Pdf Bienes Muebles, Ornamentos, Enseres Y Demás Efectos Recogidos
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Bienes muebles, ornamentos, enseres y demás efectos recogidos en algunos conventos desamortizados en la Provincia de Cáceres José Antonio Ramos Rubio Santiago Molano Caballero José Antonio Ramos Rubio - Santiago Molano Caballero I.- INTRODUCCIÓN II.- LOS CONVENTOS DE LA PROVINCIA DE CÁCERES 1.- Convento de San Francisco de la Biemparada (Abadía) 2.- Convento de San Benito (Alcántara) 3.- Convento de San Bartolomé (Alcántara) 4.- Convento de Santa Catalina de Siena (Aldeanueva de la Vera) 5.- Convento de San Francisco (Arroyo de la Luz) 6.- Convento de San Francisco (Belvís de Monroy) 7.- Convento de Nuestra Señora de la Luz (Brozas) 8.- Convento de Santo Domingo (Cáceres) 9.- Convento de San Francisco (Cáceres) 10.- Convento de San Marcos de Altamira (Casar de Palomero) 11.- Convento de San Francisco (Coria) 12.- Monasterio de San Jerónimo (Cuacos de Yuste) 13.- Convento de La Viciosa (Deleitosa) 14.- Convento de Fuente Santa de los Dominicos (Galisteo) 15.- Convento de San Antonio de Padua (Garrovillas de Alconétar) 16.- Convento de Monteceli (Gata) 17.- Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Moheda (Grimaldo) 18.- Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe 19.- Convento de Santa Teresa de los Trinitarios Descalzos (Hervás) 20.- Convento franciscano del Espíritu Santo (Hoyos) 2 Bienes muebles, ornamentos, enseres y demás efectos recogidos en conventos desamortizados en la Provincia de Cáceres 21.- Convento de Agustinos Recoletos (Jarandilla de la Vera) 22.- Convento de El Palancar (Pedroso de Acim) 23.- Convento de Nuestra Señora de los Ángeles (Pinofranqueado) 24.- Conventos de San Francisco (Plasencia) 25.- Convento de San Vicente Ferrer. (Plasencia) 26.- Convento de la Merced (Trujillo) 27.- Convento de la Encarnación (Trujillo) 28.-Convento de San Francisco. (Trujillo) 29.- Convento de San Agustín (Valdefuentes) 30.- Convento de San Francisco (Valencia de Alcántara) 3 José Antonio Ramos Rubio - Santiago Molano Caballero I.- INTRODUCCIÓN La desamortización fue un largo proceso histórico-económico iniciado en España a finales del siglo XVIII por Godoy (1798) y cerrado ya muy entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924). En otros países sucedió un fenómeno de características más o menos similares. Consistió en poner en el mercado, mediante una subasta pública, las tierras y bienes no productivos en poder de las llamadas «manos muertas», casi siempre la Iglesia Católica o las órdenes religiosas y territorios nobiliarios, que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos. Su finalidad fue acrecentar la riqueza nacional y crear una burguesía y clase media de labradores propietarios. Además, el erario obtenía unos ingresos extraordinarios con los que se pretendían amortizar los títulos de deuda pública1. La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen, para implantar el nuevo Estado burgués durante la primera mitad del siglo XIX. La disolución del régimen señorial y la desvinculación de mayorazgos constituyen una manifestación más del triunfo del liberalismo sobre el viejo y caduco sistema absolutista. Estas transformaciones, con sus avances y retrocesos, se integran en el proceso de instauración del Estado liberal en España fruto del triunfo de la revolución burguesa2. A partir del año 1833 el proceso de desamortización se agilizó porque la guerra obligaba al Estado a obtener recursos, en un momento en que las cajas estaban vacías y el crédito exterior se había hundido3. También, porque en España se propagó un clima anticlerical, a causa del apoyo del clero al bando carlista. En tercer lugar, los antiguos compradores de bienes desamortizados en el Trienio, expropiados en el año 1823, presionaban al gobierno para que les devolviera sus bienes. Por eso no es extraño que los gobiernos liberales fueran poco a poco avanzando hacia la desamortización: confiscación de bienes de los conventos destruidos, reintegro de sus bienes a los compradores del 1 TOMÁS Y VALIENTE, F: El marco político de la desamortización en España. Ariel, Barcelona, 1989, pp. 6 y 7. 2 NARANJO SANGUINO et alt: “La propiedad de la tierra en la Extremadura del siglo XIX”. Revista de Estudios Extremeños, tomo LXIX, número I, Badajoz, 2013, p. 26. 3 CAMPOS y FERNÁNDEZ DE SEVILLA, “Los problemas de la economía española a principios del siglo XIX”, Actas del Simposium 6/9-IX-2007, pp. 31-32; SIMÓN SEGURA, F: La desamortización española en el siglo XIX. Ministerio de Hacienda: Instituto de Estudios Fiscales. Madrid, 1973. 