LA COSTUMBRE DE AMAR por Doris Lessing

n 1947 , George volvió a escribir a Myra diciéndole que como ya hacía tiempo que la guerra había terminado debía regresar y casarse éOñ él. Ella le contestó E desde Australia, a donde había ido con los hijos de ambos en 1943 porque te- ní a allí a algunos parientes, diciendo que tenía la sensación de que las circunstancias les habían separado; que ya no estaba segura de querer casarse con él. George no ¡permitió que aquello le hundiera. Mandó a Myra un giro telegráfico por el importe del billete de avión y le pidió que fuese a verle. Ella le visitó, durante dos semanas, pues no podía dejar solos a los niños por más tiempo . Dijo que le gustaba Australia, que le gustaba su clima, que ya no le gustaba el clima inglés, que en su opinión Inglaterra estaba , muy probeblemen11!, pasada de moda, y que se había acostumbrado a echar de menos a

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www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+-~2,jMéxlco2.S Londres . Y también. era presum ible. a A consecue ncia de ello empez.ó ,, de­ ec har de 111enos a George Talbor. dica rse a su trabajo co n un espíritu más Esos fuernn pan, George qu ince días profesional que en los últi mos tiempos. y muy dolorosos . Georgc creía <¡uc ram ­ acced ió a dir igir la ¡:iuesta en csccn;, de bién íucro n dolorosos para Myra. Se ha­ una nueva obra de tea tro escri ta por un bí:111conocido en 1938. vivieron ju 11tos am igo suyo . George Talbot cni um hom­ cinco arlos v habían mantenido durante bre de teatro . Hacía ya muc hos aiios c¡ue ot ros cuacr; b cor respondencia de los no interpretaba ningún papel; pcrú escri ­ ama ntes separndos por el desr ino. Myra bía art ículos . oirigfa de vez en cu ando era sin duda el amor de su vid:1. Hasta alguna obrn, pronunc iaba discursos en las ento nces . Gcorge hab ía creído que él grandes cele brac iones y era co noc ido por era el amo r de b vida de ella. Myra, una todo el mundo . Cu,rndo encraba en un muje r atract iva a la e n el aeropuer­ de quién se trataba . Dura nte los cuatro to. y lo hizo con los ojos llenos de lágri­ a1i os transcur r idos desde la pa rti da de mas . Myra ha bía sido a mante de jóveoes que Los oj os de George . cuando se aleja : vivían en el mund o del teatro o a su alre­ ba del aeropuerto ? n el raxi, escab'1n se­ dedor, porqu ~ se sentía solo. Había ha­ cos. Cua ndo una perso na ha amado blado co n to da franq ueza de estas rela­ auténtica ment e y tot a1rncrHc a orra, no ciones en sus cartas a Myra, pero ella no es sólo el amor lo _~JP.l ho mbre corpulento, de porte erecto; pe­ te redactada, en la que recorda ba los lo ca noso cuidadosa mente cepillado . aiios de su a mor. A su debido tie mp o le bien vcscido . No había vuelco a prestarle llegó una respuesta muy tierna )' pruden­ mucha atenc ión a su rostro desde aquella te. Después se fue a ver a su esposa . co n época remota en la que había sido actor; la que, desde h,icfa muchos aiios, había pero en ,esre momen to cuvo un poco ha· mantenido una gran amistad. Se veían a bitua l ar:,q ue de vanidad y recordó la ad­ menudo, aunque no tanto desde qu e los mirac ió,t que Myra sentía po r sus lab ios, ch icos se había n hecho mayo res, u na o y la de su espos a por sus ojos . Se acos­ dos veces al año, y nunca discutían . tumbró a lanzarse mirada s en los vestíbu ­ Su esposa había vuelto a casarse des­ los y restau rantes don de ha bía espej os , y pués de su divorc io. y ahora era viuda . le pareció que no ha bía cambi ad o. Pero Su segundo marido había sido dip1Utado cscaba to mando conc iencia , sin embargo, del Parlamento, y ella trabajaba para el de la discrepa ncia exis tente ent re ese afa­ Part ido Labor ista, y for maba ·parte del ble aspecto y lo que sentía por de ntro . Comité Consu ltivo de un hospital y del Bajo sus costillas, su corazó n estaba hin­ Consej o de Ad11cinist rac ión de un coleg io chado, blando y dolo rido . se ha bía co n­ progresista. Tenía cincuenta afios, pero vertido e n un~l zona de monstruosa con· no los apare ntaba . Esa tarde lleva ba un miserac ión hosti l a lo que él ha bía sido . aju stad o traje chaqueta gris y zapatos gri­ A me nudo era incapaz de reír cuando la ses, y su cabello gris ccnía en el ce ntro gente contaba algún chascarr illo: y su un mechón ondu lado y blanco que le d,1- conversación, que había sido ligera . alu­ ba un aspecto distinguid o. Estaba a.nima­ siva y fria, debía habe r ca mb iado porque da y co ntenta de ver a Gco rge; le habló en más de una ocasión sus amigos le ha­ de un necio que tamb ién era miembro de bí an preg unt ad o si se sentía deprimi do , su mismo co mité del hosp ital y que tenía v ya no sonreían elogiosamente cuando op iniones contrarias a las de la minoría fes contaba anécdotas . Dedujo que ya no progresista en torno a ciertas refo rmas. era un compa1ie ro diverti do. Comp ren­ Las op iniones políticas de ellos dos siem ­ dió que po día ser c¡ue estuviese enfermo, pre había n coincid ido, y se situab .an un )' fue al médico . E rnéd ico le dijo qu e a poco a la izquierda del ce nero del Pa rt ido su corazó n no le pasaba nada, que toda­ Laborista . Ella apoy6 a Gcorge cua ndo vía le quedaban por de lante tre inta años éste ado ptó una ac titu d pac ifista du ran te de vida. po r suerte, aiiad ió respetuos a­ la Primera Guerra Mun dial. hec ho que a mente, par a el tea tro britán ico . él le cos tó una temporada en prisión ; él Geo, ·ge llegó así a co mpr en der que la ha bía apoyado a ella en su feminismo cuando la gente decía que a algu ien «no mili tan te . Ambos ha bían ap oyado a los le cabía el co razó n en el pecho)) quer ía huelguistas en )926. En los aiios tr einta, decir qu e esa persona llevaba consigo un despu és de l divorcio, ella co ntr ibuyó con corazón afligido que les aco mpañaba día dinero a financiar la gira de una co mp a- y noc he y, en su caso, a lo largo de mu­ 1i/a de George que interpreta ba ob ras de chos meses . Ahora hacía ya casi un año . Sha kespeare para los pa rados así co mo Por la noche le despertaba una presió n para los participantes en las marchas de dolorosa en el pecho ; por la ma,ia na se los hambri en tos. despertaba bajo el peso del dolor. Era co­ A Myra no le ha bía interes ado nunca mo si aq uello no Íuese a cerminar nunca; la po lítica . só lo los hijos. Y George . cla­ y esta idea le imp ulsó a empre nder dos ro. acc iones. En primer lugar, escrib ió a My­ George le pidió a su primera espos a ra un a ca rta rnuy tierna y prudenteme n- que volviera a casarse con él, y ella se so-

