anales» be la untoerátbab be , historia mebiebal

Ramón FERRER NAVARRO Rosa Ma BLASCO : La repoblación de una comarca ali­ Sobre la anexión de Guardamar a cantina. . I Pierre GUICHARD Gregorio SÁNCHEZ DONCEL i < Los castillos musulmanes del Norte Un gran señor medieval: Don Juan de la provincia de Alicante. Manuel. a Juan Manuel DEL ESTAL M Rosa MUÑOZ POMER ' Carta Magna de anexión de las villas Preliminares de la guerra de los dos . ! de Orihuela, Alicante, y Guar- Pedros. ; damar. Pedro SANTONJA L'Hümanisme i el tema de la immOrta- litat. José HINOJOSA MONTALVO De Valencia a Portugal y Flandes. Desamparados CABANÉS PECOURT Particularidades diplomáticas de la cancillería de Alfonso el Magnánimo. Ma Luisa CABANES CÁTALA Tipología documental de Alfonso V. JosepTRENCHS La cancillería de Enrique IV. Ana María NAVARRO ESCOLANO Signos notariales medievales. Miguel Ángel LADERO QUESADA e Isabel GALÁN PARRA Las ordenanzas locales en la Corona de Castilla. Artemio CUENCA PAYA y Michael J. WALKER Una evaluación de las temperaturas medias seculares.

PEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL / N° 1 - 1982 i

Anales de la Universidad de Alicante Historia Medieval

Director: José HINOJOSA MONTALVO Secretario: Ma Luisa CABANES CÁTALA Comité de Redacción: Ma Desamparados CABANES PECOURT Juan Manuel'DEL ESTAL Odilo ENGELS Pierre GUICHARD Paulino IRADIEL Margarita LA CHICA GARRIDO Miguel Ángel LADERO QUESADA José Luis MARTIN José TRENCHS ODENA

SECRETARIADO DE PUBLICACIONES UNIVERSIDAD DE ALICANTE

Depósito Legal: A - 880 - 1982 Imprime: Gráficas CIUDAD, S.A., San Juan de Ribera, 30 - ALCOY analeá be la unibersítbab be alicante. fjtátoria mebiebal

ALICANTE, 1982

ÍNDICE

Ramón FERRER NAVARRO La repoblación de una comarca alicantina: La serranía de Alcoy Pierre GUICHARD Los castillos musulmanes del Norte de la provincia de Ali­ cante Juan Manuel DEL ESTAL Carta Magna de anexión de las villas de Orihuela, Alican­ te, Elche y Guardamar al reino de Valencia por Jaime II de Aragón. Anexo documental RosaMa. BLASCO Sobre la anexión de Guardamar a Orihuela Gregorio SÁNCHEZ DONCEL Un gran señor medieval: Donjuán Manuel Ma Rosa MUÑOZ POMER Preliminares de la guerra de los dos Pedros en el reino de Valencia (1356) Pedro SANTONJA L'Humanisme i el tema de la immortalitat en el primer llibre de Lo Somni de Bernat Metge Pág.

José HINOJOSA MONTALVO De Valencia a Portugal y Flandes. Relaciones durante la Baja Edad Media 149 Ma Desamparados CABANES PECOURT Particularidades diplomáticas de la cancillería de Alfonso el Magnánimo 169 Ma Luisa CABANES CÁTALA Tipología documental de Alfonso V: Nombramientos de alcaides en Alicante 181 Josep TRENCHS La cancillería de Enrique IV, rey de Cataluña (1462- 1464): Unas notas 195 Ana María NAVARRO ESCOLANO Signos notariales medievales de la colección de pergaminos del Archivo Histórico Municipal de Elche 207 Miguel Ángel LADERO OJJESADA e Isabel GALÁN PARRA Las ordenanzas locales en la Corona de Castilla como fuen­ te histórica y tema de investigación (siglos XIII al XVIII) .. 221 Artemio CUENCA PAYA y Michael J. WALKER Una evaluación de las temperaturas medias seculares du­ rante el último milenio a partir de las desviaciones del gra­ diente geotérmico 245 PRESENTACIÓN

Esta revista de medievalismo aparece como publicación de la Univer­ sidad de Alicante, bajo la responsabilidad del Departamento de Historia Medieval de la misma. En un periodo en que las publicaciones medievalísticas son escasas con relación al volumen de investigación que se realiza en nuestro país, esta publicación ofrece sus páginas a to­ dos cuantos estén dispuestos a colaborar en ella, teniendo como norma básica la rigurosidad científica. Naturalmente, entendemos por medieval la época que corresponde al dominio político en la Península de visigodos, árabes y cristianos hasta el 1500, sea cual fuere la lengua original de la documentación. La temá­ tica puede abarcar desde la paleografía y diplomática hasta cualquier as­ pecto de la historia política, cultural y socioeconómica medieval. El hecho de que este primer volumen reúna temas centrados preferente­ mente en el área de Alicante y zonas vecinas no significa que la revista esté cerrada a otros temas medievales u otros ámbitos geográficos. Contando con la periodicidad anual que promete su título, esta revis­ ta invita a toda clase de colaboraciones e intercambios en el campo de los estudios medievales.

«LA REPOBLACIÓN DE UNA COMARCA ALICANTINA: LA SERRANÍA DE ALCOY»

Ramón Ferrer Navarro Universidad de Valencia

Vamos a trazar un esbozo de lo que fue la repoblación de la co­ marca alicantina de la Serranía de Alcoy, de acuerdo con la docu­ mentación conservada en el Libre del Repartiment (1). Dado que hoy día son bastante numerosos los estudios sobre la comarcalización del Reino de Valencia, tenemos que señalar qué es lo que entendemos por Serranía de Alcoy (2); indicamos por tal, el territorio comprendido por Alcoy, , Alcolecha, Beniarrés, , , Bocairente, , Gorga, Muro, Lorcha, Penáguila, Planes, Alcocer, , , Alquería de Aznar, , , , , Be- nimasot, Billeneta, Facheca, , Gayanes, y . De todas estas localidades, en este estudio reseñamos única­ mente la repoblación de Agres, Alcoy, Bocairente, Cocentaina, Muro, Penáguila, así como la de los valles de Perpuchent, Seta y

(1) CABANES PECOURT, M.D. y FERRER NAVARRO. R. El Libre del Repartiment del Regne de Valencia, 3 vols. Zaragoza, 1979-1980. En adelante lo citaremos como Libre del Repartiment. (2) Sobre la comarcalización de la Región Valenciana, en todos sus aspectos, el trabajo más completo que conozco al respecto es el de V1LA MORENO. A. La problemática co­ marcal, en «Tots», febrero, 1981. n° 1, pp. 32-37.

9 Travadell (3), únicos que tenemos documentados para esta comar­ ca. El hecho de haber escogido esta división territorial y no otra, no significa en absoluto el que estemos en contra de otras, lo que ocurre es que para el caso que nos ocupa, pensamos que la más in­ dicada es, sin lugar a dudas, la elegida, ya que las interinfluencias de los lugares que nos aporta el Repartiment así lo exigen, puesto que en caso contrario el estudio quedaría incompleto. Este trabajo lo vamos a desarrollar de acuerdo con los epígrafes siguientes: 1— Donaciones; comprende: Fechas: Número de donaciones: Destinatarios: Naturaleza de las donaciones: La tierra: Los cultivos: Las casas: Molinos: Otros bene­ ficios. 2.— Repobladores: abarca: Número de repobladores; Religión: Categoría social: Profesión: División por sexo: Origen.

DONACIONES

Fechas.— Todas las donaciones, excepto una, llevan la fecha de 1249. Marcan pues a las claras uno de los momentos de mayor auge repoblador del reino de Valencia reseñado en el Libre del Reparti­ ment. En efecto, todos sabemos que el territorio al sur del Júcar y que correspndía a la parte sur del reino no se terminó de conquistas has­ ta 1245 (5), pero su repoblación, sobre todo la de su sector más me­ ridional, no tomará cuerpo sino tras la sublevación de al-Azraq. Será en el año 1249 cuando se registren las primeras donaciones en los lugares que hasta ese momento no eran sino castillos musul­ manes, como Agres, Alcoy, Bocairente y otras como Penáguila,

(3) He conservado la estructura que da la documentación, de tal forma que algunos luga­ res, hoy localidades, como Gorga, Benifallim o Alcolecha, las citamos tal como aparecen: Gorgo, Benahalim, Alcholeya, anotándolos como eran entonces, alquerías o partidas de Travadell la primera y de Penáguila las restants. (4) Sobre las fechas de la conquista vid. UBIETO, Antonio, Orígenes del Reino de Va­ lencia. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista, 3a edic. Valencia, 1977, pp. 15-166. y GU1CHARD, P. Nuestra Historia, vol. 3o. Valencia, 1980, pp. 14-27. En ambos trabajos se hace hincapié sobre la cuestión de fechas, si bien con una concepción diferentes.

10 Travadell, Perpuxent, Seta, etc. (5). Tan sólo una de las donaciones (6) está fechada en 1240, y en ella, tanto por el lenguaje como por la misma cronología, está claro que se trata de una promesa, no de una donación efectiva, ya que utiliza un lenguaje que no muestra la precisión de las demás: «alqueriam que dicitur Muru, que est ínter aldeas Consoltanie com furnis et molendinis». Entre las varias menciones que el Re- partiment hace de Muro, como de Cocentaina y su término, el 1249, en ningún caso se emplea la expresión «aldeas» más que en es­ ta ocasión. Con toda posibilidad esta donación no se hizo efectiva ya que en la fecha en que se entregó aún no pertenecía al monarca Jaime I, de ahí que se trate simplemente de una donación que se hará efectiva cuando se conquista el lugar —como es el caso de las donaciones efectuadas en la huerta de Valencia en 1237— ; pero en este casop parece que ello no se respetó; en 1249 se reparte tierra de esta «aldea» sin mencionar para nada a su antiguo poseedor. Por todo ello no vamos a contabilizar esta donación como efectiva, aún a sabiendas de que no aparece las revocación de tal donación por ninguna parte. Número Donaciones.— Los asientos o donaciones referidas a es­ ta comarca asciende a un total de 59, que se reparten de la forma siguiente: lugar n° donaciones Agres 2 Alcoy 7 Bocairente 23 Cocentaina 14 Muro 3 Penáguila 3 Perpuchent 1 Seta 1 Travadell 3 Todas estas donaciones son efectivas, al contrario de lo que ocurre en otras comarcas; para la Serranía de Alcoy no hallamos donaciones que se repitan en su contenido y en su receptor.

(5) GUICHARD, P. Nuestra Historia, Vol. 3o p.p. 51. (6) Libe del Repartiment, vol. II, asiento n° 102.

11 Destinatarios.— Otro factor a tener en cuenta a la hora del aná­ lisis de las donaciones es el que se refiere al número de destinata­ rios; del total de las 59 donaciones, 29 tienen un solo destinatario, miemtras que las otras 30 tienen a dos o más receptores. ¿Cómo se reparten estas donaciones por el número de sus receptores? La rela­ ción es la siguiente: lugar don. singu. don. col. Agres 1 1 Alcoy 2 5 Bocaiente 8 15 Cocentaina 10 4 Muro 3 2 Penáguila 3 Perpuchent Seta 1 Travadell 2 1 La lectura del cuadro precedente nos indica que las 59 dona­ ciones se reparten aproximadamente en un 50% para las indivi­ duales y otro 50% para las colectivas y que ambas se dividen prácti­ camente entre los lugares analizados. Lo primero que sorprende ante esta lectura es el elevado porcentaje con que cuentan las dona­ ciones colectivas, cifra no alcanzada para el resto del Reino. Sin du­ da la existencia de este tipo de donaciones nos va a mostrar la clave de la repoblación que Jaime I realiza durante los año 1248/49 en la parte meridional de su reino. No hay más que dar un ligero vistazo a la edición del Libre del Repartiment o a los trabajos sobre él realizados (7) para cerciorarse inmediatamente de la abrumadora superioridad de las donaciones individuales sobre las colectivas. Son las individuales las que pri­ man cuando lo que se repuebla por cristianos es lo que entonces se eptendía por término de Valencia-ciudad y que se efectúa esencial­ mente entre los añlos 1238/1239. Se trata pues de extender, individualizadamente, una donación

(7) FERRER NAVARRO, R. La repoblación de Játiva, en «Játiva en Agosto», VI Cente­ nario de Calixto III, Játiva, 1978. Igualmente FERRER NAVARRO R. Una fundación de Jaime I: Villarreal, en «Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón», vol. X, Zarago­ za, 1975.

12 para cada nuevo propietario que se quiere asentar. Por el contra­ rio, la segunda etapa replobladora que afecta a las tierras del sur del Júcar y en una coordenada temporal que abarca los años 1248/1249, la situación cambia. Junto a las donaciones de tipo in­ dividual, que para la zona que ahora analizamos ocupa un 50% del total, comienzan a tomar vigor las colectivas, avanzando en su im­ portancia a medida que nos acercamos a la zona meridional del reino, hasta alcanzar un porcentual tan elevado como en el caso que estamos y que representa la culminación de este tipo de dona­ ciones que según hemos dicho comienza a tomar cuerpo a partir del sur del Júcar. Pero con ser importante este elevado porcentual de donaciones colectivas, su decisivo valor se muestra cuando nos centramos en quienes son los destinatarios de ellas. En efecto, por regla general, cuando nos hemos.referido a donaciones colectivas nos hacíamos eco de aquellas cuyas recipendiarios eran simplemente una pareja, normalmente marido y mujer. No es éste, el caso de la Serranía de Alcoy, cuyas donaciones colectivas no van destinadas a matrimo­ nios sino a grupos más numerosos y con unas características, en al­ gunos casos, un tanto especiales. En varias de estas donaciones lo que se hace es repartir una gran extensión de tierra entre un grupo más o menos numeroso; tal es el caso de la alquería de Alcudia, sita en el término de Cocentaina: Poncius Guillelmi: alqueriam de Alcudia, que est in termino Consoltanie, quod posit populares G. de Torrilles, R. del Canet, P. de Angertrina, R. Arnaldi, R. Moraton, Ferrarius de Argilers, Iohanni de Oltra, P. Marchi, Bernardo Guillelmi de Villafrancha et P. Cagardia. Domos et unicuique V iovatas terre in Alchudia, alcheria de Goncoltania (8). En ocasiones este tipo de donadíos presenta la variante de de­ signar a uno como cabecilla, al que se le hace una entrega mayor que al resto, así: Pedrolo de Ylerda, R. Arancis, Bernardo de An- gularia, R. de Tona, Dominicus de Cesaraugusta, I de Estadella, P. d'Escola et Vitali de Mediona: scilicet tibi P. de Ylerda, V iovatas, et unicuique aliorum IIII iovatas in termino de Toyllo alcheria de Seta (9). Se trata de dos tipos de donaciones colectivas

(8) Libre del Repartiment, vol. II. asiento n° 987. (9) Libre del Repartiment, vol II, asiento n° 1051.

13 que también existen para el resto del Reino, pero en escasa canti­ dad; en realidad lo que aquí se ventila en un sólo asiento, para otras comarcas, sobre todo para la huerta de Valencia, se hubiera realizado individualizando a cada uno de los receptores que aquí se han englobado en una única.

Ahora bien, lo verdaderamente característico, y por ende singu­ lar, de las donaciones en esta comarca es que muchas de ellas van estrechamente vinculadas a la conquista; pura y simplemente nos hallamos ante la realidad que presenta el que la unidad de conquis­ ta,se convierte en unidad de asentamiento (10). Dentro de este tipo de donaciones existen muchas variantes: cuando el grupo represen­ ta una unidad familiar: Pelegrinus Baldovini: ad opus IIII pa- rentum (11): cuando son socios: P. Abat et VIIII sociis tuis (12); en ocasiones hay un elemento central y el grupo depende en cierta manera del grupo: XX hominibus Michaelis Garcez (13). Incluso en varios casos esa unidad de asentamiento se nos presenta con toda precisión: Martino de Hueles cum se décimo peditum (14); Simo- ni de Albalat cum XXX peditum (15); Iohanni de Naiara, Michaeli Arguixo el Dominico Lupi cum se duodecim ad ca- ballum (16). Este tipo último de donaciones nos hace pensar que tras la sublevación de al-Azraq y en una zona doblemente peligrosa como esta, por ser centro de la revuelta y por lindar con la frontera del reino, Jaime intenta asegurar la estabilidad de estos lugares me­ diante este tipo de repobladores, unidos hasta entonces a la activi­ dad militar.

Naturaleza de las Donaciones.— Por lo que respecta a la natu­ raleza de las donaciones, su clasificación cuantitativa nos da el re­ sultado siguiente:

(10) Voz acuñada por J.M. FONT RIUS, en su trabajo La conquista y repoblación de Levante y Murcia, en «La reconquista española y la repoblación del país», Zaragoza, 1951. (11) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1037. (12) Libre del Repartiment, vol. II, siento 996. (13) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1307. (14) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1298. (15) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1301. (16) Libre del Repartiment, vol. II. asiento n° 1061.

14 Lugar n'J doc. n° doc. n° doc. n° doc. de tierra casas torre molino Agres 2 2 Alcoy 7 6 Bocairente 23 1 Cocentaina 11 8 1 Muro 4 Penáguila 3 1 Perpuchent 1 Seta 1 Travadell 3 Las donaciones efectuadas van referidas en su mayor parte a los dos elementos esenciales para todo repoblador: la casa y los bienes con los que ganarse la vida, aquí representados por la tierra. Esto es, en parte, lo que se contiene en la práctica totalidad de las dona­ ciones pues tan sólo falta en una de ellas, lo que se refire a los dos molinos entregados en Cocentaina; en los demás casos, bien explícitamente bien de un modo implícito —como el caso de la do­ nación de una torre—, está contenida. Ahora bien, si es cierto que la tierra y/o la casa se hallan presen­ tes en la casi totalidad de las donaciones, no lo es menos que ambas no se dan unidas para todas las localidades; tal es el caso en los valles de Perpuchent, Seta y Travadell; o están muy descompensa­ dos, como es el caso de Bocairente, Muro y Penáguila; estando equilibrado para los casos de Agres y Alcoy, únicos que presentan unidos los dos elementos esenciales para poder asentarse un re­ poblador, con lo que tendremos que analizar en su momento el por qué no se dan en los lugares restantes.

La Tierra.— La tierra representa sin lugar a dudas el bien más entregado, se halla taxativamente expresada en 55 donaciones lo que equivale a un 93'66% del total, porcentual que se incrementa nada menos que a un 97'66% si a estas 55 donaciones le añadimos la referida a una torre— denominación en la que se incluyen una o varias edificaciones y un pedazo de tierra—. El conjunto de lo re­ partido asciende 57.551 hanegadas (una hanegada equivale a 831'09 metros cuadrados), amén de una torre y 42 huertos de los que desconocemos su extensión.

15 El total de lo conocido y que representa las 57.551 hanegadas se­ ñaladas, se reparte de la manera siguiente: lugar cantidad repartida % del total Agres 1.224 hanegadas 2'126 Alcoy 4.788 hanegadas 8'322 Bocairente 25.686 hanegadas 44'628 Cocentaina 9.689 hanegadas 16'835 Muro 11.304 hanegadas 19'640 Penáguila 1.116 hanegadas 1'942 Perpuchent 2.232 hanegadas 3'880 Seta 1.188 hanegadas 2'064 Travadell 324 hanegadas 0'563 Como nos está indicando el presente cuadro, de lo repartido en la Serranía de Alcoy, la localidad de Bocairente ya representa un 44'628% lo que significa que prácticamente la mitad de la tierra entregada lo es en Bocairente, quedando el resto de localidades muy por debajo, tan sólo Muro con un 19'630%, Cocentaina con un 16'835 y Alcoy con un 8'332% representan cierta cuantía, dado que el resto apenas si significa nada perceptible; o de otra manera, de los nueve lugares que entran en este estudio, un tercio de ellos, Bocairente, Muro y Cocentaina, representan nada menos que un 81%, con lo que queda dicho todo. Cultivos.— El total de la tierra entregada no se destina toda ella a un solo tipo de cultivo; de tal manera la documentación nos indi­ ca en muchos casos que lo concedido es tierra de secano, de regadío o de cultivo de vid. Cada variedad se concede de acuerdo con una medida; la de secano se entrega siempre por jovadas (una jovada equivale a 36 hanegadas), al igual que la destinada al cultivo de la vid, mientras que la de regadío se ofrece por hanegadas. Los lotes de tierra de secano varían según los lugares, existiendo algunos co­ mo Bocairente con un gran número de donaciones que contienen tres jovadas por destinatario, Cocentaina también está en esta can­ tidad, si bien cuenta con otras que van de las dos a las ocho jovadas; Muro está entre las cinco y las siete jovadas; Alcoy entre las dos y las cinco jovadas; Agres entre las seis y las diez jovadas. Sin lugar a du­ das, la que presenta extensiones mayores es Penáguila, con lotes de siete a doce jovadas. La tierra dedicada al cultivo de la vid se entre­ ga en todos los lugares entre una y media jovada. La tierra de

16 regadío, de la que conocemos tan sólo la medida de una donación, de un total de cuarenta y tres, apenas si cuenta y se expresa en ha- negadas, en esta caso concreto son cinco las hanegadas entregadas. En consecuencia, una equivalencia en la que la tierra de secano se impone de forma abrumadora frente a los otros tipos de tierra. Esta supremacía queda plasmada en el siguiente cuadro de culti­ vos: lugar secano viña Agres 1.224 hanegadas Alcoy 4.752 hanegadas 36 hanegadas Bocairente 25.470 hanegadas 216 hanegadas Cocentaina 9.486 hanegadas 198 hanegadas Muro 11.304 hanegadas Penáguila 1.116 hanegadas Perpuchent 2.232 hanegadas Seta 1.188 hanegadas Travadell 252 hanegadas 72 hanegadas Claramente es la tierra de secano la que representa la donación tipo en esta comarca. Esta modalidad de tierra esta repartida a lo largo de todos los lugares. La viña, con una extesión total mucho menor, la encontramos solamente en Alcoy, Bocairente, Cocen­ taina y valle de Travadell. La tierra dedicada a regadío se en­ cuentra circunscrita únicamente a Cocentaina. En su totalidad la tierra de secano con sus 57.204 hanegadas representa un 99%; por su parte la vid tan sólo alcanza un 0'906% siendo la cantidad restante, apenas perceptible, lo que se asigna-a la tierra de regadío, si bien en este caso el porcentaje que debía al­ canzar sería ligeramente superior dado que hay 42 huertos de los que desconocemos su extensión y que por tanto no han podido ser contabilizados; con todo, en ningún caso, por lo que conocemos de otros lugares y por la única donación de este tipo que tenemos para aquí, el porcentaje no superaría el uno por ciento. La clara superioridad de la tierra de secano que le viene dada no sólo por existir en todas las donaciones, sino también por la enorme extensión que se ofrece de ella en cada ocasión, alcanza cotas del 100% en lugares como Agres, Muro, Penáguila, Perpuchent y Se­ ta; sobrepasa el 99% en Alcoy y Bocairente y tan sólo en Cocen-

17 taina y tan sólo en Cocentaina, en donde la viña ocupa un 2'08%, no llega el secano a un 98%. Si bien no conocemos con exactitud el término de los lugares se­ ñalados, sí al menos tenemos noticias de algunas partidas/ alquerías que se hallaban, así como los distintos tipos de cultivo que se practican en ellas. Para Alcoy conocemos las partidas/ alquerías de Cota y Huxol, Turch, Benehadel y Barchata, en todas ellas la tierra es de secano, con excepción de la de Turch que combina el secano y la viña. De Bocairente conocemos las partidas/ alquerías de Vinacalazo y Lex, en ambas se combina la tierra de secano con la delicada al cultivo de la vid. Lo mismo nos ocurre para Travadell que muestra el secano y la viña en la partida de Gorgo. De Pená- guila conocemos las partidas alquerías de Raval, Binahalim y Alcholeya, en las tres únicamente hay tierra de secano. Idéntico es el caso de Seta en Toyllo. Por el contrario, el término de Cocen­ taina presenta mayor variedad; en Alcudia se señala sólo secano, lo mismo que en Benident, en Atech alterna la tierra de secano con la de regadío, en la de Benimaznet se entrega secano y viña, mientras que la de Canoves contiene los tres tipos: regadío, secano y viña.

Casas.— El otro bien que se contiene en bastantes donaciones es la casa. El total de casas entregadas es de 85 lo que representa una cifra muy escasa atendiendo al número de repobladores heredados aquí. Esta cantidad se reparte así: lugar n° casas % total Agres 5 5'88 Alcoy 32 37*64 Bocairente 1 1T9 Cocentaina 47 55'29 Resulta un tanto extraño que la casa, bien indispensable para asentarse el repoblador, no esté presente en todas las donaciones y que tan sólo se halle proporcionada con respecto a la tierra en Agres, Alcoy y Cocentaina, mientras que no existen como tal en el resto. Habrá que pensar que los agraciados con tierra en Bocairen­ te deberán vivir en otra localidad ya que tan sólo en una ocasión se le concede al nuevo poblador. Contrario es el caso de Cocentaina que muestra el mayor número de donadios que contienen casa, incluso en algunas ocasiones los dueños de estas casas son propieta­ rios en otros lugares; así, varios de los nuevos dueños de tierras en

18 Muro, tienen su vivienda en Cocentaina (17). Las casas que se do­ nan no siempre están en la localidad misma sino en su término, en las alquerías situadas en su territorio, tal es el caso de Alcoy de la que se entregan casas en Barchata y Benehadal, dos en la primera y ocho en la segunda; mientras que de Cota y Huxol se anotan nada menos que 22 casas. En realidad no se entrega ninguna casa de la localidad de Alcoy, tan sólo se reparten unas cuantas situadas en su término. Por contra las cinco dadas a los repobladores de Agres si se hallan en su casco urbano. Una tercera modalidad nos la presen­ ta Cocentaina que alterna las entregas de casas ubicadas en la población y de otras situadas en su término: al primer caso corres­ ponden 35, mientras que las 12 restantes están 11 en Alcudia y una en Benident.

Molinos.— Los dos molinos concedidos en Cocentaina es otro ti­ po de bien otorgado por Jaime I; se trata de dos casales situados en el camino que de Cocentaina lleva a Penáguila. Como ocurre en el resto de este tipo de donaciones, la entrega de los molinos va condi­ cionada a dar la mitad de las ganancias al monarca (18). Otros Beneficios.— Otro tipo de donación es el que se le hace a Blascho Petri de Azlor a quien además de doce jovadas de tierra se le da una torre, llamada de Avinfierro, situada en el término de Pe­ náguila (19).

REPLOBADORES

Conviene recordar en este apartado lo que ya he indicado en al­ guna otra ocasión y que considero de vital interés el exponerlo de nuevo aquí; todo lo concerniente a los repobladores es sin lugar a dudas lo que mayor atención concita de todo el cuadro repoblador, si a ello añadimos que se trata de uno de los menos precisados por la documentación, se comprenderá que intentaremos ceñirnos de to­ das todas a la documentación a fin de divagar lo menos posible, y ello aún a riesgo de quedarnos en un puro positivismo, concepto

(17) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1061. (18) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1049. (19) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1369.

19 que en este caso concreto lo preferimos a otro más arriesgado y, por tanto, más interpretativo (20). Número Repoblabores.— La cifra total de repobladores a quienes se les conceden bienes en la Serranía de Alcoy asciende a 423, si bien en realidad hay que anotar tan sólo a 378, ya que los cuarenta y cinco restantes los hallamos en Cocentaina, en donde poseen casas y huertos y en Muro en donde tienen su tierra de seca­ no, por lo que hay que contabilizarlos una sola vez. Del total de los 378 repobladores conocemos los nombres de 77 de ellos. Ello se de­ be, como fácilmente puede entenderse, a que abundan las dona­ ciones colectivas en las que se nombra al jefe o cabeza y del resto se indica únicamente su número: Dominico Petri de Tudela, cum se XX; Bonafonato Dezval cum se XXX; Simoni de Albalat cum XXX peditum. En estos ejemplos podemos ver como de un total de 83 repobladores tan sólo se nos indica el nombre de los respectivos jefes. La desproporción entre el total de repobladores y el número de éstos a quienes se les cita por su nombre es algo que impide un tratamiento más ajustado a la realidad, —trabajamos únicamente con un 20% de datos—. Con todo, veamos cómo se distribuyen las cifras de estos colonizadores en las distintas localidades: lugares n° repobladores conocidos % Agres 5 1 20 Alcoy 40 13 32 Bocairente 232 22 9 Cocentaina 62 23 37 Muro 3 3 100 Penáguila 3 3 100 Perpuchent 20 1 5 Seta 8 8 100 Travadell 4 2 50 Naturalmente allí donde abundan las donaciones colectivas, en donde sólo se cita el nombre del cabeza de fila, reseñando el resto con la voz soci o parentum, las diferencias entre el número de re­ pobladores y el total de conocidos van muy a favor del primer caso; por el contrario, donde abundan las donaciones individuales, todos

(20) FERRER NAVARRO, R. La repoblación de Játiva.

20 los repobladores son conocidos. De ahí que los porcentuales vayan desde un 100% como es el caso de Muro, Penáguila y Seta, hasta un 5% caso de Perpuchent. Por el número de asentados en ellas las más importantes son Alcoy, Bocairente y Cocentaina, y estas se mueven entre el 9'49% de Bocairente y el 37'09% de Cocentaina. En definitiva unos porcentuales más bien bajos para aquellas locali­ dades cuantitativamente más importantes.

Religión.— Todos los beneficiados con donaciones en la Serranía de Alcoy son de religión cristiana, no existe por tanto nin­ gún judío y tan sólo hemos hallado a un musulmán: se trata de Calmeta Hoto, que procede te Játiva, a quien en 1240 se le ofrece la alquería de Muro y de quien ya dijimos en un principio que no íbamos a contabilizar paa nada esta donación por las causas ya ex­ puestas.

Categoría Social.— De entre los repobladores cuya identidad nos es conocida no encontramos a ninguno que muestre una categoría social muy por encima del resto; no vienen a esta comarca pues «personalidades» ni siquiera «dignidades», se trata de gente llana. Claro que en este apartado donde analizamos las categorías sociales de los repobladores, más que la que pueden tener en el mo­ mento de su asentamiento, lo que en verdad nos interesa es conocer si a través de las donaciones recibidas aquí podemos atisbar una so­ ciedad más o menos jerarquizada en categorías sociales. En conjun­ to, las propiedades ofertadas a los nuevos propietarios parece que nos señalan una sociedad sin grandes diferencias. En primer lugar los donadios que reciben unos y otros son bastante similares en cuanto a su cuantía; la gran mayoría la constituyen los que reciben sus heredades en Bocairente, y que son de tres jovadas cada una, si bien en algunas ocasiones esta se compone solamente de tierra de secano, mientras que en otras las tres jovadas son la suma de dos o dos y media de secano y una o media de vid. Dentro de esta fuerte igualdad de propietarios hay una donación que rompe estos mol­ des, es la que se hace a P. Baronz, a quien se le entregan doce jova­ das de secano y una jovada de viña. Muy parecido es el caso de Al­ coy en donde no hallamos tampoco grandes diferencias en lo que se entrega a los repobladores de su término, entre dos y cuarto jova­ das; Cocentaina presenta un panorama sin desigualdades osten-

21 sibles, al igual que el resto. Ahora bien, el caso de Penáguila quizá pueda considerarse como singular, de las tres donaciones conserva­ das en el Libre del Repartiment, dos de ellas presentan una exten­ sión de doce jovadas en un caso y de otras doce jovadas y una torre en el segundo, y ambos lotes cuentan con un destinatario singular. Ello quiere decir que ambos agraciados, Eximino Lupi de Foces y Blascho Petri de Azlor (21) perciben una cantidad de tierra cuatro veces mayor que la de los heredados en Bocairente o Alcoy. La dis­ cordancia que" se puede observar en estas donaciones que nos muestran a unos repobladores más o menos igualados en sus dona- dios, la presenta la misma documentación —al convertir la unidad familiar en unidad de asentamiento— , diferencia bien a las claras la de los infantes (peditibus), de la de los de a caballo (ad ca- ballum), y esta diferenciación la consagra dando a los primeros tres jovadas, mientras que a los segundos les concede cinco jovadas; ahora bien, conocidas las donaciones que nos muestra la documen­ tación, esta diferencia no significa, posiblemente, una estratifica­ ción social muy acusada, antes al contrario nos mostraría una so­ ciedad con diferencias económicas, por sus propiedades, pero for­ mando todos parte de una «clase» social única. Teniendo en cuenta lo dicho, el tipo y la cantidad de propiedades repartidas habrá que creer que nos hallamos ante un tipo de sociedad establecido al que podemos considerar bastante igualitario y perteneciente a una clase rural no demasiado acomodada sino más bien lo contrario. Esta hi­ pótesis, que no afirmación, nos la podría confirmar el que muchos de los repobladores fueron agraciados con donaciones en otros lu­ gares: Alcira, Cullera, Játiva, Gandía (22) y que ahora los vemos de nuevo heredados aquí. Ya que es una zona meriodional del reino y que los lotes ofrecidos no son más cuantiosos, por lo general, que en otros sitios, habrá que pensar que estos repobladores que fueron agraciados en años anteriores con donadios en zonas más a reta­ guardia, debieron vender estas y emigrar hacia el sur, pues de lo contrario no se comprende el por qué aceptar estas donaciones cuando ya se tenía otras similares o incluso mejores.

(21) Libre del Repartiment, vol. II, asiento n° 1368 y 1369. (22) Tal es el caso de repobladores como P. Abat, P. Res, Dominico Eximini, Bonafonat Dezval. Michaelis Garcez, Poncius Guillemi, R. de Canet, P. Marchi, R. Mulner, Lupo Oxova etc.

22 Profesión.— Hemos indicado en varias ocasiones que nos halla­ mos ante unos repobladores que en gran número están relacionados con las actividades guerreras y que ahora reciben la recompensa de sus servicios. Por ello no es de extrañar que a la hora de buscar pro­ fesiones sean las militares; escudero o ballestero las únicas que co­ nocemos para los varones. Son tres escuderos: Fortunio Petri de Falces y Fortunio Garcez de Citina los que reciben propiedades en el término de Alcoy, mientras que Falchoni las recibe en Bocairen- te; al ballestero lo heredan en Cocentaina. Por lo que se refiere a la profesión que conocemos de una repobladora es la de costurera y pertenece Marcesia de Osea, asentada en Cocentaina. Quizá, y hay que indicarlo con mucha cautela, se deba al carác­ ter un tanto guerrero de la repoblación de la Serranía de Alcoy lo que hace que apenas encontremos"mujeres entre los beneficiados. Tan sólo hallamos a un matrimonio en Travadell y lo que es más importante, entre los repobladores hay dos mujeres; entre los nuevos vecinos de Cocentaina, Marcesia de Osea; y entre los de Travadell a Marcesia de Tudela. De ambas sabemos su identidas y posible origen, pero desconocemos todo lo demás: si son viudas, si reciben estos bienes como hijas de guerreros o beneficiarios etc. Simplemente se les anota su nombre y nada más.

Origen.— ¿Cuál es'el origen de los repobladores que van a es­ tablecerse en la Serranía de Alcoy? Veamos con detenimiento hasta donde podemos contestar a este interrogantes. Ya hemos mencionado que para esta comarca, y debido a la enorme cantidad e donaciones colectivas en las que sólo se cita al cabeza de serie, existe una gran desproporción entre el número to­ tal de repobladores, 378, y el de aquellos de los que se nos indica su identidad, 77. Ahora bien, cuando decimos que conocemos la iden­ tidad de un repoblador nos estamos refiriendo a que se nos indica su nombre y poco más; otro tipo de datos como los de su profesión o su lugar de origen tan sólo se apuntan en contadísimas ocasiones. De ahí pues que abordemos este apartado con la gran losa de desco­ nocer la identidad de un 80% de los asentados y naturalmente, se una proporción de ignorancia todavía mayor con respecto al lugar de su origen. Del total de los repobladores conocidos, únicamente de siete de

23 ellos se nos indica el lugar de procedencia o al menos el solar fami­ liar; se trata de

Fortunio Petri de FALCES Fortunio Garcez de CITINA Eximinus Lupi de FOCIBUS Blascho Petri de AZLOR Dominico Petri de TUDELA Bernardo Guillelmi de VILLAFRANCA Dominico Petri de OLITO En ninguna ocasión al mencionarse el nombre del repoblador se nos indica su lugar de procedencia, de ahí que únicamente a través de otros procedimientos podamos saber más datos sobre el origen de estos repobladores. El método que mejor resultados nos ofrece, en este caso, es de aceptar como lugar de origen de un individuo cuando este, tras el nombre cuenta con un apellido que denota lu­ gar de procedencia (23). De esta forma la anterior lista se aumenta con las aportaciones siguientes:

Andreu de PERPYNYA Dominico de TALTENUL Michael de TUROLICO Michael de BERDUN Martino de HUCLES García de DAROCHA Simoni de ALBALAT P. de LAGUEROLA R. de CANET Iohanni de NAIRA

(23) El aceptar este modelo comporta riesgos elevados ya que no se cumple en algunos ca­ sos. La misma documentación, en ocasiones, nos lo muestra; por ejemplo en un caso se nos indica: Bernardo de Osea, y a continuación añade: de Turolio. Caso de no existir la segun­ da indicación, por el método seguido, lo hubiéramos considerado como de Huesca. En este mismo trabajo tenemos un ejemplo patente: a un repoblador se le denomina Martino de Pichacen: lo consideramos pues de la localidad valenciana de Picasent, localidad que se entrega a Rodericus Cabata en 1237, con lo que si dicho Martino de Pichacen, nació en esta población, contaría ahora unos diez u once años, con lo que lo más probable es que se trate de un repoblador que iría a poblar esta localidad a partir de 1238 y que problamente, desde allí, se trasladaría al valle de Perpuchent.

24 Iahanni de ASÍN R. de PINA Marcesia de OSCA Martino de PICHACEN Marcesia de TUDELA Pedrolo de YLERDA R. de TONA Dominicus de CESARAUGUSTA Vitali de MEDIONA El total de los 26 repobladores de los que podemos pensar que co­ nocemos su origen, se reparten en la forma siguiente: Lugares n° repobladores conocidos % Agres 1 — — Alcoy 13 4 30 Bocairente 22 7 31 Cocentaina 23 6 26 Muro 3 — — Penáguila 3 2 66 Perpuchent 1 1 100 Seta 8 4 50 Travadell 2 2 100 Desglosando este cuadro según el lugar concreto de cada re­ poblador, los resultados que alcanzamos englobándolos por provin­ cias, son: Para Alcoy tenemos: Origen n° repobladores (Perpiñán) (1) Lérida 1 Huesca 1 Zaragoza 1

Para Bocairente: Origen n° repobladores Teruel 2 Zaragoza 2 Huesca 1 Cuenca 1 Navarra 1

25 Para Cocentaina: Origen n° repobladores Zaragoza 2 Barcelona 2 Navarra 1 Huesca 1

Para Penáguila tenemos: Origen n° repobladores Huesca 2

Para Perpuchent: Origen n° repobladores Valencia 1

Para Seta: Origen n° repobladores Barcelona 2 Lérida 1 Zaragoza 1

Para Travadell: Origen n° repobladores Navarra 1

Lo apuntado hasta ahora vendría a indicarnos que los veintiséis repobladores de los que, mejor o peor, conocemos su origen, trece de ellos procederían de tierras aragonesas, nada menos que un 50% del total; seis, un 23% vendrían de tierras catalanas; cuatro, un 15% serían originarios de tierras navarras; el resto se los repatirían Castilla, Valencia, a partes iguales.

A modo simplemente indicativo, nos hallamos ante unas cifras que indican la procedencia de varios de los repobladores que se ubi­ caron en la Serranía de Alcoy. Es de destacar la aportación de los navarros, aportación que se vería ampliada caso de aceptar como tales a dos repobladores con propiedades aquí: Eximino Otxova y Lupo Oxova, nombres de claro cuño navarro, pero que no pode­ mos aceptar sin más.

26 En definitiva, yo diría que nos hallamos ante situaciones que son casi comunes para el resto de las comarcas repobladas, cual es la fuerte participación de aragoneses, catalanes y navarros, y en me­ nor medida de castellanos, ultrapirenaicos etc. Aragón y Cataluña son quienes mayor número de repobladores suministran, pero en esta ocasión, al contrario de lo que ocurre en los primeros momen­ tos del repartimiento (años 1237-1239), quienes vienen de estas tierras no lo hacen casi exclusivamente de su parte septentrional, Huesca y Lérida; ahora junto a una buena participación de éstos, contamos igualmente con zaragozanos, turolenses y barceloneses. Tras la sublevación de Al-Azraq, el monarca intenta asentar en esta zona a unos repobladores muy ligados a la actividad militar, que forman una sociedad sin grandes diferencias sociales. Se trata de una comarca repoblada muy escasamente por ese «hombre sin historia», muchos de los cuales provenían de otros lugares ya re­ poblados, tales como Jativa, Alcira... lo que nos indica que nos hallamos ante una especie de repoblación de aluvión, debido al gran interés del monarca en controlar con cristianos estas zonas del sur de su reino.

27

LOS CASTILLOS MUSULMANES DEL NORTE DE LA PROVINCIA DE ALICANTE

Pierre Guichard

Dos libros recientes han llamado la atención sobre los castillos alicantinos. En primer lugar el inventario histórico-turístico de Francisco G. SEIJO ALONSO, Castillos del país valenciano, pri­ mera parte (Alicante, 1978), y luego el estudio de carácter más ne­ tamente arqueológico y erudito de Rafael AZUAR RU1Z, Castellología medieval alicantina: Área meridional (Alicante, 1981). En varios lugares de la zona, el estudio de los castillos está despertando en la actualidad un nuevo interés por parte de los in­ vestigadores o grupos interesados en la conservación y estudio de los restos del pasado (1). El propósito de este artículo es contribuir a un mejor conocimiento de la realidad «castellológica» provincial, con la aportación de algunos datos inéditos y la inserción de los castillos alicantinos dentro de la problemática general de los castillos levan-

(1) Agradezco a Ricard BAÑO i ARMIÑANA y José TORRO ABAD en Alcoy, y a Enri­ que CÁTALA y Pere FERRER en Cocentaina, las valiosas informaciones que me han pro­ porcionado. Quiero destacar particularmente la generosa ayuda prestada por José María SE­ GURA MARTI, en el museo de Alcoy, al facilitarme varios planos y estudios realizados por él y no publicados todavía sobre los castillos medievales de la zona. Las informaciones obte­ nidas e integradas a este artículo constan en su debido lugar. Debo a mi amigo André BAZ- ZANA la fotografía aérea que me ha permitido realizar el dibujo del Castillo de Pego.

29 tinos. Limitaremos la investigación a la zona septentrional de la provincia, que no ha sido estudiada en el mencionado libro de Azuar Ruiz, y debe su unidad histórica al hecho de haber sido in­ tegrada dése mediados del siglo XIII a la corona aragonesa, mientras la parte meridional, con la propia capital provincial, no fue unida a los dominios aragoneses hasta finales del mismo siglo. Estas circunstancias favorecen la investigación histórica sobre los castillos del norte, pues se puede aprovechar la importante docu­ mentación del siglo XIII en la Corona de Aragón, que contrasta con la relativa pobreza arhivistica de la zona que el tratado de Al- mizra de 1244 dejó a la Corona de Castilla. Los castillos alicantinos son, en su gran mayoría, de origen mu­ sulmán. Solamente unos pocos fueron edificados en época posterior a la conquista cristiana, como el «palacete» de Cox y, en la zona que nos ocupa, los pequeños castillos señoriales de Penella, Orba y, con toda probabilidad, Barchell y Forna (2). En todos aquellos ca­ sos, tanto la documentación como los detalles de la construcción y la misma estructura general de la fortificación denotan una fecha tardía, aunque en algún caso el castillo cristiano puede haber sido edificado sobre los restos de una torre, alquería, o pequeño lugar fortificado musulmán. En Orba, por ejemplo, hay abundante cerá­ mica altomedieval alrededor del castillo cristiano. En Barchell, se han encontrado cerámicas musulmanas, que atestiguan la existen­ cia de alguna alquería, a poca distancia de la mansión fortificada de tipo señorial cristiano (3). El castillo de Benifallim puede tener también como origen una torre de alquería, aprovechada luego por los señores cristianos del lugar. Pero en la documentación del siglo XIII, este tiene claramente la categoría de una simple alquería, que pertenece al término del castrum de Penáguila (4).

(2) AZUAR RUIZ. Castellologia medieval alicantina, pp. 99-106 sobre Cox; sobre los documentos relativos a la construcción de Penella en 1271 (Archivo de la Corona de Aragón, Reg. Cancillería n° 205. fol. 150, r.v.). y Orba en 1289 (id., n° 78, fol. 32), véase mi breve estudio sobre «Cháteaux chrétiens du royaume de Valence», en: Chateaux et peuplements en Europe occidentale du X' au XVIII' siécle, Premieres journées internationales d'Histoire du Centre culturel de l'abbaye de Fiaran, 20-22 sept. 1979, Auch, 1980, pp. 197- 202. (3) Información proporcionada por J.M. SEGURA MARTI yj. TORRO ABAD. (4) Archivo de la Corona de Aragón, Reg. de Cancillería n° 10, fol. 61 v. Documento de donación de la alquería de Benifallim, a 28 de abril de 1258, en el que se menciona una for- talicia.

30 La definición de un lugar como castrum o alquería y la distin­ ción entre ambas realidades en la documentación de los años inme­ diatamente posteriores a la conquista cristiana me parece muy im­ portante y estrechamente relacionada con las estructuras político- sociales de la época musulmana. Una buena comprensión de dichas estructuras permite, a mi parecer, una interpretación más correcta de los castillos musulmanes, y contribuye mucho a su estudio. Cabe indicar en primer lugar que el modo de organización de la sociedad musulmana valenciana en vísperas de la «Reconquista» era muy distinto al de la sociedad cristiana muy dominada por las relaciones de tipo señorial o feudal. Percibimos, a través de la documentación escrita, dos realidades sociopolíticas antagonistas: las comunidades rurales por una parte, y el Estado islámico por otra (5). El peso so­ cial de la clase de los alcaides, o tenentes de castillos es difícil de va­ lorar exactamente a falta de una cantidad suficiente de fuentes, pe­ ro no parece que hayan ocupado en la sociedad un puesto compa­ rable al de los señores feudales o magnates en la sociedad y las cons­ trucciones políticas cristianas (6). A mi parecer, los historiadores no se han preocupado bastante por establecer los rasgos que diferen­ ciaban ambas sociedades, e incluso los estudios más recientes adole­ cen de una visión clara del problema (7). La consecuencia de esta confusión entre ambas épocas es que los castillos musulmanes han tendido a ser interpretados dentro de un contexto semejante al de la sociedad cristiana, y no referidos a la realidad socio;política musulmana. En su introducción al estudio de Azuar Ruiz sobre los castillos de la parte meridional de la pro­ vincia de Alicante, Enrique Llobregat hace al respecto una adver­ tencia o crítica que me parece muy pertinente: «Tampoco me con-

(5) Sobre esto, remito a los capítulos sobre la sociedad musulmana valenciana que he re­ dactado para la reciente historia de la región valenciana publicada bajo el título de Nuestra Historia, vol. II y III, Valencia, 1980. (6) Véase el trabajo indicado en la nota precedente, y: P. GUICHARD, «Le probléme de l'existence de structures de type 'féodal' dans la société d'al-Andalus (l'exemple de la región valencienne)», en: Structures féodales et féodalisme dans l'Occident méditerranéen, Ecole francaise de Rome, 1980, pp. 699-728. (7) Ni siquiera los estudios del P. R.I. BURNS, dedicados a la sociedad mudejar valen­ ciana del siglo XIII, aclaran correctamente el problema. Es verdad que van dedicados prin­ cipalmente al estudio de la sociedad musulmana dentro de una perspectiva demasiado conti- nuista que, a mi parecer, le impide valorar la importancia de los cambios sociales que se pro­ dujeron al pasar de una época a la otra.

31 vence, dice, el empleo de la expresión acuñada «torre del homena­ je» o «donjon»... porque prejuzga un tipo de relación económico- social que no es en absoluto seguro que llegara a darse entre las co­ munidades islámicas habitantes de la zona estudiada». Hay que sa­ car todas las consecuencias de esta observación. En una sociedad de tipo señorial o feudal, el donjon es un elemento fundamental del castillo, en cuanto instrumento de la dominación militar del «señor» y de sus milites sobre los trabajadores dependientes. En una sociedad que no conoce este tipo de relaciones sociales, en cambio, se puede pensar a priori que la fortificación no va a organizarse alrededor de tal «torre del homenaje», que no tienen ninguna razón

• castillos • castillos no situados exactamente O demás lugares importantes y t<

1. Castillos musulmanes del norte de la provincia de Alicante. Se han indicado todos los castillos (husun o castra) musulmanes, y parte de los demás lu­ gares fortificados. El marco rectangular señala la zona cubierta por el mapa catastral 622 (hoja Benisa). La zona gris incluye los castillos mencionados en el pacto de Alcalá de 1244. 1: Agres;- 2: Alaguar;- 3: Alarch;- 4: Alcalá;- 5: Alcoy;- 6: Alicante;- 7: Aljubea;- 8: Al- mizra;- 9: ;- 10: Bañeres;- 11: Benicadell;- 12: Bernia;- 13: ;- 14: ;- 15: Cal- pe;- 16: Callosa;- 17: Castalia;- 18: ;- 19: Cocentaina;- 20: ; 21: Cheroles;- 22: Denia;- 23: ;- 24: ;- 25: Gallinera;- 26: Gartx;- 27: Guadalest;- 28: Ibi;- 29: Jalón;- 30: Jijona-;- 31: Margarida;- 32: Manola; 33: la Mola (d'Agües);- 34: la Mola de ;- 35: Olocaiba;- 36: ;- 37: Orcheta;- 38: Pego;- 39: Penáguila;- 40: Perpunchent;- 41: Petrel;- 42: Planes;- 43: ;- 44: Pop;- 45: :- 46: Sanchet;- 47: Sax;- 48: Segarria;- 49: Sella;- 50: Serra (de Finestrat);- 51: Serrella;- 52: Seta;- 53: Tárbe- na;- 54: Tibi;- 55: Torremanzanas;- 56: Torres;- 57: Travadell;- 58: .

32 de ser. Este razonamiento puede parecer algo esquemático y dema­ siado simplificador de unas realidades a veces más complejas, pero nos ayuda a adoptar una visión crítica de la estructura de los cas­ tillos musulmanes, y a reflexionar sobre las relaciones de dicha estructura con el modo de organización social. De hecho, en muchos de los castillos de la zona estudiada, no hay ninguna torre central. Si tomamos como ejemplo los castillos si­ tuados en la zona cubierta por la hoja BENISA (n°- 822) del mapa al 1/50.000, comprobamos que no se encuentran vestigios de tales torres en Pego, ni en Segarria (del término de Benimelí), ni en La- guar (término de Valí de Laguart), ni en Pop (término de Muría), ni en Tárbena, todos castillos que parecen haber sido poco modifi­ cados después de la conquista cristiana. En Jalón, solo existen unos pobres restos de edificaciones cuya naturaleza exacta es difícil de­ terminar. En Gartx (término de ), hay en la parte más alta del castillo como un reducto central defendido por dos torres re­ dondas bastante pequeñas, que incluye en su interior otra torre de la misma forma, pero más importante (de alrededor de 6'50 m. de diámetro), que puede haber servido de habitación, pero cuyo papel defensivo parece escaso. El único castillo cuyo elemento más impor­ tante es una torre, sin duda muy antigua pues aparece ya en la do­ cumentación del siglo XIII, y tiene algún parecido con el clásico donjon (aunque sus dimensiones son muy modestas), es el castillo de Olocaiba, en término de (8). Parecidos hechos se observarían en toda la zona septentrional, particularmente la que linda con la provincia de Valencia, donde las torres del homenaje más importantes son sin duda de construcción cristiana, como en Cocentaina y Perpuchent (del término de Lorcha) (9). La estructura de los castillos situados en la zona fronteriza del tratado de Almizra parece algo más compleja. En su estado actual,

(8) «Turrem et alcherias de Olocayba y Perer (Pedreguer)»... «Alcherias predictas cum fortitudine earum sive turri»: Archivo de la Corona de Aragón, Reg. de Cancillería n° 21, fol. 7 r., documento del 8 de agosto de 1271. Dicha «torre», muy derruida, existe todavía en el lugar llamado Castellet del Ocaibe, del término de Pedreguer. Se trata de un edificio cuadrado bastante pequeño (menos de 5 m. de lado), establecido en una cresta rocosa que domina un rellano de la montaña del Ocaibe, donde una gran cisterna y abundantes restos cerámicos revelan la existencia de un antiguo poblado. (9) Sobre el castillo de Perpunchent, estudio monográfico en prensa por A. BAZZANA, P. GUICHARD y J.M. SEGURA MARTI, en Mélanges de la Casa de Velázquez, XVII, 1981.

33 2. El castell de Margarida. Interesante ejemplo de hisn constituido por una peña-refugio, que no necesita defensas artificiales. El plano dibujado por J. Ma Segura Martí y E. Cortell Pérez indica como dimen­ siones de la meseta superior unos 80 por 35 metros, la única construcción es un edificio casi cuadrado de alrededor de 5 m. de lado, que parece de época cristiano. están caracterizados en primer lugar por sus grandes y vistosas «torres del homenaje», a las que deben su aspecto particularmente pintoresco. Esta peculiaridad les hace semejantes a los del lado cas­ tellano de la antigua frontera, y forman con ellos un grupo distinto, en el que la primitiva organización de época islámica ha sido muy modificada por las reformas posteriores, debidas precisamente a su particular situación fronteriza (10). Por ello, dejando a un lado las fortalezas de Bañeres, Biar, Castalia, Tibi, centraremos el estudio sobre los castillos de la zona interior, en los que la estructura primi-

(10) Los castillos de Bañeres, Biar, Jijona, la Mola de Novelda, Sax y Villena, están incluidos en el estudio de Azuar Ruiz. Un buen ejemplo de castillo totalmente transformado después de la conquista cristiana, con edificación de una gran torre del homenaje, es Sax (Castellologia alicantina, pp. 169-176; véase también el esquema comparado de las estruc­ turas musulmana y cristiana del mismo castillo, muy sugestivo, en André BAZZANA, «Eléments d'archéologie musulmane dahs al-Andalus: caracteres spécifiqués de l'architecture militaire árabe de la región valencienne», Al-Qántara, vol. 1, 1980, p. 353).

34 ti va queda mucho más visible. No pretendo que las fortalezas musulmanas no fueron nunca or­ ganizadas alrededor de una torre principal semejante al donjon de los castillos «feudales» occidentales (11). Me parece interesante apuntar, sin embargo, que cuando uno de los castillos de la zona que estudiamos estaba constituido principalmente por una torre, como en el caso de Olocaiba donde tal torre es atestiguada arqueo­ lógicamente, la documentación escrita revela ciertas dudas en cuanto a la categoría de castrum de dicha fortificación (12). Idén­ ticas dudas aparecen en cuanto al castillo de Altea (13). Generalmente, las simples torres aisladas parecen haber formado el elemento defensivo característico de las alquerías fortificadas (14), sin duda las más importantes, o las que se encontraban si­ tuado demasiado lejos de los verdaderos castillos, los que los textos árabes denominan husun (plural de hisn), y los latinos castra. La pobreza de las fuentes árabes no permite un conocimiento di­ recto de la geografía de los husun. La lista más interesante es la que proporciona el famoso «Pacto de Alcalá», firmado entre Jaime I y el caudillo musulmán al-Azraq en 1244 ó 1245, en el que apare­ cen los ocho husun de Barbunyan (Perpunchent), Galinar (Gallinera), al-Qal'a (Alcalá), Búb (Pop), Margalita (Margarita), Tarbana (Tárbena), Qastál (Castell de Castells) y Yurülas, todos perfectamente identificables, con la única excepción del último cu­

tí 1) Según el estudio de Azuar Ruiz, las torres del homenaje de los castillos de Biar y Ville- na serían de construcción almohade. Los argumentos aducidos no carecen de fuerza. Hay que notar, sin embargo, que se trata de fortalezas más importantes que la mayoría de los simples castillos rurales de los que tratamos en esta exposición. En cuanto a Bañeres, podría tratarse de un castillo señorial edificado alrededor de una antigua torre de alquería. (12) Véase la nota 8: El documento citado habla de torre y de fortitudo, dos palabras que denotan cierta ambigüedad en la definición del lugar, llamado castrum en otros documen­ tos. (13) Archivo de la Corona de Aragón, Reg. Cancillería n° 12. fol. 119, documento del 30 de septiembre de 1263, que menciona la torre de Altea, así como otro ducmento del 29 de junio de 1272 (Reg. n° 21. fol. 43 v.). Quizás esta fortificación se encontrase en el lugar lla­ mado actualmente Altea la Vieja. (14) Tales torres parecen haber existido en un buen número de alquerías o poblaciones ya bastante importantes, qué no llegaban a la categoría de castrum centro de término, como Beniarrés. Almudaina de Planes, Negret (cerca de Benejama), Callosa. , etc.. Sobre es te tipo de fortificación, véase: A. BAZZANA y P. GUICHARD, «Les tours de défense de la Huerta de Valence au XIII' siécie», Mélanges de la Casa de Velázquez. XIV. 1978, pp. 73 105.

35 ya localización plantea un problema (15). Todos estos castillos corresponden a lugares naturalmente defendidos tanto por su altu­ ra como por su situación topográfica. Entre los más espectaculares figura el «castellet de Margarita», a poca distancia del actual poblado de este nombre, constituido por una meseta rocosa que protege por todas partes un impresionante e inaccesible acantilado (16). En Gallinera, Alcalá, Tárbena, Castell, Perpunchent, cons­ trucciones defensivas más o menos importantes completan y refuer­ zan las condiciones naturales. Lógicamente, los acondicionamien­ tos defensivos son tanto más fuertes cuanto menos defendido esta naturalmente el sitio. Generalmente, se trata de un espolón rocoso protegido en un lado por un acantilado, y por las demás partes por un muro de recinto, a veces un doble muro como en Perpunchent. Todos estos castillos aparecen como castra en la documentación cristiana posterior a la conquista, y nunca se confunden con el otro tipo de establecimiento humano que los cristianos encontraron en el país, la alquería. Tanto en el Pacto de Alcalá como en los docu­ mentos cristianos, aparece claramente una organización territorial fundamentada en la asociación de un castillo con las alquerías de su término, constituyendo el conjunto la célula básica de la vida so­ cial y política en la organización de la época musulmana. Las fuen­ tes cristianas dan a esta unidad socio-política el nombre de aljama, que traduce el árabe al-yamá'a, palabra que designa una reunión o grupo de hombres, pero en este contexto tiene también el significa­ do de consejo, y alude al consejo de los vells o ancianos y notables que regían estas pequeñas comunidades rurales. Generalmente, ca­ da término castral formaba como un pequeño distrito definido muchas veces en primer lugar por la geografía física (generalmente un «valle» o sección de valle), que comprendía, además del castillo, varias alquerías (digamos entre cinco y quince), es decir pequeños barrios o poblados rurales, que no correspondían a granjas aisladas sino a grupos de unas cuantas casas y familias, muchos de los cuales

(15) F. de P. MOMBLANCH, Al Azraq, capitán de moros, Valencia, 1977, da un estu­ dio del texto, acompañado de la reproducción del documento original del Archivo de la Co­ rona de Aragón. Sobre el castillo de Yurúlas, véase la noticia que le va dedicada, al Final del artículo. (16) Este castillo ha sido estudiado por J.M. SEGURA MARTI, y los planos y el material recogido se encuentran en el museo de Alcoy.

36 3. El castillo de Pego. A la misma escala aproximadamente que el dibujo anterior (mide unos 160 por 35 m.). Se observará la notable «horizotalidad» de la estructura, el doble recinto defensivo, y los escasos restos de construcciones no defensivas en la parte rocosa interior (dibujo según fotografía aérea André Bazzana/Casa de Velázquez). llevaban topónimos gentilicios en Beni-, que indican que se trataba de unidades parentales de tipo «ciánico». Ya he insistito varias veces sobre este esquema de organizción de la población tan característico de la zona valenciana, que se observa con una parti­ cular claridad en la zona que estamos estudiando, y que hay que re­ lacionar con la existencia de fuertes comunidades rurales no «señorializadas» (17). El castillo se nos aparece como el centro «estructurador» del terri­ torio ocupado por cada aljama. Castillo y término llevan un mismo nombre, que es generalmente un topónimo prearabe, lo que hce pensar que estas unidades cástrales se habían constituido en fecha bastante temprana, anterior a la arabización lingüística que, en es­ ta región, ha influido mucho sobre la toponimia. La estructura de­ fensiva mas característica se reduce a un amplio recinto, que prote-

(17) Remito otra vez a mi estudio en Nuestra Historia (véase en particular el vol. II, pp. 273-277).

37 ge un área de refugio bastante grande para acoger y amparar a la población del término y sus rebaños en caso de peligro. Por ello, es­ te gran recinto-refugio lleva el nombre de albacar, del árabe al- baqar que tiene el significado de «los bueyes», sin duda relacionado con la función de refugio desempañada por este tipo de fortifica­ ción. Tales albacares se ven todavía bien conservados en Pego, Gallinera, Planes, Castell de Castells, etc.. Las dimensiones son grandes, pues se pueden considerar como bastante representativos unos 150 a 200 m. sobre 20 a 40 de anchura máxima, con lo que se encierran unas áreas comprendidas generalmente entre 3000 y 6000 m2. No insisto mucho sobre esta estructura particular del castillo-albacar bien estudiada en otras zonas de la región valen­ ciana (18). Quisiera en cambio hacer resaltar otro carácter importante de los castillos musulmanes de la zona, el de castillo-poblado. En de­ terminados casos, como en el de Pop, encima de la montaña del Pe­ ñón que domina al valle de Laguart por una parte y al antiguo Valle de Pop, con Muría y Benichembla por otra, no se ve en la ac­ tualidad ningún resto de fortificación, pero la abundante cerámica esparcida en el suelo atestigua una importante ocupación del lugar en época islámica. En varios de los sitios que fueron ocupados por un castillo musulmán, los vestigios cerámicos, por su abundancia y la extensa área en la que se encuentran, revelan mucho mejor la antigua importancia del yacimiento que los pobres restos de unas construcciones casi desaparecidas. Se pueden citar como ejemplos, además de Pop donde no hay más vestigios que los cerámicos, los de, Alaguar (o castell de las Atzavaras, cerca de Campell y Fontilles), Olocaiba (en Pedreguer), Jalón (o castell de Aixa), Serrella (cerca de Bañeres) y Almizra (cerca de ). Por otra parte, en la mayoría de los castillos que conservan restos arquitectónicos más importantes, se encuentran también vestigios cerámicos, muchas veces fuera del actual recinto, y bastante abundantes para probar la existencia de una población cerca del castillo. Los

(18) Sobre al castillo-albacar, véase A. BAZZANA, «'Albacar': la fonction refuge dans le cháteau hispano-musulman de la región valencienne», en: Cháteaux et peuplements en Europe occidentale du X' au XVIII' siécle, Premieres journées internationales d'Histoire du Centr culturel de l'abbaye de Fiaran, 20-22 sept. 1979, Auch, 1980, pp. 192-197, y el artículo citado en la nota 10.

38 ejemplos de Castell de Castell y Tárbena son al respecto muy intere­ santes, y en el primero la presencia dé un lugar habitado inmediato a los restos de edificaciones que constituyen el actual castillo, pare­ ce confirmada por un documento de 1290 que habla de la «villa o arrabal» de dicho castillo (19). Estos hechos explican sin duda la relativa frecuencia con que las fuentes del siglo XIII utilizan la expresión «castillo y villa» (castrum et villa) al referirse a varios de los husun recién conquistados, cuan­ do no consta la existencia de ninguna «villa» en el término, donde las fuentes medievales sólo mencionan unas alquerías. Ello ocurre por ejemplo en Pop, Alaguar y Jalón, Alcalá y Gallinera, Per- punchent, Gartx, para los que se alude a unas villas que no pueden corresponder sino al mismo castillo o su arrabal (20). A veces, no se separaron el castillo y la villa después de la conquista cristiana, y la estructura actual de pueblos como Planes o Guadalest puede dar­ nos una idea de lo que debía ser el aspecto de estos pueblos agrupa­ dos alrededor de su castillo o albacar. Arqueológicamente, se puede estudiar una estructura parecida en el antiguo castillo de Gartx o Gargio, situado en el término municipal de Bolulla, y a 2'5 km al nor-noroeste de la población actual, en la falda de una mon­ taña dominada por una peña impresionante. Se ven todavía bas­ tante bien los restos de los tres recintos que definían tres partes dis­ tintas: el castillo propiamente dicho, pequeño y que parece muy re­ formado en época cristiana, el albacar, y una extensa población o villa, mencionaa en los documentos escritos (21). Los muros son de piedra apenas aparejada, con poco mortero, y de construcción muy débil. Los restos que quedan son muy pobres, y no hay ningún ves­ tigio de habitación, pero la cerámica se encuentra en abundancia, como en los demás yacimientos mencionados más arriba. El abandono de estas villas musulmanas durante el siglo XIII de­ be sin duda relacionarse principalmente con las sublevaciones

(19) El documento es la venta del castillo por el rey a Bernardo de Sarria, en Archivo del Reino de Valencia, Real 614, fol. 92 v. (20) Archivo de la Corona de Aragón, Reg. Canc. n° 9, fol. 39 r. y v. del 19 de sept. de 1257(Alaguar,JalónyPop); id., Reg. 16, fol. 193 r., del 1 de mayo de 1270 (Gallinera y Al­ calá); Id., Reg. 19, fol, 116 r., del 12 de junio de 1273, y Archivo Histórico Nacional, Mon- tesa, perg. 116 T., del 18 de marzo 1260 (Perpunchent). (21) «Castrum et villam de Gargio», en Archivo de la Corona de Aragón, Reg. Canc. n" 14, fol. 88, del 26 de abril de 1267.

39 *wm

4. Castillo de Gartx Situación de los tres recintos de la peña de Gartx, término municipal de Bolulla (según fotografía), y plano esquemático de los mismos. El antiguo castrum presenta tres partes dis­ tintas: castell (c), albacar (a) y villa (v). En b, corrales modernos, al pie de la peña, a ambos lados del camino que lleva a Bolulla.

40 sarracenas de la época. Hay prueba documental de la destrucción voluntaria, por parte de los cristianos, de algunos de estos castillos- poblados de altura (22). En la mayor parte de los casos, sólo subsis­ tió la parte central, la más alta, utilizada como castillo señorial, mientras la población musulmana solo permaneció en las alquerías del término. Cuando hubo creación de una villa de población cris­ tiana, esta se asentó casi siempre en el llano, o en la parte baja del término, como ocurrió eri Pego, Tárbena, Penáguila donde las poblas de colonización se. instalaron bastante lejos del antiguo cas­ tillo musulmán. Por ello, muchos de los primitivos castillos per­ dieron toda importancia, y a veces desaparecieron casi completa­ mente de la historia y de la geografía humana de la región, conser­ vándose solamente algunos indicios toponímicos de la antigua pre­ sencia de un castillo (23).

(22) Sanchet en 1270 (véase la referencia documental en el apéndice, al final del artículo). Alaguar en 1284 (Archivo de la Corona de Aragón, Reg. Canc. n° 46, fol. 105 v.) (23) Se pueden dar como ejemplos la fuente de Gartx, cerca del castillo del mismo nombre, las montañas de Segarria y del Ocaibe, que han conservado los nombres de los cas­ tillos de Segarria y Olocaiba; en Bañeres, el lugar donde estuvo emplazado el Castillo de Serrella es conocido todavía bajo el nombre de «Castell de Serrella». Los nombres de los de­ saparecidos castillos de Sanchet y Alarch corresponden todavía a dos partidas rurales del tér­ mino de (partida de Sanchet y barranco del Arch).

