañés. Hasta ahora se conservaba tan solo una pieza de teatro jesuítico en Galicia: la Egloga de Virgine Deipara («Égloga de la Virgen M adre de Dios»), escrita en latín, castellano y gallego-portugués, representada en M onterrey el 8 de diciembre de 1581; es obra «artificiosa y de regular calidad, pero resulta de gran interés como testimonio de la existencia de teatro escolar en Galicia»3; el manuscrito incluye un «Entremés de los pastores» con dos de estos personajes que hacen el papel de pastor bobo típico del teatro quinientista, los cuales al final toman venganza jocosa de un tercero que pretendía burlarse de ellos4. La Comedia de la invención de la sortija (1594) supone un nuevo hito en el panorama del teatro escolar gallego, y coincide además con esta Egloga de Virgine Deipara en el prolongado uso de intermedios entremesiles. Ya se ha dicho que uno de estos intermedios utiliza parcialmente la lengua gallega, lo cual conecta muy de cerca con otro texto dramático escrito en dicho idioma y asimismo de reciente aparición: el Diálogo de Alberte e Bieito, cuyos modernos editores datan hacia 1594-16045. He aquí, pues, un apretado ramillete de textos que marcan notables antecedentes de la hasta hace poco considerada primera pieza teatral compuesta en gallego: el Entremés famoso sobre da pesca do rio Miño (1671), de Gabriel Feijoo de Araujo.

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Como queda dicho, en el centro absoluto de la Comedia de la invención de la sortija está la llegada a Monforte de Lemos en el verano de 1594 del arzobispo de Sevilla

3 González Montañés, 2007a, p. 8. 4 Ver González Montañés, 2007b, pp. 273-278; y 2009. 5 Álvarez Blanco y Rodríguez Montederramo, 2002.

4 y cardenal don Rodrigo de Castro, el cual desde un tiempo atrás venía haciendo las disposiciones necesarias para fundar allí el Colegio de Nuestra Señora de la Antigua:

Mandaba hacer y edificar una iglesia, colegio y escuelas […] adonde se enseñará la gramática y otras ciencias de los padres de la Compañía de Jesús (6 de febrero de 1593).

De muchos años a esta parte yo he tenido deseo y voluntad de hacer fundar, instituir y dotar un colegio de la Compañía del santo nombre de Jesús en la villa de Monforte de Lemos, que’s en el reino de Galicia, para que en él […] se enseñe a leer y escribir, y Gramática y Retórica y Artes (11 de julio de 1593)6.

El nombre de Nuestra Señora de la Antigua se explica por la gran devoción que tenía el cardenal a la Virgen de esta advocación venerada en la catedral hispalense; de hecho mandó copiar un cuadro suyo en Sevilla que luego se envió a M onforte, donde sigue en la actualidad, justo frente al magno sepulcro en bronce de don Rodrigo de Castro.

Ilustración: Juan de Bolonia, Rodrigo de Castro orante. Sepulcro de D. Rodrigo de Castro en el Colegio de Nuestra Señora de la Antigua (Monforte de Lemos).

Las obras del colegio comenzaron en 1593 y se prolongaron hasta 1622; el año de 1619 fue muy importante porque se concluyó la construcción de la iglesia, en cuyo acto de consagración quedaron depositados los restos del cardenal, donde hoy permanecen. En el siglo XVIII se añadió al colegio un nuevo patio, con su claustro, y en el siglo XX

6 Documentos transcritos por Cotarelo Valledor (vol. II, 1946, pp. 293 y 295). Ver asimismo Martínez González, 2000, quien traza la historia del colegio.

5 (1919-1930) aún se hicieron unos pequeños remates7. Este edificio, de estilo herreriano, tildado de «segundo Escorial», es «el legado más valioso dejado por la Compañía en Galicia en el campo artístico y también un monumento de primera categoría»8.

Fachada del Colegio de Nuestra Señora de la Antigua. Fotografía: gentileza de Julio Alonso Asenjo.

Nada más llegar los jesuitas a Monforte abrieron escuela de niños, la cual funcionaba paralelamente al avance de las obras: «En 1593 se instalaron los jesuitas en Monforte, y al instante se acometió la construcción de un gran edificio con tres patios»9. Al año siguiente los niños de esa escuela, con su rector, el P. Gaspar Sánchez, serían los encargados de brindar el festejo teatral que nos ocupa a su protector y mecenas. Los documentos hablan de «fundación» del cardenal don Rodrigo de Castro, voz que hemos de interpretar como ‘provisión de fondos para su construcción’10; de ningún modo hay que suponer que el colegio fue inaugurado en 1594. En esa fecha las obras del actual edificio apenas pasaban de los cimientos, lo cual no impedía que los jesuitas ya tuviesen niños a su cargo con los que representar una comedia para honrar la visita del cardenal.

