FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS

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ISSN2008 0716-1557 Revista CUHSO volumen 15 Nº 2

La revista Cultura-Hombre-Sociedad es editada por la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Católica de Temuco. Publica artículos en el campo de las Ciencias Sociales Básicas y Aplicadas, en especial, en aquellas que son las líneas programáticas de la Facultad, como son, Relaciones Interétnicas, Derechos Humanos, Desarrollo Social y Cultural, Disciplina e Interdisciplina y Marginalidad Urbana.

Actualmente la revista CUHSO es una publicación bianual y está indexada en Latindex (Sistema Regio- nal de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal).

Representante Legal Raúl Fornet-Betancourt, Instituto Missio, Alema- Alberto Vásquez Tapia nia. Rector Cristián Parker, Instituto IDEA-USACH, . Director Revista CUHSO Maya Pérez Ruiz, UAM-I, México. Dr. Ricardo Salas Astrain Consejo Editorial Coordinadores Académicos de este volumen Ricardo Salas Astraín, Facultad de Ciencias Sociales y José Manuel Zavala Cepeda Jurídicas, Universidad Católica de Temuco. Jimena Obregón Iturra José Manuel Zavala Cepeda, Escuela de Antropolo- Coordinación Ediciones UC Temuco gía, Universidad Católica de Temuco. Andrea Rubilar Urra Jaime Baeza, Escuela de Sociología y Ciencias Polí- Consultores Externos ticas, Universidad Católica de Temuco. Florencia Mallon, Universidad de Wisconsin-Madi- Noelia Carrasco Henríquez, Escuela de Antropolo- son, EE.UU. gía, Universidad Católica de Temuco. Eduardo Sevilla Guzmán, Universidad de Córdoba, Magaly Cabrolié, Escuela de Trabajo Social, Univer- España. sidad Católica de Temuco. Roberto Garretón Merino, Chile. Iván Díaz García, Escuela de Derecho, Universidad Ricardo Grinspun, Universidad de York, Canadá. Católica de Temuco.

Tim Clark, Universidad de York, Canadá. Carmen Gloria Garbarini, Escuela de Lenguas y Tra- ducción, Universidad Católica de Temuco.

El material de esta revista es de dominio público y puede ser reproducido siempre y cuando se mencione la fuente y la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas sea notificada.

Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas Universidad Católica de Temuco Casilla 15-D Email: [email protected] Fono-Fax: 56- 045- 205233 Temuco, Región de La Araucanía, Chile.

Cultura-Hombre-Sociedad Revista CUHSO ISSN: 0716-1557 Volumen 15 N° 2 2008 300 ejemplares

Concepto de portada: Renzo Vaccaro, Escuela de Artes, Universidad Católica de Temuco Imagen de portada: Hechos milagrosos que precedieron a las paces de Baydes, 1641 En: Historica relacion del Reyno de Chile y de las missiones y ministerios que exercita en la Compañía de Jesus / por Alonso de Ovalle, 1646. Colección Biblioteca Nacional. Diseño de portada: Rodrigo Gallardo Zalduendo, Escuela de Artes, Universidad Católica de Temuco Impresión: Alfabeta Artes Gráficas

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EDITORIAL 5

EDITORIAL COMMENTARY 10

INTRODUCCIÓN 15

ARTÍCULOS

La cordillera de Nahuelbuta, ¿lugar de naturaleza o de cultura?: concepción del espacio montañés en fuentes españolas del siglo XVI JOSÉ MANUEL ZAVALA CEPEDA 17

Aproximación crítica al pensamiento dicotómico “indios amigos” versus “indios enemigos” bajo el gobierno del Marqués de Baides, Chile, 1639-1646 JIMENA OBREGÓN ITURRA 25

Discurso, poder y legitimidad: los dispositivos del desarraigo (isla Mocha, 1684) FRANCIS GOICOVICH 31

Mapuche-huilliches e hispanocriollos en Valdivia. Cartas de petición y procesos de articulación en el período colonial tardío MARÍA PÍA POBLETE SEGÚ 49

“y sobre las armas se concertaron las paces”: explorando las rutinas de los acuerdos diplomáticos coloniales LIDIA R. NACUZZI y CARINA P. LUCAIOLI 61

Funcionarios de dos mundos en un espacio liminal: los “indios amigos” en la frontera de Buenos Aires (1856-1866) INGRID DE JONG 75

Indígenas, catequesis y civilización en la Provincia de Minas (Brasil, siglo XIX) IZABEL MISSAGIA DE MATTOS 97

En los límites de la frontera oeste: etnografía histórica de los puestos indígenas del SPI en Mato Grosso (Brasil) LUCYBETH CAMARGO DE ARRUDA 107

Procesos de territorialización Guaraní-Kaiowá y : antecedentes histórico-descriptivos para una investigación comparativa RAÚL ORTIZ CONTRERAS 119

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RECENSIONES

La Frontera de Arriba en Chile Colonial. Interacción hispano-indígena en el territorio entre Valdivia y Chiloé e imaginario de sus bordes geográficos, 1600-1800 de María Ximena Urbina Carrasco. MIGUEL CHAPANOFF C. 139

Los del siglo XVIII. Dinámica interétnica y estrategias de resistencia de José Manuel Zavala. JAIME MASSARDO 143

4 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO EDITORIAL

Presentamos hoy la Revista Cultura- ciedad, por ejemplo, remiten a variadas cues- Hombre-Sociedad (CUHSO) en un nuevo forma- tiones teóricas donde ciertamente convergen to. El presente número 15 presenta cambios todas las ciencias humanas en tanto se refie- significativos de forma y fondo. Los aspectos ren a macroconceptos antropológicos que alu- editoriales tienen que ver con la nueva pro- den a un a priori antropológico que se expre- puesta de las ediciones UC Temuco, y que ya, san en referencias permanentes al hombre, a de algún modo, se fueron preparando en los los seres humanos diversos, a los proyecto de últimos dos números de esta revista que se humanidad desde los que se han construido quiere dedicada al cultivo especializado de las diversas ciencias sociales y humanas des- las temáticas de las Ciencias Sociales. A través de finales del siglo XIX hasta nuestros días. de estos cambios formales queremos avanzar Sin lugar a dudas todas estas categorías tales en una cuestión de extensión académica de como la cultura, la sociedad, el Estado, etc., fondo: buscamos, a partir de este número 15, se han forjado sobre las bases de terminolo- generar un nuevo espacio de intercambio es- gías provistas por el positivismo y el cientifi- pecializado, a fin que esta publicación contri- cismo, que definitivamente ya no pueden ser buya efectivamente a la difusión del quehacer aceptados sin más, exigen una redefinición de investigativo de las disciplinas que actualmen- la problemática epistémica y también de sus te se imparten en la Facultad: la sociología, la supuestos antropológicos. Sabemos que estas antropología, el trabajo social y la ciencia po- grandes categorías omniabarcantes, propias lítica. Esta nueva etapa no habría sido posible de una práctica científica asociada al queha- sin el trabajo de los números anteriores de la cer epistémico del siglo XIX y que hacía del revista CUHSO, en esta larga trayectoria pro- humanismo un cierto telón de fondo, está, en ducto del trabajo diligente del Centro de Es- completa revisión. En el siglo XXI, necesita- tudios Socioculturales, y en que tuvo un papel mos avanzar no solo hacia nuevas propuestas central su primera Directora, la Dra. Teresa teóricas definidas por la apertura a lo altera- Durán Pérez, a la que agradecemos sus inicia- tivo, es decir, que se abran a otros enfoques tivas y su trabajo dedicado de tanto tiempo. epistémicos de las otras sociedades, de las otras culturas y de los otros hombres, sino de En este nuevo número los lectores en- una nueva visión de lo humano. Ello implica contrarán, en primer lugar, un tipo de revista una redefinición de la noción de cultura. interdisciplinaria de Ciencias Sociales destina- do a ser un espacio privilegiado para publi- Hoy nos parece que resultaría mucho car trabajos tanto de nuestros académicos e más pertinente reconstruir la noción de la investigadores como de especialistas de otras cultura, desde la perspectiva de una herme- universidades chilenas y extranjeras. Una re- néutica y pragmática de la cultura, como una vista como la que buscamos, especializada trama de sentidos y significados transmitidos en Ciencias Sociales, que lleve por nombre por símbolos, mitos, dichos, relatos, prác- Cultura-Hombre-Sociedad plantea varias cues- ticas y reconstrucciones que expresan una tiones que atraviesan el amplio conjunto de comprensión y reconstrucción del sentido de las ciencias sociales y a las que le consagra- la totalidad de la existencia y de los sujetos remos algunos números especializados. Po- entre sí. Las culturas no solo son relativas a dríamos así bosquejar de una manera intro- una comprensión y explicación del ser humano ductoria en relación a los conceptos y teorías (momento epistemológico) sino que se abren que están implicadas la siguiente idea de las a una dinámica de la existencia que se cons- nociones que tenemos en el título de nuestra tituye en la dialéctica entre autocomprensión publicación. La noción de cultura y la de so- de sí mismo y heterocomprensión, que surge

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inicialmente en la eticidad humana (momento busca clarificar esta ambigüedad semántica y ético-político). ético-política que conduce a replantearse crí- ticamente las relaciones entre el comprender En este marco podemos clarificar que la cultura propia y comprender las otras cul- esta revista busca asumir las acepciones críti- turas, y en particular al problemático vínculo cas acerca de la cultura y de la sociedad que que da cuenta de la interacción entre los se- incorpore no solo la dimensión epistémica del mejantes y los extraños. conocer sino sus implicancias ético-políticas. Así podemos destacar desde este momento Mientras no se haga esa crítica en to- refundacional que postulamos una perspecti- dos los planos teóricos y prácticos, es muy va ético-política de las categorías y teorías de probable que no lograremos avanzar en la la sociedad. Por ello postulamos la necesaria superación de una historia monocultural en crítica de la noción ambivalente de cultura los estudios sociales y culturales y continue- desde sus usos iniciales en los estudios etno- mos con una invisible mirada hegemónica, lógicos y antropológicos. Es menester señalar que acepte una completa revisión de lo que que un concepto científico de cultura, y sus hemos aprendido de la historia de los otros, derivados más actuales, y en boga, a saber: que incorpore de otra forma la mirada de multiculturalismo, aculturación, transcultu- los otros, pero más radicalmente que logre ración, inculturación, etc., debieran destacar superar el predominio de la metáfora de la los esquemas interpretativos propios de la co- mirada ‘observadora’ por una metáfora de la munidad de investigadores; acerca del cruce escucha, de las voces de los otros, y de los de estos sistemas culturales que forman parte silencios. Muchos de esos silencios tienen que de una comprensión explicación científica de ver con la reconstrucción de la historia de las los estilos de vida diferentes que se pueden sociedades vencidas. rastrear a partir de la crítica de la observa- ción e interpretación del punto de vista pri- Este número 15 ha sido dedicado es- vilegiado. La ambigüedad radica en que el pecialmente a los temas etnohistóricos, y ha reconocimiento de los otros estilos de vida sido coordinado con cuidado y dedicación por no conlleva de inmediato el cuestionamien- el Dr. José Manuel Zavala, de la Escuela de to del punto de partida del observador y del Antropología de nuestra Facultad, y la Dra. Ji- intérprete científico en relación a la primacía mena Obregón Iturra del Institut d’Etudes Po- de algunos de dichos sistemas. Este asunto es litiques de Rennes. El conjunto de los trabajos particularmente relevante en los estudios et- muestra un enriquecedor manejo cruzado de nohistóricos. los aportes de la antropología y de la historia y manifiesta afán por ampliar y repensar las La crítica etnohistórica resulta cru- fuentes tradicionales de estudio. Los trabajos cial para demostrar el origen etnocéntrico de aquí publicados fueron presentados en el VI muchos estudios etnológicos y de la antropo- Congreso Chileno de Antropología realizado en logía cultural elaborados por los pensadores la ciudad de Valdivia entre el 13 y el 17 de europeos y norteamericanos que marcaron noviembre de 2007. parte del siglo XX y que se hace patente aún en nuestro tiempo, por lo que en general ese En el Simposio Antropología Histórica instrumental del conocer de las sociedades in- de los “Márgenes” de América se reunieron dígenas del pasado en ocasiones termina aso- investigadores presentes provenientes de Ar- ciado al ejercicio geopolítico del conocer a los gentina, Brasil, Chile y Francia, y algunas de otros, producto de los intereses de los grandes las principales comunicaciones presentadas, centros de poder mundial interesados en man- frutos de investigaciones en curso o reciente- tener una linealidad de una historia universal mente terminadas, son incorporados en esta fáctica. nueva publicación de CUHSO.

Un nuevo ejercicio quiere destacar en En el primer trabajo de este número, este número 15 dedicado a los temas etno- el Dr. José Manuel Zevala revisita los escritos históricos y que se ha abierto a partir de esta de dos cronistas que vivieron las guerras del tesis hermenéutica de la cultura en que se Reino de Chile en el siglo XVI: Alonso de Ercilla

6 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO y Zúñiga, autor del célebre poema épico La tación al continente —a cercanías de Concep- Araucana, y Miguel de Olaverría redactor de ción— de todos los habitantes originarios de dos breves informes militares. La originalidad la isla. La tesis de Goicovich es que los inte- de la relectura propuesta por el profesor Za- rrogatorios fueron manipulados para exagerar vala consiste en rescatar los datos etnográfi- el grado de colaboración y justificar el radical cos que permiten entender mejor la crucial transplante. Además de la acusación de trai- importancia de los espacios montañeses y en ción por comercio ilícito con enemigos de Es- mostrar cómo, detrás de lo que se describe paña, un segundo criterio parece haber sido como “el estado de Arauco”, se desvela un decisivo a la hora de respaldar la brutal acción complejo entretejido de relaciones territoria- de traslado forzado: tanto las autoridades ci- les en torno a la cordillera de Nahuelbuta. La viles y religiosas juzgan que la evangelización complementariedad entre tierras altas y ba- y “civilización” es imposible en lugar tan le- jas, que había sido demostrada para el mun- jano y que se vería facilitada al radicarlos en do andino, aparece también como un rasgo territorios más cercanos y accesibles. Acercar importante para el “estado de Arauco” y sus territorialmente a los indígenas conllevaría territorios circunvecinos. entonces su mejor control político y religioso evitando por otra parte el peligro que la isla Jimena Obregón Iturra, docente-inves- Mocha se transforme en el refugio y apoyo de tigadora del Instituto de Estudios Políticos de las potencias enemigas. Rennes (Sciencespo) – Francia, emprende una reflexión crítica en torno a las categorías “in- El trabajo de la profesora María Poble- dio amigo” e “indio enemigo” considerando te Segú, del Instituto de Ciencias Sociales de que, además del punto de vista parcial que la Universidad Austral de Valdivia, se inserta presupone tratarse de amigos o enemigos de en un movimiento más amplio que estos últi- los españoles, el uso acrítico de tal terminolo- mos años ha logrado enriquecer las fuentes de gía conllevaría serios inconvenientes al redu- la historia indígena poniendo de relieve docu- cir drásticamente las perspectivas de análisis. mentos de autoría indígena, sea directamente El trabajo hace hincapié en la fuerte polémica escritos o bien dictados por los caciques. Los que rodea tales categorías que fueron marca- reclamos o peticiones dirigidos al rey o a sus das por la impronta de Carl Schmitt, autor que delegados, no solo fueron prácticas comunes en su momento apoyó y justificó el nazismo. en los territorios férreamente controlados El examen de la documentación de mediados por la Corona sino también en “la frontera de del siglo XVII —proveniente del gobierno del arriba” o sea Valdivia y sus alrededores. Las Marqués de Baides (Chile, 1639-1646) bajo el cartas de los mapuche-huilliches a las auto- cual tuvo lugar el ya famoso primer parlamen- ridades coloniales fueron una de las vías que to de Quillín— permite mostrar lo que excluye permitieron crear espacios de interacción y una visión dicotómica que divide el mundo en negociación. Este estudio de las cartas de amigos versus enemigos. petición se destaca también por el periodo estudiado, el uso estratégico de la escritura Francis Giocovich, profesor del depar- no se reduce solamente al periodo republica- tamento de Historia de la Universidad de Chi- no; la autora demuestra que, pese a que las le, lleva a cabo un minucioso análisis de la do- fuentes conservadas sean reducidas, se trata- cumentación colonial que permitió y justificó ba de una práctica ya arraigada a finales de el despoblamiento de la isla Mocha situada en la época colonial. Tal renovación de fuentes las costas del reino de Chile. La incursión del ayuda a paliar la habitual y abrumadora pre- buque inglés al mando del capitán Swan fue ponderancia de la visión hispana a la hora de una de las tantas que amenazaron los domi- estudiar los procesos de articulación hispano- nios hispanos del pacífico mostrando que las indígenas. otras potencias marítimas —sobre todo la in- glesa y la holandesa— no renunciaban a tentar Las profesoras Nacuzzi y Lucaioli, am- suerte en estos confines del imperio hispano. bas del Instituto de Ciencias Antropológicas de La colaboración de los nativos con los enemi- la Universidad de Buenos Aires, plantean com- gos de Europa fue considerada en 1684 como parar las paces y otras negociaciones practi- una gran amenaza, lo que condujo a la depor- cadas a mediados del siglo XVIII en el Chaco y

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en el espacio pampeano. La propuesta busca presenta los espacios, a veces impensados, de además entender cabalmente las interaccio- construcción de alteridad indígena aún en si- nes entre los funcionarios coloniales y los gru- tuación límites. pos indígenas sin limitarse a los informes de compromiso entre las partes sino recurriendo Por su parte, Lucybeth Camargo de a una amplia gama de documentos contextua- Arruda, doctorando de la Universidad Esta- les. Las autoras recalcan el fuerte valor de dual de Campinas, nos hace una propuesta de lo inmediato ante compromisos a largo plazo etnografía histórica de los Puestos Indígenas mucho más inciertos así como algunos me- del Mato Grosso creados por el Servicio de canismos para garantizar los acuerdos (ritua- Protección de los Indios (SPI), entidad estatal les, entrega de cautivos). Ambos bandos inten- encargada de la política indigenista brasileña taban maximizar sus propios intereses y no se a partir de 1910. Se trata de una investiga- podría interpretar el accionar indígena como ción en curso, basada en un análisis detallado una mera subordinación ni la política colonial de las fuentes documentales administrativas como una aplicación mecánica de políticas ge- que nos permite comprender la dinámica de nerales que hubieran podido abstraerse de los la política colonizadora del Matto Grosso en el contextos locales. siglo XX, sus resortes ideológicos y las conse- cuencias que tuvo para el mundo indígena, así El artículo de la profesora De Jong, como también las reacciones y readaptaciones CONICET y Universidad de Buenos Aires, con- identitarias de este. Camargo de Arruda, nos sidera una cuestión clave para comprender la entrega además fundamentos teórico-metodo- dinámica de contactos en espacios que ella lógicos relevantes para la construcción de una califica de middle ground: los “indios amigos” etnografía histórica. en la frontera sur de Buenos Aires a mediados del siglo XIX. El trabajo comienza exponiendo Por último, Raúl Ortiz Contreras, igual- el “negocio pacífico de indios” del goberna- mente doctorando de la Universidad Estadual dor Manuel de Rosas, antecedente que mar- de Campinas, cierra este número con un des- có fuertemente las prácticas posteriores que tacable estudio comparativo respecto de los De Jong estudia en el decenio (1856-1866). procesos de ocupación estatal y reterritoria- Gracias a los archivos militares de la época lización ocurridos desde mediados del siglo la autora desmenuza pormenorizadamente las XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX interrelaciones, establecidas por medio de en Brasil y Chile, en los territorios Guaraní- vínculos clientelares, entre los funcionarios de Kaiowá y Mapuche. Destacable estudio, por un Estado nación en vías de consolidación y los una parte, porque viene a introducir la com- caciques “amigos” que se buscaba incorporar paración tan echada de menos en los análisis pero que por tales medios lograban también de contextos fronterizos y de procesos colo- crear sus propios espacios de poder. nizadores coetáneos y cuya puesta en rela- ción puede abrir nuevos campos a las miradas Isabel Missagia de Mattos, profesora de histórico-antropológicas; destacable, por otra la Universidad Federal de Goiás, nos introdu- parte, porque Ortiz Contreras pone de relieve ce en el desconocido mundo (para la América la importancia y complejidad de las recon- de la costa pacífica) de los procesos civiliza- figuraciones territoriales generadas en los torios y evangelizadores de las poblaciones procesos de incorporación de esto márgenes indígenas de Minas Gerais de fines del siglo territoriales y humanos de América y destaca XIX, donde los misioneros capuchinos italianos las posibilidades inventivas, readaptativas y condujeron los asentamientos misionales de activas de aquellos contra quienes se ejerció los botocudos, y de las reacciones indígenas tan brutalmente la acción colonizadora y de frente a dichas situaciones. En particular, Mis- dominación. sagia de Mattos, examina la revuelta indíge- na de la misión de Itambacuri de 1893 y nos En todos estos interesantes aportes en- muestra la importancia del chamanismo en la contramos el ideal de un análisis interdiscipli- rearticulación identitaria de poblaciones que nario que es parte de la actual organización estaban siendo sometidas a procesos acultura- de la Universidad Católica de Temuco, y por tivos intensivos. De esta manera, la autora nos ello agradecemos en forma especial al Dr. Za-

8 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO vala y a la Dra. Obregón que han considerado las ciencias sociales y humanas, e invitamos este espacio de la revista para estimular la a proponer futuros números temáticos espe- investigación etnohistórica en espacios inter- cializados. disciplinarios. Por ello a partir de este número la revista consagrará su atención a los grandes Dr. Ricardo Salas Astrain temas propios de una crítica actualizada de Director

9 Revista CUHSO volumen 15 Nº 2 EDITORIAL COMMENTARY

This issue of Revista Cultura-Hombre- gories such as culture, society, state, etc., are Sociedad (CUHSO) has been printed anew in the product of terminology developed by social terms of both form and content. Such changes scientific positivism whose definitions cannot are the result of editorial decisions aimed at be blindly accepted and embraced. Indeed, devoting this journal to topics thematically such terms require epistemic redefinition focused on the Social Sciences. Through such and a reexamination of their anthropological changes we wish to address questions of the- premises. We are aware that these broad and matic content that convey, and open to a wid- all-embracing categories, which pertain to a er audience, the research concerns pertain- social scientific and epistemic praxis emerging ing to the various academic disciplines of the in the nineteenth century against a kind of hu- Faculty of Social and Juridical Sciences (i.e. manist background, are under wide revision. sociology, anthropology, social work and po- The twenty-first century requires us to make litical science). This newly acquired editorial headway not merely into new theoretical ter- phase would have been untenable without the rain by virtue of a recent turn toward “other- preparatory work undertaken over the course ness” but also into other epistemic approach- of two previous issues and with the long-term es by other societies, other cultures and other assistance of the Center for Sociocultural individuals, thus fostering a new perspective Studies whose first director, Dr. Teresa Durán on humanity. The latter implies a redefinition Pérez, played a central role in this project. of the notion of culture. We are indeed grateful for her wholehearted efforts and for the time and diligence she de- To this effect, it seems wholly perti- voted to this task. nent to reconstruct the present notion of cul- ture from a hermeneutical outlook on culture In this latest issue our readers will find itself in the sense of it being viewed as a sys- a brand of interdisciplinary social science tem of meanings and significations emerging journal devoted to creating a context for pub- from symbols, myths, utterings, tales, prac- lishing the research of our academic staff as tices and reconstructions that express an un- well as the research conducted by other schol- derstanding and reconstruction of the mean- ars both Chilean and foreign. A specialized ing of the totality of existence and of the social science journal such as this one, with meaning of the relationships forged between the particular title “Culture-Man-Society”, peoples. Cultures are not merely related to a raises a number of questions that span across comprehension and explication of humans as the social sciences, and which each discipline such (epistemological moment), but are also will have the opportunity to address in spe- open to an existential dynamic constituted by cialized issues. The notions of “culture” and a dialectic between self-understanding and “society” suggest variegated theoretical ques- hetero-understanding, which initially emerges tions upon which all human sciences converge from a human ethical dimensionality (ethico- particularly in the sense of alluding to macro- political moment). anthropological concepts, which in turn allude to an anthropological a priori, all the latter of Hence, the journal wishes to explicitly which expresses concerns related to Man, to incorporate critical definitions of culture and human diversity, and to what may be deemed society that draw not only upon the epistem- as the project of humanity developed by those ic dimension of knowledge but also upon its who undertook the construction of the social ethical and political implications. We may and human sciences since the late nineteenth thus highlight the foundational watershed at century to the present era. Doubtlessly, cate- which we are located in the particular sense

10 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO of affording an ethical and political perspec- completely revising what we have previously tive on social categories and theories. It is for learned in matters of particular histories of this very reason that we set forth a critique of peoples, and incorporating a perspective that ambivalent notions of culture ever since their surmounts the prevailing metaphor of the “ob- erstwhile use in the fields of ethnological and server” perspective by emphasizing one that anthropological research. It is necessary to is more oriented toward “listening” to other note that a scientific conception of culture, voices and other “silences”. Such silences are and its current fashionable derivations such related to an historical reconstruction of con- as acculturation, transculturation, incultura- quered societies. tion, etc., should emphasize the interpretive frameworks used by the corresponding com- As previously mentioned, this issue fo- munity of scholars that utilize them, their cuses on ethno-historical themes. The issue has mutual interweaving as cultural systems that been carefully put together by Dr. José Manuel are a constitutive part of a disciplinary under- Zavala (School of Anthropology, Catholic Uni- standing and explication of various life experi- versity of Temuco) and Dr. Jimena Obregón ences that may be back-traced on the basis of Iturra (University of Rennes). This collection a critique of those observations and interpre- of articles consists of a number of contribu- tations stemming from a privileged viewpoint. tions from anthropology and history that aim Ambiguity arises when the acknowledgement at expanding and re-thinking traditional pri- of otherness, of other life experiences, does mary source material. The published articles not include an immediate questioning of the were presented at the VI Chilean Congress of premises of the observer and interpreter in Anthropology which took place in Valdivia be- terms of the primacy of a number of such sys- tween the 13th and 17th of March, 2007. tems. This is particularly significant in ethno- historical research. In the Symposium of Anthropology on the “Margins of America” scholars from Argen- Ethno-historical critiques are crucial tina, Brazil and France were brought together, for demonstrating the ethnocentric origin of and their presentations are now part of the many ethnological and cultural anthropological present issue of CUHSO. studies, still prevalent in our time, conducted by twentieth century European and American In the first article, Dr. Zavala examines scholars. Such studies and frameworks of anal- the writings of two chroniclers who witnessed ysis focused on past indigenous societies end the XVI century Chilean wars: Alonso de Ercilla up enmeshed in a geopolitical exercise over y Zúñiga, author of the epic poem, La Arau- others in terms of the interests of the great cana, and Miguel de Olaverría, author of two centers of world power which have promoted brief military reports of the period. Professor the maintenance of a particular and standard Zavala offers an original re-reading of the ma- interpretation of world history. terial in question by examining ethnographic data and emphasizing the crucial importance The present issue (number 15) of the of the spatiality of the local mountain region journal will address ethno-historical themes by demonstrating that what was behind that on the basis of a hermeneutic conception of which had been described as “the state of culture, which seeks to shed light on this ethi- Arauco” was none other than a complex inter- co-political and semantic ambiguity. That task weaving of territorial relations in the moun- would consist of critically examining the act tains around Nahuelbuta. The complementary of understanding one´s own culture and other nature of the high and low lands that had been cultures. shown to exist in the Andean world emerges as an important feature for the Araucanian state If such a critical examination were not and surrounding territory. conducted in both the theoretical and practi- cal realms it is likely that we would find our- Jimena Obregón Iturra, lecturer and selves unable to overcome a monocultural his- scholar of the Rennes Institute of Political tory and hegemonic perspective in the fields Studies (Sciencepo), France, offers a critical of social and cultural studies. This means consideration centered on the concepts of

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“friendly Indian” and “enemy Indian”. Aside Professors Nacuzzi and Lucaioli, both from the partial perspective of the Spanish from the Institute for Anthropological Scienc- who used such terms, the uncritical usage of es at the University of Buenos Aires compare such terminology implies a narrowing down peace initiatives and negotiations conducted of other possible analytical perspectives. The in the Argentine Chaco region and Pampa piece draws upon the controversial legacy of areas in the mid-XVIII century. The article such categories particularly as used by Carl looks for an effective understanding of the Schmitt who supported and justified German exchanges between colonial authorities and National Socialism. An inspection of the mid- native groupings above and beyond drawing XVII century source material (product of the merely upon the contractual arrangements Marqués de Baides government in Chile, 1639- found in documents. The authors, to this ef- 1646, under which the well-known Quillín Par- fect, draw upon an ample array of contextual liament took place) allows for an understand- documentation. What is highlighted, in light ing of what such a dichotomous view, which of long-term agreements, is the value placed divides the world into friends and enemies, on contextual immediacy as in the creation of actually manages to exclude and bar. mechanisms tending toward the preservation of peace accords (e.g. rituals, the exchange of Francis Goicovich, professor of History prisoners). Both sides attempted to maximize at the University of Chile, conducts a meticu- their particular interests, and neither could lous analysis of colonial documentation that indigenous attitudes be interpreted as mere justified policies of depopulation of Isla Mocha subordination, nor colonial policy as a mere island located in front of the Chilean coast- mechanical application of general policies in line. The incursion by the English ship led by the absence of broader local contexts. Captain Swan was one of many threatened by Spain’s Pacific Ocean dominions that managed The article by Professor De Jong, from to demonstrate how the other extant mari- CONICET and the University of Buenos Aires, time powers, principally the English and the brings into focus a question that is essential Dutch, did not relinquish their objectives in to understanding the interaction dynamic in the far corners of the Spanish empire. Collab- “middle ground” areas: the “friendly Indians” orative efforts between natives and the en- near the Southern border of Buenos Aires at emies of Europe were, by 1684, considered a mid-XIX century. De Jong begins by describ- significant threat. This had led to deportation ing the policies of Governor Manuel de Rosas policies affecting all natives of the island who which affected later practices (1856-1866) were indeed forced to migrate to the conti- that De Jong also addresses. Within the con- nent near the city of Concepción. Goicovich´s text of a nation-state under construction, and thesis hold that interrogations had been ma- thanks to military archives of the period, the nipulated to the extent of exaggerating the author, with great attention to detail, care- degree of collaboration between the afore- fully studies the interrelations established, by mentioned parties as a means of justifying the way of clientelistic links, between function- radical policies that had been implemented. aries and “friendly” caciques. While the lat- In addition to accusations of treason by vir- ter were seen as objects of incorporation, it tue of alleged commercial trade with Spain’s would be by these very means that they were enemies, a second decisive reason proffered able to create their own instances of power. in defense of that policy was the apparent fact that both civil and religious authorities Isabel Missagia de Mattos, Professor at argued that evangelization of the natives and the Federal University of Goiás, introduces the introduction of “civilization” were tasks us to the unknown world (at least for Pacific difficult to carry out in such far-removed ter- coast areas of the Americas) of the civilizing ritories. It became, hence, necessary to foster and evangelical processes experienced by the their migration to closer and more accessible indigenous population of Minas Gerais dur- areas. This, consequently, would allow for ing the close of the XIX century. The author more effective political and religious control describes the context within which Italian while avoiding the transformation of Isla Mo- missionaries administrated the settlements cha into a sanctuary for enemy powers. at Botocudos, and the reactions of the local

12 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO indigenous population. In particular, Missagia and Chile in the Guaraní-Kaiowá and Mapuche de Mattos examines the indigenous revolts at territories. A noteworthy study, on the one the Itambacuri mission in 1893, and under- hand, because it manages to conduct a long- scores the significance of Shamanism in the awaited comparative analysis in border con- re-articulation of identity on the part of the texts and in parallel processes of colonization. communities subjected to intense processes Such studies open an opportunity for creating of acculturation. In this manner, the author new historic-anthropological perspectives. On describes those spaces, frequently unexpect- the other hand, Ortiz Contreras underscores ed, within which the construction of indige- the importance and complex nature of the nous alterity took place, even under extreme territorial re-configurations generated during circumstances. the processes of incorporation that had been experienced territorially and by the peoples Lucybeth Camargo de Arruda, doctor- of the Americas, while also stressing the pos- al candidate at the Universidad Estadual de sibilities for re-adaptation, inventiveness and Campinas, presents an ethnographic history action on the part of those against whom colo- of the Puestos Indígenas of Matto Grosso cre- nization and domination were so brutally di- ated by the Indian Protection Service, a state rected. institution in charge of Brazilian indigenous policy as of 1910. This is a work in progress, In all these interesting contributions based on a detailed analysis of administrative we come across the ideal of interdisciplinary archive sources that furnishes insight into co- analysis which constitutes a chief academic lonial policy in the Matto Grosso area in the aim of the Catholic University of Temuco. In XX century, into its ideological underpinnings this respect, we wish to especially thank Dr. and the corresponding consequences for the Zavala and Dr. Obregón who have considered indigenous world, and into the nature of lo- the space offered by the journal as an occa- cal reactions and identity re-adaptation. Ca- sion for encouraging ethno-historical research margo de Arruda also outlines the theoretical in an interdisciplinary context. As of the cur- and methodological foundations necessary for rent issue the journal will direct attention constructing an ethnographic history. to important subjects through an up-to-date critical social and human science perspective. Finally, Raúl Ortiz Conteras, also a doc- We bid you to suggest relevant topics for up- toral candidate at the Universidad Estadual de coming specialized issues. Campinas, closes this issue with a comparative study on the processes of state occupation a Dr. Ricardo Salas Astrain re-territorialization undergone from the mid- Director XIX century until the early XX century in Brazil

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO INTRODUCCIÓN

La Antropología Histórica de los “Márgenes” de América

Desde hace bastante tiempo ya, el que- lugares de contacto e interacción entre dichos hacer antropológico en América Central y en mundos. América del Sur se ha visto arraigado en los problemas, materiales y perspectivas de la En efecto, a través del estudio de los historia; no podría quizás ser de otra manera márgenes, límites o fronteras —que paradóji- si tomamos en cuenta la forma como se han camente son también puntos de interacción, construido, relacionado y transformado las so- articulación y creación de mundos— es posible ciedades americanas en largos procesos colo- comprender realidades que de otra forma no niales y postcoloniales. se evidencian en toda su complejidad. Esto nos lleva a reconsiderar la manera como en Etnohistoria es sin duda un calificativo nuestra tradición intelectual se entienden no- que en Centro y Sudamérica representa esta ciones dicotómicas tales como “centro-peri- tradición. Sin embargo, dicho término pare- feria”, “dentro-fuera”, “identidad-alteridad” ciera cada vez más insuficiente, en la medida que nos impiden percibir cabalmente realida- que surgen nuevos problemas y enfoques no des polifacéticas. solo referidos al estudios de las sociedades indígenas en sí, sino más bien centrados en En el marco de la reflexión anterior con- modos de articulación intersocietales; en pro- vocamos al Simposio Antropología histórica de cesos de subordinación y resistencia pluriétni- los “Márgenes” de América en el contexto del cos; en cuestionamientos metodológicos y en VI Congreso Chileno de Antropología realizado relecturas de fuentes, todo ello orientado y en la ciudad de Valdivia entre el 13 y el 17 estimulado por preguntas y posturas antropo- de noviembre de 2007. Tenemos que confesar lógicas. que dicho simposio superó nuestras expectati- vas tanto por la calidad de los investigadores Este quehacer antropológico se co- presentes provenientes de , Brasil, necta, y muchas veces se confunde, con de- Chile y Francia, como por los interesantísimos sarrollos recientes y no tan recientes de la aportes de las comunicaciones presentadas, disciplina histórica que en nuestros países es- frutos de investigaciones en curso o reciente- tán ampliando la mirada historiográfica hacia mente terminadas. otros sujetos y escenarios históricos bajo di- versas denominaciones como historia fronte- Hubo entusiasmo y enriquecimiento mu- riza, historia indígena, historia social, historia tuo en los cuatro paneles que, a lo largo de dos de las mentalidades y que desbordan así los intensas jornadas, organizaron este simposio. enfoques clásicos. Sin duda ayudó a este clima, y a la altura acadé- mica del evento, la presencia de tres destaca- Los puntos de convergencia son mu- dos especialistas que en el rol de comentaristas chos, pero conviene destacar sobre todo la articularon los temas de cada panel y aportaron coincidente puesta de relieve de la diversi- al debate; vayan nuestros agradecimientos más dad, complejidad y riqueza de los procesos sinceros por su difícil y excelente labor a los socioculturales locales; lo que nos permite profesores Guillaume Boccara, de la Universi- afirmar que la comprensión de mundos apa- dad Católica de Norte, José Luis Martínez, de rentemente distantes o escindidos se vuelve la Universidad de Chile y Jorge Pinto R., de la cada vez más inteligible si se consideran los Universidad de La Frontera.

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Al plantear un simposio en torno a la ris de convergencia, divergencia y emergencia noción de “márgenes” de ningún modo anhe- de mundos. lábamos volver a un antiguo y rígido modelo de tipo heliocéntrico —centro-periferia— que Las contribuciones de este número han considerara un centro único y su periferia. sido agrupadas en tres partes que intentan “Márgenes” nos parecía al contrario exten- conciliar una lógica a la vez cronológica y es- der la reflexión hacia todo tipo de cruces y pacial. Los tres primeros trabajos se refieren articulaciones, en territorios caracterizados al periodo temprano colonial (siglos XVI y XVII) por soberanías inciertas en torno a los cuales en lo que con el tiempo terminó siendo con- se despliegan rivalidades —y por ende nego- siderado como el “corazón de La Araucanía”, ciaciones— múltiples. Los estados imperio no ya que fue el territorio que mantuvo dura- conceptualizan sus confines de igual modo que blemente su soberanía y resistencia armada. los Estado nación para los cuales se revela más La segunda serie de contribuciones —que se fundamental la frontera física y tangible así sitúan en el periodo colonial tardío y en el como la homogeneidad y la cohesión. No obs- primer siglo republicano— conciernen terri- tante, en ambos casos se trata de demarcacio- torios colindantes a este “corazón” indígena nes, más o menos rotundas, entre lo interior de enorme vitalidad, que se interrelaciona y lo exterior. Por otro lado, en las sociedades fuertemente con el espacio huilliche situado indígenas también emergen diversas estrate- al sur e irradia hacia el este transcordillerano gias de interrelación: es así como se obser- (actual territorio argentino). Finalmente, los van grupos más fronterizos que otros y líderes tres últimos estudios se ubican en los siglos más o menos permeables a la articulación con XIX y XX, dos de ellos se consagran a regiones mundos otros. del actual Brasil y el tercero acomete la difícil tarea de plantear una comparación entre di- Presentamos ahora, en este número námicas territoriales de Brasil y Chile. de la revista CUHSO, una selección temática de ponencias que se organizan en torno a las relaciones interétnicas en los márgenes colo- José Manuel Zavala C. y niales y postcoloniales de Argentina, Brasil y Jimena Obregón-Iturra Chile donde se producen situaciones sui gene-

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La cordillera de Nahuelbuta, ¿lugar de naturaleza o de cultura?: concepción del espacio montañés en fuentes españolas del siglo XVI1

José Manuel Zavala Cepeda* Aceptación: Diciembre - 2007 Aprobación: Mayo - 2008

RESUMEN Este artículo analiza las percepciones hispanas del siglo XVI respecto del territorio mapuche situa- do en el área de la cordillera de Nahuelbuta y de los valles que derivan de ella. En particular, examina la manera como Alonso de Ercilla y Zúñiga y Miguel de Olaverría se refieren a lo que se designó el “Estado de Arauco”, las contradicciones presentes en el relato de Ercilla y las inferencias que se pueden hacer de sus respectivas descripciones. Se concluye que el espacio designado como el “Estado de Arauco” comprendió gran parte de la cordillera de Nahuelbuta y de los valles próximos y no solo el área costera de Arauco; con ello se pone de manifiesto la importancia del espacio montañés en las dinámicas interétnicas regionales del siglo XVI en relación a las tierras bajas, lo que ha sido subvalorado en la literatura historiográfica.

PALABRAS CLAVE: cordillera de Nahuelbuta siglo XVI, Estado de Arauco, Alonso de Ercilla y Zúñiga, Miguel de Olaverría, espacio montañés.

ABSTRACT This article examines the XVI century Spanish perceptions centering on Mapuche territory in the Nahuelbuta mountain area and nearby valleys. More particularly, I examine Alonso de Ercilla y Zúñiga’s and Miguel de Olaverría’s views of what they called the “State of Arauco”, the contradictions present in Ercilla’s narratives as well as the inferences that may be drawn from each author’s descriptions. I argue that the area called the “State of Arauco” included a grand area of the Nahuelbuta region and it neighboring valleys and not merely the Araucanian coastal vicinity. This underscores the significance of mountain spaciality in the XVI century regional interethnic dynamics of the low territories, a matter that has been underexplored in the historiographical literature.

KEY WORDS: cordillera de Nahuelbuta XVI century, Arauco State, Alonso de Ercilla y Zúñiga, Miguel de Ola- verría, highlander space.

1 El presente artículo es fruto de la investigación etnohistórica realizada en el marco del Proyecto de Investigación Arqueo- lógico, Paleecológico y Etnohistórico Purén-Lumaco (2004-2007) coordinado por el Dr. Tom Dillehay de la Universidad de Vanderbilt y financiado por la National Science Foundation y la National Geographic Society. * Doctor en Antropología. Escuela de Antropología, Universidad Católica de Temuco. Mail:[email protected]

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1. Introducción al territorio mapuche del sur del río Biobío y por la concepción que se tenía del espa- Este trabajo tiene su fundamento en cio montañés como lugar hostil, improduc- una insatisfacción en cuanto al tratamiento tivo, inhabitable; fue una mirada de gente que se le da en muchos trabajos históricos del valle cuyo ideal de asentamiento eran las a los espacios cordilleranos. En efecto, nos planicies agrícolas próximas a los circuitos de hemos ido formando la convicción de que no transporte marítimo-fluviales o, en su defec- existe en general una buena comprensión del to, terrestres2. rol de los espacios cordilleranos en el desarro- llo de las sociedades indígenas en el contexto En este sentido, la descripción hispana colonial; creemos que esto se debe, por una del llamado Estado de Arauco deja vislumbrar parte, a la posición marginal que ocupan di- contradicciones que, a nuestros entender, fue- chos territorios en muchas fuentes y, por otra, ron fruto de las dificultades de interpretación a nuestra propia incapacidad para superar los generadas por una realidad etnográfica que vacíos y los sesgos de las fuentes. articulaba espacios montañeses y llanos de manera complementaria y donde los cordones Pensamos que la mala interpretación cordilleranos funcionaban como sistemas de in- de la realidad indígena cordillerana es produc- terconexión de grandes alianzas sociopolíticas. to de al menos tres problemas de percepción: Se hace necesario entonces llevar a — En primer lugar, una tendencia a concebir cabo una relectura de las crónicas y testimo- la realidad indígena como dividida o limi- nios más tempranos y destacados para com- tada por las cadenas montañosas. prender mejor el rol jugado por los sistemas cordilleranos en las dinámicas intraétnicas e — En segundo lugar, considerar las “tierras interétnicas. bajas” (llanos y pisos de valles, gene- ralmente desmontados, principalmente En esta ocasión revisitaremos dos auto- cuencas hidrográficas y bordes marinos y res españoles clásicos de la literatura etnográ- lacustres) como sistemas de asentamiento fica mapuche del siglo XVI3, se trata además cerrados, autosuficientes y desligados de de dos soldados que participaron en la llama- las “tierras altas”. da guerra de Arauco, el primer autor es Alonso de Ercilla y Zúñiga y su famosa obra La Arau- — En tercer lugar, pensar las “tierras al- cana; el segundo autor es Miguel de Olaverría, tas” (cordilleras y serranías generalmen- militar que elaboró al menos dos informes en te montañosas: principalmente mesetas el decenio de 1590, uno fue publicado en 1852 y cumbres, laderas y cuestas, peñascos, por Claudio Gay en el volumen dos de los “Do- quebradas y valles encajonados) como sis- cumentos” de su Historia Física y Política de temas no muy aptos para el asentamien- Chile. to humano, generalmente solo habitables en situaciones excepcionales o por grupos Primer caso: el Estado de Arauco y la cordi- muy especializados. llera de Nahuelbuta en La Araucana de Alonso de Ercilla y Zúñiga En el caso de la cordillera de Nahuel- buta del siglo XVI, la interpretación hispana Es Alonso de Ercilla y Zúñiga quien a lo estuvo determinada por las rutas de acceso largo de toda La Araucana4 nos habla del Es-

2 Respecto a los condicionamientos epistemológicos de la percepción hispana del XVI presentes en las construcciones discur- sivas sobre los espacios y poblaciones indígenas del área sudamericana, ver el interesante artículo de José Luis Martínez, “¿Cómo hablar de los indios e identidades en el siglo XV?: una aproximación de los discursos coloniales” (2004). 3 Francis Goicovich (2002) ha abordado ya el tema del origen y la configuración del Estado de Arauco en base a las fuentes del siglo XVI y particularmente de Ercilla; compartimos gran parte de sus análisis, salvo en lo que respecta a aplicar el concepto de vutanmapu a este espacio geográfico-político en dicho momento histórico, pues no creemos que el estado actual de los conocimientos permitan hacerlo. 4 Alonso de Ercilla y Zuñiga estuvo en Chile como soldado entre 1557 y 1559, durante ese período escribió al menos gran parte del texto de la primera parte de La Araucana. Su obra se compone de 37 cantos y está dividida en tres partes. En su

18 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO tado de Arauco y nos relata los sucesos acae- conjunto cuando señala que al igual que Vene- cidos en su territorio durante el decenio de cia, la “señoría” toma el nombre de quien “en 15505. El autor, al final de la primera parte de todo aquel gobierno mas florece” queriendo La Araucana (1569) aclara “algunas dudas que expresar con esta comparación que es a causa se pueden ofrecer” en su obra y dice: de la preeminencia del valle de Arauco que todo el estado lleva ese nombre “El estado de Arauco es una provincia pe- (Ercilla, 1845, t. 1, Canto II, p. 24). queña de veinte legua de largo y siete de ancho poco mas ó menos que produce la Por otra parte, cuando hacemos una gente mas belicosa que ha habido en las lectura atenta de La Araucana, nos damos Indias y por eso es llamado el estado indó- cuenta que al referirse a quienes eran los mito: llamándose los Indios dél Araucanos hombres que “dirigían” o “encabezaban” este tomando el nombre de la provincia”. estado en el decenio de 1550, Ercilla mencio- (Ercilla, 1845, vol.1: 322). na a dieciséis caciques principales o “Señores” que lo dominan, dice: Según esta definición, el Estado corres- ponde entonces a un poco menos de lo que “Es Arauco, que basta, el cual sujeto hoy es la actual provincia de Arauco, es de- Lo mas deste gran término tenía cir, cubre el área costera situada al sur del río Con tanta fama, crédito y conceto, Biobío, en una longitud de 20 leguas, aproxi- Que del polo al otro estendía. madamente 1106 kilómetros, y en una anchura Y puso al español en tal aprieto de siete leguas, aproximadamente 39 kilóme- Cual presto se verá en la carta mia: tros, lo que hace una superficie aproximada de Veinte leguas condenen su mojones, 4.290 km2; la actual provincia de Arauco posee Poséenla diez y seis fuertes varones”. una superficie de 5.240 km2. (Ercilla, 1845, t.1, Canto I, p. 4.)

Ahora bien, Ercilla precisa igualmen- Ercilla precisa que existen otros caci- te el origen del nombre, señalando que este ques en el estado pero que no tienen la misma corresponde a un valle en particular, liderado importancia que estos dieciséis, dice: por el cacique Peteguelen, del cual toma el nombre todo el estado, dice: “De diez y seis Caciques y Señores es el soberbio estado poseido, “Peteguelen, cacique señalado, en militar estudio los mejores Que el gran valle de Arauco lo obedece que de barbaras madres han nacido: Por natural señor, y así el estado reparo de su patria y defensores, Este nombre tomó según parece, ninguno en el gobierno preferido: Como Venecia, pueblo libertado, otros Caciques hay, mas por valientes Que en todo aquel gobierno mas florece: son estos en mandar los preeminentes”. Tomando el nombre de él la señoría, (Ercilla, 1845, t.1, Canto I, p. 4.) Asi guarda el estado el nombre hoy día”. Conviene resaltar, para hacer una lec- (Ercilla, 1845, t.1, Canto II, p. 24). tura etnográfica apropiada de La Araucana, la asociación que hace el autor entre cacique y Es decir, el cronista-poeta distingue el valle. Por una parte, refiere que el dominio valle de Arauco del Estado de Arauco, pero de un cacique corresponde a un valle y, por reconoce la importancia central del valle en el otra, señala que el cacique toma el nombre

edición original, el primer volumen corresponde a la primera parte de la obra e incluye del canto 1 al 16 y fue publicado en Madrid en 1569; el segundo volumen corresponde a la segunda parte e incluye los cantos 17 a 29 y fue publicado en la misma ciudad en 1578, por último, el tercer volumen corresponde a la tercera parte e incluye los cantos 30 a 37 y fue publicado igualmente en Madrid en 1589. 5 En el canto IX, Ercilla señala que está escribiendo hacia 1558 acontecimientos ocurridos en 1554 (Ercilla y Zúñiga, 1845, vol.1: 161). 6 Consideramos que una legua equivale a 5,5 km, aunque era una medida variable y puede llegar hasta 5,9 km en la España del siglo XVI.

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del valle. Esto explica que en su obra los ca- tambien vinieron que eran del Araucano regi- ciques tengan los nombres de lo que en otros miento” (Ercilla, 1845, t. 1, Canto II, p. 24), y documentos coloniales y en la actualidad se más adelante explica que Andalican está fuera reconocen como topónimos, al respecto dice de los límites del estado, dice: en su nota aclaratoria con que termina el tomo primero: “Un paso peligroso, agrio y estrecho de la banda del Norte está á la entrada “Los Caciques toman el nombre de los va- por un monte asperísimo y derecho, lles de donde son señores, y de la misma la cumbre hasta los cielos levantada: manera los hijos ó sucesores que suceden está tras este un llano poco trecho, en ellos: declárase esto, porque los que y luego otra menor cuesta tajada, mueren en la guerra se oirán después nom- que divide el distrito Andalicano brar en otra batalla, entiendase que son del fértil valle y límite Araucano”. los hijos ó sucesores de los muertos”. (Ercilla, 1845, t. 1, Canto IV, p. 90). (Ercilla, 1845, t. 1, p. 324) Si tenemos en consideración esta dis- Un hecho importante de considerar es tinción entre caciques del sur y caciques del que cuando vemos en acción en su obra a es- norte del Biobío y restamos los del norte, el tos “cacique principales” que “dominan” el total de caciques del estado se nos reduce estado y se les menciona, nos damos cuenta a dieciséis, lo que es concordante con el nú- que ellos se sitúan en un área mucho mas am- mero de los que “gobiernan” Arauco que nos plia que la “pequeña” provincia de Arauco, en da en otros pasajes de su obra que ya hemos realidad el área cubierta por estos caciques mencionado; por ejemplo cuando dice: “Vein- corresponde a gran parte de la cordillera de te leguas condenen su mojones, Poséenla diez Nahuelbuta y los valles que la circundan. y seis fuertes varones” o “De diez y seis Caci- ques y Señores es el soberbio estado poseido” Existe entonces en Ercilla una discor- (Ercilla, 1845, t. 1, p. 4). dancia entre la dimensión geográfica que le atribuye al Estado de Arauco y el área total de En conclusión, lo que podemos decir procedencia de los actores de los sucesos que sobre las referencias de Ercilla al Estado de nos relata en su obra, la cual es mucho mayor Arauco es que claramente está describiendo e incluye a la cordillera de Nahuelbuta. un área que no solamente cubre el valle de Arauco y más ampliamente la “provincia” de Así por ejemplo, el autor, al referirse Arauco, sino una serie de valles y comarcas a una “gran asamblea” de los “caciques de que se sitúan en torno y al interior de la cor- Arauco” para elegir “Capitán General” men- dillera de Nahuelbuta, tanto en su vertiente ciona a los caciques presentes y ausentes y occidental como oriental. señala el número de guerreros que cada uno movilizaba; en total nombra a dieciocho ca- Sin embargo, en el relato de Ercilla el ciques, entre los cuales es posible reconocer nombre de Arauco tiende a monopolizar la ca- el nombre de varios valles del área de Nahue- pacidad de designación del espacio que cons- lbuta y de otros territorios próximos: Tucapel, tituye el dominio del otro; surge como una es- Ongól, Cayocupil, Millarapué, Paycaví, Lemo- pecie de escena central para la narración de lemo, Mareguano, , Lebopía, Elicura, los acontecimientos, como una “capital” del , Ongolmo, Purén, Loncoya, Petegue- mundo mapuche. len, , Thomé y Andalican (Ercilla, 1845, t.1, pp. 23-24). ¿En qué medida es esto solo un recurso literario o realmente refleja la dinámica so- Cabe precisar que los dos últimos ca- ciopolítica del momento? ciques señalados por Ercilla, Thomé y Andali- can, provienen del norte del Biobío y son con- ¿En qué medida la percepción de Ercilla siderados “aliados” de los caciques del Estado se ajusta a la realidad de la dinámica indígena? de Arauco, pero pertenecen a otro “distrito”. ¿En qué medida la descripción de Ercilla está Dice Ercilla al respecto: “Thomé, y Andalican condicionada por su propia “epistemología

20 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO geográfica” y por la naturaleza de la dinámica todos los questan de guerra [25.000] yndios de conquista española que hace de Arauco un y no tienen Rey ni caveça conoscida aunque punto estratégico del sistema? son çiertos en congregarse para hazer daño a los españoles siempre que les ofresçen Son algunas de las preguntas que sin ocassion con descuidos y quando hazen jor- duda nos podemos hacer. Y a las cuales es po- nada Por tierras apretadas y fragossas don- sible responder diciendo que al parecer este de se ayudan de su yndustria y valor que “protagonismo” que tiene en el texto “funda- para gente desnuda tienen mucho. dor” de la literatura colonial chilena, el valle Contra los yndios que estan poblados en de Arauco, como en otros textos posteriores la cordillera grande estan opuestas quatro lo tienen las cuencas hidrográficas y el borde çiudades de spañoles que son Chillan angol litoral, tiende a “condicionar” nuestra propia y la ymperial y villarrica y assi los tienen percepción de las dinámicas intraétnicas e in- oprimidos de suerte que sin Reveses que terétnicas que esos mismos textos describen y los tienen muchos guardan i dan paz firme que se sitúan muy frecuentemente en lo que si no los ynquietassen los yndios que biven podemos denominar “tierras altas”, es decir, en la cordillera pequeña junto al mar. en sistemas de cordilleras y serranías. Todos estos yndios maritimos que son en mayor cantidad no tienen presidio ni Segundo caso: El Estado de Arauco y la cor- opression de españoles sobre si ni mas deal dillera de Nahuelbuta en Olaverría, 1592[?] presente el fuerte de arauco donde estan y 1594 algunos españoles como hechados a morir sin que tengan fuerças para hazerles daño A favor de nuestra argumentación so- que sea de sustançia por la falta de gente bre la importancia no considerada de la cor- que ay en Chile y assi porra rreduzir to- dillera de Nahuelbuta, citaremos un autor de dos estos yndios los quales no tienen otro fines del siglo XVI que describe muy claramen- cuerpo de mas fundamento que El de sus te —a nuestro parecer— el rol que jugaban las comidas que las tienen en Valles en mu- “tierras altas” en la dinámica de resistencia cha cantidad es forçoso tener poblado en mapuche y que, en tanto buen militar, trataba arauco mas de çien soldados y en tucapel de comprender cómo se comportaban los ma- doziento y çinqta y en otra tierra que lla- puches para poder dominarlos, se trata de don man Curauge otros çiento y sobre todo Miguel de Olaverría, quien iniciándose como otros dozientos soldados que entiendan en soldado ocupó diversos cargos de jefatura en ayudar estas poblaciones y todos juntos en la guerra de Arauco y escribió informes a las cortar y destruyr las comidas y si dos años autoridades coloniales al respecto. [arreo] se las quitan sin falta daran al to la paz firme” (Carta de Miguel de Olaverría Miguel de Olaverría dirige una carta al a Martín García de Loyola [1592 o poste- gobernador Martín García Oñez de Loyola sien- rior], AGI, Ch.31). do Sargento Mayor, sin fecha, pero que pode- mos situar hacia el inicio del gobierno de Oñez El texto de Olaverría es uno de los po- de Loyola (1592), donde señala lo siguiente: cos que sitúa las dos “cordilleras” como ejes centrales a partir de los cuales se organiza la “La guerra de chille esta rrepartida en dos vida y la resistencia indígena (1er párrafo) y Partes que son dos cordilleras que corren que plantea tan explícitamente que los nú- norte sur la una es lo que llaman la neva- cleos españoles se establecen en relación a da que dista de la mar Veynte leguas y en estos sistemas cordilleranos (2o párrafo). Re- partes mas y menos La otra esta sobre la firiéndose específicamente a la cordillera de mar es pequeña y montuossa aunque tiene Nahuelbuta, el autor establece claramente la tres leguas de ancho en la qual se ynclu- relación existente entre este sistema cordi- yen los estados de arauco tucapel y otras llerano y el fuerte de Arauco, que en muchas provinçias. estan poblados estos yndios en otras relaciones aparece desvinculado de las latitud de 3[9] a 40 leguas al abrigo y am- “tierras altas” (3er párrafo). También destaca paro de las dchas cordilleras y sus malezas la relación cordillera-borde costero al hablar- de montañas y [e]rios y seran en numero nos de “estos indios marítimos” y señala que

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las “comidas las tienen en valles en mucha de largo este cuerpo de tierra y población cantidad”, es decir, se debe entender la cor- de indios mas de 25 leguas y de ancho seis dillera de Nahuelbuta como un sistema com- y ocho y en partes mas y menos. Es tierra puesto no solo por montañas, sino igualmente de muchas malezas, ríos, cordilleras pe- por valles; pues montaña y valle se comple- queñas y arboradas, con montañas bajas mentan, son las “dos caras de la moneda cor- en los llanos grandes, ciénegas y particu- dillerana” podríamos decir metafóricamente larmente la de Puren que le es de notable hablando. Estos valles permiten la alimen- amparo; porque esta fortificada y acanala- tación de la población, la que depende sus- da por naturaleza y arte” (Olaverría, 1852 tancialmente de los cultivos que se producen [1594], 20-21). allí, y a través de su destrucción se les puede dominar. Por último, el autor nombra algunos El texto de Olaverría es muy aclarato- de los valles que hacen parte de este sistema rio para la comprensión de la realidad etno- cordillerano y donde convendría instalar fuer- gráfica mapuche del siglo XVI; en primer lugar zas españolas, además de Arauco, menciona a nos dilucida por qué se le llama a este terri- Tucapel y a Curauge. torio el estado y nos muestra que en realidad abarca una gran área geográfica en la cual la El segundo texto de Olaverría, escrito cordillera de Nahuelbuta constituye un eje ar- según Claudio Gay en 15947 y publicado por ticulador o espina dorsal. Por otra parte, el él en 1852, nos permite comprender a caba- documento menciona algunas de las “provin- lidad este sistema cordillerano de Nahuelbuta cias”, que son llamadas estados en otros pa- que se vislumbra en Ercilla bajo el nombre de sajes del mismo Olaverría y en otros autores. Estado de Arauco, y que aparece mencionado Por último, el escrito permite apreciar que las igualmente en otros documentos como “el es- principales “provincias” de este sistema se tado” o “los estados8”. encuentran en los grandes valles cordilleranos de Nahuelbuta: Catiray, Mareguano, Arauco, Dice Olaverría: Tucapel y Purén. “Desde este rio de Biobio siguen las pro- vincias de Talcamavida, Laucamilla y Ca- Es verdad que este autor nombra otras tiray, Maregueño y lo que dicen Angol el “provincias” que no están tan inmediatas a la Viejo, Andalican, Arauco que esta sobre cordillera de Nahuelbuta como Andalican, Tal- la mar, la provincia de Tucapel que por la camavida, posiblemente Laucamilla y Angol. costa llega con sus parcialidades asta jun- Pero ya Ercilla nos decía que Andalican era to á la Imperial y la provincia de Puren aliado del “Araucano regimiento”. Por otra que esta pegada a las referidas en este parte sabemos que Talcamavida, que se sitúa capitulo sobre el camino real y en medio en la ribera norte del Biobío frente a Santa de las ciudades de Angol y la Imperial, y Juana (que corresponde casi con toda seguri- todas estas dichas provincias así seña- dad a lo que era el antiguo territorio de Mare- ladas y nombradas el estado por ocasión guano-Catiray), siempre mantuvo una relación de averlas encomendado en si el gober- estrecha a lo largo de la historia colonial con nador Valdivia la mayor parte de ellas el sector de Santa Juana. En lo que respecta llamándolas el estado parescen que es- a Angol, no nos cabe duda que dicha comarca tán en un sitio y circulo oval porque por participativa de las dinámicas cordilleranas una parte la ciñe el gran rio de Biobio y nahuelbutanas, en particular, mantenía una por otra la mar y por la otra parte el lla- relación continua con los valles de la vertiente no y camino real estando por esta parte oriental: Purén y Mareguano-Catiray. El propio de la Imperial otro rio grande de modo Olaverría explica esta situación en su informe, que conocidamente estan separados y pues inmediatamente después del pasaje que demostrados de los demas indios. Tendrá hemos trascrito, agrega:

7 Según Daniel Palma este informe habría sido redactado en gran parte en 1598 (Palma, 1995, 26) 8 Ejemplos de esta utilización para referirse a más de un estado: “Entro el gobernador Rodrigo de Quiroga en el estado de arauco y tucapel en el cual anduvo dos años” [...] “por su falta no se conquystaron los dichos estados” (“Carta de Fran- cisco Calderón al Consejo de Indias (1580)” en: Germán de Granda, RAE (Madrid), 1993, consulta en línea).

