Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Comarca Cuencas Mineras - Teruel 2009 José Ignacio Canudo • Gloria Cuenca • Ainara Badiola • José Luis Barco José Manuel Gasca • Penélope Cruzado • Daniel Gómez • Miguel Moreno Los dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Edita: Comarca Cuencas Mineras Autores: ©José Ignacio CANUDO, Gloria CUENCA BESCÓS, Ainara BADIOLA, José Luis BARCO, José Manuel GASCA, Penélope CRUZADO CABALLERO, Daniel GÓMEZ FERNÁNDEZ, Miguel MORENO AZANZA Grupo Aragosaurus (http://www.aragosaurus.com). Universidad de .

Diseño y maquetación e impresión: Aragón Vivo, S.l.

D.L.: TE-25-2009

I.S.B.N.: xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx El conocimiento es nuestro patrimonio más preciado, transmitirlo es un beneficio para toda la humanidad.

COMARCA CUENCAS MINERAS

Prólogo

El porqué de un libro sobre los dinosaurios de las Cuencas Mineras

Todo tiene un principio y un final. En este caso, el final lo tiene el lector entre sus manos. Se trata del primer libro escrito sobre los dinosaurios de las Cuencas Mineras. Sin embargo, el comienzo fue más discreto. Este libro empezó a gestarse a consecuencia de una buena relación surgida entre los miembros de nuestro grupo de investigación y José María Merino, miembro del Gobierno de la Comarca de las Cuencas Mineras. José María es un gran aficionado a la Paleontología, en general, y a los dinosaurios, en particular, y como bien nos ha comentado en varias ocasiones “mucho antes de surgir la dinomanía”. Sabía que en el siglo XIX se habían descubierto huesos de dinosaurios en y estaba decidido a volver a encontrarlos. Su tesón obtuvo premio como se cuenta en el apartado de los dinosaurios de Utrillas, y además le permitió conocer a los investigadores en dinosaurios de la Universidad de Zaragoza.

La Comarca de las Cuencas Mineras publica cada año un libro, sobre aspectos diferentes y tan variopintos como la historia de la minería del carbón o la de las comunidades judías de Montalbán. Este año, en la Comarca han pensado que les toca el turno a los dinosaurios. Una de las preguntas que se puede plantear el lector es si tiene sentido un libro sobre los dinosaurios de las Cuencas Mineras. La respuesta la puede encontrar en las siguientes páginas, donde se recogen los abundantes, diversos y generalmente desconocidos descubrimientos realizados en sus montes y sus tierras, y lo que es más importante, que la investigación acaba de comenzar. El lector descubrirá que las Cuencas Mineras es una de las áreas de la provincia de Teruel con más posibilidades de proporcionar en el futuro cercano espectaculares descubrimientos de dinosaurios. Sólo hace falta un poco de suerte, la colaboración

7 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel de las explotaciones mineras, la complicidad de lugareños y aficionados y el trabajo de los investigadores como el del Grupo Aragosaurus.

Hay dos razones que nos ha animado a escribir este libro. Por una parte, divulgar a los vecinos el trabajo que llevamos haciendo los paleontólogos durante años en sus tierras. La segunda es algo más interesada; las explotaciones mineras de la Comarca desentierran muchos restos fósiles de dinosaurios y de otros vertebrados que terminan en las escombreras. Con un pequeño esfuerzo y colaboración por parte de todos los implicados se podría recuperar este impresionante registro fósil de dinosaurios.

El libro está estructurado con una primera parte introductoria donde se cuenta la siempre atractiva historia de los descubrimientos de dinosaurios y la interpretación que el ser humano ha hecho de ellos. Posteriormente, se explica brevemente lo que son los dinosaurios y cómo era su mundo. Esta primera parte termina con conocimientos básicos sobre la geología y paleogeografía del tiempo de los dinosaurios. El resto de los capítulos se organizan según los descubrimientos en las diferentes localidades y yacimientos de la Comarca, ordenados por orden alfabético.

8 Índice

Algo de la Historia de los dinosaurios...... 13

Los fósiles como objetos excepcionales y bellos...... 13

Los fósiles como medicina...... 16

Y en esto llegaron los dinosaurios...... 18

Reconstruyendo el mundo de los dinosaurios...... 19

Algo de la geología...... 19

Los dinosaurios y la Paleobiogeografía...... 22

Tiempo geológico...... 24

Algunas cosas de los dinosaurios...... 27

¿Qué es un dinosaurio?...... 27

Vamos a ordenar y clasificar a los dinosaurios...... 30

Los principales grupos de dinosaurios...... 33

Cómo fosiliza un dinosaurio...... 36

Tipos de fósiles de dinosaurios...... 38

Cómo se encuentran los fósiles de dinosaurios...... 42

Aliaga...... 45

Historia de los descubrimientos...... 45

El iguanodontio de la Porra...... 48

El diente de espinosáurido de Aliaga...... 50

Los dinosaurios más modernos de Teruel...... 52

9 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Dinosaurios de Josa...... 55

Historia de los descubrimientos. El yacimiento de La Cantalera...... 55

Los dinosaurios de La Cantalera...... 57

Los mamíferos que vivieron con los dinosaurios de La Cantalera...... 61

Las cáscaras de huevo fósiles de La Cantalera...... 62

La reconstrucción del paleoambiente de La Cantalera...... 64

Dinosaurios de Martín del Río...... 69

“Dinosaurios” de Peñarroyas-Montalbán...... 71

Dinosaurios de ...... 75

Los dinosaurios de Obón...... 77

Los dinosaurios de Utrillas...... 79

Los dinosaurios de Utrillas: Los primeros de España...... 79

Descubrimientos modernos...... 81

¿Qué dinosaurios hay en Utrillas?...... 83

Dónde vivían los dinosaurios de Utrillas...... 87

Epílogo. ¿Y ahora qué?...... 91

Agradecimientos...... 93

Glosario...... 95

Semblante del Grupo Aragosaurus...... 101

Autores...... 102

José Ignacio Canudo...... 102

Gloria Cuenca Bescós...... 103

Ainara Badiola...... 104

José Luis Barco...... 105

Penélope Cruzado Caballero...... 106

José Manuel Gasca...... 107

Daniel Gómez Fernández...... 108

Miguel Moreno Azanza...... 109

10 LOS DINOSAURIOS DE LAS CUENCAS MINERAS DE T ERUEL

Algo de la historia de los dinosaurios

Los fósiles como objetos excepcionales y bellos

El coleccionismo de fósiles es una de las aficiones más populares entre los que disfrutan de la naturaleza paseando por el campo. El florecimiento de asociaciones paleontológicas y de ferias de venta de minerales y fósiles es la mejor prueba de su creciente interés. Si introducimos la palabra fósil o fossil (en inglés) en el conocido buscador Google, el resultado son millones de entradas. Pero esta afición no es nueva, ya que la actividad de recolectar fósiles es una de las más antiguas de la humanidad.

El prehistoriador francés André Leroi-Gourhan encontró las evidencias más antiguas de la recogida de fósiles. Se trata de fósiles de una esponja y un gasterópodo en- contrados en las cuevas de Arcy-sur-Cure (Borgoña, Francia). Lo interesante de este descubrimiento es que proviene de unos niveles de unos 50.000 años de antigüedad, momento en el que nuestra especie (Homo sapiens) aún no había colonizado Europa. Estos fósiles fueron recogidos y llevados a las cuevas por individuos de otra especie de homínido bien conocida popularmente como es el hombre de Neanderthal (Homo neanderthalensis). La razón por la cual estos homínidos se interesaron por esos ob- jetos la desconocemos por completo, pero, sin duda, la curiosidad jugó un papel fun- damental en el comienzo de las primeras recolecciones.

Se podría pensar que los descubrimientos de Leroi-Gourhan son una mera anécdo- ta y no son representativos, pero hay otras evidencias que indican lo contrario. Los fósiles de dientes de peces óseos y tiburones se transportaban largas distancias, como demuestra su frecuente presencia en los yacimientos paleolíticos europeos, alejados cientos de kilómetros de los niveles fosilíferos donde se recogieron. El conde

13 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

< Diente de tiburón fósil Carcharodon megalodon

Henri Bégouen, a principios del siglo XX, documentó un buen ejemplo del uso de los fósiles por parte del hombre primitivo. En la cueva de Tuc d’Audoubert, en Ariège (Sur de Francia) se encontraron en un nivel auriñaciense dos dientes aislados pertene- cientes a Isurus (un tiburón actual). Los fósiles tenían que haber sido recogidos de unos sedimentos terciarios alejados en más de 150 kilómetros de la cueva donde se encontraron. La conclusión era clara, los hombres del Paleolítico superior otorgaban una especial importancia a estos objetos, seguramente su intenso brillo los convertía en unos objetos muy atractivos para estos antiguos habitantes del Sur de Francia. Algunos de los dientes de Tuc presentaban pequeñas perforaciones en su raíz que sugieren un uso como colgante.

14 Algo de la historia de los dinosaurios

El uso de fósiles como objetos deco- rativos es una práctica que llega hasta la actualidad. Los collares realizados con fósiles son habituales en merca- dillos y tiendas. También los fósiles de dinosaurio han sido utilizados como objetos decorativos y para engalanar-

Perforando cáscaras de huevo < de dinosaurio para hacer collares se desde tiempos remotos. Roy Chap- man Andrews fue un famoso aventure- Detalle de la perforación de las

<< ro de principios del siglo XX. Alcanzó cáscaras de huevo de dinosaurio tal importancia, que para algunos es el personaje real en el que está basado Indiana Jones. Roy Chapman ha pa- sado a la historia de la Paleontología por dirigir una expedición al desierto de Gobi en 1923, en la cual se descubrie- ron los esqueletos de dinosaurios tan famosos como Velociraptor, Oviraptor y Protoceratops. Además, por primera vez se encontraron nidos de dinosau- rios, demostrando que la reproducción de estos animales era con huevos. Los fósiles de cáscaras de huevo son tan abundantes en algunas partes del Gobi, que el hombre primitivo las usa- ba como abalorio. La expedición de Chapman encontró un yacimiento de edad Paleolítico tardío-Neolítico tem- prano donde recuperaron fósiles de fragmentos de cáscara de huevo talla- dos y perforados.

La tradición de hacer collares con cás- caras ha sobrevivido hasta nuestros días. Algunas tribus nómadas de Mon- golia siguen perforando cáscaras fósiles de una manera artesanal para hacer collares. Hace unos años tuvimos la

15 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel oportunidad de conocer la técnica de perforación con una demostración durante un congreso en Esperaza (Francia). Esta localidad del sur de Francia tiene un magnífico museo de dinosaurios que se creó a partir de los yacimientos de huevos y huesos de dinosaurios encontrados en sus alrededores. Uno de esos yacimientos se encuentra en Quillan, donde siguen aflorando una gran abundancia de cáscaras fósiles. Una arqueóloga que había aprendido la técnica de las tribus nómadas del Gobi hizo unas pequeñas perforaciones en el centro de grandes fragmentos de cáscaras recogidas en el mismo yacimiento. Sus herramientas eran sencillas y prehistóricas, se trababa de un palo afilado y una cuerda para hacerlo girar a gran velocidad. En pocos minutos perforó las cáscaras y con ellas montó un singular collar.

Los fósiles como medicina

Los fósiles de vertebrados han tenido y tienen un gran uso como medicina en el otro extremo del continente euroasiático. En China, los fósiles triturados de grandes verte- brados se utilizaban en farmacología (“polvo de Dragón”) desde hace cientos de años. Tradicionalmente, se han considerado como huesos (long gu) y dientes (long chi)

Farmacia tradicional china <

16 Algo de la historia de los dinosaurios de dragones. Este polvo de dragón se puede encontrar en las farmacias del sudeste asiático y en lugares donde se han establecido comunidades importantes de esta nacionalidad, como el Barrio Chino de Nueva York.

El dragón es el símbolo del emperador. Habita en las nubes y trae la lluvia, tan nece- saria para la agricultura. El año del Dragón, que se repite cada 12 años, está consi- derado, por regla general, como particularmente fausto. Nada tiene de extraño, según la mentalidad popular, que los dientes y huesos de estas criaturas encontrados en el suelo posean virtudes curativas únicas. Su presencia en el suelo se explica por la imposibilidad para ascender al cielo de algunos dragones por falta de nubes. Según un tratado de Medicina del siglo XVIII, los huesos de dragón se utilizan para curar las enfermedades del corazón, de los riñones, intestinos y del hígado. Se pueden ingerir crudos, fritos en grasa o hasta cocinados en alcohol de arroz. En general, los dientes son más caros que los huesos, porque se les atribuye un mayor poder curativo. Desde nuestra mentalidad occidental moderna es bastante normal que se nos escape una sonrisa al pensar que unos fósiles machacados puedan tener el más mínimo poder curativo. Sin embargo, en la medicina popular china se vienen utilizando desde hace miles de años, por lo que necesitamos entrar en el fenómeno con la mente abierta. Los fósiles de vertebrados suelen conservarse como fosfato cálcico o carbonato cál- cico con impurezas de otros minerales. Estas sustancias carecen de principios activos que puedan explicar las propiedades que se atribuyen al polvo de dragón, pero no puede ser sólo un problema de sugestión. Los principios activos hay que buscarlos en las plantas que acompañan a las preparaciones con polvo de dragón que sí tendrían un poder curativo.

Los paleontólogos europeos descubrieron por primera vez en el siglo XIX que los restos de dragón eran, en realidad, fósiles de vertebrados machacados. El paleontó- logo alemán G.H.R. von Koenigswald hizo un seguimiento entre los boticarios chinos. Descubrió que el polvo de dragón solía tener dos orígenes, una parte provenía de las “Tierras amarillas” (fósiles del Terciario), y otra parte se había recogido de las grutas con rellenos cuaternarios del sur del país. Durante cientos de años éstas fueron las dos fuentes principales de los huesos de dragones. Para que nos hagamos una idea del volumen que se movía se puede citar un informe de la Administración Imperial de aduanas chinas. Este informe describe cómo pasaron por los puertos chinos veinte toneladas de este producto en el año 1855. En la actualidad, este comercio, sigue siendo muy elevado, cifrándose en varias toneladas por año lo que se exporta fuera de China. Los paleontólogos chinos deben cuidar sus descubrimientos de la voraci- dad de los farmacéuticos.

17 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Y en esto llegaron los dinosaurios... La ilustración más antigua conocida de un fósil de dinosaurio data del siglo XVII. Se trata de un frag- mento de fémur de dinosaurio carnívoro descubier- to en los estratos del Jurásico Medio de la región de Oxford (Inglaterra). Robert Plot, conservador del Museo Ashmolean lo identificó en 1677 como un

Primera figuración < “hueso petrificado” de elefante o gigante humano. de un hueso de dinosaurio. Este mismo fósil, hoy perdido, fue descrito en 1763 Richard Brookes en 1763 lo llamó ¡Scrotum humanun! por Richard Brookes con el nombre de Scrotum hu- manum por su aparente semejanza con unos geni- El naturalista inglés Richar Owen << tales masculinos. ¡Hay que tener la mente un poco junto a un esqueleto de una Moa calenturienta para ver el extremo distal de un fémur semejante a esta parte de la anatomía humana! El estudio de los dinosaurios comenzó a andar a prin- cipios del siglo XIX, aunque hubo algunos hallazgos esporádicos en la Europa del siglo XVIII. Durante la década de 1820 se publicaron en Inglaterra las pri- meras descripciones científicas. Se pueden destacar los trabajos del reverendo William Buckland, Profesor de Geología de la Universidad de Oxford, que definió Megalosaurus en 1824, y Gideon Mantell, un médico aficionado a la Paleontología que propuso el nombre de Iguanodon un año más tarde. Cuando el natura- lista inglés Richard Owen acuñó en 1842 el término Dinosauria (en griego, “reptil terriblemente grande”), se habían descrito varios géneros y especies que se podían incluir en este nuevo grupo. Durante las déca- das de 1850 y 1860, se dieron a conocer el hallazgo de fósiles de dinosaurio en otros países europeos y en otros continentes. Desde entonces, el registro fósil de los dinosaurios ha aumentado de manera expo- nencial, habiéndose encontrado en todos los conti- nentes. En España los primeros descubrimientos de dinosaurios son de mitad del siglo XIX, en las locali- dades de Morella (Castellón) y Utrillas, pero de esto se hablará con más detalle a lo largo de este libro.

18 Reconstruyendo el mundo de los dinosaurios

Algo de la geología

La historia de la Tierra está registrada en las rocas sedimentarias formadas por la acumulación de sedimento y fósiles a lo largo de millones de años. Los estratos son las unidades básicas de las rocas, al estar separados por discontinuidades fácilmente observables en el campo. Se depositan inicialmente con una topografía horizontal. Para visualizarlo, podemos hacer un pequeño experimento. Necesitamos una cubeta de vidrio llena de agua, una rampa que finalice en el borde de la cubeta y arenas de diferentes colores. Con estos sencillos elementos podemos reproducir cómo se forman los estratos en una cuenca sedimentaria (la cubeta de vidrio). Simulamos la corriente de un pequeño río echando agua por la superficie inclinada. Si le añadimos al agua un puñado de arena, veremos como la arena es transportada a la cubeta y finalmente por gravedad se deposita formando una capa horizontal en el fondo. Al repetir el proceso con arenas de diferentes colores tendremos una sucesión de ca- pas horizontales separadas por discontinuidades. La más antigua (la primera que se depositó) es la que se encuentra más bajo, y sucesivamente las capas que están por encima son las más modernas. Estas capas se compactan por los procesos geológi- cos y finalmente se transforman en estratos.

La Corteza Terrestre está en continuo movimiento, lo que produce que pueda frac- turarse y plegarse y con ella todo lo que la forma, como son los estratos. Esta es la causa por la cual hoy podemos encontrar estratos plegados e incluso verticales. Los ejemplos de pliegues son abundantes y didácticos en el Parque Geológico de Aliaga y su entorno. Para conocer este parque sólo es necesario recorrer sus carreteras. Con un poco de cuidado y la ayuda de un folleto podemos encontrar abundantes pa-

19 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

radas con paneles explicativos de cómo se forman las estructuras geológicas. Los pliegues, estratos, fallas y fósiles pueden reconocerse al aire libre en la escuela geológica que supone el parque.

Los estratos son la unidad fundamental de estudio de las rocas sedimentarias, y son donde se encuentran los fósiles. La Estratigrafía es la disciplina geológica que estudia los estratos. Se fundamenta en una premisa: el presente es la clave del pa- sado; es decir, observando los procesos geológicos que suceden en la actualidad, podemos interpretar los del pasado. Por ejemplo, el proceso de erosión de un río es el mismo en la actualidad que hace 150 millones de años (cuando vivían los di- nosaurios). Además de esta premisa, la Estratigrafía se sustenta en dos principios sencillos de entender: la Ley de la Superposición y el Principio de Correlación de los estratos. A continuación vamos a explicarlos brevemente.

La ley de la Superposición afirma que los estratos más modernos se depositaron por encima de los más antiguos. Esta ley se cumple siempre, aunque puede su- ceder que los plegamientos de la corteza terrestre produzcan una alteración de este orden de una manera secundaria. El Principio de Correlación afirma que ro- cas de diferentes lugares, si contienen los mismos fósiles, se han formado al mis- mo tiempo, y de esta forma pueden correlacionarse aunque no exista continuidad

< Estratos plegados en el Parque Geológico de Aliaga

20 Reconstruyendo el mundo de los dinosaurios

Weichselia < física. Un buen ejemplo es la planta fósil Weichselia reti- del Cretácico Inferior de culata. Algunos buenos ejemplares de este fósil pueden verse en el Centro Paleontológico del Parque Cultural del Río Martín en Alacón. Se trata de un helecho con unas grandes hojas fácilmente identificable por estar distribuidas de manera circular. Estas hojas son abundantes en la Formación Escucha (Utrillas, Alcaine,...), en los mismos niveles geológicos que se encuentra el carbón que se ex- plota en diferentes partes de la Comarca. Weichselia es un helecho fósil descrito en 1824 en rocas del Cre- tácico Inferior de Inglate- rra. Además de en España y en Inglaterra, esta especie también se ha encontrado en materiales del Cretácico Inferior de Portugal, Bélgica, Alemania y Polonia. Por tanto, si nos encontramos Weichselia en rocas de Utrillas y Alcaine, y en rocas de otros países de Europa, indica que la edad de los estra- tos que los ha conservado es la misma. De esta manera, podemos correlacionar rocas separadas por cientos de kilómetros.