7 Martínez González, 2000, pp. 22-32. 8 Rivera Vázquez, 1989, p. 566. 9 Astrain, 1909, p. 243. 10 La idea de su fundación, sopesada durante años, la materializa el cardenal en 1592, con motivo de una convalecencia por enfermedad. Desde los inicios contó con el apoyo de la condesa de Lemos, doña Catalina de Zúñiga y Sandoval, elogiada en la Comedia de la invención de la sortija casi tanto como el cardenal mismo: «Nieta de uno de los pilares de la Compañía, Francisco de Borja, que había sido duque de Gandía» (Alonso Asenjo, 2005-2006). El cardenal también está asociado con su mecenazgo al Colegio de Jerez de la Frontera y al Colegio Seminario de los Jesuitas (ingleses) y la Congregación de la Anunciata, los dos últimos en Sevilla.

6 En un entremés que aparece en la Segunda parte de la comedia, el personaje de la Fama se dirige así al Vulgo gallego:

Es necesario que vais luego a besar las manos al Cardenal en nombre del común, pues que eres Vulgo, y a darle las gracias por los grandes beneficios que aquí hace en fundar esta casa de religión para tanto servicio de Dios, y bien y provecho de los prójimos y autoridad de la república (fol. 61v).

En otra escena posterior, un personaje llamado Minerva se expresa de este modo:

Yo, Minerva, la diosa de las sciencias, a quien Palas Tritonia también llaman, he sabido dos cosas que me han hecho venir apresurada y desta guisa: la una tu venida en este reino, la otra, señor, es haberme honrado fundando en él las ciencias necesarias a la suerte de gente que en él moran. Por la una y la otra te doy gracias y te las dé, señor, toda esta tierra, con sus montes y valles y la sierra. (vv. 609-619)

Esta referencia a Minerva en la comedia de 1594, elogiando la fundación de un centro de ciencia y saber, nos permite conectar con un famoso soneto de Góngora escrito en 1609, cuando el poeta pasa por Monforte (‘monte fuerte’) y visita al Conde, a quien dedicará varias composiciones. El segundo cuarteto habla precisamente de la construcción del colegio (‘templo de Minerva’), muy avanzada en 1609, mientras que el primer terceto se centra en la figura de su fundador, el cardenal, ya fallecido para entonces. He aquí el texto:

Al Conde Lemus, yéndole a visitar a Monforte (1609)

Llegué a este Monte Fuerte, coronado de torres convecinas a los cielos, cuna siempre real de tus abuelos, del reino escudo, y silla de su estado. El templo vi a Minerva dedicado,

7 de cuyos geométricos modelos, si todo lo moderno tiene celos, tuviera invidia todo lo pasado; sacra erección de príncipe glorioso, que ya de mejor púrpura vestido, rayos ciñe de luz, estrellas pisa. ¡Oh cuánto deste monte imperïoso descubro! Un mundo veo. Poco ha sido, que seis orbes se ven en tu divisa11.

Los «seis orbes» del último verso se refieren a los roeles que integran el escudo de los condes de Lemos, los cuales aparecen también en el escudo de don Rodrigo de Castro que preside la fachada del colegio.

Fachada del Colegio de Nuestra Señora de la Antigua (Monforte de Lemos). Detalle del escudo de armas e inscripción.

Para acercarnos in extenso a la figura de don Rodrigo de Castro resultan de obligado manejo los estudios de Cotarelo Valledor, quien ha investigado en profundidad la figura de este dignatario eclesiástico: en 1944 publicó unas inéditas Jornadas del cardenal (1598-1599: desplazamiento desde Sevilla a M adrid-Valencia para recibir a M argarita de

11 Góngora, Sonetos completos, p. 78. Nótese que este conde es don Pedro Fernández de Castro, VII conde de Lemos (1601-1622), virrey de Nápoles (1610-1616), muy conocido por ser protector y mecenas de Cervantes, Lope de Vega, Góngora, los hermanos Argensola, Mira de Amescua y otros ingenios del Siglo de Oro. En 1594 todavía no era conde, pero sí IV marqués de , y con dicho título asistió al estreno de la Comedia de la invención de la sortija, según referencias internas del texto.

