GEOGRAFÍA FÍSICA Y MEDIO AMBIENTE Guía de campo de las XXI Jornadas de Geografía Física Alacant, 2006

Editores: Pablo Giménez, Juan Antonio Marco, Enrique Matarredona, Ascensión Padilla, Ángel Sánchez Agradecimientos y entidades colaboradoras:

Parte de los trabajos que componen la presente guía han sido realizados gracias al Proyecto I+D REN2003-02059/ GLO, cofi nanciado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología y fondos FEDER, adscrito al Dpto. de Análisis Geográfi co Regional y Geografía Física de la Universidad de .

Para la realización de las jornadas se ha contado con la ayuda y colaboración de la CAM, Vicerrectorado de Relaciones Institucionales y Cooperación Internacional y Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante

Asociación de Geógrafos Españoles Grupo de trabajo de Geografía Física

GRUPO DE GEOGRAFÍA FÍSICA

Universitat d’Alacant Universidad de Alicante Departamento de Análisis Geográfi co Regional y Geografía Física Instituto Universitario de Geografía

© los autores

ISBN: 84-689-9348-4 Depósito Legal: A-559-2006

Maquetación e impresión:

ÍNDICE

I. LOS ELEMENTOS DEL MEDIO Y SU DINÁMICA

1. Conjuntos morfoestructurales y elementos del relieve de las comarcas meridionales valencianas ...... 11 Juan Antonio Marco Molina 2. Compartimentación estructural del relieve y modelado en la comarca del Alto Vinalopó ...... 27 Enrique Matarredona Coll 3. La confi guración física del litoral sur alicantino ...... 35 Enrique Matarredona Coll, Juan Antonio Marco Molina, Antonio Prieto Cerdán 4. Introducción al modelado cárstico en la vertiente septentrional de Aitana: depresiones ...... 49 Juan Antonio Marco Molina 5. Evolución y dinámica de los frentes de cresta-escarpes de falla del sector oriental de Aitana ...... 57 Juan Antonio Marco Molina 6. Tipos de tiempo en la provincia de Alicante ...... 69 Emilio Martínez Ibarra

II. EL MEDIO FÍSICO COMO RIESGO

7. Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa (Bajo Segura, Alicante) ...... 95 Pablo Giménez Font 8. El riesgo de desprendimientos en laderas del tipo cantil-talud: el caso de la Sierra de Crevillente ¿Inconsciencia o desconocimiento? ...... 121 Silvia Díez Lorente III. PERCEPCIÓN Y VALORACIÓN DEL MEDIO

9. Las microrreservas vegetales, una fi gura para la protección de la fl ora rara, endémica o amenazada en la Comunidad Valenciana ...... 141 Ascensión Padilla Blanco 10. La vegetación gipsícola en la provincia de Alicante: distribución y protección ...... 157 Juan Antonio Marco Molina y Ascensión Padilla Blanco 11. Helianthemum caput-felis Boiss. entre Punta Prima y Cabo Roig (Litoral Suralicantino) ...... 169 Juan Antonio Marco Molina, Ascensión Padilla Blanco, Ángel Sánchez, Pablo Giménez 12. Cartografía corológica a escala de detalle mediante GPS y SIG: nuevas aplicaciones en el sector oriental de Aitana ...... 183 Juan Antonio Marco, Alfredo Ramón, Ascensión Padilla, Ángel Sánchez, Pablo Giménez, Emilio Martínez 13. Valoración y percepción de dos espacios montañosos alicantinos: la colonia agrícola de la Sierra de Salinas y el Carrascal de la Font Roja ...... 195 Ascensión Padilla Blanco 14. Estudios de paisaje: el plan especial de protección del paisaje y del medio natural de Salinas (Alicante) ...... 205 Antonio Prieto Cerdán

Itinerarios ...... 229 CONTEXTO GEOMORFOLÓGICO Y ASENTAMIENTO HUMANO: ABANICOS ALUVIALES Y CORRIENTES DE DERRUBIOS EN LA SIERRA DE CALLOSA (BAJO SEGURA, ALICANTE)

Pablo Giménez Font MEDSPAI* Universidad de Alicante

Los abanicos aluviales de los ambientes ári- como zonas críticas en los sistemas fl uviales, dos o semiáridos, se hallan sujetos a una diná- se apunta la génesis de los procesos morfoge- mica relacionada con la tectónica, la litología, néticos, su desarrollo en un contexto antro- el poblamiento vegetal y el clima, que tiene su pogénico y los riesgos derivados del mismo, plasmación en la producción de sedimentos y a partir del análisis de dos sucesos históricos en el tipo de escorrentía. Sobre esta última va- (1793 y 1987). Igualmente se estudian las di- riable actúan, además, las actividades de origen ferentes adaptaciones e intentos de mitigación antrópico, que pueden resumirse en procesos de las avenidas, fundamentalmente compues- de deforestación, roturaciones, movimientos y tas por corrientes de derrubios. extracciones de tierra y, especialmente, desa- rrollo urbano. Las áreas de los abanicos están conceptuados como sectores de gran inestabili- 1. A BANICOS ALUVIALES Y ALTERACIÓN dad y peligrosidad para el asentamiento huma- ANTRÓPICA EN LA SIERRA DE CALLOSA no, debido a la irregularidad y a lo impredeci- ble de los fl ujos, de composición variada. La Sierra de Callosa (568 msnm) es un Con estas bases, en el presente trabajo se bloque calizo aislado que, junto a la sierra trata de analizar los factores que infl uyen en de (634 msnm) y otros cabezos me- la morfología de unos abanicos aluviales in- nores del permotriásico y triásico, conforma tensamente antropizados, con especial aten- los restos de un primitivo macizo del Segura ción en el de Callosa de Segura. Considerados (Montenat, 1977) que desapareció con el hun- dimiento tectónico que supuso la depresión del Segura-Guadalentín. Actualmente ambas * Grupo de Investigación sobre Medio, Sociedad y sierras subdividen la zona central de la Fosa Paisaje, Área de Geografía Física del Dpto. de Aná- lisis Geográfi co Regional y Geografía Física-Labo- Intrabética, de relleno predominantemente ratorio de Biogeografía del Instituto Universitario de Cuaternario (aluvión). De esta forma, esta sie- Geografía, Universidad de Alicante. rra, compuesta principalmente por calizas do-

95 Pablo Giménez Font

a S i e r r d e A C a l l o s a

O r i h u e l a d e r r a i e e d S i a c t e n n i a v c o i r l P A

A r a S e g u o í R

Área estudiada

Cox

Callosa de Redován Segura

101km

Figura 1. La Sierra de Callosa y delimitación del área estudiada. lomíticas y fi litas-cuarcitas, se halla rodeada de Callosa queda enmarcado por dos grandes completamente por glacis o sedimentos alu- fallas perpendiculares (NO-SE y SO-NE) que viales procedentes del río Segura y rambla de defi nen una elevada turgencia (pendientes me- Habanilla. Su origen estructural, con los acci- dias de 56.3º 38.6º respectivamente) (Marco, dentes tectónicos muy resaltados, le confi ere 1990: 43) y un contacto característico con la la cualidad de hito paisajístico en la Vega Baja Fosa defi nido, junto a los glacis de coluvio- del Segura. Efectivamente, el horst de la sierra nes, por un conjunto de abanicos aluviales.