A partir de estos principios tan simples, los geólogos lleva- mos reconstruyendo la historia geológica de las Cuencas Mineras desde hace décadas. Nos podemos imaginar un libro con las hojas desordenadas, cada una de las hojas es precisamente un estrato. El geólogo busca el número de la página (muchas veces son los fósiles) y la ordena en el libro de la historia geológica. Es una labor acumulada a lo largo de los años por el trabajo de muchos inves- tigadores, y que está lejana de estar acabada. Una vez identificada la página podemos conocer la antigüedad de las rocas y de los dinosaurios (en este caso) que se con- servan en su interior.

21 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Los dinosaurios y la Paleobiogeografía

La distribución de los seres vivos abarca desde pequeñas áreas (una isla, una monta- ña) a todo un continente, e incluso, hay algunos que se encuentran en prácticamente toda la Tierra, como sucede con el hombre. Las diferencias en la distribución de los organismos actuales son el objeto de estudio de la Biogeografía. Se trata de una disci- plina científica que integra la información de la Biología, Geografía y la Geología. Esto le permite a la Biogeografía responder a preguntas como ¿Por qué únicamente hay marsupiales en Australia y América, cuando estos dos continentes están separados por una enorme masa oceánica imposible de franquear para los marsupiales?. Sin embargo, las respuestas no suelen ser sencillas, ni únicas, ya que dependen de dife- rentes factores, entre los cuales los más importantes son el clima, la disponibilidad de alimentos, las barreras físicas en la dispersión, y la historia evolutiva del organismo.

África y Sudamérica están separadas en la actualidad por varios miles de kilómetros de agua ocupados por el Océano Atlántico. Con esta disposición no deberíamos encon- trar animales similares a los dos lados del océano. Sin embargo, los mismos grupos de primates se encuentran en Sudamérica y África, o si nos vamos al pasado, hay dino- saurios similares en estos dos continentes. Evidentemente es imposible explicar estas distribuciones conjuntas con la disposición actual de los continentes. En la segunda mitad del siglo XX comenzó a desarrollarse una teoría para explicar satisfactoriamente estas evidencias. Se trata de la Teoría de la Tectónica de Placas. Esta teoría propuso que la corteza terrestre está fragmentada en grandes placas de roca consolidada que se han desplazado y se siguen desplazando horizontalmente. Este movimiento de la superficie terrestre se traduce en la deriva continental. De esta manera, los continentes pueden aproximarse y llegar a chocar, formando cadenas montañosas, o por el contra- rio, se pueden separar, provocando la aparición de océanos.

Es fácil entender la importancia en la distribución de los dinosaurios para entender los movimientos continentales. La teoría de la Tectónica de Placas explica gran número de observaciones, que van desde la posición y estructura de las montañas, a la distri- bución actual y del pasado de los vertebrados continentales. La Tectónica de Placas explica, por ejemplo, la presencia del mismo género de dinosaurio (Brachiosaurus) en el Jurásico Superior de las Montañas Rocosas en Norteamérica y en el sur de Tan- zania en África. Los yacimientos donde se han descubierto se encuentran a miles de kilómetros de distancia y separados por el océano Atlántico, imposible de franquear para un animal terrestre. Dicho de otra manera, esta distribución es incompatible con la posición actual de los continentes. Sin embargo, si África y América estaban unidas en el Jurásico, como propone la Tectónica de Placas, se puede explicar con facilidad la distribución del saurópodo Brachiosaurus.

22 Reconstruyendo el mundo de los dinosaurios

Por otro lado, las masas continentales se mueven y en su desplazamiento crean ba- rreras geográficas para los seres vivos, en este caso los dinosaurios, como son la formación de montañas o de océanos. Estas barreras producen el aislamiento de las poblaciones, poniendo en marcha uno de los principales mecanismos de la evolución. El movimiento de las placas también produce la unión de las masas continentales aisladas durante millones de años. La distribución y la diversidad de los dinosaurios se pueden interpretar temporalmente por los cambios en la configuración de los conti- nentes en todo el globo terrestre a lo largo de muchos millones de años. Durante esta época los supercontinentes se fragmentan y se reagrupan en otros nuevos, produ- ciéndose intercambios rápidos de faunas reconocibles en el registro fósil.

De esta manera, se han podido hacer reconstrucciones paleogeográficas del mundo de los dinosaurios. A lo largo de su historia sucedieron grandes cambios en la disposi- ción de los continentes. Así, cuando evolucionaron los primeros dinosaurios en el Triá-

Disposición de los continentes en el Triásico (250-200 millones de años). Los continentes estaban unidos en un supercontinente llamado Pangea. De Ron Blakey (http://jan.ucc.nau.edu/˜rcb7/)

Disposición de los continentes en el Cretácico Inferior (140-100 millones de años). Pangea se había fragmentado y empezaban a dibujarse los continentes actuales. De Ron Blakey (http://jan.ucc.nau.edu/˜rcb7/)

23 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel sico, los continentes estaban unidos en una gran masa terrestre llamada Pangea. A lo largo del Jurásico, y especialmente en el Cretácico, la Pangea se fragmentó en los continentes que conocemos actualmente. Así, Europa se separó de África, Norteamé- rica de Europa, y África de Sudamérica, formando el Océano Atlántico. Precisamente, una de las líneas de investigación que desarrolla nuestro grupo es la de estudiar las relaciones de los dinosaurios de las Cuencas Mineras en particular, y de la Península Ibérica en general, con los dinosaurios africanos, norteamericanos y sudamericanos. Más adelante, a lo largo de la descripción de los diferentes yacimientos se hacen algunas relaciones que al lector le resultarán curiosas.

Tiempo geológico

La Tierra es un planeta que se formó hace unos 4.500 millones de años (día arriba, día abajo). Si tenemos en cuenta que cualquiera de los que hemos escrito este libro viviremos con suerte unos 80 años, que hace 2000 años la Comarca formaba parte del Imperio Romano, que hace unos 30.000 años los primeros hombres modernos llegaron a las orillas del Río Martín, y que sólo hace 175.000 años que nuestra espe- cie (Homo sapiens) evolucionó por primera vez en alguna parte del este de África, es difícil tener una perspectiva temporal en millones de años para cualquier persona no versada en la Paleontología. Pero al menos vamos a intentarlo.

Las noticias paleontológicas difundidas por la prensa siempre presentan información sobre la antigüedad de los fósiles. De hecho, esa es una de las primeras preguntas que suelen hacernos los periodistas. Las respuestas aparentemente son imprecisas. Una buena precisión en la escala de tiempo geológico para la época de los dinosau- rios serían los millones de años, pero pocas veces puede usarse. La realidad, como en otros muchos casos, está distorsionada por la ficción de las películas. Cuántas veces hemos visto al geólogo introducir un fragmento de roca en una máquina y en pocos segundos aparece un número con la edad en millones de años. Esta datación (llamada absoluta) de las rocas es difícil de obtener, y sólo puede conseguirse en las escasas rocas que han conservado minerales radiactivos en su interior. En el resto de las ocasiones (la mayoría) datamos la historia de la Tierra y sus rocas a partir de grandes divisiones (como el periodo Jurásico) y de subdivisiones más pequeñas (como el piso Barremiense). Para entenderlo podemos usar un símil actual. Un año está dividido en meses, semanas, días, etc. Cuando nos referimos al mes de Mayo, sabemos exactamente en que parte del año estamos, aunque en ningún momento nos referimos a los días del 130 al 160. Siguiendo esta manera de dividir el tiempo vamos teniendo divisiones más amplias que son las usadas en geología para abarcar intervalos de tiempo medidos en millones de años.

24 Reconstruyendo el mundo de los dinosaurios

Dentro del gran calendario geológico de la historia de la vida, los dinosaurios ocu- pan un intervalo temporal muy concreto. Se trata del Mesozoico o Era Secundaria, que abarca desde hace 251 millones de años hasta hace 65 millones de años, justo cuando comienza el Cenozoico o la Era de

Tabla del tiempo geológico. < los mamíferos. El Mesozoico está dividido De Liñan et al. (2008) en conCiencias en tres intervalos de tiempo. El más antiguo se llama Triásico, el intermedio, Jurásico, y el más moderno, Cretácico.

Las formaciones geológicas del Mesozoico de las Cuencas Mineras tienen una litología característica que permite a los geólogos y a aficionados con una cierta experiencia, diferenciarlas en el campo. Los huesos de dinosaurios de las Cuencas Mineras se han encontrado (o pueden encontrarse) en las rocas del final del Jurásico y las del Cretá- cico, con una antigüedad entre los 145 y los 65 millones de años. Hasta ahora, la mayoría de los fósiles de dinosaurios se han encon- trado en rocas del Cretácico Inferior, entre los 130 y los 110 millones de años. El final del Mesozoico coincide con la crisis biológi- ca más famosa y conocida en la Tierra, ya que se produce una extinción masiva (más del 70%) de las especies existentes en ese momento, entre las que se encuentran las de dinosaurios. Se trata de la denominada extinción del límite K/T, que sucedió entre el Cretácico y el Terciario (hace 65 millones de años). Los dinosaurios (excluyendo las aves) de las Cuencas Mineras, como los del resto del mundo, se extinguieron 65 millones de años antes de que el hombre apareciera sobre la Tierra. ¡Como especie somos unos chavalines para la edad del Planeta!

25 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel Dibujo de Oscar SanIsidro Dibujo Diversidad de los dinosaurios según la edad. de los dinosaurios según la edad. Diversidad

26 Algunas cosas de los dinosaurios

¿Qué es un dinosaurio?

Retamos al lector a decirnos qué es un dinosaurio. Si no está acostumbrado a leer libros de divulgación se encontrará con dificultades en decidirse cuáles son las características que tienen en común organismos tan distintos como el gigantesco saurópodo Argentinosaurus y el diminuto y emplumado terópodo chino Microraptor. Incluso para los paleontólogos es difícil determinar los límites dónde empiezan y terminan los dinosaurios en el gran árbol de la vida. Cuando nos referimos a los dino- saurios en este libro lo hemos hecho considerando sólo los “dinosaurios no avianos”. A pesar de que pueda chocar con la idea popular de lo que es un dinosaurio, está ampliamente aceptado en el ámbito científico que las aves son un grupo derivado entre los dinosaurios. Se trata del extremo de una de las ramas del gran árbol de los dinosaurios y, morfológicamente, muy distintos de la idea popular de lo que son estos vertebrados. Las aves son los únicos dinosaurios supervivientes a la gran extinción en masa del final del Cretácico, y han podido llegar hasta nuestros días exhibiendo una gran diversidad. En este contexto, sí que podríamos hablar de “dino- saurios” nadadores (los pingüinos o los mirlos acuáticos, por citar dos) y voladores (por ejemplo, las palomas).

Los fósiles de dinosaurios no avianos (a partir de aquí sólo dinosaurios) son relativa- mente abundantes en las rocas del Mesozoico a nivel mundial. Su registro fósil está formado fundamentalmente por huesos y dientes aislados, siendo muy pocos los es- queletos completos conocidos. Las partes blandas del cuerpo, como la piel, los mús- culos y otros órganos, únicamente se han conservado en casos excepcionales. En consecuencia, la identificación de los dinosaurios se realiza estudiando los huesos.

27 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

< Filogenia de los arcosaurios. Las flechas indican las novedades evolutivas de cada grupo. Los arcosaurios tienen una abertura añadida por delante de la órbita del ojo. Los dinosaurios tienen el acetábulo (donde ar- ticula el fémur) agujereado. Reconstrucción de Óscar SanIsidro

Espectaculares películas como la trilogía “Parque Jurásico” han logrado aparcar la imagen clásica de dinosaurios como animales lentos, torpes y sin inteligencia, pero hay más ideas preconcebidas que es necesario desterrar. Una de ellas es su tamaño, ya que los había más grandes que una ballena, pero también tan peque- ños como una gallina. Los había que iban a dos y a cuatro patas, con plumas, y con brazos poderosos o diminutos. En su conjunto forman el grupo de vertebrados más diversos que ha vivido sobre la tierra firme. No se han encontrado dinosaurios con adaptaciones para la natación (como presentan las focas entre los mamíferos), y mucho menos, para estar toda su vida en el agua (como los delfines entre los mamíferos actuales). Tampoco desarrollaron estructuras para el vuelo, al contrario que otros reptiles del Mesozoico, como los pterosaurios.

La gran diversidad de sus formas, aparentemente, dificulta definir exactamente qué es un dinosaurio y separarlo de otros vertebrados terrestres. Lo que tenemos que hacer es buscar caracteres distintivos (novedades evolutivas) que sólo los di- nosaurios posean, algo parecido a tener un collar exclusivo que únicamente posee

28 Algunas cosas de los dinosaurios una persona y que la diferencia de las demás. Son precisamente estas diferencias (novedades) lo que nos permite clasificar a los organismos.

Los dinosaurios tenían una columna vertebral, compuesta por vértebras, lo que nos permite identificarlo como un vertebrado. Su piel estaba cubierta de escamas, tenían cuatro extremidades y ponían huevos como el resto de los animales que hoy en día denominamos reptiles. Hoy conocemos que bajo el nombre tradicional de reptiles se agrupaban una serie de vertebrados que pertenecen a diferentes grupos. Por tanto, el término reptil no representa una clasificación natural, pero dado su uso cotidiano se ha mantenido en este texto de manera informal.

El gran paleontólogo inglés Owen al utilizar la palabra dinosaurio para describir un grupo fósil tuvo una gran intuición. Interpretó los restos fósiles de los grandes reptiles descubiertos en el Jurásico de Inglaterra como pertenecientes a un grupo distinto de los reptiles conocidos hasta ese momento. Owen sin saberlo estaba definiendo un grupo monofilético, un término complejo cuyo significado estaba sin desarrollar en el siglo XIX. Si explicamos la evolución de los dinosaurios como un árbol, en los extremos de las ramas nos encontraríamos con organismos tan diferentes como un gran saurópodo de 40 toneladas o bien un pequeño terópodo que apenas alcanzaría un kilogramo de peso. Si investigamos como eran sus ancestros, las ramas se van juntando hasta llegar a un tronco común, que sería el primer dinosaurio. Por tanto, la afirmación que los dinosaurios es un grupo monofilético significa que todos los dino- saurios han evolucionado a partir de un ancestro común.

¿Pero cómo diferenciamos a un dinosaurio de otros vertebrados similares? o dicho de otra manera, de otros árboles. Los cambios que sufrieron los dinosaurios para di- ferenciarse de sus ancestros están relacionados con la locomoción. La evolución les permitió a los dinosaurios mejorar notablemente su capacidad de moverse respecto al resto de los reptilianos, debido a cambios en su cadera y en sus patas traseras. Si nos fijamos en el movimiento de una lagartija, veremos cómo va describiendo arcos hacia los lados cuando anda. Esto es una consecuencia de tener las patas separadas del cuerpo. Esta disposición primitiva dificulta movimientos rápidos y que el crecimiento sea desmesurado. Las reconstrucciones modernas de los dinosaurios que se pueden ver en cualquier museo, permiten observar su carácter morfológico más importante. Se trata de observar cómo sus patas están situadas directamente debajo del cuerpo, de manera similar a un mamífero. De esta manera, las patas actuaban como pilares que pueden soportar el peso de un animal grande y además les permitía dar pasos muy largos y tener un menor gasto energético.

29 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Una diferencia de los dinosaurios con otros “reptiles” es su postura erecta, tal y como sucede con los humanos. Reconstrucción de Óscar SanIsidro.

Los ancestros reptilianos de los dinosaurios fueron cuadrúpedos, pero a lo largo del tiempo evolucionaron hacía el bipedalismo, al igual que hizo Homo sapiens a partir de sus ancestros primates. Los dinosaurios (o sus ancestros) alcanzaron la verticalidad a partir de cambios en sus miembros traseros en la morfología de sus miembros traseros. Esto no quiere decir que humanos y dinosaurios estén cerca- namente emparentados, sino que han adquirido una característica común (andar a dos patas). En Biología y Paleontología se llama a esto convergencia morfológica. Nuestros lectores lo pueden entender fácilmente, las aves y las mariposas pre- sentan alas, pero no son animales emparentados cercanamente en el árbol de la vida. El origen del ala de las aves y de las mariposas es totalmente diferente y se trata de una convergencia que permite de manera independiente a estos animales alcanzar el vuelo.

Vamos a ordenar y clasificar a los dinosaurios

Cuando en la ferretería vemos un armario de cajones lleno de tornillos y pedimos que nos vendan 10 de aluminio, con cabeza plana y 0,5 mm de diámetro y 20 mm de largo, el vendedor se dirige a uno de los cajoncitos, lo abre y nos entrega los diez objetos, idénticos entre sí, que le hemos pedido. Si algún accidente hiciera caer todos los cajones y se mezclaran sus contenidos, con no poco esfuerzo (y hastío), volvería a colocar los tornillos en sus respectivos lugares, sin más que mi- rar su tamaño, composición y forma de la cabeza. Sin ser tan dramáticos, no hace

30 Algunas cosas de los dinosaurios falta ningún accidente para que los tornillos nuevos que llegan a la tienda para reponer existencias sean colocados, sin mayores problemas, en su cajón o casilla correspondiente. Este proceso que nos permite ordenar y clasificar tornillos, es un ejercicio que requiere conocer ciertas características técnicas, como las antes mencionadas. Lo que para cualquier cliente pudiera resultar difícil y lento, pues se tiene que leer todas las etiquetas del nuevo pedido, para el dependiente es inme- diato. Con sólo echar un rápido vistazo al tornillo puede clasificarlos. Clasificar es ordenar y reunir en el mismo grupo (no se pueden sumar clavos de hierro con tor- nillos de aluminio) los objetos que tienen la misma forma, tamaño y composición. Ésta es una clasificación llamada natural. Ordenar y clasificar dinosaurios es una tarea bastante más compleja que ésta de ordenar tornillos. Los dinosaurios, como el resto de los seres vivos que han vivido en la Tierra, tienen una historia evolutiva detrás, una memoria paleontológica que les ha llevado hasta la forma y atributos que le son propios y exclusivos de cada grupo natural (o monofilético), a través de una serie de cambios acaecidos en el curso de su evolución durante cientos, miles, o millones de años.

Mejoras en la pata de un dinosaurio que le permitieron alcanzar una posición con postura erguida y desplazarse con un movimiento en línea recta. Reconstrucción de Óscar SanIsidro.

31 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Las características que se utilizan en clasificación en Paleontología son aquellas que tienen un significado filogenético; es decir, aquellas que nos permiten reconstruir la historia de las relaciones de familia y que se denominan caracteres. Los distintos pa- sos evolutivos por los que pasa un carácter, en cambio, se denominan estadios evo- lutivos. En la práctica utilizamos los caracteres morfológicos que se pueden observar mejor. En el caso de los dinosaurios sólo los huesos (como ya hemos comentado) nos permiten hablar de la evolución de los caracteres.

En el análisis de los caracteres es necesario asignar un grado de evolución que per- mita distinguir lo “viejo” o primitivo de lo “nuevo” o derivado. Vamos a dar un ejemplo de lo primitivo y derivado en la evolución de la cultura humana. Para ello analizaremos la evolución de los recintos destinados a los grandes espectáculos, en los que pueden participar a la vez cientos o miles de personas (la televisión no vale). Sabemos que los romanos construían enormes edificios destinados a seguir las peleas mortales entre gladiadores, espectáculo que seguían con igual interés emperadores, senadores y el pueblo llano. En la actualidad, el espectáculo que desata pasiones es el fútbol, y sal- vando las distancias por ser mucho menos cruel, el estadio de fútbol hace la misma función que los coliseos romanos pero sin la muerte como objetivo del espectáculo. Por tanto, el fútbol, al menos culturalmente, hablando de manera metafórica es una evolución de los espectáculos de gladiadores. El coliseo romano es el estadio primiti- vo de los actuales estadios de fútbol; el carácter es el estadio o lugar de celebraciones multitudinarias; y los estados evolutivos serían coliseo-estadio de fútbol. Diríamos que este carácter tiene dos estadios 0 (primitivo) y 1 (derivado), pues utilizamos la nomen- clatura binaria para poder trabajar los caracteres con la ayuda de un ordenador, que puede manejar millones de combinaciones.

Una de las cosas más difíciles para clasificar los organismos fósiles en general, y los dinosaurios en particular, es reconocer esos caracteres derivados. Así por ejemplo, los cocodrilos presentan un carácter compartido con los dinosaurios y otros reptiles mesozoicos que se trata de un agujero del cráneo por delante de la órbita. Su nom- bre es la abertura anteorbital. El grupo de reptilianos que presentan ese carácter se llaman arcosaurios (“reptiles dominantes”) y lo diferencian del resto de vertebrados. Los arcosaurios agrupan a reptilianos triásicos extinguidos, cocodrilos, pterosaurios, dinosaurios y aves.

