DE TOPONIMIA LATINA. EL NOMBRE DE LUGAR MARCHENA

Stefan Ruhstaller Universidad Pablo de Olavide

os nombres de lugar constituyen una parte importante del patrimonio histrico y cultural de una regin, en no menor medida Npor sorprendente que pueda parecer a primera vistaN que, por ejemplo, sus monumentos arquitectnicos. La escasa conciencia general acerca del valor patriL monial de los nombres propios de lugar se debe, sin duda, a que se trata de bienes culturales no tangibles Nse trata de palabrasN, y a que su interpretacin resulta a menudo muy difcil, no solo para el lego, sino incluso para el experto, que ha de disponer de amplios conocimientos histrico- lingsticos (especialmente, de fon tica y lexicologa histricas) y de una slida base documental. Ahora bien, si logramos desentraar cientficamente la etimologa y la motivacin originaria de un topnimo podemos conocer aspectos de la historia local que suelen suscitar el inter s no solo de los especialistas en la materia, sino tambi n de la poblacin en general por mucho que carezca de mayores conocimientos de historia y de lingstica. Puede ilustrarnos todo ello de una forma ejemplar el nombre de la ciudad de Marchena. El topnimo Marchena pertenece a uno de los tipos de nombres ms representativos del territorio que corresponde a la Baetica romana, y aun podemos decir de gran parte del antiguo Imperio Romano. Desde el punto de vista etimolgico, la forma responde claramente al esquema nombre de persona romano + sufijo lat.

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MANA : para su interpretacin hemos de partir, como ya explic el gran fillogo Ramn Men ndez Pidal hace setenta aos en un importante estudio, de un originario [VILLA] MARCIANA o MARTIANA, es decir, Q[villa] de Marcius o MartiusR (Men ndez Pidal 1940/1968: 137); Marcius y Martius son nombres de persona bien documentados en inscripciones de poca romana 1. El mismo tipo de formacin ha dejado numerosas huellas an hoy palpables en la toponimia andaluza, como puso de relieve Jos Mara Pabn en un completsimo estudio (Pabn 1953), que fue calificado por la mxima autoridad en etimologa hispnica, Joan Corominas, como Ede lo mejor que ha producido hasta ahora la toponomstica espaola en cualquier terrenoF (Corominas 1974 I: 30). He aqu los materiales reunidos e interpretados en su da por Pabn:

Abrucena (Almera) < [Villa] Apruciana (Q villa de un propietario de poca romana llamado ApruciusR); Alucenas (Ja n): villa de Allucius o Alluquius ; Arquena (Carmona): villa de Arquius ; Avena (Granada): villa de Avus (o tal vez Avenus ); Barbacena (Sevilla): villa de Barbatius (comprese Barbacena , dos nombres id nticos situados en Lisboa y Portalegre, respectivamente; la conservacin de la consonante - n- intervoclica demuestra un origen anterior al portugu s); Belicena (Granada): villa de Bellitius (comp. Bellissac , Beaussy , Beaussais en Francia); Bulchena : villa de Bultius (comp. Bossieux , en Francia); Caparacena (Granada): villa de Caparatius o Caprasius ; Caracena (Sevilla y Cdiz, Soria): villa de Caratius (comp. los nombres franceses Ch ranc , Charancy ); Cortijena (): villa de Curtilius ; Cultullena (nombre medieval correspondiente al t rmino de Sanlcar la Mayor, documentado en el libro del repartimiento de Sevilla): villa de * Cutulius ; Chucena (Huelva): villa de Sucius ; Falchena (cortijo de Carmona, hoy Fachena ): villa de * Falcius , * Faltius (comp. en Italia Falciano , Falzano ; Ruhstaller 1992: 124-127);

1 Debido a la gran antigedad del nombre, y, sobre todo, al hecho de que ste se adaptara en dos momentos histricos diferentes a sistemas fonolgicos superpuestos, primero al rabe y despu s al castellano, la forma puede haber sufrido cambios fon ticos difciles de reconstruir. De ah que no podamos descartar como base ninguno de los dos antropnimos sealados ( Martius y Marcius ), ni tampoco del todo un timo *MARCIENA, compuesto de MARCIENUS (nombre de persona igualmente sugerido por Men ndez Pidal 1968: 137) y la terminacin M a (comentamos este otro tipo de formacin abajo, n. 7).

