la histu de' la literatura uruguaya 1 CAPITULO ORIE~SAL presZntará semanalmente, en sus treinta .Y ocho fascículos, la historia de k literatura uruWp. crítico Prof. Alejandro Patemain, revisado El cooiunto abarcará un panorama completo, desarrollado. y extensión Y en profundidad de las obras más representativas por el Dr. adaptado por de ia producción literaria iiacional desde ia Conquista Y 1" la historia de la el Departamento Líterario del Centro Patria Vieja hasta nuestros días. EI lector podrá coleccionar literatura imsuaya el texto ilustrado de estos fasciculos para contar con un ~01~- Editor de América Latina. me0 comp[eto al cabo de su i~ublicaciún: sirnultáneamei3~e. separando las tapas podrá disponér de una valiosa iconoarafia de la historia del país. Los libros que acoinpriian a los fasciculos Iorriiarán In 39. Los nrievos poetas "Biblioteca üruqua>a Fundamental".

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AÑO IV - NO8

7 POETAS HISPANO -AMERICANOS

AMANDA BERENGUEE

JULIO CESAR SILVAIN

IDA ViTALE

SARANDY CABRERA

JUAN GELMAN

RAUL ZAFFAROM

MILTON SCHINCA

Ayax Barnes - Ilustración para la portada de la revista "7 poetas hispanoornericanos" (Año 1V, N"). LOS NUEVOS POETAS