96 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

Corrientes de derrubios

b l R a m a d e T a t ú s

costra calcárea

C /

d e l

P i l a PLEISTOCENO HOLOCENO r

Figura 2: Apunte de la Rambla de Tatús. Elaboración propia

El buzamiento general trascurre hacia el N y pero no existen cambios importantes de tipo NE pero, contrariamente, este hecho repercute tectónico o de erosión fl uvial trasversal, por lo en la ausencia de abanicos signifi cativos en la que los abanicos han tenido una evolución li- vertiente meridional de la sierra (donde exis- gada principalmente a los dos primeros. te un potente escarpe de falla sobre Redován) Los trabajos de Harvey en el SE español1 mientras que, en el sector septentrional, la pre- o de Somoza et al. (1989), obtienen algunas sencia de un conjunto de fallas normales en conclusiones aplicables al área de estudio. En disposición perpendicular a las meridionales primer lugar, resulta evidente que un frente implica la presencia de barrancos encajados montañoso fallado ha facilitado la formación con cuencas reducidas y elevadas pendientes, de un conjunto de abanicos. A partir de este separadas por interfl uvios de materiales tecto- momento, el papel de la tectónica, que se en- nizados. Estas particularidades presuponen, en cuentra activa durante algunos momentos del última instancia, una morfología en los abani- proceso de sedimentación, ha podido infl uir cos aluviales de características defi nidas. en el desarrollo de secuencias y en la propia Se han diferenciado tres grandes grupos de morfometría del abanico, debido a infl uencias factores responsables de la morfología de los directas sobre la pendiente. Éste se trata de un abanicos: la tectónica, las condiciones climáti- cas y la acción antrópica. En ocasiones, se in- cluye también el denominado “nivel de base” 1. Sierras de los Filabres, Alhamilla y Cabo de Gata (base-level) (Harvey, 2002b) que se correspon- (Almería), Béticas s.s. (sierras de Carrascoy y Almena- dería con las cuencas de sedimentación origi- ra, Murcia) y Pre-Bético alicantino (glacis meridiona- nales sobre las que se desarrollaría el abanico, les de Serra Cortina, Serra d’ y O de Aitana).

97 Pablo Giménez Font tema complejo en el que no insistiremos. Bas- forma más palpable y menos local, en las pro- te resaltar cómo Harvey (1984b) indica alte- pias cuencas de alimentación, caracterizadas raciones post-sedimentarias de origen neotec- por su carácter estructural, reducido tamaño y tónico en los abanicos de La Murta y Ginesa acusadas pendientes. Como veremos, el grado (Sierra de Carrascoy, también perteneciente a de tectonización –diaclasamiento, cuando no las Béticas y de composición permotriásica), trituración– de los materiales de las laderas es a partir de las diferencias entre las pendientes alto y, a excepción de los depósitos de ladera, del abanico actual y las registradas en depósi- se carece de suelo con lo que la vegetación es tos del pleistocenos, diferenciables gracias a muy rala o inexistente. Este factor, junto a la la costra calcárea que los cubre. Un apunte es- concurrencia periódica de tormentas de alta tratigráfi co en el ápice del abanico de Callosa intensidad, resulta básico para la generación (confl uencia de la rambla de Tatús) en un área de escorrentía y de corrientes de derrubios tectónicamente activa permiten señalar hacia (debris fl ows), que se alzan como uno de los hipótesis similares que requerirían confi rma- depósitos más característicos de los abanicos ción, con sus posibles consecuencias en el de ambientes semiáridos. desarrollo de los abanicos estudiados (Figura Los procesos de alimentación proceden 2). Pero la infl uencia de la tectónica reside, de fundamentalmente de la movilización de ma-

100 90 Callosa de e 80 s Segura c a 70 r p 60 e

50

msnm 40

30 20 exageración 10 vertical x10 0 0 100 200 300 400 500 600 700 800 900 1000 1100 m

100 e 90 s La Caldera c a 80 r p 70 e 60

50

msnm 40

30 20 exageración 10 vertical x10 0 0 100 200 300 400 500 600 700 800 900 1000 1100

m Figura 3. Perfi les de los abanicos de Callosa y La Caldera

98 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa teriales superfi ciales de distinta composición, - De forma general aumentó el área del aba- por lo que en la sedimentación pueden pre- nico, consolidándose un canal principal. La dominar los aportes fl uviales –inundación en sedimentación se produjo mediante coladas manto–, los provenientes del sustrato rocoso de piedra y barro de viscosidad variable e de las laderas a partir de desprendimientos inundación en manto sobre las zonas media de distinta magnitud, o aportes de tipo mixto. y distal. Estos factores, condicionantes previos en la - En este esquema diacrónico, las facies varían cuenca de drenaje, derivan asimismo de unas de forma compleja en relación con la propia condiciones climáticas concretas que defi nen naturaleza sedimentaria del abanico. Teórica- no sólo la producción de sedimentos, sino mente, y debido a la acción de la escorrentía también la propia morfología del abanico. En superfi cial, en los sectores más alejados y de nuestro ámbito de estudio, el clima es el prin- menor pendiente predominarán las partículas cipal elemento defi nidor de la génesis y desa- fi nas, contrariamente a los dominios proxi- rrollo de estas formaciones. En este sentido, males donde observamos una preponderan- adoptan un papel muy relevante fenómenos cia de bloques y coluviones depositados por excepcionales como las elevadas precipitacio- fl ujos de derrubios junto con gravas, arenas y nes con picos de crecida muy acusados, que limos (Harvey, 1984a). Sin embargo, la pre- permiten defi nir los abanicos como zonas crí- sencia de canales de incisión, mayoritaria en ticas de los sistemas fl uviales de las regiones los abanicos analizados, puede suponer la de- áridas (Harvey, 2002a: 59), espacios de enlace cantación de los depósitos más recientes –en entre las fuentes de sedimento y los ambientes forma de derrubios, por ejemplo– en el área sedimentarios donde muchas veces los efectos distal del abanico, como veremos de forma geomorfológicos dominan sobre los hidrológi- prototípica en el de Callosa. cos (Gómez Villar, 1996). Sobre el conjunto de abanicos de la sierra, De la conjunción de distintos factores –tec- morfológicamente destaca el de La Caldera, tónica, clima, pero también litología y vegeta- un depósito cuyas características especiales ción–, podemos realizar una aproximación a la responden a varias circunstancias. En pri- morfología y evolución de los abanicos de la mer lugar, se trata del abanico más extenso Sierra de Callosa: de cuantos hemos analizado y el que mayor - Se caracterizan por alimentarse de pequeñas cuenca vertiente presenta (1.3 km²). Este he- y encajadas cuencas vertientes, alimentadas cho presupone, en principio, una mayor con- por canchales y pequeños conos torrenciales currencia de corrientes de derrubios, ya que - Se trata de abanicos en forma de cuña, que el canal central tiene un recorrido importante presentan pendientes importantes fruto del (600 m. aprox.) con una pendiente reducida, desnivel original entre el frente montañoso al contrario que otros abanicos con cuencas y el área de sedimentación. Este hecho es fá- menos extensas y decantaciones de grandes cilmente perceptible en los perfi les de algu- volúmenes de rocas. Su forma lenticular se no de ellos, especialmente en torno al área genera al superar el confi namiento de las pa- proximal, como testifi cación de la génesis redes de su extenso canal, y al producirse una original de abanicos torrenciales proceden- distribución radial de canales que no obser- tes de una cuenca de recepción incipiente. vamos tan claramente en el resto de abanicos - Siguiendo un modelo clásico evolutivo analizados. La morfología y el perfi l indican (Blair & McPherson, 1994), en su forma- que puede tratarse de un abanico telescópico ción, progresivamente se incrementó el área (Bull, 1977), donde el área de sedimentación del abanico y las pendientes se redujeron, en –con predominancia de gravas y cantos– se ha paralelo a la ampliación de la cuenca de re- desplazado hacia los dominios distales, ori- cepción. ginando un nuevo segmento de abanico. La