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Gaena (nombres de Cabra, Morn y Carmona): villa de Gaius (Ruhstaller 1992: 146-147); : villa de Gerus ; : villa de Agila o Egila ; Graena (Granada): villa de Graius ; : villa de Willo (de origen germnico, cf. Guillermo < germ. Willahelm , lo cual es indicio de una creacin tarda, ya en poca visigoda, dato importante sobre el que volveremos ms adelante); Lebrena (Rinconada): villa de Liber (comp. Livrac, Lieurac, Livran, Libran en Francia); Lerena (Pilas y Grazalema): villa de Larius (comp. Llerena en Badajoz); Lucena (Crdoba) y Luchena (): villa de Lucius ; Macarena : villa de Macarius ; Mallena (Lora del Ro): villa de Malius o Mallius ; Milena (Carmona; Ruhstaller 1992: 189-190): villa de Aemilius ; Peluchena (citado en la Geografa de Espaa de El Idris: Esitio llamado Peluchena , donde el t rmino de Morn confina con los del y MarchenaF): villa de Pelusius ; Quincena (cortijo de ): villa de Quinctius o Quintius (cf. Quinsac, Quincy, Quincena , en Francia); Rebujena (Bollullos de la Mitacin): villa de Rabullius o Rabutius ; Remullena (Carmona): villa de * Remulius ; Ruchena (Utrera): villa de Rusius (comp. en Francia: Ruz ; en Italia: Rugiano , Rusiano ); Trebujena (Cdiz): villa de * Trebucius (o * Trebusius ); Tujena (Huelva): villa de Tusius o Tusidius 2.

De la abundancia de esta formacin da una idea el hecho de que todava hoy, cuando la inmensa mayora de la toponimia acuada en poca romana ha quedado borrada por el paso de los siglos y los cambios histrico-lingsticos (sobre todo, la superposicin de dos capas lingsticas: el rabe y el castellano), se conserven no pocos nombres del tipo antropnimo romano + sufijo lat. MANA de id ntico origen

2 Para establecer la etimologa de estos nombres es importante contar con documentacin escrita de otras pocas, o al menos comprobar la pronunciacin tradicional, como nos muestra el caso del topnimo Robaina (t rmino de Pilas), atestiguado en documentos medievales como Rogaena : J.M. Pabn, que parta en su interpretacin de las formas escritas Robaina (que crea se pronunciaba con hiato) y Rogaena , postul un timo Rogatus + -ANA; la pronunciacin tradicional real, Robaina , con diptongo, sin embargo, impone una etimologa rabe que nada tiene que ver con el tipo aqu estudiado (se trata, segn Joan Corominas, de un diminutivo del r. rukn QrincnR; v ase Corominas 1974 I: 60).

13 Stefan Ruhstaller que designan lugares diferentes, en algunos casos distantes escasos kilmetros unos de otros: cabe destacar del listado anterior casos como Gaena (presente bajo la misma forma en tres t rminos municipales: Cabra, Carmona y Morn), Caracena (igualmente con tres representantes), o Mairena (nombre de dos pueblos sevillanos). Tambi n el nombre Marchena se repite en varios puntos de la geografa de Espaa: mencionemos tan slo el topnimo mayor [Santa Cruz de] Marchena en la provincia de Almera, o menores como los existentes en los t rminos granadinos de Drcal y Padul, o en los jiennenses de Alcal la Real y Santiago-Pontones 3; especialmente interesante resulta la comparacin con el yacimiento arqueolgico almeriense del mismo nombre, sito en las cercanas del ro Andarax (Rodrguez Lpez / Cara Barrionuevo 1985), que se documenta ya en poca rabe como Marsna .