Desde De la aventura (1961) se advirtió exploración de nuevos caminos para nuesiia en Miiton Schinca una figura singular en el poesía, aun a riesgo de quedarse solo en nuevo panorama de nuestra poesía. El hecho sus desacuerdos y cifras. El propio Schinca de haber surgido sin apresuramientos (Schin- da pautas para que penetremos en esa at- co nació en 19261, la temática madura de mósfera clausurada y obsesiva del poema: su libro, el lenquaje personal, elaborado, de- "Inútil memorándum concerniente a ser hom- terminaron unc atmósfera de acepiación am- bre. De ahí mi estilo como de declarar la plia y de respetuoso reconocimiento. En 196.3 muerte". publica Esta hora urgente. El titulo es cla- Las más recientes publicaciones lo muestran ramente ilustrativo: se poetiza desde lo in- de diferente manera. En Nora Paz conver- mediato, desde el acontecer febril en que se gen sus principales temas, tratados bolo la suceder1 los progresos, en que se echan las forma de un drama no convencional (moaa- bases de la conquista del espacio, en que lidad en la que Schinca posee singulares ap- la cibernética le hurta al hombre el título de titudes]. Es otro ejemplo de su búsqueda in- "exclusivo pastor de los recuerdos"; y tam-. sobornable y a la vez de fidelidad a si bién la otra cara de lo inmediato: el ham- mismo. En Ellos y sus mentes selladas Schin- bre feroz y velocísima, el clamor ante la in- ca anticipa, a nuestro juicio, su manera más minente destrucción atómica, la indiferencia cabal, su lenguaje más adecuado y maduro, del gran mundo, la dureza y la contumacia su acento más pleno dentro de esta acti- que se alberga en esas "mansiones seña- tud de antirracionalisrno que él mismo acla- ladas", que bordean "las triunfales aveni- ra al referirse a su enfrentamiento con el das de mi ciudad"; as;, al pie de la uigen- desarrollo poético de nuestras letras. Tambien cia, Schinca parece haberse impuesto una Schrnca señaló que había en su obra una tendencia a la simplificación, a la di- preocupación religiosa pocas veces puesto recta denuncia de un mundo en el cual de mcnifiesto por la critica. Creefilos su- resulta dificil instalarse. Su tercer libro Mun- mamente atendible la indicación del autor. do cuestionado (7964) nos confirma las vir- Una se-ura pista para hallar lo clave de su tudes cardinales del autor: su personalísimo, ámbito creador, es la preoeupxión de las solitario, honrado esfuerzo de búsqueda, de primeras "instrospecciones poéticas" de Hil- la levedad de las grandes cosas y transmitirla con una simpatía y una pasión poco comunes entre los que hacen SUS primeias armas en los años cincuenta. No confunde el canto con la simple efusión de un estado de ánimo -cual- quier estado--- a pesar de su carga emocional. No se entorpece con filosofías, o filosofemas, no agota el sentido de las esencias ni encierra el significado del mundo en sus versos. Es, pu- ramente, canto. Parecería, por ello, escapar a eso condición ácida, crítica e inconformista qus enlaza a la nueva poesia. Sin embargo, la conciencia de su propio canto, la parquedad de su producción edita, la vigilancia que es- tablece no en nombre de una perfección es- tética sino tal vez en el de la desconfianza hacia esa forma del ser que es la poesía, hacen de Carlos Flores un militante de esta genera- ción no obstante su solitario acento. Dos de los poetas principales trabajarán esa línea de un canto puro con la que se funden los elementos de una generación y un país en crisis: Washington Benavides y Circe Maia recogen el desafío del momento y elaboran una obra en la cual el compromiso, el sentido de la historicidad, la necesidad de una reno- vación expresiva y la apertura a lo real se conjugan con una comprensión profunda de la naturaleza de la poesia y una firme con- ciencia de cuáles son las formas de mantener do, como osimismo de ¡o esceno final en que a raya las insidias de la prosa y la propa- se expreso Nora Paz. Y es la preocupación ganda y la seducción permanente de las buenas que subyoce, nos porece, en Ellos y sus intenciones. mentes sellados. sEs posible lo polobro? 2Es posible hoblor? ?Cuál es lo luz que fundo LA GUITARRA Y EL ARPA lo comunicoción? gPuede brofar algún áia esa luz? Schinco está pulsondo el latido del Después de Poesía ( 1963) y fundamental- tiempo, de estos tiempos nuestros. Su obra, mente después de Las Milongas ( 19651, discutible, discutido, planteo el problemo de Washington Benavides había configurado un lo comunicación profunda. $Crisis de fe en mundo lírico personalísimo, atento a su contor- los posibilidoáes del lenguaje? iAng~stiod0 no vital, dotado de un instrumento expresivo a comproboción (o lo vez que denuncio) de lo través del cual la comunicación se establecía enajenación que corroe de olio abajo lo siempre. Una vena popular y una fuente nu- sociedad y el espiritu del hombre? gEn0- tricia tradicional, fusionada con una atmósferu jenoción con respecto al trabajo y o1 amor, de cuño machadiano y un constanfe sentido a lo vida politico y a lo vida individual? del canto permitieron ver en Benavides a uno No creemos exagerado esbozar en fales tér- de los tres o cuatro poetas más importantes minos lo inquietud vivido por quienes hallan de los últimos diez años. En una de sus milon- en esta poesío un acento comparfible, y gas dice: "yo vengo de un fondo viejo/ con por quienes se sienten tol vez escindidos de Berceo a la nariz/ y endulzó la villanesca/ su mundo y de su lenguaje, de si mismos el agrio son del país/ pero un puente de y de Dios. Pero es prematuro dor respuesfo guitarra/ fue lo que me trajo a mí/ por esa cobol a algo que todovia se mantiene en eia- no se sorprendan/ si contrapuntean aquí/ )a boroción, importante por lo tentafivo que guitarra de Gabinol y el arpa del rey Davi.d." (Diferencias). Dos