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“Tiene este dicho cuerpo de tierra dos encontramos referidos en este texto y que al provincias y parcialidades de indios que parecer corresponden a lo que en las fuentes estan fuera del principal, el uno arrimado anteriores y raramente en las posteriores apa- a Puren que son unas cordilleras arboradas recen designados como levos (o lebos) para el y asperas llamadas los coyuncos en que vi- área de Nahuelbuta. ven 300 indios poco mas ó menos y el otro es a la parte de la concesión [Concepción] Conclusión la tierra referida de Gualqui y Rere y Taro- china que dichas dos parcialidades tendran La relectura de los textos de estos dos mill indios escasos de los mas inquietos y autores nos muestra que en el caso especifi- valerosos de todo Chile y es visto que es- co de lo que se llamó el Estado de Arauco, tas dos parcialidades sirven al cuerpo el sistema sociopolítico y cultural que se es- referido del estado de Arauco y Tucapel taba describiendo correspondía a una amplia y Puren en la misma forma que sirven área geográfica situada entre el río Biobío, el dos cabos o cavalleros a una fortaleza océano Pacífico y el río Imperial e incluía toda y los dichos estados los tienen y estiman la cordillera de Nahuelbuta y su ‘hinterland’ por suyos propios y inclusos en sus par- oriental, prolongándose incluso a sectores si- cialidades y numero y cuenta dellas y de tuados al norte del Biobío. En este sistema, las allareguas quellos llaman” (Olaverría, la cordillera de Nahuelbuta no constituía un 1852 [1594], 21). espacio marginal o periférico, sino más bien un territorio central y un eje articulador. Es De esta manera, es posible percatarse posible percatarse entonces que en La Arau- que “el dicho cuerpo” principal situado en los cana de Ercilla existe una contradicción entre valles nahuelbutanos cuenta con “aliados” que lo que se designa (o denomina) y lo que se se emplazan en áreas vecinas y que le sirven describe; lo que se designa en más restringido y auxilian. En otras palabras, la cordillera de (Arauco) que lo se describe (el sistema cordi- Nahuelbuta opera como un “centro geográfi- llera de Nahuelbuta que integra montañas y co” a partir del cual se articulan y agrupan las valles). Los textos de Olaverría, por su parte, poblaciones de los valles que la entrecruzan nos permiten darnos cuenta de ello, en la me- y la circundan (constituyendo una especie de dida que se trata de informes militares que ovalo según Olaverría); desde allí se produ- requieren de un análisis lo más “realista” po- ce una suerte de irradiación sociopolítica en sible del “enemigo” pues de ello depende el forma de redes o cadenas de alianzas que po- triunfo o el fracaso de su conquista. sibilitan la constitución de agregaciones socio- políticas que obedecen a dicho centro. Ahora En consecuencia, podemos concluir que bien, hay que considerar que se trata de un la cordillera de Nahuelbuta cobijó en el siglo centro muy especial, de un centro “no centra- XVI un sistema sociocultural no percibido en lizado” pues no estamos frente a un sistema todas sus dimensiones y complejidad por la con una estructura piramidal, jerarquizada y mirada hispánica, a pesar de que dicho sis- personalizada, sino frente a un sistema cons- tema sustentó en gran medida las dinámicas tituido por la agregación de conjuntos territo- intraétnicas e interétnicas generadas durante riales independientes que se confederan, ya el siglo XVI de Concepción al sur. que como dice nuestro autor y dirán muchos otros testigos europeos: “no tienen Rey ni ca- Lo anterior nos obliga a ser vigilantes veça conocida […] aunque son çiertos en con- respecto de las representaciones del territorio gregarse” (Olaverría [1592], AGI, Ch.31). contenidas en las fuentes y nos mueve a tra- tar de comprender mejor los puntos de vista y La fórmula de base de dichos agregados los ángulos de percepción desde los cuales se políticos, de dichas “congregaciones” parecen construyen las descripciones, particularmente ser los ayllarewe (allareguas dice Olaverría), cuando están referidas a los espacios cordi- conjuntos territoriales que por primeras vez lleranos.

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24 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Aproximación crítica al pensamiento dicotómico “indios amigos” versus “indios enemigos” bajo el gobierno del Marqués de Baides, Chile,1639-1646

Dra. Jimena Obregón Iturra* Aceptación: Diciembre - 2007 Aprobación: Enero - 2008

RESUMEN En este artículo nos proponemos cuestionar la diferenciación binaria entre indios amigos e indios enemigos, ampliamente difundida durante el siglo XVII para calificar a los distintos grupos araucano-mapu- ches del sur de Chile. Restringiendo el análisis al funcionamiento de esta categorización dual bajo el gobier- no del Marqués de Baides, mostramos cómo el primer Parlamento de Quillín enuncia y consagra la partición entre los “enemigos” ausentes del parlamento y los “amigos” que han dado las paces, haciendo desaparecer los términos medios. Paralelamente, planteamos que retomar de manera acrítica categorías heredadas del pasado colonial, que además conllevan tal carga ideológica, dificulta la comprensión de una compleja realidad fronteriza que dista mucho de ser dicotómica. Finalmente, recalcamos los arduos problemas plan- teados por la polémica figura de Carl Schmitt que, a lo largo del siglo XX, dejó su engorrosa impronta en la conceptualización amigos/enemigos.

PALABRAS CLAVE: indios amigos/enemigos, araucano-mapuche, Parlamento de Quillín, Marqués de Baides, Carl Schmitt.

ABSTRACT This paper aims to put into question the binary separation between friend Indians and enemy Indians widespread during XVII century to designate the various Araucanian-Mapuche groups in southern Chile. The analysis being focused in the functioning of this dual categorization under the government of Marquis of Baides, we explain how the first Parlamento of Quillín enounces and consecrates the division between “enemies”, who were absent in the Parlamento, and “friends” who have made the peace, thus putting and end to the ambiguities. Also, we state that the understanding of a complex border reality which is far from being dichotomic becomes more difficult if we resume inherited categories from the Colonial past - which carry said ideological burden as well – in a non-critical way. Finally, we stress that the hard problems posed by the controversial character of Carl Schmitt who, along the XXth century, left his tiresome influence in the friends-enemies conceptualization.

KEY WORDS: friend/enemy Indians, aracanian-Mapuche, Parlamento de Quillín, Marquis of Baides, Carl Sch- mitt.

* Instituto de Estudios Políticos - IEP - Rennes. Francia. Correo electrónico: [email protected]

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Este trabajo nació de una insatisfacción de la época. Cada vez que se utiliza una de ante la terminología generalmente empleada las expresiones referidas queda totalmente para calificar a los grupos indígenas del sur subentendido que se trata de indios “amigos” Biobío, distinguiendo por un lado a los “indios de los españoles o bien de sus “enemigos”. Si amigos” y, por otro, a los “indios enemigos”. es lógico que los cronistas, misioneros o fun- El estudio de los documentos provenientes del cionarios reales utilicen esta forma resumida siglo XVII nos llevó a considerar que finalmen- y elíptica, lo es mucho menos que el investiga- te, por lo menos en nuestro periodo de refe- dor contemporáneo haga lo mismo, sin tomar rencia, la oposición binaria entre “amigos y la debida distancia, quizás casi sin darse cuen- enemigos” planteaba muchos más problemas ta y en todo caso sin cuestionarlo. que los que resolvía. Estimamos, en efecto, que al retomar una designación heredada del Nos encontramos sin duda ante una ter- pensamiento hispanocolonial, estaríamos limi- minología parcial, que entra en una visión de tándonos en la aprehensión de una realidad mundo en la cual el enemigo por antonoma- mucho más compleja, que no encaja en este sia era el mismo “demonio”, como lo señala esquema dicotómico. Proponemos, por consi- el Diccionario de Autoridades2. Abundan los guiente, un cuestionamiento radical de esta pareceres de la época que asimilan a los re- conceptualización a doble entrada (“amigos beldes, en este caso araucano-mapuches, con versus enemigos”), buscando mostrar por qué lo diabólico. Por otra parte se requería de los su uso se revela parcial y reductor. Para llevar amigos que fueran “fieles vasallos del Rey”, a cabo la demostración de manera sintética y que mostraran su fidelidad como aliados y que ordenada, recurriremos a materiales de me- entraran en el mundo de la fe cristiana acep- diados del siglo XVII1. Se trata más precisa- tando la prédica y evangelización. Por anto- mente de principios de los años cuarenta, pe- nomasia “fiel” es el buen cristiano, dice una riodo correspondiente al gobierno del Marqués vez más el mismo diccionario3, que consigna de Baides, conocido por haber organizado el además como primera acepción de “fidelidad” primer Parlamento de Quillín (1641) con los la lealtad a un superior, lo que indica bien la caciques araucano-mapuches del sur Biobío. articulación entre las dimensiones políticas y Analizaremos primeramente los alcances y religiosas. La carga política e ideológico-reli- limitaciones que ya tenía esta terminología giosa que está detrás de las categorías amigo/ en el siglo XVII y lo que implicaría retomarla enemigo emerge constantemente en los docu- sin previa reflexión crítica. Consideraremos a mentos de los cronistas y no exclusivamente continuación las dificultades planteadas por en los que emanan de los misioneros. Sea cual el pensamiento de Carl Schmitt, quien, en el sea el valor descriptivo que pueda —o no— curso del siglo XX, funda su análisis de lo polí- tener la categorización en cuestión, su valor tico en el antagonismo “amigo/enemigo”. analítico se ve altamente mermado por tal peso ideológico. Si se decidiera mantenerla El primer punto problemático es que al tal cual —lo que objetamos— habría que ex- reutilizar tal cual la terminología hispanoco- plicar cabalmente cuáles serían sus ventajas lonial se termina implícitamente adoptando y aportes y, sobre todo, cómo dejar atrás tal el punto de vista de solo uno de los actores lastre inicial.

1 Además de los archivos que conservan las cartas e informes que en la época fueron enviados a las autoridades coloniales, disponemos de las crónicas publicadas de tres testigos privilegiados de aquellos años. Uno de ellos es el militar Jerónimo de Quiroga que, aunque escribió su crónica mucho después, llegó a Chile como soldado desde Lima durante el gobierno del Marqués de Baides y residió en el sur chileno hasta finales del siglo XVII. Los otros dos son jesuitas. Ovalle, que había nacido en Chile, escribió su Histórica relación desde Roma, durante el gobierno del Marqués. Aunque no es exactamente testigo presencial de este periodo se mantuvo muy al tanto, gracias a la correspondencia con sus correligionarios, a su gran conocimiento del terreno y del periodo justo anterior (o precedente). Los escritos de Rosales son, por su parte, una verdadera mina para el investigador; en efecto, fue un observador minucioso y un escritor infatigable al que debemos la mejor etnografía del siglo XVII para esta zona. En el periodo aquí considerado, el padre Rosales participó directamente en la mayoría de los hechos que narra. Aprovechamos esta aclaración sobre las fuentes para señalar que hemos optado por modernizar la ortografía de todas las citas. 2 En la entrada “enemigo”, la cuarta acepción del Diccionario de Autoridades dice: “por antonomasia y absolutamente se entiende el demonio por ser enemigo universal del linaje humano y nuestro común adversario”. 3 “Fiel por antonomasia se entiende el cristiano católico que vive con la debida sujeción y reconocimiento a la Iglesia Cató- lica Romana”.

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Conviene señalar igualmente el contex- cipales para que se adelanten estas armas….” to chileno en el que —durante el siglo XVII— se [: 2r.]. El gobernador entrante promovió, en aplican esas nociones. Desde el reverso de la consecuencia, una política de negociaciones conquista española a principios de siglo, los que desembocó en las paces de Quillín y le hispano-criollos no han logrado imponer a la permitió captar nuevos aliados al sur del Bio- mayoría de los caciques araucano-mapuches bío: los entonces llamados “nuevos amigos”. su propio esquema monolítico de sujeción po- lítica y religiosa. A finales de los años treinta y En torno a los parlamentos notamos, principios de los años cuarenta nos encontra- además, la formalización de las categorías mos ante un momento en el que los parlamen- “amigos/enemigos”, en particular por la cons- tos van a cobrar cada vez mayor importancia y titución de listas de los grupos y caciques comenzar a institucionalizarse. Sin entrar aquí “amigos” que “daban las paces”. Así, los que en los detalles ni en interpretaciones genera- participaban en los parlamentos y aceptaban les sobre la razón de ser o la función de los las capitulaciones eran considerados como parlamentos, quisiéramos no obstante hacer amigos y consignados como tal. En la fase de hincapié en los aspectos más estrechamente preparación del primer Parlamento de Qui- ligados a nuestra problemática. llín los caciques enviaron listas —escritas por sus cautivos españoles— con los nombres de Los “amigos” desempeñaban un papel los que querían dar las paces. Por ejemplo, clave asistiendo al ejército hispano en aque- Lincopichún, entonces primer interlocutor del llos años siempre falto de medios y de hom- gobernador, envió una lista detallada al Mar- bres. Un informe establecido por los oidores qués de Baides5. Se trataba de sesenta y tres de la Audiencia a la llegada de Baides recalca- caciques a la cabeza de un total de 4.450 lan- ba el papel desempeñado por los “amigos”: zas que habían solicitado al cacique Lincopic- hún: “…que los favoreciese con el Marqués y …ellos son los que toman / lengua, vadean los hiciese sus amigos” (Rosales, 1989 [1674]: los ríos, cortan los caminos reconocen los 1125). En las actas de los parlamentos, escri- pasos, ellos son los que sirven de centine- tas y certificadas por los escribanos, apare- las y en las malocas entran en los ranchos, cen también listados de los presentes, más o prenden y cautivan las piezas y en las menos completos según los casos. Los que no campeadas queman y talan los sembrados participaron en las “Paces de Quillín” fueron y en las batallas y [r]encuentros al calor catalogados como enemigos, lo que concreta- y vista de los nuestros pelean valientes y mente tenía consecuencias que podían llegar denodados entrando a las partes en todas a ser de gran magnitud. Los indios “enemigos” las demás facciones militares, que no se podían no solo sufrir la destrucción de sus ca- pudieran hacer ni se harían tan bien sin sas y sementeras, sino además ser capturados ellos. [:3r-v]4. y vendidos como esclavos, ya que la esclavitud de los aucaes o rebeldes era en ese entonces Uno de los problemas encontrado por una práctica legal en el Reino de Chile. En Baides a su llegada fue que las fuerzas del principio los “amigos” no podían ser tratados ejército estaban debilitadas por la pérdida de como esclavos, en cambio los “enemigos” cap- “cinco mil y más caballos” y por la disminución turados sí lo eran. vertiginosa de los indios amigos: a causa de una peste solo quedarían “seiscientas lanzas”. En El último punto esencial a propósito de el documento ya citado la Audiencia diagnosti- los parlamentos es la voluntad que manifies- caba que: “…este ejército está desproveído de tan las autoridades hispanocriollas de hacer los indios amigos y caballos que precisamente desaparecer todo espacio intermedio que no necesita, que son dos instrumentos los más prin- cuadre con su ideario bipolar. Si se es amigo,

4 14-11-1639, “Carta de la Audiencia de Chile a Su Majestad: “con ocasión del nuevo gobierno y otros accidentes […] da cuenta del estado de aquel Reino en paz y guerra” 3fªr-v, in: AGI: Chile 11. 5 “Y vino la lista con toda distinción de los nombres de los caciques, las provincias y los soldados”. (Rosales 1989 [1674]: 1126). Lamentablemente, hasta hoy solo se ha encontrado la versión resumida, transcrita por Diego de Rosales, que dejó fuera los nombres de las provincias y los soldados, estimando que:“…fuera cosa molesta” (Rosales, 1989: 1126).

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habría que serlo hasta las últimas consecuen- sale reforzada por la obligación de prestar la cias. Así las capitulaciones de las primeras pa- asistencia que se intenta imponer; al cerrarse ces de Quillín (1641) intiman a los caciques a el espacio a la neutralidad, el conflicto se ra- que tomen las armas contra todo enemigo de dicaliza. Fue lo que pasó después de Quillín, los españoles. Según la descripción del jesui- las ofensivas armadas recomenzaron con mayor ta Diego de Rosales, la tercera condición de fuerza que a principios del gobierno de Baides, las paces era “… que todos han de tomar las dado que contaban con el refuerzo de al menos armas contra los rebeldes a las armas de Su una parte de los “nuevos amigos”. Majestad, siendo enemigos de sus enemigos, sin reparar en sangre, ni en parientes”. (1989 Las formulaciones dicotómicas no son en [1674]: 1136). Esto significa que se reducen los ningún caso privativas de la mentalidad hispa- espacios de neutralidad, y que, por lo menos nocolonial, en muchos otros ámbitos también en teoría, o se es enemigo y se arriesga a gra- han tenido fuerte arraigo y sus expresiones ves consecuencias, o bien amigo y se somete pueden ser diversas. A lo largo del siglo XX la a los designios de Su Majestad. No nos exten- categoría analítica “amigos versus enemigos” deremos aquí en lo altamente ilusorio, visto estuvo íntimamente ligada al pensamiento de el contexto en el que se formula, de la obli- Carl Schmitt, que se amparó de esta oposición gatoria anteposición de los intereses reales a binaria para definir, pensar y teorizar lo que se- los lazos y solidaridades familiares. El poder gún él sería la esencia de lo político. Aunque coercitivo hispano no tiene tal fuerza al sur lo analizado por C. Schmitt pudiera parecer del Biobío, aunque sí puede ejercer presión en muy lejano a lo que acontece en el sur chileno ese sentido, induciendo posiciones extremas. hispanocolonial que estudiamos, finalmente no lo es tanto y, sobre todo, asumiendo que toda En la situación particular de “frontera investigación histórica arranca del presente en de guerra” las autoridades hispanas tienden el que se desenvuelve el investigador, no pode- a rechazar y deslegitimar toda neutralidad mos hacerle totalmente el quite a las teorías por parte de los grupos araucano-mapuches, de Schmitt por muy problemático que resulte pese a que, de hecho y también conceptual- su estudio. Con mayor razón aún, los que ha- mente6, en otros contextos esa postura exis- cen suyas las categorías “amigos/enemigos” tía plenamente. En el Parlamento de Quillín no tendrían más remedio que posicionarse y/o se estipuló que si los amigos que daban la paz confrontarse a C. Schmitt. En efecto, ha sido no cumplían con las capitulaciones, serían él quien ha teorizado de manera más acabada “declarados por traidores”. En un trabajo an- y sistemática la partición referida, su pensa- terior hemos puesto de manifiesto la fuerte miento ha influenciado fuertemente la teoría imbricación entre varios parlamentos y juicios política durante el siglo XX y en este principio por traición (Obregón Iturra, 2007). Baste con del siglo XXI sus ideas siguen provocando polé- señalar aquí que poco después de Quillín 1: mica y malestar. “…. se descubrió la infidelidad de los caciques de la cordillera que declaró el señor marqués El malestar viene del itinerario de un por traidores, y les ha publicado la guerra… intelectual que acompañó y se comprometió (Ovalle: 334)7. Lo importante para esta demos- con el nacionalsocialismo alemán (Cumin, tración es que al decretar formalmente quiénes 2005: 9-10 & 23), y que además mantuvo has- son los “amigos” —a la vez por escrito y ante ta el final de su vida posiciones antisemitas, numerosos testigos— el Parlamento de Quillín como lo muestran sus publicaciones póstumas está planteando e imponiendo una división bi- (Monod, 2006: 55-56). Los puntos controverti- naria en la que el único tercer término posi- dos siguen siendo numerosos como, por ejem- ble sería la figura del traidor. Pero esta figura plo, saber si para Schmitt el “enemigo” por reafirma finalmente la opción dual, ya que el excelencia era —o no— el judío, o si su anti- “amigo” desleal o desobediente pasa a ser un semitismo era —o no— del mismo tipo antes, “enemigo” más. La tensión hacia los extremos durante y después del nazismo, o bien en qué

6 Recurrimos una vez más al Dicccionario de Autoridades, que en la primera definición de “enemigo” señala: “Que no solo no es amigo sino declaradamente contrario”. 7 El jesuita Ovalle está citando una carta del padre provincial Ferrufino con fecha de 19/01/1643.

28 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO medida el quehacer intelectual de Schmitt rías, proceden por reducción y generalización hizo posible o favoreció el nazismo alemán. y finalmente proyectan un funcionamiento an- Muchos de estos puntos quedan fuera de al- tagónico ideal al objeto que describen o ana- cance para los no especialistas, que además lizan. La cuestión de saber en qué medida el dependen de traducciones para acceder a tex- pensar de tal modo esas categorías tendría de tos extremadamente polémicos8. por sí efectos performativos rebasa el marco de esta ponencia. En el caso en el que pode- Sin embargo, nos interesa destacar que mos pronunciarnos —Chile colonial en el siglo en el texto fundador de C. Schmitt, la cate- XVII— estimamos que en ciertas situaciones, gorización “amigo” versus “enemigo” aparece como en torno al Parlamento de Quillín, sí que dentro de un marco absolutamente dicotómi- la afirmación radical y ritualizada de la alianza co, en el que el punto de partida es un mundo y la proclamación del antagonismo “amigos/ en blanco y negro en el que habría una distin- enemigos” produjo considerables efectos. ción categórica entre el bien y el mal, lo bello y lo feo, lo rentable y lo no rentable, etc.9. Sacar las conclusiones de lo aquí ex- Las categorías intermedias desaparecen, se puesto debería favorecer una renovada lectura polarizan las diferencias y los extremos. Pese de las fuentes, que busque captar las muy va- a ser considerado como un esprit dangereux, riables situaciones que recubre la designación Carl Schmitt ha sido interpretado de manera “indios amigos”, así como entender su articu- muy diversa, y a menudo contradictoria, aun- lación con los “enemigos”. El cuestionamien- que actualmente ya no cabe duda de que su to de la partición binaria conduce a prestar nazismo y antisemitismo no fueron simples mayor atención a los diferentes vínculos que episodios marginales10. implica la relación de “amistad”. No se trata de romper a priori toda categoría predefinida, Además de la suspicacia y recelo que pero sí de entender funcionamientos concre- suscita un itinerario político e intelectual tan tos que desbordan tales categorías y contem- tortuoso, nos parece que todo pensamiento plar los borrosos límites entre unas y otras; que simplifique la realidad anulando las zonas observar cómo sus fronteras se dibujan y des- intermedias, impidiendo percibir la riqueza dibujan; considerar el peso de los procesos y de los “entre-dos”, terminará estrechando el relaciones de fuerza. La mayor apuesta con- horizonte de comprensión y dificultará aproxi- sistiría en salir de la vertiente exclusivamente marse a la enorme complejidad que presenta crítica y proponer herramientas teóricas que el centro-sur de Chile en el periodo colonial. ayudaran a pensar de manera alternativa. La Salvando todas las distancias, detectamos ló- tarea ya está en curso para el siglo XVII y nos gicas similares en la utilización de la partición preguntamos si, a propósito de este mismo es- “amigos/enemigos” por los hispanos de la pacio, buena parte de la problemática sería época colonial y en el pensamiento de C. Sch- extensible a otros periodos. mitt, ya que polarizan en extremo las catego-

8 Otro problema surge de las distintas versiones del texto “La notion de politique”, varias veces retocado por el autor (Belakrishnan, 2006 [2002]: 143). 9 La cita está en francés, porque fue en esta traducción en la que leímos a Schmitt. “Admettons que les distinctions fon- damentales soient dans l’ordre moral, le bien et le mal; le beau et le laid dans l’ordre esthétique, dans l’économique, l’utile et le nuisible ou, par exemple, le rentable et le non-rentable. La question se pose alors de savoir s’il existe pour le politique un critère simple qui / soit une distinction de même nature […] c’est la discrimination de l’ami et de l’ennemi”. (Schmitt: (1933) 1992: 62-63). 10 El enfoque de Carl Schmitt parece presentar cierto rendimiento analítico, precisamente para comprender los casos extre- mos: así varios de sus textos son frecuentemente citados a propósito de guerra total o de exterminación, de terrorismo y de otros temas que están al centro de preocupaciones muy actuales.

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OVALLE, A. (1969) [1646], Histórica Relación del Reyno de Chile: y de las misiones, y minis-

30 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Discurso, poder y legitimidad: los dispositivos del desarraigo (isla Mocha, 1684)1

Francis Goicovich* Aceptación: Enero - 2008 Aprobación: Abril - 2008

RESUMEN El peligro que representaron las incursiones de corsarios ingleses y holandeses en las aguas del océano Pacífico, determinó que la autoridad virreinal del Perú solicitara evaluar el traslado de los nativos de isla Mocha al continente. En 1684 se generó un debate que buscó crear un consenso de legitimidad para esta acción. Dos alternativas se barajaron para alcanzar este objetivo: una fallida estrategia judicial que pretendió demostrar que los indios habían incurrido en un acto de traición, y el manejo de los estereotipos relativos a la naturaleza de los indios. En ambas situaciones, el análisis del discurso revela la creación pre- meditada de un disputado espacio de poder.

PALABRAS CLAVE: isla Mocha, José de Garro, reche-mapuches, dispositivos de desarraigo.

ABSTRACT The threat that represented the incursions of English and Dutch corsairs in the waters of the Pacific Ocean, determined that the Viceroy of Peru requested to assess the relocation of Mocha Island’ natives to the mainland. In 1684 started a debate that sought to create a consensus of legitimacy for this action. Two alternatives were utilized to achieve this goal: a judicial argument that the Indians had engaged in an act of treason, a strategy that ultimately failed; and the deployment of stereotypes concerning the nature of the Indians. In both cases, the discourse analysis reveals the premeditated creation of a disputed area of power.

KEY WORDS: isla Mocha, José de Garro, reche-mapuches, attachment device.

1 Investigación financiada por la Dirección de Investigación de la Universidad de Chile, Proyecto DI Código SOC 05/12-2, titulado “De Insulares a Continentales: la historia de los mochanos, desde los orígenes hasta su desintegración social en la Misión de San José de la Mocha”. * Departamento de Ciencias Históricas, Universidad de Chile. Correo electrónico [email protected]

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1. Introducción amenaza de ultramar, y que acongojaba los ánimos de los súbditos de la Casa de Austria Ante la permanente amenaza de Ingla- que se asentaban en la capital del principal terra, Holanda y Francia —las potencias marí- enclave político, económico y administrativo timas europeas que desde fines del siglo XVI y de la América hispana subecuatorial, quedó comienzos del XVII disputaban aventajadamen- plasmada en numerosos documentos redacta- te la primacía de la antaño poderosa España—, dos por las autoridades virreinales. Hacia me- en carta de 7 de marzo de 1684 el entonces diados de febrero de 1590, por ejemplo, don virrey del Perú, Duque de la Palata, informó al Fernando de Torres y Portugal, Conde del Vi- gobernador de Chile, José de Garro, de la pre- llardompardo, aconsejó al rey la implementa- ocupación que significaba para las autoridades ción de medidas “para que los enemigos no se virreinales la presencia creciente y sostenida atrevan a entrar en aquel mar por el estrecho de naves adversas a la monarquía ibérica en y si alguno lo hiciera sea castigado, lo cual no las aguas del Pacífico. Consciente, por una sería de poco efecto y provecho”3. parte, de que los limitados medios materiales que podían transportar dichas embarcaciones INGLESES AÑO HOLANDESES de guerra exigían el aprovisionamiento en los territorios del Nuevo Mundo, así como de la Francis Drake 1578 potencial alianza con los naturales que aún no Thomas Cavendish 1587 estaban sometidos a las normas de la política Richard Hawkins 1594 hispánica y la religión católica, el virrey ma- 1599 Simón de Cordes nifestó la inquietud que representaba el he- 1600 Balthasar de Cordes cho de que “en la isla de la Mocha y de Santa 1600 Olivier van Noorth María, enfrente de la Concepción, a crecido tiento [tanto] aquel gentío que tiene muy cul- 1615 Jaris van Spilbergen Jacobo Le Maire tivadas las tierras y con todos los bastimentos 1616 nezesarios que puede hazer apetecible el si- William Schouten tio a los enemigos de Europa para tomar pie y 1623 Jacques L’Heremite tener inquieta nuestra frontera”2. En efecto, 1642-43 Hendrick Brouwer la autoridad virreinal estaba consciente de John Narborough 1669 que el escaso conocimiento de estos territo- rios por parte de los adversarios europeos, así Ya en la siguiente centuria don Francis- como la necesidad de contar con aliados que co de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, reforzaran los exiguos y agotados contingen- informó que apenas había asumido el gobierno tes que habían realizado la travesía marítima, se experimentó la amenaza de navíos holan- obligaba a los invasores a diseñar esquemas de deses en las costas de Chile, coyuntura que ocupación en los que, necesariamente, debía le permitió comprobar la falta de medios de contarse con la ayuda de los habitantes origi- defensa del virreinato, ya que halló “gran narios de estas latitudes: trasladar la guerra falta de galeones en la real armada”4. Casi europea contra España a América requería de tres lustros después, don Diego Fernández de una alianza con los nativos (León 2000-2001: Córdoba, Marqués de Guadalcázar, hacía ver 109). El siguiente cuadro sintetiza las incursio- que “antiguamente tuvieron muy corto estado nes de los corsarios que después de atravesar las cosas de guerra en estas provincias [...]. el estrecho de Magallanes o el cabo de Hornos, Pero después que los ingleses dieron princi- asolaron las costas de Chile: pio a entrar en este mar por el estrecho de Magallanes se fue viviendo con más cuidado Desde las últimas décadas del siglo XVI, en esta parte, y últimamente obligado a mu- la atmósfera de inseguridad que provocaba la cho el haber descubierto los holandeses otro

2 “Carta del Virrey del Perú, Duque de la Palata al Presidente de Chile, para que viese lo que podría ejecutarse acerca de la enseñanza religiosa de los indios de la Mocha; Lima, 7 de marzo de 1684”, Biblioteca Nacional, Originales Medina (en adelante B.N.O.M.), t. 323, f. 412. 3 “Memoria gubernativa del Conde del Villardompardo, 1592-1593” (Hanke (t. 1) 1978: 241). 4 “Relación del Príncipe de Esquilache, 1621?” (Hanke (t. 2) 1978: 185).

32 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO que ellos llaman de Maire”5. Suma y sigue. En tiempo, puesto que “desde que gobernó este 1640 don Luis Gerónimo Fernández de Cabre- reino el Sr. Virrey Conde de Santisteban, que ra y Bobadilla, Conde de Chinchón, insistía hará 20 años, sucesivamente fueron repitién- en la apreciación de su predecesor sobre las dose diferentes cédulas de S.M. participando nefastas consecuencias que representaban los a este gobierno los recelos y noticias de las descubrimientos geográficos de pasos intero- prevenciones de enemigos de Europa, con de- ceánicos de parte de los holandeses para la signios de pasar a este mar a infestarle con seguridad de España en las Indias Occidenta- gruesa armada y hacer hostilidades en sus cos- les; en la Relación de su gobierno indicó que tas, ordenando el cuidado y prevenciones con hasta hace un tiempo “los riesgos y las oca- que se había de resguardar su defensa”9. La siones de entradas de corsarios en el mar del relación de su sucesor, don Melchor de Liñán Sur eran raras. Mas después que se descubrió y Cisneros, tiene la particularidad de estable- el estrecho de San Vicente, de Maire, o Los cer una comparación entre las dos principales Nodales, aunque en mayor altura que del de fuentes de inestabilidad que aquejaban a la Magallanes, por estarlo en 56 grados y medio, Capitanía General de Chile, al indicar que en se facilitó la navegación; y las naciones del “lo que toca a la guerra de los indios infie- norte, particularmente holandeses, se alargan les que confinan con los de paz, no hay por de suerte con osadía y atrevimiento, que eso ahora de que hacer mucho caso pues conte- obligó a mayor cuidado”6. Solo ocho años más nidos dentro de sus términos, con no hacerles tarde don Pedro de Toledo y Leiva, Marqués de daño y estando a la mira y con cuidado los Mancera, representó al rey la turbación que corregidores confinantes se remedia. El mayor cundió cuando “sobrevino la entrada de los cuidado viene a consistir en las invasiones e holandeses el año 1643, por mayo, con resolu- infestaciones que pueden hacer los ingleses y ción de ejecutar la orden que traían del Prín- otros enemigos de la corona”10. cipe de Orange, que después se averiguó que era de entrar en Valdivia y si no estaban allí los El balance de las sucesivas autoridades españoles, fortificar el puerto, confederarse virreinales era del todo desalentador. La situa- con los indios y armarlos con gran suma de ar- ción que se vivía en las posesiones más meri- mas que traían”7. Un cuarto de siglo después, dionales de la Corona española distaba con- la Real Audiencia de Lima trazaba un cuadro siderablemente de lo que se podría esperar similar de la situación, ya que “los enemigos del que aún era el mayor imperio del globo: de Europa trataban de invadir estas costas, y miedo, incertidumbre, y la permanente inca- en especial al puerto de Valdivia, con núme- pacidad de contrarrestar las embestidas de ro de bajeles, ordenando se estuviese con tan sus enemigos continentales, revelaban que el gran desvelo y prevención que moralmente se Siglo de Oro Español había llegado a su fin. Las pudiese esperar que si ingleses u otras nacio- riquezas y situación estratégica de las pose- nes intentasen con cualquier pretexto entrar siones americanas despertó en los ingleses un en aquella plaza y lograr sus malos designios, vivo interés en establecer un puesto de avan- no solo fuesen rechazados sino que quedasen zada en el estrecho de Magallanes, mientras con escarmiento”8. El sucesor en el mando, que los holandeses, sus inmediatos sucesores, don Baltasar de la Cueva Enríquez, Conde de desde los albores del sigo XVII asolaron las Castellar, hizo una abreviada radiografía del costas del Pacífico meridional con claras pre- ambiente de tensión que se vivía en el último tensiones de conquista (Stewart 2000: 124).

5 “Razón del estado en que el Marqués de Guadalcázar deja el gobierno del Perú al Virrey Conde de Chinchón, 14 de Diciem- bre de 1628” (Hanke (t. 2) 1978: 269). 6 “Relación del Estado en que el Conde de Chinchón deja el gobierno del Perú al Marqués de Mancera, 26 de enero de 1640” (Hanke (t. 3) 1978: 73). 7 “Relación del estado del gobierno del Perú que hace el Marqués de Moncera [sic] al Virrey Conde de Salvatierra, 8 de octubre de 1648” (Hanke (t. 3) 1978: 186). 8 “Relación de la Audiencia de Lima a su sucesor el Conde de Castellar, 1 de agosto de 1674” (Hanke (t. 5) 1978: 26). 9 “Relación del Conde de Castellar a su sucesor, Don Melchor de Liñán y Cisneros, 13 de septiembre de 1681” (Hanke (t. 5) 1978: 118). 10 “Relación que hizo de su gobierno Don Melchor de Liñán y Cisneros a su sucesor, el Duque de la Palata, 8 de diciembre de 1681” (Hanke (t. 5) 1978: 233).

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Pero la monarquía ibérica, un gigante que se salido del puerto de Londres con encubier- erguía sobre pies de barro, jamás tuvo la dis- tas intenciones de piratería bajo una paten- posición de entregar parte de su preciado te- te mercante (Barros Arana 2000: 170, Encina soro ultramarino a sus adversarios europeos: 1983: 172), intentó arribar al puerto de Val- las posesiones americanas eran un importante divia, pero sus pretensiones fueron frustradas pilar sobre el que sostenía su fuerza económi- por la agudeza del gobernador de la fortaleza, ca, y con la cual premiaba la lealtad de su no- quien ordenó abrir fuego contra la embarca- bleza mediante una política de otorgamiento ción obligándola a retirarse al norte. Con la de cargos que no hacía más que incrementar pérdida de algunos hombres y la merma de un una ya numerosa burocracia. Tal ambiente de número mayor de heridos, los expedicionarios inseguridad contribuyó al moldeamiento de atracaron en las costas de la isla Mocha para una animosidad colectiva dispuesta a abrazar aprovisionarse de víveres y obtener alguna in- las alternativas más drásticas que permitieran formación útil para su derrotero posterior. Los garantizar la seguridad deseada. Es así que en naturales de la ínsula estaban lejos de sospe- 1590 don García Hurtado de Mendoza, virrey char las graves consecuencias que este simple del Perú, informaba al rey Felipe II que: desembarco habría de tener en sus vidas. Si bien es cierto que estaban al tanto del interés “enfrente del estado y provincia de Arau- español por erradicar de sus posesiones cual- co, hay ciertas islas, que la una se llama quier presencia foránea que amenazara su he- de Santa María y la otra de la Mocha, y gemonía, no es menos cierto que en décadas otras semejantes; estas islas tienen can- pasadas el arribo de naves en cuyos mástiles tidad de indios y de comida y muy buenos flameaban las banderas de naciones enemigas puertos, y estos indios nunca quieren estar de la metrópoli no se había traducido en un de paz [...] Todas las veces que han entra- problema con las autoridades españolas. Pero do corsarios en la Mar del Sur han tomado el escenario había cambiado, y un fondeo de [en ellas] el primer puerto y noticia de lo apenas 48 horas de la nave inglesa bastó para que hay en la tierra, y proveídose de comi- sellar sus destinos. da y agua en ellas [...]. Se podría mandar que los indios de estas islas de la Mocha y Como respuesta a la carta enviada por Santa María y las demás se fuesen sacando el virrey al presidente de Chile, el maestre de de ellas y llevándolos á este término de campo Gerónimo de Quiroga remitió dos caci- la Serena [...] despobladas estas islas no ques de la isla Mocha para que diesen razón de hallarían los corsarios el refresco y favor lo sucedido en base a una serie de preguntas que allá [hallan] en los naturales de ellas que a continuación detallamos: cuando entran en la Mar del Sur, porque quitándoles la gente, cesaría el haber co- 1. Que diesen cuenta de si fueron testigos midas y bastimentos en ellas”11. del arribo del navío inglés, y de lo que su- cedió entre la tripulación y los indios. 2. Primera Estrategia de Legitimación: la 2. Que diesen cuenta de si dieron bastimen- traición consumada tos a la gente del navío, en qué cantidad y especies. A fines de marzo de 1684 un buque in- 3. Que informasen si los ingleses saltaron en glés al mando del capitán Swan, que había tierra.

11 “Parecer dado por don García Hurtado de Mendoza al Rey acerca de despoblar ciertas islas en Chile, s/f (1590)” (Medina, 1901: 351-353). El documento también está reproducido en el tomo 4 de la segunda serie (Medina, 1960: 2-3). Las palabras del virrey, además de fundarse en antecedentes históricos como fue el desembarco que Francis Drake protagonizó en isla Mocha en 1578, fueron igualmente premonitorias respecto a acontecimientos futuros, como ocurrió con Richard Hawkins dieciséis años después. Un documento de la época dice que “habiendo tomado puerto el susodicho inglés en la isla de la Mocha, habitada de los dichos rebeldes, en 38 grados de altura este oeste dos leguas desviada de la ciudad Imperial, le dieron leña, agua, carneros y gallinas y otros bastimentos y comidas y siendo aquellas provincias inexpugnables de natu- raleza, que no se han podido ganar de una gente aunque fiera [¿fuera?] desnuda en 46 años de continua guerra y porfía, bien se deja considerar la dificultad que había después que se juntasen con otra nación de más ingenio y policía, proveída y reparada de todos géneros de armas artificiosas”; véase el “Memorial de Domingo de Erazo a S.M. sobre el estado del reino de Chile, conforme a la instrucción y orden dada por el gobernador Martín García de Loyola, s/f (¿1597?)” (Medina, 1961: 3).

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4. Que informasen si en los días previos o cubierta, Quilapichún indicó a su interrogador posteriores avistaron otras embarcaciones que a la mañana siguiente supo por señas de de velas blancas o negras. sus captores que “en Baldiuia hauian muerto 5. Es interesante constatar que el cues- seis de dichos inglesses y que uno de ellos que tionario a que fueron sometidos ambos le pareció era el capitan estaua erido en el bra- se centraba en la indagación de zo ysquierdo”13. Al final, ambos fueron dejados dos puntos esenciales: en primer término en libertad, recibiendo como compensación (preguntas 1, 2 y 3), saber cuál fue la na- un sombrero y una espada. Pedro de Amasa in- turaleza de la relación entre lugareños y quirió sobre la ayuda económica que se habría foráneos (pacífica o violenta), y si fuese brindado a los corsarios, a lo cual Quilapichún el primer caso, si esta significó una ayuda contestó que: material para los recién venidos; en se- gundo lugar, saber si las correrías de las “el casique Ramipillán les dio cinco ouejas, naves enemigas eran frecuentes en torno otro yndio llamado Lepuante una oueja, a la isla (pregunta 4). Ambos espacios de otro yndio Guaiquibilo otra, otro yndio de saber apuntan a conformar una verdad po- Quelentaro que no saue su nombre otra, tencial cuya intencionalidad está definida y así mismo Ranguepichan otra, y otras de antemano: que tanto los habitantes de quatro les dieron dichos yndios que no se la isla como la posición estratégica de la acuerda de sus nombres, y que otros tres misma representaban una amenaza para yndios llamados Melipillán, Pichaleco y del la seguridad del reino. nombre del otro no se acuerda, les dieron una cesta de papas cada vno, y que en re- Siendo interrogado el cacique Quilapi- torno les dieron cuchillos y chaquiras”14. chún, de Tirúa, por el maestre Pedro de Amasa, contestó que después de atravesar el mar en Apuntó que el navío levó anclas y se balsas para conchavar ovejas con los isleños, marchó después de dos días. En torno a la úl- se encontró con el bajel inglés que provenía de tima pregunta, dijo no saber de otros navíos Valdivia. La nave había dado fondo a puestas de rondando la isla, aparte del referido en su tes- sol, y no fue sino hasta el mediodía siguiente timonio. que se acercó una lancha con seis hombres “que conocieron eran moros, que así llaman a las na- Llegado el turno de Aguigüenu, el ciones del norte”12. Precedidos de una bandera ratificó lo señalado por su compañero, agre- blanca, los europeos intentaron comunicarse a gando que una vez liberados en tierra, unos la distancia con los lugareños, y en medio de caciques de la isla: un lenguaje de gestos y palabras prácticamen- te incomprensibles para ambos, todo esto me- “llamados Caiunpangue, Quechanaguel, diatizado por la desconfianza, un mocetón se Eniptureo, Millatipay, Elentaro, Tamepi- acercó a los recién llegados, recibiendo cuatro lla, Guenubilo [y] Melicheuque, lleuaron a cuchillos y seis mazos de chaquiras para que dichos yngleses carneros y ouejas, gallinas, los repartiese entre los suyos. Frente a este in- papas y maiz, que por todas serian veinte dicio de aparente confianza y buena voluntad, ouejas y carneros y que aunque auian trai- tanto Quilapichún como el cacique Aguigüenu, do muchas a la plaia por que todos fueron natural de la isla, se dirigieron a caballo hacia a conchauar como la lancha se fue al nauio la lancha en que los ingleses les esperaban, y no lleuaron mas por que, y por paga de estos en una acción repentina los hicieron subir dichos bastimentos les dieron cuchillos y al bajel a la fuerza. Obligados a pernoctar bajo chaquiras”15.

12 “Información de la llegada del navío inglés a la isla de la Mocha; Santiago, 30 de mayo de 1684: declaración del cacique de Tirúa, Quilapichún”, B.N.O.M., t. 323, f. 420. El término “moros”, muy común en la documentación de la época, era utili- zado para señalar a los miembros de naciones infieles, o más exactamente, a quienes no participaban del rito y creencias propias del catolicismo. 13 Ibídem, f. 421. 14 Ibídem. 15 “Información de la llegada del navío inglés a la isla de la Mocha; Santiago, 30 de mayo de 1684: declaración del cacique de la Mocha, Aguigüenu”, B.N.O.M., t. 323, f. 424.

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Es importante señalar que ninguna de venia de Chiloe”18. Sin embargo, en el inte- las pesquisas posteriores arrojó una informa- rrogatorio de Gueyquivilo aparece un dato de ción como la que hemos destacado, por lo que sumo interés: el lonko niega haber visto algún consideramos válido suponer que el testimonio navío de velas negras antes o después del na- de Aguigüenu pretendía establecer un prin- vío inglés, “porque el cazique Aguigüenu auia cipio de inocencia y una posición de lealtad dicho que vido dos navíos de velas negras”. A de los isleños para con la monarquía hispana, más de señalar que el interrogado negó ha- más allá de la sinceridad de sus palabras. En el ber divisado o sabido del paso de dichas na- fondo, la supuesta traición que representaría ves, lo interesante del asunto es que en su la entrega de carneros, ovejas, gallinas, papas declaración del 30 de mayo el lonko aludido, y maíz, fue morigerada por la fallida preten- Aguigüenu, no hizo una mención explícita del sión de captura de los enemigos de España. avistamiento de algún navío de velas negras, aunque sí se hace referencia en el interroga- Por auto del 31 de mayo de 1684, el go- torio a “los nauios que [antecedentemente] bernador ordenó que las declaraciones de los hauissaron al Señor Presidente estando en la caciques se remitieran al maestre de campo ciudad de la Conzepzion”19. La ambigüedad Gerónimo de Quiroga para que continuase in- del dato no nos permite dilucidar el problema dagando a otros caciques e indios. Solicitando de si la mención a las embarcaciones de velas la asistencia del Protector General de Indios, oscuras era parte del inicio del proceso, o si capitán Francisco Ximenes de Herrera, y la del dicha apreciación aparece cuando este ya ha- teniente Xil de Sosa en calidad de intérprete, bía dado pie: una reflexión como esta parece- el 1 de julio de 1684 se dio inicio a una serie rá bizantina, carente de verdadero sentido y de interrogatorios. El primero en comparecer trascendencia, pero como veremos no deja de fue el indio Marilicán, natural de la isla, quien tener asidero. El día 3 de julio fue el turno del no difirió en lo más mínimo de lo señalado por cacique Guaiquiñanca y del indio Tanamacho, Quilapichún y Aguigüenu, con la única salve- ambos de Tirúa, cuyas versiones no difieren en dad de precisar que los indios que entraron en lo esencial de la mayoría de los declarantes. el bajel fueron tres, ya que el lonko de la isla Finalmente, al día siguiente el testimonio de se hizo acompañar de un paje llamado Guini- Alcamanque, cacique de Tirúa, permaneció mante16. En el mismo día declaró el cacique fiel a la versión de la mayoría. Licanpangui, también isleño, quien se apegó sin mayores divergencias a la versión recién La contradicción que se estableció en- indicada, excepto en la indicación de que ha- tre las palabras de Aguigüenu con la declara- cía dos meses había visto un navío de velas ción del resto de los testigos en lo que respecta blancas con dirección a Concepción. a la aparición de unos navíos de velas negras, obligó a Gerónimo de Quiroga a levantar un Al día siguiente, 2 de julio, testificaron auto el mismo 4 de julio de 1684, con el fin los caciques Negueyante y Gueyquivilo, junto de establecer un careo entre el cacique y sus al indio Ibuncheu, todos de Tirúa, además del pares que permitiera dilucidar el desacuerdo. indio Marinaguel, oriundo de Ranguilgue17, y Llegada su oportunidad, Aguigüenu insistió en nuevamente expusieron una declaración simi- su versión inicial sobre la presencia de “dos lar, coincidiendo todos con Licanpangui —a ex- nauios y que vreue se desaparecieron... [y él] cepción de Ibuncheu— en el avistamiento del los vido solo y que vien los pudieron ver otros navío de velas blancas con ruta a Concepción yndios de la ysla de la Mocha porque pazaron dos lunas atrás, el cual al parecer “era vno que de dia y breue se desaparecieron”20, a lo que

16 “Información de la llegada del navío inglés a la isla de la Mocha; Concepción, 1 de julio de 1684: declaración del indio Marilicán de la Mocha”, B.N.O.M., t. 323, f. 428. 17 Rewe costino de la wichanregua de Purén. 18 “Información de la llegada del navío inglés a la isla de la Mocha; Concepción, 2 de julio de 1684: declaración del cacique Negueyante de Tirúa”, B.N.O.M., t. 323, f. 438. En el fondo, se indica la probable adscripción española de dicha nave, por lo que no representaría una amenaza. 19 “Información de la llegada del navío inglés a la isla de la Mocha; Santiago, 30 de mayo de 1684: declaración del cacique de la Mocha, Aguigüenu”, B.N.O.M., t. 323, f. 424. 20 “Careamiento del cacique Aguigüenu y los demás testigos; Concepción, 5 de julio de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 464.

36 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO sus detractores contestaron inquisitorialmen- traño, dada la menor estima que en el mun- te preguntándole: do español se daba a voz de las mujeres, y más aún si era indígena— ponía en entredicho “cómo, dónde o quando vido los dichos a los declarantes y reafirmaba la posición de nauios porque ninguno de todos los yndios Aguigüenu, situación más que complicada si de la ysla de la Mocha no auían visto tales se considera que las palabras de la mujer se navíos ni entre ellos en la dicha ysla tal sostenían, aparentemente, en la confiden- cosa no se auia ablado oydo ni entendi- cia de un indio de Tirúa. Tanto la veracidad do pues todos auian estado en la ysla de como la credibilidad de los testimonios eran la Mocha y tratado de esas materias del puestas en tela de juicio, y con el sustento de nauio del yngles y que ellos ni ningun yn- la nueva propuesta se abrían las puertas a la dio de la ysla de la Mocha digeron aver vis- acusación de traición y deslealtad para con la to tales nauios y que asi lo an dicho en sus Corona. De este modo, el mismo día procedió declaraciones que todos unánimes y con- a declarar la india Lorenza, quien a diferencia formes comuinieron en las declaraciones de los demás era cristiana, por lo que podía que tienen echas y se ratificaron en que no tomársele juramento, lo que en la concepción auían visto ni sauido de tales nauios y que de la época otorgaba mayor peso y aceptación se afirmauan y rratificauan en ello”21. jurídica a sus palabras23; en el testimonio se- ñaló que: A pesar de una nueva insistencia de Aguigüenu, los indios mantuvieron su postura “lo que saue y pasó es que vna noche es- inicial. Este escenario de versiones contradic- tando en la cosina de su caza donde iba a torias se complejizó aún más con la intromi- senar vn yndio nombrado Guayquibilu, tio sión de un nuevo actor: Gerónimo de Quiroga de esta declarante, le dijo el dicho indio volvió a expedir un auto el 15 de julio, por el Guaiquivilu [sic] que todos los yndios men- cual ordenó que nuevamente fuesen reunidos tian en quanto abian declarado y el tam- los indios declarantes, ya que por causa de la bien porque asi lo auian tratado todos los información brindada por una india cristiana, caciques e yndios para que no lo supiesen sospechaba que hubiesen mentido, y que en los españoles. Y que la verdad era que los consecuencia los ingleses sí habían bajado a yngleses llegaron a la ysla de la Mocha y tierra, reconociéndola y tomado bastimentos; echaron otro dia la lancha con vandera según el documento, el maestre de campo se- blanca y los yndios se fueron a la lancha ñalaba que: de su voluntad con camaricos de ganados y los yngleses saltaron en tierra y subieron a “Es venido a mi noticia por la que dio caballo y corrieron toda la ysla y se queda- vna yndia cristiana nombrada Lorenza ron a dormir en los ranchos de los caciques del seruicio del capitan Fernando Carlier y les dieron muchos agasajos de chaqui- que los dichos caciques e yndios no auian ras de vidrios, cuchillos, espadas y vaieta declarado en las declaraciones que auian blanca [...] y que esto es lo que saue por- echo [dicho] la verdad de lo que abia pasa- que se lo dijo el dicho yndio Guaiquivilu su do con los yngleses en la dicha ysla, lo qual tio y que ella se lo dijo a su señora luego, se lo dijo vn tio suyo nombrado Gua[y]qui- y que su señora lo oyo y se lo dijo a unos vilo natural de Tirua y el tambien y que casiquillos de la Mocha”24. auian mentido por que los yngleses auian saltado en tierra en la dicha ysla de la Mo- Frente a esta información, se hizo cha y paseadola a pie y a caballo y dormido declarar nuevamente a Aguigüenu, quien el en ella y lleuado bastimentos”22. mismo 15 de julio rectificó parte de su decla- ración inicial, reconociendo ahora que “era El testimonio de una india —caso ex- verdad que los yngleses saltaron en tierra en

21 Ibídem, fs. 464-465. 22 “Auto de 15 de julio de 1684: sobre falso testimonio de los indios”, B.N.O.M., t. 323, f. 468. 23 Una compensación, igualmente jurídica, a su condición de mujer. 24 “Auto de 15 de julio de 1684: declaración de la india Lorenza”, B.N.O.M., t. 323, f. 470.

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la dicha ysla de la Mocha y que no lo auia di- todo y que si allasen que este declarante auia cho porque los caciques le digeron en la ysla ocultado la verdad y no la auia declarado que que lo negase, que ellos lo vendrian a decir”25. le cortasen la caueza a el y a sus compañeros, Agregó además que algunos de los ingleses que por que ni los moros saltaron en tierra ni su- bajaron a tierra dispararon sus armas y se lle- bieron en caballos ni corrieron ni dispararon, varon algunas ovejas, se aprovecharon de las y que esta es la verdad y que no a pasado otra chinas y durmieron dos de ellos en el rancho coza ni saue mas de lo que tiene declarado”29. del cacique. Un capitán del bajel les pregun- Similares detalles entregó en su declaración el tó si sabrían guiarlos por tierra hasta Valdivia cacique Guaiquiñanco, de Tirúa30. desde Tirúa, a lo que contestaron que no, per- catándose que el capitán estaba herido a raíz La uniformidad de testimonio de los in- de una escaramuza que habían sostenido en dios acusados, así como la decidida posición ese puerto con las fuerzas españolas, justifi- de algunos de ellos, invita a pensar en un fun- cando ante la autoridad que toda esta infor- damento de verdad en sus declaraciones. Más mación la había callado “porque los caciques aún, el hecho de que el cacique Guaiquivilu, de la Mocha Quitalab y otros digeron que no lo el supuesto informante de su sobrina Lorenza, declarase porque no se enojase el Señor Go- se encontrase enfermo en el preciso instante bernador porque no auian cogido a los moros en que se le conminó a declarar, va consoli- como se lo auia mandado Su Señoria”26. dando la idea de una maquinación fraguada en el seno del mundo español para establecer un Como un cuento de nunca acabar, la de- principio jurídico (la seguridad del reino ame- claración del lonko instó al maestre de campo nazada por los corsarios y la eventual traición a ordenar la presencia de los caciques e indios de los indios) que legitimase una decisión tan que habían testificado antes, previniendo que drástica, como sería el despueble total de fuesen puestos “distintos y separados donde la Isla Mocha. En fin, la piezas dispersas del no se comuniquen”27. Empero, y a pesar de ha- comienzo del proceso parecen encajar en su berlos separado e incomunicado para que no se fracción final cuando el cacique Aguigüenu, al pusieran de acuerdo en sus aseveraciones, el ser nuevamente encarado con sus detractores, cacique Quilapichún, el cacique Marilicán, el reconoció “que aquellos caciques desian ver- cacique Licanpangui, el cacique Negueiante, dad y que el auia mentido en la declaración el indio Ibuncheo, el indio Marinaguel, el caci- que auia echo y que aquello auia declarado que Guaiquiñanco, el indio Tanamacho y el ca- de miedo, por lo que la yndia Lorenza auia cique Alcamanque se reafirmaron en su prime- dicho temeroso de que lo asotasen o castiga- ra declaración, aseverando todos que tanto la sen y que no auia otra coza mas de lo que india Lorenza como Aguigüenu mentían, este auia declarado en la ciudad de Santiago ante último muy probablemente porque “le habían el corregidor Don Pedro de Amasa”31. No hubo de dar vino por que digese eso que a declara- barcos de velas negras, ni los corsarios pusie- do, que es vn grande embustero”28. Lo que es ron pie en la isla: el contacto entre indígenas más, el cacique Quilapichún sugirió que “para e ingleses había sido algo menor, limitado al que mejor fuese creido que enviasen a la ysla intercambio de unos pocos bastimentos por de la Mocha vn español que se ynformasen de adornos de escaso valor y el obsequio de algu-

25 “Auto de 15 de julio de 1684: declaración del cacique Aguigüenu de la Isla Mocha”, B.N.O.M., t. 323, f. 472. 26 Ibídem, f. 474. La referencia al mandato del gobernador de capturar a los enemigos del rey se asienta en los tratados suscritos entre españoles y reche-mapuches en las paces de 1641, 1647 y 1666. 27 “Auto del 16 de julio de 1684, sobre que los caciques e indios ratifiquen o refuten sus declaraciones iniciales”, B.N.O.M., t. 323, f. 475 28 “Auto del 16 de julio de 1684, sobre que los caciques e indios ratifiquen o refuten sus declaraciones iniciales: declaración del indio Ibuncheo de Tirúa”, B.N.O.M., t. 323, f. 484. 29 “Auto del 16 de julio de 1684, sobre que los caciques e indios ratifiquen o refuten sus declaraciones iniciales: declaración del cacique Quilapichún de Tirúa”, B.N.O.M., t. 323, f. 477. 30 “Auto del 16 de julio de 1684, sobre que los caciques e indios ratifiquen o refuten sus declaraciones iniciales: declaración del cacique Guaiquiñanco de Tirúa”, B.N.O.M., t. 323, f. 486. 31 “Careamiento de los indios testigos y del cacique de la Mocha Aguigüenu; Concepción, 18 de julio de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 493.

38 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO nos cuchillos de parte de los europeos. Nada determinado lugar y en un determinado mo- que pudiera justificar, jurídica y moralmente, mento), los discursos ejercen el poder [...] un desarraigo. son un factor de poder, ya que son capaces de inducir comportamientos y de generar (otros) Pero la pretensión de algunas autorida- discursos. De este modo, contribuyen a la es- des españolas encontró un camino alternativo: tructuración de las relaciones de poder en una la conciliación entre la seguridad del reino y sociedad” (ibídem: 68). Siguiendo al mismo el traslado de los mochanos se explotó al nivel autor, adherimos a la hipótesis de que “los dis- de los estereotipos. cursos ejercen el poder porque transportan un saber con el que se nutre la conciencia colec- 3. Segunda Estrategia de Legitimación: el tiva e individual, así como el fundamento de despliegue de los estereotipos la acción formativa que moldea la realidad” (Ibídem: 69). Introducirnos en el tema de los estereo- tipos implica adentrarse en una dimensión de Los estereotipos, en tanto imágenes o las prácticas discursivas: la de los imaginarios ideas aceptadas comúnmente por un grupo o respecto a la alteridad. Partimos del supuesto sociedad, actúan como dispositivos de poder, de que todo discurso es un objeto histórica- es decir, como formaciones cuya principal fun- mente producido e interpretado, esto es, que ción en un punto histórico dado consiste en se halla situado en el tiempo y en el espacio. responder a una urgencia: el dispositivo, por Siguiendo a Theo van Leeuwen (citado en Wo- tanto, tiene una función principalmente estra- dak 2003: 28), observamos que el discurso es tégica (Foucault 1983: 78). Desde esta pers- al mismo tiempo un instrumento de poder y de pectiva, el estereotipo viene a ser una cons- control, y también un instrumento de la cons- trucción simplificada de una identidad alterna. trucción social de la realidad. El lenguaje, al El manejo de imágenes respecto al indio, es conferir una estructura a la experiencia, es decir, la manipulación estratégica del campo la unidad básica de todo discurso, incluso de semántico que envolvía a este concepto, fue aquellos de naturaleza no verbal (por ejem- una práctica que se identificó con el comien- plo, el uso de las imágenes), y en tal sentido zo del contacto hispanoindígena en el Nuevo se halla íntimamente entrelazado con el poder Mundo. Para el caso chileno, ya en los inicios social de un buen número de maneras: el len- de la Conquista el capitán extremeño Pedro de guaje clasifica el poder, expresa poder, está Valdivia hablaba de “los indios naturales cuam involucrado allí donde existe un desafío al po- [sic] mentirosos son e huidores, no por el mal der o una contienda para conseguirlo (ibídem: tratamiento que [...] se les hace, ni trabajos 31). De acuerdo a Sigfrid Jäeger (2003: 63), excesivos que se les dan en el sacar del oro, ni “el discurso es el fluir del conocimiento a lo por falta de mantenimientos que tengan, sino largo de toda la historia, fluir que determina por ser bellacos y en todo mal inclinados”32. El los hechos individuales o colectivos, así como estereotipo del indio como un ser traidor y vil la acción formativa que moldea la sociedad está implícito en el fragmento. y que, de este modo, ejerce el poder”. En suma, en su ligazón con el poder, los discursos Para el caso de la isla Mocha, contamos se encuentran vinculados a la acción. con escasas referencias previas a su traslado al continente. En el siglo XVI, Juan López de Ahora bien, si reconocemos que el dis- Velasco (1571-1574), en su Geografía y Des- curso es una unidad creadora de conciencia, cripción de las Indias, caracterizó a la Mocha y que al operar en un contexto dado crea las como “frontero de la Imperial, de seis leguas condiciones para la formación de sujetos y la de boxo y tres de largo, poblada de mil in- estructuración y configuración de las socieda- dios todos de guerra”. A comienzos del siglo des, entonces nos daremos cuenta de que los XVII, Fray Diego de Ocaña (1607: 37) coinci- discursos también pueden ser considerados dió en esta apreciación al señalar que “tiene como un medio de producción social. En tanto muchos indios que de continuo han estado de que “agentes de conocimiento (válido en un guerra”. Consideramos que la condición de

32 Cabildo de Santiago, sesión del 7 de enero de 1550 (Arteaga, 1861: 227).

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indios rebeldes que se les atribuye, obedece Interesa destacar que ya el 2 de julio más al hecho de que la isla se encuentra a la de 1684, José de Garro había propuesto, me- misma latitud en que se repartían en el conti- diante un Decreto, el traslado de los indios nente las parcialidades más reacias a la intro- al continente, ya que “con esto se facilitaría misión española (Tucapel y Purén, y algo más su evangelización y la vida en policía, cuyos alejada Arauco), antes que a un conocimiento frutos ya se observaban en otros indios del acabado y bien informado. Si bien es cierto continente”33. Además, el mismo Decreto es- los nativos de la Mocha formaban parte de la tablecía que tanto los Oidores de la Real Au- wichanregua de Purén (Goicovich 2006: 563), diencia, así como el Obispo de Santiago, Fray es prácticamente nula la evidencia que hable Bernardo Carrasco, y los Padres Provinciales de una permanente movilidad de contingentes de las diversas órdenes, debían pronunciarse en armas desde este sistema insular hacia el en torno al tema del traslado de los naturales continente. al continente34. No deja de llamar la atención que en esa fecha recién se iniciaba la segunda Pero con el problema de la amena- ronda de interrogatorios a los indios acusados za de ultramar, los habitantes de la isla se de ocultar información sobre el navío inglés, convirtieron en depositarios de una serie de lo que da cuenta de que el gobernante manejó epítetos semantizadores que recuerdan, en dos posibles vías de legitimación en forma pa- cierta medida, todo ese complejo debate que ralela: la suerte de los mochanos estuvo fijada se gestó en la metrópoli a comienzos de la con bastante antelación. expansión en América. Gran artífice de esto fue el gobernante José de Garro, quien no En el Decreto, José de Garro hizo ver cejó en su afán de implementar medidas de que al estar los indios bajo la obediencia de defensa contra las agresiones de los filibuste- Su Majestad, habían cometido grave delito ros. Queriendo privar a estos de los recursos contra su real servicio por haber abastecido a que pudieran hallar en aquellos puntos de la los piratas35. Sin manejar el típico estereotipo costa que no era posible defender militar- del “indio traidor”, el gobernador centró su mente, dispuso que se retiraran los ganados inquietud en la inconsistencia y flaqueza de más al interior; y mandó colocar vigías en las espíritu de estos naturales, y que por lo mismo alturas más cómodas para este objetivo, a fin se habrían de esperar mayores inconvenientes de que dieran oportunamente aviso para que en el futuro al aprovecharse los enemigos de se pusieran a salvo los pobladores de los pun- los bienes que allí se producían, sin descartar tos amenazados (Barros Arana 2000: 173). En el temor de que los piratas “podrían poblar la su plan para asegurar al reino de cualquier isla de Juan Fernández con estos naturales, posible invasión o escaramuza con los ene- para que siempre que recalen allí dispusieran migos de Europa, la isla Mocha representaba de bastimentos”36. En fin, José de Garro des- un escollo al que había que dar pronta solu- tacó las ventajas temporales (reducción de ción. De esta manera, con el fin de atender estos indios a pueblos y consecuente vida en a la carta del virrey Duque de la Palata, de policía) y espirituales (conversión) que trae- 7 de marzo de 1684, José de Garro solicitó ría la transportación, además de recalcar que sus opiniones a diversas autoridades civiles el delito cometido (abastecer al enemigo del y militares para aprobar el despoblamiento rey) podía justificar por sí solo su traslado37. de la isla y el traslado masivo de los indios al continente. Aunque no es un legajo nume- El 5 de agosto dio su parecer Fray Ber- roso en páginas, no por ello deja de ser de nardo Carrasco, obispo de Santiago, quien refi- interés escrutar en los planteamientos de los rió dos puntos para justificar la transportación. consultados. En primer término, citando a autores clásicos

33 “Decreto del Presidente por el que dispone que el Obispo de Santiago y Provinciales de las Ordenes den su parecer acerca de lo indicado por el Virrey; Santiago, 2 de julio de 1684”, B.N.O.M., t. 323, fs. 413-414. 34 Ibídem, f. 415. 35 Ibídem, f. 414. 36 Ibídem. 37 Ibídem, fs. 414-415.