El nmero de representantes del mismo tipo antropnimo latino + sufijo -ANA se incrementa hasta multiplicarse si aadimos al listado anterior los nombres que conservan este sufijo con su vocalismo etimolgico, es decir, - ana 4 (mencionamos aqu tan solo unos pocos ejemplos representativos; en el citado estudio de Pabn puede consultarse un listado de ms de cincuenta nombres de este tipo):

Bilbiana (nombre documentado en el libro del repartimiento de Sevilla) < BALB(I)US + -ANA; Bizmiliana (Mlaga) < VICIL(L)IUS + -ANA; Burriana (Mlaga) < BURRIUS + -ANA; Cabuzana (Almera) < CABUTIUS + -ANA; [La] Campana (Sevilla ) < CAMPANUS + -ANA; Cantillana (Sevilla; documentado en poca medieval como Catiana o Cantiana 5) < CATINIUS + -ANA; Rociana (Huelva) < ROSCIUS o ROSSIUS (o quiz ROSIDIUS) + -ANA; Triana (Sevilla) < TRAIANUS, TRAIUS o ATRIUS + -ANA.

3 No obstante, en el caso de los topnimos menores sera muy importante contar con documentacin medieval para poder descartar otras explicaciones posibles (como la que parte del apellido Marchena , que, como nombre del propietario de un terreno rural, fcilmente podra generar nombres de lugar menor). 4 Hay que tener cuidado con alguna que otra formacin que data de poca mucho ms reciente (aunque el desde el punto de vista morfolgico se trate del mismo tipo de derivado), como , colonia creada en 1768 por decisin de Carlos III. 5 Gordn Peral 1995: s.v.

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Incluso es probable que muchos topnimos terminados en M ina que se conservan en la actualidad correspondan al mismo tipo, si bien es cierto que pueden interpretarse a menudo tambi n como formaciones con el sufijo lat. MINA 6; pensemos en Chauchina (Granada): villa de Saltius (comp. en Francia: Sauchy ); Graina (Cdiz): villa de Granius ; Montaina (Bollullos del Condado): villa de Montanius ; Valencina : villa de Valencius 7.

La alternancia fon tica que presenta la terminacin de los nombres en el estrato castellano (M ana , M ena e M ina ) ha sido un tema muy controvertido entre los lingistas que se han ocupado de este tipo toponmico. Si bien todos coinciden en que la totalidad los nombres sealados, sea cual sea la vocal tnica que presenta dicha terminacin, responden bsicamente al tipo constituido por un antropnimo + sufijo indicador de QpertenenciaR Npuesto que el elemento l xico que precede al sufijo es siempre un nombre de persona cuya interpretacin resulta factible a partir de repertorios de nombres de persona de poca romana, como el Corpus Inscriptionum Latinarum de Emil HbnerN, pueden distinguirse claramente dos posturas encontradas ante esta alternancia formal. Para quien fuera el primer estudioso en interesarse por este tipo toponmico, Wilhelm Meyer-Lbke, se trata en todos los casos del sufijo latino MANA; la modificacin de la vocal tnica se debe segn este maestro de la Filologa al efecto del superestrato hispanorabe, ms concretamente a la conocida imela , fenmeno fon tico consistente en una inflexin del timbre voclico que conoce varios grados: en una primera poca de la evolucin del rabe dialectal, la vocal [a] se cerr en determinados contextos en [e], y en una fase posterior incluso en [i]. Men ndez Pidal volvi, en el ya citado estudio 8, sobre este problema, y tras examinar un corpus

6 Pabn seala explcitamente como ejemplos Constantina : villa de Constans; : villa de Spartus; Fontina (lugar menor de Marchena citado en el Nomencltor de 1863): villa de *FONTIUS, cf. Fontiano en Italia; Marchelina (segn Madoz una hacienda a media legua de ): villa de MARCELLUS; Marchenilla (Alcal de Guadara): villa de MARCELLUS; Mollina (Mlaga): villa de Mollius o Mullius . 7 Jos Mara Pabn estudi en su trabajo tambi n otro tipo de nombre latino similar: el basado en un antropnimo romano al que se agrega la terminacin M a. Demuestran la vitalidad de esta formacin en la creacin de topnimos latinos nombres como Coria < *CAURIUS; Lopera (Ja n) < LUPARIUS; Lora < VILLA LAURA Qde LAURUSR; Paterna < PATERNUS; Pruna < *PRUNUS. En este caso incluso existen testimonios escritos que demuestran el acierto de la interpretacin: se trata de nombres como BARIA ( villa de un BARIUS), que se conserva en el actual almeriense Vera ; VIVATIUS + -A = VIVATIA, que pervive en el nombre jiennense Baeza ; ESPERIUS + -A = ESPERA, conservado como Espera (Cdiz); el caso ms c lebre es sin duda el de Chipiona , topnimo mayor gaditano que recuerda el nombre que recibi la torre erigida por los romanos en la desembocadura del ro Betis en honor de Quinto Servilio Cepin tras su victoria sobre los lusitanos. 8 El mismo autor trat el tema una segunda vez en Men ndez Pidal 1995.

