Mi Última Gira

Por

Rossi Aldana

Prologo

No todas las primeras páginas son comienzos y no toda historia tiene primera página o se remonta a ella. Porque uno mismo decide cuando comenzar a contarla y cuál será el “punto de inicio” ya que, siempre hay algo que debe marcar un inicio, aunque de manera evidente no lo sea. ¿Vos qué harías si te dijeran que tu vida llegará pronto a su fin? Es como que te digan que tu serie favorita se aproxima al último capítulo o como estar leyendo un libro y caer en la cuenta de que falta poco para acabarlo. Sientes un vacío que poco a poco te va consumiendo y, terminas hundiéndote en una gran decepción. Si, así como lo lees, claro y preciso. Pero no con el autor del libro, ni con el creador de la serie, sino contigo mismo; el hecho de que el final cree un vacío dentro de ti es porque no disfrutaste mientras lo ibas viendo, lo ibas viviendo y eso es lo que me estaba ocurriendo. Sentía que no había vivido mi vida, que no la había disfrutado. Pero, hay una diferencia, puede que los directores de la serie saquen una segunda temporada y que el autor publique un segundo libro. Y desgraciadamente, la vida no da segundas publicaciones. No da una segunda oportunidad, o quizás sí. Y, eso era lo que en ese entonces no sabía apreciar, o en todo caso... No quería apreciar. Cuando recibí la fatídica noticia por parte del médico estuve devastada, quería creer que era mentira y que la vida solo me estaba jugando una broma, o algo así como una prueba. Decidí aferrarme a creer que era solo una prueba y no agobiarme más con la idea de que algún día y, para mi desgracia de manera próxima ya no podría hacer lo que antes sí, no podría disfrutar de las cosas simples. Y me dolía. Me armo un quilombo1 importante Y es acá donde comienza la historia que les voy a contar; este es mi punto de inicio, es la primera página cual no marca el comienzo de mi historia, pero si el de un gran cambio en mi vida (y, con mi mala suerte, quizás el ultimo): Mi última gira…

Todo tiene un inicio

Luego de la noticia, pasé por diferentes etapas emocionales, era digno de llamarse “sube y baja emocional” y mi cabeza albergaba tantos pensamientos que acabo hecha un lio. Necesitaba resolver pronto lo poco que me quedaba o, en todo caso, lo que creía que me quedaba; debía disfrutar al máximo de ello y para realizarlo una idea que me robo toda la atención y que resultaba ser muy tentadora se había alojado en mi mente... No quise alarmar a mis familiares y amigos, por lo que supuse que, si no sabían de ello les dolería menos la noticia al final. Yo era una de esas personas que creían que, cuando más te preparas para el impacto, más duele. Y es por eso que decidí irme sin decir adiós, al menos de momento. Porque no quería despedirme realmente. Porque me retendría más. Porque dolería más. La decisión no fue para nada difícil. Tomé los ahorros de toda mi vida y vendí la mayoría de mis cosas, incluso el departamento donde estaba viviendo. Me estaba marchando, pero no para siempre. Nunca sería por tanto tiempo, nadie puede irse para siempre. Partí sin rumbo fijo, pero con una idea clara… Perderme en el fin del mundo, conocer lugares, disfrutar de los atardeceres, las noches estrelladas, los amaneceres, del día y la noche enteras, disfrutarlos de principio a fin; cada detalle me parecía una nueva aventura. Partí en busca de aventura para decir que viví mi vida como siempre lo deseé; que la disfruté. Para averiguar cuál era “el verdadero placer” de la vida del cual muchos hacían mención. Aventurera y alocada, esos son los adjetivos que formarían parte de la descripción que quería cuando hablasen de mí en un futuro. Había tantas cosas que quería, y por eso solo intentaba centrarme en mí. Es fácil hipotecar tu vida y partir sin dar marcha atrás, sin comentarle nada a nadie. Lo que se vuelve difícil es volver, antes del final, antes que todo acabe; tener que volver para decir «Adiós» me sonaba a una especie de “meta”, era como una obligación y no una opción. A pesar de que no me agradaba la idea de la “despedida” tenía que hacerlo y esta vez, no por mí, sino por los demás. Necesitaban saber el motivo. La partida. Necesitaban saber Todo Creo que el motivo de mi viaje fue en parte la preparación mental para afrontar la realidad, mi realidad. Llevaba conmigo lo que a mi parecer era suficiente, creí que solo con eso bastaría, pero, al parecer olvidaba algo importante... Y no me daba cuenta de ello, al menos, no en ese entonces. Para mantener mi fuerza y no decaer opte por enmudecer mis pensamientos con música, con suma urgencia debía relajarme porque en cualquier instante me echaría a llorar, y eso, rompería una delicada promesa. Me prometí no derrumbarme, y elevar mis escudos era lo único que por el momento alcanzaba hacer, fue lo único que se me ocurrió. Al menos por ese tiempo. Al menos para decir que era fuerte. Porque lo pretendía realmente. Con mi celular saque una foto rápida al paisaje para subirla después a alguna red y así poder dejarla si pudiera... Por la eternidad. Satisfecha por el recuerdo que la imagen había captado, sin darme cuenta divagué por un largo rato, pensé en todo, en todos, dejando de lado y obviando el hecho que se enojarían por no haberles dedicado mis últimos días a ellos, mis últimas sonrisas. Quería afrontar todo eso sola, luego decírselos y llorar, reír, y seguir llorando, pasar tiempo con ellos y finalmente llorar. Porque a pesar que los amo con toda mi alma no quería hacerlos sufrir, ni mucho menos que me vieran sufrir. Porque me dolería más a mí que a ellos, me dolería verlos tristes por mi partida, me dolería dejarlos con el corazón roto. Pero hay cosas que uno no tiene al alcance de sus manos y no puede hacer nada para cambiarlo. Llegue a un pequeño pueblo en menos tiempo de lo que me esperaba, observe todo de manera detallada; estacioné el auto y decidida bajé, sonriente y con mucha seguridad me dispuse a caminar hasta perderme -o al menos intentarlo- por el lugar. Para mi mala suerte, no logre conseguir lo que esperaba, creí que podría brindarme la esencia que muchos de los lugares transmiten... Tranquilidad. Quizás mi tranquilidad debía buscarla en otro sitio, es más, quizás no sea el lugar quien me la brinde, sino alguna otra “cosa diferente” o, en todo caso, alguien diferente. Pretendía buscar una ciudad que me atrajera, así como las abejas a la miel, lo haría de una manera particular, sería la abeja y quien visitara las flores, quería aventura y eso era lo que tendría, sin tener que esforzarme. O lo que esperaba tener. Probé mi suerte nuevamente, bajé del auto con una sonrisa sincera y relajada. Si algo no perdería sería mi sonrisa y la sinceridad que intentaba transmitir a través de ella, quería que sea una especie de “espejo del alma” aunque el momento no era el mejor para demostrarlo. A pesar de todo, le dedique mucho esfuerzo y empeño a ello. Con suma tranquilidad y un escudo y espada formados de papel y lápiz, me dispuse a dibujar letras alrededor del pasto verde y las personas que formaban bullicio en las bancas alejadas del sitio donde me encontraba, como sonido de fondo, dándole paso a palabras provenientes del corazón, abundantes de sinceridad y pasión. Así como… La esperanza es mi única amiga. La alegría, mi arma empuñada. La sinceridad, mi bella armadura. La dulzura, mi anhelada calma. La aventura, mi gran vocera. Y los sueños mi viva imagen, cual deseo expresar cuando ya no esté mi alma. No quiero a alguien que me diga por la espalda que todo irá bien Sin dudas, Prefiero que me mire directamente a los ojos y me diga “esto se hunde y yo me hundiré contigo” Para saber cuál sería mi próximo destino, no dentro de un día o dos, sino después de la vida si hay más allá, aproveche el viaje para conocer a las personas desde un nuevo punto de vista y dejar que ellas se queden con alguien quien no era yo o que mayormente no demostraba ser, para aprender a ver las cosas desde un ángulo diferente. Dicen que las personas crean una versión de cada uno en su mente, para alguien somos de una manera y para otros de otra, supongo que sería igual con nosotros mismos. Hay cosas que uno no puede suponer porque si Me invadía la curiosidad de saber que sería de mi después de... «eso». Creo que todos saben a lo que me refiero, solo no estaba preparada para decirlo en voz alta, mucho menos lo estaba para escribirlo, no quería evocar el sentimiento de tristeza que la palabra conllevaba. Pero ahora si lo estoy. Estoy preparada para morir.

