I . t * ARCHIVO JOSE ENRIQUE

* Se ha cumplido estos dias el primer ani­ José Enrique Etcheverry, Myriam Otero, Sil-**- te del poeta, en 1910, según^ cartas de Javier de Viana. ES» versario de la creación del Instituto Nacional vio Frugone y Margarita Carámbula de Ba- consta en la tapa y el lomo; te conjunto permite seguir la de Investigaciones y Archivos Literarios, or­ rreiro—, no le corresponde al cronista califi­ y que ofrece, además, impreso trayectoria de una vinculación ganismo' dependiente del Ministerio de Ins­ car la labor realizada durante este primer año. sobre un fondo violeta desva­ que comienza siendo estricta.' trucción Pública, cuyo cometido principal es Es lícito, sin embargo, señalar y valorar los necido, el retrato de Julio He­ mente comercial y acaba en la el de documentar todo el proceso de evolución aportes documentales que constituyeron las rrera y Reissig que Pedro Bla- mayor intimidad. El epistolario, de las letras uruguayas. SI Instituto inició numerosas donaciones efectuadas en el curso nes Víale grabara: el caballe­ también, facilita el mejor co­ sus trabajos con el estudio y organización del de 194S. ro de la mano en el pecho. nocimiento de la verdadera psi­ Archivo José Enrique Rodó — propiedad de la Asimismo, es bastante rara cología del brillante cuentista. Biblioteca Nacional—, y del Archivo Julio He­ FUNDACION DE ALGUNOS ARCHIVOS su edición de Los Cálices Va­ Javier de Viaixa era sumamen­ rrera y Reissig. entregado a la Comisión de Sabemos (ha escrito Eliot en 1923) que el cíos por Delmira Agustini te desordenado en sus gastos, Investigaciones Literarias (inmediato antece­ descubrimiento de las cuentas de la lavande­ (1913). Se conserva todavía la y la miseria lo acompañó fiel-; dente del Instituto) por Da. Julieta de la Fuen, ra ae Shakespeare no nos sería muy útil; pe­ copia manuscrita del libro, pre­ mente en los últimos años da te, viuda de Herrera y Reissig. ro debemos siempre reservar el parada para la imprenfta, y su vida. Sin perder la nítida ca- ’ En tanto se realizaba la delicada tarea de acerca de la futilidad de la investigación que obra, probablemente, del padre ligrafía, sus cartas trazan un estudiar ambos archivos, el Instituto desarro­ las ha descubierto, en la posibilidad de que de la autora. Dicha copia tiene cuadro impresionante de su si­ lló una doble labor. Por una parte, la creación aparezca algún genio que sepa cómo utilizar­ correcciones autógrafas doude tuación económica. En una de de una biblioteca especializada, en la que no las. O sea: alguien que descubra que esas puede apreciarse 2a letra fea ellas llega a escribir: • Yo es-’

faltaran ni las primeras ediciones de nuestros cuentas aportan un nuevo dato sobre la si­ y rebelde de Delmira superpo­ t.oy, mi querido. — V Bertani,----- — " ■ I “a — ------bout \ principales escritores ni las publicaciones pe­ tuación económica del dramaturgo isabelino, niéndose a la caligrafía regu­ torces”. Si esa mano amiga que-i riódicas que hubieran dejado huella en la his­ o sobre sus convicciones higiénicas, o vaya- lar del copista. Este documen­ solicito no se me tiende, liqui- 3 toria de nuestras letras (Actualmente la bi­ uno-a-saber sobre qué. Ya que es difícil de­ blioteca del Instituto cuenta con más de mil terminar a priori la invalidez o nulidad de volúmenes). Por otra parte, la vinculación di­ cualquier documento, por ínfimo que aparez­ recta con los descendientes, herederos y ami­ ca a una mirada superficial. La importancia gos de los escritores