41 APÉNDICE: Castillos desaparecidos del Norte de la provincia de Alicante.

Se dan a continuación, para cada castillo, un análisis de los documentos más significati­ vos, y un breve comentario sobre estos y la posible situación del yacimiento.

ALARCH y SANCHET

• Crónica de Jaume I, par. 349 (1244, marzo, 3): Alare viene citado en la lista de los cas­ tillos que forman la frontera meridional del reino de Valencia en el tratado de Almizra. • Rep., n° 0423 (1249, julio, 20): El término de Sanxet aparece como uno de los que lin­ dan con la alquería de Liriet. • A.C.A., Reg. Canc. 16, fol. fol. 198 v., y A.R.V., Real 614, fol. 126 v. (1270, junio, 26): El rey Jaime I concede para 5 años a R. de Balbes el castrum de Sanchet, y la alquería y los términos del de Alarch, cuya destrucción ha decidido. Tendrá que guardar el castillo, cobrando sus rentas y pagando al rey 600 sueldos anuales. • A.C.A., Reg. Canc. 16, fol. 205 (1270, agosto, 14): El mismo da en feudo, a costumbre de Barcelona, al miles Berenguer de Lacera, alcaide de Penaguila, los castra, villas y alquerías de Alarch y Sanchet. Destruirá uno de los dos castillos, y mantendrá el otro en buen estado. • A.C.A., Reg. Canc. 23, fol. 41 (1275, diciembre, 13): Al empezar la sublevación de los musulmanes valencianos, el rey ordena a B. de Lacera que guarde bien los castillos de Alarch y Sanchet. • A.C.A., Reg. Canc. 22, fol. 107 v. (1278, sept., 25): La aljama de Alarch aparece en la lista de las comunidades musulmanas que deben al rey cierta cantidad de dinero por las car­ tas que les ha otorgado después de la sublevación de 1275-1277. • A.R.V., Real 614, fol. 126 v. (1341, agosto, 30): Antonio de Lacera, hijo y heredero de Jaime de Lacera, miles, vecino de Guadalest, vende al infante Pedro conde de Ribagorza, del «castro seu fortitudine vocata Sanchet», que tiene en feudo del rey. Se dan como lindes los términos de los castillos de Polop, AIjubea, Guadalest y Alarch, y el término de Finestrat. Los castillos y poblados de Alarch y Sanchet han desaparecido, y desconozco su situación exacta, si bien los topónimos han perdurado como nombres de partidas, en la zona meri­ dional del término actual de Benimantell (Valle de Guadalest).

ALMIZRA

• Crónica de Jaume I, par. 343, (1244, marzo): Entrevista de los reyes de Castilla y Ara­ gón en Almizra. Jaime I ofrece a Alfonso X establecerse en «lo castell d'Almicre e la vila», pero este prefiere sentar sus tiendas «defora, al peu del pug d'Almicra». • A.C.A., Reg. Canc. 10, fol. 82 (1258, junio, 28): Donación a Jimeno Pérez de Foces de un terreno en la alquería de Benixamen, del término de Almizra, para construir unas casas para establecer musulmanes. • A.C.A., Reg. Canc. 13, fol. 174(1264, mayo, 17): El rey concede a Arnaldo de Montsó y sus herederos el castillo de Almizra «cum turribus et alus bastimentis»; debiendo tener en el «duas gaytas duplices». El rey le pagará, para la custodia y las obras, 300 sueldos anuales, consignadas sobre las rentas del término, que siguen perteneciendo al rey. • A.C.A., Reg. Canc. 16, fol. 254 r. (1271, junio, 14): El rey da a Jaime de Linares unas casas «in villa Almizrani», y tierras en el término. • A.C.A., Reg. Canc. 44, fol. 180 (1280, abril, 11): El rey confirma a los pobladores de Biar ¡as heredades y los términos de dicho castillo y de Almizra, Beniyama, Negret y Beniza- maya, según las asignaciones que les ha hecho Jaime de Linares, partidor de las heredades del reino de Valencia. • A.C.A., Reg. Canc. 100, fol. 142 y 170(1294, sept. 24 y oct. 15): El rey, informado de que Alfonso Pérez ha comprado el castillo o lugar (castrum seu lucum) llamado de Almicerano a los herederos de Arnaldo de Montso, y otras heredades en el mismo lugar a va-

42 ríos hombres de Biar, protesta de sus derechos sobre dicho castillo, y manda se suspenda el efecto de la venta. • A.R.V., Real 611, fol. 108 (1298, enero, 18): El rey concede a Lorenzo de Scals, velo­ nes, y a sus herederos, el castillo de Almizra, que tendrá en adelante como castellano o al caide. • A.C.A., Reg. Canc. 204-205, fol. 146 (1307. marzo-abril): El rey concede en feudo a costumbre de Barcelona a Alfonso Pérez el castillo de Almizra. Este se compromete a reali­ zar las obras necesarias en dicho castillo. En el cerro que domina la actual población de Campo de Mirra, se ven todavía los restos de una importante población, atestiguada por la abundante cerámica medieval, y de un pe­ queño castillo, probablemente de fábrica cristiana. La despoblación de la villa asentada en el pug o puig debió de ser consecutiva a la sublevación musulmana de 1275-1277. Al pare cer. el lugar quedó abandonado, y las tierras de término repartidas entre los pobladores de Biar, hasta el intento de ocupación señorial por Alfonso Pérez, que consigue por fin que el rey le conceda el castillo. Benejama no era inicialmente sino una alquería del término.

ALJUBEA

• A.C.A.. Reg. Canc. 15, fol. 9 v. (1265. diciembre, 27): El rey da a Lope Sánchez de Vergais la alquería de Chenli, colindante con Polop, Callosa, y el castrum de Aljubea. • A.C.A., Reg. Canc. 22, fol. 107 v. (1278, sept., 25): Aparece una aljama de Aljubea en la lista de las aljamas musulmanas que deben al rey cantidades de dinero por las cartas que les ha otorgado al fin de la sublevación de 1275-1277. Este castillo de Aljubea, que parece haber sido situado entre los actuales términos de Po­ lop, Finestrat y Guadalest, vuelve a aparecer en documentos del siglo XIV (Donación de 1322 en A.R.V., Real 614, fol. 127, y doc. del año 1341, del mismo registro, en el que se da el término de Aljubea como colindante con el de Sanchet, partida actual situada en la parte meriodional del término municipal de Benimantell, del valle de Guadalest. que corresponde a un antiguo castillo).

BERDIA

• A.C.A.. Reg. Canc. 14, fol. 17 v. (1263, mayo, 9): El rey consigna a A. de Monsó, baile ultra el Jucar, una cantidad sobre los réditos de los castillos de Benicadell y Berdía. • A.C.A., Reg. Canc. 13, fol. 176 (1264, mayo, 23): Comanda de la custodia del castillo de Bergia a Pedro Blasch, con 6 hombres. Su salario de 900 sueldos se consigna sobre los ré­ ditos de Gallinera y Guadalest. • A.C.A., Reg. Canc. 19, fol. 63 v. (1273. oct., 19): Definición de cuentas de Pedro Diego, relativas a su administración de los réditos de los castra de Berdia y Altea durante 6 meses. • A.C.A., Reg. 20, fol. 326. y Reg. 23, fol. 59 v. (1276, febrero, 28): Cuentas de Pedro Diego, alcaide del castillo de Verdia, durante dos años. De las rentas del término, se deduce el salario para los hombres que lo guardan (8, y dos perros), y el diezmo para el obispo de Valencia. • A.C.A., Reg. 80, fol. 85 r. (1289, noviembre, 4): El rey pide a B. de Libiano, baile de las montañas de los musulmanes del reino de Valencia, que le informe sobre el valor de los íéditos de varios lugares, entre ellos el «lugar de Verdia con su término, o sea Callosa». En la cumbre de la sierra de Bernia, todavía se pueden ver los restos de una torre que correspondería a este «castillo de Bernia» (véasej. MESTRE PALACIO, Alcalalí, Alicante, 1970, p. 142).

CHEROLES o YURULAS

• A.C.A., Perg. di-Jaime I, n° 1374 (1244 o 1245, abril): En el «pacto de Alcalá», concer­ tado entre Jaime I y el jefe musulmán al-Azraq, un hisn o castrum de Djurülash figura entre los 8 castillos tenidos por este último.

43 • A.C.A., Reg. 8, fol. 36 r. (1257, noviembre, 24): Peyta de 600 besantes exigida por el rey de los musulmanes de Seta y Cerolles. • A.C.A., Reg. Canc. 10, fol. 103 v. (1258, mayo, 22): Arriendo a Gonzalo Ferrando du­ rante dos años de los réditos reales de los castra a Seta y Cherolis. • A.C.A., Reg. 10, fol. 103 (1268, junio, 15): Donación al mismo de 12 jovadas de tierra, de los cuales 8 están en el término de Cherolas, en el lugar llamado Tollo (situado Ínter Se- rellam et Fontavaram), y las demás en Seta. • A.C.A., Reg. 16, fol. 211 (1270, septiembre, 6): El rey da a Dona Bella y su hijo Roger (Rogcr de Lauria) el «castrum de Seta et Cherolles». No conozco documentación posterior sobre este castillo, situado cerca de Tollos, y cuyo término lindaba con el de Seta, y al parecer se confundía con este último. Se considera gene­ ralmente que se trata del despoblado de la Careóla o Cairola, situado a 2 km al oeste del lu­ gar de Beniaya, del valle de Alcalá. Sin embargo, este poblado parece haber pertenecido mas normalmente a dicho valle, y forma parte de una unidad geográfica distinta a la del valle de Seta. Además, cabría explicar por que su término fue segregado de la unidad ini­ cial, constituida en señorío para Roger de Lauria y su madre. Por fin, la topografía de la Ca­ reóla de Beniaya corresponde mal al esquema acostumbrado de los husun o castra musul­ manes de Valencia.

MARIOLA

• A.R.V., Real 614, fol. 236 rv. (1256, marzo, 11): En la «carta puebla» de Bocairente, el rey especifica que los pobladores se repartirán, además del término de dicho castillo y villa, los de los dos castra de Agres y de Mariola. A unos 3 km. al sur de Alfafara, en termino de Bocairente y entre esta ciudad y Alcoy, se encuentran los restos del castillo de Mariola (información proporcionada por José María SE­ GURA MARTI). El lugar se encuentra en la provincia de Valencia, pero es toda la zona montañosa en el limite de Valencia y Alicante, la que ha conservado el topónimo Mariola.

SEGARRIA

• A.C.A., Reg. Canc. 10, fol. 20 (1257, septiembre, 24): Aprobación de cuentas a Carroz concernientes a su administración «de castris et villis» de Denia, Segarria, Alaguar, Pop, Xa- lón, Olocaiba y Polop. • A.C.A., Reg. Canc. 10, fol. 64 v. (1258, abril, 30): El rey reconoce deber a Sancho de Corella 4.280 sueldos por ciertos abastecimientos, y por la guardia de los castillos de Denia y Segarria. Deberá tener 15 hombres en el primero, y 10 en el otro. • A.C.A., Reg. Canc. 78, fol. 14, y A.R.V., Real 614, fol. 92 r. (1288, octubre, 5): El rey concede en feudo, a costumbre de Barcelona: «la fortaleza de Segarria en la que solía haber un castillo» (fortitudinem de Segarria in qua consuevit esse castrum). En el lugar del termino de Benimelí llamado la «Cairela del rey moro», formando como un rellano rocoso defendido por un impresionante acantilado en la vertiente noroeste de la sierra de Segarria, se puede ver el magnífico refugio natural que constituía el castrum de se­ garria, centro de un termino que incluía a los actuales municipios de , Benimelí, Rafol de Almunia, Sagra. Parece que este castrum, en el que los únicos acondi­ cionamientos humanos era una gran cisterna y unos muros que protegían, en sus dos extre­ midades, los dos posibles accesos, sólo tuvo una ocupación militar cristiana durante los períodos de crisis (primera sublevación de Al-Azraq, y sublevación musulmana de 1275- 1277), hasta que fue «señorializado» en el año 1288.

SERRA (de Finestrat), TORRES y la MOLA

• Crónica de Jaume I, par 349 (1244, marzo, 3): En la lista de los lugares fronterizos que el tratado de Almizra deja a Aragón, se mencionan «la Mola que es prop de Agnes (sin duda Aguas de Busot)», Torres y Finestrat.

44 • J. TORRES FONTES, Col. de doc. para la hist. del reino de Murcia, II, documentos del siglo XIII, Murcia, 1969, doc. V (1244, sept., 30): El ex-rey musulmán de Valencia, 7.eyt abu Zeyt, vende a la Orden de Santiago los castillos de Tibi, Orcheta y Torres. • Crónica de Jaume I, par. 361 (año 1247): la primera sublevación de al-Azraq empieza por la toma por este de los tres castillos de Gallinera, Serra y Pego, que estaban en manos del rey. « A.C.A., Reg. Canc. 10, fol. 77 (1258, junio, 16): El rey da a los musulmanes Tevigino y su hijo Qaat los castra et villas de Orcheta, Finestrat y Torres. • A.C.A., Reg. Canc. 16. fol. 205 v (1270, agosto. 20): El rey da a Berenguela Alfonso en libre y franco alodio los castillos y villas de Orcheta, Serra, Mola, Finestrat y Torres, en la misma forma que los tuvieron Tevicino, su hijo Caat y demás musulmanes. • A.C.A., Reg. Canc. 37, fol. 13 r. (1271, marzo. 19): El infante Pedro confirma a Beren­ guela Alfonso los castillos de Segorbe, Onda, Mogente y Finestrat, «et fortitudincm quod vo- catur Serra». • A.C.A., Reg. Canc. 16, fol. 258 (1271, abril, 9): Berenguela Alfonso ha entregado a la Orden de Santiago los castillos de Orcheta y Torres. • A.C.A., Reg. Canc. 21, fol. 43 v. (1272, junio, 21): El rey embarga a favor de Pedro Diego los réditos de «castrum nostrum de Serra et alcherias de Serra et de Fenestrat». • A.C.A., Reg. Canc. 22, fol. 47 (1276, julio, 6): Computo de cuentas por la retención que hizo Eximen Pérez de Oris, en tiempo de Berenguela Alfonso y por ella, de los castillos de Orcheta, Serra, Mola y Carmoxen. • Crónica de Jaume I, par. 555 (inicios de 1276): Sublevación del alcaide musulmán Ibrahim «que havia bastit un castell que nos haviem enderrocat ja peca havia. lo qual ha nom Serra de Finestrat». • A.C.A., Reg. 47, fol. 55 v. (1283), octubre, 7): Notificación a los oficiales reales de ha­ ber sido suprimidos ciertos derechos reales en los lugares de Pedro Ferrando, hermano del rey, entre los cuales Sierra Orcheta y Torres. • A.C.A., Reg. Canc. 75, fol. 51 (1288, enero, 24): El rey da a su tio Pedro Ferrando «castrum vocatum Finestrat, sive Serram de Finestrat». • A.R.V., Real 614, fol. 127 r. (1332, octubre, 15): Documento en el que se menciona la donación hecha por Bernardo de Sarria al infante Pedro de varios lugares, entre ellos: «castrum de Serra de finestrat el locum de Finestrat». De los citados documentos, se puede deducir que, en la zona que ocupan actualmente los términos municipales de Finestrat, Orcheta y (esta última ciudad fundad en fecha más tardía), existían varios lugares habitados o castillos actualmente desaparecidos. El castillo de Serra se encuentra generalmente asociado a Finestrat, lugar que no tiene siempre la categoría de castillo. Por lo tanto, podemos suponer que se trataba de un antiguo castrum, centro de la zona que corresponde al término actual de Finestrat, si bien parece que esta última población ya era el lugar habitado más importante de dicho término. En cuanto a Torres, subsiste el topónimo como nombre de una partida o un barrio de Villajoyo- sa. ciudad de creación cristiana, al nordeste de la población. La Mola debía ser un refugio natural en los lindes de Villajoyosa y Orcheta por una parte y Aguas de Busot por otra (no he visitado personalmente esa zona).

SERRELLA

• A.C.A., Cartas Reales de Jaime I, Caja 2, Extra series n° 70 (1249, octubre, 13): El rey da en alodio a Jofre de Loaysa «castrum et villam de Bigneras, et castrum et villam de Serrella». Él documento es una copia de época moderna, pero tanto la donación a Jofre de Loaysa como la existencia, a poca distancia de Bañeres, y formando con esta última población una misma entidad y un termino único, es confirmada por la documentación posterior y por la evidencia arqueológica. Los registros de Cancillería de la Corona de Aragón conservan algu­ nos documentos que hacen referencia a litigios sobre delimitación de términos entre el señor de Serrella y Bañeres por una parte, y las autoridades municipales de Bocairente por otra

45 (véase el largo comentario a un documento de 1265 sobre esta materia en un artículo del F. Burns, «Los límites interiores de Valencia en un artículo del P. Burns, «Los límites interiores de Valencia de la Reconquista», Medievalia {Univ. Autónoma de Barcelona), 1, 1980). El castrum de Serrella ocupaba una altura situada a un kilómetro de Bañeres y al sur de la población, frente a esta en la otra orilla del Vinalopó. El lugar es conocido todavía bajo el nombre de Castell de Serrella, y se ven algunos restos de fortificación, y mucha cerámica en el suelo. Cabe suponer que Serrella era el establecimiento primitivo, y Bañeres una antigua alquería, pero que había cobrado bastante importancia para ser designado como castrum en la documentación de la época de la conquista, sin embargo, el actual castillo de Bañeres parece haber sido edificado en época cristiana.

46 CARTA MAGNA DE JAIME II DE ARAGÓN A LAS VILLAS DE ORIHUELA, ALICANTE, ELCHE Y GUARDAMAR EN SU ANEXIÓN AL REINO DE VALENCIA (a.1308). ANEXO DOCUMENTAL

Prof. Juan Manuel Del Estat Dpto. Historia Medieval Universidad de Alicante

A comienzos del último lustro del siglo XIII, pudo iniciar Jaime II uno de los más viejos planes expansionistas de la Corona de Ara­ gón por tierras del Sudeste peninsular y llevarlo felizmente a cabo en el breve espacio de cinco años, con la conquista y anexión del Reino castellano de Murcia (1). Tras una resistencia no muy persistente ni general, fueron capi­ tulando sucesivamente unas plazas tras otras, de suerte que al cabo de solo un quinquenio ponía término al cerco, varias veces levanta­ do, de su baluarte más rebelde, el empinado castillo de Lorca, a fi­ nales del 1300 (2). La suerte de las restantes villas y ciudades fue di-

(1) ESTAL, J. -M. del, «Problema sucesorio de Castilla y anexión de Alicante a la Corona de Aragón», Comunicación al VII Centenario de la muerte del Infante don Fernando de la Cerda (1275-1975), Ciudad Real, 1976, pp. 237-263; I; ID., Conquista y anexión de las tierras de Alicante, Elche, Orihuela y Guardamar al Reino de Valencia por Jaime II de Ara­ gón (1296-1308), Alicante, 1982. (2) TORRES FONTES, J., Repartimiento de Lorca. Estudio y edición. Murcia, 1977, Introducción pp. L - LVII.

47 versa, oscilando la resistencia castellana gradualmente entre casi dos meses, como Elche (3), diez días Orihuela (4), siete Murcia (5), seis Muía (6), tres días Almoradí (7), dos Cartagena (8) y uno u ho­ ras tan sólo Alicante (9) y (10), por citar tan

(3) Duró este asedio del 3 de junio al 27 de julio de 1296, ACÁ, Reg. 340, fol. 99 r.: «Datum in obsidione de Ekx, XI idusjunii anno domini millesimo ducentésimo monagesimo sexto», día 3 de junio; fol. 261 v.: «Datum apud Eltx sexto kalendas augusti anno domini millesimo ducentésimo nonagésimo sexto», día 27 de julio, fecha de la firma de la Tregua entre Jaime II y el noble donjuán Manuel, sobrino de Alfonso el Sabio, y señor de Elche, vid. ESTAL, J. -M. del, «Fuero de adscripción por Jaime II de las villas de Orihuela y Ali­ cante a la Corona de Aragón», Miscelánea Medieval Murciana, V, 1980, pp. 20-23; texto íntegro de la Tregua referida en CHABAS, R., «Treguas de don Jaime II de Aragón con el noble donjuán Manuel, hijo del Infante don Manuel, en 1296», B.R.A.H., XXVIII, Cuad. VI, 1896, pp. 433-439. (4) Asedio del 1 al 10 de mayo, 1296, ACÁ, Reg. 340, fol. 13 v.: «Datum in obsidione de Oriola kalendas Madii anno domini millesimo ducentésimo nonagésimo sexto», día 1 de ma­ yo; fol. 32 r.: «Datum in obsidione de Oriola séptimo idus madii», día 9 de mayo: fol. 36 r.: «Datum in obsidione de Oriola sexto idus madii», día 10 de mayo; y al día siguiente leemos ya: «Datum apud Oriolam (dentro ya de la villa conquistada) quinto idus madii anno domi­ ni millessimo ducentésimo nonagésimo sexto», fol. 53 r., día 11 de mayo; y fol. 53 v.: «Dada en Oriola XI dias del mes de mayo. En el anno del nostre senyor de M CC XC e Seys». Sobro este punto cronístico v. nuestro estudio monográfico, ESTAL, J. - M. del, «Nuevos datos sobre el asedio y conquista de Orihuela por Jaime II de Aragón», ÍTEM, (REv. del CEU de Alicante), núm. 2, 1977, pp. 99-109. (5) El propio 12 de mayo inició el asedio de la capital, tras notificarle Jaime II al alcayde del castillo de Monteagudo, Pedro Fernández de Azagra, que ante la negativa de entregarle sin resistencia el castillo de Murcia, procedería a tomarlo por la fuerza: «En otra manera entraríamos contra, assi commo contra aquel que tiene forcado Castiello a su Senyor e da­ ríamos vos mal por tort. Dada en Oriola quarto idus maddi anno domini millesimo ducenté­ simo monagesimo sexto», día 12 de mayo, ACÁ, Reg. 340, fol. 58 r., y perduraría hasta el 18, inclusive, datando su correspondencia durante todos aquellos días: «Datum in orta Mur­ cie, juxta locum qui dicitur de Montagut» ACÁ, Reg. 340, f. 71 r., «décimo quinto kalendas junii anno 1296». día 18 de mayo; y «Datum in campis, juxta Castrum de Monte Acuto, dé­ cimo sexto kals. junii» f. 71,r., significando el campamento a las afueras de la ciudad, mientras al día siguiente, 19/mayo, está ya dentro, pudiendo datar sus cartas ya: «Scrita en Murcia XIX dias anats del mes de maig. En lany M CC XC e Seys», Reg. 340, fol. 74 r. Para mayor información sobre este asunto cronístico vid. ESTAL, J. -M. del, «Dos catas privilegio inéditas de Alfonso X el Sabio y Jaime II de Aragón respectivamente a favor de la villa de Orihuela, años 1281 y 1296», ÍTEM, 3, 1978, pp. 73-86, y en modo especial las notas 15 y 21. (6) Del 28 de mayo al 2 de junio de 1296, ACÁ, Reg. 340, fol. 110 v.: «Dada en el sitio de Muía veynt y ocho dias andados del mes de mayo. En el anno de nuestro senyor mili doscien­ tos noventa e seys», y fol. 115 r.: «Dada en Muía la tercer dia del mes de junio. En lany da- munt dit», 1296. (7) Dias 28 al 30 de abril. ACÁ, Reg. 340 f. 52 r.: «Dada en la orta de Almoradi en el Reg- no de Murcia, veyntiocho dias de abril en el anno de nuestro senyor mili doscientos noventa y seys», conquistando la plaza el día 30, el último fechado en su asedio: «Datum in orta de Al­ moradi in Regno Murcie, secundo kals. madii, anno domini millesimo ducentésimo mona­ gesimo sexto», fol. 52 v. Al día siguiente, 1 de mayo, iniciaba Jaime II el cerco de otra plaza, mucho más importante, Orihuela.

48 solo algunos casos de los más significativos.

No entramos de propósito en la polémica vigente acerca de las motivaciones que pudieron inducir a Jaime II a la conquista del Reino de Murcia, si el imperialismo económico de la Corona de Aragón y su política comercial y explotación mercantil (11), o su animosidad contra Castilla y la situación circunstancial de la mino-

(8) Del 1 al 2 de junio, dispensando en la última fecha el indulto general a favor de todos sus vecinos, tanto cristianos como judíos y sarracenos, así como la franquicia del portavoz por todas las tierras del Reino de Murcia y de la Corona, en beneficio de sus personas y bienes, extendiéndoles complacido la guia y seguro correspondientes, más la absolución de toto su pasado contencioso o criminal, perpetrado en tiempo de paz, de guerra o tregua, siempre y cuando lo reconozcan como soberano propio y lo acaten como a su señor natural: «Noverint universi etc. Volentes vos universos et singulos homines civitatis Canaginensis. tam christianos scilicet quam judeos ac sarracenos prosequi graciis et favore, guidamus et assecuramus vos per universa et singula loca terrarum et dominationis nostres... Etiam nichilominus et indulgemus vobis et vestris perpetuo omnem petitionem, questionem, in- quisitionem et demandan et etiam omnem penam civilem et criminalem... occasione ali cuius criminis seu maleficii per vos... conmissum aut perpetratum fuerit in pace vel gratia vel treuga...», ACÁ, Reg. 340, f. 284 r., «Datum in Castris (campamentos militares o castrenses delante del castillo lorquino) in orta Lorche, tertio nonas junii anno 1296», día 3 de junio.

(9) El 22 de abril de 1296 data ya Jaime II dentro de esta villa cuanto escribe: «Data apud Alacant décimo kals. madii, anno domini millesimo ducentésimo monagesimo sexto», ACÁ, Reg. 340, f. 6 r., prueba inequívoca de haberla conquistado. El cronista Ramón MUNTA­ ÑER, coetáneo y seguidor del monarca, nos brinda entusiasta una relación pormenorizada del suceso, subrayando las dificultades de la toma de su empinado Castillo, hoy de Sata. Bárbara, en la que participó activamente el propio Jaime II, reduciendo a su alcayde, Nico­ lás Pérez, que murió en la defensa heroica del mismo, vid. Crónica, c. CLXXXVIII, ed. SOLDEVILA, F., Les quatre grans croniques, Barcelona, 1971. pp. 834-836: TORRES FONTES, J., Nicolás Pérez alcaide de Alicante, Murcia, 1964.

(10) Ocupó su castillo, sin apenas resistencia, el 27 de abril del mismo año, pudiendo da­ tar ya en él, aquel mismo día, su correspondencia; «Dada en Guardamar, veynt y siete dias andados del mes de abril, en el anno de nuestro senyor de mili e doscientos noventa seys», ACÁ, Reg. 340, f. 51 r.

(11) SOLDEVILA, F., Historia de España, I, Barcelona, 1952, p. 394: «El motor de la ex­ pansión territorial es el comercio» y la economía; VICENS VIVES, J. «La economía de los países de la Corona de Aragón en la Baja Edad Media», VI CHCA, Cerdeña 1957, Ponen­ cia, publ. Madrid 1959, p. 104; VILAR, P., La Catalogne dans l'Espagne modernc. Recherches sur les doncuments économiques des structures nationales, París 1962. Trad. ca­ talana, Barcelona 1964; RUIZ DOMENEC, J., «El origen del capital comercial en Barcelo­ na», Miscellanea Barcinonensia, XXXI, 1972, pp. 55-88; ID., «Rutade las especias, ruta de las islas. Apuntes para una nueva periodización», I CONGR. INTERN. HIST. MEDI­ TERRÁNEA, Palma de Mallorca, 1973. Citado por UDINA MARTORELL, F., en II CONGR. INT. SOBRE CULTURAS DEL MEDIT. OCC, Barcelona 1975, publ. 1978. p. 219, nota 24.

49 ridad de su rey, Fernando IV (12) y crisis dinástica de aquel Estado (13), o factores de política familiar (14), o un desquitarse de la pér­ dida de Sicilia, el año anterior, por el Tratado de Anagni con Boni­ facio VIII y el rey de Ñapóles, Carlos II de Anjou (15), o bien la as­ piración a la supremacía peninsular, en un mayor servicio a su política de expansión mediterránea (16), seguros de que todos los motivos reseñados tuvieron su papel, mayor o menor, en la política expansionista de la Corona de Aragón. Lo cierto es que la conquis­ ta del Reino de Murcia por Jaime II de Aragón hay que enmarcarla en el contexto expansionista, peninsular y marítimo, de esta Coro­ na, en las postrimerías del siglo XIII y primeras décadas del XIV (17). La conquista pues del Reino de Murcia resultó una empresa rela-

(12) GIMÉNEZ. SOLER, A., La Corona de Aragón y Granada. Historia de las relaciones entre los dos reinos, Barcelona, 1908, p. 65: «No a otra cosa tendió la política de Jaime II que a la ruina de Castilla y a su desmembración», juicio que estimamos excesivo e infundado además, ya que «no puede hablarse de una política radical y cerradamente anticastellana de Jaime I», SALAVERT Y ROCA, V., Gerdeña y la expansión mediterráneo de la Corona de Aragón, 1297-1314, I, Madrid, 1956, p. 167; ROHDE, H.E., Der Kampf um Sizilien in den Ja bren 1291-1302, Berlín, 1913, p. 63: «La lucha por la supremacía en la peníncula, el hun­ dimiento de Castilla se convirtió poco a poco en su objetivo primordial... y quebrantamiento de la fuerza del vecino», abundando en tal sentido peyorativo; GONZÁLEZ MINGUEZ, C., Fernando IV de Castilla (1295-1312). La guerra civil y el predominio de la nobleza, Vallado lid, 1976, págs. 95-109. (13) GONZÁLEZ MINGUEZ, ob. cit., ibid. (14) Afirmada en la secular proyección expansionista de la Corona de Aragón, vid. SA­ LAVERT Y ROCA, V., «Nuevamente sobre la expansión mediterránea de la Corona de Aragón», en II CONGR. INT. ESTUDIOS sobre CULTURAS MEDIT. OCC., Barcelona 1975, Barcelona 1978, pp. 359-388; HILGARTH, J.N., El problema del imperio catalano- aragonés, 1229-1327, cit. por UDINA MARTORELL, F., «La expansión medit. cat. arago­ nesa», II CONGR. INT. MEDIT. OCC, p. 218, not. 23. (15) ROHDE, ob. cit., p. 233-234; GIMÉNEZ SOLER, La corona de Aragón y Granada p. 45: «El tratado de paz con el Reino de Granada fue tal vez motivado por el deseo de com­ pensar la pérdida de Sicilia con adquisiciones territoriales en España, para convertir a Ara­ gón en el Estado preponderante de la península ibérica». (16) ROHDE, o.c, oo. 63-65, 72, 132; SOLDEVILA, Historia de Catalónya, Barcelona, 1963, I.p. 328; SALAVERT Y ROCA, Cerdeña y la expansión medit.. I, p. 167-170; CA- MARENA MAHIQUES, J., «La política peninsular de Pedro IV el Ceremonioso», VII CH CA, Valencia 1967, II/3, p. 9: para la Corona de Aragón «bien pronto, escribe, lo que era un puro medio al principio (dentro de su política mediterránea), la transformó luego Jaime II en su meta principal, constituyendo el objetivo primordial de sus esfuerzos: l'expansió pels Regnes de Murcia i Granada». (17) SALVERT Y ROCA, V., «El tratado de Anagni y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón», Estudios de Ed. Media de la Cor. de Arag. (EEMCA) V, Zaragoza, 1952, p. 269-270: «Tal era la situación en los últimos años del siglo XIII, la que Jaime II su­ po comprender con visión de gran estadista».

50 tivamente fácil, si se la compara a la que emprendiera su abuelo, Jaime el Conquistador, para crear los Reinos de Mallorca y de Va­ lencia, tras una resistencia mucho mayor y más difícil (18). Jaime II, en cambio, se enfrentó a un enemigo mucho menos compacto y poderoso, a consecuencia de la crisis dinástica impe­ rante en Castilla y a la fuerte división de la nobleza castellana (19), muchos de cuyos miembros y algunos de gran relieve, como los in­ fantes D. Juan y D. Enrique, eran partidarios de la causa de Ara­ gón y defensores de D. Alfonso de la Cerda, rival del monarca de Castilla, Fernando IV, y aspirante a su trono (20), facilitándole con ello la empresa conquistadora. No debe sobrestimarse, sin embargo, la presencia de catalanes y aragoneses en el Reino de Murcia, por obra de la repoblación que llevara allí a cabo Jaime I el Conquistador, tras sofocar la rebelión morisca, el año 1266, cuando a tenor de su Crónica nos hace saber que «poblam hi bé deu mília hómens d'armes entre de nostra térra e de altres e que ells romanguessen aquí ab don Alfonso García (adelantado de Castilla en aquel Reino) e que li ajudassen» (21): Suceso por otra parte corroborado además por la propia Cró­ nica de Alfonso el Sabio, con estas palabras: «e porque no podía ha- ver gentes de la su tierra que los poblasen, la cibdad de Murcia e la villa de Orihuela e la villa de Lorca, vinieron y e poblaron muchos catalanes de los que eran venidos a poblar en el Reino de Valencia»

(18) Para el concrimiento de una y otra empresa militar aragonesa remitimos a los estu­ dios monográficos de dos grandes especialistas al respecto, SANTAMARÍA, A., La expan­ sión política militar de la Corona de Aragón bajo la dirección de Jaime I: Baleares, en Jaime I y su época, X CHCA, Zaragoza, 1979, pp. 99-146; y a UBIETO, A.. Orígenes del Reino de Valencia. Cuestiones cronológicas sobre su reconquista, I, Valencia 1976; II. Valencia 1979; ID., La reconquista de Valencia y Murcia (por Jaime I), X CHCA, Jaime I y su épo­ ca, Zaragoza 1979, pp. 147-165, con su rica bibliografía más recientes. (19) GONZÁLEZ MINGUEZ, Ob. Cit., pp. 95 - 109. (20) Habiendo donado a Jaime II, y anteriormente a su padre, Pedro III el Grande y luego a su hermano, Alfonso II, el liberal, el Reino de Murcia, a cambio de la ayuda militar preci­ sa para escalar el trono de Castilla, v. ESTAL, J. M. del, «Problema sucesoria de Castilla y anexión de Alicante a la Corona de Aragón». VII Centenario del Inf. don Fernando de la Cerda, 1275-1975, Ciudad Ral 1976, pp. 239-245, donde se analizan los tres pactos consabi­ dos de Calatayud (1289), Ariza (1296 enero 21) y Serón (4 de febrero 1296); GONZÁLEZ MINGUEZ, ob. cit. pp. 43-49: Intervención de Jaime II en la guerra civil, en apoyo del noble don Alfonso de la Cerda, candidato real de Aragón para la Corona de Castilla. (21) Llibre deis feits, c. 453, ed. SOLDEVILA, Les quatre grans cróniques, Barcelona 1971, p. 161.

51 (22), facilitándose así la tarea repoblacional. Ni debe tampoco to­ marse a la letra el testimonio del cronista Ramón MUNTANER, cuando hacia el 1325 relataba la conquista aragonesa del Reino de Murcia, señalando que tanto en los lugares que pasarían a la Coro­ na, como en los que permanecerían para Castilla, en la Sentencia Arbitral de Torrellas (a. 1304), todos sus moradores eran catalanes y hablaban el catalán más bello del mundo: «E con la dita ciutat hac presa, poblála tota de catalans, e així mateix Oriola e Elx e Alacant e Guardamar, Cartagénia e los altres llocs; sí que siats certs que tots aquells qui en la dita ciutat de Murcia e en los davant dits llocs son, son vers catalans e parlen de bell catalanesc del món» (23), lo que no puede tomarse en modo alguno como expresión de una realidad histórica, pese a que algún historiador moderno haya creído ver «la efectividad (de tal aserto) atestiguada por numerosas cartas de donaciones de casas y tierras en la ciudad de Murcia, re­ población que afectó, escribe, a unos diez mil hombres de armas, catalanes y aragoneses» (24). Es cierto efectivamente que hallamos en el Repartimiento de Murcia (25) la confirmación de un crecido número de repobladores catalano-aragoneses, beneficiarios del re­ ferido Reparto y que «los nombres de catalanes, aragoneses y ultra­ pirenaicos y de ellos en especial los catalanes, bien procedentes de Cataluña, bien de los asentados en el Reino de Valencia, tienen primacía en el Repartimiento» (26). Pero de ahí a poder concluir con MUNTANER que todos los moradores de Murcia por aquella época fueran catalanes, media un abismo. Pues, ni siquiera la cifra del Llibre deis feits, de los «bé deu mília hómens d'armes», que hiciera asentar en la ciudad de Murcia Jaime I, la encontramos en modo alguno aceptable, por la sencilla razón de que todo ello entrañaría paradójicamente, que más de un tercio de la población,

(22) Bibl. Autores Españoles (BAAEE), LX, p. 11. (23) Crónica, c. XVII, ed. SOLDEVILA, p. 681. (24) FONT Y RIUS, J. Ma., «La reconquista y repoblación de Levante y Murcia», en La Reconquista española y la Repoblación del país, Conferencias del Curso celebrado en Jaca en agosto de 1947, Zaragoza 1951, pp. 113-114. (25) Editado por TORRES FONTES.J., Repartimiento de Murcia, ed. y estudio, Murcia 1960. pp. XVII 316. (26) TORRES EONTES J., «La repoblación murciana en el siglo XIII», Murgetana, 20, 1963. p. 10.

52 y tal vez la mitad, habría formado parte activa de su guarnición mi­ litar y castrense, lo que es a todas luces impensable para un núcleo urbano concreto, cual el murciano, que por entonces distaría con mucho de una densidad demográfica tan elevada (27), para que la cifra de sus repobladores, entre diez a quince mil (28), no alcanza­ sen ni un tercio de su población total. Increíble! La causa pues fundamental de la conquista relativamente fácil del Reino de Murcia por Jaime II hay que buscarla en otras razones de más peso y estimamos que son las apuntadas anteriormente (29).

De todos modos, concluida la entera conquista del citado reino en los últimos días del 1300 (30), una serie de circunstancias políticas, que empezaron a sucederse gradualmente, acabarán aconsejando a Jaime II la vuelta a la paz con Castilla y devolución consiguiente de la parte meridional del Reino de Murcia. Recorda­ mos entre otras, la bula pontificia de legitimación matrimonial del difunto Sancho IV y Da María de Molina, despachada por Bonifa­ cio VIII el 1301 (31), quedando con ello legitimada la sucesión al trono castellano de Fernando IV y recusada por lo mismo la causa dinástica de D. Alfonso de la Cerda, su peligroso rival y uno de los factores más decisivos en Jaime II para la conquista del reino mur­ ciano, tras la donación formal del mismo, a cambio de su tutela y ayuda real, de lo que se hace eco elocuente el monarca aragonés en

(27) Ya que admitir un volumen poblacional en Murcia de 30.000 almas es para entonces desorbitado, no debiendo llegar siquiera a la cifra de los 20.000 habitantes, habida cuenta de la incesante y creciente emigración murciana de sarracenos al Reino de Granada. Un siglo después, y con anterioridad a la epidemia que produjo muchas bajas entre la población de esta ciudad, entre los años 1395-1396, la densidad demográfica de Murcia aparece cifra­ da en torno a las 12.000 almas: «En febrero de 1397 se hablaba ya de la empidemia en Mur­ cia, como de un fenómeno pasado. Como cifra límite más alta, la ciudad debió tener unas 12.000 personas antes de la epidemia», a mediados del siglo XIV, vid. MARTÍNEZ CARRILLO, Ma de los LLANOS. Revolución urbana y autoridad monárquica en Murcia durante la baja Edad Media (1395-1420), Murcia 1980, pp. 16-17. (28)Debiendo sumar a los 10.000 pobladores catalanes del Llibre del feits, citado, del año 1266, los castellanos que gradualmente fue asentando en Murcia Algonso X el Sabio, a partir de la primavera de 1243, los que habrían de sumar presumiblemente, cuando menos, en el medio siglo transcurrido, hasta Jaime II, otros cinco mil, lo que hace todavía mucho más inverosímil la afirmación de MUNTANER, en absoluto retórica, de que todos sus mo­ radores fueran catalanes! (29) Vid. supra notas 11 20 y textos correspondientes. (30) Vid. supra, not. 2. (31) Anagni, 6 diciembre 1301. GONZÁLEZ MINGUEZ, ob. cit., pp. 117-119.

53 sus cartas respectivamente al «rey de Castilla», don Alfonso de la Cerda (32), al rey de Granada, Muhammad II (33), y al arzobispo de Zaragoza, D. Jimeno de Luna, mensajero suyo ante el rey de Francia, Felipe IV (34), y ante el propio papa, Bonifacio VIII (35), ya que todas ellas «montrent avec quelle peine le roi d'Aragon se re- signait á abandoner les esperances qu'il fondait por ses projets en Castille sur la compétition des Infants de la Cerca avec Ferdinand IV» (36); el matrimonio del rey de Castilla con la infanta de Portu­ gal, Da Constanza, enero 1302, y la precedente declaración de su mayoría de edad, 6 diciembre 1301, precipitando con ello la caida del gran valido, el infante D. Enrique, partidario a ultranza de la causa de Aragón, para su mayor medro personal (37); la desapari­ ción del rey amigo de Granada, Muhammad II (8 abril 1302) y la sucesión en el trono de su hijo, Muhammad III Abu Abdalá, que firmó la paz con Castilla (38), desarmando de su fuerte aliado al rey de Aragón, más la rebelión nibiliaria, surgida en el seno de la más alta nobleza aragonesa, como a Jaime de Jérica, alférez del rey, y a su mayordomo, Sancho Antillón, constituyendo una liga peligrosa contra el propio monarca (39) y la disposición del mismo Fernando IV a renunciar a una parte del Reino de Murcia y a pactar sobre ello con Jaime II, fueron factores todos ellos que en mayor y menor grado predispusieron conjuntamente al monarca aragonés a desear la paz con el de Castilla.

Para ello se encomendó la solución del conflicto a una comisión de arbitraje, nombrada al efecto. La integraban por parte de Cas­ tilla el infante donjuán, por la de Aragón, el arzobispo de Zarago­ za, D. Jimeno de Luna, y estaría presidida por el rey de Portugal,

(32) 12 enero 1302, ACÁ, Reg. 334, fol. 46 r. (33) 19 enero 1302, ACÁ, REg. 334, fol. 46 v. (34) 27 febrero 1302, ACÁ, Reg. 334, fol. 49 v. (35) 12 junio 1302, ACÁ, Reg. 334, fol. 49 v. y 67. (36) DIGARD, Philippe le Bell et la Saint-Siége au 1285 á 1304, t. II, Paris 1936, p. 120, not. 1. (37) GONZÁLEZ MINGUEZ, ob. cit., pp. 121-130. (38) Ibid., pp. 164-166. (39) Ibid., p. 107. La muerte del poderoso valido D. Enrique, Infante de Castilla, el 11 de mayo 1303, gran amigo personal de Jaime II, y empedernido propulsor de las discordias no­ biliarias en Castilla a favor de la causa de Aragón y de las aspiraciones de D. Alfonso de la Cerda al trono castellano, jugó un papel muy importante en la creciente predisposición del monarca aragonés hacia una aveniencia y concordia con el castellano.

54 D. Dionís. Su fallo se tradujo en la conocida Sentencia Arbitral de Torrellas, entre Agreda y Tarazona, promulgada el 8 de agosto de 1304 (40). Los artífices de la misma fueron sin embargo el infante D. Juan y el propio Jaime II en beneficio patente de la causa de Aragón, partiendo en dos el Reino de Murcia, señalando como línea divisoria el bajo Segura, y otorgando la parte septentrional a la Corona de Aragón y la meridional a la de Castilla, a excepción de Guardamar y Cartagena, que, pese a su situación en el litoral derecho del Segura, fueron asignadas también a Aragón: «Nos don Dionis..., don Johan, fijo del rey del rey don Alfonso (X el Sabio) e don Ximeno, bispe de Zaragoca, entendientes toller guerras e dis­ cordias entre los reyes Daragon e de Castiella... sentenciamos... que Cartagenia, Alacant, Elche con su puerto de mar e con todos los lugares que recuden a ell, Ella (Elda) e Novella (Novelda), Criolla, con todos sus términos e pertenencias, quantas han e de­ ben haber e assi como taja lagua de Segura enea el Regno de Valen­ cia, entro al mas susano cabo del termino de Villena, sacada la ciudat de Murcia e Molina con sus términos (salvo estos dos luga­ res), finquen e romangan al rey Daragon e a su propiedat e de los suyos pora siempre, asi como cosa suya propia, con pleno derecho e senyorio; salvo que Villena, quanto a la propiedat romanga e fin­ que a don Johan Manuel (reservada la jurisdicción al monarca ara­ gonés)... mas que Villena e aquellos castiellos, que son dentro los dichos términos, sean de la jurisdicción del rey Daragon... Aun de­ cimos, pronunciamos e sentenciamos... quel dicho rey Daragon de- sempare (libre) e lexe al rey don Ferrando (IV de Castilla) la ciudat de Murcia, Molina e Monteagudo, Loca, Alhama con todos sus tér­ minos e los otros lugares todos que ell tiene en el Regno de Murcia, sacados los de suso nominados e los que se comprenden en los ter-

(40) BENAVIDES. Colección diplomática. Madrid 1860. n° CCLXXIX. p. 413-418: TORRES FONTES, Colección de Documentos para la Historia del Reino de Murcia (CODOM), II, Murcia 1969, n"CLIII. p. 155158. sin los cuatro escatocolos últimos; CON ZALEZ MINGUEZ. ob. c, pp. 179191; TORRES FONTES, La delimitación del Sudeste peninsular (Torrellas-EIche, 1304-1305), Murcia 1951, pp. 4-18; ID., Historia de la región murciana, t. III De la Murcia musulmana a la Murcia cristiana (VIII-XIII), Murcia 1981. pp. 385-387; Murcia castellana; ESTAL. «Problema sucesoria de Castilla...», pp. 251-256.

55 minos de suso asignados» (41). Se ha interpretado erróneamente hasta la fecha la asignación de Guardamar y Cartagena a la Corona de Aragón como producto de un desconocimiento de la orografía del bajo Segura por parte de la comisión repartidora de Torrellas. «Pero tal división fue hecha sin tener en cuenta, escribe un autor, la geografía y estaba destinada por tanto a muy corta vida. Tan corta que en 1305, como veremos, añade, fue necesaria una rectificación. El río Segura sería la fronte­ ra sur del reino de Aragón pero se cometía un grave error incluyen­ do también a Cartagena, creyendo que esta ciudad estaba situada al norte del río» (42). Pero en verdad, no hubo tal yerro. El texto citado simplemente ha sufrido una extorsión al situar ta­ les autores Guardamar y Cartagena a la izquiera del Segura, cuan­ do en realidad no se dice en él otra cosa que los lugares citados: Cartagena, Alicante, Elche, Elda, Novelda, Orihuela y cuantos lu­ gares quedan además del Segura hacia el Reino de Valencia, se asignan a la soberanía de Aragón, pero se saben muy bien su ubica­ ción correspondiente. Y una prueba inequívoca de lo dicho es el texto de una carta de Jaime II, dirigida al Consell de Murcia, ocho días tan sólo después de la Sentencia Arbitral de Torrellas, fechada en Tarazona el 16 de agosto de 1304. En ella les notifica el resulta­ do alcanzado por el jurado arbitral el día referido, en que se efec­ tuó el reparto del Reino de Murcia, estableciendo como frontera el

(41) BENAVIDES. o.c., Texto de la Semencia Arbitral, pp. 413-418: TORRES FON- TES. CODOM, II n" CLIII. pp. 155-158; el término enea, enc.a, enta, según unos u otros traslados, ya que desconocemos el original, es la corrupción, pensamos, del primitivo vo­ cablo entra, que nos trasmite la carta de Fernando IV a Jaime II, escrita en Agreda, a los dos días de la promulgación de la Sentencia Arbitral, el 10 de agosto del 1304, para notifi­ carle que libera, en virtud de dicha Sentencia, a los hombres de la villas de Cartagena, Ali­ cante, Elche,Orihuela y Guardamar, de la obediencia y juramento de fidelidad prestado an­ teriormente y puedan pasar a la entera jurisdicción y soberanía de Aragón, describiendo a este efecto la nueva frontera, allí trazada: «...Conosciendo que por Sentencia Arbitral que fue dada entre vos... don Jayme... rey de Aragón de un aparte e nos de la otra... sobre guerras e discordias que haviamos entre nos por el Regno de Murcia, son juntiados (adjudicados) a vos dicho rey de Aragón, en propiedat e en vuestra senyoria Cartagenia, Guardamar, Alicant, Elche, con su puerto de mar, e con todos los lugares que recuden a ell, Elda. Novelda. Oriola con sus términos e pertinencias cuantas han e deven haver. E assi co­ mo taja el agua de Segura e entra en el Regno de Valencia, entro al mas Susano cabo del termino de Villena... «BENAVIDES, Col. Dipl., n° CCLXXXVIII, p. 428-429, quedando así perfectamente claro y lógico el pensamiento del texto referido. (42) GONZÁLEZ MINGUEZ, O.C. p.183: Igual opina TORRES FONTES, Deliminata- ción del Sudeste peninsular, p. 1617, al estudiar dicho fallo arbitral.

56 bajo Segura, asignando las tierras de su parte meridional a Castilla, salvo Guardamar y Cartagena, que con los lugares restantes de su parte septentrional se ascribieron a Aragón: «...inter ...Ferdinandum regem Castelle... et Nos pacis et concordie dulce- dine reformata et firmiter roborata... est consuetum quod Civitas Murcie et locus de Molina ac alia loca ultra Seguram, exceptis Cartagenia et Guardamar, remanent dicho regi (Castelle), Carta- genis vero et Guardamar et alia loca citra flumen, usque ad supe- riorem locum termini de Bilena et deinde usque ad Bilenam No- bis remanent» (43), apareciendo bien claro que Cartagena y Guar­ damar constituyen una excepción en las tierras meridionales del Se­ gura, al no haber sido asignadas a Castilla y haberlas entregado a Aragón, junto con los restantes lugares situados en la parte sep­ tentrional del mismo, «prout in Sententia, Arbitrio, dicto, laudo seu pronuntiatione inde latis per illustrem Dionisium Regem Portu- galie et Algarbi, sororium nostrum, et nobilem Infantem Johan- nem, cormanum nostrum, filium Regis Alfonsi bone memorie, ' etc.. Eximinum Cesaraugustanum Episcopum, arbitratores et ami- cabiles compositores electos a dicto Ferdinando plenius contine- tur» (44), según queda ampliamente reflejado, concluye Jaime II en su carta a la ciudad de Murcia, en la Sentencia arbitral de Torrellas. En el mismo sentido se expresa el monarca de Aragón en otras cartas, remitidas también muy pocos días después del Fallo Ar­ bitral en cuestión, el 21 de agosto de 1304, a sus enviados en Roma, al rey de Ñapóles, Carlos II de Anjou, y a los cardenales Mateo Ros- so y Juan, obispo de Túsculo (45), en estos términos: «...es feta pau e concordia entre Nos e el dit don Ferrando rey de Castella, en aquesta manera, quel Regne de Murcia es partit axi com parteix laygua del riu de Segura, e Nos auem tot co qui es deca laygua, e encara della Cartagenia e Guardamar» (46), donde no podía explicitar mejor la ubicación correcta de estos dos lugares, al otro lado del río, escribiendo desde Zaragoza, y por ello constituían la

(43) Carta inédita de Jaime II, ACÁ, Cartas Reales Diplo., Caj. 10, n° 2045. (44) Ibid. (45) ACÁ, Reg. 334, fol. 191 v. 193 r., publ. SALAVERT Y ROCA, Cerdeña..., II, n" 104, pp. 141-142. (46) Ibid.

57 excepción en las tierras meridionales al mismo, asignadas a Cas­ tilla, y haber sido -ascritos sin embargo a la Corona de Aragón. La nueva demarcación de la frontera entre los reinos de Castilla y Aragón no había quedado tan clara sin embargo para no precisar otra revisión. Pero por motivos ajenos a los referidos sobre Guarda- mar y Cartagena, ya que estos lugares no plantearon problema al­ guno, como queda ya dicho, por razones de ubicación. Y la revisión apuntada ni siquiera se ocupará de ellos. El escollo propiamente que dejó planteado la comisión arbitral de Torrellas fue la imprecisión de la frontera trazada entre una y otra corona, en el Reino de Murcia, al no concretar la línea diviso­ ria que separaba las tierras de Aragón y Castilla, desde aquel punto en que el Segura no era la frontera, hasta Villena, expresándolo en estos términos bien imprecisos: «...assi como taja lagua del Segura enga el Regno de Valencia, entro al mas susano cabo del termino de Villena» (47). ¿Cuál era la frontera entre uno y otro reino desd eVillena hasta el Segura? ¿Cuál era el punto exacto en que este río empezaba a convertirs een frontera castellano-aragonesa? Este era el verdadero problema y nunca el otro apuntado de la correción obligada de un error geográfico. Una comisión real fue encargada nuevamente de esclarecer el embrollo fronterizo, integrada por dos hombres, Diego García, canciller mayor de Castilla, y Gonsalvo García, consejero real de Aragón. Su cometido nos lo resume un cronista así: «Estos caballe­ ros se juntaron en Elche y por tenor de la Sentencia que se dio por los jueces arbitros en el lugar de Torrellas, estuvieron en gran con­ tienda y debate sobre las palabras que se contenían en ella, que eran estas: =Así como taja la agua de Segura en tal (transcribiendo así el enea o enta del texto primitivo) Regno de Va­ lencia entro al más susano cabo del término de Villena... = Y tenían grande duda, prosigue, cómo se debían entender estas pa­ labras y no se concertaban en la parte del río que venía a dar al mojón» (48).

(47) Vid. supra not. 41 y clarificación y fijación del texto de la Sentencia Arbitral, me­ diante la carta de Fernando IV de Castilla, alli citada. (48) ZURITA, Anales de la Corona de Aragón, lib. V, C. LXVII, ed. CANELLAS LÓ­ PEZ, A. t. 2, Zaragoza 1970, p. 676, y observaciones de la nota 41.

58 A la dificultad de establecer la ubicación de los mojones fronteri­ zos en las tierras en cuestión, hay que añadir la intransigencia de al­ gunas de las partes, por imperativos de interés territorial, estorban­ do la pronta consecución de un acuerdo. Tal fue el caso del delega­ do de Castilla, al mostrarse inflexible en mantener Yecla para su corona, por ser villa del noble D. Juan Manuel, y no estar dispuesto en modo alguno a que pasase a Aragón: «...como quier que Yecla uinese dentro de los mogones, nunca lo podiemos acabar (escribe el consejero real Gonsalvo García a Jaime II) con Diego García (el canciller castellano) diciendo que antes nos daria seys jornadas de tierra de la del rey de Castiella, que no aqueste logar de Yecla, ni otro semblant de don Johan Manuel, que luego querría auer en­ mienda del rey de Castiella sol per la sennoria, que bien conocían ellos la manera de ser de don Johan Manuel, que siempre faria re- demir al rey» (49). Lo que indujo a la comisión real a trazar una frontera irregular y caprichosa en extremo: «Que del subirano lu­ gar del termino de Villena, do parte termino con Almansa, e otros si del sobirano termino de Alcapdete, que parte termino con Al- mansa e con Pechin, e del sobirano lugar del termino de Jumiella, do parte termino con Ontur e con Tovarra e con Felin (Hellin) e con Ciega, todos los lugares que son dentro destos mojones, fasta las partes de la tierra del rey d'Aragon, sean de su jurisdicción, salvo ende Yecla, con todos sus términos, que finque libre e quitó a don Johan Manuel, en jurisdicción del rey de Castiella» (50). La frontera partía pues de las proximidades de la actual Venta la Enci­ na, seguía luego hacia el sur, por la linea que separa los términos de Caudete y Almansa, dejando aquél para Aragón, bordeaba des­ pués por entero la villa de Yecla y su término, asignada por imposi­ ción de donjuán Manuel a Castilla, y proseguía a continuación de nuevo hacia el sur, entre los términos de Jumilla y Ontur (Letur), Tobarra, Hellin y Cieza, para alcanzar por fin, entre los términos de Fortuna y Orihuela, el bajo Segura, cuyo curso restante señalaba

(49) Carta del consejero real, Gonsalvo García, a Jaime II, Elche, c. 19 mayo 1305. publ. GIMÉNEZ SOLER, Donjuán Manuel. Biografía y estudio crítico. Zaragoza 1932. n" CX- XI, p. 316. (50) Acuerdo de Alche, 19 mayo 1305. ACÁ, REg. 1521. fol. 3 r. Publ. BENAVIDES, Col. dipl., n° CCCXXXIII. pp. 487-488; TORRES FONTES. CODOM, II, n° CLXX. pp. 175-177. En éste más completo el texto.

59 la frontera entre Castilla y Aragón, excepción hecha, como queda dicho, de los lugares de Guardamar y Cartagena, que seguían ads­ critos a Aragón, si bien esta última ciudad por muy pocos días.

Por aquellas mismas fechas las intrigas del noble donjuán Ma­ nuel cosechaban otro triunfo, con que lograba indemnizarse de la pérdida del señorío de Elche, al pasar a la jurisdicción del monarca de Aragón. Por el peligro que suponía para una y otra corona la enemistad y hostilidad de este poderoso personaje, ambos monarcas llegaron al acuerdo de la necesidad y conveniencia al menos de sa­ tisfacer su ambición, perdiendo en sus respectivos derechos. Fer­ nando IV de Castilla le otorgó el señorío de la villa de Alarcón (51), tras haberse asegurado de Jaime II la devolución de Cartagena a Castilla, cesión que efectuó en aquellos mismos días de mayo del año 1305, por lo que le quedaría el ilustre noble castellano alta- mante agradecido: «...yo Jnfante don Johan, al rey de Aragón... Sabed que nos gradesce mucho el rey (Fernando IV) porque man- dastes librar el fecho de Cartagena, ca tien que fisiestes mucho en esto por el, en guisardes uos como fincasse don Johan Manuel asose- gadamiente en el su servicio. E otrossi uos lo tiene don Johan Ma­ nuel en merced, ca tiene que por uos es el heredado de Alarcon. Et sed gierto que por esto sennaladamiente finca asosegado don Johan Manuel para ser siempre a servigio del rey de Castiella e

(51) La linca fronteriza así trazada separaba las demarcaciones políticas de Castilla y Ara­ gón, a lo largo del bajo Segura, entre los términos de Orihuela y Murcia, sin que ello nos ha­ ga suponer la existencia de unos lindes materiales precisos, ya que los vecinos limítrofes de uno y otra comunidad desconocían a la recíproca prácticamente el término exacto de sus respectivos municipios, originando con ello frecuentes conflictos comunales. Transcribimos un testimonio fehaciente de donjuán Manuel, adelantado del Reino de Murcia por Castilla, en carta al rey Jaime II de Aragón, con fecha del 4 de febrero de 1307, proponiendo a su vez como solución de tales violaciones de límites, el servicio mancomunado por una y otra comu­ nidad del espacio intermedio controvertido, tras una entrevista celebrada con el lugarte­ niente o Llochtinet de su Procurador del Reino de Valencia ultra Sexoman, Gombald de Entenza. de nombre Pedro López de Rufas, y haber cambiado impresiones sobre el particu­ lar: «Al... rey de Aragón. Sennor, sepades que Pero Lopes de Rufas veno a mi de vuestra parte, por rason de la contienda que es entre los de Murcia e los de Orihuela, sobre rason de temrinos. E, sennor. yo fable con el Conceio de Murcia sobrello e avyniemos lo en esta guisa: que quanto en lo que es desembargado e sin contienda, que lo ayan cada unos e los otros, e que tayen lenna e pascan la yerba e que fagan carbón, assi los unos commo los otros... que lo ayan otrosi de común... fasta que vos e el rey de Castiella vos veades en uno... porque los unos e los otros finquen sin contienda... porque por todavía finquen avenidos...», GIMÉNEZ SOLER, Donjuán Manuel, n° CLXV, p. 545.

60 uuestro e de ser siempre otrosi mió amigo e en la mia ayuda» (52). Seguía Guardamar, en la parte meridional del Segura, pertene­ ciendo a la Corona de Aragón, por lo que la frontera, a partir del Acuerdo de Elche y demás pactos complementarios habidos, en abril y mayo de 1305, vino a corresponder aproximadamente al límite marítimo actual de las provincias de Murcia y Alicante, en el término de , antigua población castrense, al abrigo de un torreón o burgo medieval. Bien entendido que todas aquellas tierras, desde Orihuela a Murcia, formaban parte de sus dos res­ pectivos municipios, cuya división estaba por delimitar con preci­ sión entre ambos, originando con frecuencia fricciones concejiles entre sus vecinos (53). A partir de la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) y de su anexo complementario, el Acuerdo de Elche (1305), queda pues dividido el Reino de Murcia en dos regiones, heredando la meri­ dional su título y tradición, bajo la soberanía de Castilla, mientras que la otra, septentrional, ya conocida, seguía bajo Aragón y quedaba anexionada al Reino de Valencia, constituyendo las tierras del mismo «ultra Sexonam».

Estas tierras abarcaban en consecuencia la parte media y baja de la actual provincial de Alicante, desde el paralelo imaginario de Villena —Jijona— Villajoyosa hasta el Bajo Segura y Orihuela, incluidas, como vimos, las villas de Caudete y Jumilla, con sus correspondientes términos municipales, y que hoy pertenecen a las provincias de Albacete y Murcia respectivamente.

Jaime II incorporó administrativamente todas estas tierras al Reino de Valencia, bajo la denominación de REGNUM VALEN- TIAE ULTRA SEXONAM o Reino de Valencia allende Jijona o enllá Sexona, bajo el gobierno de un delegado del Procurador Ge­ neral de la Corona de Aragón, con el nombre de «Procurator Regni

(52) Entrega que el propio donjuán Manuel comunicaba complacido a Jaime II, tras ha­ ber recibido ya el homenaje de la propia villa de Alarcón: «el jueves que passo, dia de Sta. María de Marzo» (fiesta de la Anunciación de Ntra. Señora, 25) del año 1305, GIMÉNEZ SOLER, Donjuán Manuel, n° CXVIII, p. 314. (53) Carta del infante castellano Donjuán a Jaime II, Medina del Campo, 29, mayo 1305, GIMÉNEZ SOLER, o.c, n° CXXIII, p. 317. (54) Vid. supra not. 51 y textos aducidos.

61 Valentiae et terre ultra Sexonam» (55) y que, caso de no residir él personalmente en tierras de la delegación (56), habría que ener en ellas un lugarteniente, con sede oficial en Orihuela: «Cum intelle- xerimus utile existere nobis et dicte terre quam habernos ultra Se­ xonam locum tenentem uestri officci esse in Oriola, continué vel majori parte anni, ideo vobis dicimus et mandamus quatinus con- tituatis aliquem idoneum hominem, qui in loco predicto pro vobis exerceat legaliter atque bene officium supradictum et in ibi conti­ nué vel majori parte anni faciat residentiam personalem» (57). Creaba Jaime II con este acto la figura administrativa del Llochti- nent o Gerensvices en la que a partir de entonces emezaría a deno­ minarse Procuración de Orihuela, en el momento mismo ya de su origen, como parte integral del Reino de Valencia ultra Sexonam (58). Idéntica denominación dio Jaime II al bayle general del Reino de Valencia ultra Sexonam, a partir igualmente de la Setencia Ar­ bitral de Torrellas, por la que aquellas tierras fueron anexionadas a este Reino: «Jacobus... fideli suo Ferrario de Cortllio bajulo terre nostre ultra Sexonam» (59), siendo Ferrer Descortell el primer, bayle de la Procuración General de Orihuela del que tenemos noti­ cia, a los pocos meses de su anexión. Durante la corta duración del Reino entero de Murcia bajo la hegemonía de Aragón, tras la conquista de Jaime II (1296-1304), estuvieron gobernadas sus tierras por un Procurador General del

(55) Así denomina Jaime II al primer Procurador que puso al frente del gobierno de aquellas tierras, últimamente incorporadas a la Corona: «Jacobus dei gratia Rex Arago- num... viro nobili et dilecto Gombaldo de Entenca, Procuratori nostro Regni Valentie et terre quam habemus ultra Sexoman», Arch. Munic. de Elche (AME), Arm. 2, Códice, n° de privilegio LXXVIII, f. XCIV r. Un estudio monográfico acerca de la organización admi­ nistrativa de la Corona de Aragón, v. LALINDE ABADÍA, J., La Gobernación General en la Corona de Aragón, Madrid-Zaragoza 1963, pp. 35-37, 102-105; ID., La Corona de Ara­ gón en el Mediterráneo medieval (1229-1479), Zaragoza 1979, pp. 128-136. (56) Como en el caso del primer Procurador General aludido, Gombald de Entenza, que, ejerciendo a la sazón el cargo de Procurador General del Reino de Valencia, pasó a desem­ peñar, además de aquél, el gobierno de las tierras ultra Sexonam, incorporadas por Jaime II a aquel reino. Vid. nona precedente y referencia bibliográfica, no pudiendo residir por ello de modo habitual fuera de Valencia. (57) AME, Arm. 2, Códice, n° LXXVIII, fol. XCIV. (58) Sobre los papeles y jurisdicción del Llochtinent o lugarteniente del Procurador Gene­ ral del Reino de Valencia ultra Sexonam o Procuración de Orihuela, vid. LALINDE' ABADÍA, La Gobernación General..., pp. 102-105.

62 Reino de Murcia (60), así como por un bayle general del mismo (61), siendo este último Ferrer Descortell, el mismo fiel servidor de Jaime II que ostentara el cargo, por última vez, de Bayle General del Reino de Murcia, y ahora el primero que representó igual car­ go, con la nueva denominación de Bayle del Reino de Valencia ultra Sexonam (62). Y era Orihuela el lugar obligado de residencia para uno y otro altos funcionarios reales, originando con ello la de­ nominación que se acuñaría en breve de Procuración de la Bailía General de Orihuela.

A partir del fallo arbitral de Torrellas (8 agosto 1304) y de la fecha tope de «integración» o «restitución» de las tierras asignadas a la correspondiente jurisdicción de Castilla o Aragón respectivamen­ te (18 octubre del mismo año), que estudiamos en líneas anteriores

(59) Así denominaba también el Consell de Elche ante Jaime II, por carta del 25 de marzo de 1306, al primer Bayle General de las tierras meridionales del Reino de Valencia enea, escribiendo desde Elche: «...nos volguessets atorgar Voset, Sennor. trameser nostra carta al feel vuesto en Eerrer Descortell, Baclle de la térra vestra deca Sexona» o Procuración y Baylía Generales de Orihuela, ACÁ, Cartas RR. Diplo. Jaime II, Caj. 13, n° 2652, ori­ ginal e inédita. Vid. además carta de Jaime II a Ferrer Descortell, con fecha del 10 sept. 1305, en Barcelona: «Fideli suo Ferrario de Cortilio, Bajulo terre nostre ultra Scxo- man», ACÁ, Reg. 203. fol. 63 r., bayle general de la Procuración de Orihuela, a quien el monarca aragonés, igual que en el caso de Procurador General, Gombald de Entenza. lo confirmó en el cargo, a partir de la Sentencia Arbitral de Torrellas, 1304, asociándole a su competencia la baylía general de la Procuración de Orihuela, recién creada. (60) El primero fue su propio hermano, Jaime Pérez: «Nosjacobus Rex Aragonum... Jaco- bo Petri fratri suo Procuratori Regni Murcie Generali», Librilla. 31 mayo 1296. ACÁ. Reg. fol. 114 r.: y el último, hasta la Sentencia Arbitra] de Torrellas (8 de agosto 1304) y la fecha asignada límite para la devolución de las tierras repartidas, el 18 octubre de 1304. 6 «diem integrationis» en la fiesta de S. Lucas (ACÁ, Cartas RR. Dipl., Caj. 10, n" 2045, Ta razona, 17 y 18 agosto 1304) fue Pedro de Monteagudo, Carta de Jaime II «...dilecto et fideli suo Petro de Monte Acuto, Procuratori Generali nostro Regni Murcie», ACÁ, Cartas RR. Dipl., n° 2045, escrita en Tarazona , 17 agosto de 1304, siendo puesto en esta cargo a raíz de aquella fecha, 1304 post 18 de octubre, San Lucas, Gombald de Entenza, que lo era a la sa zón ya Procurador General del Reino de Valencia y a partir de entonces lo sería también de las tierras ultra Sexonam, vid. not. 55 y 56. (61) fue el primero Bernat Colomet: «Jacobus... fideli suo Bernardo Colometi Bajulo Regni nostri Murcie Generali», Sitio de Elche. 29 junio 1296, ACÁ, Reg. 340. fol. 218 v.; y el último, con aquella denominación, Ferrer Descortell: «Nosjacobus... dilecto et fideli Ferrario de Cortilio, Bajulo nostro Generali Regni Murcie», ACÁ, Cartas RR. Diplo., Caj. 10, n° 2045, Tarazona, 17 agosto 1304, quien a su vez, sría relevado del cargo de Bayle General del Reino de Murcia, por haber pasado éste a la soberanía de Aragón, en virtud del fallo arbitral de Torrellas, y puesto al frente de la nueva Procuración General de Orihuela, en el oficio supremo de su Bayle General de las tierras del Reino de Valencia ultra Sexo­ nam, vid. supra, nota 59. (62) Vid, supra, notas 60 y 59, con sus textos correspondientes.