207 www.elcuentorevistadeimaginacion.org IS+-~2,jMéxlco2.S bresa lcó canto que se le cayero n las pin­ A men udo he pen sado en ello y me he zas del azúcar y rompió un platito. Ella pregu ntado ... le pregu ntó qué le había pasad o a Myra, George pu do <>ír de nuevo una noca y George co ntestó: patética en su v()z, pe ro no sabí a qué ha­ - Bien, querida, creo que du rant e cer para evitarla. codos esos alios q ue ha esta do en Austra ­ - Te lo preguntabas - dij o ella - cua n­ lia acabó olvidfo dorne. Sea como fuere . do no escabas ocupado co n Myr,1. ahora ya no me quiere para nada. - Pero, si cuando nos divorcia mos yo Cuando Ccorgc oyó su voz diciendo no conocía a Myrn. esto pen só que sonaba patética, y se asus­ - Conocías a Phillipa y a Georg ina y tó po r9ue no recorda ba haber te nid o a Janet y Dios sabe a gu ién más. ja más que suplicar a una muj er. Excepto - Pero nin guna de ellas me in te resaba a Myra . de verdad . Su. esposa le exami nó y le dijo con Ella permane ció sentada co n sus com- 1 mucha energía : petc ntcs manos en su regazo y una ex­ - Te siento solo, Geo rge. Lo cierto es presión que Georg e recorda ba haberle que todos nosot ros he mos dej ado de ser visto en el mome nto en gu e le dij o que j óvenes. quería divorciarse de él. Una expresió n - ¿No te parece que te sentirías me­ rencorosa y ofe ndida . nos so la si me tuvieses ce rca? - Tampo co te interesaba yo - dijo Ella se levantó de la silla para hace r ella. algo de espaldas a él. y le dijo que tenía - Pero éramos felices. Bueno , )'º era inte nción de volver a casarse bastant e feliz ... - dij o, sin ter minar la frase por­ pronto . Iba a casarse co n un homb re que esrnba sum ido en el patetismo que co nsiclerablemen te más j oven que ella, sentía en con tra de t<>dol o q ue sabía de un médico que formab a parte de la mi­ las muje res. Porque, mien tras perma ne­ noría progresis ta de su hospital. Por el cía allí sentado, su corazó n de I iberti no tono e n que lo dijo, Geo rge co mprend ió le decía q ue si fuera ca paz de enco ntrar ­ que se sent ía org ullosa y a la vez aver­ ias, debí an exis tir las palab ras adecuadas . gonzada de este mat rimo nio, y que ésta el tono adecuado . Pero dijera lo que di­ era .Jar azó n por la qu e le ocu lta ba su ros ­ j ese, todo le salí a co n aq uc lla voz deses­ tro . Ce orge la felicitó y le preguntó si no pe rada de perro viejo , y sab ía que esa le quedaba a él alguna posibilidad todavía. voz jamás podría derro tar al valeroso y - Al fin y al cabo, fuim os felices jun ­ prog resista joven médi co - . Y, además , tos . ¿ no es cierto' Nunca he llegado a tú me interesabas. A veces pienso qu e tú comprender por qu é se hu nd ió ese ma­ has sido la muje r de mi vida . tr imon io. Fuiste tú qu ien quiso romperlo . Esto provocó una carcajada po r par te - No tiene ningún sent ido remo ver de ella. un asu nto del pasado - dijo ella te rmi­ - Oh, Gcorgc. no te pongas en plan nantemente , y volvió a la silla enfrente sensib lero, por favor. de él. C eórge la envidió muchís imo , so­ - Bien. es cierto qu e tam bién esraba bre todo por lo rejuvenec ida que estaba Myra . Pero cuand o me echaste, por fuer­ con su piel sonrosada y práct icame nte za t,enía qu e aparecer algun a My ra, ¿no sin arruga s bajo aquel atrevid o mechón crees? Asf que habé is sido dos muje res, de cabe llo deli ber adamen te teilido de pri mero tú y luego Myra. Jamás he lle­ blanco . gado a compre nder po r qu é lo hccl,aste - Pero, car ilio. me gustaría que me lo todo a rodar cuand o par ecía qu e éra mos exp licaras. Ahora ya no puede hace r nin­ tan felices. gún dañ o. Y siempre me he preguntad '!··· - Y o no te inte resaba en abso luto 208 www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+1>-~2.1México 2.S - dijo cll,1 de nuevo - . Si yo te hubiera banknient du ra nt e un par de horas, para inte resado, j amás habrías sido capaz, cansarse, y debía sop lar un viento mu cho desp ués de ha ber estado con Phill ipa, más frío de lo que él not aba, porque al Georgina , Janet )' o tras, de decir tranqu i­ día siguiente des pertó co n un dolo r en el lamente, como si a mi no me importara pecho que no podía confu ndir con el de l en lo más mí nim o, que habías estado coraz6 n. con ellas en Brighton o dondequie ra que Te nía gripe y una tos muy fuerce, y fues e. se quedó solo en ca ma y no tclefo néo al - Pero , si ellas me hub iese n in teresa­ méd ico hasta el cua rtó día, cuan do em­ do de verd ad, no te hub iese co n rado na­ pezó a delirar . El médico d ijo que tenía da . que ingresar inmediatamente en el hosp i­ Ella le mirab a con increduli dad . Te • tal. nía la cara so nrojada . ¿Por qué' ¿Era de Pero él se negó a ir al hos pital. En­ ira? George no lo sabía . tonces. el médico le dij o que necesita ba - Recue rdo que estaba muy orgullo­ que le cuidara alguna enfer mera día y so - dijo paté tica me nte - de que hub ié­ noc he. Geo rge se somet ió a la ex ige ncia ramos sido capaces de reso lver este as unto hasta que las enfe rmeras le provoc aron del mat ri monio y to do eso . Nuestro ma­ una t risteza in t0lcrab le, y le pidió acl mé­ tr imo nio iba ta¡1 bien que los coq uet eos di co que te lefo neara a su es posa, a q uien no importaba n. Y siemp re pensé que era le sería fác il encontrar algu na persona importante ser capaz de dec ir la verdad . que pudiera cuidarle y com padece rle. ¿No te dije siempre la verda d? George co nfiaba qu e fuera la prop ia Mo ­ - Muy romántico por tu parte , que ri­ lly quie n ac udiera a cuidarle, pero cuan­ do Geo rge - dijo ella secame nt e ; y él se do ella se prese ntó no se lo dijo porque puso en pie, le di o un cariñ oso bes o en la Molly es taba muy ata reada con los pre­ mej illa y se fue . parat ivos de su nueva boda . Le promeció Estuvo caminando largo rato por los que buscaría algun a persona que no IIe­ parq ues, co n las man os uni das a su espal ­ vase uniform e y no se las diera de grac io­ da, siempre erecta, y notando co nstante ­ sa. Tenían, nacuralmenre, muchos ami• · m ent e en el pecho su corazón hi11chado gos com unes: y Molly telefoneó a una y dolorido. Cuando ce rraron la verja pa­ antigua nov ia de Geo rge, del mundo de l seó por las calles ilum inadas en las qu e teatro, gue dijo conocer a una ch ica q ue ha bía vivido duran te cinc uenta años de estaba buscando un em pleo de secr etaria su vida, recor dando a Myra y a Molly para salvar el bache _d e una, temp ora da en como si fuese n una so la m ujer, fu ndié n­ la que no co nscgu,a nmgu n con trato , y dolas en una so la figura sosegada y cá lida que en realidad es tab a dispues ta a hacer y muy cercana a él, una figura de felici­ cualc¡uier clase de trabajo si era po r unas dad que camina ra a su lado . Ent ró en un pocas semanas so lamente. pequeño restaurante que conocía bien, Y as í fue como Eobby T ippet t de spi­ y vio dent ro a una chi ca gue 1~co nocí a dió a b s enfer meras y se preparó un a ca. porq ue lle había oído pronun ciar una ma en el estu di o. El pri mer día se lo pasó co nfere ncia sobre la situ ació n del teatro cos iendo ju nto a la cama de Geo rge . Lle­ britán ico . Se esforzó codo cuando pudo vaba una falda osc uro con mu chos plie­ po r ver e n su rost ro a Myra y a Molly, gues y una recatad a blusa estampada con pero no lo consigu ió: y pagó el café de u nos volanr iros en los puños . George, al ella y el su) 'º y se fue solo a casa . Pero su verla coser, se sintió mucho mejor. Era apartamento estab a insopo rtabl ement e una joven peque1'lita, delgada y more na , vacío, y salió y bajó and and o por el Em- pr obablemen te jud ía, de trist es ojos ne- 209