tradiciones lo nutrer;: la implico, por la sincero convicción que la sustento y por esa voluntad de no embelle- poesia culta de la lengua desde sus orígenes cer un mundo sobre el que pesan fanfos y el aire popular de su tierra. El arpa y la gui- tarra representan las corrientes a pa:(tir de las furores. cuales su poesia se desarrolla. Labor infegra- dora, contrapuntistica, jamás el acento nacio- nal resulta adulterado; pero nunca ese acento, por su parte, se erige en exclusivo rector de su canto. Sus dos últimos libros, Poemas de la ciega y Los sueños de la razón confirman su capacidad para abordar zonas profundas y riesgosas de la experiencia y para dotar a su verso de una tensión que supera todo pinto- resquismo y todo folklorismo. Los sueños de la razón es un libro cabal. ¿Puede hablarse de madurez? Quizá pareciera apresurado, o no del todo compartible por quienes entienden que madurez es sinónimo de perfil definitivo, de endurecimiento, de etapa insuperab!e. En otra madurez pensamos, en la que revela jun- to al dominio de las formas, la plena captación del mundo y del ahondamiento en el yo para- lelamente -acordadamente- con la visión profunda del Otro, con el saber qué cosa es la comunicación y la realidad del prójimo. Si no fuera permitido hablar de madurez, habrío que hablar por lo menos de que se está en camino de ella: mejor concebirla como tránsito que como estado. Washington Benavides se halla, creemos, en tal camino. Una de las vertientes más ricas de Los sueños de la razón se orienta hacia la experiencia del Otro, in- quiere en la compleja trama de la comunica- ción. Algunos de los mejores poemas del libro se verifican en esta línea: "¿Me acepta el mundo ajeno?", se pregunta el poeta en El concierto, una estupenda composición. También logra Benavides descubrir al prójimo en el contorno social, allí donde la dureza del vivir, la persistencia gastadora de los oficios se va grabando en esos "viejos cuerpos y viejas almas poseedoras/ de manos quietas o desgarradas velas/ que un viento hace pedazos", en esas "manos que rigurosas industrias/ cuartearon". (En la caja). Ya no es sólo la subjetividad del poeta que aparece como problema de la di- ficil relación con otras, subietividades: es el hombre común, visto siempre como persona, quien rodea al poeta, da cauce a la historia de éste y forma su propio mundo. . Otra consideración se nos impone: la liber- tad con que Benavides se mueve ya en un ámbi- to de formas flexibles, ya en la aceptación del sone:o como estructura a la que puede extraer -siempre- un acento personal y distinto. Porque esa libertad se verifica no sólo en el empleo del verso libre (o en las hábiles com- binaciones de endecasílabos y heptasílabos y en las asordinadas, discretísimas- rimas) sino en el recorrido ceñido del soneto donde logra, libremente, la impregnación de su acento, de su melodia, de su vocabulario y su, sintaxis propios. La experiencia amorosa, en su delirio o en su agonía, está manifestada en ocho sonetos que atestiguan -dentro del panorama de la nueva poesía - una visión viril, limpia y I, Cristina Carneiro. profunda de lo erótico. (La yedra y el muro). No los afecta esa simbología, esa terminolo- gígi del subsuelo del alma ni esos relampagueos dé. la fantasía con aspiraciones a lo etéreo que se advierten en tantos poemas de amor de nuestros escritores jóvenes; en un caso o en otro, se miente inevitablemente y la rela- ción entre hombre y mujer se desdibuja y pierde lo esencial: ser, precisamente, relación. Los so- netos de Benavides apuntan siempre a esas "dos ajenidades que se cruzan, como espadas", a ese choque o vínculo del que puede nacer el amor o el desencuentro total. Verdad de la relación, lenguaje que no encubre ni se encu- bre, agónica y penetrante melancolía: he ahí la fuerza con que el amor surge de los sonetos de Benavides. La misma con que enfrenta la relación entre lo humano y lo divino en la sección de sonetos Los pies clavados. Nuestros poetas, en los últimos años, han sido a menudo curiosamente primarios y poco convincentes al abordar la problemática religiosa. Todos qui- sieran ser místicos (o místicas) a fuerza de machacar con el nombre de Di6s. Pero dicho nombre pocas veces ha pasado de ser un tema (O un artificio) retórico, un pretexto para co- HU~OAchúgar. * locar denuncias a la sombra de un signo pres- tigioso, un fetiche verbal con el cual mitigar los miedos, atenuar las insatisfacciones o jus- tificar los desplantes del narcisismo. En Bena- vides, en cambio, lo religioso es necesidad ex- presiva, juego limpio siempre y auténtico sen- tido de un lenguaje apto para la exploración de la intimidad y en la hondura de la expe- riencia. Libertad: instante en equilibrio. La imagen que se desprende de la trayectoria poética de Benavides es la de quien ha llegado a ese punto donde sus propias fuerzas y sus virtudes se equilibran; donde su voz, o sus voces ante- riores se aúnan en un solo, enriquecido acorae; donde la capacidad de soñar forma una música única con la sabia advertencia del desengaño. No obstante su retorno a poemas y formas trabajadas con anterioridad, Benavides sabe que no incurre en mera repetición o persis- tencia: la misma persistencia es ilusoria, el mundo de los sueños no alcanza a cubrir la mutación, la alteración de las cosas. Si revivir fuera vivir dos veces, bastaría con atri- buirle al mundo y a los seres la misma colo- ración de antes, las mismas armonías, la mis- ma luz, el mismo aire. Pero la verdad no está en esas permanencias; el revivir es en realidad un desvivir. Léase Negativo de una canción: en este poema la calle es la misma, pero en el acto deja de serlo, "es otra/ indiferente/ sem- brada como todas/ de pisadas estériles". Y concluye: "esa calle/ no digas/ que es la misma/ no sueñes".