40 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO como San Agustín, resaltó el hecho que la vida El segundo punto considerado por el en retiro, como es el caso de una isla aparta- obispo fue el eventual rechazo de los indios a da y con escasa integración entre sus mismos trasladarse, quienes podrían confederarse con habitantes, es propia de los animales, “ya que los de tierra firme una vez puestos en el conti- la vida en ciudades permite que surja el de- nente. En su opinión, el mejor modo de preve- recho de gentes”38. En la concepción de los nir esto sería otorgándoles a los desarraigados siglos XVI y XVII, estos seres al margen de la las mejores tierras posibles, de modo tal que civilidad eran “hombres naturales”, criaturas la abundancia y prosperidad del nuevo espacio que habían escogido vivir fuera de la comu- les hiciera olvidar su anterior pobreza. Dejarlos nidad humana: “tales criaturas asociales eran en la isla sería permitirles vivir como bárbaros menos que humanos, porque se habían apar- e irracionales, por lo que también había que tado de los medios que Dios había otorgado a destruir las pertenencias que los ligaban a la cada hombre para que pudiera lograr su fin” idolatría42. El término “bárbaro” detentaba en (Pagden 1988: 27-28). Vivir fuera del esquema esta época una doble connotación: para refe- de un sistema urbano, o al menos próximo a rirse a semihombres (u hombres incompletos) él, significaba no detentar los beneficios de los por la carencia de la razón, vale decir, de la aditamentos organizativos que permiten que facultad de tomar las decisiones más correctas un sistema tal funcione: la disciplina ampara- en procura del fin supremo de la felicidad, y a da por la ley, el orden que garantiza el apego la vez para dar cuenta de seres paganos, per- a las normas, la justicia y el bienestar público sonas alejadas de la verdad suprema que es la debidos al celo del gobernante y sus ministros. que orienta y educa la esencia del hombre que El caos de la vida salvaje impide que surja esa es su alma (Pagden 1988: 41). Por esto, no es tendencia a la vida social que anida en los co- casualidad que el obispo se refiera a los mo- razones de todos los hijos de Dios, y ello es chanos con términos como “lo detestable de un obstáculo para su evangelización (el orden sus inclinaciones”, “vivir como irracionales”, espiritual debe estar respaldado por un orden “sus antiguos ritos y dogmas ydolatrando”, o social) y su felicidad. De esta manera, frente a “antiguas e yncultas costumbres”. En suma, el la amenaza de la “natural fiereza”39 que suele obispo ponderó las ventajas que se derivarían aflorar en el alma de quienes llevan esta for- del traslado en “euitarse con esta diligencia ma de vida, el obispo enfatizó que “quien go- las continuas ofensas a Dios nuestro Señor, que bierna puede, por penas y multas, hacer que en la dicha ysla haçen los yndios, y juntamen- los que habitan en los desiertos vengan a ser te el euitarse vna espia del enemigo pirata y habitadores de la ciudad”40, o en este caso, de azilo con que se pueda mantener”43. quienes habitan en islas. Por lo demás, indicó que evangelizar en la isla presentaba la difi- Seguidamente, Fray Tomás Moreno, Pro- cultad de mantener operarios en ella, y de ser vincial de los franciscanos, en su informe de el número de los naturales muy reducido. El 26 de septiembre, coincidió con el obispo en traslado, en definitiva, beneficiaría principal- que sería lícito transportar a los indios a tie- mente a los niños, cuyas almas gozarían tem- rra firme, “dándoles tierras suficientes para su pranamente del credo, al mismo tiempo que labranza y crianza, con que se puedan susten- los herejes de Europa estarían imposibilitados tar más cómodamente que en la isla”44. Apoya de abastecerse al carecer de los brazos que su argumentación en los postulados del doctor hagan producir la tierra41. Juan Duns Escoto, teólogo escolástico y filósofo

38 “Los motivos que dan mérito a justificar la trasplantación que se intenta hacer de los indios de la isla de la Mocha a los términos de esta ciudad se verifican por las razones siguientes. Fray Bernardo, obispo de Santiago de Chile; 5 de agosto de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 498. 39 Ibídem, f. 499. 40 Ibídem. 41 Ibídem, fs. 499-500. 42 Ibídem, f. 501. 43 Ibidem, f. 502. 44 “Informe sobre la misma materia de Fray Tomás Moreno, provincial de los Franciscanos; Santiago, 26 de septiembre de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 504.

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medieval escocés para quien “el príncipe cris- c) Si era lícita la trasmigración en razón de tiano lícitamente puede bautizar a los hijos de la defensa frente al enemigo pirata por los infieles sus vasallos, aunque éstos lo repug- parte de los españoles o por parte de los nen, y por el peligro de subversión, quitárselos indios. y transportarlos a donde tengan la instrucción y educación”45. En el fondo, el provincial de los En torno al primer punto, la postura del franciscanos manipuló los estereotipos de la franciscano es que el delito señalado no da- “gentilidad” y la “fiereza” de los indios, pero ría pie a la trasmigración, porque aunque los a la vez, y ligado a esto último, la de su “bar- indios hubiesen realizado comercio ilícito con barismo”, ya que los naturales estaban incapa- los enemigos de España proveyéndolos de ví- citados de tomar las decisiones adecuadas no veres, se entiende que lo hicieron presionados solo para sí mismos, sino para con sus propios por el miedo de una eventual represalia. Es hijos al condenarlos a permanecer en la mise- importante destacar que Fray Alonso Briceño rable e idolátrica vida que ellos han llevado. sustentó esta postura en el dato de que los Resulta de sumo interés observar que la re- naturales se vieron obligados a entregar sus flexión de este religioso estuviese centrada, en propias mujeres al enemigo a fin de no ser último término, en el bienestar de los infantes, agredidos, hecho que bien sabemos jamás ocu- posición que le permitió elevarse sobre el es- rrió, según consta en la retractación del lonko trado de la “ética” para enjuiciar la conducta Aguigüenu abordada en líneas previas. De esta de las generaciones adultas. manera, es fácil conjeturar que cuando menos algunos de los informantes sustentaron sus ar- Pero, paralelamente, el sacerdote fran- gumentos sobre la base del conocimiento de ciscano se sitúa también en un nivel jurídico- hechos fragmentarios e incluso irreales. político ya que, argumenta, siendo los mocha- nos vasallos del rey, y a pesar del derecho de En lo que respecta al segundo punto, gentes a vivir en sus tierras, “por el bien y la postura del consultado es igualmente ne- utilidad de sus almas podrán ser transporta- gativa como fundamento de legitimación del dos en nombre del rey, para que reducidos a desarraigo, ya que en sus palabras “los pre- estado político, estén más hábiles para recibir dicadores evangelicos devemos especialmente la fe”46. Como en el caso anterior, nuevamen- seguir la doctrina y pasos de Jesucristo, nues- te se están ponderando las virtudes del homo tro Diuino Maestro, quien busco personalmen- civitatis, el ser que al someterse a las normas te a los pecadores e infieles, y embio diversas de la vida social y política, es capaz de con- veses a sus Apostoles a predicar su sagrada trolar sus instintos naturales, moderar y hasta doctrina, como refieren en tantas partes los domesticar sus pasiones, y en la calma de los quatro Evangelistas. Y assí Apostol quiere de- espacios normados hallar siempre la mejor al- cir embiado, legado, embaxador”47. Por esto, ternativa para alcanzar sus fines. los naturales no pueden ser erradicados de su tierra en función de la predicación evangélica, Apenas diez días más tarde, el tam- antes bien, deben ser buscados y doctrinados bién franciscano Fray Alonso Briceño, informó al interior de ella. Es más, si por causa de la su parecer a las autoridades, reduciendo la predicación se hiciera lícito desarraigar a las consulta del gobernador José de Garro a tres gentes de su terruño, entonces la religión cris- puntos: tiana se haría odiosa. Argumenta, finalmente, que si bien en el Segundo Concilio Limense se a) Si era lícita la trasmigración de los natu- ordenó que la población espaciada por diver- rales por el delito de comercio y confede- sos ranchos se reduzca a pueblos, esta disposi- ración con el enemigo. ción no implica una trasmigración, aunque sea a una zona de igual clima que la originaria. b) Si era lícita la trasmigración por las facilida- des que implicaría para la evangelización. Pero es en el tercero y último de los

45 Ibídem. 46 Ibídem. 47 “Informe del franciscano Fray Alonso Briceño, 3 de octubre de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 525.

42 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO puntos que el religioso muestra una postura cualquier ciudad, teniendo orden para ello, su decididamente opuesta a las anteriores, ya era ofensiua y perniciosa a las otras partes de que según su concepto la defensa tanto de este Reyno podra aser lo mismo con toda justi- la soberanía española como de la integridad ficación respecto de la ysla de la Mocha, aun- de los indios eran motivos válidos para tras- que sus agitadores fuesen ynofensissimos y li- ladar a los naturales de sus tierras de origen. bres de toda culpa en el seruicio de el Rey”51. A La seguridad del reino, que implicaba garan- esto el religioso suma la inconstante naturaleza tizar los intereses del rey y el bienestar de de los indios, quienes están “vehementemente sus vasallos (en este caso, los naturales), era notados de infidelidad”52, apreciación similar a una condición que se imponía por sobre todas la de Moreno. las ya señaladas, de modo tal que “por la una y otra defension no solo puede, sino es que Los fundamentos de legitimación del deue en conciencia Su Señoría usando de la traslado fueron ponderados en forma algo dis- potestad dominatiua transmutar a los susodi- tinta por Fray Pedro de Oro Bustamante, vi- chos indios de su natural domisilio, habitación cario provincial de la Merced. En un extenso y Patria”48. Junto a esto, el religioso refuerza informe, el sacerdote consideró tres variables su argumentación en el riesgo que involucra la a considerar: “veleidad natiua [por la cual los indios] estan expuestos a socorrer al enemigo corsario, y a) “Es muy conforme al derecho natural y de aun a sembrar cada dia mas con la codicia de las gentes que los hombres viuan vida po- los tratos y contratos con dichos enemigos”49: litica sociable”53. nuevamente aflora la idea de la naturaleza in- constante de los indios, es decir, poco leal e b) Los indios deben ser evangelizados donde inclinada irremediablemente a la traición. “con mas comodidad puedan ser indus- triados en la religión catholica”54. Una postura similar había manifestado Fray Ramón de Córdoba solo un mes antes. Este c) Por razones de seguridad, se debía evitar capellán sopesó los motivos de la transportación que recibieran apoyo de cualquier tipo de los mochanos, reduciéndolos básicamente a “los enemigos de la Corona de España y dos: las ventajas que significaría para la educa- pyratas del mar”55. ción cristiana de los naturales, y la seguridad del reino. En primer lugar, el religioso consi- Los tres fundamentos fueron considera- deró que el reparto del pasto espiritual entre dos como favorables y suficientemente legiti- los indios no podía justificar un desarraigo, ya mantes por el religioso, para obligar a los na- que “assi nos lo enseño Cristo por nuestro bien, turales a abandonar la isla. En lo que se refiere enviando a sus apostoles”50. Pero al igual que al primer punto, Pedro de Oro destacó que la Fray Tomás Moreno, estaba convencido de que poca comunicación y comercio que imponía la seguridad del reino era una prioridad que una vida insular hacía que los mochanos fue- se superponía a cualquier otra consideración, ran de una condición similar a la de las fieras, ya que antes que todo debía preponderar “la vale decir, de escasa o nula virtud racional. causa y bien público al particular [por lo cual] De esta manera, “siendo esto tan contrario a con la misma justificación que pudiera Vuestra la naturaleza sociable del hombre, no parece Señoría, en nombre de Su Majestad despoblar justo dexarlos en este estado”56. Ya a fines de

48 Ibídem, f. 528. 49 Ibídem, f. 529. 50 “Informe de Fray Ramón de Córdoba, 28 de agosto de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 514. 51 Ibídem, f. 515. 52 Ibídem. 53 Informe de Fray Pedro de Oro Bustamante, vicario provincial de la Merced, 20 de septiembre de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 506. 54 Ibídem, f. 508. 55 Ibídem, f. 511. 56 Ibídem, f. 506

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la centuria precedente el padre José de Acos- sacarlos de la ysla y ponerlos en parte donde ta, en su clasificación de las formas de orga- con la comunicación y trato, assi de ministros nización de las sociedades americanas, había Españoles como de curas y sacerdotes, apre- situado a los habitantes del área centro-sur de hendan a vivir políticamente, pues sola esta Chile en un nivel inferior al de mexicas e incas, humana policía seria bastante a que parecies- ya que vivían en poblados y no en ciudades, y sen racionales y no fieras”58. no estaban gobernados por reyes sino que por consejos, excepto en los momentos de conflic- En lo que respecta a la superación de to en que escogían a un líder cuya autoridad los impedimentos que dificultan la evangeli- desaparecía tan pronto el peligro cesaba. En zación, Pedro de Oro estableció su legalidad palabras del sacerdote jesuita (1590: 305), es- en las obligación ineludible que tenían los so- tos indios vivían “en comunidades y behetrías, beranos de España de propagar la fe en sus donde hay alguna más orden y asiento, como reinos. En consideración de los deberes reales son hoy día los de Arauco y Tucapel en Chile”, en este campo, el sacerdote informó al gober- con lo cual ubicaba a los reche-mapuches en nador su parecer de que debía “poner los me- un nivel intermedio entre las civilizaciones y el dios convenientes a la doctrina y enseñanza salvajismo. Es dentro de esta lógica que Pedro deste gentío, por ser muy conforme al zelo de de Oro establece su argumentación, ya que la nuestro Catholico Monarca [...] Y no auiendo precaria condición social y política de los na- otro medio, sino extraerlos y transportarlos de turales los hacía seres incapaces de velar por la ysla al lugar mas acomodado a la comunica- su propio bienestar, actuando de esta manera ción y comercio de Ministros Evangelicos, hallo bajo el manto de la más completa ignorancia. por precisso el hacerlo”59. La postura, como es Nos dice el sacerdote en su informe que: fácil de comprobar, es radicalmente opuesta a la de los franciscanos. “muchos y graues Doctores en derecho son de parecer que puede el Principe y los que Finalmente, la discusión de la última en su nombre gobiernan hacer colonias y variable, el peligro de que los piratas y ene- transportar sus vasallos y subditos a otros migos de España se abastecieran en la isla se lugares o ciudades [...] Y si esto es assi, asentó, en parte, sobre un supuesto igualmen- con mucha mas razon seria conveniente te distinto del planteado por los hijos de San sacar a los yndios que viven en los cam- Francisco. Recuérdese que para Fray Alonso pos, montes e yslas desiertas, y reducirlos Briceño la ayuda en bienes que los naturales a poblado en villas o ciudades, para que brindaron a los navegantes no podía ser con- sean instruidos mas comodamente en el siderada como un fundamento legitimador estado politico y religión católica, sin que del desarraigo, ya que los indios de seguro sirva de ambaraso su repugnancia, pues se vieron en la obligación de hacerlo ante la no se deve estar a su querer o no querer, amenaza de los europeos. Para el merceda- quando la comun utilidad y conveniencia rio, en cambio, el auxilio brindado se fundó publica lo pide [...] Y es muy de la grande- más bien en el hecho de que “esta gente es za y piedad del Principe, y de la Republica facil, [por lo cual] ay causa de temer la con- Cristiana, que a los que asi repugnan sus federacion de ellos con nuestros enemigos”60. mismas conveniencias por falta de conoci- De esta manera, la necesidad de seguridad miento y discreción, obligarlos aunque no del reino así como la naturaleza inconstante quieran, y ampararlos y conservarlos, aun de los naturales —nuevamente se actualiza contra su gusto”57. este estereotipo— se amalgaman para con- formar los dos caras de una moneda que le- De esta manera, el religioso merceda- gitime la transportación de los mochanos, los rio concluyó en este punto que “el remedio que “por la cortedad de sus entendimientos, que yo hallo para reducirlos a vida racional, es yerran muchas veces mas de ignorancia que

57 Ibídem, fs. 507-508 58 Ibídem, f. 506. 59 Ibídem, f. 510. 60 Ibídem, f. 511.

44 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO de malicia”61. No desconoce Pedro de Oro que en ella “habitan como fieras, ya que los indios al mudarlos también se velaba por su propia son gentiles y bárbaros, sin policía ni pobla- seguridad, pero en la balanza de los intere- ción”65. Sin pretender reiterar puntos que ya ses la tranquilidad del reino era el factor de hemos tocado, el sacerdote jesuita integra mayor peso, dado que “de los dos estremos es breve y directamente los principales estereo- mas racional que padescan ellos la privación tipos en uso en aquella época para referirse y transportación de su natural, que el todo el a los indios: su incontrolada fiereza, su des- Reyno las invasiones que se temen de Europa apego a la verdadera fe, su carencia de orden [...] pues el bien publico se debe preferir al en las costumbres y forma de vida, así como particular, como tambien es precisso cortar el la falta de estabilidad de sus asentamientos, miembro encancerado, porque no se apodere son epítetos que complotan para conformar un de todo el cuerpo el cancer”62. cuadro poco afortunado de quienes, en últi- ma instancia, también eran súbditos del rey. Una visión más providencialista había Avala la intervención real ya que el Monarca presentado un par de semanas antes Fray An- Político tiene el deber de conservar a sus vasa- tonio de la Cruz, prior provincial de la Orden llos en vida política para la observancia de la de San Agustín. En un breve informe hacía no- ley y costumbres morales a que están obliga- tar que todo lo sucedido en la isla unos meses dos todos los hombres, “lo cual mal se puede atrás había sido fruto de la intervención di- ejecutar sin que los hombres se reduzcan a vina, la cual “permitió que aquellos varbaros cierto estilo de vida sociable, político y civil, cometiesen la traision de socorrer al pirata estando sujetos a una cabeza que los gobierne para que de esta culpa se originase el sacarlos en equidad y justicia, y todo esto se ejercita de sus tierras y predicarles para que admitan en las poblaciones de ciudades, villas o pue- nuestra Santa Fee”63. En otras palabras, fue blos”66. La condición de sociedades acéfalas, la voluntad de Dios, interesado en que la fe carentes de una autoridad visible, permanen- se difundiese en esas almas idolátricas, la te y respetada (como los reyes) era considera- que sentó la posibilidad legal (legitimante) de do como otro factor de retraso, un vértice más intervenir en la isla dada la traición en que del barbarismo de los indios. El sometimiento habían incurrido sus moradores. Sin embar- a esquemas jerárquicos era un requisito sine go, el oportunismo del agustino se reveló con qua non de la civilidad, en el que cada grupo prontitud, ya que para asegurar que una vez o estrato ocupaba un lugar compatible con sus trasladados no volviesen a la isla, ofreció al posibilidades naturales: así como en la natu- gobernador José de Garro proporcionarles tie- raleza había una cadena de fieras mayores y rras “en una posession donde mi communidad menores, en el edificio social correspondía a tiene los ganados de su sustento llamado Lon- cierto grupo de personas (políticos, magistra- cotome [...] donde se les pondran obreros del dos, intelectuales) ocupar la cúspide del sis- Santo Evangelio para que les prediquen y se tema, en tanto que el camino hacia la base se bautisen en onrra y gloria de Dios y christiano identificaba con una degradación igualmente celo de la Real Magestad”64. acorde con la naturaleza espiritual y la capa- cidad intelectual de sus unidades constitutivas En el mismo mes de septiembre de (Pagden 1988: 107-108). Por esto Antonio Ale- 1684 el padre Antonio Alemán, provincial de mán avaló la idea de la transportación, ya que los jesuitas, ponderó al igual que los anterio- a su entender era políticamente correcto tras- res religiosos la dificultad que implicaría con- ladarlos a tierra firme para que se reduzcan a vertir a los indios en su propia isla, puesto que vida política y sociable, “propia de hombres

61 Ibídem, f. 513. 62 Ibídem, f. 512. 63 “Informe de Fray Antonio de la Cruz, prior provincial de la Orden de San Agustín, 2 de septiembre de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 516. 64 Ibídem. 65 “Informe del Padre Antonio Alemán de la Compañía de Jesús, Provincial desta Provincia de Chile, sobre la transportación de los indios de la Mocha; 12 de septiembre de 1684”, B.N.O.M., t. 323, f. 517. 66 Ibídem, f. 518.

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racionales, y esto solo se puede conseguir al A esto sumaban la ventaja que signifi- haber una cabeza que los gobierne conforme a caba desalojar la isla para impedir que las na- las leyes de España”67. Finalmente, el religio- ves enemigas se abastecieran en sus costas. so invoca los deberes de la donación papal, se- gún la cual los Reyes Católicos y sus sucesores 4. Conclusión estaban obligados a evangelizar a los gentiles. La reducción en el continente permitiría cum- A partir de la década de 1570 estuvo plir al mismo tiempo con los deberes políticos en la agenda de la Corona británica la idea y religiosos de la Corona para con sus súbditos, de explorar y explotar tierras al sur de los do- por lo que la postura del padre Alemán se sus- minios ibéricos en América. La exitosa circun- tenta en un principio práctico (muy propio de navegación del globo encabezada por Francis los jesuitas): alcanzar los objetivos del modo Drake en 1579, y la fracasada expedición de la más eficiente, directo y rápido posible. Armada Invencible en 1588, dieron a Inglate- rra el aliento y la llave para adentrarse en las No deja de llamarnos la atención que latitudes oceánicas que hasta ese momento las reflexiones y propuestas de Fray Antonio eran monopolio de castellanos y lusitanos. A Alemán parecieran ir en contra de la conoci- partir de este instante, el candado que sella- da tendencia de los jesuitas por amparar los ba la navegación de las hasta entonces tran- derechos de los naturales. Sin embargo, el quilas aguas del Mar del Norte y del Mar del mismo documento revela el fuerte apoyo que Sur fue roto por la intromisión de naves mejor tuvo este sacerdote de parte de otros corre- equipadas y tripulaciones mejor entrenadas. ligionarios de la orden, como fue el caso de La ondulante alfombra azul que rodeaba al los padres Miguel de Viñas, Tomás de Gamboa, continente americano dejó de ser el tapete Juan de Mendoza, Ignacio Alemán, Luis de exclusivo del mundo ibérico. Santisteban y Esteban Santos. La situación de incertidumbre que se Finalmente, el informe de los oido- vivía en las posesiones del Pacífico meridional res de la Real Audiencia mostró una voluntad obligó a las autoridades a barajar alternativas igualmente convergente en la transportación drásticas que permitieran paliar tan difícil co- de los mochanos. A pesar de reconocer que se yuntura. La seguridad del imperio primó por trataba de indios de paz, el hecho de que nun- sobre el derecho tradicional de los indígenas ca hayan sido doctrinados ni enseñados en las de isla Mocha. El gobernante José de Garro, cosas de la Santa Fe era fundamento suficien- empeñado en eliminar un foco de inseguridad, te para justificar la mudanza: buscó los medios jurídicos, políticos y éticos necesarios para legitimar el despueble de un “es de advertir que aunque no devan ser sistema insular que detentaba una ocupación compelidos directamente a rresiuir el bau- de más de 3 mil años. Las alternativas bara- tismo pueden ser rremouidas por el Prin- jadas giraron en torno al problema de una sipe todas aquellas causas que impiden la eventual traición que nunca pudo ser probada predicación del evangelio y la recepción (algunos de cuyos declarantes fueron incluso de la Catolica Fe y si en la isla de la Mocha manipulados), y a los estereotipos que daban se a reconocido dificultad en que estos yn- sentido, en el discurso español, a la imagen dios puedan ser doctrinados y que en ella del reche-mapuche como un bárbaro, idólatra tengan pasto espiritual, esta con este mo- y desleal. tivo justificada su transportación a parte mas comoda”68.

67 Ibídem, f. 519. 68 Informe de los Oidores al presidente en que indican la convivencia de que los indios que habitan la isla sean transportados al continente, 25 de agosto de 1684, B.N.O.M., t. 323, f. 495.

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Bibliografía en Boletín de Historia y Geografía, Universi- dad Católica Raúl Silva Henríquez, Chile 15: Fuentes manuscritas: 117-151.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Mapuche-huilliches e hispano- criollos en Valdivia. Cartas de petición y procesos de articulación en el período colonial tardío

María Pía Poblete Segú* Aceptación: Diciembre - 2007 Aprobación: Abril - 2008

RESUMEN Se analiza un conjunto de “cartas de petición” enviadas por caciques o “ulmenes” mapuche-huilli- ches a autoridades de la Plaza de Valdivia en el período colonial tardío. Estos escritos, aunque escasos en número, revelan nuevas dimensiones para explorar las relaciones interétnicas en la jurisdicción colonial de Valdivia. Su análisis ilumina las formas en que los mapuche-huilliches han usado y valorado los documentos escritos. Se argumenta que la producción de estos escritos fue una práctica frecuente para un sector de la sociedad mapuche-huilliche en este período, que no se explica solo por la integración de hijos de caciques en colegios, sino también a partir de la temprana y continua interacción entre hispano-criollos y mapuche- huilliches.

PALABRAS CLAVE: mapuche-huilliches, escritura indígena, relaciones interétnicas, Valdivia colonial.

ABSTRACT Petition letters sent to authorities in the government of Valdivia, during the late colonial period by mapuche-huilliche caciques or “ulmenes” are analized. Although scarce, these letters provide a different approach to explore interethnic relationships in the colonial district of Valdivia. The analysis of these docu- ments illustrates the different ways the mapuche- have used and valued written documents. It is argued that their production was a frequent practice for a group of them, which cannot be explained by the education received in schools by their children only, but also by the early and continuous interaction between spanish and mapuche-huilliche people.

KEY WORDS: mapuche-huilliches, indian writing, interethnic relationships, Valdivia colonial.

* Instituto de Ciencias Sociales, Universidad Austral de Chile, [email protected] Este trabajo ha sido elaborado como parte del Proyecto Fondecyt N°1050309. La autora agradece los comentarios del Dr. Jorge Hidalgo L.

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Introducción desplazaron cambiando las líneas de demarca- ción entre el mundo “interno” de cada socie- Las relaciones entre hispanos y mapu- dad y el universo “externo”, entre lo local y ches se construyeron en múltiples contextos. lo global (cf. Comaroff y Comaroff, 1992: 98). Entre estos se han descrito diversos encuentros Las relaciones entre misioneros e indígenas, ‘diplomáticos’ o “parlamentos” entre repre- entre indígenas y soldados, entre caciques y sentantes de ambas sociedades1. En Valdivia, gobernadores de la Plaza acontecieron en un territorio mapuche-huilliche2, estos encuen- contexto de luchas de los agentes por la de- tros diplomáticos consistían en visitas anuales finición de esferas relativamente autónomas a la Plaza de los caciques “amistados”; “par- para obtener control sobre espacios en dispu- las” en Valdivia o en el territorio mapuche- ta. En este escenario los huilliches incorpora- huilliche para confirmar el estado de paz, es- ron tempranamente el conjunto de derechos tablecer misiones y presentar nuevos caciques que la Corona establecía para las sociedades amigos, y un parlamento general que se rea- nativas usando estratégicamente la escritura lizaba una vez durante cada mandato de un y, como otros grupos en espacios muy lejanos, gobernador reuniendo caciques y “ulmenes”3 utilizaron las “fisuras percibidas en las clases de la jurisdicción. Junto a estos encuentros in- gobernantes, elevando […] quejas contra las terétnicos, altamente ritualizados, estuvieron autoridades locales a las autoridades centra- aquellos contactos cotidianos que llevaron al les” (Van Voss, 2001:6) presentando demandas mestizaje e integración de grupos e individuos escritas y solicitando documentos para asegu- indígenas en la “clase de españoles”4 o a la in- rar los acuerdos alcanzados, maniobrando a versa. Sin embargo, como sabemos desde Bar- través de cartas de petición en distintos nive- th (1976), la interacción social no disuelve los les de las estructuras jurídico-administrativas límites entre los grupos étnicos, más bien los y políticas hispanas. confirma y actualiza. De este modo, la circula- ción de individuos entre la Plaza de Valdivia y La escritura indígena en Valdivia colonial5 el territorio indígena independiente movilizó todo tipo de recursos materiales e informacio- “la escritura puede ser todo lo que noso- nes en ambas direcciones, desdibujando dife- tros logremos leer en ella”: ante todo, lo rencias y formando nuevas realidades, pero que concierne a los hombres que la han los límites sociales no desaparecieron, solo se usado y su mundo6.

1 Sobre parlamentos en la Araucanía ver Méndez, 1982; Villalobos, 1995; Zavala, 1998. Para la jurisdicción de Valdivia no existen investigaciones sobre los parlamentos, aunque han sido tratados por Guarda, 2000 y Vergara, 2005. Este último autor señala que “…a diferencia de lo que ocurrió en la Araucanía, los parlamentos en Valdivia parecen no haber sido nunca ‘universales’ (la expresión es de Ambrosio O’Higgins), es decir no congregaron al conjunto de agrupaciones indígenas de la región” (2005: 107). En los parlamentos que detalla este autor, todos los de la jurisdicción de Valdivia corresponden a reuniones citadas con algún fin particular: presentación de caciques de Río Bueno, preparativos y confirmación de la aper- tura del camino a Chiloé, parlamentos posteriores al alzamiento de 1792. Guarda (2000:16) entrega las listas de agasajos y gastos de estos parlamentos, destacando que algunos alcanzaban un gasto considerable. 2 Se considera territorio mapuche-huilliche o huilliche aquel situado al sur del río Toltén, en este habita la sección meridio- nal del pueblo mapuche, los mapuche-huilliches o huilliches. Esta división ha variado históricamente, pero se seguirá aquí, porque es la que suscita mayor consenso entre historiadores y antropólogos que estudian esta área. 3 Según Febrés (1764:490) “Ghùlmen- Cazique, y hombre rico y de respeto”. Aquí se usa cacique y porque los docu- mentos hispanocriollos refieren a ambos, probablemente destacando la diferencia entre los caciques gobernadores que reciben bastón, nombrados huinca ghùlmen según Febrés, y aquellos que tienen autoridad entre los indígenas aunque no tengan bastón o mapughùlmen. 4 Fr. Francisco Xavier de Alday en carta enviada al Sr. Gobernador Alexandro Eagar en 1807, AFCCh. Vol. 10 fojas 48 a 55 vta. La cita indica que: “En el día han desaparecido todos estos indios que podian componer la Misión, ó agregándose á la clase de los Españoles ó muriendo con las repetidas pestes…y esta de manifiesto que todos los terrenos que ocupaban estos Indios, son hoy posesion de españoles, ó por herencia, ó por compra á los que fueron sus legitimos dueños.”. El destacado es mío. 5 Valdivia estuvo sujeta a cambios durante el período considerado en la investigación (aproximadamente 1770 a 1848); los lí- mites espaciales del antiguo Gobierno y luego Provincia de Valdivia estaban, al norte en el río Toltén, fijándose a principios del siglo XIX en el río Cautín o Imperial; el límite sur fue por mucho tiempo el río Bueno y a partir de 1796 el río Maipué; el límite oeste el mar, y el este, la cordillera nevada. En 1797 Osorno pasó a depender del virreinato, hasta que en 1802 se reintegró, volviendo el límite sur al río Maipué. En 1826 se decretó una nueva división administrativa en la que se ratificó la antigua jurisdicción de Valdivia entre el río Toltén y el Maipué pero bajo el nombre de provincia. Finalmente, en 1861, cuando se formó la provincia de Llanquihue, el departamento de Osorno dejó de pertenecer a la provincia de Valdivia. 6 En Petrucci, 2002:9: “Según Giorgio Raimondo Cardona, historiador de las escrituras y de las lenguas, ‘la escritura puede ser todo lo que nosotros logremos leer en ella’: ante todo, lo que concierne a los hombres que la han usado y su mundo”. 50 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO

A través del análisis de un conjunto de tempranos e incuestionables trasvases de indi- cartas escritas por caciques y ulmenes mapu- viduos e información entre el mundo español che-huilliches a autoridades de Valdivia, en el y el indígena. período colonial tardío, es posible aprehender el significado otorgado a la escritura y el uso Carlos Lázaro ve el respeto de los ma- que se le dio en la interacción entre mapuche- puches a la legalidad escrita como un ejemplo, huilliches e hispanos en Valdivia. Como ha se- aunque marginal, del uso generalizado que hi- ñalado Petrucci, la apropiación de la escritura cieron otros indígenas sometidos al gobierno no dependió de la existencia de una sociedad colonial de los mecanismos jurídicos que la altamente alfabetizada, por el contrario, una Corona les concedía. Este autor llama la aten- de sus expresiones más frecuentes en el con- ción sobre el siguiente texto de Rosales que texto colonial “el fenómeno de la ‘delegación destaca el papel de los cautivos en la difusión de escritura’ es antiguo y característico de de estas prácticas en el siglo XVII: sociedades parcialmente alfabetizadas en las que, sin embargo, las estructuras públicas, es- “de tal suerte que los indios de Osorno y tatales o municipales, fuertemente burocrati- Cunco que son fronterizos de los españoles zadas exigen de los ciudadanos o súbditos, en de Chiloé, viendo que ni juramento ni pa- vista de finalidades fiscales, administrativas, labra real se les cumplía, y que si daban la judiciales, declaraciones autógrafas o suscrip- paz luego les maloqueaban con cualquier ción autógrafa” (Petrucci, 2002: 30). pretexto, tomaron como medio pedir el sello real, porque algunos cautivos espa- Los escritos analizados corresponden ñoles les habían dicho el respeto que se a aquellos generados como parte de intermi- tenía al sello real” (2002:228). nables procesos de negociación a los que se vieron expuestas las colectividades indígenas. En este contexto, la temprana valora- Para Lienhard, estos textos “escritos, dicta- ción de la escritura fue resultado de la com- dos o dichos” por indios forman parte de una prensión de un segmento de la sociedad ma- textualidad indígena, pero no son “literatura puche-huilliche de la existencia de un marco indígena”; según este autor, estas colectivida- jurídico-administrativo colonial al que podía des crean un discurso distinto, capaz de llegar acceder para asegurar cierto respeto a los a los extraños, adversarios o posibles aliados; acuerdos. Para estos fines, la alfabetización estos discursos destinados a los extraños se de los caciques no era esencial, las prácticas inscriben en una relación conflictiva entre co- de delegación de escritura funcionaron con lonizado y colonizador, desarrollando un diá- bastante éxito hasta avanzado el siglo XIX. logo intercultural que mostraría un enfrenta- miento entre la cultura impuesta y la propia, La difusión de la escritura se amplió fundamental para conocer los procesos de in- con el envío de hijos de autoridades mapuche- teracción cultural entre indígenas e hispanos huilliches a estudiar, una práctica presente en (1992:XII-XIII). Valdivia desde su refundación, a mediados del siglo XVII. Desde la perspectiva indígena la de- Estas cartas y los indicios encontrados cisión de alejar temporalmente a los jóvenes en diversos documentos administrativos y mi- para enviarlos a estudiar no debió estar exenta sionales muestran que la práctica de escribir de desacuerdos e incertidumbre7, pero proba- peticiones era bastante frecuente para un blemente fue visualizada como una estrategia sector de la sociedad mapuche-huilliche en la que permitiría controlar, intervenir y fiscalizar segunda mitad del siglo XVIII. La apropiación los tratos con los hispanocriollos. Existen ante- y valoración de la escritura se relaciona con cedentes que revelan que hubo un flujo conti-

7 Un antecedente que muestra la resistencia de los mapuche-huilliches a alejar sus hijos de las parcialidades en la segunda mitad del siglo XVIII es entregado por Fr. Pedro Valcárcel, misionero de la Mariquina, quien, frente a la idea del Gobernador Joaquín Espinoza para que envíe algunos niños de su misión a estudiar en Valdivia, propone que se apoye el establecimiento de una escuela en la misión, contesta que no ve posible enviarlos a Valdivia “…practicaré las diligencias Correspondientes para el Establecimiento de Esquela en esta Mission instando á sus Indios para que me entreguen sus hijos. En la inteligen- cia, de que los dichos, ni los querrán dar, ni yo pienso pedirselos para otra parte; porque de qualquier resulta adversa que tuviesse alguno, aunque fuesse Cassual; para con ellos serian Responsables los Missioneros, y seria esto Suficiente Motivo para mirarlos con desafecto, y no entregar en lo de adelante sus hijos”. AFCCh, Vol. 3.

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nuo, aunque muy selectivo, de hijos de caci- escribían en un tono respetuoso que mostraba ques que salieron de sus tierras a educarse en que el “suplicante” no intentaba cuestionar la Valdivia, Concepción y posteriormente Chillán. estructura de poder establecida, lo que según Guarda (1976) indica que varios jóvenes huilli- el autor tendría sentido porque las peticiones ches estudiaron bajo la tutela de gobernadores eran dirigidas, usualmente, a los niveles más de la ciudad y destaca los casos de los “caciques altos de esta estructura de poder. gobernadores de Toltén” Martín de las Cuevas y Francisco de las Cuevas y Quilacán, descen- La comprensión de las peticiones hui- dientes de un español cautivado después de lliches debe considerar las características de la destrucción de Valdivia, quienes recibieron esta área, denominada en ocasiones la “fron- educación en colegios jesuitas (Guarda, 1968). tera de arriba” (Urbina, 2005) y las transfor- Finalmente, los archivos del Colegio de misio- maciones profundas generadas a partir de neros franciscanos de Chillán, muestran que en 1750, por el aumento progresivo del contacto las últimas décadas del siglo XVIII hubo un gru- hispano-indígena hacia el sur del río Calle- po de hijos de caciques huilliches de Cudico, Calle. Las peticiones fueron escritas en el Dallipulli, Río Bueno y Rahue que estudiaron período de expansión de la Plaza de Valdivia, en el Seminario de Naturales de Chillán, conti- que transcurrió entre 1750 y 1820 (Vergara, nuando algunos sus estudios en Santiago. 2005) en el que se concretó el sometimiento de los huilliches (después del levantamiento Las cartas de los “ulmenes” mapuche-huilliches de 1792) y la incorporación a la Corona del territorio situado al sur del río Bueno. Estos procesos de apropiación de la es- critura se evidencian en la circulación de un El establecimiento de fuertes, misiones conjunto de cartas enviadas a distintas auto- y colonos españoles en el territorio indígena ridades hispanocriollas por caciques y “ulme- tuvo como consecuencia la instauración de un nes” mapuche-huilliches de la jurisdicción de nuevo orden de relaciones con los mapuche- Valdivia. Las cartas están fechadas entre 1766 huilliches que es representado en el conjunto y 1808 y junto a ellas se incluyó dos documen- de documentos que provienen de “reduccio- tos que refieren a escritos enviados, uno por nes” donde había misiones y funcionarios de el cacique Manuel Queipul en 1809 y otro por indios. Las cartas muestran los vínculos gene- indígenas de Niebla, en 1815. A continuación rados por huilliches con funcionarios de indios se muestra un cuadro resumen (en página si- y comerciantes, quienes inscribían en papel guiente). estas peticiones, ya por sus lazos de paren- tesco, ya a cambio de productos de “la tie- En su estructura formal estas comuni- rra”. Estos documentos también representan caciones son “peticiones”, esto es, “deman- las tensiones generadas por esta expansión, das por un favor, o por compensación de una mostrando las estrategias mapuche-huilliches injusticia, dirigidas a alguna autoridad” (Van para resistir y adaptarse a este nuevo orden, Voss, 2001:1). Para Van Voss, estas peticiones destacando en ellos las negociaciones destina- son posibles cuando “se considera que la dis- das a neutralizar la acción de los misioneros. tribución de justicia y la generosidad forman Por otro lado, un elemento clave representado parte importante de gobernar, por lo tanto, en estas peticiones, se relaciona con un hecho los que gobiernan difícilmente pueden negar muchas veces ignorado al examinar las rela- a sus gobernados el derecho de acercarse e ciones interétnicas hispanomapuches, a saber, implorarles que ejerzan justicia o les otorguen que la categoría “españoles” rara vez funcio- un favor”8 (2001:1). El carácter de estas peti- nó como un todo integrado. Las cartas mues- ciones dependía del contexto de su presenta- tran las tensiones entre diferentes agentes ción, si eran individuales o grupales, el tipo de estatales: autoridades misionales que recla- autoridad a la que se dirigían y las prescrip- man contra el gobernador de la Plaza, a favor ciones para su presentación, pero siempre se o en contra de los huilliches; misioneros que

8 En mi traducción, el original dice: “Petitions are demands for a favour, or for the redressing of an injustice, directed to some established authority. As the distribution of justice and largesse are important parts of ruling, rulers can hardly deny their subjects the right to approach them to implore them to exercise justice, or to grant a favour”.

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Listado cronológico de las cartas analizadas

ÁREA DE FECHA UBICACIÓN EMISOR DESTINATARIO PROCEDEN- MOTIVOS/CONTENIDOS CIA EMISOR 1766 A.N. Capitanía Manuel de las Cuevas Culacan Gobernador de Jurisdic- Solicitan se instale misión General Vol. “gobernador de mi juris- Valdivia Félix ción de en sus tierras. 537 fojas 211 dicción de Toltén” con su de Berroeta Toltén vta. a 213. “capitanejo” y “caciques” de su parcialidad9 1789 A.N. Capitanía “Caciques embajadores” Gobernador de Jurisdic- Piden se libere de prisión General, Vol. Trangol, Queipul y Catriguala Valdivia Maria- ción de Río al soldado Mariano Arango 315. f. 164. no de Pusterla Bueno y de Valdivia “pariente muy Rahue cercano” de Trangol. 1796 En Guarda, “Cacique principal” Tomás Gobernador de Reducción Por su pobreza, pide se le 2000:17, Theca Ñancu (primero en Valdivia Juan de San asigne sueldo “a similitud refiere a CM hablar en los parlamentos) Clarke José de la de los que gozan los caci- 4728. Mariquina ques del sur” 1803 A.N. Archivo Cacique de Dallipulli “Ber- Gobernador de Reducción Da gracias al gobernador Judicial de nardo Callvugùru” (Calfun- Valdivia Juan de Dalli- por intervenir con justicia Valdivia, leg. 4 guir o Calvugur) Clarke pulli en pleito por tierras y pide aclare una cláusula escrita en la escritura. 1805 Archivo Fran- Francisco Callimanque R.P. Padre Reducción Quejas sobre maltra- ciscano Cole- “Capitanejo con función de Presidente ¿F. de Arique tos del misionero y por gio de Chillán cacique”, Arique J. Alday? quitarle “una sobrina a su (AFCCh) Vol. servicio”. 10, fs. 237 y 238. 1806 AFCCh, Vol. 10 “Gilmen” Chanquen de Gobernador de Reducción Queja contra los misione- fs. 98 a 102 Quechupulli Valdivia Juan de San ros por apropiarse de un Clarke José de la terreno que le pertenece Mariquina 1808 A.N. Capitanía “Cacique” de Cudico San- Gobernador Reducción Reclaman por sueldos que General, Vol. tiago Aucaguer y “Guilmen” Alejandro de Cudico se les adeudan (Cacique y 508 f. 247. Guichulef Eagar balsero del Pilmaiquen). 1809 AFCCh Vol. 12 “Cacique” Queipul “el nuevo Gobernador Río Bueno No está la carta, sino fojas 11 y 12. Queipul” Alejandro la representación del Eagar gobernador al Presidente de misiones, sobre haber recibido quejas por escrito contra el P. Balzategui; en otro documento de 1807 hay antecedente de quejas del cacique en una visita general a la Plaza, contra el mismo misionero. 1815 AFCCh, Vol. 14 “Indios de la Costa de Nie- Gobernador Costa de Queja por haber, los pa- foja 3 bla” Manuel Loncomilla y An- Francisco Niebla, dres misioneros, azotado tonio Millanco (Millañamcu) Arenas naturales y retenido en su poder a de Isla del sus hijas “por haber parido Rey solteras”. No está la carta sino la representación del gobernador de haberla recibido.

9 Para describir el emisor usé la denominación que aparece en los documentos y conservé la ortografía.

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acusan a funcionarios de indios de no cumplir vanda de las Misiones de Río-Bueno, nom- con sus deberes, misioneros y militares que se brados Tràngòlo, Quèypùl, y Catriguàla disputan el derecho de decidir qué autoridad de los Llanos que cahen acia la parte de religiosa tiene jurisdicción sobre empleados la Ciudad de Osorno; con el devido aca- indígenas, etc. tamiento que deven ante vs. paresen, y dicen: Que ha llegado a su noticia hallarse El panorama evidenciado en las peti- preso en la carzel de èsta Plaza el Solda- ciones no coincide con la imagen de la Plaza do Mariano Arango à mas tiempo de tres y Presidio de Valdivia que describe el historia- años, (Pariente muy cercano del primero) dor colonial valdiviano Martínez de Bernabé en por la muerte que dio a Miguel Coronao, 1782. Este presenta un territorio con límites en circunstancias de haverse visto obliga- fijos “rodeado de indios desde las fronteras de do a ponerse en defenza de su vida por la la Concepción de Chile hasta Chiloé” donde furia con que el finado le acometía, y que- el espacio poblado por españoles alcanzaba ria abasallar, dandole desmedidos golpes, hasta el puerto de Cruces “siete leguas de la como mas largamente consta de la sumaria ciudad río arriba [Río Cruces] que es frontera que de sus resultas se formó contra el ci- de indios, con algunos vecinos i los que hai tado Mariano, à que se refieren”. esparcidos hasta diez o doce leguas de distan- cia”. Hacia el sur, sigue Martínez de Bernabé, Después de explicar que el proceso ha estaba el fuerte de Río Bueno con su guarni- demorado más de la cuenta, por estar proba- ción y las “ocho misiones10 y reducciones de blemente extraviado en la Capitanía General, indios, los soldados que se ocupan de capita- e indicar los padecimientos que está sufriendo nes i tenientes de amigos i son como espías de “este pariente”, finalizan su carta señalando sus intentos” todo lo demás “es poseido i habi- que: tado de estos naturales” (1898: 97). El énfasis del cronista en el aislamiento de la Plaza y su “Por todo ello se ven obligados los expo- representación de una inquietante “frontera nentes (condolidos con estos padecimien- de indios”, contrasta con el espacio más bien tos) a poner en la alta penetracion de vs. y abierto y fluido que transmiten las cartas; pedirle por el expresado Mariano, se digne una zona de múltiples contactos y redes en- con su àcostumbrada, acreditada Caridad, tre españoles, mestizos y huilliches y de una mirarlo con la piedad posible, como Pa- interacción estrecha y continua reflejada en dre y Bienhechor que de estos distritos, las alianzas entre caciques y funcionarios de y darle soltura de la dilatada prision que indios y en la integración entre los vecinos de tolera; o quando lugar no haya, se sirba Valdivia de mestizos, que viven evidentemen- asignarle algun moderado extrañamiento te entre dos mundos. Examino a continuación de esta Plaza y presidio: Por todo lo que= algunos indicios de estas redes que se tejen en Valdivia. A VS. pedimos, y suplicamos se sirva man- dar hacer en todo según y como llebamos Parte de esta trama de relaciones son pedido, que sera merced con gracia que representadas en la siguiente carta escrita en esperamos alcanzar de la acostumbrada la misma década que el texto de Martínez de caridad y benignidad de vs. Bernabé, por los conocidos caciques Queipul, Trangol y Catriguala; transcribo unos párrafos: El Cazique Trangol El Casique Queypul “SEÑOR GOVERNADOR El Casique Catriguala”11.

Los Caciques que en calidad de embaxa- En sus aspectos formales, al igual que dores han venido á esta Plaza de la otra la mayoría de las cartas analizadas, se trata

10 Estas ocho misiones eran la de Valdivia, San José de la Mariquina, Toltén, Costa de Niebla, Arique, Cayumapu, Quinchilca y Río Bueno. 11 Capitanía General, Vol. 315. f. 164. Se extendieron las abreviaturas, pero se conservó la ortografía. Las firmas están en el original en el orden en se presentan, el vocablo “cacique” está escrito con ortografía diferente.

54 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO de una petición sobre un motivo particular fue enviada en un momento propicio, pues que afecta a un individuo y que no envuelve al el Gobernador estaba dispuesto a interceder colectivo que estos “caciques embaxadores” (como efectivamente lo hizo) para asegurar la están representando en Valdivia. voluntad de los caciques para la apertura del camino a Chiloé. ¿Por qué Trangol, Queipul y Catriguala se presentan como “caciques en calidad de Como se desprende del párrafo ante- embaxadores”? Si ponemos atención la carta rior, la autonomía huilliche que duró hasta está fechada en Valdivia, el 26 de febrero de fines del siglo XVIII, se dio en un contexto 1789, es decir, un día después de concluir el de articulación de ambas sociedades y múl- Parlamento que confirmó acuerdos con agru- tiples mecanismos de comunicación, alianzas paciones huilliches para abrir el camino a Chi- y contactos en los que participaron diversos loé y que el gobernador Pusterla aprovechó mediadores culturales entre los que se encon- para ‘amistar’ a agrupaciones huilliches con- traban los lenguaraces, funcionarios de indios, sideradas hasta entonces en continuo conflic- comerciantes, caciques, soldados españoles y to12. Como se dijo anteriormente, la expan- huilliches y trabajadores agrícolas y domés- sión valdiviana y estas intervenciones en las ticos, entre otros. El parentesco del soldado dinámicas internas huilliches se venían produ- Mariano Arango con el cacique Trangol es un ciendo desde mediados de siglo XVIII, pero se ejemplo de estos mecanismos de alianza que incrementaron cuando la sociedad huilliche, conectaban individuos de agrupaciones inde- debilitada por las luchas entre agrupaciones pendientes y aquellos que vivían en la Pla- zonales y la disminución del ganado, se abrió za de Valdivia. Aunque el vínculo de Arango a negociar con los valdivianos para obtener con Trangol no se explicita en el expediente, apoyo y defensa contra los ataques de otras probablemente correspondió a uno de los fre- agrupaciones zonales (Alcamán, 1997). Las cuentes matrimonios entre mujeres indígenas relaciones de Queipul y Trangol con la Pla- (de diversos puntos del territorio: “infiel” y za se remontaban a la década de 1770; en “cristianizado”) y soldados de Valdivia, unio- 1777 Queipul aparece como cacique amigo en nes atestiguadas por informes de misioneros14. la expedición en busca de los Césares (Del- Por otro lado, la representación de parlamen- gado, 1995) y, aunque entre 1782 y octubre tos y las visitas, muestra que estos aconteci- de 1783 estuvo detenido en Santiago, por su mientos tuvieron múltiples dimensiones que supuesta participación en un levantamiento fueron más allá del establecimiento y confir- junto con los caciques Loncochino y Guecha- mación de vínculos entre las autoridades de ñir13, al volver a sus tierras el cacique conti- ambas sociedades. Los parlamentos eran el nuó su relación con la Plaza de Valdivia. De momento propicio para establecer una serie este modo, la presencia de estos caciques en de lazos comerciales, intercambiar productos Valdivia, con la excepción de Catriguala, no y actualizar relaciones entre parientes y alia- era una novedad. Por otro lado, la petición dos, como se observa en el relato del padre

12 “En cumplimiento de las instrucciones…” Valdivia, marzo de 1789 AGI Chile 221. Cf. Urbina, 1988. En este parlamento el gobernador de Valdivia instó a agrupaciones huilliches enemistadas a entablar relaciones pacíficas; por un lado, estaban el cacique Gobernador de los Llanos Carfunguir de Dallipulli, y los caciques Rumillanca de Catalan, Colin y Guayquipan de Quilacaguin y sus ulmenes, y por el otro, los caciques Queypul, Tangol, Catriguala, Dunguigual y sus ulmenes. Hablaron los caciques gobernadores Carfunguir y Queypul, cada uno en nombre de su parcialidad, y dijeron que “estaban prontos a hacer las amistades en presencia de su Señoría: Les dio el Señor Governador las gracias, y les hizo presente la cesion que havia echo del camino y lo que cada parcialidad havia ofrecido en la Junta celebrada en Quilacaguin y Raugue…”, posteriormente, “Dieron las gracias a su Señoría y el Cazique Governador Carfunguir hablo a el Cazique Queypul, y conse- cutibamente los caziques, y Guilmenes de una y otra Parcialidad se abrazaron, y dieron las manos Brindandose segun sus ritos, para lo que les fue dado por el Señor Governador dos Banderas Blancas una a los caziques Colin y Guayquipan y otra al Cazique Catriguala, que aun no la tenian como los demas amistados las tenian en señal de la Paz y Alianza con la Plaza, cuya bandera trocaron las parcialidades una con otra en señal de amistad; despues de muchos razonamientos de unos á otros. Les dijo el Señor Governador que en virtud de ser ya todos unos havian de conservar la Paz y Tranquilidad del transito por el nuebo camino…”. 13 Capitanía General vol. 665 fojas 118-172. Loncochino murió en el Hospital San Juan de Dios ,“de pujos”. 14 Los documentos del archivo del Colegio de Misiones de Chillán entregan muchas pistas sobre estas uniones, sobre todo cuando los misioneros se refieren a las “transmigraciones” de indígenas bautizados o casados a tierras de infieles y cuando disputan la “jurisdicción espiritual” sobre los indígenas que viven en la Plaza.

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Valcárcel sobre la visita de los caciques de narios de indios” mestizos. Sin embargo, los Mariquina. Esta descripción los muestra en su vínculos biológicos no fueron condición para viaje a Valdivia, acompañados del Lengua Ge- establecer redes y alianzas con los ulmenes; neral (“funcionario de indios”) a “decirle [al donde no existían vínculos de consanguinidad gobernador] que no ai novedad en sus tierras” o afinidad, los funcionarios de indios y otros y a tratar sus propios “negocios” como compo- militares apreciados por los caciques, fueron ner hachas, frenos y mariscar15. integrados como parientes. Los casos de Fran- cisco Aburto y Teodoro Negrón son ilustrativos. La mediación de “funcionarios de in- Negrón indica que no tiene parentesco ‘con dios” y caciques de diferentes áreas de la cacique indio alguno, pero que algunos lo lla- jurisdicción fue central en la articulación de man pariente en señal de amistad o aprecio’. ambas sociedades. La carta enviada por el A Francisco Aburto, el cacique de Boroa lo lla- “Gilmen Chanquen de Quechupulli” al gober- ma pariente, lo que, según dice, “admite por nador Juan Clarke, solicitando se haga justi- amistad” 17. cia por un terreno que le quieren quitar los misioneros, ejemplifica estas relaciones. La Acorde con estas dinámicas, la lengua carta está firmada por Bernardo Montesinos, mapuche era hablada no solo por los funcio- Lengua General de Valdivia, quien deslindó el narios de indios, comerciantes y militares que terreno. Este “funcionario de indios” tenía es- se internaban tierra adentro; su uso se exten- trechas relaciones con los caciques del área día a los vecinos de la Plaza, como se deduce norte de Valdivia; pero su relación con ellos de una carta enviada en 1774 por Fr. Joaquín no se limitaba a su participación en el sistema Millán al Gobernador de Valdivia, Joaquín Es- de mediación de la Corona con los indígenas. pinoza, en la que señala que la mayoría de Un interrogatorio sobre la queja de los misio- los indígenas que viven en Valdivia no hablan neros franciscanos por la destrucción del ce- “el idioma castellano” y no necesitan hablarlo menterio indígena de la Misión16, nos muestra porque los españoles nacidos y criados en Val- sus vínculos de parentesco con aquellos caci- divia “hablan la lengua índica a la perfección ques, además de resaltar lo difusos que po- y se dirigen a ellos en esta lengua”18. dían resultar los límites étnicos en esta zona de frontera. “Don Bernardo Montesinos” se Finalmente, uno de los aspectos más in- define como nacido en la Plaza de Valdivia, teresantes representados en estos documentos pero nieto de los caciques de Donguil; afir- dice relación con las complejas interacciones ma hablar la lengua mapuche perfectamente entre los caciques y “ulmenes” mapuche-hui- “porque es su lengua natural”, pero también lliches, los misioneros y los gobernadores de porque su trabajo lo hace recorrer la tierra, la Plaza de Valdivia. Como mencioné anterior- arreglando sus “pleytos y quimeras”, agregan- mente, en este período se produjo la expansión do que por ser “muchos los Indios Caciques pa- de las misiones; los misioneros franciscanos rientes suyos, conoce perfectamente el genio que reemplazaron 1769 a los padres jesuitas dellos, sus ritos y sus costumbres”. Montesinos y trabajaron en estrecha colaboración con las está entre dos mundos, la lengua de los ca- autoridades de Valdivia, aunque con evidentes ciques es su lengua natural por ser su nieto, tensiones y luchas internas. El resultado fue el pero habla de sus “ritos” y sus “abusos” (de rápido establecimiento de misiones en las que ellos) interponiendo distancia y validando su aplicaron una metodología diferente a la de papel de funcionario de la Corona. Su papel los anteriores misioneros, intentando imponer de mediador político y cultural, probablemen- un mayor control sobre las “reducciones” o te fue facilitado por su parentesco biológico, conjuntos de parcialidades que incluían den- pues hay abundantes ejemplos de “funcio- tro de su espacio misional, que redujeron para

15 Comunicaciones entre Fr. Pedro Valcárcel, misionero de San José de la Mariquina, y el Gobernador Espinoza sobre las que- jas de los caciques de Mariquina por el trato del Gobernador, fechadas en 3 y 4 de enero de 1775. AFCCh, vol. 3, fojas 151 a 153. 16 AFCCh Vol. 10 fojas 98 a 102. 17 Ibídem. 18 AFCCh, vol. 3 fechada en 29 de diciembre de 1774.

56 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO lograr sus propósitos19. Frente a la imposibili- divia siguiendo el curso del río Calle-Calle, en dad de congregar a los mapuche-huilliches en la que se establecieron los misioneros francis- pueblos, optaron por trasladarlos a la misión canos en 1774. Quien la envía es “Francisco en grupos de número variable y por períodos Callimanque, Indio Christiano, Capitanejo con cortos (Poblete, 2005). función de Casique de la Reducción de Ari- que”. La presentación es una queja contra el El asentamiento de misiones en el te- misionero Fr. Juan Ferretjans, a quien el autor rritorio mapuche-huilliche, indudablemente denomina “Juan Curiñancu”; Callimanque lo significó un cambio en su relación con el mundo acusa de quitarle una sobrina, porque estaba hispano; hizo más accesibles recursos económi- embarazada, llevándola a servir en la Misión. cos por la vía de diversas gratificaciones y en Además de esta queja particular, el capitane- ocasiones propició la defensa de las fuerzas his- jo realiza una acusación general en contra del panas en situaciones de conflicto intraétnico. misionero y pide que se amoneste a “nuestro No obstante, la misión franciscana ejerció una dicho patiru, pues es muy enojon a los indios presión para convertirlos y civilizarlos, que pro- los trata a puñetes, patadas y agarrarlos de bablemente no fue calculada por los caciques y los cabellos. De manera que su impertinencia dividió a los grupos entre quienes privilegiaban le ha hecho odioso que el Pueblo me ha pedido las alianzas con los misioneros y los que se vin- que le haga presente…”20. Esta carta escrita cularon con otros funcionarios coloniales. Las en 1805, contiene una queja similar a la que estrategias huilliches variaron espacial y tem- describe en 1815 el Gobernador Francisco Are- poralmente frente la coacción que ejercieron nas, en la que los “Indios de la Costa de Nie- los misioneros para moldear a sus “neófitos” bla Manuel Loncomilla y Antonio Millanco”21 según las normas del cristianismo. Algunos “ul- se quejan contra los misioneros de la Misión menes” se convirtieron y participaron junto a de la Costa de Niebla porque azotaron y re- sus agrupaciones de la enseñanza de la doctri- tuvieron en su poder a sus hijas “por haber na y el cumplimiento de los sacramentos. Fue parido solteras”. Estas cartas muestran las frecuente que los caciques se mantuvieran “in- presiones ejercidas por algunos misioneros, la fieles”, negándose a recibir el bautismo y a en- mirada indígena a los medios para civilizar y terrarse en cementerios misionales, aunque fa- cristianizar a los indígenas y sus estrategias vorecieran el cumplimiento de los sacramentos para neutralizar estas prácticas. Quienes en- de su parentela. En otros casos, los “ulmenes” viaron estas peticiones, estaban al tanto de resistieron la acción misional, enfrentando a las vías para conseguir la escritura de la peti- los misioneros y relacionándose con otros agen- ción a través del intercambio de bienes de su tes estatales para balancear esta situación. Sin producción cotizados por los valdivianos, “un embargo, unos y otros se mantuvieron apega- chancho flaco” y pescado. Además, conocían dos a aquellas costumbres que los misioneros las formas de llegar a las autoridades de Valdi- buscaban erradicar: la poligamia, los entierros via para que fueran consideradas. El resultado según “sus ritos”, el tratamiento de enferme- de ellas es dispar; mientras en la primera el dades por medio de machis, etc. Las tensiones gobernador recomienda un castigo para quien producidas por el asentamiento de las misiones hizo el escrito y no se refiere al fondo de la se reflejan en las peticiones, en las que se ve el queja; en la segunda, enviada casi al final del uso de los documentos escritos por parte de los período español en Valdivia, el gobernador mapuche-huilliches que se oponían a las prácti- recomienda a los religiosos que examinen el cas que intentaban imponer los misioneros. punto “a fin de que se corten resentimientos de esta especie que puedan hacer odiosas a La siguiente petición nos remite a la las comberciones y embolberlas en otras con- “reducción” de Arique, ubicada al este de Val- secuencias más sensibles”22.

19 Los propósitos de controlar esta población, de contabilizarlos, bautizarlos y vigilarlos, nos remiten a la interpretación que hace Boccara (1998 a y b) de la misión y la escuela como instituciones de vigilancia y disciplinamiento de los mapuches. Sin embargo, esta interpretación olvida incorporar la resistencia, apropiación y resignificación de estos procesos. 20 AFCCh, vol. 10, fojas 237 y 238. 21 AFCCh, vol. 14 foja 3. 22 AFCCh, vol. 14, fojas 10 y vta.

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Las cartas también representan las lu- nes reformistas y los misioneros compartían la chas entre los misioneros y las autoridades de meta de convertir a los indios en ‘hombres ra- la Plaza. Misioneros y autoridades colaboraron cionales’, los reformistas pensaban, más bien, en el establecimiento de misiones, no obstan- en empezar por hacer a un indio un vasallo te, su organización y funcionamiento cotidia- útil y un hombre sociable” antes de intentar no provocó frecuentes enfrentamientos. Los volverlo un cristiano (Weber, 2005:104). En religiosos criticaban el papel asignado a los las últimas décadas del gobierno colonial, los caciques gobernadores y los privilegios que les gobernadores de Valdivia ejecutaron estas otorgaban los gobernadores de Valdivia; entre políticas esforzándose por mantener a los mi- los puntos más criticados por los misioneros sioneros relegados a la evangelización de los estuvo la negativa a forzar a los indígenas a indígenas y depositando en ellos la responsa- cristianizarse o a mantenerse en los territorios bilidad de conseguir estos fines sin “alborotar “cristianizados”, que parece hacerse común la tierra”. Su forma de “civilizar” privilegió el al terminar el siglo XVIII23. Los gobernadores establecimiento de lazos con los caciques go- de Valdivia sostuvieron que era labor de los bernadores, por medio de las gratificaciones y misioneros atraer “por medios suaves” a los de un trato preferencial y cercano. Es el tipo bautizados para que permanecieran cerca de de relación que refleja la carta del gobernador las misiones. Haciendo uso de estos antago- Juan Clarke para que se aclare con prontitud nismos, un segmento de los huilliches logró un pleito por tierras que afecta al cacique de sortear muchas veces con éxito las obligacio- Dallipulli Bernardo Callvuguru y la respuesta nes que quisieron imponer los religiosos. La de este26. reacción de los misioneros frente a las quejas presentadas por el cacique Manuel Queipul de En síntesis, a través de estas peticio- Río Bueno grafican estas dinámicas. Se sabe nes los mapuche-huilliches negociaron y esta- de esta carta por un documento enviado por blecieron demandas, haciendo presente a las Fr. Francisco Pérez, Prefecto de las Misiones autoridades de Valdivia las injusticias come- de Valdivia al Guardián del Colegio de Chillán, tidas por subordinados (los misioneros entre Fr. Antonio Rocamora. En el escrito, fechado ellos), recordando también deberes del Esta- en Valdivia en marzo 15 de 180924, Fr. Fran- do, tales como el pago de sueldos y asigna- cisco Pérez informa al Guardián del Colegio ciones. La mayoría de sus autores formaban de Chillán que el Gobernador Alejandro Eagar parte de quienes se ha considerado parte de se ha quejado “de resultas de una carta de las élites indígenas, los denominados caciques acusación, que mandó contra el P. Balzátegui gobernadores que estaban habilitados para su conocido Cazique el nuevo Queipul”25, el negociar con el poder (cf. Lienhard 1992). gobernador amenazó con enviar una queja a Estas cartas o textos dirigidos a extraños por la Capitanía General, si no se sacaba al padre los mapuche-huilliches, no se circunscriben a Balzátegui de la Misión de Río Bueno y se le los tiempos coloniales, excede los propósitos enviaba al Colegio de Chillán. Esta respuesta de este trabajo una comparación con escritos del gobernador se entiende como parte de las del período republicano pero hay anteceden- estrategias de relación con los indígenas ensa- tes de que indican que en el siglo XIX los caci- yadas por la Corona en el período colonial tar- ques presentaron “memoriales” al Presidente dío; estas confiaron las relaciones con los “in- de la República que muestran cierta continui- fieles” a los oficiales de gobierno e intentaron dad con estas cartas27. Finalmente, aunque limitar a los misioneros al ámbito espiritual. con diferencias sustanciales, estas cartas an- Como ha sostenido Weber, “aunque los Borbo- ticipan la estrategia reivindicativa de los me-

23 Las presentaciones que hacen ante las autoridades de la Plaza piden ayuda para evitar las frecuentes “transmigraciones”, el paso de los mapuche-huilliches bautizados, a tierras de “infieles” donde no cumplirán con los “deberes cristianos”. 24 AFCCh, vol. 12 fojas 11 y 12. 25 Don Juan Queipul, el cacique que participó en el levantamiento de 1792, murió en 1803; este “Nuevo Queipul” debería ser Manuel Queipul, que es quien aparece en estas fechas en las transacciones de tierras. Ver archivos notariales y judiciales de Valdivia. 26 Archivo Nacional, Judicial Valdivia, leg. 4, fechada en 7 de junio de 1803. 27 Archivo Nacional, Ministerio del Interior, vol. 250 fojas 90 a 91v. “Memoria de la solicitud que hase el Casique Juan Felipe Bontequeo, al S Presidente de la Republica”.