www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2,JMéxlco2. S gros. Tenía una forma peculiar de dejar divertid a de la vida de un actor sin futu­ su labor sobre su regazo, apoyando enci­ ro; y a George le parec ió que no había ma sus manos sin vida; fijaba la mirada conseguido acercarse lo más m ínim o a en el vacío y en sus ojos florecía encon­ ella. De modo que al final hizo lo gue ha­ ces una oscura incrospecció n. En tales bía estado rratando de evitar, y apoyado momentos permanecía muy quieta en su en sus almohadas como un juez o un em­ asiento, como una figurita de porcela na presario, le dijo: de una muchacha cosiendo. Cuando aren ­ - Interp reta algo para mí. Veamos día a George o acom pañaba hasta su ha­ qué. tal lo haces. bitación a las numerosas visitas, adopta ba Como una niña obedient e, ella se fue una act itud de frío y lánguido encanto; a la habiración conr igua y regresó embu­ eran los ext remadamente buenos moda­ cida en unos ajustados panta lones negros, les de la insensibilidad, y al principio pero conservando su recatada blusa, se George se quedó helado; pero luego llegó plantó en la alfombra delante de él, e a ver lo que había detrás de esa pose; interpretó un número sencillo e n el que porque, fuera cual fuese el mun do en el bailaba y cantaba . No esraba mal. Geor ­ que Bobby Tippett se había criado, esta­ ge hab ía visco cientos de cosas mucho ba convenci do de que no era el de la cla­ peores. Pero se sintió muy conm ovido; se social inglesa que pracricaba aquellas ahora la veía sobre to do como un pilluelo, maneras. Contestaba con un ((:;¡'})o un un golfillo chico-chica, y absol u tamente ((no)) a las preguntas acerca de ella misma; desam parado . Y profundamente conmo­ George ded ujo que sus padres hab ían vedor. muerto, pero que rcnía una hermana ca­ - De hecho - dijo ella- , esto no es sada a la que iba a ver a veces; y, por lo más que la mirad del número. Siempre demás, que había vivido en Lo ndres o lo hago co n una pareja. sus alrededo res, casi siempre sola, duran ­ Habí a un gran espejo que casi llenaba re diez años o más. Cuando le pregu ntó la pared del fondo del amplís imo y oscu ­ si no se hab ía sentido muy solitaria vi­ ro dormi torio. Georg e se veía reflejado viendo ta nto tiempo sola, ella contestó en él : un hombre anciano que se senta ba arrastrando las palabras: en la cama apoyando la espa lda contra - ¿Por qué? En abso luto, eso no me un mon tó n de almohadas y cont emp laba importa . la figurita de muñeca que se encontr aba Pero para George era una criarura pe­ fre nce a él sobre la alfombra. Vio que ella que ,ia y valiente, una nuia aba ndonada volvía la cabeza hacia su imagen refleja ­ que peleaba contra Londres, y se sintió da en el oscurecido espejo, escudiaba esa conmov ido. imagen y después empezaba a bailar con No quería ser el gran hom bre de tea­ ella, o a bailar, en cierto modo, contra tro; temía evocar aquella ad miració n im­ ella. Había dos figuras peq ueñicas y lige­ perso nal a la que estaba demasiado ras bailando en el dormitor io de George; habituado ; pero en seguida empezó a la sicuación ren ía algo de misteriosa. Bob­ pregumar a Bobby sobre su carrera, con by empez ó a cantar una conadiJla con la espera nza de que aquél fuera el rema la voz casc·ada y un acen to cockney de capaz de suscicar su entusiasmo. Pero elfo imitació n que solía ofrse en los escena­ se refirió sin darle importancia a su act i­ rios,' y Geo rge pensó que la ch ica estab a vidad en papeles secundar ios, empleos esperando que la figura reflejada cantase circuns tanciale s como el de diseño de con elJa; caneaba hacia el espejo como si escenografías, a sus época s de sobresa­ esperase una respuesta . liente, y codo ello en un to no de crónica - Eso ha estado muy bie11, Bobby

210 www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+-~2,jM•xlco2 .S - dijo George ráp idamente, pues se sentía impo rta estar aquí conmigo? - i.nsistió fastidiado, aun que no sabía por qué - , él Verdade ra menee bien. Se produjo una brevísi ma pausa. Notó alivio cua ndo ella abandonó la - Sí - dijo ella- . por ext rafio q ue pa­ inte r pretación y se alejó del espejo, con rezca, me gusta estar aq ui. lo cua.l desapareció su misteriosa sombra. El ((por extraño c1uc parezca» fue - ¿Qu iéres que hable a alguie n de ti? aco mpai\ado de una mirada fugaz. un Podría avudarte . Ya sabes cómo son las ta nto pícara . casi coq ueta : y por p rimera cosas en 'el teatro - sugirió, disculpándo­ vez desde hacía muchos meses se alivió se. un poco el peso de la soledad que op rirnía - Me importa - dijo ella sin aba ndonar el corazón de Georg.e. el cockney de imitación que habla ut ili­ Ahora se senda feliz porq ue c uando zado en su canción; y por un momento iban a verle los distinguidos cabal!eros y en su r ostro brilló como un destello el damas del mundo del teat ro o de la lice­ encanto de un pillete b udó n y ternera­ racura, Bobby se tra nsformaba e n una rio - . ¿Sería mejor que volviese a poner ­ anfit riona fría y suave como la se·da : pe­ me la falda' - sugirió - . Ser ía más prop io ro en el mismo instante en que se iban de u na ,enfer m era, ¿no? reco braba su encanto de pillete. Era una Pero él le dijo que le gustab a con los demost ración de con fianza. A veces se la pantalo nes ajustados y a partir de enton ­ llevaba a cenar o al teatro . Cuando Bob­ ces siem pre se ponía esos pantalones o by se ponía elegante vestía trajes atrevi­ faldas más ligeras; y se movía por el apa r­ dos y a la moda y su porte te nía la inso­ tam ento como un muc hacho encantad o­ lenc ia pro pia de una modelo; y Geo rgc ram ent e femen ino, y charlaba con él de iba a su lado, sonr iendo cariñosa men te, las obras en las que le habían dado pape­ en espera del mome nto en el que sus ojos les secun darios y de los grandes actores negros, imp lacables y f,]ibusceros aban ­ y direcrores con los que habfa hablado y dona rían la mirada lánguida de la muJer que, natur alment e, eran amigos de Geor­ que se deja conte mplar admira tivamence, ge, o co mo mín imo, gente de su misma para soltar un destello y comp artí< con él categoría . George la escucha ba y miraba b diversió n de vivir; para pro mete rle que recostad o contra su montón de almoha­ pronto, en cuanto regresaran al aparta· das, y sentía que le do lía el corazón . Se mento, cuando es tuvieran solos ot ra vez, quedó en la cama durant e más tiempo ella volvería a converti rse en su q uerida del necesar io, porque no quería que ella muchachita o en el valiente y enca ntador se fues,e. Cuan do decidió pasar a un si­ niño aban donado . llón, le dijo : A v:eces, sentados a media luz por la - No creas que escás obligada a gue ­ noche en la habitación de él. George de­ darte aquí si prefieres ir a algún ocro sitio. _jaba que su m ano se cerrase so bre su A lo cua l ella contestó, con un gran puntiagudo ho mbro : a veces, cua ndo se destello de sus ojos negros : decían buenas noches, él se incli naba a - Si estoy apro vechándo lo para des­ besar la, y ella bajaba la cabeza para c¡ue cansar. hom bre, No tengo nada mejor sus labios se cncont.raran con u n::11reca ta­ que ha<:er. da y dócil frente. Y luego, utÜizando otra vez el cock· Georgc se decí a a sí mismo yue llob­ ney de imitación : by no había despenado aún . .Era una - ¿No te fastid ia éste? ¡Mira que de­ frase que en el pasado había consrn u1do cirme estas cosas! el prelud io de numerosos y ciem os des­ - e"' ero . ¿te gusta estar aqu1,,. ¿ N o te cubrimientos . Se decía a sí mismo que