63 (63), Jaime II se entregó de lleno a la obra más transcendente que la primera de restauración material y remodelación y organización administrativa de los lugares y gentes recientemente incorporados por él al Reino de Valencia. No se olvide que la guerra civil de un octenio (1296-1304) había producido sus daños materiales y numerosas ruinas, viéndose impe­ lido ahora el monarca a proceder a su restauración material, auto­ rizando al bayle general de la Procuración de Orihuela, Ferrer Des- cortell, que dedique parte de las rentas percibidas, por ejemplo, co­ mo en el caso de Elche, a la urgente reparación de sus muros: «Noveritis quod Nos attendentes muros ville nostre Elchij in parte dirutos esse, sic quod refectionem et reparationem etiam indigere, taliter... duximus ordinandum... de redditibus nostris Elchij ad opus refectionis... mille solidorum regalium tribuantur et quod no­ mines ipsius loci... prestent quadringentos solidos ejusdem mone- te... singulis annis» (64), medida que aplicaría indistintamente a todos los lugares venidos últimamente a su obediencia y jurisdicción (65). La segunda tarea de remodelar administrativamente estas tierras fue todavía más ardua y mayor. Aparte la división administrativa de estas tierras, enmarcándolas en el Reino de Valencia, dentro de una Procuración General ultra Sexonam o de Orihuela, de lo que ya hablamos (66), con un Procurador y un Bayle General y sus res­ pectivos Llochtinents, con residencia obligada en esa villa, proce­ dió a dotar a sus gentes de fueros y franquicias, para captarse su le­ al servicio y sumisión, confirmándoles los primitivos, cuando éstos tenían lugar. El número de privilegios otorgados en este sentido por Jaime II a las villas de Orihuela, Alicante, Elche y Guardamar, por mencionar las más importantes de la Procuración Oriolana, es muy amplio y tenemos ya a punto para la imprenta la Colección General de los mismos.

(63) Vid supra, not. 60. (64) Carta de Jaime II al bayle general del Reino de Valencia ultra Sexonam, Ferer Des- cortell, Barcelona, 10 sept. 1305, ACÁ, Reg. 203, fol. 63 r. Igualmente en otra carta al mis­ mo destinatario, Valencia, 18 enero 1308, AME, Arm. 2, Códice, n° LXXIII, fol. LXXV v. (65) Por ejemplo, Orihuela, 11 mayo 1296, AMO, lib. de Privilegios, 2588, fol. 18 v. (66) Vid. supra, notas 55-61.

64 Numerosas fueron asimismo las exenciones o franquicias emana­ das a favor de estos concejos y de sus vecinos, cuidando de primar siempre la propia producción vinícola en Elche, por ejemplo, contra toda importación extraña (67), y protegiendo la propia, co­ mo en el caso de Orihuela, durante casi todo el año, hasta la fiesta de San Juan (24 junio), prohibiendo la importación de caldos extra­ ños hasta esa fecha (68), eximiendo del censo tributario de lezda y portazgo por las tierras de toda la Corona a las gentes de estos luga­ res, sin discriminación alguna entre cristianos y judíos y sarracenos (69), y penando seriamente a los infractores de tales fueros (70). Delimita Jaime II también la competencia judicial en las causas contenciosas y criminales ante el Bayle General de la Procuración de Orihuela, que deberá entender en las que surjan entre judíos y sarracenos, entre sí (71), y el Justicia local de Orihuela, de cuya in­ cumbencia habrán de ser las surgidas entre cristianos y sarracenos- judíos (72); autoriza por ello al referido bayle general a la erección de una cárcel en la villa, a expensas de la Corona (73), y exime de toda demanda e inquisición, contra la gestión de sus cargos públi­ cos, a los Justicia y Bayles locales de Orihuela (74), en beneficio de su mayor autoridad y más firme gobierno.

Pero a la empresa que dedicó Jaime II más esmerada entrega fue la obra de la compilación de normas y fueros, por los que habría de gobernarse la Procuración General de Orihuela, deseoso de prove­ erla de un FUERO que viniera a constituir como la Carta Magna, que satisficiese lo mejor posible a todos sus moradores.

(67) Carta de Jaime II al Consell de Elche, dada en Elche a 8 de febrero 1307. AME, Arni. 2. Códice, n" LVI, fol. LVI v. (68) Carta de Jaime II al Consell de Orihuela. Valencia. 1 7 de enero 1308. AME. Arm. 2. Códice, n° LXXX. fol. XCVI v. (69) ACÁ. RG. 340. fol. 240 v. 241 r.; fol. 280 v.; fol. 283 v. 284 r. (70) ACÁ. Rg. 340, fol. 285 v., Alicante. 8 agosto 1296; AME. Arm. 2. Códice, n" LX- XIX. fol. XCV v., Carta de Jaime al bayle general, Ferrer Descortell. Valencia, 17 enero 1308. (71) Carta de Jaime II a Ferrer Descortell. Valencia. 17 enero 1308, AME., Arm. 2. Códi­ ce, n° LXXXI, fol. XCVII v. XCVIII r. (72) Carta de Jaime II a Ferrer Descortell. Valencia. 18 enero 1308. AME. Arm, 2, Códi­ ce, n° XLVI, fol. LVI r. (73) Carta de Jaime II a Ferrer Descortell, Valencia, 10 junio 1308. AMA (Arch. Munic. de Alicante), Arm. 5, lib. 48. fol. 39 r. (74) ACÁ, Rg. 205. fol. 170 v. y fol. 173 r. v.. carta de Jaime II. Valencia. 10 de junio de 1308. al Consell de Orihuela.

65 A este propósito, ante la petición que le hiciera llegar el Consell de Orihuela, de los deseos que abrigaba de cambiar la denomina­ ción del Fuero de Murcia, por el que se venían gobernando, por el de Fuero de Orihuela, Jaime II les hace saber por medio de los procuradores concejiles enviados, que, teniendo un Fuero muy aceptable y suficiente (75) el Reino de Valencia, sería su mayor de­ seo que se acogiesen a él y lo aceptaran como propio, dejando a sal­ vo los fueros peculiares de que vienen disfrutando hasta la fecha. Y que celebraría mucho el que se aviniesen a este común acuerdo los tres municipios de Orihuela, Elche y Alicante: «Jacobus... vobis res- pondendo significamus, quod, quia Forus Valentie est satis Forus acceptabilis et sufficiens, placeret Nobis quod vos et alie universita- tes terre nostre ultra Sexonam, Forum ipsum Valentie haberetis, privilegiis vestris salvis. Quare volumus et mandamus quatinus una cum Conciliis Alacantis et Elchii super habendo dicto Foro Va­ lentie conveniatis ac etiam conferatis. Et habita collacione super eo, curetis Nos inde reddere cerciores» (76).

Con este fin, encomendó Jaime II al bayle general de esta Procu­ ración de Orihuela, Ferrer Descortell, que explanase lo mejor po­ sible al Consell de esta villa y demás lugares referidos el pleno con­ tenido del Fuero de Valencia, al objeto de que entendieran la con­ veniencia de aceptarlo como propio y norma legal superior a la que amoldar sus actos y costumbres. Y que estuvieran seguros de que su aceptación, en modo alguno les acarrearía mayores cargas fiscales en tributación de cabezaje, como alguien dolosamente se había en­ cargado de hacerles creer, sino, todo lo contrario, ya que gozarían de mayores honores y favor regio (77). Les rogaba por último que le hicieran llegar una comisión de hombres expertos en defensa de sus intereses y fueros, para negociar con ellos la ventaja de implantar, como norma suprema legal, los Fueros de la ciudad y Reino de Va­ lencia, para la Procuración de Orihuela (78), ya que su aceptación

(75) «quia Forus Valentie satis forus aceptabilis est et sufficiens», Carta de Jaime II al Consell v universidad de Orihuela, Valencia, 18 enero 1308. AME, Arm2, Códice, n° LXX XII, fol. XCVIII v. XCIX r. (76) Ibid. (77) Carta de Jaime II al Consell de Orihuela, Valencia, 29 abril 1308, AMA, Arm. 5, lib. 48, fol, 38 v. (78) Ibid.

66 no entrañaría nunca la pérdida de los fueros anteriores, sanciona­ dos expresamente con anterioridad por el propio monarca: «Cum Nos loca predicta de Alacant, de Elchio, de Oriola, de Guardamar et aliorum locorum terminorum suorum, Regno nostro Valentie univerimus et ea de ipso Regno ulterius censeri velimus ac habi­ tantes et habitaturos in eisdem per Foros Valentie judicari, excep- tis in aliquibus contentis in privilegiis per nos concessis hominibus supradictis» (79), dejando siempre, en consecuencia, bien a salvo cuantos fueros y gracias les hubieran otorgado de modo explícito anteriormente. Por aquella fecha del 17 de junio de 1308 se habían solventado ya todas las diferencias apuntadas, entre los concejos de las villas refe­ ridas y el monarca, por lo que éste ya pudo emanar el acta de ane­ xión formal de aquéllas al Reino de Valencia y promulgar los Fueros de éste en la Procuración General de Orihuela, con la expre­ sa relación de los fuerosn, buenos usos y costums propios locales, que habrían de respetarse y seguirse siempre en cualquier colisión eventual de unos y otros derechos. En cuatro provisiones reales, destinadas respectivamente a Orihuela (80), Alicante (81), Elche (82) y Guardamar (83), pro­ mulgó Jaime II, con fecha del 17 de junio (la primera, del 25 del mismo mes la segunda y tercera, y del 25 de julio la cuarta) del año 1308, el acta solemne de su anexión formal al Reino de Valencia, con la obligación consiguiente de regirse por sus Fueros en los actos judiciales, salvo los casos concretos expresados. Por tratarse de un texto, sustancialmente idéntico en las cuatro provisiones reales, reproducimos en Apéndice el de Orihuela, por

(79) Carta de Jaime II al Procurador General del Reino de Valencia ultra Sexonam, Gombald de Entenza, y a su Tinentlloch en Orihuela, Pedro López de Rufas. Valencia, 17 junio 1308, AME, Arm. 2, Páginas de Oro, n° 57, Privilegio 10. (80) ACÁ, Rg. 205, fol. 170 r.-V.; AMA, Arm. 1, lib. 3, fols. 283 r.-284 v; AMO (Orihuela), Ms. 2588 (Cartulario s.XV) fols. 26 v.-28 v.; AHN, Ms. 1368 B, fols. 52 v.- 55 r. (81) ACÁ, Rg. 205, fol. 172 v.^173 v.; AMA, Arm. 16, Caj. 1, n° 2, Traslado notarial del a. 1369 (Vid. Apéndice III). La versión castellana que ofrecemos al final es de este trasla­ do, por añadir a la riqueza del contenido del texto, el peculiar interés de sus protocolos y es catocolos; B. Universidad Valencia, Lib. de Privilegios, sin sign., fols. 150 r. —151 v. (82) ACÁ, Rg. 205, fol. 188 v. —189 r. Registro en muy mal estado de conservación e im­ posible lectura en muchos puntos. (83) ACÁ, Rg. 205, fols. 188 V.-189 r.

67 ser el primero de todos y que sirvió como de patrón para los demás, luego el de Guardamar, por ser más reducido y remitirse en muchos puntos al de Alicante, de los que se hace vocero, sin reproducirlos textualmente, por lo que ofrecemos la versión nuestra castellana de éste al final, al objeto de presentar la Carta Magna de la Procura­ ción General de Orihuela en su marco textual mejor posible. Anticipamos, en extracto tan sólo, los puntos fundamentales co­ munes, subrayando las leves diferencias peculiares, existentes entre los mismos. Tras presentarse el monarca a sus destinatarios, los vecinos de las cuatro villas mencionadas, en un largo prólogo-arenga del protoco­ lo, como campeón de la justicia y de la paz de sus pueblos, en la búsqueda de su mayor servicio y prosperidad, procede a sancionar formalmente la incorporación oficial de todas aquellas tierras, últi­ mamente sometidas por él a su Corona, al Reino de Valencia, «de suerte que en virtud de esta Provisión real perpetua las villas y luga­ res de Alicante, Orihuela, Elche y Guardamar, se consideren parte ya del Reino de Valencia y dentro del mismo y que todos sus habi­ tantes se gobiernen y rijan en lo sucesivo y se sirvan de los Fueros de aquel Reino». (84). Y puntualiza más aún, señalando que se apliquen de ahora en adelante los Fueros del Reino de Valencia «tanto dentro como fuera del ámbito judicial, así en los contratos, como en cualquier otro negocio, de forma que se gobiernen a partir de ahora por dichos Fueros de modo exclusivo, en todos los casos, deseos, cuestiones, demandas, litigios y demás negocios que surjan de todo tipo, salvo en los casos concretos que se citan expresamen­ te» (85). Y a continuación presenta los casos excepcionales en que podrán apartarse de la norma general de los Fueros valencianos y atenerse a los usos y costumbres regionales, a que hubiere lugar, siempre y cuando éstos se hallaren sancionados por el monarca, y ellos, por su parte, desearan mantenerlos en vigor y ajustarse plena­ mente a los mismos (86). Las costumbres, buenos usos o costums regionales aludidos y san­ cionados anteriormente por Jaime II, se reducen a los diez asuntos o

(84) Vid. Apéndice I y III. (85) Vid. Apéndices I, II y III. (86) Ibid.

68 casos concretos siguientes: 1. — El salario anual del Justicia no será el común asignado en los Fueros de Valencia, sino peculiar en cada villa y lugar, por este or­ den: 800 sueldos reales valencianos en Orihuela, y 400 su asesor jurídico. 600 sueldos reales valencianos en Alicante, y 300 su asesor jurídico. 500 sueldos reales valencianos en Elche, y 300 su asesor jurídico. 350 sueldos reales valencianos en Guardamar y 150 su asesor jurídico. 2.— La multa o calonia contra los convictos de reclam o apela­ ción (87) será no de 1/4 o «pena del quart» de la suma adeudada, sino de 1/10, un diezmo, mucho más benigna (88). 3. — La denuncia contra la esposa, por adulterio, será válida so­ lamente cuando sea formulada por el propio marido (89). 4. — Que en la elección de los cargos y oficios de la administra­ ción y gobierno municipal participen tan sólo los vecinos de los re­ feridos lugares y que tengan parte en ello también individuos del sector nobiliario pero no del clerical (90). 5.— Libre facultad de seguir sirviéndose de la tahulla, como medida agraria propia, para la división de sus tierras y deslinde de sus términos (91). 6. — Libre acción de compra-venta entre los caballeros y vecinos de a pie de los cuatro referidos lugares, de cualquier tipo de bienes raíces, debiendo excluirse a los clérigos, como adquirentes, contra lo establecido en los Fueros del Reino de Valencia, que vedaban ha­ cerlo también a los caballeros (92). 7. — Facultad del Justicia de estos lugares de absolver de las calo- nias y perdonar las sanciones fiscales, al igual que el Justicia de Va­ lencia (93). 8. — Prohibición al Procurador del Reino de Valencia ultra Se­

is?) Vid. supra notas 80, 81, 82 y 83. (88) Ibid., Apéndice I, II y III. (89) Ibid. (90) Ibid. (91) Ibid. (92) Ibid. (93) Ibid.

69 xonam y a su Llochtinent de inmiscuirse en los asuntos y negocios de las villas referidas, de modo distinto a como acostumbra hacerse en la ciudad de Valencia (94). 9.— Sanción de la pena capital para los ladrones convictos de colmenas (95). 10.— Que la venta de bienes inmuebles para la curia o admi­ nistración local, tras demanda de sus acreedores, vaya precedida siempre de una valoración aproximada por encima de los cien suel­ dos reales y se efectúe, a requerimiento del Justicia local, al mejor postor, por encima de aquella suma inicial (96). Entre las diferencias notorias y peculiares a destacar en los cuatro lugares reseñados, queremos recordar, aparte las referentes al sala­ rio anual del Justicia concejil y de su Asesor jurídico, en manifiesta proporción descendente a la menor relevancia de sus municipios, una tercera, concerniente a la erección de cárceles comunales en Orihuela y Elche, a expensas de la Corona (97), buscando en todo ello garantizar al máximo la paz y orden público ciudadanos.

Por último, a los seiscientos setenta y cuatro años de la promul­ gación de este Acta de anexión formal de las tierras meridionales alicantinas al Reino de Valencia y de la colación de sus Fueros a las mismas, cobra particular actualidad aquella efemérides, en un marco del más profundo sentido autonómico, al proclamar Jaime II, en forma contundente, que la referida implantación de Els Furs en la Procuración de Orihuela, no conlleva en modo alguno la de­ rogación de sus peculiares fueros, usos consuetudinarios y costums vigentes hasta la fecha: «Diponemos, sin embargo, sanciona el mo­ narca, que los fueros otorgados, concedidos o confirmados por nos hasta el presente, se mantengan en su pleno vigor, aun cuando se disponga en ellos algo contrario a los Fueros del Reino de Valencia, siempre y cuando los vecinos de Orihuela, Alicante, Elche y Guar- damar prefieran continuar ajustándose en la celebración de sus

(94) Ibid. (95) Ibid. (96) Ibid. (97) Vid. supra notas 80 y 81.

70 juicios y demás actos públicos al dictamen establecido en aquéllos» (98). Quería dejar, como se ve, bien en claro que no era en modo alguno su voluntad derogar o contravenir en lo más mínimo los fueros, gracias y demás favores otorgados por él o bien confirmados con anterioridad a los lugares referidos (99), dentro del marco ge­ neral de Els Furs en vigor para todo el Reino de Valencia. Gesto éste de importancia singular, por constituir un elocuente testimonio documental de primer orden, acerca de los nobles prin­ cipios autonómicos, que inspiraba el IDEARIO POLÍTICO de Jaime II, tan bellamente plasmado en la CARTA-MAGNA o Pro­ visión Real Perpetua, que hoy ofrecemos, de la inserción formal de las tierras meridionales alicantinas en el Reino de Valencia y cre­ ación consiguiente de la PROCURACIÓN DE ORIHUELA.

(98) Ibid.; A MI-.. Arm. 2, Páginas de oro, n° 57, Privilegio 10: «...exceptis in aliquibus contentis prñilegiis per Nos concessis habitatoribus supradictis (locorum de Alacant, de Elchio, dr Olióla et de Guardamar) de quibus per eadem poteritis liquide informan»; y aña­ de Jaime 11 a Gombald de Enteriza, su Procurador General en el Reino de Valencia ultra Se- xonam, en carta del 25 de junio de 1308, que se mantengan inviolablemente cuantos favores y buenos usos les han sido confirmados en anteriores fueros: «...salvis iis quae in dictis privi- legiis inveneritis exceptata», ibid., sin que ello obste de ninguna manera a la implantación general de los Fueros del Reino de Valencia para todas sus tierras y gentes, mantenidas, cla­ ro está, las salvedades pertinentes ya referidas. (99) Vid. Apéndice IV.

71 ANEXO I

1308, junio 17, Valencia. Carta-Privilegio de Jaime II a la villa de Orihuela por el que la anexiona al Reino de Va­ lencia y otorga la facultad de servirse de todos sus fueros, respetándole, sin embargo, la li­ bertad de seguir disfrutando en adelante de ciertos usos regionales y costumbres antiguas, que enumera y expone expresamente. ACÁ, Reg. 205, fols. 170r 170v. In dei nomine. Nouerint uniuersi quod Nosjacobus dei gracia Rex Aragonum, Valencie, Sardinie et Corsice ac Comes Barchinone, digna/ consideratione pensantes quam proprium quamque necessarium Regibus inest, ceterisque mundi pricipibus populis sibi subditis sic in/ pacifica justicie semita tenere quietos sicque in prosperitate ac in tranquilitate solicitudi- ne regia conuenerit ordinari, ut ab/ eis erradicatis uiciis, plantatis uirtutibus, tam Regi Re- gum, tam suis subditis quam sibi per uiam rectitudinis ambulantes/ jura sua sicut cuilibet conuenit reddenda persoluant. Considerantes etiam quantum nos utilitates subditorum nostrorum tenemur cura/ peruigili, sicut nobis ab alto conceditur, procurare, hiis rationi- bus excitati, habito super hiis diligenti tractatu et deliberatione consilii/ plenioris preambu- la supplicacione instanti et conmuni consensu dilectorum et fidelium nostrorum militum et aliarum personarum generosarum, necnon/ aliorum uniuersorum habitantium in locis de Alcant, Elchio, Oriola et de Guardamar et suis terminis que ad jus et dominacionem nostram/ deo propitio peruenerunt, loca ipsa et quelibet ex eis cum ómnibus eorumdem pertinenciis, prout melius et plenius nos eadem possidemus et regie/ jurisdiccioni ac domi­ nio pertinere noscuntur, Regno nostro Valencie prouisione perpetua adhunimus, et ex nunc loca ipsa dicto Regno adhu/ nata existere uolomus, precipimus ac censemus, sic ut de cetero loca predicta et quodlibet eorum sint in Regno et de Regno Valencie et habitantes/ in eis juxta foros Regni Valencie, abjectis alus foris, quibuslibet, tam in judiciis quam extra, tam in contractibus quam alus quibuslibet negociis/ judicentur dictisque foris Regni Valencie utantur in ómnibus causis, placitis, questionibus, terminacionibus ac ómnibus negociis eorundem saluis hiis/ que inferius continentur. Priuilegia tamen sua per nos eis indulta, concessa uel confirmata, juxta usum eorum in suo robore uolumus permanere, eciam/ si fuerint contra foros, sane uolentes dictos habitatores Oriole fauore et gracia prosequi spe- ciali, ad eorum humilem supplicacionem cocedimus eis cum hoc/ presentí priuilegio perpe­ tuo ualituro quod Justicia Oriole de cetero habeat et recipiat anno quolibet pro labore et sa­ lario sui officii ex calonijs curie loci ipsius ocetingentos solidos regalium Valentie et assessor eiusdem pro suo salario et labore quadringentos solidos monete eiusdem. Insuper/ autem concedimus dictis habitatoribus Oriole presentibus et futuris quod licet iuxta forum Valen- tic conuictus de retroclamo incidat penam/ quarti, ipsi tamen et sui successores non tenean- tur nec compelli possint premissa ratione ad soluendem pro pena predicta nisi partem decimam/ prout inde actenus usi fuerunt. Ordinamus etiam, uolumus et jubemus quod fe- mine coniugate in dicta uilla habitantes et habitature, que de/ adulterio sint uel fuerint sus- pecte non possint ab alijs nisi a uiris propriis de ipso adulterio solummodo acusari. Ordina­ mus etiam, uolumus/ et mandamus de procuratorum militum hominum de paratge et aliorum habitatorum Oriole, communi consensu, necnon de cetero electores officiorum dicte/ ville et officia perpetuo fiant per homines dicte uille tantummodo et per eosdem no­ mines uille ipsius etiam aministrentur, regantur et exerceantur/ ñeque huiusmodi electioni- bus aut officijs uel ammjnistrationibus adsint milites uel persone generóse predicte. ítem uolumus ac etiam ordinamus quod habitantes/ presentes et futuri super diuisione terre ter- minorum eius uti possint quadam reste, certam habente longitudinem, que uocatur taffulla qua/ actenus usi fuerunt, non obstante quod per forum Valentie térra diuiditur alieter et metitur. In alijs uero rebus, pensis et mensuris utantur/ habitatores prelibati prout in Ciuitate Valentie utitur eis. ítem uolumus ac etiam in perpetuum ordinamus quod in uilla predicta Oriole sit/ de cetero carcer noster specialis in quo capti et crimynales detineantur per custodem legalem a nobis assignandum, qui quidem custos habeat/ pro suo. salario et la­ bore id quod alij qui capti in posse eius extiterint pro carcellagio soluere teneantur/ prout est de foro Regni/ aut priuilegio Ciuitatis Valentie in Ciujtate ipsa obseruandum seu etiam

72 usitatum. ítem concedimus habitatoribus uille predicte presentibus/ et futuris, quod licet in foro Valentie caueatur quod homines nostri nequeant uenderc possessiones suas mililibus at- que sanctis, tamen mi/ lites et alie persone generóse, que tamen non sint ecclesiastice ue] rc- ligiose, possint emere uel alias habere iusto titulo ab hominibus/ nostris dicti loci posses­ siones quas dicti homines nostri alienare uoluerint. Similiter dicti nostri homines a personis militaribus possent possessio/ nes habere et emere pari modo sicut est hactenus fieri con- suetum. ítem uolumus et concedimus habitatoribus dicte uille quod justicia loci ipsius/ qui ulterius pro tempore fuerit, possit faceré remissione caloniarum, sicut Justicia Valentie hoc faceré potest et est hactenus usus eis/. ítem ordinamus quod procurator noster Regni Valen­ tie uel eius uices gerens de negociis dicte uille Oriole se jntromittere non possit aliter/ quam de negocijs Ciujtatis Valentie et aliorum locorum Regni eiusdem. ítem statuimus et ordina­ mus perpetuo quod quicunque de die uel nocte/ furatus fuerit culmenas et ei probatum fuerit ultimo supplicio absque aliquo remedio condempnetur. ítem statuimus perpetuo quod super/ uenditionibus bonorum stabilium faciendis per curiam ad instantiam credito- rum fiat extimatio ultra centum solidorum Regalium Valentie de/ mandato Justicie dicti lo­ ci et a centum citra uendantur bona precio quo potuerint meliori. Ut autem predicta omnia et singula/ maiorj et sollempniori gaudeant roboris firmitate, juramus in anima nostra per deum et eius sancta quatuor euangelia, manibus/ nostris corporaliter tacta, quod predicta omnia et singula tenebimus et obseruabimus ac faciemus perpetuo jnuiolabiliter obseruari. Mandantes/ itaque per presens priujlegium nostrum procuratoribus et eorum vices gerenti- bus, bajulis, justicijs et uniuersis aüjs officialibus et subditis/ nostris presentibus et futuris, quod premissa omnia et singula firma habeant et obseruent ac faciant jnuiolabiliter obse­ ruari et non/ contraueniant nec aliquem contrauenire permittant aliqua ratione. Jn memo- riam autem rei huius perpetuam presentem cartam jnde fieri/ jussimus, bulle nostre plum- bee munimine roboratam, Data Valentie décimo quinto kalendasjulij. armo domini millesi- mo trecentessimo octauo/. Signum (signo real)Jacobj dei gratia Regis Aragonum, Valentie, Sardine et Corsicc ac Co- mitis Barchinone/. Testes sunt qui ad hec presentes fuerunt: Gundisalbus Garcia, Guillelmus scribe repositarius/ Nobilis Jacpertus de Queralto, Artaldus de Azlor, consioliarij domini Regis, et Petrus Martini. scriptor prefati domini Regis/, Petrus Marti thesaurarius eiusdem/ . Clausa fuit per Bernardum de Auarsone, notarium domini Regis mandato eiusdem, . (1). (1) Transcripción efectuada directamente sobre el Registro Gratiarum de Jaime II, ACÁ, Reg. 205, fols. I70r-170v.

ANEXO II

1308, junio 25. Valencia. Carta de Jaime II al Procurador General del Reino de Valencia ultra-Sexonam, don Gombaldo de Entenca, y a su Portant-Veus, don Pedro López de Rufis, así como a losjusti ticas y demás oficiales de la Corona en los lugares de Alacant. Elche, Guardamar y Orihuela y todos sus términos, para urgirles la aplicación de los fueros de Valencia a todas las causas criminales y civiles, sin tener en cuenta los fueros allí vigentes con anterioridad, salvo aquéllos expresamente exceptuados en los privilegios que él les otorgara hasta la fecha. AME, Arm. 2, Páginas de Oro, núm. 57, Privilegio 10. Tomado de una copa notarial efectuada por el protonotario y regente del Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, a 20 de abril de 1607, don Michael Johannes Amat, que lo transcribió del «lib. VIIII Serenissimi domini Jacobis Secundi divi nominis Regis Arago­ num Gratiarum» (Registro de Cancillería), según reza el escatocolo del referido traslado. Jacobus Dei gratia rex Aragonum, Valentiae, Sardiniae/ et Corsicae ac Comes Barchino­ ne nobili et dilecto Gomballo/ de Entenca, Procuratori Regni Valentiae et Petro Lupi de Rufis/ tenenti locum eius in parte dicti Regni, ac Justiciis et alus officialibus/ locorum de Alacant, de Elchio, de Oriola et de/ Guardamar ac aliorum locorum terminorum suorum, salutem/ et dilectionem. Cum nos loca praedicta regno nostro Valentiae/ univerimus et

73 ea de ipso regno ulterius censen velimus ac/ habitantes et habitaturos in eisdem per foros Valentiae iudicari/, exceptis in alquibus contentis in priuilegiis per nos concessis/ habitato- ribus supradictis, de quibus per eadem priuilegia poteritis/ liquide informan. Idcirco vobis et vestrum cuilibet dicimus et/ mandamus, quot abiectis foris alus quibuscunque, deinceps foris/ Valentiae utamini in ómnibus discussionibus causarum ac/ terminatíonibus earun- dem. Et in ómnibus alus negociis, quae per/ foros possint aut debeant terminari, saluis iis, quae in dictis/ priuilegiis inveneritis exceptata. Datum Valentiae, séptimo kalendas Julii/ am» domini millesimo trecentesimo octauo/. Fuit duplicata, quarum una tradita fuit nun- ciis Alacantis et altera nunciis Elchii (1). f (1) El protoríotario referido, Amat, efectuó dos traslados de esta carta real, con destino respectivamente a Elche y Alicante, habiéndose cursado las copias referentes a Guardamar y Orihuela, ocho días antes, el 17 de junio del mismo año 1308.

ANEXO III

1308, julio 25. Valencia. Privilegio de Jaime II al concejo de GUARDAMAR por el que sanciona su anexión formal al Reino de Valencia y amplía los fueros, libertades y franquezas que le otorgara anterior­ mente su prodecesor en el Reino de Murcia, Alfonso X el Sabio, confirmando de nuevo su carta-privilegio. Le extiende así mismo los privilegios y gracias que diera antes a la villa de Alicante y se los amplía y ratifica igualmente. ACÁ, Reg. 205, fol. 188v-189r. ' Registro en muy mal estado de conservación e imposible lectura en ciertos términos que hay que descifrar por el contexto. El vocablo que transcribimos dudoso va seguido de un in­ terrogante (?) entre paréntesis. Nouerint uniuersi quod nos Jacobus dei gratia Rex Aragonum, etc. Considerantes quod super adhunationem quam nuper/ ad utilitatem et suum profectum et tranquillum ani- mum super habitantium in locis d'Alacant, de Elchio, de Oriola et/ de GUARDAMAR ac terminis suis qui ad jus et dominationem nostram deo propitio peruenerunt, Regno nostro/ Valentie confecimus de locis predictis et quibuslibet ex eís cum ómnibus pertinentijs eorun- dem, priuilegium nostre mages/ tatis sigillo munitum habitatoribus dicti loci d'Alacant con- cessimus ac jussimus ampliari, in quo ob ipsorum (?) fa/ uorem et gratiam quibusdam eis­ dem habitatoribus Alacantis tam presentibus quam futuris concessimus ac ordinauimus et/ statuimus jnter eos perpetuo obseruanda, prout per prefati priuilegii tenorem omnia et sin- gula per nos dictis habita/ toribus Alacantis concessa, ordinata et statuta plenius et largius colliguntur ac pressius (?) deriuantur (?). Considerantes (?) in/ super quod proparte habita- torum loci predicti de GUARDAMAR, nobis post predicti priuilegii confirmationem (?) et eorum/ concilij suplicationem et etiam (?) cum habitatores ipsi populare in jam dicto loco ffecissent (?), ad foros, priuilegia, libértales et usus loci predicti d'Alacant ex largitione jllustris Alffonsi bone memorie Regis Castelle super (?) quo in cancellaria nostra pro parte ipsorum habitatorum quoddam priuilegium ostensum extitit, bulla/ predicti Regis plúmbea roboratum, jn quo Rex ipse dedil Consilio, Concilio et populatoribus dicti/ loci de GUAR­ DAMAR, qui tune ibi erant et essent in cassa et tenencijs (?) quibus sui maiores domicilia/ popolare com suis corporibus et cum uxoribus et ffilijs uel cum sua ffamilia semper mora- rentur ibidem/. Forum quod habent Concilium de Alacant et omnes franquitates quas ha- bent ipsi d'Alacant compleuimus (?)/ in ómnibus que eis date fuerant per eiusdem Regis priuilegia atque cartas. Dignaremur (?) ante prelibatum (?) priuilegium nostrum (?) predic­ tis habitatoribus Alacantis concessum, eisdem habitatoribus de GUARDAMAR concederé atque daré/ ea (?) pari liberalitate presertim (?) ex alijs quas bene (?) ipsi homines de Ala­ cant actenus fecerant (?) et gaudebant. Idcirco nos Jacobus dei gratia Rex predictus suplica- tioni suprascripte condescendentes benigne uolentes prosequi (?) habitatores/ prefatos de GUARDAMAR benignitate sólita in suis libertatibus tenere quietos eosque Regia munificentia/ gracijs et fauoribus prosequi et amplecti. Cum presentí priuilegio nostro, gTa- tia et ex certa scientia per nos et nostros procuratores etiam (?) concedimus uniuersis et sin-

74 gulis habitatoribus (?) in (?) predicto (?) loco (?) de GUARDAMAR prescntibus et futuris omnia/ et singula que iam (?) prefatis (?) habitatoribus Alacantis nouiter in prefato priuile gio data et concessa, ordinata et statuta fuerant (?)/ prout melius et largius et plenius in eodem priuilegio continetur. Jta quod habitatores ipsi de GUARDAMAR tam/ presentes quam futuri habeant ea omnia et singula in ipso priuilegio expressa et utantur perpetuo eisdem/ in ómnibus et singulis plenissime sicut in sepedicto priuilegio sunt jnscripta, hoc so- lum excepto quod Justicia/ loci dicti de GUARDAMAR prorsus (?) uel (?) qui (?) pro causa (?) criminali (?) et Ciuili (?) non habeat pro suo salario ipsius officij nisi/ trescentos Quin- quaginta solidos et assessor eiusdem Centum Quintuaginta solidos anno quolibet et non ultra ipsos/ utranque (?) Trescentos solidos Quinquaginta solidorum Regalium Valentie ha­ beat et recipiat dictus Justicia, et Centum Quinqua/ ginta solidos eiusdem monete eius asses­ sor pro eorum salarijs a laboribus ipsorum officiorum, annis singulis ex calo/ nijs autem loci ipsius. Mandamus igitur per presens priuilegium nostrum prbcuratoribus, bajulis, Justicijs et/ alijs officialibus nostris et eorum loca tenentibus presentibus et futuris quod hanc conces- sionem nostram ffirmam ha/ beant et obseruent et non contraueniant nec aliquem contrauenire permittant aliqua ratione. Jn cuius rei testimo/nium presentcm cartam jnde factam jussimus magestatis nostre sigilli munimine roborare. Data Valentie/ octauo kalen- das augusti, Anno domini millesimo trecentessimo octauo/. Signum (signo real)Jacobi dei gratia Regis Aragonum, Valentie, Sardine et Corsice ac Co- mitis Barchinone/. Testes sunt Jacobus Petri, Bernardus de Capraria/ (Raymundus de Ponte o Despont) epis- copus Valentinus. Cancellarius, Eximinus Petri Dandalla/ G. Petri de Montchabitatus (?)/ Fuit clausa per Bernardum de Font. Bernardus de Fonte ex prouissione regia facta super ca- pitulis pro parte dictorum hominum oblatis domino Regi, cui prouissio/ni fuit presens dic­ tus Bernardus cum quo ad salarium Justici et assessoris mandauit quod ut supra (?) propia manu (?)/.

ANEXO IV

1308, junio 25. Valencia. Traslado notarial del privilegio de Jaime II por el que anexiona formalmente al Reino de Valencia la villa de Alicante, respetándole, no obstante, la libertad de proseguir, en deter­ minados casos que enumera, antiguos usos locales y viejas costums o consuetudines memo­ rables. Apógrafo original confeccionado por Francisco Alparmés, subnotario público de Ali­ cante, legitimado y autorizado por Castell de Herlum, llochtinent del Justicia local, D. To­ más de Manterant, a 11 de agosto de 1369. A.M. Alicante, Arm. 16, Caj. 1, na 2. Pergamino. Versión castellana del autor. Acó es transllat be e feelment treyt e translladat en Alacant de un llibre de Priuilegis en lo qual es scrit un Priuilegi feyt e confermat por lo molt alt excellent Princep Senyor En Jacme per la gracia de deu Rey d'Aragon, la tenor del qual Priuilegi es sa tenor aytal/ com se se- guex. (Hasta aquí el encabezamiento del traslado notarial de Francesc Alparmés a modo de protocolo y sigue el Traslado en latín). En el nombre de Dios. Sepan todos que nos, Jaime, por la gracia de Dios Rey de Aragón, Valencia, Cerdeña y Córcega, y Conde de Barcelona, sopesando dignamente la obligación que urge ineludiblemente a los reyes y demás príncipes de la tierra a esforzarse por mantener tranquilos y quietos a sus pueblos y subditos en el camino de la justicia y de la paz y a dispo­ ner con regia solicitud todas las cosas hacia el logro de la prosperidad y tranquilidad, de tal suerte que, erradicado el vicio e implantada la virtud, consigan complacer tanto al Rey de Reyes, como a sus propios dirigentes y a sí mismos, caminando siempre por la senda de la rectitud y respetando debidamente los derechos de todos y de cada uno, y considerando ade más la necesidad imperiosa que nos impele a procurar por todos los medios y solícito cuida do, la utilidad y mayor provecho de nuestros subditos, según nos ha sido confiado de lo Al tu. hemos deliberado, movidos por las razones expuestas y oído el parecer, diligente estudio y madura deliberación del Consejo Plenario Curial, y tras la previa súplica y común consenso de nuestros amados y leales Caballeros y el de las personas generosas (o sector de hombres de

75 armas) y el de cuantos habitan en las villas de Alicante, Elche, Orihuela y de Guardamar y todos sus términos, quienes con la ayuda de Dios han pasado a nuestro gobierno y jurisdic­ ción y obediencia, que todos estos territorios, con sus respectivas pertenencias, al objeto de hacer más efectiva y plena nuestra posición, por cuanto ya están sometidos a nuestra juris­ dicción y dominio real, sean incorporados al Reino de Valencia, acto que efectuamos por esta Provisión Real Perpetua, en virtud de la cual disponemos, mandamos y ordenamos su ANEXIÓN AL REINO DE VALENCIA, de forma que las villas y lugares predichos sean considerados ya parte del Reino de Valencia, como territorios dentro del mismo, y que todos sus habitantes se rijan y gobiernen en lo sucesivo por los Fueros de la ciudad y Reino de Va­ lencia, renunciando a los fueros particulares, tanto dentro como fuera del ámbito judicial, así en los contratos como en cualquier otro negocio, de forma que a partir de ahora se gor- bernarán tan sólo por los Fueros del Reino de Valencia en todos los casos, deseos, cuestiones, asuntos, litigios y demás negocios de todo tipo, salvo estrictamente aquellos asuntos que se citan expresamente a continuación, y en lo que concierne en particular a la villa de Alican­ te, ajustándose al tenor de los Privilegios que Nos mismo le hemos otorgado, o bien confir­ mado los ya existentes, declarándolos una vez más en su pleno vigor, por lo que disponemos que los usos y costums que hubiere en esta villa, contrarior a los Fueros citados, si sus vecinos desearan mantenerlos en vigor y atenerse plenamente a ellos, Nos accedemos complacido a su humilde petición y les otorgamos el presente Privilegio real, por el que disponemos, en perpetuo, lo siguiente: que 1. — El JUSTICIA de la villa de Alicante perciba anualmente por su trabajo, en calidad de salario, seiscientos sueldos reales de Valencia, a deducir del montante de la suma re­ caudada por calonias {o multas pecuniarias) y que su Asesor y Ayudante cobre trescientos sueldos reales de Valencia también. (Salario considerablemente superior al establecido por los Fueros para el resto del Reino). 2. — Otorgamos, además, a los actuales y futuros moradores de la villa de Alicante, que si los convictos de apelación o reclam, incurriesen en la Pena del Quart, a tenor de los Fueros del Reino de Valencia (según la cual, los reos de la misma tenían que abonar a la curia mu­ nicipal la cuarta parte de la suma que adeudaban al acreedor, después de haberle satisfecho plenamente la suma adeudada, en su integridad) no tienen que abonar al fisco, tanto ellos como sus descendientes, nada más que la décima parte (el diezmo) de la deuda en cuestión, y no un cuarto de la misma, lo que les sería más gravoso, por ser estas las costumbres o cos­ tums del lugar. 3. - Ordenamos así mismo, queremos y mandamos que las mujeres que habitan ahora y habitarán en el futuro en la villa de Alicante, si fueren halladas reas de adulterio, que no puedan ser acusadas y absueltas más que por sus propios maridos. 4. - Concedemos también a los sobredichos vecinos de Alicante, presentes y futuros que, si a tenor de los Fueros de Valencia, los caballeros y hombres de armas no pueden participar en las elecciones de los cargos municipales, ni tampoco ejercer ni desempeñar aquéllos, sin embargo los moradores de la villa de Alicante, cualesquiera que fuere su condición o digni­ dad, también pueden tomar parte en las elecciones de los cargos comunales, y desempe­ ñarlos y ejercerlos, de acuerdo mutuo y a tenor de las usanzas y costumbres locales. 5. •- Disponemos asimismo y ordenamos también que los referidos moradores de la villa de Alicante, presentes y futuros, puedan servirse para la división de sus tierras y fijación o deslinde de sus términos, de cierta medida agraria, que denominan tahulla (equivalente a la seisava parte de la fanega castellana y en uso hasta la actualidad en la provincia de Alicante) y que les es tradicional, a pesar de que en los Fueros se hable de otras medidas agrarias. En cuanto concierne, no obstante, a otros pesos y medidas para las demás cosas, los vecinos de Alicante deben ajustarse a lo establecido en los Fueros del Reino de Valencia. 6. — Otorgamos igualmente a los moradores de la villa de Alicane, presentes y futuros, que, si bien a tenor de los Fueros de Valencia se prohibe a los subditos enajenar cualquier propiedad de bienes raíces, por actos de compraventa, a favor de los caballeros u hombres de armas y al clero o la iglesia, pueden, no obstante, los referidos caballeros y hombres de ar­ mas, siempre y cuando no sean a su vez hombres de iglesia o de clero o religiosos, comprar o adquirir por cualquier justo título, en propiedad, cuantos bienes raíces quisieren enajenar

76 los vecinos de la villa de Alicante, y de la misma manera dichos moradores alicantinos pueden a su vez adquirir posesiones y comprar bienes raíces y demás propiedades, pertene­ cientes a los caballeros, como han venido haciendo usualmente hasta la fecha. 7.— De igual modo disponemos que los Justicias de la villa de Alicante puedan condonar las calonias (o multas pecuniarias) de sus vecinos, de la misma forma que viene haciendo el Justicia de Valencia habitualmente. 8. — Ordenamos también que el Procurador de nuestro Reino de Valencia o su Vicegeren­ te (Portant-Veus) no se entrometan en los asuntos internos de la villa de Alicante, en modo distinto a como suelen hacerlo en los asuntos y negocios de la ciudad y demás lugares del Reino. 9.— Disponemos también a perpetuidad que todo aquél, que durante el día o de noche, robase colmenas y fuere convicto del latrocinio, sea condenado sin piedad a la última pena. 10.— Por último, disponemos asimismo a perpetuidad que, cuando haya que proceder, previa demanda de los acreedores, a la venta o subasta de bienes raíces por parte de la Ad­ ministración o Curia municipal, se haga siempre por anticipado y a requerimiento del Justi­ cia local una valoración estimativa de dichos bienes inmuebles, y cuando menos superior o por encima de los cien sueldos reales del Reino de Valencia, y se efectúe la venta de los mis­ mos a continuación, partiendo de la suma de cien sueldos reales inicialmente, y al precio mejor posible. Al objeto de que todas y cada una de las cosas referidas anteriormente gocen de la mayor y más solemne firmeza, juramos a Dios por nuestra alma y por sus cuatro Evangelios, al par que los tocamos físicamente con nuestras manos, que nos comprometemos a guardar todas y cada una de las cosas arriba expresadas y que las cumpliremos y haremos cumplir a perpe­ tuidad inviolablemente. Ordenamos además, por medio de esta Carta-Privilegio, a todos nuestros Procuradores y a sus Vicegerentes, así como a los Bayles, Justicias y demás Oficiales públicos, subditos nuestros, presentes y futuros, que acaten firmemente cuanto queda dicho y lo cumplan y ha­ gan cumplir de modo inviolable. Les urgimos también que no lo contravengan en ningún modo y en ninguno de sus puntos, y que no permitan a nadie infringirlo, bajo ningún con­ cepto. Y en fe de todo ello ordenamos confeccionar esta Provisión Real perpetua y hacerla corroborar con el sello de nuestra majestad. Dado en Valencia, a veinticinco de junio del año del Señor mil trescientos ocho. Signo (real de Jaime II) de Jaime Rey por la gracia de Dios de Aragón, de Valencia, Cór­ cega y Cerdeña y Conde de Barcelona. Asistieron en condición de testigos a la firma de esta Carta real: Gonzalo García, consejero real; Artaldo de Azlor, consejero; Pedro Martí, tesorero real; Bernardo de Abbacia, Vice­ canciller, y Pedro de Vilarasa, Juez de la Cancillería real. Signo (notarial) de Bernat de Ausona, notario y guardasellos real, que por mandato del predicho Señor Rey hice extender este documento y lo cerré en lugar (Valencia), día y años indicados (25 Junio 1308). (Siguen a continuación las apostillas notariales, que a modo de escatocolo final añadió al documento primitivo el notario de la Curia municipal de Alicante, Francesc Alparmés, con que garantiza la autenticidad y verdad del contenido de su Traslado notarial, amparándose en la fidelidad escrupulosa de la copia del mismo y en la autoridad del lugarteniente o Llochtinent del Justicia de la villa de Alicante, Don Castello de Hellum, que lo garantizó con su firma y testimonio fehaciente de verdad. Reza así:) Sin (signo de Llochtinent del Justicia de Alicante) y al del locant En Castello de Herlum, tinent-lloch del locant En Tomas de Manterant, Justit d'Alacant, que en lo dit transllat vist I'original d'aquell la sua autoritat et decret aci scriuiy e dona. Sig (signo notarial de Alparmés) num de mi Francesch Alparme, subnotari publich d'Alacant, Regent la Cort de la dita villa, que lo dit transllat he e feelment scriuer fiu e scriuy, e de manament del dit locant tinent-lloch del Justit la sua autoritat e decret aci aposi e acloy, en lo dia que ere contato XI dies d', anno a natiuitate domini Millessimo tre- centessimo sexagésimo nono. (1). (1) La tahulla, cafulla o tafulla, era una medida agraria murciana, equivalente a la seisa-

77 va parte de la fanega castellana, esto es, 11 áreas, 17 centiáreas y 96 decímetros cuadrados, y que hoy sigue todavía vigente en lo que fuera antiguo Reino de Murcia y, sobre todo, en lo que luego se denominó Reino de Valencia ultra Sexonam o Procuración General de Orihuela, correspondiente a la región meridional de la actual provincia de Alicante. Vid. Medidas de superficie, TORRES FONTES, J., Repartimiento de Lorca, Estudio y edición, Introducción, Murcia 1977, págs. LXIX - LXXI.

78 SOBRE LA ANEXIÓN DE GUARDAMAR A ORIHUELA

Rosa María Blasco

El rastreo por los archivos no siempre conduce al encuentro de lo que el investigador va buscando. Pero también es cierto que otras veces, de modo fortuito, se descubren documentos que vale la pena dar a conocer, pues el estudio y la recopilación de estas noticias dis­ persas permitirá matizar y aclarar muchos aspectos de nuestra his­ toria. En unas hojas sueltas conservadas en el Archivo Municipal de Orihuela aparece la copia notarial de un documento expedido por la cancillería de Pedro IV, que recoge la tirantez de relaciones exis­ tente entre los lugares de Orihuela y Guardamar. La anexión de Guardamar a Orihuela era un tema que venía suscitando pleitos y sentencias desde mucho tiempo atrás. Durante el reinado de Pedro IV se quiere zanjar la cuestión, y el documento que recoge las vicisi­ tudes al respecto es una sentencia fallada en 1371 por D. Juan Jime- no de Salanova, caballero, licenciado en leyes, consejero y auditor de la curia regia. La sentencia se hace pública en Valencia el sába­ do, 6 de septiembre «alrededor de la hor de vísperas», en casa del noble Pedro Boil, donde se hospedaban el rey y la reina.

79 Tal vez el mayor interés del documento reside en que viene a ser un «estado de la cuestión» que nos muestra el esfuerzo de las partes a lo largo de casi un siglo, por dirimir el tema. El perdedor reitera­ damente vuelve a exponer sus peticiones, y esto genera una amplia documentación que encontramos aquí citada. La referencia más antigua que habla de la pertenencia de Guar- damar a Orihuela, se encuentra en un documento de Alfonso X el Sabio, de 1266; extremo que se encuentra ratificado en otro privile­ gio del mismo monarca sobre términos, de 1274. Por entonces Guardamar se llamaba Almodóvar. Sancho IV confirma la anexión en un privilegio de 1284. Durante la primera mitad del S.XIV Guardamar logra ser villa autónoma; con todo, también de estos años hay referencias docu­ mentales de los problemas sobre límites de términos entre Guarda- mar y Elche, tema que se resuelve mediante sentencia el 13 de junio de 1323. En castigo por su apoyo a Castilla durante la guerra de los dos Pedros, fue anexionada de nuevo a Orihuela, por privilegio de Pedro IV fechado el 4 de septiembre de 1364. El documento que transcribimos hace referencia también a una carta pública de 8 de marzo de 1368, donde se relata cómo el justi­ cia de Orihuela tomó posesión de Guardamar. Tres años después sobreviene otro breve paréntesis autonómico, gracias a una concesión real otorgada el 17 de marzo de 1371. Pero sólo tres meses más tarde se fallará la sentencia que publicamos, y que el 18 de septiembre se corrige en el sentido de suprimir una condición que aparecía en la redacción primitiva publicada el día 6. Se trata de la cláusula que aludía a la obligación por parte de Orihuela de conservar y mantener el castillo, muros y fortalezas de Guardamar. La corrección supone que en adelante actúen en este punto como era costumbre antes de que Guardamar se convirtiera en aldea de Orihuela. Otra cláusula previene que los hombres de Guardamar no se en­ cuentren sobrecargados en la contribución, para evitar que des­ pueblen el lugar. Finalmente, sobre el modo de ejercer la justicia en Guardamar, se fija como modelo y pauta la que lleva a cabo el justicia de Valencia en Murviedro.

80 CARACTERES EXTERNOS

El documento aparece copiado en siete páginas de 320/220 mm., sobre papel verjurado, con marca de agua en dos de sus hojas. La escritura es humanística. La tinta, parda, ha quedado desvaída en muchos tractos, por las manchas de humedad que afectan al papel. En general su estado de conservación es deficiente. Se trata de una copia notarial, signada, sin fecha, posiblemente de finales del S.XV. El latín alterna con el valenciano, reservándose el primero para los párrafos más formularios del documento.

TRANSCRIPCIÓN

In Dei Nomine. Pateat universis quod nos Petrus, Dei gragia rex Aragonum, Valentiae, Maioricarum, Sardiniae et Corsicae, comes- que Barchinone, Rossilionis et Ceritaniae. Attendentes diversas questiones seu controversias fuisse exortas inter universitate ville Oriolae ex parte una, et universitate loci de Guardamar ex altera, rationibus inferius declaratis, tándem recognitis privilegiis utrique parti concessis et procesibus super his habitis et in nostro consilio recensitis ac super eis tam in nostri presencia quam coram alquibus de nostro consilio ad hoc per nos deputatis habitis collationisbus in quibus inter fuerunt doctores et iurisperiti solennnes et partium ad­ vocan dictis quod privilegiis ac processibus et rationibus utrinque propositis plenarie et diligenter discussis die presentí partibus ad audiendum sententiam assignata sententiam super hiis ferimus in hunc modum. Nos Petrus, etc. Vista primerament una sentencia per en Joan Martínez D'Esllava, axi com a procurador la donchs de la vila de Oriola, XII dia septembris anno M°CCC«LX° tertio pro­ mulgada. Vist en apres un privilegi o concessio per nos a la vila de Oriola otorgat, per vigor del qual nos haviem declarat donat et no- vellament otorgat quel lloch de Guardamar en molts altres, en especial ibidem expressats, fos de terme e territori de la dita vila de Oriola, segons que per lo dit privilegi, quarta die septembris anno millesimo CCC°LX° quarto atorgat clarament se demostra. Vist ulterius com per vigor del dit privilegi lo justicia de la dita vila de Oriola, en nom de la universitat de aquella, fon mes en possessio del lloch de Guardamar, terme e territori e pertinentes de aquell per lo nostre governador de Oriola, segons que per carta publica

81 daguen feta VIII die marcii anno millessimo CCC°LX octavo, ap- par pus llargament. Reconeguda encara una concessio per nos al nostre procurador de Oriola, XVII die marcii anno M°CC°LXX° primo feta, per vigor de la qual lo dit governador priva e qita real- ment e de fet la vila e universitat de Oriola de la posessio del lloch de Guardamar, termes et pertinentes sues, et lo dit lloch de Guar- damer reintegra et rediu en la sua primera e pristina possessio se- gons que per llectura del proles daquen actitat clarament se de- mostra. Vist deinceps un privilegi del rey Nalfons de Castella, ab lo qual entre les altres coses atorga que lloch de Almodover, lo qual es ara appellat Guardamar, fos de la vila de Oriola, ab tots sos ter- mens, fons e pastures, lo qual son donat sub era Millessima CCCa 1111a. ítem un alte privilegi del rey en Sancho de Castella confirma- vit in effectu lo sobredit privilegi, sub era Millessima CCCa XXIIa atorgat. ítem apres una executoria de les damunt dits privilegis, per vigor de la qual lo adelantat la donchs del regne de Murcia mes en possessio realment e de feyt a la vila de Oriola del lloch de Guar­ damar senyaladament, lo qual antigament era nomenat Almodo­ ver, segons que appar clarament per una carta publica, quarta die julii, sub era millesima CCCa XXa daquen feta. Vist deinceps molts privilegis et confirmacions de aquells, axi per nos com per un dit infant en Ferando, aqui pro tune los dits llochs se pertanyen sots diversos calendaris atorgats. Vistes ulterius moltes et diverses coses per part del lloch de Guardamar proposades, produhides e allega- des. Et signanter una sentencia per lo dit Infant sobre la particio e llimitacio de termens entre la vila de Oriola e lloch de Guardamar sobredits XXIII die junii anno M0CCC°LVII° donada e promul­ gada. Vista denique una altra sentencia entre lo lloch de Guarda- mar e lloc d'Elx per la universitat de Oriola jurats o regidors d'aquella per via arbitral e de compromes sobre la peticio deis ter­ mens de aquells, XIII die junii anno M°CCC°XX° tercio promul­ gada, ítem res nomenys un privilegi del rey Nanfos de Castella les particions e fites de termens antigament fets XXVIII die octobris sub era MaCCCaXIIa confirmam. Vista etiam una concessio per lo dit rey de Castella de les salines majors de Oriola, exceptan les sali­ nes menors de Guardamar a la dita vila de Oriola, feta quinta die Marcii sub era MaCCCaXXIa atorgada. Vista encara una altra confirmacio del dit infant per lo lloch de Guardamar, sub calenda­ rio XVII die madii anno a nativitate domini Millesimo CCC°L°

82 tertio obtenguda. Vistes insuper moltes e diverses rahons e impugnacions per part de Guardamar contra la sentengia d'en Joan Martínez D'Eslava desuper nomenada, fetes e proposades. Vistes ulterius moltes e diverses rahons, excepgions e replicacions per la una e la altra part vicisim donades, posades e allegades, segons que per lo proces llargament daquen actitat appar, del qual davant la nosta circunspecgio real e de nostre gran consell, e presents los pro- curadors e sindichs de la dita vila de Oriola e lloch de Guardamar, es estada feta relagio plena per l'amat conseller e oydor de la nostra cort Joan Ximénez de Salanova, cavaller y licengiat en leys. Atte- nents signanter que la degisio e determinagio del present plet e questio solament penja e esta en nostra mera voluntat e total disposigio pre máxime com en disposigio e franch poder de tot gran rey e pringep sia e estiga de crear o novellament induhir giutats, castellas, viles e altres llochs, e a termenar mollonar o llimitar aquells, e molt mes ja constituhides e constituhits renovellar mudar o alterar. Nec non etiam quod est maius fer e introduhir novella­ ment provingia o provingies, e de una dividir e constituhir dues o moltes. Et en converso, dues provingies o moltes tornar e reduhirles a una. Et longe fortius in pluribus civitatibus villis seu locis máxime aliquibus parum insignibus existentibus segons que en lo present cas manifestament es trobat. Considerada ulterius la declaragio e encara Iliberal concessio del dit lloch de Guardamar ab totes ses perinengies per la nostra magnificengia a la dita vila de Oriola, diu est fetes e atorgades e les causes e rahons en aquelles contengudes e expresades, que reduhit lo dit lloch de Guardamar sots terme e jurisdicgio de la vila de Oriola es expedient e profitos al regne de Valengia e a la cosa publica, e molt maior tuigio e defensio del dit lloch de Guardamar, e per conseguent maior servir nostre e deis nostres regnes. Per tal, moguts per les dites rahons e per moltes altres que poden e deven moure e induhir voluntat e coratge de tot gran rey, princep e señor, presents los procuradors e sindichs de la vila de Oriola e del lloch de Guardamar sobre dits. Et supplicants e instants diligentement, cascu per si e part sua, sentengia e declaragio sobre lo dit pleyt, e questio per part sua esser donada es- tants com a rey, princep e señor e en lloch apte e convinent a jut- gar, e havents los sants evangelis de Deu davant nos, e lo nom seu humilment appellat, pronungiam, declaram e volem la donagio e concessio del dit lloch de Guardamar, termens e pertinenges de

83 aquell a la dita vila de Oriola, pr nos iam diu est feta esser ferma e valida, et deinceps in omni tempore permansura iuxta sa continencia e tenor. E per conseguent la dita vila de Oriola real- ment e de fet es mesa, tornada e reduhida en la posessio del lloch de Guardamar termens e pertinengies sues, iuxta la forma e tenor de la dita nostra concessio de la qual era estada privada. Etenim em­ pero e expressament ordenam e volem a sots tal manera e condigio lo dit nostre privilegi e donacio confirmam e validam, que la vila de Oriola, universitat e singulars de aquella sien tenguts de teñir, con­ servar e mantenir lo castell, murs, valls e fortaleses del dit lloch de Guardamar, segons que a conservagio e tuigio del castell e forges sobredites fer convendrá. Volem e ordenam encara que en tems de guerra o de altra necesitat evident la universitat de la vila de Oriola sia tenguda fornir e bastir lo dit castelle vila baixa del dit lloch de Guardamar, axi de gents com de viandes e altres coses que a de- fenssio de les dites fortaleses serán vistes negessaries. Volem e ma- nam axi mateix quels habitadors qui a present son en lo dit lloch de Guardamar e los qui d'aqui avant hy serán sien axi be e favorable- ment pertractats com los vehins e habitadors de la vila de Oriola. Etenim empero e volem que per la present sentengia e coses en aquella contengudes no sia fet ni engenrat algún prejuhi, lesio o derogagio alguna a nostres drets e emuluments, rendes o altres qualsevol regalies a nos per quelque raho o manera pertanyents. Lata fuit hec sententia per dictum dominim rege et per Joannem Eximini de Salanova, militem in legibus licenciatum, consiliarum et auditorem curie dicti dorhini regis qui mandato ipsius domini re- gis ipsam sententiam ordinaverat. Lecta seu publicata die sabbati, sexta die septembris circa horam vesperorum, anno a nativitate do­ mini M°CCC°LXX° primo, in civitate Valentiae, videlicet in ospi- cio nobilis ospitabantur, presentibus proparte fiscis dictidomini re- gis Laurencio Terrats regente thesaurariam ipsius domini regis pro Petro Vallo dictam thesauraria pro domino rege regente, et pro parte dicte ville Oriole Berengario de Vinbodi, sindico et procura- tore universitatis ipsius ville Oriole ex parte una, de quo sindicatu fidem fegit per quoddam publicum instrumentum factum Oriole clausumque et subsignatum per Franciscum de Podio notarium publicum, vicessima secunda die febroarii anno a nativitate domini M°CCC° septuagesmo. Et pro parte dicti loci de Guardamar Bartholomeo Yvanyes, sindico et procuratore universitatis dicti loci

84 de Guardamar ex altera, de quo sindicatu fidem fecit per quoddam aliud publicum instrumentum factum in loco de Guardamar clausumque et subsignatum per Joannem de Fontes notarium publicum, quarta die madii anno a nativitate domini M°CCC° sep­ tuagésimo primo, Nec non Reymundo Castellano et Enmanuelle d'Entenca, militibus, et Petro Calam in legibus licenciato ac Fran­ cisco Castilionis scriptore memorati dominum regis ad hec pro tes- tibus specialiter evocatis. De quibus predictus sindicus et procura- tor dicte universitatis ville Oriole requisivit et utique dictus domi- nus rex mandavi ei et dictae villae Oriolae fieri publicum instru­ mentum in testimonium rei gestae presentibus dicto sindico et pro- curatore loci predicti de Guardamar et testibus supradictis. Sicut postea cum inter dictas partes Oriole et de Guardamar moveretur questio seu dabatur de alius super aliquibus verbis positis in dicata sententia ex quibus utraque pars se oneratam plurimum reputabat pariter et gravatam dictus dominus rex auditis per eum seu per de- putatos ab eo iam dictis partibus et per eudem dominum regem in- formatione ac delibaratione plenaria habita super eis constitutus personaliter in dicto ospicio dicti nobilis Petro Boil et presentibus pro parte dicti domini regis dicto Laurentio Terrats et pro parte dicte ville Oriole dicto Berengario de Vimbodi, in absentia tamen dicti Bartholomei Yvanies sindici et procuratoris loci predicti de Guardamar que mandatum habuerat quod instaret continué et es- set presens pro audienda declaratione subscripta ac pro testibus no- bili Ramundo Alamanni de Cervilione, militi, gerente vices guber- natoris regni Valenciae et Petro de Marginibus, scriptore portionis ac consiliaris dicti domini regis, die jovis, decima octava die sep- tembris, anno predicto a nativitate domini M°CCC0LXX° primo, fecit et promulgavit inter dictas partes declarationem squentem. Corregim la sentencia damunt dita e milloram aquella declaram la dita universitat de Oriola e singulars de aquella no esser tenguts obrar conservar ne teñir en condret mantenir o en alguna manera fornir lo castell, murs, valls e fortalees del dit lloch de Guardamar, e ans aqüestes coses se haien a fer segons que era acostumat abans que nos faessem aldea lo dit lloch de Guardamar, exceptat que deis terratinents se faca segons que per no es estat declarat en les corts. Ne ay tanpoch los dits homens de Guardamar sien tenguts obrar, pagar e contribuhir en la obra o reparacio del castei! ne deis murs e valls de Oriola ans acó se haia a fer segons que era acostumat que

85 ans que faeseem aldea lo dit lloch de Guardamar. Empero los dits homens de Guardamar sien tenguts en per tots temps pagar e contribuhir al los homens de Oriola en tots tans e altes qualsevol carrechs reals e vehinals axi com aldea de Oriola. Acó retengut e declarat que en alguns deutes o carrechs deguts o fets tro al present dia de huy per la universitat de Oriola los homens de Guardamar no sien tenguts pagar o contribuhir alguna cosa. Et declarar encara que la universitat de Oriola se haje devers los homens de Guarda- mar per tal manera en la contribucio que ab ella haurian a fer que non sien sobres carregats ne sia donada materia a aquells de des­ poblar lo dit lloc com si ho fahien seria cosa que nos no soferriem. E quant al fet de la jurediccio e justigiat del dit lloch de Guardamar volem e declaram que sia exercida es faga de tot en tot segons qu'es exergeix en la vila de Morvedre per lo justigia de Valengia. E no res menys que en cas de guerra o de evident necessitat la dita universi­ tat de Oriola sia tengud de aiudar e defendre lo dit lloch de Guar­ damar segons que vila es tengude de aiudar e defendre la aldea a coneguda del governador de Oriola e totes les altres coses contengu- des en la dita sentengia exgeptades aqüestes coses que ara havem corregudes en la dita sentengia per la present declaragio román - guen en sa forga e valor. Que declaragio lata fuit perdictum domi- num regem die proxime dicta presentibus partibus et testibus supra proxime nominatis quamque declarationem dictus dominus rex hic inseri et continuari mandavit et voluit in ómnibus robur sententie obtinere. Et de predictis ómnibus et singulis memoratus Berenga- rius de Vimbodi nomine et pro parte dictae ville Oriole requisivit et dictus dominus rex mandavit fieri sibi et dicte ville Oriole publicum instrumentum in testimonium veritatis. Quare ad mandatum dicti domini regis et dicti sindici ac procuratoris ville predictae Oriolae instanciam fuit factum de predictis sentengia ac declaratione et alus premissis presens publicum instrumentum per me Bernardum de Bonastre eiusdem domini regis secretarium et notarium infrascriptum et parti ipsius villae Oriolae traditum. Quod fuit ac- tum loco, diebus et anno prefixis. Signum + Petri Dei gratia regis Aragonum, etc. que predictam sententiam tuhimus et inde hanc cartam fieri et ei sigillum nostrum apponi iussimus impendenti. Signum + mei Bernardi de Bonastre dicti nomine regis secretarii eiusque autoritate notarrii publici per totam terram et domina- tionem suam, qui premissis inter fui et hec scribi feci.