8 Austria, futura reina de España), cuya redacción atribuye a Luis Vélez de Guevara (a la sazón, paje del cardenal durante 1594-1600)12; en 1945 y 1946 sacó a luz una documentada monografía en dos volúmenes de donde tomamos los rasgos principales de su vida y obra. Se dedica aquí un capítulo entero a «Don Rodrigo de Castro, mecenas» (vol. II, 1946, pp. 83-100), resaltando su impulso de las artes y las ciencias en todas las ciudades donde tuvo algún cargo de responsabilidad (Zamora, Cuenca, Salamanca y Sevilla entre ellas). Asimismo, patrocinó a personajes de la talla de los arquitectos Vermondo Resta y Asensio de Maeda; pintores como Francisco Pacheco (suyo es un famoso retrato del cardenal incluido en el Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, Sevilla, 1599) y Pablo de Céspedes; músicos como Francisco Salinas y Francisco Guerrero (el primero le dedica su libro de Música en 1577; el segundo, racionero y maestro de capilla de la catedral de Sevilla, hace lo propio con su relación de El viaje de Hierusalem, Valencia, Herederos de Joan Navarro, 159013); humanistas como Juan de Mal Lara y Argote de Molina; predicadores como fray Juan de los Ángeles y fray Alonso de Cabrera; etc. Su labor de mecenazgo se complementa con la de escritor de algunas obras de temática sacra, citadas asimismo por Cotarelo Valledor (1946, vol. II, pp. 101-117).

12 Atribución un tanto gratuita que discute con argumentos Mercedes Cobos Rincón (1996 y 1997), quien postula otros autores más plausibles como el secretario personal del Cardenal, Francisco de Medina, o su amanuense y discípulo, Juan de Robles. 13 Hay edición electrónica del texto, al cuidado de Antonio Solano Cazorla y con estudio de Julio Alonso Asenjo, en la serie de T extos Lemir de la Universidad de Valencia: http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/Viaje/inicio.htm (ver Alonso Asenjo, 2002).

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Retrato del cardenal Rodrigo de Castro. Francisco Pacheco, Libro de retratos.

El teatro no quedó fuera de su radio de acción: sabemos que el Coloquio de Moisés del P. Hernando de Ávila «se representó en Sevilla delante del ilustrísimo cardenal Don Rodrigo de Castro, cuando lo hicieron protector de la Anunciata. 1587»14. En un contexto similar cabe encuadrar la Comedia de la invención de la sortija que se le brindó en Monforte en el verano de 1594, aunque a excepción de la obra en sí no hay documento alguno que arroje nueva luz sobre este festejo dramático: Cotarelo Valledor lo desconoce, y lo mismo cabe decir de Alenda y Mira en su copiosa rebusca de las Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España. Hemos de suponer, pues, que las dos partes de nuestra comedia se ejecutaron con gran pompa y boato al estilo de otros fastos que tuvieron lugar en Monforte: por ejemplo en 1619, con el traslado de los restos del cardenal a la iglesia de Nuestra Señora de La Antigua (también de la mano de los jesuitas15), o en 1620, con las Fiestas que hicieron los Condes de Lemos en la villa de Monforte de Galicia a la fiesta de Nuestra Señora del Rosario (hubo juegos de cañas, mascaradas, toros, fuegos artificiales y varias comedias con sus entremeses).

14 El Coloquio ha sido magníficamente editado y estudiado por Alonso Asenjo en La «Tragedia de San Hermenegildo» y otras obras del teatro español de colegio, Valencia, UNED-Universidad de Valencia-Universidad de Sevilla, 1995, 2 vols. En concreto vol. I, pp. 245-345; cita en p. 275. Ver asimismo Cotarelo Valledor, 1945, vol. I, pp. 291-292. 15 Festejo estudiado por Alonso, 2005-2006.