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www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+-~2.1Méxlco2.S ella no te nía ni idea de lo que pod ía lle­ tido con una ch ica con la que sola ment e gar a ser. Hab ía estado casada, al parecer: sale dos veces a la semana, como si fuera en una oca sión había dejado caer la in­ un colegial. Y lo mismo ocurre con mi formació n, mientras co ntaba una anéc. hija, que vino a verme al año de haberse dota so bre su vida en el tea ero ; pero casado y su vida esca ba hecha un verda­ George hab ía conocido a muchas muje­ dero lío, un lío horr ible ... Me parece que res que au n después de muchos años de a los de vuestra generación todo eso os matrim onio no habían despertad o toda­ da mucho miedo. No sé por qué. vía. George le pidió que se casara con él; - ¿Por qué dices mi generación' ­ y ella elevó su pulcra cabecita con el giro pregun tó ella, volviendo la cabeza con sobresaltado de un ani mal, y le dijo : aquel brusco giro que la caracterizab a- . - ¿Por qué quierés casar te conmigo? No es mi generación. - Po rque me gusta estar contigo, ca- - Pero, si no eres más que una cría ri,10. Me en can ta esrar contigo. - dijo él cariñosamente. - Hueno, tam bién a mí me gusta es­ Georgc era inppaz de descifrar lo tar contigo - dijo ·con una extraria ento ­ que podía haber detrás de la negra y di­ nación inter roga tiva. ¿Se hacía esa pre­ recta mirada de los ojos tristes co n que gunta a sf misma' - Curioso, ¿ech' - di­ ella le miraba en este momento; .i3ob by j~ riend o, en cockney- . Curioso pero estaba sent ada con las piernas cru zadas ClCrt O. ante el fuego, como una muñequica, con sus brillantes panra lones aju stados . Pero La boda debía celebrarse sin grandes a George le habían tocado uno de los re­ cerem on ias. pero los periódicos hab laro n sorces de alarma que había en su in ter ior muc ho de ella. Recientemen te, varios y no hizo más comen tarios. hombres de la generación de George se - Te ngo treinta y cinco años, y soy habían casad o con mujeres jóvenes. Uno por lo tan to la criatura más joven q,ue CO· de ellos había sido padre a los setenta rre por el mundo - dijo ella caneando, año s. A George le adularon las noticias, y dirigiéndole al mismo tiempo una fugaz contó a Bobby muchas cosas de su vida mirada sard ónica por encima del homb ro. que hasta enronces no habían salido a la Pero había sonado alegre. conversación. Le comen tó por ejem plo Georg e no volvió a hablar de los lo­ que en su opinión b generación a la que gros de su generació n, q ue hab ía estad o él pertenecía habfa tenido más éxiro en e n una ocasión anterior, muchos años el asunto del amor y la sexualidad que la atrás. co n una chica que se llamaba Evc. generació n moderna. No le dijo a Bobby q ue ya había escado. -F íj ate en mi hijo, por ejemplo - le Era primavera y los cerezos est aban dijo- . A su edad yo hab -~.2,jM•xrco2.S come ntarios, y dijo que siemp re se ale­ iio; y su mano, que era blanca e inm adu ra, graba de dar cob ijo a parejas en plena se cerró formando un puño sobre: la al­ luna de miel, y les deseó las buenas no­ mohada, delante de su rostro . ches . Geo rge trató de abrazarla, y ella se Georges hizo el amor a Bobby, y ella apartó de él poniéndose de espaldas en el cerró los oj os, y él co mp robó que su es­ orro ext remo de la ca ma. Estaba prof un­ posa no era nada torpe . Cuando termina ­ damente dor mida , y él no podía co mpar · ro n, él la tomó en sus brazos, y fue en­ tir su sueño. Y no pudo soportarlo . Se to nces cuand o, co n un incréd ulamente levantó de la ca ma y per maneció j unro a atemorizado aliv io en su corazón, regresó la ventana , exp uesto al frío aire de la no­ a una felic idad que - y ahora le parecía che de primaver~, y vio los blancos cere­ brutalmente desagradecido por su parce zos en flor bajo la blanca luna, y pensó hab er sido capaz de ello - habfa dado en la fría much acha dormida en la ca ma. por supuesta a lo largo de muchos años. Estuvo allí, bajo la helada luna, has ta No era posib le, pensó mientras sostenía que llegó la aurora; por la mañana tenía el sumiso cuerpo de Bobby entre sus bra• mucha tos y no pudo levanta rse. Bob by zos, que hubiera podido esta r completa· se mostró encantadora , entregada y ale­ mente solo duran te tan to tiempo. Había gre. sido ins oporta ble. Sostuvo el silencioso - Vuelvo a cu idarte, como en los vie­ cuerpo ac unado por su respiración, y jos t iem pos - co mentó poniendo los ojos acarició co n unos go lpecitos sus espa lda s guasonamente en blanco. y sus muslos, y mientras lo hací a sus ma• Le pidió a madame Cruchor gue les nos recor dar on las emocio nes de casi cin ­ diera otra cama para eUa y la co locó en cuenta :años de amor . Pod!a sen tir como un rincón de la hab iración. Ceorge pe nsó recorría n su cuer po las recordadas emo­ que era muy sensato po r su parre no que­ ciones de su vida, y su corazó n se hinchó rer contagia rse de su resfriado; porgue co n una alegría que le parecía no haber no se permitía recordar las épocas de su conocido j amás, porque era una combi­ pasado en las que ni siquiera las en fcrme­ nación d e una docena de amores. dades bastan te graves le habían imped ido Estaba a punto de tomar poses ión comp art ir la osc uridad; decidió o)ri dar la defi nitiva de sus recuerdos cuand o ella se sensualidad del agotamiento , o de la fie­ dio brusc ame nte media vuelta alejándose bre o de los insom nios más acusados . de él, y dijo: Empezaba incl uso a sentir vergüenza . - Quiero un pito . ¿Y tú' Durante dos semanas la camp esina - Pues c1aro, cariño, como quieras. francesa les subió, dos veces al d ía, mag­ Fumaron . Termi nados los cigarr illos, níficas comid as, y Ceorge y Bobby be­ ella se tendió boca arrib a con los brazos biero n en abund ancia vino tint o y calva­ cruzados sobre el pecho, y dijo : dos y se chancearo n, con madarn e Cru­ - Tengo sueño. chot , a costa de la gente qu e se pone en­ Bobby cerr6 los ojos . Cua ndo estuvo forma en la luna de miel. Regresaronde seguro ,de que ella se había dor mido , se Normandía bastante antes de lo qu e ha­ inco rporó apoyándose en el codo y se bían pe nsado en principio. Geor ge, dijo puso a mirarla. La luz esta ba todavía en­ Bobby, se encont raría mej or en casa, pues cendi da , y la curva de la mejilla de Bobby allí podían ir a verle sus amigos. A.demás, era redonda y suave, como la de un niño. era mu y triste pasar un a prima vera ence­ La tocó con el borde de la palma y ella , rrados entr e cuatro paredes, y es raban do rmida, se encog ió apa rt ándose pero ce­ co miendo demasiado los dos. rrándose al mismo tiempo. como un pu- La prime ra noche que pasaron de 213

www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2.1Méxlco2.S • nuevo en el aparcamen to, George tem ió mente hart a de la vida, tal como solía ha­ qu e ella se fuer a a dormir al estud io, pe­ cer siempre que ha bfa invitados; y, sin ro 13o bby sp puso el pijama )' se metió embargo, George esta ba seguro de que en la cama con él, )' po r segunda vez la aqu ella acti tud le esra ba de stinada a él. tuvo en sus brazos mientras hacía n el Cuan do se fue la her mana, él se quejó acto, )' después ella se puso a fumar, sen­ basta nt e, pero Bobby le dij o rien do que tada en la cama con aspecto de criatu ra ella sabía de an tema no qu e Rosa no iba cansada y pcqucfla )', pensó Gcorge, a gusta rle a George; dijo que era, efecti­ treme ndamcn te j oven y patética . El no vamente, bastante horrib le ; per o le recor ­ durm ió en toda la noche . No se atrevió dó que era él qu ien habla sugerido que la a sali, de la ca ma po r no molesta rla, )' invitase . De modo que Rosa no volvió a temía queda rse dormido po r mie do a ir, y Bobb y salió con ella al cinc o de que sus miembros rec ordaran las costu n,­ com pras. Ent retanto Georgc se queda ba bres de y buscara n el cuerpo sentado en so lita rio y pe nsand o lleno de ella. Por la ma ñana ella despenó son ­ de inquietu d en Bobb y, o visitaba a sus riendo. y él la rodeó con sus brazo s, pero anr iguos amigos. Poco s meses después ella le cub rió de besitos amables y saltó de su regreso de Norma ndía, alg uien le de la cama. sugirió a Gco rge que quizás estuv iera en ­ Aquel dí a le dijo qu e cenfa que ir a fermo. Esto le hizo pensar, y co m prend ió ver a su hermana. Durante las semanas <¡ue no distaba much o de encontrarse en­ siguien tes vio frecue nte me nte a su her­ fermo . Era a causa de que no pod ía dor­ mana y le sugirió insisten temente a Geo r-­ mir. Noche tras noche yacía tend ido j un­ ge que invitara a sus amigos más a me nu. to Bobb y, desp ués de que ella se le hubiese do. G,eo rge le pregunt ó po r qué no invi­ ent regad o animada y cariiiosamente : y taba ella a su her mana a su apartame nto . conte mp laba la suave curva de su mej illa Oc modo que una tarde la hermana fue a recortada contra la almohada, y las largas tomar el té . George le hab ía visto breve­ pcsraiias oscu ras, cer radas contra la piel. menee en la boda y no sentía ninguna J amás había exist ido nada en su vida que simpatía por ella, pero por primera vez le hubiese emocio nado tant o co mo aq ue­ sintió tambi én ahora un breve ataqu e ele lla mej illa infantil, como la sombra de repugnancia por el matrimonio mismo. esas pestañas. Una leve arruga en una me ­ La her man a era horrib le: una mujer de j illa le pa recía la firma de la emoción: )' mecli:ma edad . vulgar. típica ele un ba rrio el rizo de pe lo negro y brillante que caía de clase med ia. Ten ra un rostro a filado sob re su frente le llenaba la gargant a de y moreno que se dirigía rcpugnanrcmen­ lágrimas . Sus noches era n larga& vigilias t e a to dos los rincones del aparramemo. de ccrnura contenida. valora ndo los muebles, y una delgad a na­ Una noche ella despert ó y le vio con ­ riz cod iciosa torcida hacia un lado. Per­ tem plán do la. maneció sentada. con sus modales más - ¿Qué pasa? - preguntó ella . sorpren ­ refinados . du r:inte las dos ho ras <1ue es­ dida- . ¿No puedes dormir' tuvo toma ndo varias razas de ré. con su - Sólo estaba miránd ote . carii10 - di­ masculino traje chaqueta azul marino . su j o él desesperadament e. severo so mbrero negro. sus pies ca lzados Bobb)' yacía enroscada a su lado . con zapatos de cordo nes íirrnemenrc con el puño ap oyado en la almohada . en­ apo)'ados el uno jun to al otro : y su del­ tre su cuerpo) ' el de George. gada nariz parecía sostener una siJcnciosa - ¿Por qué no eres feliz? - le pregun­ y sarírica co nversació n so bre Geo rgc co n tó ella de repente : y como Georgc rió su herma na. Bobby se mostrab;i fr ía y con repent ina y amarga iro nía. ella se edu c¡1da. como si esrnvicsc del ibe rada - scncó . rodeó sus rodillas con los brazos, 214