99 Pablo Giménez Font fotointerpretación del vuelo de 1956 indica la zona proximal ha sido desmantelada por la presencia de una extensa área proximal, con extracción de áridos, lo que imposibilita la un amplio canal compuesto por coluviones verifi cación de estos planteamientos, sujetos que alcanza el interfl uvio de los dos barrancos únicamente a cuestiones morfológicas e inter- de alimentación principales, así como restos pretaciones fotogramétricas. de coladas de derrubios en las zonas medias El factor antrópico ha resultado determi- y distales del abanico. Sin embargo, toda la nante, en última instancia, en alguno de los

Cuenca de

recepción

B B

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1956 2001

0 500

Cox Superficie del abanico Canales de 1er orden Canales de 2 o orden Canales de 3 er orden Canales de orden superior y otros de distribución radial Restos de corrientes de derrubios (1956) Cantera Callosa

Figura 4. Abanico de La Caldera. Elaboración propia.

100 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

Población medieval Crecimiento en la Edad Moderna Crecimiento s. XIX y pirmera mitad del s. XX Principales ampliaciones desde 1950 Acequia de Callosa

Media

Proximal Distal

100 0 100 m

Figura 5. Evolución urbana de Callosa de Segura y zonifi cación del abanico. Elaboración propia a partir de Navarro Hernández (1991). principales cambios acaecidos en los abanicos de perfi les y amputación de canales. Más allá desde su formación. El abanico de La Caldera de la aparición de nuevas formas de modela- (Figura 4), representa perfectamente los dos do (Soria & Pina, 1990), en ocasiones hay que principales impactos reconocibles –canteras hablar del desmantelamiento del sistema. Esto y urbanización– y alguna de sus más directas ocurre en el propio abanico de La Caldera, consecuencias: la acción del hombre no sólo donde los aportes torrenciales de los barran- modifi ca la naturaleza del abanico, sino que cos del Infi erno y del Tío Falacia se decantan difi culta el análisis de la morfología relacio- sobre la extensa superfi cie llana de la cantera, nada, por ejemplo, con los procesos erosivos y muy raramente depositan pequeños volúme- y sedimentarios. nes sobre el abanico. Las canteras de áridos son explotaciones Junto a las extracciones de áridos, el proce- activas históricamente, pero que han provoca- so de urbanización parcial o total de la super- do las principales modifi caciones a partir de la fi cie del abanico resulta el factor de modifi - segunda mitad del siglo XX, hasta el punto de cación de la dinámica natural más importante. alterar la fuente de alimentación mediante la En primer lugar, debido a los impactos que extracción masiva de materiales, rebajamiento este hecho tiene sobre la escorrentía superfi -

101 Pablo Giménez Font

Figura 6. Callosa de Segura, abanico aluvial y cuenca vertiente. Fuente: Google Earth.

cial, que es un proceso remodelador de gran abanico y a la vulnerabilidad de sus distintas trascendencia en la construcción del abanico. áreas (Figura 5). Efectivamente, los riesgos A la impermeabilización de la superfi cie, la de avenida –especialmente de las procedentes construcción de obstáculos físicos, la fi jación de corrientes de derrubios– resultan elevados y encauzamiento de los canales de incisión o la tanto en la zona distal como en la cabecera, los erradicación de los canales menores, hay que dos espacios con un desarrollo urbano más re- añadir las actuaciones sobre la propia cuenca ciente, datado en los últimos 300 años. Por el de alimentación, bien mediante la explotacio- contrario, el sector medio del abanico resulta nes de áridos mencionadas, bien mediante el el área con una afección de las avenidas más desarrollo de sistemas de contención de inun- débil y es allí donde, precisamente, se ha de- daciones que repercuten en el normal funcio- sarrollado la población histórica. La primera namiento del sistema. Igualmente, el desarro- gran expansión urbana de Callosa se realizó llo urbano sobre los abanicos aluviales supone sobre la margen izquierda de la Rambla (si- un interesante capítulo que permite analizar glos XVII-XVIII), un canal activo a lo largo la consolidación de un espacio de riesgo, así del cual se incrementaba el riesgo de inunda- como las diferentes medidas adaptativas, des- ciones. Superado dicho canal y absorbido por de una perspectiva histórica. la trama urbana, los crecimientos de los siglos El propio crecimiento de la población de XIX y XX se realizaron sobre el ápice y sobre Callosa, realizado históricamente sobre el el área distal del abanico, superando ésta úl- área no apta para el cultivo, resulta un claro tima y urbanizando cada vez más espacio de ejemplo de adaptación al comportamiento del huerta.