Las diferencias morfológicas de los dinosaurios con el resto de arcosaurios hay que buscarlas en sus adaptaciones a la mejora del movimiento, una de ellas es la perfo- ración que existe en la zona de articulación del fémur con la cadera. El proceso de la evolución en su miembro trasero les permitió andar a dos patas. La consecuencia inmediata fue que los primeros dinosaurios tuvieron las manos liberadas para otros

32 Algunas cosas de los dinosaurios fines distintos de la locomoción. Lo usaron para procurarse la comida de una manera más eficaz que otros reptilianos que convivían con ellos en el mundo triásico. Esto su- puso una enorme ventaja evolutiva, ya que los primeros dinosaurios eran carnívoros y podrían usar dientes y manos para la caza de sus presas.

Los principales grupos de dinosaurios

Los dinosaurios llegaron a ser animales tan especializados que generalmente se cla- sifican a nivel familiar con casi todas las partes del esqueleto. Sin embargo, para poder identificarlos a nivel de especie, es necesario tener una gran parte del esqueleto. En algunos grupos hay partes que son más importantes en la identificación. Por ejemplo, en los dinosaurios carnívoros, un sólo diente puede ser suficiente para clasificarlos correctamente, mientras que varias vértebras articuladas pueden no ser diagnósticas. En general, cuantas más partes del esqueleto tengamos, más nos acercaremos a identificarlo correctamente.

< Reconstrucción del esqueleto del saurópodo Amargasaurus del Cretácico Inferior de la Patagonia argentina. El ejemplar está fotografiado en la exposición Dinosaurios de la Patagonia que se pudo contemplar en el Centro Comercial Gran Casa de Zaragoza.

33 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

La disposición relativa de los huesos que forman la cadera, llamados ilion, pubis e isquion, es fundamental para separar los dos grandes grupos de dinosaurios: los sau- risquios y los ornitisquios. La cadera Saurischia es en la que el pubis se orienta hacia delante y el isquion hacía atrás. Sin embargo, en la cadera Ornithischia, tanto el pubis como el isquion están orientados hacia la cola del animal. Hace 200 millones de años, casi al comienzo de su existencia, los dinosaurios se separaron en estos dos grandes grupos, saurisquios y ornitisquios.

Los dinosaurios saurisquios se dividen en Sauropodomorpha y Theropoda. Entre los sauropodomorfos se incluyen los gigantescos saurópodos. Son una de las imágenes más clásicas de un dinosaurio con su enorme cuello y cola. Estos cuadrúpedos co- medores de plantas han sido los animales terrestres más grandes y pesados que han vivido. Parece que no hubo limite en el tamaño que llegaron a alcanzar ¡Algunas espe- cies pudieron medir más de 35 metros de longitud! Todos los saurópodos no llegaron a tener un tamaño tan desmesurado, pero longitudes entre 15 y 20 metros como alcan- zaron los saurópodos aragoneses Aragosaurus y Galvesaurus, fueron habituales.

< Reconstrucción del esqueleto del gigantesco terópodo Giganotosaurus del Cretácico Inferior de la Patagonia argentina. El ejemplar está fotografiado en el Museo de Chocón de Neuquén (Argentina)

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Reconstrucción del esqueleto del ornitópodo Iguanodon del Cretácico < Inferior de Europa (dinosaurio presente en las Cuencas Mineras). El ejemplar está fotografiado en el Natural History Museum de Londres.

Los terópodos son el otro gran grupo de saurisquios. Fueron los únicos dinosaurios carnívoros, por lo que todas sus adaptaciones están relacionadas con su capacidad de ser animales depredadores. Se pueden citar dientes afilados, con bordes aserra- dos, adaptados al corte, o sus garras curvadas, o sus poderosas piernas adaptadas a la velocidad. Suelen ser los dinosaurios más famosos, ya que a este grupo perte- necen el gigantesco Tyrannosaurus rex, o el cinéfilo Velociraptor. Precisamente en el grupo de terópodos al que pertenece Velociraptor se encuentran los ancestros de los que evolucionaron las aves actuales.

Los ornitisquios son un grupo muy diverso de dinosaurios exclusivamente comedores de plantas. Entre los ornitisquios se puede destacar a los tireóforos, o los dinosaurios acorazados. Agrupa a formas cuadrúpedas muy diferentes, por una parte los anqui- losaurios (dinosaurios tanques) que tenían todo su cuerpo cubierto por placas de hueso. Por otra, los estegosaurios, se caracterizados por la presencia de dos hileras de placas recorriéndoles todo el cuerpo. Otros ornitisquios bien conocidos son los dinosaurios con cuernos (ceratopsios). Tenían una enorme cabeza ornamentada con cuernos, como el famoso Triceratops. Las películas con la lucha entre un Triceratops

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y un Tyrannosaurus rex han sido clásicas en la ciencia ficción. Por último, se puede citar a los ornitópodos, grupo al que pertenecen los dinosaurios conocidos po- pularmente como son los iguanodóntidos o los hadrosáuridos. Estos dinosaurios tenían un conjunto de dientes bien adaptados para comer plantas duras. Fueron posiblemente los dinosaurios más abundantes durante el Cretácico, por eso a al- gunos de ellos se les conoce como las “vacas del Cretácico”.

Cómo fosiliza un dinosaurio

¿Los fósiles de dinosaurios son piedra o son hueso? Esa es una pregunta que suelen hacernos los interesados a la Paleontología que por primera vez se acercan a estos fósiles. Indudablemente son piedras, ya que su composición mineral así lo atestigua. Los fósiles tan antiguos como los dinosaurios difícilmente conservan la materia orgánica que inicialmente tenía el hueso. Los que por el contrario, se de- cantan por hueso, también tienen algo de razón, ya que el objeto que tienen entre las manos una vez, hace más de 65 millones de años formaba parte del esqueleto de un ser vivo. Este hueso ha necesitado de un proceso largo de “petrificación”, en el cual las partes duras han perdido la materia orgánica sustituida por minerales como el carbonato cálcico. En este proceso se rellenaron los huecos, de manera que el fósil de dinosaurio es un elemento más de la roca que lo contiene.

36 Algunas cosas de los dinosaurios

El proceso de fosilización de los huesos de dinosaurios es un proceso que podemos sintetizar así. Nos podemos imaginar un ejemplar viejo de un iguanodontio cazado y devorado por un gran dinosaurio carnívoro. Esta caza se produjo a la orilla de un río y en ese mismo lugar se comió todo lo que pudo de la presa. Los restos de músculos, vísceras y huesos rápidamente quedaron enterrados en una mezcla de arcilla, limo y piedras que llevaba el río. Así enterrados terminó de pudrirse la materia orgánica y los huesos comenzaron a fosilizarse. Este proceso pudo variar desde unos miles de años, hasta millones de años dependiendo de las condiciones.

Una vez formado el fósil, su historia geológica va a ser la misma que la de la roca. El fósil se puede mantener inalterado durante millones de años, y solo se destruye si la roca es transformada por un gran calentamiento producido por quedar enterrada a

< Esquema del proceso de fosilización. Una carcasa es Los dinosaurios son los animales terrestres < devorada por un terópodo junto a la orilla de un río. La más grandes que han existido. subida del agua durante la crecida del río produce un Algunos alcanzaron un tamaño enterramiento de los huesos que no fueron consumidos descomunal como los saurópodos. por el carnívoro. Una vez enterrados comienza el Uno de los mayores es Argentinosaurus, proceso de fosilización. 100 millones de años despues la en la fotografía se puede ver la erosión y/o la excavación de los paleontólogos ponen al reconstrucción de este dinosaurio descubierto los fósiles. Dibujo de Óscar SanIsidro. en el del Museo Plaza Huincult en Argentina.

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gran profundidad. Cuando la erosión, o la acción del hombre excava la roca donde se encuentran los huesos fósiles, estos afloran y entonces pueden ser estudiados por los paleontólogos. Pero ¡Cuidado! los fósiles de dinosaurios han podido estar enterrados más de 100 millones de años sin que nada los altere. En el momento que los descubrimos estas condiciones cambian, convirtiéndose en objetos fácilmente destruibles por el medio ambiente o por nosotros mismos. Los fósiles de dinosaurios deben ser excavados por paleontólogos para que pueda recuperarse de la mejor manera este legado del pasado.

Tipos de fósiles de dinosaurios

La Paleontología es la ciencia que estudia los fósiles, y a partir de ellos reconstruye la historia de la vida. Su principal activo es que lo hace a partir de los fósiles y no de extrapolar al pasado las observaciones sobre los organismos actuales. Los fósi- les representan el resultado de una transferencia de información desde la biosfera hasta la litosfera, proceso, en el que se pierde parte de esta información. Una de las evidencias de esta pérdida es que sólo se conservan las partes mineralizadas (hue- sos y dientes en el caso de los vertebrados). El término fósil directo hace referencia a la fosilización del organismo o parte de su cuerpo (por ejemplo huesos, conchas, hojas, etc.). Fósil indirecto es un término que agrupa a estructuras o huellas fósiles producidas por la actividad orgánica del organismo, como pueden ser sus pisadas.

Cráneo Vértebras cervicales

Mandíbula Vértebras Vértebras dorsales sacras Ilión Vértebras caudales

Placa esternal Reconstrucción del esqueleto del saurópodo Diplodocus Chevron Costilla donde se muestran todos los Húmero Isquión Pubis huesos de este dinosaurio. Escápula Fémur Generalmente los huesos Coracoides fósiles se encuentran aislados, Ulna Tibia por lo que lo primero que hace Radio Fíbula el paleontólogo es identificarlo Carpales Metacarpiano Metatarsiano V y situarlo en un esqueleto. I Falange ungueal Falange Astrágalo IVIIIII Dibujo de Óscar SanIsidro.

38 Algunas cosas de los dinosaurios

Los fósiles indirectos nos aportan información sobre la Paleobiología de los dinosau- rios, que no se conserva en los restos directos.

Vamos a hacer un repaso del tipo de fósiles descritos en dinosaurios, y cuáles de éstos se han encontrado en las Cuencas Mineras. Los hemos ordenado alfabéticamente:

- Biomoléculas: Con este término se agrupan el ADN, proteínas y otras moléculas. Son escasas en el registro fósil, en general y en los dinosaurios, en particular, ya que se destruyen en la fosilización. Hasta el momento, no se han buscado en los fósiles de dinosaurios de las Cuencas Mineras.

- Cololitos: se trata del contenido estomacal fosilizado. Hay pocos ejemplos de cololi- tos de dinosaurios, pero puede ser difícil de diferenciar de los coprolitos, cuando se encuentran fuera de la carcasa del animal. Los cololitos son el principal dato para conocer la dieta del dinosaurio en el que se encuentra. Hasta el momento no se han encontrado en los yacimientos de las Cuencas Mineras.

- Coprolitos: con este término se agrupan los fósiles de excrementos conservados en el registro fósil. Las heces han sufrido procesos de mineralización que han permitido su conservación hasta la actualidad. En las Cuencas Mineras se han encontrado muchos coprolitos en los yacimientos, con cierta seguridad, algunos de ellos fueron producidos por dinosaurios.

- Dientes: es el fósil directo de dinosaurio más abundante en las Cuencas Mineras. Suelen ser dientes aislados desprendidos de las mandíbulas de los dinosaurios, del esqueleto del animal muerto, o bien desprendidos en vida. Los dinosaurios te- nían la capacidad de reemplazar los dientes durante toda su vida. De esta manera reponían los caídos por rotura o por desgaste, como hacen los reptiles actuales. Este patrón es diferente al de los mamíferos como nosotros, que sólo disponemos de un reemplazo dental (dentición “de leche” y dentición definitiva). Gracias a esta capacidad de reemplazamiento un dinosaurio podría producir cientos de dientes a lo largo de su vida.

- Embriones: los fósiles de embriones de dinosaurios se conservan excepcionalmente en el interior de los huevos. En las Cuencas Mineras se han encontrado pequeños huesos de dinosaurios que podrían pertenecer a embriones.

- Endocráneos: Se trata del relleno del cráneo por material sedimentario que conserva impresas las estructuras de la parte del cráneo en contacto con el cerebro. Tiene un gran interés para reconstruir las funciones vitales como el olfato o la vista de los dinosaurios, a partir del desarrollo relativo de las diferentes partes del cráneo. Son fósiles raros y por el momento no se han encontrado en las Cuencas Mineras.

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- Fitolitos: son cristales de tamaño microscópico de sílice o de calcita formados en la epidermis de las plantas. Se pueden encontrar en los dientes de dinosaurios y dan información directa de las plantas que consumían. Por el momento, no hemos encontrado fitolitos en los dientes de dinosaurios de las Cuencas Mineras.

- Gastrolitos: son piedras generalmente silíceas, con los bordes redondeados, que han estado contenidas dentro de la vía digestiva de un dinosaurio para ayudar a la trituración de los alimentos. Presentan una superficie pulida con un aspecto similar a la de cantos rodados. Por esta razón, son difíciles de diferenciar, a no ser que se encuentren en el interior de la carcasa de un dinosaurio. En las Cuencas Mineras se han encontrado posibles gastrolitos, aunque al no encontrarse en relación con huesos fósiles no existe la certeza de que lo sean.

- Huesos: los huesos fosilizados, generalmente, se encuentran desarticulados. El es- queleto del animal muerto es normalmente desarticulado por la acción de depreda- dores y/o carroñeros o por agentes físicos o químicos. Finalmente llega a enterrarse y fosilizarse una parte del esqueleto o sólo huesos aislados. Únicamente, en el caso de enterramiento rápido se puede encontrar esqueletos completos o partes de éste en conexión anatómica. Hasta el momento, se han recuperado huesos aislados provenientes de ejemplares de dinosaurios desarticulados en los yacimientos de las Cuencas Mineras.

- Huevos y cáscaras: la presencia de embriones de dinosaurios en huevos es la prin- cipal evidencia de que estos vertebrados ponían huevos. Las cáscaras de huevos de dinosaurios aisladas son relativamente frecuentes en el lavado-tamizado de los sedimentos en las Cuencas Mineras, aunque no se ha encontrado nunca huevos completos, pero siempre hay un primer día...

- Icnitas: son pisadas fosilizadas. Su forma inicial es la de la planta del pie del dinosau- rio que pisó el sedimento. La forma final depende además de la especie de dinosau- rio, de su comportamiento (si anda o corre), de la consistencia del substrato donde pisa, y de los procesos sedimentarios y de conservación de la roca. Las icnitas de dinosaurios son abundantes en Teruel, pero por el momento no se han encontrado en las Cuencas Mineras. Sólo es cuestión de tiempo.

- Impresión de la piel: en algunos casos excepcionales se puede encontrar la impre- sión de la piel de los dinosaurios. Esto ha permitido reconstruirlos externamente y conocer, por ejemplo, que poseían una piel con estructuras poligonales y en algu- nos casos plumas. Por el momento no se han encontrado impresiones de piel de dinosaurios en los yacimientos de las Cuencas Mineras.

40 Algunas cosas de los dinosaurios

- Marcas de mordisco: los huesos pue- den conservar las marcas de mordis- cos producidas por los dientes de los carnívoros. Pueden ser subcónicas o de forma acanalada. Nos dan una in- teresante información paleoecológica, ya que implica que esos huesos han sido mordidos y/o devorados por car-

Los huevos de dinosaurios como los de la fotografía < es excepcional que se conserven enteros. nívoros. Se han encontrado marcas Estos provienen del famoso yacimiento de mordisco en algunos huesos de de Auca Mahuevo (Neuquén, Argentina), y están conservados en el Museo de Plaza Huincult. dinosaurios de las Cuencas Mineras. Lo más habitual es que sólo encontremos cáscaras aisladas como sucede en varios yacimientos - Meados: no es broma, se trata de la de las Cuencas Mineras marca producida por la porción de ori- na expulsado de una sola vez. Se han Las icnitas (pisadas fosilizadas) de dinosaurios es uno de sus fósiles más abundantes. << citado estas singulares estructuras en Nos dan información de la vida de estos animales. algunos yacimientos de icnitas de di- Algunos son espectaculares como esta icnita de un gran dinosaurio carnívoro nosaurios en Norteamérica y Brasil. encontrada en la Ruta de las Icnitas de Soria. - Momias: excepcionalmente se han encontrado momias de los dinosau- rios, con la conservación de partes blandas “momificadas” por procesos naturales. No se han encontrado fó- siles de estas características en las Cuencas Mineras.

- Osteodermos: son placas óseas que se encuentran en la piel de algunos dinosaurios y otros vertebrados como los cocodrilos. La textura de los osteo- dermos es diferente a la presente en el resto de los huesos del esqueleto, ya que son huesos situados en la piel (huesos dérmicos). En las Cuencas Mineras se han encontrado en varios yacimientos.

- Plumas: hasta hace unos pocos años las plumas eran una estructura que

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se relacionaba exclusivamente con las aves. Los descubrimientos modernos de di- nosaurios emplumados implican que es una estructura también presente en estos animales. Es un fósil muy delicado y por el momento no se ha encontrado en las Cuencas Mineras, aunque se podría encontrar en el ámbar recuperado en las minas de carbón.

- Químicos: los fósiles químicos son substancias producidas o sintetizadas por la actividad vital de los organismos que se conservan en los sedimentos o en los fó- siles. Por ejemplo isótopos particulares de carbono o de oxígeno. Por el momento, no se han realizado análisis para encontrarlos en los dinosaurios de las Cuencas Mineras.

- Tendones osificados: los tendones son los tejidos que unen el hueso con el mús- culo. Estos tendones pueden llegar a osificar, bien por una avanzada edad o para conseguir una mayor rigidez como sucede en los dinosaurios ornitópodos. Se han encontrado en varios yacimientos de las Cuencas Mineras.

Como se encuentran los fósiles de dinosaurios

La búsqueda de fósiles de dinosaurios es una de las tareas más complicadas y apa- sionantes a la que se enfrenta el investigador en Paleontología. La idea deformada por las películas del “paleontólogo descubridor de osamentas enteras” o el “paleon- tólogo excavador con un cepillo” están lejanas de la realidad. Indudablemente, en afortunadas ocasiones se encuentran restos fósiles completos que la erosión hace aflorar. Un buen caso es del iguanodontio de Aliaga que posteriormente describimos. Pero no es lo habitual en los yacimientos de la Cuencas Mineras.

En la fotografía de la página siguiente, se puede ver alguno de nosotros en la innoble tarea de escudriñar en la superficie de un yacimiento de dinosaurios a la búsqueda del más mínimo indicio o esquirla que nos delate la presencia de algún resto identifi- cable. Un gran día es en el que somos capaces de encontrar algún resto identificable, como puede ser un diente aislado. La mayor parte de las veces lo único que encon- tramos son esquirlas inidentificables o secciones de hueso en una roca dura como la que se aprecia en la página siguiente. Teniendo en cuenta la escasez de fósiles de dinosaurios hasta el más mínimo resto puede dar una información que de otra mane- ra se perdería. A lo largo de la historia evolutiva de los dinosaurios existieron miles de especies, de las cuales no se ha conservado ni un solo resto. Hay un pequeño número de ellas, que podemos conocerlas, a veces con solo un diente. Esa es la razón, que la postura “cuerpo a tierra” del paleontólogo de dinosaurios sea tan habitual.

42 Algunas cosas de los dinosaurios

Paleontólogos del grupo Aragosaurus < En algunas excepcionales ocasiones hay “rodilla en suelo” prospectando la superficie de un yacimiento con restos de dinosaurios suerte y se encuentran gran cantidad de del Cretácico Inferior de las Cuencas Mineras. fragmentos de esquirlas óseas que in- dican la destrucción de un gran hueso. Es la mejor evidencia de la presencia de un buen yacimiento de dinosaurios que necesita ser excavado. A partir de

Sección de un diente de dinosaurio encontrado < ese momento comienza la excavación, en un yacimiento de las Cuencas Mineras en Aliaga. Este es el aspecto que suelen tener los huesos se limpia la superficie y se excava con cuando se encuentran en las rocas. diferentes instrumentos dependiendo Será el paciente trabajo del paleontólogo en el laboratorio lo que permitirá prepararlo de la dureza de la roca. En ocasiones, para poder estudiarse y mostrarse en una exposición. se usan martillos pilones y amoladoras, una imagen de excavación que poco se parece a la del paleontólogo de la pe- lícula Parque Jurásico. Si el yacimiento no ha sido completamente erosionado, comienza la lenta y concienzuda extrac- ción de los huesos fósiles. Se desen- tierran, consolidan y se protegen para que el hueso pueda conservarse lo más completo posible.