www.elcuentorevistadeimaginacion.org elcuenlo\. .. ~4, 1...... ,.... ,,,,. l@+-~2,jMéxlco2.S y se dispuso a considerar con sentido Y eras este comen tario se fue al baño . pníc tico este problema. Esta era la segunda vez que mencionaba -E sco no es un matrimonio~ esto no a su marido. es amo r - anu nció él, sen c.ándosc tam• Esa frase, la costumbre de amar, pro­ bién. No reco rdaba haber ut ilizado nun­ vocó en George una revolución . Es cier­ ca aquel to no. Gord o, y con su ro stro ro, pensó. Aquella emoc ión le impulsó a anciano sonr ojado de pena, la hab ía ol­ salir de sí mismo, a abandona r la reacción vidado por un momenro, y a través de instintiva que sentía cada vez que la p iel ella hablaba desde su pasado, resucitado de ella rozaba la suya, cada vei, que nota ­ en ella, a su pasado. Mostraba una acti­ ba la presión de un pecho. Le pareció tu d muy d!igna debido a su mayor res­ que ahora veía a Bobby con nuevos ojos. ponsab ilidad y ex periencia y al calor que Que en realidad no la había llegado a co ­ confiere coda una vida de relaciones y nocer hasta ent onces. Aquella deliciósá reacciones. Sus ojos ten ían una mirada muchachi ta hab ía desaparecido, y aho ra solemne, sa ti rica y condenaroria . Ella se veía a una mujer jo ven, endurecida y hizo un ovillo con tra él y, con una triste cansada por derrota s y fracasos en los sonrisa, le dijo : que no se hab ía parado a pensar nu1tca. - .Entonces, enséñame tú , George. Comprendió que la tristez a que se ocul ­ - ¿Qu é te enseñe? - dijo él, casi tar- taba detrás de aquellos ojos negros no tamudeando - . ¿Qué te enseñe' era en absolu to impersonal; se fijó en el Pero la abrazó como se abraza a una primer brillo de unas canas q ue entreve­ niña obed ient e, mejilla contra mejilla, raban su suave pelo; co mprobó que la hasta gue se durmi ó; luego, una presión redonda curva de su mejil la empeza ba a demasiado fuerte de su hombro concra el ablan darse como consecuencia de los de ella hizo qu e Bobby se encogiera y ai'íos. Se sintió escandalizado por·su pro ­ apart ase de él hacia el ot ro extremo de pio egoís mo. Ahora, pensaba, la conoce­ ré de verdad , y ella me correspo ndera la cama. Por la mañana ella le d irigió una ex­ enamorándo se de mí. tr aüa mirada, con cierto extraño y triste De repente, George descubrió en sí respeto, y le dijo: mismo la ex istencia de un muchacho del - ¿Sabes una cosa, George' Te has que se había olvidado por compleco. Le acosrumbr .ado a amar. había devuelto a la adolescencia. Le en­ - ¿Qu é quieres decir, cariño? cantaba sentir un contacto accidenraJ de Bobby rodó fuera de la cama y se la mano de Bobby; bastaba el balanceo quedó en pie al lado, como una niña de su falda para hacerle cerrar los ojos de abando nad a en pijama, con su morena felicidad . La miró con los ojos celosos de melena revuelta. Luego deslizó sus ojos un muchacho y em pezó a interrogar la sobre su pasado, y tenía la sensación de hacia é 1 y sonr ió : - Lo ún ico que tú quieres es tener a que gradualment e iba tomando posesión de ella. Aguardaba ateneo indicios de alguien en tu s braz os, y nada más. ¿Qué emoción en un brusco cambio de to no, haces cuan do estás sólo? ¿Te abrazas a o la confesión que podía delatar la a rru­ una almoh ada ? El no d ijo nada. Se sentÍa profunda- ga que surgía a veces en la piel que ro­ deaba sus redondos , oscuros y amisto sos mente ofendido. - A mi marido le pasaba lo mismo ojos. Por la noche, convertida de nuevo en un muchacho, la reverencia que sentí a - dijo ella :Jegr emente- . Es curioso, yo le convertía en un inepto. El cuerpo de no le imp ortaba lo más mín im o. - S~u ió estudi ándole, sin abandonar su aco rud la sensualidad de George hab ía muer to. Un mes antes era un hombre dotado del bur lona - . Curioso, ¿no? 215

www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2,jMéxlco2.S \ vigor de la experiencia ac umulada en su si no le gusrnrf a regresar de nuevo al tea ­ recuerdo: de los largos aiios de haber uti­ tro . 1 lizado su cuerpo . Ahora se t¡uedaba des­ - Cre o 9ue no valía mucho - dijo Bo­ 1 piert o junco a esca mujer. llen o de nostal­ bby gia. pero 110 de nostalgia del pasad o, por­ - S i crees que te diverti ría . podrí a \ gu e el pasado habla huid o de él, sino de habl ar de t i co n algu ien. 1 una nosta lgia que sof,:1ba en el futur o. Y Ella fru nció el ce110 sin dejar de mi­ cu;ind.o· la interrogaba . como un muc ha­ rar el fuego, pero no comcstó . Más ade­ cho celoso . y ella respondía con evasivas, lante él volvió a suger írselo. y ell a le diri­ George sólo podfa interpretar las co mo gió una centella n te mirada burl ona y co n la cer rada virginidad de la muc h;icha t¡ue su wclmey de imitac ión le dijo : despertaría en respues ta a la adorac ión - Me impo rta . Hazlo si quieres ... del mu chacho en qu e él se ha bía conver­ tido . De modo que George hab ló con un Era capaz de estar so la durant e horas. sin viejo amigo, y Bobby volvió al ceacro pa­ hacer apH ente mentc nada. Gcorgc regre­ ra inccrprcca..r un número intrascende nte saba después de haber estado en alguna en una revista musical de poca monea. Le fiesta muh itudin aria. y b encontraba dijo c¡ue había encont rad o a alguien qu e sentada co n las piernas cruzadas delante ha ría de parej a suya en el número . Gcor ­ del fueg o y con sus pantalo nes ajusta dos. ge estaba mu y ocu pado co n el mont aje el men tón a poy ado en la mano. recl uida de Romeo y julieI<1, y no tuvo ti empo de en algún lugar ap art ad o al que él temía ir a ver los ensayo s de ella, pero ac udi ó la ah ora aco mpa1ia rla . Volvfo a resultarle noc he del estreno de La revista excé ntri­ insop orta ble y se ex ponía así a oi r las pa­ ca. Llegó bastan te t arde y se quedó al labras frías y punzantes que demostra­ fon do del teacrud,o atestado de sillas \ ban que ella no tenía ni idea de lo que él plegables. Era todo ta n pcque,io que los , sentía . porque su cará cter le imp edía elega ntes miem bros del público parecían scncirio . Algunos días, él regresaba tard e demasiado grand es, co mo gente de un a y ella prep araba un té para los dos; y se calla mayor de la cuenta emb ut ida en sentaban cog idos de la mano anee el fue­ una caja. El dim inuto escena r io estaba go, y la carne y los recuerdos de Gcorge desnud o. Tenía dos o eres carccslcs cla­ permanec ían en sile ncio . Han muerto, vados aquí y allá, y un pia no. El pi:rnista pensaba él. Pero le dolía el corazón . Se era bue no, un jove n al t¡ue el pelo negro hab ía acostum bra do de cal modo a la le caía sobre la cara y qu e toca ba como pesad a carga de J¡i so ledad que sentía si rodo aquello le ab urriera . Pero toca ba dentro de su pecho que cua ndo. breve­ mu y bien. Geo rge. el ho mbr e d e tea ero. mente . hablando con un viejo a mjgo . se prestó ate nció n al primer núme ro para conven ía de nuevo en el Geo rge T<1lbot pillar el tono. y pensó . Dios mío. no; que no habí a co noci do a Bob by. y se le otra vez no. Era una canción que se habfa aligera ba el cori,, ón y desaparecía la hec ho popular dura nte la Primera Guerra opre sión, miraba desconcertado a su aJ. Pero Bob by seguía durmi endo en su rededor . como si hubiese perdido algo . ciudadela, con un puf,o delant e de su ca- Sin aq uel dolo r de la soledad, casi se sen­ ra. tía frívolo. Al cabo de un tiempo, ella volvió a Le preguntó a Bobby si no se abu rría despertarse u na noche. arrancada del sin nada que hacer un mes )' otro y otro . sue f,o por algú n movimienco de él. mientras él estaba tan aw rcado . Ella le - ¿ Y aho ra qué pasa. George > - le ·contest ó que no. que se send a mu y con­ preguntó, exasperada . tenca sin hace r nada. Enton ces le preguntó En el silencio q ue siguió, el mu cha - 216