Él

Dejé de lado mis letras inseguras y presté toda mi atención a las miradas curiosas que algunos me daban, les sonreí de manera amable en respuesta, saludé a muchos y me dediqué a darles miradas rápidas a unos pocos. Con cautela me acerque a alguien que llamo mi atención, no por su físico (debo admitir que era muy atractivo), sino porque algo dentro de mí me decía que él era quien me ayudaría a resolver un pequeño problema, había algo que me decía que él era diferente. Recuerdo nuestra conversación, la cual muchas veces ha rondado por mi mente, quizás porque fue lo que marco algo en nosotros. Con una sonrisa plasmada en mis labios te saludé como si te conociera de toda la vida. Me devolviste el saludo amablemente y me dedicaste una pequeña sonrisa, te pedí que me sacaras una foto y así lo hiciste, bromeaste y yo reí, me invitaste a tomar algo y acepté. Esa misma noche la noticia de que no eras del lugar y que andabas de "mochilero2” viajando solo, llego a mis oídos; la brisa que vino acompañada de la palabra que susurraste luego me recorrió la espalda dejándome la piel de gallina y los pensamientos más alborotados de lo que ya estaban y si era eso posible. Nos conocimos entre salidas y risas, y pocos días después decidimos viajar juntos. Fue una idea que surgió en un bar a las dos de la madrugada, aunque sea algo precipitada. En ese entonces no sabía lo mucho que te podía llegar a apreciar, supuse que solo viajaríamos y cuando lleguemos cada uno a nuestro destino nos separaríamos y no nos volveríamos a encontrar. Ahora estoy segura de que no solo te llegue a apreciar, ni a quererte... Llegue a amarte Perderme con alguien más me resulto demasiado atractivo, con los riesgos y todo lo que conllevaba viajar con un desconocido, lo hicimos, lo hice, me anime a correr ese riesgo sin prestar atención a las consecuencias que podría llegar a tener. Las cosas podían haber salido mal, pero así no fueron. Me divertí muchísimo con tus chistes, o al menos tus intentos, no te sale muy bien eso de contar chistes, pero me gustaba como te esforzabas y levantabas mis ánimos aun sin siquiera saberlo. Las anécdotas que contamos, los retos que hacíamos cuando llegábamos a un nuevo lugar, todas y cada una de las pequeñas cosas que parecían ser insignificantes dejó una pequeña marca, aunque no lo quisiera. Dejaste tu huella en mi corazón y eso, es algo difícil de borrar. Demasiado para mi gusto. Estabas comenzando a tomar confianza tan rápido que hasta me asustaba, luché por definir un límite entre ser solo un conocido y ser mi amigo y ganarte mi confianza. Llegue a la conclusión de que solo serias un compañero de viaje. Solo eso Pero, aun así traspasamos los limites. Cuando llegas a un punto clave en tu vida, o en todo caso a una gran altura «cual denominé PMDMV3» comienzas a abrirte a experimentar cada vez más, conoces más personas, sales de fiesta, te juntas con amigos nuevos, cenas con tu familia, todas esas cosas que no parecen ser nada pero que terminan sumando mucho en tu vida y, por un lado, eso me entristeció. Porque no lo podría volver a hacer. No formarían parte de mi aventura, de mi historia, de mi vida. Recuerdo vagamente cuando lloré por primera vez en todo el viaje y tú me viste “Eres demasiado linda como para derramar tus lágrimas y mojar tu rostro de esa manera” dijiste, yo había decaído y no te explique el porqué de mi ruptura tan repentina, veníamos de estar disfrutando entre risas y alegrías al punto de llorar como niña pequeña sin compasión delante tuyo. Esa noche lograste animarme y gracias a eso, gracias a ti, logre no volver a derrumbarme nuevamente. Por lo menos no delante tuyo. No de nuevo Creí que perderme era la mejor opción, fue la que a mi parecer… Me convenía. Estaba demostrando ser alguien que no era yo y así fue. Por un momento... Me perdí. Tanto que hasta tuve miedo aun sabiendo que te tenía como amigo, porque a esa altura tú ya eras mi amigo. Cuando estuvimos en la playa, y tú fuiste a comprar bebidas, yo me adelanté sin avisar, sentía el calor del sol sobre mi cabeza, una suave brisa chocaba contra mi cuerpo y hacia ondear mi cabello, la arena se hallaba bajo mis pies descalzos y el mar frente mis ojos, sentí que me incitaba a entrar en sus profundidades, podía haberlo hecho. Podía mas no lo hacía. Porque algo dentro de mí, me decía que esperara porque aún no era el momento para llevar a cabo aquella idea tan descabellada. Emprendimos marcha un par de horas después, dejamos atrás la playa y la arena, volvimos a la carretera y con ello, los cantos desafinados, las risas por tus chistes malos o en todo caso -tus intentos de chistes- y las conversaciones profundas sobre si el helado era mejor que el pastel, volvieron. Era reconfortante estar contigo. Realmente me encantaba, porque me brindaba la tranquilidad que anteriormente buscaba con tanto entusiasmo. Comprendí que la tranquilidad no se busca, solo aparece y ya, sin esperarla, sin prisas. Me dabas la atención que creí que no necesitaría en ese momento, me regalabas sonrisas y aventuras ya vividas, las contabas orgulloso, tus planes, tu deseo de algún día ser padre, de viajar por el mundo, anhelabas todo eso. Me ayudaste sin saberlo, pero me hundiste a la vez. Hiciste que me olvidara de mis familiares y amigos, pero con tus anécdotas y deseos recordé lo que en un futuro me perdería. Entre tú y yo había una diferencia... Tu si podrías hacerlo, no eras preso de una bomba de tiempo cual explotaría en cualquier momento. Yo lo tenía todo limitado. En cualquier momento… Mis sonrisas no serán admiradas Mis besos no tendrán destinatario Mis abrazos no abundaran de calidez Mis ojos no divagaran por las noches estrelladas. Mis manos no dibujaran letras en una pared pintada de cielo. Mis sueños no viajaran entre las nubes. Ya no. No vagaría de la mano de la luna y las estrellas. No pasearía con la arena bajo mis pies. No disfrutaría del oscuro cielo y las brillantes estrellas en la madrugada. No podría hacer todo lo que anhelaba. Ya no podría siquiera pensar en ello. Mi situación se asemeja a una bomba de tiempo. Pero, ¿realmente era una bomba de la cual me encontraba presa? Quizás debía esperar un poco de tiempo para afirmar que sí lo era, al menos un par de días, semanas y hasta meses más; lo estaba tomando de una manera un tanto precipitada. En cualquier momento mi salud decaería y me llevaría a la ruina. Dejaría el mundo cual ansiaba conocer algún día. Pero dejaría mi pequeña huella en algo, este viaje marcaría algo, MI historia marcaría algo. O al menos intentaba que así lo fuera, que permanezca en el recuerdo de -por lo menos- una persona. No importa si son una o tropecientas mil personas quienes saben de mi o de mi historia, porque en algún momento ese alguien se lo comentaría a sus hijos, o sus nietos, o quizás algún amigo o hasta a un desconocido, pero al fin y al cabo se la transmitiría a alguien más. Lo que no comprendo ni termino de comprender es cuando fue que tu trato cambió conmigo, te pusiste más atento a lo que hacía, me dedicabas más miradas, más sonrisas, me abrazabas más de seguido y más tiempo (me gustaba y no quería que me soltaras nunca), no querías separarte de mi lado por mucho tiempo, ibas conmigo a todas partes -descartando el hecho que viajabas conmigo- querías conocerme más a fondo, me lo decías casi siempre. Pero no podías, porque cuando no iba a estar no quería que sufras, es más, no quería que supieras que me iría. Te ahorraría el dolor, las preguntas, la confusión, toda la incertidumbre que dejaría consigo mi partida, sería más fácil para ti, para mí. Me resultaba mucho más cómodo que las cosas fueran así. Cuatro semanas se cumplieron de viaje, aún nos faltaba mucho por recorrer, muchísimo; teníamos ya bastante ruta, muchas fotos y lo suficiente que cualquiera consideraría una “aventura”, pero no nos bastaba. Supongo que nunca lo sería. Porque no quería.