Jorge Arbeleche.

-- PRESENCIA EN EL TIEMPO

"Se considera muchas veces a la belleza como una esencia aislada de lo real, del vivir cotidiano, -y aun en oposición con él-, de modo que las ocupaciones corrientes, la vida en compañia, serian trabas para el creador. Comparto, al contrario, la opinión que ve en la experiencia diaria, viva, una de las fuentes más outenticas de poesia. Su expresión ade- cuada es un lenguaje directo, sobrio, abierto, que no requiera cambio de tono con el de la conversación, pero que sea como una conver- sación con mayor calidez, mayor intensidad". Así se expresa Circe Maia en el prÓIogo a su libro En el tiempo ( 1958). "La misión de este lenguaje", prosigue diciendo, "es descu- brir y no cubrir; descubrir los valores, los sen- tidos presentes en la existencia y no iritrodu- cirnos en un mundo poético exclusivo y cerra- do". Juzgamos oportuna la transcripción de estas palabras, en las que vemos una profesión de fe artística y una valiosa actitud humana. La poesía de Circe Maia, "alma naturalmente poética", no desmiente en ningún momento esa concepción; antes bien, cada poema es una confirmación de su modo de ser y de estar en el mundo. Presencia diaria [ 1964) pro- longa, en una línea de rigor y flexibilidad a la vez, la calidad expuesta en su libro an- terior. Esta poesía se da como un fenómeno natural, como un proceso de los que componen la vida psiquica. Comprendemos que esta apre- ciación puede rfar lugar a equívocos. No nos estamos refiriendo a la espontaneidad, al fluir continuo de la voz poética, a la torrentera de versos. Existe en Circe Maia, por el contrario, una muy equilibrada contención y un sentido sorprendente para evitar las flaquezas del apre- suramiento. De muy pocos poetas jóvenes pue- de decirse, como de ella: no ha escrito ningún poema del que deba arrepentirse. Ocurre que esa alma naturalmente poética es ya una forma del rigor, sin que se perciba la dureza de una Enrique Est:ázulas. mano que castiga lo escrito ni de una concien- cia crítica que vigile implacablemente la materia informe de la intuición o de los estados que originan la posterior objetivación artística. Se MAROSA DI GIORGIO: ha hablado mucho de la frescura sensorial de su poesia, de la limpidez de sus emociones, de FANTASIA Y LIBERTAD la transparencia de su mundo, aun en los ins- tantes en que la fuerza del dolar irrumpe en Adoptando una forma libérr~ma~,sin oien- él. Ello sólo pudo ser conseguido merced a der a moldes tradicionales o convenciona- su personalísimo modo de estar en la poesia les, siguiendo una disposición muy vecina a y a su profundo reconocer qué es lo que hay lo que entendemos por prosa, Marosa di que. decir, y cómo, para obtenerla. Algunas Giorgio va apuntando, en una especie de re- una experiencias capitales otorgan a su obra lato onirico, un fluir de recuerdos, de sen- fisonomía inconfundible: el convivir (en su evo- saciones, de presencias de la infancia. Los cación y en su presencia), la muerte, la na!u- tiempos, en su ordenado transcurrir, se quie- raleza, la intimidad, lo cotidiano. Cada una bran; el presente y el pasado pierden sus de estas cosas es perfectamente localizable: aristas y se convierten en elementos subor- la naturaleza por ejemplo (que tiene en Circe dinados al empeño que sobrenada en un Maia a una de sus más puras voces) ofrece' mundo sometido a unc constante transfor- cuadros que la autora ha visto y vivido. Los ha mación. Los objetos más comunes y simpies, amado y en razón de ello los llama por sus los que acompañan el vivir desde sus mudas nombres. Sin embargo, lo circunstancial, o e inertes realidades, adquieren una vida anecdótico, se traslada a un plano de pene- transparente y fascinadora. En Historiai de trante sigriifiración. Su poesia transita lugares las violetas, su mejor libro a nuestro juicio, comunes; y e'lo configura, a nuestro juicio, una predomina uno afmósfera de pego y trans- de sus vir.udes mayores. Pero c;ue se nos en- mutación en el que las coros son disueltas y tienda bien: empleamos la expresión "lugares convertidas en nuevas realidades. H- en su comunes" con el alcance de inagotable riqueza, visión un equilibrio arduo enfre el mero ue- oe salud interior, de urgente necesidad comu- lirio y la fuerza que ha de actuar a modo ~icativay de realización efectiva de la comu- de orientación, de rectoría levísima que per- nicación que le otorga Pierre Emmanuel en mite la reconstrucción del ayer y que con- Le Gout de L'Un y en La face hum-rine. Tales sigue devolverle o1 lenguaje todo cuanto en relaciones son los lugares comunes y éstos, lo infancia permanecía como larvq como pro- a su vez, lugares de encuentro. Y encuentro mesa de maravilla. Ello supone un esfuerzo que sólo es posible cuando se devuelve al reiterado, una afención extremadamente si- lenguaje todo su sentido. Bajo su engañadora gilosa para captar esa voz como entre sue- sencillez palpita una aventura de esencial gra- ños, reordenadora y febril, liberada sin em- vitación que exige fuerza y transparencia in- bargo de la emoción o de la pasión en sus terior, y, previamente, una profunda fe en ¡as estados primarios. Existen peligros en esta relaciones humanas. Fuerza para asumir la poesía; la fantasía siempre los tuvo, máxime estremecida vivencia del tiempo, para arrojar cuando esa fantasía tiende a crear el envés una mirada a ese más allá del transcurrir de una historia y cuando ésta., por su parfe, que irrumpe a veces en su poesia y al cual se resuelve en un frenesí liberador. Pero la se le puede llamar eternidad. Y transparencia poesía se ha hecho presente. para ver, y dejar ver a través de si misma, la realidad de lo cotidiano, la verdad de todos los días, la presencia de las cosas y de las rece destinado a una disolución agria. Sus dos vidas fraternas. libros respiran un aire húmedo, y sus espacios están habitados por criaturas extrañas, inmo- CRISIS Y POESiA viles, como en una extraña espera. Frenfe a - - él, Hugo Achúgar muestra una ternura por las Esa dimensión de lo cotidiano que Circe Maia cosas, las de su mundo familiar e inmediato. explora con penetrante frescura es también Audaz en la expresión, canta el derrumbe de atendida por la promoción reciente. Casi todos su adolescencia y a la vez, el de una sociedad se interesan por sus ámbitos circundantes, fa- que debe dejar paso a la nueva. Su voz miliares o ciudadanos. Avisados de las tram- posee un dejo alegre, como de quien confía pas de los grandes temas, de los escollos de en que podrá enriquecerla: es la voz del libro las cosas previamente poéticas, desconfiados inicial, la obra de la juventud. Su mundo no de las trascendencias reiteradas, prefieren re- tiene secretos, su mirada queda adherida a ducir sus áreas y dominar sus materiales. La veces en las cosas más sencillas y fugaces. misma crisis en que nacieron y viven les ha No hay propósito de embellecimiento, ni de abierto los ojos a lo que les rodea. antes que las cosas ni del verso. Sí, a menudo, disonan- recorrer morosamente los intrincados caminos cias, tonos agrios: se está experimentando, la de la intimidad, buscan asomarse a otras vidas, búsqueda ha comenzado. El momento es arduo a la calle y a los aconteceres que se dan con y quienes se han puesto a poetizar conocen independencia del fluir psíquico. Los recintos bien cuántas tentativas, cuántos fracasos se exi- privados quedan en la sombra, las voces poé- gen para lograr buena poesia sin olvidarse ticas responden a voces reales: el mundo ex- de cuál es el mundo en que se vive. Algunos terior existe y ya sea un rincón suburbano de ellos están en la tarea de la experimenta- o una avenida en-lo noche, un hecho político ción: Enrique Fierro, Cristina Carneiro, por o la carestía de los alimentos, la muerte de ejemplo. ¿Los únicos? Es posible dilatar el un guerrillero o la represión policial, condicio- registro, pues se trata de un quehacer no con- nan la actividad creadora y preparan el tono solidado, a punto de rectificarse, que de hecho de la angustia y de la rabia. "Se supone que se rectifica mientras procuramos asirlo en una el creador" -manifestó Ruben Yacovsky- fórmula. Enrique Fierro intenta en De la in- "se encuentra en un medio, vive determinada vención una expresión concentrada, seca, reti- época, adquiere conciencia de la realidad y cente; Cristina Carneiro logra, a través de la refleja en la medida que le compete. Con Zafarrancho solo, algunos momentos válidos de todos los defectos que se quiera ver y sin preocupación y ternura. Y también Elissalde, entrar a dirigir tendencias o corrientes poéticas, Milla, Marra, Padilla, Mórquez, Somma, Peri creo factible artisticamente el meterse en zonas Rossi. actuales, hcsta inmediatas, directas para ai- Pero la crisis o la conciencia de ella, no gunos, pero vigentes como materia de elabo- los fuerza a desdeñar la poesia o a saltearse ración. Si lo exterior fuera estático, fijo, po- desaprensivamente sus fueros. Un sector de dría expresarme de otra manera, respondería esta promoción pone en práctica una fusión de a otros impulsos. Pero la rabia como síntoma fervor lírico y de rebeldía sincera. El canto les de actitud, la bronca, si bien no pertenecen a importa en la medida en que los ubique en la estructura clásica y a los cánones al uso, el mundo y los abra a la explotación de sus han adquirido a mi juicio la madurez suficiente destinos y de los poderes del lenguaje. Salva- como para manifestarse, con o sin reverencias dor Puig, por ejemplo, obtiene en La tuz entre -más bien sin- en la poesia". Esta expre- nosotros una poesia en la que el trabajo de sión pudiera extenderse a otros jóvenes poetas: la palabra y la riqueza de imágenes lo orientan Ortiz y Ayala evoluciona desde una atmósfera hacia los valores formales, hacia la atención mochadiana con fuerte impregnación de cua- de la flexibilidad y riqueza expresivas. Pero dros de la naturaleza hasta un decir crispado, también es capaz de captar, con una fuerza una indignación que agita su verso y expulsa y una verdad poco frecuentes en la poesia paulatinamente los regodeos sensoriales y los joven, el dolor por la muerte del "Che" Gue- restos de una visión entorpecedora de lo real. vara, la admiración por el hombre y la adhe- Pero esa visión no siempre equivale a de- sión a un proceso revolucionario cuyo mandato nuncia: puede ser, como en Enrique Estrázulas, resulta imposible eludir. Su verso es amplio, comprobación del pasmo, perplejidad ante la busca ritmos vigorosos, se expande en mefá- noche, azoramiento y agonía. Su voz empieza foras y en visiones ya alucinadas, ya serenísi- a tornarse áspera, sus ojos ven el desgaste de mas, remansos del 'decir. Su peligro radica, nos las cosas y los hombres. Sus tonalidades son parece, en esa misma fuerza expansiva. La can- oscuras, sus modulaciones tienen ecos de ban- tención no se aviene bien con sus maneras ni, doneón. En su mundo, nada brilla, todo pa- en general, con las maneras de la juventud. Por LA PBESIA Y LA CRITICA