102 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

2. LA DINÁMICA DEL ABANICO DE CALLOSA considerable amplitud temporal entre ambos. DE SEGURA: ANTROPIZACIÓN Y Esto nos permite comparar además el compor- CORRIENTES DE DERRUBIOS tamiento actual del abanico, totalmente urba- nizado, con el del siglo XVIII, donde la parte El abanico de Callosa resulta sugerente en- distal y, especialmente, el ápice, se encontra- tre otros aspectos porque, si bien se trata de ban fuera del espacio urbano y presentaban un una forma sedimentaria sujeta a una dinámica funcionamiento cercano al natural. De igual que repercute en cambios progresivos durante forma, el área de drenaje carecía de presas su desarrollo, actualmente está altamente mo- de contención y otros sistemas de control de difi cada por la acción del hombre: crecimiento la erosión. A través del trabajo de campo, la urbano e impermeabilización de la superfi cie documentación histórica y el análisis de dos del abanico, desnaturalización del cauce, etc. fenómenos de tipo extraordinario, en el que se que han paralizado los procesos de agrada- pusieron en funcionamiento procesos de ali- ción y disección. El control de los procesos de mentación del abanico, vamos a tratar de re- erosión y alimentación y la retirada y limpie- construir o analizar la dinámica del mismo. za de los sedimentos depositados sobre suelo No hay duda que los nefastos sucesos ocu- urbano tras una avenida fl uvial supone la fosi- rridos en 1987 –previamente a las actuales lización del abanico. No obstante, disponemos obras de encauzamiento– verifi can que se trata de información bastante completa sobre dos de un abanico activo, al menos en lo que a sus sucesos catastrófi cos (1793 y 1987) con una mecanismo de alimentación se refi ere, puesto

Figura 7. Colmatación de los diques de contención fi nalizados en 1990 (año 2006)

103 Pablo Giménez Font que es evidente el aporte de sedimento a su su- ta, así como las características topográfi cas y perfi cie tras un evento climático excepcional. litológicas de la misma (Gómez Villar, 1996), La datación del volumen de sedimentos rete- ideas sobre las cuales que ya se han realizado nidos en los diques de corrección hidrológica algunas aproximaciones. de los barrancos del área de drenaje, construi- La cuenca vertiente determina el dominio dos en 1990, resulta una buena muestra de la de fl ujos de derrubios o sedimentación fl u- actividad presente: gran parte de las presas vial en el proceso de construcción del abanico de los barrancos tributarios están colmatadas (Blair & McPherson, 1994). Entre las diferen- por coluviones de gran tamaño (Figura 7). tes conclusiones obtenidas por los trabajos de Únicamente los diques más altos, situados en Harvey (1984, 1997, 2002), destaca la propen- el fondo del valle torrencial se encuentran en sión de aquellas cuencas con áreas más peque- condiciones de retener volúmenes importantes ñas (la del abanico de Callosa tiene 0.9 km²) de derrubios. a generar de corrientes de derrubios y clastos menos rodados. Igualmente se establece una 2.1 La cuenca vertiente relación inversa entre la cuenca de recepción, Por lo tanto, no es posible entender la di- que aporta los sedimentos, con la pendiente námica de un abanico –también los tipos de del canal y la del propio abanico. Los fuertes depósitos– sin analizar el comportamiento desniveles presentes y los cauces anfractuosos geomorfológico de la cuenca que lo alimen- de la cuenca que nos ocupa –con su caracterís-

Figura 8: Detalle de la vertiente oriental de un barranco próximo la cabecera de la Rambla de las Canteras.

104 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa tica forma de anfi teatro– resulta fundamental mulaciones de ladera se forman los fl ujos de para comprender el comportamiento de tipo derrubios (debris fl ows), procesos con un gran catastrófi co de la sedimentación del abanico. impacto en la cuenca –erosión, encajamiento Para ello se requieren elementos de base que o modifi cación de pendientes y de otros cana- se relacionan con la energía de inundación y les– y en el propio abanico, como a continua- con el sedimento provisto. ción detallaremos. En las condiciones climáticas actuales y subactuales, con exceso de sedimento en el 2.2 El ápice y procesos de avulsión área-fuente, predomina la agradación del aba- La zona proximal del abanico de Callosa se nico (Harvey, 2002a). De esta manera, existe trata de un lóbulo deposicional activo que ha una total dependencia de la proporción agua- sido intensamente urbanizado desde la década sedimento y las características del mismo, aun- de 1950 (actual barrio del Pilar) y, con ello, que el control litológico también es importante. sometido a cambios importantes. No obstante, La intensa tectonización y diaclasamiento de sigue siendo una de las áreas de mayor riesgo las laderas es un factor de primer orden, puesto de la población a pesar de las obras de conten- que determina no sólo las elevadas pendientes ción y encauzamiento. La gran inestabilidad sino la alimentación y las características de los de este sector deriva de la presencia de tres materiales, en ocasiones triturados (Figura 8). grandes canales encajados en sus propios se- Las acumulaciones de ladera de carácter ac- dimentos que han sido incorporados a la trama tual o subactual (Holoceno) se constituyen por urbana. El principal de ellos, la rambla de la coluviones de tamaño medio y grande (derru- Cantera encauza las aguas por la calle Rambla bios y bloques), sin matriz alguna ni fi toestabi- Alta –eje axial–, acompañado de otro canal de lización destacable, aunque las repoblaciones funcionamiento esporádico (actual calle del con pitas y –más recientemente– con pinos Pilar). Entre ambos se individualiza la parte han ralentizado el funcionamiento de algunas superior del ápice, que aparece así secciona- vertientes. Las precipitaciones de alta inten- do. Por último, un canal fuertemente encajado sidad ligadas a desprendimientos, masivos o (una media de 4 m), procedente del barranco no, los procesos termoclásticos –alternancia de Tatús, alimenta a la rambla o directamente de períodos húmedos y secos– e, incluso, la puede llegar a sedimentar sobre el cauce de la concurrencia puntual de terremotos de inten- misma, obstruyendo la salida de aguas con la sidad media, se postulan como las principales construcción de un pequeño abanico secunda- causas de acumulación. Morfológicamente rio (1793). En la zona proximal destaca, así, adquieren mayor importancia los canchales o la facilidad con que se suceden los procesos pedrizas que se extienden de forma paralela de decantación, que pueden producirse con al sentido de la pendiente, mayoritariamente precipitaciones de intensidad media y aportes ocupando pequeñas vaguadas de raigambre moderados o bien con fenómenos extraordina- morfoestructural, formando conos caóticos de rios, en los que predominan los detritos en la carácter torrencial. El principal mecanismo de composición de los sedimentos. Los abanicos transporte en este caso es la gravedad, el factor presentan, en este sentido, complejas combi- topográfi co, pero las precipitaciones de carác- naciones que derivan fundamentalmente de la ter torrencial, los movimientos en masa de ma- energía de la inundación y del sedimento pro- yor o menor entidad e, incluso, la escorrentía visto. De esta manera, en el abanico de Callosa superfi cial también tienen un papel esencial podemos registrar fenómenos de agradación en los movimientos de los depósitos a lo lar- que incluyen la erosión de la zona proximal go de la pendiente (Matarredona, 1988). Son –mediante uno o varios canales de incisión– y aspectos puramente superfi ciales pero no por sedimentación aguas abajo (por ejemplo, con ello menos importantes. A partir de estas acu- punto de intersección en la zona media y de-

105 Pablo Giménez Font

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a l i u g Á l e d o c i P l er e Canales de 1 orden d . o Canales de 2 o orden c B Canales de 3 er orden Canchales 200 0 200 m

1

1

2 Corrientes de derrubio

Cox

2

100 0 100 m

Figura 9. Abanicos de Callosa (superior) y Cox (inferior), con detalle de restos de corrientes de derrubios en el ápice y zona media de este último abanico.