15 Stefan Ruhstaller de nombres ms amplio, lleg a la conclusin de que nicamente los nombres actuales terminados en M ana remontan realmente al sufijo latino MANA, mientras que los que presentan la terminacin M ena (que en algunas zonas alterna con M n ) han de contener un sufijo de raigambre prerromana de anlogo significado, que sobrevivira en el habla rural an tras la romanizacin. La mayora de los lingistas que han reexaminado la cuestin en aos posteriores, como Gerhard Rohlfs, Jos Mara Pabn o Joan Corominas, no obstante, conceden mayor credibilidad a la opinin de Meyer-Lbke 9. Si bien es indudable que ciertos nombres acabados en M ena (sobre todo los que corresponden a reas ms septentrionales de la Pennsula Ib rica) han de explicarse a partir de elementos prerromanos, y que, al menos en otras reas del Imperio Romano, existen formaciones anlogas con sufijos prerromanos (pensemos en nombres conservados en el territorio de la antigua Galia como los arriba citados Livrac / Lieurac o Quinsac , en los que se agrega a un antropnimo romano un sufijo de origen c ltico -ac ), parece mucho ms verosmil que la inmensa mayora de los topnimos en - ana , -ena e - ina de la mitad sur de Espaa tenga como base los tan comunes nombres latinos formados con sufijo lat. -ANA Ndescrito por Rohlfs como Eel elemento ms caracterstico de la colonizacin romanaF (Rohlfs 1985: 37)N, pues resulta difcil imaginar la pervivencia en una de las regiones romanizadas ms tempranamente y en mayor profundidad como es la BAETICA de un sufijo prerromano equivalente al corriente lat. -ANA; recordemos a este respecto las c lebres palabras de Estrabn (Ruhstaller 1990: 95):

Los turdetanos, sobre todo los que viven en las riberas del Betis, han adquirido enteramente la manera de vivir de los romanos, hasta olvidar su idioma propio; adems, la mayora de ellos se han hecho latinos, han tomado colonos romanos, y falta poco para que todos se hagan romanos.

A esto se aade que la accin de la imela rabe es un hecho incuestionable que se manifiesta de forma palpable en numerosos topnimos (as, en cija < ASTIGI Nejemplo de imela de primer gradoN o en Sevilla < HISPALIS Nejemplo de imela de grado extremoN). Recordemos, finalmente, el caso del topnimo mayor sevillano Guillena , creado inequvocamente, a juzgar por la base antroponmica de origen germnico Willo , en poca visigtica, es decir, en un momento histrico en el que es ya del todo impensable la pervivencia de un sufijo prerromano equivalente al corriente lat. -ANA.

