Introducción
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Capitulo I Introducción a pregunta siempre estuvo vigente: ¿Qué extraño y delicioso atracti- vo tuvo la música de Alan Parsons Project para conquistar a millo- nes de oyentes y triunfar en las listas de éxitos sin que ofrecieran ni un solo show y muy rara vez alguna entrevista? ¿Cómo es que logró tener canciones número 1 y mantenerse vigente durante una década y media casi sin mostrar la cara ni hacer lo que cualquier artista hace? La historia es atípica: no hay sexo, no hay drogas ni ningún otro exceso. El balance artístico es excepcional y perfecto: originalidad, canciones de un rock sutil y adulto, bailables, comerciales pero también por momentos experimen- tales, introspectivas, dramáticas, de tinte futurista y conceptos abstractos y misteriosos que en teoría no congeniaban con la música pop estrictamente para radios FM y sin embargo fueron un éxito rotundo entonces y se mantu- vieron por años y todavía hoy suenan increíblemente bien. The Alan Parsons Project nació ante la necesidad de crear cierta música que fuera adulta y en- marcada dentro del rock progresivo, pero sin los excesos del género. La idea era hacer canciones antes que extensas suites musicales en varios movimien- tos; recuperar el estribillo tarareable que muchas bandas de los 70’s habían desterrado de sus creaciones y hacer hit-singles, algo que era un total anatema en esa época. ¿Comerciales y progresivos a la vez? ¿Exitosos sin conciertos ni giras? ¿Populares sin dar entrevistas ni generar escándalos? En ese sentido Alan Parsons Project era una rara avis. En 1975 se puso en movimiento la banda que, realmente, era un dúo inte- grado por el ingeniero de sonido, productor, instrumentista y compositor Alan Parsons (20 de diciembre de 1948) y el compositor, letrista, cantante y pia- nista Eric Woolfson (18 de marzo de 1945). Y desde el comienzo mismo pro- baron hacer las cosas de un modo diferente. El llamado rock progresivo todavía mandaba y el virtuosismo, —recurrir a grandes arreglos orquestales, coros, conceptualismos a veces intrincados, pre- 5 tenciosos y dramáticos— estaba a la orden del día. En contrapunto estaba la música bailable: frívola, sencilla, basada exclusivamente en el ritmo, donde las letras eran apenas un complemento y podían resultar muchas veces tontas, vacías y hasta carentes de sentido. APP se ubicó justo en medio de esos dos mundos capturando lo mejor de ambos sin temor ni remordimiento. ¿Por qué no hacer música adulta que fuera pop, directa y sencilla con buenos arreglos, incluso bailable con letras interesantes y filosóficas también? Allí estaban para escribir un capítulo más en la historia del rock. ormado desde temprana edad en el piano y la flauta, Alan Parsons no pudo evitar pasar por la guitarra en múltiples bandas colegiales. Su interés por la música lo llevó a buscar trabajo en un estudio de graba- ción y no tardó en encontrarlo. En octubre de 1967, con apenas 18 años, Parsons comenzó a trabajar como asistente en los hoy míticos estudios Abbey Road, donde comenzó como duplicador de cintas siendo su primer trabajo sacar copias del mítico y enorme Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band de The Beatles, álbum que lo impulsó directamente a querer ser inge- niero de sonido. A.P: «No podía esperar para descubrir los se- cretos que había detrás del álbum. Me dejó total- mente asombrado el talento de los propios Beatles por supuesto, pero también el trabajo por detrás, en el estudio». Parsons participó en un rol menor y sin ser a- creditado en Let It Be y colaboró activamente en el famoso concierto final del grupo en el techo del edificio de Apple Records. Su primer crédito dis- cográfico lo obtuvo gracias al LP Abbey Road de 1969. Alan aprendía rápido, tenía una buena forma- ción musical y no le llevó demasiado descubrir los secretos de la mesa de mezclas y las posibilida- des del estudio de grabación y todo eso lo llevó directamente a colaborar en los primeros traba- jos solistas de Paul McCartney y con otras ban- das de la casa. En 1970, la elaborada producción de Atom Heart Mother de Pink Floyd, lo puso a tiro en cuestiones orquestales y corales. Saber cosas básicas como don- de ubicar los micrófonos para registrar instrumentos y voces, asistir al ingenie- 6 ro de turno en las mezclas de un álbum y pre- senciar todo el proceso desde el ensayo mismo de la banda hasta el disco ya impreso y listo para su distribución y venta, fue la mejor escuela que se podía pedir. Al mismo tiempo hizo su aporte como asistente de ingeniero e ingeniero de mez- clas en el triple All The Things Must Pass, el cele- brado debut en solitario de George Harrison gra- bado