58 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO moriales del siglo XX estudiados por Foerster de la Academia Chilena de la Historia 108- y Vergara (2001), que fueron enviados por ca- 109: 13-29. ciques huilliches a autoridades chilenas como parte de las luchas políticas de sus dirigentes LÁZARO, C. (2002), El parlamentarismo fronte- y organizaciones. rizo en la Araucanía y las Pampas. En: Boccara, G. (ed.) Colonización, resistencia y mestizaje Bibliografía en las Américas (siglos XVI-XX). IFEA- Lima. Quito: Ediciones Abya-Yala. ALCAMÁN, E. (1997), Los Mapuche-huilliche del LIENHARD, M. (1992), Testimonios, cartas futahuillimapu septentrional: expansión colo- y manifiestos indígenas. (Desde la conquis- nial, guerras internas y alianzas políticas (1750- ta hasta comienzos del siglo XX). Biblioteca 1792). Revista de Historia Indígena. 2: 29-76. Ayacucho. BARTH, F. (1976) (ed.), Los grupos étnicos y MARTÍNEZ DE BERNABÉ, P. (1898), La Verdad sus fronteras. FCE. en Campaña. Publicado por Nicolás Anrique BOCCARA, G. (1998a), Dispositivos de poder en: Biblioteca Jeográfico-Hidrográfica de Chi- en la sociedad colonial fronteriza chilena del le. Segunda Serie. Santiago de Chile: Imprenta siglo XVI al siglo XVIII. Pág. 29-41, en: Del Elzeviriana. Discurso Colonial al Proindigenismo. Ensayos MÉNDEZ, L. M. (1982), La organización de los de Historia Latinoamericana. Jorge Pinto R. Parlamentos de Indios en el siglo XVIII en: Vi- (editor). Temuco: Ediciones Universidad de La llalobos, S. et al. 1982 Relaciones fronterizas Frontera. en la Araucanía. Santiago: Ediciones Universi- BOCCARA, G. (1998b), Guerre et etnogenèse dad Católica de Chile. Págs. 107 a 173. mapuche dans le Chili colonial. L’invention du PETRUCCI, A. (2002), La ciencia de la escritu- soi. Francia: L’Harmattan. ra. Primera lección de paleografía. Argentina: COMAROFF, J., COMAROFF, J. (1992), Ethno- F.C.E. graphy and the historical imagination. Boul- POBLETE, M.P., (2005), Misiones franciscanas der, Colorado: Westview. y educación indígena en Valdivia. 1769-1848. DELGADO, B. O.F.M. (1995) (1778), Diario del Ponencia presentada en el VI Congreso Inter- R. P. Benito Delgado. Capellán de la expedi- nacional de Etnohistoria. Buenos Aires. Argen- ción que se hizo para el descubrimiento de la tina. Noviembre de 2005. Ciudad de los Césares. 1778 Publicaciones del URBINA, X. (2005), El territorio Junco-Huilli- Archivo Franciscano N° 44. Santiago de Chile. che como zona de frontera en los siglos XVII y FEBRÉS, A. (1764), Arte de la lengua de Chile. XVIII. Ponencia presentada en las Jornadas de Lima: Calle de la Encarnación. Historia de Chile. Osorno. 2005. FOERSTER, R., VERGARA, J.I. (2001), “Hasta URBINA, R. (1988), Chiloé y la Ocupación de cuando el mundo sea… los caciques huilliches los llanos de Osorno durante el siglo XVIII. En: en el siglo XX” en: Futawillimapu; Pilar Álva- Boletín de la Academia Chilena de la Historia, rez Santullano y Amilcar Forno Editores. Cona- 98 Santiago. di. Programa Postítulo en EIB. Universidad de VAN VOSS, L. H. (2001), Introduction in: Van Los Lagos. 2001. Voss, L. H. (editor) Petitions in social history. GUARDA, G. (1968), Los caciques gobernado- International Review of Social History 46 res de Toltén en: Boletín de la Academia Chi- (2001) Supplement. Págs. 1-10. lena de Historia 78: 43-69. VERGARA, J. I. (2005), La herencia colonial del GUARDA, G. (1976), La Cultura en Chile Aus- Leviatán. El Estado y los mapuche-huilliches tral antes de la Colonización Alemana.1645- (1750-1881). Tesis de doctorado en sociología. 1850. Valdivia: Universidad Austral de Chile. Universidad Libre de Berlín. GUARDA, G. (2000), Caciques y parlamentos, VILLALOBOS, S. (1995), Vida Fronteriza en la Valdivia-Osorno (1645-1820). Separata Boletín Araucanía. El mito de la guerra de Arauco. Santiago: Editorial Andrés Bello.

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60 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO “y sobre las armas se concertaron las paces”: explorando las rutinas de los acuerdos diplomáticos coloniales

Lidia R. Nacuzzi y Carina P. Lucaioli* Aceptación: Diciembre - 2007 Aprobación: Mayo - 2008

RESUMEN En este artículo proponemos un análisis comparativo de las negociaciones y tratados de paz acor- dados entre los grupos indígenas y los funcionarios coloniales en el Chaco y la Pampa durante el siglo XVIII. Consideraremos cómo fueron construidos los “pedidos de paz”, en qué contextos y coyunturas regionales tuvieron lugar y buscaremos identificar los intereses implícitos de cada una de las partes y las distintas es- trategias de interacción —intercambios de objetos, fundación de reducciones, liberación de cautivos— en el acto de establecer los acuerdos entre hispanocriollos e indígenas, en estos espacios de frontera en donde el control de la Corona no era efectivo y los grupos indígenas conservaban su independencia.

PALABRAS CLAVE: pedidos de paz, estrategias interétnicas, siglo XVIII, Pampa, Chaco

ABSTRACT In this article we propose a comparative analysis of the negotiations and peace treaties between the indigenous groups and the colonial authorities in the Chaco and the Pampa, during the 18th century. We will consider how these agreements were constructed, the contexts and regional conjunctures they took place and we will think about how to identify the implicit interests and the different strategies of interaction –ex- changes of objects, foundation of reductions, liberation of captives– at once of establishing the agreements between hispanocriollos and natives, in these borders where the control of the crown was not effective and the indigenous groups they were preserving his autonomy.

KEY WORDS: peace treaties, interethnic strategies, 18th century, Pampa, Chaco

* Sección Etnohistoria del Instituto de Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires / CONICET.

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1. Introducción coyunturas regionales tuvieron lugar y buscare- mos identificar los distintos intereses implícitos En este artículo proponemos un enfo- en el acto de establecer cada tratado de paz. que comparativo para el análisis de los acuer- Para ello, también vamos a analizar algunos dos de paz pactados entre los grupos indígenas acuerdos que no tuvieron una expresión escrita y los sectores coloniales durante el siglo XVIII, y de los cuales no se conocen los artículos o en dos espacios de frontera que venimos estu- capítulos definidos en su negociación. diando desde distintas perspectivas (Nacuzzi, Lucaioli y Nesis 2008): la región sur del Chaco Muchos documentos producidos en- y la Pampa y norte de la Patagonia. Ya entrado tre 1740 y 1770 relatan el encuentro y diá- el siglo XVIII, ambas regiones continuaban fue- logo entre caciques indígenas y funcionarios ra del dominio efectivo de la Corona española coloniales, haciendo referencia al estableci- y, dada su condición de nómades, sus agrupa- miento de pactos o relaciones de amistad. En ciones indígenas mantenían una notable auto- estos relatos, la formalidad de un acuerdo de nomía política y económica. Sin embargo, el paz muchas veces quedaba reducida a su sola contacto de estos grupos con los pobladores mención, sin registro explícito de los ítemes coloniales delineó múltiples relaciones interé- pactados, en caso de que hubieran existido. tnicas, tanto pacíficas como violentas: inter- Sin embargo, contienen valiosa información cambios de bienes, circulación de informacio- de esos encuentros que permiten entrever y nes, pedidos de ayuda, alianzas más o menos reconstruir el entramado de derechos y obli- formales y rupturas que daban lugar a malones gaciones contraídos por ambas partes. —del lado indígena— o a incursiones punitivas del lado español. En este marco se establecie- 2. Los espacios de la paz ron los primeros acuerdos de paz. La ocupación colonial presentó dife- En trabajos anteriores nos hemos ocu- rencias en las regiones chaqueña y pampeano- pado de los acuerdos verbales como uno de patagónica. El Chaco no colonizado constituía los ejes de los intercambios entre indígenas y un espacio poco conocido aunque codiciado, españoles en el espacio de la reducción de San ya que se buscaba establecer rutas que permi- Jerónimo fundada en 1749 (Lucaioli 2006) y de tieran una comunicación más directa entre las una comparación del texto de ciertos acuerdos ciudades establecidas en sus márgenes: Santa con los mocovíes y otros documentados para la Fe, Corrientes, Asunción, Tucumán, Santia- región pampeana en 1742 y en la década de go del Estero y Córdoba. Los intentos desde 1770 (Nacuzzi 2006)1. alguno de estos frentes por desplazar a los grupos indígenas que acosaban su territorio, Aquí nos proponemos retomar esta dis- provocaban inmediatamente conflictos en las cusión, profundizando los ejes de reflexión jurisdicciones de otras ciudades. La frontera que se apartan de lo meramente escrito en el sur quedó establecida en el río Salado desde acuerdo e incorporando al análisis otros docu- mediados del siglo XVII (Bechis 2008), a pocos mentos como: instrucciones previas, cartas, kilómetros de Buenos Aires, siendo este curso borradores, tratados posteriores, actas de fun- de agua la línea que marcaba el inicio de una dación, relatos de otros actores. Remarcamos extensísima región de límites desconocidos y que, apartándonos del texto de los tratados, lejanos donde la estrategia de mantener a los consideraremos cómo fueron construidos los grupos indígenas más allá de la frontera resul- “pedidos de paz”, tanto desde el lado indíge- tó ser el recurso más viable y económico por na como desde el español, en qué contextos y más de dos siglos.

1 Diferentes especialistas se han ocupado de los tratados de paz con las pueblos indígenas. La recopilación de Levaggi (2000) nos dio un acabado panorama de la cantidad de acuerdos diplomáticos que existieron en el territorio argentino. Otros autores han enfocado el tema desde el punto de vista comparativo (Lázaro Ávila 1998, 1999 y 2002), como estrategias de indios y blancos manejando períodos de guerra y de paz para obtener bienes y otros beneficios (Crivelli Montero 1991, Be- chis 2008), como mecanismos de perturbación en las sociedades indígenas (Tamagnini y Pérez Zavala 2002), confrontando lo que se acuerda verbalmente con lo que queda expresado por escrito (Roulet 2004), como instrumentos de relaciones asimétricas (Briones y Carrasco 2000), como estrategias políticas desplegadas por los mocovíes en el marco de las paces establecidas en la década de 1770 (Nesis 2007).

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A pesar de estas diferencias, en ambos bos y en muertes” (Pastells 1933: 255). Por espacios se implementaron políticas de colo- ello, en la documentación aparecen extensas nización orientadas tanto a relocalizar a los justificaciones sobre el envío de expediciones grupos en reducciones —mediante acuerdos o y entradas en respuesta a “las invasiones y por la fuerza— como a erradicarlos por medio hostilidades ejecutadas por los indios infieles de expediciones punitivas. Desde inicios de [...] para darles algún castigo, y recuperar los la Colonia, los proyectos fronterizos llevaron cautivos”, aunque las mismas instrucciones a cabo una estrategia mayormente defensiva contemplaban “que en primer lugar solicitase —matizada con entradas punitivas orientadas la pacificación de los indios requiriéndolos, y a castigar a un grupo en particular— como procurándolos atraer a la amistad, paz, y bue- método de apaciguar las fronteras, tanto en na correspondencia, siguiendo el orden, y mé- los frentes austral (Damianovich 1992) y oc- todo que previenen las leyes de estos reinos” cidental del Chaco (Vitar 1997) como en los (Salcedo 20-11-1741). territorios del sur, en donde las posibilidades de una política ofensiva exitosa se reducían al Además de la prohibición mencionada, mínimo frente a la enorme amplitud del terri- otros factores —como la fuerte resistencia in- torio indígena y los escasos recursos militares dígena y una endeble “superioridad militar” (Lázaro Ávila 2002). que no garantizaba el éxito colonial2— contri- buyeron a que se realizaran numerosos esfuer- Las guerras ofensivas se tradujeron en zos por dialogar con los indígenas para esta- numerosas entradas y expediciones militares blecer paces. A partir de la década de 1730, planificadas por los gobernadores hacia el in- frente a un recrudecimiento de los ataques terior de esos extensos territorios, para res- indígenas en las fronteras del sur de Santa Fe ponder a los malones y saqueos perpetrados y el norte de la región pampeana, el proyecto por los indios en sus fronteras. De esta mane- jesuita de fundar reducciones para los indios ra, frecuentemente se echaba mano del cobró renovada vigencia. Numerosa corres- pondencia entre padres de la Compañía de Je- Último y eficaz remedio que es llevar la sús y funcionarios coloniales dejan constancia guerra a fuego y sangre hasta desnatura- de este proyecto de amplio alcance geográfico lizar estos bárbaros de los bosques de que que buscaba reagrupar y sedentarizar a los se abrigan como si fueran fieras sin políti- grupos nómades en pueblos situados en ambos ca ni propiedad o costumbre que parezca espacios fronterizos (Pastells 1948). Dentro de hombres, sino de tigres sedientos de la de este contexto, las incursiones al territorio sangre de los cristianos, como lo acreditan indígena se orientaron a acordar con determi- las muchas muertes que han ejecutado, y nados caciques la fundación de reducciones. el común sentir de que comen carne huma- En algunas ocasiones, esto se conseguía pací- na, y aún son peores que tigres pues matan ficamente a través del diálogo —generalmente a sus propios hijos (Urízar y Arespacochaga acompañado por la entrega de regalos—, como 24-11-1708). en 1749, cuando el gobernador de Asunción

Este tipo de descripciones tan explí- conduciéndose por el río con ocho embar- citamente orientadas a señalar que se había caciones que le acompañaron con soldados obrado en consecuencia, debe interpretarse y otros convidados para el respecto, y pa- en relación a la contradicción que suponían sando después a dicha ciudad de las Co- las entradas punitivas y de exterminio frente rrientes, propuso a los caciques la utilidad a las Leyes de Indias que prohibían “la guerra de la paz que deseaba con tanta fecundia y ofensiva a indios sino en casos de no poderse energía (sin descaecer un punto el crédito conseguir su reducción por los demás medios, de Vtras. reales armas) y con tan eficaces o en los casos de no poderse contener en ro- razones y con el aparato militar, puesto

2 A modo de ejemplo, Dobrizhoffer ([1784] 1969) señala las dificultades de desplegar con éxito acciones militares en deter- minados espacios chaqueños, en donde los campos inundados enfermaban e inutilizaban a los caballos de los soldados y humedecían la pólvora inhabilitando el uso de las armas de fuego, lo que los posicionaba en clara desventaja frente a las estrategias adaptativas de los indígenas con su entorno natural.

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los soldados en escuadrón que usando su ción y después que todos ellos se portaron divina majestad de su piedad y misericor- de este modo vinieron los tres caciques a dia, se ablandaron aquellos corazones de darme la mano, y me dijeron que creían diamantes y de lobos sangrientos, se con- el que iba a darles la paz respecto de ha- virtieron en mansos corderos, aceptaron y berme ido solo sin tenerles miedo (Cabral asentaron la paz con tan firmes y sólidos 2-11-1741). fundamentos que se cree permanecerán en ella (González de Guzmán y otros 8-7- Sin embargo, al año siguiente los espa- 1749). ñoles debieron repetir el intento. De 1742 es el tratado que, con forma de tal, acuerdan “el En términos de permanencia, las reduc- cacique Bravo, y los demás caciques amigos” ciones fundadas en el Chaco austral resultaron y por el cual Bravo pasa a ser “maestre de relativamente exitosas. Por lo menos, los pue- campo de toda la sierra” y se compromete a blos se mantuvieron en funcionamiento a pe- dejar que los misioneros prediquen el Evange- sar de que —en muchos de ellos— los grupos no lio “para que puedan hacerse cristianos todos permanecían por largos períodos3. En la fron- los que quisieren” y a no impedir que algu- tera sur las reducciones intentadas en el siglo nos de los suyos que “quisieren avecindarse XVIII tuvieron una corta vida en el lapso entre en la reducción de los Pampas, para hacerse 1740 y 17534. También allí las “entradas” des- cristianos”, lo hicieran (Tratado 1742). Esta de Buenos Aires a tierra de indios “para darles era la máxima exigencia que podían tener los algún castigo, y recuperar los cautivos” eran funcionarios coloniales con estos grupos y en motivadas y justificadas por “las invasiones y esta región, donde recién ocho años más tarde hostilidades ejecutadas por los indios infieles lograrían establecer la segunda de tres reduc- que habitan las dilatadas campañas de esta ciones. jurisdicción” (Salcedo 20-11-1741). Para ese momento, ya estaba fundada una de las re- En la mayoría de los casos, la paz bus- ducciones en las cercanías de la desemboca- cada por los hispanocriollos se alcanzaba solo dura del río Salado (Levaggi 2000), aunque era después de enfrentamientos armados y vio- necesario atraer a otros grupos. Con ese obje- lentos. Las entradas militares, aunque fueran tivo es enviado, por ejemplo, el teniente de realizadas con fines diplomáticos, se desarro- maestre de campo Cristóbal Cabral, quien se llaban al ritmo de objetivos ambiguos, como entrevistó con un representante, un “tal Juan aquellas instrucciones redactadas por Pedro Gallo fue quien ajustó la paz en nombre de los de Ceballos —gobernador de Buenos Aires— caciques Bravos, pues lo habían enviado a este para una incursión al Chaco santafesino, don- fin”. El enviado detalla el carácter ceremonial de se “tendrá presente que el fin principal de del encuentro: esta expedición es obligarlos a que soliciten de veras una paz durable y firme” (Ceballos habiendo llegado a donde estaban dichos 6-2-1759). “Obligarlos”, habilitaba cualquier indios, se escuadronaron en una fila todos, medio que garantizara tan conveniente re- y de allí fueron saliendo a escaramucear- sultado. Así, muchas de las incursiones de me, y los de las flechas me amagaban al mediados del siglo XVIII cobraron la paradóji- pecho, y pasaban a ponerse en la fila, y los ca modalidad de salir a hacer la guerra para de las lanzas hacían la misma demostra- fundar la paz: “di cuenta a V.E. haber hecho

3 En este trabajo nos referimos particularmente a las reducciones fundadas durante el siglo XVIII para los grupos nómades abipones y mocovíes del Chaco austral. El primer pueblo fue el de San Javier de indios mocovíes en 1743, seguida en 1748 por la fundación de San Jerónimo de indios abipones, ambas en la jurisdicción de Santa Fe. También para los abipones se fundó, en 1749, la reducción de Concepción en la jurisdicción de Santiago del Estero; en 1750, San Fernando en la juris- dicción de Corrientes y, más tarde, en 1763, la del Santo Rosario o Timbó, en la jurisdicción de Asunción. Poco antes de la expulsión de los jesuitas, en 1765, la ciudad de Santa Fe fundó San Pedro, tercera reducción para los indios mocovíes (Maeder y Gutiérrez 1995). 4 Entre 1740 y 1753 se mantuvo en pie la reducción Nuestra Señora de la Concepción de los Pampas, cerca del río Salado. La segunda reducción, destinada a los puelches o serranos fue fundada en 1746, con el nombre de Nuestra Señora del Pilar, en las inmediaciones de la actual sierra de Tandil y perduró hasta 1751. La tercera de las reducciones de la frontera sur, Nuestra Señora de los Desamparados, fue fundada en 1750 para los indios patagones o tehuelches y abandonada en 1751 (Nacuzzi, Lucaioli y Nesis 2008).

64 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO una entrada contra los indios abipones, con- tados, estas expresiones pueden invisibilizar seguido pasar a cuchillo a muchos, rescatar distintos objetivos de uno y otro lado. varios cristianos que tenían de lo que resultó pedir paz y religiosos jesuitas para reducir- Nos detendremos ahora en las formas en se” (Andonaegui 15-6-1749). También en la que se construyeron estos momentos de “pedir región pampeana, relata Levaggi que “des- la paz”, considerando las acciones, los discur- pués de una expedición punitiva que encabe- sos y los objetos o bienes intercambiados y los zó el maestre de campo Juan de San Martín” sujetos que de uno y otro lado participaban del para vengar un ataque indígena a los partidos ceremonial que permitía arribar al acuerdo. de Areco y Arrecifes5, “los caciques pampas, temerosos de un nuevo castigo, se encamina- 3. Los rituales de la paz ron a la ciudad y se presentaron al goberna- dor” Salcedo con quien “se comprometieron Estos pactos se realizaban entre algún a guardar la paz” (Llevaggi 2000: 104-105). cacique que representaba a un grupo indígena Estos y muchos otros documentos dan cuenta y un jesuita, un militar o una autoridad guber- que este tipo de acuerdos era, muy probable- namental. Las paces podían acordarse cuando mente, el resultado de enfrentamientos ar- los funcionarios españoles tomaban la iniciati- mados reiterados o de situaciones de tensión va y realizaban una expedición particular para o conflicto muchas veces sangriento, tras los este fin o como resultado de incursiones puni- cuales se decía que los indígenas manifesta- tivas al territorio indígena en respuesta a ma- ban “solicitar la paz”, “aceptar la paz”, “ro- lones, asaltos u “ofensas”. Algunos acuerdos gar la paz”, “tratar las paces”, “parlamentar eran alcanzados en los lugares de encuentro, las paces”. “tierra adentro” pero, cuando el trato incluía el establecimiento de una reducción, era fre- A través de las armas, y por medio de cuente que los caciques quedaran comprome- una interesante estrategia discursiva, el deseo tidos a acercarse a las ciudades para dialogar de una conciliación parece trocar de protago- con el Gobernador o con el Cabildo. Otras nistas. Los relatos elaborados sobre estos en- veces, el grupo indígena quedaba obligado a cuentros ocultan los intereses coloniales que recibir a un misionero en algún paraje dentro motivaron las expediciones, transfiriendo a los de sus territorios. Las variantes y matices de interlocutores indígenas sus propios objetivos estas situaciones eran múltiples y demanda- e intereses al recurrir a frases como “vinie- ban largos períodos de negociación, por ejem- ron a pedir la paz” o a “pedir reducción” o a plo: al no presentarse algunos caciques moco- “ser abrazados por la Santa Fe Católica”, lo víes en la fecha acordada en un determinado que nos lleva a cuestionar la literalidad de los paraje para fundar una reducción, el propio documentos que mencionan a los grupos indí- gobernador de Corrientes salió en su búsque- genas pidiendo aquello que más les interesaba da, logrando solamente promesas de un nuevo conseguir a los misioneros y autoridades colo- encuentro (Patrón 11-12-1752). En el caso de niales. Pensamos que estas expresiones, pues- la reducción de San Javier de indios mocovíes, tas en boca de los actores indígenas, refleja- la negociación insumió nueve años entre 1734 ban el interés por parte de los funcionarios y 1743 (Cervera 1907). coloniales por demostrar y enaltecer frente a sus máximas autoridades un supuesto dominio Las autoridades españolas destacaban y control sobre grupos y territorios que, en que el hecho de “acordar la paz” con un gru- realidad, se mantenían autónomos respecto po indígena suponía que habían aceptado la del aparato colonial. Una lectura atenta que religión católica y se habían transformado en desmantele la literalidad y contemple la infor- vasallos del rey. Esta nueva condición de va- mación que se filtra entre líneas nos permite sallos y creyentes no era reconocida por los sostener que, incluso en situaciones en las que grupos indígenas y los españoles tampoco po- los intereses de uno y otro lado parecen coin- dían considerarlo como una situación definiti- cidir y en las que se llega al establecimiento va, aunque habían cumplido formalmente con de pueblos de reducción o a la firma de tra- las instrucciones reales. El término “vasallo”

5 Bechis (2008: 101-102) realiza un análisis más pormenorizado de estos episodios.

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era utilizado reiteradamente en los relatos indios Pampas de la Reducción de Nuestra Se- en los que se mencionan acuerdos de paz, en ñora de la Concepción, y los Serranos, Aucas, la correspondencia de militares y misioneros y Pegüenches, que se han de publicar en pre- que hacen referencia a preparativos desti- sencia del cacique Bravo, y de otros caciques nados a esos acuerdos y en Actas de Cabildo [...]” (Tratado 1742, el destacado es nuestro). donde aparecen discusiones sobre fundacio- En esta y en otras ocasiones, el acuerdo se ce- nes de pueblos de reducción. Luego, cuando rraba con una de las partes a la que se le exigía comenzaron a aparecer escritos con la forma mantener una buena relación con otros gru- de tratados, el primero de sus artículos hacía pos enemistados que estaban ausentes en ese referencia a que los integrantes del grupo que momento. Estas circunstancias dificultaban el pactaba el acuerdo pasaban a ser considera- cumplimiento de lo que se estaba pactando y, dos “vasallos del Rey”6. por lo tanto, hacían muy vulnerables los obje- tivos buscados. La nueva condición de vasallos no im- plicaba un cambio real de estatus entre los Esta intención de las autoridades colo- indígenas ni generaba ajustes sustanciales en niales de oficiar de mediadoras entre dos grupos las relaciones entre indígenas y españoles. A se encuentra en numerosos papeles que relatan pesar de que esta formal condición de igual- esfuerzos por mantener las paces ya pactadas. dad frente a la Corona suponía también una Por ejemplo, en 1748 catorce caciques abipo- “alianza” de indios y españoles ante otros gru- nes “ofrecieron su amistad a los españoles” y pos indígenas y otras naciones europeas, en las cada uno de ellos tomó a su cargo la defensa situaciones cotidianas tanto la igualdad como de sus ciudades (Asunción, Corrientes, Santiago la alianza se olvidaban rápidamente ante nue- del Estero, Santa Fe y Córdoba), y luego se ra- vos conflictos que se provocaban desde uno u dicaron en las tres reducciones fundadas en el otro lado. Estos conflictos no nacían solo por Chaco austral (San Jerónimo, Concepción y San el incumplimiento de alguno de los puntos del Fernando). Pocos meses después, uno de los ca- tratado, la situación de latente tensión y los ciques atacó Asunción rompiendo lo pactado, intereses contrapuestos desataban periódica- despertando antiguos enfrentamientos con los mente duros enfrentamientos. otros caciques y poniendo en peligro la conti- nuidad de las reducciones. En este escenario En todas estas ocasiones, el término “va- donde había personajes indígenas que guarda- sallo” debe entenderse en su acepción de “súb- ban “fielmente los pactos” y otros que no, los dito de un soberano”7 y no como el de personas funcionarios españoles, en pos de mantener los que pagan tributo (Nacuzzi 2006). Una de las mencionados acuerdos, actuaron como pacifi- condiciones que aparece reiteradamente en los cadores y mediadores entre los grupos abipo- escritos que relatan negociaciones para pactar nes de diferentes caciques enemistados (Dobri- paces o en las instrucciones o textos más for- zhoffer [1784] 1969: 129). males, es la de que determinados grupos indí- genas dejaran sus enfrentamientos en el olvido Los intentos por generar armonía entre y se consideraran en adelante como amigos, a diferentes grupos indígenas, seguramente te- la sombra del propio acuerdo con los españo- nían relación con el objetivo de mantener los les. Así, el tratado de 1742 que se acordó con espacios fronterizos en calma. Otra intención el cacique Bravo, presentaba la expectativa de explícita en los acuerdos de paz era asignarles que “se han de olvidar las diferencias pasadas” un territorio específico —ya fuera una reduc- entre su grupo y el de otro cacique, el pam- ción o un paraje determinado— a los caciques pa Mayupilquia, ya reducido en las cercanías que se involucraban en el acuerdo para lograr del río Salado. En este caso, hasta el nombre un mejor control de los movimientos de estos del tratado refleja este importante objetivo: grupos nómades. Estos esfuerzos nunca fue- “Capitulaciones de las paces hechas entre los ron exitosos. En los momentos de acordar la

6 Por ejemplo: Capitulaciones entre el gobernador de Tucumán Esteban de Urízar y Arespacochaga y los malbaláes, agosto de 1710 (citado por Levaggi 2000: 52-53) y “Capitulaciones de las paces hechas entre los indios Pampas ...” en 1742 (citado por Levaggi 2000: 107-108). 7 En algunos documentos, incluso aparece utilizado para referirse a los seguidores de los principales caciques (Martínez Fontes 25-10-1762).

66 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO paz, los españoles contaban con ciertos recur- incluso para los sectores coloniales. En nume- sos —armas, uniformes, entregas de regalos y rosas ocasiones los gobernadores debían acudir ganado— que resultaban convincentes como a la limosna pública o a la entrega de donativos para comprometer a los grupos a consentir los para conducir grandes manadas de ganado va- términos de cada acuerdo; sin embargo, las cuno destinadas a atraer a los grupos indígenas obligaciones que asumían los grupos indígenas al diálogo diplomático (Lucaioli 2006). eran rápidamente olvidadas. Los caciques no tenían alicientes para cumplirlas y los españo- Muchas veces, estos donativos incen- les no poseían el suficiente control como para tivaban a que los caciques brindaran valiosas hacerlas cumplir. informaciones sobre otros grupos indígenas. La obtención de información era una excelen- 4. El valor de lo inmediato te compensación para los españoles que casi siempre estaban en territorios mal conocidos Ante este panorama, cabe preguntar- y poco sabían de los grupos que lo habitaban, se por qué unos y otros seguían interesados por lo cual tales comunicaciones solían formar en establecer acuerdos. Si bien los españoles parte —no necesariamente de manera explíci- debían cumplir las políticas de colonización y ta— de las contraprestaciones indígenas. Por trato hacia los indios, del lado indígena no ha- ejemplo, durante un acuerdo logrado con los bía obligaciones diplomáticas preestablecidas. grupos abipones y mocovíes confederados que Si ponemos la mirada en las rutinas seguidas se comprometieron a reducirse, “Valiéndo- en los momentos de establecer los pactos, se se el comandante de la confusión en que los evidencia la importancia de los bienes que cir- veía, logró la ocasión de informarse de todas culaban entre ambas partes y su influencia en las distancias, que median desde La Cangayé a la obtención de buenos resultados. La entrega las ciudades de Corrientes, Santa Fe, Córdoba de vestimentas, objetos suntuarios, baratijas y Santiago” (Campero 7-3-1765). y ganado que acompañaba las conversaciones de paz, posiblemente resultaban un alicien- Por su inmediatez, las acciones que te para que los grupos indígenas aceptaran acompañaban el ceremonial del acuerdo ase- los términos del acuerdo que se les propo- guraban la obtención de ciertos beneficios nía. Coincidimos con Cervera (1907: 502) en como los intercambios de información por bie- que la “paz, no era muchas veces, más que nes. Los indiscutibles frutos del encuentro se un descanso adquirido a fuerza de regalos y reducían a los resultados concretos que pudie- compromisos que se ofrecían a los indios, los ran obtenerse en el trascurso de la negocia- que rompían la paz, cuando no estaban satis- ción, el resto de las obligaciones que se pro- fechos”. Por ejemplo, luego de que fracasaron gramaban a futuro resultaban, casi siempre, los insistentes intentos armados llevados ade- promesas que no se cumplían. Los documentos lante por el gobernador del Tucumán, Ángel ofrecen numerosas referencias sobre la pro- de Paredo, durante la década de 1670, cam- gramación de fechas futuras para continuar biando de estrategia dicho funcionario “Había con las negociaciones o dar comienzo a la fun- logrado por fin con regalitos y chucherías que dación de reducciones que, en una gran mayo- un grupo de aquellos, depuesta su enemistad, ría, no llegaban a materializarse. Con esto no se establecieran en los lugares vecinos a la estamos sugiriendo que los únicos beneficios ciudad de Esteco y se sometieran a la misión” de estos encuentros quedaban acotados a las (Dobrizhoffer [1784] 1969: 116). transacciones inmediatas, ni que el acuerdo de compromisos desplazados en el tiempo ca- Si bien las menciones sobre entregas de recieran de valor, incluso cuando no se cum- “regalitos y chucherías” para establecer diálo- plieran. Creemos que, como en toda relación, gos son muy comunes en los documentos de fe- el establecimiento de estos diálogos creaba chas tempranas, hacia mediados del siglo XVIII importantes antecedentes que influían en los —en un escenario más complejo con relaciones mecanismos de las relaciones interétnicas y, interétnicas más intensas y que ya contaba con según fuera el caso, acercaba o distanciaba a una larga historia de contactos, enfrentamien- los grupos en cuestión. tos y alianzas— las negociaciones de paz y los compromisos de reducción involucraban la en- El intercambio de información también trega de otro tipo de bienes, de mayor valor, formaba parte de una serie de compromisos

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futuros a los que ambas partes se obligaban, Se esperaba que los grupos se redujeran junto con la defensa de las fronteras, ciuda- en pueblos de indios en las inmediaciones de des y estancias, la catequización, la entrega la frontera. Hacia mediados del siglo XVIII, el de ganados y alimentos. hecho de que aceptasen reducirse parecía brin- dar mayores garantías de que se mantendrían 5. Las promesas para el futuro las paces. La distancia y características del te- rreno en donde se emplazaría la reducción de Entre las obligaciones que una y otra la ciudad que la patrocinaba era un punto de parte asumían en cada acuerdo, se destacan mucha importancia en función de sus potencia- las que buscaban evitar que se repitieran con- lidades defensivas, ya sea para que los grupos flictos en las fronteras. Los grupos indígenas indígenas pudieran proteger las fronteras como se comprometían a reducirse bajo la custodia para que los funcionarios hispanocriollos tu- de un misionero y/o a “guardar la paz” y de- vieran cierto control sobre estos pueblos. Aun fender las ciudades del ataque de otros gru- cuando no se les ofrecía o exigía reducción, sí pos. Los hispanocriollos se responsabilizaban se les pedía que se instalaran en algún paraje: de designar un misionero y de proveer los re- “El cacique Bravo, y los demás caciques amigos cursos materiales necesarios para establecer y pondrán sus tolderías en el Tandil y Cayrú” (Tra- mantener la reducción. Por otro lado, ambas tado 1742). Ambas alternativas, la reducción o partes obtenían ciertos beneficios. Es difícil la instalación en un determinado sitio, busca- describir cuáles acciones eran obligaciones y ban reducir los movimientos por el territorio, cuáles eran beneficios, puesto que lo que se le lo cual era la principal dificultad para controlar exigía a una de las partes podía ser ventajoso a los grupos nómades. para la otra. Otra obligación de los grupos indígenas En tanto estos acuerdos tenían como que resultaba beneficiosa para los españoles principal finalidad crear relaciones de amistad era la de contener los ataques de los enemigos entre algunos caciques y determinadas ciuda- de la Corona, ya fueran indígenas o potencias des, esta intención quedaba manifestada rei- extranjeras. Este posible peligro era explici- teradamente como el primer objetivo de cada tado tanto en la región del Chaco como en la pacto. Se esperaba que los grupos indígenas frontera sur. En un tratado que se acordó con amigos cesaran los ataques a los estableci- los caciques de las sierras de la Ventana se ma- mientos coloniales. Antonio de Vera Mujica, nifiesta que uno de ellos, Calpisqui o Callfilqui, gobernador de Santa Fe, explicitó este pun- sería nombrado “cacique principal de todas la to a los abipones que acordarían las paces y pampas” y esto lo comprometía a “impedir el reducción con la ciudad de Corrientes, seña- que, no solamente los caciques de su alian- lándoles que “después de haber hecho la paz za, sino otros cualesquiera, entren a dichas con el Gobernador de la provincia, no les era pampas a potrear sin su licencia”. El convenio permitido inquietar una ciudad de su goberna- incluía dar aviso sobre la presencia de “otros ción” (Charlevoix 1916: 137). güincas, que por mar o tierra sean encontrados por aquellos parajes” (Tratado 1790). Cuando recién estaban comenzando los intentos de fundar reducciones en la frontera En el marco de estas nuevas relaciones sur, las incursiones militares buscaban sellar de amistad, los grupos indígenas quedaban ha- algunos compromisos, “el dicho don Felipe bilitados para visitar las ciudades y/o estable- queda con quince toldos de indios que tiene a cerse en ellas: su cargo en esta sierra del Cairú, para la de- fensa y seguro de Buenos Aires” (Cabral 2-11- La ciudad de Santa Fe fue la primera en 1741). Sin embargo, la obligación indígena de concertar la paz con abipones y mocobíes. no atacar a las ciudades y mantener la paz en Algunos grupos de ellos, iniciada la paz, se las fronteras no siempre se cumplía: “Aunque establecieron con sus familias en campos todo el pueblo de los abipones guardó fielmen- cercanos a la ciudad, y vivían comprando te los pactos, poco meses después unos pocos, lo que deseaban y vendiendo en la plaza olvidando la fe dada, reanudaron las hostilida- pública lo que habían robado a otros pue- des” (Dobrizhoffer [1784] 1969: 130). blos enemigos de los españoles (Dobrizho- ffer [1784] 1969: 109).

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En la frontera sur, por las paces que en estaba envuelto en otra expedición [...]; el año 1742 se habían acordado “con todos los pero en cuanto volviera a su casa una vez indios Pampas”, entre ellos Bravo y Calelian, se terminada la presente guerra, se dirigiría rescataban cautivos que estos indios llevaban a contra los mocobíes con algunos cientos de la ciudad y “se les ha tratado como amigos, ad- sus jinetes. Dijo esto y volvió a la ciudad mitiéndoles el comercio de sus ponchos siempre alegando algún asunto, no sé cuál, no que- que han venido a ejecutarlo” (Marcoleta 1745). dando de su venida ningún fruto, más que una mayor irritación de los indios (Dobri- Para los indígenas, el mayor atractivo zhoffer [1784] 1969: 262). económico era el acceso a ganados y esto se veía reflejado en los acuerdos. En el caso de Según reconstruye Levaggi (2000: 302), la frontera sur, se les “designaba” un paraje desde el lado indígena tampoco se honraban “para potrear” y el control de esta actividad los acuerdos de no agresión. En 1739, ante el sobre otros grupos (Nacuzzi 2006), aunque se pedido de algunos caciques pampas para que trataba de una mera formalidad ya que goza- se “les permitiese habitar entre los españo- ban de una amplia libertad en sus movimientos les”, el gobernador de Buenos Aires, Miguel y no tenían motivos para limitarse a obtener de Salcedo, les “respondió que solo los pro- ganado solo en los espacios predeterminados. tegería si se juntaban en pueblo y admitían Para los grupos del Chaco, la fundación de re- misioneros”. Aceptada esa oferta por parte de ducciones iban acompañadas de entregas de los indios, se fundó en mayo de 1740 Nuestra ganado y de promesas de continuar abaste- Señora de la Purísima Concepción. Sin embar- ciendo la subsistencia. Sin embargo, los do- go, la ciudad fue acosada nuevamente por ma- nativos y entregas posteriores no siempre se lones y el gobernador debió enviar una nueva cumplían en tiempo y forma: los plazos se di- expedición —la de Cristóbal Cabral, que tuvo lataban, se entregaban pocos animales o ani- lugar entre el 8 y el 27 de octubre de 1741— males viejos (Lucaioli y Nesis 2007). para volver a pactar las paces. En esa ocasión, Cabral le envió al cacique Bravo yerba, taba- Las relaciones amistosas entre indíge- co, cuchillos y 80 cabezas de ganado en cali- nas y españoles promovían cierto intercambio dad de obsequio y para que pudiese rescatar de favores. Por ejemplo, los caciques reduci- cautivos que estaban “tierra adentro en poder dos del Chaco ayudaban a recuperar ganados de los Aucas” (Cabral 2-11-1741). robados por otros grupos o colaboraban con los jesuitas en diversas tareas y eran recompen- En todas las negociaciones para la fir- sados con regalos: “El mismo gobernador real ma de tratados de paz o el establecimiento de Tucumán, [...] le dio insistentemente las de alianzas entre grupos indígenas y funcio- gracias y remuneró la tarea cumplida de trans- narios coloniales, encontramos que, de una portar las cosas de la misión desierta, con un u otra manera, se involucraba la entrega de paño rojo que bastaría para vestir a cualquier cautivos, ya fueran indígenas o hispanocrio- español noble” (Dobrizhoffer [1784] 1969: llos. Teniendo en cuenta las distintas estrate- 144). A menudo estas prestaciones incluían gias implementadas para sellar los acuerdos, la promesa de ayuda defensiva desde ambas creemos que esta recurrencia merece una re- partes. El cacique Bravo oficiaría de “maestre flexión pormenorizada que permita identificar de campo de toda la sierra” y no debería de- los roles desempeñados por los cautivos y los jar pasar a ningún indio hacia Buenos Aires sin convenios para garantizar su liberación y las permiso del Gobernador (Tratado 1742). En el distintas formas en que el intercambio se lle- Chaco, a cambio de que las reducciones frena- vaba a cabo. ran los ataques de otros grupos indígenas a las ciudades, los españoles prometían apoyarlas 6. El intercambio de cautivos militarmente en el caso de que esos mismos grupos volvieran sus ataques hacia ellas. Es- Releyendo desde esta perspectiva los tos compromisos no se cumplían, los españoles documentos analizados hemos podido identi- ponían excusas y demoraban la ayuda. En un ficar distintas rutinas asociadas a la entrega conflicto entre mocovíes y abipones, estos le de cautivos en el contexto de las firmas de solicitaron al teniente de gobernador de Co- paces y en diferentes momentos de las nego- rrientes que interviniera y él alegó que

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ciaciones. La circulación de personas privadas ocurrir que solo los grupos indígenas entre- de su libertad, entendida como relaciones de gaban a sus cautivos luego de los acuerdos. intercambio entre los sectores coloniales e Con motivo de una tregua alcanzada entre el indígenas, era frecuente durante los períodos gobernador de Asunción y algunos caciques de paz, seguramente fortalecía las relaciones abipones y mocovíes en las inmediaciones de de amistad y posibilitaba a ambos grupos ac- la ciudad de Corrientes, estos grupos acepta- ceder a ciertos beneficios e influenciar sobre ron la paz “y en confirmación de su amistad, determinado tipo de acciones. Así, por ejem- restituyeron tres cautivas de las que habían plo, encontramos que con motivo de la tregua apresado, quedando de restituir las demás, concedida por el cacique abipón Ychoalay a que no lo hicieron luego por estar distantes Santa Fe, el gobernador de dicha provincia en otras tolderías” (González Guzmán y otros anunció un canje con aquel para intimarlo a 8-7-1749). Este ejemplo nos permite observar mediar en los conflictos fronterizos de otros que en ciertas ocasiones la entrega de cauti- grupos abipones con la ciudad de Corrientes, vos como garantía de lo pactado constituía un “entregándole ocho prisioneros de su nación, derecho de una de las partes —en este caso del y que este envió doce esclavas o cautivas” sector colonial— pero que, a su vez, se trataba (Patrón 29-12-1749). de una prestación lo suficientemente flexible como para cumplirla a medias. Volvemos aquí Este tipo de intercambio era más fre- sobre aquello que hemos llamado el valor de cuente durante el momento mismo del es- lo inmediato frente a las dilaciones que per- tablecimiento de los pactos. El mencionado mitían desdibujar los derechos y obligaciones gobernador de Buenos Aires, Miguel de Salce- acordadas, señalando que los beneficios con- do, informa a sus superiores que su orden de cretos de los acuerdos estaban íntimamente “atraer a la paz” a algunos grupos indígenas, ligados al momento mismo de la transacción. se había conseguido “con bastante felicidad”, “obligándose los indios a restituir las cautivas” En otras oportunidades, el intercambio (Salcedo 20-11-1741). Algunos acuerdos se ce- de personas formaba parte del conjunto de rraban con un canje ceremonial de cautivos, prestaciones y contraprestaciones definidas como demostración de buena fe por ambas y del acervo de los intercambios materiales, partes y de haber asumido los compromisos junto con las entregas de ganados, objetos pactados. Luego de que varios caciques abi- suntuarios o bienes de origen europeo. Incluso pones en asamblea acordaran sellar las paces en el episodio que hemos comentado del tra- con las distintas ciudades coloniales, tado de paz entre varios caciques abipones y varias ciudades coloniales en donde se acordó se agregó la cláusula de que se concedería la entrega mutua de cautivos, hallamos que a los abipones y mocobíes cautivos de los mientras los españoles dejaron en libertad a españoles, amplia libertad de volver con los indígenas prisioneros, los suyos debieron los suyos. Para que el precio de la liber- ser “rescatados por medio de frenos, espadas, tad fuera íntegro, también los cristianos sombreros, vestidos de lana o bolas de vidrio” cautivos de los abipones debían ir donde (Dobrizhoffer [1784] 1969: 129). Así, la obli- quisieran (Dobrizhoffer [1784] 1969: 129). gación de devolver a los cautivos por parte de los grupos indígenas podía utilizarse estratégi- En los acuerdos en donde probablemen- ca y convenientemente para conseguir mayo- te no quedaba constancia escrita ni los espa- res beneficios materiales o, como señalamos ñoles podían contar con el recurso de la firma en el ejemplo anterior, para mantener parte como garantía de lo pactado, creemos que el de sus recursos. acto de entrega mutua de cautivos podría ha- ber gozado de cierto valor simbólico que po- Estas estrategias de cumplir a medias nía a las partes en condiciones de igualdad en o sacar mayores provechos de las nuevas re- donde una y otra tenían los mismos derechos laciones, podían combinarse y adquirir en la —de recuperar a su gente— y las mismas obli- práctica numerosos matices. Por ejemplo, en gaciones —de liberar a sus cautivos. la región pampeana, en 1745, habiendo pasa- do tres años desde el acuerdo que se había En algunas ocasiones en que los pactos alcanzado con Bravo (Tratado 1742), en un Me- se celebraban en el interior del Chaco, solía morial que relata diversas hostilidades y con-

70 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO flictos con indios de la frontera sur, sobre todo transacción contemplaba la entrega de bienes con los caciques Bravo y Calelian, se afirma en a cambio de los cautivos hispanocriollos. Sea referencia al primero que no había cumplido cual fuera el motivo, los cautivos jugaban un lo acordado en el tratado: ni había ayudado a papel potencialmente importante en la defini- defender a la ciudad de otros grupos indígenas ción de alianzas y, en torno a ellos, ambos gru- ni había devuelto cautivos, cuando los espa- pos desplegaron variadas estrategias orienta- ñoles habían devuelto hasta indios “acristia- das a conseguir acuerdos ventajosos y obtener nados” (Marcoleta 1745). mayores ganancias económicas y políticas.

En el complejo juego de derechos y 7. Consideraciones finales obligaciones delineado por las relaciones di- plomáticas, los grupos indígenas también Dentro del contexto general delineado utilizaron la estrategia de solicitar la paz y por las reformas borbónicas en las colonias reducción como medio para rescatar a otros americanas, una de las principales preocupa- indígenas que habían sido llevados a las ciuda- ciones por parte de los representantes de la des para prestar servicio personal en las casas Corona era posicionarse ventajosamente fren- de los españoles (Furlong 1938). Un ejemplo te a otras potencias europeas. Para ello, era elocuente acerca de la plasticidad de este fundamental pacificar las fronteras, lo que les recurso lo hallamos en las negociaciones que permitiría mantener ocupados los espacios ya dieron lugar a la fundación de la reducción colonizados que los enfrentamientos indígenas de Concepción de abipones en la jurisdicción hacían peligrar (como la frontera sur del Cha- de Santiago del Estero, en 1749. Dobrizhoffer co) y, por sobre todo, posibilitaría controlar y señala a Cristóbal Almaraz, un español criado conocer el territorio (como en la Pampa y el desde pequeño entre los abipones, como el norte de la Patagonia), ordenar a los grupos principal representante del lado indígena en indígenas y subordinarlos al rey y a la religión. las conversaciones de paz. Almaraz, de reco- Para alcanzar estos objetivos, a las políticas nocido prestigio entre los abipones por sus de- ofensivas y defensivas implementadas hasta mostraciones bélicas, se había casado con una entonces se sumó una nueva modalidad, la mujer noble de ese grupo que, luego de ha- búsqueda de diálogo y negociaciones con los berle dado varios hijos, había sido llevada por grupos indígenas. Barreda —gobernador de Santiago del Estero— junto a otras mujeres para prestar servicios en Las acciones diplomáticas orientadas a la ciudad. Para recuperar a su esposa, la conquista del territorio chaqueño y de la región pampeano-patagónica y a la coloniza- Almaraz con su cacique Alaikin trató con ción de los grupos nómades que lo habitaban, todo empeño de que se le pidiera a Ba- en la práctica adoptaron dinámicas originales rreda el pueblo que estaba por fundarse y se redefinieron sus formas en función de las para sus compatriotas. Afirmaba que este coyunturas regionales y los intereses inmedia- sería el medio más seguro y único con que tos de ambas partes. Los pactos de paz pro- todos los cautivos recuperarían su libertad puestos por los hispanocriollos y, más aún, la (Dobrizhoffer [1784] 1969: 193). fundación de reducciones fueron formas de interacción de origen colonial que los gru- Finalmente, a cambio de la liberación pos indígenas supieron manipular y redefinir de los cautivos indígenas, los grupos abipones para lograr sus propios intereses. El estableci- acordaron asentarse en un pueblo de reduc- miento de acuerdos durante el siglo XVIII, de ción y obedecer a los padres jesuitas. Por el ninguna manera debe interpretarse como una contrario, cuando el deseo de recuperar per- relación de subordinación de los grupos indí- sonas corría por parte del sector colonial, las genas respecto de la Corona, ni tampoco como contraprestaciones solían reducirse únicamen- el surgimiento de fuertes alianzas o duraderas te al precio del rescate. En estas ocasiones se relaciones de amistad. Si bien en muchas oca- realizaban expediciones al interior del terri- siones las negociaciones diplomáticas logra- torio indígena para negociar directamente con ron disminuir los conflictos, este resultado se los caciques la liberación de los individuos que materializó bajo la forma de treguas de corto permanecían entre ellos. Estos acuerdos gene- plazo, inestable y con una flexible redefinición ralmente no definían obligaciones a futuro y la de los puntos acordados.

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En ciertas ocasiones la estrategia de las reducciones fueron refuncionalizadas por pedir la paz fue utilizada por los grupos nó- los grupos indígenas, quienes hicieron un uso mades que se hallaban cercados por tropas es- estratégico de estos espacios combinando sus pañolas paradójicamente para conseguir una propias formas de vida política y económica oportunidad de evadir un inminente enfren- con las ventajas que suponían estos nuevos tamiento armado. Sabiendo qué se esperaba enclaves: las entregas de ganados y alimen- de ellos, los grupos indígenas apelaban a ese tos por parte de los curas, la presencia de conocimiento para generar situaciones favora- corrales para el resguardo de animales orien- bles. Por ejemplo, manifestar la intención de tado al intercambio y un espacio seguro en reducirse se convertía en una buena vía para donde podían permanecer los ancianos, mu- demorar posibles acciones armadas y conse- jeres y niños mientras los hombres realizaban guir que se les permitiera internarse aún más excursiones de caza o guerra (Lucaioli y Nesis en el territorio con la excusa de sumar a otros 2007) y sitios de paso para obtener informa- caciques al acuerdo, creando las condiciones ción sobre los movimientos de las tropas co- necesarias para burlar a los españoles y los loniales (Marcoleta 1745). principios del supuesto acuerdo (Gullón Abao 1993). Esta estrategia nos habla de un profun- Lejos de alcanzar los objetivos pro- do conocimiento por parte de los grupos indí- puestos por los funcionarios coloniales de se- genas de las acciones políticas coloniales, de dentarizar a los grupos nómades y someterlos la manera en que debían proceder para neu- como vasallos del Rey y de la Iglesia Católica, tralizarlas y de la capacidad de resignificar es- los pueblos de reducción brindaron numero- tas prácticas echando mano de otras variables sas herramientas que los indígenas supieron ventajosas, como conseguir pacíficamente aprovechar para mantener un notable grado internarse en un territorio que solo ellos co- de autonomía hasta bien entrado el siglo XIX. nocían y en donde sabían que sería muy difí- A mediados del siglo XVIII, tanto en el Chaco cil que pudieran controlarlos. También hemos como en la Pampa, la formación de pueblos señalado cómo en hechos tan concretos como de reducción a cargo de jesuitas constituía la entrega de cautivos, los grupos indígenas una de las políticas que buscaba controlar a hallaron la manera de redefinir estos inter- los grupos nómades. Sin embargo, las carac- cambios para conseguir mayores beneficios, terísticas geopolíticas de cada uno de estos como la adquisición de determinados bienes a espacios condujo a que los funcionarios de la cambio de personas. Corona adaptaran sus pretensiones de con- vertir, controlar y fijar a los indígenas, imple- En las ocasiones donde sí llegaron mentando estrategias alternativas y coyuntu- a materializarse parte de los acuerdos —ya rales que muchas veces se decidían en cada fuera el establecimiento de relaciones de situación frente a los actores involucrados. En amistad entre caciques y gobernadores, la la frontera sur, la fundación de reducciones fundación reducciones en los espacios fron- no prosperó; las establecidas en la década terizos o el intercambio de cautivos— los gru- de 1740 fueron levantadas por las autorida- pos indígenas hallaron la forma de encauzar des de Buenos Aires y los tratados de paz que sus intereses redefiniendo los términos de la se acordaron en adelante solo se orientaban interacción y sacando su propio provecho de a impedir que los indígenas se apropiaran de la situación. Las relaciones de amistad entre ganado y a fomentar la devolución de cautivos caciques y funcionarios coloniales podían con- (Nacuzzi 2006). En el Chaco, tras la expulsión vertirse en una excelente vía para conseguir de los jesuitas, las reducciones pasaron a ser bienes de prestigio o cabezas de ganado que administradas por la Orden franciscana y esto les permitiera a los líderes indígenas incor- implicó numerosos cambios en cuanto a la en- porarlos en sus propias esferas políticas para trega de ganados, los intentos por regular los aumentar su renombre y fortalecer su autori- movimientos de los grupos y el uso de estos dad (Nacuzzi 1998, Lucaioli 2008). Asimismo, espacios por parte de los indígenas.

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74 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Funcionarios de dos mundos en un espacio liminal: los “indios amigos” en la frontera de Buenos Aires (1856-1866)

Ingrid de Jong* Aceptación: Enero - 2008 Aprobación: Mayo - 2008

RESUMEN El trabajo analiza la situación de los “indios amigos” en la frontera de Buenos Aires entre 1856 y 1866, período en el que el Estado argentino inicia un proceso de unificación política y consolidación insti- tucional. A partir de la reconstrucción de las relaciones diplomáticas entre los agentes estatales y diversos sectores sobre la población indígena de Pampa y Patagonia, se apunta a identificar el lugar de los “indios amigos” como mediadores y articuladores que construyen y reproducen un particular espacio político, par- ticipando tanto del despliegue de los dispositivos de poder estatales como de las alianzas políticas en el campo indígena. Este enfoque permite replantear los conceptos de subordinación y resistencia con los que se ha tendido a polarizar las posturas de “indios amigos” e “indios de tierra adentro” en relación al avance de las fronteras del Estado nacional.

PALABRAS CLAVE: “indios amigos”, Buenos Aires, frontera-política, Estado

ABSTRACT This paper analyze the “indios amigos” situation in the Buenos Aires during 1856 and 1866, when the argentinian state begins a political unification and institutional consolidation. From the recons- truction of the diplomatic relations between the state agents and different groups of the Indian population of Pampa and Patagonia, the analysis identify the “indios amigos” as occupying a particular political space, under their role as mediators in the articulation of the power devices of the state and in the maintenance of the political links in the indigenous field. This approach enables us to put in question the subordination and resistance concepts with has been common to polarize the “indios amigos” and “indios de tierra adentro” positions in face of the national state advance of the .

KEY WORDS: “indios amigos”, Buenos Aires, border politics, State

* Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. E-mail:[email protected]

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1. Introducción Comenzaremos por caracterizar el “ne- gocio pacífico de indios” desarrollado durante Los indios “amigos”, “mansos” o “some- la gobernación de Juan Manuel de Rosas (1835- tidos” han constituido actores reconocibles en 1852) como antecedente directo de este lugar la dinámica de las relaciones sociales y étnicas político en la frontera bonaerense. A continua- de diversos espacios fronterizos americanos. La ción nos introduciremos en la segunda mitad historiografía ha tendido a asociarlos a situa- del siglo XIX, caracterizando los principales ciones en cierta medida excepcionales, en las rasgos de las relaciones entre la sociedad indí- que la inserción de estos actores en los marcos gena y el Estado argentino en proceso de uni- productivos y administrativos coloniales o na- ficación y consolidación. Finalmente, recons- cionales —cumpliendo servicios en la defensa truiremos una situación puntual de conflicto militar de las fronteras, participando activa- y negociación que involucró a las autoridades mente del comercio y como mano de obra en militares, “indios amigos” e “indios de tierra las explotaciones agrícolas— contrastaba con adentro” en la jurisdicción sur de la frontera aquellos sectores indígenas que resistieron o de Buenos Aires, a fin de acercarnos a las es- negociaron mayores cuotas de autonomía en trategias, los horizontes y límites de acción sus relaciones con los hispanocriollos. de los grupos amigos durante este período. Utilizaremos para este último punto fuentes En términos generales, la atención pres- relativas a la comunicación entre las Coman- tada a las formas más ostensibles de su incor- dancias de Frontera y el Ministerio de Guerra poración al poder estatal ha ido en desmedro albergadas en el Servicio Histórico del Ejército del análisis de las funciones de articulación, (SHE) y otras publicadas por funcionarios mi- mediación y de la propia ambigüedad política litares de la administración fronteriza (Barros que asumió el papel de los indios amigos en el 1975). marco de relaciones de fuerza entre el Estado y la sociedad indígena en estos espacios de fron- 2. El negocio pacífico de indios tera. Este trabajo se propone reconstruir esta dimensión de la actuación de los indios amigos La llamada “frontera sur” con el indí- en el contexto de las relaciones entre sociedad gena en el actual territorio argentino —un am- indígena y el Estado argentino en la segunda plio arco que se desplegaba desde el sur de la mitad del siglo XIX, analizando el particular es- provincia de Mendoza en la cordillera de los pacio de poder ocupado por estos grupos en la Andes, pasando por las provincias de San Luis, frontera sur de la provincia de Buenos Aires. Córdoba y Santa Fe, atravesando de norte a sur la provincia de Buenos Aires hasta desem- En este sentido, proponemos entender bocar en el Atlántico— constituyó un espacio el lugar de los indios amigos como formando de interacción, confrontación e influencias parte tanto de las redes de alianzas que vin- recíprocas entre indígenas y blancos desde la culaban a las poblaciones indígenas de “tierra ocupación colonial. Este espacio integraba a adentro” como de la expansión de prácticas su vez un complejo fronterizo1 mayor que in- y dispositivos de poder desplegados por el cluía a la Araucanía, involucrando los vínculos Estado hacia la población indígena de Pampa culturales y económicos que ligaban a las so- y Patagonia. Su participación en este doble ciedades indígenas de ambos lados de la cordi- eslabonamiento de alianzas los ubicó en un llera y sus relaciones con los Estados argentino espacio político ambiguo y flexible, convir- y chileno. La sociedad indígena de Pampa y tiéndolos en actores multifacéticos que dispu- Norpatagonia, caracterizada por una organi- sieron —al menos durante ciertos período— de zación de carácter segmental2 y compuesta un particular margen de negociación de sus por grupos y parcialidades cuya diferenciación condiciones de relación con el Estado. y adscripción fue muy dinámica durante este

1 Esta noción plantea la necesidad de tomar en cuenta todos los espacios (fronteras diferentes, “tierra adentro” o hinter- lands, etc.), puntos de vista (alianzas de diverso tipo, redes de confederación, subordinación, parentesco, intercambio) y combinación de actividades diversas (guerra, pillaje, diplomacia, comercio) que configuran espacios macrorregionales desde los que se debe reconstruir el actuar indígena (Boccara 2005). 2 Seguimos en este concepto a Bechis, para quien las sociedades segmentales se basan en un sistema formado por repetición de unidades casi iguales, autosuficientes en el aspecto político cuya división origina dos o más unidades independientes con pérdida de la estructura primigenia (1999a:11).