nacionales desaparecidos* del mismo se mostrará a los ojos expertos del Que permitiera, simultáneamente, acrecer el investigador, y muchas veces —casi diría siem­ material documental ya existente y recoger pre— el mérito no consiste en encontrar una testimonios inapreciables sobre la intimidad pieza reveladora (el azar o la oportunidad po­ de dichos escritores. Frutos de esta última la­ drían ser los responsables) sino en i-evelar la bor son las valiosas donaciones que han per­ importancia de una pieza ya conocida y des­ mitido al Instituto echar las bases de otros atendida. Por eso. al enumerarse los docu­ archivos literarios, estando en condiciones asi mentos que distintas donaciones han aporta­ de cumplir cabalmente su cometido. do al Instituto, el lector no debe concluir su Por integrar el Instituto —bajo la dirección importancia o superfluidad por la simple men­ Interina de Carlos Alberto Passos. y junto a ción- y debe atenerse a un mejor conocimiento. Roberto F. Giusti, autor del$ • entrega futura de todos los ma-^-el calificativo de Poema joco- primero y más documentado es­ teriales de su esposo que obran serio. Se trata de una pieza su­ tudio sobre Florencio Sánchez en su poder, anticipando dicho mamente curiosa, caligrafiada (192-0), ha entregado un con­ .gesto con la donación de veinte con el esmero y pulcritud ca­ siderable conjunto de» docu­ álbumes relacionados con la racterísticos en D. Francisca mentos relacionados con la muerte de Florencio. Acuña de Figueroa. obra del famoso dramaturgo. Con la entrega de las cartas Asimismo cumple registrar -Dos piezas merecen particular que Alfredo L. Palacios reci­ las siguientes donaciones: car­ atención: el originial de un biera de Rodó se inicia una tas de Ernesto Herrera por An­ cuento Las veladas de la coci­ gestión tendiente a la recupe­ gel M. Curotto; Archivo de na. firmado con el seudónimo ración de toda la correspon­ Julio Raúl Mendilaharzu por de Ovidio Paredes y pertene­ dencia enviada por el Maestro la Sra. María Blanco Acevedo ciente al período de sus cola­ a escritores y personalidades de de Mendilaharzu; Archivo de boraciones en La Razón, hacia todo el mundo. (En el Ai-chivo JSsther de Cáceres; cartas de 1895 (la clara y enorme letra Rodó se conservan los borra­ Juan Zorrilla de San Martín, de Sánchez permite apreciar to­ dores de las cartas, minuciosa, Juana de . Ibarbourou y libi-os talmente la obrita, construida mente preservados por el mis­ de Rafael Barrett, por la Sra. casi exclusivamente de ágil diá­ mo escritor.) En tal sentido, se Amelia Ramírez de García La­ GtUlROGA. El escrüoT logo. en el que se da una inter­ ha establecido comunicación gos ; carta de Daniel Muñoz, amigo, el Dr. Alberto J. Brignole, en el Jardin pretación muy criolla de la co- con Alfonso Reyes en México, por la Sra. Manuela Nebel de Aires, el ano 1907. ***1 ’ nocida anécdota de Diògene* I con la viuda de Juan Francisco Herrera: un manifiesto políti- a quien llama el Filoso, con* Piquet en España, Baldomero co de José Enrique Rodó (año to permite, además, señalar al-: do con media onza de plomo Alejandro Magno) : y la cu.