43

Aliaga

Historia de los descubrimientos

La primera referencia sobre posibles restos de dinosaurios en Aliaga es de Albert Fé- lix de Lapparent (1905-1975). Este investigador francés fue un paleontólogo y jesuita que desarrolló una gran actividad en la búsqueda y estudio de los dinosaurios del Sahara, la Península Ibérica y de Francia. Fue el primer investigador extranjero que intuyó el potencial que podía tener España y, en particular, la provincia de Teruel, en la investigación de los dinosaurios. Durante la década de los años 1950 y los 60, sus estudiantes realizaron trabajos de campo en Teruel. Esto les permitió encontrar varios yacimientos y contactar con personas que habían encontrado fósiles anteriormente, como es el caso de José María Herrero en Galve.

Lapparent citó la presencia de restos de dinosaurios y de otros vertebrados mesozoi- cos en varias localidades del Cretácico Inferior de Teruel: Galve, Castellote, Cantavie- ja, Arroyo Cerezo, Mora de Rubielos, Alcalá de la Selva, Rubielos de Mora, etc. En la mayoría de los casos, no describió en profundidad los huesos y tampoco dio la situa- ción exacta de los yacimientos, por lo que esa información se ha perdido. Un ejemplo es su cita de Aliaga en 1966, en ella incluye en la lista de yacimientos “un hueso en una capa de ostras, al Sur de Aliaga” (traducido del francés). Teniendo en cuenta el contexto estratigráfico, posiblemente, se está refiriendo a las rocas calcáreas con abundantes ostreidos del Cretácico Inferior que se conocen como “Facies Urgon”. Con esta referencia es imposible conocer el lugar exacto de donde proviene ese fósil. Si fue extraído, desconocemos se ubicación (si se conserva). Tampoco se puede cono- cer a qué animal podía pertenecer, pero teniendo en cuenta las formaciones geológi- cas de las que puede provenir, correspondería a un reptil marino o a un dinosaurio.

45 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Fotografía del paleontólogo francés Albert F. Lapparent. Este investigador fue el primer impulsor de los estudios de los dinosaurios turolenses.

46 Aliaga

Después de esta primera cita, tenemos que continuar la historia en el siglo XXI, ya que anteriormente no tenemos constancia de descubrimientos por parte de aficio- nados o de investigadores. La primera vez que nos acercamos a Aliaga a buscar dinosaurios fue con José Luis Simón, profesor de la Universidad de Zaragoza y alma mater del Geoparque de Aliaga. A final de la década de los 1990 nos enseñó unos afloramientos cerca de la conocida peña bautizada como Porra. Un guía del Geoparque había encontrado fragmentos de huesos en unas arcillas grises. En el afloramiento pudimos identificar tres niveles fosilíferos, que denominados como Porra 1-3. Con esta nomenclatura es como constan en la Carta Paleontológica de Aragón. Entre el material recuperado pudimos identificar fósiles de “peces” óseos, cocodrilos y de dinosaurios, además de algunas cáscaras de huevo. Los restos que encontramos en la superficie eran fragmentarios, pero indicaban que la erosión podía hacer aflorar restos más completos. Ante la posibilidad de encontrar nuevos restos hicimos y seguimos haciendo el seguimiento de los afloramientos de la Po- rra. La importancia de estos yacimientos es doble; por una parte, forman parte del Geoparque de Aliaga, un proyecto en el que muchos compañeros geólogos han puesto un gran esfuerzo y, por otra, la formación geológica en la que aparecen los fósiles es una de las áreas de estudio incluida en los proyectos de investigación de nuestro Equipo.

Como hemos visto anteriormente, el papel del aficionado y descubridor de los dino- saurios es importante, ya que, en muchas ocasiones, es el encargado de informar sobre descubrimientos importantes. El conocimiento del primer fósil de dinosaurio en el término municipal de Aliaga se lo tenemos que agradecer a Ernesto Láza- ro. La historia tiene unos años. Ernesto Lázaro suele aprovechar sus estancias en Aliaga para pasearse por los alrededores de esta bonita localidad. En uno de es- tos paseos encontró, en un talud recién removido por una retroexcavadora, unos fragmentos de hueso fósil. Al parecer la actividad de la maquina había destruido parte de un yacimiento. Pronto se dio cuenta de la importancia del descubrimiento, recogió todas las esquirlas (fragmentos de huesos fósiles) de la superficie y se puso en contacto con nosotros. Ernesto, a través de su empresa Mulser, es uno de los pioneros en Aragón en la comercialización de energías renovables (solar y eólica) y nos había conocido durante una compra de placas solares. De esta manera tan inusual conocía la actividad de Aragosaurus buscando dinosaurios en el término municipal de Aliaga. Algunos de los fragmentos que encontró se pudieron pegar, e incluso reconstruir parte de algunos huesos. Se trataba de dos cuerpos vertebrales, dos costillas y, posiblemente, una placa dérmica. Lamentablemente, el material es fragmentario para estudiarlo en detalle y el yacimiento parece estar agotado. Ahora

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bien, si se confirma que uno de los Bernardo Zaera, el descubridor de las primeras < vértebras del iguanodontio de la Porra. huesos es una placa dérmica, esto Foto de José Luis Simón. significaría que se trata de un hueso de un dinosaurio acorazado (tireófo- Equipo de la FCPT-Dinópolis excavando ro), posiblemente, un estegosaurio o el yacimiento del iguanodontio de la Porra. << a un anquilosaurio. Foto de José Luis Simón.

En la primavera del 2004, imparti- mos una charla en Aliaga sobre los dinosaurios de su término municipal y los lugares donde se podrían en- contrar. Esta charla parece que fue el punto de partida de nuevos descubri- mientos, ya que desde entonces se han multiplicado por todo el término municipal. A continuación vamos a comentar algunos de ellos.

El iguanodontio de la Porra

Los primeros fósiles del iguanodontio de la Porra fueron encontrados por Bernardo Zaera en agosto de 2004. Se trataba de varios cuerpos verte- brales articulados, que la erosión ha- bía comenzado a mostrar. Este sin- gular descubrimiento se encontraba a pocos metros de los yacimientos de Porra que seguíamos desde hace años. En la fotografía se puede ver cómo Bernardo descubrió esos pri- meros restos. Nuestros colegas de la Fundación Conjunto Paleontológi- co de Teruel realizaron dos campa- ñas de excavación en 2004 y 2005, extrayendo todo el material que se encontraba en el yacimiento. La con- servación de los fósiles era excelen- te y sobre todo lo más interesante es

48 Aliaga que se encontraron varias vértebras en conexión anatómica. Se han recuperado 11 vértebras del mismo dinosaurio, una perteneciente al cuello (vértebra cervical) y el resto a la espalda (vértebras dorsales). El hecho de que muchas de estas vértebras se encontraran articuladas implica que se acumularon y se enterraron en conexión, incluso puede que las vértebras estuvieran unidas por tejidos blandos y ligamentos antes del enterramiento y su posterior fosilización. Además, también se encontraron las costillas que estarían en relación con las vértebras y tendones osificados con una magnífica conservación.

Los tendones osificados aparecen en algunos dinosaurios para robustecer o dar rigi- dez a las vértebras, especialmente las de la cola. De esta manera, pueden mantener la cola elevada y no arrastrarla por el suelo. Estos tendones son duros, pero frágiles por lo que suelen encontrarse fragmentados en los yacimientos. Los tendones osifi- cados son típicos de los dinosaurios comedores de plantas del Cretácico Inferior del grupo de los iguanodontios, entre los que se incluyen el famoso Iguanodon de la isla de Wight, en Inglaterra, y Bernissart, en Bélgica. A partir del tamaño de las vértebras, nuestros colegas de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel han calculado que el iguanodontio de la Porra tendría una longitud de unos 7 u 8 metros. Además, han interpretado que tendría una edad avanzada.

La carcasa de este iguanodontio se encontró en un nivel carbonatado intercalado entre areniscas y arcillas de la Formación Camarillas. Esta formación geológica se depositó en el Barremiense inferior (Cretácico Inferior), aproximadamente hace 125 millones de años. Por el tipo de litología se sabe que en ese momento el paisaje del entorno de Aliaga era muy diferente al actual. Las areniscas y lutitas se formaron a partir del sedimento acumulado en los grandes ríos que surcaban las planicies, hoy ocupadas por las montañas. Las margas que contenían al dinosaurio se de- positaron en una zona pantanosa cercana a estos grandes ríos. El color negro del yacimiento se debe a los abundantes restos fósiles de plantas que se encontraron en el yacimiento.

Las vértebras del iguanodontio de la Porra se encuentran actualmente expuestas en el centro de Dinópolis en Teruel. Una réplica puede verse en el Centro de Visitan- tes del Parque Geológico. Este centro se encuentra en un edificio rehabilitado que anteriormente era un antiguo almacén de piezas de repuesto de la maquinaria de ERZ, cuando se explotaban las minas y la central térmica (años 50-70). Contiene paneles informativos, una pequeña colección de rocas y fósiles, juegos interactivos y un pequeño espacio de proyección donde se pasa un audiovisual. Fue financiado por el programa PRODER de la Comarca de Cuencas Mineras y se abrió en agosto de 2006.

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Réplica de las vértebras de iguanodontio de la Porra. Foto de José Luis Simón

El diente de espinosáurido de Aliaga

Nuestro grupo de investigación continúa con las prospecciones de los sedimentos del Cretácico Inferior de Aliaga comenzadas hace más de diez años. Esto nos ha permitido descubrir más de una docena de nuevos yacimientos con huesos y cáscaras de huevo de dinosaurio. Estos yacimientos necesitan un seguimiento, con vistas a su excavación o, en su defecto, la recuperación de los fósiles que la erosión exponga en su superficie. Los fósiles recuperados se encuentran en fase preliminar de estudio y hemos preferido no incluirlos en este trabajo (¡siempre hay que dejar algo para una segunda edición!). Sólo adelantaremos que uno de los dientes fósiles que hemos recuperado tiene una morfología singular que permite identificarlo con bastante precisión.

La mayoría de los lectores de este libro jamás habrán encontrado un fósil en el cam- po. En el mejor de los casos pueden haber descubierto alguna concha fósil, pero difícilmente se habrá topado con un resto fósil de dinosaurio. La razón es la siguiente. Son fósiles escasos y generalmente difíciles de descubrir, ya que son destruidos con facilidad por la erosión. Una de las tareas que aprenden los jóvenes paleontólogos es reconocer los fósiles de dinosaurios en el campo, sobre todo, cuando éstos son de pequeño tamaño. Dos de nosotros (José Manuel Gasca y Miguel Moreno) en sus primeras prospecciones encontraron un fragmento rodado de diente durante la cam-

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< Diferentes vistas del diente del terópodo espinosáurido de Aliaga. Los dientes de estos dinosaurios suelen tener una ornamentación de crestas longitudinales y una sección subcircular, similar a la que tienen los cocodrilos. La línea es 1 cm. paña realizada en el término municipal de Aliaga en el año 2007. Este fragmento presentaba roturas frescas, lo que indicaba que había sido roto por la erosión, y que el resto del diente que faltaba podía encontrarse cerca. Tras una minuciosa observación “cuerpo a tierra” pudieron recuperar varios fragmentos más de este diente y, en su mayor parte, reconstruirlo en el laboratorio. El trabajo de prospec- ción en el campo conlleva muchos días sin encontrar fósiles, por lo que cuando se encuentra un fósil tan valioso (aunque pequeño) es un día de fiesta.

La limpieza y reconstrucción del diente nos permitió descubrir que se trataba de un dinosaurio carnívoro (terópodo) de un grupo muy particular: los espinosáuri- dos. Estos dientes los hemos estudiado en otras partes de Teruel: Castellote, Josa y Galve, por lo que los conocemos bien. Tienen dos características que los hacen inconfundibles; presentan unas crestas longitudinales que recorren las caras de los dientes y un esmalte con una granulosidad característica.

Los espinosáuridos son un grupo de terópodos que se caracterizan por tener un cráneo alargado y unos dientes subcónicos, más parecidos a los de los cocodrilos que a los del resto de los terópodos. En la Península Ibérica se han encontrado dientes aislados de espinosáuridos en Burgos, Teruel y Castellón, pero nunca se han encontrado restos más completos que permitan incluirlos en una especie con- creta. Algunos de los miembros más conocidos de este grupo son Spinosaurus, un gigantesco terópodo que se encontró hace 75 años en Egipto y que se ha hecho famoso por la tercera entrega de la película Parque Jurásico. También se incluye a Baryonyx, un ejemplar recuperado en el Cretácico Inferior de la Isla de Wight (Reino Unido). Posiblemente, el diente de Aliaga pertenezca a una especie nueva, aún sin describir, pero para confirmarlo necesitaremos tener la suerte de encontrar un ejemplar bien conservado y abundantes restos. ¿Quién sabe?, a lo mejor lo encontraremos en alguno de los yacimientos de las Cuencas Mineras.

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Los dinosaurios más modernos de Teruel

En la Comarca de las Cuencas Mineras también se han encontrado los fósiles de dinosaurios más modernos de la provincia de Teruel. Se trata de una serie de descu- brimientos aislados cerca de Cirugeda. Los habitantes de esta pequeña aldea habrán visto en muchas ocasiones a los estudiantes de Geología de la Universidad de Zara- goza realizando sus prácticas a lo largo de la cuneta de la carretera, que se encuen- tra en la entrada al pueblo. Precisamente, en una de estas prácticas dirigidas por el profesor de Estratigrafía Gonzalo Pardo, los estudiantes (hoy geólogos) Paola Infante y Jorge Ferrer se fijaron que había unas esquirlas de hueso en un talud. Además,

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Reconstrucción del paisaje del Hauterivinse de Aliaga con un espinosáurido. De este dinosaurio < se han encontrado dientes aislados en rocas del Cretácico Inferior de Aliaga. Dibujo de Óscar SanIsidro. localizaron el lugar de donde provenían, donde encontraron lo que parecía el arco hemal (hueso de la cola) de un dinosaurio. Se dieron cuenta rápidamente de la impor- tancia del descubrimiento, ya que las rocas que contenían los fósiles se consideraban terciarias, de una edad en la cual no podía haber dinosaurios. Hicieron fotos del arco hemal y trajeron a la universidad las pequeñas esquirlas aisladas que encontraron en la superficie. En el laboratorio pudimos comprobar que se trataban de fragmentos del caparazón de una pequeña tortuga y confirmar (con la fotografía) que se trataba de un arco hemal de un dinosaurio.

53 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

El arco hemal que descubrieron fue destruido antes que pudiera recuperarse. Un poco antes de que visitáramos la cuneta, una retroexcavadora limpio esa parte de la carretera, haciendo desaparecer esos huesos. ¡Una verdadera pena!. Las fotografías son el único recuerdo que tenemos de estos fósiles. Ante nuestra desilusión, realiza- mos una búsqueda en los niveles estratigráficos cercanos a esta cuneta y tuvimos suerte. Encontramos un fragmento de una espina neural de una vértebra dorsal de un pequeño saurópodo. Esto demostraba que estas rocas eran del Cretácico Superior y no del Terciario.

El estudio científico de este fósil lo presentamos en la Reunión de la Real Sociedad Española de Historia Natural celebrada en Teruel a finales de Septiembre de 2005. La importancia de este fragmento de espina neural es que, por primera vez, se habían encontrado dinosaurios del final del Cretácico, es decir, de una antigüedad entre 65 y 70 millones de años, en la provincia de Teruel. Este descubrimiento ha abierto la puerta para investigar la extinción de los dinosaurios en las Cuencas Mineras. Dada la naturaleza fragmentaria del fósil, es imposible incluirlo en ninguna de las especies conocidas, pero tiene caracteres similares a saurópodos titanosaurios, como Ampe- losaurus, descubierto por el equipo de Jean Le Loeuff en Esperaza (Aude), en rocas del Campaniense-Maastrichtiense (final del Cretácico) del sur de Francia.

La Península Ibérica es un lugar privilegiado para el estudio de la extinción de los dinosaurios. Se conocen muchos yacimientos en los Pirineos; por ejemplo en Arén (Huesca), pero éste fue el primer hallazgo del final del Cretácico en Teruel. De esta manera, la provincia presenta un registro de dinosaurios desde el final del Jurásico (hace 150 millones de años) hasta el final del Cretácico (hace 65 millones de años). Los fósiles de dinosaurio y de tortugas de Cirugeda están depositados en el almacén del Museo de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel.

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Historia de los descubrimientos. El yacimiento de La Cantalera.

Hemos encontrado evidencias de dinosaurios en varios yacimientos de Josa. Sin em- bargo, nos vamos a referir exclusivamente a los fósiles de La Cantalera, por ser uno de uno de los yacimientos más importantes del Cretácico Inferior de Europa en cuanto a la paleobiodiversidad conservada.

La Asociación Paleontológica Aragonesa (APA) es un grupo de aficionados a la Pa- leontología con sede en Zaragoza. Durante muchos años han informado de descu- brimientos significativos que, posteriormente, se han convertido en publicaciones de importancia internacional. Uno de esos descubrimientos es el yacimiento de La Can- talera. Fue encontrado en 1994, de manera independiente por Marcial Marco Saura y José María Abad Sancho. José María, presidente del APA, fue quién nos informó del descubrimiento y nos enseñó los primeros fósiles recuperados en superficie. Los fósiles recuperados por Marcial y por José María fueron depositados en el Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza y actualmente algunos de estos ejem- plares pueden verse en la exposición de este museo en el Edificio de Geológicas de la Facultad de Ciencias. También hay fósiles de La Cantalera expuestos en el Museo Paleontológico de Josa.

Desde la primera visita que realizamos al yacimiento nos dimos cuenta de su importan- cia científica. Sin mucho esfuerzo pudimos recuperar una veintena de dientes aislados de dinosaurios, que la erosión de la arcilla del yacimiento había sacado a la superficie. Además, se podían observar numerosas esquirlas de huesos con roturas frescas. Los huesos fósiles son elementos bastante frágiles que se erosionan o se rompen con facili-

55 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel dad cuando afloran a la superficie. La presencia de estas esquirlas en la superficie es, a veces, la mejor evidencia de que puedan existir fósiles más completos enterrados. Con los fósiles recuperados en esta primera prospección y con los cedidos por los aficiona- dos, se realizó un primer trabajo científico en 1997. Se estudiaron exclusivamente una veintena de dientes de dinosaurios y coprolitos, dando lugar al trabajo titulado “Primera evidencia de alimentación de dinosaurios herbívoros en el Cretácico inferior de España (Teruel)”, cuyos autores fueron José Ignacio Ruiz Omeñaca, José Ignacio Canudo y Gloria Cuenca Bescós. Este trabajo obtuvo el premio a la investigación de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas, Químicas y Naturales de Zaragoza, por la novedad que representaba en el estudio de los dinosaurios de Aragón. Hasta ese momento, sólo se habían recuperado en superficie fragmentos de huesos y muchos dientes mudados de dinosaurios, pero prácticamente no se había recuperado material completo y/o articula- do. Ante las buenas perspectivas que tenía el yacimiento, el Grupo Aragosaurus solicitó los permisos de excavación de La Cantalera a la Diputación General de Aragón (DGA) y realizó dos campañas de excavación en los veranos del 2000 y 2001.

Un vecino de la Comunidad de Madrid, con residencia en Hoz de la Vieja, anteriormente había excavado ilegalmente (sin los permisos de la DGA) el yacimiento de La Cantalera, recuperando numerosos fósiles de dinosaurios, entre los que hay vértebras de igua- nodontios y otros huesos que podían pertenecer a dinosaurios acorazados. Desgracia- damente, este valioso material científico y patrimonial no ha sido depositado en ningún museo, y por tanto no puede ser investigado, ni disfrutado por toda la comunidad. Los huesos de dinosaurios, en particular, y de vertebrados, en general, son fósiles raros y escasos, por lo que la mayoría de las veces suelen ser únicos. La excavación ilegal de yacimientos paleontológicos tiene la consecuencia de la pérdida de una información científica muy valiosa y de unos objetos con valor patrimonial para toda la sociedad. Pero dejemos de lado este incidente y volvamos a la parte agradable de la historia de este yacimiento.

Desde el comienzo tuvimos el apoyo por parte del Ayuntamiento de Josa, con su al- calde José Luis y su secretaria María José a la cabeza. Los recursos económicos de este pequeño ayuntamiento son escasos, pero tuvimos toda la ayuda necesaria. Así inauguramos el albergue municipal, en el cual estuvimos como en casa. El yacimiento está situado en una zona sin acceso a los vehículos, esto planteaba algunas dificul- tades para llevar el material necesario para la excavación y para el transporte de los fósiles. Incluso contactamos con un vecino del pueblo que tenía el último burro de la localidad. Gracias a su ayuda pudimos transportar los primeros cientos de kilogramos de sedimento recogidos en el yacimiento para la búsqueda de microvertebrados. Afortu- nadamente, el ayuntamiento consiguió que una maquina de la Diputación Provincial de

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Teruel arreglara un antiguo camino que discurría cerca del yacimiento. De esta manera, en la segunda campaña de excavación se pudo acceder hasta el mismo afloramiento con vehículos, lo que nos facilitó enormemente la labor. Las campañas fueron especial- mente duras por el calor del mes de Agosto, añadido por el color claro de la arcilla del yacimiento y su orientación al sur. Pero todos los integrantes de la excavación tuvieron un gran entusiasmo, tanto los miembros de la entonces incipiente empresa Paleoymás, aficionados de la Asociación Paleontológica Aragonesa (APA) y estudiantes y licencia- dos en Geología. Sin ellos no se podría haber abordado este trabajo.