Hay límites que son necesarios cruzarlos. Otros no

Me encontraba a kilómetros de mi antiguo hogar, me sentía algo vacía por dentro, necesitaba a mis amigos, mi familia, necesitaba verlos a pesar del dolor que sentiría. Creamos una cuenta en una red conocida, subíamos fotos y videos a medida que llegábamos a un nuevo lugar, de nuestro recorrido y cantos desafinados en medio de la ruta, las nuevas comidas que probábamos, las playas que visitamos, los parques, bares, los cafés o los tan conocidos Starbucks, hasta de un simple charco o una simple nube. Todo nos parecía una pequeña aventura, porque juntando todas las cosas pequeñas se forman otras mucho más grandes que prevalecen junto a todos los detalles de estas mismas. Todo nos parecía hermoso. Y para ser la última vez que vería y haría todo eso, no encontraba otra manera de describirlo. Cada pequeña cosa tenía algo llamativo, algo que te decía “ven y préstame atención, acércate y disfruta de mi belleza” o eso intente creer. Llegamos un día, a una ciudad que limitaba con otro país, nos planteamos llevar más allá nuestro viaje, extender nuestra aventura y conocer lugares y culturas nuevas, y así lo hicimos. Cruzamos con nerviosismo, porque no sabríamos que nos esperaba, pero luego tomaste mi mano, me dedicaste una sonrisa y me miraste a los ojos dándome el valor que necesitaba para continuar con el viaje. Créeme. Lo necesitaba. Lo anhelaba demasiado. No sabría decirte en que momento comencé a necesitar más de ti, a depender más de ti. Porque tenías cierto poder en mí que, con una simple sonrisa me volabas la cabeza, y una persona que lograra en vos ese tipo de sentimientos se convierten en personas muy importantes, muy queridas, necesitas más y yo, no podía (o en todo caso, no quería) imaginar siquiera algo contigo, porque el dolor era inevitable, más del que ya tenía, del que tendríamos a raíz de eso y de mi partida. El problema siempre fue mi partida. Por mi alocada cabeza cruzaba una y otra vez la idea de quererte y dejarte quererme y después, olvidar lo que paso, sería algo pasajero “frio y sin sentimientos” pero al fin y al cabo solo era una idea, porque por más que pusiera todo mi esfuerzo no lograría evitarlo, porque no era de las personas frías que intentaban que nada les afectase, aunque por fuera demostraba serlo, por dentro me estaba hundiendo. Gracias a ti, no solo mi nerviosismo se fue, el miedo que le tenía a “mi destino" también, gracias a tus abrazos y tus caricias disfrazadas en la piel de un simple amigo. Quería que no llegaras a conocerme como realmente lo estabas haciendo, estabas comenzando a tocarme el alma no el corazón, derrumbaste mi escudo y lograste pasar la barrera, me conocías, aunque yo no lo quería, deseaba mucho que no lo hicieras, pero llegaste al límite. Por suerte lo hiciste. Aunque mi suerte no duró mucho y por más que me esforzara en que así lo fuera no lo lograba. Como muchas cosas que no logre evitarlas. Por un lado, deseaba con todo mi ser llegar a conocerte mejor, que me conocieras mejor y, por otro lado, no podía, porque no quería. No quería que pasaras el límite, pero paso a paso estabas cruzando. Y eso, me comenzaba a desesperar, porque no sabía que tan lejos llegarías. Porque no quería que llegaras lejos. No quería muchas cosas que luego sí, no dejaba que pasaran muchas cosas que luego sí, no pensaba en muchas cosas que luego sí. Mi mente, así como mis pensamientos estaban pasando por el medio de una revolución. Porque eso exactamente fue lo que hiciste, revolucionaste todo mi ser. Lo que con tantas ansias evite pero que a la vez espere, llego: Me besaste Lo hiciste con dulzura y con intensidad, era uno de esos besos que pocas veces se dan, porque muy pocas personas lo dan, porque pocas personas –al menos en mi vida- me lo habían dado, y lo comprendí... me estaba enamorando de ti. Porque cuando besas no quieres alejarte de esos labios que te traen loco, porque me gustaron tanto tus besos a tal punto que llegara a amar esa locura que se producía cada que tus labios se encontraban con los míos. Me volví adicta a ti, así como el oso a la miel, así como las abejas al polen de una delicada flor, yo enloquecí por tus besos. Enloquecí por vos Aun así, no quería aceptar lo que en realidad pasaba, me negaba rotundamente a aceptarlo, no podía aceptarlo... “Porque no todas las primeras páginas son comienzos, ni todos los finales ponen fin a nada. Porque hay abrazos que curan, “te quiero” que desatascan y besos que pueden llegar a salvarnos” me recordé, y justamente eso estabas haciendo, me abrazabas fuerte y me besabas la frente, dándome a entender que en tus brazos encontraba seguridad, tus besos se me colaron en el corazón y poco a poco lo sedujeron, poco a poco llegaste a enamorarme, hoy lo digo con toda la seguridad que en ese tiempo me faltaba, me enamore de ti. No quería llegar a aceptarlo y, es algo de lo que hoy me arrepiento. Me arrepiento de no haber aceptado desde el principio que me había enamorado de vos Porque tus besos se me colaron en el corazón, en el alma.

No es camino si no tiene tropiezos

Pude sincerarme contigo ya que ambos confiábamos plenamente en el otro, pude haberte contado mi verdadera historia, el motivo de mi viaje, pude haberlo hecho, pero siempre hubo un impedimento: yo misma. Porque me aferre tanto a la idea de “luego del viaje cada cual sigue con su vida” que prefería dejarlo así y no enfrentarme a parte de la tormenta que desataría con mi partida. Dos ciudades, una semana más, todo era divertido, me sentía completa porque tú me hacías sentir completa. Podría decir que fue la semana más feliz dentro de todo el viaje, me hacías feliz. Eres detallista, te gusta regalar pequeñas cosas que terminan teniendo más valor de lo que crees, estas atento a todo lo que hace la persona que te importa. Lo comprendí, algo tarde, pero al fin y al cabo lo hice, te importaba más de lo que yo creía. Supongo que eso hacemos con las personas que nos importa, las que queremos, las que llegamos a amar. Estamos pendientes de todo, nos encanta estar a su lado, somos atentos a cada mínimo detalle, nos tomamos el tiempo para apreciar a quien tenemos al lado nuestro, de la mano y con una amplia sonrisa. Puedo decir que fue la primera vez que mi sonrisa de la manera más sincera transmitió felicidad, no era una sonrisa forzada, de esas que usamos mayormente para ocultar lo que sentimos, no era de esas sonrisas embusteras4, esa fue de verdad. El tiempo pasa volando cuando tienes compañía. Al darme caer en cuenta de todo lo que había pasado me arrepentí de todas las veces que desaproveché los momentos que no estuve contigo, me arrepentí de no haberle dicho nada a mi familia, entendí que lo importante no era que “no sufran por mi partida”, sino que lo importante era decirles y tener su apoyo mientras aceptaba mi “destino”. En ese entonces lo llamaba destino, hoy puedo decir que no es el destino, no existe tal cosa, no hay un camino escrito ni un final detrás de este, no es algo que hay que seguir obligatoriamente. Pero, cada uno se aferra a creer en lo que quiere, y por mi parte, es lo que más coherente me resulta. No dejamos de subir imágenes y videos a la red, pero no nos atrevíamos a subir alguna donde estuviésemos juntos, pero juntos en serio, porque aún era una decisión temprana, algo apresurada, ya que era evidente que entre nosotros sucedía algo, las miradas y las sonrisas que nos dábamos eran cómplices del sentimiento que teníamos uno por el otro, éramos demasiado evidentes y ninguno lo quería aceptar. Y eso también sumo a la lista de cosas que pesan. Porque no quería dar a luz nuestro -intento- de relación y mucho menos que tu sepas lo que sería de mi después del viaje, era tan contradictorio que llegaba a agobiarme incluso con mis propios pensamientos. El viaje continuó sin problema alguno, de momento todo resultaba ir bien, sin complicaciones y, desgraciadamente eso me asustaba. Porque soy de esas personas que creen que, si todo va bien, en un momento no muy lejano una tormenta se desata, llevando consigo todo lo bueno que en el momento consigues tener, aunque no muchas veces es así, a veces parece que la vida misma se apiada de ti y no resulta ser tan malo como parece. Mi suerte no duro mucho, hubo algo que marco una diferencia y que nos afectó de cierto modo a los dos, salimos afectados y no había escapatoria. Aunque volvimos a las andadas de a poco, lentamente volvimos a tener el mismo ritmo de antes. Nos quedamos cuatro días en una ciudad y aprovechamos para conocer todos los lugares que la noche nos permitiera, todo lo que la noche nos brindaba. Tanto así que sabíamos de memoria los lugares y hasta los horarios. Y como sostenía. En algún momento… la tormenta se desataría. Y solo pasó.