9 V ase para un resumen de la pol mica y para datos adicionales Ruhstaller 1990: 93-97.

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Hasta aqu la explicacin formal del tipo de topnimos al que representa Marchena . En cuanto al aspecto semntico, como ya hemos dicho, el sufijo lat. MANA aporta el significado de QpertenenciaR, QposesinR, QpropiedadR, y crea adjetivos a partir nombres. Pervive todava en castellano con gran vitalidad, como revela la posibilidad de formar en la lengua actual derivados como juanramoniano Qpropio de Juan Ramn [Jim nez]R o picassiano Qpropio de PicassoR, y, desde luego, la existencia de innumerables elementos lexicalizados como los gentilicios sevillano , ecijano , etc. Dado el carcter adjetivo de la formacin, hemos de suponer la elisin de un elemento sustantivo femenino, sin duda alguna VILLA, omitido en el habla cotidiana por su gran recurrencia. Las villae romanas eran, en la poca de que datan las de la Baetica cuyos nombres han llegado hasta nosotros, importantes explotaciones agrcolas propiedad de acaudalados ciudadanos romanos, cuyos nombres propios podemos conocer precisamente gracias al anlisis toponomstico. Este tipo de propiedad de carcter latifundista tuvo continuidad en poca rabe; el t rmino que las designaba en hispanorabe era mayar , voz que igualmente ha dejado numerosas huellas en la toponimia andaluza, segn puso de relieve Jaime Oliver Asn en su excelente trabajo EMayar = cortijo. Orgenes y nomenclatura rabe del cortijo sevillanoF: sealemos, a ttulo ilustrativo, los topnimos Marchamorn (en t rmino de Alcal de Guadara; la forma actual acusa la influencia de una etimologa popular que relaciona el nombre con el verbo marchar ), Marchalomar (entre y ) o Marchalebrera (Lebrija) 10 , o el nombre de lugar mayor malagueo Macharaviaya . Y an despu s de la conquista cristiana de mediados del siglo XIII se mantiene, como es sabido, este latifundismo, fomentado, adems, por la necesidad de ocupar, administrar y explotar de nuevo los terrenos agrcolas, empresa extremadamente difcil en una regin caracterizada por la inseguridad tanto militar como civil, el vaco demogrfico y el abandono, problema que el rey castellano intent resolver encomendando los latifundios a instituciones poderosas como la Iglesia y las rdenes militares, o a personajes nobles y acaudalados que haban apoyado activamente la guerra de reconquista. Entre las denominaciones empleadas entre los castellanos para designar este tipo de explotacin agrcola destaca el t rmino cortijo , cuya etimologa, por cierto, hay que buscar en el romance de la poblacin cristiana autctona continuadora directa de la sociedad romana, los mozrabes 11 .

Muchas de las antiguas villae romanas conservaron su carcter de ncleo habitado an despu s de la poca romana, lo cual explica, precisamente, la conservacin

10 No puede descartarse la posibilidad de que pertenezcan al mismo tipo tambi n nombres como Majalcfar (), Majaloba (), Majalquivir (Utrera), Majalverde (), si bien parece ms verosmil que estemos ante descendientes del r. mary QpradoR. 11 V ase para la etimologa de cortijo Corominas / Pascual 1980-1991, s.v. corte .

17 Stefan Ruhstaller en tan gran nmero de nombres del tipo que aqu estudiamos. Algunas incluso atrajeron ms y ms poblacin, hasta convertirse en pueblos y aun ciudades; pensemos en nuestro Marchena , en las dos Mairena , en Guillena , Gerena , Chucena o Escacena , etc. Otras conservan hasta hoy su carcter de explotacin agraria latifundista, como ocurre, por ejemplo, con el cortijo utrerano de Ruchena (Ruhstaller 1990: s.v.). Sabemos, finalmente, de algunas que se despoblaron por completo, si bien se conserva ocasionalmente el nombre de origen latino hasta hoy; as sucede en el caso del topnimo Llano de la Gerena (Puebla de Cazalla), de origen lingstico id ntico (aunque histricamente independiente) al del pueblo sevillano homnimo. La documentacin antigua a veces permite rastrear algn nombre de villa romana vivo todava en poca medieval aunque despu s olvidado en el habla de la poblacin local debido a la p rdida de relevancia del lugar designado (ejemplos de esto son los nombres medievales carmonenses Archena y Remullena 12 ). Este ltimo tipo de nombre posee gran inter s sobre todo para los arquelogos, quienes, siguiendo el rastro de los nombres de lugar menor pueden no pocas veces localizar el emplazamiento de antiguas villae romanas 13 .

Resumamos, para terminar, la conclusin principal a la que hemos llegado: el nombre de lugar Marchena es testimonio de la gran antigedad del ncleo de poblacin que designa, y nos habla de forma elocuente acerca de los orgenes de la ciudad, que se remontan a una villa romana que hubo de ser propiedad de un tal MARCIUS o MARTIUS, acaudalado ciudadano y terrateniente romano. El nombre de lugar es, pues, un testigo irreemplazable de la historia local y regional, un monumento de carcter lingstico que constituye una parte valiosa del patrimonio histrico y cultural, en la misma medida que las venerables murallas, iglesias y torres, a las que aun supera en antigedad.

12 V ase Ruhstaller 1992: 126. 13 V ase para el tema Gordn / Ruhstaller 1991.

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