entre mayo y octubre de ese mismo año, aunque jamás apareciera citado en los créditos. Su trabajo como ingeniero de sonido comen- zó en 1971 con Wild Life, el álbum debut de Wings, la nueva banda de Paul McCartney tras la disolución de The Beatles un año antes. Par- sons compartió con el veterano Tony Clarke, que se había iniciado como músico de sesión pa- ra Decca Records en los primeros 60’s y conti- nuó como compositor y luego productor de Moody Blues desde 1966. El trabajo en el primer álbum de Wings a- penas demandó algo más de una semana en a- gosto de 1971, porque la intensión era captu- rar las cosas de forma natural y directa, sin pos- producción, ni arreglos ni sofisticaciones que estaban tan de moda. Ya en ese momento, Alan hizo un mix en crudo de la canción “I’m Your Singer” que resultó tan buena para Paul que la dejó así como estaba para el álbum terminado. Red Rose Speedway de 1972, un álbum doble en aquel tiempo y el segundo de Wings, volvió a poner a prueba el talento de Alan Parsons tras los controles, con la diferencia que esta vez estuvo solo, a cargo de la totalidad del re- gistro y mezcla en los estudios londinenses de Olympic. De modo similar, Parsons trabajó pal- mo a palmo, al mismo tiempo con Pink Floyd en Dark Side Of The Moon que se grababa en Abbey Road y las mezclas también estuvieron a su cargo. Significa- tivamente, ambos discos se publicarían a principios de 1973 y ambos logra- rían un éxito arrollador compitiendo entre sí por los primeros puestos del Top 7 10, un éxito comercial para ambas bandas y un triunfo personal para Parsons, suficiente para querer intentar algo por las suyas. La experiencia en ambos trabajos, especialmente en Dark Side Of The Moon, fue el punto de partida y la inspiración para hacer algo propio que estuviera en la misma sintonía musical. Crear discos que, como el de Floyd, tuvieran per- fecto balance entre el rock progresivo y la esencia comercial que le diera acce- so a las radios y, por consiguiente, al éxito masivo. En 1974 empezó a gestar los que sería su propia banda pero sin dejar de lado su labor como ingeniero. Durante los siguientes dos años, a su ya abultado Currículum como el hombre detrás de la consola, sumó The Hollies (1974) y Another Night (1975) de The Hollies; los debuts homónimos de Pilot (1974, donde conoció a Ian Bairson, Stuart Tosh y David Paton) y Ambrosia (1975, donde estaban, entre otros, Joe Puerta y David Pack). Parsons siguió trabajando a la par de artistas tan varia- dos como Al Stewart, Steve Harley y otros menores como Dean Ford (quien también tendría participación en la obra subsiguiente) y Kayak. Para ese momento, Alan había conocido a Eric Woolfson en Abbey Road y tras una serie de conversaciones, decidieron unir fuerzas para una nueva ban- da a la que llamaron tentativamente The Alan Parsons Project, pensando que luego podrían cambiar el nombre por algo más comercial y significativo. Hablemos ahora de la carrera de Eric Woolfson. Escocés de nacimiento, se mudó a Londres a los 18 años y se dedicó a ser mú- 8 sico de sesión. Se inició musicalmente a temprana edad y ya tenía talento co- mo compositor antes de dejar la casa de sus padres. Ni bien llegado a la capital británica empezó a buscar trabajo donde podía y eso lo llevó a trabajar a la par de dos compositores absolutamente desconocidos a principios de los 60’s, que tenían una sociedad artística entre ellos. Se trataba de Andrew Lloyd Weber y Tim Rice. Algunos años después, Andrew Oldham, productor y manager de The Ro- lling Stones, lo fichó rápido como compositor y entre fines de la década del ’60 y principios de los ’70, Woolfson compuso material para artistas como Mari- anne Faithfull, Peter Noone y Dave Berry entre otros no tan populares, pero que le dieron absoluta seguridad como músico y letrista. En 1971 decidió producir su propio intento solista en forma de single. Con la asistencia de Eric Stewart, Kevin Godley, Lol Creme y Graham Goulman, pro- dujo los temas “San Tokay”/“Sunflower”, que aparecieron bajo el seudónimo de Eric Elder. Fue un intento que pasó totalmente desapercibido pero fue un ini- cio. En 1972 produjo un single para Graham Goulman y en 1973, Woolfson de- cidió probar suerte como manager. No le fue nada mal: su primer artista a car- go, el cantante jamaiquino Carl Douglas, quien logró un éxito descomunal con “Kung Fu Fighting” en 1974. Al año siguiente, cuando conoce a Parsons y decide unir fuerzas con él, pasa a ocuparse de la labor de ma- nager, productor, compositor y cantante del proyecto mientras Parsons queda a cargo de la composición mu- sical, ingeniería de sonido y la producción, intervinien- do eventualmente como cantante e instrumentista.