Cuando la tormenta se desata

Mi salud comenzó a decaer, tuve un desmayo y me llevaste al hospital. No sabias lo que en realidad me pasaba ya que, como era de manera evidente, no te comenté nada. El doctor hablo conmigo, intento explicarme delicadamente mi situación, le dije que ya lo sabía y, por ende, había emprendido el viaje, me dijo además que, te comunico sobre mi situación y vos lo tomaste de una manera precipitada, le dijiste al doctor que cuando despertara me avisara que te habías ido, para aclarar tus pensamientos, te llevaste el auto me dijo, estabas consternado me dijo, “necesita tiempo para afrontarlo, deja que se tranquilice” esas fueron las últimas palabras que cruzo conmigo. “No lo sabias” le dije antes que saliera de la habitación, y así comprendió que había metido la pata; el problema no era ese, el problema fue que supusiste que yo no lo sabía, lo comprendo, yo también hubiera creído eso en tu situación. Cuando regresaste algo tarde ese día, por el tono de tu voz me resulto muy evidente saber que te encontrabas abatido, intentaste explicarme las cosas con cautela y cuidando de tus palabras, te mire con gran pesar a los ojos y temiendo de tu reacción pronuncie con algo de brusquedad y casi en un murmuro: “ya lo sabía”. Me lo esperaba, créeme. Tu reacción fue la que casualmente más esperaba o quizás, la que más importaba en ese momento. No entendiste mi punto, me miraste con lágrimas en los ojos, me regañaste por no habértelo contado y te enojaste, tanto así que dejaste de hablarme por un buen tiempo. Insistí tanto que hasta se volvió una rutina; no continuamos con el viaje, aunque así lo quería, acordamos regresar. Habíamos llegado tan lejos. Así como tú no cedías yo me rendí, dejé que te calmaras y lo pensaras, había que tomarse las cosas con tranquilidad ya que, nos estábamos precipitando un poco. A pesar de que el viaje siguió con algo de tensión, el haber pasado por una ciudad que antes no, no cambio nuestros planes iniciales, intentamos volver a las andadas y creo que, de a poco lo logramos, aunque algo había cambiado entre nosotros, lo logramos. Volvimos a subir fotos a la red, nuestras expresiones no eran las mismas de antes ya que la noticia marco una diferencia muy grande, pero no pareció habernos afectado en lo absoluto, al menos eso fue lo que se vio en la imagen. En una imagen hay muchas cosas que se ven de manera diferente, en una imagen no se ve lo triste que te encuentras realmente, no se ve el lio que hay en tu cabeza. No se ve nada realmente. Solo ves lo que quieres ver

Vacío

Disfruté todo lo que pude al tenerte a mi lado porque sabía que mi suerte cambiaria cuando llegásemos a nuestro destino, era algo evidente. De a poco dejamos todo atrás, los besos, los abrazos, las caricias, todo parecía ser olvidado, todo menos las miradas y las sonrisas con un claro fin... no demostrar lo que realmente sentíamos. La incertidumbre aumento, así como nuestros kilómetros recorridos, el silencio se coló en nuestras conversaciones, tanto así que ninguno pronuncio alguna palabra por mucho tiempo, ninguno se esforzó por mantener una conversación por más de un par de minutos. En ese entonces creí que estábamos tirando todo por la borda. Porque así parecía ser. Estábamos abandonando todo lo que con el poco tiempo que tuvimos llegamos a conseguir. Nos comenzamos a sentir vacíos Te deje tener tu propio espacio, pero el silencio solo aumentaba el tormento de mis pensamientos. Tanto así que considere la idea de que me estaba volviendo loca. Por suerte y si es que aun la tenía, te diste cuenta de la situación en la cual nos encontrábamos y una vez más me salvaste. No sé cómo lo hacías, pero siempre eras tú el que me daba una mano, siempre llegabas a tiempo y me salvabas. Creí llegar a una conclusión, pero las ideas no abandonan mi mente y no puedo tener algo concreto. Es algo un poco molesto. Poco a poco las conversaciones se volvieron más largas, pero te resignaste a seguir con la idea de no perdonarme, me lo confesaste una noche en la cual habíamos decidido detenernos a causa del cansancio del haber manejado casi todo el día y sin parar, me pareció que tenías algo de prisa por llegar. Temías que mi salud empeorase más de lo que ya estaba quizás, pero solo es una suposición para ocultar lo que en verdad creía. Esa noche, sentados a lado de una pequeña fogata que hicimos un poco alejada de la cabaña en la que nos quedábamos, llegaste con una bolsa de malvaviscos, te sentaste a mi lado, miraste detenidamente las estrellas por un par de segundos y luego, así sin más y junto a los malvaviscos y la noche estrellada, nos sumergimos en una profunda conversación en la cual, aclaraste todas tus dudas sobre mí, hiciste un centenar de preguntas sobre todo lo que se te cruzo por la cabeza con respecto a mi dichosa enfermedad y mis decisiones sobre ello, sobre el viaje, mi familia y amigos, mi propósito, mi situación, mejor dicho nuestra situación y por qué no te había comentado nada. Aclaraste todas tus dudas y gracias a ello, la tensión que había entre nosotros desapareció. Ese día me besaste con locura y pasión, como si no hubiera un mañana. Gracias a eso, por primera vez en todo el viaje... Tuve miedo. Miedo a perderte, cuando en realidad tú me perderías a mí. Todos me perderían a mí, porque ya no estaría. No podría besarte como hasta entonces, no disfrutaría más estar así contigo. Y un conocido malestar que tanto había experimentado a lo largo del recorrido, volvió. Subí una última foto, ese día no creí que fuera a ser la última pero desgraciadamente así lo fue, era tuya, mirabas la pequeña fogata, estabas distraído y fue eso lo que me encantaba de ella, la espontaneidad, la cual allí se reflejaba, en el pie de esta deje todo lo que sentía por ti, lo que siento por ti, me disculpe nuevamente a pesar de que lo había hecho ya muchas veces e intente despedirme de todas las personas que nos seguían en la red, no como tu creías, sino como lo creía yo. Es por eso que lo cité: "Contigo aprendí que la mejor compañía en un viaje no es de uno mismo, te conocí cuando menos lo esperaba, e incluso intente que no fueras mi amigo, sabiendo que me iría, intente mantenerte al margen y que no cruzaras la línea, pero hubo un sentimiento muy fuerte capaz de destruir cualquier frontera. Me tocaste el alma y me besaste el corazón. Te dejé entrar aun sabiendo lo que nos esperaba, lo que me esperaba. Te pido mil veces perdón a pesar de ya haberlo hecho muchas veces de las que cualquiera se imagina, perdón por no haberte contado el verdadero motivo de mi partida, aun sabiendo las consecuencias que eso creaba. Me despido y con mucho pesar de todas las personas que siguieron nuestro viaje a través de esta red, me despido de ti, mi mejor acompañante, mi gran guerrero en esta aventura, te quiero mucho como para terminar de esta forma. Lo siento. Tú sabes que estas palabras no significaran nada ya que tengo algo planeado para ti, porque marcaste algo muy grande en mi vida que, el dejarte de esta manera me resulta más triste que hacerlo realmente. Quizás alguna vez nos encontraremos en el más allá si es que realmente existe uno… Gracias" Continuamos el viaje y esta vez de una manera diferente. Tu si sabias lo que hacías, yo no. Paramos un día, aplazamos el viaje al menos por ese día, nos tomamos nuestro tiempo, lo apreciamos. Disfrutamos todo lo que pudimos, te pregunte si estabas seguro y me lo confirmaste, yo solo atinaba a sonreír, la felicidad realmente me desbordaba hasta que, recordé a mi madre, me animaste a que la llamara y así lo hice. Hablamos una hora para ser exactos, pero en ningún momento le comenté sobre el verdadero motivo de mi viaje, le hable de ti y aunque la idea no fue mucho de su agrado termino por aceptarla. Gracias a que si lo hizo.