Durante las dos campañas de excavación en La Cantalera se recuperaron varios cientos de dientes mudados de dinosaurios y alguna pieza del esqueleto postcraneal de dinosau- rios de gran tamaño. Entre ellos, los elementos del esqueleto dérmico (placas óseas) de dinosaurios acorazados, una vértebra cervical y costillas de iguanodontios. El resultado fue bastante desalentador en cuanto al descubrimiento de grandes restos, ya que, a prio- ri, este yacimiento era el que tenía las mejores perspectivas entre los que habíamos exca- vado hasta ese momento. Sin embargo, fue una grata sorpresa la gran riqueza que tiene el yacimiento de La Cantalera en cuanto a fósiles de microvertebrados y de cáscaras de huevo. Estos fósiles se recuperaron con la técnica del lavado-tamizado, que consiste en la recogida de sedimento en el yacimiento, y su disgregación con agua en el laboratorio, y en el tamizado de este sedimento disgregado por tamices de diferente luz de malla. La técnica es similar a como se hace en la búsqueda de las pepitas de oro, que tantas ve- ces hemos visto en la películas de vaqueros e indios. En este caso, lo que se busca son los microfósiles de vertebrados. La luz de malla usada en La Cantalera es la de medio milímetro, lo que ha permitido recuperar todos los microfósiles que tuvieran como mínimo ese tamaño. Se procesaron unas 5 toneladas de sedimento a lo largo de 3 años.

Los fósiles de vertebrados obtenidos en La Cantalera son de un gran interés científico, como puede verse por la gran cantidad de publicaciones que se han hecho hasta el mo- mento. Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones sobre los dinosaurios y otros vertebrados están aún por desarrollar. Vamos a ver a continuación lo que conocemos.

Los dinosaurios de La Cantalera

La Cantalera es el yacimiento europeo donde se han registrado un mayor número de grupos distintos de dinosaurios. La mayoría de ellos han sido identificados a partir de dientes aislados, por lo que difícilmente se puede llegar a unas determinaciones es- pecíficas. Esto no quita que podemos llegar a cuantificar la paleobiodiversidad de un ecosistema de hace 130 millones de años de esta parte de la Península Ibérica.

Los restos de dinosaurios más abundantes en La Cantalera son los dientes aislados de dinosaurios ornitópodos. Estos dientes pertenecieron, al menos, a cuatro especies

57 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Diente de anquilosaurio de La Cantalera (Josa). Tiene una característica forma de hoja, que lo hace fácilmente identificable como un dinosaurio tireóforo (dinosaurios con armadura). La fotografía está realizada por Cristina Gallego del Servicio de Microscopía Electrónica de la Universidad de Zaragoza. La raya es 1 mm.

58 Dinosaurios de Josa distintas de ornitópodos correspondientes a ejemplares adultos e infantiles. Esta colec- ción de dientes está compuesta por más de trescientos ejemplares, de los cuales más del 99% son dientes mudados. Los dinosaurios tenían una estrategia muy efectiva de reemplazamiento dental; cuando un diente se rompía o simplemente estaba muy des- gastado que impedía su función, el diente se caía y era reemplazado (mudado) por otro completo. También se han encontrado diversos restos postcraneales (vértebras, huesos largos, etc.), pero como se han encontrado aislados son poco diagnósticos para identificar a las especies de ornitópodos a las que pertenecieron. Sin embargo, los dientes aislados son muy característicos y sí que nos dan esa información.

En La Cantalera se han hallado abundantes dientes aislados de un ornitópodo pareci- do al famoso Iguanodon del que se puede encontrar más información en otras partes del libro. También hay muchos dientes de los pequeños ornitópodos hipsilofodóntidos. Estos dinosaurios, generalmente, tenían menos de dos metros de longitud. En cam- bio, en La Cantalera algunos dientes de estos hipsilofodóntidos son tan grandes como los de los iguanodontios, lo que significa que podrían medir ¡más de cinco metros!. Hipsilofodóntidos tan grandes no se han descrito en ninguna otra parte del mundo, por lo que, de confirmarse, tendríamos en Josa unos titanes para el grupo.

También se han encontrado dientes de ornitópodos morfológicamente parecidos a los de hadrosaurios. Esto no tendría mayor problema si no fuera por la antigüedad del yacimien- to. La Cantalera está datado como Cretácico Inferior, muchos millones de años antes de que comience el registro paleontológico conocido de hadrosáuridos en otras partes del mundo. Los hadrosáuridos son ornitópodos típicos del Cretácico Superior y posiblemente aparecieron al final del Cretácico Inferior. Sin embargo, los posibles dientes de hadrosau- rios de La Cantalera son más de 20 millones de años más antiguos. Quizás tengamos re- presentados a los primeros hadrosáuridos del registro fósil o algún grupo de ornitópodos desconocidos hasta el momento, cuyos dientes realizaban funciones muy similares a los de los hadrosáuridos y adquirieron una morfología similar. Este fenómeno, donde anima- les no emparentados desarrollan formas similares al enfrentarse a problemas similares, es muy frecuente en la naturaleza. Piense el lector en los delfines, un grupo de mamíferos que al enfrentarse al problema de la natación, adquirieron una forma muy similar a los mejores nadadores de todos los tiempos, los peces, con los cuales no están estrecha- mente emparentados. Este fenómeno recibe el nombre de convergencia evolutiva y suele ser uno de los grandes problemas en la clasificación de los organismos fósiles.

El otro grupo de dinosaurios ornitisquios comedores de plantas representado en La Cantalera son los tireóforos, concretamente anquilosaurios, o más popularmente co- nocidos como los dinosaurios acorazados por sus protecciones óseas en forma de placas. Los fragmentos de esas placas son uno de los restos fósiles más abundantes

59 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel en La Cantalera. Son huesos con una textura característica, de manera que con solo una pequeña esquirla se puede identificar una placa de anquilosaurio. También en- contramos un diente aislado que nos ha permitido conocer algo más de este dinosau- rio. Se trata de un diente en forma de hoja perteneciente a un anquilosaurio cercano al género inglés Polacanthus. ¿Cómo sería el anquilosaurio de La Cantalera? Al menos, la arquitectura general la podemos conocer. Como se ha comentado antes, sería cuadrúpedo, con el cuerpo completamente cubierto de placas de huesos (¡algunas especies tiene placas hasta en los parpados!). Algunas placas tenían forma de gran- des púas y estaban situadas en partes estratégicas de su cuerpo, de manera que le servirían de protección pasiva de los predadores. Incluso, es posible que al final de su corta cola tuviera alguna otra estructura defensiva que funcionaría como defensa activa. Su tamaño no sería demasiado grande, y oscilaría sobre los 5 metros.

Los grandes saurópodos también están representados en La Cantalera, aunque de una manera más escasa. Se han encontrado unos pocos dientes y algunos fragmentos de vértebras. Sin embargo, son muy singulares. Uno de los dientes encontrados por José María Abad presenta unos caracteres morfológicos únicos para los saurópodos. Se trata de unos pequeños bultos en la base del diente. Este carácter no lo presenta ningún otro diente de saurópodo europeo, pero sí que se ha descrito en un grupo de saurópodos asiáticos llamados euhelópidos. Este descubrimiento fue sorprendente y fue publicado en una revista paleontológica internacional de gran prestigio como es la argentina Ameghiniana. La interpretación de este descubrimiento es clara. Se trataba de la prueba de la presencia de saurópodos chinos en la Península Ibérica en el Cre- tácico Inferior. Explicado de otra manera, debió de existir una conexión terrestre para el intercambio de dinosaurios entre estos dos lugares tan lejanos. Pero no son los únicos emigrantes chinos de La Cantalera, como veremos más adelante. Se han descrito algu- nos mamíferos multituberculados (Eobaatar) que también se han encontrado en Asia.

En la Cantalera son también abundantes los dientes aislados de los dinosaurios car- nívoros (terópodos). Por el contrario, no hemos encontrado ningún resto postcraneal. Los dientes aislados de los terópodos nos permiten clasificarlos, al menos de una manera amplia. En la actualidad, Daniel Gómez Fernández está realizando un estudio detallado sobre la diversidad de los terópodos de La Cantalera con una ayuda econó- mica del Instituto de Estudios Turolenses. Uno de los aspectos que primero llama la atención es la gran diversidad morfológica que presentan estos dientes. Ya se pueden adelantar algunas determinaciones. Algunos corresponden a espinosáuridos, un tipo de dinosaurio que ya conocimos en el capítulo de los dinosaurios de Aliaga. Se tra- ta de dientes con unas características ornamentaciones longitudinales que recorren desde el ápice hasta la base de la corona del diente. Este dinosaurio carnívoro sería de talla mediana-grande.

60 Dinosaurios de Josa

La mayoría de los dinosaurios terópodos tienen dientes afilados, aplastados en direc- ción labio-lingual (desde el labio hacia la lengua) y presentan carenas en los extremos anterior y posterior. Estas carenas no suelen ser lisas, sino que tienen una caracte- rística forma de sierra compuesta por dentículos. Sin embargo, algunos dientes de La Cantalera de tamaño medio sólo tienen una de las dos carenas con dentículos, en particular la situada en la parte anterior del diente. Este carácter morfológico permite situarlos en un gran grupo de terópodos que se llama Maniraptora. De hecho, hay dien- tes de varios maniraptores de pequeño tamaño en La Cantalera, incluyendo alguno muy parecido a los del famoso Velociraptor de la película Parque Jurásico. Gracias a los extraordinarios descubrimientos en los últimos años de ejemplares articulados en China, sabemos que estos dinosaurios tenían el cuerpo cubierto de plumas. Estamos estudiando cuántos de estos terópodos emplumados vivirían alrededor de La Cantale- ra. Podemos adelantar que habría 4 ó 5 formas distintas.

Los mamíferos que vivieron con los dinosaurios de La Cantalera

Los grandes desconocidos del mundo de los dinosaurios, sin duda, son los mamíferos. Aunque comenzaron su historia evolutiva en la Tierra casi simultáneamente a la de los dinosaurios, en el Triásico, durante muchos millones de años se han considerado una rareza en los ecosistemas del Mesozoico, lo que hace que los mamíferos mesozoicos no sean conocidos para el gran público. Sin embargo, los descubrimientos de los últimos años por todo el mundo, incluyendo la Península Ibérica, nos han permitido conocer un aspecto fundamental: había muchos y diversos pequeños mamíferos en el mundo de los dinosaurios. Su estudio se ha convertido en uno de los campos más fascinantes de la Paleontología, ya que son imprescindibles para conocer la historia evolutiva de estos vertebrados. Los mamíferos actuales tienen su origen en varios grupos que evolucionaron durante el Cretácico.

Uno de esos lugares donde se han encontrado mamíferos del Mesozoico es en La Can- talera. Por el momento, sólo se han recuperado fósiles de multituberculados, el grupo de pequeños mamíferos que más abundan en los yacimientos del Cretácico Inferior de la Cordillera Ibérica. Los multituberculados son el grupo de mamíferos más longevo que ha existido. Aparecieron en el Jurásico Medio (hace cerca de 167 millones de años) y exis- tieron durante buena parte del Terciario. Se extinguieron a principios del Oligoceno (hace cerca de 35 millones de años). La dentición de estos mamíferos, aunque diferente, nos recuerda a la de los roedores, con la presencia de largos incisivos, seguidos de un dias- tema dental (parte de la dentadura que no tiene dientes). Su dentición está caracterizada, principalmente, por presentar premolares y molares superiores provistas de varias cúspi- des o tubérculos (de ahí el nombre que se les da a estos mamíferos) y premolares infe- riores triangulares o rectangulares de forma serrada en el ápice. Posiblemente ocuparían

61 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel nichos ecológicos similares. Eran, principalmente, animales comedores de plantas.

Los hallazgos de multituberculados en La Can- talera nos han permitido ampliar nuestro conoci- miento bioestratigráfico y paleobiogeográfico de estos mamíferos. Los fósiles (dientes aislados) de multituberculados de La Cantalera han sido asignados a tres taxones diferentes, descritos en el 2008 en la revista científica internacional Palaeontology por Ainara Badiola, José Ignacio Canudo y Gloria Cuenca Bescós. Entre éstos, cabe destacar los ejemplares que han sido asig- nados a un nuevo género y especie, Cantalera abadi gen. et sp. nov., de la familia Pinheirodonti- dae, grupo que únicamente está presente en Eu- ropa (Península Ibérica e Inglaterra), y los asig- nados al eobaatárido Eobaatar, originariamente descrito en Asia. La presencia de este eobaatá- Diente de un dinosaurio carnívoro < rido en los depósitos del Cretácico Inferior de (terópodo) de La Cantalera (Josa). La Cantalera, junto con el representante de los Nos podemos fijar en los bordes con pequeños dentículos similares a los que saurópodos asiáticos, llamados euhelópidos, en tienen los cuchillos “de sierra”. el mismo yacimiento, nos hace pensar que a lo Esta estructura es muy eficiente largo del Cretácico Inferior pudo haber existido para cortar las fibras de carne. La barra de escala es de 1 mm. una conexión, de forma continua o esporádica, entre Europa y Asia, como hemos mencionado anteriormente.

Las cáscaras de huevo fósiles de la Cantalera

La mayoría de los vertebrados terrestres del tiempo de los dinosaurios se reproducían po-

niendo huevos, muchos de los cuales tenían una cáscara dura y mineralizada, similar a la de los Dos dientes del mamífero multituberculado < huevos de las aves actuales. Por esta razón, los extinguido Cantalera abadi descrito por primera vez en el yacimiento La Cantalera. Los fragmentos de cáscaras de huevos son fósiles multituberculados se encuentran extinguidos, relativamente abundantes, aunque suelen pasar pero en el tiempo de los dinosaurios fueron muy abundantes. Tendrían un papel muy desapercibidos a simple vista. En La Cantalera similar a los actuales roedores, aunque es difícil encontrar un fragmento de cáscara lo evolutivamente no tienen ninguna relación.

62 Dinosaurios de Josa suficientemente grande para verlo en la superficie del yacimiento. Sin embargo, des- pués del lavado-tamizado del sedimento se han encontrado cientos de fragmentos de cáscaras de huevos, de muchas y variadas morfologías diferentes. Nuestro lector más avezado conocerá que las cáscaras de huevo de las aves son de diferentes colores, pero que su textura externa es prácticamente lisa. Cuando se observan la superficie externa de una cáscara de huevo de La Cantalera se abre un mundo distinto, ya que las superficies están ornamentadas a base de nódulos y crestas, y exhiben una diversidad morfológica alta. Algunas presentan dibujos variados, otras formas geomé- tricas y también las hay prácticamente lisas. Esta ornamentación y la disposición de los cristales que forman la cáscara son criterios que permiten identificar el productor del huevo, al menos al grupo a que pertenece. Hasta el momento hemos reconocido cáscaras de huevo de tortugas, cocodrilos y dinosaurios en La Cantalera.

Uno de los ootaxones (que es el nombre que reciben los diferentes tipos de huevos) es un viejo conocido del Grupo Aragosaurus: Macroolithus turolensis. Este fue el pri- mer ootaxón descrito en el Cretácico Inferior de la Península Ibérica, y fue estudiado a finales de los noventa en el municipio de Galve por nuestra compañera Olga Amo Sanjuán, tristemente fallecida. Es una cáscara de huevo interesante, que aparece en muchas partes de la provincia de Teruel, y que fue probablemente producida por un extraño tipo de dinosaurio terópodo denominado ovirraptorido. En este punto te- nemos una paradoja. Los ovirraptoridos no se encuentran en Europa, ya que es un

63 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel dinosaurio típico del Cretácico de China y Mongolia. La presencia de Macroolithus en La Cantalera es una nueva evidencia de la relación de los dinosaurios de Asia e Iberia durante el Cretácico Inferior. Otro de los ti- pos de cáscara de huevo más interesantes que aparece en La Cantalera son los de tor- tugas (tipo testudoide en la jerga paleonto- lógica). Se identifican cáscaras de huevo de tres tipos distintos de tortuga, lo cual es sin- gular, ya que sólo se han encontrado restos directos de un solo tipo de tortuga.

Una de las cosas más interesantes del des- cubrimiento de cáscaras de huevo en La Cantalera es que el registro de nidos, hue- vos y cáscaras del Cretácico Inferior de Eu- ropa es prácticamente desconocido, por lo cual es muy posible que se definan varios ootaxones nuevos en este yacimiento. Ade- más, las labores de prospección del yaci- miento de La Cantalera, y en general de los alrededores de Josa siguen en marcha, y es posible que algún día encontremos, por fin, huevos y nidos completos.

La reconstrucción del paleoambiente de La Cantalera

Uno de los aspectos más interesantes de este Reconstrucción de grandes y pequeños < yacimiento es que las asociaciones fósiles de ornitópodos en un paisaje típico del vertebrados, invertebrados y plantas que te- Cretácico Inferior (hace 120 millones de años) en los que hoy conocemos como nemos son suficientemente representativas la Comarca de las Cuencas Mineras. para realizar un estudio paleoecológico del Dibujo de Óscar SanIsidro. yacimiento y reconstruir aproximadamente el ecosistema desarrollado en y alrededor de La Cantalera hace 120 millones de años. Vamos a explicar en que nos basamos para reconstruir este paleoambiente.

64 Dinosaurios de Josa

Los fósiles más abundantes en el yacimiento son conchas de ostrácodos y los órga- nos reproductores (oogonios) de algas carófitas. A pesar de su abundancia, ninguno de estos fósiles se puede ver a simple vista debido a su tamaño diminuto. Únicamente se pueden descubrir con la ayuda de una lupa de mano o de una lupa binocular en el laboratorio. Entre los microfósiles, de más de un milímetro recuperados en los concen- trados de sedimento, se encuentran además diminutos caracoles, semillas de plantas y restos de vertebrados (dientes, huesos y fragmentos de cáscaras de huevo).

Los ostrácodos son unos curiosos y microscópicos artrópodos (parientes de cangrejos). Su singularidad es que tienen el cuerpo protegido por dos valvas en forma de judía.

65 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Estas valvas son duras y de calcita, por lo que fosilizan al quedar enterradas. Por otra parte, los ostrácodos van creciendo a lo largo de su vida por mudas; dicho de otra ma- nera, cuando sus dos valvas se quedan pequeñas, tienen la capacidad de abandonar- las y formar rápidamente otras dos valvas de mayor tamaño. Como resultado, un único individuo puede formar 8 ó 10 caparazones distintos. Si a esto unimos que en algunos ecosistemas acuáticos los ostrácodos actuales son muy abundantes, los fósiles de sus valvas pueden llegar a ser extraordinariamente abundantes en algunos yacimientos paleontológicos, como sucede en los sedimentados depositados en La Cantalera. Uno de los experimentos más curiosos que se pueden hacer para ver cómo la vida se abre paso, es recoger algo de barro de alguna charca actual. En una pecera se pone el barro en el fondo y se deja en un lugar iluminado. Al cabo de unos días, comen- zaremos a ver pequeños seres que se mueven nadando por el agua de una manera nerviosa. Incluso, con un poco de suerte, podremos observar cómo estos organismos forman galerías para enterrarse en el barro. Al verlos con una lupa, nos daremos cuenta que tienen un cuerpo con dos valvas y una morfología muy parecida a las valvas de los ostrácodos de La Cantalera. En realidad, los ostrácodos de la pecera son formas actuales, parientes lejanos de los del tiempo de los dinosaurios, pero que comparten con ellos algo muy importante, como es su modo de vida. Conociendo el modo de vida de los ostrácodos actuales podemos saber el que tenían hace más de 100 millones de años. Son organismos que necesitan agua para vivir, pero en los momentos que falta el líquido elemento, pueden sobrevivir en el barro hasta que las condiciones sean idóneas, es decir, que vuelva a haber agua. Las carófitas son un grupo de algas muy particulares porque su órgano femenino tiene forma ovalada y está calcificado. Esto hace que su potencial de fosilización sea muy grande. Pero, lo más importante es que donde más abundan son en las charcas y en los lagos. Por tanto, la abundancia de fósiles de ostrácodos y carofitas nos indica que el yacimiento de La Cantalera se formó en una zona encharcada de manera per- manente, aunque en algunos momentos podría llegar a desecarse. Los fósiles de vertebrados más abundantes en La Cantalera son los dientes. Esto no es extraño ya que son la parte más resistente del esqueleto de un vertebrado y la última en destruirse por los procesos tafonómicos. Además, los dientes poseen un nú- mero importante de caracteres morfológicos para identificar a su “dueño”, o al menos al grupo al que pertenecen. En La Cantalera están representados todos los grupos de vertebrados que habrían vivido en o cerca del área encharcada. Hay fósiles de anfi- bios parientes de nuestras ranas y sapos, lagartos de pequeño tamaño, tortugas, co- codrilos grandes y pequeños, reptiles voladores, mamíferos, dinosaurios y aves. Por tanto, están representados desde los vertebrados más pequeños hasta los grandes, aunque, por el momento, no se han encontrado restos de dinosaurios gigantescos.