Reguiar o irregularmente, varios poetas de las promociones que nos ocu-pan escriben páginas crificas. Sin ser en ellas rasgo ex- clusivo (anteriores generaciones líricas tam- bién ejercieron la critica) es cierto que, ya en la aprobación o en el rechaza., en el aná- lisis o la reseña. la poesia es el centro de sus reflexiones. Sin las obligaciones del cri- tico profesional, fa critica de los poetas puede mostrarse más espontánea y, a veces, también más apasionada. La experiencia poética no se completa sin la inquisición consciente y lúcida en el cuerpo del poema. Sin un mínimo de crítica fno sólo de auto- critica) la creación está a un pasa de per- manecer en lo embrionario, ensordecida por la propia armonía (o desarmonio). Desde el estudio amplio y sistemático hasta la nota bibliográfico, los nuevos poefas no descui- dan ese saludable ejercicio: Medina Vidal ha repasado autores de la antigüedad clásica y autores nacionales, Washington Benavides examino 1:bros de poesia en las páginas de "Marcha", al igual que Salvador Puig; En- rique Elisrolde dedicó no pocas notas en "Época" al análisis de temas poéticos, y también en la revista "Temas"; Nelson Marra hace lo propio en la citada revista; Enrique Fierro y Dieqo Pérez Pintos orientan a me- nudo sus esfuerzos en páginas reflexivas; Hu- go Achúgar y Jorge Arbeleche también se dedican, en publicaciones periodísticas y en revistas, al enjuiciamiento de poetas nacio- nales e hispanoamericanos. Por supuesto, es- ta labor -colateral a las preocupaciones creadoras- está, en su mayor parte, en sus comienzas. Pero, aun considerando las dis- tintos prados de madurez, es un hecho de gravitación no tan!o para el .panorama de uno literatura cama para el pro-pio destino y el oficio de los jóvenes poefas.