76 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO siglo, constituyó una unidad con relaciones de política sobre otros grupos de las pampas y de interdependencia y conflicto a su interior, que la Araucanía. contenía asimismo la potencialidad de fisio- narse y aliarse para el enfrentamiento tanto Bajo el “negocio pacífico de indios”, los con otras parcialidades indígenas como con los indios amigos vivían bajo condiciones especí- “blancos”. ficas: las tribus eran asentadas en el territorio provincial, sobre la línea de frontera y en las Durante la segunda mitad del siglo cercanías de los fuertes, desde los cuales eran XVIII, los “malones” —invasiones dirigidas a controladas. La asignación de estos espacios obtener el ganado de las estancias de la fron- no significó la cesión de territorios a las tribus tera pampeana— devinieron en una empresa amigas, que podían ser desplazadas y recon- económica que podía convocar la acción con- centradas en diversos puntos de la frontera. junta de diversos líderes indígenas al interior Sin embargo, los permisos para el empleo de o entre las distintas parcialidades étnicas, y estos grupos en las labores de las haciendas que hallaba parte importante de sus incenti- fueron frecuentes y las medidas tendientes al vos en las posibilidades comerciales creadas fomento de la agricultura buscaron modificar por la demanda de los mercados transcordi- los hábitos de asentamiento ligados a la alta lleranos (León Solís 1991, Pinto 1996). Inicia- movilidad del patrón de subsistencia indígena, do el período independentista, la migración basado en el pastoreo de ganado, la recolec- de poblaciones y los saqueos de ganado en el ción, la caza y una agricultura complementa- territorio pampeano se incrementaron y con- ria (Ratto 2003). fluyeron con las luchas faccionales entre pa- triotas y realistas originadas en el territorio Rosas estableció una relación de tipo chileno, rediseñando el mapa político y étnico paternalista con las principales tribus amigas de las pampas. Las prácticas diplomáticas de de este período, privilegiando las negocia- los nuevos gobiernos republicanos intentaron ciones personales y jerarquizando algunos de intervenir en esta configuración, acordando estos caciques como delegados del gobierno. paces con algunos caciques a los que se com- Regalos especiales y privilegios favorecieron prometía a no invadir y evitar posibles malo- la ascendencia de los caciques Catriel y Ca- nes de otros grupos. Hacia fines de la década chul en la región de Azul y Tapalqué, en el sur de 1820, y especialmente bajo la prolongada bonaerense, donde se concentraba la mayor gobernación de Juan Manuel de Rosas (1835- cantidad de población indígena instalada en las 1852), fue implementándose una política de fronteras. La intervención del gobierno en el negociación y racionamientos, creando un proceso de elección de los sucesores de los ca- marco de relaciones pacíficas que permitió un ciques evidencia la importancia que la figura de paulatino avance poblacional sobre las tierras estos representantes indígenas había asumido indígenas. La instalación de algunos grupos en como elemento estratégico en la relación con la línea de fronteras como indios “amigos” o estos grupos de indios amigos. En este espacio “sometidos” fue solo un aspecto de un con- fronterizo, la convivencia con las tribus amigas junto de tratados que se extendió también a fue construyéndose así en base a negociaciones grupos que si bien mantenían su independen- permanentes que reflejaban las dificultades cia política y territorial, mantenían relacio- para imponer cambios en las pautas culturales nes con el gobierno en calidad de “aliados” indígenas. Las vías de inserción que parecían (Ratto 1999). En estos años, la instalación del abrirse a estas tribus —fundamentalmente en cacique huilliche Calfucurá en Salinas Gran- el empleo en establecimientos agrícolas, pero des desplazará a grupos boroganos ocupantes también como baqueanos y chasques— tendie- previos de esta región, que pasarán a engrosar ron a concentrarse, hacia fines de la década de las poblaciones de indios amigos de los secto- 1830 y durante la de 1840, en el servicio militar res oeste y sur de la frontera bonaerense. En de estos contingentes (Ratto 2003), cuando el función de acuerdos realizados con Rosas, este gobierno de Rosas comenzó a verse amenazado cacique, asentado en el centro-oeste pampea- no solo por la insurgencia de facciones políti- no, se convertirá así en uno de los principales cas opositoras a su gobierno, sino por algunos interlocutores en las negociaciones con el Es- caciques como Calfucurá, quien ampliando sus tado durante la primera mitad del siglo, incre- alianzas en el campo indígena había vuelto a mentando en función de ello su ascendencia amenazar las fronteras.

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3. La política de tratados de paz en la segun- mente a la necesidad de controlar la capaci- da mitad del siglo XIX dad de oposición conjunta de que había dado pruebas la sociedad indígena en esta coyun- Las condiciones políticas que habían tura, la oferta de tratados conformaría en las favorecido el negocio pacífico de indios en- décadas siguientes una práctica sistemática. tran en crisis con la caída del gobierno de Tras la derrota en 1861 de la Confederación de Rosas en 1852, cuando se inicia una década Provincias y la unificación política bajo la pre- de enfrentamientos armados entre los dos po- sidencia del porteño Bartolomé Mitre (1862- los de la burguesía ganadera que intentaban 1868), y a lo largo del llamado período de “or- controlar la actividad productiva y comercial ganización nacional”3, la política de tratados internacional del país bajo la representación de paz conviviría con el proyecto de expansión de un gobierno unificado. La Confederación fronteriza del Estado, como dos caras de una de Provincias del interior —lideradas por el misma moneda. La novedad intrínseca a esta gobernador entrerriano Urquiza—, y el Esta- nueva etapa en el “negocio pacífico de indios” do de Buenos Aires buscaron obtener el apoyo se vincularía a los efectos que esta política militar de los grupos indígenas de las pampas, estatal cada vez más unificada y centraliza- reforzando la figura de algunos caciques como da4 ejercería sobre un campo político indígena representantes y negociadores. Calfucurá, en que mantendría sus características segmenta- particular, se erigió en jefe de una Confedera- les (Bechis 1999b). Lejos de responder a un ción Indígena que fue sumando el apoyo de di- proyecto sostenido de incorporación social versas parcialidades de Pampa y Norpatagonia de estos grupos, la política de “tratos pací- y que a partir del tratado celebrado con Ur- ficos” se dirigió a crear las condiciones para quiza en 1854, apoyaría a una de las facciones el avance de las fronteras, prolongándose en conflicto. El Estado de Buenos Aires, por hasta las vísperas de las campañas militares otra parte, al suspender los términos bajo los de ocupación definitiva del territorio indíge- cuales Rosas se vinculaba a las tribus amigas na iniciadas a fines de la década de 1870. En —interrumpiendo las raciones y ordenando al este sentido, se mantuvo una lógica de “nego- ejército el avance de la frontera y la crea- ciar para hacer la guerra” que fue opuesta a ción de un nuevo fuerte en Tapalqué, donde la indígena, dirigida, inversamente, a “hacer se asentaban las tribus de Catriel y Cachul— la guerra para negociar” (de Jong 2007). Esto terminaría por favorecer la incorporación de queda más claro cuando se advierten los suce- las fuerzas de los indios amigos a la Confede- sivos intentos del Estado nacional de avanzar ración Indígena. Para mediados de la década las fronteras —paralelos al despliegue de rela- de 1850, los ataques de salineros, ranqueles, ciones diplomáticas— a través de la creación huilliches y pampas a la frontera bonaerense de nuevos fuertes e intentos de exploración y llegaron a retraer la línea de ocupación a los ocupación de la isla Choele Choel en el curso límites previos al inicio del gobierno de Rosas del río Negro, uno de los pasos estratégicos (Hux 1991). para la circulación de ganado comerciado en- tre los grupos indígenas. El gobierno bonaerense debió reorien- tar rápidamente su política de fronteras, ofre- Aunque partían de una fórmula similar, ciendo retornar a los “tratos pacíficos” a los dichos tratados de paz fueron diferenciándose principales caciques de la Confederación In- según las circunstancias, intereses estatales dígena. Si bien esta política respondió inicial- y características de los grupos indígenas de

3 El período de “consolidación nacional” es generalmente marcado por la batalla de Pavón (1861), acontecimiento militar que inició la unificación política y la realización de la “Conquista del Desierto” que implicó la ocupación y subordinación de las poblaciones indígenas de la Pampa y Patagonia. Para Oszlak, es sinónimo de un proceso de definitiva instituciona- lización del poder en el que tendrían lugar la formación de nuevos mecanismos de representación, negociación y control —como el Congreso Nacional, los partidos de la oligarquía y el ejército nacional—, que desplazarían a las alianzas reales o potenciales entre las provincias como escenarios del proceso político (Oszlak 1997). 4 Es importante tener en cuenta que en esta década la misma sociedad blanca inicia un proceso de unificación que tiende a cambiar los términos de lucha segmental y competitiva de su propia estructura política para crear un vínculo jerárquico dominado por un Estado que se erigía como forma dominante y abarcadora de integración social y política. En términos de Oszlak, “De un conflicto ´horizontal´, entre pares […] se pasó a una confrontación ´vertical´ entre desiguales. […] Al carácter segmentario de la organización social se había superpuesto una dimensión jerárquica” (Oszlak 1997: 96).

78 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO cada región. En su mayor parte fueron reali- Desde las localidades de Junín y Bra- zados con los caciques de mayor ascendencia gado, en el oeste bonaerense, se renovarán política, a quienes se acordaban títulos milita- los lazos con las antiguas tribus amigas que res, sueldos y raciones, reconociéndolos como habitaban la frontera en tiempos de Rosas. Re- las autoridades principales de la jurisdicción tornarán así a sus asentamientos los caciques fronteriza con la que realizaban las negocia- Rondeau, Railef y Melinao, quienes facilitarían ciones. Si bien el recorte de unidades y repre- el ingreso de su pariente Coliqueo —segundo sentantes operado por los tratados expresa las cacique de la Confederación de Calfucurá— redes de alianzas preexistentes en el campo como indio amigo en las fronteras. Los esfuer- indígena, también pone en evidencia los in- zos de Buenos Aires se dirigieron asimismo a tentos estatales de territorializar y organizar captar el apoyo de caciques ranqueles más una jerarquía entre las poblaciones a partir del cercanos a las fronteras de San Luis y Córdo- reconocimiento del liderazgo de determinados ba, que se hallaban bajo tratados con Urquiza. caciques. Este ordenamiento buscaba, como Si bien no prosperan inmediatamente, estas veremos, favorecer el aislamiento político de tratativas tienen sus resultados a largo plazo. la jefatura de Calfucurá respecto de posibles aliados, como los tehuelches y manzaneros del En este marco, las localidades de la ju- río Negro, intentado incluso intervenir en sus risdicción sur de la frontera, Azul, Tapalqué y relaciones con parcialidades ranqueles y arau- Bahía Blanca, constituirán un escenario par- canas (de Jong 2007)5. ticular en las negociaciones con varias tribus pampas y huilliches que se desprenden de la El enclave fronterizo de Carmen de Confederación Indígena. Desde el Fuerte Ar- Patagones, en el extremo sur de la provincia gentino, en Bahía Blanca, se realiza en 1856 de Buenos Aires, consolidará mediante nuevos tratado con Juan Catriel, quien era la cabe- tratados los lazos comerciales y la provisión za visible de un conjunto de caciques y tribus de raciones con los grupos cordilleranos nor- que se habían integrado como indios amigos patagónicos y con los grupos tehuelches del en tiempos de Rosas, y aspiraban a regresar sur del río Negro. A partir de la firma de un a este tipo de relaciones con los blancos. Ca- primer tratado con Yanquetruz, en 1857, re- triel retorna al sur de la frontera bonaerense novado luego de su muerte con su hermano bajo el título de “Cacique Mayor y Comandan- Chingoleo, se abrirá un curso de negociaciones te General de las Pampas”, con sueldo men- en las que varios caciques comenzarán a reci- sual, grado de general y uso de charreteras de bir raciones anuales bajo el compromiso de no coronel, encomendándole su mediación en la invadir las fronteras. Chingoleo cumple en los restitución de cautivos y en el ofrecimiento de primeros años de la década de 1860 un estra- condiciones de paz a Calfucurá (Levaggi 2000: tégico papel de intermediario con las tribus 302). Su retorno a las tierras cercanas a Azul de tierra adentro, acercando a varios caciques es acompañado en los años inmediatos por nu- que habitaban las márgenes del río Negro y las merosas tribus “pampas” que se ubican en las faldas cordilleranas para negociar tratados de tierras cercanas de Tapalqué. A través de la in- paz. Aunque no todos se concretaron, constitu- termediación diplomática de Catriel, Calfucu- yeron medidas disuasorias significativas hacia rá inicia las tratativas para la firma de un tra- caciques que participaban en las invasiones de tado de paz con el Comandante de Azul. Este Calfucurá (Levaggi 2000). Estas negociaciones termina por concretarse, comprometiéndolo habilitarán un prestigio creciente a algunos de como “aliado” a alertar sobre invasiones6. ellos, como el cacique Casimiro, al sur del río Negro, y el cacique Sayhueque, que incremen- De esta manera, el establecimiento de tará su ascendencia sobre las tribus del Limay, vínculos “pacíficos” parece haber sido una op- en el sur del actual territorio del Neuquén, en ción privilegiada por el amplio espectro de los el curso de la década. agrupamientos indígenas de Pampa y Patago-

5 El apoyo al gobierno en un futuro enfrentamiento con las fuerzas de Calfucurá formó parte de los compromisos asumidos en los tratados realizados a fines de la década con el cacique araucano Lemunao en 1869 y con los caciques ranqueles en 1870, así como con los caciques manzaneros y de la falda cordillerana en 1872 (Levaggi 2000). 6 SHE, Caja12, nº 699.

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nia en la segunda mitad del siglo XIX. Impues- los grupos “subordinados” a la administración tos bajo su forma escrita y formulación jurídi- militar en las fronteras, a los que también se ca por el poder estatal, buscados activamente denominó “mansos” o “sometidos”, diferen- por diversos caciques, devienen en el disposi- ciándolos así de los “indios de tierra aden- tivo hegemónico en los vínculos entre indios tro”. Cabe preguntarse, entonces, en qué y blancos de la segunda mitad del siglo XIX. consistía esta “subordinación” de los “indios En función de la realización de los tratados amigos” a las autoridades militares y qué for- de paz, en el mapa poblacional indígena fue- mas de incorporación a la vida de las fronte- ron perfilándose sectores con una más clara ras canalizó esta práctica en la segunda mitad demarcación territorial y con representantes del siglo XIX. políticos más jerarquizados y estables. Para algunos de ellos los tratados aseguraron una Pese a las múltiples referencias docu- modalidad pacífica de obtención de ganado mentales sobre la existencia de indios amigos en base a raciones periódicas y el intercambio en las últimas décadas de la frontera, no ha comercial en los puntos de frontera, aspecto habido hasta el momento un estudio siste- que no parece haber entrado en contradic- mático sobre estos actores. Desde el ámbito ción, desde la perspectiva indígena, con los académico, y como sosteníamos en la intro- planes estatales de exploración y ocupación ducción, se ha tendido a considerar a estos del territorio pampeano y patagónico. Si este grupos como protagonistas de un proceso de parece haber sido el caso de los caciques “hui- asimilación cultural, que en paralelo y a tra- lliches”, “manzaneros” y “tehuelches” que vés de la persistencia de la figura de los caci- mantuvieron tratados por Patagones, distinta ques como particulares mediadores, fue disol- fue la dinámica de relación con “salineros” y viendo sus rasgos culturales en beneficio de “ranqueles”, ubicados en los territorios más las categorías cristianas (Viñas [1982] 2003). próximos a la frontera, vinculados económica y En un enfoque posterior, en un análisis que in- políticamente al tradicional circuito comercial tegra los acuerdos con los indios amigos a la con Chile (De Jong 2007). Lejos de integrar los práctica de tratados mantenida secularmen- acuerdos de paz con los salineros, cada uno de te por el Estado nacional hacia los indígenas los intentos de avance o exploración del curso de la frontera sur, Briones y Carrasco (2000) del río Negro provocó reacción de Calfucurá, destacan la asimetría entre éstos y otros gru- cuyas amenazas de invasión no siempre llega- pos no sometidos a la administración estatal. ron a concretarse. Por el contrario, en lugar Según las autoras —y en contraste con otros de desarrollar una confrontación de larga du- grupos radicados “tierra adentro”, donde no ración, este cacique intentará retomar cada había forma de ejercer la soberanía— sobre vez sus vínculos diplomáticos con el Estado, los indios radicados entre poblaciones no indí- utilizando sus amenazas y acciones militares genas se extendían “todos los dispositivos de como elementos de presión para la incorpo- disciplinamiento y control que rigen para los ración de sus aliados políticos en la firma de otros ciudadanos”. Señalan, sin embargo, que nuevos tratados (De Jong y Ratto 2009). “la misma celebración de acuerdos muestra que estas poblaciones tenían una condición 4. Los “indios amigos” en la segunda mitad diferente al resto de las poblaciones subordi- del siglo XIX nadas” (2000: 46-47).

En el marco de esta política de trata- Estas referencias han permitido supo- dos, el uso de la denominación “indio amigo” ner un fuerte proceso de incorporación y asi- fue amplia y se aplicó a todo aquel grupo que milación de estos grupos, proceso que desde a través de su cacique estuviera incorpora- una visión teleológica del proceso histórico no do a los tratados de paz, que en el curso de hacía más que anticipar la subordinación e in- la década de 1860 prometían extenderse a la visibilización étnica por los que pasarían las mayor parte de los grupos que habitaban la poblaciones indígenas luego de la “Conquista Pampa y la Patagonia, incluyendo a los sec- del Desierto”. Otras perspectivas, como las tores más confrontadores, como los salineros de Quijada (2002), han hecho hincapié en la y los ranqueles. Pero esta categoría fue uti- necesidad de atender a la compleja trama de lizada con mayor frecuencia para referirse a influencias recíprocas que hizo de la socie-

80 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO dad de fronteras una población “cambiante, limitando las posibilidades de insertarse en permeable, compleja, mestizada y múltiple” forma individual a la sociedad de fronteras. (2002:126) y a la actuación, a través de las Las limitaciones del proyecto asimilacionista, fronteras étnicas, de agentes particulares al menos desde la perspectiva del Estado, se —entre los que podría considerarse a los pro- harían más claras al cesar la funcionalidad es- pios indios amigos— como passeurs, quienes tratégica de estos grupos para el Estado una “desde una posición a menudo liminal y a ca- vez finalizada la Guerra del Paraguay a fines ballo entre culturas, favorecieron las transfe- de la década de 1870, expresándose en el in- rencias y el diálogo entre universos aparente- cremento de las cargas militares sobre estos mente incompatibles, elaborando mediaciones contingentes y el desplazamiento de muchos muchas veces insólitas y contribuyendo así a de ellos de las tierras a las que creían estar la articulación y permeabilización de sus fron- ligados a perpetuidad (De Jong 2005). teras (Gruzinski, en Quijada 2002:127). Adoptábamos de esta manera una pers- Basándonos en estos aportes, en nues- pectiva que entendía a estos grupos de indios tros primeros abordajes sobre este tema hici- amigos como ocupando un lugar político estra- mos hincapié en la figura de los caciques como tégico, ligado a un espacio particular creado hábiles articuladores de un proceso de asi- por la propia situación de frontera y la rela- milación que mostraba un amplio abanico de ción de fuerzas entre aquellos grupos indíge- expectativas indígenas en relación al Estado. nas que defendían su autonomía territorial Al respecto, sostuvimos que la persistencia de y el Estado interesado en avanzar sobre sus la organización tribal y la figura del cacique territorios, pero incapacitado provisoriamen- fueron centrales incluso en aquellas iniciati- te de realizarlo mediante la fuerza. Rescatá- vas indígenas que contemplaban una incorpo- bamos también las distintas modalidades que ración a largo plazo en la sociedad de fronte- podía asumir la relación entre el Estado y los ras. En efecto, la expectativa de “vivir en paz indios amigos con trayectorias políticas, étni- en la frontera” y “fundar un pueblo” bajo la cas y territoriales distintas, que influyeron, en autoridad de los caciques alentó a muchos de el largo plazo, en el destino de las agrupacio- ellos a iniciar gestiones para la obtención de nes boroganas de aquellas más vinculadas a títulos sobre las tierras que ocupaban, pedidos los pampas de Catriel o desmembradas de los que en algunos casos resultaron en el otorga- salineros de Calfucurá. miento de la propiedad comunal de las tierras a muchas de estas tribus por el Congreso de la Sin embargo, todavía quedaba pendien- Provincia de Buenos Aires (De Jong 2005)7. te reconstruir el complejo cuadro histórico de relaciones de fuerza que permitiera explicar Si bien la vida en la frontera parece la conformación y disolución de alianzas entre haber creado posibilidades de relación que indígenas y entre estos y los blancos, para com- acercaba a estas tribus a otros sujetos de la prender las razones de existencia y las caracte- campaña bajo un modo de vida “mestizado”, rísticas de este particular estatus de indios ami- en el que muchos elementos de la dieta, la gos en la frontera. En otras palabras, entender vestimenta, la vivienda e incluso algunas unio- a indios “amigos”, “aliados” y “enemigos” no nes matrimoniales eran comunes a indígenas y como categorías fijas y homogéneas, sino como sectores más bajos de la población rural (Qui- construcciones identitarias sujetas a las osci- jada 2002), identificamos a la administración laciones del contexto político en el que estas militar de las fronteras como un límite a estas juegan un papel (Boccara 2001, Gotta 2003). vías de asimilación. Las comandancias utili- La categoría de “indio amigo” en tanto catego- zaron la figura de los caciques como articula- ría de análisis requiere no solo reconstruir los dores con los lanceros indígenas, reforzando puntos de vista que residían en su construcción así la “tribalización” de estas poblaciones y y las lógicas que orientaban su utilización, sino

7 Este es el caso de las tribus de los caciques de origen boroga: Rondeau en 25 de Mayo, Coliqueo, Railef y Melinao por los alrededores de Bragado, Raninqueo en Bolívar, Ancalao en las cercanías de Bahía Blanca y Maicá en Azul. Tales concesiones se realizaron a lo largo de la década de 1860 desde un discurso que consideraba esta la mejor vía de integrar en el futuro a estas tribus como propietarios y trabajadores, y asegurar mientras tanto su apoyo en la línea de defensa fronteriza (De Jong 2005).

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también diferenciar el orden social promovido “autoridad” en contraposición al “poder” en por estas clasificaciones de las prácticas y con- tanto que “coerción”. Bechis toma esta distin- ductas concretas de los actores. En este mismo ción de Fried, para quien “autoridad se refiere sentido se había expresado ya Obregón Iturra, a la habilidad de canalizar la conducta de otros refiriéndose a la necesidad de replantearse el en ausencia de amenazas o uso de sanciones uso de categorías dicotómicas, como las de in- negativas, [mientras que] poder es la habilidad dio “amigo” e indio “enemigo”, en tanto “po- de canalizar la conducta de otros por la ame- larizan en extremo las categorías, proceden naza o uso de sanciones negativas” (en Bechis por reducción y generalización y finalmente 1999ª: 2). La relación de autoridad, basada en proyectan un funcionamiento antagónico ideal el consenso y la capacidad de persuasión del al objeto que describen o analizan” (Obregón cacique sobre sus seguidores es la que permite Iturra 2008). explicar la institución del cacicazgo para me- diados del siglo en la frontera sur. En el marco de la política de tratados de paz iniciada a fines de la década de 1850 en Acercarnos a la dinámica de las relacio- la frontera bonaerense, las condiciones vivi- nes de frontera y al lugar de los indios amigos das por aquellas tribus calificadas como “ami- en ella implica preguntarnos de qué manera gas”, “mansas” o “sometidas” no implicaron se articuló esta lógica basada en el prestigio situaciones homogéneas de subordinación y y la autoridad con la del poder coercitivo y asimilación ni una inserción política estable. vertical de la institución militar. Para ello es Por el contrario, veremos que el espacio de necesario considerar la situación total, la con- las fronteras constituyó un ámbito fluctuante figuración de un “campo político” que, lejos de situaciones de confrontación y de prácticas de operar bajo un funcionamiento mecánico diplomáticas a cuyos vaivenes estuvo sujeta o regular, daba lugar a la tensión entre unida- la inestable condición de los caciques y tribus des con motivaciones cambiantes y complejas amigas. Y en esta inestabilidad y ambigüedad (Swartz et al. 1994). Si bien este equilibrio intervenían tanto las contradicciones de las inestable se transformaría notablemente en prácticas políticas fronterizas, en algunos ca- menos de dos décadas, con la concreción de la sos alimentadas por la manipulación local de ocupación nacional de los territorios de Pampa las disposiciones del poder central y las pujas y Patagonia, todavía a mediados de la década de poder entre los principales partidos polí- de 1860 este campo político mostraba una no- ticos, como por las propias estrategias de los toria paridad de fuerzas y una gran dificultad líderes indígenas, pasando por las condiciones del Estado por concretar los planes de ofensi- de funcionamiento de una sociedad de fronte- va fronteriza sobre las tierras indígenas. ras que se alimentaba del mantenimiento de esta relación de fuerzas. Creemos necesario pensar la frontera en términos de un espacio heterogéneo, mo- 5. La frontera como espacio político: entre vible, flexible y en el que se ponían en juego el poder de la persuasión y la persuasión particulares estrategias para mantener una del poder relación de fuerzas que debía ser negociada y reconstruida permanentemente. En este pe- La diferencia entre “el poder de la per- ríodo de paulatina consolidación estatal, la suasión” y “la persuasión del poder” ha sido frontera constituía no solo un ámbito de lucha subrayada por Martha Bechis (1999ª, 1999b), y negociación con el indio de “tierra adentro”, quien sentó las primeras interpretaciones de sino un espacio de prácticas clientelares liga- la organización política indígena de Pampa das a la disputa por el poder entre partidos y y Patagonia como una estructura segmental, sectores políticos de la provincia de Buenos caracterizando la ascendencia de los caciques Aires8. Bajo la presidencia de Mitre, las princi- indígenas sobre sus seguidores en términos de pales autoridades de los distritos de campaña

8 Estos eran los seguidores de los nacionalistas o liberales, entre los que se concentraba la burguesía comercial porteña, dirigidos por Bartolomé Mitre, presidente argentino entre 1862 y 1868, que se opuso políticamente a la facción de los autonomistas de Valentín Alsina, que nucleaba a la clase de los grandes hacendados del sur bonaerense. Los primeros lle- garon a realizar una revolución contra la elección del presidente Avellaneda, en 1874, enfrentamiento que se dirimió en los terrenos de la frontera y que involucró la utilización de tropas indígenas (Peña 1975).

82 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO eran los Jueces de Paz y los Jefes de Fronte- cía en paralelo al mantenimiento de la exis- ra. Los Jueces de Paz eran nombrados por el tencia misma de la frontera. Ejecutivo nacional y concentraban las funcio- nes de policía, justicia, beneficencia, escue- En el marco de estabilización de las re- las primarias y recaudación de rentas (Barba laciones fronterizas a partir de la política de 1982). Pero la administración de las fronteras tratados de paz, el sur de la frontera de Bue- estaba a cargo del ejército, cuyos principales nos Aires tendrá características distintivas, no oficiales eran integrantes del Partido Liberal o solo por la numerosa población indígena ins- bien personajes locales adherentes a su políti- talada en las fronteras9 sino por las alianzas ca, a los que se confirió grados militares y que mantenidas con las tribus de “tierra adentro”, hallaron en estos espacios un amplio margen especialmente con las del líder salinero Cal- para consolidar su poder personal y capita- fucurá. En los primeros años de la década de lizar a su favor la autoridad que el gobierno 1860 las localidades de Azul, Tapalqué y Bahía nacional les otorgaba en sus funciones (Peña Blanca recibirían comisiones enviados por Cal- 1975). fucurá desde “tierra adentro” a comerciar y a recibir las raciones periódicas asignadas por Estos funcionarios militares tenían bajo los tratados. su responsabilidad organizar la defensa de las fronteras de cada jurisdicción de frontera en El cacique Juan Catriel, secundado por base a los escasos soldados de línea enviados Cachul, había sido la cabeza principal de las por el Ministerio de Guerra, disponiendo el re- tribus ubicadas entre el Azul y Tapalqué desde clutamiento periódico de población rural para tiempos de Rosas, y había regresado a sus te- el servicio obligatorio como Guardias Naciona- rritorios manifestando la vocación por la con- les. A la escasez de las partidas enviadas para vivencia pacífica. Su ascendencia se había re- la alimentación, armamento y racionamiento forzado por el reconocimiento del gobierno a de las tropas se sumaba la corrupción en la través del otorgamiento de títulos militares a administración de estos recursos por parte de él y sus principales caciques, así como sueldos proveedores y oficiales del ejército. Esta si- y raciones trimestrales. Esta población iría in- tuación, según las denuncias de Barros (1975) crementándose con el arribo de una importan- y Morales (1868, en Peña 1975) mantenía a los te cantidad de caciques que desprendiéndose pobladores reclutados como Guardias Nacio- del tronco de Calfucurá fueron negociando el nales en una situación miserable. Carecían de asentamiento en las tierras de Tapalqué y Ba- vestuario y el alimento necesario para sopor- hía Blanca y la asignación de raciones particu- tar el rigor de los inviernos, así como de las lares como indios amigos. Hacia mediados de armas y animales de montura requeridos para la década la lista de los caciques racionados la defensa de las fronteras. Era común que pertenecientes a las tribus de Juan Catriel in- gran parte de estas fuerzas hubieran cumplido cluían a seis Caciques Segundos (Cachul, Chi- ya el doble de tiempo que era obligatorio en pitruz, Calfuquir, Manuel Grande, Millacurá y el servicio y que se les adeudaran varios me- Guiliner) y 34 capitanejos10, muchos de ellos ses de sueldo. Las deserciones eran frecuentes provenientes de las tolderías de Salinas Gran- y se penaban con la prisión o la muerte. Al des. Otros caciques provenientes del tronco controlar las condiciones de reclutamiento y político de Calfucurá, como Guayquil, Ignacio obediencia de la población rural y su protago- y Cañumil, iniciaron negociaciones paralelas nismo en las relaciones con los indios amigos, con la Comandancia de Bahía Blanca. los comandantes de frontera disponían de un margen de manipulación política. Constituye- Este proceso de segmentación no pasa- ron así, junto con los indios amigos, actores ba inadvertido a las autoridades gubernamen- cuyo espacio de poder se generaba y reprodu- tales, las que por el contrario parecen haber

9 Durante gran parte del siglo XIX, en esta región las tribus amigas parecen haber superado ampliamente la población “crio- lla”. En base a censos provinciales, se ha calculado la existencia de 2.650 indígenas para 1836 y cerca de 6.000 indígenas para 1854. Hacia 1870, el viajero Armaignac estimaba en 4.000 personas y 1.500 “lanzas” —hombres de guerra— la pobla- ción indígena asentada en la zona de Azul y Tapalqué (Lanteri y Pedrotta 2007). 10 SHE, Caja 17, nº 882.

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hecho de este efecto uno de sus objetivos. cacique se prolongaba en el seguimiento del Este es el sentido que se extrae de la carta grupo a las autoridades militares de frontera. escrita en 1863 por Juan Cornell, teniente Si las autoridades militares pretendían contar coronel a cargo de las Comisiones de Indios, con el apoyo de grupos indígenas para preve- recomendando al ministro de Guerra la reali- nir, rechazar e incluso reprimir la conducta de zación de tratados solicitados por los caciques otros grupos indígenas, tuvieron que recurrir Cañumil y Guayquil: a otros factores distintos al poder coercitivo o la amenaza de su empleo. Debieron apelar a la Es de presumirse, Sr. Ministro, que a es- construcción de un “poder consensual”, sus- tos caciques se seguirán otros con iguales tentado en una legitimidad12 que pudiera com- demandas que a primera impresión se ten- petir con aquellos motivos que podían conducir drán en vista los gastos enormes que consi- a la unidad indígena. La incorporación de gru- derados serán nada en proporción de lo que pos en apoyo a las fuerzas militares implicaba se gana entreteniendo la paz mientras se así crear una relación en la que las demandas va conquistando la tierra, que se hace útil de estos grupos fueran altamente satisfechas. formando pueblos y aumentando la riqueza En este sentido, conocer y evaluar las expec- del país. Por eso es que yo juzgo que está tativas y deseos de los caciques y grupos era en los intereses generales de la Nación y fundamental para quienes debían, como agen- principalmente en los del Gobierno de la tes del Estado, tejer la trama de las relaciones provincia de Buenos Aires el admitir la se- pacíficas en las fronteras. En las ofertas de paración e independencia de cada uno de tratados de paz y en los recursos materiales los caciques del dominio de un Jefe prin- y simbólicos ofrecidos se jugaba entonces la cipal sea Calfucurá u otro para atraerlos a identificación de las aspiraciones de distintos ser súbditos del Gobierno nacional aunque caciques y sus seguidores, y la posibilidad de para ello sea preciso hacer algunos gastos influir en la conformación de distintas unida- 11 de más de los que se hacen . des políticas independientes, que fragmenta- ran la potencialidad de confederación siempre Esta política se orientaba así a separar latente en las alianzas indígenas. las fuerzas indígenas cuya unión significaba una amenaza a las fronteras y una resisten- La oferta de tratados de paz significó cia a los planes de avance estatal. ¿Pero qué así para muchos caciques y sus seguidores ini- tipo de integración o subordinación implicaba ciar una gestión independiente que permitiera en los primeros años de la década de 1860 la obtener mayores recursos materiales y sim- condición de “súbditos del Gobierno nacional” bólicos, mejorando así su lugar relativo en el de estos indios amigos? Desde ya, en un cam- campo de fuerzas y competencias indígenas. po político caracterizado por la paridad de Pero el Estado debía a su vez controlar que el fuerzas entre el sector “nacional” y el “indí- prestigio de algunos líderes amigos se expan- gena”, la idea de una “subordinación” o “so- diera hasta límites más allá de lo manejables, metimiento” de estos indios amigos por medio reproduciendo la amenaza que representaba, de la fuerza debe relativizarse. La presencia algunas leguas más tierras adentro, el poder militar del Estado en la frontera en esta etapa de convocatoria del propio Calfucurá. era extremadamente débil y no podía llevar a cabo más que muy puntuales medidas de re- Esto llevó a un delicado manejo de as- presión —en realidad de persecución— de los cendencias y privilegios y a un control “mili- malones indígenas desde una estructura que métrico” de su distribución entre las diferen- no pasaba de ser defensiva. tes “cabezas” que podían capitalizarlo en la frontera. En el caso de la jurisdicción sur de Pensamos que el mismo tipo de lazo la frontera bonaerense, la política fronteriza político que vinculaba a los “seguidores” a su

11 Carta de Juan Cornell al ministro de Guerra Juan Andrés Gelly y Obes, 10/11/1863. SHE, Caja 12, nº 699. 12 Siguiendo a Swartz et al. (1994) el “poder consensual” se basa en altas cuotas de “legitimidad”. Basándose en Parsons, estos autores entienden el apoyo político dado por la legitimidad, entendido por su oposición a la fuerza cruda —aunque difícilmente en un sistema político exista solo uno u otro— deriva de valores y expectativas que se esperan se vean cum- plidos por el proceso o la entidad al que se considera legítimo (1994: 107).

84 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO de los militares intentó acotar el protagonis- tenga a bien confiarles, para así cumplir mo de Catriel como cacique principal de las sus deberes, y cumpliendo con ellos, sa- tribus amigas del Azul —que había sido favore- tisfacer sus deseos de mostrar su decisión cida por la misma política estatal— fomentan- [...] Que al solicitar esta incorporación al do la competencia de este cacique con otras Ejército de operaciones, solo piden, que tribus amigas situadas en Tapalqué, entre las el Sr. Presidente les conceda la gracia de que se destacaba el cacique Lucio. Ignacio Ri- formar parte de la División de Vanguardia, vas, comandante del Azul, intentó esta políti- pues quieren prestar sus servicios, desde ca de división entre las tribus amigas de Azul el primer instante de ponerse en campaña, y de Tapalqué entre 1858 y 1859, alentando al frente del enemigo14. al cacique Lucio —asentado en las tierras de Tapalqué—, a independizarse de su subordina- Aunque estos gestos de “patriotismo” ción a Catriel, bajo la asignación de mayores no pueden ser generalizados a todos los gru- raciones (Barros 1975, Sarramone 1993). Em- pos de indios amigos y seguramente tenían pleó la misma estrategia con su hijo y suce- que ver con las necesidades y expectativas sor Chipitruz. Fuentes militares de 1863 nos con las que cada cacique tejía sus relaciones muestran a este cacique, secundado por otros en la sociedad de fronteras, sí parece que- caciques de Tapalqué, encabezando el ataque dar claro que la figura de los caciques eran a los toldos de Millanamún, un cacique menor efectivas poseedoras de una legitimidad por de Catriel, bajo la acusación de haber robado la cual podían llegar a canalizar la obedien- ganado en las estancias vecinas. La participa- cia de sus seguidores a los mandos militares. ción de Chipitruz en el saqueo de los animales Pero este poder del cacique era de tipo con- y el secuestro de las familias de Millanamún le sensual, obtenía una obediencia en función de valió una participación en los ganados secues- las expectativas que este generaba hacia una trados así como la gestión del comandante de recompensa, la reciprocidad o en el logro de nuevas raciones en reconocimiento a la “prue- metas comunes15. ba de lealtad y buena fe” demostrada en la “lección moral dada a los indios ladrones de Las autoridades militares utilizaban Catriel”13. a su favor los mecanismos de autoridad tra- dicionales de la sociedad indígena, en la que Todo hace pensar que el rasgo competi- los caciques adquirían autoridad mediante el tivo de la organización indígena fue fértil para prestigio, que en el ámbito de la frontera se este tipo de estrategias, y que el acercamien- expresaba en las compensaciones en “vicios” to de ciertos caciques al poder militar consti- —yerba, azúcar, aguardiente, tabaco, etc.—, tuyó una vía percibida como exitosa para estos ganado y la promesa de protección militar ante y sus grupos. Este es nuevamente el caso del ataques de grupos indígenas enemigos. El caci- cacique Chipitruz, cuando apenas declarada la que se tornaba así en un intermediario central. Guerra del Paraguay solicitó al gobierno ir al Utilizaba su prestigio para concitar y mantener frente de lucha con sus lanceros: una clientela política entre sus propios indíge- nas, convirtiéndose en un mediador ineludible Que comprendiendo la justicia, con que para las autoridades militares que pudieran y sostiene el Gobierno Nacional, la guerra quisieran contar con estas fuerzas. contra el enemigo paraguayo: ellos como hijos de esta tierra, no podían ser in- Participar de estas relaciones abría tam- diferentes a ella, y que desean también bién a los caciques un espacio de manipulación ayudar a defenderla: para lo que ofrecen de adscripciones, dotándolo de cierto margen ocupar el puesto, que el Sr. Presidente, de negociación ante los comandantes de fron-

13 SHE, Caja 12, nº 703. 14 Carta del Comandante Benito Machado al ministro de Guerra Gelly y Obes, Azul, 31/1/1866. Caja 18, nº 772. 15 En términos de Swartz et al. (1994) “la obediencia basada en el poder consensual es motivada por la creencia (la cual solo puede ser vagamente formulada) de que en algún momento en el futuro el funcionario, la agencia, el gobierno, etcétera, a quienes obedecen los individuos, satisfacerán sus expectativas de manera positiva. […] En la medida en que la obedien- cia basada en el poder consensual está divorciada de la dependencia inmediata o de la gratificación, el poder consensual permite mayor flexibilidad que las demandas basadas en otro tipo de apoyos” (1994: 109).

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tera. En el caso de Catriel, su experiencia de que en el arco de la frontera bonaerense no décadas como indio amigo en las tierras del todos los grupos amigos se hallaban bajo igua- Azul y su ascendencia sobre una numerosa po- les condiciones de “subordinación”, ni sus ca- blación indígena le habilitaba un lugar prefe- ciques tenían iguales grados de protagonismo. rencial en las atenciones dispensadas por sus Seguramente la particular situación de cada interlocutores no indígenas, que le permitían cacique en la trama de relaciones políticas mantener un modo de vida hasta cierto punto intraétnicas se vinculó con modalidades con- distinto al común de sus indios: en 1865 el Jefe trastantes de inserción de los indios amigos en de la Frontera Sud, Benito Machado, transmitía el ámbito de la frontera. Para la misma época al ministro de Guerra el pedido de Catriel de en que Chipitruz realizaba el gesto de “patrio- contar con una casa que había elegido en el tismo” voluntario para participar en la Gue- Azul, pidiendo la autorización para su compra rra del Paraguay, encontramos a los caciques por cuenta del gobierno, argumentando que Rondeau y Raylef en la frontera oeste, junto a era conveniente que “la Tribu se mantenga en sus caciques menores y una proporción de sus la mejor condición de buena fe atendiendo a la lanceros revistando regularmente en las fuer- residencia de su Cacique en este Pueblo”16. zas del ejército, bajo una jerarquía específica que replicaba los mandos militares no indí- Pero su calidad de representante y arti- genas17. Para la misma época, en la frontera culador entre el gobierno y su tribu era jugado sur, con una población indígena mucho mayor, bajo el protocolo de los parlamentos y el uso encontramos que la incorporación regular al de lenguaraces. El ingeniero militar Alfredo ejército estaba limitada a la tribu del cacique Ebelot sostenía, refiriéndose a caciques ami- Maycá, por lo que las prestaciones militares gos como Catriel, que “a pesar de hablar co- eran notoriamente menores. rrectamente el español y servirse de él para la vida ordinaria, no lo emplean nunca en las re- Estas modalidades resultaron tanto del laciones oficiales: tratan de afianzar su nacio- conocimiento que los propios comandantes nalidad con el uso de su lengua” (Ebelot 1930, fueron elaborando acerca de hasta dónde po- en Sarramone 1993: 281). Un encadenamiento dían presionar, pero que se vincularan también de apoyos altamente ligados al mantenimien- a distintas estrategias de los propios caciques to de los elementos de legitimidad vinculados amigos, interesados en utilizar los vínculos a las expectativas y valores de quienes obe- con el Estado en el campo de competencia decían, se hallaba entonces tras el “poder” interindígena. Las autoridades militares cono- de los funcionarios de Estado y la “subordina- cían bastante profundamente las rivalidades ción” al mismo por parte de caciques y segui- entre los caciques y las divisiones identitarias dores. No consideramos esto un rasgo fijo en que segmentaban a los grupos amigos. En este un proceso tan dinámico y cambiante como lo sentido, las afinidades de parentesco y reci- fue el de las últimas tres décadas de la fronte- procidad, los “antiguos odios” o desavenen- ra, en el que las relaciones de fuerza entre el cias entre grupos y las compensaciones mate- Estado y el campo indígena como un todo dejó riales que podían obtenerse eran los recursos rápidamente de mantener un equilibrio para de persuasión que podían activar los coman- tornarse altamente asimétrico. Pero creemos dantes y caciques para concitar el apoyo de que la capacidad de imponerse por parte del los lanceros en acciones militares contra otros Estado se vinculó, entre otros factores a los grupos amigos o de “tierra adentro”. efectos a largo plazo de estas prácticas diplo- máticas y a su poder de fragmentación de las La “subordinación” de las tribus ami- alianzas indígenas. gas, de esta manera, se basaba en un amplio margen de resistencia y condicionamiento ante De hecho, en la década de 1860 vemos el control militar. La intermediación de los ca-

16 SHE, Caja 17, nº 2963. 17 El detalle de la frontera oeste correspondiente al mes de octubre de 1864 nos muestra un extracto de fuerzas agrupadas en categorías militares (Coronel, Teniente Coronel, Sargento Mayor, Capitanes, Ayudantes, Tenientes 1º y 2º, Alférez y cirujanos). A ellas le seguían otras categorías para indígenas, equivalentes pero supuestamente inferiores en la escala jerárquica (Caciques, Capitanejos, Tenientejos, Alferejos) y a continuación Sargentos 1º y 2º, Cabos 1º y 2º, cornetas, tambores, aspirantes, soldados y muchachos. SHE, caja 15, nº 892.

86 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO ciques como representantes, la exigencia de de reclutamiento hacen que las deserciones recompensas y el mantenimiento de vínculos sean habituales, llegándose a plantear el uso de solidaridad con otros grupos, condicionaba de prisioneros paraguayos para la defensa de y limitaba su sometimiento al Estado. En la las fronteras19. Los temores expresados en los reproducción de este espacio político especí- partes de frontera muestran que los ataques fico —posibilitado, pero también amenazado indígenas podían ser especialmente críticos, por esta relación “clientelar”— era central el dada la falta casi total de recursos para re- mantenimiento de alianzas que con los indios pelerlas. de “tierra adentro”. De hecho, encontramos en las fuentes militares la conciencia de que En realidad, y en paralelo a los tratados la “fidelidad” de estos indios podía llegar, al pacíficos, era frecuente que los habitantes de cambiar la correlación de fuerzas, a un aban- la frontera sufrieran robos en pequeña escala dono de los acuerdos con los blancos y derivar por grupos de indígenas cercanos a Calfucurá. en la formación de un mismo frente de resis- Estos saqueos, realizados por grupos reduci- tencia indígena. dos en base a incursiones rápidas en estancias fronterizas, constituían malones “mercan- Proponemos abordar dos situaciones tiles” (Barros 1975) que no buscaban la con- que formaron parte de la evolución de las frontación, sino el aprovisionamiento rápido relaciones de frontera entre los años 1865 y de ganado. Constituían acciones que incluso 1866, años marcados por el inicio de la Gue- jefes de ascendencia como Calfucurá no po- rra del Paraguay (1865-1870), en los que las dían evitar, como él mismo intenta justificar localidades de Azul, Tapalqué y Bahía Blanca en sus cartas: fueron el escenario de complejas situaciones de conflicto y negociación diplomática con mi compadre Riba [Ignacio Rivas, coman- distintos sectores del espectro político indí- dante de fronteras de Azul] me escribe de gena. La evolución del proceso es ejemplifica- una manera, que me dicen que mis indios dora tanto de las prácticas estatales sobre los roban es sierto amigo no lo escusos, pero grupos indígenas como de los propios objeti- albierta que estos indios que roban biben vos políticos de estos grupos, incluyendo a los mui distante de mi y llo hinoro cuando indios amigos. salen arrobar y cuando llo se es cuando anbuelto y también ledire que llo no se Con el inicio de la guerra contra el Pa- por los que roban algunos que ami casa raguay, principios de 1865, gran parte de los bienen estos en conversación me disen cuerpos de línea fueron destinados al frente cuando llano hay remedio [...] Le dire de batalla, por lo que la defensa de la fron- que llo soy un cacique que gobierno mis tera recayó fundamentalmente en los habi- indios bien sabe V que hay otros caciques tantes rurales enrolados en las Guardias Na- que llo no tengo dominio en ellos le dire cionales. Los partes militares de la frontera aV. que llo no soy de aquí soy chileno en son elocuentes sobre la falta de recursos en la tonses gobernaba esta mi gente como me que se hallaban los fuertes: los desesperados daba gana pero aquí hay ranqueleros que pedidos de provisiones describen un cuadro en gobierna otro caciquis [...] Le digo que hay el que la falta de caballos, armas, raciones y muchos toldos deyos estos no los puedo su- vestuario vuelven imposible cualquier tipo de jetar de ningun modo que quiere que aga defensa ante una incursión indígena. Se ob- en este caso le doy un detalle como esde servan en los documentos de estos años una mi deber20. mayor presión sobre los pobladores que por ley deben hacer el servicio, que se extienden Esta inestabilidad fronteriza era en a la movilización de milicias desde otras pro- parte el resultado de los límites de los mismos vincias18. Pero la falta de raciones, la demora tratados de paz como medio de incorporación en los pagos y la prolongación de los períodos pacífica. Estos asignaban periódicamente re-

18 SHE, Caja 17, nº 3016 bis. 19 SHE, Caja 18, nº 741. 20 Carta de Calfucurá al comandante de Bahía Blanca José O. Llano, 18/4/1863. SHE, Caja 11, n° 414.

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cursos a los principales jefes indígenas, pero comandante cambia ante el nuevo envío de los mismos distaban de cubrir las necesida- comisiones por parte de estos caciques, que des de subsistencia de la población indígena ofrecen tratar de quitar a los “indios malos” considerada bajo su autoridad. Por otro lado, lo robado en las dos localidades, pidiendo la la carta de Calfucurá refiere a los ranqueles liberación de los cautivos y la reanudación del como los principales responsables de estas in- comercio. Se les concede lo solicitado con la vasiones. Aliados principales de este jefe en la anuencia del Ministerio de Guerra, que alude Confederación Indígena, los ranqueles actua- a la “conveniencia de mantener relaciones pa- ban por aquellos años junto a las montoneras cíficas con los Indios” en las actuales circuns- de las provincias —opuestas a la centralización tancias del país23. política y económica dirigida por Buenos Ai- res— y mantenían su autonomía respecto de Poco después, el Jefe de fronteras en las relaciones políticas de Calfucurá con el go- el Azul, Benito Machado, alerta sobre el pe- bierno nacional. Ambos grupos, por otra par- ligro de una invasión de 2.000 indios chilenos te, mantenían vínculos con grupos provenien- acampados en Salinas Grandes. Informa tam- tes de la Araucanía, que ejercían una presión bién sobre la llegada al Azul de una comisión para la obtención de recursos en la frontera de Calfucurá, que al venir a retirar las racio- bonaerense. Si bien este aspecto de la diná- nes trimestrales agregaba importantes nuevos mica interétnica no ha sido aún abordado en pedidos a causa de la llegada a las tolderías profundidad, creemos que esta convocatoria del cacique “chileno” Reuquecurá, hermano de fuerzas trasandinas fue utilizada por Calfu- de Calfucurá. Avisa asimismo que el cacique curá como factor de amenaza ante los avances Quentrel, el segundo de Calfucurá en aquel fronterizos realizados por el Estado a media- momento, se halla situado en las proximida- dos de la década. des buscando establecer un contacto particu- lar con la Comandancia, y que el mismo Calfu- El inicio de la Guerra del Paraguay en curá pretendía ir en persona al Azul a visitar a 1865 y el envío de la mayor parte de las tropas las autoridades. al frente internacional no interrumpieron los trabajos de construcción del fortín 9 de Ju- El jefe encargado de atender a las tri- lio en la frontera oeste y la expansión de diez bus amigas, Juan Cornell, informado de la si- nuevos distritos sobre el “desierto” en la fron- tuación, escribe inmediatamente al ministro tera de Buenos Aires. Por ello no sorprende de Guerra, Julián Martínez, aconsejando una que los partes militares anuncien la participa- serie de medidas que reflejan la visión inte- ción de algunos de los caciques de Calfucurá gral de la política hacia las tribus amigas que en los ataques realizados por los ranqueles en se tenía en el momento: el norte y luego en el sur de la provincia. Ha- cia mediados de 1865, los partes de frontera No es la primera vez, Sr. Ministro, que han anuncian una serie de saqueos realizados por tenido lugar estas expediciones de indios un número de trescientos indios a estancias Chilenos, tan en relación y parentesco con cercanas a la frontera entre Azul y Bahía Blan- Calfucurá, indio sagaz y entendido para ca, encabezados por capitanejos que se creen sacar provecho de las circunstancias; y pertenecientes a Calfucurá21. El comandante a más, combinar el robo de ganados a la de Bahía Blanca decide detener las comisiones retirada de sus huéspedes, que por lo re- de Calfucurá, Cañumil y Guayquil que habían gular lo hacen cuando han invernado sus arribado a la localidad, enviando a Calfucurá caballos. Por lo mismo, me permito hacer una carta en la que exigía “que envíe a quie- algunas observaciones a VE que creo darán nes encabezaron los robos, los ganados roba- buenos resultados. dos y los desertores que se le sumaron en 10 1° Agasajar y regalar a las tribus de Tapal- días o se considerará que se entra nuevamen- qué, principalmente a Chipitruz y Cal- te en guerra”22. Sin embargo, esta postura del fuquir (aunque nada piden) porque nos

21 SHE, Caja 17, nos 810 y 812. 22 SHE, Caja 17 nº 818. 23 SHE, Caja 17, nº 820.

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avisen a su tiempo para combatir a los una correlación de fuerzas favorable al Estado Calfucurás y chilenos, caso de invadir, que disminuyera la capacidad de confronta- renovándoles el odio que se tienen por ción indígena; en tercer lugar, que la negocia- motivos antiguos. ción con los caciques, las “cabezas” visibles 2° Darle lo más pronto posible las raciones de los grupos, y el despliegue de una política prometidas al cacique Cañumil, en re- basada en la distribución artesanal de regalos lación hoy con la comandancia de Bahía y favores que inclinaran su conducta, era el Blanca, enviándolas ya para estimularlo medio fundamental de lograr un apoyo de sus a que firme el tratado que se le ha pro- seguidores. puesto. 3° Que se proteja la aproximación de Por otra parte, es importante tener en Quentrel, a efectos de separarlo del cuenta que más allá de esta estrategia, las todo de la tribu de Calfucurá. mismas tribus de tierra adentro parecen incli- 4° Que se entretenga la paz con Calfucu- narse por la continuidad del negocio pacífico rá y sus huéspedes chilenos por medio antes que por la invasión conjunta. En los par- de los regalos que piden, no en el todo, tes posteriores, el jefe de frontera de Bahía pero sí con algo que les contente. Blanca informa la llegada de nuevos chasques 5° Que se provea de caballos y vestuarios de Calfucurá, Guayquil y Cañumil, que mani- que pidieron las tribus Melinao y Ron- fiestan las intenciones de mantener buenas deau del Bragado y 25 de Mayo y no se relaciones con la comandancia25. Este último les retarden las raciones a Coliqueo, de concreta en estos meses su incorporación lo que se queja, porque estos son (los como indio amigo a la frontera de Bahía Blan- dos primeros), enemigos irreconcilia- ca. En este sentido, el ingreso a la condición bles de los Calfucurás, y aunque pocos de “indio amigo” parece haber sido el obje- en número, Melinao y Rondeau, serán tivo de las estrategias tanto del Estado como útiles unidos a Chipitruz y Calfuquir de los mismos caciques indígenas. Si desde la para repeler una invasión, porque son lógica estatal esta estrategia permitía separar amigos de otros caciques como lo son al “enemigo” captando “amigos”, para los ca- de Ancalao. ciques que solicitaban el ingreso a la frontera 6° Que con algún pretexto de agasajo se le constituía un éxito de negociación. La condi- detenga a Calfucurá en el Azul, si se lo- ción de amigos no implicaba así un proceso de grase visite al coronel Machado sin que subordinación fuerte ni definitiva, sino una él lo perciba, procurando evitar todo modalidad de relación con el Estado posible contacto con los de Catriel y Cachul, dentro de la estructura política indígena. porque esto pondrá en descubierto el plan. Un último punto a destacar tiene que Esto es a mi juicio lo que debería practi- ver con la posición en que se ubica a Catriel, carse, y que, como he dicho, me permito principal indio amigo de Azul. Como vemos por indicar24. las recomendaciones de Cornell, no se cuenta con Catriel para la confrontación militar, ni De estas recomendaciones de Cornell puede pedírsele su actuación como parte del pueden desprenderse varias observaciones. En ejército en esta coyuntura. Por el contrario, primer lugar, que la mirada militar tenía cla- se lo considera un potencial aliado de Calfu- ro que estaba vinculándose a una comunidad curá, y es por ello que se pretende aislarlo del política heterogénea, con líneas de fragmen- contacto con el líder salinero. Esta precaución tación pero también con la potencialidad de habría tenido sentido, en tanto, como sostie- unirse; en segundo lugar, que la diplomacia de ne Hux (1991), integrantes de las tribus de tratados de paz, en tanto dispositivo de poder, Calfucurá y Catriel se sumaron a las invasio- se dirigía a intervenir sobre estas líneas po- nes que realizaron los grupos ranqueles a fines tenciales de oposición y alianza existentes en de diciembre de 1865 en el centro-oeste de el campo indígena con el objetivo de obtener la provincia de Buenos Aires. Los saqueos se

24 SHE, Caja 17, nº 828. 25 SHE, Caja 18, nº 748.

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extendieron hacia Tapalqué en el sur, logran- visible su disposición, no debía dudarse de que do un botín de alrededor de 30.000 cabezas se pondría al lado de Calfucurá” (Barros 1975: de ganado en un arreo que demoró varios días 169). Le aseguró que pondría inmediatamen- (Barros 1975: 167). te en libertad a la comisión de Calfucurá y le enviaría las raciones adeudadas. Catriel se Este acontecimiento da lugar a la se- ofreció entonces a participar en el restableci- gunda situación que queremos analizar aquí. miento de las relaciones con las tribus de Sa- El comandante de Azul, Benito Machado, ad- linas Grandes, enviando a Casuán, uno de sus judica estas incursiones al apoyo de Calfucu- caciques, con la oferta del nuevo Comandante rá a los ranqueles y decide, a principios de de Fronteras. enero de 1866, retener la comisión de quince indios que Calfucurá había enviado a retirar Este giro diplomático puede ser inter- raciones, integrada por dos de sus hijos y otros pretado como un éxito para ambas partes. parientes, hasta tanto los ranqueles no devol- Es lo que creía Barros, cuando manifiestaba: vieran las ocho cautivas realizadas en Tapal- “logré así conquistarme la voluntad de Ca- qué26. El coronel Álvaro Barros —en aquellas triel y de Calfucurá, y uno y otro redujeron circunstancias subordinado del coronel Macha- a Reuquecurá a desistir de la invasión y venir do como Jefe 2º de la frontera Costa Sud— nos a una entrevista conmigo” (Barros 1975: 170- proporciona una visión contrapuesta de los 171). Efectivamente, otros partes de Barros motivos de Machado. Según Barros (1975), este nos informan que el cacique Reuquecurá con había recibido aviso de Calfucurá sobre aque- doscientos indios armados se había acercado lla invasión, pero silenciado la información y para solicitar enviar una comisión a la Capital mantenido inmóviles las tropas con la mira para hacer tratados: de forzar al cacique a la realización de nue- vos tratados bajo su supervisión (Barros 1975: El cacique Reuque Curá que antes di cuen- 164-165). Esta versión es altamente plausible ta a V.E. haber llegado a los Toldos de Cal- si se atiende a la reacción de Calfucurá, quien fucurá me dirige una carta expresándome llama nuevamente a su hermano Reuquecurá su resolución de entrar con el Gobierno a Salinas Grandes, y anuncia que prepara una en las mismas relaciones que su hermano invasión conjunta en represalia a la retención Calfucurá. Todo esto significa que vienen a de su comisión y a la falta de entrega de ra- pedir cuanto a Calfucurá se acuerda28. ciones, que interpretaba como una falta a los tratados por parte del gobierno. Para ese en- Los caciques hermanos, por otra par- tonces, Machado ya había sido desplazado al te, habían empleado la amenaza de invasión, cargo de Jefe 2º de la frontera Costa Sud, su- logrando obtener del Estado el compromiso cediéndolo Álvaro Barros en el puesto de Jefe de integrar a Reuquecurá al sistema de trata- principal de la Frontera Sur27. dos. Para ello, en un parlamento realizado en Azul se acordó el envío de una comisión a la Una vez nombrado Comandante de la Capital, integrada por los representantes del Frontera Sur, Barros optó por retornar cuan- cacique Reuque, Calfucurá, del “chehuelche” to antes a las vías diplomáticas, informando Paillacán y también de Catriel. a los mandos del ejército la gravedad de la coyuntura y la proximidad de un resultado Pero a pesar de reconducir esta amena- violento del conflicto iniciado por su antece- za de conflicto, el Comandante de Azul conti- sor. Comenzó por solicitar un parlamento al nuaría recibiendo presiones del campo indíge- cacique “amigo” principal del Azul, Juan Ca- na. Por una parte, Calfucurá anunciaba que se triel. Según Barros, Catriel se había opuesto al le había sumado el cacique Cayupán proceder del comandante Machado “y siendo con 500 “chilenos”, que agregados a la presen-

26 SHE, Caja 19, nº 817. 27 Por otros documentos se constata que el coronel Machado venía efectuando fraudes reiterados al Estado mediante el manejo discrecional de las raciones enviadas para el alimento de tropas de la Guardia Nacional y de indios amigos (Barros 1975: 166- 167). 28 SHE, Caja 20, nº 3588.

90 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO cia de los 2.000 indios de su hermano Reuque en Salinas Grandes significaba una posibilidad En el segundo, solo cuento con trescientos de invasión que no podía evitar con garantías. (300) G.N. [Guardias Nacionales] y tres- Pedía para prevenirlo ganado, ropa y bebidas cientos (300) caballos inútiles. para alimentar a los indios que tenía en sus toldos. Paralelamente, Barros recibe noticias Para poder defender esta frontera, se pre- de la presencia, en las proximidades de Bahía cisan seiscientos hombres, a más de las Blanca, de una comisión de 400 indios arma- fuerza de los Fortines y dos mil (2000) ca- dos de Sayhueque, hijo del cacique Chocorí de ballos. El Comandante Gómez, va recién a las cordilleras. Sayhueque manifestaba en sus dar principio al enrolamiento, y no espero cartas que había llegado para negociar y “ver pueda remitirme aquel número. Los que a su pariente Catriel”: están en el Campamento hacen dos años, se irán por su cuenta si no se les da de Me ha pedido permiso para pasar en per- baja. sona a la Capital a exponer al Gobierno los motivos que lo traen, y he creído deber Entre tanto, el Cacique Sayauyque, cuya concedérselo para que V.E. resuelva […] El llegada comuniqué a V.E., y que con el Cacique Sayhueque solicita que el Gobier- permiso de pasar a la Capital espera solo no le acuerde raciones trimestrales como el regreso de los que están allí, se consi- ha solicitado Reuque, V.E. se servirá co- derará desairado si ahora se le retira, o a municarme lo que le debo contestar. Entre lo menos tomará este pretexto para reti- tanto se marcha a Salinas ó sus inmedia- rarse. A él se unirán otros, y una invasión ciones donde ha llegado su Indiada y me cerá el resultado de la negativa30. ha pedido dos cientos cincuenta animales para atender a sus necesidades29. Las negociaciones de la comisión indí- gena en la Capital lograron finalmente sen- Ante esta situación Barros pide refuer- tar las bases de un acuerdo que finalmente zos urgentes en la frontera y la autorización derivaría en la firma de nuevos tratados de para realizar todos los gastos para complacer Reuquecurá y de Calfucurá con el gobierno31. los pedidos de los indios, atendiendo a que Barros informa al Ministerio que la reunión de todos estos caciques en Salinas Grandes implicaba un peligro de invasión que el Cacique Reuque Curá regresa mañana no podría repelerse con los escasos recursos para sus tolderías, llevando la comitiva de defensa de la frontera: que trajo que se compone de doscien- tos indios. Asimismo comunico a V.E. que En mi opinión esto, llenando por el mo- Reuque Curá deja en este punto a un Ca- mento la necesidad de estos Indios, retar- pitanejo con doce Indios, para que se reci- dará la invasión, y contribuirá a que ella ban de la hacienda y demás objetos que en no sea numerosa, […] y debo repetir a V.E. este Partido se ha recolectado, con motivo que no tengo los elementos necesarios de una subscripción que promoví de acuer- para rechazarla. […] Calfucurá cuenta hoy do con varios vecinos respetables de este con mil quinientas lanzas de Reuqué, a más pueblo […] El hijo del Cacique Catriel, lla- de las suyas. Conoce que estamos débiles mado Cipriano, va acompañando con cien para rechazarlo, y es necesario disponer- Indios de su Tribu a Reuque Curá hasta el se a darles lo suficiente para halagarlos, Salado, a fin de evitar de que en el tránsi- o esperar la invasión. En el primer caso, to cometan algunos desórdenes y robos al hay que hacer gastos considerables que no regresar para sus toldos. Estoy seguro que bajarán de cien mil pesos, entre ganado, Cipriano llevará bien su comisión, pues es vicios y ropa. uno de los Indios que por su buen carác-

29 SHE, Caja 20, nº 3588. 30 SHE, Caja 20, nº 3588 (subrayado en el original). 31 El tratado de paz está fechado el 12 de octubre de 1866 y consta de 9 artículos. Se conserva como Doc. Nº 896 del Archivo del Estado Mayor de Buenos Aires (Hux 1991: 81).