- Sanin Cano en Coldmbia. Juan 1913). por José E. Etcheverry: güilas importantes variantes. en el cerebro. Será cobarde, • ______ción extraordinaria del diario Ramón Jiménez en Wáshing- materiales de Julio Raúl Men­ Así. por ejemplo, el poema A pero ya no tengo valor para •' La Epoca de Rosario de Santa ton. Max Henríquez Drena en dilaharzu y Eduardo Dualde Eros termina en el manuscrito luchar ‘por más tiempo contra _ Fe (2GjVI¡1902) donde se re­ Cuba, etc., etc. por la Sra. Clara Cancela de con este verso: la adversidad. (Montevideo, produce La Gente Honesta, sai­ Otra valiosa yJlonación es la Fernández. ¡para tu gloria y para gloria 5¡VIIj.l9l4). nete de costumbres rosarinas dei Archivo de Juan Antonio Deliberadamente se ha pos­ [m ía!. No es necesario encarecer cuya representación prohibiera Zubillaga. en el que se inelu- tergado la mención de un con­ mientras que en la edición Ber- más, creo, la importancia de es­ tani dice, mejor: el Intendente Municipal porque! yen cartas o documentos de: junto de donaciones de valor tos documentos. * • • ~ allí Sánchez satirizaba trans­ Rodó. Zorrilla de San Martín, excepcional. T7na se refiere a la —con alma fúlgida y carne • • parentemente a conocidos veci­ Groussac, Agustín de Vedia. integración del Archivo Hora­ [som bría__ EL ARCHIVO nos de la localidad. Hoy no se Angel de Estrada, Aleides Ar- cio Quiroga y merece capítu­ Pero también importan las HORACIO QUIROGA / - * . • » lo aparte. La otra es la dona­ ediciones que Bertani no lle­ percibe la gravedad de la sáti­ guedas.• __ Gonzalo___ Zaldumbide. ra; ello no Impide que la hoja Rufino ’Blanco Fomboita y Al­ ción, por Elisa L. de Bertani y gó a publicar. Por ejemplo, la Las distintas donaciones de •periódica constituya una pieza fonso Reyes. Perla Bertani,' de documentos del libro de poemas de María manuscritos y documentos per­ bibliográfica de incalculable va­ También han sido donados que pertenecieron al editor Or- Eugenia Vaz Ferreira. Con tal tenecientes a Horacio Quiroga lor. (En el libro de Giusti. págs. por el Sr. Juan E. PIvel Devoto, síní M. Bertani. Esta donación motivo María Eugenia escri­ han permitido al Instituto la , 42-43, se cuenta el episodio al los originales de una versión consiste en cartas y originales bió dos cartas: dos cartas im­ formación de un verdadero Ar­ detalle.) Por su parte. Da. Ca­ autógrafa de La Malambruna. de: Javier de Yjana. Julio He­ ponentes por su texto, por la le­ chivo, que si en cantidad eg '■ talina Raventós, viuda de Sán­ da. versión que ostenta el tí­ rrera y Reissig, César Miran­ tra rebelde y despareja, por la inferior a los ya constituidos en chez. ha comunicado al Insti- tulo de Conspiración de las vie­ da, María Eugenia Yaz Ferrei- patética incoherencia que reve­ torno a Rodó o a Herrera y - tntí* su decisión formal de la jas y triunfo de ra. Delmira Agustini, Roberto ían sn sintaxis y su ortografía; Reissig, en calidad no cede pro­ de las Carreras. Víctor Arre- dos cartas importantísimas co­ bablemente a ninguno de los guiñe. Juana de Jbarboarou. mo documentos psicológicos- otros. La lista de donantes sé Leoncio Lasso de la Vega y Ra­ También se conserva una co. inaugura, cronológicamente, con fael Barrett. Aparte del interés pia del libro, hecha por una hi­ Julio E. jFayró. crítico de arte que las piezas pnedan tener pa­ ja de Bertani. con eorreccio- e hijo del novelista Roberto J-_- ra el estudio particular de ca- nes autógrafas de liaría Euge- Payró. El profesor Payró ha da uno de los autores menclo-i nía. Algunas páginas han sido entregado al Instituto un con-, nados, el conjunto permite tra­ totalmente escritas por la au­ junto valiosísimo de cartas que zar un cuadro de las relacio­ tora como puede apreciarse en Quiroga le enviara entre 1934 nes personales y de la impor­ la hoja que se reproduce en es­ y!936. así como objetos cons­ tancia literaria de Bertani. Es­ tas mismas