www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2,JMéxlco2.S cho que ha bía resucicad o en Gcorge mu ­ ba el co razó n y desaparecía la opresió n, rió dolo rosa ment e. miraba desco ncerta do a su alrededo r, co­ - Nada - dijo - . Abso lutame nte nada . mo si hubiese perdido algo . Sin aquel do­ Y Je dio la espa lda, derro tad o . lor de la so ledad . casi se sentía frívolo . Fue él quien aba ndonó la cama gran ­ Le pregun tó a Bob by si no se abu rría de pa ra irse a dormir a la est rec ha que sin nada que hacer un mes )' otro y otro, había en el estu dio . Ella co mentó con mientras él esta ba can awreado . Elb le una so nri sa astu ta y t riste: co ntestó que no. que se sentía rnuy co n­ -¿ Ya ce has hart ado de mí , Georgc? tenta sin hacer nada. Entonces le prcgun. Pues no pued o hace r nada, ¿sabes? Nun­ tó si no le gustaría regresar de nue vo al ca me ha gustado mu cho dorm ir con tea tro . otr a persona . - Creo qu e no valía mucho - dijo Georgc, que últ imamente había Bob by abandonado su trabajo, em prend ió la - Si crees que te diverti ría, podría direcc ió n de una nueva obra, y volvía a hablar de ti con algu ien. estar muy ata reado : aceptó tam bién el Ella frunció el celio sin dejar de mi­ ca rgo de crít ico de teatro de uno de los rar el fuego . pero no contestó. Más ade­ grandes per iódicos . estaba siempre al día lan te él volvió a sugerírselo, y ella le di­ )' ac udf a a to dos los estrenos. A veces rigió una ce ntellean te mirada burl on a y Bobby le aco mpaila ba vestida con sus con su cock>1eyde imitació n le dijo : sorprendentes traj es elegantes, divirtién ­ - Me importa. Hazlo si quieres . .. dose co n él ante la ide de estar de moda . Oc modo que George habló con un Otras veces ella se queda ba en eas:1. Era viejo am igo, y !.lobby volvió al teatro pú a capaz de estar sola dura nte horas. sin ha­ interpr ccar un número intrascenden te en ce r apa r entemente nada . George regresa ­ ba des¡,u és de ha ber estado en alguna fies ta mult itu dina ria, y la encontraba sentada co n las piernas cruz ad,1s delante del fuego y con sus pa nta lones ajusrndos, el me ntó n apo)'ado en la man o , reclu ida en algún lugar aparrado al que él te mía ahora aco mpa ñarla. Volvía a resulta rle insoportab le y se expo nía así a oí r las palab ras frías y punzan tes que demostra ­ ban que ella no tenía ni idea de lo que él sentía , porque su ca rácte r le impedía sent irlo. Algunos días , él regresaba tar de y ella preparaba un té para los dos: y se semabam cogidos de la ma no ante el fue­ go . y la ca rne y los recuerdos de Gcorgc HECATOMBE permanecían en sile ncio. Han muerto, pensaba él. Pero le dolía el corazón . Se L,11la partida fi11a/ del campconaro había acostumbrado de ral modo a la pe­ mundial de ajedre:. el n,so inicióel juego sada carga de la soledad que sentía de n­ co111'4 D: y propuso rabias.El co111ri11ca11- 1e. que era un norteamericano. 110 las t ro de su pecho que cuando . breveme nte, acepró, y e111011cesse declaró la guerra ha blando con un viejo amigo . se conver ­ nuclear. tía de nuevo en el George Tal bot que no Ernesto Bahazar Sierr~ ha bía conocido a Bobby . )' se le aligera-

217 www.elcuentorevistadeimaginacion.org IS+-~2,JMéxlco2.S urta revista musical de poca mon ta. Le di­ doloroso; y en segundo, porque aq¡uel es­ jo que había encontrado a alguien que tilo tan fr( o, que esta ba en contradi cción haría de pareja suya en el número. George con tod o lo demás, con el dolo r y la pro­ estaba m uy ocupado con el montaje de testa, no dejaba nada en pie, lo vaciaba Romeo y julieta, y no tuvo tiemp o de ir todo . El espectácu lo prosiguió; paso por a ver los ensayos de ella, pero acudió la los aiios-veinte , con fragment os de can­ noche del estreno de La revis ta excéntr i­ ciones popu lares de la época, un núm ero ca. Llegó bastante tard e y se quedó al sobre la Huelga Gener al que redu cía el fondo del tea trucho atesta do de sillas acontecim ient o a la escala de un teatro plegables. Era todo tan pequeño que los de carentes de pasión, y lu e­ elegantes miembros del púb lico parecían go por los afias treinta. George com­ demasiaido grandes, como gente de una prendió que se trataba de algo as( como talla maiyor de la cuenta em but ida en una una historia en conserva del siglo, u na caja. El diminuto escenario estaba desnu­ parodia de la visión falsame nte heró ica do. Ten ía dos o tres carte les clavados que de su época había ido present ando aqu í y allá, y unJ iano. El pianista era Noel Coward . Pero no llegaba ni a eso. bueno, un joven que el pelo negro le No hab ía emoci ón ni nada . George no sa­ caía sobre la cara y que tocaba como si bía qué era lo que se suponía q ue debía todo agu ello le aburriera . Pero cocaba sentir. Miró con curiosidad los ros'tros de muy bien. George, el hom bre de tea tro, la gent e q ue hab ía a su alrededor y vio prest ó atención al prime r número para que la gente mayor ten ía expresiones pillar el tono, y pensó , Dios mío, no;o tra descon certadas, ofendidas, como si el es­ vez no. Era una canción que se había pectác ulo estuviera res ultándoles insul­ hecho popular durante la Primera Guerra tant e . Pero los jó venes había n pillado la Mundial, y no soporto las 0 1eactas