10 La Comedia de la invención de la sortija es un ejemplo más del teatro escolar jesuita, con claros elementos cortesanos, introducidos por motivo central de jugar la sortija. Se trata de una fiesta en dos partes (I y II), representada en dos días (posiblemente consecutivos) ante la nobleza y autoridades locales: acompañaban al cardenal los VI condes de Lemos (Fernando Ruiz de Castro y Catalina de Zúñiga16) y su hijo, el IV marqués de Sarria (Pedro Fernández de Castro, futuro VII Conde de Lemos, receptor del soneto gongorino arriba citado); es de suponer que habrían acudido también numerosos nobles gallegos, autoridades del colegio de los jesuitas y miembros del séquito cardenalicio. La obra mezcla en uno dos temas que se entrecruzan constantemente: por un lado, el elogio del arzobispo don Rodrigo por parte de un Reino de Galicia agradecido por los dones y ayuda que le ha deparado (junto al –en segundo término– encomio a la condesa de Lemos, Catalina de Zúñiga), y que se presenta ante el cardenal con todos sus linajes y casas nobles a rendirle pleitesía; por otro lado, un cerrado elogio de la tierra gallega, en particular por su belleza, feracidad y riqueza, ya sea en pesca, caza, viñedos, frutos o extracción de hierro (se mencionan los puertos pesqueros del reino y todas sus herrerías, con laudes de Baco, Ceres y Palas). Además de los encomios de ocasión a los VI condes de Lemos, podemos resaltar la abrumadora insistencia en el elogio de la condesa doña Catalina de Zúñiga. La acción principal consiste en la declaración de un cartel de desafío por parte de Lemos para correr una sortija, juego de habilidad consistente en ensartar con una lanza un anillo o sortija. Ante el propio Lemos se irán presentando diversos caballeros mantenedores que retan al principal: tales caballeros, divididos en dos cuadrillas, son las siete ciudades (Santiago, Orense, Betanzos, Lugo, Tuy, La Coruña y Mondoñedo) y los siete estados (Lemos, Sarria, Andrade, Altamira, M onterrey, Viana y Ribadavia) del reino de Galicia; el mantenedor principal, como no puede ser de otra manera, será Lemos, quien propone honrar al cardenal con el citado juego de la sortija, el cual irá aderezado con «chistes, letras, invenciones / y mill ensaladillas diferentes» (vv. 40-41).

16 Se trata de Fernando Ruiz de Castro Andrade y Portugal, segundo con este nombre, que «fue sexto conde de Lemos, tercer marqués de Sarria, cuarto conde de Villalba, segundo conde de Andrade, Grande de España de primera clase, embajador extraordinario de Felipe II en Portugal y en Roma de Felipe III, virrey y capitán general del reino de Nápoles, comendador de la Peña de Martos en la Orden de Calatrava, comendador mayor de Alcañiz, de la Corona de Aragón, etc. Nació en Cuéllar por los años de 1548. En su mocedad quiso hacerse fraile franciscano, para lo cual se escapó de su casa y fue a Cadahalso, de cuyo convento lo sacó su padre [Pedro Fernández de Castro Andrade y Portugal, el ‘Viejo’]. Ingresó en la Orden de Calatrava el 10 de noviembre de 1575. Falleció siendo virrey, en su palacio de Nápoles, el 19 de octubre de 1601. Había casado en Valladolid el 28 de noviembre de 1574, apadrinado por don Juan de Austria, ‘el de Lepanto’, con doña Catalina de Zúñiga y Sandoval (hija mayor de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, cuarto marqués de Denia y tercer conde de Lerma, y de doña Isabel de Borja, hija a su vez del cuarto duque de Gandía, san Francisco de Borja)» (ver García Carraffa y García Carraffa, vol. XXIII, p. 152).