páginas. Esta copia truidos por el mismo cuentista te hombre inquieto rué el edi­ tiene inapreciable valor no só­ (una cartera de cuero da víbo­ tor de casi todos los escrito, lo porque9 permite Tele va r ra. por ejemplo). Doña María del novecientos. Sn publi- tintas »lecciones de un Quiroga de Forteza; hermana pósturna de las Obras verso, sino porque ‘reproduce de Horacio, y sus hijas, Rutl completas de Julio Herrera y dos poemas — Los secretos y y María Rebeca, donaron mu- • Oh, los conquistadores chas fotografías, piezas de ce­ lúmenes, ha pasado a la cate- rámica e impresos relativos a de rara pieza bfbliogrl- ra. no incluyera en la edición la vida y la obra del autor de en particular -el tomo I: pòstuma de La Isla de los cárt. Anaconda. Darío. Quiroga apor * en­ ticos (Montevideo, Barreiro y tó nn importante conjunto dí manuscritos (cuaderno de ada- de astros". Luego testo "trasponedor" y enmendó: "encendedor Vodavía en la portada la fecha También merecen destacarse, Para escribir arriba, sin tachad-aras, y de un tirón: "trasponed 19^9. aunque fné terminado de entre los Importantísimos do­ de Los arrecifes de coral, unos imprimir después de la muer- argum entos tP ara una Iconografía Quíroguiana

• . • T\TO es desconocida la sin­ s-’gestiva aquella en qué apare­ gular importancia quel fce. en disgregado conjunto fa­ ORACIO QUIROGA en la vida de Hora- j miliar, con su esposa y su hiji- or EMIR RODRIGUEZ MONEGAL ______ció Quiroga tuvo la; ta; lo son aquellas en que repar­ fotografía. La han declarado Jo— i te su solicitud entre la niña y éditos), así como impresos.^de nuestras inspiraciones re- sé María Delgado y Alberto J. algún pequeño animal); su so­ orrespondencia do distintas ti­ pentinas, el de nuestros gritos Brignole en su libro Vida y ciabilidad (nunca impuesta co­ ras literarias (José Eustasio resonando en la soledad de la Obra de Horacio Quiroga (Mon­ mo obligación del medic^deter­ minada en cambio por sus ínti­ ivera o Francis de Mioman- tarde que caía, el de nuestras tevideo, Claudio García y Cía. Editores, 1939, p. 58 y ss. y 142 mas preferencias); stt apego a re, p. ej.), documentos perso- declamaciones-frente a aquella la tierra misionera, en fin. Siete ales. dibujos para cerámica, pared de la avenida, escuchan­ y ss.) La atestigua el mismo Qui— T>.V roga en alguno de sus cuentos. fotografías nos reintegran a iquidaciones de vettLas de al- do el eco dulce y apagado de la Quiroga en su definitiva madu­ poesía a Cervantes o las tristí­ No es excesivo sostener que; unos de su libros, fotografías, Quiroga jalonó su existencia, íi-] rez selvática: acompañado de su te., etc. Alberto J. Brignole, simas quejas del indio Tabaré! jando la brevedad del instante/ hijo, el torso desnudo y esquelé­ osé María y Asdrúbal E. Del­ Pero no todo era melancólica con copiosas fotografías; y que tico, y una impresionante más­ udo —amigos y biógrafos de añoranza. Quiroga, de 1S años, hizo de la fotografía un feha­ cara de visera y anteojos ne­ Quiroga—entregaron la corres- se creía pesimista y perfilaba ciente testimonio de su vida, gros: de espaldas, en un paisaje ondencia mantenida entre con cuidadosa caligrafía (don­ testimonio que complementa la de palmeras sobre su recorda­ IDOS y 1937 con el famoso cuen­ de las tildes y los finales de sostenida confesión que puede da meseta, y al fondo la cinta tista. asi como muchísimas fo- palabra dejaban un grueso tra­ señalarse en su obra. Entre es­ -blanca del Paraná: extendien­ ografías e impresos, y hasta zo