Hay cosas que se pasan por alto, otras se olvidan Y están las que se evitan

Se podría decir que la felicidad no dura para siempre, es algo que todos saben. Y el miedo aumento, no por alguien sino por algo. Algo que no se puede ver o tocar, que se experimenta una sola vez. Le tuve un poco de miedo a la muerte. No me inquietaba el hecho de no saber lo que me esperaba ni nada parecido, la inquietud no era sobre mí, era sobre mi familia, más que nada por mi madre sabiendo que la noticia además de tomarla por sorpresa la dejaría devastada. En mi mente no había otra cosa más que no sea respecto a cómo se lo diría. Tendría que buscar momento y lugar adecuados porque esto no es algo que se toma a la ligera ni mucho menos. Nunca lo seria. Me arme de valor y le comenté que estaba volviendo del viaje y que, cuando llegara la visitaría primero a ella porque tenía una importante noticia para darle, aun así, sabiendo que se comería la cabeza. No me lo imagine, pensé en todo menos en eso. Hubo muchas cosas que se me pasaron por alto, o que ni siquiera pensé en ellas. Aún recuerdo la acalorada charla que tuve con mi mejor amiga ese mismo día, en ese entonces contaba con ella, si alguien la ve díganle que me voy con la conciencia tranquila, porque yo no abandone a alguien cuando más lo necesitaba, no la estoy volviendo la mala de la historia solo estoy confesando la verdad y gracias a ella, me di cuenta con quien contaba verdaderamente. No la culpo, solo se hizo a un lado del camino para no estorbar, yo también lo hubiera hecho solo que aun así seguiría en contacto, ya saben, por las dudas, por si en una noche llena de melancolía necesitase un hombro en el cual llorar y consejos para poder avanzar. Llegamos dos semanas después, con algo de tensión y mucho nerviosismo por lo que pasaría a partir de ese momento. No prometimos nada. Solo pude esbozar una sonrisa, no tenía ánimo para nada, no tenía muchas fuerzas. Hiciste de chofer todo ese tiempo y así continuaste por mucho más, “no quiero dejarte sola” dijiste, tenías algo de culpa, lo note; aunque no sé si fue más pena que culpa, no me he decidido por alguna aún. Luego, así sin más, y sin avisar. Te fuiste Hable con mi madre, intentó no derramar ninguna lagrima frente a mí y demostró ser fuerte, pero ella no es así, lo hacía para que yo no me sintiera mal. No todas las personas son tan fuertes como parecen, solo es un escudo para no sentirse débiles, para que las otras personas no las vean débiles. Es normal llorar y derrumbarse, te desahoga, tú también deberías aprender a hacerlo mamá, eso no te hace mal, tragarse las lágrimas si, antes de despedirnos -al menos por ese día- sonrió amargamente, en sus ojos se notaba el brillo de un par de lágrimas que se aproximaban, y aun así no lo hizo, al menos no frente a mí. Eres una gran guerrera y, Creo que Más que Yo Los días pasaban más rápido de lo que cualquiera podría imaginarse, quizás fue porque intentamos marcar una rutina, otra vez. Lo cierto es que, si lo logramos, pero no como queríamos. La mayoría de las veces las cosas que nos proponemos no salen como queremos y se convierten poco a poco en dolor. “Un amago de calma en un tormento violento. Quizás no te des cuenta, pero me hundo por dentro. Porque no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Desgraciadamente, tú eras así; dejaste que la “calma” que demuestro por fuera, me ahogase con su tempestad traicionera. Lo supiste. Si, lo hiciste. No lo puedes negar, con toda sinceridad. Hay un límite ¿sabes? Pero una vez más lo cruzaste, lo cruzamos. Resulta ser más doloroso que no tenerte a mi lado, y la melancolía de un resonar esperado. Será que tal vez que nada pueda ser como queremos. Nuestros caminos estuvieron destinados a cruzarse, y luego alejarse. Así sin más” Como si fuera realmente un huracán, la tormenta se había desatado, la calma de saber que aun nada pasaría se convirtió en noches de nerviosismo y melancolía, contemplando las estrellas como si del fin del mundo fuera de lo cual se tratase; el tiempo se estaba acortando y lo que tanto deseaba no se había concretado. Todos mentían, y con falsas sonrisas intentaban permanecer siempre fuertes. Dicen que los ojos son el espejo digno del alma, a través de sus ojos podía notar que estaban perdidos, casi tanto como yo. Con una clara diferencia, frente y muy próximo se encontraba un gran acantilado, mi camino no tenía atajos, el suyo sí. Muchos más de los que creían. Solo que no sabían distinguirlos. O no querían. Las personas se cansan de fingir, eso es lo que creo yo. Nadie puede fingir para siempre, sería muy cansino, mucho trabajo, mucha mentira. Me canse de que todos me tratasen como el centro del mundo. Recibir mucha atención termina cansando… Comprendo que querían aprovechar cada minuto que tuvieran conmigo, pero que me mientan, que se mientan a sí mismos tiene un límite, al fin y al cabo, todo termina teniéndolo. Y, debido a toda la atención que me brindaban a mí, se olvidaron de lo que importaba, lo que realmente importaba... “No hay centro del mundo, o del universo, no es así de preciso. Las personas no pueden ser el centro, pero eso no es decisión de uno mismo, no es el centro porque quiere ya que siempre hay algo que lo coloca en el dichoso centro. Hay alguien que lo hace por nosotros. Gracias a la innecesaria atención que se le brinda a una persona que se encuentra en “el centro” las cosas importantes se dejan de lado, se olvidan lentamente y causan desequilibrio en uno mismo. La presión aumenta, así como las olas en el mar, así como la suave brisa al inicio de una tormenta, así como todos a mi alrededor. Les agradecería mucho, muchísimo si en vez de dedicarme tanto tiempo se detienen, ven donde están parados y analizan que se les está pasando por alto.” Recuerdo esas palabras como si me las hubiera aprendido de memoria, es algo que marca algo, en ese momento así fue. Marco algo que hasta hoy mismo sigo recitando, es parte de mi pequeña huella. Todo forma parte o, termina haciéndolo con el paso del tiempo.

La ausencia resalta sin importar qué

No tengo datos precisos de cuánto tiempo paso, me decidí por no prestarle atención, porque las mejores cosas pasan cuando no estás pendiente de ellas, porque lo que termina importando son los recuerdos y, los recuerdos a su vez son momentos de los cuales no estuviste pendiente. Una vez alguien dijo “lo que paso no es lo recuerdas, con el tiempo, lo que recuerdas se vuelve lo que paso”. Es cierto, debo admitir, es algo que no se acepta a la ligera. Surgió un problema, siempre hay algún problema. Estaba pensando demasiado las cosas, eran tan solitarias y silenciosas las noches estrelladas que mis pensamientos parecían resonar como un eco. Quería volver a viajar, quería volver a disfrutar sin preocuparme de nada en particular, quería sentirme viva... lo confesé, lo dije y resulta ser un peso menos. Estaba encerrada, faltaba algo evidente. Faltaba alguien. Su ausencia resaltaba demasiado que era inevitable no prestarle atención. El hecho de haber vuelto del viaje hizo que cumplamos lo que tanto yo quería, que nuestros caminos se separaran y desee con toda mi alma que no haya sido así. Por primera vez quise que te quedaras a mi lado. Pensé tanto en lo que sería mejor para vos que no me di cuenta de lo que sería mejor para mí. Se me pasaron muchas cosas por alto, y deje pasar muchas cosas. Intente realizar algo por mí misma, creo que fue para “demostrar que aun tenía fuerzas”. Me equivoqué, lo hice tanto que tuve miedo, mucho más del que ya tenía, esta vez fue como si alguien lo hubiera destacado. Supongo que… ese fue el inicio del fin. Hoy puedo decir que si lo fue. Mis fuerzas desaparecían lentamente y no podía hacer nada para evitarlo. El doctor se enojó conmigo por no escucharlo y por no hacer el tratamiento correspondiente, me dejé llevar, porque así lo quise yo, fue mi decisión. Por primera vez estaba haciendo cosas que antes no había logrado. Pero no es eso lo que quiero dejar de mí, quiero que luchen por conseguir todo lo que desean, por alcanzar sus sueños, no se rindan ante la primera piedra con la cual tropiezan. Yo lo hice porque quise. Ustedes también son libres para elegir lo que quieren hacer, todos pueden. Solo les recomiendo no seguir mi camino, sufren más las personas que se encuentran a su alrededor que ustedes mismos; si tienen la oportunidad, luchen y si no la tienen, también luchen. Quien dice basta son ustedes mismos, no alguien más. Está en sus manos alcanzar o no los límites, está en sus manos poner los límites y así mismos, cruzarlos. En sus manos esta su futuro, su salud, su vida, en sus manos tienen el poder de decidir si seguir o parar. En sus manos está todo. Mi madre llego con mucha prisa ese día, los pasillos ni las habitaciones blancas nunca fueron de mi agrado y ahora mucho menos, tampoco serán del agrado de ella. Intentamos crear un ambiente cómodo para que no nos resultara tan deprimente y aburrido. Aun así, no lo logramos. Esos días y por primera vez desde la noticia, vi a mi madre llorar, la primera noche me abrazó con los ojos llenos de lágrimas y a mí se me formo un nudo en la garganta. Permanecimos así por toda la noche, lo necesitaba demasiado. Y si por mi fuera, me quedaría por toda la eternidad con ella. Sin dudas. Lo peor de saber que entras en una etapa de la cual no regresarás es que todos te visiten, con lo evidentes que son sus ojos me resultaba inevitable no darme cuenta de su situación, de la tristeza que sentían por mi partida. Intentaban que mi ánimo no decaiga cuando lo hacían por ellos mismos, yo por mi parte, intentaba que ellos no viesen lo malo de mi salud, armada con mi escudo y espada hechos de lápiz y papel me concentraba en no dejar mis letras de lado, no quería dejarlas, aunque de mi último día de vida se tratase. Me iría recitando poesía a pesar de que no era poeta, cantaría una canción, bailaría danzas clásicas, haría las cosas que antes no hice por temor. Se puede decir que no hice muchas cosas por miedo al fracaso. Se puede decir que fui cobarde en muchas ocasiones. Y la cobardía te aleja de muchas cosas que terminan siendo buenas. Muchísimas.