218 www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+-~2.1M•xlco2.S negro muy cor to, y sus pequeilos pies supone que deber ía sentir? Porque aq ue­ meticulosamente dispuestos el uno al lla demente música nihilista exigía algu­ lado del otro . Estaban juntos, con las na clase de opo sición, alguna declarac ión manos cruza das delant e, a la ah ura de la positiva, pero los dos pilletes, mitaci chi­ cintu ra, espera ndo que empez ara la músi­ co, mitad chica, tan parecidos como un ca. El hombre del piano, que tenia un pi­ par de gemelos (George te nía que fijarse tillo en la comisura de los labios, emr ezó mucho en Bobby para no confund irla a toca r u na pieza mu y sent imenta . Se con su pareja), ni siquiera hacía n ningún interr ump ió y miró de for ma sardónica­ esfuerzo por resistirse a esa m(1sica. Des­ mente interroga dora a los pille tes. Esto s pués. tras una larga y triste fase de inmo­ no hablan empez ado a moverse. Se enco­ vilidad, inte rcamb iaron sus papeles. Bo­ gieron de homb ros y pusieron los ojos en bby imerpre tó el papel lánguido y dolo­ blanco. E l pianista inte rpretó entonces rido de chico desma)•ado, y el otro nii\o una marc ha, fuerte y pompo samente . abandonado cant ó las frases de dialecto Los pille tes se esrremecieron levement e y pseudo-coc kney imita ndo cruel mente se quedaro n quietos. Ento nces el piano una voz de muje r. Era la parod ia de la rom pió a tocar re pent inamente una tre­ parod ia de la parodia. George esta ba ten­ pidant e y rá pida compo sición ele jazz. so, esperando una solución. Su natu rale­ Los dos t Íteres del escenario se pusiero n za exigfa una solución rápida, porque la furiosamente en mo vimie nto, y sus lánguida tristeza del número era insopor­ miembros choca ban ent re sí y con la mú­ cable, y los dos supue stos niños abando ­ sica, hasta que por fin, mient ras la melo­ nados tenían que esta llar, rebelá ndose día se iba haciendo más fuerte y desespe­ de algún modo . Pero no ocurría nada de rad a, caye ron en sendas poses de absoluta eso. El jazz seguía mart illeándole los desesperac ión. Convertidos en un torbe­ o ídos ; la sala enter a - esce nario, paredes . llino , trata ron frenéticame nte de aco plar­ techo - se estremecí a, y parecía que el se ot ra vez a la m üsica y después, como público que la llenaba diera tamb ién de­ un par ele niños abandonados, volviero n sesperados saltito s. Los nil1os del esce na­ simu ltánea mente sus roscros el uno hacia rio retorcían sus miembros ridic uliza ndo el ot ro y , tras una ceremo niosa reveren­ malévolamente un número clásico del cia, to nuiro n cada uno una frase musical género, y finalmente se pusieron el uno de la riada de sonido q ue ya les había ba­ al lado del o tro, con las manos colga ndo rrido, la r epitieron , y se pusieron a can­ a los costados . las cabezas recata damente tar. Bobb y cantó sus tí picas frases de inclinadas hacia abajo, estremec iéndose mal cockney de imitac ión, palabras ca­ todavía un poq uito mient ras la música rentes de significado, entre mezcladas, se elevaba hasta una estr uenclose discor­ chatas, de sesperadas; el otro pillete can­ dancia final y se apagaban los focos . taba las frases lánguidas y lentas, típ icas George no pudo aplaudir. Vio que el mu­ de la jerga de la clase alta en aquel mo­ chacho q ue esraba cerca de él, co n el mento . Se mira ban el uno al Otro, co mo rostro hume decido, aplaudía a rabiar con si estu viera n bri ndándose mutua mente codo su lacio cabello caí do sobre la ,cara. las frases. como si qu isiera n averigua r si Vio ta mbién que roda la gent e mayo r es­ iban a ser acep tadas . Y mientras, la mú­ taba, co mo él, desconcertada y ofend ida. sica, dura . crue l, dañina . segu ía son ando . Cua ndo te rminó el espectáculo, se De nuevo se quedaron los dos como coló ent re bast idores para recoger a Bo­ muertos y desampara dos, despreciados, bby. La encon tró con su pareja, un chico conde nados. George, escanda lizado y bastante apuesto de unos veinte allos, ofen dido, volvió a pregunta rse : ¿Qué que se mostró deferente anee el famoso sent imientos me prod uce esto? ¿Qué se ,parido de Bobbv . George le dijo a eUa:

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www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2,jM•xlco2.S - Has estado' muy bien, cariño, verda­ ojos tenían el brill o de la juv ent ud; la der am ente bien . mirada era ca utelosa y ráp ida, como la Ella le miró sonriente, un ta nt o bu r­ de uo anima l j oven . lona, pero Geo rge no sabia de qu é estaba No sinti ó en abso lut o celo s. Cuando burlá ndose esca vez. Y habfa estado bien. Bobb y regresó a casa po r la noc he, ale­ Pero no qu er ía volver a ver aq ue llo nu n­ gre y vivaz, sup o que aquello se lo debía ca mis . a Jacki e. pero no le imp ortó . Se sintió La revista tuvo un gran éxito y estu ­ inclu so agradecido a él. El afec to de Bo­ vo rep rese ntá ndose algun os meses ant es bby por su par eja del teat ro era tan de ser rrasladada a un tea tro más grande . abund ante que se derram aba tambi én George term inó su monta je de Roineo y sob re él; y durante algun os meses George Julieta que , según los críticos, era el me­ tuvo mencalmente presentes a Myra y a jo r que se había visto en Lon dres desde su esposa, pudo verlas y nota rias, co mo hacia much os años, y rechazó o eras ofer ­ dos presenc ias amorosas a las que daban tas de trabaj o. Por el momento no nece ­ vida los sent imientos que unían a Jac kie sitab a dine ro, y, además, apenas hab ía y Bobby. F ueran cuales fuesen esos sen­ visto a Bobby últ imam ente. timientos. Pero aho ra ella trabajaba, claro . Te­ La rev ist a excéntri ca se mantuvo en nía ens ayos varios días a la semana, y cart el durante casi un año, y mientras se toda s. las noches se ausentaba del aparta ­ hací an las últ imas representacio nes, Bo­ men to . Pero George no fue nunca a su bby y Jac kie em pe zaron a preparar o tro tea tro . No quería ver a aquell os nir1os núm ero. George no sabía de qué se tra ­ tristes que se estre mecía n sin oponer re­ tab a. Creía que Bobby nece sitab a un des­ sistencia a la cruel rnúsica. ca nso, pero no q uer ía decir lo . Reci ent e­ Pa recía que Bobby fue ra feliz. Los ment e la ha bía visto cansa da , y cuando diver sos pape les que había interpr etado regresa ba a casa por la noc he nota ba su anee ,él - el pillete, la fría anfit riona, la angu st ia por debajo de la apr ent e alegría . niña cari11osa- ha bían desap arecido aho­ Una vez, por la no che, George se desper ­ ra det rás de ocro , el de la mujer trabaj a­ tó y la en co n eró ju nto a su cama . dora que cocinaba para él, que le cuida ­ - Abr áza me un rato , George - le pi­ ba, y que se iba al tea tro desp idiéndose dió ella. de él con un am istos o beso en la mej illa . George abrió los brazo s y e lla se in­ Sus relaci ones no hubiera n po dido ser tro dujo en ellos. El perma neció abra zán ­ más agr adables ni amab les. Georgc vivía dola. muy qu ieto . Hab ía abier to sus bra ­ con su bue na amiga, su esposa Bobby , de zos al tri ste crí o abandona do, pero qu ien la que e.aneo podía enorg ullece rse en to­ ahora esta ba rodeada por ellos era una dos los sentidos , y sufr ía permanente ­ muje r que no era feliz. Podía nota r el mente de soledad . pestañ eo de Bob by en su brazo , y la hu ­ Un día que baj aba po r Charin g Cross med ad de sus lágr imas. Road mirando los escapara tes de las li­ Hacía tiem po , casi hubi era dicho brerías , la vio cuando subía paseando muc hos años, que no esta ban acostados por la ace ra opuesta acompañada de J a­ ju nto s. Ella no había vuelt o a su cama. ck ic, su parej a ·del teatro. Bob by tenía - ¿No crees , cariño, que estás traba­ una expresión que a George le resultaba j ando de masia do? - le preg unt ó él er1 absolmame nce desco nocida : su cara mo­ cierta ocasión, miran do su angust iado rena cespla11decía de animación, y J ackie rostro . le mir aba a los oj os y reía . Pensó que el Pero ella le con testó ani mad am ente: chico era muy guapo . Su cabello y sus - No, 11ecesito trabaja r en algo . No