ovalado, como lágrimas de tas unidades las hay que habien­ do. con euforia primitiva, la 1 cuaderno escolar con los bo- tinta) algunas amarguras pue­ do sido publicadas una vez no leuerda de un arco. Y, por últi- •radores del último cuento de riles, como las recogidas bajo volvieron a ser reimpresas; son, jiro, dos maravillosas fotogra­ uiroga: La tragedia de los el título de Sombras: pues, prácticamente desconocidas o que acrece el valor doce fías que lo enfocan, apoyado al ananás, publicado en La Pren­ ¡Qué triste es el pesimismo! mental no ya de la pieza original, sino, aún, de la publicado * tronco de una palmera, en el ¡Yo me estremezco cuando oigo en que fué dada a conocer). Hay, también, muchas que perma­ borde de su tupido bananal. No sa de Buenos Aires, el ljl|1937. conocemos piezas más expresi­ osé L. Gomensoro donó una a mi amigo hablar de su -por­ necen inéditas. Una nota sobre la totalidad de ese material, aparte de deí - vas que éstas. Quiroga, el ex- otografia en que aparece Qui- venir, de la gloria, de las as­ dandy, la barba profusa y blan- oga cor su hermano y un gru- piraciones de una alma juvenil mesurada —se trataría de un amplio catálogo, substituible,' con ventaja, por la impresión de un álbum iconográfico— sería, hoy, qeuando en los extremos, sos­ o de muchachos sáltenos. Car­ y creo que palidezco, porque tiene una natural actitud de ele­ pienso que también podría ser forzosamente incompleta. Aparte de que hay muchas fotografías os M. Princivalle entregó, jun- en diarios y revistas extranjeros cuyas colecciones no nos sen mento integrante del paisaje. o con documentos perteneeien- como él. lleno de fe y alegre! fácilmente accesible, manos particulares conservan, aún, piezas Ningún escenario más adecuado es a otros escritores, una car- ¡Qué hermoso sería...! Pero de las que no se puede prescindir. El comentario se restrige, enton­ para el hombre; ningún hombre, a de Quiroga. no puedo. La tendencia fatal de ces, a una colección: importante colección que jerarquiza no la quizás, más adecuado al escena­ Muy importante es, también, nuestro siglo me arrastra sin cantidad ison treinta y seis fotografías, número reducido si se rio. Estas fotografías, de desnu­ a donación que formalizará procurar apartarme de la co­ considera la aludida profusión), sino la calidad intrínseca de ca­ da y limpia naturalidad, cierran brevemente Ezequiel Martínez rriente. Siento una especie de da una de las piezas que ilustran inmejorablemente distintas con su testimonio inapreciable strada, a quien Quiroga Ha­ placer en mis sufrimientos, en épocas de la vida de Quiroga. Aludo a las que integran el na­ la importante colección reco­ laba: el hermano menor. En­ mis tristezas, y aun desearía ciente pero ya abundante Archivo de Horacio Quiroga en el Ins­ rrida. re otras piezas, conserva Mar­ padecer más, para encontrar en tituto Nacional de Investigaciones y Archivos Literarios. 11). Y. renovemos lo dicho al prin­ tínez Estrada un. diario del el fondo de mi escepticismo una Este conjunto permite seguir, en imagen, la trayectoria del cipio. El conjunto, valioso de realidad que se destaque pode­ hombre Quiroga desde los finales del siglo pasado, (período del por sí. es factible de ser comple­ viaje de Quiroga a París (1900') tado. Se anuncia ya, en la dona­ toda la correspondencia de rosa, con el tinte del dolor que dandismo juvenil) hasta sus últimos años (los del selvatismo mi­ nos sofoca, del gran dolor eter­ sionero). Y si. bien algunas de las unidades que lo forman son ción que efectuará próxima­ sus .