La habitación fría y blanca se disfraza de esperanzas

Todos los que cruzaban la puerta blanca y entraban a esa habitación fría, también blanca, traían regalos, recuerdos, alegría y me dieron fuerza. Por primera vez me dieron confianza, hicieron de esa habitación fría y blanca un lugar cómodo, la convirtieron en una obra de arte, con flores y globos que parecían ser insignificantes cambiaron mis días. Al inicio. Luego, se volvió algo rutinario, sospechaba que turnaban sus días para visitarme. No creí que llegarían a ese punto, pero lo hicieron, y eso resulta agotador y frustrante. Yo no era alguien a quien deberían hacerle espacio en su agenda, si querían pasar tiempo conmigo solo tenían que ir, sin avisar, así como él. Sabiendo que llegaba tarde. Me había conocido tan bien en poco tiempo que, no me llevo flores, ni regalos, ni globos o peluches, él sabía que era lo que quería. Me regalo un cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos, cual tenía escrito con tinta soñadora y palabras dibujadas una noticia encantadora. No decía momento, solo que lo haría. Mi alegría fue algo que revoluciono la habitación blanca disfrazada de esperanza, las preguntas surgieron casi de inmediato y duraron como si de lluvia de verano se tratase. En ese mismo instante y con un lápiz negro de trazos finos y delicados comencé a dibujar letras conformando palabras simples pero profundas, porque la profundidad en mis textos no se forma a raíz de palabras complejas, las más simples letras son las cuales más sentimientos cargan. Me embriagó un repentino entusiasmo, por lo lejos que podría llegar con ese cuaderno tan significativo, por lo lejos que mis palabras dibujadas podrían llegar luego de mi partida. Porque siempre fue mi objetivo dejar una huella y es mi deseo más grande. Los días pasaban, mi salud empeoraba, aumentaban las miradas cargadas de tristeza y arrepentimiento, “por no haber pasado más tiempo a mi lado, por no disfrutar de mi compañía” por eso y mucho más. Excusas y más excusas que escuchaba de manera frecuente, querían que les perdonara por cosas que no hicieron, querían aprovechar mis últimos “momentos”. Cuando sabes lo que le espera a una persona lo que tienes que hacer es acompañarla, no te quejes, no llores y si lo haces que sea junto a ella, no le regales cosas materiales que no sabrá apreciar o que no tendrá tiempo para hacerlo, el detalle es lindo, pero créanme, son cansinos, y un poco estresantes, no inventen excusas para no ir a verlas y mucho menos para hacerlo, solo háganlo o no lo hagan, hay dos opciones y en lo posible eviten inventar excusas tontas que resultan ser increíbles, eviten mentir porque duele más que cualquier cosa, el hecho de que tu vida se aproxima a su final no te da el derecho de que me mintieras como si no me diera cuenta, porque las personas terminan odiando a otras -a veces- por cosas “insignificantes” y causan un desequilibrio muy grande. Decidida a marcar un inicio y con la poca luz que había en la blanca y fría habitación, me acomode en la cama. De fondo sonaba la dulce melodía que transmitía la voz de un cantante apasionado, con cuidado y suavemente de no despertar a nadie, me coloqué los auriculares y fuertemente tomé el lápiz negro para comenzar a dibujar mis letras. Y así, todas las noches, porque no hay mejor compañía que la calma de la noche y la intensidad brillante de la luna y las estrellas, ellas me invitaban a vagar a través de letras dibujadas, llevándome al mismísimo paraíso. Cada uno tiene su zona de confort propia, y yo cree la mía allí, sabiendo que no volvería a vagar por las calles llenas de gente que no sabe a dónde va, así como yo, que va con pasos inseguros a ninguna parte, así también como mis sueños, que dudan de poder concretarse algún día. Quizás algún día. Los meses, lentamente se convirtieron en semanas, el doctor con la voz pesada, palabras delicadas y agobiada por nuestra “reacción” nos informó con cierta melancolía la noticia, y este lo dijo casi sin ningún cuidado, se paró frente a la cama y me miro a los ojos... No me quedaba mucho y me sumergía en tristeza. Poco a poco, la gente dejó de venir, porque así lo quise. Me acompañaban unos pocos y para mi mala suerte… El horario de visitas parecía acortarse cada vez más. Me aferre al cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos como si fuera lo único que aún me mantenía a flote. Mi madre estaba cansada, todos lo estaban, pero ella era a quien más se le notaba. Porque ella fue quien no me abandono en ningún momento, quien se aferró a mí con la esperanza de que la vida me diera una segunda oportunidad, sin detenerse a pensar que yo, ya la había tenido y quizás resultase ser la última, es algo que... no abandona mi mente. A través de letras intento dejar mi legado, resulta ser como cuando intentas retener el agua de lluvia en tus manos. El objetivo se escurre rápidamente y lo que parecía estar tan cerca se vuelve a alejar. “Tan cerca pero tan lejos a la vez” resulta ser lo que mayormente hace eco en el pasillo vacío de la melancolía. El frio piso, mojado por lágrimas que no tienen fin, pero que tienen un confuso motivo es testigo de mis pasos inseguros y lentos, para no resbalar, para no caer. Así como cuando una gota se desliza por la hoja de una planta, lentamente cae y sin darse cuenta llega a lo más profundo. Me di cuenta una noche. Estaba llegando a lo más profundo de mí. Estaba cayendo lentamente. La noticia encantadora, escrita con tinta soñadora y letras dibujadas se hizo saber; un día tarde a la noche se escuchó el suave golpeteo de la puerta, mi madre siempre atenta la hizo pasar a la habitación blanca y fría ahora ya modificada; yo me encontraba perdida, mirando las estrellas a través de la ventana y dibujando letras en mi mente, con el cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos a un lado, vagaba de la mano junto a la luna y la tranquilidad que me transmitía. Una voz femenina se hizo presente, iba con un cuaderno simple de color rojo, cual llenaría con palabras simples pero profundas, pero no dibujadas, ella no las dibujaba como yo lo hacía. Con una sonrisa amable se sentó a mi lado, se presentó y me informo que escribiría sobre mí. Comprendí entonces cual fue el regalo que él me había dejado. No podía creerlo. ¿Acaso era este el “legado” que dejaría? No. Esta sería mi huella en el pequeño gran mundo. Pero comprendí que la huella comenzó mucho antes de que yo naciera, antes de que creciera y me formara una mujer fuerte, antes de la noticia, del viaje, antes de conocerlo a él, todo comenzó muchísimo antes de todo. Las pocas fuerzas que me quedaban en ese entonces comenzaron a desaparecer lentamente y el simple cuaderno rojo de ella se llenaba cada vez más de palabras simples y profundas, pero no dibujadas. Cada noche vagaba junto a mí de la mano de la luna, contemplaba las brillantes estrellas y aprendía a dibujar sus letras mediante yo lo hacía. No le tenía miedo a la muerte, le tenía curiosidad ¿Que hay después de ella? Siempre me lo pregunté y aun lo sigo haciendo. El cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos comenzó a quedarse sin espacio para más letras dibujadas y yo sin letras para dibujar. Ella y yo hicimos un equipo arrasador de pasión, de esos en los cuales sus escritos perduran en el tiempo, me acompaño a dibujar letras en mi mente. Me acompaño con su simple cuaderno rojo lleno de palabras simples, pero profundas y (ahora sí) dibujadas al final del famoso acantilado. De la mano de la fatiga y de la tristeza, envueltas en una nube de polvo y medio cojeando nos acercamos lentamente al famoso “acantilado”. Ella estuvo a mi lado hasta el final. La última semana amenazo con llegar acompañada de una tormenta que formaba un mar de lágrimas melancólicas e inevitables, hasta yo me permití llorar, ya no más excusas para no hacerlo o que me vean haciéndolo, estaba muy agobiada que lo hice sin importarme la lástima que les daba a los demás. Así como él que ya no tuvo excusas para no venir, que decidió no inventarlas, que decidió no evitar lo evidente. A pesar de que la alegría no era la mejor compañera de nadie, apareció como por arte de magia, apareció como si solo hubiera estado jugando a las escondidas y su escondite fuese en algún armario, hasta que el juego llegase casi a su final. Juega con trampa. Es una mentirosa más. Pocas fuerzas me quedaban, tan pocas que no pude aferrarme por última vez al cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos que él me había dejado, pero hice que alguien lo haga por mí, le deje a alguien más mis letras dibujadas, se las deje a ella, quien no tuvo más lugar en su simple cuaderno rojo lleno de palabras simples pero profundas y dibujadas. Se convirtió en mi confidente en las noches de aventura, mi compañera en las mañanas de café de contrabando5, mi aprendiz de letras inexpertas (pero eran buenas); no podía irme sin antes dejarle una parte de mí. No la considero una amiga porque fue más que eso, ella fue quien me ayudo a concretar mi tan anhelado deseo. Se ganó un lugarcito en mi corazón. Aspire profundo, regale mi última y mejor sonrisa, intente demostrar que me marcharía tranquila y en paz, porque eso era lo que realmente pensaba; sabiendo que mi gran sueño se había cumplido le di un último abrazo a mi madre, un casto beso a él, entregue mi cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos a ella, y deposite una carta en el bolsillo de alguien más que, supuse que haría que la leyeran en voz alta o que sería quien la leyera. Deje lo mejor de mí, le deje mis últimas palabras a ella, la encargada de contar mi historia a través de su simple cuaderno rojo. Y así... Las personas Poco A Poco. Suspiro A Suspiro Se van

El cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos

Las fechas no importan. Al menos no para mí, y es por eso que decidí que estas hojas no lo tendrán. Aun no sé si llamar a este cuaderno agenda, o diario, no, diario no; quizás sea una parte de mi a través de letras dibujadas que demuestran lo último de mí, lo que quiero dejarles, lo que quiero que recuerden con más intensidad. Porque en esa habitación fría y blanca aprendí a descubrir las verdades… Porque no todos aprecian las estrellas en una noche solitaria. No vagan de la mano de la luna. No son el entendedor que no necesitan palabras. No son lectores de un alma perdida. Porque no todas las primeras páginas son comienzos. No todos los finales ponen fin a nada. Y mucho menos todos los “te amo” son sinceros. Porque en esa habitación fría y blanca aprendí a esperar… Aprendí a confiar A llorar En esa habitación fría y blanca conocí una nueva parte de mi Algo traqueteada6 pero que aún tenía ganas de aventura Porque no hay final para las aventuras No hay un final realmente Sabiendo lo que me esperaba me dispuse a contarles el mundo a mi parecer, a la vista de mis últimas semanas, de mis últimos días. Les enseñare a dibujar letras, así como lo hice con ella y su simple cuaderno rojo, así es, con mis últimas fuerzas también me dispuse a leer este cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos para vagar de la mano de la luna nuevamente y dibujar mis letras de una manera más bella, o quizás solo lo hice cuando ella no me acompañaba en las noches solitarias a vagar entre las estrellas y el cielo oscuro. Porque practicando se aprenden cosas nuevas y se mejoran las propias técnicas. Así como no se puede definir si una persona es buena en lo que hace, cuando lo hace con lo que tiene a su disposición, cuando ni siquiera sabe dónde va, pero que intenta llegar lejos. No se es bueno haciendo las cosas a la perfección, se es bueno volviendo a intentar para cuando las cosas que salen mal no sean una carga a la hora de avanzar, para caminar erguidos por un camino que no tiene final; por un camino del cual no se sabe su destino. No es caminar con “los ojos vendados”, es caminar probando cosas nuevas. Y eso genera curiosidad. Porque no sabemos si nos gustaran o si las llegaremos a amar. Dibujar letras también se refiere a eso, no sabes dónde van, solo que van por un camino sin final. No se es bueno escribiendo de manera prolija y cuidadosa ya que, dibujar letras no se trata de la prolijidad, sino todo lo contrario; resulta que las palabras alborotadas y simples que vagan por un camino sin final son con las que se te escapa una sonrisa y se te iluminan los ojos, son las que tocan lo más profundo de ti. Son aquellas las cuales te roban el aliento Son aquellas las cuales te enamoran. Dibujar letras se trata de viajar por las estrellas y vagar de la mano de la luna sin rumbo, entre palabras que te roban el aliento y te brindan amor sin esfuerzo, aquellas las cuales te abrazan el corazón y te besan el alma y viceversa. Y, pocas personas pueden lograrlo. Por eso, los ayudare. O intentare hacerlo con quien tenga el cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos en sus manos (y se perfectamente quien será la persona que lo haga). Teniendo en cuenta que he dicho que el tiempo no tiene importancia solo diré que hace poco alguien me pregunto que era vagar de la mano de la luna y las estrellas. La mire a los ojos, sé que se dio cuenta del brillo que tenía en los míos, y con voz soñadora le conteste: “Es susurrarle tus deseos al oscuro y hermoso cielo dejando que la luna sea participe de tus letras imaginarias, de aquellas las cuales no se dicen ni se dibujan, pero que valen más que todas juntas, esas que son acompañadas por un café y la solitaria noche, esas que te roban el aliento y te invitan a soñar. Las estrellas iluminan tu camino con su incesante brillar y tus ojos ven un mundo diferente en la oscura noche que te llama a una aventura. Vagar de la mano de la luna y las estrellas no significa solo sentarse y observarlas mientras imaginas el que será si dejas tus sueños volar, significa cumplir esos sueños en la calma que la noche trasmite, porque es el mejor momento en el cual los sentimientos son los más sinceros y fuertes, escuchas tu corazón latir y crea una agradable melodía que acompaña tus encantadores, mejores y más profundos pensamientos cargados de amor y simpleza. No olvidemos que la simpleza es lo que endulza nuestra vida. Es el gran motor que necesitamos para seguir” Uno no aprende copiando, quizás sí; prestamos atención y aprendemos sobre la marcha, pero las copias y los detalles perfectos además de causar encanto terminan siendo la manera menos correcta de aprehender, es decir, ni siquiera estamos cerca de aprender. Cada uno desarrolla su técnica propia y aprehende la mejor manera de llegar a lo más profundo, de demostrar lo más profundo de cada uno, porque escribir también es una especie de “espejo del alma” y a la vez escribir es una manera de abrazar el alma de los demás. Por eso querido lector, sí, es hora de que haga mención de ti y te ponga en evidencia porque sé que algún día alguien más leerá este cuaderno de tapa negra y delicados dibujos blancos tan significativo para mí y, será testigo de estas letras simples pero profundas y dibujadas que dejo grabadas en un mar de tinta y lágrimas que tanta revolución ocasiono en la habitación fría y blanca. En fin, me desvío en medio de la calma que la noche me permite apreciar desde el balcón de los deseos que guardaba para alguien más, de momento, creía en algo que inquietaba un alma insegura..: ”Necesitaba que alguien rescate mi alocada mente perdida; entre letras, donde vagaba por un mundo cual solo yo sabía que existe; entre solitarias noches, admiraba las estrellas y volaba cuán lejos mi imaginación me permitía llegar; entre el humo de un café puro y soñador que me invitaba a amar el silencio y el sonido de mis pensamientos en la habitación vacía. Necesitaba que me tiendan la mano y me acompañen a soñar; que me regalen unos versos inexpertos y una eufórica sonrisa; que me besen el corazón y me abracen el alma; que viajen a través de mis letras y aprendan de mi sobre la marcha; que aprecien mis esfuerzos por mantener alto un sueño. Necesitaba un compañero en mis aventuras que no tienen final...” Creía en ese texto, me aferré a él como si de mi vida se tratase, entiende querido lector que cometí un grave error. Aprendí a distinguirlo a tiempo y es algo que tú también debes aprender. No intentes depender de alguien porque el bote en el cual se necesitaba de dos remos, uno, en un momento ya no estará y desgraciadamente, comienzas a hundirte. Tardas un tiempo en aprender a remar por tu cuenta y te cuesta demasiado; estabas acostumbrado a la compañía que te daba esa persona y no te diste cuenta de lo que pasaba en realidad. Llámame egoísta, pero es algo evidente. La verdad duele si, y solo lo hace unos instantes. Las personas no conocen a nadie, en realidad ni siquiera a uno mismo ya que, todos crean una imagen diferente de cada uno en su mente, para algunos somos alguien, para otros somos otros. Así que, es hora que descubras quien eres o quien quieres ser. Tu atajo está aquí, mi acantilado también. ¿Qué coincidencia no? Nuestro camino juntos ha llegado a su final. Es tu turno de dibujar letras aquí. No me defraudes querido lector…

Una… ¿Carta de despedida?