Washington Benavides. Iván Kmaid. el contrario, lván Kmaid logra una austeridcd, la materia del poema, los instantes en sucesión, a veces una dureza que derivan sin duda de postergar una madurez, la que se requiere Liber Folco; un mundo auténtico, entrañable, para desarrollar históricamente la personalidad. impregnado de nostalgia, de dulce desazón por la muerte de los seres queridos, una gracia personal, algo así como un desparp~jo sofrenado otorgan a sus poemas un tono con- En una apreciación de conjunto, la produc- vincente y una a:mósfera aérea tan agradabie ción lírica más reciente muestra descuidos for- como insospechada. La estructura de sus poemas males, escasa atención por los procedimientos suele resentirse y esa misma levedad amenaza técnicos y hasta una sospechosa tendencia a disiparlo. ignorar la teoría prosódica y métrica O a hur- Aunque no es en la modalidad que trabaja tar el cuerpo ante el esfuerzo que representa Iván Kmaid, por cierto, la única en que se el estudio. La facilidad expresiva, la sensación debe estar en guardia contra las irreguiaii- de que se escribe afiebradamente, en la sor- dades del verso o el desajuste de las estruc- presa o en el éxtasis de los primeros contcc- turas. La producción de Diego Pérez Pintos, en tos con el yo y con el mundo, hablan de un la que surgen poemas hermosos, de fina ca- desdén por la discipline. ¿Cómo compensarlo? pacidad sensorial, de vislumbres de noches y Con la atención exc!usiva hacia el "contenido", de amaneceres, no soporta siempre cierta abun- el "fondo", lo "esencial", con las emociones y dancia, cierra languidez, ciertos choques de las las angustias avasallantes, capaces de tornar palabras; su libro Los pasos muestra un impul- estériles y hastu ridículas las imposiciones del estudio, el curso de la disciplina o la preocu- so reiterativo que no halla fácilmente sus pación por la pericia técnica. Tal vez la ju- limites. Las composiciones de Esteban Otero, ventud no pueda -o no deba- tener en cuen- en cambio, son como aires inmóviles, de ex- ta demasiado pronto los exigencias formales trema parquedad, pudorosamente replegados, ni la vigilancia del lenguaje. Pero tal vez sea sin que deje entrever un arranque de audacia conveniente pensar que dicha atención no es que le permita captar o!ros registros. Quien impunemente postergable. Parte de la juven- logra estruciurar sus poemas hasta dotarlos tud ha de ser invertida en el duro aprendizaie, de un aliento poderoso es Roberto Echavo- en el encarnizado estudio de la gramárica poé- rren Welker. El mtir deiras del nombre es un tica. Y ello no en nombre del decoro -peli- libro atrcctivo y estimulante. Influido por la grosa sirte donde encallan tantas inspiraciones gran poesía del siglo (Eliot, Saint-John Perse, genuinas- ni de una perfección sin más ho- Octavio Paz) se mueve en una textura de imá- rizonte que el regodeo del oficio, sino en el genes, en un fluir de vocablos con el que los de la misma renovación que se desea, en el poemas crecen y se afirman. Sus composicio- de la misma proyección hacia el futuro. Y no nes parecen haber nacido de una acumulación como promesa: como realidad. de vivencias, admiten a la vez la integracion El desafio existe y todos, al fin y al cabo, de varias voces, se muestran como formadas deberán enfrentcrlo. ¿Qué decir? ¿Cómo de- de múltiples capas, sedimeniados, plurivalen- cirlo? Y una vez hallada una manera propio, jcómo hacerla progresar, cómo enriquecerla y tes. Las cosas sobreabundan, ias referencius y transformarla? ¿Con qué derecho organizar las a'usiones se abren hacia distintos rumbos. una vida en el cultivo del arte cuando el mun- Es la movilidad del mar, pero del mar que gol- do entero arde y se resquebraja? ¿Hasta dón- pea y estalla en Ic costc, alli donde siempre de es licito aguardar de la nueva poesia una es posible sorprender lo Iiuella humana. No ética de la forma si la ética de hoy, la de revela, o no ha encontrado aún, la facultad ahora mismo, exige todas las fuerzas para la de asir un instante, de detenerlo en su de- construcción del mundo nuevo? "Apremiante, licia. EsÍa tarea, no indispensable pero sí pro- confusa, sin perspectiva": estos calificativos de piciudora del lirismo puro, la encarna hasta el Valéry a propósito de su época bien pueden momento, con aciertos, Jorge Arbeleche. "ln- aplicarse a la nuestra en cuanto intentainos dudablemente", dice Domingo L. Bordoli en el diagnosticarla. "Nos hallamos en un banco de prólogo a Sangre de la luz, "esta poesia de niebla", dijo el autor de Charrnes. Sin duda, Jorge Arbeleche es una poesia del instante, y igual sensación nos invade cuando queremos se la reconoce de este modo porque ha pro- ver claro y arrojamos una mirada en torno. curado poner de manifiesto un «no-tiempo», También nosotros compartimos la niebla, es- que en forma circular rodea a cada uno de tamos en su centro. ¿Cuál puede ser el camino los momentos elegidos". Esta actitud envuelve real de la nueva poesia? ¿Cuál la orientación también sus escollos: la misma tenuidad a que de los más jóvenes? Los gérmenes del rechazo alude Bordoli puede adelgazar excesivumente de los antecesores, detectados al comienzo Ernesto Guevara, cuya acción revolucionaria y cuya muerte en Bolivia fueran recogidas en la creación poética de los jóvenes. DOS REVISTAS