últimos años, parte de la mente el escritor argehtino Eze- cual ha sido utilizada por Del­ no. (Así sigue tres carillas ya conocidas, las hay rigurosamente inéditas. Inaugura la colección, un grupo de cuatro fotografías. Todas qúiel Martínez Estrada, la pre­ gado. y Brignole en su Vida y m ás). sencia de un grupo de placas :M obra de Horacio Quiroga. Este mismo joven escribirá ellas pertenecen a la época de la adolescencia de Quiroga y do­ cumentan sobre el grupo de sus íntimos amigos: sobre sus aficio­ absolutamente inéditas (más (Montevideo, 1939). luego esta materialista defini­ aún: que nunca han sido reve­ ción del Soñar: Rozamiento del nes ciclísticas —Quiroga, en traje de routier. junto a su máqui­ Aunque todavía sea prematu- •• • ladas) pertenecientes a la época cuerpo con las sábanas. na, ostenta sobre el pecho una medalla consagratoria (2)—; so­ rjro qtterer agotar el contenido bre su efigie en que un incipiente bigotito preludia remotamen­ de su estadía en el Chaco (la de de estos manuscritos y docu- - El cuaderno recogía, también, te la barba selvática e hirsuta. su segunda inmersión en la Ifmentos. quizá no sea aventura­ composiciones ajenas, cuidado­ Luego una fotografía de conjunto en que Quiroga, - apenas selva). Nuevos aportes enrique­ do recoger, sintéticamente, al­ samente transcriptas. Una de superada la adolescencia, deslustra la pulcritud del grupo de cerán paulatinamente este itine­ gunas de las precisiones o ilu­ ellas reviste particular impor­ amigos juveniles, lanzando en primer plano su destrozadísimo rario inconográfico. La minaciones que aportan. Ante tancia ya que fué, según decla- par de botines. El leve bigote ha adquirido ya alguna prestan­ gación en publicaciones | todo, debe señalarse que ellos i'ación del mismo Brignole. la cia. (3) cas extranjeras ha de suminis- permiten seguir -^-con alguna obra que echó en el alma de­ I trar. igualmente, nuevos e ím* ' interrupción— la trayectoria sorientada de -los jóvenes la cinco piezas Hustrati-<*>damente), aparece absolutamen- prescindibles materiales. vital y artística de Horacio semilla de la nueva estética vas de su época dandística. El te indocumentado. (Las fotogra­ Queda entonces esta colección Quñ*oga. desde su adolescencia decadente. Me refiero a la Oda espesamiento de la barba permi­ fías que reprodujeran diversas del Instituto Nacional de Inves­ % tigaciones y Archivos Literario« ■? en Salto "hasta su muerte en el a la Desnudez -del poeta argen­ te vislumbrar el orden cronoló­ publicaciones porteñas —-Caras tino Leopoldo Lugones. Co­ gico. (Es, todavía, la barba poco y Caretas. El Hogar, Leoplán. v. como el núcleo inicial de la de­ -rHcsnital de Clínicas de la ciu- finitiva recuperación de la ima- -¿dad de Buenos Aires. Presein- menzaba: poblada que se acrecienta en el gr.— si bien anteriores a su se­ mentón; son los bigotes de guías gundo momento misionero son. "£diendo de la importante docu­ ¡Qué hermosas las mujeres de afiladas y provocadoras). Su in­ presumiblemente, posteriores al mentación iconográfica que re. [mis noches! dumentaria lo sitúa inmejora­ primero). Y de los años vividos :4fseña Etcheverry en estas mis­ En sus malditas carnes lacera­ blemente en este momento del en Buenos Aires —hasta su ra­ mas páginas, señalaré las prin­ b a s Consistorio deL Gay Saber. Hay dicación final en San Ignacio fl) Fíjemes el origen de esta co­ cipales contribuciones en ma_ Pongo mi beso adolescente y poco después del último matri­ lección. Una fotografía Integró la donación de Darío Quiroga, hijo, uscritos literarios y corres- [torpe, cía exagerada y consciente agu­ monio— conservé el Archivo un del escritor, donación quo recien­ óndencla. Como el rocío de las noches dización de los defalles. La fo­ solitario exponente: una foto­ temente se efectuara en la Biblio­ [negras tografía que acompaña esta no­ grafía de busto en que la cabe­ teca Nacional de Montevideo. Nue­ Dos cuadernos permiten re­ ve fueron cedidas al instituto por real* los años 1S96 a 1901. Es­ Que restaña las llagas de las ta es suficientemente explícita: za sobradamente urbana, de Ü Sra. María Quiroga de Forteza y os cuadernos, que estaban en [flores. en un escenario que no alcan­ barba domeñada, sólo si es des- stis hijas Ruth y M: ría Rebeca. g|poder de Darío Quiroga, no pu- za a dar lustre el pomposo nom- por un Oclg) por José María Delgado; die- El segundo cuaderno, de ta­ bre —el Consistorio del Gay Sa- | mismamiento de los ojos. Y Ha­ cisinete sor Aloerto J. Brignole; ||dieron ser utilizados por Del­ pas negras, contiene los origi­ una por José L. Gomensoro (bió­ egado y Brignole. debiendo auxi- ber funcionó, como se sabe, en ma poderosamente la atención grafos y amigos íntimos de Quiroga nales de Los arrecifes de coral los dos primeros; amigo también |1 jarse ambos biógrafos para es- una desmantelada pieza de con­ la pulcritud en el vestir de Quí- (1901). La cuidadosa y estiliza­ roga que, acaso contemporánea­ del escritor, el último). En la ma­ íjte período de otros documea: ventillo— el personaje plantea yoría de los casos, junto a las íó- da caligrafía del dandy luce una fluctuante oposición de bo­ mente y según el testimonio de ¿Jtos y de la memoria. (V. ob. todavía en sus páginas, aunque dísticos Ilustrados. » hemia y dandismo, un equili­ su hermana María Quiroga jtñL. cap. IV). En el primer los trazos se han simplificado. brio final de descuido y atilda- de Forteza, recorría en su mo­ (2) Estas aficiones han sido re­ .í cuaderno —de tapas capricho- cordadas por Delgado y Brignole. op. Casi todas las composiciones tocicleta las amplias avenidas cít. p. 53 y ss. tsameníe coloridas— se encuen- están fechadas en Montevideo; Casi como un alargue últi­ (3) Don José I*. Gomensoro ha 5 tran composiciones, poemas, re- relatado recientemente la historia una, sin embargo, la que lue­ mo de este momento consisto­ do sobre el cuerpo un inverosí­ ele la inusitada actitud de Quiroga.. g flexiones o aforismos, escritos go tituló Lemerre, Vaníer y Ca., rial y montevideano, la fotogra­ mil chaquetón de cuero que él Al ser interrogado sobre los motivos ^y firmados por A. (Alberto J. lleva la siguiente indicación: fía que lo muestra en el zooló­ y cosiera. que lo determinaron a calzar los £ Brignole), porH. (Horacio QnL París, Junio 2. 1900; mientras gico porteño acompañado de Al­ EJ período de su segundo ma­ crepancia con el resto de su atuen­ I roga) y por J. J. J. (Julio J. que la página qne empieza: berto J. Brignole. Ya no tan trimonio (años de Vicente López do. y a hacerlos resaltar ds un mo­ f Jaureche), Era como un diario do tan notable, expresó Quiroga Tenía la palidez elegante y y los finales de San Ignacio), Que dicho detalle lo singularizaba, - de adolescencia, redactado en- reúne la mayor cantidad de pie- que quien mirara lafotogr alía lo --- tre varios, y cada página ser- (Pasa a la Pág. 13) los de una bohemia de calculado fotografías nos! Que habría de notar serian j- _ - * * , • sus zapatos. Un rasgo más