86 UN GRAN SEÑOR MEDIEVAL: DON JUAN MANUEL

Gregorio Sánchez Doncel

Es nuestro propósito en esta evocación del Séptimo Centenario del nacimiento de donjuán Manuel, analizar las posesiones que el insigne procer medieval consiguió reunir. Haremos particular dete­ nimiento en aquellas tierras situadas en la demarcación eclesiástica de la Diócesis de Sigüenza, división geográfica entonces común­ mente aceptada. Dejamos a los especialistas el estudio de don Juan Manuel como escritor; tampoco intentamos introducirnos en el misterioso mundo tan contradictorio de su espíritu, ni seguiremos paso a paso las vici­ situdes de su vida, por demás interesante, fiel exponente de aquel siglo XIV tan convulsivo e inquieto, ni le estudiaremos como vale­ roso guerrero frente a sus rivales ya del campo cristianos, ya de la frontera musulmana, en la que por cuestiones pesonales de lastima­ do honor tan corto lucimiento consiguió alcanzar. Al estudio de las posesiones que constituyeron su rico patrimo­ nio, añadiremos al fin la referencia cinegética que dedicó a estas mismas tierras seguntinas en su «Libro de la Caza». Huérfano de padre a los dos años, heredó de su progenitor el in­ fante don Manuel extensas propiedades dispersas por la geografía

87 castellana, recibidas por su padre de manos del rey de Castilla Afonso el Sabio, su generoso hermano. En el transcurso de su vida amplió don Juan Manuel la herencia con diversas posesiones ad­ quiridas por los medios a su alcace, consciente del imperativo feudad de todo señor que de tal se preciare, de acrecentar y exten­ der su nombre y linaje perpetuándolo en el tiempo a través de su descendencia. Cuando murió era tan poderoso, que podría mantener a su cos­ ta, sin ayuda del rey, cerca de 1.000 caballos e «ir desde el reino de Navarra hasta el de Granada durmiendo cada noche en villa propia cercada o en castillo propio». En tierras del Duero contaba con Peñafiel, donde erigió formi­ dable castillo sobre alto cerro, acorazada fortaleza dominadora y amenazadora. En tierras toledanas poseía la villa de Escalona, don­ de nació el 6 de mayo de 1282. En lo que es hoy provincia de Cuen­ ca, llegó a poseer los lugares de Alarcón, Cuenca, Garcí Muñoz y su castillo, Huete, Iniesta y la mitad de Los Hinojosos. En la actual de Abacete, enlazando aquellas tierras con las más meridionales, los lugares de Almansa, Jorquera, Hellín y Tobarra. En la de Alicante, además de esta ciudad, , Elda, Elche, Monóvar, Novelda, , Sax y Villena. Por último, en tierras murcianas, Carta­ gena, Librilla, Lorca, Molina la Seca y Yecla. En tierras seguntinas, no por herencia, sino por compra, Alco­ cer, Azañón, Cifuentes, Galve, Hita, Palazuelos, Salmerón, Trillo, Val de San García y Viana. Esta larga lista de sus posesiones no ha de considerarse exhausti­ va, pues en los documentos se citan otros lugares de menor impor­ tancia que también poseyó.

ESCUDO DE DON JUAN MANUEL

«Manueles es escudo cuarteado y dos brazos con alas con espadas están en cada cuarto colorado, las alas de amarillo muy pintadas, y en cada cuarto blanco, un león doblado. Autor destas familias muy honradas fue don Manuel, infante, atrás tornando un hijo del rey Santo, don Fernando.

88 Luis Zapata, en su «Carlos Famoso». Incluido en la Historia de la ciudad de Guadalajara, por Alonso NUÑEZ DE CASTRO, Madrid, Pablo de Val, 1653, p. 173. El escudo está tomado del respaldo de unas sillas del coro bajo de la Catedral de Sigüenza, fabricadas por Martín Vandoma y añadi­ das a las del conjunto coral obra del cardenal don Pedro González de Mendoza. Las sillas fueron mandadas hacer por donjuán Ma­ nuel, obispo de Sigüenza, (1574-1579), hijo de don Lorenzo Ma­ nuel y doña Juana de la Cerda, señores de Cevico de la Torre y de Belmonte de Campos, en la provincia de Palencia. El escudo de los Manueles, también se ve en el interior del muro de la entrada de la Iglesia de Santa María de Elche.

I) LA FAMILIA DE DON JUAN MANUEL

Del matrimonio de Fernando III el Santo con doña Beatriz de Suabia le nacieron siete hijos: Alfonso X el Sabio, que heredó la co-

89 roña (1252-1284), Fadrique, Enrique, Sancho, MANUEL, Beren- guela, María. El infante don Manuel, nacido en Carrión y fallecido en Peñafiel el 25X11-1283, primer señor de Villena, contrajo dos veces matri­ monio: Fue su primera esposa doña Constanza de Aragón, hija de Jaime I, de quien tuvo dos hijos: Alfonso, que murió pronto y Violante Manuel, esposa de don Alfonso de Portugal, hermano del rey Dionís, y que fue señora de Elda y Novelda. Fue su segunda esposa doña Beatriz de Saboya, hija de Amadeo de Saboya y Cecilia de Baucio, su segunda esposa. De este matrimo­ nio tuvo a su vez otros dos hijos: Don JUAN MANUEL, nacido en Escalona el 6-V-1282, segundo señor de Villena, y don Sancho Ma­ nuel el Viejo, señor del Infantado de Carrión, a quien heredó su hi­ jo donjuán Sánchez Manuel, conde de Carrión y señor de Calata- ñazor. A éste le sucede doña Inés Manuel, señora de Castilnuevo y Aguile, casada con don Iñigo López de Mendoza, de quienes fue hijo don Diego Hurtado de Mendoza, primer conde de Priego por su matrimonio con doña Teresa Carrillo, señora de Priego. Don JUAN MANUEL contrajo matrimonio tres veces. La prime­ ra en 1300, con doña Isabel de Mallorca, hija de Jaime I de Mallor­ ca, fallecida a finales de 1301, de la que no tuvo descendencia. La segunda el 3TV-1312 con doña Constanza de Aragón, hija del rey Jaime II. Esta princesa estuvo depositada en el castillo de Villena hasta que alcanzara la edad nubil para contraer matrimo­ nio. Falleció en 1327. De este matrimonio nacieron: doña Constan­ za, la de los tristes destinos, prometida al rey castellano Alfonso XI, quien la abandonó antes del matrimonio, lo que dio lugar a la re­ belión del padre. Casará con don Pedro I de Portugal, quien la pos­ puso a doña Inés de Castro, bella dama gallega que llevó doña Constanza a Portugal. Otros hijos del segundo matrimonio fueron doña Beatriz y dos niños más que murieron de tierna edad. La tercera vez que se casó, en 1329, fue con doña Blanca de la Cerda y de Lara, señora de Lara y Vizcaya, hermana del donjuán Núñez de Lara, de cuyo matrimonio nacieron: don Fernando Ma­ nuel, heredero de los estados de su padre, tercer señor de Villena. En 1344 concertóse su casamiento con doña Juana Manuel, que he­ redó los bienes de Lara y Vizcaya, y que casará en secreto con don Enrique de Trastamara, hijo ilegítimo de Alfonso XI con doña Le-

90 onor de Guzmán, el cual llegó a ser rey de Castilla. Fuera de matrimonio tuvo donjuán Manuel dos hijos ilegítimos: don Sancho Manuel el Mozo, a quien algunos confunden con su tio don Sancho Manuel el Viejo, casado con doña Inés Diaz, hija de don Diego López de Mendoza y doña Urraca Pérez, quienes tu­ vieron también otra hija, doña María Díaz, casada con don Gonza­ lo Diaz, hijo de don Pedro Diaz de Toledo, hermano del arzobispo toledano don Gonzalo Diaz Palomeque, cuyos padres fueron don Juan Diaz de Hinojosa y doña Mayor Alvarez. El otro hijo ilegítimo fue don Enrique Manuel, conde de Cintra en Portugal y de Montealegre, en España.

El obispo don Juan Manuel, descendiente de su homónimo, en el siglo XVI.

Aparte de los reyes castellanos de la casa de Trastamara, todos ellos descendientes de donjuán Manuel, como originados a través de su nieta doña Juana Manuel, esposa de Enrique II, y por línea recta, creemos digno de mención su homónimo, obispo que fue pri­ mero de Zamora (19-1-1565) y luego de Sigüenza (4-VI-1574 hasta su renuncia en 30-1-1679), fallecido el 30-VI-1583. Fueron sus padres don Lorenzo Manuel y doña Juana de la Cerda, señores de Cevico de la Torre y Belmonte de Campos, en la provincia de Pa- lencia. Hermano suyo fue don Pedro Manuel, que falleció en Madrid en 1578, siendo de la Cámara de Su Magetad y muy apreciado por Fe­ lipe II. Su viuda no tuvo sucesión, por lo que los citados señoríos pasaron al obispo de Sigüenza, quien declaró por su heredero al du­ que de Nájera, don Manrique de Lara en su testamento del 11 -IV- 1583. Este obispo mandó ampliar con dos sillas el coro bajo de la ca­ tedral de Sigüenza, que fueron fabricadas por el insigne escultor y tallista Martin Vandoma, quien dejó grabajo el escudo de los Ma­ nueles en cada una de las sillas. Reconstruida la Catedral después de la Guerra Civil como consecuencia de los daños que sufro en su estructura, las sillas fueron colocadas en distinto lugar del que de­ bieron ocupar, que sería el extremo del coro en ambos lados.

MINGUELLA, «Historia de la diócesis de Sigüenza», págs. 271-279. DHEE, IV, p. 2.476.

91 '

ra .—s - c 0 7- « "; S S "S s = a . fe. •= 1 ,-1 W •e !Í « 3 :• S s ¡ 3 23 * £<3=!-*UnS ^J x » r.5í-5Si -" I a ^^ a -s fH ^3 -£ .2 Sí ¡5-S i ^E S X I -Si. ^^ s 2 1 1 1 ii íl i I ? ^ 1 L- s » 11 | 03 -S -xá ? 1 ca ? 1r 1s1 II- Uo s • I£3 Si a n 11 ... 2 1 sl H a — o íl< a^ 5 X " - s >. El . * 1* kk- ~- T13 i- s¡ s i- § •= s: K ¡¿H _ = S .2- « 3 c S -!z• • -tn S.Í.ÜÜ >.« =¡ .I un l¡i' r^ííflíi, O 2.S + 5, Sil o IMKWI iUl o sis';- "-a s «° 3 O "H^„ — - o~ 3 '« - r =n ¡a >.-s 11= ^ 1! s-x =r ^53^ 12 „ '••Ss ; -3 SBI o „2 ^ II 1- "líHu.«_ 5i^ i - i ir =~ -Sí .§ Sá'-S « JS r;:íJ re § _c : = 5««: :^ S — X s, 1 lili ea 3 u >IS £ 1 < — X I 5 lis ^^J S-B t C3 Í,-^Ñ. s 1 • = 1 •c c 1§ i" lüA s ^JJ o u 1 — 2 C59 — -J a ^_j 1 4C X 1 ra ^^ n "-S s i 1 -i oss g —1 C9 1 1 OD s a OE 2 2 w X_ ° o, •« ^ + - .2 S » a. -s * ~ 7 ¡ 2 ^ ^ £3 S = ~ > x — Sí .= * > I 1 Sí a. 3 o i 8- § f ¿s g-fe £ = c 1 * < X -á 1

92 II) EL SEÑORÍO DE VILLENA, ¿CASTELLANO O ARAGONÉS?

El infante don Manuel, hijo del rey de Castilla Fernando III el Santo, al igual que Alfonso X el Sabio, que sucedió a su padre en el trono, recibió de su hermano, que tanto le apreciaba, numerosas y ricas posesiones de las recién conquistadas tierras del reino de Mur­ cia, entre las cuales figuran los lugares de Villena, Elda, Novelda y Elche, ésta, «con una comarca de lugares que llaman el Alhofra, que fue siempre como reyno e sennorío apartado que nunca obede­ ció a ningún rey». Al fallecimiento del infante don Manuel en 1284, recibió su hija doña Violante Manuel los lugares de Elda y Novelda; donjuán Ma­ nuel, el mayor de los hijos varones que sobrevivieron, los de Villena y Elche. Mas la posesión de esta herencia no fue siempre quieta y tranquila, como veremos. Por el tratado de Almizra entre Fernando III y Jaime I, (1244) que señalaba como límite entre ambos reinos una línea que, par­ tiendo de la confluencia de los rios Júcar y Cabriel, pasando por el puerto de Biar, terminaba en Denia, Murcia quedaba para Cas­ tilla. El rey moro de Murcia, Mohamed-ben-Alí, se declaró vasallo del rey castellano a cambio de protección, ofreciéndole la mitad de las rentas del reino y permitiendo la ocupación del mismo por tro­ pas castellanas. En 1264 se sublevaron los moros de Murcia, prote­ gidos por el rey de Granada, y Jaime I, su suegro, espontánea y de­ sinteresadamente le ayudó a sofocar la rebelión. La pretensión de los Infantes de la Cerda al trono de Castilla hizo que Alfonso de la Cerda, buscando el apoyo del rey aragonés, llega­ se a ceder a Aragón el reino de Murcia, primero a Alfonso III, y, fallecido éste en 1291, a su sucesor Jaime II. En 1296 Jaime II intentó asignarse el reino de Murcia, entrando en él, pero tuvo que abandonarlo a causa de la peste que asoló el ejército aragonés. El mismo donjuán Manuel hubo de defender a Hellín, que era suyo, con 400 caballos. No por ello desistió de su empeño. Donjuán Manuel, poseedor de gran parte de estas tierras se sentía amenazado. Sin embargo, hubiera salvado estas tierras con sólo reconocer por su señor al aragonés, dejando el vasallaje del cas­ tellano. Tan comprometida fue su situación, que pidió al rey de

93 Aragón una tregua el 24-IV-1296 antes de determinar, llegando al fin a consentir en perder la juridiscción, que pasó a Aragón, pero salvando la propiedad. Las villas de Elda y Novelda, que correspondieron a su hermana doña Violante Manuel, al pasar al reino aragonés, fueron permuta­ das por las de Medellín y Arroyo del Puerco, en Extremadura, co­ mo lo prometió el rey castellano don Fernando IV, aunque tanto lo demoró, que hubo de ser presionado por su suegro el rey de Portu­ gal, concediéndoselas al fin en febrero de 1305. Poco después moriría doña Violantes sospechosamente asesinada por su esposo. A don Juan Manuel le ofreció Fernando IV para compensarle de la pérdida de Elche, la villa de Alarcón. Por el convenio de Ariza del 20-VI-1303, recibió a perpetuidad la villa de Alarcón, cobrase o no cobrase la de Elche. No poco contribuyó a mantenerse en estos lugares el matrimonio que solicitó del rey de Aragón, Jaime II, aunque comprometiéndo­ se a mantenerse neutral en los asuntos que se relacionaran con Cas­ tilla. Ambos esposos recibirían los lugares de Elche, Santa Pola, As­ pe, Chinosa, Monóvar y cuanto antes fueron suyo; en rehenes diéronse, Jaime II a donjuán, Alicante, Montova y Biar; donjuán a Jaime II Sax, Jorquera y Villena. El rey castellano no pudo menos de manifestar su desagrado ante esta actitud de donjuán Manuel, lo que dio motivo a que entonces trataran ambos monarcas de marcar lo límites de sus reinos. Sometieron sus querellas a juicio de arbitros, obligándose a cumplir lo que determinaran en el asunto. Fueron arbitros el rey de Portugal don Dionís, donjuán y el Obispo de Zaragoza don Jimeno de Luna. Resultado de este arbitraje fue la sentencia de Torrellas del 8-VIII-1304, que comprendía lo siguiente: Que «Cartagena, Guardamar, Alacant, Elche con su puerto de mar, Ella (Elda) e Novella (Novelda), Oriola (Orihuela) con todos sus términos, e per­ tenencias quantas han e deuen haber así como taja lagua de Segura entra el reino de Valencia entro al más susano cabo del término de Viliena, sacada la ciudad de Murcia e Molina la Seca con sus térmi­ nos, finquen e remangan al rey de Aragón a su propiedad para siempre, así como cosa suya propia con pleno derecho e señorío, salvo que Villena quanto a la propiedad remanga e finque de don Juan Manuel»; quedarían para el rey de Castilla la ciudad de Mur-

94 cia, Molina la Seca, Monteagudo, Lorca y Alhama y los demás lu­ gares que tenía el reino de Murcia. Aunque el dictamen resultaba tan favorable a Aragón como per­ judicial para Castilla, a la vista de los anteriores tratados de Tudi- len y Almizra, fue ratificado por los monarcas en Campillo al día si­ guiente, si bien al poco tiempo la ciudad de Cartagena fue adjudi­ cada a Castilla, mediante compensaciones. El señorío de Villena quedaba, pues, incorporado a Aragón, cu­ ya moneda usaba y con quien libremente comerciaba. Es sin em­ bargo curioso que este doble estado se viera interferido por ambos reinos, que lo deseaban exclusivamente para sí, a pesar del tratado. Mientras los reyes de Castilla confirmaban los fueros y privilegios otorgados a Villena por los reyes castellanos (Sancho IV en 1283; Fernando IV en 1308), los reyes de Aragón concedían privilegios a los de Villena simultáneamente (Jaime II, 1306-1308; doña Le­ onor, esposa de Alfonso IV, 1331), llegando Alfonso IV a obsequiar a don Juan Manuel con el título de Prícipe de Villena (1331) y Pedro IV a añadir el de Duque de Villena (1336), títulos que nunca ostentó donjuán Manuel en sus documentos, acaso por no herir a los castellanos, contentándose con el que él estimaba del mayor ho­ nor, «hijo del infante don Manuel». Esta continua relación con el reino castellano se manifestó una vez más cuando Enrique II de Castilla en 1369, una vez posesionado del reino castellano, envió a donjuán Sánchez Manuel, primo de su mujer doña Juana Manuel, a quien el señorío villenense pertenecía, a que Villena reconociera por rey de Castilla a don Enrique, a lo que acceden, obteniendo en recompensa nuevos privilegios que la villa solicitó.

DEHA, t. 14, p. 651, MURCIA (REINO DE). AZUAR RUIZ, R. «Castellología...» p. 107 y 133.

III) SEÑORÍO DE DON JUAN MANUEL EN TIERRAS SEGUNTINAS

El grueso de las posesiones que don Juan Manuel poseyó en tierras seguntinas fueron adquiridas por él mediante compra que efectuó con la infante doña Blanca que fue abadesa de las Huelgas

95 de Burgos hasta su muerte en 1321. Alfonso X (1252-1284) hizo donación de la villa de Alcocer, con Viana, Azañón, Valdeolivas y otros lugares, junto con los de Ci- fuentes y Palazuelos, que segregó de la juridicción realenga de Atienza, a doña Mayor Guillen de Guzmán, hermana de don Pedro de Guzmán, Aelantado Mayor de Castilla. De esta dama tuvo el rey, antes de que contrajese matrimonio con doña Violante, una hi­ ja, doña Beatriz, esposa que fue de Alfonso III de Portugal. Esta otorgó a Alcocer el fuero de Huete el 22-IV-1281. De doña Beatriz pasó el señorío a su hija doña Blanca, que fue abadesa de las Huelgas. Según la crónica de Alfonso XI, esta dama determinó vender todas estas posesiones a don Juan Manuel por el año de 1311, bajo ciertas condiciones que donjuán Manuel no pu­ do cumplir en el plazo fijado. Doña Blanca, en consecuencia, con­ sideró el contrato anulado y determinó efectuar nueva venta de ta­ les posesiones a favor del infante don Pedro, tutor, juntamente con doña María de Molina, del rey niño Alfonso XI. Indignado don Juan Manuel por esta contrariedad, se sintió tan herido, que llegó a desnaturalizarse de Castilla, promoviendo sangrientas algaradas en Huete, Guadalajara e Hita, que fueron correspondidas a su vez por otras de su contrario en tierras de Esca­ lona, significando con ello don Juan que aquellos lugares seguían siendo suyos. Al fin en 1316, por mediación del maestre de Calatrava, llegó a un acuerdo con el infante don Pedro, pagando cada uno la mitad de las villas, repartiéndoselas buenamente, correspondiendo a don Juan Manuel Cifuentes, Val de San García y otros lugares; Alcocer, con Viana y Azañón, a don Pedro. Muerto el infante don Pedro juntamente con su hermano don Juan en la vega de Granada en 1319, otra vez pasaron a su mano todos aquellos territorios, que po­ seyó hasta su muerte en 1348. Estos territorios, con el cargo de Adelantado del reino de Mur­ cia, pasaron a su hijo don Fernando Manuel, a la sazón de diez y seis años, que tan sólo pudo disfrutar de ellos dos años, pues fallecía en noviembre de 1350. Hallábase casado con doña Juana de Espina de Romanía, hija mayor del infante Ramón Berenguer, conde de Prados y Barón de Entenza, hijo a su vez de Jaime II de Aragón. De este matrimonio hubieron una hija, doña Blanca Manuel, que les heredó, siendo su tutor don Iñigo López de Orozco. Doña Blanca

96 murió diez años después, en 1360, siendo todavía niña. Al fallecer sin descendencia, sus bienes deberían pasar a su tia doña Juana Manuel, desposada en secreto con don Enrique de Trastamara, hijo ilegítimo de Alfonso XI habido de doña Leonor de Guzmán. Sin embargo, se apropió de ellos el rey de Castilla don Pedro. Declarada la lucha fraticida entre el rey don Pedro y su her­ mano Enrique de Trastamara, éste no dudó en desprenderse de los bienes de su esposa, dándoselos generosamente a don Alfonso de Aragón, hijo del infante don Pedro de Aragón, por voluntaria ce­ sión consentida por doña Juana Manuel, verdadera propietaria de aquellos estados, a cambio de su protección y ayuda en aquella lucha. Ya rey, Enrique le otorgó el título de marqués de Villena, que comprendía, además de las tierras de Villena, las villas de Ci- fuentes, Salmerón, Alcocer, Escalona, Valdeolivas, Palazuelos. Don Alfonso de Aragón vendió los lugares de Alcocer, Salmerón y Valdeolivas al mayordomo del rey micer Gómez de Albornoz, ca­ sado con doña Constanza de Villena, hija de Sancho Manuel, venta que nuevamente consintió doña Juana, como «heredera de los bienes de mi padre (que Dios perdone)». Más adelante, hacia el 1395, Enrique III despojó a don Alfonso de Aragón del título y tierras que poseía en Castilla, incorporándo­ las nuevamente a su real patrimonio. El mismo Enrique III trans- pasó el señorío de Villena a su hija doña María, con el título de Du­ cado, título ya antes extendido a favor de donjuán Manuel.

IV) EL SEÑORÍO DE CIFUENTES

Este señorío sigue una línea histórica paralela al de Alcecer, ad­ quirido de doña Blanca, señora de las Huelgas, como consta en do­ cumento fechado en Paredes (creemos sea Paredes de Nava) el 12- V-1317, pues tres días después confirmaba en Palencia a la villa ci- íontina todos los fueros y privilegios que gozaba. Con el fin de atraer a su recién adquirida villa nuevos poblado­ res, con fecha 23-VI-1317 anunciaba la exención de pechos y tribu­ tos por tiempo de diez años a cuantos acudieran a vivir en ella. Co­ menzó la construcción del castillo en 1324. En Cifuentes se en­ contraba el 21-1-1329, como aparece en el documento de confirma-

97 ción de los fueron otorgados. Cerca anduvo el año siguiente de 1330, pues en la villa de Pozancos, próxima a Sigüenza, daba fin a su «Libro de los Estados» el 22 de Mayo. En 1436 pasaba este señorío a la familia Silva, en la que se fun­ dan título, mayorazgo y estado de Condado de Cifuentes. Monasterio de Dominicas de San Blas. Extramuros de la villa, menos de media legua, fundó donjuán Manuel un monasterio de religiosas de la Orden de Santo Domingo, que inició allía su vida monacal por el año 1347. «Es casa de mucha religión y santidad». Dotóla donjuán Manuel de muchas rentas. En dicho monasterio se conservaba la cabeza y ciertas canillas de las piernas de San Blas «por quien Dios Nuestro Señor ha hecho grandes milagros», conno­ ta la «Relación de Felipe II». Del monasterio queda como única huella la ermita de la misma advocación de San Blas, construida hacia el siglo XVIII, en térmi­ no de Gárgoles de Arriba, ya que del antiguo monasterio no queda señal de su emplazamiento.

V) EL SEÑORÍO DE TRILLO

Poseedor don Juan Manuel de la villa de Cifuentes con Val de San García, quiso ampliar su señorío con el lindante lugar de Trillo, situado donde el rio Cifuentes rinde sus aguas en el Tajo. Compró donjuán Manuel a Trillo hacia el 1322, con sus térmi­ nos, vasallos, molinos, montes y «fortaleza» por precio de 20.000 maravedís de a diez dineros cada maravedí, a doña Francisca Pé­ rez, casada con don Gil Pérez. De esta venta hicieron carta de rati­ ficación y saneamiento las cuatro hijas de este matrimonio, ya falle­ cida la madre, que fue la vendedora, el 19 de marzo de 1325. En dicho documento se consigna que donjuán Manuel comenzó a construir el castillo de Trillo el 1332, castillo que se alzaba sobre un cerro, a la derecha del rio Cifuentes, en su confluencia con el Tajo. Incorporado el lugar de Trillo al señorío de Cifuentes, hubo de seguir las vicisitudes del señorío, y así pasó en 1436 a la ilustre fami-

98 lia de los Silva, fundadora del condado de Cifuentes, con título, mayorazgo y estado. CATALINA GARCÍA, J. «Memorial Histórico...» t. 41, p. 371 LAYNA SERRANO, F. «Historia de Cifuentes», 2a ed. p. 60-63.

VI) SEÑORÍO SOBRE PALAZUELOS La villa de Palazuelos, «el Avila de la Alcarria», por su recinto amurallado que la rodea en gran parte de su perímetro, entraba en el lote de doña Blanca la abadesa de las Huelgas. Esta villa, apro­ piada por el infante don Pedro en su litigio con don Manuel, la ven­ dió al obispo de Sigüenza don Simón Girón de Cisneros el 24-VIII- 1314, a la sazón canciller del rey. Que se trata del lugar próximo a Sigüenza es indudable, pues en el documento de compra se dice «que es cerca de Johara (despoblado situado a la izquierda de la carretera de Sigüenza a Berlanga, inmediatamente después de iniciarse el tramo que con­ duce a Palazuelos y que hoy es imperceptible por ser tierra de la­ bor) y cerca de Carabias, aldea de Atienza e cerca de Sigüenza». Layna Serrano no debió percibir estas circunstancias, pues llegó a dudar de que donjuán Manuel poseyera algún tiempo este lugar, del que donjuán Manuel afirmó en su Cronicón, que en febrero de 1318 empezó a amurallar Palazuelos: «Era MCCCLV incepit domi- nus Joannes murare Palacivelos in Februario». Layna llega a pensar se tratara de alguna otra población del mismo nombre, abundante patronímico en Castilla. (1). Don Juan Manuel no se resignó a reconocer estas sucesivas ven­ tas, que consideró ilegales, pues él pensaba pagar su importe, en cuanto pudiera. Más tarde Palazuelos pasó a manos de los Mendoza, cuyo escudo figura en sus puertas amuralladas.

Vil) EL SEÑORÍO SOBRE EL CASTILLO DE GALVE

En las estribaciones meridionales de la alta Sierra de Ayllón, mu­ ralla natural entre las provincias de Guadalajara y las de Segovia y Soria, arriscada dentada de altura media de 1.500 metros, se en-

(1) LAYNA SERRANO, f. «Castillos de Guadalajara», p. 48.

99 cuentra el pintoresco pueblo de Galve, apellidado de Sorbe, para distinguirlo de su homónimo de Teruel, a pesar de que no es el Sor­ be el que pasa junto a él, sino el arroyo llamado de la Dehesa, que con el de la Romana afluyen al Sorbe, tributario a su vez del Hena­ res. La cuenca toda del Henares se vio ampliamente jalonada de po­ derosos castillos, valiosísimos baluartes defensivos frente a aquellas correrías que en la Edad Media agitaban moros y cristianos por aquellas tierras entonces fronterizas. El castillo de Galve «Castellum Galbi» aparece citado por prime­ ra vez en el documento fechado en 1136, al incluir este lugar dentro de la diócesis de Osma, juntamente con otros, en aquel intento de resolver las persistentes querellas que los obispos de Sigüenza, Osma y Tarazona sostenían a favor de sus respectivas diócesis. En el Con­ cilio de Burgos de aquel año (1) presidido por el cardenal Guido se delimitaron sus fronteras. Poco duró esta asignación, pues en 1301 pertenecía la iglesia de Galve al obispado de Sigüenza, a cuya cantoría contribuía con la tercia pontifical íntegra (2). El término empleado para denominarle «Castellum de Galbi» bien a las claras viene a decirnos que no fue donjuán Manuel quien por primera vez elevara su castillo. La Crónica de Alfonso XI nos dice que don Juan Manuel pasó por su castillo de Galve» con sus gentes al dirigirse a Peñafiel», también de su propiedad, para ayu­ dar a donjuán Núñez de Lara, peligrosamente sitiado por las tro­ pas del rey castellano en su castillo de Lerma, por el año de 1330. (3). Alzase el castillo sobre un cerro de 1.400 metros de altitud, domi­ nando amplísimo panorama, lleno de encanto, y a sus pies, 43 metros más abajo el pueblo de Galve, cobijado por su iglesia. Del antiguo castillo de donjuán Manuel nada queda, nos dice Leyna Serrano. Al hacer las paces con su rey, Alfonso XI, fue don Juan Núñez de Lara quien se ofreció, en nombre de donjuán Ma­ nuel, a derribar «el castillo que tenía fecho en Galve», demolición que, así opina Leyna, «se llevó a efecto, pues en documentos poste-

(1) DICCIONARIO DE HISTORIA ECLESIÁSTICA DE ESPAÑA, I, p. 542. y MIN- GUELLA, Historia de la Diócesis de Sigüenza, I. p. 358. (2) MINGUELLA, II, p. 370. (3) LAYNA SERRANO, F. Castillos de Guadalajara. 3a ed. 107-120.

100 riores para nada figura la fortaleza, y de esta no quedaba medio siglo más tarde sino el solar». El pueblo de Galve, que pasó a la corona, dióselo con todos sus términos y pertenencias en mayorazgo el rey don Pedro el Cruel a Iñigo López de Orozco, tan ligado a don Juan Manuel, el 28-X- 1354, ya fallecido éste. En nuestros años se está reconstruyendo por reciente comprador sobre los viejos muros y su sensacional torre interior. Lástima que se encuentre alejado de las más frecuentadas vias de comunicación, pues podría constituir lugar de atracción para aquellos viajeros que gustan de rincones naturales de desacostumbrada belleza. (4).

VIII) EL SEÑORÍO DE HITA

¿Fue alguna vez esta villa de don Juan Manuel? En documento fechado en Cifuentes por donjuán Manuel en 13- III-1339, afirma haber prometido a su hija Constanza, prometida del rey Castellano Alfonso XI, 800.000 maravedís para su casa­ miento. Al ver que la fecha de este enlace iba dilatándose, temien­ do dejar desamparada a su hija, por el constante peligro de muerte a que estaba expuesto su padre, para asegurarle el porvenir le deja diversos castillos y villas de su propiedad, que cita, a la vez que aña­ de los de Galve e Hita, «que vos tendredes del Rey para en vuestra vida, según se contiene en las sus cartas que del toviemos en esta ra­ zón». Como tal matrimonio no llegó a su efecto, el lugar de Hita no de­ bió pasar a manos de donjuán Manuel ni de su hija doña Constan­ za (5).

(4) GARCÍA MARQUINA, F. «Guía de los Castillos de Guadalajara», p. 71-75. (5) Parece ser que Alvar Fáñez conquistó de los moros la villa de Hita, al mismo tiempo que caían los lugares de Talavera, Madrid, Ribas, Caracuey, Atienza, Riba de Santiuste, Uceda y la propia Guadalajara. En 1119 Ferrán García y su hermana Estefanía Ermegot recibieron de doña Urraca las villas de Fita y Uceda, que salieron de manos del dominio real. Nuevamente debió pasar a poder real Hita, pues Alfonso X le dio fueros el 24-VII-1256. En 1274 es señora de Hita la in­ fanta doña Berenguela, hija de Alfonso X. A ésta le sucedió en el señorío la infanta doña Isabel, hija de Sancho IV y doña María de Molina. En 1311. siendo regente esta última, don Juan Manuel, rebelde a su rey, arrasa las villas de Hita y Uceda. En 1361 era señor de Hita don Iñigo López de Orozco, mandado matar por el rey Cruel, por haberse pasado al bando de su hermano Enrique. El señorío pasa entonces a don Pedro González de Mendoza, quien en 1380 funda el mayorazgo de Hita. CRIADO DE VAL, M. «Historia de Hita...» pag. 78 81.

101 IX) EL DOMINIO DE DON JUAN MANUEL SOBRE MOLINA

Don Juan Manuel poseyó efectivamente durante algún tiempo, entre otros muchos lugares el de Molina. Mas ¿de qué Molina se trata? Su hija doña Constanza fue prometida en solemnes esponsales al rey de Castilla Alfonso XI, siendo la novia todavía muy niña, allá por el año 1325. Pero los años iban pasando y el joven rey no parecía muy animado a cumplir su compromiso, como efectiva­ mente lo rompió al casarse con doña María de Portugal. En el ínterim quiso donjuán Manuel asegurar el porvenir de su hija vien­ do la dilación del ansiado matrimonio, y estando en Madrid otorgó documento el 6-VI-1331 dando a su hija para cuando él muriese sus castillos y villas de Caracena, Villena, Sax, Almonáster, Yecla, Hellín, Iso, Tobarra, Iniesta, Cifuentes, Palazuelos, Val de San García, et Molina segunt que la ayades e segunt la yo hé e la ñen­ go y Galve e Hita, «que vos tendredes del rey para en vuestra vida, según se contiene en las sus cartas que del toviemos en esta razón». Todavía volvemos a preguntas: ¿de qué Molina se trata? Citada en el documento anterior a la población de Molina entre las de Cifuentes, Palazuelos, Val de San García, y las de Galve e Hi­ ta, todas en tierras seguntinas, parece deducirse lógicamente se tra­ te de Molina de Aragón, señorío que, por otra parte pertenecía al rey novio Alfonso XI, a cuya corona se había incorporado en tiem­ po de su abuelo Sancho IV, casado con la última señora doña Ma­ ría de Molina. Los historiadores de Molina de Aragón no hubieran dejado de consignar este dominio, si hubiera tenido realidad, ya que los moli- neses hubieran alzado su voz si el dominio hubiera salido algún mo­ mento de sus señores naturales, como lo hicieron y violentamente en tiempo de la asignación a don Beltrán Duguesclin y en la del otro don Beltrán de la Cueva (6). ¿Pues qué otra Molina podría ser? Hay otra Molina en tierras murcianas, citada como Molina la Seca, en la sentencia de Torrellas del 8-VIII-1304, en la que intervino donjuán Manuel co­ mo compromisario juntamente con el rey de Portugal don Dionís y el arzobispo de Zaragoza don Jimeno de Luna. En dicha sentencia

102 quedó asignada a Castilla, juntamente con la ciudad de Murcia, Monteagudo, Lorca y Alhama con los demás lugares que tenía el reino de Murcia. Esta Molina la Seca no es otra que Molina de Segura, así llamada por la sequedad de sus tierras, a pesar de que el Segura cruza su tér­ mino un algo alejado de la villa. No puede ser otra homónima, Mo- linaseca, en la provincia de León, partido de Ponferrada, más que alejada de los dominios que don Juan Manuel poseyó en la Vieja Castilla (Peñafiel). Se trata, pues, de Molina de Segura, hasta cuyos términos se extendía el señorío del poderoso señor de Villena.

X) LA CAZA CON HALCONES EN EL OBISPADO DE SIGUENZA EN TIEMPOS DE DON JUAN MANUEL

El capítulo XII del «Libro de la Caza» que escribiera don Juan Manuel lo dedicó a exponer la geografía de la caza por las diversas tierras castellanas por él recorridas, las más a propósito para el ejer­ cicio cinegético, concretando su descripción en tres regiones, una de las cuales es la que a nosotros nos afecta. Lo enuncia así: Capítulo XII. «Muestra qué cazas há et qué logares, para do puede mejor cazar en las tierras do él ha andado. «Púsolo todo por obispados. Et fabla primeramente... de las ca-

(6) Los señores de Molina de Aragón fueron los siguientes por este orden: I. El conde don Manrique de Lara, que le dio fueros. II. Su hijo don Pedro Manrique de Lara, yerno del rey de Navarra. III. Su segundo hijo don Gonzalo Pérez Manrique. IV. Su hija Mafalda, casada con don Alonso, hijo de la reina doña Berenguela. V. Doña Blanca, hija de los anteriores, casada con don Alonso Niño, hijo natural de Al­ fonso X el Sabio. VI. Doña Molina de Aragón, casada con el rey de Castilla Sancho IV, quien lo recibió de su hermana. Entra el señorío en la Corona de Castilla. Tan sólo en dos ocasiones los reyes castellanos se desprendieron de este señorío con gran disgusto de sus fieles subditos, otorgándoselo a don Beltrán Duguesclín y al otro don Beltrán de la Cueva. No es para decir la respuesta de los molineses a estas transferencias. La primera vez se pasaron en señal de protesta al reino de Aragón, bajo cuya jurisdicción vivió tan solo veinte años, dando origen al apelativo que viene ostentando de Molina de Aragón. La segun­ da se enfrentaron al intruso, venciéndole en el Campo de la Matanza y expulsándole del cas­ tillo en la noche de Santa Catalina, de donde vino el dicho: «En Santa Catalina, se ganó Mo­ lina». ABANADES, Claro, «El Real Señorío de Molina», p. 19-52.

103 zas et de los lugares que han para las cazar en el Obispado de Car­ tagena. Et después en el Obispado de Cuenca. Et después en el Obispado de Ciguenza. «Et en el Obispado de Osma, Palencia, Burgos, Calahorra, León, Estorga, Zamora, Zalamanca, Avila, Segovia, Toledo, Jahén, Cór­ doba, Sevilla, en la tierra de la Orden de Santiago, que ellos llaman tierra de León. Dedica varias páginas al Obispado de Cartagena y Cuenca y ter­ mina con el de Sigüenza. Este Obispado, hoy coincidente con los límites de la actual provincia de Guadalajara, desde el año 1955, se internaba en tiempos de donjuán Manuel hacia el norte en las pro­ vincias de Segovia y Soria, por lo que habla, al describir esta zona de los territorios de Ayllón, y Berlanga, allende la sierra de Ayllón y los altos de Barahona, hoy fuera de la demarcación provincial de Guadalajara. «Et dice donjuán que en tierras que él fuese, nunca vio tan buen lugar de todas cazas de falcones, et señaladamente para afitar fal- cones abaneros et garceros: entre Barahona et Paredes... etc. «Por ese campo há muchas ánades, et garzas, et grúas, et lechu­ zas, que es caza muy sabrosa, et muy placentera; al tiempo de vera­ no, que son en la tierra, há muchos alcaravanes et muchos sisones et en todo tiempo muchas liebres et muchas perdices... «Entre Barahona et Paredes há un arroyo et lagunas en que há muchas ánades et muy buen lugar para las cazar con falcones. ARROYO CAÑAMARES. El arroyo de Cannamares nasce entre Bannuelos (Bañuelos) et Romanuelos (Romanillos), et cae en Fenares (el rio Henares) deyuso (abajo) de Bragadera: en este arro­ yo há muchas ánades et garzas. Et desde Torrubia ayuso es de muy buenos pasos: en lo demás es buen lugar para cazar en él con falco­ nes; salvo en cuanto va por grandes pennas. ARROYO BORNOBA. El arroyo de Bornoba nasce en la fuen­ te que está sobre la laguna de Siente Mohnnos (Somolinos), et entra en Fenares deyuso de Caraceniella: en este arroyo há ánades et gar­ zas, desde Santa María de Sopenna fasta dentro en Fenares, mas en pocos lugares se pueden cazar falcones. ARROYO DE COGOLLUDO. El arroyo de Cogolludo et entra en Fenares en Fuentiana: en este arroyo há pocas ánades. Pero do las fallan, bien se pueden cazar con falcones.'

104 EL RIO SORBE. El arroyo de Sobrel se ayunta de muchos arro­ yos, dellos que nascen so Catasávalos (Campisábalos y dellos cabe Galve. Et dellos, del un cabo et del otro de Cantalojas et entra en Fenares en Pennahora: en estos arroyos fasta que llegan al Angostu­ ra, deyuso de la Puente, que dicen de Valdallo, há muchas ánades et buen lugar para las cazar con falcones. Mas de la Agostura ayuso fasta Belenna non se pueden cazar con falcones. Et desde Belenna fasta do entra en Fenares, há buen lugar para las cazar. Et algunas vegadas recude hi garza. ARROYO DE CERCADILLO. El arroyo de Certadiello nasce en la Dehesiella de Atienza sobre Torde Rey, et entra en el rio de Aymón (Imón) sobre Sancta María: en este arroyo há parada de ánades et garzas a las veces, et buen lugar para las cazar con falco­ nes, salvo por do va entre pennas. ARROYO DE RIBA DE SANTIUSTE. El arroyo de la Riba nasce del cerca de Atienza et otra parte del sobre Paredes, et ayún­ tase a él el arroyo de Val del Cubo, el otro que se llega a el cabo de la Riba un poco de suso (arriba): en todos estos arroyos há muchas ánades et parade garzas, et en lo demás son en buen lugar para las cazar con falcones. Pero a lugares hay malos pasos et tremedales, et por ese valle a las más veces falla hi un par o dos de grúas de mora­ da; cerca de las salinas de Aymón viene un arroyo en que há muchas ánades para cazar con falcones. EL RIO SALADO. El arroyo de Rio Salado nasce en la aldea que llega al arroyo de las Saliniellas; há en él ánades a logares, et buen lugar para las cazar con falcones. Et en el arroyo de las Salinas fasta que entra en las Salinas de Boniella, ha muchas ánades: et buen lu­ gar para las cazar con falcones. Los arroyos de Val de Paraíso son bien tres o cuatros et en todos há muchas ánades, et buen lugar pa­ ra las cazar con falcones, salvo dos que llegan al Carrizal cerca de las Salinas. RIO HENARES. El rio Fenares nasce sobre Cigüenza cerca de Horna et fasta de yuso de la villa há muchas ánades et parada de garzas, et salvo por do va por hoces et grandes angosturas de pen­ nas, puédense bien cazar con falcones, et ayúntase con Rio Salido en Vaydes, et dende adelante lleva Fenares el nombre, et piérdelo Rio Salido. ARROYO DE ARAGOSA. El arroyo de Aragosa nasce una par-

105 te del sobre Saúca et la otra parte del cerca Borjarraval (Bujarrabal) et ayúntase sobre Xodara (Jodra): en estos arroyos há muchas ánades et parada de garzas, et fasta Xodara es buen lugar para las cazar con falcones. Et de Xodara ayuso (abajo) fasta que pasa por la foz de Haragosa, va por muy fuertes lugares, también para cazar, camino para andar. ARROYO DE VALFERMOSO. El arroyo de Val Fermoso nas- ce sobre Almodrones (Almadrones) et entra en Fenares deyuso de Sancta María de Sopenna, et há en él pieza de ánades: et el mejor lugar que há para las cazar con falcones es desde Algeziella (Argecilla) fasta cerca de Utande. ARROYO DE CIFUENTES. El arroyo de Cifuentes nasce en Cifuentes, et entra en el Tajo cerca de la Casa de Crillo (Trillo): en este arroyo et en las lagunas cerca de San Blas há muchas ánades, et parada de garzas, et en lo más há buenos lugares para cazarlas con falcones. TIERRA DE MEDINA. En tierra de Medina há muchas ribe­ ras en que há muchas ánades et partida de garzas et a lugares algu­ nas grúas de morada. Et dice don Juan que non se acuerda de los nombres de los lugares do nascen. Mas la una es un arroyo que pasa por Balbazil, et es buen arroyo de caza. Et el otro que pasa por la Riba de Sant Felices (Saelices) et Tajunna, que nasce sobre Luzón, et el arroyo que pasa cerca de Minno (Miño) et va por el Alcobiella, et va a Calatahojar (Caltojar) do se ayuntan en el arroyo que viene de la Riba Descalote: en todos estos arroyos há muchas ánades et pieza de garzas et como quier que a lugares van por tierra fragosa et hay malos pasos. Pero lo demás todo se caza muy bien con falcones. TIERRA DE MOLINA. Tierra de Molina, si non es el rio que pasa por Molina: dice don Juan que non sabe él hí buena ribera ninguna, commo quier que le dijeron que contra el campo que había buenas riberas et otro sí que en el rio de Mesa que había muchas garzas. TIERRAS DE ALMAZAN. Otrosí en tierra de Almazán dice donjuán quel dijeron que había hí pieza de buenas riberas, mas di­ ce que non se le acertó de cazar en ellas. Pues es acabado de contar las riberas que donjuán sabe del Obispado de Cigüenza. Don Juan Manuel había recorrido una a una las tierras todas de la meseta castellana desde Peñafiel y Escalona, por las de Sigüenza

106 y Cuenca hasta las de Villena, recreándose en momentos tranquilos de su ajetreada vida en el noble ejercicio de la caza, lo que le facili­ tó escribir este libro, en el que volcó todas sus experiencias y conoci­ mientos sobre la materia, pues aparte de los interesantes datos ge­ ográficos e hidrográficos que nos ha legado, dio también a conocer muy ampliamente curiosísimos detalles sobre cetrería, lo que ha fa­ cilitado, con otros libros similares, recobrar los procedimientos me­ dievales acerca del adiestramiento de los halcones, que teníamos perdidos. No cabe duda de que la geografía hidrográfica de la antigua diócesis de Sigüenza poco ha cambiado en estos setecientos años transcurridos desde entonces, aunque bien podemos decir que «ha llovido y no poco». La constante erosión originada por los agentes naturales algo habrá modificado, aunque no tanto como la acción del hombre, al introducir en esas riberas y valles el cultivo de los ce­ reales — lo que deteriora el paisaje vegetal—, sustituyéndolo por el bosque de encinas y robles y aun de hayas, pues precisamente en es­ ta septentrional región de la provincia de Guadalajara se. conserva el más meridional de los hayedos de Europa. En estos últimos años el Servicio de Concentración Parcelaria ha saneado numerosos arroyos con poderosas máquinas, obteniendo a la vez que la eliminación de terrenos anegados, habitat de estas aves, la desecación para el cultivo de secano. Hoy no abundan como otrora estas aves, pero todavía esporádi­ camente aparecen algunos ejemplares, ávida presa de cazadores ar­ mados, lo que ha obligado a que recientemente, el 6-III-1981, el Estado Español promulgara una ley de protección de estas especies en via de extinción, prohibiendo la caza de rapaces e insectívoros, la garza y la grulla, aunque ha dejado en libertad al ánade y al si­ són, más abundantes, en determinados días no vedados. La garza, tímida y recelosa, por ser la más perseguida, es emigrante, inverna de octubre a marzo en África y se viene a vera­ near por toda Europa, junto a las charcas y terrenos pantanosos en busca del sustento que aprende con su largo pico. El habitat del ánade o pato es más dilatado, pues a la zona norte- africana de emigración añade el sur asiático, si bien gran parte de la especia se queda en España, así como en Italia o Grecia. Hay zo­ nas de países europeos donde en el buen tiempo se las ve reunidas

107 por centenares de miles, ocupando en su extensión los estanques, lagos y pantanosos suelos, ejercitando su incansable voracidad, que no tiene límites. Las «grúas» o grullas son más bien aves de paso, de muy alto vuelo, que en ocasiones se nos muestran apoyadas en un solo pie. De cuerpo ceniciento y negras las plumas mayores de sus alas, se ali­ mentan asimismo de cereales tiernos, hierbas, guisantes y frutas, al­ ternadas con gusanos, insectos, langostas o saltamontes, grillos, li­ bélulas, ranas y reptiles acuáticos... El área de dispersión de los sisones, aves del orden de las corredo­ ras, es bastante extenso: Hungría, Francia, Sur de Rusia, Turquía, Grecia, Italia y España; accidentalmente se presenta en Holanda, Bélgica, Alemania e Inglaterra. En nuestra península se encuentra por todas partes, pero en muy pequeña proporción, frecuentando los viñedos, las llanuras y las faldas de las montañas. Por la excelen­ cia de su carne, considerada tan deliciosa como la del faisán, sufre más activa persecución. No faltan igualmente en verano los alcaravanes —denominación árabe—, aves zancudas de unos 30 ó 40 centímetros de altura, ca­ beza gruesa, cuello relativamente corto, pico recto y fuerte de tanta longitud como la de su cabeza, sostenida en largas piernas ama­ rillas, el vientre blanco y alas blancas y negras, con el resto de su cuerpo rojo. Dícese de él que en viendo al cazador o ave de rapiña, lanza fuertes chillidos, que alertan y hacen huir a las demás aves que por allí se encuentran, quedándose el alcaraván en peligro, lo que ha dado lugar al dicho: «Alcaraván zancudo: para otros conse­ jo, para tí ninguno». Como ave nocturna, sale por la noche a la ca­ za de insectos, ratones de campo, sapos, ranas, etc. Vive en las este­ pas de Europa meridional, de África y de Asia occidental; no es ra­ ro encontrarle en las llanuras de Alemania y Hungría y hasta en el sur de Suecia.

XI) ITINERARIO DE DON JUAN MANUEL

1282 V 5 Escalona. Nacimiento. 1285 II 11 Soria. Confirma documento de Sancho IV. (12) p. 190.

108 1294 VI 6 Murcia. Adelantado Mayor (4) p. 215. Primer combate (8) p. 3. XI Valladolid. (8) p. 3 Peñafiel. (8) p. 4 1 9QF; Madrid. (8) p. 4 Murcia. (8) p. 6 1296 I 2 Villena. (17) p. 93 Cuéllar. (8) p. 11 10 Valladolid. Confirma documento de Fernando IV. (12) p. 238 298 III 26 Garci Muñoz. (8) p. 239 299 X 3 Peñafiel. (8) p. 241 300 I Requena. (8) p. 12 " IX 21 Villar del Salsa. (8) p. 244 " XII 31 Huete. (8) p. 245. (Con su esposa Isa­ bel) 1301 I 31 Badajoz. (Acompañando al rey de Cas­ tilla. (8) p. 248 " XII Escalona. Allí muere Esabel su esposa. 1302 VIII 26 Palencia. (8) p. 254 1303 III 18 Badajoz. (8) p. 259 (Bedaios por Ba- daios) » III 31 San Esteban de Gormaz. (8) p. 264 " IV 6 Montalbanejo (Cuenca). (8) p. 265 11 Zafra (Cuenca. (8) p. 273 V 9 Játiva. (Entrevista con Jaime II). (8) p. 266 15 Cuenca. (8) p. 33 21 Jorquera (Albacete). (8) p. 278 Atienza. (8) p. 33 VI 20 Ariza. (8) p. 281 Teruel. (8) p. 21 VII 2 Zafra (Cuenca). (8) p. 289 VII 15 Confruentes (8) p. 288 " 20 Zafra (Cuenca). (8) p. 22 VIII Peñafiel. (8) p. 22 IX Peñafiel. (8) p. 23 X 2 Hinojosa. (8) p. 293

109 Jorquera. (8) p. 22 XI 14 Fuentes de Alarcón. (8) p. 294 II 19 Palomares. (8)p. 298 IV 25 Cueva. (8) p. 301 Roa.(8) p. 25 VI 14 Burgos. (8) p. 304 28 Burgos. (8) p. 304 VII 2 Burgos. (8) p. 306 IX 12 Cuenca. (8) p. 306 X 31 Huete. (8) p. 307 XI 28 Escalona. (8) p. 309 XII 14 Cuenca. (8) p. 311 II 2 Guadalajara. (8) p. 30 Medina del Campo: (8) p. 30 III Alarcón. (8) p. 314 IV 3 Huete. (8) p. 314 V 26 Ramiro (Valladolid). (8) p. 317 VI 13 Bujalaro (Guadalajara). (8) p. 320 " 16 Brihuega. (8) p. 318 VIII 11 Verdel Pinero (Verdelpino de Huete). (8) p. 320 IX 1 Huete. (8) p. 323 " 5 Huete. (8) p. 324 II 13 Alarcón. (8) p. 327 III 9 Garci Muñoz. (8) p. 330 " 13 Garci Muñoz. (8) p. 330 IV I Valencia. (8) p. 32 " 17 Valencia. (8) p. 331 V 2 Ayora (Valencia). (8) p. 333 V 9 Cuenca. (8) p. 334. " 13 Garci Muñoz. (8) p. 32 " 15 Cuenca.(8) p. 332 Cuenca. (8) p. 334 " 26 Valencia. (8) p. 32 " 28 Masarabuleque (Mazarulleque), VI 1 (Cuenca). (8) p. 335 Atienza. (8) p. 337 VI 16 Atienza. (8) p. 337 " 19 Cadahabro? (8) p. 340 IX 1306 XI 14 Escalona. (8) p. 341 1307 I 30 Petrel. (8) p. 345 " II 4 Murcia. (8) p. 346 " 6 Murcia. (8) p. 346 8 Murcia. (8) p. 346 " " 11 Murcia. (8) p. 347 26 Villena. (17) p. 93 y 216 (documento), (8) p. 348 IV 9 Huete. (8) p. 349 V 25 Peñafiel. (8) p. 350 VIII 26 Atienza. (8) p. 351 1308 II 19 Sitio de Moya. (8) 352 y 328 III 16 Villena. (17) p. 93 y 216 (documento) y (8) p. 353. 19 Chinchilla. (8) p. 353 "V 2 Valladolid (Confirma documento de Fernando IV). (17) p. 218 " 11 Valencia. (8) p. 358 28 Burgos. (8) p. 356 VII 17 Burgos. (8) p. 360 X 27 Atienza. (8) p. 361 1309 II 28 Madrid. (Primeras cortes allí habida. (8) p. 363 X 22 Sitio de Algeciras. (8) p. 367 1310 V 7 Valencia de Donjuán. (8) p. 367 "VI 19 Brihuega. (8) 377 Córdoba. (8) p. 40 VII 18 Huete. (8) p. 381 1311 III 6 Peñafiel. (8) p. 388 25 Becerril de Campos. (8) p. 389 V 15 Atienza. (8) p. 391 V 25 Atienza. (8) p. 392 VI 26 Peñafiel. (8) p. 395 VIII 10 Huete. (8) p. 396 XI 4 Peñafiel. (8) p. 400 1312 II 11 Atienza. (8) p. 405 (error en la fecha del libro). III 3 Valdejudíos. (8) p. 406 IV 7 Almansa. (8) p. 407

111 312 VII 1 Garci Muñoz. (8) p. 409 3 Garci Muñoz. (8) p. 409 21 Alarcón. (8) p. 408 • • IX 10 Murcia. " IX 17 Murcia. (8) p. 417 " X 8 Cuenca. (8) p. 413 " XII 26 Cañamares (Guadalajara). (8) p. 419 313 I Madrid. (8) p. 422 " II 4 Santa María del Tiemblo. (8) p. 424 " II 20 Toro. (8) p. 427. " III 31 Valladolid. (8) p. 427 " IV 13 Villena. " V 23 Grijota (Palencia). (8) p. 429 314 III 1 Villena. (17) p. 93 y (8) p. 442 V 1 Villena. (17) p. 93 9 Villena. (17) p. 93 •• VII 7 Valladolid. (Confirma documento de Alfonso XI. (13) p. 412. » IX 17 Salmerón. (8) p. 458 27 Garci Muñoz. (8) p. 458 315 Uclés. (8) p. 36 316 Villena. (17) p. 93 " II Cuéllar. (11) p. 59 317 V 12 Paredes de Nava. (11) p. 58 y (7) p. 361 15 Palencia. (11) p. 59, 65 y 284 (documento) y (7) p. 361 VI 23 Cifuentes. (11) p. 60 y 283 (documento) y (7) p. 362 " IX 4 Villena ( 17) p. 93 320 IV 4 Talavera : de la Reina. (8) P- 487 " VII 18 Peñafiel. (8)p. 489 " X 10 Segovia. (8)p. 491 " XI 30 Córdoba . (8)p . 493 321 III 20 Madrid. (10) p . 81 y :11 6 (documento) y(13)p. 493

325 IX 5 Villaóñe;i. (8)Fi . 512 27 Valladolid. (8) p. 514 X 13 Peñafiel. (8)p. 516 325 X 14 Peñafiel. (8) p. 518 326 III 10 Alcalá de Henares. (8) p. 525 " IV 12 Escalona. (8) p. 526 *> 14 Escalona. (8) p. 527 " VII 20 Medina del Campo. (Confirma docu­ mento de Alfonso XI). (12) p. 254 Guadalhorca. Vence a Ozmín, caudillo del rey de Granada. 327 I 2 Garci Muñoz. (8) p. 533 " II 28 Montalbo. (8) p. 536 " III 15 Montalbo. (8) p. 550 " IV 2 Garci Muñoz. (8) p. 538 " VII 15 Garci Muñoz. (8) p. 545 " IX 15 Garci Muñoz. (8) p. 559 " XI Escalona. (8) p. 37 XII 16 Zafra (Cuenca). (8) p. 552 » 17 Montalbo. (8) p. 550 328 I 23 Garci Muñoz. (8) p. 559 III 3 Villena. (17) p. 93, (8) p. 561 • - 22 Garci Muñoz. (8) p. 563 " IV 8 Huste. (8) p. 566 " VI 12 Garci Muñoz. (8) p. 571 329 I 2 Cifuentes. (11) p. 65 y 286 (documento) y (7) p. 363 330 I 2 Jérica. (8) p. 579 V 22 Pozancos (Junto a Sigüenza, da fin al Libro de los Estados. (8) p. 166 » X 10 Chinchilla. (8) p. 585 331 II 18 Fuente del Olmo. (8) p. 589 332 I 3 Garci Muñoz. (8) p. 594 29 Valladolid. (Confirma documento de Alfonso XI (13) p. 494 •• VIII 17 Garci Muñoz. (8) p. 594 333 III 17 Cifuentes. (8) p. 598 334 I 23 Villena. (17) p. 93 " III 7 Castelfabit. (8) p. 604 " IV 22 Peñafiel. (8) p. 611 " V 14 Peñafiel. (8) p. 611

113 1335 VI 11 Salmerón. (8) p. 168 IX 28 Valladolid. (Confirma documento de Alfonso XI). (12) p. 257. 1336 II 20 Valladolid. (Confirma documento de Alfonso XI. (13) p. 512 >• VI 13 Alarcón. (8) p. 621 " VII 30 Garci Muñoz. (8) p. 622 1337 X Daroca. (8) p. 112 1339 IV 6 Madrid. (11) p. 67 y 286 (documento) y (7) p. 364 V 15 Cifuentes ,, 31 Hizo testamento. (11) p. 74 1340 IV 10 Lechón (Zaragoza). (8) p. 631 " X 30 Batalla del Salado 1341 III 1 Villena. (17) p. 93 y 227 (documento) 1342 I 24 Villanueva de don Fernando. (Fundada por don Juan Manuel en tierras de Murcia. (8) p. 113 y 640. 1344 III 26 Toma de Algeciras. (11) p. 74 " VIII 14 Sevilla. (11) p. 74 (hizo testamento) 1345 IV 7 Peñafiel. (8) p. 643 10 Peñafiel. (8) p. 671 1347 IV 19 El Álamo. (11) p. 70 y 289 (documento) •• VI 20 Cifuentes. (11) p. 291 (documento) y (7) p. 365 1348 IV, V ó VI Córdoba o Murcia. Fallecimiento.

BIBLIOGRAFÍA

(1) ABANADES LÓPEZ, Claro. «El Real Señorío Molinés (Compendio de su historia)». (2) AZUAR RUIZ, R. «Castellología medieval alicantina: área meridional». Alicante, Gráficas Diaz, 1981. (3) CRIADO DE VAL, Manuel «Historia de Hita y su Arcipreste». Madrid, Artes Gráf. Encinas, 1976. 4) DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO HISPANOAMERICANO. (DEHA). 5) DICCIONARIO DE HISTORIA ECLESIÁSTICA DE ESPAÑA.(DHEE).

114 6) GAIBROIS DE BALLESTEROS, Mercedes. «El príncipe donjuán Manuel y su condi ción de escritor». Discurso leido ante el Instituto de España en la Fiesta del Libro el 17-1V- 1943. Madrid, Imp. Magisterio Español, 1945. (7) GARCÍA LÓPEZ, Juan Catalina. «Memorial Histórico Español», t. XLI. Biografía y estudio crítico». Zaragoza, Tip. La Academia. 1932. (8) JIMÉNEZ SOLER, Andrés. «Donjuán Manuel». Biografía y estudio crítico. Zaragoza. Tip. La Academia. 1932. (9) LAYNA SERRANO, F. «Castillos de Guadalajara», 3a edición Madrid. Imp. T.P.A. 1962. (10) LAYNA SERRANO, F. «Los conventos antiguos de Guadalajara». Mdarid, Aldus S.A. 1943. (11) LAYNA SERRANO, F. «Historia de Cifuentes», 2a ed. Guadalajara. GráficasJ.C. J. 1978. (12) LOPERRAEZ CORVALAN, Juan. «Descripción Histórica del Obispado de Osma». Madrid, Ed. Turner, 1978. (13) MINGUELLA Y ARNEDO, Toribio. «Historia de la Diócesis de Sigüenza y de sus obispos». Madrid, Tip. «Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, tomo II. 1912. (14) NUÑEZ DE CASTRO, Alonso. «Historia de la ciudad de Guadalajara». Madrid, Pablo de Val, 1653. (15) PÉREZ ARRIBAS. Andrés. «Alcocer. Historia v Arte». Guadalajara, edit. OPE. 1974. (16) SÁNCHEZ DONCEL, Gregorio. «Alcocer. (Guadalajara)». En «Remanso». Zarago­ za, n° 45, mayo-junio 1968. (17) SOLER GARCÍA, José María. «La relación de Villena de 1575», 3a ed. Alicante, 1974.

115

PRELIMINARES DE LA GUERRA DE LOS DOS PEDROS EN EL REINO DE VALENCIA (1356)

María Rosa Muñoz Pomer

La financiación de la estructura político-administrativa de la Co­ rona de Aragón se hace independientemente en cada uno de sus reinos. El mantenimiento se efectúa en un doble plano: el munici­ pal, cuyos gastos serán sufragados con la recaudación de los im­ puestos de la ciudad, emisión de censales y otros recursos a criterio del Consejo y los jurados; y las necesidades de la corona, a las que se contribuirá con lo percibido por los impuestos reales, siempre esca­ sos, que harán necesario arbitrar otros medios, especialmente en los momentos conflictivos, momentos que no faltarán a lo largo del s. XIV. Estas medidas serán: los préstamos y colaboración solicitada a las ciudades, venta del patrimonio real, impuestos extraordinarios, donativos de la Cortes, etc. todos estos procedimientos, ensayados con anterioridad, se utilizarán asiduamente en este siglo, de tal for­ ma que es en este período cuando se consagra el impuesto general votado en Cortes y que, andando el tiempo, dará lugar a la llamada Generalidad. La debilidad del sistema financiero es reconocida por el mismo monarca: «Nos no som rey qui hajam tresor ni grans rendes, et go

117 que nos havem a metre en aquests affers, havem a trer de nostres gents, les quals en temps passat, en nostres guerres e en nostres af­ fers, nos han molt ajudat» (1). Uno de los acontecimientos que pondrá en funcionamiento los mecanismos financieros, antes mencionados, será el enfrentamien- to entre Castilla y la Corona de Aragón conocido como «La guerra de los dos Pedros» (1356-1369). La transcendencia y prolongación del conflicto hará necesario que de forma individual o simultánea vayan aplicándose los distin­ tos resortes económicos. Las circunstancias establecerán su priori­ dad. Las características de esta guerra, cuyas primeras acciones co­ mienzan incluso antes de su declaración formal, hacen necesaria, en primer lugar y sobre todo en la zona fronteriza, la colaboración de las ciudades para hacer frente a la situación. Las Cortes también aportarán su ayuda pero, en el caso de Va­ lencia, ésta será posterior, aunque no por ello menos importante. Los representantes del reino se reunirán con este fin en: 1358, 1360, 1362, 1364 y 1367 (2). Las primeras Cortes, pues, se convocan du­ rante la tregua establecida a partir de mayo de 1357. El estudio del papel que desempeña la ciudad de Valencia, a tra­ vés de su órgano representativo: el Consejo, ha sido posible por la calidad de los fondos documentales que conserva su archivo muni­ cipal. Fuente principal para este fin es Manual de Consells (3), en ella se registran todos los acuerdos tomados por su corporación. Hemos revisado, asimismo, Lletres Missives (4), y Claveria Comuna, Ma­ nuel D'Albarans (5). Hay que lamentar la carencia para estas fechas de Claveria Comuna. Llibres de Comptes. Esta serie recoge los ingresos y gastos del municipio y en ella quedaron reflejados, sin

(1) GUBERN, R., Epistolari de Pere III. Barcelona, 1955. p. 144-145. Carta escrita al infante Pedro el 24 de febrero de 1357. (2) ROMEU ALFARO. S., Catálogo de Cortes Valenciana hasta 1410. Anuario de Histo­ ria del Derecho español, t. 40; (1970), p. 593. (3) En adelante se citara (M.C.) El M.C., A-13, abarca de 1356 a 1360. (4) Citado (LL. M.). El LL. M., g3-2, aunque consta en su encuademación que comprende de 1349 a 1356, su contenido finalizará en realidad en 1352. (5) Citado (C.C.M.A.), es un registro de albaranes y sólo proporciona datos parciales aun­ que en algunos casos pueden ser indicativos.

118 duda, las cifras globales y los conceptos de las inversiones hechas durante la guerra.

ANTECEDENTES

El hecho de que ambos estados, Castilla y la Corona de Aragón, se desenvolviesen dentro de la misma unidad peninsular y bajo la tradición goda de unidad política será la causa, según Abadal (6), de su enfrentamiento. La dualidad comenzada ya en el s. XII, épo­ ca de expansión de ambas — Tudilen, 1151 — , finalizará con el tra­ tado de Almazán — 1375— . Los resultados de la guerra de los dos Pedros darán fin a las ilusiones expansivas del Ceremonioso. Aunque con Jaime II parecía haberse llegado a una situación de equilibrio que se intenta consolidar con el matrimonio de Dña. Le­ onor, hija de Fernando IV, y el heredero aragonés, el enlace de Al­ fonso IV y la infanta castellana no responderá a las esperanzas puestas en él. Las donaciones, que ésta obtendrá del rey en favor de sus hijos y en detrimento del primogénito, serán la causa del enfrentamiento entre Pedro IV y Alfonso XI, hermano de aquella, que asume su causa a la muerte de su esposo ante la actitud del he­ redero. El peligro benimerín, no obstante, decide su concordia y colabo­ ración en la campaña del estrecho (7). El acceso al trono castellano de Pedro I no supone ruptura de la paz, aunque como señala Zurita: «Estuvieron el rey de Castilla des­ de que sucedió en aquel reino y el rey de Aragón en gran recelo de rompimiento» (8), la causa, según el mismo señala, se enlaza con los hechos antes mencionados, la relación de ambos monarcas con respecto a los hermanastros del contrario. El pacto de Tarazona —4 de octubre de 1352— zanja las cues­ tiones en torno a Dña. Leonor y sus hijos evitando por el momento su enfrentamiento, enfrentamiento nada fácil en esos años: el cas-

(6) ABADAL, R. d , Pedro el Ceremonioso y la decadencia política de Cataluña. Prólo go t. XIV de Historia de España, dirigida por R. Menéndez Pidal, p. 131 y ss. (7) MUÑOZ POMER. Ma R., Las Cortes de 1339 paso,previo en la alianza peninsular contra los Benimerines. Homenaje al Dr. Peset (en prensa). (8) ZURITA, J. (1562), Anales de Aragón, ed. preparada porCANELLAS, A. Zaragoza. 1977, t. 4 p. 254. '

119 tellano andaba ocupado en la represión de la nobleza y Pedro IV en la campaña de Cerdeña. La paz, sin embargo, no sería duradera. Pedro I, tras someter a la nobleza en 1355, dedica su atención a la política exterior, que dará como resultado lo que Zurita ha calificado como: «Guerra fu­ riosa entre los reyes de Aragón y Castilla» (9), y en la cual el Cere­ monioso: «Estuvo en peligro de perder el reino y vio gran parte del en poder de su enemigo» (10). Como señala Suárez Fernández: «Desde el primer momento la guerra entre Castilla y Aragón se mostró muy diferente de las acostumbradas rivalidades fronterizas; iba a ser la batalla decisiva por la hegemonía peninsular» (11). Al detonante que hizo estallar la guerra, según las crónicas de ambos reyes, Zurita añade algunas quejas en las que estaban impli­ cados como otras veces los hermanastros y bastardos, él mismo re­ coge, que «Aunque el rey de Castilla fue el promovedor de la guerra y ligeramente admitió la ocasión della, estaban ya muchos días an­ tes los ánimos destos príncipes muy indignados y con grande senti­ miento y queja el uno del otro» (12). La concordia del Castellano con los hermanastros del Aragonés, los infantes Fernando y Juan, que le ofrecieron, entre otros, los cas­ tillos de Orihuela y Alacant, es una de las querellas que alega el Ce­ remonioso (13). Las de Pedro I serán presentadas por un embaja­ dor tras el incidente que causa la ruptura (14). La política seguida por el rey de Castilla con respecto a la noble­ za justifica, por un lado, el intento de concordia del infante Juan con su hermanastro, y por otro, la salida de sus nobles hacia Fran­ cia y Aragón. El exilio de nobles castellanos favorece las gestiones diplomáticas de Pedro IV. El incidente que originó el enfrentamiento fue la actitud de Francesc de Perellós, subdito aragonés, en su camino hacia el canal de la Mancha como aliado de los franceses en su enfrentamiento a

(9) ídem, p. 289. (10) Ibidem. (ll)SUAREZ FERNANDEZ, L., Castilla 1350-1406 en t. XIV de la Historia de España dirigida por R. Menendez Pidal, p. 47. (12) ZURITA, J., Op. Cit., p. 290. (13) GUBERN, R., Op. Cit., p. 145-146. (14) ZURITA, J., Op. Cit., p. 295-296.