11 El reto consiste en presentarse los caballeros con sus respectivas letras (lemas bíblicos) e invenciones (atuendo propio y de las figuras que les acompañan, más emblemas y divisas que portan) para tratar de obtener el puesto de mantenedor de la sortija. Los caballeros (junto a las figuras de sus invenciones) explican con detalle el significado de sus letras y figuras ante el auditorio; en un doble plano: tanto al auditorio real (cardenal, condes de Lemos, marqués de Sarria, etc.) como al figurado (el propio de la comedia), compuesto por un tribunal que presiden Razón y Justicia. Estas dos figuras alegóricas se encargan de dar su veredicto, amén de ofrecer dones en premio por las invenciones. Ningún caballero podrá, a la postre, quitarle el puesto de mantenedor a Lemos. De hecho, la sortija en sentido estricto tampoco llegará nunca a correrse, pues al acabarse el segundo día de representaciones se hace tarde para llevarla a término. En cualquier caso, el propósito del reto o desafío queda cumplido, pues las invenciones han sido explicadas por la Escritura (eran todas emblemas de tipo moral apoyadas en citas bíblicas), y al espectador se le ha mostrado el camino o carrera de la conducta virtuosa que conduce a la salvación del alma. Se ofrecen en la obra varios entremeses propiamente dichos (cuatro, es decir, dos por cada Parte) y semientremeses representados por las figuras que acompañan a los caballeros como parte de sus invenciones. A pesar de que todos estos entremeses tienen un marcado carácter burlesco, en último término quedan sujetos a una interpretación moral-alegórica que redunda en el elogio del cardenal y del reino de Galicia. No obstante, este elemento burlesco marca en gran medida la parte festiva de la representación de Monforte de 1594, así como el carácter popular de muchos de los personajes que aparecen en ella (Quinolilla, Janiño, etc.). Se insiste, con ello, en lo que venía siendo una tendencia del drama serio de corte religioso desde el teatro de Juan del Encina (églogas, villancicos), luego continuado con las piezas del Códice de Autos Viejos y los pasos de Lope de Rueda, así como en algunas de las piezas de Torres Naharro, para entroncar con la comedia de santos barroca, entre algunas de sus manifestaciones más eminentes: la mezcla del nivel serio, religioso y moralizante (no en vano se pide a los personajes/caballeros que expliquen sus invenciones de acuerdo ‘a la Escritura’) con otro de cariz burlesco, carnavalesco y popular; en este caso, además, realzado por la importancia del baile (y la música) en la fiesta de la sortija. El hecho de que la representación la ejecuten niños del colegio jesuita de Monforte y que el espectáculo entero se construya como fiesta totalizante (música, representación, baile y danza) ad maiorem gloriam Societatis, hace que la pieza se incluya entre las producciones del teatro de colegio. Un esquema abreviado de los actos y escenas (expresamente señalados en el manuscrito) en que se dividen las dos partes de esta Comedia de la invención de la sortija quedaría como sigue:

12 PRIMERA PARTE —Canto de bienvenida al cardenal por su viaje a Galicia, con dos guitarras. —Loa: el personaje del Tiempo y tres Ninfas elogian a don Rodrigo por su fundación del colegio. Petición final de perdón por los fallos que se puedan cometer: «Por tanto, con respecto se les pide / qu’el tiempo qu’esta fiesta aquí miraren, / si algo bueno vieren, no se olviden, / y en lo no, tal suplico no reparen» (vv. 55-58). Se cierra la loa con tres mudanzas del «Saltarelo». —ACTO PRIMERO Escena primera: las siete ciudades y los siete estados del reino de Galicia proponen festejar al cardenal con el juego de la sortija, complementado con invenciones, chistes, ensaladillas, letras, emblemas, etc. Escena segunda: se fija el cartel llamando al juego de la sortija. Los jueces serán la Justicia y la Razón. Escena tercera: Lemos se propone como mantenedor principal. M uestra a todos su letra o divisa –un caballero fuertemente armado– y explica su significado alegórico. Escena cuarta: entra en acción La Coruña, también con su particular letra e invención, inspirada esta última en Neptuno y seis sirenas. Cierran la escena con una danza y tres mudanzas. Escena quinta: Lemos y La Coruña se disponen a correr la sortija, cuando son interrumpidos por dos procuradores que piden se retrase el juego hasta el día siguiente, pues van llegando nuevos caballeros al torneo. —ENTREMÉS DE LOS PAJES Y QUINOLILLA: primera parte. —ACTO SEGUNDO Escena primera: llega Orense, quien también trae su letra e invención (la diosa Palas con una cornucopia, símbolo de los frutos que provee la rica tierra gallega). Escena segunda: entra en escena Ribadavia, que trae por invención al dios Baco, en honor a sus famosos vinos. Concluye la escena danzando unas mudanzas graciosas, donde dos o tres monos hacen cocos y visajes al público. ENTREMÉS DEL DIOS BACO Escena tercera: sale Altamira con su letra e invención, que será Diana, diosa de la caza y los bosques, acompañada de seis ninfas. Nuevo final con baile y tres mudanzas diferentes. ENTREMÉS DE LOS PAJES Y QUINOLILLA: segunda parte. Escena cuarta: sale Lugo con su letra e invención (el dios Pan con cinco pastores). Aquí es donde se inserta un semientremés de 52 versos en el que varios pastores hablan en gallego. Se cierra la escena –ya en español– de forma multitudinaria, con la aparición en el tablado de todas las ciudades y estados del reino de Galicia que

13 están prestos para correr la sortija. Como no hay tiempo para hacerlo en el primer día, pues ha llegado la hora de cenar, quedan todos emplazados para otro día.

