Poesía

3 46 POEMAS SOBRE LA CASA

Presentación Luis Antonio Godina

Edición Víctor Manuel Mendiola

Imágenes Emiliano Gironella

FOVISSSTE

5 Primera edición 2018

D. R. © 2018, recopilación y edición de Víctor Manuel Mendiola

D. R. © 2018, Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, Miguel Noreña No. 28, Col. San José Insurgentes, Del. Benito Juárez, México D.F.

D. R. © 2018, imágenes de Emiliano Gironella

ISBN: 978-607-8276-36-3

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7 1 Presentación

Una de las intuiciones más profundas de los poetas es que las cosas están íntimamente vinculadas a sus nombres. Y así, por medio de las palabras, los universos del poeta, del escritor, cobran vida para interac- tuar con el lector; las imágenes comienzan a fotar en nuestras mentes, y aparecen colores, sonidos, olores y sentimientos, y regresan cíclica- mente al universo del poeta, cada vez que leemos un poema, o que abrimos las páginas de una novela. En ocasiones esta interacción es tan intensa, que las palabras que re- corremos trastocan nuestras fronteras interiores y comienzan a aparecer imágenes transformadas en ópticas, fantasmas fotográfcos que ondean en el aire perturbando nuestras creencias, y en esa pertur- bación podemos ver una casa, un hospital, un palacio con todos sus espacios –ordenados o desordenados– de su realidad: puertas, venta- nas, escaleras, habitaciones... podemos también introducirnos en ellos, olerlos, sentirlos, acercarnos, tocarlos y llevarnos la sorpresa de que en la realidad no hay nada. Simplemente son imágenes que se parecen a los recuerdos. Octavio Paz, fgura máxima de nuestras letras, sostiene que: “el poe- ta no describe la silla: nos la pone enfrente”. Y en este mismo tenor, André Breton, padre del Surrealismo nos dice:

Las palabras y sus elementos constitutivos son campos de ener- gía, como los átomos y sus partículas. La atracción entre sílabas y palabras no es distinta a la de los astros y los cuerpos… la natura- leza es lenguaje y éste, por su parte, es un doble de aquélla.

Las cosas son su nombre, nos dice Jorge Luis Borges en un hermoso poema:

9 Si como el griego dice en el Crátilo el nombre es arquetipo de la cosa en las letras de rosa está la rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo.

La vibración fundamental de la naturaleza es verbal. En el principio era el verbo, el verbo vibra y por él, y a través de él, se extienden todo tipo de referencias; en esas referencias, las palabras y las imáge- nes forman un todo, una unidad indisoluble. En su máximo momento de sensibilidad, de creación, el poeta se transforma en vidente y en sus versos estalla la armonía de lenguaje, de la gramática invisible de la imagen. A la vez, cuando el poeta es- cribe, percibe las imágenes de las palabras. En las palabras casa, hospital, palacio… transita una corriente rít- mica, un fujo de edifcación, albergue, resquicio de toda suerte de sentimientos que aforan lo mismo en español, inglés, francés, ale- mán… dentro de los espacios de esas construcciones. Ocurre como en los antiguos códices mexicanos, sólo que al revés: en el poema, las palabras se convierten formas, casas, hospitales, pa- lacios, fores, universos y brillan esplendorosas, similares a las luces de bengala que destellan los más fantásticos aspectos. “Pensar una for es ver y olerla y comer un fruto es saberle el senti- do”, afrmaba Fernando Pessoa, el poeta portugués. Cuando hablamos de la biblioteca de una casa, irremediablemente nos llega el olor a libro, a papel, incluso, podemos vernos a noso- tros