120 Inglaterra, en la denominada: «Guerra de los cien años», al tomar dos barcos de mercaderes en contra de la voluntad del castellano. Pedro I, a fin de hacerle desistir de su empeño, le amenaza con prender y embargar a los mercaderes catalanes afincados en Se­ villa; ante la actitud de Perellós, el rey dio orden de ejecutar la amenaza.

PRELIMINARES DE LA GUERRA

El ultimátum de Pedro I no llegará al Ceremonioso hasta el 4 de septiembre de 1356 (15); ello no impide que, con anterioridad a es­ ta fecha, las zonas fronterizas sean hostigadas por los castellanos. La preocupación por estos ataques y el interés por conocer la si­ tuación de los mercaderes que se encontraban en Sevilla mueven al Consejo municipal valenciano a enviar espías a Castilla con el fin de obtener información (16). Las primeras noticias registradas en las actas del Consejo no pro­ cederán, sin embargo, de esta fuente. Son el infante Ramón Berenguer, conde de Ampurias, y el go­ bernador general, García de Lóriz, miembros del Consejo real resi­ dente en Valencia, y sin duda por delegación, los que personados en su reunión del 31 de julio informan al Consejo: «Que ells havien haüdes letres e noves que.l rey de Castella havia preses tots e sengles mercaders catalans, los quals havia trobats en la ciutat de Sibília; hoc encara en Múrgia eren stats preses tots e sengles mercaders catalans, los quals eren e mercadejaven en aquella, e totes les robes e coses e mercaderies de aquells scrites, emparades e secrestades. Et enaprés, havien entes, lo dit senyor in- fant e lo dit honrat governador, que.l dit rey de Castella havia ar- mades nou galees e quatre naus, en les quals aquell personalment era pujat, e s'esforgava mes armar-ne per dapneyar catalans e altres sotmeses del molt alt senyor nostre, lo rey d'Aragó. ítem, encara fon propossat, per lo dit senyor inffant e governa-

(15) ídem, p. 298. (16) A finales de julio cobran su salario, 100 sueldos cada uno, Pere de Torreblanca, por­ tero del rey dos castellanos que habían ido a Sevilla a obtener información sobre los merca­ deres (C.C.M.A., J-2, f. 3, 3v).

121 dor desús dit, que.l dit rey de Castella e los alts infants don Ferran­ do, marqués de Tortosa, e don Johan, frares del dit senyor nostre, lo rey d'Aragó, s'esforgaven e fahien tot son poder per entrar en los regnes d'Aragó e de Valencia en gran da e perjudigi del dit senyor rey e deis dits regnes» (17). Comunicadas estas nuevas, el gobernador manda a los jurados y al Consejo: «Que sobre les dites coses fesen e ordenasen tais e tant bones provissions, que fossen a honor del dit senyor rey e a profit e utilitat de la dita ciutat e regne de aquella» (18). El Consejo, ante la gravedad y urgencia de los hechos, aprueba por unanimidad que el infante y el gobernador junto a los jurados: «Triasen e helegisen, axí per part deis cavallers ho generosos com deis ciutadans de la dita ciutat, alcunes bones persones» (19); y que todos ellos decidan y ordenen lo necesario en relación a estos hechos. Rápidamente se procede a la elección de una delegación y esa misma tarde se acuerdan las primeras medidas orientadas al abastecimiento y la defensa. El abastecimiento quedará cubierto con dos tipos de soluciones: 1 ° El aprovisionamiento de los puntos estratégicos (20). El gober­ nador se ocupará de Valencia dando las órdenes oportunas; dos representantes de esta comisión, del resto de villas y castillos, espe­ cialmente los situados en la línea Bunyol-Castielfabib. 2 o Por medio de la notificación de estos hechos a fin de que cada lugar proceda a la custodia y defensa de sus ganados y otros bienes. La defensa exigirá mayores disposiciones: Io Dedican su atención a la frontera sur. El gobernador debe partir hacia Xátiva, el baile a la Villa Joiosa para encomendar su castillo a alguien de absoluta confianza.

(17) M.C., A-13, mano 1, f. 12-12v. (18) ídem, f. 12v. / (19) ídem, f. 12v. Esta comisión quedará formada por el infante el gobernador, los jura­ dos y los siguientes miembros del Consejo: Berenguer d'Abellá, Galceran de Tous, Bernat Fabra, Joan de Pertusa, Francesc de Vilarasa, Pasqual Magaña, Giner Rabaca, Ramón de Vilanova, Vicent Dezgraus, Jaume de Claramunt, Bertomeu Mulnar, Miquel Pellicer, Pedrolo Gil, Guillem Abelló, Miquel de Palomar, Francesc Marrades, Pere Malet, Pere Fu- ser, Arnau de Valleriola, Andreu Caner, Jaume Delmas, Guillem d'Espígol, Lop de Piera, Romeu Soler, Jaume Guerau, Pere Rull, Mateu Ibanyes y Berenguer Tapióles. (20) C.C.M.A., J 2, f. 15, recoge el salario de los que se ocuparon de aprovisionar de trigo la ciudad y otras fortalezas. (ídem, f. 19v.) lo que cobra el encargado de supervisar el trigo de que dispone el reino.

122 2o Se procederá al recuento y organización de efectivos. Los jura­ dos se ocuparán de contabilizar los jinetes y distribuir los infantes en decensas y centenas (21). En la ciudad de Valencia delegarán es­ tas función en dos miembros de cada parroquia (22). 3o El gobernador se ocupará de establecer el código de señales y de su comunicación a todo el reino (23); además localizará los luga­ res más apropiados para situar el frente. 4o Dos de los jurados que forman la comisión se encargarán de organizar el espionaje (24). 5o Se prohibe la exportación de rocines, caballos y armas. El baile será el encargado de difundir la noticia y de alertar a los ofi­ ciales responsables en las fronteras. 6o Con respecto a los castellanos que habitan en la ciudad se dis­ pone que no les sea encomendado el peaje y que se le retire si algu­ no lo está disfrutando. Ordenándose, al mismo tiempo, que si es necesario sean expulsados de la ciudad de Valencia e incluso del reino (25). Las disposiciones, como puede observarse, abarcan todos los as­ pectos poniendo especial atención a las zonas de acceso al reino. El 13 de agosto, y a causa de las informaciones que llegan de Cas­ tilla, el Consejo adopta nuevas medidas. Siguiendo el criterio ya es­ tablecido, decide el nombramiento de una comisión (26) que debe­ rá hacerse cargo de la fortificación de la ciudad. Así mismo, acuer-

(21) ídem, f. 6, Joan de Bonfiil organizó los de la contribución de Rusafa y recibió por ello 27 s. (ídem, f. 12v.) Maciá de Conques hizo lo mismo en Meliana por 25 s. (22) Las parroquias son 12. (23) C.C.M.A., J-2, f. 4v., 5. El sistema de alarma funcionó de forma continua desde agosto hasta mayo, al principio las señales se hacían durante el día y la noche. La llegada del invierno obligó a la construcción de un cobijo en el cimborrio de la catedral para albergar a los encargados de transmitir las señales (ídem, f. 5v.) A partir de noviembre se suspenden las señales por la noche y el salario de los que las transmiten y el salario de lso que las transmiten queda establecido en 3s. (ídem, f. 12v.). En 1357 se recibe el sueldo regularmente cada mes. (ídem, f. 16v., 19, 21). (24) ídem, f. 2v, 3, 4v., 5 (bis), 5(bis)v., 12 v., 13 v., 18 v., 20, 30 v., recoge algunos gas­ tos de la ciudad en obtener información que abarcan de agosto del 56 a mayo del 57. Otras fuentes de información son los cónsules comerciales, (ídem, f. 4). (25) M.C., A-13, mano 1, f. 13v-15. Recoge todas las medidas tomadas. (26) ídem, 19v., 20. Se elige a: Berenguer d'Abella, Galceran de Thous, Francesc de Vila- rasa, Guillem Abelló, Miquel de Palomar, Francesc Marrades, Pere Malet, Pere Fuser, Ar- nau de Valleriola, Berenguer de Tapióles, además del Consejo real y Blasco Ferrandez de Heredia y Guillem Mir.

123 da enviar mensajeros al rey, que se encontraba en Perpiñán, solici­ tando su presencia. Los delegados por el Consejo emprenden rápidamente su misión ordenando que se hiciesen fosos alrededor de los arrabales y otras defensas (27), peros estos proyectos requieren dinero (28) por lo que recurren al pleno. El 18 de ese mismo mes, son autorizados a solici­ tar préstamos para hacer frente a estos y otros gastos concernientes a la guerra. Todo lo relacionado con el conflicto bélico será, pues, resuelto por el Consejo a través de dos comisiones, una más reducida que se hará cargo de solucionar los problemas de la ciudad con respecto a estas cuestiones y otra más amplia que asumirá los referentes al reino (29). El monarca, ante los mensajes que llegan de las ciudades (30) y de sus oficiales, aunque todavía no ha recibido el ultimátum — 4 septiembre de 1356—, da órdenes orientadas principalmente a la defensa. El 30 de agosto escribe al infante Ramón Berenguer, comunicán­ dole que, percibidas sus noticias sobre las maniobras castellanas, ya le ha remitido instrucciones al efecto. Al mismo tiempo le pone al frente de estos asuntos; «E par que, pus aquí nos no som, de neguna altra persona los afers no puguen o dejen haver mellor endrecament que de vos; per qué.us pregam que en acó mostretes gran diligencia e cura« (31). Le participa también lo que ha previsto con respecto a las compañías que le ha pedido, dejando claro: «Car tot hom deu ésser e estar apperellat per defendre la térra e el regne on és poblat» (32); deniega con ello la soldada pedida por los naturales.

(27) Se ocupan además de otros aspectos, ordenan también hacer tahonas dentro de la ciudad para asegurarse la harina. Se recogen diversos gastos por este concepto en C.C.M.A., J-2, F. 4, 5, 11, llv., 12 y 13. (28) Los pagos por este concepto comienzan en agosto del 56, C.C.M.A., J-2, f. 4, 4v., y 7. (29) Ver notas 19 y 26. (30) La correspondencia entre el rey y la ciudad no se conserva. En C.C.M.A., J-2, f. 4, 4v., y 5 (bis), se recoge los gastos de una embajada que la ciudad envió al rey hasta Perpi­ ñán. (31) GUBERN, R., Op. Cit., p. 123. (32) ídem, 124.

124 En cuanto a su presencia en Valencia, le informa que no puede venir si no lo hace bien pertrechado; en otras condiciones es trabajo perdido: «Car regne de Valencia no és térra de la qual nos poderosament pugam offendre Castella, car les comarques e les fronteres son en tal disposició que no.s poria fer; e solament per deffendre, e no per offendre, no seria bé que nos estiguéssem en lo regne de Valencia» (33). Las gestiones diplomáticas que está intentando con Francia, patria de la esposa de Pedro I, y con Enrique de Trastámara, que requieren su presencia en Perpiñán, se explican veladamente en pocas palabras: «E pensats que nos no estam ací per deli tament ni ab les mans plegades» (34). Le pone también al corriente de la ruptura de negociaciones con su hermanastro Fernando; la noticia no es meramente informativa. La importancia de las posesiones de este infante en la Corona de Aragón no escapa al rey. Siendo todavía heredero al trono y con ocasión de su donación ya había señalado: «Los dits llocs, qui son claus de tots nostres reialmes» (35). Pedro IV, atendiendo a la defensa de los pasos entre los dos reinos manda: «Que se pusiese gran vigilancia en fortificar la ciudad de Valen­ cia...; y proveyóse que ciertas compañías de gente de caballo estu­ viesen en el castillo de Jumilla y en Biar para correr aquella fronte­ ra de los enemigos, y que don Pedro Maza de Lizana estuviese en Mojen y en la Fuente de la Higuera, y otras compañías de caballo estuviesen en Chiva y Siete Aguas» (36). Las cartas del rey comienzan a llegar al Consejo a partir del 31 de agosto. Ese día se recibe la credencial de Pere Guillem Cátala y Pe- re Boíl, encargados de explicarles todo lo dispuesto sobre la custo-

(33) ídem, 125. ZURITA, J., Op. Cit., p. 300-301. (34) Ibidem. Hasta el 8 de noviembre de 1357 no se firmará el tratado de Pina ton Enri que de Tratamara. (35) Crónica de Pere el Cerimoniós (Crónica). Ed. preparada por SOLDEVILA. F., Les quatre grans Cróniques. Barcelona 1971. p. 1019. (36) ZURITA, J., Op. Cit, p. 301.

125 dia y defensa del reino (37). Asimismo, el nombramiento de Pedro, señor de Xérica, como capitán al norte del Júcar (38). No se re­ gistra, sin embargo, el nombramiento de Alfonso, conde de Dénia, como capitán al sur del mismo río, y que según Zurita se hace en la misma fecha. Hay que señalar que, en contra de lo que es habitual en ese tipo de registros, ese día se aprecian huecos y no hay notas sobre lo tratado en la sesión. Medidas similares serán tomadas en el caso de Aragón (39). No hay que olvidar que ambos reinos hacen frontera con Castilla y, co­ mo señala Gutiérrez de Velasco, la lucha en un principio se advierte en forma de tanteos en la zona de contacto, para localizar segura­ mente el punto débil del enemigo (40). Pedro IV no sólo adopta medidas de carácter general, sino que, aprovechando las circunstancias, trata de mejorar su patrimonio. El 7 de septiembre el Consejo acepta, después de especificar que no tiene obligación, la orden del rey transmitida por el mestre ra­ cional: «Que com faran los vallejaments de la dita ciutat, feessen vallejar lo Reyal del dit senyor rey, lo qual ha en Valencia» (41).

CONSECUENCIAS DEL ULTIMÁTUM

Sólo en dos sesiones del Consejo se toman decisiones relacionadas con la guerra en el mes de intervalo que media entre el el ultimá­ tum del Castellano y la declaración de guerra del Ceremonioso —4 de octubre—. Entretanto, y a pesar de que la actividad del Arago­ nés se multiplica, parece que sus correos se dirigen principalmente a Aragón (42). Ninguna misiva real ha quedado registrada en las actas del Consejo en esas fechas. Los acuerdos, por su parte, son de distinta índole y no reflejan la gravedad de la situación por la que atreviesa el reino.

(37) M.C., A-13, mano 1, f. 23 (Perpiñan, 19 de agosto). (38) ídem, f. 23 v. (Perpiñan, 19 de agosto). (39) GUTIÉRREZ DE VELASCO, A. Ha estudiado diversos aspectos de esta guerra desde las perspectiva aragonesa. (40) ÍDEM, La conquista de Tarazona en la guerra de los dos Pedros (año 1357). Jeróni­ mo Zurita. Cuadernos de Historia, 10 11, (1960) p. 72. (41) M.C., A-13. mano 1, f. 25-25v. (Perpiñan. 24 de agosto). (42) GUTIÉRREZ DE VELASCO. A., Op. Cit., ver notas de la p. 75.

126 El primero, sólo adquiere su verdadero significado colocado en el lugar que le corresponde; de otro modo, es un dato más que no ayuda a comprender la situación. Pedro I, aprovechando la oferta de Alacant y Orihuela que le hi­ cieron los infantes aragoneses que militaban en su bando, decide empezar su campaña por esta zona. El 8 de septiembre ha tomado Alacant, mientras las tropas valencianas, bajo el mando del gober­ nador y Gilabert de Centelles, hostigaban Requena y Utiel. Puestos estos hechos en conocimiento de Pedro IV, envía instrucciones a miembros de su Consejo (43). Les recomienda que, en lugar de ase­ diar Alacant, fortifiquen los pasos hacia Valencia y otras medidas Pedro I, enterado a 16 de septiembre de que: «Los capitanes del rey de Aragón habían hecho grande daño por sus fronteras y habían quemado el arrabal de Requena y muchos lugares de aquella co­ marca» (44), organiza sus tropas en tres frentes dando órdenes de - que: «El infante [Dn Fernando] hiciese guerra por la parte de Játiva con dos mil de caballo, y el infante donjuán y don Tello señor de Vizcaya..., con mil y quinientos entrasen en Aragón por las partes de Soria; y el rey con la otra gente —que se decía ser hasta cuatro mil de caballo— se habían de juntar en Villarreal para evenirse a Cuenca y Requena y de allí hacer su entrada en el reino de Valen­ cia» (45). Así pues, mientras Pedro IV enviaba tropas para hacerle frente, el castellano desplazaba su acción personal más hacia el norte. Pero según el despliege establecido por Pedro I ninguna frontera quedaría desguarnecida. Mientras él se dirige hacia Requena, el in­ fante Fernando, tras renunciar a la fidelidad que le debe al arago­ nés — 17 septiembre— marcha hacia Biar intentando suscitar los resquemores de la pasada Unión. Los de Biar, según Zurita, se muestran contrarios a sus planes, pero la actividad de Fernando y las tropas castellanas en esta frontera, obligó a los consejeros reales, a cuyo frente se encontraban el infante Ramón Berenguer y el go-

(43) GUBERN, R., Op. Cit, p. 129-134. Carta dirigidas al mestre racional y Arnau Joan, consejeros del rey. (Perpiñán, 17 septiembre). (44) ZURITA, J., Op. Cit, p. 309. (45) ídem, pg. 309-310.

127 bernador, a presentarse en el Consejo y municipal del 1 de octubre para pedir ayuda; se mandó a los jurados: «Que deguesen fer exir los hómens a cavall de la dita ciutat en- semps ab certa companya de hómens de peu per anar vies les parts de Biar per defendre, contrastar e suayir los enamichs, sotsmeses del rey de Castella, qui eren segons que.s deya, en Vilena o en aquelles parts per fer entrada dins lo regne de Valencia per damp- neyar les terres e sotsmeses del dit senyor» (46). El Pleno acordó por respeto al rey y por el bien público acceder, aunque con algunas condiciones: — El ordenamiento tendrá una validez temporal y podrá ser re­ vocada por el Consejo. — Las huestes deberán cobrar antes de su partida y no estarán obligadas a permanecer más tiempo si la soldada no se les atribuye con tres días de antelación. — El lugarteniente del mestre nacional deberá extender carta acreditativa de que todo ello no será tomado como antecedente pa­ ra poceder contra sus fueros y privilegios. El otro acuerdo, estará orientado a resolver el problema finan­ ciero producido en la ciudad por las necesidades de la guerra. El 3 de octubre el órgano municipal: «Vehent que de necessitat e per gran profit e utilitat de la dita ciutat, los dits valls, portáis, verdesques e altres fortituts de aquells, en tot cas, devien ésser fets o duyts a acabament. Vehent que, per deffensió de la dita ciutat e offensió deis enemichs, era necessari que la dita ciutat fes e tengués compliment de passadors e altres ar- neses» (47); designa a una comisión (48) a la que autoriza, junto a los jurados y al subsíndico Joan Sot, a absolver a Guillem Abelló de algunos pagos que debe hacer en nombre de la ciudad, y a negociar ese dinero a fin de obtener los máximos intereses (49). Guillem Abelló, encargado del cobro de los impuestos y del pago de ciertas

(46) M.C., A-13, mano 1, f. 28-28v. (47) ídem. f. 30. Las armas utilizadas según algunos albaranes de gastos son: saetas, dalles y ballestas (C.C.M.A., J-2, f. 9v., 13, 14). A partir de 1357 hay noticias de que se importan de Mallorca. (48) La comisión está formada por: Pere Maschó, Pere Eymerich, Jaume Donat, Miquel Loreng, Arnau Valleriola y Pere Castella. (49) M.C., A-13, mano 1, f. 30-30v.

128 cantidades con cargo a esos ingresos, es definitivamente relevado de su misión cuatro días más tarde. La comisión quedará encargada de la inversión de ese dinero donde produzca mayores ingresos (50).

DECLARACIÓN DE GUERRA

Pedro IV, solucionados los asuntos que le retenían en Perpiñán, se dirige a Barcelona. Una vez allí, tras contestar a la embajada del Castellano, decide comunicar a todos su reinos la declaración de guerra, 4 de octubre. Aunque según la crónica se notificó a todos sus reinos, y entre ellos: «A tots los nobles, barons, cavallers e generoses del regne de Va­ lencia. E encara fon notificat a totes les ciutats, viles e llocs reíais del dit regne de Valencia (51). Ni esa carta, ni la solicitud de recursos que se hizo al Consejo po­ cos días después (52) han quedado registradas en sus actas. El Ceremonioso de Barcelona pasará a Lérida a reunir las hues­ tes que deberán acompañarlo el encuentro del Castellano: «E d'allí tendríem nostre camí ab nostre poder vers aquelles parts on sabéssem ésser lo dit rei de Castella» (53). Con este propósito se dirige primero a Zaragoza, después a Cala- tayud para organizar la guerra. Estando en este punto y a mediados de noviembre recibe una embajada de Pedro I fechada un mes an­ tes en Sevilla (54). El reino de Valencia, entre tanto, y atendiendo a la petición real, se ocupa de su propia defensa. Los infantes Pedro y Ramón Berenguer se encuentran en la fron­ tera sur, desde donde solicitan ayuda al gobernador para introdu­ cirse en Castilla. Este, que se encontraba al frente de sus tropas y de 500 hombres que le concedió la ciudad (55), traslada su petición al Consejo. En la sesión del 10 de octubre, el pleno, tras considerar

(50) Los primeros pagos que se anulan son: 5.600 libras destinadas a la redención de cen­ sales, y las 1.800 que debían entregarse a Arnau de Valleriola para recuperar las carnicerías de la ciudad. Ambos pagos debían hacerse efectivos en febrero de 1357. (51) Crónica, p. 1128. (52) GUTIÉRREZ DE VELASCO, A. La financiación aragonesa de la «guerra de los dos Pedros». Hispania, 19 (1959). Nota 3 de la p. 6. (53) Crónica, p. 1129. (54) Ibidem.

129 que los cuarenta marinos que quedan en la ciudad son necesarios para la defensa de sus costas, y la exención que les conceden sus pri­ vilegios: «Atenent, encara, que la dita ciutat no era tenguda trametre los dits hómens de mar, posat que fossen en la dita ciutat, co que no eren, segons privilegis e bones costums de la dita ciutat, com los enemichs no fossen dins lo regne de Valencia» (56) acuerda que puedan ser reclutados los marinos encontrados en la ciudad. Esta decisión, por falta de efectivos, no debió alcanzar los resultados apetecidos. El 23 del mismo mes son los propios infantes desde On- tinyent (57) los que recurren al Consejo con la misma petición (300 o al menos 200 marineros). Nuevamente la corporación pone de manifiesto su buena voluntad accediendo, aunque señala al mismo tiempo que no se dispone de esos efectivos. Los marineros de la ciudad estaban con el gobernador o dedicados al corso. Pedro I, al que a mediados de octubre habíamos localizado en Sevilla, tras reorganizar sus tropas debe ponerse nuevamente en marcha hacia las fronteras de la Corona de Aragón. El Aragonés, que a través de sus espías sigue sus pasos teme, en principio, un ata­ que al reino de Valencia; por ello a 18 de octubre escribe a la cor­ poración municipal comunicándoles que los caballeros y jinetes que van a salir para acudir en su defensa ya están preparados y son en total alrededor de 250: «Los quals entre tots poden ésse CCL o pus, e acó, així com dit és, fem per deffensió de la ciutat e regne de Valencia» (58). Asimismo, Pedro IV, que está interesado en el enfrentamiento personal, para lo que está dispuesto a trasladarse a Valencia, tiene sus dudas sobre el punto donde aquel centrará su ataque; por ello dispone, asimismo, lo que debe hacerse en el caso de que el Cas­ tellano se dirija a Aragón. Sus ordene son que el infante Ramón Be- renguer, junto con las tropas remitidas a Valencia, se traslade a la

(55) M.C., A-13, f. 33v. Los 500 jinetes cuestan a la ciudad 20.000 s. (56) Esta protesta se presenta sistemáticamente, tanto cuando se accede a la petición como cuando se deniega. (57) M.C., A-13, mano 1, f. 35. La carta está fechada el 22 de octubre. (58) ídem, f. 36. La ciudad también sigue los pasos del castellano, a 13 de octubre se paga el mensajero que comunicó que 1000 jinetes debían partir de Granada en ayuda de Pedro I (C.C.M.A., J-2, f. 6v).

130 frontera aragonesa, y pide a la ciudad que, en ese caso, le envíe mil hombres entre los que deben encontrarse doscientos buenos balles­ teros (59). El 23 del mismo mes vuelve a dirigirse al Consejo (60); tal como temía, las noticias parece que confirman la marcha de Pedro I sobre»la frontera aragonesa; por ello pide que se cumplan las órde­ nes establecidas. El infante Pedro quedará al frente de las compañías que permanecerán en Valencia. Ambas cartas son recibidas por el Consejo valenciano el 10 de no­ viembre y, a tenor de la respuesta dada por éste, la marcha del ejer­ cito castellano hacia Aragón no parece tan clara: «En lo dit cas, que.l rey de Castella entre en lo regne d'Aragó o tenga girada la cara a aquell, e la vostra altea, senyor, se haja afrontar al dit rey, la dita ciutat vostra de Valencia, esguardada la gran naturalea e amor que a ha vos, senyor, e a la vostra alta coro­ na, jasia sia molt oppressa, s'és offerta e s'offer apparellada tra- metre a la vostra real magestat los dits. M. hómens» (61). Este año, no sólo no se mandarán los mil hombres hacia Aragón, sino que también se negarán a 24 de noviembre los quinientos hombres que solicita el infante Pedro. El Consejo centra su aten­ ción en la ciudad. «Per co com la dita ciutat estaba ab reguart d'enemichs» (62). La inquietud continúa y a finales de año se teme un ataque a Va­ lencia. El 11 de diciembre el gobernador comunica al Consejo que se están haciendo grandes preparativos por parte del enemigo en la frontera, mandando que en caso de que se adviertan maniobras de penetración se ponga en marcha la planificación hecha por los di­ putados de la guerra. En la misma reunión se exponen las medidas acordadas; el Con­ sejo se muestra conforme, dando su aprobación y encomendando su perfeccionamiento a sus artífices y al gobernador. Esta ordenación estaba dirigida, por su estrategia, al frente me­ dio — el más próximo a Valencia—. Las disposiciones aprobadas se

(59) M.C., A-13, mano 1, f. 36v. (60) Ibidem. (61) ídem, f. 37. Envían carta al rey con esa misma fecha. (62) ídem, f. 37v.

131 refieren al reclutamiento y organización de la tropa (63). Io Que se haga bando comunicado bajo «pena de eos e d'haver e de feeltat que son ténguts al senyor rey», que todo infante o jinete al son de la campana de la catedral se prepare a seguir la bandera. 2o Una vez salida la bandera de la ciudad, algunos hombres re­ correrán la huerta y sus alrededores, obligando a todos a seguirla. 3o El gobernador comunicará a Morvedre, por toda la plana de Borriana y por la Valí d'Uixó, que todos, bajo la pena ya dicha, de­ ben presentarse para seguir la bandera. 4o Si los enemigos quieren entrar por Llíria, se reunirán todos en Paterna; si se introducen por Xiva o la Hoya de Bunyol, la con­ centración de la tropa se hará en Quart. 5 o Una vez todos reunidos el ejército se organizará en dos cuer­ pos: las tropas de la ciudad y las del reino. A su vez, se subdividen en caballería e infantería. Las tropas de la ciudad encabezarán la marcha; la caballería irá precedida por: el gobernador, que llevará la bandera de San Jorge, Berenguer d'Abella, Blasco Ferrández, Ramón Castellá, Pere Boyl, Francesc de Vilarasa, Galceran de Thous y Joan Pertusa. La ciudad portará la bandera real: después la infantería,, y a su frente: Pérez Roiz de Corella, lugarteniente del justicia criminal, Pere Caldero, Arnau Scrivá, Jacme Claramunt, Berenguer Dalmau, Pere Malet, y los jurados, Nicolau de Valleriola y Roy Martínez de Sent Adriá. Las restantes tropas, formadas por las compañías y'huestes de Sa- gunt, Vila-real, Valí d'Uixó, Borriana y Castelló estarán a cargo del infante Ramón Berenguer y de Pedro, señor de Xérica. La caballería tendrá al frente a Berenguer Castellnou, Gilabert de Cruylles, Guillem de Vilaragut, Pere Sent Climent y los que nombrase el señor de Xérica de entre los suyos; encabezando la infantería debían ir los justicias de cada lugar y los nombrados por el mismo noble, parte de sus tropas deben formar, además, a la de­ recha un ala que será capitaneada por Miguel Pérez Zapata. Si antes de que se puedan reunir todas las huestes de la villas es necesario dar la batalla, la infantería de la ciudad se dividirá entre los dos cuerpos.

(63) ídem, f. 39-40.

132 Cada compañía estará formada por cincuenta hombres, que de­ ben seguir su estandarte bajo la pena establecida (64). Todo el que disponga de muía o mulo estará obligado a apare­ jarlo con perpunte o sobreseñal y salir con él como si de caballo se tratara. La infantería de la ciudad, agrupada en decenas, deberá contar entre sus componentes con dos ballesteros. A través del diario del Consejo, no nos ha sido posible aclarar si lo planificado se puso en marcha y cuándo. Sabemos, sin embargo, que los mil hombres prometidos al rey no saldrán hasta 1357, cuan­ do ya el Castellano ha establecido su campamento en Molina, y tras algunas negociaciones. A partir de esa fecha, los acuerdos que toma la Corporación mu­ nicipal se dirigen, principalrnente, a resolver algunos de los proble­ mas que la guerra plantea a sus conciudadanos. El 16 de diciembre, y a súplica de amigos y parientes, deciden enviar una persona a recabar información y tratar el rescate de los tripulantes desaparecidos en una de las dos galeras que se hubieron de enfrentar a Bocanegra, capitán genovés, cuando iban a avi­ tuallar Alacant. Acceden incluso a colaborar a su liberación con dinero (65). Días más tarde tendrán que resolver la reclamación contra los impuestos, que presentan los ciudadanos obligados a comprar monturas en defensa de la ciudad. El Consejo acuerda que el muni­ cipio se haga cargo del impuesto de la primera compra (66). Se ocupan además de regularizar algunos artículos afectados por la guerra y otros necesarios para hacerle frente, marcan el precio de las carnes, ante la dificultad de traerlas de Castilla (67), y más tar­ de favorecerán la entrada de trigo subvencionándolo con una pri­ ma (68).

(64) C.C.M.A., J-2. f. 9v. y 17. El gasto de los estandartes corre también a cargo de la ciudad. (65) M.C., A-13, mano 1. f. 41v.-42. La ciudad envía dos mensajeros que cobraron 100 s. cada uno (C.C.M.A., J-2. f. 13 y 18. (66) M.C., A-13, mano 1. f. 58 (20 enero de 1357). (67) ídem, f. 58v. (20 de enero de 1357). (68) ídem, mano 3, f. 6,6v. a 3 de junio de 1357 se ofrece una prima de 2 s. por cahi/ al que traiga trigo de fuera de Valencia a su almudín. A mediados de enero de 1356 se había hecho igual pregón.

133 La última decisión de ese año fue consentir en la venta del cas­ tillo de Guadalest al infante Pedro, aunque imponen ciertas cláusu­ las que permitan su recuperación, ya que por privilegio esa villa no puede ser separada de la Corona (69). Como ya hemos visto, hasta diciembre de ese año se intercam­ bian mensajes entre ambos reyes (70), pero éstos no conducirán por el momento a ninguna solución. La primera tregua no se conse­ guirá hasta mayo de 1357 y se deberá a las gestiones de un legado papal. El tipo de fuentes manejadas no permite un estudio global y por­ menorizado de la guerra. Sólo es posible seguirla cuando su inci­ dencia repercute, por alguna cosa, en la ciudad y por ende en su Consejo como órgano representativo de la misma. En su actuación, a través de todo lo expuesto, se distingue una doble finalidad, la custodia de la ciudad y del Reino, tanto a nivel táctico —defensa y organización de tropas , como desde el punto de vista jurídico, ya que trata de salvaguardar en todas las ocasiones los fueros y privile­ gios.

(69) ídem, mano 1. f. 45 (25 diciembre 1356). (70) Crónica, p. 1129-1130.

134 L'HUMANISME I EL TEMA DE LA IMMORTALITAT EN EL PRIMER LLIBRE DE LO SOMIMI DE BERNAT METGE

Pedro Santonja

EL MOMENT HISTORIC

Bernat Metge ha estat acusat d'escepticisme, de forma unánime, pels grans crítics de la literatura catalana. (1) Aquesta actitud uni-

(1) Diu LL. NICOLAU D'OLWER en la reducció que fa de El Somni de Bernat Metge, Ricard Duran i Alsina: Impresor-Llibreter, Barcelona, 1919, pág. 2: «...la posició d'En Metge és d'un escéptic que dubta...» MANUEL MONTOLIU és de la mateixa opinió: «una discreta dosi d'escepticisme mate­ rialista», diu quan es refereix a Bernat Metge en la seva obra: Eiximenis, Turmeda i l'inici de l'Humanisme a Catalunya: Bernat Metge, Editorial Alpha, Barcelona, 1959, pág. 138. ANTONI VILANOVA, en el seu discurs llegit el dia 18.5.1958 en la Real Academia deis Bones Lletres de Barcelona: La génesis de «Lo Somni» de Bernat Metge, Gráficas Marina. Barcelona, 1958, pág. 21. Diu: «Su novedad más audaz, no exenta de una incipiente hete­ rodoxia, se basa en el claro escepticismo que Bernat Metge pone de relieve y en su afán de debatir y esclarecer una cuestión que la escolástica medieval había sentado como exclusi­ vamente dogmática». MARTI DE RIQUER explica amb claredat el que ell pensa sobre aquest tema: «Per qué, hem d'admetre que, en tot el llarg del llibre primer de «Lo Somni», on és debatuda l'essencia i la immortalitat de l'ánima, la seva sinceritat sembla dubtosa, car els seus mots, quan manifesta amb tota cruesa el seu escepticisme, teñen l'aparenca de traduir una veritat i, per contra, quen refuta els seus mateixos errors, es fan impersonals i sonen a fals». (Vegem, Historia de la Literatura catalana, Volum II. Editorial Ariel, Barcelona, 1980, pág, 420).

135 forme deis erudits es fundamenta, segons jo cree, en l'análisi d'alguns texts del primer llibre de Lo Somni, en els que Bernat Metge mostra el seu escepticisme de forma explícita i, principal- ment, en una «confessió» que llegim en el segon llibre i que es refe- reix al passat de l'escriptor. Vegem els texts del primer llibre: a) -«Com l'espirit! — diguí jo— No puc creure que l'espirit sia res ne puixa teñir altre camí sino aquell que la carn té». (2) b) —«Mas totstemps he cresegut que co que hom diu espirit e ánima, no fos ais sino la sang o la calor natural que és en lo eos». (3) c) «No em par —diguí jo— que l'espirit sia res aprés la mort, car moltes vegades he vist morir hómens, e bésties e ocells, e no veia que espirit ne altra cosa les isqués del eos». (4) La confessió que apareix en el segon llibre de Lo Somni ens in- dueix a pensar que Bernat Metge tingué fama de incrédul en la Cort, en temps de Joan I. També el seu comportament moral ha es- tat posat en entredit per alguns investigadors de la historia; així Ni- colau d'Olwer, en la reducció que fa a Lo Somni, ens diu que la carrera de Bernat Metge fou rápida i brillant degut «mes a les seves qualitats intel.lectuals que no pas a les moráis». (5) Estem, per tant, segons tots els indicis, enfront d'un polític hábil i pragmátic que treballa per la seva carrea «rápida i brillant», enca­ ra que per a obtenir aquesta meta haja de prescindir de certes nor­ mes moráis. (6) Per tot acó, diu Martí de Riquer amb molt de rigor: «si Bernat Metge s'havia fet remarcar en temps de Joan I peí seu es­ cepticisme, és molt natural que, regnant el piadosíssim Martí I, vol- gués esborrar aquesta nota de la seva personalitat, nota que li veda-

(2) BERNET METGE, Lo Somni, Editorial Barcino, Barcelona, 1925, pág. 18. (3) Ibid., pág. 19. (4) Ibid., pág. 21. (5) NICOLAU D'OLWER, en la seva reducció a l'obra de Bernat Metge, Lo Somni, ja esmentada, pág. 2. (6) Diu RAFAEL TASIS I MARCA: «La fama de corrupció que, tant en els comencaments del seu regnat (de Joan I) com a les acaballes, teia la seva Cort, bé devia teñir algún fonament, i els escándols provocats per Carroca de Vilaregut, com els esbargos de Ber­ nat Metge quan la Cort residía a Valencia...» (Veure Pere el Ceremoniós i els seus Filis, Volum 7 de la Historia de Catalunya, Editorial Vicens-Vives, Barcelona, 1980, pág. 192). I en la mateixa obra de RAFAEL TASIS I MARCA, en la pág. 177: «Aquest matrimoni, del qual nasqueren quatre filis, no va privar Bernat Metge, que aleshores devia teñir quaranta-tres anys, de teñir amors amb una noia valenciana, a la qual dona un fill...»

136 ria el retorn a la Cancellería. (7) Aquest será el motiu «polític» que l'indueix a escriure en el segon llibre la seva propia confessió, que posa en boca de Joan I aparegut en somnis, i que és, al mateix temps, penediment i promesa de conversió. El rei Joan I, que és el seu alter ego en aquesta ocasió, li diu: «Nostre Senyor Déu, havent gran compassió de la tua ánima la qual era disposta a perdició perpetual —per tal com no solament dubtaves, ans seguint l'opinió d'Epicuri, havies per ciar l'ánima morir qualque jorn ab lo eos, lo contrari de la qual cosa dessús t'he fet atorgar—, ha ordenat quejo vengues a tu, per mostrar-te clara- ment per experiencia co que per escriptures e inducció mia no ha­ vies volgut saber ne creure. Tu saps bé quantes vegades ne parlest e en disputets estretament ab mi mentre vivia; e jamai et poguí in- duir a creure-ho fermament...». (8) Aquesta confessió del rei, que no és mes que el propi examen de consciéncia de Bernat Metge, condueix a moltes ensenyances: a) Es justifica l'aparició de Joan I, perqué els somnis en l'Edat Mitjana son auguris i adverténcies del cel. Déu o un personatge ve­ nerable i majestuós, actuant com orable, ens anticipa el futur o ens econsella el que devem fer. Cal no oblidar que «el valor más trans­ cendente de «Lo Somni» procede del planteamiento de un tema tan característico del humanismo renacentista como la discusión de la inmortalidad del alma». (9) b) Déu té compassió de l'ánima de Bernat Metge (Déu havent gran compassió de la tua ánima) i concedeix que el rei Joan I vaja a visitar-lo. S'está evocant al Déu del perdó, al Déu fet home del franciscanisme, al Déu que camina descale pels camins de Galilea guarint malalts i perdonant a María Magdalena. c) L'ánima de l'incrédul está en perill de damnació eterna. El rei vol mostrar-li clarament per l'experiéncia tot alió que Bernat Met­ ge no havia cregut llegint llibres (escriptures). (10)

(7) MARTI DE RIQUER, Historia de la Literatura catalana, Volum II, pág. 420. (8) BERNAT METGE, Lo Somni, pág. 79. (9) ANTONI VILANOVA, Op. Cit. pág. 21. (10) «Escriptures». Pareix que l'autor emplea el mot escriptures en el sentit de sagrades escriptures. En tal cas s'acusaria també a Bernat Metge de donar prioritat a la rao sobre la revelació. Enfontament raó-revelació, que tant va caracteritzar aquesta etapa del Renaixe- ment.

137 Tot agó está denotant les visions al.legóriques que tant varen ca- racteritzar ais tractats de l'Edat Mitjana. També está present l'infer dantesc, la voluble Fortuna i el consol del personatge misterios que ve a visitar-nos en els moment de soletat. Recordem que a Boeci se li apareix la Filosofía en forma de dona formosa que el consola. d) I al fi, el que seria la idea central de tot aquest discurs: «seguint l'opinió d'Epicuri, havies per ciar l'ánima morir qual- que jorn ab lo eos». Efectivament, Epicur i la seva escola, que ha- vien renovat l'atomisme de Demócrit (Demócrito), ensenyen una doctrina que és pur materialisme, «la misma alma y el espíritu serían cuerpo, materia más fina y sutil, pero siempre materia. El alma es una parte del cuerpo, como lo son la mano y el pie. Es también divisible, y consiguientemente mortal como el cuerpo». (11) Segurament Bernat Metge va conéixer la gilosofia d'Epicur a tra­ vés de Lucreci Caro (96-95 a. de C). Sabem que el seu poema De rerum natura tingué gran difusió durant aquesta etapa pre- renaixentista. Una volta mes la filosofía grega es fa romana. Basant-se sense dubte, en el que hem vist anteriorment, la majo- ria deis erudits han formulat el seu dictamen: Bernat Metge fou un escéptic. Escéptic significa en termes filosófics, no solament el que dubta, sino el que rebutja la revitat revelada. Escéptic, del grec skeptikós (el que observa sense afirmar) (12), és análeg en filosofía a dir incré- dul, el que no s'afirma en la veritat revelada. No voldriem d'objetar res sobre el resultat a qué han arribar els gran estudiosos de la literatura catalana. El seu métode és total- ment científic i les seves deducción son les que es deriven de la lec­ tura atenta deis textes metgians. Amb tot, i tenint present que Ber­ nat Metge vol salvar al seu rei de la damnació eterna, formularé al- gunes consideracións que cree d'interés. Diu Bordoy-Torrents: «S'han errat de mig a mig aquells qui par- tint del fet que Bernat Metge vacil.lara adesiara en acceptar proves racionáis de la immortalitat de l'ánima i es refereix ais ensenya-

(ll)JOHANNES HIRSCHBERGER, Historia de la Filosofía, Tomo I, Editorial Herder, Barcelona, 1977. pág. 241. (12) JOAN COROMINAS, Diccionario etimológico de la lengua castellana, Editorial Credos, Madrid, 1976, pág. 243.

138 ments de la Fe, han afirmat que el nostre escriptor era un escéptic». (13). Com veiem Bordoy-Torrents planteja l'escepticisme de Bernat Metge des d'un angle distint. Diu que alguns han afirmat que el nostre escriptor era un escéptic perqué vacil.lara en aceptar proves racionáis de la immortalitat de Tánima. Les proves de la immortalitat de l'ánima utilizant arguments propis de la rao ja tenia una llarga tradició en la literatura patrística. Sant Gregori el Magne en els seus Diálegs, una de les fonts de Lo Somni, diu: «E que aprés de la mort de la carn la ánima visca, prove's per rahon, la qual, empero, és ab fe entramesclada». (14) Pero Bordoy-Torrents quan parla de l'escepticisme de Bernat Metge s'está referint al següent text de Lo Somni: — «Si, atore, mas no que visca sens eos, així com lo eos no viu sens ell; car, Senyor, per molt que hajats dit, no m'havets provat, a mon juí, per raons necessáries, sino ab persuassións mesclades ab fe, que l'espirit de l'hom sia immortal; ne veig coses evidents perqué ho de­ ja creure». (15)

(13) PERE BORDOY-TORRENTS, Les escoles Dominicana y Franciscanes en «Lo Somni» de Bernat Metge, Revista trimestral de Filosofía, CRITERION, Any I, n° 1, Vo- lum I (gener-juny), Libreria Catalonia, Barcelona, 1925, pág. 78. (14) SANT GREGORI, Dialegs, Volum II, Editorial Barcino, Barcelona, 1968, pág. 18. (15) BERNAT METGE, Lo Somni, pág, 31. (16) FREDERICK COPLESTON, diu en la seva Historia de la Filosofía, Volum II, De San Agustín a Escoto, Editorial Ariel, Barcelona, 1978: pág. 278.: «La doctrina de la composición hilemórfica del alma humana facilita la prueba de su inmortalidad, puesto que San Buenaventura no vincula el alma al cuerpo tan estrechamente como la doctrica aristotélica...» pág. 280.: «El método de Santo Tomás y el método de San Buenaventura son, pues, di­ ferentes, y no se les puede meter a la fuerza en un mismo molde sin distorsionarse a uno de ellos». pág. 518.: «La posición general de Escoto consiste en que podemos probar filosófica­ mente que el alma racional es la forma específica del hombre; pero que no podemos pro­ bar demostrativamente en filosofía ni que el alma es inmortal ni que el cuerpo resucita­ rá». En la mateixa página: «No todas las aserciones de los filósofos han sido probadas por és­ tos valiéndose de razones necesarias, sino que frecuentemente tuvieron sólo algunas per­ suasiones probables (algunos argumentos probables y persuasivos), o la opinión general de algunos filósofos precedentes». Vegem la similitud que teñen aqüestes declaracions d'Escoto amb el text de Lo Somni: «no m'havets provat, a mon juí, per raons necessáries, sino ab persuasions mesclades ab fe...» pág. 101, Tomo II, De Ockham a Suárez, F. COPLESTON diu: «Ockham no dice, por supuesto, que no poseamos almas inmortales; lo que dice es que no podemos probar que las poseemos. Esa es una verdad revelada, que se conoce por la fe». (Podem veure com el francisca anglés segueix la mateixa doctrina d'oposició a Sant Tomás).

139 Heus ací la «rao entremesclada amb la fe» en Sant Gregori i les «persuassions mesclades ab fe», pero sense les raons necessáries, en Lo Somni. Bernat Metge está rebutjant les proves tomistes de la immortalitat de l'ánima basades en la rao i está seguint la doctrina de l'escola franciscana (16) que defensava una posició contraria a l'escola dominicana. El rei Joan I no ha provat per raons necessá­ ries la immortalitat de l'ánima, sino amb persuasions mesclades amb fe, com li diu el seu deixeble. Els dominicans sostenien que «amb les soles forces de la rao pot hom provar estrictament la immortalitat de Tánima», (17) mentre que els franciscans, seguint les ensenyances de Sant Bonaventura, Ockham, Ramón Llull i Duns Escoto, diuen que es necessita el su­ pon de la fe per a creure en les coses invisibles. Aquesta inclinació de Bernat Metge pet la doctrina franciscana (18), era, possiblement, una mesura política. Recordem que la ideo-

(17) PERE MR. BORDOY-TORRENTS, Op. Cit., pág. 73. (18) El franciscanisme tenia profundes reís en tot el territori cátala. FRA PERE DE SA- NAHUJA en el seu important document, Monestir deis Framenors Observants de Lleida, publicat en MISCEL.LANIA FINKE, HISTORIA I CULTURA CATALANA, Biblioteca Balmes, Analecta Sacra Tarraconensia, Barcelona, 1935, diu: pág. 179: «La historia deis Framenors a la ciutat de Lleida és gairebé de tanta antigor com la historia mateixa de l'Orde Seráfic. Comenca allí ja en temps de Sant Francesc, pocs anys drespés de la fundació de la Religió Minorítica». pág. 180: «En aquest convent, el 14 d'octubre de l'any 1246, tingué efecte l'acte solemne de la célebre reconciliació del comte rei Jaume el Conqueridor amb el bisbe de Girona Fra Berenguer de Castellbisbal i l'Orde de frares Predicadors en presencia de moltes nobilíssimes personalitats i gran minió de poblé, rebent el monarca l'absolució de les censures de má deis Delegats papáis el bisbe de Camerino i Fra Desideri, de l'Orde de Framenors, penitencier major del Sant Pare, després d'haver promés obeir els manaments de l'Esglesia i donar satis- facció conforme a l'aprovació deis delegats del Pontífex». Les reís del franciscanisme a Catalunya les encontrem també en els escríts religiosos del metge, teóleg i visionari Arnau de Vilanova. Diu MIQUEL BATLLORI, en la pág. 67 de la seva Noticia preliminar a Les Obres Catalanes de Arnau de Vilanova, Volum I: Escrits re­ ligiosos, Editorial Barcino, Barcelona, 1947: «Es, per contra, bon notador que, mentre Olieu blasmava la contemplado de la humanitat i de la passió de Jesucrist, el visionari cáta­ la, atenent-se en aquest punt a la veri'table escola franciscana tan altament representada a Catalunya per la figura excelsa del seu contemporani Ramón Llull, recomanava ais seus be- guins el seguiment i la contemplado assídua de la vida de nostre Senyor». L'exaltació de la pobreza de Crist, tan característica en l'Orde Franciscana, la trobem constantment en les obres religioses d'Arnau de Vilanova. En la Llicó de Narbona, dins del Volum I, Escrits religiosos, queja hem esmentat, diu: «Altre exemple que dona, observan ab los mortals, fo exemple de elegir e de amar probesa en aquest segle, car volch néxer de mare pobra, e.n loch tan solament naxien los pobres...» (pág. 143). Recordem que els vots franciscans son: pobreza, castedat i obediencia. Hi ha que teñir present l'obra d'Eiximenis, Vida de Jesucrist i, finalment, es pot presentar com a prova va- luosa aqueixa atmosfera franciscana que triomfa en Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell.

140 logia de Ramón Llull, havia estat la idealogia «oficial» de la Coro­ na i que en les polémiques que aqüestes dues Ordes religioses sobre el tema de la Immaculada Concepció, va sortir triomfant la tesi franciscana. El rei Martí, huma i piadosíssim, «donava instruccions per a la celebració litúrgica de la festa de la Immaculada Concep­ ció i reclamava enérgicamente que fos aplicada una severa sanció a Miguel Dez Puig, frare predicador, que en un discurs posaba en dubte la concepció sense pecat original de la Verge Maria. (19) També devem recordar l'enfrontament de la Monarquía amb l'Inquisidor Eymerich, que va publicar en 1389 — uns anys abans de sortir a la llum Lo Somni de Bernat Metge— els seus Diálegs contra llul.listes. La posició franciscana s'havia enfortit a la Con i al poblé, i no és gens estrany que Bernat Metge, hábil polític, seguirá les ensenyan- ces franciscanes que, al mateix temps, eren les ensenyances que se­ guía el rei Martí, a qui anava dirigit Lo Somni. Malgrat aquesta ideología «oficial», la prudencia diplomática de Bernat Metge li recordava que en Palau encara convivien les dues escoles teológiques de les quals eren els seus representants dos grans intel.lectuals protegits peí Monarca: Francesc Exiscimenis, de l'Orde franciscana i Sant Vicent Ferrer, de l'Orde de Frares predi- cadors. (20) Convenia, dones, a Bernat Metge, mantenir-se en el terreny neutral que li dictava el seu pragmatisme; per agó els seus models distints en Lo Somni: Sant Tomás, per una banda i Duns Escoto, per l'altra. Pero al marge d'aquestes controvérsies doctrináis entre escoles, Bernat Metge sap, que si vol fruir de la confianca del nou rei, (21) «cultivat, mes serios que el seu germá i molt menys superticiós que ell» (22), deu de seguir les ensenyances dictades per la Santa Mare

(19) RAFAEL TASIS I MARCA, Op. Cit.. pág. 209. (20) Ibid-, pág. 239: «Fra Francesc Eiximenis. bisbc d'Elna que moria un any abans de Martí, fou també protegit per ell, com ho havia estat pels seus 2ntecessors. Pero el gran con- seller, l'home de mes influencia damunt del rei, fou Sant Vicent Ferrer. El frare valencia, extraordinari predicador, tenia també innegables dots polítiques». (21) Ibid., pág. 213: «Serios, gens donat a la frivolitat i ben poc a les caceres com ho era el seu germá, el brillant i lleuger Joan». (22) Ibid., pág. 239: En la mateixa obra, pág. 214; fent referencia al rei Martí: «Espós f¡ del — hom no li coneix bastards ni se li atribueixen amors il.legítims, ni tan sois fantasiosos, com els que llegendáriament uneixen el seu germá, també marit fiel, i la dissoluta Carrosa de Vilaragut».

141 l'Esglesia i penedir-se de les seves velles creences materialistes. Encara que aquesta fe rebuda en un moment de desequilibri mo­ ral pogués presentar-se com sospitosa, també podem pensar, per altra banda, que el seu penediment pogué ésser sincer i fruit d'un acte lliure desprovea d'acütuts pragmátiques. Aquest acte lliure pogué ésser estimulat per un procés de fástic front l'horrible espec- tacle de la vida, que va provocar en ell, al mateix temps, un retorn místic de renuncia avant la falsedat del món. La mort del seu rei l'ha induit a la reflexió. «Sin infierno ni paraíso, la insuperable amargura de la aniquilación física, la realidad perturbadora del perecer terrenal bastan por sí solas para dar a la vida un sentido, al mismo tiempo trágico y plenamente humano». (23) Sois la rao, recolzada en una creenga que espera, podia lliberar a Bernat Metge del seu estupor davant la caducitat del eos. ¿No es aquesta per ventura, la doctrina luí.liana heretada? ¿No és aquest el racionalisme cristiá de Ramón Llull, compartit, sovint, pels seus rampells místics? La Fortuna havia abandonat al nostre escriptor i també l'havia abandonat ja la seva passió de joventut. Bernat Metge, humanista, sabia que la falta de creenga té, algunes voltes, una base de tipus passional. No creure comporta una abséncia i una negació que tampoc pot il.luminar-se amb l'evidencia (demostratio). Bernat Metge havia pensar sobre tot agó en la presó. Oblidat per tots, sent l'angúnia de la mort que ha arravatat al seu rei, del qual és cómpli­ ce i testic, sense dubte, d'una vida equívoca ja morta. L'amenaga del cástig etern que pesa sobre el rei s'anuncia amb mes forga en la soledat. L'ombra del rei es presenta per a tranquil.litzar a Bernat Metge, i li diu: «Esperanga d'aconseguir la glórica eternal m'aconsola, e tristor com ja no hi son me puny contínuament». (24) El rei Joan I és en via de salvació. Salvant al seu rei, salva també a la seva conciencia torturada per l'angoixa de culpa o de cástig. Vol així lliberar-se del terror del qual Epicuri, amb la seva doctrina ma-

(23)RUGGIERO ROMANO ALBERTO TENENTI, Los fundamentos del mundo mo­ derno. Edad media tardia. Reforma. Renacimiento, Historia Universal Siglo XXI, Siglo XXI Editores. Madrid, 19776 pág. 109. (24) BERNAT METGE, Lo Somni, pág. 67.

142 terialista, no l'havia aconseguit llibertar. (25) Bernat Metge volgué creure. La mort del rei Joan I i la meditació del seu propi destí li va producir un sentiment de terror. Es cert, com diu Gabriel Marcel, que l'expressió «voler creure» pot considerarse criticable, «puesto que corre el peligro de que se la interprete en un sentido pragmatista, inaceptable tanto para el metafísico como para el creyente». (26) Aquesta és la causa per la qual els erudits han dit que el penedi- ment de Bernat Metge era una mera resposta pragmática que li obriria les portes de la Cancellería del nou monarca, el piadosíssim Martí I. Vol dir tot acó en altres paraules, que el penediment de Bernat Metge no fou mes que un ardit polític per a guanyar-se els favors del nou rei; una maniobra mes d'aquest home calculador

(25) Sabem que al final de l'Edat Mitjana i, principalment, en els inicis del Renaixement, la doctrina d'Epicuri i deis seus deixebles (Lucreci, De remun natura), torna a ésser polémi­ ca. Vegem lo que diu JEAN LACROIX en El ateísmo moderno, Editorial Herder, Barcelo­ na, 1968, pág. 82: «Mientras que Hércules, el héroe estoico, no ha liberado a los hombres más que de los males que amenazan su vida, de esos monstruos que matan sus cuerpos, Epicuro los ha liberado de un terror más profundo y más confuso, más interior también, surgido de esos sentimientos religiosos que envenenan la existencia haciendo temer el juicio, la venganza y el castigo de los dioses». BENJAMÍN FARR1NGTON, en el seu llibre, Ciencia y política en el mundo antiguo, Editorial Ayuso, Madrid, 1973, dice: «El temor a sufrir después de la muerte fue disuelto por la teoría de la mortalidad del alma, y la reforma de la religión popular promovida por Epicuro enseñó explícitamente que los dioses no se interesan por el bien o el mal de los hombres malvados», (pág. 167). I en la pág. 184: «La polémica de Lucrecio no se dirigió exclusivamente, ni siquiera esencialmente, contra la superstición popular, sino que su objeto fue la religión del Esta­ do en cuanto sostenedora y promotora de supersticiones, y la vehemencia de su ataque en­ contró en las circunstancias de su tiempo un incentivo particular». En la pág. 204, diu que l'actitud que Cicero demostrava que en la Roma de 1 época existia una gran oposició entre els deixebles d'Epicuri i l'oligarquia dominant: «En las «Tusculanas» nos da la descripción de un movimiento de masas que se forma entre las clases más humildes del pueblo, en que se discuten los escritos epicúreos». Cicero menyspreava el epicureísme. En les «Tusculanes», font de Lo Somni, els anomena filósofs plebeus: «Licet concurrant omnes plebei philisophisic enim i, qui a Platone et Socrate et ab ea familia dissident, appelandi videnturi, non modo nihil umquam tam eleganter explicabunt, sed ne hoc quidem ipsum quam subtiliter conclusum sit intelle- gent». (Tusculanae, Volum I, Fundació Bernat Metge, Tipografía Emporium, Editorial Alpha, Barcelona, 1948, pág. 36). Contra el que va lluitar Epicur, i mes tard, el seu deixeble Lucreci, «no era contra la su­ perstición del pueblo, sino contra la religión organizada de la aristocracia». (BENJAMÍN FARRINGTON, Op. Cit., pág. 187.)

(26) GABRIEL MARCEL, Incredulidad y fe, Ediciones Guadarrama, Madrid, 1971. págs. 134-135.

143 que, front al «nou sobirá, mes sever en materia moral», (27) sap fin­ gir un propósit d'esmena. Encara que aqüestes deduccions fetes sobre la personalitat de Bernat Metge puguin ésser certes, podem afegir que, amb frecuen­ cia, és pretén comprendre el temps passat emprent solament méto- des crítics i oblidant que per a desxifrar el comportament d'un per- sonatge historie és necessária també una dosi d'intuició i fins, jo di­ ría, d'imaginació. Tot m'endueix a pensar que en 1398, data en que Bernat Metge escriu Lo Somni, ha desaparegut ja aquell home femeller, que s'havia fet remarcar en temps de Joan I peí seu escepticisme. El fet d'escriure Lo Somni ens está demostrant ja que el destí de l'ánima humana l'apasiona. Tot aquest diáleg en qué posa en dub- te el mes allá perdurable, ens está confirmant que en el fons está convengut de la immortalitat de l'home, encara que, en aquesta defensa de les seves conviccions intimes — expresades per boca del rei dialogant— aparéixquen conceptes heterodoxes, fruit de la seva falta de preparado filosófica, és cert, pero no d'una posició escépti- ca enfrontada devant les veritats del catolicisme. Tenint en compte el drama espiritual en qué está submergit el nostre escriptor, un estudi del moment historie en qué apareix Lo Somni i un judici crític sobre alguns deis seus texts, ens ajudará a completar aquesta aproximado a la figura de Bernat Metge, que escriu Lo Somni en un moment transcendental per a la historia del pensament cátala. Mentres la pesta assolava els camps del país i el col.lapse econó- mic (1380) es traduia en un anguniós mal-estar, la Santa Església,' separada peí Cisma d'Occident (28), imposava la seva intolerancia religiosa, que va donar com a resultat la gran matanga de jueus

(27) RAFAEL TASIS I MARCA, Op. Cit., pág. 179. (28) FERRAN SOLDEVILLA, Resum d'Historía del Paisos Catalans, Editorial BarcT no, Barcelona, 1979. Diu en la página 101: «Quan el Cisma d'Occident va dividir la Cris- tiandat en dues obediéncies —una pan que obela al papa de Roma i l'altra el d'Avinyó —, Pere III va restar neutral. Pero Joan I es va decantar per la Seu avinyonesa, la qual fou regi­ da uns quants anys per l'aragonés Pere de Luna amb el nom de Benet XIII, ben sostingut pels catalans. Resolt el Cisma en el Concili de Constanca (1414-1418) amb l'elecció de Martí V, Ferren d'Antequera, que devia a Benét XIII la corona d'Aragó, va separar-se de la seva obediencia. Pere de Luna, retirat al castell de Peníscola, va continuar considerant-se papa fms a la mort. Encara el va succeir, amb nom de Climent VIII, el també aragonés Gil Sánchez Muñoz que va acabar renunciant en 1429».

144 (1391). Les profecies anunciadores de la vinguda de l'anticrist y la visió apocalíptica 29 que hom tenia del món havien sacsejat la sen- sibilitat critiana, que «se polariza de un modo notable en torno a la agonía y al tránsito del creyente de la tierra al más allá». (30) Resultat d'aquesta sensibilitat nova, és 1'aparició d'una literatura polémica, i patética al mateix temps, que es planteja constante- ment el tema de la immortalitat i la volta al critianisme primitiu (31). Lo Somni és, per tant una manifestació literario-filosófica pro- ducte d'una etapa histórica concreta que és presidida per terror a la mort anihilladora. Malgrat tot, i com reacció contra la cultura eclesiástica domi- nant durant tota l'Edat Mitjana, apareix una nova cultura «laica»

(29) ARNAU DE VILANOVA, Obres catalanes, Volum I, Escrits religiosos, Editorial Barcino, Barcelona, 1947. Diu Arnau de Vilanova: En la Confesió de Barcelona (Magister Arnaldus de Vilanova super facto adventus An- techristi), pág. 107: «E confés, primerament, que he scrit que en lo remps que.l avenimem d'Antechrist se acostará, tant si les persones vivien de cors comú de natura porien atényer aquell temps, será necessari ais cristians...» (En el Tractatus de tempore adventus Amichris- ti, Arnau de Vilanova havia fixat la vinguda de l'Anticrist per a l'any 1378). En la pág. 110: «Aprés acó, confés haver scrit que.l temps del damunt dit enemich será de infra aquest centenar que ara corre, e que d'acó fan fe moltes revelacions autentiques». Com diu Carreras i Artau, en el seu próleg ais Escrits religiosos que hem esmentat: «Les preocupacions religioses passen ara al primer pía. La visió profética de la propera fi del món, que el] assenyala per al nou segle a punt de comencar, i la imminéncia de la vinguda de l'Anticrist l'obsessionen i el porten a predicar la urgencia d'una reforma en la vida inte­ rior i la necessitat duna reorganització de l'Església». (L'any 1299 fou l'any mes agitat de la vida d'Arnau de Vilanova). (Pág. 21, del próleg). I en la pág. 28: «Per efecte deis desenganys rebuts deis papes, deis dominicans i deis teó- legs seculars, des de 1304 es fa albirador un canvi d'orientació en Arnau de Vilanova, el qual s'aferra cada dia mes a la idea de la necessitat d'una reforma espiritual, pero vol ara basar-la en la institució reial i en l'estament laic». (Es molt imponam aquesta observació, perqué, se- gos han afirmat alguns intel.lectuals, la historia religiosa del segle XIV és un intent de refor ma que, per diverses causes, no es va poder llevar a efecte. Vegem en la nota següent el flori- ment místic i el desig de «tornar» al cristianisme pur primitiu). (30) RUGGIERO ROMANO- ALBERTO TENENTI, Op. Cit., pág. 105. (31) «Una forma vistosa de repliegue religioso es el florecimiento místico. Aunque los místicos renanos —desde Eckhart (m. 1327) a Seuse (m. 1366), desde Tauler (m. 1361) a Ruysbroeck (m. 1381)— sean los máximos representantes de tal fenómeno, éste no se halla circunscrito a su zona geográfica. Los visionarios, los extáticos, los predicadores es­ pirituales, los ascetas caracterizan esta época también en el resto de Europa...» (RUGGIERO ROMANO ALBERTO TENENTI, Los fundamentos del mundo moderno, pág. 93.) ¿La tradició mística en la Corona d'Aragó? El Llibre d'Amic e Amat de Ramón Llull és en «llur conjunt un ver breviari d'amor mística, tot pie d'imatges vives, de pensaments qui fulguren, de jaculatóries qui brunzen...» (RAMÓN LLULL, Llibre d'Amic e Amat, Edito rial Barcino, Barcelona, 1927, pág. 12. De la Introducció de Salvador Calmes.

145 que, encara que no s'ha després adhuc deis components medievals, dogmes i creences religioses, s'enfronta amb el sistema eclesiástic la qual crisis jerárquica está reflectida en el Cisma. La simonía, la corrupció del clericat, la comercialització del mes allá per mig de les indulgencies que redueixen Testada en el purgatori (32), la religió aliada a fins terrenals i les constants disputes teológiques sobre te­ mes que no afectavan per a res el vertader Evangili de Crist, han

(32) En I'Edat Mitjana el purgatori és present en els freses de les esglésies i es recordat des de la trona: «Susaxí és purgatori, que si volem parlar «comparative» de la pena de purgatori, vet que.ls dies son dits bons, per co com purgatori está entre infern e paráis; e donchs, si deym per comparació que la ánima és exida de infern e és entrada en purgatori, ver que son dits dies bons. Mas si volem parlar «absolute», quan és a la pena de la ánima, son dies mals» (SANT VICENT FERRER, Sermons, Volum quart, a cura de Gret Schib, Editorial Barci­ no, Barcelona, 1977, pág. 213). Efectivament, «esta época se refugia ya, en gran medida, en un mito análogo —el purgatorio—, que desvaloriza la terrible verdad del mito infernal». (RUGGIERO ROMANO- ALBERTO TENENTI. Op. Cit.. pág. 87.) Aquesta és la causa de que Bernat Metge sitúe al rei Joan I en el purgatori, que és via de salvació. També Ramón de Perellós, en el seu viatje al purgatori de Sant Patrici, pot entrevistarse amb el rei Joan I: «E aqui yo vi bell colp de mos compayhons. que yo conoysia, e de mos parens e parentas; he lo rey don Johan d'Aragó; e frare Franses del Orde de Girona, deis frares menos del dit conuent; e Dolsa de Caries, que era ma neboda, la quel no era mor- ta quant yo parti de la térra, ny yo no sabia de sa mort» (HISTORIES D'ALTRE TEMPS, Viatge al purgatori de Sant Patrici, per Ramón de Perellós. Texts auténtichs publicáis en vista deis manuscrits i de les edicions primitives per R. MIQUEL I PLANAS, Biblioteca Ca­ talana, Barcelona, 1917, pág. 27). En el segle XII el cavaller irlandés Owein també va baixar al purgatori llegendari de Sant Patrici, introductor del cristianisme en Irlanda. Sant Patrici, «havent trobat grans resisten- cies per pan d'aquells naturals a acceptar la nova fe y va posar crédit a la relació que deis torments y penes del purgatorias feya, el Sant demaná y obtingué de Deu que establis en pie desert un forat peí qual fos possible devallar a la mansió terrible, a fí de que'ls incréduls po- guesin esser convencuts de propia ciencia». (Nota preliminar de Viatge d'en Ramón de Pe­ rellós al Purgatori de Sant Patrici, pág. vij). Aquesta narració d'Owein, que tingué una gran difusió en el món cristiá de I'Edat Mitja­ na, també va causar sensació en la Con de Joan I. «El vescomte Ramón de Perellós y de Ro­ da, senyor de la baronia de Ceret, o sía'l cavaller cátala de que's tracta, era, en temps del primogénit d'Aragó qui fou després Joan I, l'encarregat a Paris de diversos afers diplomá- tichs: mitjangant una lletra que li endreca l'infant hagué de fer-li, entre altres encárrechs d'ordre privat, el de que li procures la relació d'aquell cavaller qui era entrat en el Purgatori de Sant Patrici». (Pág. viij, de la Nota preliminar del Viatje al Purgatori). «A tot aixó arriba l'any 1395, en el qual acorregué la mort sobtada del rey en Joan. Les circumstancies d'aquesta mort donaren una vivíssima actualitat a la quéstió del Purgatori, circulant peí poblé les mes estranyes suposicions en quant a la son futura de l'ánima del mo­ narca». (Pág. IX, de la Nota preliminar del Viatge al Purgatori de Sant Patrici) va ad- quirint cert nivell cultural i es va interessant lentament peí nou humanisme literari, que és la volta entusiasta «a una cultura remota, marginada por el cristianismo medieval, pero no lo suficientemente olvidada para poder redescubrirla como una novedad». (33) A aquest redescubriment contribuirán també els savis musulmans i jueus, que comenten a Aristótil adaptant les seves doctrines a la seva propia formació coránica o talmúdica.