Desde el comienzo de las investigaciones en La Cantalera trabajamos con la hipóte- sis que se trataba de un área encharcada a la cual iban a beber agua y alimentarse

66 Dinosaurios de Josa diferentes vertebrados, entre los cuales se encontraban los dinosaurios. Muchos de nuestros lectores habrán visto alguno de esos maravillosos documentales de las zo- nas áridas del este de África, en los cuales se muestra cómo las charcas son cons- tantemente visitadas por herbívoros y carnívoros de todos los tamaños para beber y alimentarse. Hay un dato que nos indica que los dinosaurios de La Cantalera utiliza- ban la zona encharcada para lo mismo. Se trata de la gran cantidad de dientes mu- dados de dinosaurios ornitópodos. A partir de esta observación, desarrollamos junto al investigador del Museo del Jurásico de Asturias, José Ignacio Ruiz Omeñaca, una hipótesis paleoecológica: una de las maneras de interpretar la gran cantidad de dien- tes mudados de ornitópodos (comedores de plantas) es que el entorno de La Canta- lera fuera un lugar habitual de alimentación de estos dinosaurios y que durante este proceso expulsaban con relativa frecuencia los dientes desgastados. Dicho de otra manera, era un lugar de alimentación para los dinosaurios comedores de plantas.

En La Cantalera abundan los restos de plantas, sobre todo fragmentos de hojas, pe- queñas ramas, y semillas. La conservación de las hojas y ramas no es muy buena, ya que han sufrido modificaciones por los procesos de alteración actual. Con cierta dificultad se pueden identificar helechos, gimnospermas y bennettitales. Las más des- conocidas son las bennettitales. Se trata de un grupo totalmente extinguido de plantas con un tronco grueso y sin ramificar, que termina en un penacho de hojas parecidas a

Fragmento de cáscara de huevo de dinosaurio terópodo de La Cantalera (Josa). La Fotografía es de Microscopio Electrónico de Barrido realizada en el Servicio del MEB de la Universidad de Zaragoza.

67 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel las de las palmeras. En la actualidad, hay una planta que es un auténtico fósil viviente y que sería un pariente cercano a las bennettitales llamada Cyca revoluta. Es una planta tropical procedente de Asia y muy popular en los jardines de las zonas más ca- lientes del sur de la Península Ibérica. En las muestras micropaleontológicas se han recuperado más de veinte tipos distintos de fósiles de semillas que, por el momento, están sin estudiar. Existe, por lo tanto, una importante diversidad de vegetación aso- ciada a la zona encharcada de La Cantalera.

Con estos datos paleoecológicos y la información geológica ya tenemos todos los datos para reconstruir esta parte de Teruel hace 120 millones de años. El clima sería tropical y relativamente árido con escasa vegetación. En algunas áreas deprimidas como La Cantalera se formaban charcas posiblemente en la estación lluviosa, que también estaba favorecida por las surgencias de agua de las áreas cársticas de las cercanas calizas del Jurásico. En estas circunstancias, el entorno de La Cantalera re- presentaba un oasis en el cual iban a alimentarse los dinosaurios comedores de plan- tas. Un lugar como éste es el preferido por los carnívoros para poder cazar a algún individuo enfermo, senil o a alguna cría. Seguramente esa es la razón por la abundan- cia también de dientes de carnívoros. Estos dientes, con una gran capacidad de corte, eran relativamente frágiles y se podían romper con facilidad al morder sobre algún hueso. Esto no representaba ningún problema, ya que poseían una gran capacidad de reemplazar los dientes rotos o desgastados por uno nuevo. Los ornitópodos formaron parte de la alimentación diaria de los terópodos. Los restos de dinosaurios acoraza- dos y saurópodos encontrados en La Cantalera son muy escasos, desconocemos si eran porque su número era menor, o simplemente visitaban menos las charcas. Para que nos hagamos a la idea de las proporciones: de cada 300 dientes de ornitópodo se ha encontrado un diente de dinosaurio acorazado y dos de saurópodo.

Otro de los vertebrados más abundantes en la asociación fósil son los cocodrilos de pequeño tamaño. Se han recuperado dientes de cocodrilos de morfologías bien diferenciadas y similares a los encontrados en los yacimientos clásicos de Galve. Los investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, José Luis Sanz y Ángela Bus- calioni, demostraron como había cocodrilos con dientes en forma de molares, posi- blemente adaptados a una dieta durófaga (comedores de organismos con caparazón duro). Sin embargo, otros cocodrilos presentan dientes afilados y con dentículos, lo que indica una dieta posiblemente insectívora. Los dos tipos de dientes se encuentran el La Cantalera. También abundan los fósiles de anfibios anuros (ranas). De manera más escasa están representadas fósiles de vertebrados que posiblemente vivían algo alejados de la charca o eran más raros, como es el caso de los mamíferos, lagartos, tortugas, pterosaurios (reptiles voladores) y aves.

68 Dinosaurios de Martín del Río

La Mina Salomé se encuentra entre los términos municipales de Martín del Río y Pan- crudo. Actualmente se encuentra parada, pero fue una de las explotaciones de carbón más importantes de la comarca de las Cuencas Mineras. Este carbón se encuentra en una formación geológica llamada Escucha, su nombre hace referencia a que se definió en su término municipal. La Formación Escucha se depositó en la desembocadura de un gran río hace más de 110 millones de años, es decir, en el Cretácico Inferior. El car- bón es el resultado de la destrucción lenta de la vegetación que formaban los bosques de la época. Además de las plantas, el carbón esconde otros valiosos fósiles, entre ellos dinosaurios. En muchas ocasiones, amigos y aficionados a la Paleontología nos infor- maban que alguien había visto huesos grandes en las explotaciones de carbón, pero existía una especie de pacto de silencio para que estos valiosos descubrimientos no se conocieran, o peor, para que fueran destruidos cuando las tareas de remoción de terre- no los sacaban a la luz. Los dinosaurios de las minas de carbón se habían convertido en una auténtica leyenda urbana, porque los supuestos descubrimientos no se daban a conocer a las entidades administrativas y científicas correspondientes.

Nuestro compañero Luis Miguel Sender está realizando su tesis doctoral en las plan- tas fósiles de la Formación Escucha. Uno de sus lugares predilectos para recolectar buenos ejemplares son las escombreras de las minas de carbón. En la campaña del año 2006 encontró unos fragmentos óseos en una escombrera de la Mina Salomé. Realizamos una solicitud al Gobierno de Aragón para valorar el descubrimiento. En esta escombrera encontramos gran cantidad de esquirlas de hueso con las que, con paciencia, pudimos reconstruir (en parte) algunos huesos en el laboratorio. Lo más destacado eran centros vertebrales de dinosaurios y fragmentos de placas del capa- razón de grandes tortugas.

69 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Explotación a cielo abierto de carbón (Mina Salomé). < Los restos de dinosaurio de San Martín del Río citados en el texto se encontraron en las escombreras de esta mina.

El material recuperado está demasiado fragmentado para poder hacer un estudio en profundidad, pero se pueden hacer algunas observaciones. Entre los huesos recu- perados hay placas dérmicas de forma ovalada, con una cresta en el centro, que co- rresponden a dinosaurios acorazados. Mediante la comparación de estas placas con las de otros yacimientos europeos se ha deducido que, posiblemente, los de la Mina Salomé pertenecen a anquilosaurios, unos tireóforos cuadrúpedos de pequeño tama- ño y con el cuerpo bien cubierto de estas placas. La gran abundancia de fragmentos encontrados en la escombrera indica que el ejemplar estaría bastante completo “in situ” en el estrato de donde provienen estas placas. En el transcurso de la prospec- ción se buscó en los últimos desmontes (la mina está parada) por si quedaran fósiles en el estrato que pudieran ser recuperados, pero en esa campaña no hubo suerte.

70 “Dinosaurios” de Penarroyas-Montalbán

El Triásico es el período más antiguo de los tres que conforman la Era Mesozoica. Es menos conocido popularmente que el Jurásico y el Cretácico, pero tiene un gran interés por dos razones: una, porque es el momento en que evolucionan los primeros dinosaurios y, segundo, porque los continentes estaban unidos en un gran megacon- tinente llamado Pangea. Los primeros dinosaurios aparecieron un poco antes del final del Triásico, por lo que al comienzo del Triásico no existían.

Algunos de los barrancos más espectaculares de las Comarcas se encuentran ero- sionados en rocas del Triásico. Hay que hacer una especial mención al de Peñarroyas en Montalbán. Cualquiera que lo haya visitado se quedará maravillado de las espec- taculares rocas rojas que modelan el paisaje. Son areniscas depositadas en antiguos y desaparecidos ríos. Mirando con detalle la superficie de estos estratos se pueden reconocer formas que los geólogos denominamos estructuras sedimentarias. Se trata de estructuras formadas por las corrientes de agua al modelar la superficie de los sedimentos formando pequeñas ondulaciones, que suelen ser fáciles de reconocer en las playas cuando se retiran las olas. En Peñarroyas se pueden observar marcas tan curiosas como los pequeños cráteres formados por gotas de lluvia y algo más que resulta muy interesante, las icnitas de reptiles y anfibios primitivos.

Estas rocas rojas se formaron en la parte más antigua del Triásico. Se encontraron por primera vez en Alemania, por lo que se las conoce con el nombre de Buntsandstein; se traduce literalmente como roca de arena coloreada. Posteriormente se han encon- trado en otras partes de Europa, como es la Cordillera Ibérica. El corte del Río Martín en Peñarroyas es espectacular para aprender Geología, ya que en sus rocas se en- cuentran una gran cantidad de estructuras sedimentarias maravillosamente conser-

71 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Esquema del paleontólogo Rubén Ezquerra y < colaboradores con el trazo de las icnitas de Peñarroyas. Los diferentes colores muestran los rastros reconocidos.

vadas. Por esta razón es común ver a estudiantes de geología de la Universidad de Zaragoza y de otras universidades europeas haciendo sus prácticas en este rincón del Río Martín.

En el transcurso de una de estas prácticas, el profesor Peter Carls de la Universidad de Braunchsweig (Alemania), en 1988 hizo el primer y único descubrimiento de icnitas en Peñarroyas. Se trata de un gran y pesado bloque de arenisca con una serie de rastros mal conservados. Fue necesaria la participación de varios jóvenes (en ese

72 “Dinosaurios” de Peñarroyas-Montalbán

momento) compañeros de Pa- leontología de la Universidad de Zaragoza para poder transportar el bloque de más de 100 kilogra- mos de peso. En la prensa apa- reció como el descubrimiento del dinosaurio alemán, en referencia a Peter Carls y los fósiles, pero en realidad no se trataba de icnitas de dinosaurio, sino de animales terrestres mucho más antiguos.

Este gran bloque se encuentra ac- tualmente en los almacenes de la Fundación Conjunto Paleontoló- gico de Teruel-Dinópolis, aunque una réplica puede contemplarse en el Centro de Paleontología del Parque Cultural del Río Martín < Recreación de un rastro de un primitivo reptil en Alacón. Son icnitas de peque- similar al que produjo algunas de las pisadas de Peñarroyas. Se trata de la reconstrucción montada cerca del lugar ño tamaño en las cuales pueden donde se encontraron las icnitas y que puede ser visitada verse las impresiones de los pies a pocos kilómetros del núcleo de Peñarroyas. (más grandes) y de las manos (más pequeñas). Rubén Ezquerra y Ana Rosa Soria y colaborado- res, hicieron un estudio científico publicado en Geogaceta, una re- vista de la Sociedad Española de Geología. Descubrieron que es- taban representados dos grupos distintos de vertebrados reptilia- nos; uno sería un rincosaurio, un animal cuadrúpedo de movimien- tos lentos y comedor de plantas sin representantes actuales. El otro grupo de icnitas pertenecían a un carnívoro de pequeño tama- ño que podría estar relacionado

73 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel con los arcosaurios. En este último grupo se incluyen algunos animales actuales bien conocidos por nosotros como son los cocodrilos, pero también extinguidos como los dinosaurios. Las icnitas de Peñarroyas no pertenecen a un dinosaurio, pero sí que pudieron producirlas algún ancestro (pariente) más antiguo.

Desde hace unos años el Parque Cultural del Río Martín habilitó una zona cercana al descubrimiento de las icnitas para exponer una placa con una recreación de un rastro de uno de los animales productores de las icnitas de Peñarroyas. Se trata de un rastro con una secuencia de impresiones de pie y mano situado en el techo de un estrato, de la misma manera que pudiera ser encontrada, aunque mejor conservado, al ser una recreación.

74 Dinosaurios de Muniesa

Muniesa es una localidad que no se suele relacionar con los dinosaurios. Seguro que a los vecinos les resultará curiosa la cita de la presencia de restos de dinosaurios en su término municipal. La primera noticia de ello nos llegó a raíz de una visita realizada en 1995 al Museo de la Salle Montemolín en Zaragoza. Se trata de una colección heterogénea de objetos de ciencias naturales de muchas partes del mundo, fruto de la donación de hermanos de la congregación, antiguos alumnos y profesores del co- legio. Fundamentalmente, hay especímenes actuales, pero en nuestra visita pudimos ver un objeto que nos llamó la atención. En la parte de abajo, en la esquina de una vitrina de pared, había un hueso fósil de gran tamaño. La conservación del hueso y la matriz de la roca que aún contenía el hueso nos puso sobre aviso. Al observarlo un poco más de cerca no había duda de que se trataba de un hueso largo de un saurópo- do. Nos pareció una tibia que incluso podía tener parte de la fíbula (huesos de la pata trasera). El hermano nos contó que se trataba de un hueso encontrado en la década de los 80 por un profesor del colegio. Desconocían el lugar exacto de donde provenía. Por el color de la matriz, posiblemente, es un fósil que provenga de las arcillas del Cretácico Inferior presentes en algunas partes del término municipal de Muniesa.

Queda pendiente hacer un estudio paleontológico sobre este hueso. Si se confirma que es una tibia, sería el de un saurópodo de gran tamaño. Su longitud es de 1,10 m, por lo que el fémur podría alcanzar los 1,8 m, si consideramos que la tibia suele tener una longitud de 0,6 del fémur. Para hacernos una idea del tamaño: el fémur de los saurópodos Aragosaurus y Tastavinsaurus ronda el 1,30 m y se trata de dinosaurios de 16 m de largo. Sin duda, el saurópodo de Muniesa sería bastante más grande. Sólo esperamos tener suerte y que la erosión pueda sacar a la superficie más restos de este desconocido titán.

75

Los Dinosaurios de Obón

Los dinosaurios de Obón son, por el momento, los menos conocidos de la Cuencas Mineras debido a la ausencia de publicaciones científicas, pero están bien represen- tados en este término municipal. Los descubrimientos de Obón han sido realizados en su mayoría por el obonero Javier Andréu, que ha vivido los últimos años a caballo entre su pueblo y Zaragoza. Gran aficionado a los fósiles, ha recorrido desde niño los afloramientos del término municipal de Obón, descubriendo varios yacimientos. Javier nos ha enseñado todos los afloramientos con restos de dinosaurios, lo que nos ha permitido inventariarlos y situarlos estratigráficamente. Si a estos añadimos los descubrimientos en nuestras campañas de prospección, Obón se convierte en una de las áreas más interesantes para la investigación de los dinosaurios en las Cuencas Mineras.

Se puede adelantar que, al menos, se han encontrado fósiles de dos saurópodos dis- tintos, aunque su presencia en rocas calcáreas dificulta enormemente su extracción y su posterior estudio detallado en el laboratorio. Lo que si hemos recuperado es una vértebra de un dinosaurio. Este hueso se encontraba en un gran bloque de roca cal- cárea dura, desprendida del estrato original. La imagen del paleontólogo excavando con un pincel es errónea para este tipo de yacimientos, ya que es necesario el uso de técnicas de cantero para la extracción de los fósiles. En este caso, se cortó la roca de la vértebra con una sierra de corte en seco. Se trataba de un trabajo delicado, había que evitar cortar los huesos encerrados en el interior de la roca y que no se podían observar en el exterior. La roca se cortó coincidiendo con unas prácticas de la asignatura de Paleontología de Vertebrados y Humana de la licenciatura de Ciencias Geológicas de la Universidad de Zaragoza en las cuales, los alumnos, pudieron ver “in situ” el trabajo de campo.

77 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

En el laboratorio, la vértebra se se- paró de la roca calcárea mediante la técnica de disolución con ácido. El principio es básico. La composi- ción del hueso fósil (fosfato) es di- ferente de la de la roca (carbonato). Esta distinta composición química permite disolver la matriz (carbo- nato) por medio del ácido fórmico, sin alterar el hueso fósil. La técnica es algo peligrosa, ya que se trata de productos tóxicos y una concen- tración inadecuada de ácido puede llegar a alterar el fósil. La metodolo- gía consiste en sumergir en baños de ácido fórmico diluidos al 5% du- rante 24 o 48 horas como máximo. Cortando piedra que contenía la vértebra < de dinosaurio terópodo de Obón. Posteriormente, la muestra se lim- Foto de Juan Carlos Gordillo. pia con agua destilada hasta hacer desaparecer cualquier rastro de

Vértebra del terópodo Obón. < ácido. Estos baños en ácido se van Para extraerla de la roca ha sido necesario sumergir la piedra que lo contenía en baños de ácido fórmico haciendo las veces necesarias has- hasta limpiar por completo la matriz que la rodeaba. ta que el fósil queda completamente limpio. Es importante que en cada limpieza, se aplique un producto consolidante en el fósil. De esta manera, se protege de la acción del ácido y puede sumergirse las veces necesarias. El material recuperado está en fase de estudio, pero ya sa- bemos que se trata de la mitad de una vértebra dorsal (de la espalda) de un dinosaurio de mediano tama- ño. Es pronto para decir a qué grupo podía pertenecer.

78 Los dinosaurios de Utrillas

Los dinosaurios de Utrillas: Los primeros de España

Utrillas tiene el honor, junto a la localidad castellonense de Morella, de ser los primeros lugares de España donde se dieron a conocer fósiles de dinosaurios. El naturalista valenciano Juan Vilanova i Piera (1821-1893) publicó en 1873 un trabajo clásico sobre el estudio de los dinosaurios de España, titulado “Restos de Iguanodon de los lignitos de Utrillas y otro de Morella”. Este investigador tiene un sitio destacado en la historia de la Paleontología española por ser el primer Catedrático de Geología y Paleontología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid y miembro fundador de la Sociedad Española de Historia Natural. Juan Vilanova fue uno de los más fervientes defensores de las pinturas rupestres de Altamira, a pesar de que para muchos de sus colegas españoles no eran verdaderas. Esta historia es fascinante... pero vamos a se- guir con el descubrimiento de los primeros huesos de dinosaurios en Utrillas.

La historia comienza al principio de la década de 1870 (desconocemos las fechas exactas), cuando Jerónimo Valduque, médico de Montalbán, envío a Madrid un par de huesos encontrados en una mina de carbón cerca de Utrillas (Cretácico Inferior). Carecemos de información sobre en qué mina fueron encontrados estos huesos fó- siles, pero, sin duda, debían provenir de las que funcionaban a mitad del siglo XIX. Fácilmente se pueden reconstruir los acontecimientos. Un minero, cuyo nombre des- conocemos, en su dura labor de extracción de carbón, se percata de la presencia de un objeto singular. Está acostumbrado a observar fósiles de conchas y de troncos que habitualmente aparecen junto al carbón, pero esto era diferente. Se trataba de un hueso fosilizado. La curiosidad de este anónimo minero permitió un descubrimiento que ha pasado a la historia de la Paleontología de Dinosaurios de nuestro país. Pero

79 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel sigamos con la historia. El minero tuvo el fósil unos días en casa y se lo enseñó a sus vecinos y amigos hasta que llegó la noticia al médico, o bien directamente nuestro mi- nero se lo fue a enseñar. Nos tenemos que poner en la España rural del siglo XIX, en una zona como las Cuencas Mineras, con una pésima comunicación y pocos vecinos con una amplia cultura; sin duda, uno de ellos era Jerónimo Valduque.