4 Bienes muebles, ornamentos, enseres y demás efectos recogidos en conventos desamortizados en la Provincia de Cáceres Trienio y decreto de exclaustración general, que no hizo sino legalizar lo que ya se había producido: el abandono masivo de los conventos, ante el miedo de los frailes a los asaltos populares. En tiempos de Mendizábal, con la anuencia de Espartero, se procedió a la expropiación del patrimonio de la Iglesia. Más lejos fue la de Madoz que arremetió con las propiedades del clero regular y secular y declaró en venta los bienes municipales, los de beneficencia e instrucción pública4. Esta medida tuvo consecuencias de desajuste porque los ayuntamientos, desposeídos de sus bienes y censos, tuvieron que hacerse cargo de estos asuntos con sus arcas diezmadas. En algunos de los conventos de la provincia de Cáceres, previa a la desamortización o simultáneamente a ella, hubo exclaustraciones, todas fueron consecuencia de la exclaustración realizada en el año 1820, tampoco hemos de olvidar la orden de exclaustración firmada en el año 1836 por María Cristina5. Previamente el gobierno del conde de Toreno ya había aprobado la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica del mes de julio del año 1835 por la que se suprimían todos los conventos en los que no hubiera al menos doce religiosos profesos. Ya bajo el gobierno de Mendizábal se precisó (11 de octubre) que sólo subsistirían ocho monasterios en toda España. Finalmente, el 8 de marzo del año 1836, apareció un nuevo decreto que suprimía todos los conventos de religiosos (con algunas excepciones, como escolapios y hospitalarios), y un año después se hacía lo propio con los conventos femeninos (salvo los de las Hermanas de la Caridad)6. En este estudio abarcamos el proceso de desamortización comprendido entre los años 1834-1854, documentándonos en el Boletín Oficial de Cáceres, Comisión principal y Contaduría de Arbitrios de Amortización de la provincia de Cáceres, concretamente la desamortización de Juan Álvarez Mendizábal y Baldomero Fernández Espartero, que procedió al sistemático despojo patrimonial de la Iglesia, y a la desaparición de 4 Interesante los estudios publicados en las Actas del Simposium: La desamortización. El expolio del patrimonio artístico y cultural de la Iglesia en España. San Lorenzo de El Escorial, Madrid, 2007; ALDEA VAQUERO, Q: «Patrimonio eclesiástico», en Diccionario de Historia Eclesiástica de España. CSIC, Madrid, 1973, tomo III, pp. 1888-1940; FONTANA LÁZARO, J: Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX. Ed. Ariel, Barcelona, 1973. 5 ANTONIO RODENAS, L: “La desamortización eclesiástica en España”. Gibralfaro, momentos de la historia. Núm. 80, abril-junio de 2013, pp. 12 ss.; RUEDA HERNANZ, G.; GARCÍA COLMENARES, P., y DÍEZ ESPINOSA, J. R: La desamortización de Mendizábal y Espartero en España. Ed. Cátedra, Madrid, 1986. 6 CARO BAROJA, J: Historia del anticlericalismo español. Madrid, 2008. 5 José Antonio Ramos Rubio - Santiago Molano Caballero monasterios y conventos. Hemos optado por prescindir de la escritura de la época en la que se da detallada cuenta de los bienes, y hemos preferido utilizar la redacción actual para mejor comprensión de los lectores. Espartero restableció la supresión de los mayorazgos administrados y patronatos. Produjo una radicalización del campesinado, creando un proletariado rural. La desamortización llevó a la liberalización (1837) con la privatización del señorío. Los nuevos propietarios adquieren grandes extensiones, produciéndose un aumento del número de arrendatarios, la proletarización del campo andaluz y extremeño. De esta manera, la reforma agraria liberal del siglo XIX cumplió la misión de liberar brazos para la industria7. En el Antiguo Régimen los bienes, que eran inalienables y estaban vinculados, amortizados, a una familia (los mayorazgos) o a una institución (la Iglesia, las comunidades religiosas o municipio), recibían el nombre de "manos muertas" y no podían legalmente ser vendidos ni divididos de tal forma que nunca disminuían. La desamortización significaba que estas propiedades pasaban al Estado y eran considerados bienes nacionales y puestos luego a subasta pública8. Según datos de Artola, “las propiedades de la Iglesia ocupaban grandes zonas en Extremadura (35 por ciento), Cataluña (27 por ciento), Galicia (51 por ciento), La Mancha (28 por ciento), Aragón (20 por ciento)... La propiedad noble, mucho más importante, comprendía un 50 por ciento de los campos de Extremadura, el 55 por ciento de Asturias y León, el 70 por ciento de La Mancha”9. Entre las reformas hacendísticas y administrativas proyectadas para aliviar la delicada situación financiera —contenidas en su Memoria de 1837 y reconocidas como una de las principales leyes desamortizadoras españolas—10, destacó la supresión de las órdenes religiosas y la incautación por el Estado de sus bienes (con la salvedad de las dedicadas a la enseñanza de niños pobres y a la asistencia de enfermos),