146 aconseguir posar en perill el poder de la Curia. Podríem dir, que la cultura viatja del claustre monacal a la ciutat mercantilista, on una nova societat burguesa va adquirint cert nivell cultural i es va inte- ressant lentament peí nou humanisme literari, que és la volta entu­ siasta «a una cultura remota, marginada por el cristianismo me­ dieval, pero no lo suficientemente olvidada para poder redes­ cubrirla como una novedad». (33) A aquest redescubriment contribuirán també els savis musulmans i jueus, que comenten a Aristótil adaptant les seves doctrines a la seva propia formació corá­ nica o talmúdica.

(33) RUGGIERO ROMANO - ALBERTO TENENTI. Op. Cit.. pág. 115 116.

147

DE VALENCIA A PORTUGAL Y FLANDES RELACIONES DURANTE LA EDAD MEDIA

José Hinojosa Moltavo

Durante los siglos medievales la ciudad y reino de Valencia de­ sarrollaron gran parte de su actividad mercantil cara al Mediterrá­ neo, que entonces sí era un auténtico «Mare Nostrum» para cuan­ tos vivían en sus orillas. Aquí labró su prosperidad igual que Cata­ luña, Mallorca o las repúblicas italianas. Pero el Mediterráneo no dejaba de ser un mar cerrado, casi un lago, y como todas ellas y tan pronto como fue factible buscó ampliar sus horizontes por el oeste, al otro lado de las columnas de Hércules. En esto no fue la primera, ya que se adelantaron los navegantes italianos, catalanes y mallor­ quines, todos en la segunda mitad del siglo XIII, periodo en el que Valencia concentraba los esfuerzos en su consolidación como reino. Al menos, la documentación conservada no recoge noticias de la posible presencia de valencianos en los paísea atlánticos. Nos encontramos, además, con un tema totalmente desconocido para la historiografía valenciana, si exceptuamos un trabajo publi­ cado por Felipe MATEU I LLOPIS en el año 1934, donde aborda­ ba las relaciones de Cataluña, Valencia y Mallorca con Inglaterra, preferentemente desde una perspectiva numismática, si bien hay

149 alusiones de carácter económico (1). Existen también algunas refe­ rencias aisladas al papel de Valencia como escala en la ruta a Flan- des en las obras de tipo económico consagradas a Cataluña, pero el conjunto puede calificarse de insignificante, sin que permita tener una visión clara de los contactos que Valencia mantuvo con Portu­ gal y Flandes, objeto del presente trabajo. Una visión que se centra en la capital del reino, ya que aquí se encuentra la abundante documentación de tipo comercial consul­ tada y que supone un elemento de trabajo indispensable a la hora de estudiar estas relaciones. Sería de gran interés ver que datos podía proporcionar la documentación de Alicante, otra de las esca­ las junto con Denia y puertos de La Marina, en las rutas atlánticas; con todo creemos que no haría sino ratificar las conclusiones a las que hemos llegado.

1 - VALENCIA Y PORTUGAL

La inclinación de Valencia hacia los países ribereños del Atlánti­ co se vio favorecida y estimulada por un hecho clave: la apertura del Estrecho de Gibraltar, empresa finalizada a mediados del siglo XIV, pero que ya mucho antes había permitido alcanzar los dos grandes polos comerciales de Occidente: Italia y Flandes. Al mismo tiempo, las excelentes relaciones políticas entre las coronas arago­ nesa y portuguesa hicieron más fáciles los intercambios mercanti­ les. Las noticias más antiguas que se conservan referentes al comer­ cio con Portugal son de 1380, fecha en la que los jurados de la ciudad protestaron al soberano portugués por haber sido captura­ das en sus aguas algunas embarcaciones con mercancías de catala­ nes y valencianos. El motivo parece que eran ciertas sumas adeuda­ das por el rey de Aragón al de Portugal, si bien las autoridades va­ lencianas en su carta lo único que les preocupa es la defensa del co­ mercio y la devolución de lo robado (2). Para estas fechas los inter-

(1) Cfr. MATEU I LLOPIS, Felipe. Les relacions del Principat de Catalunya i els reg- nes de Valencia i Mallorca amb Anglaterra i el paral-lelisme d'aquests paisos durant els segles XIII, XIV i XV. (Castellón de la Plana, 1934). (2) Cfr. ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL (en adelante A.H.M.) Letres misives. g3-4. fol. 181 v-182 r.

150 cambios estaban ya consolidados, que duda cabe, tal como confir­ ma la abundante documentación contenida en las series del Ma­ estre Racional y Bailía del Archivo del Reino de Valencia, si bien presenta el pequeño inconveniente de referirse casi siempre a la ex­ portación de productos prohibidos. En efecto, a partir de 1381 el número de asientos que se des­ pachan desde la ciudad de Valencia o su puerto (Grao) con destino al reino de Portugal ofrece el siguiente cuadro:

1381 1382 1383 1384 1386 1387 1392 1393 1394 1396

Lagos 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Lisboa 1 0 2 0 0 6 0 0 0 37 Oporto 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Portugal 4 1 14 4 0 11 65 36 81 41 Setuval 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 Viana 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 TOTAL 5 1 16 4 0 17 65 36 81 82

1397 1398 1399 1401 1402 1403 1404 1405 1406 1407

Lagos 0000000001 Lisboa 12 1 18 0 0 0 9 28 11 20 Oporto 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Portugal 19 0 27 0 1 0 64 68 49 39 Setuval 0 0 0 0 , 0 0 0 0 1 2 Viana 1 0 0 1 •3 2 6 0 0 0 TOTAL 32 1 45 1 • 5 2 79 96 61 62

1408 1409 1412 1413 1414 1415 1416 1417 1418 1422

Lagos 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Lisboa 1 0 1 11 0 2 1 0 0 0 Oporto 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Portugal 7 4 83 53 61 4 55 104 2 24 Setuval 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Viana 0 0 0 0 0 0 22 0 0 0 TOTAL 8 4 84 64 61 6 78 104 2 24

151 1426 1427 1428 1429 1430 1431 1432 1434 1447

Lagos 0 0 0 0 0 0 0 0 Lisboa 0 0 2 0 0 0 0 0 Oporto 0 0 02 0 0 0 0 Portugal 71 4 26 20 46 50 54 15 Setuval 0 0 0 0 0 0 0 0 Viana 0 0 0 0 0 0 0 0 TOTAL 71 4 28 22 46 50 54 15 Como puede verse unas relaciones que sufren fuertes oscilaciones anuales, sin que aparentemente hubiera motivación alguna, tanto más cuanto que ambos países políticamente estaban en paz. Quizá estas variaciones puedan relacionarse con la oferta y la demanda de mercancías procedentes de Portugal. Si tenemos en cuenta que la pesca constituye la principal importación que Valencia efectuaba del reino portugués, una mayor abundancia de pescado del Medi­ terráneo o un mal año para la pesca atlántica darían lugar a estas aparentes anomalías. El que las cifras manejadas sean de asientos exportados no varía el panorama, ya que lo habitual es que los envíos hacia el reino luso de hagan en las mismas embarcaciones portuguesas que traían el pescado. Frente al bajo ritmo mantenido a finales del siglo XIV, ya desde comienzos de la centurias siguiente se percibe una reanimación en los intercambios. Dentro del contexto de los productos vedados la participación portuguesa en la primera década del quince es esta (3):

AÑO TOTAL VIAJES A PORTUGAL PORCENTAJE

1401 1987 89 4,4% 1402 2083 134 6,3% 1403 1521 80 5,2% 1404 1192 81 6,8% 1405 1175 159 13,5% 1406 1081 97 8,9% 1407 1159 104 8,9% 1408 1123 117 10,4% 1409 1023 4 —

152 AÑO VIAJES POR MAR A PORTUGAL PORCENTAJE

1401 742 89 11,9% 1402 780 134 17,1% 1403 646 80 12,3% 1404 1134 81 7 % 1405 625 159 25,4% 1406 531 97 18,1% 1407 510 104 20 % 1408 633 117 18,4% 1409 290 4 1 %

Un porcentaje nada despreciable, especialmente en algunos años como 1405 cuando se alcanzó el 25% del tráfico marítimo. Los viajes por mar son siempre preferidos a la vía terrestre. Las pocas veces que ésta se utiliza es atravesando el reino de Castilla, con el consiguiente gravamen en peajes que ello representaba para los productos. Destino de los productos valencianos son los principales puertos portugueses: Lisboa Viana, Oporto, Setuval, Lagos, aunque es difícil establecer una escala de orden al quedar englobados muchos de ellos bajo la simple denominación de Portugal. Son viajes de carácter claramente estacional, ya que practica- mente todos tienen lugar en la primera mitad del año, con prefe­ rencias desde febrero a abril. En estas fechas se efectúan la mayoría de las operaciones, detectándose en los meses otoñales la presencia esporádica de algunas naves portuguesas. En 1416, por ejemplo, de 9 embarcaciones despachadas, 7 lo fueron hasta el 30 de marzo (4). Las embarcaciones más utilizadas son la barca y la nave, preferi­ das por su tonelaje y su adaptación a los tipos de navegación de ca­ botaje y atlántica:; tampoco faltan los balleneros, galeras y carabe­ las en las siguientes cifras:

(3) Cfr. HINOJOSA MONTALVO, José. Valencia y el comercio de exportación duran­ te la primera década del siglo XV (Coses Vedades). Tesis doctoral inédita. (Valencia 1972). (4) Cfr. ARCHIVO DEL REINO DE VALENCIA (A.R.V.) Bailía, 255.

153 1405 1412 1413 1414 1415 1416 1417 1422 Barca 19 9 5 8 1 6 6 0 Ballenero 0 0 0 0 0 0 0 0 Caravela 0 0 0 0 0 0 0 0 Laúd 0 0 0 0 0 2 0 0 Nave 2 15 11 5 0 3 2 2 Galera 0 0 0 0 0 0 0 0

1426 1428 1429 1430 1431 1432 1434 1435 Barca 2 0 6 0 2 3 5 0 Ballenero 0 0 1 0 0 0 1 0 Caravela 0 0 0 0 0 0 1 3 Laúd 0 0 0 0 0 0 0 0 Nave 7 4 2 6 2 11 4 1 Galera 0 0 0 0 1 0 1 0

Proceden estas embarcaciones de las siguientes localidades: barca ballenero carabelas galera nave Barcelona 1 Bayona 1 Caminha 1 Galicia 1 4 Genova 2 La Coruña 1 1 Lisboa 2 Noya 1 Oporto 9 2 3 Portugal 12 2 2 12 San Vicente de la Barquera 1 Setuval 1 Sevilla 1 Sin especificar 1 2 Valencia 1 1 Venecia 1 Viana 2 5 Vizcaya 1 3 Se trata, pues, de unos intercambios cuyo transporte se realiza en su casi totalidad en embarcaciones de los países atlánticos peninsu- lares en primer lugar Portugal, y en menor escala castellanos de

154 Galicia y de la cornisa cantábrica. El puerto de Valencia es el centro de una doble ruta en los con­ tactos con Portugal. Por un lado escala de las naves que proceden­ tes del Mediterráneo se dirigen hacia el Atlántico; por otro, termi­ nal de la vía directa entre Portugal y Valencia, la más utilizada. Tras descargar sus mercancías las embarcaciones suelen permane­ cer en el puerto en período de tiempo que oscilaría entre las dos se­ manas y algo más de un mes. En 1417, por ejemplo, la barca de Johan Broto de viana estuvo todo el mes de enero y comienzos de febrero en el Grao, realizando en este tiempo 47 operaciones de carga con destino a Portugal (5). El regreso a Portugal lo hacían bordeando la costa, en una nave­ gación típica de cabotaje, aunque no se citan escalas debieron de utilizarse las de Alicante y los puertos andaluces. A veces, los portu­ gueses tomaban en Valencia flete con destino a las islas Baleares y se convertían en transportistas de valencianos y mallorquines. Pre­ cisamente en 1456 tuvo lugar un desagradable suceso protagoniza­ do por una carabela portuguesa que tenía por patrón a Andrés Gallardo. Tras haber cargado con destino a Ibiza, Mallorca y Me­ norca diversas cantidades de lana, algodón, vino, alpargatas, cuer­ das, telas, etc. «induit del spirit diabolical» se marchó del puerto sin esperar a los dueños de las mercancías, quienes clamaban a los jurados de la ciudad de Valencia su devolución (6). La peligrosidad de los viajes marítimos requería la concesión de guiajes y salvoconductos a patrones y mercaderes por parte de las autoridades reales, concretamente el baile, siempre dispuesto a fa­ vorecer el comercio del reino (7). A veces, como contrapartida, se les exige que los productos extraidos de Valencia no vayan a parar a manos de los enemigos del rey de Aragón, concretamente castella­ nos o italianos. Estos guiajes se explican en virtud de los riesgos que para la nave­ gación representaban las aguas meridionales de la Península, a causa de la piratería de granadinos y norteafricanos, a los que no dudaban en añadirse los propios portugueses. Los conflictos que es­ ta índole son numerosos. En 1400 los jurados valencianos protestan

(5) Cfr. A.R.V. Bailía, 256. (6) Cfr. A.H.M. Letres misives. g3-23. fol. 51 v-52 r.

155 de la captura de una nave cargada con mercancías de esta ciudad por algunas naves portuguesas, siendo luego conducida a Oporto. Aludcen a «la pau e gran amistanca ques entre aqueixs regne e aqueste a l'entremesclat e agradable acolliment de les gents de cascu» y solicitan se devuelva lo robado (8). Dos años después, en 1402, Johan de Berneda, capitán de tres naves portuguesas apresó en el cabo de San Vicente una vez con mercancías de Ramón Frigola, Vicent Caxa, Vicent Dodena y otros valencianos, enviadas a sus factores Málaga y Sevilla (9). Las auto­ ridades, aunque conscientes del peligro que ello suponía para el co­ mercio no adoptaban medidas severas. Prácticamente se limitaban a protestar ante el monarca portugués. La causa, como ellos mis­ mos reconocen es el enorme gasto que supone armar naves. En 1418 parece que hubo un intento en este sentido pero no prosperó y los incidentes continuaron. El año 1421 fue particularmente negativo para los mercaderes valencianos, que vieron como una nave que cargó en Sevilla aceite y vino a nombre de Johan Beneyto fue apresada con el pretexto de ser de enemigos (10); o el robo contra la nave de Pere Dartes, mercader

(7) Cfr. Localidades en la sección de Bailía, serie Letres y privilegis (a.R.V.) como ejemplo de guiajes otorgados a portugueses tenemos: — A Ruy Gutierre de Santa Clara, patrón de barca de Portugal, que va del Grao al Cap de Cerver (21-VII-1404). — A Alfonso Lourenco, mercader de Elvas, y a Giraldo Rodríguez de Lisboa, que vienen con sus recuas (29-VIII-1424). — A Loys Alfonso, patrón de nave portugués. (9-X-1424). — A Johan Vázquez, escudero del infante don Pedro de Portugal, que viene como conseje­ ro. (15 III-1430). — A Alfonso Vasquez, patrón de nave de Portugal (25-VIII-1432). — A Alvaro Stevanes, patrón de nave de Viana (14-11-1432). -A mossen Pere Vicent, caballero portugués, patrón de una barca y un ballenero (14-X-1434). — A Alvaro de Flestes, patrón de un ballenero de Lagos y Judas Namies, judío portugués mercader (2-XI-1435). — Al arzobispo de Lisboa y acompañantes que viene de entrevistarse con la reina para em­ barcarse en Valencia (25-1-1437). — A Johan Alvarez, patrón de ballenero de Lagos (23-11-1437). — A Alfonso Ianyes, patrón de nave de Oporto (8-VII-1437). — A Abraffim Valentero, moro vasallo del rey de Portugal, apresado erróneamente en una nave que se creía de genoveses (18-VI-1439). (8) Cfr. A.H.M. Letres misives. g3-7. Primera mano, sin foliar. 4 agosto, 1400. (9) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-7. Séptima mano, sin foliar. 20 noviembre 1400. (10) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-15. Sin foliar. 19 mayo 1421.

156 valenciano, que fue atacado cuando salía de Almería rumbo a Oran a cargar trigo por la galera del Palamedes Vasques, llevándo­ se a Ceuta como botín la nave, 3 arrobas de seda, 402 doblas moris­ cas de oro y otras mercancías (11). Lo más grave no fue el robo sino que el citado mercader tuvo tantos gastos en el pleito sostenido ante las autoridades portuguesas al tratar de recuperar lo robado que acabó por arruinarse, sin que consiguiera que le hicieran justicia (12). La ocupación de Ceuta por los portugueses hizo de esta plaza una excelente base para la piratería en la zona del Estrecho de Gibral­ tar, Cartagena, las islas Baleares y el Norte de África. En 1433 en el cabo de Palos el ballenero armado de Johan Ianyes de Lisboa cap­ turó la coca valenciana de Johan Anguís que marchaba a Oran (13). Más al sur, en la costa malagueña un ballenero del infante don Enrique, tío del monarca luso, apresó en 1444 a otros castella­ no que venía a Valencia con pescado y diversas mercancías desde Muros consignadas a varios vecinos de Morvedre. Tras ser robados, la tripulación y los mercaderes fueron arrojados a tierra semidesnu- dos. Al igual que otras veces Ceuta fue el lugar de refugio de los pi­ ratas. Parece, sin embargo, que esta vez la justicia portuguesa fue algo más eficaz y alguno de los damnificados por el robo, como Pe­ ro Loppez Verdu de Morvedre, fueron indemnizados. Pero al no hacerse efectiva la sentencia, los jurados de Valencia hubieron de recurrir al rey (14). La piratería era por estas fechas un fenómeno general en todos los mares y los portugueses no eran la excepción. Como tampoco lo eran los subditos del monarca aragonés. A veces eran los propios pi­ ratas portugueses los vencidos, como le sucedió en 1435 a un balle­ nero de esta nacionalidad, que después de haber apresado algunas barcas que se dirigían con trigo y «robes» a Valencia, se encontró con la galera del doncel Gilabert de Lupia, siendo vencido y condu­ cido al embarcadero de Elche (15). Otra vez, en 1450 fue una nave que viniendo de Lisboa con diversas mercancías y peregrinos que

(11) Cfr. A.H.M. Letres misives, gS-15. Sin foliar. 23 julio 1421. 11 abril 1421. (12) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-16. Sin foliar. 1 octubre 1422. (13) Cfr. A.R.V. Letres y privilegis, Bailía, 1147. fol. 467 v. (14) Cfr. A.R.V. Letres y privilegis, Bailía, 1149. fol. 170 r-v. (15) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-19. Sin foliar, 23 noviembre 1439.

157 iban a Roma a ganar el jubileo fue apresada por las naves de mos- sén Pere Ramón Cafortea y Rodrigo de Sent Marti, de Mallorca. Los asaltantes reclamaron a los jurados de Valencia, quienes se jus­ tificaron no poder hacer nada en su favor, al ser los asaltantes mallorquines. Se muestran, no obstante, dispuestos a intervenir en su favor ante el rey, pidiendo al mismo tiempo que no se ejerzan represalias contra Jacme Modrinyo, Agosti Nadal, Estheve Batalla y Johan Sollit, pelaires valencianos que en aquel momento se en­ contraban en Portugal. Temor justificado, por cuanto que a pesar de haber sido guiados por el rey de Portugal sus bienos fueron se­ cuestrados (16). A pesar de estos peligros, las buenas relaciones entre Portugal y Valencia no se empañaron. Como prueba de ello en 1462 el gober­ nador general del reino a instancias de los jurados municipales, ra­ tificó el guiaje general que los fueros de Valencia otorgaban a los portugueses que vinieran con pescado y productos alimenticios (17). Protección que será confirmada nuevamente un año después por el soberano aragonés. ¿En qué se apoyaban los intercambios entre Valencia y Portugal? La exportación valenciana tiene como base los artículos manufac­ turados, aunque no faltan los productos del agro, como alguna partida de almendras, pasas y sobre todo arroz. Los productos objeto de mayor demanda son la pez, elementos de mobiliario (cofres de diversos tamaños), calderas de cobre, cáña­ mo, en bruto o elaborado, y las armas de todo tipo desde espadas y lanzas a piezas de armaduras, muchas de ellas propiedad de parti­ culares que las traían a Valencia a reparar. Elaborados muchos de estos productos en Valencia, en otros casos la ciudad actuaba como centro reexportador; en 1422 vemos a Gabriel Torres, ballestero de Mallorca, embarcar en el Grao 140 ballestas mallorquínas rumbo a Portugal; o en 1430 Baltasar Negre envía hilo de alambre, posible­ mente importado de Lombardía de donde procedía el citado mer­ cader. En menor escala encontramos diversidad de mercancías: plomo,

(16) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-21. Sin foliar, 3 julio 1450. 15 septiembre 1450. 28 septiembre 1450. (17) Cfr. A.H.M. Letres misives, gS-25. fol. 135 v-136 r.

158 utensilios para el ganado, domésticos (copas, saleros, tijeras, alfile­ res...) herramientas, vajillas de plata, sin que falten los confites y el vino de Morvedre, famoso por aquellas fechas. A cambio Portugal es la gran proveedora de cueros y pescado: merluza, sardina, atún, bonito, congrio. Otros artículos son casta­ ñas, trigo, queso, madera, azúcar de Madera y esclavos, siempre en pequeñas cantidades. Aunque no hay cifras seguras sobre la balanza comercial entre ambos países cabe suponer que resultaban positiva para el reino de Valencia al ser superior el valor de las manufacturas exportadas a los productos del sector primario importados de Portugal. De cual­ quier modo no hay que perder de vista que las cantidades embarca­ das son en general reducidas y el volumen del tráfico está lejos de alcanzar los niveles mantenidos en los intercambios con los países mediterráneos. Hay que reseñar igualmente la presencia de pasajeros que em­ barcan de regreso a Portugal. Mercaderes en su mayoría su ritmo es inestable como muestra el ejemplo de los siguientes años:

1405 1412 1413 1414 1415 Cristianos 16 3 3 0 5 Judíos 18 0 8 0

Los intercambios están controlados fundamentalmente por mer­ caderes portugueses (de Oporto, Viana, Lisboa, Setuval, Sintra, etc.), entre los que se detecta una activa minoría de hebreos. En menor cuantía aparecen valencianos, lombardos, mallorquines y algún vizcaíno. Las buenas relaciones a veces se empañaban por las marcas ejercidas contra subditos del otro país. En 1401 los merca­ deres valencianos en Portugal se vieron perjudicados en sus nego­ cios. En respuesta las autoridades del reino hicieron marcas contra los portugueses que venían a Valencia, a lo que protestaban los ju­ rados de la ciudad alegando que, ya que traen vituallas deben de ser asegurados, además, según fuero aquellas estaban prescritas y suponían un peligro para los valencianos que navegaban a Portugal y Flandes (18). El malestar subsistió y en 1403 una nueva misiva al

(18) Cfr. A.H.M, Letres misives, g3-7. Sin foliar, 14 febrero 1401.

159 soberano portugués pedía el desembargo de los bienes de valen­ cianos retenidos injustamente. Meses más tarde tenía lugar un incidente similar pero en tierras valencianas. En febrero de 1409 fueron retenidas en el Grao de Va­ lencia dos barcas lusitanas procedentes de Barcelona y luego mar­ cadas por el baile a instancias de Na Bernadona, mujer de mossén Jacme Centelles, basándose en que poseían derechoa de marca contra los subditos del rey de Portugal. La queja de los «consellers» barceloneses ante el baile fue inútil, por cuanto que éste no podía intervenir ante una concesión real de ese tipo (20). En resumen, intercambios regulares aunque con altibajos, pro­ ductos del sector primario a cambio de manufacturas y control por los marinos y mercaderes lusos.

2- VALENCIA Y FLANDES

Flandes e Inglaterra constituyen el límite septentrional alcanza­ do por navegantes y productos valencianos. Aunque su actividad fue más reducida que la de los catalanes, el grupo más numeroso de los subditos del rey de Aragón en estos territorios, ya desde fecha temprana aparecen valencianos en Flandes. En 1334 el almirante Ramón de Peralta apresó una nave cargada de alumbre, que pro­ cedente de Mesina se dirigía a Flandes consignada por la compañía florentina de los Bardi, bajo la excusa de ser aliados de los genove- ses. Esta acción motivó una reclamación por parte del conde de Flandes a los jurados de Valencia acusados de participar en el robo con una coca de la ciudad, amenazando con ejercer represalias contra los subditos valencianos en sus tierras. Aquellos se defienden alegando que no tienen nada que ver con dicho suceso y piden que se protega a los valencianos «en tal manera que per aquesta rao vehins nostres no reeben alcun dapnatge en lo dic comdat» (21) Careemos por completo de cualquier indicación, incluso aproxi­ mada, sobre el número de valencianos en Flandes, localizados en Brujas, centro de la actividad para los mercaderes mediterráneos. En octubre de 1413 los jurados solicitan de Johan de Penyaranda y

(20) Cfr. A.R.V. Letres y privilegis, Bailía, 1444. fol. 257 r-v. (21) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-J. fol. 68 r; 73 v; 74 v; 75 R.

160 Miquel de Vilagines, mercaderes de Valencia en dicha ciudad, el envío urgente de 300 cahices de trigo para poder paliar el déficit existente (22). Parece que la situación de los valencianos en aquellas tierras atravesó algunos momentos difíciles, al igual que les sucedió a los demás extranjeros. Es una consecuencia de la situación general de la ciudad de Brujas en el siglo XV, y aunque la urbe sigue siendo uno de los emporios mercantiles de Occidente, la crisis se deja sen­ tir y da lugar a la adopción de medidas proteccionistas por las auto­ ridades en defensa de los intereses locales. Ya en febrero de 1405 los cónsules y mercaderes catalanes en Flandes notificaron a sus cole­ gas barceloneses la imposición de un gravoso reglamento a los co­ merciantes extranjeros en Brujas que restringía su actividad. Se so­ licitaba que el rey y las ciudades de Barcelona, Valencia y Mallorca escribieran a la condesa de Flandes y a las villas de Gante, Brujas, e Ypres a fin de volver a la anterior situación (23). No debió de ser fácil resolver el problema, ya que nuevamente en 1419 llegó a manos de los jurados de Valencia las quejas de sus con­ ciudadanos en Brujas ante la prohibición de ejercer la mercadería en dicha ciudad (24). Las vejaciones y detenciones a mercaderes va­ lencianos continuaban a mediados de siglo, protestando la ciudad de la inobservancia de los salvoconductos concedidos (25). Ello no impidió que se mantuvieran unos contactos más o menos regulares entre ambos territorios, como puede verse a conti­ nuación:

NUMERO DE ASISTENTES A FLANDES

1382: 1; 1382: 0; 1384: 0; 1386: 1; 1387: 0; 1392: 2; 1393: 3; 1394: 7; 1396: 2; 1397: 3; 1398: 3; 1399: 2; 1401: 0; 1402: 1 1403: 0; 1404: 3; 1405: 0; 1406: 0; 1407: 2; 1408: 0; 1409: 1; 1412: 7; 1413: 57; 1414: 25; 1415: 2; 1416: 4; 1417: 3; 1422: 3; 1426: 6; 1428: 6; 1430: 3; 1431: 5; 1432: 21; 1434: 6.

(22) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-12. fol. 64 r. (23) Cfr. CAPMANY Y DE MONTPALAU. Amonio. Memorias históricas sobre la Ma­ rina, Comercio y Artes de la antigua ciudad de Barcelona. Madrid. 1779. Tomo 20 II. pág. 205. documento CXXII. (24) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-14. fol. 149 V - 150 r. (25) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-22. Sin foliar. 12 junio 1454.

161 Salvo la anomalía de los años 1413, 1414 y 1434, rara vez se sobrepasa la media docena de asientos, dando la impresión de tra­ tarse de unas relaciones muy fragmentarias, como verenos al hablar de los navios o los productos. En los años en los que se conservan da­ tos, las embarcaciones que parten del Grao de Valencia hacia Flan- des son:

1416 1417 1422 1426 1428 1430 1431 1432

nave 4 3 3 5 3 3 18 galera 0 0 0 1 10 0 2 barca 0 0 0 0 0 0 0 1

Podía aducirse que la documentación consultada es limitada en su alcance, pero si comprobamos otras fuentes como son los proto­ colos notariales donde constan los contratos de flete vemos que no por ello las cifras aumentan. En 1476, por ejemplo, en los protoco­ los de Jaime Salvador, notario especialista en asuntos mercantiles sólo aparece un viaje a Flandes, y tres en 1493 (26). Así pues, pocos viajes con destino a Flandes. Las embarcaciones empleadas son la nave y la galera, imprescin­ dibles para la navegación de altura. Proceden las naves de Genova (8), Vizcaya (8), Barcelona (3), Galicia (2), Portugal (2), Bilbao (1), Copliure (1), Mallorca (1), Muros (1), Pisa (1). El transporte, pues, está en manos de genoveses y vizcaínos. Los italianos utilizan el Grao valenciano como escala en la ruta Italia-Flandes, en tanto que la presencia de los vascos corrobora la intensa penetración de los castellanos en el área occidental del Mediterráneo durante el siglo XV y su papel como transportistas a cuenta de los mercaderes de la Corona de Aragón. Al igual que veíamos en las relaciones con Portugal también aquí el papel de la marina mercante valenciana es insignificante, y no por falta de embarcaciones idóneas, ya que naves y galeras las vemos surcando las rutas italianas, norteafrica- nas o de las Islas, cuya menor rentabilidad las haría probablemente preferibles a las atlánticas. La escala de las galeras barcelonesas en Valencia rumbo a Flandes coincide, como señaló Claude Carrere,

(26) Cfr. A.R.V. Protocolos, 1996 y 2010.

162 con el establecimiento en 1430 por parte de la Generalidad catala­ na de una línea regular de Barcelona a Flandes, a imitación de las venecianas (27). Tendrán como patrones a miembros de la familia Sirvent, especialistas en este tipo de navios. No todos los embarques se hacían en el Grao; a veces se utiliza­ ban los puertos de Cullera, Gandía, Jávea, Villajoyosa y, sobre to­ do, Denia y Alicante, donde cargan abundantes frutos secos y pro­ ductos agrarios: arroz, azúcar, uvas, vino. Desde aquí es normal que se dirigan a Cádiz antes de dar el salto definitivo hacia la Euro­ pa del Norte. Puertos de destino son La Esclusa, Midelbourg, Ro- omer Swaal y Flandes en general. También hay que citar la presencia de las galeras florentinas y venecianas que a su regreso de los Países Bajos tocan en Valencia, y el posible intento por parte valenciana de establecer una línea regu­ lar de galeras con Flandes. Si esto fuera cierto sería anterior a la de Barcelona. En efecto, en marzo de 1426 el baile general del reino comunica a su lugarteniente en Denia haberle sido otorgada licen­ cia a Christofol Spindoli, mercader alemán a la sazón negociante en Valencia, para poder cargar en la nave del portugués Loys Johan que iba a Flandes 25 costales de almendras, a pesar de existir una orden prohibiendo que no se carguen mercancías para Flandes en ningún navio en tanto que la galera de mercadería de Anthoni d'Alagó, de Valencia, que viene de Flandes sea despachada nueva­ mente con dicho destino (28). Si estas medidas proteccionistas sir­ vieron para consolidar esta línea marítima es algo que la documen­ tación dejó en suspenso.

(27) Cfr. CARRERE, Claude. Barcelona, centre économique. 1380 1462. (Paris, 1967) pág. 276. (28) Cfr. A.R.V. Letres y privilegis, Bailía, 1146. fol. 368 r. (29) Cfr. Algunos de los guiajes concedidos en estos años son: — A la galera de mercadería florentina de Prior Mareto, que viene a Valencia y luego va a Flandes (3-VI-1430). — A Cario Italia, patrón de nave de Geneva, que viene de Flandes (2-1X1431). — A Joffre Servent de Barcelona, patrón de galera de mercadería (23-X-1436). — A Joffre Servent y Francesch de Casasatia, patrones de dos galeras barceloneses que vienen de Flandes (23-IV-1437). — A Salvi Nayro, Jacobo Cadaldi y Bartholome Caponi, patrones de dos galeras florenti­ nas que vienen de Pisa y van a Flandes (agosto 1438). — A Loys Servent y Felip de Ferreres, patrones de 2 galeras barcelonesas que vienen de Flandes (25-VII-1439). — A Jacobo Ysnardo, patrón de nave que viene de Pisa y va a Flandes (30-VII-1448).

163 También al igual que vimos con Portugal se conceden salvocon­ ductos para ir a Flandes (29), dada la peligrosidad del viaje. Los tres principales enemigos de los mercaderes que comerciaban con el mar del Norte eran los piratas berberiscos, portugueses y castella­ nos. A veces fallaban en su intento de captura, como sucedió a 1393 en aguas ceutíes con una nave que venía de Flandes a Valencia (30). Ya antes aludimos al robo perpetrado por algunas naves por­ tuguesas en agosto de 1400 a una nave que con mercancías valen­ cianas hacía la vía de Flandes (31). Pero los más peligrosos fueron siempre los castellanos, y los ata­ ques solían producirse en aguas gallegas o del golfo de Vizcaya. Podía suceder que fuera el mismo monarca de Castilla quien proce­ diera contra los valencianos, que es lo que sucedió en 1380 al ser de­ tenida en el puerto de La Coruña la nave de Castro Urdiales, que patroneaba Diego Fernández de les Cortines, en ruta a Flandes con productos valencianos. La razón alegada fue la imperiosa necesi­ dad de naves que tenía el rey para formar una armada (32). Eran años de guerra entre los reinos del occidente peninsular y no era ra­ ro que resultaran perjudicados quienes nada tenían que ver en el conflicto. En ocasiones el perjuicio afectaba al capítulo de los impuestos, como sabemos por la queja que los jurados de Valencia hacen en 1394 ante el rey de Castilla, basándose en ser contrario a los capítulos de la quema estipulados entre ambos reinos los derechos que los «quemers» cobran en los mares castellanos a las mercancías enviadas a Flandes (33). Otro incidente grave se produjo en 1423. Algunos mercaderes de Valencia fueron informados que sus factores en Flandes habían cargado diversos artículos en una nave que partía de La Esclusa. A su patrón, el vizcaíno Lope López de Seraus, le fue jugada una ma­ la pasada —ignoramos en qué consistió— por los flamencos, y pen­ sando que las mercancías que llevaban eran de estos se las llevan a Gomaya (¿Zumaya?) donde las descargó. Los jurados de la ciudad consideraban totalmente injusto aquel proceder, ya que si el patrón

(30) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-5. fol. 120 r. (31) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-7. Sin foliar. 4 agosto 1400. (32) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-4. fol. 162 r. (33) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-5. fol. 256 r. 8 mayo 1394.

164 tenían alguna queja contra los flamencos no por ello iban a pagarlo los valencianos, porque igual se podía hacer en Valencia con los viz­ caínos «qui fort soven arriben en aqüestes parts ab ferré e altres mercaderies», y, tras enumerar los productos secuestrados, — entre los que se incluía una imagen consignada a Johan Ferrer de Valencia— pedían su devolución (34). Valencia envía a las ciudades flamencas productos del agro, sobre todo arroz (en 1432, el año mejor documentado, salen 939 costales, 10 arrobas y 3 quintales delacitada gramínea) y frutos se­ cos (almendras, pasas...), confites, piñones, aceite, azúcar en panes o en polvo, cáñamo, vino, melaza y algunas manufacturas de ma­ dera (cofres) o metal (armas, destacando las poezas para ballesta y armaduras), pero siempre en reducidas cantidades. Ello hacía que el comercio con Flandes fuera deficitario para Valencia, donde las naves y galeras descargaban trigo, «robes e pelleria», tapicería, te­ las de Brabante. Holanda o Alemania, relojes, hilo de latón, hoja de hierro, imágenes, pescado, mercería, vidrio, hilo de ballesta, hoja de latón y de estaño, clavos, cobre, plomo, estaño, fustanes, bonetes, espejos, etc.. Parte de estos productos se quedan en Va­ lencia y el resto se envían bien a tierras del interior, bien a Barcelo­ na (35). Es un comercio en manos de mercaderes flamencos, alemanes, italianos y valencianos. En un reciente trabajo aludíamos a la esca­ sa presencia de mercaderes flamencos en Valencia (36), recogiendo tan solo el guiaje otorgado por la reina doña Juana en 1469 a Girart Xlumey y Fat de la Straga, mercaderes de Brujas que vienen a Va­ lencia. Hoy, sin embargo, poseemos algunos datos más y de mayor antigüedad. En 1416 se documenta un tal Johan de Cortrays, Anrich de Flandez y Francesch de Ipre (37); en 1426, Johan de Ri­ bera, mercader de Flandes, y Goli de Cortray (38); en 1428, Arnau

(34) Cfr. A.H.M. Letres misives, g3-16. Sin foliar. 2 marzo 1423. 15 abril, 6 julio. (35) Cfr. A.R.V. Bailía, 263. fol. 187, primera mano. Se llevan estaño que trae la galera florentina de Pere Campi. (36) Cfr. HINOJOSA MONTALVO, José. Mercaderes extrapeninsulares en la Valencia del siglo XV. en Saitabi, XXVI. (Valencia, 1976). (37) Cfr. GIMENO CÁNOVAS, Ma del Carmen. Transacciones de «Coses vedades» en 1450. Tesis de licenciatura inédita. Valencia, 1973. (38) Cfr. A.R.V. Bailía, 262. fol. 243 r. 292 v.

165 de Guant (39); en 1459, Rolan, flamenco. La única mención de una embarcación de Flandes es de 1425, cuando el baile general da instrucciones a sus oficiales a fin de que no molesten a la nave de Miquel Barut de Brujas, que va a Sicilia a cargar trigo y otros ali­ mentos con destino a Valencia (40). La presencia germana comienza a ser importante a partir de 1430. Ya ese año vemos a Abel de Colunya enviando arroz a Flan- des. A él se añadieron en los años siguientes en esta ruta Jordi Ranc, Anrich Constanga, y Jous Ompis (41). Recordemos que los Ompis (Hompis, Humpis) serán los más destacados agentes de la Gran Compañía de Ravensburgo en la ciudad del Turia. En 1448 Noffre Ompis «de la gran companyia» importaba artículos de los Países Bajos. (42). Parece, sin embargo, que el grueso de las transacciones pasaba por manos italianas. Baste como ejemplo el año 1432, uno de los más activos en los envíos a Flandes gracias a la liberalización de las exportaciones de arroz. Ese año participan en el comercio con Flan- des Jacobo Verni, Lorenco Romani, Leonardo Frescobaldi, Girar- do Sent Filaci, Paulo Saltaretli y Thomas Feu,florentinos; Apolloni Bossay, pisano; Loys de Nayro, Rafel Catani, Aduart Italia y Agos- ti de Fornar, genoveses (43). La tradición se mantendrá y a finales de la centura, en 1493, pueden verse a menudo fletes de italianos hacia Flandes. En 1493 Bernardo de Franquis y hermanos, Bernar­ do Puello, Christofol Calvo y otros genoveses fletaron la nave de Martín Gavilán de Laredo, surta en Denia, para que fuera a Flan- des. Y lo mismo hacen Jacobo Spanochi, sienes residente en Valen­ cia y procurador de los herederos de micer Ambrosi Spanochi y Compañía con la nave de Johan de Sent Johan, de Zumaya (44). En cuanto a los valencianos que se relacionan con Flandes dentro del grupo de los mercaderes forman un apartado muy interesante

(39) Cfr. A.R.V. Bailía, 264. (40) Cfr. A.R.V. Letres y privilegis, Bailía. 1146. fol. 301. r. (41) Cfr. Aloys SCHULTE en su obra Geschichte der grosen Ravensburger Handelsge- sellochaft, 3 vol. (Wiesbaden, 1964) anotaba la presencia en Valencia de Ubel de Cologne (Abel de Colunya) en 1434 como la primera mención de un alemán en dicha urbe. En reali­ dad mercaderes alemanes aparecen ya en el primer cuarto del siglo XV, aunque no comer­ cian con los países atlánticos. Su número es, por supuesto, muy reducido. (42) Cfr. A.R.V. Bailía, apéndice 68. (43) Cfr. A.R.V. Bailía, 269.

166 los conversos, cuyo comercio con la Europa del Norte ha sido re­ cientemente estudiado por Jacqueline Guiral a partir de los proto­ colos del notario Jaime Salvador (45). Resumiendo sus conclusiones tenemos: desde 1476 a 1501 se llevan a cabo 38 contratos de flete con destino al Atlántico Norte, de ellos 32 a Flandes. Productos y destinos son los ya conocidos. Parece que no hubo mercaderes con­ versos especializados en su ruta comercial, quizá el más regular sea Francesch Bertrán, cuyo hermano Nicolau es corresponsal en Bru­ jas. Elasticidad en los contratos con el fin de adaptarse a las leyes de la oferta y de la demanda. Por último, y dentro del área atlántica, hacer una breve alusión a los contactos comerciales con INGLATERRA, tanto en la isla co­ mo en sus posesiones continentales. La noticia más vieja es de 1334 y da cuenta del envío de «draps franceses» desde Bayona a Valen­ cia, vía Zaragoza (46). Todavía el Estrecho de Gibraltar sigue sien­ do peligroso y lo normal era utilizar la vía terrestre. Los negocios de los mercaderes valencianos en Gascuña quedarán centralizados en las plazas de Bayona y Burdeos. Su volumen sería reducido. Los mismos jurados de Valencia en 1394 quejándose al marqués de Villena por las medidas represivas del monarca inglés a causa de ciertas deudas contraidas por el hijo de aquel el conde de Denia di­ cen: «car sapia vostra senyoria que be que nostres pochs merca- ders de nostra nació facen mercadería en térra de bordaleses, em-

(44) Cfr. GUIRAL, Jacqueline. Convers á Valence á la fin du XV' siécle. en Melanges de la Casa de Velázquez (Madrid. 1975). XI. págs. 81-98. Los fletes hechos para la Europa del Norte por los conversos en este período son: 1476 !•47 7 1478 u17 9 1481 1482 1484 1485 1488 1489 1490 Flandes 0 1 0 1 1 3 0 0 2 0 0 Inglaterra 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 Bretaña 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0 0 Rouen 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Lisboa 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

1491 1492 1493 1494 1495 1496 1497 1498 1499 1500 1501 Flandes 2 0 1 0 2 1 5 2 3 2 6 Inglaterra 0 0 1 0 0 1 0 0 0 0 0 Bretaña 0 0 1 0 0 0 0 0 0 0 0 Rouen 1 0 0 0 0 0 0 0 0 1 a Lisboa 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 0 (45) Cfr. A.H.M. Letres misives - g3 1. fol. 17 r. (46) Cfr. A.H.M. Letres misives . g3 5. fol. 255 v.

167 pero molta la fan en Flandes, per la qual les cove arribar en la costa de Bayona e de Bordeu e de la ylla d'Anglaterra» Con las islas los contactos comerciales se iniciaron a fines del siglo XIII como confirman los privilegios de Eduardo II a los catalanes. No olvidemos que catalanes y valencianos a menudo participan juntos en estas transacciones, citándose tan solo a los primeros. Pe­ ro los intercambios valencianos se mantuvieron siempre a un nivel inferior al de los mercaderes del Principado y más bien pueden cali­ ficarse de esporádicos. Se exportarían productos similares a los de Flandes, importando Valencia lanas, cueros y plomo.

168 PARTICULARIDADES DIPLOMÁTICAS DE LA CANCILLERÍA DE ALFONSO EL MAGNÁNIMO

María Desamparados Cabanes Pecourt

Cuando Alfonso V el Magnánimo accede al trono de la Corona aragonesa, ya son muchos los años e incluso siglos de gestación de la cancillería real por lo que ésta se halla formada por completo. Tiene sus primeros momentos durante el reinado de Jaime I, luego sus mejores reglamentaciones y las más completas con Pedro IV, y de este modo cada monarca va sumando alguna variedad o pecu­ liaridad a la misma. Prescindiremos aquí de cuanto correspondía a la organización de una cancillería, tema casi completamente agotado por Sevillano Colom en sus múltiples (1) en sus múltiples investigaciones, para só­ lo fijarnos en los documentos que ésta —la de Alfonso V^ expedía, de notable interés por su carácter de rey español e «italiano»; ya que

El presente artículo fue objeto de una comunicación presentada por su autora al «IX Congreso de Historia de la Corona de Aragón», celebrado en Ñapóles en 1973. (1) F, SEVILLANO COLOM, La Cancillería de Fernando el Católico, en «V Congreso de Historia de la Corona de Aragón» (1955); Cancillerías de Femando I de Antequera y de Al­ fonso V el Magnánimo, en «Anuario de Historia del Derecho Español», 35 (1965); De la Cancillería de la Corona de Aragón, en «Miscelánea de estudios dedicada a Martínez Ferrando (1968).

169 todas las actas emanadas de su autoridad durante el final de su reinado, lo fueron desde los estados aragoneses de Italia. Así pues, objetivo para nosotros será: por una parte, las diferentes clasifica­ ciones que de los documentos de Alfonso V se pueden establecer, si­ guiendo la herencia que sus antecesores le dejaron sobre la materia y acogiendo las posibles innovaciones que este monarca pudo apor­ tar; y por otra, la evolución temporal de alguna de las cláusulas do­ cumentales, de acuerdo con el transcurso o variación de su vida política, dejando a un lado sin mención los datos con que hemos tropezado constantemente sobre oficiales de cancillería, tales como los cancilleros, vicecancilleres, regentes de cancillería, protonota- rios, lugarteniente de estos, secretarios o escribas. ¿Cuáles son las fuentes utilizadas para obtener las posteriores conclusiones? Siendo el Archivo del Reino de Valencia muy pródigo en documentación de este monarca, hemos escogido todas aquellas secciones que la contienen de acuerdo con los límites cronológicos de sus reinados. Y así, además de las cartas que de él se conservan, revisamos los libros y expedientes que, pertenecientes a diversas sec­ ciones del mismo, copian en su interior tenores documentales reales por uno u otro motivo. Son éstas: la Real Cancillería, fundamental­ mente los libros de Communium, Currae Valentiae, Diversorum Valentías, Gratiarum, Itínerum, Officialium, Pecuniae, Senten- tíarum Valentiae. De la sección de Bailía, la Letras y Privilegios; y de la sección del Maestre Racional, el m. 9566 que contiene asimis­ mo privilegios de este monarca; amén de otros documentos reales surgidos entre nuestras investigaciones. Todos estos fondos documentales tienen carácter de registro, na­ turalmente a excepción de las cartas originales, y dicho carácter nos veda, en parte, el estudio de algunas de las fórmulas de las que queremos hacer hincapié, tal como la intitulación, pero a pesar de ello pueden seguirse sus diversas formas y evolución pues no faltan las menciones completas. También el manejo de estos registros nos ha proporcionado una terminología o denominación de los documentos, pues formados por causa de reclamación o cualquier otro motivo de los propieta­ rios de los documentos ante los diversos oficiales reales, estos, al re­ gistrarlas, mencionan qué tipo de carta o letra real ha sido presen­ tada ante ellos y suelen indicar si se trata de un privilegio, provi-

170 sión, carta patente, carta cerrada, etc. En resumen, en el presente estudio tendremos en cuenta dos par­ tes completamente diferentes, como son: los tipos documentales y las fórmulas diplomáticas.

LOS TIPOS DOCUMENTALES

Es muy difícil hacer una clasificación de los documentos pertene­ cientes a un monarca, toda vez que no existe una división clara o típica para todos ellos, debido sobre todo a la falta de estudios sobre el tema. Si nos atenemos a la clasificación hecha para Aragón por Sarrablo (2) sólo hallaremos dos tipos: solemnes y mandatos. Floriano (3), por su parte, distingue entre privilegios y cartas, divi­ dendo a su vez los primeros en mayores y menores. Sin embargo, salta a la vista que la variedad es mayor. Los estu­ dios de Sevillano sobre la cancillería aragonesa, solamente estudia ésta desde el punto de vista de su organización pero no de su come­ tido o expedición documental —como ya queda dicho— y sólo muy de paso esboza alguna línea sobre ello. Otra estudiosa, Desampara­ dos Pérez Pérez, por lo que respecta a la documentación de Alfonso V, únicamente hace referencia a la morfología diplomática de una de las variedades documentales, las cartas, de las cuales presenta un avance de catálogo (4), haciendo además hincapié y estudio evo­ lutivo de algunas cláusulas de las que luego hablaremos. Por otra parte, la cancillería castellana de la época, sobre la que hay diversos y acabados estudios y que podría darnos alguna luz, di­ fiere sensiblemente de la que nos ocupa, al menos en su denomina­ ción, aunque encontramos un cierto paralelismo entre los docu­ mentos. No obstante la tenemos en cuenta para ajustamos, en lo posible, a una directriz general de las cancillerías medievales. Ahora bien, quien de verdad nos sirve de punto de arranque es el propio monarca, el aragonés Alfonso V, quien en sus documentos alude a la variedad de los mismos, denominándolos «privilegis,

(2)E. SARRABLO AGUARELES, Nociones de Diplomática, Alcalá, 1941. pg. 237 238. (3) A. FLORIANO CUMBREÑO, Manual de Paleografía Diplomática, Oviedo, 1946,

(4) D. PÉREZ PÉREZ, Avance de un catálogo de cartas reales de Alfonso V, en «IV Congreso de Historia de la Corona de Aragón», 1955.

171 provisions e letres», (5) y ésta es la clasificación que admitiremos, presentando de acuerdo con ella la tipología documental de una forma simple, aunque la realidad fuera más compleja y evidente­ mente de cada uno de ellos podrían segregarse diversos subtipos, al­ gunos de los cuales anunciaremos. La diferencia entre una especie y otra depende de los siguientes caracteres: materia del documento, complejidad de la estructura interna; modo de aposición del sello; y especial característica de la data. Por todo ello podemos distinguir la clasificación que a conti­ nuación señalamos:

1) LOS PRIVILEGIOS

Son documentos escritos en pergamino, con sello pendiente, y su protocolo inicial, así como su texto, están más completos que en el resto de los documentos. Variedades dentro de los privilegios podemos señalar entre otras, aunque sólo sea a modo de ejemplo y a fin de que quede más claro lo expuesto anteriormente, la carta de stabliment, la carta de pro­ cura y la ejecutoria. a) «carta de stabliment» (6): el protocolo inicial puede llevar las fórmulas de invocación, intitulación y dirección, o faltarle la pri­ mera de ellas. En cuanto al texto, a la exposición y disposición le acompaña la notificación, fórmula ésta que puede iniciar el docu­ mento, para acabar con alguna cláusula final. Ya en el escatocolo la fórmula cronológica se inicia con «Datum et actum», o bien «quod est actum et datum», a diferencia de las provisiones y cartas que sólo indican «datum» o «data», siguiéndole a continuación la mención de la fecha tópica, crónica por el sistema directo de los días del mes y mención del año por el sistema de la Natividad, más la especificación de los años de reinado. En otra línea va la suscrip­ ción real con signatura. Aparte, la enumeración de testigos y cerrando el acta la suscripción notarial, igualmente con signatura. El sello, pendiente, suele ser el común.

(5) Archivo Reino Valencia (ARV), Bailía, 1150, fol. 16Sr. (6) ARV. Bailía, 1151, fols. 21v-22v. Bailía, 1150, fols. 482-484v.

172 b) «carta de procura» (7): se inicia con la notificación e intitula­ ción y luego la exposición con el modo verbal «attendentes»... Para acabar al modo de la carta de establecimiento antes explicada. c) «ejecutoria» (8): También con la notificación en primer lu­ gar, pasa a continuación a describir el documento, indicando estar escrita en pergamino, sellada; tras la fecha sigue la intitulación y el resto del tenor. A diferencia de las otras, ésta queda cerrada sola­ mente por la suscripción notarial, faltando la real. Esta variedad documental, la del privilegio, puede admitir pa­ rangón con las cartas de privilegio castellanas.

2) LAS PROVISIONES Documentos igualmente escritos en pergamino como los ante­ riores, coinciden además con ellos en llevar el sello pendiente y en tener una data compuesta de elemento tópico, crónico y especifica­ ción de los años de reinado. Sin embargo difieren en la mayor sen­ cillez de éstas —las provisiones— en el protocolo inicial, así como la ausencia de notificación, y en iniciarse ya directamente por la inti­ tulación, con pronombre o sin él, y con tratamiento o sin él, como ocurrirá con la siguiente variedad, las cartas. También dentro de las provisiones pueden apreciarse numerosos subtipos. a) las más solemnes podríamos considerarlas como privilegios, aunque no sean tan complejas como aquellos, y quizás en su época lo fueran, ya que algunas de ellas, después de la suscripción, aña­ den estar contenidas «in registro Privilegiorum» (9). Sus características más acusadas son: iniciarse con la intitulación, como ya reseñamos, a la que sigue una dirección general y salutación. Los verbos dispositivos son «damus, concedimus et gracias assigna- mus...», acabando el texto con una cláusula final, generalmente re­ afirmando la validez y cumplimiento de lo mandado. En fórmula aparte se especifica el tipo de validación, «magno maiestatis nostre pendenti siguió», para acabar con la fecha, fórmula que iniciada con el término «data» está compuesta por los elementos al principio

(7) ARV. Bailía, 1150, fols. 296-298. (8) ARV. Bailía, 1150, fol. 588v. (9) ARV. Maestre Racional, 9566, fols. lOr. y v.

173 enumerados, tópico, crónico con especificación de día, mes, indic­ ción, año y reinado, distinguiendo los años de mandato sobre «Sicilia citra Farum» de los correspondientes a los restantes estados. Esta variedad documental es similar a las cartas abiertas castella­ nas. b) El segundo grupo lo constituyen las provisiones propiamente dichas, de menor solemnidad que las anteriores —a las que, como hemos hecho notar, quizás debiéramos considerarlas como herma­ nos menores del privilegio — podemos encontrar entre ellas algunas diferencias. Una de las variedades se inicia con la intitulación, introduciéndose después en una serie de consideraciones generales o exposición a diferencia de otras provisiones más sencillas que pre­ sentan en orden sucesivo la intitulación, dirección y salutación. Paralelas a las castellanas, como en aquellas encontramos aquí patentes las reclamaciones de un peticionario, las cuales se hacen constar así como el nombre de éste, para más adelante expresar el daño y exponer la petición. La disposición suele aparecer en forma de mandato y el texto acostumbra a ser cancelado con una cláusula final de diverso tipo según las épocas. La fecha con los mismos ele­ mentos que la anterior y la mención del sello —que suele ser el me­ nor o común— pendiente, acabarán el documento que será rubri­ cado por la suscripción real autógrafa. Estas provisiones suelen ir validadas por el sello menor o común, pero pueden por excepción emplear otros a falta de éste, caso muy frecuente sobre todo en determinados años en que es de uso común el «siguió comuni negociorum Sicilie, cum alia sigilla nostra non habeamus» (11) o el sello secreto, empleado por el mismo motivo (12). Este último caso es interesante pues este sello —el secreto— se empleaba siempre para cerrar los documentos, por lo que su con­ servación se hacía difícil ya que se rompía para leer aquellos; el uso anómalo de este sello hace que se conserve. c) las pragmáticas (13) como ocurre en las castellanas, encierran órdenes generales, lo que les imprime unas características propias, tales como una dirección muy amplia y un texto generalmente arti-

(11) ARV. Bailía, 1147, fol. 4. (12) ARV. Bailía, 1147, fol. 144. (13) ARV. Bailía, 1150, fol. 366.

174 culado. El sello, pendiente, suele ser también el común, teniendo la data muy completa con elemento tópico, crónico y mención de los años de reinado. Quedan cerrados estos documentos con la suscrip­ ción real. d) la sobrecarta (14) cierra esta serie documental y al igual que su homónima castellana no es sino la confirmación de una carta an­ terior que queda incluida dentro de esta nueva redacción. La vali­ dación es similar a las del resto de los diplomas encuadrados dentro de las provisiones: sello común pendiente, fecha con indicación de lugar, era cristiana y años de reinado, para finalizar con la suscrip­ ción real autógrafa.

3) LAS CARTAS

De inferior categoría entre las tres citadas, son descritas prolija­ mente respecto a sus características generales en el ya citado estudio de Desamparados Pérez. Escritas sobre papel, se inician siempre con la intitulación, más o menos compleja, para acabar con la fórmula de la data, igual a las anteriores pero sin especificación de los años de reinado. La suscripción real o. del canciller acaba el tenor. En cuanto a la vali­ dación, se distingue por llevar el sello real al dorso, o cerrando en algunos casos la puerta. Variantes dentro de las mismas podemos distinguir: a) las cartas patentes (15) llamadas también provisiones escritas en papel, selladas al dorso con el sello secreto y esporádicamente con el menor, distinguen también dos subclases: aquellas que si­ guiendo un orden constante presentan la dirección y salutación in­ mediata a la intitulación; y otras que alternan dicha dirección dentro de la parte expositiva-dispositiva, faltando la salutación. El resto del tenor es semejante en ambos casos y su única variedad es, que dentro de este segundo grupo, la fórmula cronológica que se entremezclaba con la validación o indicación del sello empleado en la primera, puede darse ahora igualmente o estar precedida por la

(14) ARV. Bailía, 1150, fol. 55r. y v. (15) ARV. Bailía, 1145, fol. 208.- Bailía, 1147, fols. 232r. y v. Bailía, 1148, fol. 371 372...

175 del anuncio del signo de validación o empleo del sello, introducido por las palabras «En testimoni...» o «In cuius rei testimonium...», de acuerdo con la lengua —valenciano o latín— empleada en la re­ dacción del acta. La identificación de este tipo documental dentro de la cancillería castellana, quizás debiéramos hacerla con el mandato. b) la «letra closa» o carta cerrada (16): tiene una característica propia como es la de iniciarse por la intitulación, pero sin ser for­ mada ésta por el nombre del rey, como siempre, sino por la propia titulación de la dignidad real y solamente por ella, «Lo Rey», en línea separada del resto del tenor. Le sigue la dirección en vocativo y demás cláusulas, para finalizar por la fecha e indicación del sello (menor o secreto), sin especificación del año de reinado. Acaba con la suscripción real. Es paralela a la cédula castellana. c) el albarán (17): denominado así por la propia documenta­ ción, es un documento sencillo iniciado por la intitulación con al si­ guiente fórmula; «Yo el rey d'Aragón e de las Dos Sicilias, etc.», es decir sin mención de su nombre ni de la fórmula divina «por la gra­ cia de Dios rey». A continuación le sigue una cláusula de promesa jurando a Dios y a los Evangelios cumplir lo que a continuación dis­ pone, juramento que renovará al final del escatocolo, incluso des­ pués de la data. Para validar el rey hace uso del anillo signatorio. Y estas son a «grosso modo» las variantes documentales que dentro de la cancillería del monarca Alfonso V de Aragón podemos encontrar, si bien hilando más fino podríamos establecer muchas más variedades basadas en diferencias formularias o carácter de los verbos dispositivos.

LAS FORMULAS DIPLOMÁTICAS

De entre ellas hacemos destacar aquellas que pueden ofrecer una variedad temporal y que aunque relacionadas con el tipo documen­ tal no están condicionadas a su contenido dispositivo. Así pues, estudiaremos la intitulación, la salutación, el anuncio de los signos de validación y la fecha.

(16) ARV. Real Cancillería, 30, fol. 3v.- Bailía 1148, fol. 361... (17) ARV. M. Racional, 9566, fols. S5v; 49-54.

176 1) LA INTITULACIÓN

De carácter simplista en las cartas cerradas donde sólo se men­ ciona el título Lo Rey, añade la enumeración de los estados en los albaranes, anteponiéndole el pronombre personal en singular o plural — Yo o Nos—, para alcanzar su mayor complicación en el resto de los documentos, bien cartas, bien privilegios, en que quedará constituida por los siguientes elementos: el tratamiento, En, o pronombre Nos, que pueden faltar; el nombre, Alfonsus, Al­ fonso o Alfons, la mención del origen divino de su realeza con la fórmula «Dei gracia» o «per la gracia de Deu», y a continuación los nombres de los territorios sobre los que gobierna quedando, pues, del modo siguiente: Nos Alfonsus, Dei gracia rex Aragonum, Sici- lie, Valende, Maioricarum, Sardinie et Corsice, comes Bar chino - ne, dux Athenarum et Neopatrie ac comes Rossüionis et Ceritanie», en aquellos documentos redactados en latín, para adoptar la si­ guiente intitulación en aquellos otros escritos en lengua vernácula «Nos n'Alfonso, per la gracia de Deu rey d'Arago, de Sicilia, de Va­ lencia, de Mallorques, de Cerdenya e de Córcega, comte de Barchelona, duch de Athenes e de Neopatria, e comte de Rosello e de Cerdanya». Esta última parte, la de enumeración de territorios, es la que sufrirá variación con el paso del tiempo, pues primeros será la edi­ ción de los términos «citra et ultra Farum» y más tarde la del título de rey de Hungría yjerusalén. Lo más sintomático de este último es la posición dentro del conjunto de territorios, pues es colocado a continuación de Valencia y antes de Mallorca, lo que parece índice de su importancia dentro del entorno de sus territorios, siendo ade­ más una de las innovaciones que Alfonso V introduce en los formu­ larios diplomáticos respecto a sus antecesores.

2) LA SALUTACIÓN

Fórmula breve, sigue a la dirección en el protocolo inicial de los documentos cuando la llevan. Su variedad no es muy grande, pues podemos decir que apenas se usan otras frases que «gratiam nostram et bonam voluntatem», «gratiam et bonam voluntatem», «salutem et dialectionem», «Salutem et gratiam», con sus corres-

177 pondientes en lengua valenciana «salut e gracia» y «salut e dilec- cio», siempre y cuando eran dirigidos a oficiales suyos, particulares y público en general, presentando como variantes las salutaciones dirigidas a su hermano o esposa o a ambos a la vez, tales como «salutes et prósperos advota successus», dirigido a la segunda; «salutem et fraterne dilectionis prosperum incrementum», para el primero; o salutem et intime fraternitatis affectum».

3) EL ANUNCIO DE LOS SIGNOS DE VALIDACIÓN

Único signo anunciado es el del sello y en algunos casos la suscripción real elaborada por la propia mano del monarca, como así lo hace constar éste. Veamos cuanto al sello se refiere, tanto por las variedades empleadas como por su relación con el contenido do­ cumental o clase de diploma. De acuerdo con las Ordenanzas de Pedro IV los sellos reales con que se validan los documentos pueden ser: de metal, llamados bula de plomo o de oro, según; o de cera, dividiéndose éste último en gran sello, mayestático o de la majestad, o flahón; sello menor o co­ mún y contrasello. Disposiciones para la utilización de todos ellos es la siguiente: los privilegios que contengan concesiones de mayor importancia debe­ rán ser validadas por el sello o bula de oro, dejando el plomo para las disposiciones de fueros, constituciones, leyes, promulgaciones de Cortes, etc. También de sello pendiente con empleo del gran sello o sello flahón serán las concesiones de gracias perpetuales escritas en pergamino; mientras documentos, igualmente escritos sobre perga­ mino pero conteniendo concesiones menores, presentarán, también en forma pendiente, el sello común. Finalmente, las cartas de justicia común o conteniendo otras causas, tanto abiertas como cerradas, llevarán, esta vez al dorso, el sello común. La materia de estas últimas es el papel. Sin embargo un último sello, el secreto, no queda establecido sobre qué documentos irá apuesto, sino solamente que será guarda­ do por los camarlengos, a diferencia de los anteriores en manos de los protonotarios tenentes de los sellos. Ahora bien, si de la teórica legislación de Pedro IV pasamos al

178 terreno práctico, vemos que ambos campos andan ligeramente di­ sociados. Por los testimonios, parece que el uso del sello está preceptuado en la cancillería de Alfonso V, siendo norma casi general indicarlo en el tenor del acta, donde se detalla el tipo de sello, su materia y color e incluso los vínculos de unión. Para ello puede poseer cláusu­ la propia iniciada con los términos «In cuius rei testimonium...» y anterior a la data, o ir mezclando este anuncio con ella, haciendo la especificación después de la enumeración de los elementos cronoló­ gicos. Es usual la descripción de su forma o tamaño: «Presentes lite­ ras nostro parvo siguió impendentis...» (18); «Has riostras literas parvo et quadrato siguió...» (19); «...magno pendenti magestatis nostre ac quadrato ad usumfiscalis pecunie...». (20). Por lo que respecta a la adecuación del sello y documento, hemos analizado los privilegios sellados con sello común pendiente, apare­ ciendo el mayestático o flahón en aquellos otros que la propia terminología de la época denomina «provisión» y que nosotros iden­ tificábamos en cambio con la categoría del privilegio pese a no cla­ sificarlas entre ellos. De nuevo aparecerá el sello común en las provisiones propiamen­ te dichas, en forma pendiente, destinándose el secreto para las car­ tas cerradas o validadas al dorso. Sin embargo y como ya advertimos en su momento, este empleo del sello no era muy rígido, ya que frecuentemente hallamos noti­ cias sobre la utilización de otro a falta del que corresponde. Así vi­ mos como se empleaba el sello secreto o el común de los negocios de Sicilia. (21)

4) LA FECHA

Los documentos de Alfonso V suelen iniciar esta cláusula con la palabra «data» o «datum». Elementos imprescindibles de la data son el lugar, el mes, día y año de la era cristiana, por el sistema de la Natividad y son las fórmulas «Anno a Nativitate» o «Anno Domi-

(18) ARV. M. Racional, 9566, fol. 26. (19) ARV. M. Racional, 9566, fol. 62v-63v. (20) M. Racional, 9566, fol. 16v. (21) Ver nota 11.

179 ni». Como accesorio en tanto en cuanto que no aparece siempre si­ no únicamente en los documentos más solemnes, está la especifica­ ción del año de reinado y la indicción. El primero señala no sólo su imperio en los Estados que secularmente fueron aragoneses, sino también el que ejerció posteriormente en Sicilia. El elemento tópico, de rara ausencia, suele ir precedido de las preposiciones «in» o «apud». En cuanto al crónico, expresa los días por el sistema directo y los años por el ya citado estilo de la Na­ tividad. Como elementos de segundo orden para la cronología aunque de primera magnitud para la historia política, están las referencias históricas, usuales en todo tiempo y que tampoco aquí faltan.

* * *

Y estas son las principales novedades cancillerescas de Alfonso V que culminan las de sus antecesores y corren paralelas, más o me­ nos, con las de sus coetáneos castellanos.