Si bien mi objetivo era que mi partida no causara revuelo resultó ser todo lo contrario. No me disculparé con nadie por lo que hice antes de irme ni mucho menos rogarle a nadie para que me perdone por ello. Solo hice lo que cualquier persona desearía antes de partir, porque descubrí que estaba viviendo sabiendo que no disfruté mientras lo hacía y eso me dolió, al menos de momentos. Al inicio del viaje tuve mucho tiempo para mí sola y también mucho en que pensar, el antes, el ahora y el después, ¿Que sería de las personas que amo? O en todo caso, de las que había comenzado a amar. Alguien en específico destaco en el viaje, porque a pesar de conocerla de poco tiempo logro conseguir en mi algo que muchos no habían hecho en mucho más tiempo. Me enamoró. Lo hizo a tal punto que lo consideré una descabellada idea, lo supe y lo era en ese entonces. ¿Era realmente amor lo que sentía? O ¿solo fue un confuso sentimiento que resulto porque me aferre a la seguridad que me transmitía? Son preguntas que no conseguí responder. Y hubo respuestas que no tuvieron pregunta. Busque tranquilidad intentando ser libre, y son dos conceptos que no se pueden mezclar. La libertad nos resuelta atractiva pero ¿Que es realmente? Nos endulzamos con algo que anhelamos pero que lo tenemos aun así sin darnos cuenta. Porque la libertad no es algo, es alguien que te trasmite esa seguridad de poder desenvolverte sin preguntar o pedir permiso. Y la persona de la cual estaba enamorada lo hacía. No necesito decirles quien es porque esa persona lo sabe, no es necesario dar a luz algo que en su tiempo no fue dado y mucho menos ahora a esta altura, quizás en unos años sea protagonista de algunas anécdotas o cuentos para algún niño antes de dormir, pero ahora solo formare parte de un vivo recuerdo. Porque tener la suerte de conocer a una persona que te salve el alma, te de una mano cada que te sientas en el vacío, que te abrace y no solo el corazón. Se entiende el punto a pesar de que la claridad de estas palabras está excluida de la verdad y todo lo que concierne a ello. Porque poder volar a través de los sueños de la mano de alguien que sabe quién eres o, en todo caso, quien intentas ser a través de ellos mismos resulta… Atractivamente placentero. Porque no estas construido por lo que eres o lo que tienes, estas hecho de todo lo que te gusta y lo que anhelas, estas constituido por belleza y alguien que aprecia eso se merece el mismísimo cielo, si es que existe uno realmente. Yo tuve la oportunidad de conocer una persona que me ayudo a volar entre mis sueños, quizás en este momento sea testigo de las palabras que forman parte de esta carta a modo de despedida, quizás nunca lo sea, también puede que quizás no quiera "despedirse de mi" como lo llaman algunos, porque yo ya lo hice, antes de mi partida logre despedirme de las personas que más amaba, antes de partir deje mi pequeña huella. Al fin y al cabo, ese era mi objetivo, porque mi más grande deseo era dejar mi “legado” a través de una acción que sea recordada, en este caso, una historia. Puede que mi pequeña historia no les resulte ser llamativa para muchos, pero me conformo con el saber que algunos fueron testigo de ella, me conformo con el vivir a través de unos recuerdos, porque las personas realmente son olvidadas cuando su recuerdo ya no existe, lo comprendí. El tiempo me lo enseñó. Ese "tiempo" del cual todos hablamos no es más que un pasado desgastado, son horas perdidas de algo que pudo marcar diferencia, son horas de las cuales no se aprovecharon, o quizás si, quien sabe, yo no soy quien para afirmar algo de lo que no sabe. A mi parecer, el tiempo no es algo de cada uno, nosotros formamos parte de él, a pesar de que suene loco resulta tener coherencia teniendo en cuenta que las palabras no sean las justas para expresar lo que se cruza por mi mente. Porque no es necesario explicarle mucho las cosas a quien sabe entender, a quien sabe escuchar, ya que, toma las palabras, las transforma en su propio mensaje y se las brinda a alguien más, así como yo quiero brindarle una pequeña parte de mi historia a los demás, les quiero dar una pequeña parte de mí. No quiero que mi partida sea una etapa depresiva porque "ya no estaré", de hecho, si lo haré, en sus recuerdos y en su corazón yo viviré como una llama que nunca se puede apagar, cuando me olviden mi recuerdo morirá y yo con él y de esa llama solo quedaran cenizas, en ese entonces podrán decir que realmente he muerto. En ese entonces recién me habré ido. Ahora, solo que sé que estoy más viva que nunca. Atte.: Un alma aventurera que quiso dar a conocer su pequeña historia y vivir eternamente en los corazones de todos

Epílogo

Me enfrente a muchas personas con lágrimas en los ojos y envueltas en melancolía, mire al cielo un par de segundos, todo sería diferente si ella estuviera a mi lado, hacía que las cosas sean más fáciles, más simples. Me aclaré la garganta y con voz firme, para que no notasen mi tristeza comencé: “Ella llego a mi vida así, de golpe, y yo tan distraído, que me enamore del susto” -Roy Herbach Ella arraso con sus ganas de aventura y de una manera peculiar bajó el mundo a sus pies y lo lleno con su ternura. Sin esperarla, se cruzó en mi camino y provoco una revolución en todos los sentidos. Me enamoré...: De su risa, De la manera en la que escribía, De la manera en la que sonreía, De las noches en las cuales admirábamos las estrellas juntos, De su forma de ver el mundo, De su alegría, De su fortaleza, De su alma de hierro, De su corazón sincero, De sus abrazos, De sus besos, De sus lágrimas, De su inseguridad, De la manera en la que se enojaba, De la manera en la que se preocupaba, De sus nerviosismos, De sus ansiedades, De sus deseos, De sus sueños, De sus miedos, De las cosas simples que ella amaba, De las pequeñas aventuras que viví con ella, De sus letras, De su belleza. De ella. Quien… Me enamoró de a poco Y Me amó con pasión Para ella fui “él”, quien se cruzó en su camino y la sorprendió, venia envuelta en una nube de polvo y tormenta pidiendo a gritos que alguien la salvase, creía que no me había dado cuenta, pero supe mejor que nadie cuando se encontraba mal, supe mejor que nadie como hacerla feliz, la conocí incluso mejor que ella misma, y no era necesario hacer mucho. Amaba lo simple. Y, Ella ya no esta Pero vive en mis recuerdos; Y mucho más en mi CORAZON Soy él, quien llego a su vida en el momento menos esperado, así como ella, que me robo el aliento desde el primer día, desde la primera fotografía, desde la primera sonrisa. Fue ella quien revolucionó todos mis sentidos, quien me enamoro con el pasar de los días y yo, quien se lo demostró con las cosas simples que amaba, quien se lo demostró con cada detalle, con cada abrazo, con cada mirada, cada vez que podía le demostré el amor que sentí y aun siento. Hoy puedo decir “gracias” Gracias por enseñarme tanto, por marcar tanto en mi vida. Gracias por dejarme viajar con vos, Gracias por brindarme tu confianza, Gracias por no juzgarme ni mucho menos rechazarme, Gracias por dejarme amarte.

Glosario

1-Quilombo: en Argentina se utiliza para decir caos, desorden, pelea, un gran problema 2-Mochilero: es el termino con que se denomina a una persona que viaja con su mochila a cuestas, practicando el senderismo, y recorre el camino o resuelve los problemas de su viaje de manera independiente, en vez de optar por tours o agencias que lo hagan por él. 3-PMDMV: es una abreviación inventada por el personaje, “punto máximo de mi vida”, así lo denomino ella 4-embustera/o: este adjetivo se emplea para calificar a aquel que realiza embustes: engaños, trampas. un individuo embustero es, por lo tanto, mentiroso. 5-café de contrabando: “la chica del cuaderno rojo” le hacía un favor a nuestra protagonista, ya que ella por más que obvias razones no podía salir o, en todo caso, tomar café, lo “contrabandeaban” y admiraban el amanecer con una taza de café humeante 6-traqueteado/a: manipular, mover, tocar o usar mucho alguna cosa a menudo hasta gastarla o deteriorarla. **** No se sabe cuándo y dónde encontraremos el amor y si será puro y sincero. Hay que amar de a poquito y con pasión, conocer a las personas sobre la marcha, con tranquilidad y sin importarnos las opiniones de los demás. Porque el amor no tiene género, edad, tiempo y mucho menos lugar. Sin esperarlo Llega a nuestras vidas y nos pone el mundo de cabeza. “Nos revoluciona en todos los sentidos” -Rossi Aldana