106 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

50 0 50 m

o lvari Llano del Ca Bco. de San R oque

Obras de Encauzamiento Canchales Repoblaciones encauzamiento subterráneo

Figura 10: Sector proximal del abanico de Callosa y canales confl uentes. Principios del s. XX (superior) y 2003 (inferior). cantación distal), como ocurrió en 1987. Por podemos encontrar la predominancia de co- el contrario, en ocasiones la energía es menor luviones de gran tamaño en la zona proximal y la sedimentación distal no resulta signifi ca- y sedimentos fl uviales en la distal. La acu- tiva. mulación masiva de derrubios, relativamen- Efectivamente, una de las claves interpreta- te frecuente en el área que nos ocupa, puede tivas reside en la proporción agua-sedimento acarrear la obstrucción o colmatación de los (Harvey, 1997), es decir, en la energía, pero canales de circulación habitual o bien proce- también en el material transportado, donde sos de avulsión o reactivación de otros fosili- predominan las corrientes de derrubios o bien zados (Field, 2001). Por ejemplo, en 1793 la sedimentos más fi nos. De forma compuesta, documentación histórica narra detalladamente

107 Pablo Giménez Font

Figura 11. Detalle del plano del arquitecto Simón Ferrer (1793). Puede apreciarse el ápice sin urbanizar (Llano del Calvario) y la cabecera del desaparecido barranco de San Roque. como en el antiguo Llano del Calvario, corres- A ello colaboró la presencia de otros depósi- pondiente al ápice urbanizado en la segunda tos provenientes de una avenida anterior, en mitad del s. XX, durante la avenida se «formó 1785, y que no habían sido retirados pese a un lomo en él por algunos parajes de más de las advertencias3. La obstrucción de la salida una vara y media más alto que la superfi cie de natural de las aguas, realizada sobre el canal los cortados, cortando del todo el curso de las axial del abanico (actual calle de la Rambla aguas, que bajando como una gran montaña Baja), supuso diversos procesos de avulsión se derramaron por los costados con tan furio- («No ha sido la referida rambla la que ha so ímpetu que derribaron 28 casas y cuevas»2. causado estos daños. Muchos barrancos han variado de situación, y han hecho unos estra- gos irreversibles»). El más interesante deriva 2. AHN. Consejos, Legajo 22.808: Expediente promo- de la obstrucción producida por los sedimen- vido a representación del ayuntamiento de la villa de Callosa de Segura, el Deán y Cai. de la misma y del Convento de San Francisco de esta villa con motivo 3. Existe un interesante informe del maestro alarife Mi- de lo ocurrido en la noche del 7 al 8 de septiembre guel Ripoll en el Archivo Histórico Nacional (AHN) del presente año de resultas de la tempestad acaecida; sección Consejos, Legajo 23.577: El Alcalde mayor de expedientes causados por la misma y medidas toma- la villa de Callosa de Segura sobre la composición de das para alivio de su vecindario. (1793). De aquí en la rambla de aquella villa y arbitrio propuesto para adelante, todas las frases en cursivas y entrecomilladas ello; y duda que propone sobre el modo de comunicár- pertenecen a este documento. sele las órdenes generales (1788).

108 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa tos depositados en la Rambla a la salida del 2.3 La Rambla Baja como canal de incisión barranco de Tatús, que demuestra la presencia La Rambla se trata de un canal de incisión de un abanico tributario. Este suceso supuso la sobre el que convergen parte de los cauces reactivación de un canal abandonado o de es- descritos que ocupan el ápice del abanico. A caso funcionamiento como lo era el conocido pesar de su carácter antrópico, en origen se como barranco de San Roque (fi gura 11), que trataba de la principal vía de transporte de los desembocaba aproximadamente en la calle sedimentos desde la zona proximal a la distal. Jaime I el Conquistador, en las cercanías de El proceso de atrincheramiento que sig- la iglesia de San Martín, y actualmente ha sido nifi ca la Rambla Alta, entendida así como integrado por el callejero de la ciudad (fi gura un canal encajado que aporta sedimento a la 9). Parte de las medidas correctoras adoptadas superfi cie del abanico (Wasson, 1977: cit. en en el siglo XVIII se dirigieron a individualizar Gómez Villar, 1996), verifi ca un antiguo pro- dicho barranco del cauce de la Rambla, con el ceso de construcción. Si bien se trata éste de fi n de evitar su funcionamiento conjunto y la un canal regulado, donde históricamente se consiguiente inundación de un sector impor- sucedían las limpiezas periódicas de su cauce, tante de la población. En 1987, por ejemplo, la adaptación histórica de la trama urbana y la la completa urbanización del ápice evitó el propia elevación de las casas con respecto a la encauzamiento de la destructiva corriente de calle nos permite conjeturar sobre los umbra- derrubios por el sector meridional de Callosa. les de atrincheramiento del canal, y de cómo

Figura 12. Proceso de incisión en la salida del área proximal del abanico de Callosa. Noviembre de 1987. (Fotografía de Navarro Hernández, 1991)

109 Pablo Giménez Font esta incisión que se inicia en la zona proximal dimento, y de la composición granulométrica supone la deposición de sedimentos lejos del del mismo, el comportamiento espasmódi- ápice del abanico (Harvey, 1984b). En el en- co-torrencial tendrá repercusiones muy dife- cajamiento reconocido, de carácter complejo, rentes, tanto a nivel morfológico como en lo actúan diferentes variables. La incisión del referente a las actividades humanas. Con una ápice es bastante profunda, con una pendiente elevada relación agua-sedimento, si la concen- inferior a la de la superfi cie del abanico que tración de partículas fi nas es baja, el transporte va igualándose en la zona media hasta llegar es de tipo fl uvial con una importante carga de a los teóricos puntos de intersección, a partir fondo; mientras que con una alta proporción de los cuales se produce la mayor sedimen- de fi nos pueden movilizarse clastos de mayor tación. En la propia zona proximal existe un tamaño y provocar las conocidas corrientes de punto de intersección secundario representa- derrubios (debris fl ows) (Harvey, 1984). Como do por la afl uencia del barranco de Tatús a la ya se ha señalado, las corrientes de derrubios rambla, mientras que en el suceso de 1987 el conforman uno de los depósitos más caracte- canal principal de la rambla sufrió un proce- rísticos de los abanicos aluviales de nuestro so de atrincheramiento o excavación (Figura ámbito de estudio, y su movilización responde 12). Ambos factores resultan demostrativos a cuantiosas precipitaciones de alta intensidad de la presencia de mecanismos de comporta- horaria y a las características de la cuenca de miento natural del abanico y de una dinámica alimentación. Su carácter esporádico y su des- coherente que se completa con el proceso de encadenamiento sorpresivo convierten estas agradación distal. Dicha dinámica se ve some- corrientes en el principal riesgo natural al que tida, en lo que al atrincheramiento se refi ere, se ve sometido la población de Callosa, como a una serie de factores de control: de forma demuestran los catastrófi cos sucesos de 1793 general puede hablarse, por ejemplo, de la y 1987. alternancia de fl ujos de agua y corrientes de Los mecanismos de origen de las corrientes derrubios pero, sin duda, es la disminución del de derrubios son de carácter complejo y toda- aporte de sedimentos, debido a las recientes vía conocidos de forma insufi ciente, aunque obras de mitigación de inundaciones, y la im- los avances han sido signifi cativos (Iverson, permeabilización de la superfi cie de la rambla 1997). En primer lugar, resulta obvio que la en la segunda mitad del s. XX, los que mayor concurrencia de tormentas de alta magnitud infl uencia han tenido sobre el comportamien- debe ser proporcional a la acumulación de to sedimentario del abanico. En este segundo sedimentos en la cuenca, proceso que, como caso, al reducirse las pérdidas de agua por in- hemos visto, resulta bastante rápido debido a fi ltración, el sustrato urbanizado facilita la pro- las características especiales de la cuenca de pagación de las coladas de barro y derrubios a alimentación: intensa tectonización y diacla- mayor distancia que la habitual. Igualmente, samiento de los materiales y cuenca de recep- en puntos siguientes observaremos como el ción pequeña con fuertes desniveles, propia crecimiento urbano ha constreñido progresi- de una región tectónicamente activa sometida vamente el canal, lo que ha repercutido en el a rápidos levantamientos. Con estas bases, comportamiento de la energía del fl ujo y en la mediante la presencia de inundaciones repen- capacidad de sedimentación tinas, la movilización de los derrubios puede producirse con un simple movimiento de lade- 2.4 Corrientes de derrubios, tipo de ra (¿1793?) y por la unión de varios canchales transporte y riesgo natural (1987), todo ello conjugado por una saturación El tipo de transporte es un elemento bási- súbita de los detritos que también puede des- co en la dinámica de los abanicos aluviales. encadenar procesos por sí misma. Las descrip- Dependiendo de la proporción de agua y se- ciones de la catástrofe de 1793, producida la