180 TIPOLOGÍA DOCUMENTAL DE ALFONSO V: NOMBRAMIENTOS DE ALCAIDES EN ALICANTE

María Luisa Cabanes Cátala

En 1416 cuando muere en Perpiñan Fernando I, le va a suceder su hijo Alfonso V. Este rey va a sentir vocación por Italia, hasta tal punto que parte de su vida va a transcurrir en la zona sur de esta Península y será precisamente a través de este contacto con Italia cuando fructificará y se introducirá en la Corona de Aragón la nueva escritura, la que se pone a lo bárbaro, a lo gótico, la escritu­ ra humanística. El objetivo de este trabajo va a ser el análisis diplomático y pa- leográfico de un grupo de documentos contenidos en el Archivo del Reino Valencia en el volumen que lleva la signatura, Real Cancillería 24, «De castrorum Valentie» (1) La sistematización del estudio de estos documentos será la si­ guiente: 1. — La fuente 2.—Estudio de los documentos 2.1. — Paleográfico 2.2.— Diplomático 3. — Apéndice

(1) Desde ahora nos referiremos a él como: A.R.V., Real Cancillería, 24.

181 1.- LA FUENTE

De todos los registros que se custodian en el Archivo del Reino de Valencia nos llamó especialmente la atención el que llevaba la sig­ natura antes mencionada. Las razones que motivaron nuestra aten­ ción fueron que es el único que se conservaba en este archivo que lleva la específica denominación «De castrorum Valentie» (2), ade­ más al interesarnos los temas alicantinos, dado que Alicante fue zo­ na de frontera, sería fácil hallar en este rgistro documentación refe­ rente a los castillos de la zona sur del Reino de Valencia.

Visto este volumen comprobamos que casi en su totalidad hacía referencia a castillos alicantinos y concretamente a los de Pená- guila, Orihuela, Guadalest y Alicante, pero sobre todo al de Biar (3). La documentación que allí se nos ofrecía era variada, desde el punto de vista de su contenido: confirmaciones, nombramientos y juramentos de alcaides, devoluciones de castillos y por lo tanto, le­ vantamiento del juramento de fidelidad. Si nos atenemos a los as­ pectos diplomáticos, y utilizando la tipología de Cabanes Pecourt (4), encontramos provisiones y cartas. De estos dos grupos vamos a limitar nuestro estudio a las provisiones que hacen referencia sola­ mente al nombramiento de alcaides. En total se contienen en este registro siete de ellas tres corresponden a Biar y las restantes a Ali­ cante, Orihuela, Guadalest y Penáguila.

(2) No entramos en los diferentes tipos de registros que pueden utilizar los monarcas de la Corona de Aragón. (3) Diferentes aspectos sobre éstos castillos pueden verse en: V. MARTÍNEZ MORELLA, Castillos y fortalezas de la Provincia de Alicante, Alicante, 1951 R. AZUAR RUIZ, Castellología Medieval Alicantina: área meridional, Alicante, 1981 (4) M.D. CABANES PECOURT, Particularidades diplomáticas de la cancillería de Al­ fonso V, en Anales de la Universidad de Alicante, Estudios medievales, I (1982) F. SEVILLANO COLOM, Cancillería de Femando I de Antequera y Alfonso V, en «Anuario de historia del Derecho Español», 35 (1965) p. 269-296. De la Cancillería de la Corona de Aragón, en Miscelánea de estudios dedicados a Martínez Ferrando, Barcelona, 1968, p. 450-480 F.C. CASULA, // documento regio en la Sardegna Aragonesa, Padova, 1973 Sólo mencionamos los trabajos que afecta directamente al de Alfonso V o las que tratan aspectos generales.

182 2.- ESTUDIO DE LOS DOCUMENTOS

El estudio de los documentos propuestos, vamos a hacerlo según la óptica y estructuración de Auguste Dumas (5) y utilizado en los trabajos de alguno diplomatistas españoles (6). Lógicamente algu­ nos de los elementos no podremos analizarlos porque según hemos dicho vamos a trabajar los documentos de un registro y no sobre los originales. Así pues el esquema propuesto sería: I.— Protocolo 1.1.—Formas de fuera del tenor 1.1.1.— Marcas validatorias Suscripciones Signos Sellos 1.1.2.—Marcas de cancillería Soporte y tinta Escritura Lengua y estilo 1.2.— Formas en tenor 1.2.1.—De confianza Invocación Adprecación Corroboración Data 1.2.2. —De cortesía Intitulación Dirección Salutación

(5) A. DUMAS, La diplomatique et la forme des actes, «Le Moyen Age» XLIII (1932) p. 5-31. Etude sur le classement des formes des actes «Le Moyen A ge», XLIII (1933) p. 81-87, 145-182; XLIV (1934) p. 17-41. (6) A. CANELLAS, Diplomática-hispano visigoda, en Miscelánea de estudios dedicados al profesor Antonio Marín Ocete, I (Granada, 1974), p. 87-183. Diplomática Hispano visi­ goda, (Zaragoza, 1979) L. NUÑEZ CONTRERAS, Colección diplomática de Vermudo III, rey de León Sevilla, 1978, es tirada aparte de Historia, Instituciones y Documentos IV (1977) Concepto de documento, Archivística, (Sevilla, 1981), p. 25-44. Ma L. CABANES CÁTALA, Un documento de escritura visigótica en el archivo del Reino de Valencia, «Archivos Leoneses», 69 (1981) ».: 194-197

183 2.— Texto documental 2.1. —Dispositivo 2.2.—Accesorios preliminares Notificación Preámbulo Exposición 2.3.— Accesorios complementarios Mención de solemnidades Sanciones 1. — Protocolo 1.1.— Formas fuera del tenor 1.1.1.— Marcas validatorias. No podemos analizar ni las suscripciones ni los sellos ni otros sig­ nos, simplemente a través d^la lectura de los documentos y del as­ pecto exterior que se recoge en los registros, el documento original llevaría la suscripción autógrafa. En el caso de que el documento esté dado por el rey, suscribiría con «Rex Alfonsus», si se trata de uno dado por su esposa María la suscripción sería «La reyna». (6) Asimismo irían validados con sello de cera pendiente, tal y como se indica en la clausula final del anuncio de signos de validación: «in cuius rei testimonium presentemfieri iussimus comunisiguió re­ gio inpendente minitam» (8) 1.1.2. —Marcas de cancillería Soporte y tinta.— Como hemos dicho los documentos que estu­ diamos se contienen en el registro 24 de la sección de Real Cancillería del Archivo del Reino de Valencia. Las características de éste, en cuanto a los elementos materiales son los siguientes: se trata de un volumen formado por cuatro cuadernos de número de­ sigual de hojas, 13 — ha perdido una — 10, 4 y 2 respectivamente. La filigrana es de las denominas «carro» (9) La encuademación es de pergamino, de las llamadas de solapa. Cierra con un botón de pergamino y presilla. Lleva refuerzos de cuero en el lomo. Sobre la

(7) Apéndice n° 1, A.R.V. Real Cancillería, 2, fol. 16V. (8) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 16V. (9) C.H. BRIQUE^, Lesfiligran.es (New York, 1966) L. ARIÑO; Filigranas de Mosqueruela, en Ligarzas, 7 (Valencia, 1974) p. 121-360. Ma L. CABANES, M. CÁRCEL, C. Yago, El archivo de la colegiata dejativa, en Ligar­ zas, 7, (Valencia, 1974) p. 1.-121.

184 cubierta se puede leer «CasC Valeni Alf. ni Armario 83, n° 1 A». Sus dimensiones son 30 por 23 cm. La tinta es de color rojizo La escritura: — Los documentos allí contenidos van desde marzo de 1416 hasta junio de 1431. Dentro de esta amplitud cronológica hemos de encuadrar dos escrituras: por un lado de la gótica cursi­ va, típica de una larga etapa de la cancillería de la corona de Ara­ gón (10) y otro, cuya introducción en la Península, es precisamente a través de estos Estados, la humanística. (11) En lugar de dar una descripción pormenorizada de ambas escri­ turas, ofrecemos láminas donde se recogen ambos alfabetos. Lengua y estilo: En todos los casos la lengua utilizada ha sido la latina. En cuanto al estilo empleado es el clásico y usual de la cancillería de la Corona de Aragón.

1.2.—Formas del tenor 2.1 — Fórmulas de cortesía— Sólo hemos encontrado la data, que se inicia en todos los casos con la expresión «datum»; le si­ gue la indicación del lugar, es decir, la fecha tópica, en genitivo lo­ cativo o en ablativo precedida de in. La crónica, formada por el día — utiliza el sistema directo — mes y año expresado según el es­ tilo de la Navidad. Se cierran los elementos cronológicos con el año del reinado. Este último elemento no es constante y falta en algún documento. Tanto si el documento lo expide el rey como si lo hace la reina, los años del reinado hacen referencia a Alfonso V (12) 1.2.2.— Fórmulas de cortesía. La intitulación.— Como los documentos que estudiamos lo ha­ cemos en registros, esta solo consta de pronombre, nombre — del monarca o de la reina — y etcétera (13). Lógicamente, si tuviéra-

(10) M. USON SESE, Contribución al estudio de la cultura medieval aragonesa del siglo XI al XVI, (Zaragoza, 1940) g. SI. A. FLORIANO CUMBRENO, Curso general de Paleografía y diplomática españolas, Oviedo, 1946 p. 482. F.C. CASULA, Breve storia della scritura in Sardegna, p. 86 y sig, (11) L. D'ARIENZO, Alcune consideracioni sul pasagio dalla scrittura gótica all'umanistica nella produziones documentaría catalana dei secoli XIV e XV, Studi di Pa­ leografía e Diplomática, Padova, 1979, p. 199-226 (12) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 23V: «Datum Dertuse, die XXXI decembris, an- no a Nativitate Domini M° CCCC° XXXo» Apéndice, 1 (13) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol 2V: Nos Alfonsus etc. fol. 16V Nos María etc.

185 GÓTICA

^ 6' 6 * ^ 0 a c 6 -9-

C c « f r 1 I *> * Q "CO (£ ^> 1 ' c P í 03><3ft 11 m.

o n

0 r

t T S

.^ *5£T

la,m. 1 1 am. 2

186 HUMANÍSTICA

<

c >•

c € e

a J 8

/-

&$ e <+ ^

Qr o 7 •*

Caá. « *. V

t V _5

Iam.3 1 am. 4

187 mos los originales, tras el nombre figuraría al expresión de origen divino de la realeza y la de dominio precedida por los títulos corres­ pondientes (14) La dirección.— Suele constar de los siguientes elementos: pro­ nombre —vos— un adjetivo sobre la calidad de la persona a la que va dirigido el documento —fidelem nostrum— y el nombre —vos fidelem nostrum Iohannem Martorell (15). A veces se indica inclu­ so el lugar de donde es el destinatario —vos fidelem nostrum Ludu- vicum civem Valencie (16). En el caso del nombramiento de alcaide para el castillo de Alicante la dirección es aún más larga. Se inicia, como en todos los casos, con el pronombre, seguido de un calificati­ vo y de los cargos que desempeñaba —consejero y mayordomo — según indica la reina María que es la que expidió el documento; «vestri dilecti consiliario et maiordomi dicti domini regis Iohannis Pardo de la Casta, militis iunioris (17) La exposición.— Es otro de los elementos constantes es estos do­ cumentos, aunque de las dos clausulas de que consta, esponta­ neidad y motivación, sólo figura la segunda. La motivación en casi todas las ocasiones recoge el deseo real de premiar los servicios pres­ tados a la corona. La confirmación del castillo de Biar a Juan Martorell, en 1416, está movida por los grandes servicios que prestó a su padre Fernan­ do I y por ello lo sigue manteniendo como alcaide del mencionado castillo (18) Unos años más tarde, en 1419, vuelve a encomendarle el cuidado de la misma fortaleza y en este caso alega lo bien que de­ sempeña el cargo, la voluntad del monarca de premiar los servicios, ampliar el favor de su subdito y la propia solicitud por parte del in­ teresados. (19) Cuando encarga a Pedro de Esplugues el cuidado del castillo de

(14) M.D. CABANES PECOURT, Particularidades diplomáticas... (15) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 2V. (16) Apéndice 1 (17) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 16V. (18) A.R.V. — Real Cancillería, 24, fol. 2V, «...gratiucis serviciis Iegaliter illustrissimo domino regí patri et predecessori nostro memorie glorióse et nobis impensis... (19) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 8, «...attendentes... ex comissione serenissimi domini regis Ferdinandi, genitor nostri recolende memorie, alcaydiam nostri de Biar, in Regno Valencie situati, ad bene placitum obtinere vosque qui circa dicte officii régimen bene et Iegaliter vos gessististi et gratis de presentia respectu nostrorum serviciorum et ampliacionem gratiarum et f a voris promereri...»

188 Orihuela, lo hace llevado por la costumbre de confirmar a los al­ caides ya existentes, y porque se lo había prometido a su padre. (20) En 1419 Alfonso V encarga a Luis Ibáñez, ciudadano de Valen­ cia, la custodia del castillo de Penáguila. Tal honor le es concedido por los servicios que prestó, por la consideración que merece y ade­ más porque en esos momentos no existe alcaide en el mencionado castillo. (21) Cuando Alfonso V marcha a Italia, por primera vez, deja como lugarteniente a su esposa María (22) Esto hace que cuando haya que nombrar nuevos alcaides los nombre la reina. Así en 1423 de­ signaba a Juan Pardo de la Casta como alcaide del castillo de Ali­ cante, por su fidelidad, por los buenos servicios prestados por su fa­ milia y porque se daba la circunstancia de que el alcaide anterior había muerto. (23) Los otros nombramientos que estudiamos corresponden a Juan de Vera, quien en 1423 recibe la castellanía y la bailía de Guadalest y a Francisco de Ciscar, quien en 1430 recibe la encomienda del castillo de Biar (24) Las causas de tales nombramientos son seme­ jantes a las expuestas en otros casos: premios a servicios (25) 2.—Texto documental 2.1. — Dispositivo La disposición en todos los textos viene introducida por unos ver­ bos comunes: «comittimus sive comendamus». En todos los casos el dispositivo contiene a lemas la sujeción del castillo a la «consuetudtem Yspanie». Existen pequeñas matizaciones dentro de estas líneas generales. Así, cuando reafirma en su cargo a Juan

(20) A.R.V. Real Cancillería, 24 fol. 5V «...quia per forum Regni Valencie et actum curie per predecessores nostros et nos iutratum et confirmatum officia inter cetera alcay- diatum concedí seu comitti non debent ad imperpetuum vitam beneplacitum vel ad tem- pus aliquibus personis nisi tamen trahendibus ortum seu habitatoribus vel heretatis sive fraude intus Regnum Valencie... quod serenissimus dominus rex Ferdinandus, genitor noster celebris memorie vobis utebo concessit nosque successive in initio anni regimi- nis...» (21) Apéndice 1. (22) F. HERNÁNDEZ LEÓN DE SÁNCHEZ, D" María de Castilla, esposa de Alfonso V el Magnánimo», p. 83 (23) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 16V «...de fide et legalitate, nec non ad grata servicia per vos et fratres vestros dicti domini regís et nobis impensa debitum habentes respetuum tenorem... vaccantem per obitum nobilis Franciscis de Vilanova...» (24) Apéndice 2 y 3 (25) Apéndice 2 y S

189 Martorell, por primera vez, figura en el dispositivo la cantidad nual de su sueldo, 100 libras (26). La encomienda a Luis Ibáñez del Castro de Penaguila, además de los elementos comunes ya señala­ dos, especifica que su sueldo será de 1,000 libras (27). Una variante interesante representa la entrega de Guadalest, ya que va a delimi­ tar la zona de influencia; Castellanía y bailia del valle de Guada­ lest, de las montañas de Sarria hasta el coll de Rates. Además la entrega se hace para él y para su hijo, con un salario anual de 3,000 sueldos (28) Los restantes nombramiento no aportan ninguna novedad (29)

2.2.— Accesorios complementarios. Las clausulas finales.— En todos los documentos encontramos de dos tipos. Una inyuntiva dirigida a todos los oficiales del Reino, a los que comunica los respectivos nombramientos y ordena que se les deje desempeñar su cargo según lo establecido (30) y la clausula de anuncio de signos de validación que presenta diferentes formas (31). A veces lleva una clausula obligativa (32) Para finalizar, veamos la estructura documental y los escribanos. Respecto al primer aspecto, en todos los casos el documento se ini­ cia con la intitulación —nos Alfonsus etc —, le sigue la exposición, dentro de la cual suele ir inmersa la dirección, y tras aquélla la dis­ posición con los verbos dispositivos ya citados. El texto se cierra con una clausula inyuntiva, a veces le sigue una obligativa. El conjunto de clausulas se clausura con el anuncio de los signos de validación. El documento finaliza con las fechas tópica y crónica, la suscrip­ ción del rey y las diferentes marcas de cancillería, entre las que se recoge la «iussio». Es precisamente aquí donde figuran los nombres de los escribanos, pero ¿a qué escribanos se refiere? ¿a los de manament o a los de registre? (33). Pensamos que deben ser los

(26) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 2V. (27) Apendica 1 (28) Apéndice 2 (29) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 2V y 3; 5V y 6; 8 y 8V; 26 y 26 V: Apéndice 3 (30) Apéndice 1, 2, 3 (31) Apéndice 1, 2 y 3 (32) A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 26-26V «...ab eodem debito juramento et homa- gio de tenendo et custodiendo dictum castrum...» (33) F. SEVILLANO COLOM, Apuntes para la Cancillería de Pedro IV, en Anuario de Historia del Derecho Español, XX (1950) p. 179 y sig. 183 y sig.

190 primeros. A continuación damos una lista de los mismos con las fechas en las que aparecen. Paulus Nicholai, 1416-1419 Petrus Margall, 1419 Franciscus d'Arinyo, 1419-1424 Iohannes Olzina, 1430.

i 1419, noviembre, 30. San Cugat del Valles

Alfonso V nombra como alcaide del castillo de Penáguila a Luis Ibañez, con un sala­ rio anual de 1,000 sueldos reales de Valencia

A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. lOv - 11 Nos Alfonsus etc. Quia graciosa obsequia per vos fidelem nostrum Luduvicum Iohannis, civem Valencie, nobis impensa dum ad ea consideracionis nostre occulte vertimus non modo subscripte sed uberioris gracie vos bene meritum representant tenore presentís, attendentes quod castrum et Penagua, villa de Penáguila, in Regno Valencie situata ad nostri speciatur dominum pervenire de próximo et seduci in quorum reduccione procuranda vos oppere et auxilio astitistis pro nostro servicio de fide et legalite vestri ad plenum confisi ex nunc pro tune comitimus sive comendamus vobis Ludovico Iohannis, predicto, castrum predictum et eius custodiam quamdiu nostre placuerit volluntati. Ita quod Luduvicus, iam dicto, dum nobis placuerit ut prefacitur sitis alcaydus castri predicti ipsumque teneatis et custudiatis pro nobis ad usum et consuetudinem Ispanie fideliter, legaliter atque bene volentes et conce- dentes vobis quod pro remenat //10 v dicti castri habeatis et recipiatis mille solidos regalium Valencie, annuatim et alia iustaque per alios alcaydos dictum castrum tenens fuera sólito re- cipi et haberi. Mandantes, igitur, per hanc eandem gubernatori et baiulo generali Regni Valencie, nec non baiulo, iustice et iuratis ac hominibus dicte ville qui nunc sunt et erunt quod procesor de certa sciencia expresse sub obtentu nostre guere et mercedis quatenus vos dictum Luduvicum pro alcaydo dicti castri habeant et teneant vobisque pareant et atten- dant prout alus alcaydis et attendere consueverunt et debent nec vobis annis singulis de dictis mille solidis pro retinencia antedicta ex alus iuribus antedictis respondeant integre et complete et non contraveniant graviter causa. In cuius rei testimonium nobis fieri iussimus nostro sigillo inpendenti munitam Datum in monasterio sancti Cucufati Vallensis, die tricésima novembris anno a Nativitate Domini M° CCCC XVIIII", regnique nostri quarto. Rex Alfonsus Dominus rex mandavit mihi Francisco d'Avinyo

2 1424, agosto, 5. Barcelona

Alfonso V nombra a Juan Martinez de Vera castellano y baile del valle de Guadalest, con un salario anual de 3,000 sueldos reales de Valencia

A.R.V. Real Cancillería, 24, fol. 18v 19 Castellanie et baiulia vallis de Guadalest et montenearum apellatarum de Serria pro Iohanne Martinez de Vera, milite Nos Alfonsus etc. Ad grata et accepta servicia per vos dilectum nostrum Iohannem Marti­ nez de Vera, militem, tam predecessoribus nostri quam nobis diversi mode prestita et que in-

191 penderé non cessatis animo in deffesso debito habentes respectum tenore presentís in ali- qualem dictorum serviciorum remuneracionem et premium vobis dicto Iohanni, tanquam benemérito et condignó vita vestra durante et post uni heredi vestro quam in testamento aut alus duxeritis eligendum castellaniam ec baiuliam vallis de Guadalest et montanearum ap- pellatarum de Serria ultra collem de Rates in Regno Valencie situatim, cum salario trium mille solidorum monete reagalium Valencia anno quolibet tribus et terciiis vobis dicto vestro herede solvendorum ex nunc cum ad nostrum dominum pervenerint prout pervenire speran- tur dicímus comittendas, tenendas, regandas et exercendas per vos dictum exertitis et post per vestrum heredum predictum feliciter legaliter atque bene vos vita vestra post dicti here- dis vestri durante ut est dictum sitis alcaydus et baiulus vallis et montanearum predictarum et habeatis et recipiatis pro retinencia, salario et regimine castellanie et baiulie predicte sala- rium premencionatum ac alia iura et emolumenta que per castellanos et baiulos vallis et montanearum predictarum fuerit soleta recipi et haberi. Mandantes per eandem gerentivi- ces gubernatoris ac baiulo generali Regni Valencie, iuratis, probis hominibus et habitatori- bus vallis et montanearum iamdictarum presentibus et futuris et alus ad quos spectet quate- nus vos dictum Iohannem dum vixeritis post vitam propriam heredem vestrum iamdictum dum vixeritis pro castellano et baiulo predicto de cetero habeant et teneant vobisque ipsi ac ordinacionibus et iussionibus,//18v vestris et ipsius pareant, obediant in et de ómnibus his de quibus prout alus aliud qui castellaniam et baiuliam predictas tenuerunt et rexerunt pa­ rece et obedire consueverunt et debent etiam et tenentur nec non respondeant vobis et dicto vestro heredi vita vestra et ipsius durante ut predicitur de salario et retinencia supradicta ac alus iuribus assuetis. In cuius rei testimonium presentem fieri iussimus nostro sigillo comuni inpendenti munitam Datum Barchinone, quinta augusti anno a Nativitate Domini millesimo CCCCXXXXIIII0, regnique nostro nono Rex Alfonsus Dominis rex informatus de vita, mandavit michi Francisco d'Arinyo. Provisa

S 1430, enero, 21. Tortosa

Alfonso V concede la alcaidía de Biar a Francisco de Ciscar

A.R.V. Real Cancillería, 24, fol 27-27V Nos Alfonsus etc. In nostre serenitatis aciem sollicite resol vents ingeni ac corporis obtiten- dum prudentie ac morum prospicuitate pureque fidei sinceritatem, vestri dilecti carnerario nostri Franciscis de Sisear, milites, recolentes neeminus comendatabili more duras labores, lataque dispendia, et supretuum multiplicium incomoda per vos diversi mode posse panter- ter sustente nostre aptis culmen quadam devota satis obsequiorum imperium cum vestrarum armorum gentium cantituis detende obseqidantes in aliqualem, itaque serviciorum predic- torum recompensam licet maioris restribucíonis previsum mereatur assequi tenoris presentís alcaydiam de Biar, vaccantem, pro nunc per seginacionem die presenti in manibus nostris factam per dilectum camerarium nostrum Guillermum de Vico, militem cobis eidem Fran- cisci ad vite vestre curriculum prestitito per vos prens iuramento et homagio detenendo et custodiendo dictum castrum, legaliter atque bene ad nostrum servicium et honorem et alias ad usum et consuetidinem Yspanie, ducimus, committendam ita quod vos suis alcaydus dicti castri et previque teneatis et custodiatis ad usum et consuetudinem Usanie et habeatis.et re­ cipiatis pro retinencia catri eiusdem ea iura et salaria preheminencias et prrogativas et honres et alia etiam omnia que per dictum Guillermum etiam alcaydos qui nunca usque dic­ tum renucenter castro sunt sólita et haberi. Mandantes per eandem gubernatorigenerali eiusque vicegerentibus et baiulo generali Regni Valencie, ceterisque officialis et subditis nostri ac vicinis habitatoribus dicti castro, presentibus et futuris quatenus vos dictum Fran- ciscum de Sisear por alcaydo dicti castri habeant et teneant quamdiu vixeritis ut est dictum

192 vobis pareant et respondeant et obedient de salario iuribus prerogativas, honoribus //27 et preheminentiis, et alus etiam quibuslibet de quibus iamdicto Guillermo de Vico et ceteris al- caydis dicti castri est pereti et responden hanctenus assuetum. In cuius rei testimonium pre­ sentera fieri iussimus nostro sigillo comuni inpendenti munitam Datum Dertuse, die XXi ¡anuario anno a Nativitate Domini M°CCCC0XXX°, regnique nostri XV Dominus rex mandavit mihi Iohanni Olzini. Provisa

193

LA CANCILLERÍA DE ENRIQUE IV, REY DE CATALUÑA (1462-1464): UNAS NOTAS

Josep Trenchs Universidad de Valencia

I. PRESENTACIÓN

Cataluña, a finales de 1462, retiró, la confianza a su monarca legítimo Juan II y nombró rey y señor del Principado a Enrique IV de Castilla. El hecho y la documentación del período nos es conoci­ da por los magníficos trabajos de Jaume Sobrequés (1). Las causas de esta, llamémosle, desmembración de la Corona, están perfectamente resumidas en el Dietari del «Consell» barcelo­ nés, en donde leemos: «vehents lo Principat de Cathalunya ésser possat e consti- tuit en tanta necessitat, oppresió e vexasió en perdició de les persones o bens deis poblats en aquella, e acó per causa del Rey D'Aragó, qui hostilment e ab gran potencia contra forma expressa de la Capitulació al dit Principat atorgade, fermade e jurade, e de altres Leys, e Libertats del dit Principal és

(1) J. SOBREQUÉS, Catálogo de la Cancillería de Enrique IV de Castilla señor del prin­ cipado de Cataluña, Barcelona, 1975.

195 entreat en aquell prenent viles, castells e lochs de aquell em- tant les gents, desonestant dones e donzelles, ocupant los béns e aquells donant a caco. E encara per causa de la Lliga contra Cathalans feta per lo dit rey ab lo rey de Franca, en vigor de la qual gran nombre de gent francesa és intrada dins lo dit Principat prenent viles, castells e lochs de aquell, matant les gents, desonestant les dones e donzelles, occupant béns e aquells donant a gaco. E mes per causa de la renya d'Aragó, qui ensemps ab l'infant don Ferrando, llur fill, hostilment se sont mesclats ab los dits francesos, cavalcants má armada per Empurdá, faents e executants los actes greus dessús dits, hoc mes occupants se los drets de generalitats del General, removent de fet total- ment los oficiáis e ministres del dit General, possants et me- tents hi altres ministres e fahents respondre a ells deis dits drets e no servant fe promeses, ne seguretats, ne juraments, solemnament prestats de servar les dites leys e libertats. Les quals coses e altres moltes per ells fetes contra les lliber- tats del dit Principat e en total destrucció de la cosa pública de aquell, per có per los dits sguarts e altres han pensat per salvació e restauració del dit Principat e de la cosa pública de aquell, e de persones, e béns deis poblats en aquell, deurá és- ser proclamat e prés e en e per senyor del dit Principat lo Sere- nissimo don Enrich, rey de Castella, salvats empero los Usat- ges de Barcelona, Constitucions, Capitols e actes de Cort, pri- vilegis, usos, costums e libertats generáis e particulars del dit Principat e la Capitulació demunt dita en quant a aquells e aquelles han sguard al dit Principat» (2). Desde el momento de la elección del nuevo monarca catalán, el 11 de agosto de 1462, hasta el 24 de octubre, en que llegaron a Ca­ talunya sus representantes, el Dietari relata los siguientes eventos: «Lo dit sia [miércoles, 1 de septiembre] vench correu del senyor rey de Castella e nostro dient de paraula com no ha- guets letres per tant com lo camí ere perillos, com dit senyor nos havia acceptats per vassalls» (3).

(2) Manual de Novelk Ardüs, vulgarmení apellat Dietari del Antich Consell Barceloní, vol. II, Barcelona 1893. pág. 416-17. En acta del del miércoles 11 de agosto. (3) Id., pág. 418.

196 A la mañana siguiente, los consellers y Diputados de la Generali­ dad catalana se dirigieron a la Catedral y se hizo procesión solem­ ne, entonando el Te Deum laudamus, por la buena nueva (4). El 24 de octubre «don Johan de Bemunt, lo qual en lo passat fou delliurat per aquest Principat de presó e de má e poder del dit rey Johan, arriba en la present ciutat ensemps al Johan Ximéniz de Arévalo, batxeller, e vench de Tortosa fins ací ab les III glares sotils e II grosses e IIII naus armades, les quals la present ciutat tenia ar- mades, e vingueren tremesos per lo senyor rey de Castella ab tot po­ der» (5). Tres días después, el 27, ambos enviados visitaron en Consell mu­ nicipal y mostraron a los consellers una «letra de crehensa» y otra «letre forme de potestat» del dicho rey castellano (6). Por último, el 10 de noviembre, Juan de Beaumont, juró los pri­ vilegios de Cataluña en nombre del nuevo monarca y fue nombrado su procurador general en el Principado (7). Su gestión al frente del gobierno catalán duró un año, pues vien­ do los del principado la poca ayuda obtenida de Castilla, sustituye­ ron a este monarca por el infante don Pedro de Portugal (8). Ante el nuevo giro político, Juan de Beaumont dimitió el 15 de enero de 1465 (9) abandonando el Principado y, seis días después, el nuevo monarca entró en Cataluña (10).

I. LA CANCILLERÍA CATALANA DE ENRIQUE IV

La composición de la Cancillería, en cuanto a cargos y fun-

(4) Ibid. «Lo dit dia los honorables Consellers e diputats tots foren a la Seu, e fou feta pro- fesso cantant Te Deum laudamus per la dita nova» (5) Id., pág. 420. (6) Ibid. (7) Id., pág. 421: «Lo dit dia se tench Consell de C Jurats en lo qual se llegiren certs capi- tols qui eren stats fermats per los ditsJohan de Beaumunt ejohan Ximenis, com a procura dors del senyor Rey de Castella e nostro, e per los deputats e consell llur los quals per lo con­ sell de Cent foren loats, e no res many foren elets en sindichs de la ciutat per prestar la fealtat ais dits procuradors rebent aquella en nom del dit senyor Rey los quals foren los seguents...» (8) Id., págs. 441-443. (9) Id., pág. 443. «Lo dit dia lo senyor don Johan de Bemunt qui regia com a loctinent re nuncia a la dita loctinencia». (10) Ibid. «E res menys lo dit dia vers la VIII hores de nit lo senyor Rey en Pere net del comte D'Urgell, intrá e fonch junt a la plaga de la mar ab les galees den Raphel Julia. La se- rimonia de la qual venguda es largament continuada en libre quart de solemnitats».

197 ciones, no varía de la ya vigente con la casa de Trastamara (11). So­ lo cambian los detentores de los oficios. Así, el 13 de noviembre de 1462, los lugartenientes reales revocan de todos sus cargos a los ofi­ ciales de la cancillería de Juan II y así lo hacen pregonar (12). Para acceder de nuevo a los mismos será necesaria una provisión particu­ lar en cada caso (13). a) Consejo real A lo largo del casi año y cuarto del gobierno del lugarteniente de Enrique IV de Castilla, Juan de Beaumont, fueron consejeros los si­ guientes personajes: 1. Cosme MONTSERRAT, obispo de Vic, canciller (14). 2. Gaspar VILANA, vicecanciller (15). 3. Damiá MONTSERRAT, juez de la Audiencia (16). 4. Guillem de SETANTI, tesorero (17). 5. Francesc DESVALL, maestre racional (18). 6. Joan ROS, abogado del fisco (19). 7. Lluis de SARRIERA, doctor en Leyes (20). 8. Francesc de PINOS, almirante (21). 9. Gerau de GUARDIOLA, doctor en Leyes (22). 10. Antoni FIGUERAS, doctor en Leyes (23). 11. Joan COPONS, doctor, caballero (24). 12. Mateu CASES (25). 13. Pere de TOROELLA (26).

(11) F. SEVILLANO, La Cancillería de Fernando I de Antequera, Alfonso V, en «AHDE» XXXVI (1965) pp. 169-216. (12) J. SOBREQUÉS, docs. 2 y 3. (13) Id., doc. 4 y otros. (14) A.M. ARAGO-J-TRENCHS, Las cancillerías de la Corona de Aragón desde Jaime I a la muerte de Juan II (en prensa). (15) J. SOBREQUÉS, docs. 91 y 586. (16) Id., docs. 636, 201315. (17) Id., 326, 394, 625. 771, 873,937, 1115, 1154, 1211, 1220, 1398, 1424, 1546-7, 1558, 1615. 1689, 1750, 1946, 1952, 1955, 2169, 2296, 2309. (18) Id., doc. 431 y 2173. (19) Id., docs., 2266 y 2309. (20) Id., doc. 504. (21) Id., docs. 423, 571, 794, 848, 849, 1005, 1014, 1182, 1400, 1445, 1550, 1618, 1650 y 1751. (22) Id., doc. 2002-3. (23) Id., docs. 1003 y 2202. (24) Id., docs. 158, 231, 335, 390, 437, 826, 1207, 1954 y 2037. (25) Id., 1968. (26) Id., 635, 806, 884, 1052, 1073, 1191, 1243, 1320 y 1368.

198 14. Ramón de PLANELLA, alguacil real (27). b) El Canciller y el Vicecanciller Sabemos que el obispo de Vic, Cosme MONTSERRAT, fue can­ ciller del Principado, aunque no tengamos, del momento, docu­ mento que lo confirme. Este personaje continuó manteniendo el cargo con don Pedro de Portugal y Renato de Anjou (28). El cargo de vicecanciller lo desempeñó Gaspar VILANA, escri­ bano que fue del Consell barcelonés. Vilana fue nombrado interinamente para el cargo el 20 de diciembre de 1462, como nos indica el siguiente texto: «Lo dit die se tench Consell de Cent, e fou possat en Vice­ canciller micer Gaspar VILANA, advocat ordinari de le pre- sent ciutat» (29). Un día después, Juan de Beaumont, escribió a Enrique IV comu­ nicándole el nombramiento, pues, alegaba, no odia retrasar más los asuntos de justicia, incitándole, al mismo tiempo, para que lo confirmase (30). Otra carta con idéntico contenido fue remitida a donjuán Ximé- niz de Arevalo (31). El 1 de marzo de 1463, al frente del cargo, Vilana, lo simultane­ aba con el que tenía en el Consell de la Ciudad. Una vez recibida la confirmación real, nuestro personaje, abandonó sus funciones mu­ nicipales y se dedicó exclusivamente a la Cancillería. Por ello, el 29 de marzo, el Consell le nombró sucesor: «Lo dit dia fou provehit per los honorables consellers e Con- cell de XXXII, micer Arnau Mas, de la advocació ordinaria de la ciutat per tant com micer Gaspar Vilana, qui obtenía lo dit offici és estat provehit vicecanciller del senyor rey» (32). Vilana cuidó de las citaciones judiciales a la Curia (33), de los ac­ tos de justicia, de la revisión de los documentos de la Cancillería, etc.

(27) Id., docs. 1764, 1844, 1872. 1896, 1897, 1919 y 1933. (28) A.M. ARAGÓ-J. TRENCHS, Las cancillerías, citado. (29) Dietari, pág. 424. (30) J. SOBREQUES, doc. 90. (31) Id., doc. 91. (32) Dietari, pág. 428. y J. SOBREQUES, doc. 586. (33) Texto del 19 de septiembre de 1463. J. SOBREQUES, doc. 1874.

199 Como vicecanciller, en fecha 16 de mayo, suplicó de su homóni­ mo pontificio una canonjía en Barcelona para su hijo Jaume, que era clérigo (34). c) El protonotario El 11 de noviembre de 1462, Roderic VIDAL, fue nombrado protonotario del Principado. Este personaje ya conocía el cargo pues ya lo había desempeñado con el infante Carlos (35). Tenía entre sus cometidos: cobro del derecho del sello, de que debía pagar a los secretarios, escribanos, petitionarii, archivero y maceros, según consta en un texto del 28 de mayo de 1463(36). También debía examinar y admitir a los escribanos de la casa real como consta en otro documento del 13 de octubre (37). El protonotario desempeñó también, durante este breve reinado, el cargo de embajador en Castilla (38). A finales de noviembre, an­ te la problemática planteada por los funcionarios foráneos de Cata­ luña, tuvo que demostrar documentalmente que su abuelo era ori­ ginario del reino, como exigían las ordenanzas y constituciones (39). En otros documentos regestados por Sobrequés recibe varias can­ tidades de dinero correspondientes a embargos efectuados a enemi­ gos del Principado (40). d) Los secretarios Como mandaba la pramática de Alfonso V (41), también duran­ te la lugartenencia de Juan de Beaumont, Cataluña y su rey, tu­ vieron dos secretarios: 1. Jaume PELLICER, quien, además, fue enviado como embaja­ dor a Genova (42), y 2. Francesc TORRO, ciudadado de Barcelona (43), quien tam­ bién desempeñó varias misiones diplomáticas (44).

(34) J. SOBREQUÉS, doc. 1115. (35) Id., doc. 1. (36) Id., doc. 1203. (37) Id., doc. 2008. (38) Id., docs. 2025, 2091 y 2092. (39) Id., doc. 1927. (40) Id., doc. 1631. (41) F. SEVILLANO, pág. 198. (42) J. SOBREQUÉS, docs. 654, 655, 661. 2080-82. (43) Id., doc. 1194. (44) Id., doc. 1368.

200 Las funciones de los secretarios son idénticas a las conocidas en otras cancillerías precedentes y se adaptan a las decretadas por las Ordinacions. e) Escribanos de manamet Los escribamos de manament cuidaron de la puesta en limpio de determinados tipos de documentos. Fueron seis de modo fijo y algu­ no más de ocasional. Por su labor en la escribanía cobraban de lo recaudado del de­ recho de sello, a razón de 4 sueldos diarios. Además de los mismos, anualmente, recibían otros 300 para vestido y calzado (45). Fueron escribanos del monarca; Í.Joan BERNAT (45). 2. Joan PUJOL (46). 3. Joan MASSO (47). 4. Miquel BRU (48). 5. Joan SALLENT (49). 6. Pere PUIG (50) y 7. Pau VIDA (51). A veces, estos escribanos, cuidaron también del registro de los documentos (52). f) Escribanos de registro De los escribanos de registro del período sólo hemos localizado a Lluis CUBELLS (53). Otros escribanos de Cancillería, no sabemos si ocasionales o de registro, fueron: 1. Pere ROCA (54). 2. Francesc ROCA (55). 3. Pere PUIGGROS (56) y

(45) Id., doc. 1203. (46) Ibid. (47) Ibid. (48) Id., doc. 1455. (49) Id., doc. 2008. (50) Ibid. (51) Id., docs. 1203, 1963, 2102 y 2137. (52) F. SEVILLANO, ob. cit., pág. (53) Id., doc. 1203. (54) J. SOBREQUÉS, doc. 806. (55) Id., doc. 1537. (56) Id., docs. 310, 311 y 1127.

201 4. Jaume OLMS (57). g) Petitionarii Los petitionarii fueron los encargados de recibir las peticiones o súplicas presentadas a la Cancillería. También fueron escribanos. Hemos localizado a los siguientes: 1. Pau VIDA (58). 2. Pere SASALA (59). Ambos eran notarios. El primero escribió una composición por la que recibió de salario 17 libras, 6 sueldos y 9 dineros (60) y un pleito por el que cobró 60 sueldos (61). El segundo, que se titula también escribano real, escribió dos procesos, cobrando por el primero 18 libras (62) y por el segundo, dos libras, un sueldo y tres dineros (63). h) Archivero Durante el período que nos ocupa continuó cuidando del archivo real, el archivero precedente, Juan GARCÍA, cargo que mantendrá durante varios años (64). i) Porteros y alguaciles Los porteros cuidaron además de sus funciones de vigilancia del palacio real, de la cancillería, de la audiencia, etc., de llevar cartas y otros documentos por Barcelona, conducir presos, etc. Hemos lo­ calizado a los siguientes: 1. Antoni CARBONELL, alguacil (65). 2. Gil d'ESTAP, macero (66). 3. Joan de NOGUERA, alguacil (67). 4. Martí d'ORNA, macero (68). 5. Ramón de PLANELLA, alguacil (69).

(57) Id., docs. 2306-2307. (58) Nota 51. (59) J. SOBREQUÉS, docs. 1203 y 2117. (60) Id., doc. 1193. (61) Id., doc. 2102. (62) Id., doc. 2117. (63) Id., doc. 2137. (64) Id., doc. 1203. Sobre sus funciones véase el trabajo de A.M. Aragó. (65) Id., doc. 545. (66) Id., doc. 1203. Lo era de la audiencia. (67) Id., doc. 204. (68) Id., doc. 1203. Lo era de la Audencia. (69) Nota 27.

202 6. Hug de PUIGPARDINES, alguacil (70). 7. Simó ROS, alguacil (71). 8. Antoni SAGARRA, portero real y alguacil (72). 9. Joan SALAMO, alguacil (73). 10. Bartomeu SAVILA, portero (74). 11. Arnau de VILADEMANY, alguacil (75). j) Correos y mensajeros. Los correos se encargaron de llevar los documentos de la Cancillería por los distintos pueblos, ciudades y personajes del Prin­ cipado. Los segundos cuidaron de los textos diplomáticos, de rela­ ciones con otros estados, con altros dignatarios, de efectuar y llevar tratados:

1. Joan CASTELL, correo (76). 2. Pere LIDON, correo (77). 3. Bernat de CLOTES, notario, mensajero (78). 4. Baltasar de QUERALT (79). 5. Joan MARTORELL, capitán de caravela, mensajero (80). 6. Juan VÁZQUEZ (81). 7. Bernat CASSERRA (82). 8. Joan de GUALBES (837. 9. Martí MAYA (84). 10. Jaume ELIES (85). 11. Mateu Joan de BERGA (86).

(70) J. SOBREQUES, docs. 1766, 1814, 1829, 1895, 1944 y 2023. (71) Id., doc. 1571. (72) Id., docs. 834, 1371, 1213, 1601, 2146, 2155, 2175, 2192 y 2198. (73) Id., docs. 1878, 1913. (74) Id., doc. 600. (75) Id., docs. 934, 970-1, 986, 1058, 1120, 1171-1, 1185, 1245, 1641 y 2256. (76) Id., doc. 89. (77) Id., doc. 1815. (78) Id., doc. 202. (79) Id., doc. 323 y 811. Mensajero del rey. (80) Id., docs. 824 y 827. (81) Id., docs. 2034-37, 2060, 2092 y 2161. Era enviado del rey castellano. (82) Id., docs. 153 y 171. Era escribano apostólico de la diócesis de la Seu de Urgell. (83) Id., doc. 1349. (84) Id., docs. 16, 17, 1391, 1393, 1672 y 1673. Era navarro. (85) Id., doc. 637. (86) Id., docs., 92, 149, 229. Era embajador.

203 II. LA TESORERÍA REAL

De los oficiales encargados de los asuntos económicos conocemos al tesorero mayor, Guillem de SETANTI, quien el 21 de enero de 1463, fue nombrado provisionalmente para el cargo (87), en espera que el mismo fuera confirmado por el monarca, según consta en súplica del 30 de enero efectuada por Juan Ximénes de Arevalo (88). Setantí cuidó del pago a los oficiales reales extraños a la Cancellería (89), para lo cual se servía de las cantidades incautadas a los rebeldes (90) y del cobro de las distintas multas (91). A sus órdenes tuvo un lugarteniente, cargo que desempeó Joan de MONTREAL (92), quien, anteriormente, ya había desempeña­ do el cometido con el infante Carlos (93) y un maestre racional, del que sus funciones tampoco variaron. Este último cargo lo desempe­ ñó Francesc DESVALL (94).

III. LA AUDIENCIA Y SUS FUNCIOARIOS

Los documentos de tipo judicial fueron expedidos por la audien­ cia. De la misma hemos localizado a varios personajes: 1. Damiá MONTSERRAT, juez (95). 2. Lluis TORRENT, juez (96). 3. Antoni RIERA, procurador del fisco (97). 4. Berenguer OLLER, procurador del fisco (98). 5. Joan ROS, abogado del fisco (99). 6. Pere SABARTES, doctor en Leyes (100).

(87) Id., doc. 326. (88) Id., doc. 394. (89) Id., docs. 467, 870, 873, etc. (90) Id., doc. 1935, etc. (91) Id., doc. 674. (92) Id., doc. 589. (93) Ibid. (94) Id., doc. 431. (95) Id., doc. 636. (96) Ibid. (97) Id., docs. 1130, 2307, 2310. (98) Id., doc. 395. (99) Id., docs. 2266. 2309. (100) Id., doc. 1189.

204 7. M. CASES (101). 8. G. GUARDIOLA (102). Esta dependencia estuvo ligada a la Tesorería y en ella sólo he­ mos incluido a los personajes principales, prescindiendo de sus su­ bordinados en las principales ciudades y villas.

IV. OTROS ESCRIBANOS

Incluimos en este apartado a otros escribanos de fuera de Barce­ lona quienes dependieron directa o indirectamente de la monarquía o de los estamentos eclesiásticos y civiles de Cataluña: 1. Francesc GOSSET, doctor en Leyes de la oficialía del obispo de Barcelona (103). 2. Bernat CASSERA, escribano apostólico de la Cuira de Urgell (104). 3. Andreu de PLANES, notario y escribano del obispado de Vic (105). No damos lista de los notarios aparecidos en los documentos ya que los de fuera de la Cancillería pasan del medio centenar (106) y ello se aparta de nuestro estudio.

V. LOS REGISTROS Y LOS DOCUMENTOS

Los registros y documentos de Enrique I de Cataluña y IV de Castilla han sido analizados por Sobrequés. Ellos presentan las mis­ mas notas marginales que los de los reyes legítimos y ello puede ver­ se tanto en las notas de sellado y registro, como en las siguientes: Non habuit effectum» (107); «Vidit Thomas Mieresp (108), «Fuit duplicata» (109), etc.

(101) Id., doc. 1198. (102) Id., docs. 2202 y 2203. (103) Id., docs. 135, 411, 1452, 1837. (104) Id., docs. 153, 171. (105) Id., doc. 913. (106) J. SOBREQUÉS, Catálogo, en su índice de personajes. (107) Id., doc. 1966. (108) Id., varios docs. (109) J. SOBREQUÉS, Poblet, 28.

205 VI. CONCLUSIÓN

Como habrá podido comprobarse, la Cancillería del primer mo­ narca intruso no presenta ningún tipo de diferencia con la de los monarcas legítimos y ello es debido a que, en la continuidad de funciones, buscaban la legalidad del cambio.

206 SIGNOS NOTARIALES MEDIEVALES DE LA COLECCIÓN DE PERGAMINOS DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE ELCHE

Ana María Navarro Escolano

Uno de los elementos que destaca al observar un documento pri­ vado, es un signo que va al final del mismo. Se trata del «signum» notarial. El papel que desempeña en la diplomática privada es fun­ damental, ya que se trata de uno de los factores de validación, pues con su aposición se garantiza la validez de esta carta. (1) Rolandino (2) lo define como «un sello manuscrito de puño y letra del notario». Según éste, su origen fue un anagrama arbitra­ rio, un enlace de letras con la cruz y esto hace que a veces el signo notarial sirva de crismón. Valls Subirá (3) opina que su nacimiento se vinculará a una cruz trazada por el notario. Tras la lectura del texto y la aquiescencia de los ineresados, en tres de los ángulos de aquella —el notario — haría un punto; el cuarto lo marcaría el otorgante. Este signo tan

(1) A. Giry, «Manuel de Diplomatique» New York. p. 616 y sig. (2) R. Nuñez Lagos, «El documento medieval y Rolandino» Madrid, 1915, p. 162. (S) C. Valls Subirá, «El 'signum' notarial», en Centenario de la ley del notariado. V. II, Tomo 2 (Barcelona 1962), p. 9

207 sencillo se irá complicando según el gusto y la personalidad de cada notario, ya que el signo es también un elemento de identificación de estos, y cada uno tenía el suyo propio (4). El poseedor de estos signos, el notario, necesitaba pasar por unos exámenes y por la designación por parte del rey o del señor— pa­ ra ejercer este trabajo (5). En el ámbito de la Corona de Aragón y a través de la obra de Bono (6), vemos que los notarios de Aragón só­ lo podían ejercer en aquella población en la que eran autorizados. Valls Subirá (7) ofrece el nombramiento de un notario que actuará en Cataluña (8). Los Fori Antiqui (9) recogen carias rúbricas dedi­ cadas a los notarios, en una de ellas se indica que los notarios de la ciudad de Valencia podrán actuar por todo el Reino (10). No es nuestra intención el estudio de la evolución de la institu­ ción notarial, y para ello remitimos al trabajo bibliográfico de Trenchs (11) y a la obra de Bono (12). El presente trabajo pretende ofrecer una relación de notarios con sus correspondientes signos notariales, pero obtenidos de los Perga­ minos del Archivo Histórico Municipal de Elche. Se han extraido de las colecciones facticias realizadas por Pedro Ibarra y que en el inventario del Archivo reciben el nombre de «Páginas de Oro» y «Pergaminos Notables» (13). La finalidad del estudio al principio puede parecer banal, pero hemos de tener en cuenta que de día en día van adquiriendo mayor transcendencia los estudios sobre proto­ colos notariales (14) y, puesto que el signo es un elemento identifi- cador del notario, puede servir para completar series de un notario determinado, su campo de trabajo, etc.

(4) C. Valls Subirá, "El 'signum'...» p. 21 (5) M. Cárcel Orti, "Un formulario notarial del siglo XVII de la Real Audiencia de Valen­ cia». Saitabi, XXIX 1979, p. 83. (6) J. Bono, Historia del Derecho Notarial» Madrid 1979. (7) C. Valls Subirá, "El 'signum'...» p. 13. (8) Vid. Nota 7. (9) M. Dualde Serrano, "Fori Antiqui Valentiae», Madrid-Valencia 1950-67 p. 286 y sig. (10) M. Dualde Serrano, "Fori Antiqui.• •» p. 287. (11) J. Trenchs, "Bibliografía del notariado en España siglo XX. En estudios históricos y documentos de los Archivos de Protocolos» IV 1974, p. 193-230. (12) J. Bono, "Historia del Derecho...» (13) A. Ramos Folqués, "Inventario del Archivo Municipal de Elche» 1974 p. 25-28 Perga­ minos Notables Páginas de Oro, p. 17-23. (14) A. Eiras Roel y Colaboradores, "La historia social de Galicia en sus fuentes de proto­ colos». Santiago 1981.

208 Los signos pertenecientes a los pergaminos del Archivo Histórico Municipal de Elche, corresponden a los siglos XIII, XIV y XV, siendo el más antiguo el de 1258 y el más moderno —de los aquí recogidos— de 1483. En total se recogen los signos de 65 notarios, de ellos cinco pertenecen a notarios del siglo XIII, cuarenta y uno al siglo XIV y veinte del XV. Además de los signos, debajo de los cuales figura un número or­ den, y el nombre del notario, presentamos unos cuadros donde los notarios se recogen por orden alfabétuco, al igual que el lugar don­ de pueden ejercer, la fecha en que los documentamos y el número de orden. Digamos finalmente que junto a los signos se ha recogido la palabra «signum» o «senyal».

Nombre del Notario Lugar donde ejerce Año N° de Fondo orden

Andreu Fira R. Aragón y Valencia 1448 58 P.N. (15) Anthoni Arrufat Valencia 1319 16 P.N. Anthoni Auret P.t.l.t. R. A. (16) 1384 39 P.O. (17) Anthoni Fire Elche 1382-1437 35 P.N. Anthoni Granyana P.t.l.t. R. A. 1435-1455 51 P.N. Apparici Goncalvez Orihuela 1443 55 P.O. Berengari Sarta Real 1385 41 P.O. Bernardus de Avarsone Real 1306 7 P.O. Bernardus Franqueti Real 1340 27 P.O. Bernardus de Jonquerio Real 1393 43 P.O. Bernardus Textoris R. de Aragón 1340 26 P.O. Bernardus de Vellacho Valencia 1316 14 P.O. Bernat Tavila Guardamar 1323 19 P.O. Bertrandus Camuntada Real 1358 29 P.O. Didacus Gartie Real 1325 21 P.O. Egidius Petri de Buysan Real 1478 61 P.O. Ferrando Martines Elche y Crevill. 1337 25 P.O. Francesc Ballester Orihuela 1307 10 P.O. Francesch de Encalla Elche 1321 18 P.O. Francesch de Mealla Elche 1384 40 P.O. Franciscus Bataller Valencia 1483 65 P.N. Guillelmus ^atorre R. Aragón 1316 13 P.O. Guillelmus de Ginestost Orihuela 1307 8 P.O. Guillelmus de Solanis Real 1296 4 P.O. Iacobus Felemir Valencia 1383 36 P.N.

(15) P.N. (Privilegios Notables.) (16) P.t.l.t. R.A.(Para toda la tierra del Reino de Aragón.) (17) P.O. (Páginas de Oro.)

209 Nombre del Notario Lugar donde ejerce Año N" de Fondo orden

Iacobus Fire Elche 1316-1368 31 P.N. Iacobus Mirons R. de Valencia 1340 28 P.O. Iohannes de Sancto Felice Valencia 1478 62 P.O. Jacme Trilles R. de Aragón 1368 32 P.O. Jacme Julián Elche 1312 12 P.O. Joan Raols Alicante 1304 6 P.O. Johan de Castell Elche 1384 37 P.O. Johan Cornelia Elche 1424 48 P.N. Johan Gomiz Elche 1442 54 P.N. Johan Martínez de Peralta R. de Aragón 1394 45 P.O. Johan de Malla P.t.I.t. R. A. 1452 59 P.N. Johan de Quexans Orihuela y Elche 1439-1444 53 P.N. Juan Ponz Teruel 1332 22 P.O. Laurentis Moratori Valencia 1316 15 P.O. Lorenc Pinyol Elche 1384-1395 38 P.O. Ludovicus Carcasona Valencia 1478 63 P.O. Miguel de Lorens Teruel 1258 2 P.O. Miguel Martínez del Moral Teruel 1258 1 P.O. Martinus de Boyl Real 1381 34 P.N. Nicolai Petri Orihuela 1443 56 P.O. Nicolau Yuanyes R. de Valencia 1335 23 P.O. Pere Bataller Real 1438 52 P.N. Pere Codines P.t.I.t. R. A. 1447 57 P.N. Pere Cornelia Elche 1395 44 P.O. Pere Cornelia Elche 1426 50 P.N. Pere Dolo R. de Aragón 1335 24 P.O. Pere Julián Elche 1310 11 P.N. Pere Sánchez de Llorqua Elche 1425 49 P.N. Pere Talsa Orihuela 1307 9 P.O. Perot Marchesi Real 1280 3 P.O. Petrus Batallerii Elche 1388-1394 42 P.O. Petrus Camanyas Real 1481 64 P.O. Petrus Granyana P.t.I.t. R.A. 1461 60 P.N. Petrus Lupen Real 1269 5 P.O. Petrus Luppen Real 1324 20 P.O. Petrus de Podio Iohannia R. de Aragón 1378 33 P.O. Petrus Vital Real 1367 30 P.O. Raymundus Bajulis Real 1420 47 P.O. Raimundus Vitalis R. de Aragón 1399 46 P.O. Raimundus Coventi Valencia 1321 17 P.O.

210 SIGLO XIII

<&-

MIGUEL MARTÍNEZ DEL MORAL T~ MIGUEL DE LORENS (11 (2)

^ru ™

PEROT MARCHESI 13)

c¿^§2 PETRUS LUPEN GUILLELMUS DE SOLANIS (5) 14)

211 SIGLO XIV

JOAN RAOLS BERNARDUS DE AVARSONE 16) (7)

_^e_ ?£

GULLELMUS DE GINESTOST PERE TALSA (8) (9)

"?

FRANCESC BALLESTER PERE JULIÁN (10) (11)

212 SIGLO XIV

GUILLELMUS CATORRE (13)

JACME JULIÁN (12)

LAURENTIUS MORATORI (15)

BERNARDUS DE VELLACHO (14)

^r -«-,

RAIMUNDUS CONVENTI ANTHONI ARRUFAT (17) (16)

213 SIGLO XIV

^_§en2>3k_

BERNAT TAVILA (19)

FRANCESCH DE ENCALLA (18) PETRUS LUPPEN 120)

m

JUAN PONZ (22)

DIDACUS GARTIE (21)

NICOLAU YUANYES (23)

FERRANDO MARTINES (25) SIGLO XIV

^?W 3r~ BERNARDUS FRANQUETI BERNARDUS TEXTORIS (27) 126)

IACOBUS MIRONS BERTRANDUS CAMUNTADA (28) (29)

PETRUS VITAL (30)

JACME TRILLES (32)

IACOBUS FIRE (31)

215 SIGLO XIV

PETRUS DE PODIO JOHAMNIS 133) MARTINUS DE BOYL 134)

fS¿ a7Z

IACOBUS FELEMIR ANTHONI FIRE (36) (35) ^-fcr-7*

JOHAN DE CASTELL 137)

ANTHONI AURET LORENC PINYOL (39) (38)

J5* <&? *"""

FRANCESCH DE MEALLA (40)

216 SIGLO XIV

PETRUS BATALLERII 142) BERENGARI SARTA (41)

BERNARDUS DE JONQUERIO PERE CORNELLA 143) (44)

JOHAN MARTÍNEZ DE PERALTA 145) RAIMUNDUS VITALIS (46)

217 SIGLO XV

PERE SÁNCHEZ DE LLORQUA (49) PERE CORIMELLA (50)

ANTHONI GRANYANA (51)

¿E*»—.

PERE BATALLER (52) JOHAN DE QUEXANS (53)

218 SIGLO XV

S « ^ £>»»*.

JOHAN GOMIZ APPARICI GONCALVEZ (54) (55)

PERE CODINES 157) NICOLAI PETRI 156)

ANDREU FIRA 158) J

JOHAN DE MALLA 159)

219 SIGLO XV

^"[2>¿£—H7

PETRUS GRANYANA EDIGIUS PETRI DE BUYSAN (60) (61)

IOHANNES DE SANCTO FELICE 162) LUDOVICUS CARCASONA (63)

PETRUS CAMANYAS 164) FRANCISCUS BATALLER (65)

220 LAS ORDENANZAS LOCALES EN LA CORONA DE CASTILLA COMO FUENTE HISTÓRICA Y TEMA DE INVESTIGACIÓN (SIGLOS XIII al XVIII)

Miguel Ángel Ladero Quesada e Isabel Galán Parra Universidad de Madrid

La promulgación de normas jurídicas de aplicación local en núcleos urbanos castellanos y leoneses y en las áreas rurales depen­ dientes de ellos atravesó por varias etapas desde los últimos decenios del siglo XI. En la primera, lo habitual era que la Corona dictara un fuero y, a menudo, otorgara también diversos privilegios en el momento o período inicial de la repoblación y organización de la correspondiente localidad, y eso fue lo más corriente hasta me­ diados del siglo XIII, de modo que fueros y privilegios han sido considerados como las primeras formas de derecho local existentes en la historia castellano-leonesa (1), aunque hay mucho de artifi­ cial en la distinción entre derecho local y derecho territorial que antaño se hizo, si se tiene en cuenta tanto su respectivo contenido normativo como el que el ámbito de aplicación del fuero era no sólo el núcleo principal sino también el territorio y lugares —alfoz,

(1) Jesús LALINDE ABADÍA: Iniciación histórica al Derecho español. Barcelona, 1978. p. 125: diferencia entre fueros, privilegios y ordenanzas municipales.

221 tierra— que dependían de él (2). Una característica importante es que un mismo fuero, o sus derivaciones más o menos matizadas, se aplicaban a la gobernación y administración de múltiples localida­ des, lo que ha permitido establecer relaciones y formar familias con este tipo de normas jurídicas, así como poner de relieve la falta de especificidad o peculiaridad de los mismos con relación a tal o cual núcleo donde estuvieron vigentes (3).

Desde el último tercio del siglo XIII, la insuficiencia o inade­ cuación de los fueros se suplió mediante la promulgación de orde­ namientos y ordenanzas relativos a las localidades concretas donde iban a tener aplicación. La extensa época de las ordenanzas —que así las llamaremos para simplificar— cubre más de quinientos años, hasta el final del Antiguo Régimen, e incluso en épocas más cercanas han seguido siendo la expresión normativa más característica de los poderes municipales. Es preciso señalar, ante todo, que la potestad para emitirlas correspondía tanto a la Corona como a los municipios y, en las áreas de jurisdicción señorial, a los diferentes señores. Eran potestades convergentes, y no contrapues­ tas, hacia un mismo objeto de reglamentación, pero conviene re­ cordar que, en caso de concurrencia, prevalecía siempre la de la Corona o el señor sobre la del organismo municipal. Esto, sin em­ bargo, no ocurría muchas veces. Primero, porque la Corona emitió pocos privilegios y ordenamientos después del siglo XIV, época en la que todavía son más frecuentes que las ordenanzas emitidas por los municipios, aunque muchas cartas y provisiones reales se incor­ poraron á ordenanzas posteriormente, y, segundo, porque las nor­ mas municipales elaboradas por los concejos, desde entonces, solían ser presentadas para su examen y refrendo ante el Consejo Real, bien directamente, bien a través del corregidor que hubiera

(2) Aquilino IGLESIA FERREIROS: «Derecho municipal, Derecho señorial, Derecho re­ gio», Historia. Instituciones. Documentos, 4 (1977), 115197. Sobre las formas de creación de derechos en la Edad Media y la superación de la dicotomía derecho territorial/derecho local. (3) Alfonso GARCÍA GALLO: «Aportación al estudio de los fueros», Anuario de Histo­ ria del Derecho Español (AHDE), (1956), 387 446. Rafael GIBERT: «El derecho munici­ pal de León y Castilla», AHDE (1961), 695-753. Un resumen y bibliografía actualizados en José Manuel PEREZ-PRENDES: Curso de Historia del Derecho Español. Madrid, 1978, capd. diez y catorce.

222 en la ciudad o villa interesada (4). Igualmente, en las zonas de señorío era frecuente que el titular del mismo hiciera suyas y pro­ mulgara de nuevo, si lo consideraba adecuado, ordenanzas ya vi­ gentes emitidas por los municipios.

De modo que, teniendo en cuenta esta jerarquización y multipli­ cidad de la potestad normativa, se comprende que las ordenanzas hayan sido la manifestación más continua y prolongada de la autonomía de los poderes locales, a lo largo de medio milenio. La influencia e interés de la Corona explica que el fenómeno de reco­ pilación de ordenanzas y la integración en ellas de normas genera­ les emanadas de los órganos de poder monárquicos, haya madura­ do desde finales del siglo XV y en la primera mitad del XVI, época en la que, hay que recordarlo, se consuma también el movimiento recopilador de legislación general del reino, desde las llamadas Or­ denanzas Reales, de Montalvo, hasta la Nueva Recopilación, de Felipe II. Después del gran período compilador que acabamos de señalar, en las ordenanzas locales más tardías, a menudo impresas, se pone de manifiesto claramente el peso de la autoridad regia, del Consejo Real o del corregidor, y se acentúa la inclusión de normas de derecho regio general, expresamente, o el sometimiento a ellas de la legislación local. Y, en el ámbito de los señoríos, crece la fun­ ción del señor jurisdiccional y mengua la de los concejos en la emi­ sión de tal normativa.

La historia de esta legislación sería un buen indicador, por lo tanto, de las relaciones y peso respectivo de los núcleos de poder constituidos en el llamado Estado Moderno, por la Corona, por las municipalidades del reino y por los titulares de jurisdicción seño­ rial. Se manifestaría como, a pesar del aumento del campo de ac­ ción e intervenciones de la primera, y de su indiscutida preeminen­ cia — que nadie eludió ya en la Edad Media aunque, a veces, sus órdenes se obedecieran pero no se cumplieran, según tradicional expresión — , hubo un campo de acción autónoma muy conside-

(4) Benjamín GONZÁLEZ ALONSO: El corregidor castellano (1348-1808). Madrid, 1970. A. BERMUDEZ AZNAR: El corregidor en Castilla durante la Baja Edad Media (1348-1474). Murcia, 1974.

223 rabie de los municipios, en el ámbito administrativo (5). Y lo hubo más cuando eran de realengo, acaso como jurisdicción habitual de­ legada del rey y vigilada por su corregidor, que no en los de señorío, donde la mayor proximidad de los agentes del poder aristocrático y el interés más inmediato y cotidiano del señor en el gobierno y ad­ ministración de sus estados, reducía mucho la posibilidad de autonomía municipal en todos los planos —normativo, gubernati­ vo, hacendístico—, aunque nunca la destruyera por completo.

Así, pues, las ordenanzas son el amplio período final de evolu­ ción de las formas de derecho local, en unos siglos caracterizados, ya desde el XIII, por la territorialización cada vez más amplia de las normas legales, favorecida por los principios jurídicos de raiz ro­ manista y por el auge de la autoridad monárquica, de modo que en la prelación de uso de leyes, eran las normas locales subsidiarias con respecto a las territoriales emanadas de la Corona. Así lo dispuso Alfonso XI, ante las Cortes de Alcalá de 1348: ante todo, los tribu­ nales habrían de atenerse a la legislación regia (6). En el campo no cubierto por ella, a los fueros municipales. Por último, como fuente de derecho supletoria, al «derecho común», representado en la Co­ rona de Castilla por Las Partidas de Alfonso X. Pero, además, co­ mo ya se ha indicado, en la Baja Edad Media no hay Fueros nuevos: se dio este nombre, a veces, a los ordenamientos en que los Reyes Católicos regularon el nombramiento de oficios concejiles en los municipios recién constituidos del reino de Granada y en Gran Ca-

(5) Alfonso GARCÍA GALLO: «Crisis de los derechos locales y su vigencia en la Edad Mo­ derna», en IV Jornadas franco-españolas de Derecho comparado. Barcelona, 1958, 69-81. Benjamín GONZÁLEZ ALONSO: «Sociedad urbana y gobierno municipal en Castilla (1450-1600), en Sobre el Estado y la Administración de la Corona de Castilla en el Anti­ guo Régimen. Madrid, 1981. En el mismo lugar: «Reflexiones históricas sobre el Estado y la autonomía regional en España». Del mismo autor: «Las Comunidades de Castilla y la forma­ ción del Estado absoluto», Revista de Historia del Derecho (Granada), III (1978), 265- 313. Pedro FERNANDEZ ALBALADEJO: «Monarquía y reino en Castilla, 1538-1623», en XIV Settimana di Studio, Prato (abril 1982). Rafael GIBERT: «La ciudad castellana bajo los Reyes Católicos», Archivo de Derecho Público, 5 (1952), 85-97. Miguel Ángel LADE­ RO QUESADA: «El poder central y las ciudades en España del siglo XIV al final del Anti­ guo Régimen», Revista de Administración Pública (1981), 173-198. José Manuel de BER­ NARDO ARES: «Las ordenanzas municipales y la formación del Estado moderno», I Colo­ quio sobre la ciudad hispánica. La Rábida, septiembre de 1981 (basado en las de Córdo­ ba). (6) J. M. PÉREZ PRENDES: Curso de Historia..., pp. 467-470.