Jerónimo se dio cuenta de la singularidad del fósil. Se trataba de un hueso, pero era muy diferente de cualquiera que hubiera tenido hasta ese momento en las manos. En un gesto de humildad que le honra, decidió solicitar la ayuda del paleontólogo Vilano- va i Piera. Descocemos si lo conocía anteriormente o si envió los fósiles a la cátedra de Paleontología y Geología de Madrid. Así comenzó el estudio de los dinosaurios españoles y se generó la referencia más antigua conocida (1873) con documentación de los dinosaurios españoles. Juan Vilanova i Piera comunicó a la Sociedad Española de Historia Natural durante la sesión del 5 de febrero de 1873 celebrada en Madrid, el descubrimiento de restos de dinosaurio en Utrillas y Morella. Vilanova describió “dos huesos largos de las extremidades anteriores procedentes del lignito de Utrillas” asignándolos a Iguanodon. Este “iguanodon” de Utrillas pasó a ser, por más de 100 años, el primer dinosaurio español.

Dada la importancia histórica de estos restos, a finales del siglo XX, los paleontólo- gos Xabier Pereda Suberbiola, de la Universidad del País Vasco, y José Ignacio Ruiz Omeñaca, del MUJA y miembro de Aragosaurus, comenzaron la búsqueda de los huesos de Vilanova. Teóricamente debían estar guardados en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, pero tras una exhaustiva búsqueda en sus almacenes, desgraciadamente, no aparecieron los fósiles. Estos huesos largos nunca han sido descritos y tampoco localizados en los diferentes museos de Madrid y Valencia en los que pudieron haber sido depositados. Su búsqueda, sin embargo, no fue infructuosa, ya que dieron con documentación inédita de Vilanova i Piera sobre los fósiles de Utri- llas conservados en los Archivos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Lo más significativo eran dibujos originales de las piezas que, sin duda, iban a formar parte de un trabajo científico más amplio que nunca llegó a publicarse.

El paleontólogo castellonense José Royo Gómez (1895-1961) tuvo la oportunidad de estudiar los huesos de Vilanova al comienzo del siglo XX. En sus primeros artículos, Royo Gómez mantuvo la atribución a Iguanodon de los huesos de Utrillas. Posterior- mente, los reinterpreto y consideró que pertenecían “a una forma pequeña y quizás nueva”, para terminar asignándolos a un dinosaurio carnívoro de pequeño tamaño. De la misma opinión son los investigadores Pereda Suberbiola y Ruiz Omeñaca, que afir- maron que los “dos huesos largos” citados por Vilanova son, en realidad, los extremos proximal y distal de una misma tibia. El famoso “Iguanodon” de Utrillas que se puede ver en muchos libros de divulgación y en páginas de Internet, en realidad, no lo es.

80 Los dinosaurios de Utrillas

Descubrimientos modernos

Durante más de un siglo no se produjeron nuevos hallazgos de fósiles de dinosaurios en los alrededores de Utrillas. A pesar de la gran actividad minera desarrollada en la cuen- ca minera central turolense, no han llegado noticias de descubrimientos de dinosaurios hasta la década de los 1990. Como se co- menta en otras partes del libro, los dinosau- rios del carbón han terminado y terminan en escombreras. Esperamos que este libro sirva para cambiar esta tendencia de destrucción. El seguimiento paleontológico de una mina no perjudica las labores de explotación de la misma, ya que en caso de que sea necesario detener el “tajo” donde aparecen los huesos, el trabajo de extracción es muy rápido con las técnicas modernas, y siempre es posible continuar con la extracción en otro punto de la mina. Además, los hallazgos fósiles en mi- nas, sobre todo de dinosaurios, generan una publicidad muy interesante para la empresa < Dibujo original de José Royo Gómez que gestiona la mina. de una tibia de terópodo, que fue clasificada por Vilanova como Iguanodon. Los dos fragmentos de hueso largo En los últimos años se han vuelto a descu- que comenta Vilanova en su publicación brir huesos de dinosaurios en Utrillas, gracias eran esta tibia rota en dos fragmentos. Esta pieza se encuentra desaparecida. al trabajo de campo independiente de varios Cortesía del Archivo del Museo de Ciencias aficionados y paleontólogos de la misma lo- Naturales-CSIC de Madrid. calidad y de Zaragoza. Hay varios aficiona- dos clave en los descubrimientos modernos de los dinosaurios de Utrillas. Uno de ellas es José María Merino. Durante años ha salido al campo que rodea Utrillas a pasear, con la es- peranza de encontrar huesos de dinosaurios. Ya conocía que su pueblo tenía el honor de ser el primer lugar español donde se habían encontrado fósiles de dinosaurios y albergaba la esperanza de volverlos a encontrar. José

81 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

María se puso en contacto en varias ocasiones para mostrarnos sus descubrimien- tos de huesos. En todos los casos, eran fragmentos de troncos fósiles o nódulos con formas parecidas a huesos fósiles. En la primavera del 2004, uno de nosotros (José Ignacio Canudo) impartió una charla sobre los dinosaurios de Utrillas en la casa de la cultura de la localidad minera. Además de mostrar la importancia presente y futura que podían tener estos fósiles, mostró a los presentes una vértebra caudal de un igua- nodontio, encontrada muy cerca de Utrillas unos pocos años antes. Observar y tener en las manos un verdadero hueso fósil le hizo ver a José María el aspecto que estos fósiles tenían en el campo. En sus sucesivos paseos empezó a encontrar huesos y es- quirlas de dinosaurios. Pudo recoger, en varios meses, centros vertebrales y esquirlas de huesos inidentificables. En varias ocasiones intentamos descubrir el nivel geológico exacto de donde provenían estos fósiles, ya que todos tenían una conservación similar. Sin embargo, no hubo suerte y sólo se pudo encontrar huesos rodados.

Otras personas claves en el redescubrimiento de los dinosaurios de Utrillas, son Luis Miguel Sender y su padre Antonio Sender. Antonio durante muchos años se ha dedi- cado a pasear por el monte y dar salida a una de sus pasiones, que son los fósiles. Como José María, tenía la ilusión de encontrar dinosaurios como los descritos por Vilanova. Ese amor a los fósiles le fue transmitido a Luis Miguel Sender. Antonio y Luis Miguel, 150 años después del descubrimiento de Vilanova, encontraron los restos de dinosaurios en dos sitios diferentes durante la realización de trabajos de campo. Estos fósiles se encontraban rodados, pero abrían una nueva perspectiva: Utrillas podría ser un área importante para la investigación de los dinosaurios.

El primer resto fósil que encontró Antonio provenía de un derrubio de ladera locali- zado cerca de Utrillas. El fósil es fragmentario, pero presenta una conservación muy particular que denota su procedencia de un nivel carbonoso, aunque no se pudo reconocer el punto exacto de donde venía. En un estudio publicado en el Congreso Geológico de España celebrado en Zaragoza en 2004, lo identificamos como la parte proximal de una ulna (hueso del brazo) de un saurópodo de tamaño medio que esta- ría emparentado con los famosos braquiosáuridos. Este fósil se encuentra depositado en el Museo Paleontológico de la Universidad de Zaragoza.

Estos no fueron los únicos restos que encontraron. En el 2001, en una ladera cercana al barrio de Santa Bárbara, localizaron dos centros vertebrales rodados y bastan- te erosionados. El año siguiente encontraron dos centros vertebrales muy cerca de donde se encontraron las dos primeros. Estos centros vertebrales, junto a los que había encontrado José María Merino en otras partes de Utrillas, fueron el objeto de la comunicación en un congreso de la Real Sociedad Española de Historia Natural de España celebrado en Teruel. Las vértebras de José María, las de Antonio y las de Luis

82 Los dinosaurios de Utrillas

Miguel pertenecen a diferentes ejemplares de una misma especie de un gran ornitó- podo, similar a Iguanodon, del que hablaremos a continuación. El esfuerzo de todos había valido la pena: se había vuelto a encontrar el “iguanodon” de Utrillas. Alguna de las vértebras que encontró Antonio se encuentra en el centro Dinópolis de Castellote, el resto están depositadas en los almacenes el Museo de la Fundación Conjunto Pa- leontológico de Teruel – Dinópolis en Teruel.

¿Qué dinosaurios hay en Utrillas?

Como hemos comentado anteriormente hay fósiles de tres dinosaurios distintos en Utrillas: saurópodos, terópodos e iguanodontios. El estado fragmentario del material dificulta unas determinaciones específicas, pero esto no impide que tengamos una idea general sobre la vida de estos dinosaurios que habitaban en los alrededores de la actual Utrillas hace 110 millones de años.

Los iguanodontios tienen el honor de ser uno de los primeros dinosaurios que se co- nocieron en el mundo. Los iguanodontios son ornitópodos de tamaño medio a grande y, generalmente, presentaban entre 5 y 10 metros de longitud, aunque hubo algunos de mayor tamaño. El representante mejor conocido es Iguanodon. Por la robustez de sus huesos conocemos que eran animales pesados. No debían darse mucha prisa al caminar y su gran volumen y el comportamiento gregario que tenían, reuniéndose en pequeños grupos familiares, serían suficientes para defenderse de los predadores. De hecho, algunos paleontólogos los han comparado con las vacas. La comparación de los iguanodontios con las vacas parece acertada, si multiplicamos por dos y hasta tres veces el tamaño de los modelos. También hay que hacer algunas modificaciones en la morfología de las pezuñas, el tipo de piel, la cola, los dientes… ¿Qué queda entonces de una vaca en un Iguanodon?… Nada si los comparamos de cerca, pero si lo obser- vamos desde lejos y desde una perspectiva ecológica, vemos que Iguanodon ocuparía el mismo nicho ecológico que una vaca. Desde la lejanía, lo veríamos pacer tranquila- mente, en grupos de 4 ó 5 individuos, caminando perezosos a cuatro patas, con algunos jóvenes brincando alrededor. Habría uno, visiblemente el más maduro y el más grande, con infinidad de heridas viejas y sin cicatrizar aún, cuya atención se dividiría entre los pastos y los alrededores, atento a cualquier sonido extraño que supusiera un ataque de un carnívoro. Visto de cerca, este gran animal tendría una piel rugosa y espesa, como la de los rinocerontes actuales. La cola le serviría de contrapeso cuando se moviera sólo con las dos patas traseras, e incluso, como apoyo en caso de que tuviera que alcanzar hojas tiernas de las ramas altas. Si tuviera que salir corriendo, la cola completamente ex- tendida formaría una línea horizontal con el cuerpo, el cuello y la cabeza. Al correr podría alcanzar velocidades de unos 20 kilómetros por hora, utilizando únicamente las patas

83 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel posteriores. Corriendo así, ningún ariete le aventajaría en fuerza y capacidad de avance, incluso entre la vegetación más espesa, por lo que el grupo dejaría atrás al depredador, tal vez, más ágil para correr, pero menos hábil en los movimientos entre la espesura.

Una vez que el gran Iguanodon se hubiera detenido a descansar de nuevo, veríamos como volvía a pacer tranquilamente, tal vez, con la respiración un poco más agitada. Examinando su cabeza veríamos que desde el hocico hasta los ojos habría una curva suave que terminaría con una leve elevación por encima de las órbitas, para conver- tirse en una línea recta, desde los ojos hasta el cuello. Mirándolo con detalle veríamos que masticaría el alimento moviendo toda la mejilla de un lado a otro, como una vaca al rumiar, pero no sólo movería la mandíbula, ¡sino también el maxilar!. Con este mo- vimiento lateral, molería las duras hojas de las cicadáceas y las coníferas, así como las primeras angiospermas, plantas “modernas” con flores y frutos, que aparecieron en el Cretácico Inferior. Esta especialización de los iguanodontios les llevó a ellos y a sus descendientes, los hadrosáuridos, a ser unos de los grupos mejor preparados para procesar las plantas del Cretácico.

Vértebra caudal del dinosaurio iguanodontio en el < momento de ser encontrada cerca de Utrillas. En la esquina, la vértebra preparada para su estudio.

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Bajando de la cabeza, veríamos que el cuello de Iguanodon era fuerte y corto, con una gran movilidad, tanto en la vertical, como en la horizontal, y lo que nos llamaría enormemente la atención serían sus “manos” o extremidades anteriores. En ellas, los tres dedos centrales, el índice, el corazón y el anular, estarían unidos por una membra- na que los mantendría unidos en paralelo. La terminación de las últimas falanges se asemeja a las pezuñas de los mamíferos, que le servirían como apoyo. Sin embargo, el dedo I o pulgar, presenta una curiosa forma de estilete. Si pudiéramos hacer una ra- diografía, se vería que está compuesto, únicamente, por un hueso muy modificado en forma de pitón o cuchilla. Solo podría tener una sola posición posible, la perpendicular a la muñeca (como cuando se extiende el pulgar para hacer “auto-stop”). Este estilete tenía una función defensiva (como el dedo posterior en los gallos de pelea). Le serviría par clavarlos en el cuello del predador cuando la lucha cuerpo a cuerpo fuera inevitable. Podría salir malparado, pero es posible que el predador buscase una presa menos pre- parada y huyera de semejantes “armas blancas”. El dedo V (nuestro meñique) tiene una articulación que le permitiría una función prensil, de sujeción de alimentos. Sus patas posteriores serían poderosas, provistas de tres dedos robustos, rematados por pezuñas casi planas. Los tres están abiertos en abanico. Si nos fijamos en las huellas que dejan, nos daríamos cuenta que son anchas y con las marcas claras de los tres dígitos.

Los iguanodontios de Utrillas podrían alcanzar los 10 metros de longitud, lo que les hace ser unos dinosaurios relativamente grandes, aunque no eran los comedores de plantas más grandes. Este privilegio sería para los gigantescos saurópodos. Estos animales cuadrúpedos alcanzaban con facilidad los 20 m o más de longitud y, sin duda, se paseaban por lo que hoy conocemos como Utrillas. Sin embargo, su registro fósil en Utrillas es escaso, ya que está compuesto por un fragmento de un hueso (el cubito) de un brazo. Por las características morfológicas que presenta lo hemos rela- cionado con los Titanosauriformes, en el cual se incluyen taxones tan famosos como Brachiosaurus o nuestro Aragosaurus.

Estos grandes comedores de plantas tendrían al acecho otros fascinantes dinosaurios: los terópodos, siempre prestos a alimentarse de los individuos enfermos o de menor ta- maño, como las crías de los saurópodos e iguanodontios. Algunos de los terópodos que vivían en los alrededores de Utrillas pudieron alcanzar tamaños gigantescos y tendrían la capacidad de atacar a grandes saurópodos o iguanodontios. Se trata de los carcharo- dontosáuridos, de los cuales se han encontrado recientemente fósiles en Utrillas.

Una de las preguntas que los periodistas suelen hacer es sobre cuál es el fósil de dino- saurio que nos gustaría encontrar. Nuestra respuesta es la de un dinosaurio bien grande. Hemos tenido la fortuna de poder recuperar grandes saurópodos como Tastavinsaurus o Galvesaurus, espectaculares dinosaurios ornitópodos como el hadrosáurido de Arén,

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pero nos falta el terópodo, y si puede ser, bien grande mejor. Una de las actuaciones paleontológicas menos atractivas, pero a la vez más productivas, es el proceso de lavado-tamizado de los sedimentos. Esto nos permite encontrar los restos de los dino- saurios más pequeños y, seguramente, más abundantes en los ecosistemas cretáci- cos. Además pueden aparecer fragmentos de dientes correspondientes a dinosaurios de mayor tamaño. Precisamente, usando esta técnica en sedimentos de la Formación Escucha en Utrillas encontramos un fragmento de diente de terópodo de gran tamaño. Lo interesante de este fragmento es que tenía el esmalte con arrugas, como se puede ver en la fotografía, y como sólo tienen los carcharodontosáuridos.

A este grupo de terópodos pertenecen géneros tan conocidos como Carcharodon- tosaurus del Norte de África y Giganotosaurus de la Patagonia argentina. Giganoto- saurus tiene el privilegio de ser, posiblemente, el dinosaurio carnívoro más grande que se conoce, ¡era mayor que el famoso Tyrannosaurus rex! Sus primeros restos fueron descubiertos en 1993 por Rubén Carolini, un aficionado argentino y entusiasta busca- dor de dinosaurios. En su vehículo arenero se recorría largas distancias por la Patago- nia hasta conseguir el descubrimiento más importante de su vida. En las cercanías de El Chocón, en la provincia de Neuquén, encontró unos enormes huesos que fueron excavados y estudiados por nuestros colegas Rodolfo Coria y Leonardo Salgado. Para

Fragmento de diente de un terópodo carcharodontosáurido < del Albiense de Utrillas. Se puede observar los pliegues en el esmalte típico de este grupo de gigantescos carnívoros. La fotografía es de microscopio electrónico de barrido realizada en el Servicio del MEB de la Universidad de Zaragoza.

86 Los dinosaurios de Utrillas hacerse una idea del tamaño de este gigantesco terópodo, basta decir que su cráneo ten- dría entre 1,80 y 2 m. Los huesos de este dinosaurio eran más robustos que los de Tyran- nosaurus, por lo que podemos suponer que se trataba de un animal mucho más pesado. Otra peculiaridad es que tiene unas manos más grandes que el gigante norteamericano. Es de suponer que tuvieran la función de agarrar a sus presas. Su principal arma sería su gran y poderosa cabeza, capaz de atacar cualquier otro vertebrado por grande que fuera. Cada uno de sus dientes tiene 20 cm. de longitud. Se pueden reconocer fácilmente, ya que además de su gran tamaño, tienen unas típicas ranuras en sus afilados bordes y unos pliegues en el esmalte. Estos pliegues también se aprecian en los dientes de Car- charodontosaurus (dinosaurio con dientes afilados), un gigante de 14 m de longitud que se ha encontrado en el norte de África. Estos pliegues en los dientes son similares a los que hemos encontrado en el fragmento de diente de Utrillas. La evidencia está clara. En las rocas del Cretácico Inferior de las Cuencas Mineras se encuentran los restos de uno de los más grandes depredadores de la historia de la Tierra. Ahora se necesita un poco de suerte para encontrar un ejemplar de este enorme depredador.

Donde vivían los dinosaurios de Utrillas

Los dinosaurios de Utrillas se han encontrado exclusivamente en la Formación Escu- cha. Esta formación geológica es la que conserva el carbón explotado desde gene- raciones y cuya minería da nombre a la comarca. Este carbón es el resultado de las transformaciones durante años de un número incalculable de toneladas de plantas. Una vez muertas, quedaron atrapadas bajo los sedimentos y comenzó un proceso lento e inexorable de transformaciones químicas en el tejido vegetal, enriqueciéndose en carbono hasta producir el carbón.

Si pudiéramos usar una máquina del tiempo, veríamos a estas plantas viviendo en un paisaje muy diferente a la actual. La primera sensación que tendríamos es el sofo- cante calor y el sonido de los innumerables insectos, típicos de una región tropical. El paisaje sería totalmente plano, sin montañas, y cercano al mar. Los ríos y las zonas pantanosas serían abundantes y estarían llenas de vida. Veríamos algunas plantas y árboles familiares, como las coníferas, helechos de gran tamaño y los equisetos, incluso habría alguna angiosperma (plantas con flores), y también veríamos plantas completamente extrañas, como las cicadáceas. Una auténtica gozada para los botá- nicos. Pero una vez pasado el éxtasis de lo extraño, los picotazos de los insectos nos volverían a la realidad. Si hemos tenido el cuidado de echar en nuestra mochila un protector de insectos, podríamos seguir sin problemas con nuestra excursión.

De algunos árboles de gran tamaño, parecidos a las araucarias, veríamos atrapados pequeños insectos en su resina. Esto lo sabemos porque nuestros colegas de la

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Reconstrucción del paisaje en los alrededores de Utrillas durante el Albiense (Cretácico Inferior). Se pueden ver algunos de los dinosaurios de los que se han encontrado restos fósiles: ornitópodos, saurópodos, grandes terópodos y tireóforos (acorazados). Dibujo de Óscar SanIsidro.