110 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

s ú t a T e d . e R q u R o n S a e d olas . o c B

lóbulo

lóbulo

frente frente 1793 1987

Figura 13. Apunte de las corrientes de derrubios de 1793 y 1987 (sección longitudinal). Adaptación del esquema de Johnson & Rodine (1984: 263) noche del 7 al 8 de septiembre, mencionan el partículas y el correspondiente movimiento desprendimiento de una gran roca desintegra- ladera abajo. Johnson & Rodine (1984) re- da en partículas de muy diverso tamaño como saltan que se trate de depósitos sueltos o con causa defi nitiva de la avalancha de piedras; sin grandes macroporos porque, efectivamente, la embargo, aún sin descartarse esta posibilidad, permeabilidad de los materiales resulta esen- pudiera tratarse de una apreciación equivoca- cial para su funcionamiento, con una mayor da, dada la percepción normal que en un fe- infi ltración de la lluvia y un fl ujo de agua de nómeno de estas características producen los carácter subsuperfi cial. Las precipitaciones de desprendimientos, similar a «como si la mon- alta intensidad difi cultan el drenaje e incre- taña se viniera abajo». mentan las tensiones internas entre los cantos Al contrario de lo que suele ocurrir en mo- y, con ello, la disminución de las condiciones vimientos de rocas blandas, la precipitación de estabilidad. Cuando la carga sólida alcanza antecedente no suele ser un factor relevante en una proporción determinada, se forman fl ujos la formación de estos procesos (Hürlimann et hiperconcentrados que presentan construccio- al., 2004), aunque en 1987 hubo un episodio nes distintas a las derivadas de una inundación de lluvias importantes en octubre. La adición de manto (sheet fl ood) (Blair & McPherson, concentrada de agua de lluvia, que en noviem- 1994). bre 1987 fue de 190 mm. en 24 horas (Olcina, La distinción entre depósitos de corrientes 1994), puede producir un empapamiento del de derrubios y fl uviales no siempre es una tarea depósito suelto, la consiguiente fricción entre sencilla, cuando no existe una sucesión directa

111 Pablo Giménez Font entre unos y otros. Tampoco resultan exacta- del carácter espasmódico de las corrientes (fi - mente semejantes en cuanto a comportamien- gura 13). to y consecuencias las avalanchas de roca (wet El análisis de las dos mayores corrientes de rock avalanches), pues carecen de las interac- derrubios en los últimos 250 años aporta datos ciones sedimento-fl ujo características de las muy interesantes sobre la dinámica del abani- corrientes de derrubios (Iverson, 1997). Uno co de Callosa en relación con estos procesos de los factores defi nidores de estos procesos que, además, contienen las particularidades deriva del comportamiento y morfologías ca- derivadas de un abanico urbanizado. Las des- racterísticas de estas corrientes. Generalmente cripciones del suceso de 1793 –que causó nue- se encauzan por el canal de incisión, –en este ve víctimas mortales, numerosos heridos y el caso la Rambla Alta y canales adyacentes– y derrumbe de 28 casas– permiten recomponer forman depósitos de tamiz o lobulados a lo el comportamiento de la corriente que, como largo de su recorrido. Allí donde disminuye hemos visto, causó dos olas de detritos princi- ostensiblemente la capacidad de transporte y pales, a la que hay que unir la procedente del se incrementa la infi ltración, generalmente a barranco de Tatús. La primera de ellas, como partir del punto teórico de intersección, se acu- hemos visto, decantó sobre el ápice del abani- mulan los materiales más gruesos en el frente co. Al lo largo de la rambla, la documentación del lóbulo, junto con unas ondulaciones en las narra como el «mismo cauce antiguo que tenía partes anteriores (olas de detritos) derivadas ha quedado más alto que el pueblo», mientras

Figura 14: Corriente de derrubios en Callosa de Segura, tras las lluvias de la noche del 4 al 5 de noviembre de 1987. Frente de la corriente (lóbulo principal), en el área distal del abanico (Fotografía de Navarro Hernández, 1991)

112 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

Figura 15: Daños correspondientes a la riada de 1987. 1: antigua plaza de San Miguel (fotografía de Navarro Hernández, 1991); tanto en 1793 como en 1987, en este lugar se decanta el lóbulo del fl ujo de detritos, al igual que en las inmediaciones de la calle Canónigo Hidalgo (2) (fotografía de Rosi). 3: Rotura del dique de contención situado en el ápice del abanico, Rambla de la Cantera (fotografía de Roque Albert). que en el área distal del abanico, delimitada motivo para que bajando como bajan des- por el antiguo Camino Real a Orihuela (actua- peñadas las aguas y acompañadas de ruina, les calles de Canónigo Hidalgo y del Conven- formen parapetos con ella, y rompan sus cos- to, entre otras) se dispone el lóbulo frontal de la tados». Pero tanto el ápice como el área distal corriente, donde se superan en algún punto los del abanico se hallan sin urbanizar, lo cual mi- 2 m. La principal área afectada corresponde al nimiza posteriores riesgos: de hecho, el frente fi nal de la Rambla Alta (antigua plaza de San de derrubios supera parcialmente las puertas Miguel y calle del Canónigo Hidalgo), es decir, de la ciudad (plaza de San Miguel) y se de- en clara correspondencia con una clásica sedi- canta sobre terrenos de cultivo. Sin embargo, mentación distal. A este comportamiento natu- en 1987 el cauce se ha estrechado, y la urbani- ral hay que unir la infl uencia antropogénica en zación del abanico es total. En este momento el comportamiento de la corriente a lo largo del actúan nuevos factores de intensifi cación del canal de incisión, que en ambas épocas se ca- riesgo: ya existen algunas presas de retención racteriza por la urbanización y artifi cialización de sedimentos que, colmatadas previamente, del mismo, aunque en distinta intensidad. se rompen durante la avenida de la rambla e En 1793, como veremos, ya se denuncia la incorporan nuevos materiales al fl ujo de de- invasión del cauce de la rambla, «lo que da tritos (fi gura 15.3). La creación del barrio del