Si mantener publicaciones periódicas cuyo contenido verse exclusivamente sobre poesia es tarea ardua en cualquier ambiente, ha- cerlo en el Uruguay de los últimos años re- quiere enfrentar es!os obstáculos: proverbial indiferencia del público, pesadas trabas eco- nómicas, corencia de estímulos. Y hacerlo de modo satisfactorio, no sólo enfrentando di- chos obstáculos sino en buena medida do- blegándolos, habla de un fervor por la poe- sía poco frecuente y de una insólita fe en que la voz de esa "cenicienta de las letras" habrá de ser al fin oida. La nueva poesia en el Uruguay encontró esas publicaciones: "Siete poetas hispanoamericanos" y ' Aqui poesia". Ambas reconocen en Noncy Bacelo y en Ruben Yacovsky, respectivamente, sus enimadores y sus tenaces sostenes; ambos acogen voces diversas, propagan, esfrmu- de este trabajo, ka:canzaron ya verdadero Ion Y, hasta donde les es posible, orientan. desarrollo? El apremio los comprende a todos: S'n desmanes de exigencia, dejan convivir &será también el de ellos un poe:izar a partir como en la parábola evangélica, el trigo del remordimiento, se verán compelidos a en- y la cizaña. sabedores -consciente o in- frentar a la poesía como una carga y a sobre- conscientemente- de que la separación y llevar su condición de poetas sintiendo que decantación verdaderas quedan a cargo del la conciencia se los recuerda penosamente? De tiempo. Sin ellas., las oportunidades se ha- la forma en que se emancipen y del nuevo brían reducido hasta un grado tal vez desa- hombre que avizoren en sus creaciones, depen- lentador; sin ellas.. muchas vocaciones no ha- derá en parte el nacimiento o la frustración de brian hallado cauce. ese mundo en cuyo porvenir están comprome- tidos. La muerte del estudiante Líber Arce también marcó la sensibilidad de los nuevos poetas.