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ter y proceder, merece la estimación de En primer lugar, considerando la situación de todos32. estos grupos durante el período de “organiza- ción nacional” que abarcó las últimas décadas Creemos que la evolución este conflic- de existencia de la frontera bajo un gobierno to refleja la potencialidad de acción conjun- unificado y que finalizará con la “Conquista ta que guardaba aún en 1866 la comunidad del Desierto”. En segundo lugar, focalizando política indígena, a pesar de la multiplicidad a estos grupos como actores de la trama de de grupos e intereses y de las líneas de frag- relaciones fronterizas, tratando de entender mentación que intentaba fortalecer la políti- sus horizontes y estrategias de relación con el ca estatal. La resolución de esta amenaza de Estado en función de ocupar y reproducir un invasión conjunta llegó así a resolverse luego particular espacio de poder que se alimenta- de un proceso de negociaciones que involucró ba y dependía de la existencia misma de una la participación de distintos actores: el Estado cierta paridad de fuerzas entre el Estado y la central a través del Ministerio de Guerra, la sociedad indígena. Las situaciones analizadas Comandancia de Azul y diversos caciques in- corresponden justamente a este tipo de con- dígenas, bajo un proceso que culminó en la texto, el que muestra a una sociedad estatal firma de nuevos tratados entre el Estado y con voluntad de dominación pero con escaso los hermanos Reuque y Calfucurá33. En este poder coercitivo sobre las fronteras, y a una contexto, el lugar de Catriel —y de su hijo Ci- sociedad indígena cuya estructura política priano, quien pronto lo sucedería como prin- segmental, aunque impactada por la diversifi- cipal cacique de indios amigos del Azul— fue cación de intereses operada por la política de la de intermediador diplomático de las partes tratados de paz, mantiene potencialidades de en conflicto bajo una política fronteriza que acción conjunta. Si bien esta correlación de continuaba la línea de los tratados de paz. fuerzas cambiará significativamente en la dé- Catriel disponía así de un espacio para comu- cada siguiente, modificando el margen político nicar, intermediar, acompañar y garantizar, y de los indios amigos en la frontera bonaeren- la posibilidad de inclinar sus fuerzas alterna- se, creemos importante entender las lógicas tivamente hacia uno u otro sector, cultivando y estrategias que operaban en estos años, en así un espacio de poder específico. Esta ima- función de cuestionar algunos conceptos con gen está lejos de la idea de una subordinación los que se ha tendido a generalizar la historia estable de los indios amigos en la defensa de y evolución de estos grupos en relación con el las fronteras. Por el contrario, nos acerca a Estado. su consideración como particulares actores políticos que participaban en una trama de A partir de la reconstrucción de los ac- relaciones que penetraba ambos lados de la tores y prácticas que participaban de la trama frontera, canalizando el apoyo de sus lance- de relaciones en la jurisdicción sur de la fron- ros a la administración militar, pero al mismo tera en la provincia de Buenos Aires, creemos tiempo manteniendo vínculos de información haber aportado elementos para repensar el y alianza con los grupos de “tierra adentro”, particular espacio político de los indios ami- reproduciendo, en definitiva, su propio espa- gos. Esto nos lleva a cuestionar la deducción cio de poder como “indios amigos”. de un estatus homogéneo, estable y fijo para estos grupos y a relativizar los conceptos de 5. Conclusiones subordinación y resistencia con que se ha ten- dido a representar una visión polarizada en- Hemos intentado en este trabajo abor- tre la conducta de indios “amigos” e indios dar la condición de indios amigos en la fronte- de “tierra adentro”, poniendo en la mesa de ra sur del actual territorio argentino desde dos análisis la trama de relaciones de alianza y ángulos hasta el momento poco explorados. oposición que integraban las relaciones entre

32 SHE, Caja 20, nº 3588. 33 No tenemos noticias de los resultados de la gestión de Sayhueque, a quien encontramos renovando su tratado de paz por Carmen de Patagones recién en 1872. En esta misma época vemos a otros caciques adelantar el proceso de gestión de tra- tados particulares para su ingreso como indios amigos. Entre ellos figura Quentrel, por la comandancia de Azul, y Quiñepan y Guaiquil, quienes solicitan lo mismo en la frontera de Bahía Blanca (SHE, Caja 20 nº 3593).

92 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO indígenas y la forma en las que sobre ellas in- De esta manera, la propia noción de re- tentaba operar el Estado. sistencia ya no queda asociada a los grupos de “tierra adentro”. En el caso de los indios ami- El ingreso de nuevos grupos a los tra- gos, la resistencia no implicaba necesariamen- tados y la instalación de varios de ellos en la te subvertir o rechazar la presencia estatal en frontera como indios amigos constituyó un las fronteras. Se vinculaba con estrategias que éxito en las expectativas de ambos sectores, permitían mantener una correlación de fuer- el indígena y el del gobierno nacional. En un zas en la que hallaban oportunidades de ob- contexto político marcado por la disolución de tener recursos y reproducir un cierto grado de la alianza guerrera y la apertura de instancias autonomía política. La intermediación diplo- de negociación con el gobierno, cada cacique mática de los caciques amigos podía ser solici- indígena de importancia podía emprender el tada tanto por los grupos de “tierra adentro” proyecto de devenir cabeza negociadora para como por las propias autoridades de frontera, su grupo, obteniendo raciones periódicas, au- de manera tal que estos “funcionarios” fun- mentando su prestigio y gozando de una rela- gían como representantes de ambos sectores y tiva paz en sus vínculos con indios y blancos. garantes del proceso de negociación que con- Al menos en el período analizado —y ya hemos duciría a la firma de un tratado de paz. Estos dicho que este contexto se transformará no- no solo devinieron en intermediarios centrales tablemente en la siguiente década—, la “con- para asegurar la obediencia de las poblaciones versión” al estatus de indio amigo, contras- indígenas en la frontera, sino que constituye- tante desde la imagen polarizada y general ron funcionarios multifacéticos de diversos que ha elaborado la historiografía, no necesa- encadenamientos de alianzas y relaciones de riamente significaba para sus protagonistas un poder que, en el contexto de las relaciones de cambio de bando político ni enfrentamientos fuerza entre la sociedad indígena y la socie- inconmensurables, sino una estrategia posible dad estatal, configuraban a la frontera como y un proyecto lógico para una facción indígena un espacio dinámico y complejo. y su líder en este contexto de frontera. Asumir la idea de la “subordinación” Como vimos, la prestación de servicios de los “indios amigos” y la “resistencia” de militares en la frontera tampoco implicó ne- los indios de “tierra adentro” oculta más que cesariamente la subordinación militar efec- muestra las estrategias y las capacidades de tiva de estos contingentes. Ante situaciones ambas partes —la sociedad indígena y el Esta- de enfrentamiento con coaliciones indígenas do— para imponer su lógica sobre la otra. En el ejército seguía dependiendo de las fuerzas este trabajo hemos intentado contextualizar de línea y de las milicias civiles conformadas y reconstruir situaciones pertenecientes a un por la población no indígena de las fronteras. proceso de relaciones de frontera en el que El alcance del apoyo de los indios amigos de- agentes militares y representantes indígenas pendió de los marcos de alianzas previos en el constituyen actores de un juego de fuerzas en campo indígena, estaba supeditado a la en- las que el poder, para ser mantenido, debe ser trega de regalos, títulos y artículos valorados objeto de un trabajo de negociación perma- por los indígenas, bajo la mediación de sus nente, con los riesgos de perder ese poder. En caciques. Las autoridades conocieron bastan- este sentido, una clasificación acrítica entre te profundamente estos mecanismos de poder indios “amigos”, “aliados” y “enemigos” no indígena, manejando con cuidado los alcances solo fija como lugares inmutables actitudes y de sus intervenciones y las formas en que se estrategias cambiantes de un proceso dinámi- diferenciaban identitariamente estos grupos, co, sino que naturaliza espacios, mecanismos fomentando los intereses particulares y las y estrategias de creación y disputas por el po- competencias políticas, mediante títulos, ga- der que fueron muy complejos y que todavía nados y otros artículos preciados. deben analizarse en profundidad.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Indígenas, catequesis y civilización en la Provincia de Minas (Brasil, siglo XIX) Izabel Missagia de Mattos* Aceptación: Diciembre - 2007 Aprobación: Marzo - 2008

RESUMEN El presente artículo trata sobre un período en el cual una numerosa población indígena “desapare- ció” tanto en la Provincia de Minas Gerais, foco de este estudio, así como en todo Brasil. El análisis de la his- toria de los grupos indígenas corresponde al establecimiento de un modelo “civilizador” de administración indígena y otorga visibilidad a los mecanismos a través de los cuales se planificó y llevó a cabo el proceso de “desaparición”. Por otro lado, sin embargo, dicho análisis revela los fracasos observables en las situaciones y prácticas cotidianas de los aldeamientos. Se analizan algunos episodios, como la revuelta de los indios considerados “civilizados” en la misión de Itambacuri en el año 1893 (después de 20 años de catequesis misionera), como metáfora de las relaciones de contradicción existentes entre las fuerzas actuantes por la integración nacionalizadora y las que detona- ron movimientos de división, que luchaban por la recuperación de la autonomía local. La posibilidad de articulación entre la perspectiva etnológica e histórica orientó el abordaje teórico, de modo que la acción de los actores indígenas fue cotejada en relación a las concepciones nativas, aunque la actualización de estas concepciones asumiera diversas formas en las diferentes situaciones analizadas De esta forma, la investigación del fenómeno empírico de la dinámica de las identidades indígenas en la situación colonial puede revelar tanto sus directrices históricas, fornecidas principalmente por las prácticas indigenistas coetáneas, como su contracara nativa, la de los procesos etnopolíticos.

PALABRAS CLAVE: misiones Minas Gerais, colonización Minas Gerais, Botocudos, indígenas Minas Gerais.

ABSTRACT This comunication focuses on a period of time during which a great indigenous population “di- sappeared” in the province of Minas Gerais, as well as in the whole country of Brazil. The examination of the indigenous people’s history corresponds to the introduction of a “civilizator” model of administration of indigenous population and supplies visibility to the mechanisms through which the “disappearance” process was planned and carried out, revealing, in other hand, its failures, (which are) noticeable in daily situations and practices in the settlements. Episodes such as the revolt of the indigenous population thoght to be “civilized” in the Itambacuri mission in the year of 1893, after 20 years of missionary catechesis, were analysed as a metaphor of the existing relations of contradiction between the forces acting for the nationalizing integration and those acting for the outbreak of divisional movements, fighting for recuperation of local autonomy. The possibility of articulation between the ethnological and historical perspectives guided the theo- retical approach; the action of the indigenous actors was compared to the native conceptions, even though the updating of these has assumed many different shapes in the different examined situations. Then, the investigation of the empirical phenomen of the indigenous identities dynamics in the examined colonial situation was able to reveal its historical criteria, supplied mainly by the coethaneous indigenist practices, as well as its native counterpart, the one of the ethnopolitical processes.

KEY WORDS: missiones Minas Gerais, colonización Minas Gerais, Botocudos, indígenas Minas Gerais.

* Doctora en Ciencias Sociales (especialista en Sociedades Indígenas, por la Universidad Estadual de Campinas [Unicamp]) y profesora de la Universidad Federal de Goiás, Brasil, [email protected]

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1. Introducción la planificación económica del país. De este modo, tanto el incentivo a la inmigración eu- En Brasil, en el siglo XIX, fue implan- ropea y al mestizaje, así como la redefinición tado y concebido un modelo “civilizador” de del destino de los territorios “libres” (léase in- administración indígena, al mismo tiempo en dígenas), se constituyeron como medidas que que una numerosa población indígena “des- buscaban solucionar la carencia de mano de aparecía”. Si bien los mecanismos de este pro- obra para el trabajo agrícola y para la nacien- ceso de “desaparición” pueden ser develados te industria después del fin de la esclavitud. por el propio examen de las políticas públicas, adoptadas oficialmente para tratar el proble- Algunos factores endógenos habían in- ma que representaba la existencia de pobla- fluenciado en la configuración de las frecuen- ciones indígenas en el país, también pueden tes movilizaciones colectivas de los Botocudos ser observadas las prácticas cotidianas de los radicados en aldeas por los misioneros capu- indígenas administrados, las cuales revelan el chinos de la Provincia de Minas (1873-1893), fracaso de la ejecución de tales proyectos ci- examinados en un estudio anterior, habiendo vilizatorios. En efecto, el protagonismo de los sido investigados, sobre todo, en lo que res- indígenas en las situaciones de aldeamiento* pecta a las lógicas de conocimiento y de or- produjo conflictos habituales, los que forza- ganización sociopolítica nativas. (MISSAGIA DE ron negociaciones políticas entre los intere- MATTOS, 2004). ses indígenas por autonomía y los proyectos de construcción de una nación étnicamente En los relatos de los viajeros y políti- homogénea. cos ilustrados que describieron las selvas y los salvajes en las cuencas de los ríos Mucuri, Je- La trayectoria investigada de los pue- quitinhonha y Dulce, situadas en la Provincia blos de las Provincias de Minas Gerais —lugar de Minas Gerais, en la segunda mitad del siglo donde ocurrieron fenómenos de “rebeldías” XIX, aparecen, por ejemplo, dos tipos de “pro- indígenas en los aldeamientos de las misio- blema indígena” relacionados a los Botocudos: nes— apunta hacia la necesidad de un aborda- la degradación física y moral de los Naknenuk je situacional de aquellos movimientos, com- —considerados “mansos”— y la ferocidad y la prendidos al interior de complejos sistemas de antropofagia atribuidas a los Giporok. relaciones interétnicas. Ambos problemas se articulan con la El movimiento de recomposición de clasificación operacionalizada por los coloni- identidades y de formas societarias indígenas zadores del río Mucuri para describir los dos a analizar, investigado aquí en el caso de los “tipos ideales” de Botocudos. La investigación Botocudos, fue relacionado a los aspectos ins- del proceso exógeno de identificación étnica titucionales e ideológicos de la política adop- revela la atribución de valores étnicos a par- tada para contener el “problema indígena” en tir de la constatación de una mayor o menor el período imperial (1822-1889). Sin embargo, apertura de aquellos grupos indígenas para el el discurso “civilizador” del período en cues- establecimiento de alianzas y “mezclas” con tión extrapolaba el problema propiamente in- los demás actores. dígena debido, en parte, a la relevancia otor- gada en ese entonces a la esclavitud —abolida, A pesar de compartir una misma len- finalmente, en 1888— y al “problema racial” gua, articulada a un único sistema sociocos- representado por la población afrodescen- mológico, los pueblos denominados Naknenuk diente. Ambos elementos fueron claves para y Giporok fueron habitualmente considerados,

* N. del T. Aldeamento (en portugués) es un concepto utilizado corrientemente en el contexto de la etnología indígena brasileña para designar los procesos a partir de los cuales son intervenidos los territorios “tradicionales” de diversos grupos indígenas por parte de la esfera política, social o religiosa hegemónica, prescribiendo un territorio determinado a un conjunto de indivi- duos y grupos sociales. Los aldeamientos guaraníes planificados por los jesuitas en el período colonial (las misiones jesuíticas) constituyen el ejemplo clásico de este fenómeno de territorialización. En la lengua española algunos conceptos similares, pero no equivalentes, han sido usados para designar este fenómeno, como “reducción” (creación de reducciones o reservas) o “ra- dicación”. Sin embargo, he decidido mantener el concepto original, traducido al español como “aldeamiento”, para entender mejor las especificidades aquí tratadas.

98 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO en las fuentes documentales, como “confe- La investigación pretendió, asimismo, deraciones”, distinguibles por determinadas acompañar etnográficamente los procesos de características sociopolíticas. Las dos “con- sustentación de formas y estrategias indígenas federaciones”, subdivididas en “bandos” por medio de la identificación de determina- —segmentos residenciales oriundos de dispu- das regularidades que modelaron las relacio- tas faccionales internas— conocidos externa- nes entre los diversos actores colectivos inser- mente con el nombre de uno de sus líderes tos en una red de relaciones intersocietarias y compuestos por familias extensas, habían instauradas por el indigenismo, en especial las sido conocidas, según la lógica colonizadora ocurridas al interior de los aldeamientos ofi- —o “civilizadora”—, por su disponibilidad para ciales de la Provincia de Minas. el “comercio”, lo que encontró resonancia en el proceso etnopolítico de división faccional, El abordaje utilizado en la interpre- tradicional entre los Botocudos. De esta for- tación de las situaciones investigadas surge ma, la clasificación identitaria observada en del presupuesto, inmerso en el campo de la las fuentes para ambos “tipos” de Botocudos, antropología histórica, que establece que los aun siendo pautada por tales criterios etno- contextos históricos suministran elementos políticos nativos, sería operacionalizada en la importantes para la configuración de redes de situación histórica, de acuerdo con la natura- significados, que componen el análisis de los leza del contacto establecido con los colonos fenómenos observados. La ampliación de las forasteros. escalas espaciales y temporales en la inter- pretación etnográfica pasa a ser concebida, en Aunque la utilización del instrumental ese tipo de abordaje, como una contribución etnológico se mostró adecuado para la apre- efectiva para la iluminación de los fenóme- hensión de las estructuras indígenas en el nos analizados, sean ellos contemporáneos o, marco del estudio de la organización política como en el caso aquí discutido, encaminados de los Botocudos, y aun habiendo iluminado al pasado. aspectos inherentes a la etnopolítica, la apre- hensión de las formas indígenas en movimien- La siguiente exposición se refiere a las to se reveló poco productiva sin la debida ade- reflexiones sobre movimientos indígenas en cuación y ajuste a la situación histórica de los el siglo XIX y de sus relaciones con el Estado nativos. En este sentido, las situaciones exa- brasileño. minadas etnográficamente demuestran cómo los movimientos indígenas constituyeron, en 2. Los indígenas y la nación en el siglo XIX gran medida, expresiones de “conciencia his- tórica”, concebida por estos ante el asedio de Los principales instrumentos de la polí- segmentos diversos de la sociedad nacional tica imperial relacionados al “gobierno” de los sobre su territorio. indígenas en Brasil, fueron los Decretos 285 y 426 del 24 de junio de 1843 y de 24 de julio de En efecto, la articulación de una “con- 1845, respectivamente. ciencia histórica” en el pensamiento indíge- na fue identificada en la investigación sobre Mientras el primer Decreto autorizaba la historia de los Botocudos de la Provincia al gobierno a contratar específicamente mi- de Minas, a través del lenguaje del chama- sioneros capuchinos italianos y distribuirlos nismo, íntimamente relacionado con las for- entre las provincias en las misiones indígenas, mas y estrategias políticas tradicionales de confiriéndoles un amplio control sobre la po- los pueblos nativos. El acompañamiento de lítica indigenista en el II Reinado, el segundo, los episodios relacionados a las situaciones de 1845, también conocido como Regulamento de “rebeldía” de las poblaciones aldeadas das Missões (Reglamento de las Misiones), deli- revela cómo el idioma del chamanismo, com- neaba el sistema administrativo de la política partido por los diversos subgrupos Botocudos, indigenista, centrado en la figura de los direc- suministró elementos para la interpretación tores generales de los indios. Esos directores, de la experiencia histórica de las situacio- que eran nombrados directamente por el Em- nes de poblamiento y los orientó, al mismo perador para actuar en la estructura adminis- tiempo, en sus estrategias de supervivencia trativa provincial, ejercían la función tutelar colectiva.

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del Estado en la mediación entre los indígenas del indígena y del mestizo fue expresado tam- y la sociedad nacional, conjuntamente con bién en la distribución diferencial de las tie- los directores parciales y los directores en rras. Los inmigrantes extranjeros, considerados las aldeas. Tal sistema tutelar, extinto con la más aptos para la colonización del país, ocupa- proclamación de la república (1889), solo se- ron las tierras “expropiadas” de los ocupantes ría substituido con la creación del Serviço de tradicionales (terras devolutas*), y los “indios Proteção aos Índios e Localização de Trabalha- civilizados” permanecieron al margen del pro- dores Nacionais (Servicio de Protección a los ceso de colonización (SEYFERTH 1995a: 60). Indios y Localización de Trabajadores Nacio- nales - SPILTN) en 1910. Durante este período A lo largo del período de crisis sufrido de vacío en la legislación indigenista y en la por el régimen monárquico brasilero, la creen- acción del poder central sobre las poblacio- cia en la regeneración de la humanidad por nes indígenas, la administración de los grupos la ciencia, que caracterizó la filosofía de Au- indígenas quedó bajo el cometido (y a los in- gusto Comte, se generalizó en Brasil. En este fortunios) de las esferas del poder regional y mismo período transitorio para la república, local. En este período se hace notar en diver- se habían contabilizado diversas situaciones sas regiones del país la intensificación de la de inestabilidad política y la existencia de re- presión territorial sobre los grupos indígenas, vueltas populares en todo el país. El problema especialmente en los estados del nordeste, de la tutela de los pueblos indígenas fue co- sudeste y sur. locada en el centro de los debates que habían opuesto a la Iglesia y al Estado. G. Seyferth (1995) mostró como, a par- tir de mediados del siglo XIX, “el mestizaje y Sin embargo, el cambio de régimen no sus efectos [constituyeron] como el tema cen- contribuyó para transformar la inmensa dis- tral en la interpretación orgánica de la histo- tancia creada entre los “indígenas” y los “ci- ria de Brasil y de las especulaciones acerca del vilizados”. Una vez proclamada la república, futuro de la nación”. Para la autora, la ideo- el asunto de la catequesis se transformó en logía subyacente al discurso ilustrado y “cien- una atribución de los gobiernos de los esta- tífico” sobre la “formación (étnica) brasilera” dos, lo que aumentaba, en la práctica, las sería constituida a partir de una paradoja que dificultades con respecto a la captación de se puede expresar en la coexistencia necesaria recursos específicos, políticamente negocia- de los temas de la abolición de la esclavitud y bles, problema ya presente y vislumbrado en de la inmigración. Están datadas, de hecho, a los últimos años del período imperial por el partir de 1850, tanto el fin del tráfico negrero Directorio de los Indios de la Provincia, que como la formulación de una política inmigra- tuvo su último representante oficial hasta el toria consistente bajo la Ley de Tierras. año 1894. Solo en 1911, tras el término de la repartición, tuvieron inicio las actividades del Las contradicciones entre las concep- Servicio de Protección a los Indios y Localiza- ciones ilustradas del discurso indigenista y su ción de Trabajadores Nacionales (SPILTN), que práctica en las regiones de las provincias se inmediatamente instaló “puestos de atrac- encuentran presentes durante la segunda mi- ción” para los Botocudos que vivían en las sel- tad del siglo XIX, en el momento en que la idea vas de São Mateus y del río Dulce. de la difusión de una “raza mestiza” era vista como la única salida para la “resolución” del 3. La extinción del siglo de las luces y el pro- problema indígena, es decir, de la plena inser- blema de la Catequesis ción de los grupos indígenas a la vida “social”, —entendida como “civilizada”, a diferencia de En las últimas décadas del siglo XIX, el su vida “salvaje”. discurso sobre la “catequesis” expresaba más claramente sus fundamentos. La preocupación El presupuesto de la inferioridad racial humanitaria sería poco a poco substituida por

* N. del T. En el lenguaje jurídico brasilero es usual la expresión “terras devolutas” para definir el conjunto de tierras con- sideradas “públicas” (generalmente expropiadas a poblaciones nativas), las cuales no poseen ningún tipo de utilización pública específica y que no se encuentran, por cualquier título, integradas al dominio privado.

100 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO un discurso legalista, que abarcaba, inclusive, 4. La revuelta del los indígenas en la misión los derechos de los “indígenas” y, evidente- de Itambacuri, Minas Gerais mente, definía también sus deberes. Aquí, otra vez, es posible percibir un punto de con- En 1893 ocurrió una revuelta indígena vergencia entre los significados de la revisión de amplias proporciones en el poblado misio- legalista del problema del esclavo negro y el nero de Itambacuri —establecido en 1872 en la de la catequesis indígena. El director general Provincia de Minas Gerais—, región en la que Manuel Ferreira, en su informe al presidente el ejercicio del poder a través de la violencia de la Provincia, en marzo de 1887, evaluaba física marcó todo el período de colonización. que si los esfuerzos gubernamentales para la Los significados de la revuelta de los indígenas catequesis hubieren sido siempre más raciona- de Itambacuri, por el hecho de que ocurrió en les —como por ejemplo en el caso de las mi- medio a los procesos de transición hacia la re- siones jesuitas— “(…) esos groseros habitantes pública, son capaces de expresar los conflictos de la mata virgen ya estarían convertidos en experimentados por los diversos actores, ya hombres de trabajo, y [sus] musculosos bra- sea al interior del poblado, o en sus relaciones zos retemplados en las crudezas del tiempo, con las fuerzas políticas externas. sin duda prestarían hoy mucho al país, en la conversión del brazo esclavo por el brazo li- Uno de los primeros registros sobre el bre”. Y continuaba, pregonando las ventajas levantamiento data del 10 de junio de 1893. posibles de la continuidad de inversiones gu- Se trata de correspondencia enviada por el di- bernamentales en el sector de la catequesis: rector de la 3ª. Circunscripción de los Indios “Aun dándose la hipótesis de que no hubiese de la Provincia y juez de paz en ejercicio, al ventaja en la conversión de esos leones de los director general de los Indios, en la cual se bosques en hombres del trabajo y de las artes, mostraba visiblemente impactado por las “es- ¿no sería también de gran utilidad salvaguar- cenas verdaderamente horrorosas” testimo- dar al viajante y al labrador de las correrías de niadas en el poblado de Itambacuri, que “has- esos hombres sin imputabilidad”1. ta hace bien poco tiempo fue el punto más próspero del norte de Minas”: los indígenas, La existencia de “salvajes” indiferen- sublevándose contra los misioneros, cometie- tes al “progreso” figuraría de una forma cada ron asesinatos utilizando las armas de fuego vez más anacrónica en una nación concebida suministradas por los sacerdotes, hirieron de en estado de “perfeccionamiento”, pasando a flecha a personas que iban a trabajar en las ser concebida como “problema”, tal como el labranzas, quemaron “todas las casas locali- propio servicio público creado para adminis- zadas en las zonas de rozas y con estas todos trarlo. A pesar de ser ineludible en la pauta los depósitos de manutención pertenecientes de las políticas sociales, el asunto de la “ca- a los nacionales allí establecidos”, mataron tequesis”, en los últimos años del Imperio, ca- todos los animales domésticos que encontra- minó hacia un nítido proceso de una paulatina ron y destruyeron los puentes. (y optimista) extinción. El “problema de la catequesis” solo podría ser solucionado con el En represalia, algunas expediciones desarrollo económico, se pensaba entonces. Y fueron planificadas entre la población con la fue lo que de hecho parece haber ocurrido con finalidad de “cazar” a los indígenas que huye- la transición de régimen, sobre todo si inda- ron hacia la selva. En algunas de estas expedi- gamos que el asunto de la “civilización de los ciones, según relató el ingeniero Pedro Versia- indios”, en el inicio de la república, desapa- ni, responsable en la apuración de denuncias reció de los espacios de los informes oficiales relativas a la administración de la catequesis destinados a la colonización de las tierras, lo encaminadas a la Secretaría de Agricultura, que no ocurrió con los proyectos como el de Comercio y Obras Públicas del Estado, tras la construcción de una gama de redes ferrovia- revuelta, tomó partido “la policía provincial rias, que debería recortar todo el país bajo el para garantizar la vida y la propiedad de los régimen republicano. individuos amenazados”.

1 Relatório do diretor geral dos índios, Manoel de Paula Ferreira, ao presidente da Província com cópia para o ministro da Agricultura. 5 de março de 1887. SG 22, p. 180.

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El objetivo de la revuelta, según los os índios munidos de seus arcos e frechas, administradores, era la apropiación del Esta- tingidos de urucu ... [prepararam-se para] blecimiento por parte de los indios, que, muy matar a nós ambos e a afugentar os civi- pretenciosamente, tenían como objetivo vivir lizados e apossarem-se ... de tudo: man- del trabajo ajeno, como si fuesen señores de timentos, criação, mercadorias, etc... las tierras y esclavos. (apud Palazzolo, 1954 :253-252)*

El documento más completo y detalla- Mediante la realización de tales “dan- do sobre este episodio es un informe redacta- zas”, los misioneros tomaron sus “enérgicas do el 22 de agosto de 1893 por los misioneros, providencias”, las cuales, sin embargo, no tu- dirigido al director general de los indios del vieron el efecto deseado. El director general Estado de Minas Gerais, brigadier Antônio Al- de los indios, por su lado, esclarecía el tenor ves Pereira da Silva, quien, en principio, acu- de las “enérgicas providencias” tomadas por saba como uno de los principales mentores los misioneros al presentir el peligro de la in- del movimiento al que “quiso ser considerado surrección: era un intento de “corregir con como jefe de los indios del Potão, donde tiene cárcel a los más exaltados, con la finalidad de padrinos de bautismo”, considerándose como prevenir tan horrenda hecatombe”. padrinos los miembros de la familia Otoni. En el informe de los misioneros sobre La eficacia de la movilización indíge- la revuelta solo los “indios civilizados” habían na se debió sobre todo a la intensificación de sido apuntados como participantes de la re- prácticas rituales observadas en el movimiento belión. Sin embargo, el director general de que antecedió algunos meses la eclosión de la los indios advirtió que también los “naciona- revuelta, cuya dinámica se caracterizó por la les que habían sido expulsados del poblado, insatisfacción de los indios aldeados con la si- ya sea por su pésimo comportamiento, o por tuación de enfermedad y privación que vivían, participar de las reuniones nocturnas y sedi- siendo la causa de sus maleficios atribuida a ciosas, continuaron agitando los ánimos de la existencia de los misioneros. “Reuniones los indios, incentivándolos y seduciéndolos al nocturnas” —como las observadas entre los punto de transformarse en peligro inminente indios “civilizados” durante la preparación de e inevitable”. la revuelta— acontecían entre los pueblos Bo- tocudos cuando, basados en una lógica chamá- Lo más significativo en el movimiento nica, se articulaban alrededor de estrategias que antecede a la revuelta es la forma como políticas con la finalidad de vengar la muerte este permitió reunir e incorporar a los gru- de sus parientes. Estas “danzas nocturnas” pos indígenas “que vivían en el margen del proporcionaban a los indígenas un sentido en río Itambacuri, en un número abundante, de relación a las pérdidas sufridas a través de las casi 1.000 personas, en una distancia de 30 acusaciones de hechicería enemiga, preparán- kilómetros”, quienes fueron localizados, en dolos ritualmente para los ataques, efectua- trincheras, en las proximidades de la sede de dos bajo la forma de una “revuelta”, como la misión. fue traducida por los términos del indigenismo misioneros de aquel violento fin de siglo. Solo los Pojichá, bastante diezmados por el sarampión que había brotado en aquel De acuerdo con el relato de los frailes año, se recusaron a participar del movimien- Serafín de Gorizia y Ángelo de Sassoferrato, to. “Los líderes de los indígenas insurrectos”, los indígenas se prepararon, entonces, ritual- tras herir con flechas a los misioneros, y cre- mente, para la guerra, cuando se pintaban con yéndolos muertos, emprendieron un viaje para la tinta roja del urucum. su aldea, invitando a los Pojichá a “tomar el aldeamiento, pues allí encontrarían gran can- Ao anoitecer do dia 24 de maio de 1893, tidad de caseríos para vestuario, bebidas, he-

* “Al anochecer del día 24 de mayo de 1893, los indios armados con sus arcos y flechas, teñidos de urucu ... [se alistaron para] matarnos a nosotros dos y para ahuyentar a los civilizados y, de ese modo, adueñarse ... de todo: provisiones, crea- ción, mercancías, etc.”.

102 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO rramientas y muchos géneros del país, perte- vicedirector del establecimiento, fray Ángelo, necientes a los nacionales”. Los Pojichá, que, la versión de la revuelta hace eco con la me- según el director general de los indios, “siem- moria regional. Para él, la revuelta fue solo pre fueron bien tratados por los misioneros, aplacada “cuando los misioneros se vieron en quienes los agasajaban con ropas, herramien- la dura necesidad de organizar una expedición tas, fusiles y municiones, cuando venían a vi- de hombres bien armados y bien proveídos sitar a los hijos en el poblado”, rechazaron la de todo lo necesario para combatir a los in- invitación, refugiándose en la selva2. dios, emboscados en guerrillas” (Fray Ángelo, 1915: 49). Tal vez este misionero, al elaborar La estrategia de los indios era bas- la Sinopsis de la misión, asume la organización tante sofisticada: una vez que los religiosos de la expedición realizada en la fiesta de San eran muertos, los “700 a 800” indígenas que Pedro, en la Igreja Nova, cuando “más de 20 estaban atrincherados en un campamento indios”, entre ellos los considerados insurrec- “inmediatamente al sur”, a 5 kilómetros del tos, fueron muertos en una acción entonces Establecimiento, empezarían el ataque con el atribuida únicamente a la espontaneidad de objetivo de “apoderarse” del mismo y retirar los habitantes. Los detalles revelados por el a las niñas indígenas del internado (habían 23 vicedirector —quien asume la autoría de la infantes indígenas internas, 12 de ellas Poji- operación que puso término a los “desórde- chá, “a quienes el sarampión había dado una nes”— son muy disonantes en comparación a oportunidad, ya que muchas vidas fueron se- la versión oficializada por los misioneros tras gadas en el comienzo del año corriente [1893], la revuelta. sobre todo entre los propios Pogichás”). Otros indios, “de confianza” (de los misioneros o de La expedición organizada en el Estable- los “revoltosos”?), permanecieron como “es- cimiento fue encomendada a un “lenguaraz” pías”. De hecho, los indios atrincherados, des- (“língua”) “fiel”, quien estaba casado con una pués de flechar a los misioneros, empezaron indígena “valiente”, y era un “eximio tirador a “avanzar y arremeter [sobre] las casas de y manejador del arco y de la flecha y perfecto labradores pobres..., destruyendo y arrasando conocedor de todos los sitios frecuentados por todo lo que encontraron”. Delante de este es- los salvajes”. Por ejemplo, en una de las expe- cenario, los nacionales habitantes del poblado diciones de “guerra” realizada por los solda- huyeron en dirección al bosque. dos en la época de las divisiones militares del río Dulce, expedición también organizada por Tras la persecución emprendida por la los misioneros, el “lenguaraz” y su escolta in- fuerza policial y el encarcelamiento de 16 in- vestigaron la selva durante días, pudiendo sor- dios, quienes, “después de pasar algún tiempo prender al “quijeme” perseguido al amanecer, en la cárcel correccional de la ciudad de Teó- cuando, al encontrar a los indios despreveni- filo Otoni, fueron liberados y regresaron todos dos, fueron capaces de diezmarlos, colocando con sus mujeres e hijos”, surgieron nuevos y fin a su revuelta. más graves acontecimientos, cuando retorna- ron “los sediciosos de los matorrales y [reco- Los misioneros, de este modo, sucum- menzaron] sus hostilidades con más osadía, bieron a la constatada superioridad de los realizando robos, estragos y destrucciones por Botocudos reunidos en “guerrillas”, lo que el espacio de un mes y siete días”. Fue así los llevó a adoptar, durante todo el período como, a 24 kilómetros del poblado, en el lugar consecutivo en que perduró la misión, una conocido como “Capela Nova” [hoy conocida postura tan “áspera” e “intransigente” como como la ciudad de Campanario], los indígenas la que habían aprendido con sus principales se tomaron las “mejores casas estratégicas de instructores y primeros aliados, los antiguos los nacionales para sus futuras operaciones de jefes indígenas. atracos y conquistas”. La idea de la conversión indígena en Sin embargo, según lo estipulado por el la misión solo adquirió sentido tras la derrota

2 Relatório do diretor geral dos índios do Estado de Minas Gerais, Antônio Alves Pereira, ao secretário da Agricultura, Comér- cio e Obras Públicas, David Campista. SG 25, p. 83. APM.

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de la resistencia nativa, pues retornando los se a las condiciones por ellas impuestas en el indios poco a poco, derrotados e “impelidos ejercicio tan lucrativo de su “pacificación”. por el hambre” después de la revuelta, era a ellos concedido el perdón, cuyo significado Traducido por remite necesariamente al “arrepentimiento”, Raúl Ortiz Contreras o al reconocimiento individual de la culpa de haber deseado permanecer en el pecado de la Agradecimiento “salvajería”, marca indeleble de sus existen- cias “perniciosas” y contrarias a la “orden” y Agradezco a Raúl Ortiz Contreras por el al “progreso” nacional. Corregir tal “vicio de incentivo a participar del VI Congreso Chileno origen”, tan arraigado y renuente, solo sería de Antropología, por el cálido recibimiento en posible renegando la propia “raza”, la propia la bella ciudad de Valdivia y, además, por la familia, lo que debería ser combatido, siem- traducción del texto para el español. pre que fuese necesario, en aquella “cruzada santa” que representó la destrucción de los Botocudos, en nombre de la salvación de las FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA almas de sus descendientes, que hoy reniegan su origen “salvaje”. Documentos manuscritos

5. Conclusión I. Arquivo dos Capuchinhos do Rio de Janeiro

A pesar de que el examen de las fuen- Frei Ângelo de Sassoferrato “Synopse da Missão tes decimonónicas no ofrece la posibilidad cathechética dos selvicolas do Mucury, norte de reconstruir la organización intrínseca al do Estado de Minas Geraes. Esta Missão foi universo sociocosmológico de los botocudos, fundada em 1873, pelos Rev.mos Capuchinhos fuentes elaboradas por administradores legos Seraphim de Gorizia e Ângelo de Sassoferrato o religiosos caracterizados por el pensamiento no centro das matas, distantes 36 kilômetros reaccionario típico del período de la restau- ao sul da cidade de Theophilo Ottoni (antiga ración europea, que definían a los indígenas Philadelphia)”. 1915 69 fls. Gav. C, Pasta IV. como insaciables fieras antropófagas (MOTTA, 2002), los indicios de la existencia de una re- II. Arquivo Público Mineiro, Belo Horizonte lación directa entre la organización del mo- TIMMERS, Olavo, 1969. “O Mucuri e o Nordes- vimiento histórico de los pueblos indígenas y te Mineiro no passado e seu desenvolvimento la lógica del chamanismo guerrero, sugirieren segundo documentos e notícias recolhidas por interpretaciones etnográficas que revelan Frei Olavo Timmers OFM em lembrança do 100º estrategias de negociación de los intereses aniversário de Teófilo Benedito Ottoni. 1869-17 indígenas en asociación con los intereses de de Outubro de 1969”. Teófilo Otoni. Datilogra- los potentados locales, desarrolladas en la in- fado com emendas manuscritas. 535 fls. termediaria y porosa región de las fronteras étnicas, donde se imbrican las lógicas nativas Códices da Secretaria de Governo (1863- y la historia. 1894):

Las alteridades indígenas, en cuanto SG 22: expediente da Diretoria dos Índios tales, no tuvieron, de hecho, un espacio de (1886-1887). expresión en la experiencia de las misiones capuchinas en la región de Minas. Sin embar- BIBLIOGRAFÍA go, los esfuerzos para convertir la dominación en orden generó, entre los pueblos indígenas, DUARTE, R. H, org. (2002), Notícia sobre os resistencias y luchas para recuperar la auto- Selvagens do Mucuri, Ed. Universidade Federal nomía. Aun siendo presionadas para integrarse de Minas Gerais, Belo Horizonte. en el orden nacional, las alteridades indígenas consiguieron imprimir el sello de su especifici- Elias, N. (1995), O Processo Civilizador, Volu- dad en las experiencias misioneras aquí exami- me 2: Formação do Estado e civilização, Ed. nadas, obligando a las autoridades a adaptar- Zahar, Rio de Janeiro.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO En los límites de la frontera oeste: etnografía histórica de los puestos indígenas del SPI en Mato Grosso (Brasil)

Lucybeth Camargo de Arruda* Aceptación: Marzo - 2008 Aprobación: Junio - 2008

RESUMEN El SPI —“Serviço de Proteção aos Índios”, creado para operar junto a los indígenas en Brasil— fue fundamental para mediar en los conflictos existentes entre grupos indígenas y no indígenas y, de esa forma, permitir el poblamiento colonizador al inicio del siglo XX, a partir de 1910. En tal contexto histórico-social, el objetivo del presente artículo es esbozar una etnografía histórica de los frentes de contacto del SPI y de los frentes de expansión con los pueblos indígenas en el Estado de Mato Grosso, frontera oeste, con enfasis en las relaciones producidas: conflictos y enfrentamientos generados, dinámicas de movimiento territorial, negociaciones, retrocesos y aproximaciones.

PALABRAS CLAVE: puestos indígenas, frentes de contacto, frentes de expansión, Mato Grosso (Brasil)

ABSTRACT The “SPI” (Indian Protection Service) was set up at the beginning of the 20th century to support the Brazilian Indians in solving conflicts between the Indian and non Indian groups, and so doing, to allow the colonizer settlement since 1910. In such social-historical context, the aim of this article is to sketch an his- torical ethnography of the SPI contact fronts and the expansion fronts of the indigenous people in the West frontier, i. e., Mato Grosso state. The article focuses on the relations, conflicts, dynamics of the territorial movements, negotiations, draw backs and rapprochements between Indian and no Indian groups.

KEY WORDS: indigenous reductions, contact fronts, expansion fronts, Mato Grosso (Brazil).

* Estudiante del Programa de Doctorado en Antropología Social de la Universidad Estadual de Campinas – Unicamp. Becaria de la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de Mato Grosso – FAPEMAT – Brasil. E-mail: [email protected]

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La frontera oeste de Brasil, que abar- categorías sociales) con los pueblos indígenas ca todo el territorio de Mato Grosso y par- de esa región? te de la región norte, fue descubierta en el siglo XVIII, durante el proceso de búsqueda El recorte temporal de este trabajo es por conquista territorial, explotación de oro del siglo XX, específicamente a partir de 1910, y captura de indios. A pesar de la incursión año de la creación del Servicio de Protección de la Corona portuguesa, que llegó hasta el a los Indios y Localización de los Trabajado- margen izquierdo del río Guaporé, estos lí- res Nacionales (SPILTN), en el espacio que hoy mites solo ganaron fuerza con el avance de corresponde al Estado de Mato Grosso, en el los frentes de expansión al inicio del siglo centro-oeste de Brasil, extendiendo el análi- XX, con una política de reasentamiento para sis hasta la década de 1950. En ese período, los indios y otra de incentivo a la expansión la apertura de las regiones y la redefinición territorial y comercial de los colonizadores. territorial formaban parte de un programa na- Esta delimitación espacial —frontera oes- cional que apuntaba a consolidar Brasil como te— era denominada sertão (región agreste), un Estado soberano. explicitando una visión de lugar hostil, habi- tado por indios “salvajes” y que necesitaba Povoamento, ocupação, integração consti- de una embestida por parte del gobierno bra- tuem os novos movimentos da Nação em silero con la finalidad de ser integrada, con- busca de sua plenitude. (...) O espaço fí- juntamente con estos grupos indígenas, a los sico unificado constitui o lastro empírico moldes de civilidad de la nación en proceso sobre o qual os outros elementos cons- de consolidación. El Servicio de Protección a titutivos da Nação se apóiam: a unidade los Indios y Localización de Trabajadores Na- étnico-cultural, a unidade econômica, po- cionales (SPILTN), creado para gestionar polí- lítica, o sentimento de ser brasileiro (Len- ticas indigenistas, fue fundamental para me- haro, 1986:57)*. diar los conflictos existentes entre indígenas y no indígenas y así permitir el poblamiento El Servicio de Protección a los Indios colonizador. En este contexto histórico-social y Localización de Trabajadores Nacionales me interesa realizar una etnografía sobre la (SPILTN) tuvo como principal objetivo interve- creación de los puestos indígenas, los frentes nir en la frontera oeste, como consecuencia de contacto del SPI con los pueblos indígenas, del proyecto más amplio de construcción de prestando atención a las relaciones produci- la nación, el cual tenía como metas no solo das a partir de ese contacto y de la delimi- la “pacificación” de los indígenas “hostiles”, tación del espacio para la instalación de los como también le cabía dar: Assistência, ensi- puestos de pacificación. El problema a inda- no e providenciar de toda a natureza de modo gar es el siguiente: ¿cuáles son los conflictos a apressar sem nenhuma (sic) coação, a eman- y enfrentamientos generados, el movimiento cipação dos índios e sua digna incorporação territorial, las negociaciones, los retrocesos na sociedade brasileira, saudáveis do corpo e y las aproximaciones de los agentes del SPI capazes do trabalho livre1**. y de los frentes expansivos (hacendados, pe- queños agricultores, caucheros, buscadores El Estado centrado en la 1ª República, de metales y piedras preciosas, entre otras en el tiempo de Cándido Mariano Rondon2, pre-

* “En búsqueda de plenitud, el poblamiento, la ocupación y la integración constituyen los nuevos movimientos de la nación (...) El espacio físico unificado constituye la base empírica sobre la cual los otros elementos constitutivos de la nación se apoyan: la unidad étnico-cultural, la unidad económica, política, y el sentimiento de ser brasilero”. 1 Acta resumida de exposición sobre el Servicio de Protección a los Indios. Microfilme 380. Fotograma 886. ** “Asistencia, educación y providenciar de toda naturaleza de modo de apurar sin ninguna (sic) imposición, la emancipación de los indios y su digna incorporación en la sociedad brasilera, con cuerpos saludables y capaces de realizar un trabajo libre”. 2 En palabras de Lima, “El SPI surgió como una creación personal y venerable de su primer director general, en la época teniente-coronel Cándido Mariano da Silva Rondon, momento en que raramente se frecuentaron las páginas de los estudios antropológicos. Cándido Rondon, paradigma moderno desbravador de las regiones, uno de los mitos incontestables de la historia oficial de Brasil republicano, es el patrono de armas de Comunicación del Ejército, de las Telecomunicaciones en nuestro país, y primer brasileño a ser presentado como candidato al Premio Nobel de la Paz, en 1958, objeto de innúmeras biografías encomiásticas”.

108 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO veía una auspiciosa planificación y estudio de de director general de la Comisión Rondon o, los límites de Brasil, en especial de la frontera mejor dicho, de la Comisión de Líneas Tele- oeste, transformando los territorios indígenas gráficas y Estrategias de Mato Grosso al Ama- en aldeas (espacios recortados y delimitados) zonas; y también la de presidente del órgano y manteniendo a los indios bajo el poder tute- tutelar de los indígenas, asumiendo la respon- lar3, según los moldes de la urbanidad reque- sabilidad de localizar, pacificar y promover la ridos por el proyecto civilizatorio, con (...) os civilización de los pueblos indígenas. índios nas suas casinholas de telha e até luz elétrica, as vacas leiteiras pastando no cam- Esta doble actividad de Rondon per- pestre aramado, limitado pelas águas dos rios mite afirmar que hubo una acción articulada Paraguai e Bugres4* (Cabral, 1963:281). El pro- entre las dos instituciones en la redefinición yecto ideológico diseñado por Rondon coloca- de los espacios geográficos de las regiones ba en evidencia los intereses de la república centro-oeste y norte de Brasil. Al hacerlo de emergente en relación a las etnias de Brasil y esta manera, el sertanista contribuyó para la más aún, según Lylia Galletti, representaba la consolidación poblacional de las regiones, con inserción efectiva del progreso, a través de la la apertura de nuevos frentes de colonización, acción civilizadora sobre los grupos indígenas. mercados regionales y sobre todo con la pro- moción de la distensión de los conflictos entre Ao mesmo tempo, a Comissão descortina- colonizadores y pueblos indígenas, reservando va os sertões mato-grossenses como uma tierras para la especulación y expansión eco- fronteira do país, na sua dupla acepção nómica. de espaço da barbárie e terras novas –re- gião abundante em recursos naturais, que Por lo tanto, a partir de la localiza- ela própria encarregava-se de inventa- ción y contacto en los territorios indígenas, riar– a ser colonizada pela nação (Galletti, el próximo paso fue la redefinición de estos 2000:234)**. espacios, con el establecimiento de fronteras y discursos cartográficos y la instalación de Sin embargo, en el momento previo a equipamientos y contingente para establecer la instauración de las políticas tutelares sobre las condiciones mínimas en función de la pre- los grupos indígenas y al proceso de discipli- tendida “reeducación”. namiento corporal direccionado hacia el tra- bajo rural, por medio de la intervención del En ningún momento la estrategia de SPILTN, como fue mencionado arriba, existie- conquista, pacificación y redefinición geográ- ron otras acciones de intervención estatal, lo fica estuvo desconectada de un fuerte interés que ciertamente demuestra que las experien- económico expansionista. En un documento, cias de control de las poblaciones indígenas se el SPI indica la eficacia de este órgano, que se acumulaban y eran difundidas oficialmente a presentó como una verdadera punta de lanza lo largo del proceso de contacto. de los nuevos frentes de expansión:

Cándido Mariano Rondon, antes de asu- A excelência e absoluta eficácia do proces- mir la dirección del SPI, acumuló experiencia so usado pelo Serviço (SPI) para pacificar os en la Comisión de Líneas Telegráficas, aña- sertões disputados por civilizados às tribos diendo, a partir de 1910, con la creación del guerreiras que as ocupam desde épocas SPI, dos funciones en el Gobierno Federal: la imemoriais, só lhes teríamos de responder

3 Según la definición de Antonio Carlos de Souza Lima en Um Grande Cerco de Paz (1995), el ejercicio del poder tutelar consiste en obtener el monopolio de los actos de definir y controlar, en cualquier ámbito, de la población en la que se incidirá. 4 Este fue el proyecto idealizado por Rondon en el Puesto Fraternidad Indígena para abrigar a los indios de la etnia Umutina, a partir de la fundación del puesto en el año 1913. * “los indígenas en sus pequeñas casas de teja y con luz eléctrica, las vacas lecheras pastando en el campestre cercado, limitado por las aguas de los ríos Paraguay y Bugres”. ** “Al mismo tiempo, la comisión develaba las zonas agrestes mato-grossenses como una frontera del país, en su doble acep- tación de espacio de barbarie y tierras nuevas —región abundante en recursos naturales, que ella misma se encargaba de inventariar— al ser colonizada por la nación”.

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que esse processo já havia dado idênticos Grande - Rio São Lourenço; Jardore - Rio São resultados ao General Gomes Carneiro, o Lourenço; Quedjare - Rio São Lourenço; Po- empregou em 1891 aos índios Bororos do voação Indígena de São Lourenço - Alto São Lo- rio das Garças, que impediam a passagem urenço; Perigára - Baixo São Lourenço; Bana- da linha telegráfica de Goiás para Cuiabá; nal (Estrada de Ferro Noroeste); Cachoeirinha aos Nambikuaras, que defendiam as flores- (Estrada de Ferro Noroeste); Presidente Alves tas abundantes de seringueira da região do de Barros - Bodoquena - Cadiéus; Lalima - Es- Juruena; aos Barbados, que desde tempos trada de Ferro Noroeste; Francisco Horta - Rio coloniais fechavam ao acesso dos civiliza- Dourados (Caiuás); Capitão Victurino - Brejão dos às matas da Poaia; aos Arikunes e a e Juina - Rio Juruena6 dez outras nações de índios guerreiros que habitam o vasto Noroeste Mato-Grossense En otro documento de 1926, que relata a partir do Planalto dos Parecis até as los trabajos de la Inspectoría del SPI en Mato margens do Madeira5*. Grosso, el inspector interino, Antonio Martins Viana Estigarríbia, declaró la existencia de 17 Los frentes de expansión, abocados a establecimientos del SPI (puestos) y el control la explotación extractiva vegetal y mineral y, de numerosas aldeas (fuera de ellos) “que dis- concomitantemente, a la fundación de ciuda- ponen de campos propios, estamos fundando des y áreas rurales, fueron adentrándose en centros de creación de bueyes, caballos, ca- los territorios indígenas como si fuese tierra bras etc.”7. de nadie o sencillamente amparándose en el cuño del Estado brasilero, que hacía la conce- Ya en el año 1944, es posible verificar sión con el propósito de la colonización, res- la existencia de diez puestos, entre los cuales tando para los grupos indígenas la reducción seis fueron denominados Puesto de Atracción en los puestos de atracción, montados por los de Indios (PIA) y los otros cuatro denominados agentes del SPI. Puesto de Asistencia, Nacionalización y Edu- cación (PIN). En la documentación revisada hasta la fecha fueron identificadas, entre las décadas La expansión colonizadora en la fron- de 1910 y 1940, tres listas que contienen los tera oeste causó muchas transformaciones en nombres de los puestos localizados en Mato las trayectorias históricas de los actores so- Grosso, considerando que ya en 1925 un infor- ciales involucrados, sobre todo de los pueblos me de la Inspectoría Regional 06 apuntaba 18 indígenas que tuvieron que convivir en una puestos y una población indígena: nueva dinámica social, en una reconfiguración espacial y política, sufriendo acciones disci- Utiarity, no Rio Papagaio - Juruena; plinadoras por parte de los agentes del SPI Paca Novas - Rio Mamoré; Rolim de Moura - en el intento de moldear la geografía con las Sararé - Alto Guaporé; Três de Maio – Rio São instalaciones de los puestos de atracción y de Miguel - Baixo Guaporé; Pedro Dantas - Telles adecuar los grupos indígenas a los padrones de Pires - Tapajós; Fraternidade Indígena - Alto la “civilización”. Paraguai; Simões Lopes - Paranatinga; Córrego

5 Documento del SPI – 1918. Microfilme 380. Fotograma 1225, Museo del Indio/FUNAI-RJ. * “La excelencia y absoluta eficacia del proceso usado por el servicio (SPI) para pacificar lossertões disputados por civiliza- dos a las tribus guerreras que ocupaban estos territorios desde épocas inmemoriales, solo les tendríamos que responder que esos procesos ya le habían dado resultados idénticos al General Gomes Carneiro, quien los empleó en 1891 con los indios Bororos del río de las Garzas, cuyos miembros impedían el paso de la línea telegráfica de Goiás hacia Cuiabá; con los Nambikuaras, que defendían los abundantes bosques de la región de Juruena; con los Barbados, que desde tiempos coloniales cerraban los accesos de los civilizados a los bosques de Poaia; con los Arikunes y con otras diez naciones de indios guerreros que habitan el vasto Noroeste Mato-Grossense a partir de la altiplanicie de los Parecis hasta los márgenes de Madeira”. 6 Documento de publicación de la relación de los puestos y poblaciones mantenidos por el SPI en 1925. Microfilme 380, fotograma 822. Museo del Indio, Rio de Janeiro. 7 Informe del Inspector interino Antonio Estigarríbia a gobernador del Estado de Mato Grosso sobre las acciones del SPI en los puestos localizados en el estado. Documento de 31 de mayo de 1926, de la Inspectoría de Mato Grosso. Carpeta Ministerios – Archivo Público de Mato Grosso.

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De acuerdo con la noción de discipli- todo como grupos étnicos, reconfigurando y namiento, propuesta por Foucault, la loca- resignificando su alteridad. lización en el espacio ocurre a través de su cuadriculación, permitiendo una especie de En los últimos años, la proximidad entre control cartográfico, pues pasa a: los campos (Antropología e Historia) viene sien- do realizada con propiedad por investigadores Estabelecer as presenças e as ausên- tanto en el de la Historia como en el de la An- cias, saber onde e como encontrar os indi- tropología, trabajando con instrumentales pres- víduos, instaurar as comunicações úteis, in- tados y en la frontera de los campos. Buscando terromper as outras, poder a cada instante esta proximidad, en esta investigación doy gran vigiar o comportamento de cada um, apreciá- importancia a los trabajos que abordan la polí- lo, sancioná-lo, medir as qualidades ou os mé- tica indigenista del SPI8, como también a los es- ritos. Procedimento, portanto, para conhecer, tudios antropológicos que trabajan la cuestión dominar e utilizar. A disciplina organiza um de los asentamientos, aunque en otros tiempos espaço analítico* (Foucault, 1999: 123). históricos, como es el caso de las autoras Ma- ría Regina Celestino de Almeida con su traba- Vemos que, siguiendo el raciocinio de jo “Metamorfoses Indígenas”, Marta Amoroso este autor, se crea la necesidad de civilizar “Conquista do Paladar —Os Índios, o Império e a los grupos indígenas y el espacio en el que as Promessas da Vida Eterna” e Izabel Missagia habitan, yendo más allá del objetivo de vigi- de Mattos “Civilização e Revolta— Os Botocudos lar; se construye un lugar útil directamente e a Catequese na Província de Minas”. ligado al trabajo, necesario para el proyec- to civilizador de los gestos del indígena, que En este proceso sociocultural, el diálo- en la concepción social darwinista elevaba la go teórico considera la concepción de cultura, moral, desarrollando las reglas de conviven- tal como es proyectada por E. P. Thompson, cia pautadas en la disciplina. Tales prácticas inserta en un contexto histórico que parte de positivistas tuvo sus raíces en la militarización las experiencias vividas por los grupos sociales del órgano que administraba a los indígenas que establecen sus relaciones, en este caso: y también en otras instituciones del Estado, las etnias, los agentes y trabajadores del SPI y entre ellas: la escuela. los frentes de expansión y colonización. Otro aporte teórico importante es la obra de João Con la intención de intensificar el Pacheco de Oliveira, quien también conside- abordaje antropológico, propongo entender ra el tiempo histórico para entender las re- los puestos indígenas insertos en un contexto laciones étnicas y de alteridad. Otro trabajo social, político y cultural, conforme los pará- que está iluminando la presente discusión es metros teórico-metodológicos de una antro- la obra de María Regina Celestino, “Metamor- pología procesual, permitiéndome un diálogo foses Indígenas”, la cual trata sobre los po- interdisciplinario con la historia. Aquí, por lo blamientos del siglo XVI, en Río de Janeiro, tanto, los objetivos son etnohistóricos, inten- ofreciendo reflexiones importantes en el sen- tando llevar a cabo un ejercicio de tomar las tido de comprender que las estrategias del SPI fuentes históricas para observar los grupos in- no fueron inventadas en la 1ª República, sino dígenas dentro de esa coyuntura de la política solo reconfiguradas en base a las acciones de expansionista, de cómo ellos fueron vistos, de los tiempos y contextos coloniales en lo que cómo fueron tratados y, en el diálogo con esas respecta a la pacificación y también a la con- fuentes, identificar los desvíos y reacciones cepción de la relación con el otro, con raíces de los grupos indígenas, entendiéndolos sobre consolidadas en las teorías evolucionistas.

* “Establecer las presencias y las ausencias, saber dónde y cómo encontrar los individuos, instaurar las relaciones útiles, interrumpir las otras, poder a cada instante vigilar el comportamiento de cada uno, considerarlo, sancionarlo, medir las cualidades o los méritos. Procedimiento, por tanto, para conocer, dominar y utilizar. La disciplina organiza un espacio analítico”. 8 Utilizaré referencias tales como: Antonio Carlos de Souza Lima y su publicación “Um grande Cerco de paz: Poder Tutelar e Indianidade no Brasil” y, también, “O governo dos índios soba gestão do SPI”, en: Manuela Carneiro da Cunha (Org.) “História dos Indios no Brasil”; Darcy Ribeiro, en “A política indígenista brasileira” y consiguientemente el trabajo de João Pacheco de Oliveira Filho en “O nosso governo; os Ticuna e o regime tutelar”.

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Un dato estimulante para este estudio de los indígenas en relación a la propuesta de se encuentra en la afirmación de João Pacheco reducción y reeducación. En la documenta- de Oliveira, en su libro “Indigenismo e Territo- ción queda claro que la tan anhelada “pacifi- rialização”, quien afirma que las áreas demar- cación” ocurrió a mediados de la década del cadas en Mato Grosso, con datos levantados 40 del siglo XX. En este caso se constata, en entre los años de 1972 y 1982, reflejan direc- 1937, la presencia de la Misión Salesiana, que tamente la actividad de la Comisión Rondon, consiguió “um encontro amistoso com este en los inicios del SPI. Según este autor, aun- gentio, que espontaneamente apareceu ao que el número de áreas demarcadas por el SPI missionário aceitando e retribuindo presentes es realmente elevado (54), la extensión total como prova de simpatia e amizade” 9* de esas tierras es de menos de 300 mil hec- táreas, resultando una porción prácticamente El informe de la misión salesiana fue insignificante (2,4%) del total de tierras indí- enviado para componer el proceso de sub- genas ya demarcadas hasta ese período. Este vención de la Misión entre los indios xavante. dato confirma la eficacia de la acción del SPI En la carta, el Director de la Misión Salesiana que estableció áreas reducidas para los grupos Hipollyto Chovelon, argumenta en favor de la étnicos y consiguió asegurar las porciones de misión diciendo que, el local en que los indios tierras para los frentes de expansión (Oliveira, xavante estaban localizados, en la región de 1998: 32 y 33). Río de las Muertes a más de 140 leguas de su límite con el río Araguaia, era una zona riquí- Además de la cuestión territorial en sima de campiñas y selvas, adecuadas para la aquel período, es importante reconocer la realización de labranzas y crianza de ganado, presencia de la Iglesia Católica en los puestos, pero no para servir a los indígenas que desea- a pesar de que, con la intervención del SPI, la ban pacificar. “catequesis” fue abolida en su mayor parte. Sin embargo, en determinados momentos y O povoamento depende tão só da pacifi- circunstancias entró en escena la acción ca- cação dos índios Chavantes que até ago- tequizadora, lo que nos permite insinuar que ra fazem o terror dos moradores das vi- esta también estuvo articulada con el SPI al zinhanças pelas suas correrias e ataques servicio de la ocupación, dependiendo de la traiçoeiros. Daí decorrer a necessidade ur- situación, sobre todo en lo que se refiere a la gente de amparar a Missão Salesiana que resistencia de los grupos indígenas al proceso já tem obtido um encontro amistoso, a fim civilizador. Esta hipótesis puede ser verificada de favorecer-lhe os meios de uma pene- en el puesto de atracción y pacificación en el tração mais eficaz, tendendo ao aldeamen- Valle del Guaporé con el grupo Nambikuara en to e educação da tribo Chavante, abrindo cuyo seno la presencia colonizadora se dio con assim esta imensa zona entre os Rios Xingu la extracción de la Jeringa y también con la e Araguaia aos progressos de nossa civili- presencia en la década de 1930 de la Com- zação. É pois, obra eminentemente patrió- pañía Jesuítica. Otra posibilidad que es inte- tica, e por isso não duvido que V. Excia., resante para verificar la relación del SPI con cujas vistas estão lançadas para este Oeste la Iglesia Católica es a través de un estudio tão futuroso e de grandes reservas para o de la etnia Xavante, sobre la cual verificamos Brasil, saiba compreender o alcance desta relatos significativos acerca de la resistencia avançada pacífica e conquistadora10*

9 Carta de presentación, de febrero de 1938, dirigida al Presidente de la República Getulio Vargas, del informe de la Misión SaSa-- lesiana entre los indios Chavantes del año de 1937. Documento de la carpeta Ministerios – Archivo Público de Mato Grosso. * “(…) un encuentro amistoso con este gentío, que espontáneamente se presentó delante del misionero aceptando y redis- tribuyendo regalos como prueba de la simpatía y amistad” 10 Carta de presentación, de febrero de 1938, dirigida al Presidente de la República Getulio Vargas, del informe de la Misión Sa- lesiana entre los indios Chavantes del año de 1937. Documento de la carpeta Ministerios - Archivo Público de Mato Grosso. * “El poblamiento depende solamente de la pacificación de los indios Chavantes que hasta ahora son el terror de los habi- tantes de los alrededores por sus desórdenes y ataques traicioneros. Es por ese motivo que surge la necesidad urgente de amparar la Misión Salesiana que ya a realizado un encuentro, con el fin de facilitarle los medios para una incursión más eficaz, tendiendo a la conformación de aldeas y educación de la tribu Chavante, abriendo así esta inmensa zona entre los ríos Xingu y Araguaia a los progresos de nuestra civilización. Es pues, una obra eminentemente patriótica, y por eso no tengo dudas que V. Excelencia., cuyas intenciones están apuntadas para este Oeste con tanto futuro y de grandes reservas para Brasil, sepa comprender el alcance de esta avanzada pacífica y conquistadora”.