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www.elcuentorevistadeimaginacion.org Méxlco2.S 1@4(f>_~2,j sopo rco pasarme el día sin hacer nada . vada. Bobby llevaba un elegan te traje Una lluviosa noche Bobby no volvió oscuro y se había puesto algunas joya s, y a casa a la hora de costumbr e. Aque lla sus brazos y cuello estaba n desnud os y mañana :no se había encontrado muy blancos. Está bellísima, pensó George, bien y George. preocupado , to mó un taxi dirigiendo una sola y breve mirada a su hasta el te atro y pregun tó si rodavía esta- . rost ro, y desviando luego sus ojos; por­ ba allí . Al parecer se había ido poco an­ que había visto una emoción que prefe­ tes. ría no reconoce r. La escena continuó .. - Me ha parecido que no se enco nt ra­ unos moment os antes de que se d!ieran ba muy bien, señor - dijo el port ero sin cuenca de que él estaba allí y volvieran que nadie se lo hu biese preguntado, y am bos la cabeza con el mismo movimien­ George esperó unos minutos sentádo en to igil de animales sorp rendidos, y le el tax i, tra tand o de no preocu parse. Lue­ vieran anee ellos, en pie ju nto al um bral. go le indicó al taxis ta la direcció n de J a­ Ambas expres iones se conge laron. B,obby ckie; quería preguntarle si sabía dónde mir6 rápidamente al jov en, y parecía que estaba Bob by. Se quedó sentado en el tuv iese algún tipo de miedo. La exp re­ asiento del caxi, sin fuerzas, no cando el sión de J ackie se tornó malhu morada y peso de s us miembr os, pensando que Bo­ furiosa. bby debía estar enfe rma. - He ido a buscarcc, cariño - le dijo · Las señas correspon d ían a una de George a su esposa- . Llovía y el po rtero esas amplia s caballerizas victorianas que me ha dicho que parecías enferma. habían sido transformadas en aparta­ - Muy amable de tu parte - dijo ella, mentos. George bajó del táx i, cruzó el y se levancó de la silla, le dio educada· espacio empedrad o con desiguales guija­ mente la mano a Jackie, y éste salud ó rros y se dirigió a una pue rta que en con la cabeza de mala gana a Georgc. tiempos h abía sido por la que salían los El taxi les esperaba en la oscuridad , carru ajes. Llamó, y un muchacho a quien bajo la cente lleant e lluvia, y George y no conocía le explicó al abrirle que, efec­ Bobby subieron a él y se sent aro n e:l uno tivamente, Jack ie Dickso n esta ba en casa, ju nto al otro mientras las gotas seguían y George subió unas estrechas y em pina· salpicando la calle. das escaleras de madera con mucha lenti­ - ¿He hecho mal, cariño? - le pre· tu d, sinciendo que le pesaba el cuerpo y gunt ó Georgc al ver que ella no decí a que el coraz ón le latía con mucha fuerz a. nada. Se detuvo al llegar al último rellano para - No - dijo ella. recob rar el aliento, en una penumbra que - Verdaderamente creí que quizá ce olía a lienzos, óleos y tremencina. Bajo encontraras mal. una puerca había una franja de luz; se - Quizá me encue ntre mal - rió d la. dirigió hacia allí, llamó, no oyó ninguna - ¿Qué te ocurre, cariño' ¿Qu.é tie- respuesta, y la abrió. Daba a una habita­ nes' El se ha en fadado mucho, ¿verda d ? ción grande, de techo alto, parecida a un ¿Porq ue he venido ? estudio, poco iluminada, llena de cua­ - Cree q ue eres celoso - dijo ella bre­ dros, ma.cos y cacharros de diversas cla­ ve mente. ses, J ackie , el muchacho resplandecient e - Bueno, quiú lo sea bastant e - dijo y moreno , estaba sentado ant e el fuego George. con las f icrnas cruzadas , y sonrió al Ella no habló. levantar e rostro para decirle alguna cosa - Lo siento, cariño, de verdad. No a Bobby. que estaba senta da en una sUla, quer ía echar te a perde r nada . observándole desde su posición más ele- - Pues al1ora sí que ya no quiero ha.

221 www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2,jMéxlco2.S blar más de este asu neo - come ntó ella, y Y se p~so a cantar: su cono parecí a impersonal menee furioso. El no me quiere - ¿Por qué' ¿Por qué tiene que ser Con un amor siI>cero ... así? Después añadió imitando el acento • - A él no le gusta ... , que le pidan na­ cockriey : da - dijo ella, y permaneció en silencio - Estribillo ; pod rfa ser su madre ... el res to del viaj e hasta su casa. Y le sonrió con el caracter{st ico des­ Una vez en el cómodo )' caliente tello bur lón de sus ojos negros. apartame nto, Bobby se quedó en pie de­ Geo rge solame nte pensaba ahor a que lante del fuego, mient ras él le preparaba esca chica, su amor, sufría ahora lo que una copa. Ella fumaba de prisa y fur iosa­ él había sufr ido, y no podfa sopo rtarlo.' mem c. conte mplando el fuego. ¿Cuánto tiempo hacía q ue estaba pasan ­ - Perdóname por íavor, cariño - dijo do por esto ? Pero Bobby había estado él a l fin- . ¿Qué es lo que pasa' ¿Le trabaja n do con ese chico casi dos ai\os . amas? ¿Quiéres dejarme' Si es así, debes Bobby había vivido a su lado, al lado de hac,crlo, naturalmente . Está bien q ue los George, sin que él se enterase en lo más jóve nes vivan con los jó venes. mín imo de su infelicidad . S,e acercó a Ella se volvió )' le miró fijamente, Bobb y, la rode ó con sus brazos y ella con una extra r'ia mirada negra que él co­ apoyó la cabeza en su homhr o y lloró. nocía muy bien. Por primera vez, pensó George, estaban - Ceorgc - dijo Bobby- . te ngo casi junto s. Aque lla noche pasaron largo cua.. e n ra a1los. tiem po sentados fre nte al fuego, bebien­ - Pero, cariño, si codavfa eres una do y fumando , y la cabeza de ella estaba ni,ia. Al meno s para mí. apoyada en su rodil la y él la acarici aba - Y él - prosiguió ella- cumplirá con unos golpccitos, y pensa ba que aho­ vcintido~ años el próx imo mes. A mi ra, por fin, Bobby había consegu ido pe­ eda

223 www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+-~2,JM•xlco2.S - Pero, cari,io - dijo él - , ¿qué te has Ella se rió, dejó la bandeja co n su de­ hecho' sayuno al lado de la cama y se foe con - T,engo cua renta a11os - dijo ella­ las fuerces pisadas de sus zapatones. Ya era hora de crecer. Aque lla ma1iana 13obby esta ba en la - Pe ro. carillo . Me gustas much i'simo cocina . colocando en un gran pastel cua­ cuando re pones vestidos bonitos . Me en­ renta velicas de color rosa. Pero .¡il pare­ cantas cuando estás tan preciosa co n la cer. la única invitada a la fiesta. era su ropa de siempr e. her mana , porc¡uc aquella tarde eran sólo ellos tres quienes permanecían sentados en corn o al pastel. mir~ndosc unos a otros. Georgc miraba a R.osa, la herm ana. vestida coll un feo vestido liso de gruesa tela, y a su querida Bobby. que había sumerg ido toda su grac ia y todos sus en­ cantos bajo el grueso traje de mezclilla y había recog ido sin el menor cuid ado su pelo haci:1 at rás; no Uevaba ma

224 www.elcuentorevistadeimaginacion.org ~+-~.2.1Méxlco2.S exict1nt1

Informes en: EncuOn tiolos en D,1ec<;,onGeneral Centro!!i de exhibición FonMt.

www.elcuentorevistadeimaginacion.org l@+-~2,jMéxlco2.S ~.....- - --- .- - - - -.. -- -- ,. ~-- - ... -' ~- .... -· .... ,,iii - ~-._ ·------==~- Asífue la REVOLUCIO MEXICANA La historia ilustrada más completa y moderna de los años que transformaron a México

Ocho tomos a todo color, uno cada mes • Crisis del Porfiri smo • Caída del Ant iguo Régimen • Madero y el Tiempo Nuevo • La Lucha Constituciona lista • El Triunfo de la Revolución • Conj unto de Test imonios • La Revolució n dia a día • Los Protagon ist as De venta en las principales tien das de autoservicio y departamenta les, librerias y mód ulos de El Correo del Lib ro, a partir del 20 de noviem bre.

Edición Conmemorat iva ~ www.elcuentorevistadeimaginacion.org real~)ij,fi{ la~ l@q:>_~2,j.,,,,co,.s 4