224 naria pero, a decir verdad, muy poco tenían en común con los Fueros de la época plenomedieval (7). Los ordenamientos y ordenanzas del tiempo que ahora nos inte­ resa cubrían campos jurídicos mucho más reducidos que los de tales antiguos Fueros, porque no se ocuparon, o apenas, de cuestiones tocantes a derecho civil y penal o procedimiento procesal. En cam­ bio, como en algunos de ellos, regulan los procedimientos y ámbitos de actuación de autoridades locales, la forma de nombrarlas o ele­ girlas, y la organización de muchos aspectos de la actividad econó­ mica agraria, artesanal o mercantil, así como lo tocante a fiscali- dad municipal. Y, además, lo hacen con más detalle y especificidad que los antiguos Fueros, de los que a veces son prolongación o ampliación en estos aspectos, porque así como el Fuero podía refe­ rirse o afectar indiscriminadamente a muchas localidades, todas aquellas a las que se otorgó, las ordenanzas se dirigen y aplican sólo a un lugar o grupo de lugares homogéneo, de modo que pueden te­ ner un valor mayor para los historiadores que quieran estudiar si­ tuaciones específicas e incluso cotidianas de la vida en una locali­ dad o territorio concretos. Por ello, más todavía que las cuestiones histórico-jurídicas que hemos esbozado (8), o que el análisis de las relaciones de poder entre municipios, Corona y señores, a través de las ordenanzas loca­ les, lo que puede interesar al historiador es el estudio de su contení -

(7) J. M. PÉREZ PRENDES: «El derecho municipal del reino de Granada (Consideraciones sobre su investigación)», Revista de Historia del Derecho (Granada), II, 1 (1977-78), 371-459. J. MORENO CASADO: Fuero de Baza. Estudio y transcripción. Gra­ nada, 1968. Carlos ASENJO SEDAÑO: El Fuero nuevo de la ciudad de Guadix. Guadix, 1974. Antonio MÁLPICA CUELLO: «El Fuero nuevo del reino de Granada y el fuero de Gran Canaria (Notas para el estudio de la Administración municipal)», III Coloquio de Historia Canario-Americana (1978). Las Palmas, 1980, I, 319-342. Jesús LALINDE ABA­ DÍA: «El derecho castellano en Canarias». Anuario de Estudios Atlánticos, 16 (1970), 18- 35. (8) Sobre el interés de juristas e historiadores del derecho por las ordenanzas, vid. las obras siguientes, útiles conceptualmente: Adolfo POSADA: Evolución legislativa del régimen lo­ cal en España (1812-1906). Madrid, 1910, y «Ordenanzas Municipales», en Enciclopedia Jurídica Española Seix, XXIV. Eduardo GARCÍA DE ENTERRIA: «Dictamen sobre la le­ galidad de las Ordenanzas Municipales», Revista de Administración Pública, 50 (1966), 311 y ss.. Antonio EMBID IRUJO: Ordenanzas y reglamentos municipales en el derecho español. Madrid, 1978. Esteban CORRAL GARCÍA: Ordenanzas de los concejos castella­ nos. Formación, contenido y manifestaciones (siglos XIII-XVIII). Madrid. Instituto de Estudios de Administración Local, 1981 (ejemplar mecanografiado, estudio muy valioso).

225 do, que se refiere a los aspectos más variados de la vida y que per­ mite establecer paralelismos y líneas evolutivas o situaciones de con­ junto, pero también profundizar en el conocimiento de las comuni­ dades locales, de sus manifestaciones vitales y de sus formas de or­ ganización durante varios siglos, analizando, es cierto, más las estructuras y los fenómenos de «larga duración» que no las coyuntu­ ras, acontecimientos concretos e incluso tendencias, que tienen una cabida mucho menor, muy escasa, en este tipo de fuente documen­ tal. Es posible hacerlo porque han llegado a nuestra época cientos de ordenanzas emitidas entre los siglos XIII y XVIII, impresos unas veces en su época o en otra posterior, inéditos en su mayoría y con­ servados en los archivos municipales, señoriales o, a veces, en los del Consejo Real, o Consejo de Castilla, tanto en el Archivo General de Simancas como en el Histórico Nacional de Madrid. Sería de gran interés formar y poner a disposición de los investigadores un inven­ tario general de ordenanzas y un fondo microfilmado de todas ellas, pero la tarea de formación de este Corpus es difícil y se pre­ senta como objetivo a plazo medio (9). Mientras tanto, hay la posi­ bilidad de estudiar las ordenanzas ya editadas o de llegar a conocer las que algún ámbito regional explorado sistemáticamente a este respecto. El objeto de estas páginas introductorias es, precisamente, aco­ piar noticias sobre las ordenanzas conocidas, especialmente de los siglos XV y XVI, y esbozar un programa de estudio comparando sus respectivos contenidos. Por eso, se expone a continuación las noticias que hay sobre diversas ordenanzas concretas. En algunas ocasiones su contenido ha sido utilizado en diversos libros de histo­ ria local, e incluso se han puesto a contribución en algunas investi­ gaciones de historia económica (10), donde se ponen de relieve los elementos de relación y comparación entre ordenanzas de diverso origen. Pero, en general, falta la búsqueda y relación previos, lo más completos posible, de estos documentos, para construir investi­ gaciones comparativas a partir de ellos, teniendo siempre en cuenta

(9) Sobre los intentos de colección en este siglo vid. Juan de LA CIERVyt: Notas de mi vi­ da. Madrid, 1955, p. 111: se refiere a la colección de Ordenanzas que mandó formar en 1912.

226 la época o contemporaneidad de su promulgación y, a la vez, la permanencia de las estructuras administrativas y de vida social y económica tradicionales que reflejan. Por otra parte, no hay que olvidar que la normativa municipal no siempre alcanzaba la categoría de ordenanza. Podía contenerse en actas de acuerdos tomados en sesiones de cabildo, en documen­ tos emanados de oficiales concejiles ^mayordomos, fieles, almota­ cenes, alguaciles... — , o en cuadernos de condiciones de arrenda­ miento de rentas locales. De modo que en estudios concretos sobre un lugar, hay que combinar el contenido de las ordenanzas con el de estos otros tipos documentales, cuando se conservan (11). Para el área de Galicia -se cuenta con las ediciones de López Ferreiro, en que se mezclan fueros locales y ordenanzas de Santiago y su tierra (12), de Martínez Sueiro, cuyo texto incluye ordenanzas municipales de Orense de 1423 a 1509 (13), y con la edición de las Ordenanzas de Vigo de 1560 (14). Asturias cuenta con más edi-

(10) Por ejemplo, aunque muy desiguales entre sí, las obras siguientes: Eduardo IBARRA «El problema de las subsistencias en España al comenzar la Edad Moderna. La carne», Nuestro Tiempo, 1926. £1 problema cerealista en España durante el reinado de los Reyes Católicos. Madrid, 1942, y. Documentos de asunto económico correspondientes al reina­ do de los Reyes Católicos (1475-1516). Madrid, 1917. Paulino IRADIEL MURUGARREN: Evolución de la industria textil castellana en los siglos XIII-XVI. Factores de desarrollo, organización y costes de la producción manufacturera en Cuenca. Salamanca, 1974. Mi­ guel Ángel LADERO QUESADA: «Ordenanzas municipales y regulación de la actividad económica en Andalucía y Canarias. Siglos XIV-X"VII», II Coloquio de Historia Canario- Americana. Gran Canaria, 1979, 143-156, y, «La caza en la legislación municipal castella­ na. Siglos XIII a XVIII», En la España Medieval. Madrid, 1981, 193-221. A. BERNAL, A. COLLANTES DE TERAN, A. GARCÍA BAQUERO: «Sevilla: de los gremios a la in­ dustrialización». Estudios de Historia Social (Madrid), 5-6 (1978), 7-307. (11) Ejemplos de libros de acuerdos editados o estudiados y de la forma de proceder en ca­ bildo en: Raimundo RODRÍGUEZ: «Libro del consistorio de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de León», Archivos Leoneses, VII (1953), 5-77, 111-112, IX (1955), 123-181. Juan A. BONACHIA HERNANDO: El concejo de Burgos en la Baja Edad Media (1345-1426). Valladolid, 1978. Libros de Acuerdos del Concejo Madrileño. I a III (1464-1497). Madrid, 1932-1979. Acuerdos del Cabildo de Tenerife, 1497-1525, Ed. y estudio por Elias SERRA RAFOLS y Leopoldo DE LA ROSA, 1948-1970, 4 vol. Roberto ROLDAN VERDEJO y Candelaria DELGADO GONZÁLEZ: Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura, 1605-1728. La Laguna de Tenerife, 1967-1970, 2 vol. Documentación hacendística originada en cabil­ do, por ejemplo, en el catálogo de Francisco COLLANTES DE TERAN: Inventario de los papeles de mayordomazgo. Sevilla, 1968-1980, 3 vol. (12) A. LÓPEZ FERREIRO: Fueros municipales de Santiago y su tierra. Santiago, 1895-1896. 2 vol. (13) Manuel MARTÍNEZ SUEIRO: Fueros de Orense. Orense, 1912 (Repr. 1978). (14) Ordenanzas de la villa de Vigo del año 1560. Vigo, 1965. Transcritas por José GON­ ZÁLEZ POSADA-CURROS.

227 ciones, relativamente, en los antiguos libros de Vigil y Sangrador: el primero incluye las ordenanzas de Oviedo de 1245 y 1274, entre las más antiguas conocidas (15), y el segundo una amplia colección de fueros, cartas-pueblas y ordenanzas (16). Muy poco, por el contrario, en la zona cántabra, si se exceptúa el estudio de fueros locales, más que ordenanzas, hecho por Martínez Diez (17), y la edición de las de Cabezón de la Sal (18). Las ordenanzas vizcaínas conservadas o conocidas no son, en general, anteriores al XV, si se exceptúa la de la cofradía de pescadores de Bermeo, año 1353, que publicara Labayru (19), y las de la villa de Bilbao correspondientes a los siglos XV y XVI -compilaciones de 1526, 1548 y 1593- (20), anteriores a las ediciones de 1682 y 1711, que es la misma colec­ ción, mandada imprimir por el municipio (21). Monreal Cia estu­ dia también ordenanzas de Portugalete, Durango, Lequeitio, Mar- quina y Bermeo (22). También en el siglo XVIII se imprimieron las ordenanzas de gobierno de San Sebastián, en 1760 (23), y de Vito­ ria, en 1747 y, de nuevo, en 1761 (24). Hay noticia de las de Salinas de Anana, conservadas en su archivo municipal (25).

(15) C. M. VIGIL: Colección histórico-diplomática del Ayuntamiento de Oviedo. Oviedo, 1889, (16) M. SANGRADOR VÍTORES: Historia de la Administración de Justicia y del anti­ guo gobierno del Principado de Asturias y colección de sus fueros, cartas pueblas y anti­ guas ordenanzas. Oviedo, 1866. (17) Gonzalo MARTÍNEZ DIEZ: «Fueros locales en el territorio de la provincia de Santan­ der». AHDE, (1976), 527-608. (18) Rogelio PÉREZ BUSTAMANTE: Ordenanzas antiguas de la villa de Cabezón de la Sal. Cabezón de la Sal, 1980. (19) Estanislao J. LABAYRU Y GOICOECHEA: Historia General del Señorío de Bizca- ya. Bilbao, 1895-1903, Vol. II, 820-839. (20) A. MAÑARICUA: «Las Ordenanzas de Bilbao», impresas en 1669», Estudios de Deusto, IV, (1956) 475-480. Hay compilaciones de las ordenanzas de 1526, 1548 y 1593, más ediciones posteriores de 1682 y 1711. Las de 1593, editadas por A. MAÑARICUA: Las Or­ denanzas de Bilbao de 1593. Estudio preliminar y texto. Bilbao, 1954. (21) Ordenanzas de la noble villa de Bilbao. 1682. 1711. (22) Gregorio MONREAL CIA: Las instituciones públicas del Señorío de Vizcaya hasta el siglo XVIII. Bilbao, 1974. Reseña de todas las ordenanzas municipales. (23) Ordenanzas de gobierno, methodo de distribuir propios y arbitrios de San Sebas­ tián y Reglamento Real de Derechos que debe exigir en los géneros de mar y tierra. Pamplona, 1760. (24) Ordenanzas de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Vitoria. 1747. Quaderno de las leyes y ordenanzas con que se govierna esta muy noble y muy leal provincia de Álava. Vitoria, 1761. (25) Agustín MILLARES CARLO: Notas bibliográficas acerca de archivos municipa­ les... Madrid, 1952, 19-20.

228 • Los ordenamientos otorgados a Burgos por Alfonso X recogen, en parte, disposiciones generales de Cortes (26). Para los siglos ba- jomedievales hay ordenanzas conservadas en el archivo municipal de la ciudad, y también en el de Simancas (27) y, por fin, las de época moderna se compilaron y publicaron en 1615 y, de nuevo, en 1747 (28). En la zona burgalesa, cabe recordar las ediciones de las ordenanzas de Toba de Valdivieso (29), Medina de Pomar de 1481 y 1495 (30) y Oña (31). Para el sector riojano se cuenta ya con las de Logroño, hechas en 1676 (32) y de nuevo en 1807 (33), y aprobadas en ambas ocasiones por el Consejo de Castilla. Otras menores se re­ fieren a Laguna de Cameros (34), Ojacastro, del siglo XVI (35), Bujedo, aldea de Miranda de Ebro, del XVII (36) y Ezcaray (37)

(26) Ismael GARCÍA RAMILA: «Ordenamientos de posturas y otros capítulos generales otorgados a la ciudad de Burgos por el rey Alfonso X». Híspanla, V (1945), 179-235, 385- 439, 605-650. (27) Ordenanzas dadas a la ciudad de Burgos en 15 de febrero de 1497, por los Reyes Ca­ tólicos, para completar y aclarar sus antiguos estatutos y ordenanzas (A. M. Burgos, Sección Histórica, n° 1443 bis). Ordenanzas de la alhóndiga del pan de Burgos (Simancas, Registro General del Sello, septiembre 1513. Ordenanzas de la ciudad de Burgos, año 1516, en Si­ mancas, Consejo Real, L° 593, n° 19). J. A. BONACHIA HERNANDO: El concejo... G. DIEZ DE LA LASTRA: «Las primeras ordenanzas de los zapateros burgaleses», AHDE (1929), 441 y ss. Luciano SERRANO: Los Reyes Católicos y la ciudad de Burgos. Madrid, 1943, p. 212, Julián SAINZ DE BARANDA: La ciudad de Burgos y su concejo en la Edad Media, Burgos, 1967, 2 vol. (28) Ordenanzas de la muy noble y muy más leal ciudad de Burgos. Burgos, 1615. Or­ denanzas de la muy noble y muy más leal ciudad de Burgos, cabeza de Castilla y cámara de Su Majestad, Aprobadas por Su Majestad y señores de su Real y Supremo Consejo de Castilla en tres de febrero de mil setecientos cuarenta y siete. 1747. Madrid. (29) Floriano BALLESTEROS CABALLERO: «Ordenanzas del concejo e inventario de documentos de Toba de Valdivieso (Burgos)», Boletin de la Institución Fernán González, 183 (1974), 323-354. (30) Julián GARCÍA SAINZ DE BARANDA: Apuntes históricos sobre la ciudad de Medi­ na de Pomar. Burgos, 1917. (31) María del Carmen PESCADOR DEL HOYO: «Ordenanzas laborales de la villa de Oña a fines del siglo XV», Cuadernos de Historia de España, XXI XXII (1954), 345 357. (32) Ordenanzas hechas por la muy noble y muy leal ciudad de Logroño, con que se ri­ ge y govierna la policía de ella. Confirmadas por Su Magestad el año de 1676. Nuevamen te editadas en 1744. (33) Ordenanzas para el gobierno del campo de la muy noble y muy leal ciudad de Logroño. Aprobadas por el Consejo de Castilla en 7 de septiembre de 1807. (34) María Isabel FALCON PÉREZ: «Ordenanzas municipales de Laguna de Cameros», Suma de estudios en homenaje al limo. Dr. Ángel Canellas López. Zaragoza, 1969, 279- 303. (35) José J. Bautista MERINO URRUTIA: Ordenanzas de Ojacastro (Rioja) (siglo XVI). Madrid, 1958. (36) María del Carmen PESCADOR DEL HOYO: «Ordenanzas municipales de Bujedo a fines del siglo XVII», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1976, 697-731.

229 editadas todas ellas recientemente. La situación de las ediciones sobre León es muy semejante: hay ordenanzas inéditas de fines del siglo XV y del XVI conservadas en su archivo municipal y en el de Simancas (38) pero las primeras impresas son las confirmadas por Carlos V, y se reeditaron en 1669 (39). Interesan también el «Resumen de las políticas ceremo­ nias...», compuesto por Cabeza de Vaca en 1693 (40), y los textos de ordenanzas rurales publicados, relativos a la Tierra de Ordás (41), a la montaña de León (42) y a otros concejos de aquel territo­ rio (43). Las ordenanzas de Valladolid se imprimieron en el siglo XVI y tuvieron hasta tres reediciones sin modificación, de las que conocemos las de 1605 y 1763, aunque recientes investigaciones de­ muestran que la villa también las tuvo en la Edad Media (44). También ocurrió lo propio en Medina del Campo, que las compiló a fines del siglo XV, y en Zamora, ambas en curso de edición (45). En 1590 promulgaba las suyas Villa de San Miguel de la Ribera, cerca de Zamora (46). En la misma línea del Duero, la villa señorial

(37) Pedro LONGAS BARTIBAS: «Ordenanzas municipales de Ezearay», AHDE (1961), 465-472. (38) Simancas, Consejo Real, 83-81: ordenanzas de León, sobre trigo y harina, de 29 de enero de 1511. Vid. las reseñadas por José A. MARTIN FUERTES y César ALVAREZ AL VAREZ: Archivo histórico municipal de León. Catálogo de documentos. León, 1982. (39) Ordenanzas para el govierno desta muy noble y muy más leal ciudad de León, su tierra y jurisdición, hechas por los señores justicia y regimiento della. Confirmadas por la magestad del señor emperador Carlos Quinto. León, 1669. (40) Francisco CABEZA DE VACA: Resumen de las políticas ceremonias con que se go­ bierna la noble, leal y antigua ciudad de León, cabeza de su reyno. Valladolid, 1693. (Reimpresión, León, 1978). (41) Florentino Agustín DIEZ GONZÁLEZ: La noble tierra de Ordás (Monografía his­ tórica y concejil). Madrid, 1950. (42) Francisco FLORES DE QUIÑONES Y DÍAZ: «Costumbres jurídicas de la montaña de León», Gaceta del Notariado (Madrid), 1895. (43) Elias LÓPEZ MORAN: «Derecho consuetudinario leonés», Revista General de Le­ gislación y Jurisprudencia, XC (1897), p. 737 y ss. (44) Es la tesis doctoral, en curso, de Adeline RUCQUOI. Las ediciones de Valladolid, 1605 y 1763, llevan el mismo título: Ordenanzas con que se rige y govierna la República de la muy noble y muy leal villa de Valladolid. (45) Las de Medina del Campo, en curso de estudio por Carlos ALVAREZ (Archivo Pro­ vincial de Soria) y las de Zamora por Salustiano MORETA VELAYOS (Colegio Universita­ rio de Zamora). Ambas se conservan en los respectivos archivos municipales. (46) María del Carmen PESCADOR DEL HOYO: «Cómo surge una Villa en el siglo XVI: San Miguel de la Ribera y sus Ordenanzas Municipales». Revista de Estudios de la Vida Lo­ cal, 148, (1966), 513-539.

230 de Peñafiel había recibido ya las primeras ordenanzas de su señor, el famoso Donjuán Manuel, a comienzos del siglo XIV (47). En la extremadura segoviana y en sus áreas próximas hay muchos ejemplares de ordenanzas, pero también grandes vacíos y una notable dispersión en el tiempo. De la misma Segovia y su tierra se sabe más bien poco, aunque las ordenanzas concejiles de la ciudad, de fines de la Edad Media, han comenzado ya a manejarse (48), y hay unas de 1514, confirmadas por Juana I, sobre viñas y he­ redades, montes y dehesas, que se conocen de antiguo (49), más otras de época moderna (50). También son de interés las ordenan­ zas suntuarias de Valverde, lugar de la comunidad segoviana (51) y las de Carbonero el Mayor (52). Las más antiguas relativas a Riaza fueron incluidas en su Colección Diplomática (53), y las hay tam­ bién relativas a algunas aldeas de Sepúlveda (54). Cuéllar, por su parte, las compiló en 1545, con la aprobación de su señor el mar­ qués, y se imprimieron en 1547 (55), pero ya tenía ordenanzas par­ ciales dispersas, por ejemplo las relativas a pinares del año 1492 (56). Todas ellas han sido objeto de un amplio estudio histórico-

(47) Andrés JIMÉNEZ SOLER: Don Juan Manuel. Zaragoza, 1932. p. 655: Ordenanzas dadas a la villa de Peñafiel. (48) En la tesis doctoral de María ASENJO GONZÁLEZ (Universidad de Madrid). (49) Vid. Eugenio LARRUGA Y BONETA: Memorias... X, p. 272 (Ordenanzas de Sego­ via y su Tierra en 1514. L. REDONET: «Ordenanzas para la Comunidad y Tierra de Sego­ via, en 1514», Boletín de la Real Academia de la Historia, C (1932), 279-283. Román RIAZA: «Ordenanzas de ciudad y tierra». AHDE (1935), 468-495. (50) Vid. Manuel GONZÁLEZ HERRERO: Segovia, pueblo, ciudad y tierra. Segovia, 1971. Luis GARCÍA ARIAS: Segovia y el derecho. Segovia, 1970. Salvador BERNAL MARTIN: Usos y fueros de Segovia, Segovia, 1974. Ángel GARCÍA SANZ: Desarrollo y crisis del Antiguo Régimen en Castilla la Vieja. Economía y sociedad en tierra de Sego­ via. 1500-1814. Madrid, 1977. (51) Julián de SAN PELA YO: Ordenanzas de Valverde, comunidad y tierra de Segovia, sobre la plata y paños de las bodas y otras cosas. Madrid, 1894. (52) Antonio MARTIN LÁZARO: «Cuaderno de Ordenanzas de Carbonero el Mayor», AHDE (1932), 322-334 (año 1409). (53) Colección Diplomática de Riaza. Ed. Antonio UBIETO ARTETA. Segovia... (54) Emilio SAEZ: «Ordenanzas de Santa María del Olmo, Zarzosa, Corral de Yuso y Villarejo de la Serna (1516)» AHDE, (1951-1952), 1142-1151. (Son aldeas de Sepúlveda. Año 1516). (55) Ordenanzas de esta villa de Cuéllar. (Aprobadas por el marqués en 20 de febrero de 1545). Valladolid, 1547. (56) M.V.: «Ordenanzas de los pinares de la villa de Cuéllar», Estudios Segovianos, XIX, 56-57 (1967), 325-336.

231 jurídico reciente (57). En 1583 el rey aprobaba las ordenanzas re­ dactadas por el concejo de Coca para su villa y tierra (58). En el sec­ tor soriano, por último, hay noticias de las de Agreda (59) y una edición reciente de ordenanzas agrarias de la villa y tierra de Yan- guas (60). Las ordenanzas de Avila de 1485, a partir de una copia de 1771, fueron editadas hace años y han sido utilizadas frecuentemente (61). En algunos aspectos las complementan los documentos relati­ vos al «Asocio de la universidad y tierra de Avila», donde se inclu­ yen ordenanzas de 1384, relativas a usos agrarios (62). Contamos también con ediciones de las de Villatoro (63) y de las señoriales da­ das al ducado de Alba en 1509, que eran de aplicación, por ejemplo, en El Barco de Avila (64) y, seguramente, en Piedrahita (65). Para comarcas próximas hay buenos ejemplos editados, relati­ vos a Miranda del Castañar (66), La Alberca (67), y uno inédito

(57) Esteban CORRAL GARCÍA: Las comunidades castellanas y la villa y tierra anti­ gua del Cuéllar. Salamanca, 1978. (58) Ejecutoria y ordenanzas de la villa y tierra de Coca. (Otorgadas por el rey, tras su presentación por el concejo. Madrid, 14 de mayo de 1583). (59) A. MILLARES CARLO: Notas bibliográficas acerca de archivos municipales, pp. 55-56. (60) En, María Consuelo DELGADO MARTÍNEZ: Apuntes sobre la vida rural de la villa y tierra de Yanguas (Soria). Sglos XII-XVI. Soria, 1981, pp. 154-164. Corresponden a comienzos del siglo XVI. (61) Las ordenanzas de Avila (manuscrito de 1485 y su copia de 1771). Publicadas por el Marqués de Foronda... con la cooperación del señor D. Jesús MOLINERO. Madrid, 1917.— Vid. también, Ricardo BLASCO: «El problema del Fuero de Avila», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, IX (1954), 7-32. (62) Asocio de la extinguida Universidad y Tierra de Avila. Avila, s.a. (aprox. 1920). (Introducción histórica por Jesús MOLINERO FERNANDEZ). (63) R. BLASCO: «Ordenanzas municipales de Villatoro (Avila)», AHDE, (1935), 391 431. (64) Nicolás de la FUENTE ARRIMADAS: Fisiografía e Historia del Barco de Avila. Avila, 1925-1926, 2 vol. (I, p. 290 y ss: ordenanzas del ducado de Alba, 1509). (65) A. MILLARES CARLO: Notas bibliográficas... p. 20. En curso de estudio en la te­ sis doctoral de Elisa de SANTOS CANALEJO (Universidad de Madrid). (66) Santiago STUART Y FALCO (Duque de Berwick y de Alba): Noticias históricas de los estados de Montijo y Teba. Madrid, 1915. (Referencia a las ordenanzas de Miranda del Castañar). Julián ALVAREZ VILLAR: La villa condal de Miranda del Castañar. Sala­ manca, 1975. t (67) Gabrielle BERROGAIN: «Ordenanzas de La Alberca y sus términos, Las Hurdes y las Batuecas», AHDE, (1930), 381-441. Vid. también, para un área muy cercana, José Luis MARTIN: «Organización municipal de la villa de Gata en el siglo XVI», Villes de l'Europe Méditerranéenne et de l'Europe occidentale du Moyen Age au XlXe siécle. Paris, 1970, pp. 101-124.

232 muy importante, las ordenanzas de Béjar, recopiladas por el conce­ jo y refrendadas por su duque en 1577 (68). Para Salamanca, otra de las urbes principales al S. del Duero, sólo se dispone, por el mo­ mento, de las ordenanzas recopiladas y editadas en 1619 (69), pero el historiador local Villar y Macías da noticia y utiliza bastantes an­ teriores, del siglo XVI (70). En las diversas urbes de Castilla la Nueva que se poblaron según fueros o costumbres de las extremaduras hubo también numerosas ordenanzas bajomedievales, así como la común tendencia a compi­ larlas a finales del siglo XV o en el XVI. Así sucedió con las de Buitrago y su tierra (71). En Guadalajara se cuenta con la edición de las medievales, obra de Layna Serrano (72), y con un estudio inédito sobre las «ordenanzas nuevas» de 1567 (73). Por el contra­ rio, las ordenanzas medievales de Madrid no han sido estudiadas sistemáticamente todavía, aunque sí utilizadas (74) y publicadas al­ gunas hace tiempo (75). Las primeras modernas, correspondientes a 1585, lo fueron por González de Amezua (76), y en su tiempo se imprimieron las relativas a urbanismo y construcción por Juan de Torija, en 1661 (77). Algo semejante sucede en Cuenca, cuyo archi-

(68) Ordenanzas de Béjar, recopiladas por el concejo y editadas por el duque de Béjar, a 10 de octubre de 1577. Ejemplares en el Archivo Municipal de Béjar y en el Archivo Histó­ rico Nacional, Osuna, leg. 269. (69) Ordenanzas de esta ciudad de Salamanca que, por su mandado, recopiló don An­ tonio VERGAS DE CARVAJAL. Salamanca, 1619. (70) M. VILLAR Y MACIAS: Historia de Salamanca. Salamanca, 1973 (reimpresión). (71) Matías FERNANDEZ GARCÍA: Fuentes para la historia de Buitrago y su tierra. Madrid, 1966, 2 vol. (72) F. LAYNA SERRANO: Historia de Guadalajara y sus Mendoza. Madrid, 1942. (Apéndice documental del volumen primero). (73) Salvador CAÑAS GÓMEZ: Las ordenanzas «nuevas» de Guadalajara del 1567. Madrid. Instituto de Estudios de Administración Local (copia mecanográfica, sin fecha). (74) Galo SÁNCHEZ: El Fuero de Madrid y los derechos locales castellanos. Madrid, 1932. Rafael GIBERT Y SÁNCHEZ DE LA VEGA: El concejo de Madrid. I: su organiza­ ción en los siglos XII a XV, Madrid, 1949. (75) Documentos del archivo general de la villa de Madrid. Madrid, 1888-1909, 4 vol. Ed. por Timoteo DOMINGO PALACIO (ordenanzas de los años 1500 a 1504 en los vol. III y IV). Documentos de la villa de Madrid. Madrid, 1932. Ed. Ángel PÉREZ CHOZAS (ordenanzas de 1380). Libros de Acuerdos del Concejo Madrileño. Madrid, 1932-1979, 3 vol. (1464-1497). (76) Agustín GONZÁLEZ DE ÁMEZUA Y MAYO: Las primeras ordenanzas municipa­ les de la villa y corte de Madrid (1585). Madrid, 1926. (77) Tratado breve, sobre las ordenanzas de la villa de Madrid y policía de ella, por Juan de TORIJA, maestro arquitecto y alarife de ella, y aparejador de las obras reales. Madrid, 1661.

233 vo municipal conserva muchas, utilizadas en parte durante los últi­ mos años (78). Los privilegios y ordenanzas reales de Toledo fueron editadas ya en 1551 (79) y 1603 (80). Respecto a las ordenanzas recopiladas por el concejo en 1562 y aprobadas por el Consejo Real en 1590, fueron publicadas y estudiadas por A. Martín Gamero en 1858, autor que da noticia de las anteriores, correspondientes en general al siglo XV (81), y hoy en curso de transcripción (82). Algunas ediciones se re­ fieren también a ordenamientos reales y ordenanzas concejiles del XV que, en parte, afectan a nuestro tema (83). Y, por fin, las de Talavera de la Reina han sido estudiadas recientemente (84). Otras muchas ordenanzas correspondientes a villas y lugares menores co­ mo Santorcaz (85) o Ajofrín (86), se han utilizado en ocasiones, pe­ ro hay muchas más inéditas y sin estudiar (87). Y, también, cabe

(78) Paulino IRADEL MURUGARREN: Evolución de la industria textil castellana (siglos XIII-XVI). Salamanca, 1974. María DOLORES CABANAS GONZÁLEZ, en su te­ sis doctoral sobre Cuenca en la Baja Edad Media (Universidad de Madrid). (79) Ordenanzas... de la imperial ciudad de Toledo. Toledo, 1551. (80) Ordenanzas y privilegios de la ciudad de Toledo. Toledo. Pedro Rodríguez, 1603. (81) Ordenanzas para el buen régimen y gobierno de la muy noble, muy leal e impe­ rial ciudad de Toledo. Ed. por Antonio MARTIN GAMERO. Toledo, 1858. Son las reco­ piladas por el concejo en 1562, aprobadas por el Consejo Real en 1590. (82) Copias conservadas en el Archivo Municipal de Toledo. Estudiadas en su Memoria de Licenciatura por Fernando SÁNCHEZ BODALO (Universidad de Madrid). (83) Emilio SAEZ SÁNCHEZ: «Aranceles de Toledo», AHDE, (1942-1943), 546-560. «Ordenamiento dado a Toledo por el Infante Don Fernando de Antequera, tutor de Juan II, eri 1411», AHDE, (1944), 499-556. «El libro del juramento del Ayuntamiento de Toledo», AHDE, (1945), 530-624. «Ordenanzas de los gremios de Toledo», Revista del Trabajo, oc­ tubre de 1944 a agosto de 1945. Antonio PALOMEQUE TORRES: «El fiel del juzgado de los propios y montes de la ciudad de Toledo», Cuadernos de Historia de España, LV-LVI (1972), 322-399. (84) María Jesús SUAREZ ALVAREZ: Talavera de la Reina en la Baja Edad Media. Oviedo, 1978 (inédita). Mención en A. MIRALLES TORRES: Notas bibliográficas... p. 59. (85) Luis SÁNCHEZ BELDA: «Fuero y ordenanzas municipales de la villa de Santorcaz». AHDE, (1945), 655-669. (86) Conservadas en el Archivo de la Catedral de Toledo. Año 1476. (87) Sólo en el Archivo Histórico Nacional, Sección Osuna, hay ordenanzas de los siglos XIV al XVII de diversos lugares como Hita, Puebla de Alcocer, Ayora, Méntrida, Villa del Prado, San Martín de Valdeiglesias, Guadarrama, Manzanares el Real, Colmenar Viejo y Fuenlabrada. Y en Simancas, de Robledo de Chávela, año 1516 (Consejo Real, leg. 593, n° 6) y otras en Registro del Sello, Memoriales de Cámara de Castilla, y el mismo Consejo Real.

234 recordar las de Alcalá de Henares, otorgadas por Felipe II en 1592 (88), o las muy tardías tocantes a los bosques y Reales Sitios de El Pardo, Aranjuez, El Escorial, Balsaín y otros, bastante diferentes, por su contenido y objetivos, de las municipales que ahora nos ocu­ pan (89). En las amplias tierras manchegas y extremeñas dominadas por las Ordenes Militares, apenas hay noticia de ordenanzas locales, aunque la administración de los señoríos indudablemente las exigiría. Sí existen, en cambio, las tocantes a grandes municipios de realengo y a algunos de señorío laico extremeños: Plasencia (90), Cáceres (91) y Trujillo (92) conservan compilaciones con ordenan­ zas de los siglos XIV y XV. Para Cáceres se cuenta, además, con una recopilación posterior, hecha en 1569 (93). Las de Badajoz no se imprimieron por vez primera hasta 1767, previa aprobación del Consejo Real (94). En su área hay noticias de las señoriales de Bur- guillos del Cerro, a mediados del XVI, y Capilla (95), y de las de Villalba (96), pero, sobre todo, de las compiladas por dos impor­ tantes poblaciones integradas en el señorío de la Orden de San-

(88) Ordenanzas de la villa de Alcalá de Henares, otorgadas en 1592 por Felipe II. Alca­ lá, 1685. (89) Recopilación de las reales ordenanzas y cédulas de los bosques reales del Pardo, Aranjuez, Escorial, Valsain y otros. Madrid, 1687 (Compiladas por Pedro y Manuel Anto­ nio de CERVANTES). Ordenanzas para el gobierno del Real Sitio de Aranjuez. Madrid, 1795. (90) Utilizadas por Elisa de SANTOS CANALEJO: El siglo XV en Plasencia y su tierra. Proyección de un pasado y reflejo de una época, Cáceres, 1981. (91) Utilizadas en su tesis doctoral por Fermina SANTANA CONSUEGRA: La villa de Cáceres en el siglo XV. Madrid, 1981 (Universidad de Madrid). Menciones en Pedro LUMBRERAS VALIENTE: Los fueros municipales de Cáceres. Su derecho público. Cá­ ceres, 1974. Vid. también, Pedro ULLOA Y GOLFÍN: Fueros y privilegios de Cáceres, 1676. (92) María de los Angeles SÁNCHEZ RUBIO: Estructura socio-económica de la ciudad de Trujillo a través de sus ordenanzas municipales (siglo XV)», La Rábida, 1981 (Coloquio sobre la ciudad hispánica durante los siglos XIII a XVI). Estudiadas en su tesis doctoral por María del Carmen FERNANDEZ-DAZA ALVEAR (Universidad de Madrid). (93) Ordenanzas del Ayuntamiento de Cáceres recopiladas en 1569. Introducción por Antonio RUBIO ROJAS. Cáceres, 1974. (94) Ordenanzas de la muy noble y muy leal ciudad de Badajoz... aprobadas por el Supremo Consejo de Castilla en 28 de enero de 1767. Madrid, 1767. (95) Las de Burguillos en Carmen FERNANDEZ-DAZA: El señorío de Burguillos en la Baja Edad Media extremeña. Badajoz, 1981. Las de Capilla en Archivo Histórico Nacional, Osuna, leg. 352, n° 1, leg. 3832, 359 y 360. (96) Isabel María PÉREZ GONZÁLEZ: «Ordenanzas de Villalba. Badajoz». Revista de Estudios Extremeños, XXXV, 2 (1979), 221-277.

235 tiago: las de Mérida, «reformadas de las antiguas», se editaron en 1677 (97), y las de Jerez de los Caballeros en 1758 (98). Alcaraz era el enclave urbano más meridional de Castilla la Nueva dotado del derecho de las extremaduras: no parece que su archivo municipal conserve ordenanzas medievales, ni tampoco el de Ciudad Real (99). Más allá, el reino de Murcia se había organi­ zado con criterios algo diferentes, y hay alguna constancia de sus ordenanzas ciudadanas bajomedievales, sobre todo para Murcia capital (100), aunque las ediciones, tanto en Murcia como en Lor- ca, son de ordenanzas modernas (101). Se conocen también unas medievales de Calasparra, otras de Caravaca, se han editado algu­ nos ordenamientos regios de los siglos XHI y XIV, y otros han sido manejados en monografías relativas a los siglos XIII al XVI (102). En Sevilla hubo ordenamientos desde el momento mismo de su

(97) Ordenanzas de la muy noble, antigua, grande y leal ciudad de Mérida... reforma­ das de las antiguas. Madrid, 1677. (98) Ordenanzas para el gobierno de la muy noble y muy leal ciudad de Xerez de los Caballeros, aprobadas... en 10 de junio de 1758. Matías Ramón MARTÍNEZ Y MARTÍ­ NEZ: El Libro de Jerez de los Caballeros. Sevilla, 1892, extracta diversas ordenanzas de los siglos modernos. (99) Aurelio PRETEL MARÍN: Una ciudad castellana en los siglos XIV y XV (Alcaraz 1300-1475). Albacete, 1978, y, La integración de un municipio medieval en el Estado autoritario de los Reyes Católicos. (La ciudad de Alcaraz. 1475-1525). Albacete, 1979. Luis Rafael VILLEGAS DÍAZ: Ciudad Real en la Edad Media. La ciudad y sus hombres (1255-1500). Ciudad Real, 1981. Carla R. PHILLIPS: Ciudad Real. 1500-1750. Growth, Crisis and Readjustment in the Spanish Economy. 1979. (100) Vid. la excelente Colección de Documentos Inéditos para la Historia del Reino de Murcia, editada e inspirada por Juan TORRES FONTES. Murcia, 1963... Y la edición titu­ lada: Ordenanzas de la muy noble y muy leal ciudad de Murcia. Ordenanzas de huerta y campo. 1695.

(101) Ordenanzas y privilegios de la ciudad de Lorca. Granada, 1713. (102) Sin ánimo de ser exhaustivo, citaré las obras de Joaquín CERDA RUIZ-FUNES: «Documentos de Alfonso XI a la ciudad de Murcia (notas sobre la formación de un derecho local)», AHDE, (1971), y R. SERRA RUIZ: «Ordenanzas y repartimiento de Calasparrap, AHDE, (1969), además de las ordenanzas inéditas de Caravaca (Archivo histórico Nacional, Osuna, leg, 2166, n° 2, año 1556. También, Juan TORRES FONTES: «El ordenamiento de precios y salarios de Pedro I al reino de Murcia», ADHE, (1961), 281-292. María de los Lla­ nos MARTÍNEZ CARRILLO: Revolución urbana y autoridad monárquica en Murcia durante la Baja Edad Media (1395-1420). Murcia, 1980. Los diferentes números de la Mis­ celánea Medieval Murciana (Universidad de Murcia, desde 1974). Rodolfo BOSQUE CARCELLER: Murcia y los Reyes Católicos. Murcia, 1953. Francisco CHACÓN JIMÉ­ NEZ: Murcia en la centuria del quinientos. Murcia, 1979. J. OWENS: Rebelión, monarquía y oligarquía murciana. Murcia, 1980.

236 conquista. Los del siglo XIV se conservan en varias copias (103), y fueron utilizados en parte por J. Guichot y R. Carande (104). En el XV hubo, sobre todo, ordenanzas del municipio, que fueron reco­ piladas y sistematizadas a comienzos del XVI, imprimiéndose en 1527 y, de nuevo, en 1632 (105). Por la misma época se compilaban otras muchas en Andalucía: en Córdoba hubo una primera colec­ ción, en 1435 (106) y otra, mucho más amplia, a comienzos del siglo XVI, todavía inédita, como las de algunas poblaciones de su tierra (107). Por entonces se agruparon los textos de ordenanza del municipio de Carmona, muy abundantes en datos, y algo después los de Benacazón, en el Aljarafe sevillano, y las ordenanzas sobre usos agrarios de todo el mismo Aljarafe (108), los de Moguer, señorío de los Portocarrero (109), los de las poblaciones del conda­ do de Niebla y ducado de Medina Sidonia, en 1504 (110), y los de Jerez de la Frontera (111). Otros señoríos que completaron las orde-

(103) José VELAZQUEZ SÁNCHEZ: Archivo Municipal de Sevilla. Su índice. Sevilla, 1859-1861, 7 vol. Biblioteca Nacional de Madrid, Mss. 692 y 716. Archivo de Simancas, Patronato Real, 58-91. Emilio SAEZ SÁNCHEZ: «Ordenamiento sobre administración de justicia dado por Pedro I a Sevilla en 1360», AHDE, (1946), 712-750, y, «El libro del jura­ mento...» citado en nota 83, que incluye un ordenamiento dado a Sevilla en 1412. (104) Joaquín GUICHOT PARODY: Historia del Excelentísimo Ayuntamiento de... la ciudad de Sevilla. Sevilla, 1896-1904. Ramón CARANDE: Sevilla, fortaleza y mercado. Sevilla, 1972 (2a ed.). (105) Recopilación de las ordenanzas de la muy noble e muy leal cibdad de Sevilla. Se­ villa, 1527 (reimpresión, 1975). Ordenanzas de la segunda mitad del siglo XV, en Catálogo de la Sección 16". Archivo Municipal de Sevilla, 1280-1515 (A. COLLANTES DE TE RAN). Sevilla, 1977, y, del mismo autor, Sevilla en la Baja Edad Media. La ciudad y sus hombres. Sevilla, 1977. (106) Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ: «Ordenanzas del concejo de Córdoba (1435)», His­ toria. Instituciones. Documentos, 2 (1975), 189-315. (107) En el Archivo Municipal de Córdoba. Vid. el artículo deJ.M. BERNARDO ARES, citado en nota 5. Ordenanzas de Fuenteovejina, años 1492-1504, en A.H.N., Osuna, leg. 335, n° 2. (108) Ordenanzas del concejo de Carmona. Sevilla, 1972. Ed. de Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ. Las de Benacazón se conservan inéditas en la bibliotca del Instituto de Estudios de Administración Local, en Madrid. Ordenanzas sobre unos agravios del Aljarafe a co­ mienzos del siglo XVI, en curso de edición por Mercedes BORRERO FERNANDEZ (Universidad de Sevilla), según ejemplar del Archivo Municipal de Sevilla. (109) Estudiadas por Antonio GONZÁLEZ GÓMEZ: Moguer en la baja edad media (1248-1538). Huelva, 1977. (110) Archivo de los duques de Medina Sidonia en Sanlúcar de Barrameda, leg. 687. Otro ejemplar en copia del siglo XVIII, sin numerar. Hay también unas ordenanzas de 1620, da­ das por el duque Manuel Alonso. (111) Archivo Municipal de Jerez de la Frontera. Estudiadas en su tesis doctoral por Anto­ nio GONZÁLEZ GÓMEZ (Universidad de Sevilla).

237 nanzas de sus poblaciones en el tránsito del siglo XV al XVI fueron los de Palos, desde 1484 a 1523 (112), Alcalá de los Gazules, cuyo señor, Fadrique Enríquez de Ribera otorgó unas en 1513 (113), Morón, Olvera y Marchena (114) y, ya en versión de 1575, Zahara (115), prácticamente al tiempo de Gibraleón, Lepe y Ayamonte (116) o que, en el valle medio del Guadalquivir, Hinojosa y Belalcá- zar, Cañete de las Torres (117) y Baena, cuyas ordenanzas han sido editadas en 1907 (118): en ellas se ve la mezcla de preceptos del mis­ mo siglo XVI con otros del XV aún vigentes. Para el alto valle, se conocen las amplias ordenanzas de Baeza, compiladas en época de Carlos V (119), y las de Quesada, correspondientes a los años 1444 a 1556 (120). En el reino de Granada, después de su conquista e incorporación a Castilla, las ordenanzas aparecen paulatinamente, al tiempo que se organiza su régimen municipal. Así, sucede que los mismos reyes dan ordenamientos para establecerlo en diversas poblaciones, y que regularon el funcionamiento del de Granada capital incluso antes de la conversión al cristianismo de sus habitantes mudejares (121). Con posterioridad, el municipio hizo imprimir el conjunto de sus

(112) Antonio GONZÁLEZ GÓMEZ: «Ordenanzas muncipales de Palos de la Frontera (1484-1521).., Historia. Instituciones. Documentos, 3 (1976), 247-280. Miguel Ángel LA­ DERO QUESADA: «Palos en vísperas del Descubrimiento», Revista de Indias, 153-154 (1978), 471-506. (113) Enrique ROMERO DE TORRES, en Boletín de la Academia de la Historia, LVI (1910), pp. 72 y ss. da noticia de unas ordenanzas municipales de Alcalá de los Gazules, año 1513, otorgadas por su señor, D. Fadrique Enríquez de Ribera. (114) Archivo Histórico Nacional, Osuna, leg. 82, 93 y 1618. (115) Archivo Municipal de Zahara, inéditas. (116) Gibraleón en Archivo Histórico Nacional, Osuna, leg. 382, n° 59 bis a 74. Lepe en su Archivo Municipal, en curso de transcripción por Antonio GONZÁLEZ GÓMEZ (Universidad de Sevilla). (117) María de la Concepción QUINTANILLA RASO: «Ordenanzas Municipales de Ca­ ñete de las Torres (Córdoba), 1520-1532», Historia. Instituciones. Documentos, 2 (1975), 483-521. Las de Belalcázar e Hinojosa en Archivo Histórico Nacional, Osuna, leg. 3829, n° 1, leg. 329 y 334. (118) F. VALVERDE PERALES: Antiguas ordenanzas de la villa de Baena. Siglos XV y XVI. Córdoba, 1907 (reimpresión, 1976). (119) Carmen ARGENTE DEL CASTILLO OCAÑA y José RODRÍGUEZ MOLINA: Reglamentación de la vida de una ciudad en la Edad Media. Las ordenanzas de Baeza. Inédito, a publicar por el Instituto de Estudios Giennenses. (120) Juan de Mata CARRIAZO Y ARROQJJIA: Colección diplomática de Quesada. Jaén, 1975. Incluye las ordenanzas de los años 1444 a 1556. (121) Miguel Ángel LADERO OJJESADA: «La repoblación del reino de Granada anterior al año 1500». Hispania, 110 (1968), 489-563.

238 ordenanzas en 1552, reeditadas en 1672 (122). El de Málaga realizó la misma operación en 1611 (123). En otras poblaciones del reino el proceso sería similar, pero sólo se han editado hasta hoy las orde­ nanzas de Antequera (124) y algunos textos menores pero excelen­ tes para comprender el proceso de elaboración del derecho munici­ pal del reino de Granada (125). Por la misma época comenzaba la historia de los municipios castellanos en las Islas Canarias (126), y con ella la de sus ordenanzas: han sido editadas las de Tenerife (127), Las Palmas de Gran Canaria (128), El Hierro (129), y Santa Cruz de La Palma (130), éstas dos últimas ya del siglo XVIII, y las primeras de comienzos del XVI en su contenido más importante. Tenemos noticia y posibilidad de consultar, en resumen, más de un centenar de referencias, estudios o ediciones sobre ordenanzas locales, promulgadas por los mismos municipios en la mayor parte de las ocasiones, en otras por los reyes o por los señores, a partir de la segunda mitad del siglo XIII, aunque estemos muy lejos de haber alcanzado un nivel relativamente completo o satisfactorio de noti­ cias sobre esta fuente documental, dada la situación tan desigual en que se halla su inventariado y edición. No obstante, al cotejar los casos conocidos, se comprueba que no es difícil hacer un esquema o

(122) Ordenanzas que los muy ilustres y magníficos señores de Granada mandaron guardar para la buena governación de su república. Granada, 1552 y 1672. Vid. también Francisco de Paula VALLADAR: Las ordenanzas de Granada y las actas industriales gra­ nadinas. Granada, 1915. (123) Ordenanzas de la... ciudad de Málaga. Málaga, 1611. Muchas son de comienzos del siglo XVI. (124) Francisco ALIJO HIDALGO: Ordenanzas de Antequera (1531). Málaga, 1979. (125) José Manuel PEREZ-PRENDES: «El derecho municipal...» (nota 7). (126) José PERAZA DE AYALA: Las ordenanzas de Tenerife y otros estudios para la historia municipal de Canarias. Tenerife, 1976. Leopoldo de la ROSA OLIVERA: Evolu­ ción del régimen local en las Islas Canarias. Madrid, 1946, y, «Los comienzos de la vida municipal en Tenerife», Estudios en homenaje a Jordana de Pozas, Madrid, III, 2o, pp. 247-260. Pedro CULLEN DEL CASTILLO: Libro Rojo de Gran Canaria o Gran Libro, de Provisiones y Reales Cédulas. Las Palmas de Gran Canaria, 1947. Y la edición de Acuerdos del Cabildo de Tenerife citada en nota 11. (127) José PERAZA: Las ordenanzas... (128) Francisco MORALES PADRÓN: Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria, 1531. Las Palmas de Gran Canaria, 1974. (129) José PERAZA DE AYALA Y RODRIGO DE VALLABRIGA: «Los antiguos cabil­ dos de las Islas Canarias», AHDE, IV (1927) 225-297. Edita las ordenanzas de El Hierro de 1705. (130) Ed. en curso a cargo de Juan REGULO PÉREZ (Universidad de La Laguna de Te­ nerife).

239 elenco general de temas y puntos tocados en las ordenanzas, aun­ que no en todas ni de manera semejante. El que se expone a conti­ nuación es sólo una guía muy sucinta para encuadrar mejor los contenidos y permitir, más adelante, estudios comparativos sobre diversas áreas temáticas, utilizando grupos amplios de ordenanzas, homogéneos en razón de la época en que se promulgaron o por per­ tenecer a la misma área regional.

I. La organización y funcionamiento del concejo. Casi todas las compilaciones de ordenanzas se ocupan de ello, a menudo de­ sarrollando lo dispuesto en ordenamientos y privilegios reales, a los que completan. Tales disposiciones suelen figurar en la parte pri­ mera de las ordenanzas, y se refieren a estos puntos, por regla gene­ ral: 1. La composición del regimiento. Las formas de designación de sus miembros y de los oficiales a su servicio. 2. El funcionamiento del regimiento. — Las reuniones de cabildo. Días, horas y lugares. Formas de ci­ tación. Cabildos ordinarios y extraordinarios. — Las deliberaciones: ausencias, turnos de palabra, votaciones y acuerdos. Secreto de lo tratado. Cumplimiento o revocación de acuerdos. — Escribano del cabildo. Actas de las reuniones. 3. La justicia. — Alcaldes ordinarios. Alcalde de la justicia. Alcaldes mayores. Oficiales menores de justicia. — Procedimiento de actuación: emplazamientos, lugares y días de juicio, cumplimiento de sentencia. — Los alguaciles y el orden público. Circulación nocturna. Ru­ fianes y vagabundos. Los carceleros. — Los escribanos públicos. 4. Los diversos oficiales concejiles y sus misiones peculiares. — Los jurados. Los personeros. — Los fieles. El almotacén. Los visitadores. — El mayordomo. Los contadores. — Los oficiales menores: pregoneros, guardas de monte, mese­ gueros, viñaderos. — El procurador del concejo.

240 5. Las intervenciones externas en el régimen municipal: de la Co­ rona. De los señores. II. Vecindario. En bastantes ocasiones, las ordenanzas se re­ fieren también al resto del vecindario, a su consideración como tal, y a diversas obligaciones públicas del mismo, en especial las milita­ res. 1. Los vecinos. La adquisición de vecindad. Los albarranes. 2. Padrones de cuantías y forma de efectuarlos. 3. Obligaciones y regímenes militares. Padrones de alardes. 4. Tenencia y provisión de castillos y fortalezas. III. Los bienes de propios. La fiscalidad concejil. 1. Las distintas rentas y derechos municipales. Generalmente no se alude a sisas o imposiciones extraordinarias. 2. Las multas, su reparto. 3. Los inmuebles urbanos municipales. Uso o arrendamiento. 4. Las fincas rústicas en régimen de propios. Su arrendamiento. 5. Los tipos de gasto municipal. Este extremo se contempla con menor frecuencia y sólo en algunos aspectos, como es el salario ha­ bitual de los oficiales municipales, pero no en otros como son la contratación de obras y servicios públicos. Por ejemplo: reparo de murallas, calzadas y puentes, pavimentación, casa ayuntamiento, casa o audiencia de justicia, cárcel, carnicerías y pescaderías, hos­ pitales, estudio o escuela, limpieza, fiestas, organización de feria o mercado, mensajeros, pleitos...

IV. El marco de la vida urbana. Policía urbana. 1. Urbanismo: murallas y fortificaciones, licencia de obras, calles: pavimentación, fachadas, orden en las construcciones. Ca­ minos y puentes. Los alarifes municipales o maestros de obras. 2. La limpieza de plazas, calles, fuentes y otros lugares públi­ cos.— Alcantarillado. 3. El emplazamiento de actividades malsanas o sucias; matade­ ros, tenerías, cría de cerdos, palomares, basureros. 4. Regulación de ciertas actividades y servicios; mesones, baños, mancebías.

V. El abastecimiento y sus condiciones. 1. Las prohibiciones de exportación o «saca».

241 2. El abasto de productos básicos: — Agua. Cursos de agua. Fuentes y abrevaderos. — Pan y harina. Hornos, tahonas, molinos. — Carne. Carnicerías. Venta de caza. — Pescado. Pescaderías. — Vino. Entrada de vino de vecinos y de forasteros. — Aceite. — Cal, teja, ladrillo. Madera. — Otros productos: sal, miel y cera, queso, azúcar, hortalizas y frutas. 3. Control y fijación de precios, pesas y medidas.

VI. Comercio y mercado urbano. 1. Ferias y mercados. Seguridad en el transporte de productos. 2. Venta en tiendas, plazas y otros lugares reservados. 3. La reventa; regatones y regateras. 4. Corredores. 5. Abastecedores oficiales o «mercaderes de mantenimientos». 6. Condiciones de venta, regulación y vigilancia del comercio, en general.— Venta en días festivos.

VII. Actividad y ordenanza de los diversos oficios. 1. La organización gremial. Veedores y alcaldes de oficios. 2. Textil: producción, distribución y venta. 3. Construcción. 4. Cuero. 5. Metal. 6. Barro, tonelería y cestería. V. Artes: plateros y orfebres. Candeleros y cereros. 8. Medicina. Especería. Botica. 9. Hostelería. 10. Transporte: carreteros, acemileros. Régimen de navios. 11. Jornaleros y otros trabajadores. 12. Esclavos.

VIII. La economía agraria. 1. Las tierras de propiedad particular. — Su régimen administrativo. Su protección contra daños y ex­ polios.

242 — Disposiciones sobre heredades, «panes» y sementeras, huertas, viñas y olivares, prados, dehesas y cotos. — Obligaciones comunales en propiedad privada. 2. La propiedad comunal. — La defensa jurídica: pelitos y guarda de límites y términos. — La utilización: • Eras. • Zonas de pasto y regulación de su uso. Dehesas boyales. Prados de caballos. • «Tierras vagas» o «entradizas» y cesiones a terrazgo en baldíos: régimen de usufructo. • Aprovechamientos forestales. • Actividades recolectoras; caza, pesca, frutos y raíces, esparto, grana... • «Asientos» de colmenas. 3. El pastoreo. Las mes tas locales. La regulaciónde la actividad ganadera. 4. Otros aspectos de policía rural: fuegos y rozas. Caminos y vere­ das. Cursos de agua. La riqueza de temas que ofrece el contenido de las ordenanzas lo­ cales es tanta que reclama el planteamiento de planes globales de trabajo que permitan tanto su análisis comparativo como la rela­ ción con otros tipos de fuentes documentales, más que una yuxta­ posición interminable de investigaciones monográficas aunque, sin duda, estas continuarán siendo indispensables desde otros puntos de vista. Es preciso, también, continuar la edición de los textos principales, pero de forma más sistemática, a partir de inventario previo, mejor que al modo seguido hasta ahora, en el que parecen predominar la erudición local, los hallazgos casuales y las publica­ ciones esporádicas. Merece la pena hacerlo, porque las ordenanzas ofrecen muchas claves imprescindibles para comprender la vida de la sociedad tradicional en sus marcos locales y cotidianos, precisa­ mente durante los siglos en que aquel sistema social alcanzó su ma­ durez y plenitud organizativa, desde el fin de la crisis bajomedieval hasta la disgregación del Antiguo Régimen económico y político.

243

UNA EVALUACIÓN DE LAS TEMPERATURAS MEDIAS SECULARES DURANTE EL ULTIMO MILENIO A PARTIR DE LAS DESVIACIONES DEL GRADIENTE GEOTÉRMICO

Artemio Cuenca Paya y MichaelJ. Walker

RESUMEN

Mediante una ligera modificación de las ecuaciones propuestas por Cermak (1971), con la que se filtra el «ruido de fondo» en las desviaciones de los gradientes, se determinan las temperaturas me­ dias seculares entre los siglos XI y XIX, inclusives, a partir de los registros de Birch (1948) en las minas del Calumet (Illinois). Se de­ tecta el Pequeño Óptimo Climático en el siglo XII y la culminación de la Pequeña Edad del Hielo en el XIV. Algunas diferencias con los resultados obtenidos por Cermak para Kapuskasing (Canadá) pueden interpretarse en función del cambio de latitud y del índice de continentalidad entre las estaciones de registro.

INTRODUCCIÓN.- Birch (1948), recogiendo y sintetizando una serie de ideas de autores anteriores, plantea la posibilidad de estudiar temperaturas antiguas partiendo de los gradientes geotér­ micos medidos en minas y sondeos. Su método consistía en estable­ cer unas curvas patrón para la variación de esos gradientes basadas

245 en distintas hipótesis de alteraciones de la temperatura en superfi­ cie y duración de esas fluctuaciones, por lo que las variables en juego eran tantas que, en la práctica, su utilidad quedaba muy du­ dosa. Posteriormente Cermak (1971) mejora notablemente el método en cuanto a permitir una determinación directa de las paleotempe- raturas a partir de las medias del gradiente geotérmico sin necesi­ dad de curvas patrón ni de modelos. Así calcula las variaciones tér­ micas ocurridas en los sondeos de Kapuskasing y Hearst (Canadá) a latitudes respectivas de 49° 25'N y 40° 41'N, junto al límite Sur de la Bahía de Hudson. En el presente trabajo, los autores utilizan la metodología básica de Cermak pero eliminando los agrupamientos estadísticos de éste y aplicando una corrección a los gradientes para eliminar la influen­ cia de ondas térmicas anteriores al intervalo de tiempo estudiado. No disponiendo de medidas directas efectuadas con este propósito en España, se han ensayado las utilizadas por Birch (ver Tabla 1) y procedentes de las minas de la Cuenca del Calumet (Illinois, USA) a una latitud de 40° N, similar a la que puede considerarse como media de la Península Ibérica, pero la extrapolación de resultados a la zona del Levante Español es problemática debido al carácter más continental de Illinois; de hecho la diferencia en las tempera­ turas medias estivales de ambas regiones es próxima a 3°C, mientras que la misma para las invernales alcanza 9°C, siendo en ambos casos superiores las del Levante que las del Estado USA. También es necesario señalar que aunque los resultados obteni­ dos durante los dos últimos años estudiando gradientes geotérmicos en perfiles de suelos y comparando los resultados con las medidas directas de temperatura en superficie son francamente alentadores, es la primera vez que se intenta aplicar a un periodo de tiempo para el que no existe registros directos de temperaturas y, por lo tanto, las conclusiones deben contemplarse con la máxima prudencia, máxime si se tiene en cuenta que el proceso de «filtrado» de ondas todavía es rudimentario y no permite una eliminación total del «ruido de fondo».

METODOLOGÍA. — La base del método consiste en considerar a la Tierra como un medio semiinfinito cuya constante de difusión térmica es k. En este modelo, una variación de temperatura T en la

246 superficie respecto a una temperatura de referencia TR, ocurrida en el intervalo de tiempo limitado por ta y tD- contados hacia atrás desde el presente, originará a la profundidad z un cambio de tem­ peratura A T(z) dado por:

Ua 2 AT(z) = T 2 f -u r u b _„* e du du W J o 0 (1) Vi sM en la que ua = z (4kta) ; u^ = z (4kt, )

Para variaciones sucesivas en la superficie, y puesto que la disper­ sión y velocidad de las ondas térmicas vienen influenciadas por la duración de la perturbación, el T(z) medido en profundidad será la suma de las fluctuaciones inducidas por cada onda individual, pudiéndose poner la (1) bajo la forma deducida por Cermak (O. cit., p. 9):

AT(z) = Y. Tipi (2)

siendo P1 el término entre corchetes de (1) con los diferentes valores de ta y tD, lo que permite calcular las variaciones de temperatura en superficie, T1, mediante

Ti pij A T(z¡) (3)

siempre que puedan medirse las AT(z'). Las filas de la matriz formada por las p'J suman, en el límite tn cuando n tiende a infinito, la unidad, puesto que desde cero a tn las integrales de Gauss que intervienen en (1) dan la sucesión:

A(O) - A(l) + A(l) - A(2) + A(2) A(n) = 1 - A(n)(4)

ya que con ta = O se tiene e du = 1 VJT J O La matriz de las p'j cumple por tanto las condiciones de estocás- tica y sus elementos pueden asimilarse a la «probabilidad» de exis­ tencia de la temperatura TJ a la profundidad z1. Esto lleva a que si

247 en lugar de considerar un límite de tiempo para el cual A(n) = O, se centra el intervalo investigado dentro de límites menores, hay que corregir los AT(z') medidos mediante aplicación del factor de «memoria» 1 - A(n) de (4).

RESULTADOS. — En la práctica, cuando el grado de la matriz de (3) es elevado, conviene resolver el sistema de una forma progre­ siva hacia atrás en el tiempo mediante matrices de grados 3 ó 4 co­ mo máximo, pues salvo que se utilicen ordenadores de alta capaci­ dad la eliminación de decimales falsea los resultados. Este es el mé­ todo aquí seguido. También es necesario señalar que las medidas en las minas de Calumet se realizaron a principios del presente siglo, por lo que se toma ese momento como tO y el primer intervalo calculado es el que cubre el siglo XIX. En estas condiciones las temperaturas abso­ lutas calculadas se deducen de la temperatura de referencia T^ medida hace ocho décadas aproximadamente; en el apartado si­ guiente se indicarán las posibles correcciones para una estimación respecto a las temperaturas actuales. LaTR para Calumet, obtenida por extrapolación hasta z = O de la recta de regresión del gradiente geotérmico «normal», es de 4,65°C, mientras que la temperatura media del suelo es 6'83°C; las variaciones respecto a ambas se exponen en la Tabla 2, siendo /\ TR la desviación respecto a la temperatura de referencia, y Z\ TO la desviación respecto a la temperatura media del suelo.

COMENTARIOS.— En la figura 1 se han representado las /\ TR aquí obtenidas comparándolas con las de Cermak para Kapuskasing. Para este último el Pequeño Óptimo Climático se ex­ tiende entre los siglos IX y XIII en la latitud 50° N, mientras que en la Cuenca del Calumet dicho periodo cálido es más corto; en ambos casos la Z\ T^ es la misma. Un descenso término se inicia en Calumet durante el siglo XIII, alcanzando su máximo en el XIV con un ¿\ T^ de -1,78°C e iniciándose una lenta recuperación que no se estabiliza hasta el siglo XVIII. En Kapuskasing la caída de temperatura es más lenta y la onda más larga, alcanzando un máximo de -1,1°C entre los años 1500 y 1800 aproximadamente; después, durante el siglo XIX hay una recuperación rápida que continúa en el XX (no representada en la figura).

248 Como puede apreciarse hay coincidencia en cuanto a la existen­ cia de un periodo cálido (Pequeño Óptimo Climático) durante la Baja Edad Media, con valores absolutos de temperatura sensible­ mente iguales para las dos localidades. También aparece la época fria (Pequeña Edad del Hielo) pero ahora con una diferencia próxi­ ma de 0,7°C entre los dos diagramas. Lo que ya no presenta una coincidencia manifiesta es la época en que se producen ambos fe­ nómenos y su duración, pero puede pensarse que Kapuskasing se encuentra a una latitud 10° superior y abierto a la Bahia de Hud- son, lo que proporciona elementos oceánicos al clima además de que durante la fase fria debió quedar cubierto de nieve durante to­ do o gran parte del año actuando ésta como capa aislante que frenaría la propagación hacia el subsuelo de las temperaturas extremas (véase discusión en Cermak, p. 6); esto también explicaría el largo «palier» frió de Kapuskasing frente al aumento térmico progresivo de Illinois ya que un periodo corto de deshielo estival crearía una onda térmica cuya velocidad de propagación será mucho más rápida que la generada por el largo intervalo de nieves y de suelos helados, quedando por tanto enmascarada como «ruido de fondo» en los registros térmicos de mayor profundidad. Solo en las postrimerías de la Pequeña Edad del Hielo, cuando el número de días de suelo con temperatura superior a 0°C equilibró aproxi­ madamente a los de características invernales, la onda cálida entra en el registro y se produce el brusco aumento del Z\ T^ entre 1800 y 1900; todavía en la actualidad, la temperatura media men­ sual es igual o inferior a 0°C de Noviembre a Abril, quedando por debajo de -15°C en Diciembre, Enero y Febrero. En Illinois, con un clima más continental y menor número de días de nive y helada, la propagación de ondas térmicas hacia el subsuelo fue más regular, lo que se traduce en ese registro escalonado y con picos definidos. Como ya se indicó anteriormente, las diferencias de temperatura en los siglos estudiados respecto a la de Illinois en la época de reali­ zarse las medidas, y que se exponen en la Tabla 2 (columna ZS TO) necesitan ciertas correcciones. Desde entonces la tempe­ ratura media del planeta se ha elevado y ésto es puesto claramente de manifiesto en Kapaskasing donde se registra un incremento de 1,56°C entre 1930 y 1970 aproximadamente. Sería aventurado pro­ pugnar que las diferencias de la Tabla 2 se incrementen en ese va­ lor, pero al menos sí parece probable que esas diferencias deban

249 considerarse como desviaciones mínimas respecto a la temperatura actual. Cuando los programas de trabajo actualmente en curso dentro de la Provincia de Alicante comiencen a dar fruto será llega­ do el momento de ajustar con mayor precisión todos esos datos que ahora se dan con carácter provisional y para un territorio tan leja­ no. TABLA 1

•UNDIDAD TEMPERATURA (m) (°C) 0 6,83 150 8,83 300 10,94 450 13,28 600 15,67 750 18,17 900 20,80 050 23,50 200 26,22 350 28,89 500 31,61 650 34,28

TABLA 2

SIGLO ATR. (OC) ATO (OC)

XIX 2,15 - 0,03 XVIII 1,96 - 0,22 XVII 0,49 - 1,69 XVI 1,22 - 0,96 XV - 0,28 - 2,46 XIV - 1,78 - 3,96 XIII 0,07 - 2,11 XII 1,56 - 0,62 XI - 1,91 - 4,09 (1)

(1) El valor absoluto de esta temperatura puede no ser significativo por la dificultad de filtrar una onda de corto periodo a esa profundidad.

250 ATR(°0 . Calumet (Illinois). Este trabajo. 4 -i • Kapuskasing (Canadá). Cermak, 1971 3 -

2 -

1 -

O

1

2

XX I XIX I XVIIII XVII I XVI I XV I XIV I XIII I XII I XI I Siglos

BIBLIOGRAFÍA

Birch, F. 1948. Am. J. Sci. n 246, pp. 729-760. Cermak. V. 1971. Palaeogeogaphy, Palaeoclim., Palaeoecol., 10, pp. 119.

251