FCPT han recuperado gran cantidad de ámbar fósil con restos de insectos en los niveles de carbón de la , cerca de la carretera a Teruel. Estos maravillosos fósiles se encuentran depositados en Dinópolis. En el 2003, en una de estas piezas de ámbar, se encontró uno de esos fósiles que pusieron a Utrillas en el mapa mundial. Se trata de un fragmento de una tela de araña. Está compuesta de 26 hilos, el más largo, es de 5,7 milímetros, y se distinguen en ellos gotitas de pegamento de la tela de araña. Este fantástico fósil fue descrito por Enrique Peñalver, del Museo del Instituto Geológico y Minero de España (Madrid), David Grimaldi, del Museo Nacional de Historia Natural (Nueva York), y Xavier Delclós, de la Universidad de Barcelona, en la prestigiosa revista científica norteamericana Science. En los próximos años, conforme su estudio avance, iremos conociendo estos pequeños artrópodos que convivieron con los dinosaurios. De hecho, Utrillas es uno de los pocos lugares del mundo donde se han encontrado en la misma formación geológica

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insectos en ámbar y restos de dinosaurios. Si la historia de Parque Jurásico tuviera alguna posibilidad de realizarse habría que buscar el ADN de dinosaurio en los in- sectos chupadores de sangre que seguro se encuentran en los próximos años en el ámbar de Utrillas.

Una de las ventajas de la presencia de explotaciones de carbón es que se han hecho estudios muy detallados de la geología de la Formación Escucha. Su antigüedad es de unos 110 millones de años (Albiense, parte más moderna del Cretácico Inferior). Además, conocemos cual es el proceso que produjo la acumulación de la materia ve- getal formadora del carbón. En esta parte de la actual dura serranía turolense existía la desembocadura de un río que formaba una delta, con gran cantidad de marismas en las zonas costeras. En definitiva, los dinosaurios de Utrillas vivieron en una zona que se acercaría más a la desembocadura de un río tropical, como los actuales del sur de Asia. Calor, mosquitos... en fin tampoco sería un lugar muy adecuado para nosotros.

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Epílogo. Y ahora qué?

Hemos terminado nuestro repaso por los ecosistemas mesozoicos de la Comarca de las Cuencas Mineras. A lo largo de las páginas de este libro hemos intentado acercarle, querido lector, los resultados del esfuerzo de mucha gente (paleontólogos, aficionados, miembros de la administración, gente amable y desinteresada que nos acoge cuando llegamos por sus tierras para “llenárselas de agujeros”, siempre con una sonrisa,..) que han venido desarrollando durante muchos años. Esperamos que este pequeño libro contribuya a poner a la Comarca en su sitio, como una de las zo- nas con un contenido en dinosaurios más abundante y diverso de toda Europa. Y eso ya es un gran logro.

Este libro puede ser muchas cosas, pero lo que no es un punto y final. Es un punto y seguido (a los paleontólogos nos gusta como a los que más hacer un alto en el camino y parar a echar unas cervezas con los amigos mientras contemplamos, no sin cierto orgullo, el trabajo ya realizado). En las Cuencas Mineras queda mucho por hacer, y tanto los investigadores de la Universidad de Zaragoza como los del Conjun- to Paleontológico de Teruel van a seguir rastreando esta zona en busca de nuevos fósiles. En particular, y mientras se escribe este libro, nuestro Grupo Aragosaurus está realizando hasta cuatro tesis doctorales que incluyen material de las Cuencas Mineras, además de desarrollar varías vías de investigación más en este territorio. Probablemente, en los próximos cuatro años, sobre todo en los meses de verano, usted lector pueda encontrarnos “pateando” los barrancos de las Cuencas Mineras en busca de nuevos restos. Así que gracias por leer este libro, y hasta la próxima, bien sea en la segunda edición o en cualquier recodo de la vasta extensión de las Comar- ca de las Cuencas Mineras.

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Agradecimientos

En primer lugar agradecer al equipo de Gobierno de Comarca de las Cuencas Mineras por invitarnos a escribir este libro para dar a conocer el rico patrimonio de dinosaurios que atesora la comarca. En la pequeña historia de los descubrimientos de dinosaurios en Utrillas tienen su pequeño hueco. José Luis Simón nos ha proporcionado informa- ción y fotografías sobre el iguanodontio de la Porra. Las investigaciones de nuestro grupo de investigación Aragosaurus www.aragosaurus.com en las comarca de las Cuencas Mineras se enmarcan en el proyecto CGL2007/62469/BTE del Ministerio de Educación y Ciencia de España, por los fondos Feder y Gobierno de Aragón (Finan- ciación de Grupos Consolidados 2008). La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón ha financiado parte de los trabajos de prospección. El Par- que Cultura del Río Martín nos ha ayudado con los trabajos de campo en Obón. El Ayuntamiento de Josa nos dio todas las facilidades, incluyendo la construcción de un camino para investigar en el yacimiento de La Cantalera. Las fotografías de MEB las ha realizado Cristina Gallego del Servicio Microscopía Electrónica de la Universidad de Zaragoza. Gracias a todos ellos.

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Glosario

Albiense: piso geológico del Cretácico, que abarca un intervalo temporal desde final del piso Aptiense (112 millones de años) hasta el inicio del Cenomaniense (99,6 mi- llones de años). Angiospermas: plantas caracterizadas por la presencia de flores que producen semi- llas encerradas y protegidas que, posteriormente, se convierte en fruto. Ankylosauria (=anquilosaurios): dinosaurios ornitisquios tireóforos, cuadrúpedos y comedores de plantas. Se caracterizan por presentar un cuerpo protegido externa- mente por una sólida armadura de placas óseas y, en algunos casos, de espinas. Araucariaceae (=araucarias): plantas coníferas del orden Pinales (pinos). Son árbo- les muy altos, con hojas aciculares anchas, perennes, de inserción helicoidal, y con piñas leñosas. Arcosaurios: agrupan a organismos actuales como los cocodrilos y extinguidos como pterosaurios y dinosaurios. Se caracterizan por tener una abertura extra en el cráneo delante de la órbita. Arco hemal: huesos en forma de Y situados anatómicamente por debajo de las vér- tebras caudales de la cola. Arenisca: roca sedimentaria detrítica, constituida por partículas de tamaño arena. Arthropoda (= artrópodos): el grupo más numeroso de los animales, que incluye, entre otros, a insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos. Auriñaciense: tipo de industria lítica de los humanos modernos paleolíticos que vi- vían en Europa. Se realizó entre los 31.000 a.c. y los 25.000 a.c. Barremiense: piso geológico del Cretácico, abarca un intervalo temporal desde el Hau- teriviense (130 millones de años) hasta el inicio del Aptiense (125 millones de años). Bioestratigrafía: disciplina geológica que se ocupa de la ordenación temporal de los fósiles y su uso para la datación de los estratos que los contienen.

95 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Biogeografía: disciplina científica que estudia las distribuciones presentes y pasadas de los organismos. Se encarga de delimitar y caracterizar las zonas de distribución de los organismos y de conocer su historia sobre la Tierra. Calizas: roca sedimentaria de origen químico compuesta mayoritariamente por car- bonato cálcico y texturalmente formada por granos, matriz y cemento. Carcasa: esqueleto de los vertebrados. Carcharodontosáuridos: grupo de dinosaurios carnívoros, de tamaño gigantesco. Se han encontrado en rocas del Cretácico Inferior y el comienzo del Cretácico Supe- rior en lo que hoy es África, Sudamérica y Europa. Carofitas: grupo de “algas” verdes continentales, cuyos órganos sexuales fosilizan fácilmente por su capacidad para calcificarse. Son útiles para conocer la edad de las rocas que las contienen. Cenozoico: la era geológica más reciente en la historia de la Tierra que abarca los úl- timos 65 millones de años y que se subdivide en los períodos Terciario y Cuaternario (periodo éste en el que nos encontramos actualmente). Ceratopsia (= ceratosauridos): dinosaurios ornitisquios comedores de plantas del grupo de los marginocéfalos, conocidos como los dinosaurios con cuernos. Vivieron durante el Cretácico en lo que hoy es Norteamérica y Asia. Cicadaceae (= cicadáceas): plantas gimnospermas, de tallo sin ramificar, hojas pina- das, con el aspecto de las palmeras. Coníferas: plantas gimnospermas (árboles o arbustos) de hoja perenne, caracteriza- dos por tener piñas. Cretácico: último periodo geológico del Mesozoico que abarca desde el final del Ju- rásico (146 millones de años) hasta el inicio del Cenozoico (65 millones de años). Deriva continental: es el proceso por el cual las placas tectónicas que forman la corteza terrestre se desplazan lateralmente. Ecosistema: es un sistema formado por una comunidad natural de seres vivos y el ambiente físico donde viven. Eobaataridae (= eobaatáridos): un grupo de mamíferos multituberculados extingui- dos que vivieron durante el Cretácico Inferior en Europa y Asia. Equisetaceae (= equiseto): planta vascular de pequeño tamaño con hojas en forma de aguja y tallo estriado. En la actualidad tienen un representante conocido popular- mente como la cola de caballo. Estratigrafía: disciplina geológica que estudia las rocas sedimentarias estratificadas (divididas en distintos estratos). Fíbula: el hueso peroné de los humanos. Filogenia: es la historia evolutiva de los organismos. Fitófago: se refiere a un animal que se alimenta principalmente de plantas y frutas.

96 Glosario

Formación geológica: conjunto de estratos con características litológicas comunes y en su conjunto son cartografiables en un mapa geológico. Gimnospermas: son plantas fanerógamas de hoja perenne que tienen las semillas al descubierto, con flores formadas por hojitas escamosas generalmente en forma de piña. Hadrosauridae (= hadrosáuridos): dinosaurios ornitópodos bípedos, conocidos como dinosaurios de pico de pato, animales fitófagos, que dominaron los paisajes de finales del Cretácico de Europa, Norteamérica y Asia. Hauteriviense: piso geológico del Cretácico. Abarca desde final del Valanginiense (136 millones de años) hasta el inicio del Barremiense (130 millones de años). Hypsilophodontidae (= hipsilofodóntidos): dinosaurios ornitisquios fitófagos bípe- dos del grupo de los ornitópodos que vivieron durante el Jurásico y Cretácico en Europa, Australia, Asia y Norteamérica. Iguanodontia (=iguanodontios): dinosaurios ornitisquios fitófagos del grupo de los ornitópodos que vivieron durante el Jurásico y Cretácico en lo que hoy es Asia, Amé- rica, Europa, Australia y África. Invertebrata (= invertebrados): grupo de animales que carecen de columna verte- bral. Jurásico: periodo geológico situado entre el Triásico y el Cretácico. Lignito: es un carbón mineral formado por compactación y maceración de la turba (material orgánico compacto, de origen vegetal, y rico en carbono, formado en panta- nos, marismas y humedales). Límite K/T: término del límite entre el Cretácico y el Terciario. Coincide con la extin- ción de los dinosaurios y el impacto de un asteroide extraterrestre. Maniraptora: incluye a las aves y dinosaurios más próximos evolutivamente a éstas. Se trata de dinosaurios terópodos, carnívoros, del grupo de los coelurosaurios, que poblaron todo el planeta durante el Jurásico y el Cretácico. Marginocephalia: dinosaurios ornitisquios comedores de plantas, conocidos como los dinosaurios con “cabezas con reborde”, cuadrúpedos (los dinosaurios con cuer- nos, Ceratopsia) o bípedos (los dinosaurios paquicefalosaurios, también llamados “lagartos de cabeza gruesa”), que vivieron durante el Jurásico y el Cretácico en lo que hoy es Norteamérica y Asia. Mesozoico: era geológica, también conocida como Era Secundaria, que abarca des- de el final del Paleozoico, hace 225 millones de años, hasta el límite K/T, hace 65 millones de años, subdividiéndose en los periodos Triásico, Jurásico y Cretácico. Monofilético: en filogenia, un grupo es monofilético si todos los organismos incluidos en él han evolucionado a partir de un ancestro común, y todos los descendientes de ese ancestro están incluidos en el grupo. Mosasauria (= mosasaurios): reptiles marinos del Cretácico Superior, emparenta- dos con los lagartos y las serpientes.

97 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Multituberculata (= multituberculados): un grupo de mamíferos extinguidos de pe- queño tamaño comedores de plantas que abundaron en el tiempo de los dinosaurios. Aparacieron en el Jurásico Medio (hace cerca de 167 millones de años) y existieron durante buena parte del Terciario (hasta principios del Oligoceno). Su dentición se ca- racteriza por presentar dientes en forma de muelas con varias cúspides o tubérculos (de ahí su nombre).

Nicho ecológico: cada especie tiene un determinado lugar donde vive, que se deno- mina hábitat, mientras que como nicho ecológico se entiende la “ocupación o profe- sión” de la especie en dicho hábitat.

Oligoceno: es el tercer periodo geológico del Terciario. Comenzó hace cerca de 33 millones de años y terminó hace unos 23 millones de años.

Ornitisquios: grupo de dinosaurios con el pubis hacia atrás, discurriendo paralelo al isquion. Incluyen a los ornitópodos, los tireóforos y los marginocéfalos.

Ornithopoda (= ornitópodos): grupo de dinosaurios ornitisquios comedores de plan- tas, bípedos, o excepcionalmente cuadrúpedos, que vivieron durante el Jurásico y el Cretácico.

Paleolítico: es una etapa de la Prehistoria caracterizada por el uso de útiles principal- mente de piedra tallada.

Pangea: es el nombre utilizado para llamar al supercontinente que existió al comienzo del Mesozoico.

Pinheirodontidae (= pinheirodontido): grupo de mamíferos multituberculados que existieron en Europa durante el Cretácico Inferior.

Pterosauria (= pterosaurios): también conocidos como “lagartos alados”, son un gru- po de reptiles voladores que existieron durante el Mesozoico. Sus alas estaban forma- das por una compleja membrana sostenida por el cuarto dedo de la mano.

Procesos tafonómicos: procesos que sufre el organismo desde su muerte hasta su descubrimiento como fósil.

Rocas sedimentarias: rocas formadas por acumulación de sedimentos que, some- tidos a procesos físicos y químicos forman un material consolidado. Se clasifican por su composición; por ejemplo, las detríticas (areniscas) o carbonatadas (calizas).

Saurisquios (= dinosaurios con cadera de lagarto): grupo de dinosaurios en los que el pubis se dirige hacia delante, formando un ángulo con el isquion. Incluye a los terópodos, saurópodos.

Sauropoda (= saurópodos): dinosaurios saurisquios, cuadrúpedos y comedores de plantas de gran tamaño. Tenían un cuello y una cola largos.

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Stegosauria (= estegosaurios): dinosaurios ornitisquios tireóforos. Son dinosaurios cuadrúpedos con el cráneo pequeño y aplanado, además de una doble hilera de púas dispuestas a lo largo del dorso. Theropoda (= terópodos): dinosaurios saurisquios, bípedos y carnívoros. Son los dinosaurios más primitivos y origen de las aves actuales. Thyreophora (= tireóforos): dinosaurios ornitisquios, cuadrúpedos y comedores de plantas, caracterizados por la presencia de placas y escudos óseos en su cuerpo. Tiempo geológico: es el tiempo absoluto o relativo tomando como escala de refe- rencia la historia de la Tierra y eventos significativos ocurridos en ella (apariciones, extinciones, orogenias, etc.). Titanosauriformes: saurópodos con un cuerpo robusto, miembros delanteros gran- des, cuello largo y cola relativamente corta. Existieron durante el Jurásico y Cretácico en todo el mundo, excepto Antártida. Triásico: el período geológico más antiguo de la era Mesozoica, entre los 245 (final del Paleozoico) y los 213 millones de años (inicio del Jurásico). Ulna: el hueso cubito de los humanos. Vertebrado: animales con una columna vertebral compuesta por vértebras, en el que se incluyen, entre otros, los dinosaurios y los mamíferos.

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La mayoría de los componentes del grupo de investigación de los vertebrados mesozoicos y cuaternarios de la Universidad de Zaragoza (Grupo Aragosaurus). Noviembre 2007.

Semblante del grupo Aragosaurus

Aragosaurus es un grupo de Investigación de Paleontología de Vertebrados de la Universidad de Zaragoza. Está formado por profesores, contratados, doctores y doc- torandos que se están formando en la Universidad, así como personal de apoyo. El grupo varía cada año teniendo en cuenta las nuevas incorporaciones, pero desde el año 1993 que comenzó su andadura no ha dejado de crecer. El grupo colabora con diversas instituciones nacionales e internacionales, como la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona, la Universidad del País Vasco de Bilbao, las Universidades Autónoma y Complutense de Madrid, la Universidad de Comahue en Neuquén (Argentina), el MUJA (Asturias), el Museo de Salas de los Infantes y la Ruta de las Icnitas de Soria.

Tiene dos líneas de investigación: Mesozoico y Pleistoceno. Del Mesozoico destacar el estudio de restos directos (huesos) e indirectos (huellas y cáscaras de huevo) de dino- saurios del Jurásico Superior y el Cretácico de la Península Ibérica y su comparación con la cuenca neuquina (Argentina) y el estudio de los mamíferos del Mesozoico. Del Pleis- toceno se puede destacar el estudio de los cambios paleoclimáticos y paleoecológicos deducidos a partir de las asociaciones de micromamíferos de la Península Ibérica, y por último el estudio de las asociaciones de macrovertebrados pleistocenos de Aragón.

101 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

José Ignacio CANUDO: Natural de Zaragoza (1960). Licenciado en Geología en al año 1985. Doctor en Pa- leontología desde el año 1990 por la Universidad de Zaragoza. En la actualidad es Profesor Titular de Pa- leontología en la Universidad de Zaragoza. Junto a la Doctora Cuenca-Bescós formando el germen del grupo de Investigación Aragosaurus. En la actualidad dirige dos proyectos, uno sobre las relaciones paleobiogeo- gráficas de los dinosaurios de la Península Ibérica, el segundo es sobre la extinción de los dinosaurios.

102 Autores del libro

Gloria CUENCA BESCÓS: Natural de Lagunillas del Zulia, Venezuela (1958). Licenciada en Geología por la Universi- dad de Zaragoza y Doctora en Paleontología por esta misma universidad desde 1987. Des- de 1992 es Profesora Titular de Paleontología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza. Desde 1991 es la investigadora responsable del estudio de la microfauna en el Proyecto de Atapuerca (Burgos). Además es la res- ponsable de las excavaciones de varios yacimientos pleisto- cenos aragoneses.

103 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Ainara BADIOLA: Natural de Amoroto, Vizcaya (1975). Licenciada en Biología en 1998 y Doctora en Paleon- tología desde el año 2004 por la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. En la actualidad es Investigadora Juan de la Cierva, contratada por la Universidad de Zaragoza y su investigación está cen- trada en el estudio de los fósiles de mamíferos meso- zoicos (principalmente multituberculados) del final del Jurásico y del Cretácico Inferior de los yacimientos aragoneses.

104 Autores del libro

José Luis BARCO: Natural de Vic, Barcelona (1973). Licencia- do en Geología en el año 1998. Doctor por la Universidad de Za- ragoza (2009). Su tesis doctoral ha sido sobre Galvesaurus, un saurópodo que ha descrito en el comienzo del Cretácico de Galve. Además, compatibiliza su investi- gación con las actividades de este equipo y con su actividad empre- sarial. Es socio fundador de Pa- leoymás, S.L. empresa dedicada a la divulgación y conservación del patrimonio paleontológico.

105 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Penélope CRUZADO CABALLERO: Natural de Málaga, pero candelariera de adopción (Cande- laria, Tenerife) de adopción. Licenciada en Cien- cias Biológicas por la Universidad de La Laguna (Tenerife) en Junio de 2.004. Está contratada por la Universidad de Zaragoza como restauradora de vertebrados. Actualmente está realizando la tesis doctoral en el estudio de los dinosaurios hadrosáuridos del Cretácico Superior del Pirineo de Huesca.

106 Autores del libro

José Manuel GASCA: Natural de Zaragoza. Licenciado en Geolo- gía en febrero de 2007 y Master de iniciación a la investigación en Geología en Septiembre de 2008. A partir de agosto de 2008 dis- fruta de una beca predoctoral del Gobierno de Aragón para desa- rrollar el proyecto de tesis sobre la Paleobiodiversidad de los dino- saurios del tránsito Hauterivien- se-Barremiense en la Cordillera Ibérica.

107 Los Dinosaurios de las Cuencas Mineras de Teruel

Daniel GÓMEZ FERNÁNDEZ: Natural de Alcalá de Henares. Licenciado en Biología por la Uni- versidad de Alcalá (Junio de 2005) y Master de iniciación a la investigación en Geología en Sep- tiembre de 2008. Actualmente está realizando su tesis sobre los dinosaurios terópodos del Cretá- cico Inferior de la Cordillera Ibérica.

108 Autores del libro

Miguel MORENO AZANZA: Naci- do en Huesca en 1983. Licenciado en Geología por la Universidad de Zaragoza en Septiembre de 2006, y Master de iniciación a la inves- tigación en Geología en Junio de 2007. Actualmente es becario de la Universidad de Zaragoza y está la realizando su tesis sobre Cáscaras de huevo de vertebrados fósiles en el Cretácico Inferior de la Cordillera Ibérica aragonesa.

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