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Varios factores fueron considerados florestais a explorar, nota-se uma acentua- para evitar las provocaciones entre las socie- da indecisão administrativa: nenhuma das dades indígenas y no indígenas en las expe- obras iniciadas de 1911 a 1913 teve conti- diciones de la región. Uno de estos factores nuação; maquinismos para beneficiamento fue la “nueva” delimitación de las tierras de cereais e cana de açúcar, ainda jazem propuestas, la cual, de forma genérica, debía nos depósitos, desmontadas; as plantações evitar la transferencia de indígenas para tie- não se alargaram, nem melhoraram, os ín- rras localizadas afuera del área en que tradi- dios não tiveram melhoria de habitações, cionalmente deambulaban. Sin embargo, esta nem, portanto, os correlatos progressos concesión tenía límite: sem, entretanto sacri- nos hábitos e modos de vida12* ficar as condições que possam concorrer para apressar a civilização e prosperidade deles11*. En otro oficio de mayo de 1915, bastan- Si los intereses ancestrales del territorio indí- te anterior al recién citado, la misma pobla- gena eran armonizados con los exigidos por el ción ya se encontraba con “problemas en su SPI (carreteras, navegaciones y tierras férti- administración”. En este caso, el encargado les) estaban consolidadas las primeras bases contaba con mano de obra indígena Bororo del contacto. para los trabajos en el campo, lo que no fue viabilizado “por ser en ese momento la épo- Al vislumbrar el panorama de los pues- ca de sus grandes cazas”. Una hipótesis que tos y aldeas, vemos el montaje, las planifi- puede ser vehiculada para explicar “la falta caciones/cartografías y también las desco- de administración”, relatada por el inspector nexiones de esas instituciones, ya sea por de Mato Grosso, en el año de 1919, es, en ver- falta de subsidio debido a la quiebra de la dad, la no incorporación de los indígenas al empresa, o simplemente por la diseminación modo de vida occidental, transformando sus de los grupos étnicos que estaban reducidos actos, incluso dentro de los poblados, en un (epidemias, huidas, motines, conflictos...) espacio sociocultural propio. Este hecho nos o inclusive en algunos casos de mudanza de ayuda a pensar las relaciones étnicas y de al- lugar, o por fusión de puestos debido a la re- teridad de cada grupo, inclusive dentro de las ducida población. En un documento de marzo instituciones denominadas “Puestos” y “Po- de 1919, dirigido al ministro de Agricultu- blamientos”. ra, solicitando visitas asiduas a los puestos y también reclamando sobre las dificultades Las características de las poblaciones de transportes en la Inspectoría del Servicio indígenas, en el caso la de São Lourenço, es- en el Estado de Mato Grosso y sobre la falta tán presentes en el documento de orientación de recursos, el inspector apunta la acentua- del SPI para la Inspectoría, el cual contiene da indecisión administrativa en relación a la las instrucciones para su debida instalación, población indígena de São Lourenço, presen- considerando las siguientes secciones: agricul- tada por él como: tura, zootecnia e industrias rurales. Sobre la estructura, la sede debía contar con: Importante estabelecimento agrícola em que se abrigam perto de 700 índios boro- parte urbana ou sede, escola primária, fe- ros, plantações de cereais, cana e mandio- rraria e carpintaria, depósito de máquinas ca cobrindo uma área total de 55 hectares, e utensílios agrícolas, campo de experiên- e em que existem incalculáveis riquezas cia e demonstração, horta, jardim e po-

11 Instrucciones al Inspector en el Estado de Mato Grosso regulando los estudios para la fundación de una población indígena. Microfilme 380, fotograma 1217. Museo del Indio/FUNAI-RJ. * sin, no obstante, sacrificar las condiciones que puedan ayudar para apresurar la civilización y la prosperidad de ellos. 12 Documento al ministro de Agricultura. Museo del Indio - Río de Janeiro. Microfilme 380, fotograma 1605. * “un importante establecimiento agrícola en el que se abrigan cerca de 700 indios Bororos, plantaciones de cereales, caña y mandioca cubriendo un área total de 55 hectáreas, y en la cual existen incalculables riquezas forestales sin explorar, se nota una acentuada indecisión administrativa: ninguna de las obras iniciadas entre 1911 y 1913 tuvo continuidad; ma- quinarias dispuestas para el aprovechamiento de cereales y caña de azúcar aún están en los galpones, desmontadas; las plantaciones no aumentan, ni mejoran, los indios no mejoraron sus viviendas, ni, por lo tanto, los análogos progresos en los hábitos y modos de vida”.

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mar, instalação para criação de animais, numerosos grupos de índios das tribos instalação para apicultura e avicultura Bororos, Terenas, Quiniquinaus, Cayuás, etc13* Guaranys, Parecis, Cabixis, Bacahirys, Cadiuéos e Guatós. Quanto à estatística Al acompañar la trayectoria de este das responsáveis populações, não dispõe poblado en la documentación, es posible ve- a Diretoria neste momento de elementos rificar que en 1943 fue “rebajada” para el es- exatos, visto não ter sido ainda possível tatus de PIN São Lourenço y al año siguiente, ao Inspetor remeter o seu relatório. Con- en 1944, no figura en la lista de puestos del tudo, a Diretoria pode afirmar que só no SPI de Mato Grosso. ¿Que aconteció con este Bananal há uma população avaliada em y con otros puestos que fueron desactivados 800 índios Terenas; que os Cayoás e Gua- en el período en cuestión? A esta pregunta ranys, do Brilhante, Ivinheima, etc. são pretendo responder confrontando el ejemplo calculados em 10.000; que os Quiniqui- del Puesto Fraternidad Indígena, en Barra do naus aldeiados em Miranda, são mais do Bugres, analizado en mi trabajo de Maestría que 300; que os Bororo do Tarigara, de São (Arruda, 2003), en el cual verificamos la fu- Lourenço e do Quedjara, em relações con- sión de grupos indígenas en otro puesto mejor tínuas e ininterruptas com a Inspetoria, estructurado, durante lo que el propio órgano sobem a mais de 700, sendo a população indigenista denominó como Colapso del SPI, total do rio São Lourenço ou rio Vermelho, entre 1930 y 1937, en que los subsidios fueron avaliada em perto de 5000 almas; que os disminuidos, faltando dinero para la manuten- Parecys dos Postos do Utiarity e de Ponte ción de los puestos y para los reclutamientos, de Pedra, são em número de 200. Quanto debiendo ser considerado, asimismo, el recha- aos Cabixis, os Barbados e os Bacahirys não zo de tales proyectos por parte de los grupos há ainda elementos para estimativa nen- indígenas. huma... (...) Se a estas nações juntarmos os Nambikuaras, Kepiri-Uats, e numerosas Otra cuestión que necesita ser respon- outras encontradas e pacificadas pelo Sr. dida es quiénes eran, a fin de cuentas, los General Rondon no sertão por ele aberto grupos indígenas presentes en los puestos de à civilização no noroeste mato-grossense, atracción y pacificación. A partir de la locali- não estaremos muito longe da realidade zación de los puestos, vemos las etnias cons- computando em mais 20 tribos14* tituidas, y podemos cuantificarlas, nombrar- las e identificar prácticas dentro del universo En el período estudiado, algunos grupos simbólico de estos grupos y un movimiento de sobresalen por las empresas de los frentes de resignificación identitaria. Un documento de expansión como en el caso de los Bororo, en el 1920 apunta esto de manera más evidente: río São Lourenço, donde hoy se sitúa la ciudad de Rondonópolis, región sur de Mato Grosso. A Inspetoria estendeu muito o seu cam- En la documentación, ellos son identificados po de ação, está em relação estreita com también en Jarudore (puesto indígena que a lo

13 Documento al ministro de Agricultura. Museo del Indio - Río de Janeiro. Microfilme 380, fotograma 1605. * “parte urbana o sede, escuela primaria, herrería y carpintería, depósito de máquinas y utensilios agrícolas, campo de experimentación y demostración, huerta, jardín y plantaciones frutales, instalación para crianza de animales, instalación para apicultura e avicultura etc.”. 14 Informes de las 6 Inspectorías del SPI, en 1920. Microfilme 380. Fotograma 1233, Museo del Indio/FUNAI-RJ. * “La Inspectora extendió mucho su campo de acción, está en estrecha relación con numerosos grupos de indios de las tribus Bororos, Terenas, Quiniquinaus, Cayuás, Guaranys, Parecis, Cabixis, Bacahirys, Cadiuéos e Guatós. En lo relativo a las estadísticas de las poblaciones a su cargo, la Directoría no dispone en este momento de datos exactos, debido a que no le ha sido posible al inspector enviar su informe. No obstante, la Directoría puede afirmar que solo en el Bananal hay una población estimada de 800 indios Terenas; que los Cayoás y Guaranys, de los ríos Brilhante, Ivinheima, etc., son cal- culados en 10.000; que los Quiniquinaus conformados en aldeas en Miranda, son maás de 300; que los Bororo de Tarigara, de São Lourenço y de Quedjara, en relaciones continuas e interrumpidas con la Inspectoría suben a más de 700, siendo la población total del río São Lourenço o río Vermelho, calculada en cerca de 5000 almas; que los Parecys de los Puestos de Utiarity y del puente de la Pedra, existen en un número de 200. En cuanto a los Cabixis, los Barbados y los Bacahirys no hay aún elementos para ninguna estimación... (...) Si a estas naciones juntamos a los Nambikuaras, Kepiri-Uats, y nume- rosas otras encontradas y pacificadas por el Sr. General Rondon en el sertão abierto por él a la civilización en el noroeste matogrosense, no estaremos muy lejos de la realidad cuando calculamos más de 20 tribus”.

114 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO largo de la documentación desaparece y que cional” y de la concepción sobre el indígena, hoy es un distrito del municipio de Poxoréo). transcribo un trecho de un informe de 1926, Los Bororo estaban también en los márgenes dirigido al gobierno interventor del Estado de de Río Poxoréo y en la ciudad de Guiratinga. Mato Grosso, Mario Correa da Costa. Esas espacialidades, que hoy son ciudades, recibieron una gran cantidad de inmigrantes, Entre os elementos que devem ser levados oriundos del nordeste de Brasil, quienes llega- em conta, na diminuta população matto- ron a faenar en las minas de diamantes. grossense, como ponto de partida para o seu inevitável progresso, em que pese ao Otros grupos pueden ser evidenciados a preconceito de muitos patrícios nossos, fi- partir de la investigación de esos documentos guram também os índios. Raça boa, inteli- históricos. El nombramiento y demarcación de gente e forte, que trouxe desde o início da esos territorios dan visibilidad a aspectos obli- nacionalidade, ao nosso povo nascente, as terados por la historiografía contemporánea, qualidades admiráveis que a conquista do como el hecho de no considerar las territoria- sertão brasileiro e a luta contra os invaso- lidades indígenas en la historia de las ciudades res puseram na maior evidência, não pode que fueron construidas en aquellos espacios, ser votada ao extermínio, pelo assassina- concibiéndose el “mito de origen” ligado a la to, vício ou abandono15*. figura de los colonizadores. Los pueblos indíge- nas que todavía están localizados en las reser- Entre los agentes es interesante iden- vas, dentro de los límites de esos municipios, tificar la presencia de los propios indígenas son todavía vistos, en su mayor parte, como actuando como funcionarios del SPI, lo que sin estorbo para el progreso de las localidades. duda sirvió como una estrategia de la atrac- La coyuntura actual demuestra que hay una ción. En el trabajo de maestría antes citado inversión de valores, no reconociendo a estos (Arruda, 2003), cuando analizamos el Puesto grupos étnicos en la historia de esos espacios, Fraternidad Indígena, construido para la etnia como si ellos estuviesen ahí localizados por Umutina, encontramos en la documentación la una dádiva del Estado. presencia de dos indios Bororo que actuaron como agentes del SPI y mediaron en el proce- Deseamos nombrar otros personajes de so de contacto. En este escenario, tanto estos estas relaciones sociales. Nos interesa saber personajes como los propios pueblos indígenas sobre los agentes del SPI, en especial, de los son importantes para problematizar las teo- encargados de los puestos, que fueron los res- rías sobre las relaciones de contacto. ponsables de la redacción de informes, cartas y telegramas que tenían la finalidad de registrar Al tomar conocimiento de la documen- las transformaciones en los espacios adminis- tación, son perceptibles, de antemano, accio- trados. En estas escrituras es posible constatar nes dentro de los puestos que fueron entendi- las relaciones con los frentes de expansión, in- das como patrones que debían ser seguidos. formando los conflictos, enfrentamientos, co- Es importante poner atención a la redacción mercio, entre otras relaciones. Los discursos y de estos actos para percibir cómo las trans- noticias producidas sobre estas espacializacio- formaciones, a los ojos de los agentes, fueron nes, de cierta manera ayudaron a cristalizar los aconteciendo. Pese a las distinciones étnico- clichés de la emergente república. Para dar un culturales presentes en los puestos, existió un ejemplo de cómo el discurso producido por los verdadero “manual de contacto”, montado y agentes fue reproducido, describiendo elemen- divulgado por el SPI. Para dar continuidad a tos para la construcción del pensamiento “na- este estudio dispongo de las fuentes documen-

15 Informe del Inspector interino Antonio Estigarríbia al gobernador del Estado de Mato Grosso sobre las acciones del SPI en los puestos localizados en el estado. Documento de 31 de mayo de 1926, de la Inspectoría de Mato Grosso. Carpeta Ministerios - Archivo Público de Mato Grosso. * “Entre los elementos que deben ser tomados en cuenta, en la diminuta población matogrosense, como punto de partida para su inevitable progreso, en que pese al prejuicio de muchos compatriotas nuestros, figuran también los indios. Raza buena, inteligente y fuerte, que trajo desde el inicio de la nación, a nuestro pueblo naciente, las cualidades admirables que la conquista del sertão brasilero y la lucha contra los invasores pusieron en la mayor evidencia, no puede ser aniqui- lada, por el asesinato, el vicio o el abandono”.

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tales del Servicio de Protección a los Indios16 De esta manera, al reducir el foco de y también del Archivo Histórico Clara Galvão análisis para percibir las relaciones micro en - Coordinación General de Documentación de los espacios de los puestos y, concomitante- la FUNAI (Distrito Federal); otros documentos mente, al ampliarlo, para percibir las nor- se encuentran en el Archivo Público del Estado mativas del órgano estatal, vamos avanzando de Mato Grosso. hacia una lectura donde es posible aprehen- der los múltiples contextos conjugados en las El análisis del discurso presente en esta tramas socio-culturales de los puestos creados documentación es otro punto que hay que por el SPI y su entorno, posibilitándonos, así, considerar en la investigación de los procesos comprender una historia social, que permite de expansión. Es posible demostrar cómo es caracterizar a cada uno de los agentes his- construida la concepción occidental del Otro, tóricos, con sus singularidades. Con esto en en la que el indígena es considerado cómo una mente buscamos distanciarnos de un abordaje “raza inferior”, y caracterizado por los agen- homogeneizante y pasivo, intentando visuali- tes como incapaz, salvaje, bárbaro, hostil, zar, más allá de la cuestión de la identidad, las huraño y otros adjetivos que demostraban la multiplicidades de acciones presentes en ese inferioridad en relación al blanco civilizado17. contexto, caracterizadas, igualmente, por la Ese discurso estaba presente en los informes visión iluminista en la que la nación solo podría e instrucciones, como este de 1930, al escla- ser sólida y unificada a partir de un consenso recer la diferencia del “indio” en relación al cultural, esto es, de una cohesión nacional de “caboclo”. Según el SPI, después de que el normas válidas para toda la comunidad políti- “silvícola” fuese trabajado por los “legiona- ca. Este punto me hace recordar el trabajo de rios de la pacificación” se transformaría en Clifford Geertz, en su artículo “Los Usos de la caboclo. Luego para el SPI: Diversidad”, en el cual discute el futuro del etnocentrismo, poniendo en evidencia cómo “O índio é autóctone legítimo dos primi- una sociedad al presentarse nacional “culti- tivos povoadores das nossas matas, insu- va oídos sordos para las diferencias, mostrán- lado pela ignorância na selva selvagem, dose sorda a la invocación de otros valores”. confundido com as feras, de que herdou a Con una práctica semejante a la mencionada braveza. Inculto, na lata da expressão do por el autor, la sociedad brasilera impidió el termo, selvagem mesmo, relativamente descubrimiento de la convivencia con el otro refratário à higiene, falando dialeto pró- que era diferente y, al mismo tiempo, dejó de prio e especial, vivem uma brutalizada e percibir que ese otro proporcionaba respues- com latente mentalidade guerreira”18*. tas sobre el yo, el brasilero. Geertz propone que son las asimetrías entre lo que nosotros Para comprender las acciones de los creemos o sentimos y lo que los otros creen y agentes en los puestos de atracción es nece- sienten, lo que permite localizar nuestro lugar sario articular lo local —Mato Grosso (Brasil), en el mundo, cuál es la sensación de estar ahí, limitado a los territorios que dieron la existen- y dónde podemos querer o no querer ir. Nublar cia a estos puestos— a las políticas generales esas diferencias y esas asimetrías, relegándo- del órgano cuya responsabilidad era dirigir los las al campo de las diferencias plausibles de asuntos indígenas, teniendo como órgano me- ser reprimidas o ignoradas, clasificadas como diador la Inspectoría Regional 06, localizada mera desigualdad —que es lo que el etnocen- en la capital mato-grossense, en Cuiabá. trismo hace y está programado para hacer—,

16 En relación a los puestos de atracción constan documentos como informes, instrucciones, cartas, oficios, telegramas, que están en el acervo del Museo del Indio (Río de Janeiro). 17 Para tal incursión, pretendo utilizar autores que se sumergen en esa discusión al final del siglo XIX e inicio del XX, como Lewis Morgan “La sociedad primitiva”; Lilia Moritz Schwarcz “O Espetáculo das Raças: cientístas, instituições e questão racial no Brasil”; Thomas Skidmore “Preto no Branco. Raça e nacionalidade no pensamento brasileiro”. 18 Documento del Servicio de Protección al Indio, en 1930/31. Museo del Indio, Río de Janeiro. Microfilme 380. Fotograma 1267. * “El indio es autóctono legítimo de los primitivos pobladores de nuestros bosques, aislado por la ignorancia en la selva salvaje, confundido con las fieras, de las que heredó la bravura. Inculto, en la exactitud de la palabra, claramente salvaje, relativamente resistente a la higiene, hablando su dialecto propio y especial, viven con una brutalizada y latente menta- lidad guerrera”.

116 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO significa aislar la posibilidad de cambiar, en el - Mato Grosso, fronteira Brasil-Bolívia e Ron- más amplio y literal de los sentidos, nuestra dônia”. Rio de Janeiro, Brasil. mentalidad (Geertz, 1990, 24). DIEHL, A. (1998), “A Cultura Historiográfica Sin embargo, el disciplinamiento del Brasileira. Do IHGB aos anos 1930”. Passo Fun- espacio no fue sinónimo de transformación do, Ediupf, Brasil. del indígena en trabajador nacional, como los FOUCAULT, M. (1999), “Vigiar e Punir - Nasci- agentes y etnólogos del SPI relataban, ni me- mento da Prisão”. Petrópolis: Editora Vozes. nos aún significó la pérdida total de su identi- 20ª edição, Brasil. dad étnica. Esos puestos indígenas, sobre todo a partir de la década de 1980, fueron rebauti- GALETTI, L. (2000), “Nos confins da civilização: zados como reservas indígenas, prevaleciendo sertão, fronteira e identidade nas represen- en el nombre de la reserva la designación de la tações sobre Mato Grosso”. Tese de Doutorado etnia o de los nombres representativos de los em História Social, São Paulo, USP, Brasil. grupos indígenas presentes en esas territoria- lidades. Muchos grupos reanudaron el proceso GEERTZ, C. (1999), “Os Usos da Diversidade”. de revitalización cultural y social buscando la Revista Horizontes Antropológicos, n.10:13- recreación de sus identidades, demostrando 34. 1999. que las acciones del SPI y, posteriormente, de LENHARO, A. (1986), “Colonização e Trabalho 19 la FUNAI en la década de 1970, fueron insu- no Brasil: Amazônia, Nordeste e Centro-Oes- ficientes para borrar la memoria sociocultural te. Os anos 30”. 2ª Ed. Campinas: Papirus/Ed. de esas etnias. Unicamp, Brasil.

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19 La FUNAI —Fundación Nacional del Indio— fue creada por medio de la Ley en el Nº 5.371, de 5/12/1967, en sustitución al entonces recién extinto Servicio de Protección a los Indios (SPI). Es el organismo del gobierno brasileño que aplica la política indigenista oficial hasta el día de hoy, dando cumplimiento a lo que está determinado por la legislación del país.

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Procesos de territorialización Guaraní-Kaiowá y Mapuche: antecedentes histórico- descriptivos para una investigación comparativa

Raúl Ortiz Contreras* Aceptación: Marzo - 2008 Aprobación: Junio - 2008

RESUMEN El objetivo de este artículo es ofrecer una descripción histórica y relacional sobre las estrategias de espacialización y demarcación de territorios proyectada en la interacción de poblaciones Guaraní-Kaiowá en el contexto formativo del Estado-nacional brasilero y de los Mapuche en el proceso de formación del Estado-nacional chileno. Nuestra hipótesis es que estos procesos no establecieron una modalidad unilateral, estática y cabalmente impositiva de delimitación espacial, siendo la propia manifestación de una identidad territorial histórica mapuche o guaraní-kaiowá consecuencia de sus intensas relaciones interétnicas. Nues- tra intención es que la descripción histórica de ambos procesos nos permita, en el progreso de la investiga- ción, llegar a conclusiones e interpelaciones comparativas.

PALABRAS CLAVE: Guaraní-Kaiowá, Mapuche, procesos de territorialización, etnohistoria comparada.

ABSTRACT The aim of this paper is to offer a historical and relational description of the spatialization and the land demarcation processes projecting it onto the interaction of Guaraní-Kaiowá populations in the context of the making of the Brazilian nation-state and onto that of the Mapuche in the making of the Chilean na- tion-state. Our hypothesis is that these processes did not establish a unilateral, static nor exactly imposing mode of spatial delimitation. The very manifestation of a historical territorial identity being a consequence of their intense interethnic relations. We hope that the historical description of both these processes will allow us, in the course of the research, to get to comparative conclusions and questionings.

KEY WORDS: Guaraní-Kaiowá, Mapuche,territorialization processes, comparative ethnohistory.

* Antropólogo Universidad Austral de Chile – Magister y doctorando en Antropología Social, Universidad Estadual de Campi- nas, Brasil. [email protected]

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1. Introducción sobre un conjunto de individuos y grupos so- ciales (Oliveira Filho, 1998)3, son, al mismo Para los especialistas familiarizados con tiempo, procesos de temporalización. la literatura etnológica sudamericana no es un misterio que tanto los Guaraní como los Mapu- En este caso, debemos examinar cómo che1 representan dos situaciones excepciona- las representaciones nacionalistas del pasado, les, por lo menos en la escena regional no an- producidas por los agentes de la nación, en dina, en términos de la riquísima producción control del sistema estatal, se apropian de las bibliográfica y documental referida a ellos2. historias locales, regionales y de la memoria de De hecho, existiendo tanta diversidad de da- los grupos subordinados para transformarlas, a tos documentales y etnográficos, sería una través de estrategias de naturalización, ideali- tarea interminable pretender abarcar el uni- zación y particularización (Alonso, 1994: 389). verso de informaciones existente sobre estos dos grupos. En ese sentido, el presente texto Nuestra hipótesis, no obstante, es que representa un primer intento de organización tales procesos no definen una modalidad uni- de una parte del cuantioso material relativo a lateral, estática y cabalmente impositiva de las estrategias de espacialización y demarca- delimitación espacial. Pensamos, al contrario, ción de territorios indígenas proyectada en la que los territorios son, asimismo, objetivamen- interacción de estas poblaciones indígenas en te organizados y culturalmente inventados y el contexto formativo de los Estados-naciona- que la propia manifestación de una identidad les brasilero y chileno, respectivamente; en territorial histórica mapuche o guaraní-kaiowá ambos casos, en el período que abarca desde se debe a sus intensas relaciones interétnicas. mediados del siglo XIX hasta las primeras dé- De tal modo, entre los factores más revelado- cadas del siglo XX. Podemos situar la presente res emanados de los procesos aquí citados, re- investigación en el marco de una antropolo- saltan el establecimiento de papeles formales gía de la formación del Estado, considerando permanentes de mediación de las poblaciones tanto a las poblaciones que el Estado “inter- indígenas con el Estado y la reelaboración mu- viene” (en este caso poblaciones indígenas), tua de la memoria del pasado. como las formaciones contradictorias y com- plementarias que ahí actúan. Tal como esboza 2. El proceso de territorialización guaraní- Alonso (1994), ni la formación del Estado, ni la kaiowá en el contexto formativo del Esta- oposición entre culturas puede ser entendida do-nacional brasileño fuera del contexto de su mutualidad formati- va; en otras palabras: históricamente. En el campo de los estudios etnológicos y etnohistóricos guaraní, específicamente los Estos procesos de territorialización, dirigidos al subgrupo kaiowá en Brasil, es po- que podemos definir básicamente como una sible identificar un desencuentro perturbador. intervención de la esfera política hegemónica Cuando son examinadas las principales fuentes que prescribe un territorio bien determinado etnográficas producidas tras la primera mitad

1 En relación a la grafía de los etnónimos “Mapuche” y “Guaraní-Kaiowá” (y todas sus derivaciones históricas), hemos adop- tado la convención de la Associação Brasileira de Antropologia del año 1953, según la cual los etnónimos deben ser escritos en letra mayúscula y los adjetivos correspondientes en minúscula, ambos sin flexión de número y género. 2 Para respaldar este punto, confrontar Meliá et al (1987), en el caso de la extensa bibliografía de los estudios guaraní; y Centro de Estudios de la Araucanía (1993) en el caso de la producción bibliográfica producida sobre los Mapuche. Aun sobre la situación excepcional de los Guaraní como objeto de numerosas obras descriptivas y analíticas, ver J.M. Monteiro (2006: 475 y ss). 3 La perspectiva aquí adoptada toma el territorio como un fenómeno dinámico de representación social, cultural y política, así como también una manifestación concreta (empírica) de procesos interétnicos e intersocietarios históricamente conju- gados. Nuestro intención es, por lo tanto, analizar cómo, y en qué medida esta perspectiva trae cuestiones relevantes para pensar las dinámicas territoriales indígenas en términos amplios y comparativos, demarcando un ámbito apropiado para pensar las relaciones establecidas históricamente entre grupos indígenas particulares y los contextos caracterizados por la actuación de los respectivos Estados-nacionales. Esas preocupaciones quedan evidenciadas en la obra del antropólogo brasileño João Pacheco de Oliveira, quien trae el elemento territorial (las disputas territoriales) como punto de partida de su análisis. Su obra intenta reconsolidar un desplazamiento analítico que permita reanudar la relación específica entre el territorio (entendido como medio básico de producción y sustentáculo de cualquier identidad étnica) y las poblaciones indígenas, considerando en todo momento la mediación del Estado (Oliveira Filho, 1998: 17).

120 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO del siglo XX, período en el cual investigaciones tacando el hecho que, a partir del momento importantes sobre los Guaraní, en general, en que los poderes coloniales (bandeirantes y comienzan a ser realizadas, los Kaiowá son jesuitas principalmente) cesaron de actuar, los definidos como un subgrupo étnico localizado indígenas de esta región habrían sido margina- en la frontera meridional de Brasil, específi- dos de la historia, dejando un vacío de más de camente en el actual Estado de Mato Grosso doscientos años de invisibilización, tanto de do Sul, en las proximidades de la divisa con parte de las Coronas españolas y portuguesas Paraguay, y que, junto con los Guaraní-Ñande- como, consecutivamente, de los Estados bra- va y Guaraní-Mbyá, completan el universo del silero y paraguayo (Cf. Mura, 2006: 66). sistema cultural y lingüístico denominado ge- néricamente “Guaraní” (Schaden, 1974; Tho- He aquí donde el desencuentro mencio- maz de Almeida, 2001; Mura, 2006, 2004; M.E. nado arriba se manifiesta. Por un lado, la his- Monteiro, 2003 y Brandão,1990)4. Según ese toriografía clásica “reprodujo durante años la precepto, los Guaraní-Kaiowá, o simplemen- imagen de un Guaraní servicial y servil, de un te Kaiowá5, no podrían ser entendidos como aliado que en realidad es un dominado” (Meliá, un grupo indígena propiamente dicho, pues 1981: 30), al mismo tiempo no supo reconocer el etnónimo sería el producto directo de un los detalles de la compleja adecuación de los tipo de dominación colonial que no fue capaz diversos grupos guaraní al contexto colonial, de percibir las particularidades culturales de en primer lugar, e independiente (imperial y cada parcialidad étnica (M.E. Monteiro, 2003: republicano), posteriormente, desatendiendo, 18). Según Thomaz de Almeida (2001) la eti- así, la comprensión de las múltiples estrate- mología de la palabra “kaiowá” puede sumi- gias de establecimiento de relaciones interét- nistrar elementos analíticos interesantes para nicas (que implicaban situaciones emergentes entender este punto. La traducción usual dada de fronteras y complejos procesos de territo- por este y otros autores es la de “habitantes rialización y etnogénesis). Por otro lado, la de la selva” o “habitantes de la mata”. En al- etnología contemporánea sobre los Kaiowá se guna literatura etnográfica de habla españo- nutrió de una etnografía desligada de proce- la son distinguidos como “Monteses”, lo que sos históricos más profundos, esbozando una refleja un contenido etimológico equivalente. idea de aislamiento cultural que solo habría De este modo, Meliá et al. (1976) apuntan que sido interrumpido, según estos trabajos, en la la “búsqueda de las selvas”, a diferencia de actuación de los frentes de expansión colonial lo que se pensaba, no sería una denominación agropastoril, justo después de la Guerra de la peyorativa, sino reflejaría el propio principio Triple Alianza (o Guerra del Paraguay), en las o “modo de ser” guaraní, caracterizado por el últimas décadas del siglo XIX. En otras pala- constante intento de evitar, en la medida de bras, la ausencia o escasez de documentación lo posible, el contacto con el “civilizado”, ya para los períodos anteriores al siglo XIX sugie- sea en la figura de los jesuitas en las reduc- re una situación ficticia de aislamiento e in- ciones, o específicamente en la presencia de movilidad cultural que caracteriza los análisis los primeros colonizadores, ya en el siglo XIX. de la mayoría de los antropólogos especialis- Los Guaraní-Kaiowá serían, por ende, todos tas en el área, inclusive la de los que pregonan aquellos indígenas que no fueron reducidos una perspectiva fundamentada en el análisis políticamente y que quedaron “al margen” del histórico de los procesos sociales (como Mura poder colonial. Esta idea se expresa con mu- o Thomaz de Almeida). cho más fuerza cuando constatamos que, en la actualidad, la mayoría de los investigadores En este sentido, aún podemos señalar, especializados en los Kaiowá constatan una tal como John Monteiro lo hizo hace quin- carencia de información documental referen- ce años, que “la distancia entre los Guaraní te a los períodos anteriores al siglo XVIII, des- ‘históricos’ y los ‘etnográficos’ es grande al

4 La historia específica de los Kaiowá —grupo de lengua guaraní, de la familia lingüística tupí-guaraní— remite al período colonial cuando su territorio fue fijado en el límite entre las tierras españolas y portuguesas de la región comprendida entre los ríos Paraguay, Paraná y la sierra de Maracajú, habitando preferencialmente en las hoyas hidrográficas de los ríos Brilhante, Dourados, Ivinhema, Iguatemi y Amambai. 5 En Paraguay el etnónimo más común usado para designar a ese grupo es Pai-Tavyterã.

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punto de desautorizar la proyección de atri- casas acham-se disseminadas e como por butos de los primeros en los segundos” (2006 bairros. Entramos em um rancho coberto [1992]: 476). Lo que quiero resaltar aquí es de folhas de caetê, sendo outros cobertos que incluso enfocándonos en el proceso de te- de folhas de jerivá. A aldêa é collocada rritorialización decurrente del avance de los entre as suas roças ou lavouras, que abun- frentes de expansión colonial agropastoril, y, dam especialmente em milho, mandioca, luego, en la “demarcación” de los territorios abobora, batatas, amendoins, jucutupé, kaiowá por parte del Serviço de Proteção aos carás, tingas, fumo, algodão, o que é tudo Índios (SPI), es posible evaluar coherentemen- plantado em ordem (...)”8 (Lopes, 1850: te la dimensión histórica de tales procesos, no 320-321; en M.E. Monteiro, 2003: 24) descartando, por ejemplo, la comprensión de procesos formativos anteriores. En aquella época, a pesar del incipien- te conocimiento sobre estos indígenas, ya se Las primeras informaciones consisten- podían notar los trazos distintivos de la polí- tes sobre los Guaraní-Kaiowá surgen en infor- tica que la Provincia de Mato Grosso instituyó mes administrativos de la Provincia de Mato décadas más tarde. En la documentación de la Grosso y en registros de viajantes en las prime- Provincia fueron registrados algunos procedi- ras décadas del siglo XIX. Tales informaciones mientos oficiales que establecían los mecanis- son valiosas porque esbozan algunas caracte- mos de la demarcación de territorios destina- rísticas importantes sobre los modos de vida dos a los indígenas, buscando aglutinarlos en de estas poblaciones durante el período ante- las proximidades de los principales poblados rior a la ocupación más sistemática por parte y, consecuentemente, liberar áreas para la de colonos brasileños. Los principales núcleos incipiente colonización. En 1855, por ejem- habitación kaiowá fueron identificados en las plo, el gobierno de Paraná intentó establecer, inmediaciones de los ríos Iguatemi, Ivinhema y contiguo a las ruinas de la antigua reducción Amambai, constando, en los relatos, que eran jesuítica de Loreto de Pirapó, un poblado de una “nación” “bastante numeroza de índole indígenas kaiowá, aludiendo a las condiciones pacífica, dada a vida sedentaria e agricola, de salubridad (Watson, 1944). En esa misma dotada de constância, qualidade rarissima en- época, los Guaraní-Kaiowá eran estimados en tre os Indígenas”6 (Relatório do Director Geral cerca de 40.000 individuos (M.E. Monteiro, de Índios da Província de Mato Grosso, 1848; 2003) y eran vistos por la administración como en M. E. Monteiro, 2003: 24-25). Aun así, se un problema incipiente si continuasen vivien- desconocía totalmente el número de personas do “esparcidos” por la Provincia, habitando que constituían esta “nación”7. territorios que podrían ser potencialmente dispuestos para colonización. Otros relatos más precisos describen la disposición espacial de las aldeas y las cos- Los primeros intentos de territorializa- tumbres cotidianas de esos grupos: ción indígena, poco exitosos por cierto, fueron abruptamente interrumpidos años más tarde, “(...) Chegamos enfim ao aldêamento, entre 1864 y 1870, como consecuencia del ini- imropriamente assim chamado, porque as cio de la guerra entre Brasil y Paraguay9, lo

6 “(…) bastante numerosa y de índole pacífica, dada a la vida sedentaria y agrícola, dotada de constancia, calidad rarísima entre los Indígenas”. 7 En 1880 fue publicada la Memória justificativa dos trabalhos que foi encarregado à Província de Matto Grosso segundo as instrucções do Ministério da Agricultura de 27 de maio de 1879, en cuyas páginas se desprende un cuadro analítico muy interesante sistematizando la ocupación indígena en el Estado. En el documento se registran los nombres de los grupos étnicos, el número de personas que los componen y los lugares donde habitan. Entre las diversas etnias nombradas en el documento (cerca de 30), los Kaiowá (o “Caiuás”, como son designados en el texto) son los únicos localizados en el terri- torio del río Iguatemi, sin embargo, no se describe el número de individuos identificados como tales. 8 “(...) Llegamos, finalmente, al impropiamente llamado aldeamiento, porque las casas se encuentran diseminadas y organi- zadas como barrios. Entramos en un rancho cubierto de hojas de caetê (hierba específica de la región), habiendo otros cu- biertos con hojas de jerivá (palmera nativa, Syagrus romanzoffiana). La aldea está enclavada entre sus rozas o labranzas, donde abundan especialmente maíz, yuca, calabaza, batatas, cacahuetes, frijol-batata, carás, tingas, tabaco, algodón, lo que es todo plantado en orden (...)” 9 Conocida igualmente como “Guerra de la Triple Alianza”, “Guerra del Paraguay”, “Gran Guerra” o “Guerra del 70”.

122 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO que trajo considerables consecuencias para litigio fronterizo, disputado entre Brasil y Pa- las poblaciones indígenas localizadas en la raguay (espacio de tránsito libre para los gru- región. Sorprendentemente, a pesar de la pos kaiowá y ñandeva antes del conflicto), se magnitud de ese acontecimiento histórico, ni hicieron más visibles las expresiones relacio- la literatura especializada, ni la documenta- nadas a la soberanía nacional en disputa, lo ción analizada hasta la fecha traen indicios que ciertamente comenzó a delimitar nuevas relevantes sobre algún tipo de participación espacialidades fronterizas. El segundo punto de los Kaiowá en el conflicto. En efecto, la dice relación a las consecuencias inmediatas guerra es constantemente mencionada como resultantes de la culminación del conflicto un hito contextual externo a la configuración bélico. “La guerra con Paraguay mostró a las de las nuevas territorialidades en la región y autoridades gubernamentales la necesidad y no como un evento constitutivo de la memoria la urgencia de radicar el elemento blanco en territorial de los actores involucrados. Ade- las regiones más cercanas a la frontera y de más, existe un cierto consenso entre los inves- establecer puestos militares para detener la tigadores al argumentar que la participación infiltración de extranjeros” (M. E. Monteiro, de estos grupos indígenas en la Guerra fue 2003: 29). Una de las estrategias más impor- solo tangencial. Según Brand et al. (2007), el tantes para fomentar el proceso de sobera- conflicto bélico no afectó de la misma forma nía nacional fue la formación de localidades a los Kaiowá en comparación, por ejemplo, a o pueblos. Nacieron, así, las localidades de los Terena, aunque reconocen que el conflicto Albuquerque, Coimbra, Miranda y las colonias alteró el aislamiento territorial que, según los militares como Dourados y Fuerte Príncipe da autores, caracterizaba una parte significati- Beira; a la vez, la necesidad de activar una va de los tekoha10 kaiowá localizados, sobre economía extensiva en la región propició la todo, en la región de Grande Dourados. aparición de ciudades tales como Entre Rios, Aquidauana, Campo Grande, Maracajú, Coxim A decir verdad, carecemos de argumen- (ibid.). La fundación de pequeños núcleos ur- tos informados por la documentación que nos banos y militares tuvo consecuencias directas permita ir un poco más adelante en la recons- sobre los procesos de poblamiento que se rea- trucción de este evento particular (la Guerra) lizaron décadas más tarde. y sus consecuencias en las poblaciones guara- ní –kaiowá y guaraní-ñandeva. Sin embargo, lo A la par de este proceso, el poblamien- que nos interesa no es resaltar tal o cual re- to de la nueva frontera se consolidó a través percusión coyuntural del conflicto bélico entre de una ocupación agroeconómica, que podría- estos grupos (aunque claramente la participa- mos caracterizar como la primera gran fase ción más o menos directa en la Guerra exi- de territorialización kaiowá. La marcha em- ge, aún, más investigación). Lo más relevante prendida por los nuevos colonizadores hacia la para destacar puede resumirse en dos puntos o nueva frontera jurídica y militar del suroeste inferencias: el primero, dice relación al papel se aferraba a la idea de “tierra libre”, “salva- jugado por la Guerra en la construcción de una je”, por ser esta poseídas por los indios (Leite memoria histórica sobre la ocupación militar Linhares, Prefacio, en Conceição y Bianchi, de la frontera meridional y sobre la incipien- 2000: 13). En el período anterior a la ocupa- te idea de “brasilidad” en la frontera, quizás ción agroeconómica, los Kaiowá, siguiendo las inédita para los Kaiowá. La presencia de un descripciones de Pereira (2007: 3), ejército numeroso, por ejemplo, debe haber sido una de las primeras representaciones [...] ocupavam uma faixa de terras de concretas de un “otro”, llamado “brasilero”, mais de 100 quilômetros de cada lado da diferente al “otro” colonial, con la capacidad fronteira do Brasil com o Paraguai, tendo de movilizar un sistema militar complejo y como divisa o rio Apa ao norte e o rio Pa- jerarquizado para defender un objetivo espe- raná ao sul. Era nessa vasta região, que cífico apelando hacia una identidad nacional. do lado brasileiro correspondia a grande Al estar localizados en medio del espacio de parte da serra de Maracaju, que a popu-

10 Tekoha es una de las unidades territoriales más importantes de los Guaraní. Está compuesta por una red de parientes aliados, asociados a un cierto ethos identitario. Es, según Pereira (2004), el lugar donde se realiza el “modo-de-ser”.

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lação kaiowá radicava suas parentelas, pezaban los intereses de uno y comenzaban cujas aglomerações formavam as aldeias, los del otro. El sistema de extracción funcio- por eles denominadas de tekoha. O teko- naba a través de arriendos de terrenos con- ha tinha tamanho variável, dependendo siderados desocupados (terras devolutas) por do número de parentelas que reunia, pois el Estado de Mato Grosso a la CML, los cuales cada parentela dispunha de uma porção de eran renovados a partir de estrechas negocia- terra de uso exclusivo para o desenvolvi- ciones políticas, las que llegaron a definir un mento de suas atividades produtivas e ri- territorio de 5.000.000 de hectáreas efectiva- tuais. Era comum que os Tekoha também mente explotadas hacia el final del siglo XIX estivessem inseridos em redes de alianças (Arruda, 1997). A partir del momento en que mais amplas, de caráter político e, princi- los territorios eran arrendados, la autoridad palmente, religioso11. sobre ellos era de absoluta responsabilidad de los administradores de la Compañía, que Esta amplia distribución espacial fue establecían los regímenes de trabajo y las for- enormemente afectada por la instauración de mas de explotación de los herbales. En este la principal actividad económica extensiva en caso, como señala Arruda (1997), esta autono- los inicios de la ocupación agrícola, cuyo auge mía administrativa llegaba a tal punto que la inaugural tuvo su expresión con la explotación Compañía funcionaba como un Estado dentro de la hierba mate nativa, localizada en una de otro Estado. De tal modo, una dimensión extensa región del estado. Estamos hablando, aún poco indagada, y muy obscura en la do- más específicamente, de la concesión que au- cumentación, es la participación real que los torizó la extracción de todos los herbales de Guaraní-Kaiowá tuvieron en ese sistema de la región, otorgada por la administración del extracción. La documentación es incierta en Estado de Mato Grosso, a Tomáz Laranjeira, dos sentidos. En primer lugar, los historiadores abarcando entre los ríos Ivinhema, Paraná, la divergen en relación a la cantidad de trabaja- línea fronteriza paraguaya y el alto Maracajú, dores que la CML necesitaba para sus funcio- garantizando, así, derechos exclusivos sobre nes. Mientras algunos historiadores expresan esos enormes espacios territoriales durante los cifras bastante parcas (alrededor de 3.000 tra- primeros años de la década de 1890, a partir bajadores), otros hablan de cerca de 20.000. de la Resolución Legislativa nº 76, (Corrêa Fil- “Otro hecho obscuro” —señala Fabio Mura— es ho, 1969; Concepción y Bianchi, 2000; Brand, la poca diferenciación que los historiadores 1997; Arruda, 1997). Fue fundada, así, la Com- encontraron, en las fuentes, entre paraguayos pañía Mate Laranjeira (CML). El comienzo de e indios, quienes eran contratados para traba- las actividades de extracción de hierba mate jar en las fases más pesadas” (2006: 74-75), lo movilizó gran cantidad de indios y ejerció pre- cual revela una cierta dificultad para definir sión sistemática sobre las tierras efectivamen- en detalle la distribución de los subgrupos ét- te ocupadas por las poblaciones indígenas. nicos, kaiowá y ñandeva, principalmente en el sistema de extracción de la hierba12. Es interesante destacar el gran impacto de la CML en el contexto político regional. Tal Lo más distinguible en las investiga- era la proximidad de la CML con los poderes ciones sobre las condiciones de trabajo de los del Estado que es difícil discernir dónde em- indígenas en los herbales son algunos datos

11 “[...] ocupaban una faja de tierra de más de 100 kilómetros a cada lado de la frontera entre Brasil y Paraguay, teniendo como divisas los ríos Apa, al norte, y el río Paraná, al sur. Era en esta vasta región, que en lado brasileño correspondía a casi toda la Sierra de Maracajú, donde la población kaiowá radicaba sus parentelas, cuyos aglomerados formaban las aldeas, denominadas por ellos tekoha. El tekoha tenía un tamaño variable, dependiendo del número de parientes que reunía, pues cada parentela poseía una porción de tierra de uso exclusivo para el desarrollo de sus actividades productivas y rituales. Era común que los Tekoha también estuviesen insertos en redes de alianza más amplias, de carácter político y, principalmente, religioso”. 12 En el Relatório do auxiliar Genésio Pimentel Barboza referente ao ano de 1927 e encaminhado ao inspetor Antonio Martins Vianna Estigarribia (SPI, Mf 341 – Fg 1210-1249), es posible encontrar algunos indicios bastante inexactos sobre el número de trabajadores kaiowá en áreas de extracción de la hierba. En este documento consta la información de que la porción de indios kaiowá empleados en la elaboración de la hierba era, en promedio el 75% sobre el total de operarios, específica- mente en la región de Iguatemi (Cf. SPI, 1927: fg. 1223).

124 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO referentes a los mecanismos de reclutamiento flexibles y adaptadas a las nuevas circunstan- utilizados por la CML, con el objetivo de cap- cias. Con todo, los constantes desplazamien- tar trabajadores a bajo costo y cabal disposi- tos en la búsqueda de trabajo en los herbales, ción. Esas estrategias consistían básicamente la formación de nuevas aldeas (próximas a los en el empleo del endeudamiento como siste- polos de atracción), la convivencia más cer- ma de atracción (Arruda, 1997; Brand, 1997). cana con las ciudades, entre otros factores, La CML ofrecía a los indígenas, como forma de fueron fundamentales para entender la emer- pago anticipado, dinero y mercancías produci- gencia de nuevas configuraciones del espacio. das en los centros urbanos, lo que permitía el Ellas todavía se mantenían en un ámbito de endeudamiento de los trabajadores, obligán- configuración informal, aunque afectaron a la dolos a cumplir extensas jornadas de trabajo gran mayoría de la población kaiowá. para pagar el compromiso adquirido, el cual era siempre superior a la capacidad real de Desde la perspectiva del gobierno cen- trabajo. Este sistema fue conocido como “me- tral era necesario organizar las relaciones canismo del barracón” (esquema do barracão) económicas, políticas y sociales, considerando (Mura, 2006) y fue, quizás, uno de los factores la urgencia de establecer una presencia más que permitió un crecimiento acelerado de la duradera en la configuración de la soberanía empresa extractiva. Es por eso que podemos nacional representada por la frontera meri- entender la expresión de Silva (1939: 107), dional. En 1910 el Serviço de Proteção ao Índio cuando señala que en el período de decaden- - SPI13, a través de la Inspectoría Regional N° cia de la CML, que “[el] Guaraní es la razón de 5 (I.R. 5), que cubría la región de Mato Grosso ser de la extracción de la hierba, en cuya fae- (actuales estados de Mato Grosso y Mato Gros- na, cuando se entrega, no mide la extensión so del Sur) y São Paulo, comenzó a actuar en de su fuerza (...)”. Aquellos emprendimientos el área, en nombre de los intereses de la po- económicos permitieron la creación de una lítica indigenista oficial promovida por el Go- infraestructura básica (carreteras, ciudades, bierno central en todo el país. Sin embargo, la industrias, puestos militares, puestos adminis- I.R. 5 comenzó a funcionar entre los Guaraní trativo-burocráticos, etc.) que terminó acer- (Kaiowá y Ñandeva) solo en 1915, cuando sur- cando las relaciones cotidianas de indígenas y gió la necesidad de crear los primeros pobla- no indígenas tanto en el contexto rural como dos para radicar algunas poblaciones kaiowá en el urbano. que estaban en las proximidades de las prin- cipales ciudades, vinculados a los trabajos en Sin embargo, según Mura (2006: 77) los herbales. Entre 1915 y 1928 el SPI instituyó —citando el trabajo de Thomaz de Almeida y ocho áreas indígenas, lo que definió una segun- criticando abiertamente los trabajos de Scha- da fase de territorialización de estos grupos, den (1974) y Watson (1952), direccionados, se- ahora promovida directamente por el órgano gún él, por el paradigma de la aculturación—, tutelar del Estado. Además, la CML comenzó a no existen evidencias para afirmar que las disminuir radicalmente la cantidad de tierras nuevas actividades económicas implicaron un arrendadas durante los primeros años del siglo cambio radical de los estilos de vida kaiowá. XX14, factor que definió grandes transforma- De hecho, esboza el autor, ellos comenzaron a ciones en la situación de los indígenas. transformar progresivamente la organización de las unidades domésticas, tornándolas más El papel desempeñado por los produc-

13 El Serviço de Proteção aos Índios e Localização de Trabalhadores Nacionais fue fundando en 1910 bajo el mandato del Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio, y tenía como principal finalidad garantizar el tratamiento diferenciado a las poblaciones indígenas en el contexto de las relaciones interétnicas con el Estado (Girotto, 2007). Fue una institución que pretendía civilizar a los indígenas sin destruirlos, adquiriendo, así, un proceso pacífico de “integración” al sistema de vida propuesto por la nación. A pesar de asumir un carácter esencialmente positivista, en el sentido de que se creía cabalmente en la necesidad de civilizar y colonizar los espacios “bravíos” del territorio nacional, lo que implicaba, es claro, los territorios indígenas, la acción del SPI puede caracterizarse de forma homogénea y simplista. Los funcionarios del órgano estatal, dependiendo del grado de compromiso adquirido con los indígenas, tuvieron diversas formas de asumir los múltiples conflictos presentes en las comunidades, lo que, sin duda, nos obliga a observar las situaciones específicas de cada contexto etnográfico. 14 Según el trabajo de Arruda (1997: 42), citado anteriormente, entre 1916 hasta 1930 la cantidad de tierras efectivamente arrendadas no excedía de 1.500.000 hectáreas.

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tores independientes de hierba mate, en las reserva de Dourados, en 1923, denunció a la 5ª tres primeras décadas del siglo XX, blanco Inspectoría Regional la necesidad urgente de poco estudiado por los especialistas, incentivó encontrar otras tierras para los indios en cues- más aún el entusiasmo de una creciente “li- tión” (Mura, 2006: 81-82; cf. Pimentel Barbo- beración” de territorios ocupados por los na- za, 1923). Ese funcionario realizó, en 1927, un tivos. En tal contexto, y a fin de reglamentar viaje de reconocimiento entre las poblacio- el uso y usufructo de las tierras desocupadas, nes kaiowá y xavante, intentando identificar se dictó la Resolución Nº 930 en 1925. La Re- áreas plausibles de creación de aldeamientos, solución indicaba que cada demandante podía principalmente, para los indígenas que aún solicitar territorios iguales o menores a 3.600 estaban fuera del sistema de reservas. En el hectáreas y a cada uno podrían ser concedidos informe elaborado inmediatamente después como máximo dos lotes de 3.600. Como vere- del viaje, el funcionario presenta las razones mos más detalladamente a continuación, esa que autorizan a la I.R. 5 a actuar en “favor” Resolución afectó profundamente el carácter de esos indígenas: de las reservas demarcadas por el SPI. “[...] há uma razão altamente patriotica Se puede observar, en la documenta- que colloca essas tribus [Kaiowás e Xavan- ción, una cierta contradicción en el procedi- tes] no mesmo plano de merecerem, com a miento a partir del cual fueron planificadas las mesma igualdade, todo o apoio e amparo reservas. El SPI se inspiró en una concepción dessa Inspetoria: libertal-as do domínio paternalista y proteccionista en relación a las dos hervateiros paraguayos, fazendo cessar poblaciones indígenas, del mismo modo que se o regimem de escravisação em que vivem, constituyó como una instancia de vínculos ex- por meio de uma fiscalisação efficiente, tremadamente eficaces entre los poderes eco- instituindo nucleos em terras que o Estado nómicos y políticos de la región. El carácter lhes reserve nos quaes possam ser creadas proteccionista se manifiesta sobre todo en la escolas primarias para o cresido numero preocupación de algunos de sus funcionarios de menores e distribuídas aos adultos as en disminuir la explotación de la fuerza de ferramentas indispensáveis aos trabalhos trabajo indígena en varias áreas de extracción rudimentares da lavoura, como se faz nos hierbatera. Otras preocupaciones se relacio- postos já organizados”16 (fg. 1213) naban a la intención de liberar tierras para la especulación inmobiliaria y la posterior ocu- Con el objetivo de entender los me pación agropecuaria (Pereira, 2007: 5). El SPI canismos que actuaron en los procesos de te- seleccionó áreas donde esa actividad estaba rritorialización, me interesé particularmente consolidada hacía varias décadas, agenciando por la descripción que Pimentel Barbosa hace a la población indígena masculina para el tra- sobre la configuración del poblamiento cono- bajo de la extracción. La creación de las tres cido como “Patrimonio Unión”. El documento primeras reservas (o aldeamientos): Amambai suministra algunos subsidios para inferir cuá- (1915), Dourados (1917) y Caarapó (1924), res- les fueron las estrategias concretas adoptadas pondieron a ese criterio15. La segunda estrate- por los funcionarios en el proceso de demarca- gia del SPI fue resultado de la acción particu- ción de las reservas. El primer paso era la ela- lar de un funcionario de este órgano, Genésio boración de “plantas de reconocimiento”, la Pimentel Barbosa, quien, “tras una visita a la cual incluía mensuras sistemáticas, tanto en

15 La relación entre los funcionarios del SPI y los hierbateros era tan intensa que la propia documentación muestra indicios explícitos del punto que estamos resaltando en el cuerpo del texto. Por ejemplo, en el Relatório do auxiliar Genésio Pi- mentel Barboza referente ao ano de 1927 e encaminhado ao inspetor Antonio Martins Vianna Estigarribia, citado anterior- mente, se describe la situación del Puesto Indígena Francisco Horta, actualmente conocido como Reserva de Dourados, el cual es caracterizado como “[...] el más antiguo de nuestros puestos hierbateros, situado en las proximidades de Dourados, con cuyo patrimonio limita” (fg. 1239, traducido del portugués) 16 “[...] hay una razón altamente patriótica para colocar a estas tribus [Kaiowás y Xavantes] en el mismo plano de merecer, con la misma igualdad, todo el apoyo y el amparo de esta Inspectoría: liberarlos del dominio de los hierbateros paraguayos, destituyendo el régimen de esclavitud en que viven, mediante una fiscalización eficiente, instituyendo núcleos en tierras que el Estado les reserve en los cuales puedan ser creadas escuelas primarias para el aumentado número de menores y distribuidas a los adultos las herramientas indispensables para los trabajos rudimentarios de la labranza, como se hace en los puestos ya organizados”.

126 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO locales con gran concentración de indígenas, transcurso de los conflictos territoriales duran- como en espacios más aislados. Los funciona- te el siglo XX (aunque no sea este el recorte rios debían regirse, como señalamos anterior- temporal de nuestro análisis). Tanto el proceso mente, por la Resolución N° 930 de 1925, que de poblamiento promovido por el SPI así como permitía solo la demarcación de territorios las políticas de atracción de indígenas hacia iguales o inferiores a 3.600 hectáreas17. las reservas chocaron con la frecuente consta- tación de la existencia de grupos kaiowá que El proceso técnico de demarcación, nunca fueron influenciados directamente por bajo estas circunstancias, era reducido al pro- las políticas de territorialización. Estos grupos ceso de identificar áreas más apropiadas para son los famosos “indios desaldeados”, quienes la fundación de reservas y, al mismo tiempo, hasta el día de hoy tienen presencia en el pa- en la simple mensura prescrita de la cantidad norama de los conflictos territoriales de la re- limitada de hectáreas. Factores tales como: gión. El cuestionamiento sobre la trayectoria las concepciones nativas del espacio (tekoha, de los indígenas “desaldeados” es interesante te’yi, tekoha guasu, guará), la distribución porque permite la reevaluación del proceso espacial de las familias extensas, la configu- como un todo. Y esta fue una preocupación ración de redes de relaciones sociales entre temprana. En el Relatório do inspetor inte- los principales líderes, entre otros elementos, rino da I.R. 5, Antonio Martins Vianna Estiga- fueron completamente desconsiderados por rribia, encaminhado ao diretor do Serviço de los funcionarios del SPI en la demarcación de Proteção aos Índios, José Bezerra Calvacante, las reservas, interesándose solo por las aco- em 7 fev. 1928 (SPI, Mf 341 – Fg. 1061-1065), modaciones posibles para que los hierbateros se observa un análisis detallado de la situación continuasen explotando la fuerza de trabajo de los indígenas no integrados al sistema de indígena (de una forma más controlada). Este las reservas. Esos grupos en situación “irre- es, tal vez, uno de los motivos que explique la gular” configuraron un tipo de devenir para- pobreza documental en relación a los procesos lelo en términos de la organización social y de demarcación de los territorios. A diferencia territorial de los Kaiowá, manteniendo, está de otros procesos de territorialización indíge- claro, intensas relaciones con los indígenas na en América Latina, los cuales produjeron en las reservas. Muchos de ellos vivieron a los una gran cantidad de material cartográfico, márgenes de la acción directa de los órganos etnográfico y administrativo, en el caso de los indigenistas, aunque ellas los alcanzasen de Kaiowá solo se cuenta con material adminis- forma indirecta. trativo bastante incorporado a la doxa insti- tucional promovida por el Estado brasilero. En fin, el proceso de territorialización Sin embargo, intentando una comparación con descrito en los párrafos precedentes, que otros procesos de territorialización indígena tuvo una primera expresión con la ocupación de la región, podemos observar, claramente, agroeconómica de la extracción de la hierba que la acción del SPI representó solo una ins- mate y una segunda con la demarcación de tancia de formalización de una situación que reservas por parte del SPI, es blanco, actual- ya había sido deflagrada en las relaciones in- mente, de diversas interpretaciones y teoriza- terétnicas e intersocietarias cotidianas en el ciones, en especial de antropólogos e historia- contexto de la frontera meridional. Con esto, dores. Estos lo han definido como: constitución tal vez, podamos explicar el carácter poco de “áreas de acomodación” (Pereira, 2007), contestatario de este proceso. De este modo, conformación de espacios de “confinamiento” la creación de reservas no puede ser entendi- (Brand, 1997) o estrategias de “poblamiento da separadamente del proceso de ocupación compulsivo” (Mura, 2006), para citar, quizás, agroeconómico y de la participación de los in- las más importantes. Cada uno de esos concep- dígenas en ese sistema económico-social. tos responde a un cuerpo teórico determinado que no detallaremos aquí. Cabe solo resaltar, Aun debemos señalar un punto impor- desde mi punto de vista, que esas interpreta- tantísimo que nos ayudará a comprender el ciones, de modo general, no considera a los

17 Las tierras indígenas, al ser acogidas en la legislación, eran consideradas como “terras devolutas”, esto es, tierras “públi- cas” sin ninguna utilización pública específica y que no se encontraban, formalmente, integradas al dominio privado.

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actores indígenas como sujetos históricos ple- antropólogos deben su desarrollo a procesos nos, a saber, no solo como agentes pasivos del que se originan fuera de ellas y van mucho proceso, sino como actores volitivos e interlo- más allá de ellas, que deben su cristaliza- cutores de su propia historicidad. Me gustaría ción a esos procesos, participan de ellos y, a detenerme únicamente en el más popular de su vez, los afectan” (Wolf, 2003a: 296). Esa esos conceptos, el de “confinamiento”, que es la dinámica, que define el modo como las es, quizás, el que presenta mayores proble- poblaciones Kaiowá confrontaron los diversos mas teóricos en esa dirección. Brand (1997) contextos en las décadas posteriores, en pleno considera que el problema principal del pro- siglo XX (cuando podemos destacar la intensi- ceso de territorialización es la desestructura- ficación de agentes colonizadores, tales como: ción progresiva de las familias extensas, pues, la Misión Evangélica Caiuá, la fundación de la según él, los indígenas se vieron obligados a Colonia Agrícola Nacional y la usurpación de permanecer reducidos (y “confinados”) en sus tierras en las reservas, para citar algunas), pequeñas reservas, actuando en contra de un llegando a nuestros días y constatar que los cierto “modo de ser” kaiowá, basado en el Guaraní-Kaiowá, aún habiendo sido “confina- desplazamiento territorial y en la conforma- dos”, “aldeados”, “humillados” y “discrimina- ción de redes extensas de comunicación. En dos”, continúan siendo una fuerza social que, vez de intentar medir cómo estas transforma- en constante transformación, caracteriza el ciones producen ciertas “distancias” organiza- escenario multiétnico de la región. cionales y cosmológicas de un supuesto “modo de ser” kaiowá, me parece más interesante 3. El proceso de territorialización mapuche pensar cómo estas interrelaciones configuran y la formación de las fronteras en el con- campos de reinterpretaciones sobre, en este texto nacional chileno caso, el uso del espacio material y social18. Creo que el creciente interés de estudiar a los Los Mapuche siempre estuvieron impli- Kaiowá en la actualidad surge, igualmente, a cados, en mayor o menor medida, directa o partir del reconocimiento de que los procesos indirectamente, en las dinámicas de procesos de territorialización implican la ampliación más globales. Podemos caracterizar, por ejem- de los moldes cosmológicos e ideológicos de plo, la propia etnogénesis mapuche como par- los actores involucrados en el proceso. No te del imperativo de ciertos grupos indígenas podemos, ni queremos, negar las evidentes localizados en la zona centro sur del actual te- relaciones asimétricas de poder presentes en rritorio chileno, o reches, a organizarse militar la ejecución de las políticas de territorializa- y políticamente para enfrentar el proceso ge- ción, pero debemos, a la vez, reconocer que neral de conquista española sobre el territorio tales dinámicas no pueden ser pensadas como americano (Boccara, 1998; Saavedra, 2006). construcciones de esferas binómicas radical- En los siglos XVII y XVIII la vinculación econó- mente opuestas o necesariamente contrarias. mica y política de la población mapuche a la Nuestra intención es afirmar que, siguiendo sociedad colonial, principalmente a través de los postulados de Erik Wolf, “en la mayoría la maloca y del conchavo de ganado en el área de los casos, las entidades estudiadas por los de la frontera19, significó una gran y constante

18 Para una ampliación de esta crítica ver Ortiz, 2008. 19 En la literatura especializada sobre los Mapuche existe un consenso que debe ser explicitado. Como detallaremos en los parágrafos siguientes, una de las características principales del territorio mapuche anterior al proceso de ocupación pro- movido por el Estado chileno, era su total independencia delante de la presencia colonial. Desde los inicios de la Colonia se estableció una frontera física y cultural que definió el límite entre la sociedad colonial y las poblaciones mapuche no “sometidas” a ella. Esta frontera siempre fue móvil, aunque la historiografía tradicional insista en definirla físicamente a partir de la línea que sigue al recorrido del río Biobío, naciendo en la laguna Galletué, en la cordillera de los Andes y desembocando en el océano Pacífico a la altura de la actual ciudad de Concepción. La noción de frontera no es, por lo tan- to, solamente un concepto académico para describir una situación de constitución de espacios de autonomía, ocupación y administración territorial, sino también debemos comprenderlo como un término naturalizado tanto por los Mapuche como por los no Mapuche en las relaciones de conflicto y acomodación. Las relaciones de fronteras eran definidas a partir de numerosas Juntas de Indios, Charlas y Parlamentos con los españoles, en un primer momento, y luego con los chilenos. La historiografía chilena, a partir de esa constatación histórica, fundó un movimiento analítico y teórico llamado “historia fronteriza”, fuertemente influenciada por las ideas evolucionistas del historiador norteamericano Frederick Jackson Turner y promovida en el contexto de la historiografía chilena por Álvaro Jara y Sergio Villalobos (Villalobos, 1982 e Villalobos & Pinto, 1985).