Las manifestaciones callejeras , su represiión y el clima politico de nuestros, Últimos años han encontrado eco en la poesia de la nueva generaci ón. AUTORES CITADOS: Medina Vidal, Jorge. - Cinco sitios de poesía, 1951; Para el tiempo que vivo, 1935; Por Achúgar, Hugo. -- El derrumbe, 1968. modo extraño, 1963; Las puertas, 1962; Las terrazas, 1964. Arbeleche, Jorge. - Sangre de la luz, 1968. Ortiz y Ayala, Walter. - Hombre en el tiem- Baceio, Nancy. - Tránsito de fuego, 1956; po, 1963; El trotacalles, 1964; Los espejos, Circulo de fuego, 1960; Cielo solo, 1962; 1965; Palabra en vilo, 1967. Razón de la existencia, 1964; Canjares, 1960 - 65. Peña, Cecilio. - El hombre entredormido, 1957; Cuarteto del ser, 1961; Desde Eidar, aenavides Washing:on. - Tata Vizcacha, 1955; 1963; Por estos días, digo, 1966. El poeta, 1959; Poesía, 1963; Las inilofigxs, 1965; Los sueños de la razón, 1967; Poem~ Pérez Pintos, Diego. - Los pasos, 1965. cle la ciega, 1968. Puig, Salvador. - La luz entre nosotros, 1963. Carneiro, Cristina. - Zofsrrancho solo, 1967. Schinca, Milkon. - De la aventura, 1961; Esta Di Giorgio, Morosa. Poemas, 1935; Humo, - hora urgente, 1963; Mundo cuestionado, 1955; Druida, 1965; Hisfcrial de las v:ole- 1964; Nora Paz, 1966. tas, 1965. icliavarren Welker, Roberto. - El mar de:rús del nombre, 1966. ESTUDIOS CRiTlCOS Y TESTIMONIOS:

Estrázu!as, Enrique. - El sótano, 1965; Fue- Benavides, Washington. - Testimonio en "Mar- ye, 1968. cha", 27/12/63. Fierro, Enrique. - De la invención, 1964. Bordoli, Domingo Luis. - Antología de la poe- Flores, Carlos. - Poemas del tiempo y de sía uruguaya contemporánea, 1966. Lise, 1952. Diaz, José P. - Nota critica en "Marcha", lbargoyen Islas, Saúl. - El pájaro en el pan- 27/12/63. tano, 1954; El rostro desnudo, 1956; El oto- Elissalde, Enrique. - Foesía uruguaya de la ño de piedra, 1958; Pasión de una sombra, segunda postguerra, revista "Temas", N? 1 3. 1959; El libro de la sangre, 1959; Un lugar en la tierra, 1960; Ciudad, 1961; Limite, Paternain, Alejandro. - 36 años de poesia 1962; Sin regreso, 1962; De este mundo, uruguaya, 1967. 1963; Los meses, 1964; El amor, 1965. Rodriguez Monegal, Emir. - Literatura uru- Kmaid, Iván. - Porque impar es la dicha, 1964. guaya del medio siglo, 1966. Maia, Circe. - En el tiempo, 1958; Presencia Yacovski, Ruben. - Testimonio en "Epoca", diaria, 1964. 3/8/66. b En CAPíTULO ORIENTAL f ndice - PRIMERAS BIOGRAFIAS - UK GCNERO POCO FRECUEXTAI>O p junto con el fascículo, el libro - EJEMPLOS \'ARIOS POLÍTICOS Y ROMÁNTICOS por Raúl Montero Bustaniante

7 POETAS

HISPANO

AMERICANOS

circe moia vicente basso magiio v~ashingtonbena~ides esther de clceres enrique casaravillo Iemos enrique fierro nancy baceio Este farcíc"lo, ton el libro LA NUEVA POESIA (antología) Precio del constituye la entrega N.o 39 f ascieulo de CAPITULO ORIENTAL más el libro: $ @a

Cecilia Brugnini - "No& está adentro" - Tapiz