113 Pablo Giménez Font

Antigua plaza de San Miguel 2 m

R b 70 cm l a . d e l a s C o 1.5 m l m Punto de a e n intersección t a

s l

teórico A Solar < a l b B c t ú s m o. d e T a a R a L

ÚÊ Incisión del canal Corriente de derrubios

Rotura del muro 100 0 100 m de contención

Figura 16: Área afectada por la corriente de derrubios de 1987. Reconstrucción a partir de fotografías y del documental Noviembre Trágico (Televega, 1987).

Pilar (área proximal) fosiliza los canales y los los 70 cm. y los más de 1.5 m., provocando convierte en calles impermeabilizadas que fa- cuantiosas pérdidas económicas4. cilitan el transporte de sedimentos rambla aba- jo, sin posibilidad de infi ltración. A pesar del asfaltado, destaca el proceso de incisión del 3. MEDIDAS HISTÓRICAS DE CONTENCIÓN: canal a lo largo de la rambla, aprovechando REDUCCIÓN E INCREMENTO DEL RIESGO las líneas de debilidad ocasionadas por el al- cantarillado (fi gura 12). La incisión del canal El análisis de dos sucesos catastrófi cos en el responde a un proceso natural y característico contexto de este estudio, no solo sugiere lec- de estos episodios; sin embargo el comporta- turas de tipo geomorfológico, sino que en lo miento del fl ujo de derrubios se encuentra, en gran medida, sujeto y controlado por la propia calle. Buena muestra de ello resulta la presen- 4. La avenida de la rambla del 4 de noviembre de 1987 cia de un solar en el tramo fi nal de la Rambla se acompañó de graves inundaciones del río Segura Alta que, en 1987, facilitó la expansión de la sobre su vega baja. Sólo en lo correspondiente a calles y espacios urbanos, en Callosa de Segura se calcula- colada de derrubios sobre la calle Canónigo ron daños con un valor de 782.993.393 ptas., muy por Hidalgo. La parte frontal del lóbulo de la co- encima del resto de poblaciones de la provincia de Ali- rriente alcanza espesores que discurren entre cante (Olcina, 1994).

114 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa relativo a la percepción social de los hechos se de forma parcial–, cinco corrales y descubier- trasmiten cuestiones muy relevantes, como las tos, dos cuevas y algunos terrenos. Junto a ello relativas a la memoria histórica, los problemas se proyectó la construcción de un gran muro derivados de la apreciación equivocada de los que protegería la población de las avenidas, periodos de retorno o las soluciones técnicas así como de la posible entrada en funciona- aportadas desde hace varios siglos. De igual miento del barranco de San Roque (fi gura 17). forma, trasciende el incremento de un riesgo Atendiendo a las refl exiones vertidas páginas natural concreto, consustancial al propio cre- atrás, poco antes de 1800 la población de Ca- cimiento urbano. El ejemplo de la población llosa se encontraba en una situación de sustan- de Callosa resulta, por estos motivos, suma- ciosa protección respecto a la actualidad: La mente atractivo y sugerente al confi gurar un Rambla, convenientemente encauzada, depo- interesante capítulo en una refl exión general sitaba sus sedimentos en el área distal del aba- sobre el asentamiento humano en un contexto nico, que se hallaba sin urbanizar al igual que geomorfológico de gran singularidad. la zona proximal, que se trataba de un lóbulo Desde el momento en que el crecimiento de sedimentación activo con procesos de avul- urbano de Callosa superó La Rambla, este ca- sión fl uvial. En la actualidad, y especialmente nal activo, donde la afección de las avenidas a partir de la segunda mitad del siglo XX, se era mayor, se vio sometido a un intenso pro- produce el crecimiento de la población sobre ceso de regulación que encontró un punto de estas últimas áreas de riesgo, ápice (barrio del infl exión a partir de los sucesos acaecidos en Pilar) y zona distal (Ensanche), mientras que 1793. La importancia de los daños registrados la rambla sufre un estrechamiento progresi- y la sucesión de una avenida menor en 1785 vo de su cauce hasta que los muros del siglo obligó a la villa de Callosa a contratar a dos XVIII son incorporados a las propias casas. A arquitectos, Lorenzo Alonso y Simón Ferrer, ello se une la proliferación de vehículos en las que elaboraron un interesante plan para prote- calles –más de 50 coches destruidos en 1987– ger la población de las avenidas. Las medidas y del mobiliario urbano, lo que incrementa adoptadas encajan en la consolidación de las sustancialmente las pérdidas económicas. Se políticas del reformismo ilustrado en materia trata, en defi nitiva, de acciones derivadas de la de obras públicas y, sin lugar a dudas, pertene- necesidad de suelo urbano, pero también de un cen ya al conjunto de técnicas contemporáneas problema común de percepción de unos fenó- desarrolladas por la ingeniería de los siglos menos sujetos a altas discontinuidades tempo- XIX y XX. El proyecto de Alonso, retomado rales y de capacidad destructiva minimizada en y modifi cado por Ferrer, proponía una serie de el imaginario colectivo de la población. Úni- intervenciones basadas en dos grandes solu- camente así se pueden comprender medidas de ciones: encauzamiento tan insufi cientes como las que - mantener un único canal de fl ujo (La Ram- se encuentran en el ápice del abanico (fi gura bla), convenientemente dragado y liberado 19b). También a lo largo del s. XX se sucedie- de obstáculos en su cauce (fundamental- ron otras acciones, como las de corrección hi- mente casas). drológico-forestal y construcción de pequeñas - construcción de presas de retención de sedi- presas, que han tenido un punto de infl exión mentos en la cuenca vertiente. en las medidas adoptadas tras las lluvias to- Debido a problemas de fi nanciación, fi nal- rrenciales de 1987. Hacia 1990 se ponían en mente las medidas paliativas se centraron en marcha unas importantes obras de regulación el tramo urbano de La Rambla, expropiando de avenidas en el tramo alto de la rambla de aquellas casas que invadían el lecho. Esta la- la Cantera, que incluía la reforestación de las bor original de policía de cauce supuso la ex- laderas. Sin embargo, sorprendentemente las propiación de un total de doce casas –algunas medidas terminan donde comienza el casco

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Figura 17 y 18: Proyectismo en La Rambla Alta y evolución posterior. En la fi gura 17 (superior) se han remarcado las obras de encauzamiento y expropiación de casas sobre el plano de Ferrer (1793). Figura 18 (inferior): 1 y 2, a principios del s. XX, perduraban los muros y la anchura del cauce. 3 y 4: en la segunda mitad del s. XX los muros fueron incorporados a las casas, que ocuparon parte de la rambla.