128 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO transformación en las identidades territoria- los mismos del siglo XVI. Tres siglos de intensas les indígenas (León, 1991). El comercio de la relaciones intersocietarias e interétnicas con frontera permitió la extensión territorial de los europeos y criollos hicieron que la propia los Mapuche en dirección a la pampa argenti- organización social y territorial estuviese en na —proceso conocido con el nombre de Arau- constante adaptación y transformación. Hubo canización de las Pampas—, lo que permitió, toda una serie de elementos conjugándose en a su vez, la intensificación de los contactos esas relaciones. Por ejemplo, en el contexto con otros grupos indígenas, acrecentando el de las relaciones fronterizas, los Mapuche ter- poder de algunos jefes (lonko), que pasaron minaron “indianizándose”, lo cual no afectó a tener el control de los espacios comerciales su autonomía territorial, aunque modificó su de ganado en la sociedad fronteriza colonial. sistema de identidades sociales. Ese contexto diversificó ampliamente los mo- dos de entender la identidad mapuche en lo El proceso de ocupación de los territo- relativo al territorio. Las identidades territo- rios autónomos mapuche fue muy complejo y riales locales se fortalecieron. Los conflictos dejó profundas heridas todavía no cicatriza- internos entre los propios Mapuche se torna- das. A mediados del siglo XIX, el Estado chile- ron cada vez más frecuentes, como también no estimó necesario emprender una agresiva las alianzas con segmentos de la sociedad co- política de consolidación de todas sus fron- lonial, primeramente, y luego de la chilena. teras (externas e internas), representadas, por un lado, por las rutinarias encrucijadas Antes de la ocupación de la Araucanía diplomáticas sufridas contra las administra- por parte del Estado chileno, los Mapuche se ciones nacionales de Perú y Bolivia, en la organizaban alrededor de un jefe en asocia- región norte de Chile (lo que desencadenó, ciones tribales extensas, con estratificación posteriormente, la Guerra del Pacífico), y, por social y jefaturas hereditarias. Los territorios otro, por la necesidad de lograr la “unidad y formados por esas asociaciones eran denomi- soberanía territorial de la nación” a través de nados butamapu, los que, a su vez, definían la aniquilación de los espacios fronterizos en parcialidades étnicas o subgrupos, entre los la región de la Araucanía, los cuales habían cuales destacaban los “arribanos” (o went- persistido autónomos, en gran medida, debido wche), “abajinos” (o nagche), “costinos”, a la resistencia que los Mapuche manifestaron “cholchollinos”, “maquehuanos”, además al proceso de instauración de la república22. de los “” y de los “huilliche”. Los apoulmen y los ulmen20 concentraban riqueza El problema de las fronteras internas y poder. Los ayllerehues y los futamapu21 se era muy inquietante para la administración transformaron en verdaderas unidades geopo- nacional. Al comenzar el siglo XIX, como ad- líticas gobernadas por esos jefes (Saavedra, vierte Pinto (2003), se pensaba que el terri- 2006). Con todo, las dinámicas de adaptación torio de Chile comenzaba en el desierto de y transformación de la cultura mapuche siem- Atacama y terminaba en el cabo de Hornos, pre estuvieron relacionadas con sus contactos habiendo un consenso de que la región de la interétnicos. Araucanía, a pesar de estar habitada de for- ma autónoma por los indígenas, era parte del Queda claro, entonces, que los Mapu- país (Pinto, 2003, 102-103). Al mismo tiempo, che de la segunda mitad del siglo XIX no eran los propios administradores de la nación se

20 El Ulmen y el Apoulmen eran las autoridades más importantes de los reche. Su poder y riqueza deben ser entendidos en términos del número de mujeres y su capacidad para convidar, reunir y sustentar su influencia política. El Ulmen era la cabeza de un grupo de antecesores y descendientes en la línea paterna y buscaban alianzas a partir del intercambio de mujeres. Este grupo era el lof, la unidad social básica de los reche, el cual era mucho más que un simple linaje (ver Boc- cara, 1998). 21 Varios lof formaban un ayllarehue (nueve ), que, a su vez, eran parte de un futamapu (tierra grande). En el siglo XVI estas asociaciones socioterritoriales parecen haber sido unidades de alianza transitoria en tiempos de guerra. Esas asociaciones se tornaron estables solo durante el período colonial. 22 Según Saavedra (2006), los Mapuche, y casi toda la población localizada en la frontera, reaccionaron con desconfianza al proceso de Independencia. Las relaciones de frontera —que incluían acuerdos establecidos en los Parlamentos, así como innúmeras relaciones personas y de intercambio— establecieron un conjunto de intereses compartidos que eventualmente serían amenazados por la sociedad emergente de la Independencia.

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preguntaban hasta qué punto los “araucanos” dígena. Estas motivaciones comenzaron a ser eran una nación diferente que debía gozar de compartidas por los principales congresistas un territorio reconocido como independiente, del país (ver Pinto, 2003: 151 y ss), quienes tomando en consideración la existencia de los eran, a la vez, los principales formadores de Parlamentos coloniales. La Cámara de Diputa- opinión. dos y Senadores fue el lugar predilecto donde estas discusiones, que eran de interés general, La prensa fue otro elemento relevante se formalizaron y, por lo tanto, es interesante en la formación de una opinión negativa en re- observar la reacción de algunos congresistas. lación a la existencia de los indígenas antes de En una actitud entusiasmada, el diputado Gas- la ocupación. Las teorías raciales estaban en par Marín afirmó: boga y encontraban en los Mapuche el blanco predilecto donde ensayarlas. El principal pe- Los araucanos i demás indíjenas se han riódico que emprendió sistemáticamente una reputado como naciones extranjeras; con campaña “primitivizante” y “barbarizante” de ellos se han celebrado tratados de paz i los Mapuche fue El Mercurio de Valparaíso, en otras estipulaciones y lo que es más, en los cuyas páginas sistemáticamente se incrimina- parlamentos se han fijado los límites de ba la imagen del indígena: cada territorio, cosas que no se practican sino entre naciones distintas i reconocidas Han vuelto otra vez los indios a comenzar i no puedo comprender al presente el Con- sus depredaciones en los pueblos de la greso se proponga darles leyes, no como a frontera. La provincia de Arauco es nueva- nación i si como a hombres reunidos, sin mente amenazada por estos bárbaros y la explorar su voluntad, sin preceder una inquietud y la alarma se han estendido en convención i sin ser representados en la las poblaciones del sur. Al principiar esta legislatura (Marín en Pinto, 2003: 111) luna han dado su primer malón, habien- do sacrificado familias enteras de indios Se desprende del texto citado que el pacíficos, matando e incendiando. Ya es problema no era la presencia de los Mapuche llegado el momento de emprender seria- en sí, sino la presencia de los Mapuche en te- mente la campaña contra esa raza sober- rritorios que podrían ser usados en beneficio bia y sanguinaria, cuya sola presencia en del desarrollo económico del Estado chile- esas campañas es una amenaza palpitante, no. La economía de Chile, en esos años, se una angustia para las riquezas de las ri- caracterizó por seguir un modelo exportador cas provincias del sur. ¿Qué familia puede (de “crecimiento hacia afuera”) basado, so- estar tranquila ni entregarse con confian- bre todo, en la agricultura del trigo. En los za a sus trabajos, si el día menos pensado primeros años de la década de 1860, por mo- una turba de malhechores salvajes llega a tivos diversos, Chile experimentó una primera sus puertas, incendia sus propiedades y las contracción del modelo exportador. Las solu- hace padecer en el martirio, sin respetar ciones propuestas para mejorar la situación las mujeres, a los ancianos y a los niños? de la economía chilena estaban estrechamen- Un estado de cosa semejante es imposible te relacionadas a la intención, cada vez más que pueda permanecer por más tiempo sin compartida por la opinión pública, de integrar herir de muerte los más caros intereses de las tierras de la Araucanía de forma definitiva. la sociedad chilena, sin sublimar los senti- Las tierras mapuche debían servir a la sobe- mientos de la nación, sin evitar los ánimos ranía nacional —argumentaban los favorables exasperar cerrar (01/11/1860, en Pinto, a la ocupación— pues existía la necesidad de 2003: 144) ampliar el territorio cultivable para, de ese modo, competir en los mercados internacio- Esas ideas, cabe observar, presuponían nales. Otro argumento esgrimido por los favo- una contradicción evidente: los mismos Mapu- rables a la ocupación era que la integración de che que medio siglo atrás habían inspirado el los territorios mapuche podría contribuir a la imaginario épico de la Independencia y de la liberación de tierras para la colonización ex- formación de la nación (los héroes araucanos) tranjera, con la intención de civilizar aquellos ahora eran colocados en el lugar del “ene- parajes “contaminados” por la presencia in- migo”, o sea, caracterizándolos como seres

130 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO indeseables (bárbaros, traicioneros e irracio- un tiempo, el proceso de ocupación del resto nales). Es posible admitir, por lo tanto, que de la Araucanía. Con pleno conocimiento de se fue consolidando una especie de “ideología estos hechos, durante el período de la Guerra, de la ocupación”, que legitimó la acción del los Mapuche atacaron en repetidas oportuni- Estado encima de los territorios considerados dades varios pueblos y fuertes establecidos en “salvajes”. Para tal efecto, en 1852 se creó la la región de la Frontera, destruyéndolos y sa- Provincia de Arauco, aprobada por el Congre- queándolos. Los pocos efectivos militares que so Nacional, formando un importante subsidio restaron en esos locales no fueron capaces de para, posteriormente y con legitimidad jurí- resistir los constantes malones24. En este pe- dica, intervenir militarmente la vieja Fronte- ríodo fue posible observar, quizás, las últimas ra. A partir de esa época, muchos territorios manifestaciones exitosas de la fuerza militar indígenas fueron enajenados apelando a los mapuche en el contexto fronterizo. La memo- decretos que regulaban la venta de tierras en ria oral fue profundamente marcada por esos la Araucanía, sobre todo los Decretos del 6 de eventos. Un hecho interesantísimo constatado julio de 1872 y 2 de marzo de 1873 (Cf. Aylwin, en mis expediciones etnográficas es la fre- 1995). La ocupación espontánea, no obstante, cuente alusión a la Guerra del Pacífico como fue rompiendo lentamente la línea de la Fron- un evento ocurrido en las propias tierras ma- tera. Se inició, así, la fundación de fuertes, puche. Es verdad, por un lado, que esto puede ciudades y pueblos en territorios indígenas23. aludir a la participación directa de varios in- dígenas que, reclutados para participar en la El Coronel del Ejército, Cornelio Saave- Guerra, viajaron para el norte. Tras servir en dra, quien se transformó en el principal ideó- el ejército esos hombres volvieron a la vieja logo de la ocupación de la Araucanía, admi- Frontera y se integraron a la sociedad fronte- tió que la ocupación de la región no era más riza que estaba, igualmente, en medio de su un asunto de guerra, sino de administración pequeña guerra particular. Por otro lado, la (Pinto, 2003: 191 y C. Saavedra, 1870). Exis- Guerra del Pacífico y la retirada de las fuerzas tió, evidentemente, cierta controversia por el militares chilenas localizadas en el área incen- tono de los discursos del mentor de la “pacifi- tivaron los últimos levantamientos armados en cación”, o sobre el modo como esas palabras contra de la ocupación de sus territorios. eran contradictorias con sus acciones. En 1870 publica “Documentos Relativos a la Ocupación En el momento posterior a la Guerra, de Arauco”, en cuyas páginas se exponen y sis- no obstante, comenzó la fase de ocupación tematizan los documentos que, según él, jus- definitiva de la región de la Araucanía, a sa- tificarían la ocupación de la Araucanía, ofre- ber, la inserción oficial de las tierras mapuche ciéndose, “humildemente”, como el ejecutor al sistema de administración estatal a través del proceso. de la demarcación de reducciones o radica- ciones. La sensación de victoria dejada por la Entre 1879 y 1884 fue declarada la anexión de nuevos territorios en detrimento Guerra del Pacífico, al norte de Chile. A decir de Perú y Bolivia en la Guerra del Pacífico lle- verdad, es poca la atención dada por los histo- nó de orgullo los espíritus nacionalistas de la riadores y antropólogos a la influencia de ese época y confirmó que la única forma de solu- conflicto bélico en la posterior ocupación defi- cionar el conflicto en la Araucanía era a través nitiva de la Araucanía. Esto, quizás, porque la de su ocupación definitiva. A partir de 1883 la Guerra aconteció en una región geográficamen- presencia militar se intensificó considerable- te distante y porque el conflicto bélico obligó mente en la línea de frontera y en las ciudades al ejército chileno a abandonar, al menos por fundadas en el proceso de ocupación anterior.

23 Entre 1861 y 1883 se fundaron más de 20 ciudades y poblados en la región. Existía la convicción de que la fundación de ciudades permitiría asegurar la ocupación del territorio y, sobre todo, la irradiación de la civilización. 24 El malón era una práctica habitual entre los Mapuche, que consistía en el asalto a otras comunidades o parcialidades Ma- puche, en búsqueda de alimentación, ganado, mujeres y prestigio. En muchos contextos fue entendida como una práctica ritual entre caciques aliados. Los caciques que tenían mayor capacidad de organizar malones ostentaban mayor respeto y riquezas. En los períodos de conflicto con la sociedad colonial, primero, y republicana, después, esos malones también eran practicados. Muchas mujeres chilenas fueron raptadas y casadas con caciques mapuche, como resultado de tales empresas.

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Comenzó a operar, así, sin mayor resistencia proceso de demarcación. Los indígenas debían indígena, la Comisión Radicadora, cuya labor “justificar” su posesión legal de la tierra en consistió básicamente en localizar a los Ma- consideración de los espacios efectivamente puche en espacios delimitados, llamados “re- usados para las actividades económicas de ducciones”, liberando el resto del territorio subsistencia. Dependiendo de la cantidad de para las colonias nacionales y extranjeras que personas, de la calidad de los terrenos y del pretendían establecerse en la región. nicho ecológico donde se habitaba, cada re- ducción podía tener entre 50 hectáreas (las La reducción claramente transformó la menores) hasta casi 7.000 hectáreas (las ma- organización social y territorial de los Mapu- yores). Generalmente, las reducciones locali- che y significó la efectiva minimización de sus zadas en la franja costera y en la precordillera aparatos ideológicos, “integrándolos” violen- de los Andes se “beneficiaron” con una mayor tamente a la jurisprudencia nacional, alteran- cantidad de tierras25. do, por ende, sus autonomías en el plano polí- tico y territorial. La reducción significó, entre Otra característica importante en los 1884 y 1927, la entrega de 2.961 “Títulos de Títulos de Merced es la presencia de lo que Merced” sobre un total de 526.285 hectáreas podríamos llamar “cartografía de radicación”. (que representaban, en la época, solo el 10% Las informaciones contenidas en esos mapas de los territorios ocupados por los Mapuche en son extremamente interesantes en dos sen- el período anterior), los cuales “beneficiaron” tidos: en primer lugar, porque ofrecen y sin- aproximadamente a 85.000 Mapuche (Babaro- tetizan gráficamente una representación del vic et al., 1987: 30). Los Títulos de Merced espacio que tenía como objetivo informar los demarcaban unidades indivisas de territorio límites físicos de las reducciones. Estos códi- caracterizadas por el derecho colectivo de uso gos de representación del espacio, en la ma- de la tierra y que eran otorgadas a los líderes yoría de los casos, no eran conocidos por los de las familias extensas (lonko). Sin embargo, indígenas, quienes operaban con otros crite- las comisiones radicadoras, que tuvieron la ta- rios para definir sus espacios físicos y simbó- rea de delimitar y mensurar las reducciones, licos. Los mapas actuaron, por lo tanto, como no siempre percibieron que las familias exten- una imposición simbólica de representación sas representadas por los lonko se organizaban del espacio, lo que ciertamente comprometió en unidades territoriales mínimas, o lof, las el diálogo entre los funcionarios del Estado y que no respondían solamente a una lógica in- los Mapuche. En segundo lugar, los mapas con- terna de organización social, sino también a tienen informaciones riquísimas sobre el pai- una organización basada en alianzas progresi- saje cultural de las diversas unidades socia- vas con otras unidades territoriales mínimas. les mapuche. Los nombres de los lugares, por ejemplo, eran informados, en varios casos, Aun así, los procedimientos de demar- por la propia población indígena, así como la cación eran extraordinariamente complejos y localización de eventos geográficos que po- requerían la participación de varios “exper- drían ser invisibles a los ojos de un geógrafo tos” y de un diálogo intenso con los indígenas. no indígena. En ese sentido, si analizamos con Al indagar en la documentación, fue posible cuidado este material, podemos encontrar un identificar una diversidad de estrategias para contexto interpretativo bastante provechoso definir los territorios más “apropiados” para sobre las concepciones del espacio activadas garantizar la empresa colonizadora. Los Tí- en el proceso de radicación. tulos de Merced, por ejemplo, contienen in- formaciones riquísimas detallando el procedi- Durante el proceso de territorializa- miento utilizado para la identificación de cada ción, y en el momento posterior, las tierras una de las tierras e informaciones pormenori- que fueron “liberadas” inmediatamente pasa- zadas sobre las personas “beneficiadas” por el ron a estar disponibles para la colonización. El

25 En el Título de Merced correspondiente a la reducción Bernardo Ñanco, por ejemplo, enclavada en la precordillera de los Andes, constan 6.500 hectáreas de terreno para 287 indígenas. En el caso de la reducción Manuel Catripán, correspondien- te al Departamento de Valdivia (zona Huilliche), fueron otorgados solo 53 hectáreas para 4 personas. Tales variaciones, de la dimensión del terreno demarcado y del número de personas “beneficiadas”, sugiere, al menos, la existencia de procedimientos técnicos variados y dotados de una cierta profesionalización.

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Estado chileno pudo concretizar el viejo deseo afirmar que sus observaciones se acomodaron de poblar las tierras rurales del centro-sur del a una tendencia clásica de colonialismo inter- país con colonos extranjeros, la mayoría de no y externo, donde los antropólogos transi- ellos italianos y alemanes, con el objetivo de taban como meros traductores de fenómenos “civilizar” la región en manos, hasta entonces, culturales atemporales, no prestando atención de los “salvajes”. Ese proceso fue vertiginoso a los aspectos político-contextuales. Las limi- en las áreas más cercanas a las ciudades prin- taciones de sus estudios, que son también las cipales de la región (como Temuco, Purén, Lu- limitaciones de sus tiempos, llevaron a exacer- maco, Traiguén, Cañete, Angol, entre otras). bar la idea de una supuesta rápida transición De este modo, el rápido crecimiento de la po- y desaparición general de la estructura social blación indígena en las primeras décadas del mapuche como consecuencia del proceso de siglo XX determinó la pronta imposibilidad de reducción. Me parece que el convencimiento subdividir la tierra entre los herederos de es- sobre sus predicciones los llevó a interpretar tos primeros Mapuche reducidos. Además, 200 varios fenómenos sociales como vestigios vivos mil hectáreas, que representaban aproxima- que debían ser “coleccionados”, al estar des- damente 40% de las tierras cedidas en “Títulos tinados a la inevitable extinción. de Merced”, fueron expropiadas y usurpadas por la aplicación de diversas leyes indígenas de El antropólogo Mischa Titiev, algunas división de comunidades (entre 1930 y 1990). décadas más tarde y en base a una etnogra- Para los Mapuche, por lo tanto, fue necesario fía renovada, reconoció, en repetidas opor- buscar nuevas formas de inserción social, esta tunidades, la enorme dificultad de estudiar vez en los esquemas de división del trabajo profundamente el sistema de parentesco y la con que operaba la sociedad de clases chilena, organización social en localidades indígenas (como peón en los caseríos agrícolas o como específicas, principalmente porque, de acuer- operarios y mano de obra barata en los flo- do con su perspectiva, los Mapuche se encon- recientes pueblos y en las grandes ciudades) traban inmersos en un proceso de mudanzas (Marimán, 2006: 116-17). irremediables, lo cual denominó “estado tran- sicional de la cultura mapuche”26 (Titiev, 1951: En el plano de las lecturas académicas 37). De este modo, su trabajo, al concentrar- hay ya bastante tinta derramada al respecto. se en la comprensión de cómo las mutaciones Los primeros estudios antropológicos de Gue- generalizadas no significaron simplemente el vara (1908; 1916 [1906]), Guevara & Manquilef abandono total de sus prácticas “tradiciona- (2002 [1912]) y Latcham (1924), bien como los les”, permitió sistematizar en detalle algunas admirables trabajos etnográficos posteriores características del parentesco local relacio- de Titiev (1951), Faron (1961) y Stuchlik (1999 nada a los vestigios orales de “nominación” o [1976]), entre otros, establecieron diferentes “tratamiento directo” entre miembros perte- perspectivas para pensar el proceso de reduc- necientes a una misma comunidad, aspectos ción. Tomás Guevara y Ricardo Latcham desa- que eran percibidos por el autor como prontos rrollaron sus investigaciones en las primeras a desaparecer. décadas del siglo XX. Sus estudios acompaña- ron el proceso de instauración de las reduccio- Sin embargo, la interpretación del fe- nes. Ellos juzgaron que el estudio de aspectos nómeno de la reducción mudó de aires a partir relacionados a la organización social, a la men- de la publicación de la obra más importante talidad (o psicología) nativa y a la lengua ver- de Louis Faron (1961), titulada Mapuche So- nácula debían ser ámbitos preferenciales, en cial Structure. El punto de partida del libro vista de que se debía rescatar aquello que ine- es entender y desvendar las lógicas o morfolo- vitablemente, frente a sus ojos, surgía como gías internas que regían los comportamientos en estado de extinción. Más allá de reconocer sociales y culturales de los Mapuche. En ese el gran esfuerzo compilatorio y tipológico de sentido, Faron defendía la idea de que, en el sus extensas descripciones e informaciones de contexto específico de este grupo, la instau- campo (esfuerzo ciertamente inédito hasta ración de la reducción garantizó la existen- ese momento), debemos consiguientemente cia de una estructura sociopolítica adecuada

26 “Transitional state of Mapuche culture”.

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para la reproducción cultural, esto es: en vez troducción de su obra manifiesta el deseo de de pensarla como motor de transformación y entender los procesos de conformación de las fragmentación social, la reducción se tornó prácticas culturales específicas de una deter- un mecanismo para mantener a las comuni- minada población superando la falsa dicoto- dades relativamente aisladas y externas a los mía entre los análisis dirigidos exclusivamente procesos de la sociedad nacional. El mismo hacia las estructuras formales, por un lado, autor argumenta que en la época anterior a y los que enfocan las organizaciones caracte- la reducción, la sociedad mapuche se carac- rizadas como informales, por otro. Stuchlik, terizaba por su gran movilidad sociopolítica: al considerar ambos niveles de interpretación, algunas facciones de los principales grupos de propone que en la sociedad mapuche nunca residencia emigraban grandes distancias con existió un sistema social o territorial total- la finalidad de defenderse de los ataques de mente organizado y unificado, esto es, que las las tropas chilenas, de los malones realizados unidades corporadas siempre estuvieron en por otras parcialidades mapuche o en la bús- interacción con agentes externos y que, por queda de mejores tierras. La movilidad habría lo tanto, el objetivo de esas unidades no era constituido una válvula de seguridad para la necesariamente garantizar la manutención del fragmentación de los grandes grupos de resi- orden social. Tal énfasis enriqueció las inter- dencia, aunque esta estuviese siempre ame- pretaciones sobre el carácter móvil de la orga- nazada por factores externos (1961: 85). nización social indígena; no obstante, aún es posible vislumbrar la aplicación de un concep- A pesar de la originalidad de la propues- to de organización social que, desde mi punto ta, varios aspectos no fueron tratados con la de vista, retiene el carácter estático y auto- suficiente atención en la obra de Faron. El an- contenido del concepto de cultura; o mejor, tropólogo estadounidense no consideró, entre en el caso específico de Stuchlik, de culturas otras cosas, el aumento exponencial, en pocas “en sí mismas” (internas) en contraposición a décadas, del número de habitantes en las re- culturas “en relaciones externas”. ducciones, lo que inevitablemente aceleró el proceso de constricción del espacio vital mí- En este punto del análisis podemos nimo dentro de las comunidades, dando lugar trazar nuevamente nuestra crítica sobre las a un proceso generalizado de proletarización transgresiones de la dimensión histórica en los y campesinización forzosa. Al igual que Titiev, estudios clásicos sobre los procesos de terri- Faron pensaba que en el momento en que los torialización indígena. Cuando Julian Steward procesos de aculturación comprenden todos resalta que “los araucanos, así como los hopi, los aspectos de la vida social indígena las cul- los zuni, los navajos y otros, cuyas reducciones turas se modifican al punto de desaparecer. La retardaron el impacto de la cultura europea, diferencia entre ellos, intentando entender el permanecieron en un aislamiento cultural proceso de reducción, reside en que el segun- comparable” (en Faron, 1961: viii, prólogo, do vio regularidades culturales diferenciadas traducción libre), debemos inmediatamen- donde el primero observó transformaciones te reaccionar con la finalidad de recolocar irreparables. Ambos autores, no obstante, no la hipótesis que guió nuestra descripción del consiguieron escapar de una visión extrema- proceso de territorialización mapuche: no po- mente esencialista de la cultura y no avan- demos estudiar ningún aspecto de la sociedad zaron hacia una etnología mapuche capaz de mapuche sin considerarlos como sujetos histó- considerar las implicaciones sociopolíticas de ricos plenos, capaces de apropiarse de nuevos las transformaciones y readecuaciones sufri- contextos de configuración de identidades so- das por estos grupos a partir del contacto con ciales, siempre inmersos en complejos campos la sociedad nacional. de relaciones intersocietarias e interétnicas.

Sin duda, el antropólogo que consiguió 4. A modo de conclusión dar un paso adelante en esta discusión fue Mi- lan Stuchlik, quien, en 1976, publicó Life on Los procesos de territorialización a Half Share27. El objetivo expuesto en la in- Kaiowá-Guaraní y Mapuche aquí descritos nos

27 Traducido al español como La Vida en Mediería.

134 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO pueden ayudar a entender la conformación formal de sus territorios estuvo marcada, en de identidades sociales conjugadas en la for- primer lugar, por una política intensiva de mación de diversos campos intersocietarios e ocupación agroeconómica de extracción de interétnicos en la región, pues la elaboración la hierba mate, seguida, décadas más tarde, de un estudio antropológico al respecto, vin- por la acción directa del SPI, creando ocho re- culando históricamente estos grupos indígenas servas amparadas en la Resolución Nº 930 de en particular y los nacientes Estados-naciona- 1925, la cual no permitió la demarcación de les brasilero y chileno, a partir del siglo XIX, territorios superiores a 3.600 hectáreas, pu- no puede partir atribuyéndoles características diendo ser requeridos como máximo dos lotes genéricas y atemporales (como si fuesen los de 3.600. Consiguientemente, a diferencia mismos grupos del momento anterior al con- de lo descrito en el proceso de demarcación tacto). de las reducciones mapuche, la elección de las áreas para la instauración de las reservas Es fundamental, no obstante, identifi- kaiowá-guaraní fue totalmente arbitraria y no car que en los casos estudiados las estrategias consideró el reconocimiento de los territorios y técnicas de territorialización adquirieron de ocupación tradicional (Girotto, 2007: 53). formatos diferentes. En el transcurso del tex- Como resultado, diversos tekoha se desinte- to intentamos encontrar algunos engranajes graron radicalmente, conformándose un es- específicos —poco valorizados por la literatura cenario de profundas transformaciones en la antropológica existente— a partir de elemen- vida social del grupo. tos que fueron importantes en la “resolución” de los conflictos territoriales particulares. Otro punto importante a considerar es Con eso en mente, fueron considerados tres la situación transicional entre fronteras na- unidades de análisis: en primer lugar, los pro- cionales en que se encuentran, hasta el día cedimientos administrativos y burocráticos de hoy, ambos grupos indígenas (los Kaiowá subsidiarios al proceso de territorialización; entre Brasil y Paraguay y los Mapuche entre luego, los procesos de medición y delimitación Chile y Argentina), lo que define particulari- concreta de los territorios dispuestos para po- dades en los procesos de disputas y reconoci- blamiento, reserva o reducción y, por último, miento de la alteridad interétnica, reflejados la cartografía de radicación. directamente en los procesos de territoria- lización. De este modo, en el contexto de En el caso de los Mapuche hubo mar- formación de fronteras nacionales, los con- cadamente una intervención estatal más cen- flictos bélicos presentes en la región (espe- tralizada, pues en el contexto chileno estos cialmente la Guerra del Pacífico y la Guerra indígenas representaban, y todavía represen- del Paraguay) actuaron como fijadores de la tan, la imagen de indianidad por excelencia. memoria histórica. Ambas guerras ayudaron La ocupación de los territorios mapuche ad- a la propagación de la idea de integración quirió el carácter de política de Estado y mo- nacional y, por otro lado, fueron los meca- vilizó todas las entidades administrativas del nismos a partir de los cuales se conformaron país. Se demarcaron aproximadamente 3.000 ejércitos profesionales capaces de menguar reducciones (adjudicadas a través de los Títu- la resistencia indígena. los de Merced), las cuales fueron delimitadas a partir de criterios tecnoeconómicos concer- De esta manera, analizando las diver- nientes al uso “real” de las tierras por parte sas interpretaciones del proceso de territoria- de cada lof. La imbricación entre las técnicas lización mapuche, es posible discernir algunos geográficas usadas por las comisiones demar- elementos asociativos, relacionados, específi- cadoras y la capacidad de los lonko de nego- camente, a las síntesis conceptuales propues- ciar e identificar los límites de sus territorios tas por Antonio Brand y otros especialistas en permitió la elaboración de un material docu- el caso de los Kaiowá: o las “reducciones” (o mental y cartográfico diversificado. Al final del “reservas”) eran vistas como “depositarias” proceso, que duró casi 50 años, gran parte de culturales de sociedades culturalmente ínte- la población mapuche fue radicada. gras (Faron, 1961) —posición no muy popular entre los investigadores—, o los espacios te- Tal como vimos en el caso de los rritoriales disgregados en unidades “artificia- Kaiowá-Guaraní, la política de intervención les” delimitadas por los respectivos Estados

135 Revista CUHSO volumen 15 Nº 2

fueron caracterizados como indicativos de la ción descritos son los principales responsables inevitable desaparición indígena frente a la de las precariedades que actualmente sufren sociedad nacional (Titiev, 1951 y otros). Tanto estos grupos en el plano de sus relaciones con la idea de “confinamiento” como la de “re- la sociedad “mayor”; pero, al mismo tiempo, ducción” remiten un campo semántico asocia- son los canalizadores de una nueva existencia do a las nociones de “limitación”, “subyuga- indígena, que lucha por sus derechos terri- ción”, “disminución” y “restricción”, lo que toriales y que se expande ideológicamente a no considera, ciertamente, la posibilidad de través de diversas interfases con la sociedad una interpretación más dinámica y relacional. chilena y brasileña. Asimismo, los conflictos asociados a las diná- micas de estos procesos fueron entendidos, 5. Agradecimientos en la mayoría de los casos, como una impo- sición unilateral de campos de fuerza, exter- Agradezco a los participantes de este namente dirigidos y siempre homogeneizador, simposio por sus sugestivos comentarios, en lo cual se contradice con las evidencias docu- especial a sus organizadores, Dr. José Manuel mentales que muestran una enorme capaci- Zavala y Dra. Jimena Obregón. dad de estos grupos de apropiarse de nuevos contextos de configuración de sus identidades 6. Bibliografía y documentación sociales, sobre todo cuando implican nuevos campos de significación sobre el uso del espa- ALONSO, A. M. (1994), “The Politics of Space, cio material y social. Time and Substance: State Formation, Natio- nalism, and Ethnicity”, en Annual Reviews Inc. Ya que las lecturas de las fuentes se- 23: 379-405. cundarias estuvieron dirigidas a comprender cómo los propios antropólogos e historiado- ARRUDA, G. (1997), Frutos da Terra: os trabal- res reproducen estrategias dominantes de hadores da Matte Laranjeira, Editora da UEL, espacialización, substancialización y tempo- Londrina. ralización en sus trabajos, podemos llamar AYLWIN, J. (1995), Estudios sobre Tierras Indí- la atención sobre la importancia de no com- genas de la Araucanía: Antecedentes Históri- prender “cultura” como una entidad unificada co-Legislativos (1850-1920), Instituto de Estu- y cerrada. Esa noción establece una dinámica dios Indígenas, UFRO, Temuco. separatista entre “Nosotros” y “Ellos”, cuan- do en realidad son espacios de interdepen- BABAROVIC, I., CAMPAÑA, P., DÍAZ, C., DURÁN, dencia (Alonso, 1994: 400). Lo importante, tal E. (1987), Campesinado mapuche y procesos como resalta Eric Wolf, es superar la noción socioeconómicos regionales. Ed. GIA. Doc. Nº de comunidad (cultura, sociedad, nación) en 34, Santiago de Chile. el sentido de no entenderla como paraíso de sociabilidad y solidaridad (Wolf, 2003b [2001]: BOCCARA, G. (1998), Guerre et Ethnogenèse 353). Las sociedades y las culturas se forman, Mapuche dans le Chili Colonial. L’invention du necesariamente, en sus relaciones con otras soi, L’Harmattan, Paris. sociedades y culturas. BRAND, A (1997), O impacto da perda da terra sobre a tradição kaiowá/guarani: os difícies De esta forma es posible concluir, para caminhos da palavra, Tesis de Doctorado en los dos casos analizados, que la dimensión Historia, Pontifícia Universidade Católica de estratégico-administrativa para pensar la in- Rio Grande do Sul, Porto Alegre, 392 pp. corporación de las poblaciones étnicamente diferenciadas dentro (y por parte) del Estado- BRAND, A.; FERREIRA, E.; AZAMBUJA DE ALMEI- nación es la territorial. Desde el punto de vis- DA, F. (2007), “O Processo de Demarcação de ta indígena, sin embargo, la cronología de he- Terras Indígenas Kaiowá e Guarani, no Mato chos históricos que caracterizaron la pérdida Grosso do Sul, pelo SPI, e os Conflitos de Terras de sus autonomías territoriales tiene profun- entre as Décadas de 1910-1940”, en Anais do das implicancias en el modo en como esos gru- XXIV Simpósio Nacional de História (ANPUH), pos piensan las coyunturas del presente. De São Leopoldo. alguna forma, los procesos de territorializa- BRANDÃO, C. R. (1990), “Os Guarani: índios

136 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO do Sul – religião, resistência e adaptação”, en LATCHAM, R. (1924), La Organización Social y Estudos Avançados, São Paulo, (4) 10: 53-90. las Creencias Religiosas de los Antiguos Arau- canos, Imprenta Cervantes, Santiago. BUENO, F.A.P. (1880), Memória justificativa dos trabalhos que foi encarregado à Província LEÓN, L. L. (1991), Maloqueros y Conchava- de Matto Grosso segundo as instrucções do Mi- dores en Araucanía y las Pampas, 1700-1800, nistério da Agricultura de 27 de maio de 1879, Ediciones Universidad de La Frontera, Serie Typographia Nacional, Rio de Janeiro. Quinto Centenario, Temuco. CORRÊA FILHO, V. (1969), História de Mato MARIMÁN, P. (2006), “Los Mapuche antes de la Grosso, Instituto Nacional do Livro/ Ministério Conquista Militar Chileno-Argentina”, en Mari- da Educação e Cultura, Rio de Janeiro. mán et al., ¡Escucha, Winka! Cuatro Ensayos de Historia Nacional Mapuche, Lom, Santiago COMISIÓN RADICADORA DE INDÍJENAS (1906), de Chile. Título de Merced n. 1075, Bernardo Ñanco, Archivo de Asuntos Indígenas, Temuco. MELIÁ, B. (1981), “El Guaraní Reducido”, en Christus, México, (46) 551: 30-36. COMISIÓN RADICADORA DE INDÍJENAS, (1912), Título de Merced n. 2216, Manuel Catripan, MELIÁ, B.; SAUL, M. y MURARO, V. (1987), O Archivo de Asuntos Indígenas, Temuco. Guarani; uma Bibliografia Etnológica, Fun- dação Missioneira de Ensino Superior, Santo CENTRO DE ESTUDIOS DE LA ARAUCANÍA (1993), Ângelo. Bibliografía General de la Sociedad y Cultura Mapuche, Universidad de La Frontera-UFRO, MELIÁ, B.; GRUNBERG, G.; GRUNBERG, F. Temuco. (1976), Los Pai-Tavyterã: Etnografia Guarani del Paraguay Contemporâneo. CEA de la Uni- CONCEIÇÃO, O. da y BIANCHINI, D. (2000), A versidad Católica, Asunción. Compañía Matte Larangeira e a Ocupação da Terra do Sul de Mato Grosso (1880-1940). Edi- MONTEIRO, J.M. (2006 [1992]), “Os Guarani tora UFMS, Campo Grande. e a história do Brasil Meridional: séculos XVI- XVII”, en Cunha, M. C. (Org.), História dos ín- FARON, L. C. (1961), Mapuche Social Structu- dios do Brasil 475-500, SMC / Companhia das re. Institutional Reintegration in a Patrilineal Letras, São Paulo. Society of Central Chile, The University of Illi- nois Press, Urbana. MONTEIRO, M. E. (2003), Levantamento Histó- rico sobre os Índios Guarani Kaiwá, Museu do GIROTTO, R, L. (2007), O Serviço de Proteção Indio/FUNAI, Rio de Janeiro. aos Índios e o Estabelecimento de uma Políti- ca Indigenista Republicana junto aos Índios da MURA, F. (2006), À Pocura do “Bom Viver” - Te- Reserva de Dourados e Panambizinho na Área rritório, tradição de conhecimento e ecologia da Educação Escolar (1929 a 1968), Tesis de doméstica entre os Kaiowá. Tesis de Doctora- Doctorado en Historia, Universidade Estadual do en Antropología, Museu Nacional - U F R J, Paulista, Assis, 312 pp. Rio de Janeiro, 504 pp. GUEVARA, T. (1908), Psicolojia del Pueblo MURA. F. (2004), “O Tekoha como Categoria Araucano, Imprenta Cervantes, Santiago de Histórica: Elaborações Culturais e Estratégias Chile. Kaiowa na Construção do Território”, en Fron- teiras: revista de História, Campo Grande, 8 GUEVARA, T. (1916 [1906]), “La Mentalidad (15): 109-143. Araucana”, en Anales de la Universidad de Chile, tomo CXXXIX, 2° Semestre, Sociedad OLIVEIRA FILHO, J. P. de (1998), “Redimensio- Imprenta-Litografía Barcelona, Santiago de nando a Questão Indígena no Brasil: Uma Et- Chile. nografia das Terras Indígenas”, en Oliveira, J. P. de (Org.), Indigenismo e Territorialização, GUEVARA, T. & MAÑQUELEF, M. (2002 [1912]), Contra Capa Livraria, Rio de Janeiro. Kiñe Mufü Trokiñche ñi Piel. Historias de Fa- milia / Siglo XX, Colibris & Liwen, Santiago de ORTIZ, R. (2008), Etnopolítica, territoriali- Chile. zação e história entre os mapuche no Chile e

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138 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO RECENSIONES

La Frontera de Arriba en Chile Colonial. Interacción hispano-indígena en el territorio entre Valdivia y Chiloé e imaginario de sus bordes geográficos, 1600-1800 María Ximena Urbina Carrasco Editado por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y el Centro de Estudios Diego Barros Arana

Miguel Chapanoff C. Antropólogo Director Museo Regional de La Araucanía, DIBAM

Reseña del libro “La Frontera de Arriba dable tipografía que facilita su lectura. No es en Chile Colonial. Interacción hispano-indígena muy profuso en imágenes, aunque tampoco en el territorio entre Valdivia y Chiloé e ima- hay ausencia de ellas. Una mayor cantidad ginario de sus bordes geográficos, 1600-1800”, de mapas y referencias espaciales, que pro- de la Dra. María Ximena Urbina Carrasco, edi- fundicen más analíticamente las cartografías tado por la Pontificia Universidad Católica de reproducidas, hubiesen sido deseables para Valparaíso y el Centro de Estudios Diego Barros contextualizar la lectura. Arana, de la DIBAM, enero de 2009. 354 pp. La presentación de este estudio, a car- María Ximena Urbina nos presenta su go de Mateo Martinic, es breve, pero no por trabajo sobre la realidad fronteriza del Chile ello menos interesante. Ofrece un buen marco colonial, al sur de la “Gobernación de Chile” referencial para considerarlo punto de partida entre el río Toltén y el canal de Chacao. Este para la lectura del libro, a cuyos contenidos se estudio, desarrollado como su Tesis Doctoral accede de lleno y sin rodeos ya en el capítulo en Historia presentada en la Universidad de Nº 1 que hace las veces de introducción. En Sevilla, se inserta en la línea investigativa re- esta sección se aborda la noción de frontera en ferida a las “fronteras hispanoamericanas”, las “Indias Occidentales”, para luego discutir que pone su atención en los procesos históri- su validez en el contexto de la historiografía cos, culturales y de contacto interétnico que nacional a través de la vertiente de los “Estu- se dan en aquellos espacios donde la acción dios Fronterizos”. En este capítulo introduc- colonizadora encuentra confín y deslinde en torio la autora define claramente su posición un confuso y dinámico limes, expresión terri- conceptual respecto a la noción de frontera, torial de un complejo sistema de interaccio- la cual concibe como un espacio dinámico, nes que, precisamente por su particularidad, de intercambio y profundas relaciones inter- la historiografía ha adjetivado como “fronte- culturales pero también biológicas, una zona rizas”. de transición y tensión, tanto en sus modos como en sus limes. Junto con establecer los El libro posee una excelente edición, relativos límites de la Frontera Huilliche que buen papel, sobria diagramación y una agra- preocupa como tema central a la autora, se

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procede a una detallada relación del espacio muestra cómo las representaciones hispanas geográfico que la sustenta y de los diversos de los territorios patagónicos del sur se articu- grupos humanos que la habitan. En ambos ca- lan como una narrativa poderosa y diversa que sos, la construcción tanto del paisaje como de sirve como marco interpretativo de aquellos los grupos indígenas —que sucesivamente son ignotos espacios y sus habitantes. referidos como parcialidades— se hace desde la perspectiva hispánica con una exhaustiva Las inflexiones y diferencias que expre- revisión de la fuentes y un manejo del len- san los distintos relatos acerca de los Césares, guaje que incorpora tanto los descriptores es- especialmente las versiones chilota y valdivia- paciales del cronista español en sus vocablos na, dan cuenta de la incapacidad, aislamiento originales, como las categorías coloniales de y distancia mediante, para construir un ima- lectura y comprensión del “otro”, habitantes ginario común entre ambos núcleos de coloni- originarios de aquellas tierras. zación, situados uno al sur y otro al norte del espacio fronterizo huilliche. En los capítulos siguientes y conser- vando un orden cronológico y temático cla- Lo anterior abre una veta importante ro, la autora va desarrollando su hipótesis para la comprensión del libro. Si bien no es central que describe la evolución de la Fron- una hipótesis que la autora desarrolle explíci- tera Huilliche. Su mirada es interesante por tamente ya que no constituye el centro de su cuanto aborda el territorio de frontera como análisis, queda sugerida una profunda distan- proceso, un espacio y modos de interacción cia entre las miradas que se tienen del territo- siempre en construcción, lo cual hace que rio fronterizo desde Chiloé y Valdivia, más allá la secuencia temporal se enriquezca con in- de que la tendencia sea unificar su acción bajo flexiones temáticas que ayudan a entender de un sistema colonial jerárquico con objetivos manera contextual sus planteamientos. Desde estratégicos comunes. No es casual entonces esta perspectiva, es relevante la referencia al que estas diferencias se manifiesten sucesiva- concepto de imaginarios para dar cuenta de mente en distintos ámbitos que buscan definir la comprensión mental y cultural del mundo la acción hispana ante el territorio fronterizo. hispano, tanto del territorio como de los pue- Espacio tensionado tanto desde el norte como blos indígenas, así como también de las mane- desde el sur con visiones diversas acerca de ras de definir sus modos de conducta y acción él, en que se observa una acción diferencial ante ellos. en las dinámicas de contacto interétnico que operan sobre una construcción mental distinta La profundización en las relaciones del del territorio. mundo colonial chilote con respecto a Nahuel- huapi —la frontera nororiental de Chiloé— y lo A través de los siete capítulos del li- que este paraje representa, supera aquellas bro, la autora va desarrollando en base a un monografías que enfatizan su carácter pura- dominio exhaustivo y fiel de las fuentes su hi- mente misional. Sin duda que la comprensión pótesis central que propone entender el terri- del proceso que comienza con las explora- torio fronterizo a partir de cuatro momentos ciones y posterior misión de Mascardi, se ven claramente definidos en torno a las políticas, enriquecidas por las variables estratégicas y acciones y comprensiones del mundo colonial geopolíticas que entran en juego al entender- hispano. lo como un territorio de proyección tanto ha- cia el mundo magallánico como de probable Un primer momento definido como una vínculo con el centro, en su vertiente occiden- frontera de “guerra viva” —1604-1655—, nos tal y oriental. ofrece una imagen del territorio fronterizo do- minado por la acción bélica de desgaste em- Del mismo modo, la detallada descrip- prendida desde Chiloé hacia tierra firme con ción de los diversos intentos por hallar la an- una acción ofensiva constante a través de las siada ciudad de los Césares, no se remite solo malocas. Se retrata un mundo insular protegi- a una referencia sistemática de cada una de do y resguardado por sus asentamientos mili- las expediciones que se aventuraron sin éxito tares establecidos en el borde del continente en esta empresa, sino que a través de ella nos (fuertes de Calbuco, Maullín y Carelmapu),

140 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO que gracias al auxilio de “indios amigos o co- lite la vertebración de un territorio fragmen- nas”, incursiona de modo reiterado a través tado y asilado. de expediciones militares de corto alcance en el territorio fronterizo como una forma de im- Un cuarto y definitivo momento devie- poner presencia, autoridad, dominio, a veces ne luego de la entrada militar que se hiciera escarmiento, en un espacio aún no sometido. hacia los llanos luego del levantamiento huilli- Como producto de estas acciones, tanto es- che de 1793. Comienza la “frontera abierta”, pañoles como indígenas reclutados en calidad que actúa sobre un espacio que se conside- de conas se verán beneficiados de la actividad ra militarmente “pacificado”, refundando la esclavista. antigua ciudad de Osorno en el corazón de la frontera como simbólico hecho de la unifica- El cese de las malocas y la acción béli- ción del territorio colonial que luego será re- ca ofensiva a mediados del siglo XVII, coincide frendado, en la práctica, con la consolidación con el progresivo retraimiento de la socie- de distintas rutas de tránsito en torno a las dad chilota. La Frontera huilliche será para cuales se estructurará una interacción amplia, el mundo chilote cada vez más un espacio de abierta y sostenida, destacando el camino en- construcción narrativa y menos un espacio de tre Valdivia y Chiloé. acciones y operaciones concretas, salvo la ac- tividad expedicionaria hacia su deslinde noro- Las distintas fases propuestas por la au- riental, el lago Nahuelhuapi. Comienza así lo tora para entender diacrónicamente el terri- que en palabras de Ximena Urbina se define torio fronterizo al sur del Toltén, brevemente como “frontera cerrada o pasiva”. reseñadas anteriormente, están sólidamente documentadas y muy bien descritas y nos en- El tercer momento que, desde una tregan una visión amplia para un área que si perspectiva diacrónica, nos propone la autora bien ha sido tratada en varias monografías y para comprender el proceso de evolución del artículos especializados, no contaba con una espacio fronterizo en el mundo colonial, está versión sistemática e integradora para el pe- marcado por un sistema de relaciones más riodo colonial. La distinción de diversos mo- bien pacífico —frontera de interacción pací- mentos que forman parte de un proceso conti- fica—, pese a los nostálgicos deseos del mun- nuo permite entender cómo el mundo hispano do chilote por reeditar las malocas. En este del Chile colonial fue desarrollando una com- periodo, las acciones sobre la frontera serán prensión del territorio que se manifestó en lideradas por la ciudad de Valdivia, aunque se distintas estrategias de acción y dinámicas mantendrá un radio de operación más limitado de relación que operaron desde la lógica de al área ocupada por los huilliches costeros, sin control y dominio. En este sentido la noción interactuar mayormente con las poblaciones de frontera, tal cual se concibe en este libro, del llano interior. solo tiene sentido desde una lógica hispana que busca avanzar en la ocupación de un te- Este modo de concebir la frontera como rritorio que del principio le resultaba ignoto, un espacio relativamente pacífico, aunque no difícil de abarcar y que impedía un sentido excluyente de tensiones, se consolida ya a unitario del dominio colonial. partir del siglo XVIII asumiendo el modelo de la frontera mapuche de más al norte, donde A medida que se avanza en su lectura, pasan a primar las relaciones económicas y de el libro de Ximena Urbina se va desprendiendo intercambio como modo de interacción entre de las variables meramente geográficas que las comunidades indígenas y los asentamien- inciden en la conformación de un territorio tos coloniales en los cuales el elemento criollo fronterizo, para ahondar en claves más vin- irá progresivamente adquiriendo mayor rele- culadas con construcciones político-sociales, vancia. Es el momento para proyectar la pe- simbólicas y también geopolíticas netración hacia el sector más meridional del territorio fronterizo con el objetivo de asentar Sin embargo, aun entendiendo que la en los llanos una población española con fines propuesta de la autora se orienta a describir el estratégicos que permita explotar las tierras modo de relación y concepciones que desde el despejadas como campos de cultivo y posibi- mundo hispano colonial se tuvo del territorio

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fronterizo huilliche y que las fuentes disponi- dual de los procesos de miscegenación étnica bles fueron construidas a partir de esa visión; que hace surgir nuevos actores sociales más desde una perspectiva propiamente antropo- allá de la clásica dicotomía entre españoles e lógica, llama la atención el tratamiento de la “indios”, la presencia de diversos “tipos fron- realidad indígena y sus sistemas de relaciones, terizos” como los lenguaraces, capitanes de tanto al interior como al exterior de los dis- indios, conchavadores, etc., las profundas re- tintos grupos que la conforman. En términos laciones familiares, productivas, de intercam- generales, hay una tendencia a observar los bio, al interior del mundo indígena y el relevo fenómenos que caracterizan el espacio fron- de sus propios sistemas de organización social terizo como una secuencia de interpretacio- y política, son algunos elementos que nos pue- nes y acciones generadas desde la población den ayudar a definir claves para abordar in- española ante la cual los indígenas desarrollan terpretativamente nuestras versiones actuales acciones reactivas, subsidiarias de la conduc- sobre un territorio definido como fronterizo, ta del colonizador español. En muchos pasajes más caracterizado por una heterogeneidad del libro los grupos indígenas aparecen más interétnica de versiones y sujetos, que por bien formando parte de un escenario y no la hegemonía de la acción colonizadora. En como sujetos activos en la construcción de una este sentido, nuestro esfuerzo interdiscipli- dinámica de relaciones interculturales. Confa- nario debiese orientarse a entender las zonas bula en ello el lenguaje utilizado, el cual si fronterizas fundamentalmente como espacios bien rescata las voces coloniales haciéndonos de interacción, de encuentro y desencuentro partícipes de un particular modo de nombrar y entre otredades que actúan y operan desde referirse a un territorio y sus habitantes, po- cosmovisiones diversas, por lo que podríamos see el riesgo de que el lector no especializado afirmar que la historia de las fronteras es po- asuma plenamente como parte de una versión sible construirla también, como la historia de historiográfica las propias representaciones e las diferencias. imaginarios que en su tiempo desplegaron los actores coloniales. Para concluir, este es un libro que debe ser leído porque propone una mirada proce- En todo caso, y para ser justos, la au- sual, sistemática y amplia de una realidad tora nos propone sucesivamente derroteros fronteriza que hasta ahora carecía de una posibles de ahondar a través de futuras inves- obra de esta envergadura. Sus conclusiones se tigaciones a las cuales deberían converger dis- sustentan en una revisión exhaustiva, seria y tintas disciplinas como la Arqueología Histó- documentada de las fuentes tanto éditas como rica, la Etnohistoria, la Etnografía y la propia inéditas y nos abre un campo de investigación Historia. Así se esbozan algunos temas intere- sugerente, al insinuarnos una no menor ampli- santes que, si se profundiza en ellos, permiten tud de temas que pueden seguir profundizán- acceder a una comprensión más cabal de la dose en el futuro. Los matices para abordar realidad fronteriza. En efecto, temas como la estas temáticas es posible encontrarlos ya sea tensión que genera la presencia española al explícitamente o sugeridos entre las líneas en interior del mundo indígena, la referencia a la obra que reseñamos, lo que hace de este las ciudades y fuertes no solo como símbolos estudio una versión que más que cerrar ho- del dominio estratégico y poderío militar espa- rizontes, nos abre a la posibilidad de nuevas ñol, sino también como espacios de contacto preguntas y reflexiones. e interacción sociocultural, la incidencia gra-

142 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO

Los Mapuches del siglo XVIII. Dinámica interétnica y estrategias de resistencia José Manuel Zavala Santiago de Chile, Universidad Bolivariana, 2008.

Jaime Massardo Universidad de Valparaíso

Los Mapuches del siglo XVIII. Dinámica forma colonial, superando al mismo tiempo interétnica y estrategias de resistencia del Dr. el frecuente dualismo para mapuches y espa- José Manuel Zavala. Santiago de Chile, Uni- ñoles que ofrece la historiografía tradicional versidad Bolivariana, 2008. entre tiempos de paz y tiempos de guerra, y permitiéndonos —como nos dice Rosamel Mi- El libro que en esta ocasión nos entre- llaman Reinao en su estudio introductivo a Los ga José Manuel Zavala, Los Mapuches del si- Mapuches del siglo XVIII. Dinámica interétnica glo XVIII. Dinámica interétnica y estrategias y estrategias de resistencia—, “visualizar es- de resistencia, publicado en Chile por la Uni- tos espacios o interfases como parte propia de versidad Bolivariana con la colaboración de un proceso total de dinamismo, conflictos y la Universidad Católica de Temuco, tiene una redes de articulación” (p. 12). Es justamente primera redacción como tesis doctoral, defen- por ello que “este texto tiene el gran mérito dida brillantemente, en 1999, en l`Université de presentar al pueblo mapuche en su con- de Paris III – La Sorbonne Nouvelle, para ser junto —continúa el antropólogo y dirigente publicada al año siguiente por L’Harmattan, mapuche—, y sobre esta base interpretar los una de la principales casas editoras de Fran- procesos históricos particulares no sobre tiem- cia, bajo el título de Les indiens mapuche du pos rígidos y determinantes sino sobre aconte- Chili. Dynamiques inter-ethniques et straté- cimientos en los que las partes adquieren con- gies de résistanse, XVIIIe siècle. notación en la totalidad histórica” (ibidem).

Lo que atrae el interés por el trabajo Justamente en esta perspectiva convie- que comentamos es ante todo el ritmo y la ne destacar aquí también que para José Manuel manera concreta con las que va dando cuenta Zavala el hecho de limitar la dimensión tem- de las circunstancias a través de las cuales la poral de su trabajo al siglo XVIII no es el fruto historia del pueblo mapuche transcurre duran- de una preocupación de orden cronológico, ni te el siglo XVIII, proporcionándonos una rica tampoco se debe solamente a la circunstancia visión de conjunto que muestra cabalmente de que la sociedad mapuche viviese durante el los corsi y ricorsi por donde pasó la vida y los período un cierto florecimiento demográfico, desafíos como nación que este afrontó en el territorial y cultural, sino más bien —subra- período estudiado. Un trabajo entonces que, yémoslo— un procedimiento heurístico que le sin perder nunca el análisis riguroso que otor- permite comprender mejor el comportamien- ga su peso relativo a cada uno de los distintos to de los mapuche frente a los españoles en componente que integran el proceso descri- un momento donde las fronteras tienen un to, pone el acento en la intransigencia mapu- carácter temporal, procedimiento heurístico che frente a la dominación que permitía a los que orienta una investigación que el autor castellanos disponer de la fuerza de trabajo percibe como “una contribución a la historia necesaria para la reproducción de la propia mapuche que no pretende la complacencia o

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moda oportunista, sino el conocimiento y la mensiones de lo que la élite que controlaba el reflexión que una lectura antropológica de los Estado chileno durante el siglo XVIII denomi- testimonios históricos escritos puede aportar” naba —y sigue denominando hasta hoy, no lo (p. 15). olvidemos— el “problema” mapuche. En torno al análisis de la dinámica fronteriza el autor A través de esta línea de investigación, va dando cuenta de la rebelión de 1723, de la el trabajo de José Manuel Zavala muestra que, reorientación de la frontera hacia los Andes, “más allá del dispositivo militar-misionero, las de la tentativa de reducción de los mapuche a relaciones interétnicas no se atuvieron nunca pueblos, de la crisis de 1766-1770 cuyo tramo a los programas oficiales del Estado ni de la final se expresa en la rebelión de 1769-1770. Iglesia sino que se desarrollaron generalmente La tercera, trata de las formas de contacto de de manera más fluida y multiforme que lo pre- los mapuche con el mundo colonial, particu- conizado y reconocido por las autoridades... larmente de los parlamentos, de sus ritos, del La relación entre españoles e indígenas, tal intercambio simbólico que ellos propiciaban. como se desarrolla en la frontera de Chile, es En ella encontramos también el problema de una relación de igual a igual; el mapuche era, la guerra, de sus formas larvadas y en particu- en los hechos, o bien un enemigo o bien un lar de la guerra desde un punto de vista ma- aliado, pero difícilmente un subordinado” (p. puche, de la resistencia a la evangelización, 320). Por ello, “el verdadero problema oculto del desarrollo de las misiones, de la industria bajo el término ‘frontera’ era para los espa- y del comercio, como aquel de los ponchos, ñoles el de la existencia de una sociedad in- una industria textil mapuche destinada al in- dígena independiente y poderosa que parecía tercambio, de la lógica de aquellos intercam- inmune a la acción colonizadora” (p. 321). bios y del comercio de esclavos. Finalmente, en la cuarta parte se discute la dualidad de Desde el punto de vista del orden de la la cosmovisión mapuche, el universo simbólico exposición, Los Mapuches del siglo XVIII. Diná- mapuche, la integración del español al mundo mica interétnica y estrategias de resistencia mapuche y, entonces, la lógica mapuche de se constituye en cuatro partes. En la primera, relación al otro. destinada a dar cuenta de la situación de los mapuche en el contexto colonial, encontra- Publicado gracias a la labor cultural mos una exploración del territorio mapuche, de la Universidad Bolivariana y de la Univer- incluyendo los Andes y la pampa; una descrip- sidad Católica de Temuco, el trabajo de José ción minuciosa de las formas de satisfacer Manuel Zavala representa así, entonces, en sus necesidades a través de la agricultura y nuestra modesta opinión, un material de lec- el pastoreo y de la propia organización social; tura imprescindible tanto para el investigador del papel del lof, de los kuga, del ayllarewe, especializado como para toda persona que se de los cuatro vutanmapu, mostrando, con la interese en una mejor comprensión de los ava- misma sólida argumentación que en el resto tares por donde ha venido pasando la historia del trabajo, la unidad política de la sociedad del pueblo mapuche... mapuche. La segunda parte, examina las di-

144 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO NORMATIVA PARA LOS ORIGINALES

Instrucciones para los autores: Los originales deberán atenerse a las La revista CUHSO es una publicación normas usuales y aceptadas de la gramática periódica que publica artículos sobre distintos que corresponda. campos de las Ciencias Sociales y Humanas, tanto básica aplicada. Los originales deberán enviarse en tri- plicado a: Los artículos a publicar deben ser científicos, que presenten resultados de in- Director CUHSO vestigaciones originales tanto teóricas como Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas prácticas, ensayos, revisiones temáticas, Universidad Católica de Temuco conferencias, comentarios, cartas al editor, Casilla 15-D u otros aportes según las secciones de la re- Temuco, IX Región vista. Chile

El idioma de publicación será español, Los originales escritos en Times New mapudungun o inglés. La revista está abierta a Roman, deberán acompañarse con un disco en todos los que cumplan con los requisitos esta- versión Word para PC. blecidos. Su aparición será anual, incluyendo números especiales cuando corresponda. Los originales no serán devueltos a los autores. La recepción de trabajos será continua, publicándose en orden de aceptación. Se de- El texto del original de los artículos jará constancia de las respectivas fechas de científicos deberá contener: recepción y aceptación definitiva del original. - Título Los trabajos que se presenten para la - Nombre del o los autores publicación en CUHSO deben tener una ex- - Dirección de los autores tensión máxima de 30 páginas, incluidas ta- - Resumen blas y figuras, estar escritos a máquina (com- - Palabras clave putador), doble espacio (incluyendo tablas), - Key words en hoja tamaño carta con un margen de 2,5 - Abstract cm por lado, usando un solo lado del papel. - Introducción Cada hoja, incluyendo tablas y leyendas de fi- - Metodología guras, deberá numerarse en forma correlati- - Resultados, Discusión y Conclusiones va y deberán llevar el apellido de los autores - Agradecimiento (opcional) en la cabecera. En caso de múltiples autorías - Bibliografía se utilizará la forma et al. a continuación del primer autor. Las figuras originales deberán El título debe ir en minúsculas, letra ser hechas en papel diamante, con tinta chi- tamaño 16 en negrita y centrado, autores le- na y deberán ser numeradas correlativamen- tra corriente tamaño 12 y centrado, con un te con lápiz grafito al mismo tiempo que se número exponente, indicando a pie de página deberán indicar su posición en el texto. Pue- el lugar de trabajo y la dirección postal o elec- de enviarse en impresión láser de óptima ca- trónica. Todo el texto debe escribirse a 1,5 lidad. Su tamaño no deberá ser mayor a una interlineado y letra tamaño 12. Las notas a hoja carta. pie de página en tamaño 10. Todos los títulos

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de cada sección (Resumen, Introducción, GLUNKEL, H (1959), “Nombres indígenas etc.) con letra 12 en negrita y ubicado al relacionados con la flora chilena”, en margen izquierdo; los subtítulos de cada Boletín Filología, Universidad de Chile sección en cursiva y no negrita. El texto 11:191-327. del Abstrac y Resumen en letra cursiva. Todos los párrafos deben comenzar sin Ejemplos para libros: sangría. ALONQUEO, M. (1979), Instituciones re- El Comité Editor podrá comenzar la ligiosas del pueblo mapuche, Nueva Uni- publicación de trabajos con una estructu- versidad, Universidad Católica de Chile, ra diferente cuando corresponda a ensa- Santiago. yos y a otros aportes según la sección de la Revista. Para capítulo de libro:

La publicación en español requeri- VAN MEURS, M. (1992), “Monkul 1. Un con- rá que se agregue un resumen en inglés chal prehistórico de la IX región”, en Ca- (Abstract) a continuación del Resumen. rahue, la Antigua Imperial. Visión de un Los trabajos en otros idiomas, además del patrimonio cultural 11-19, Municipalidad Resumen en el idioma correspondiente, de Carahue, Chile. deberán acompañar otro en español.

En el caso de incluir fotografías, Ejemplo de cita de artículos de prensa: estas deben ser de óptima calidad y en versión JPG o TIFF. DURAN, T. (en prensa), Lectoescritura en mapudungun, en revista de Lenguas. Si en el texto se cita un trabajo de tres o más autores, se colocará el apelli- do del primer autor seguido de et al. Este Ejemplo de cita de tesis: mismo trabajo deberá ser citado comple- to en la Bibliografía. CARVAJAL, A. (2000), Representación, ideología y modelos de acción de la red La bibliografía citada registrará interinstitucional de apoyo al indigente de solo los trabajos citados en el texto orde- Temuco, Tesis de Licenciatura en Antropo- nados alfabéticamente de acuerdo al ape- logía, Universidad Católica de Temuco, llido del primer autor y las iniciales del o Temuco, 110 pp. los nombres de los autores siguientes (de la misma cita), iniciales y apellidos, todos No incluya en Bibliografía los resú- en mayúscula, año de publicación entre menes de trabajos presentados en congre- paréntesis, título de referencia, nombre sos, seminarios, simposios o reuniones. de la editorial y país. Cítelos en el texto a pie de página (según el número correlativo que corresponda). Tampoco incluya los trabajos enviados a Ejemplo para revistas: publicación. Si es necesario cítelos en el texto con el nombre del autor seguido en- MUÑOZ, M E. BARRERA y I. MEZA (1981), tre paréntesis por “original” o “resultados “El uso medicinal y alimenticio de plan- publicados”. Las comunicaciones persona- tas nativas y naturalizadas en Chile”, en les se citan solo en el texto, señalando el Publicación ocasional Museo Nacional de o los autores seguido entre paréntesis por Historia Natural, Chile 33:3-91. “comunicación personal”.

146 UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO Estudios Sociales Revista de Investigación Científica

Revista semestral fundada en 1990, patrocinada y editada por la Coordinación de Desarrollo Regional del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, Asociación Civil (CIAD, A.C.).

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