S EGUNDA PARTE —Canto de apertura (romance), con acompañamiento instrumental. —Loa: dirigida al cardenal don Rodrigo de Castro, con el aviso de que hoy prosigue el interrumpido juego de la sortija. —ACTO PRIMERO Escena primera: Razón y Justicia recuerdan que ellos serán los jueces de la sortija que van a correr los caballeros mantenedores. Escena segunda: llega la Iglesia acompañada de las siete Virtudes. Razón y Justicia le rinden acatamiento y se arrodillan ante ella. Escena tercera: sale Compostela al tablado con su letra e invención (las siete Virtudes). Se les opone Luzbel, quien intentará –en vano– que la construcción del colegio no se lleve a efecto. Escena cuarta: dedicada a Vulcano, quien cita una larga nómina de herrerías existentes en Galicia. ENTREMÉS. Personajes: Vulgo, Necedad, Indiscreción, Fama, Mentira, Verdad, Un Paje del cardenal. Escena quinta: sale un Rey de armas que representa a Galicia; pone al servicio del cardenal a toda la nobleza del reino, a base de citar una cansina retahíla de apellidos de origen gallego (más de cincuenta). —ACTO SEGUNDO Escena primera: los cuatro elementos (Tierra, Aire, Fuego y Agua) suman sus voces y dones para alabar al cardenal don Rodrigo. Escena segunda: interviene Betanzos, quien saca su letra e invención (el Sol y la Luna). Escena tercera: entra en escena Tuyd con su letra e invención (el dios Nereo con seis marineros). Danzas varias, con sus mudanzas adaptadas al oficio de la marinería. Escena cuarta: sale Monterrey, quien ofrece su letra e invención (la diosa Minerva). —ENTREMÉS DE LA TEMPLANZA DEL VINO. —ACTO TERCERO Escena primera: Sarria y Andrade piden licencia para sacar de consuno su letra e invención. Se les otorga la licencia. La invención consiste en un consejo formado por cuatro serranos y cuatro serranas, con su tamborino por delante. Le cantan varios villancicos y glosas al cardenal, aderezado todo ello con vistosas mudanzas de baile.

14 Escena segunda: salen al tablado Mondoñedo y Viana, muy alborotados, pues faltan sus letras e invenciones. Planean arruinar la fiesta sacando un toro que lo desbarate todo. Escena tercera: Lemos conjura el peligro, pues se ha ocupado de echar el toro al campo. Todo está listo para que se corra la sortija, siendo Lemos el principal mantenedor. Sin embargo, ya es de noche y hora de cenar, así que después de tantos preparativos y prevenciones, al final no se corre la tan anunciada sortija. Versos de despedida.

En conclusión, nos hallamos ante un texto que urge rescatar del olvido e integrar en el corpus del teatro español del siglo XVI, en concreto en el apartado del teatro escolar jesuita. El interés de las dos partes de la Comedia de la invención de la sortija no reside tanto en su calidad dramática (teatro ocasional y de urgencia, al fin y al cabo), cuanto en la singularidad del manuscrito que las contiene. No se copian las dos comedias aisladas, sino integradas en un todo espectacular que marca un elaborado esquema a seguir: canto inicial + loa + actos de la comedia + varios entremeses + despedida final17. La presencia de la música y danza es una constante al cierre de casi todas las escenas, con el despliegue de un amplio abanico de vistosas mudanzas de baile que nunca se repiten. El manuscrito aparece, además, ilustrado con imágenes y emblemas que aclaran lo que se está representando sobre las tablas. Ambas partes de la comedia se escriben mayormente en verso, con mucha variedad métrica, pero en ocasiones se alterna con la prosa, sobre todo en los entremeses. La lengua principal es el español, aunque hay espacio para el latín en las citas bíblicas, emblemas y elogios del cardenal, así como para el gallego en un semientremés de apenas 52 versos. Por último, otra novedad es el repetido uso de lo que cabría tildar de ruptura de la cuarta pared: los niños-actores interactúan con las autoridades del público espectador (cardenal Rodrigo de Castro, condes de Lemos y marqués de Sarria) y les entregan en mano las letras, emblemas y dibujos que se exhiben en la comedia.

17 Esquema de festejo teatral que, mutatis mutandis, se repite con bastante asiduidad en la práctica escénica del Siglo de Oro: ver Zugasti, 2006.

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Bibliografía

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