116 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa urbano, y las aguas de ésta y el resto de los los estudios de abanicos aluviales, especial- barrancos descritos continúan desembocando mente en espacios en los que estas formas se- en la calle de la Rambla Alta. Las obras, de dimentarias se encuentran afectadas por diver- tipo preventivo, se dirigen fundamentalmente sas actividades humanas, entre las que destaca a evitar la llegada de corrientes de derrubios a la urbanización. La acción antropogénica ha la población mediante la fi jación de depósitos resultado tan intensa que, en ocasiones, ha su- de ladera, la retención de sedimentos con nu- puesto el desmantelamiento parcial o absoluto merosas presas de contención y la infi ltración de los sistemas de alimentación, caracteriza- de las aguas pluviales en el propio cauce. dos en el ámbito de estudio por proceder de Desde la perspectiva de estas notas, se trata, derrubios de diferentes tamaños movilizados a fundamentalmente, de la alteración del funcio- partir de precipitaciones abundantes y concen- namiento hidromorfológico de la cuenca y de tradas en el tiempo. la producción de sedimentos. Conocer hasta El dinamismo de los abanicos aluviales per- qué punto dichas medidas pueden repercutir mite adoptar, con las fuentes y los análisis per- en la dinámica del sistema requeriría estudios tinentes, una perspectiva temporal mediante la en mayor profundidad y una perspectiva tem- cual realizar una interpretación del comporta- poral más amplia, con la concurrencia de, al miento natural de un abanico muy representati- menos, un suceso extraordinario que pusiera vo, como lo es el de Callosa de Segura. Funcio- de nuevo en funcionamiento el sistema de ali- nalmente se trata de un abanico activo, aunque mentación del abanico en un contexto clara- se encuentra fosilizado por la total urbaniza- mente antrópico. ción de su superfi cie. Destaca el dominio de la agradación mediante procesos de sedimenta- ción en las áreas proximal y distal, tanto en lo 4. CONCLUSIONES referente a decantación de tipo fl uvial como, sobre todo, a corrientes de derrubios. Estas úl- Alguna de la ideas vertidas en este trabajo timas aprovechan la presencia de un canal de pretenden reivindicar la aplicación práctica de incisión original, que hoy se corresponde con

Figura 19: Obras modernas de mitigación de avenidas. El encauzamiento de la rambla de la Cantera contrasta con una desembocadura muy insufi ciente en la calle de La Rambla (ápice del abanico)

117 Pablo Giménez Font la calle de la Rambla Alta y un teórico punto logros alcanzados por la refl exión técnica de la de intersección en la parte media. Edad Moderna fueron neutralizados durante el Su funcionamiento deriva fundamental- siglo XX, como indica la ocupación indebida mente de la energía de inundación y del sedi- del cauce de la rambla. mento provisto. En este sentido, se desconoce cuál será la respuesta de futuras reactivaciones de procesos sedimentarios, tras las obras rea- AGRADECIMIENTOS lizadas tras el episodio catastrófi co de 1987. Pese a paralizarse históricamente los procesos Agradezco las gestiones realizadas por de agradación y disección, no puede concluir- Francisco Mas, de la biblioteca municipal de se que el abanico se encuentra en un proce- Callosa de Segura, para la adquisición de ma- so de destrucción. Una muestra signifi cativa terial gráfi co y audiovisual de la avenida de de ello es la retención de sedimentos en los 1987. diques de corrección hidrológica, muchos de los cuales, especialmente los correspondientes a los barrancos del margen derecho, han sido BIBLIOGRAFÍA terraplenados en tan sólo 18 años. En las últimas décadas, se recogen avances BALBOA ZARAGOZA, E. (1997): “Ocupa- signifi cativos en el conocimiento de la forma- ción antrópica de ramblas y barrancos en la ción y dinámica de estos espacios (Harvey, comarca del Bajo Segura (Alicante): Análi- 2002a), pero todavía quedan numerosos inte- sis-diagnóstico de la situación en alguno de rrogantes. Por ejemplo, las conclusiones de un sus municipios”, Investigaciones Geográfi - estudio completo sobre la física de las corrien- cas, 17: 149-162. tes de derrubios, como es el de Iverson (1997), BLAIR, T.C. & MCPHERSON, J.G. (1994): indican que el mecanismo desencadenante de “Alluvial fans and their natural distinction las mismas es fundamentalmente caótico y, por from rivers based on morphology, hydrau- tanto, de difícil predicción. De esta manera, lic processes, sedimentary processes, and únicamente se pueden destacar si actualmente facies assemblages” Journal of Sedimenta- concurren las condiciones necesarias para que ry Research Section (A: Sedimentary Petro- se reproduzca este fenómeno con la afl uencia logy and Processes) A64-3: 450-489. de lluvias excepcionales, así como estudiar los BOER, A. de et al.. (1982): BOER, A.; EGE- casos acaecidos históricamente sobre el aba- LER, C.G.; KAMPSCHUUR, W.; MON- nico, considerando las características particu- TENAT, CH.; RONDEEL, H.; WINKOOP, lares del mismo en relación con su cuenca de A. van: Mapa Geológico de España E. alimentación. 1:50.000. Memoria de la Hoja de Orihuela Por último, la información manejada per- 913. IGME. Madrid, 39 pp. mite otras lecturas asociadas. Tanto el suceso BULL, W.B. (1977): “The alluvial-fan envi- de 1793 como el de 1987 tuvieron unos efec- ronment” Progress in Physical Geography tos muy importantes para el comportamiento 1: 222-270. natural del abanico, en forma de respuestas DÍEZ, S. et al. (2003): DÍEZ, S.; MARCO, adoptadas. Resulta muy sugerente la estre- J.A.; MATARREDONA, E. & PADILLA, cha relación entre ambos sucesos, tanto en la A.: Cartografi a Básica Geomorfológica E repetición de la catástrofe como de las solu- 1:100.000. (14-18; 15-18). Universi- ciones adoptadas. Gran parte de las medidas dad de Alicante, 26 p. + 3 map. de defensa proyectadas en el siglo XVIII se FIELD, J. (2001): “Channel avulsion on allu- pusieron en marcha en las últimas décadas del vial fans in soutern Arizona”, Geomorpho- siglo XX y, de la misma forma, alguno de los logy 37: 93-104.

118 Contexto geomorfológico y asentamiento humano: abanicos aluviales y corrientes de derrubios en la Sierra de Callosa

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119 Pablo Giménez Font

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